Cuadernos de Antropología, ISSN: 1409-3138, No. 22. Año 2012 Preguntas historizadas. Notas en torno a LA OTREDAD CULTURAL ENTRE UTOPÍA Y CIENCIA. UN ESTUDIO SOBRE EL ORIGEN, EL DESARROLLO Y LA REORIENTACIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA de Esteban Krotz Mario Zúñiga Núñez1 1 Costarricense. Antropólogo social. Profesor-Investigador de la Escuela de Antropología de la Universidad de Costa Rica, Doctor en Estudios de la Sociedad y la Cultura por la UCR y maestro en Ciencias Sociales de Flacso. Correo Electrónico: zn.mario@gmail.com Me complace mucho presentar estas ideas sobre “La otredad cultural entre utopía y ciencia…” del profesor Esteban Krotz, creo que es un libro fundamental para entender tanto la teoría antropológica contemporánea como su Es decir, aquí no se está tratando de fundamentar la primacía general de la “antropología del Sur” […] Más bien se trata de mostrar la posibilidad objetiva de una antropología diferente, que rompa el monopolio “nórdico” que se ha mantenido hasta ahora (Krotz, 2002, p. 400). Cuadernos de Antropología, ISSN: 1409-3138, No. 22. Año 2012 2 producción histórica. Cuando comencé a escribir se me presentó el problema de qué tipo de documento hacer: una reseña sería un poco tardía, dado que la obra tiene ya diez años de haberse publicado en español y casi veinte de haber salido en alemán; también pensé en un ensayo teórico, pero quería un texto que fuera más explicativo para poder compartir con los estudiantes de grado de antropología, con quienes he estado leyendo este y otros trabajos del autor. Así que resolví hacer este documento que puedo llamar “notas”, las cuales explican apreciaciones acerca de la obra, al mismo tiempo que plantean alguna contexualización y críticas que me parecen relevantes desde nuestro Sur. Haré una presentación acotada de lo que considero los rasgos fundamentales de la obra del profesor Krotz, por eso resalto tres elementos que sobresalen en la discusión. En primer lugar me referiré a la obra y su punto de partida analítico: la crisis de la antropología en el mundo contemporáneo; en un segundo momento reflexionaré sobre la historicidad de la pregunta antropo- lógica y la relación entre la teoría crítica y el concepto de etnocentrismo; en tercer lugar plantearé de manera sucinta una crítica del concepto de utopía que el autor propone como una alternativa (analítica y política) al problema de la crisis disciplinar. Crisis de la antropología y el trabajo de Krotz La antropología como ciencia nació de un mundo profundamente colonial (Geertz, 1997; Krotz, 2002). La relación de los antropólogos y las antropólogas con este mundo siempre fue ambigua, resintiendo eventualmente los sistemas de explotación social que observaban, pero asentando su trabajo de campo sobre férreas normativas de organiza- ción colonial. Margaret Mead en un ensayo sobre la práctica de la etnograf ía, ofrece un excelente ejemplo de esta colonialidad cuando daba consejos a las jóvenes generaciones para actuar en su trabajo de campo: La necesidad de dar instrucciones. En este aspecto la exactitud lingüística es esencial. Todas las frases para la orientación en el tiempo y en el espacio, para las expresiones de secuencias de actividades, para una afirmación condicional (“si la caja de la cámara está abierta, ciérrela”) tienen que estar preparadas para su empleo. Si el etnólogo no puede dar instrucciones rápidas y exactas a sus sirvientes nativos, informantes y ayudantes […] perderá mucho tiempo y energía en tareas mecánicas que él Preguntas historizadas. Notas en torno a La otredad cultural… ZÚÑIGA 3 podría haber delegado si su lengua hubiera sido un poco mejor ejercitada (Mead, 2000, p. 28). La cita anterior no puede ser más significativa, el trabajo del etnólogo tal como lo concibe Mead tiene su asiento metodológico (su práctica) sobre un orden desigual, en el cual el investigador debe aprovechar su ventaja en la pirámide social, de manera que su actividad sea más fructífera. Líneas más delante, la autora revela la importancia de que estas tareas cotidianas sean asumidas por los “nativos” dado que: “[…] más tiempo quedará para su investigación en el terreno. Y esta delegación de tareas menores es primordialmente la aptitud de ser capaz de impartir órdenes que sean comprendidas” (Mead, 2000, p. 28). Una práctica de conocimiento tan arraigada en la realidad colonial se trastocó cuando el mundo imperial, que predominó hasta mediados del siglo XX, comenzó a presentar fisuras importan- tes (concretamente visibles en las manifestaciones políticas anticoloniales de mediados del siglo XX, como la descolonización africana y las teorías que se derivaron como la “teoría de la dependencia” para el caso de América Latina) que cambiaron la relación entre colonizadores y colonizados, sin desplazarla del todo. Este cambio de roles ha introducido una profunda discusión sobre la relevancia y el carácter de la antropología en el mundo contemporáneo ¿qué papel juega esta disciplina en un mundo donde las relaciones sociales que devienen de la colonialidad están en entredicho? La obra del profesor Krotz, teniendo estas preocupaciones en mente, se constituye en una extendida, detallada y abundantemente fundamentada refle- xión que se divide en varias partes: la primera (capítulos I y II) se dirige hacia la búsqueda de sentido de la disciplina, partiendo de un diagnóstico sobre lo que el autor llama “la crisis de la etnoantropología”; en la segunda parte (capítulos III, IV y V) se interna en el estudio del concepto de “utopía” de la mano del teórico alemán Ernst Bloch y lo desgrana en todas sus potencialidades analíticas tanto desde el punto de vista teórico como el histórico; en la tercera parte (capítulos VI, VII y VIII) el autor se aboca a la comprensión del nacimiento de la disciplina a finales del sigilo XIX y el estudio de su primera expresión teórica: el evolucionismo; en una cuarta y última parte (capítulos XI y X) se realiza una síntesis de la discusión sobre la utopía y el desarrollo histórico de la disciplina para resignificar una Cuadernos de Antropología, ISSN: 1409-3138, No. 22. Año 2012 4 serie de conceptos clave de este campo de estudios: otredad, alteridad, cultura, trabajo de campo, antropología del sur. El ensayo se caracteriza por una reflexión más bien teórica, la cual retoma gran cantidad de documentos sobre la historia de la antropología y parte de allí para una propuesta conceptual acerca del proyecto histórico de la disciplina que pueda ser aprovechada por los países del “Sur”. Entendiendo “Sur”, como una categoría no sólo geográfica, sino –y sobre todo- epistémica y geopolítica desde el punto de vista que revela no solo la ubicación de los países que son la periferia de las metrópolis desarrolladas y que por esto, practican un tipo de antropología diferente a la metropolitana, no sólo por su obvia desventaja en recursos disponibles, sino por una característica de profundidad epistémica: a los antropólogos y a las antropólogas del “sur” Krotz nos denomina –de manera atinada creo yo– “antropólogos nativos”2. Historicidad de la pregunta antropológica 2 Dos textos cortos del profesor Krotz redondean estas ideas y apuntan de manera más programática hacia la construcción de una Antropología del Sur (ver Krotz, 1993; 1994). El panorama de la producción literaria de la disciplina antropológica La otredad cultural entre utopía y ciencia… es un libro diferente en dos sentidos. En primer lugar es una reflexión predominantemente categorial. Se podría decir que desde que Bronislaw Malinowsky decantara el método de la etnograf ía como forma de expresión dominante en la disciplina, parece que la labor de teorización o de reflexión categorial ha sido condenada a estrechos prefacios o extensas introducciones3. La obra del profesor Krotz se deslinda de esta tendencia por presentar una aguda visión que nacida de la discusión conceptual y la consulta bibliográfica, que plantea relevantes cuestionamientos a las problemáticas inmediatas de la disciplina. El mensaje implícito es significativo: se puede hacer antropo- logía aún fuera del campo, que se dedique a reflexionar sobre lo producido y lo dicho, con base en el análisis de conceptos. Resalta también porque asume un diálogo poco común en la disciplina, el cual tiene que ver con lo llamado 3 Incluso para quienes se dedican a la exploración conceptual y al trabajo teórico, sin hacer un trabajo de campo extensivo el gremio tiene un mote a caballo entre el desdén y la descalificación: “antropólogo o antropóloga de escritorio”. Preguntas historizadas. Notas en torno a La otredad cultural… ZÚÑIGA 5 “escuela crítica” o “teoría crítica” (Ver Horkheimer, 2000)4, representada principalmente en la lectura y el análisis de la obra de Ernst Bloch, pero visible además en las premisas de análisis propias de este método de pensamiento: por ejemplo poner a la humanidad como sujeto en el centro del debate y, por supuesto, la historicidad de las relaciones sociales y su relación directa con la teoría. El profesor Krotz, desde esta visión crítica, propone el concepto de la pregunta antropológica, que se reformula una y otra vez en el texto (en la conquista de América, en las disputas históricas del cristianismo, en el siglo XIX) dependiendo de las diferentes concreciones históricas en las que se plantea el encuentro de los grupos humanos, los viajes y la expansión 4 Definida en palabras de uno de sus creadores: “… la teoría crítica de la sociedad es, como totalidad, un único juicio existencial desplegado. Este juicio afirma, formulado toscamente, que la forma fundamental de la economía de las mercancías históricamente dada, sobre la que se asienta la historia moderna, contienen en sí misma los antagonismos internos y externos de la época, los reproduce continuamente, cada vez con mayor crudeza, y tras un periodo de incremento, de despliegue de las fuerzas humanas, de emancipación del individuo; tras la expansión gigantesca del poder humano sobre la naturaleza, finalmente obstaculiza el desarrollo posterior y empuja a la humanidad a una nueva barbarie.” (Horkheimer, 2000, p. 62). imperial del poder (Krotz, 2002, p. 50). Desde este punto de partida desarrolló posteriormente, su explicación acerca de la emergencia de la antropología como disciplina, debe notarse, pues es importante, ya que si bien el encuentro de los grupos y de los viajes alude a los elementos comúnmente tematizados en la disciplina, el autor agrega el tema dif ícil del poder, pero no desde el punto de vista del colonizador como lo presentara tradicionalmente (véase la cita de Mead antes trabajada), sino como circunstancia crítica que tiene la capacidad de hacer saltar el curso homogéneo de la historia5. El acercamiento desde la escuela crítica permite una visión diferente a las respuestas que se han hecho desde el “Norte” (utilizo el término en oposición al “Sur” de Krotz) a la crisis poscolonial de la disciplina. Se podría decir que los 5 Decía Walter Benjamin que el materialista histórico contrasta con el historicista porque “aprehende [la interrupción mesiánica] para hacer saltar una determinada época del curso homogéneo de la historia […]” (2002, p. 64). La expresión de Benjamín se puede contrastar con una expresión de Bloch que cita Krotz (2002, p 154): “Ideología quiere decir una suma de concepciones que glorifican y justifican la sociedad existente. Utopía es una suma de concepciones que tienen como intención hacer estallar la situación de la sociedad presente”. Nótese la cercanía y continuidad teórica y política entre la expresión de Benjamin “hacer saltar” y la de Bloch de “hacer estallar”. Cuadernos de Antropología, ISSN: 1409-3138, No. 22. Año 2012 6 enfoques dominantes en el “Norte” se han dedicado a una promoción fragmentaria del relativismo propio de la posmodernidad (Clifford, 1991; Rosaldo, 1991) o a la reivindicación fundamentalista de los principios de la relaciones de poder (Sartori, 2001). Esta ubicación ideológico-política no proviene del azar, recordemos que durante los años 80 del siglo XX la teorización del colonialismo enfrentó en las academias del “Norte” a los que Gutmann (2001, pp. 27-33) llama “esencialistas” –herederos conservado- res de la tradición fundamentalista occidental como Giovanni Sartori– con los “deconstructivistas” –agrupados principalmente en la teoría de la posmodernidad como Renato Rosaldo–. El debate escenificado en la Universidad de Stanford ha demarcado –para bien o para mal– el camino de la discusión posterior, del cual Krotz se desmarca desde la propuesta crítica6. Esta posición es claramente visible en su atinada resolución del problema del etnocentrismo, que le distancia tanto del fundamentalismo como del relativismo posmoderno, cuando afirma que “La alteridad tiene un precio elevado: no es 6 Sobre esta polémica se puede revisar también la reflexión de Taylor (2001) y la actualización de Díaz-Polanco (2006) vista desde el “Sur”. posible sin etnocentrismo” (Krotz, 2002, p. 60). Este principio analítico desplaza la relativización y fragmentación que se hace comúnmente en la discusión sobre cultura y reformula la cuestión del otro más allá de las ansiedades propias de la era de la posmodernidad: [El etnocentrismo] Es la forma y la condición para poder concebir al otro como otro, en el sentido descrito. Entre el grupo propio y el extraño existe, entonces, una relación similar a la que se da entre lo conocido y lo desconocido en el acto de adquirir conocimiento, donde lo desconocido, la mayoría de las veces, sólo se puede alcanzar desde lo conocido (Krotz, 2002, p. 60). La pregunta antropológica como la definición del etnocentrismo permiten evidenciar una propuesta verdadera- mente alternativa a la discusión de Norte que abre camino para el planteamiento de preguntas, desde el punto de vista crítico para nuestras realidades, preguntas historizadas -diría yo- que nos interpelan acerca de la circunstancia concreta de la antropología del Sur: ¿Qué ha sido de nuestra visión de la otredad? ¿Cómo se ha configurado en nuestras realidades el encuentro con el otro, el viaje y la relación imperial? Preguntas éstas, que respondidas de manera sistemática pueden llevarnos a descubrir las Preguntas historizadas. Notas en torno a La otredad cultural… ZÚÑIGA 7 similitudes y diferencias del proyecto histórico de la antropología en el Sur, respecto de las del Norte. Utopía y análisis social Dejo para lo último una polémica que quiero apenas plantear en unas pocas líneas y tiene que ver con la provocadora propuesta de la utopía como análisis social que deriva del estudio de la obra de Ernst Bloch. El profesor Krotz con respecto al análisis de la condición histórica y teórica de la utopía como análisis de la realidad llega a la conclusión de que: Entonces, la tradición utópica es, esencialmente, un análisis social que, al mismo tiempo, estudia las causas de la esfera de los fenómenos culturales desde abajo y hacia adelante. La utopía genera un tipo de conocimiento, cuyas afirmaciones principales contradicen a lo habitualmente aceptado como natural y, de manera simultánea, sirven como guía y como impulso a la acción que tiende a mejorar el mundo; esto porque y en tanto que anuncia un mundo nuevo, que todavía no existe, que apenas está surgiendo y que, al mismo tiempo, debe ser creado (Krotz, 2002, p. 174) (énfasis del original). La obra da cuenta de este principio de análisis social como una forma a través de la cual se puede ir un paso más allá de la crisis disciplinaria de la antropología. El análisis da a entender que las dos principales características de la visión utópica (pensar desde abajo y hacia adelante) pueden abrir caminos para pensar lo radicalmente nuevo. De una u otra forma se propone un retorno de lo que Krotz analiza como tradición utópica. Llama la atención que esta propuesta analítica vincule las intenciones utópicas con los grupos o movimientos sociales que han pensado “desde abajo”; por ejemplo, en el capítulo V el profesor Krotz dedica buena parte a resaltar esa gran gama de movimientos que el autor llama “contraculturales” desde los que se puede observar una “… perspectiva desde abajo, pues se alimenta básicamente de la insatisfacción global de los que siempre han salido perdiendo, que en la utopía se comprenden como aquellos a quienes se les ha ganado siempre y comienzan a buscar causas de ello” (Krotz, 2002, p. 166). La pregunta que surge, por supuesto, es si la utopía es dominio privativo de “los de abajo”. Franz Hinkelammert otro autor crítico, lector de Bloch y que teoriza la utopía, abre otra posibilidad diferente en términos analíticos: qué tal Cuadernos de Antropología, ISSN: 1409-3138, No. 22. Año 2012 8 si pensamos la utopía como una forma en la que los seres humanos –en general– entienden el mundo. Hinkelammert piensa también que las utopías vienen desde arriba, lo que evidencia a otros grupos humanos vinculados al poder, su mentalidad y la voluntad de control. El pensamiento utópico, desde este punto de vista, es un rasgo del pensamiento humano, de abajo o de arriba. Y, Hinkelammert presenta la relación entre utopía y poder cuando analiza las utopías ligadas tanto a la mistificación del mercado liberal como a las que corresponden a la planificación centralizada del sistema socialista: Esta ingenuidad utópica está presente tanto en el pensamiento burgués –que atribuye a la realidad del mercado burgués la tendencia al equilibrio e identidad de intereses que se originan en alguna mano invisible– como en el pensamiento socialista –que atribuye a una reorganización socialista de la sociedad una perspectiva igualmente total de libertad del hombre concreto–. De la tierra al cielo parece existir una escalera y el problema es encontrarla (Hinkelammert, 2000, p. 11). Se puede hacer entonces un contrapunteo; las valoraciones del profesor Krotz llevan a mirar al pensamiento utópico como un pensamiento necesariamente progresis- ta, necesariamente “desde abajo”, pero desde el punto de vista de Hinkelammert las utopías pensadas “desde abajo” son sólo una parte de las utopías que se encentran en constante disputa (cultural por supuesto, pero también política y económica) con otras intenciones utópicas de dominio totalizante o incluso las utopías que piensan un mundo donde no haya utopías7. Mi crítica se dirige a “abrir” el concepto de utopía para pensarla como una característica del razonamiento humano (de derecha o de izquierda, conservador o progresista, de “arriba” o de “abajo”) que constantemente plantea el mundo “que no es” -desde las carencias o necesidades existentes- hacia el mundo “que puede ser”. El análisis utópico como característica del pensamiento humano da la posibilidad de mirar la génesis histórica de cada pensamiento utópico y sus problemáticas concretas, según el grupo humano que lo representa. Desde este ángulo se puede hacer una visión diferente de las obras Orwell o Huxley. No estoy de acuerdo con la presentación que hace el profesor Krotz de estos 7 En esta y otras obras el autor hace la crítica de la utopía -propia del pensamiento neoconservador- de que no existan utopías: la utopía de la antiutopía (Hinkelammert, 1995, p. 115-131; 2000, p. 241). Preguntas historizadas. Notas en torno a La otredad cultural… ZÚÑIGA 9 textos como “… mecanismos para bloquear el sueño utópico por medio de la pesadilla” (Krotz, 2002, p. 336), propondría más bien verlas como genuinas manifestaciones críticas que evidencian y denuncian la utopía de los poderosos y las perversas consecuencias de su totalización en el momento y espacio que fueron pensadas (mediados del siglo XX). Conclusiones El fenómeno histórico de la crisis del mundo colonial de occidente manifestó en los años 60 del siglo XX que impactaría necesariamente en todas las teorías sociales, las cuales dependieran de este orden político, administrativo, económico y cultural. Era de esperarse que la disciplina antropológica tan profundamente apegada al orden colonial sufriera un golpe tanto en su credibilidad como en sus certezas teóricas y metodológicas. La resolución de esta crisis en el “Norte” -en lo que a teoría social se refiere- ha sido insuficiente en cuanto a sus posibilidades analíticas, dado que ha pendulado entre el extremo de la absolutización de la cultura occidental o el relativismo de la pluralidad de culturas. Las dos soluciones, la primera de corte objetivista y la segunda excesivamente subjetivista se tornan incapaces de comprender la realidad social desde una perspectiva genuinamente crítica. La obra del profesor Esteban Krotz permite una aproximación al pensamiento antropológico haciendo un contrapunteo necesario entre la relatividad cultural, la experiencia de la otredad (introducido mediante la noción historizada de la pregunta antropológica o la utopía como análisis de la realidad social) y la historicidad del fenómeno social. En la obra, la teoría es enfocada de manera crítica como una expresión de un momento histórico, y no al revés, como es la tendencia en ciertos espacios de pensamiento. Esto y la reivindicación de la centralidad de la propia cultura (una especie de “etnocentrismo necesario”) hacen de ésta una aproximación crítica imprescindible para el estudio de la antropología actual. La obra desprende no sólo una interpretación de la realidad, sino además un proyecto político anunciado ya en el concepto de “Antropología del Sur” que el profesor Krotz trabaja en la parte final: Esto [la formación de antropólogos/as en países del Sur] requiere de nuevas Cuadernos de Antropología, ISSN: 1409-3138, No. 22. Año 2012 10 estructuras de la creación de conocimiento que, precisamente en el ámbito del saber, no sometan a la diversidad cultural a un modelo que se pretende el único, para siempre y de manera exclusiva. Mas aún, parece que la reintroducción de la dimensión utópica a la antropología podría encontrar un significativo apoyo precisamente en esta antropología de la periferia, de la dependencia colonial, del Sur pobre (Krotz, 2002, p 399). Un proyecto con estas características, en la actualidad, parece más que una intención puramente académica, una tarea teórico-práctica imprescindible para quienes nos dedicamos a estos menesteres en las sociedades del “Sur”. 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