Los hijos del fuego: Cuentos basados en leyendas urbanas y tradicionales de Latinoamérica
Fecha
2024
Tipo
libro
Autores
Cristiá Batista, Félix Alejandro
Guerrero Zaragoza, Eiden
Sánchez Castro, Christian David
Martínez Rodríguez, Seidy
Olivera González, Patricia
Rodríguez, Aline
Saavedra Villanueva, Ana Laura
Martínez Alcalde, Natalia
Aguilar, Julio
Gastelú Palomino, Harol
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Resumen
El mito narra una época perdida, difícil de rastrear. ¿Pero qué ocurre cuando se comienza a relatar historias que han pasado hace relativamente poco tiempo? Llegamos al momento en que el acto de narrar se emancipa de la clase dominante, y más que recitar cosmogonías se instauran en la cotidianidad. Cuando el mito se seculariza. En la época helenística y romana, los poetas utilizan los antiguos mitos como “fabulae, ficciones o fabulaciones”, nos dice García Gual, ya no provienen del cielo, sino de la tierra; pierden gran parte de su poder simbólico-religioso, pero no necesariamente el identitario. Proliferan numerosas versiones de los mismos según su narrador, y comienzan a considerarse literatura. Con el uso público de la palabra, la voz del pueblo sobrepasó el alcance del hasta entonces papel privilegiado de los poetas, e incidentes inimaginables comienzan a ser relatados y ampliamente difundidos por el ciudadano común que jura haberlos atestiguado. De crónicas, personajes ilustres e historias locales contadas a través de los años, siempre empapados con un aura sobrenatural que brindaría eterna actualidad, surge la leyenda. A diferencia de la mitología y los textos sagrados, esta carece de un tiempo definido: no trata de un episodio que narra un origen del mundo ni de tiempos a los que se añora volver. La leyenda es de más fácil difusión, se trata de un relato popular comúnmente sin autoría, o bien, la autoría es reclamada por quien narra su versión o su propio encuentro con lo que de generación en generación se había oído y transmitido oralmente, acercándonos por breves momentos a los tiempos primitivos. La leyenda se crea y se recrea; suele ser breve y sintética, no se trata de una narración épica a la manera de las grandes epopeyas de la mitología universal, y a diferencia de estas últimas, no posee referencias inaccesibles, jardines de las Hespérides. Ocurren entre los campos, los barrios, las oscuras calles. El héroe ya no es un semidiós, sino un ser humano normal, aunque no siempre carente de heroísmo. Puede tratar también sobre algún personaje histórico pero que la historia de su vida, contada de generación tras generación, la ha hecho deformarse o impregnarse de fantasía. El mito funda sociedad, valores, identidad originaria; la leyenda entretiene, atemoriza, da una lección. El mito nos habla de reinos plagados de criaturas sobrenaturales, mientras que la leyenda acerca lo sobrenatural al ser humano común. Extrañas criaturas que aparecen ante personas conocidas, al abuelo, al loco del barrio, a la sabia mujer al final de la calle, al borracho o al mujeriego, son recurrentes en las leyendas. Su uso es coloquial, pertenece al pueblo. Su narración se convierte en advertencia, moraleja. Ha sido habitual a lo largo de la historia, que cuando distintos pueblos entran en contacto intercambian o asimilan costumbres. La llamada tradición occidental, alimentada por sus cuatro pilares (cultura griega, derecho romano, cristianismo y ciencia moderna), ha logrado condensar estas creencias, difuminando en ocasiones las fronteras a través del reconocimiento cultural. Esta cultura –de presunción universal– al llegar al Nuevo Mundo se fundió con las tradiciones hasta entonces desconocidas, donde sus nativos todavía daban preponderancia a la narración oral, siendo escasos los textos (códices) que habían perdurado de sus ancestrales civilizaciones o sobrevivido a la mano del conquistador intolerante. En América Latina las identidades nacionales y regionales comienzan a establecerse a partir de la institucionalización de las prácticas culturales reconocidas como propias, proceso que encuentra su mayor producción entre los Siglos XVIII y XIX, instaurando así su folklor, entendido como la enseñanza o conocimiento de los saberes de un pueblo (folk) que forma parte del bien común de sus integrantes. Se trata de un conocimiento popular que en Iberoamérica siempre ha estado caracterizado por la mezcla –aunque, ¿qué tradición no lo es? Por ello, la leyenda es una de las más altas manifestaciones del folklor: por un lado presenta características heredadas a través de siglos de transmisión oral y escrita, pero al mismo tiempo posee particularidades propias de cada localidad. De esta manera las ancestrales historias de hombres convirtiéndose en animales o de mujeres que pasan a ser monstruos se vuelven criaturas locales; una carroza, carro, carreta, se pasea sin nadie quien la reclame; mujeres con cabeza de caballo, a veces con una máscara, otras con tan sólo un cráneo, se perfilan al final de la esquina, no muy lejos del bar. Del otro lado del mar extraños hombrecillos aguardan al final del arcoíris, mientras que en las tierras tropicales danzan alrededor de la higuera. El perro negro no tiene tres cabezas, tan sólo una, pero al andar arrastra unas cadenas, ¿acaso no simbolizando la culpa? La antigua Medusa en tiempos más recientes cobra la forma de una doncella que llora a la orilla del río, buscando algún hijo. Y así continúan cambiando con el tiempo, actualizándose. La llorona ahora no necesariamente solloza, y la cegua no tiene que relinchar, pero la esencia permanece: la primera todavía se lamenta, y la segunda sigue riendo. La leyenda se alimenta de la oscuridad y de la indeterminación. Los seres errantes se esconden en los rincones oscuros donde la imaginación y los sentidos terminan de dar forma al encuentro. No hay fuego que pueda terminar de vencer a la oscuridad, pero mientras no se extinga la llama de la curiosidad y del intelecto humano, continúa produciendo hijos.
Descripción
Esta publicación fue recopilada por los estudiantes de la Facultad de Letras de la Universidad de Costa Rica Victoria Marín Fallas, Yariela Fonseca Quesada y Félix A. Cristiá.
Palabras clave
CUENTOS, NARRATIVA, LEYENDAS URBANAS, TRADICIONES, AMÉRICA LATINA