Intersticios Sociales E-ISSN: 2007-4964 intersticios.sociales@coljal.edu.mx El Colegio de Jalisco México Rodríguez Aguilar, Onésimo Gerardo; Solano Acuña, Ana Sofía Pandillas, violencia y dinámicas socioculturales en la Costa Rica urbana Intersticios Sociales, núm. 1, marzo-agosto, 2011, pp. 1-42 El Colegio de Jalisco Zapopan, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=421739489005 Cómo citar el artículo Número completo Sistema de Información Científica Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto Resumen del artículo Pandillas, violencia y dinámicas socioculturales en la Costa Rica urbana Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar Ana Sofía Solano Acuña El presente artículo expone parte de los resultados del estudio “Niñez y Palabras clave: juventud en violencia armada organizada. Bajo el límpido azul de tu cielo: juventud, violencia, pandillas, Desentrañando los confl ictos de los jóvenes pandilleros en Costa Rica”, lle- barrio, pobreza. vado a cabo durante los meses de noviembre y diciembre de 2006 en las comunidades de La Carpio, en la Uruca, y Lomas del Río, en Pavas, en la pro- vincia de San José. Dicho proceso fue facilitado por FESPAD a través de Defensa 1 Por razones de espacio, en de Niñas y Niños Internacional (DNI). este artículo, se expondrán Así, se exponen como tópicos generales acercamientos de orden teórico únicamente los resultados o conclusiones de la investigación al problema de la violencia juvenil y la respuesta cultural de las pandillas; con breves menciones de otros seguidamente se hace una aproximación a la problemática de la juventud (y apartados que los investigadores consideraron como apropiados de las sociedades en general) en el ámbito centroamericano con la fi nalidad para su inclusión. Para más de contextualizar el problema de estudio. Finalmente, se concluye con un detalles el lector o lectora puede acudir a la versión completa de la resumen de las características culturales y sociales de las pandillas1. investigación la cual se encuentra en las ofi cinas de DNI Costa Rica (www.dnicostarica.org). Abstract The present article exposes part of the results of research of the study “Child- hood and youth in armed violence organized. Under your limpid blue sky: Unravelling the confl icts of the young gang members in Costa Rica”, carried out during the months of November and December of the 2006 in the com- Keywords: munities of La Carpio in La Uruca and Lomas de Río in Pavas in the province youth, violence, gangs, of San José. This process was facilitated by FESPAD through Defensa de Niñas y neighbourhood, poberty. Niños Internacional (DNI). In this space they are exposed, like general topics, approaches of theoret- ical order to the problem of the youthful violence and the cultural answer of the gangs, next is made an approach to the problematic of youth (and why AVANCES DE INVESTIGACIÓN 1 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 not of the societies in general) at Central American level with the purpose of exemplify the study problem. As it closes becomes a summary of the cultural and social characteristics of the gangs. 2 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar Universidad Nacional de Costa Rica Ana Sofía Solano Acuña Universidad Nacional de Costa Rica Pandillas, violencia y dinámicas socioculturales en la Costa Rica urbana La violencia se puede entender como una expresión de situaciones es- 1 No es intención de los autores tructurales erosionadas que se manifi estan en todos los pueblos del orbe. “naturalizar” la violencia. Entendemos las causas sociales Todos y cada uno de nosotros somos constructores y reproductores de de la misma, sin embargo, con violencia, es una condición inherente al ser humano.1 Freud, entendemos también que existen instintos agresivos Las sociedades no pueden sustraerse del elemento confl ictivo que las en el ser humano que son compone. La contradicción es evidente en todos los espacios y, por ende, insoslayables. 2 No se deja de lado que el confl icto y la disidencia son la norma en las sociedades contemporá- existen localidades, grupos o neas, aunque es evidente que los pueblos o grupos sociales específi cos no individuos que manifi estan una violencia radicalizada; lo que pueden defi nirse desde una determinante eminentemente violenta, como se quiere dejar claro es que ésta en ocasiones lo hacen parecer diferentes medios de comunicación en con- no es la realidad completa de ninguna persona o grupo. fabulación con el Estado. Entonces, crear la imagen de localidades, grupos 3 La violencia existe como o individuos violentos es más una estrategia de dominación mediática y condición consustancial a la sociedad. Lo criticable en estatal que un referente estricto de la realidad ciudadana.2 El temor, el mie- este “uso” de la violencia do, son herramientas esenciales para reproducir el poder de los gobiernos que hacen los medios y el Estado es precisamente su sobre sus gobernados.3 instrumentalización, es decir, En este sentido, el artículo sirve para alejar algunos demonios muy recu- la creación de ciertas imágenes que apuntan a un uso más rrentes en la percepción social. Uno de ellos es la imagen creada socialmen- recurrente de la misma en el te que tiende a estigmatizar el concepto de pandilla o pandillero. Si bien en caso de algunos individuos, grupos o pueblos específi cos, estos colectivos juveniles se reproduce una serie de conductas al margen de sin considerar un conjunto los sistemas normativos, es sugerente visualizarlos más allá de una premisa de variables socioculturales que determinan y explican delictiva, esto es, llegar al entendimiento de que son asociaciones en donde la violencia y, peor aún, AVANCES DE INVESTIGACIÓN 3 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 responsabilizando a dichos se manifi esta un alto sentido de pertenencia, grupos de sentido en donde actores por la violencia generalizada de la sociedad. el joven puede construir afi nidades, amores, lealtades, tristezas, alegrías, situaciones caóticas, etc. Es decir, son quizá los únicos espacios que estos jóvenes tienen para sentirse adscritos a algo que trasciende el mero indi- vidualismo, lugares en donde pueden expresarse y comunicarse lejos de la insidiosa mirada adulta que se encarga, sistemáticamente, de excluirlos. Más allá de la aprehensión denigrante del fenómeno de las pandillas, es trascendental comprender que estos grupos signifi can los únicos espacios de socialización activa para muchos jóvenes. Otra de las ideas preconcebidas que este artículo pretende derribar, al menos en el papel, es la visualización de lo joven como irracional o carente de juicio. Esta visión regularmente se plantea desde un perfi l adultocéntri- co: la juventud concebida desde una postura tal que le resta trascendencia en la esfera social por el mero hecho de ser jóvenes. Es necesario “entender” a estos sectores de las sociedades lejos de una premisa acusatoria, misma que termina por estigmatizar todo aquello que los jóvenes tocan. Sin embargo, tampoco podemos dejar de lado la com- plejidad de las situaciones que cotidianamente viven muchos de ellos, no sólo en nuestro país sino en el mundo. Teniendo en cuenta lo anterior y también que las sociedades son deudoras de una tradición violenta, aun- que poco evidenciada, en todos los sectores etarios, sociales, culturales, políticos y económicos, este artículo procura esclarecer diferentes situa- ciones de la dinámica juvenil objetivada en las pandillas. En este sentido, los objetos a indagar en la investigación sintetizada en este artículo, fueron las dinámicas y lógicas socioculturales vividas y desa- 4 Es decir que operan en San 4 José, ciudad capital de Costa rrolladas por jóvenes que integran dos pandillas josefi nas y la relación de Rica. éstos con una serie de actores con los que se vinculan cotidianamente. Cuando se habla de investigación social es importante tomar en cuenta que se trata de un proceso cuya fi nalidad es el acercamiento de cada uno de los elementos que conjuntamente permitirán la explicación de una si- tuación específi ca, a saber en este caso particular, la situación de los jóvenes en pandillas. En esta ocasión, la problemática se abordó desde tres niveles: 4 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 Estado, pandilla y comunidad, con el fi n de reconstruir la realidad vivencial y cotidiana de diferentes contextos, en los cuales interactúan los jóvenes pertenecientes a este tipo de asociaciones. Se propuso una estrategia de trabajo en la cual, primero, se lograra la reconstrucción de las condiciones estructurales que rodean a la juventud en general, a la nacional y a aquella que se inserta en pandillas. Y, segun- do, se procediera a la articulación de los discursos de los distintos actores involucrados en los tres niveles descritos anteriormente, para lograr una aproximación integral a la situación de los jóvenes que conforman estos grupos. Las zonas seleccionadas para la realización del trabajo de campo fueron La Carpio, ciudadela ubicada en La Uruca, y Lomas del Río en Pavas. Los dos son poblados urbano-populares del occidente capitalino que presen- tan ciertas características culturales, sociales y económicas que propician la aparición de estas agrupaciones. Esto no sugiere, de ninguna manera, que situaciones como la pobreza y la exclusión observables en espacios sociales como los estudiados, sean los únicos asideros para la conforma- ción de pandillas; sin embargo, es necesario resaltar la relación existente entre condiciones socioeconómicas desventajosas y la conformación de estas agrupaciones. Hacemos la salvedad para que el lector no interprete nuestras apreciaciones como un determinismo socioeconómico que re- sultaría nefasto para cualquier interpretación de las relaciones sociales en general. El abordaje metodológico de la investigación siguió una línea cualita- tiva, en la cual, mediante un trabajo de campo de corte etnográfi co se in- tentó reconstruir la realidad de la población juvenil perteneciente a grupos pandilleros; de esta manera, se ubicó y entrevistó a jóvenes pertenecientes a pandillas de las zonas antes mencionadas. Además, se entrevistó a mucha- chos ex pandilleros quienes expusieron la perspectiva de quien conoce la dinámica desde un “adentro” histórico y un “afuera” actual (respetando, claro está, las imposibilidades de aprehensión temporal que enfrenta cual- quier investigación social); se entrevistó también a residentes adultos de La AVANCES DE INVESTIGACIÓN 5 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 Carpio y Lomas del Río, así como a referentes institucionales locales, como policías, pastores, maestros de escuelas y profesores de colegios, vecinos de lugares aledaños a las zonas de estudio. En los centros educativos visitados, además de las entrevistas con profesores y maestros, se realizaron debates grupales con jóvenes residentes de La Carpio y Lomas del Río. Además, se pudo conversar con población recluida, específi camente en el Centro Adulto Joven ubicado en el Centro Penitenciario La Reforma, y del Centro Juvenil Zurquí enclavado en San Isidro de Heredia. En estos lugares, se en- trevistó también a personeros de dichas instituciones penales. Para la investigación, se tuvo la oportunidad de obtener la perspectiva de los jueces que siguen los casos de menores con procesos judiciales en el sistema de justicia costarricense. De esta manera, se entrevistó a la coordi- nadora del Juzgado Penal Juvenil de San José, así como a uno de los jueces de Ejecución de Pena; fi nalmente, se conversó con uno de los trabajadores sociales del Poder Judicial, que atiende casos en los que se ve involucrada población juvenil. Por último, se entrevistó a un alto jerarca del Ministerio de Justicia. Aunado a este esfuerzo etnográfi co, se recolectaron un conjunto de datos gruesos o estadísticos acerca de actividades policiales y armas, así como respecto de la situación general de la región y del país en materia de violencia y juventud. También se hizo una revisión exhaustiva de las noti- cias relacionadas con juventud y violencia, aparecidas durante los últimos cuatro años en uno de los diarios de mayor circulación nacional, La Na- ción. Este conjunto de datos sirvieron, en primer lugar, para contextualizar 5 No todos los datos ni los nuestro objeto de estudio y, en segundo lugar, para comprender y analizar testimonios de los actores abordados para la investigación las visiones mediáticas, y consecuentemente públicas, que se vierten sobre original, fueron tomados en la temática de las pandillas y la violencia.5 cuenta en el presente artículo; sin embargo, es importante La idea general de la investigación resumida en este artículo fue pro- hacer la mención del contacto yectar una imagen de la realidad en la que cotidianamente se desenvuelven con ellos para dejar constancia de la riqueza del dato estos jóvenes, el mundo simbólico y tangible al cual profesan arraigo y polifónico que este artículo, pertenencia. La intención es que se pueda refl exionar sobre las condicio- y la investigación de la cual procede, recogen. nes que dicta ese ser pandillero, esa forma de vida. 6 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 Aspectos teóricos para acercarse a la comprensión de la realidad juvenil A continuación se expondrán brevemente algunas premisas teóricas. La fi - nalidad de esta disertación es aproximarse a ciertas concepciones actuales sobre la temática de las dinámicas juveniles. Posteriormente, el lector podrá encontrar una sucinta discusión sobre el término pandilla, para terminar con algunas ideas en torno a lo que los autores entendemos por violencia. La juventud: derribando mitos del imaginario social Las aproximaciones sociales cotidianas relacionadas con la condición de “juventud” ostentan nociones excluyentes que imposibilitan el entendi- miento de la misma en forma dinámica y diacrónica. En primer lugar, se tiende a observar lo juvenil desde una posición que narra metáforas de lo inacabado, lo exacerbado o lo excesivo; por ello, lo juvenil deviene en ca- rencia de razón y falta de discernimiento que tienen que ser “controlados”6 6 Esta cualifi cación, en evidencia por el referente institucionalizado y “racional”: lo adulto. represora, en la práctica se materializa en acciones Por otro lado, lo juvenil es observado como un conjunto homogéneo que radicalizan el sentido de rasgos, experiencias, vicisitudes y como una especie de tránsito al más de represión, por ejemplo, el aniquilamiento físico, allá, a la tierra prometida, al mundo de la adultez. Sin embargo, los jóvenes psicológico o emocional. personifi can cualidades que trascienden una monocalifi cación, esto es, el término juventud no puede ser tratado homogéneamente; de hecho, más que “juventud” tendríamos que hablar de “juventudes”. Lo anterior se refi ere a la inagotable gama de situaciones que explican los contextos socioculturales en los que operan los jóvenes. En otras pala- bras, existen, para tomar tan sólo un ejemplo, jóvenes de barrios urbano- populares que se encuentran lejos de operacionalizar las dinámicas juveniles que viven los jóvenes de una clase social alta, ubicados, geográfi camente, en barrios de alcurnia. Este panorama no se reduce a una condición emi- nentemente clasista, aunque esto sí comporta una diferenciación importan- te en esas “juventudes”, sino que habría que referirse también a elementos étnicos, religiosos, musicales, culturales, sociales, deportivos, entre otros. AVANCES DE INVESTIGACIÓN 7 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 Los y las jóvenes ofrecen un panorama sumamente versátil que no se limita a una simple categorización de la condición juvenil. El espejo ante el cual se miran, las muchachas y los muchachos, remite a una variedad inconmensurable de contenidos, prácticas y vicisitudes cotidianas que trasciende al mero concepto, lo rebasa. La condición juvenil es ilimitada y no se construye bajo moldes tradicionalistas; no se le puede ver desde un 7 Onésimo Rodríguez. “Entre radicalismo adulto; no se le puede ver desde “arriba”.7 cánticos y graderías: la construcción de un colectivo juvenil del ámbito futbolístico De esta manera, los jóvenes integran agrupaciones o colectivos sociales en Costa Rica. El caso de adscritos a algunos de estos elementos (música, etnia, deporte, clase, etc.) la Ultra Morada”. San José: Universidad de Costa Rica, que refl ejan una posición contrapuesta al “orden” socialmente impuesto. 2006 (tesis), p. 14. Destacan como ejemplos de esto los colectivos juveniles de ideología anár- quica cuyo emblema musical lo materializa el punk, barras futbolísticas en las cuales el objetivo primigenio es el apoyo incondicional al club, pasto- rales juveniles de las distintas iglesias que pululan en el contexto nacional, pandillas, etc. Los jóvenes se han autodotado de formas organizativas que actúan hacia el exterior –en sus relaciones con los otros– como formas de protec- ción y seguridad ante un orden que los excluye, que son precisamente el tipo de asociaciones descritas anteriormente, y que, hacia el interior, han venido operando como espacios de pertenencia y adscripción identitaria, a partir de los cuales es posible generar un sentido en común sobre un 8 Rossana Reguillo. Emergencia mundo incierto.8 de culturas juveniles: estrategias del En este sentido, las instituciones que otrora fueran garantes de iden- desencanto. Bogotá: Norma, 2000. tifi cación generalizada, como la iglesia, la familia, la escuela y la nación, poseen un perfi l desgastado para las “nuevas” culturas juveniles. Los jó- venes encuentran, cada vez menos, una plena identifi cación con modelos institucionales que promueven la exclusión del supuesto carácter irracio- nal de lo juvenil; las nuevas generaciones encuentran, en estos espacios instituidos, un reducido campo para desarrollar afi nidades, desventuras, dramas cotidianos, éxtasis, amores, desamores, en fi n, arraigo y pertenen- 8 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 cia. “Los jóvenes resultan impensables en su identidad social, y reducidos a mera transición entre los dos grupos de edad cuya existencia es reconocida socialmente, es decir los niños y los adultos”.9 9 Jesús Martín-Barbero. “Jóvenes: des-orden cultura Acostumbrados a defi nir los componentes de una sociedad desde una y palimpsestos de identidad”. mirada que impone estribillos exclusivistas, se imagina a lo joven desde Humberto Cubides (ed.). “Viviendo a toda”. Jóvenes, territorios una posición en la que se glorifi ca el instante, el tiempo inmóvil, lo aletar- culturales y nuevas sensibilidades. gado, lo inverosímil, dictado por una condición que termina siendo etaria Santa Fe de Bogotá: Siglo del Hombre, 1998, p. 22. más que socializada. Así, los jóvenes en tanto sujetos sociales constituyen un universo social cambiante y discontinuo cuyas características son re- sultado de una negociación-tensión entre la categoría sociocultural asig- nada por la sociedad particular y la actualización subjetiva que individuos concretos llevan a cabo a partir de la interiorización diferenciada de los esquemas de la cultura vigente.10 10 Reguillo, op. cit. En los intersticios de la convivencia juvenil parece que las alternati- vas se difuminan. El constante trasiego de desesperanza imposibilita la credibilidad en un sistema agotado que se empeña en la reproducción de roles desgastados. Ese panorama de oscuras posibilidades en el orden de lo formal, deviene en la conformación de grupos de sentido en los que se puedan expresar las carencias y fortalecer las afi nidades jamás enunciadas en el mundo adulto, espacios de devoción, cariños, violencias, fraternida- des, conjunciones, comprensiones, hermandades, solidaridades, desvelos, recelos, “broncas” compartidas, en fi n, espacios donde fl uya la antítesis de la ausencia, lo inimaginado en otros lugares: la presencia, la notoriedad, la emergencia, la visibilización social. Esta crítica a la razón adultocéntrica en el trato hacia lo juvenil –jerar- quizado y excluyente– implica la emergencia de una postura alternativa en la interrelación jóvenes-adultos. Si lo predominante ha sido el énfasis en el control y la hegemonía de la adultez hacia lo joven, pensando esta con- dición última como un estado irracional e irrefl exivo, sería necesario dar un “par de vueltas de rosca” que permitan visualizar a la juventud desde una postura diferente que dé cuenta de un sujeto activo y políticamente comprometido con su propia existencia: el surgimiento de un paradigma AVANCES DE INVESTIGACIÓN 9 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 ontológico alternativo que ubique a lo juvenil como sujeto, más allá de la valoración “moderna” adulta que lo destierra al espacio social de la inexis- tencia (no-sujeto). En seguida, expondremos una breve discusión sobre el concepto de pandilla. No es intención de los autores agotar dicha conceptualización con esta sucinta aproximación; al contrario, lo que se persigue es crear debate alrededor de la temática. Pandillas: espacios juveniles alternativos Como parte de la atmósfera de confl icto antes mencionada, las respuestas son múltiples, tanto de parte de los jóvenes como de los “otros” culturales, sean estos familiares, comunales o institucionales. Una de estas respuestas, a la que han recurrido ciertos sectores de la juventud han sido las agru- paciones organizadas, que para el caso de Costa Rica son conocidas como 11 Es importante señalar que esta “pandillas”.11 califi cación es variable según la percepción popular, es decir, Los colectivos conformados por jóvenes, en la mayoría de los casos y según la aprehensión social, más aún cuando éstos muestran cierta contraposición con el mundo de comunal o barrial. Por ejemplo, en Limón, los jóvenes le llaman lo formal, son estigmatizados de manera profunda, precisamente por los a la agrupación (fenómeno componentes disímiles de ese contexto social o “mundo de vida”12 en el homólogo al de las pandillas) ghetto. cual invariablemente se insertan. En este sentido, las pandillas son vistas por la sociedad acusadora y 12 Para tomar la designación construida por Husserl para eminentemente adulta como lo inapropiado, lo decadente, ese “otro” que referirse al espacio, sustrato calzaría perfecto en la metáfora del infi erno utilizada por Sartre, dado o contexto social, en el cual, de manera ineludible que se encuentran profundamente cosifi cadas. Aplica en este punto la idea compartimos la experiencia encontrada en el Leviatán de Hobbes, el homo homini lupus: el hombre es el socializante con el resto de personas que pertenecen a lobo del hombre porque corroe y estigmatiza al objeto cosifi cado, llegan- esto que pretendemos llamar do a confi narlo a los albores de la desesperanza. sociedad. Jürgen Habermas. Teoría de la acción comunicativa II. Las pandillas, cual objeto de extrema percepción satanizante, emergen México: Taurus, 2008, retomará como entes desamparados de la aprobación social, detractores del “bien”, de este concepto de “mundo de vida” para elaborar distintas las buenas costumbres patrias y de la inherente condición pacífi ca de la so- aproximaciones desde su ciedad costarricense, como si esta condición “pacífi ca” o “poco beligerante” propia teoría. se viera afectada por la intromisión de ciertos “inadaptados” de la sociedad. 10 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 El mito de la Costa Rica libre del fl agelo de la violencia, la Costa Rica pacifi sta, recae, cual espectro, sobre los hombros de estos “chivos expia- torios”, requeridos por la sociedad para divisar y dirigir, hacia un blanco específi co, los miedos, los temores. Reguillo (1998) caracteriza al miedo en la ciudad como “una experiencia individualmente experimentada, socialmente construida y culturalmente compartida. Como forma de respuesta, se trata del plano de lo individual; sin embargo, la sociedad es la que construye las nociones estandarizadas de riesgo, amenaza y peligro, y genera modos de respuestas estandariza- das, re-actualizando ambos –nociones y modos de respuestas– según los diferentes períodos”.13 13 Gabriel Kessler. “Inseguridad subjetiva, sociedad y política: aportes para un debate Con esto no pretendemos realizar una epopeya de las pandillas como agru- latinoamericano”. Javier paciones juveniles, esto es, reconocemos la característica violenta de estos Moro (ed.). Juventudes, violencia y exclusión: desafíos para políticas colectivos y la consecuente inseguridad que ocasiona su accionar. Sin em- públicas. Guatemala: INDES, 2006, bargo, es importante reconocer que las pandillas, como cualquier asocia- p. 59. ción, no se agotan en una sola caracterización, no devienen monocausalís- ticamente, como ya se ha mencionado. En relación con lo anterior, es importante mencionar la participación del Estado como representante máximo de la “cultura formal” en el surgi- miento de las pandillas juveniles. Al respecto señalan Portes y Hoffman: La emergencia de este fenómeno se da en medio de una complejidad so- cial caracterizada por varios procesos: en primer lugar, el recrudecimiento de las políticas de liberalización comercial, y con ello, el crecimiento de la inequidad en las sociedades latinoamericanas, que viene aparejado con una pérdida de la visión del Estado de Derecho como garante de orden e institucionalidad social.14 14 Citados en Mario Zúñiga, 2006 (mimeo), p. 8. La escasa organización estatal en materia de políticas favorables para los sectores empobrecidos, no sólo costarricenses sino latinoamericanos, ha AVANCES DE INVESTIGACIÓN 11 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 posibilitado la aparición de sectores de población, como las pandillas, que buscan satisfacer las necesidades básicas, mismas les son imposibles de compensar en otros “lugares” debido a la carencia de oportunidades labo- rales, además de escasez de espacios para el arte, la cultura, el entreteni- miento y el esparcimiento, lo cual puede ser un condicionante más para que los jóvenes acudan a la integración de estos grupos. Las pandillas, según Rodríguez, están conformadas por: jóvenes pobres, pertenecientes a familias [que suelen ser] desintegradas, que no han podido permanecer en el sistema educativo, carecen de traba- 15 Citado en Gonzalo Saraví. jos dignos, y han encontrado en la banda [o pandilla] el principal espacio “Violencia y políticas públicas de socialización y de apoyo mutuo entre pares, tratando de compensar hacia los jóvenes: las pandillas en Nicaragua”. Moro, op. cit., así las carencias y limitaciones en las que crecen, que prácticamente los p. 101. condenan a ser perdedores casi desde el momento en que nacen.15 Son jóvenes inmersos en los umbrales de la exclusión o, como prefi eren Duschatzky y Corea, “expulsión social”, pues este concepto precisa la rela- ción entre ese estado de exclusión y lo que lo hizo posible al tiempo que el de exclusión es un producto, el resultado de la no-integración. En este sentido, el expulsado denota, más que un estado determinado, un modo 16 Silvia Duschatzky y Cristina de constitución de lo social.16 Corea. Chicos banda: los caminos Las pandillas se caracterizan por un fuerte sentido de identidad hacia su de la subjetividad en los caminos de las instituciones. Buenos Aires: grupo, por el uso intenso de la violencia y por ser un fenómeno dinámico Paidós, 2005. y móvil conformado por una amalgama variable de factores.17 Poseen tam- 17 José Miguel Cruz y Marlon bién una particular adhesión a su espacio, su territorio, el cual defi enden de Carranza. “Pandillas y políticas la incursión de otros pandilleros y, en ocasiones, de otros extraños al barrio, públicas: el caso de El Salvador” en Moro, op. cit. reproduciendo un fenómeno de territorialización que busca perpetuar una identidad regional contenida en distintos signos de contenido simbólico como el graffi ti: “La calle, el barrio se constituyen para los jóvenes de las comunidades más pobres en uno de los principales ámbitos, sino el único, de sociabilidad, interacción y esparcimiento, a diferencia de lo que sucede 18 Saraví, op. cit., p. 113. con jóvenes provenientes de otros sectores sociales”.18 12 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 Estas agrupaciones giran alrededor de aquella premisa caótica e inse- parable del orden-desorden, en donde uno es complemento del otro y vice- versa.19 Este elemento del desorden confi gura una gran carga simbólica 19 Georges Balandier. El desorden: la que le da a la pandilla ese sentido existencial. Más exactamente, una carac- teoría del caos y las ciencias sociales. Barcelona: Gedisa, 1989. terística inherente a estos colectivos es el desorden, el caos –como en el todo social – que les da vida, pues, en palabras de Balandier,20 el desorden 20 Balandier, op. cit. se vuelve creador debido a que es en el desorden donde se crean rupturas, avances y en el caso de estas congregaciones, una nueva conciencia, un nuevo orden.21 21 Rodríguez, op. cit. Además, las pandillas designan grupos donde se vive intensamente el éxtasis colectivo; facetas hedónicas que, de alguna manera, sirven de “pegamento” de lo juvenil. En este sentido, la emotividad y los impulsos pasionales,22 juegan un papel trascendental, funcionando incluso como 22 Michel Maffesoli. De la orgía: una motor en la dinámica cotidiana de estas agrupaciones. “Lo anteriormen- aproximación sociológica. Barcelona: Ariel, 1996. te dicho sugiere la formación de una nueva sensibilidad-subjetividad en donde lo hedónico trasciende, donde lo emocional determina la afi liación, es decir, la constante búsqueda de momentos placenteros por parte del joven, un resurgir del ‘mundo de lo pasional’”.23 23 Rodríguez, op. cit. Para Cruz y Carranza,24 distintas condiciones son propiciadoras de la 24 Cruz y Carranza, op. cit. inclusión de jóvenes en grupos pandilleros, por ejemplo, procesos de ex- clusión social, cultura de la violencia, crecimiento urbano rápido y des- ordenado, migración, desorganización comunitaria, presencia de drogas, dinámica de la violencia, familias problemáticas o disfuncionales, amigos y compañeros miembros de pandillas, y las difi cultades en la construcción de identidad personal. Muchos de los jóvenes pertenecientes a pandillas traen consigo una historia de victimización social y familiar. Al ser separados de los cen- tros educativos por ser personas “inadaptadas”, impropias para el sano desenvolvimiento del proceso de enseñanza y aprendizaje, y bajo el di- cho popular “el que no sirva que no estorbe”, se castra una de las pocas oportunidades de integración social que tienen los jóvenes en sus vidas. Expulsados de los únicos sistemas contenidos en la percepción adulta y AVANCES DE INVESTIGACIÓN 13 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 formal como formadores de personas, estos jóvenes que ingresan a pandi- llas están condenados a la califi cación de no-persona, de no-humano, una resolución ontológica otorgada por la sociedad, que se vuelve invariable en su postura victimizadora. Lo anterior no quiere decir que todos los jóvenes cuyas vidas discurran bajo esos condicionamientos, contengan su futuro y camino trazados a priori, cual lógica del destino inexorable. La presencia de los elementos que regularmente interfi eren en la incorporación de un joven a una pandilla, 25 Lo cual no implica que dejen no implica que todos los jóvenes que poseen vivencias similares terminen de ser vistas con la regular cuota de prejuicio pernicioso formando parte de alguna de ellas. No es un conjuro generalizador: las sino que, en el imaginario relaciones sociales tienen vida propia y, en tanto, es imposible establecer social costarricense, no se maneja una percepción hacia senderos insalvables. La idea del ejercicio de esclarecer ciertos condicio- las pandillas locales como nantes o tendencias en la fi liación pandillera, es constituir un posible y la que se maneja dentro de las sociedades del norte dinámico perfi l del joven que decide ingresar a una pandilla. centroamericano, a pesar En este punto, debemos hacer otra aclaración para evitar los tan usados del esfuerzo de los medios masivos de comunicación estereotipos sociales: las formas de organización referidas bajo el término nacionales por “vender” una “pandillas”, para Costa Rica, difi eren en su estructura orgánica de las pan- imagen inconmensurablemente desfavorable de las pandillas dillas –maras– salvadoreñas, hondureñas y guatemaltecas. costarricenses. El récord delictivo, su menor aparición en los periódicos y la percep- 26 José Luis Rocha. “Violencia ción de los ciudadanos,25 refl ejan un menor grado de violencia comparado y políticas públicas hacia con las maras. Esto coincide con el hecho de que en Costa Rica las pandi- los jóvenes: las pandillas en Nicaragua”. Moro, op. cit. A llas no están organizadas en esas dos grandes transnacionales de pandillas partir de las observaciones llamadas “Mara 13”, “Mara Salvatrucha” y “Mara 18”, tan poderosas en desarrolladas durante el trabajo de campo con pandillas Guatemala, Honduras y El Salvador, para cuya supervivencia son vitales (y costarricenses, podemos a la vez estos elementos establecen diferenciación con las pandillas ticas) decir que existe una relación cercana entre las características las deportaciones desde Estados Unidos y la disponibilidad de armas.26 observadas por Rocha en Pero además, estas pandillas o maras, como se les conoce en los países Nicaragua y las que se hacen patentes en el ámbito nacional, centroamericanos mencionados, dan un paso hacia organizaciones más lo cual nos ayudó a establecer complejas, de jerarquía rígida, que tienden a la decodifi cación del mun- distancias entre el fenómeno vivido en los países del norte do en términos dicotómicos y absolutos, lo que se traduce en un tipo de centroamericano y Costa Rica. territorialidad específi ca. Signifi can una opción absoluta y tajante para los 27 Zúñiga, op. cit. jóvenes de sectores populares.27 14 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 Por otro lado, hay que diferenciar los tipos de colectivos juveni- les que pueden emerger en determinado espacio. Se debe tener en cuenta que la manifestación violenta en los colectivos juveniles surge de deter- minadas condiciones familiares y socioeconómicas en las que se desen- vuelven los niños y adolescentes, donde prevalecen el uso de la violencia y la confl ictividad. Dichos ambientes pueden dar pie a grupos juveniles que en el peor de los casos, constituyen una molestia social, es decir, grupos de jóvenes que alteran de alguna manera el orden comunitario con la reproducción de comportamientos incómodos para el resto de la ciudadanía, sin llegar a generar delitos o agresiones físicas hacia otras personas. Estos grupos, a su vez, pueden evolucionar a las llamadas “barras”, las cuales son capaces de cometer delitos menores como robos y parti- cipar en procesos de violencia grupal con posibles agresiones físicas. Las barras, a su vez, pueden dar paso a las pandillas juveniles, que cometen delitos de mayor gravedad e impacto social, como homicidios, asaltos a mano armada, violaciones y lesiones. Por último, la ruta de la violencia juvenil colectiva puede llevar a los grupos de crimen organizado, res- ponsables del nivel más intenso crimen y violencia: porque tienen la capacidad de organizar toda la dinámica grupal alrededor de propósitos expresamente criminales, como parte de una economía criminal. Dentro de este grupo se consigna a los entes que controlan las redes de drogas y armas.28 28 Zúñiga, op. cit. Respecto de este modelo de la ruta hacia la violencia se deben hacer algunas consideraciones: [Primero] en la medida en que se avanza en la ruta de la violencia, la intervención de los jóvenes es más reducida, es decir, hay menos jóvenes participando en el crimen organizado que los que participan en las barras o grupos juveniles … la segunda consideración sobre el modelo en cues- tión que, a pesar de su carácter dinámico, no sugiere que una etapa en la ruta va necesariamente a desembocar en la siguiente más grave.29 29 Cruz y Carranza, op. cit. AVANCES DE INVESTIGACIÓN 15 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 Esto es, no todas las barras van a desembocar en pandillas y no todas las pandillas, en crimen organizado, pero, detrás de cada paso en el recrude- cimiento del fenómeno de la juventud violenta, se encuentra una serie de factores que favorecen ese tránsito, dado que facilitan la interacción de la 30 Idem. violencia juvenil.30 Hemos elaborado una breve discusión sobre el fenómeno de las pandi- llas que nos llevará a considerar la vocación violenta de estas agrupaciones, por tanto, es imprescindible elaborar discursivamente un acercamiento que dé cuenta de esta categoría. Violencia juvenil: retazos de un mundo imposible La violencia adquiere una connotación cultural y social más que particu- larizante. Esto es, la sociedad entera es recreadora de comportamientos violentos. Más aún: no existe sociedad que pueda escapar de este condi- cionante. El ser humano es por naturaleza agresivo. La existencia de tales tendencias agresivas, que podemos percibir en no- sotros mismos y cuya existencia suponemos con toda razón en el prójimo, es el factor que perturba nuestra relación con los semejantes, imponiendo a la cultura tal despliegue de preceptos. Debido a esta primordial hosti- lidad entre los hombres, la sociedad civilizada se ve constantemente al 31 Sigmund Freud. El malestar en la borde de la desintegración.31 cultura. Madrid: Alianza, 2000, pp. 55-56. En vista de lo anterior, la cultura se ve impregnada de comportamientos vio- lentos, ya que al hombre le resulta difícil renunciar a la satisfacción de ten- dencias agresivas. La agresividad, que moralistamente ciertos sectores sociales rechazan, resulta ser una conducta instintiva en el ser humano. La violencia en nuestras sociedades, específi camente en Occidente, funciona como un fac- tor de deshumanización. En la medida en que ésta evoluciona o se reproduce, los pueblos o grupos “generadores de violencia” son estereotipados como primitivos, incivilizados o atrasados, dando la impresión de que quien cen- sura la inherente lógica violenta del ser humano es inmune a ella. 16 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 Esto no ocurre casualmente: se necesita legitimar un sistema de domi- nación mediante estrategias discursivas que vean en la discriminación de la conducta del “otro” una herramienta altamente efi caz para reproducir ese dominio. Existe una evidente propensión de los grupos dominantes –Estado– a perpetuar esa tendencia de dominación, lográndose a partir de la implan- tación de miedos populares, la constante búsqueda de objetos de miedo en los cuales proyectar el temor social. A partir de esta tendencia, la clase dominante impone una mampara a los problemas estructurales como la marginalidad, la pobreza y la ex- clusión, mismos que resultan ser un asidero real de manifestaciones de violencia colectiva. El Estado (clase dominante) se convierte, de manera paradójica, en el principal proveedor de la “cultura del miedo” que aqueja el diario vivir de sus gobernados. Sin embargo, esta conspiración maquiavélica no se vierte de manera unilateral. Los medios de comunicación masiva en confabula- ción con la clase gobernante, reproducen mass mediáticamente ese mie- do, creando estandartes indeseados de la violencia, los cuales tienen una imagen y vida propia. El miedo se particulariza, dando la impresión de que la violencia posee un único asidero. Esta maniobra de objetivación de una situación socialmente indeseada hace pensar a las personas de un pueblo, región o país, que el fenómeno instrumentalizado para la reproducción del dominio (la violencia/miedo social), no les concierne.32 32 Rodríguez, op. cit., p. 30. Se produce la imagen de una sociedad con ciertos resquicios violentos, dejando al margen la posibilidad de una responsabilidad compartida. La violencia es un fenómeno socialmente construido. Ningún ser humano tiene la capacidad de eludir, siquiera discursivamente, esta propensión. En este sentido, la violencia forma parte de esa manera de ser juvenil porque signifi ca una nueva forma de socializar sobre la cual los jóvenes construyen su propia subjetividad.33 33 Duschatzky y Corea, op. cit AVANCES DE INVESTIGACIÓN 17 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 Esta subjetividad no emerge sin que se disponga sobre ella toda una estrategia acusatoria de la cultura dominante que, insidiosa, reclama la carencia de valores y la amoralidad juvenil. El sustrato social en el cual se ubica lo juvenil, deviene en satanizador de la conducta del joven. La for- ma de ser juvenil, esa que se construye a partir de elementos violentos, es utilizada para materializar fobias que en ocasiones no poseen un respaldo empírico. Por razones políticas de control social, la espectacularización mediática de la violencia juvenil tiende muchas veces a disociar la imagen respecto de los hechos objetivos. Países con niveles relativamente bajos de violen- cia y delincuencia igualmente reflejan, en sus encuestas de opinión, una 34 Martín Hopenhayn. “La priorización de este tema por encima de la salud o la educación.34 juventud latinoamericana en sus tensiones y violencias”. Moro, op. cit. Se construyen entonces espectros del miedo, objetos sobre los cuales recaen los temores ciudadanos, “chivos expiatorios” que tienden a ser garantes del mantenimiento del statu quo. Es interesante percatarse de la sensación de tranquilidad que produce en la ciudadanía tener divisados los objetos a los cuales se les debe temer. El ejercicio de proyectar fobias se convierte en una actitud que desmejora la situación de los jóvenes agrupados en colectivos y de las nociones democráticas de una nación: El temor al crimen permite también pensar cuestiones ligadas a la polí- tica. El aumento del temor y, en particular, una retórica mediática que lo promueve, termina por erosionar las bases de las culturas democráticas: por un lado, favorece el consenso de políticas de “mano dura”, promueve el uso de armas en la auto-defensa, deslegitima la justicia criminal consi- derada como “blanda” y puede favorecer la aprobación de la “justicia por 35 Kessler, op. cit., p. 65. mano propia”, entre otras.35 Es importante apuntar que la violencia juvenil, más que un elemento propi- cio para la instrumentalización de fobias sociales por parte de distintos acto- 18 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 res como el Estado y los medios de comunicación, que tienen por objetivo reproducir la manipulación generalizada de la sociedad y la continuidad del poder hegemónico, es el espejo de la indiferencia, la insatisfacción y, sobre todo, de los procesos excluyentes que viven los sectores jóvenes-populares de nuestro país. Antes de ser portadores de violencia, encarnada no sólo en la utilización de armas, sino también del propio cuerpo,36 los jóvenes fue- 36 Entendido éste como un arma ron y son víctimas del olvido y del abandono. Exentos de oportunidades, potencial con la cual infl igir agresiones y, fi nalmente, dar confi nados a un mundo de desventajas, son condenados a la miseria y a ser pie a la violencia. percibidos de una manera infrahumana, dictada por quienes se esconden detrás de sus palabras. En las páginas siguientes desarrollamos una caracterización de las pan- dillas estudiadas. Es importante acotar que dicha caracterización no deja de ser una ilustración, una fotografía de la realidad pues ésta, como es sabido, es inaprensible. Dinámica de las pandillas en dos comunidades de San José, Costa Rica Llegados a este punto es importante hacer una aclaración: el fenómeno de las pandillas nacionales es distinto del fenómeno de las maras del norte de Centroamérica. Por ejemplo, las maras poseen un referente transnacional y las pandillas costarricenses no. Las maras –Salvatrucha y 18, por ejemplo– ostentan una condición extranacional, lo cual difi ere con la regionalidad de los grupos juveniles en Costa Rica. Podemos decir que las maras son más radicales en sus manifestaciones violentas que las pandillas en Costa Rica, lo cual es entendible si se anali- zan las estadísticas de la pobreza en Centroamérica. Los países que componen la región centroamericana del Istmo, Hon- duras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador, son los que presentan mayores índices de hogares en condición de pobreza (74.3; 65.1; 53.5; y 41.5%, respectivamente), lo que signifi ca que prácticamente la mitad de las fami- lias tienen difi cultades en la cobertura de necesidades básicas. Costa Rica AVANCES DE INVESTIGACIÓN 19 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 presenta uno de los índices de pobreza más reducidos en el Istmo, junto con Panamá (alrededor de 18 y 24% respectivamente), lo cual no signifi ca que la situación deje de ser compleja en estos países. Dicho elemento fue fundamental para el objeto de la investigación resumida en el presente texto, pues alrededor de los niños y jóvenes, prin- cipalmente, se crea un círculo de carencias que no se rompe, toda vez que la inversión social y las oportunidades son mínimas o del todo inexisten- 37 Pablo Sauma. Pobreza y tes.37 vulnerabilidad social: mercado de Entonces, no puede obviarse que la aparición y fortalecimiento de cier- trabajo e inversión social en el Istmo centroamericano a inicios del milenio. tos colectivos juveniles en Costa Rica, con una compleja organización, que México: CEPAL, 2003. en algunos casos está ligada con el narcotráfi co u otra formas de violencia organizada, está directamente relacionada con el deterioro de ciertas con- diciones estructurales en donde los perjudicados son los niños y jóvenes de ciertos sectores de la geografía nacional. Y son precisamente esas condicio- nes estructurales las que son invisibles en las políticas y acciones estatales, pues se opta por medidas asistencialistas más que por medidas preventivas. La Carpio y Lomas del Río: percepción barrial-comunal sobre las pandillas Por medio del discurso de los vecinos que conviven con las pandillas dia- riamente en ambas comunidades, puede observarse cómo hay dos tenden- cias. Por un lado, aquellos que se molestan con estas manifestaciones y, por el otro, quienes conviven e inclusive “hacen uso” de la pandilla. Dentro de la dinámica convulsa de estas comunidades, es importante señalar que un mismo actor social puede presentar ambas tendencias o percepciones, de acuerdo con la situación que esté enfrentando en ese momento. Por ejemplo, a pesar de considerar que la presencia de las pandillas es negativa para la dinámica de la comunidad y para los mismos jóvenes, estas vecinas 38 Regionalismo costarricense usado de formas múltiples: consideran que, en algunos momentos, la presencia de la pandilla resulta saludo, preguntar por la razón “benefi ciosa”: “(Refi riéndose a si las pandillas ayudan a la comunidad) a de algo o, más comúnmente, muletilla. veces sí, ‘diay’,38 si uno tiene algún problema le dice a ellos. ‘Diay’ que ten- ga yo un problema con un vecino o algo así”;39 “en mi caso no, pero hay 39 Entrevista con vecina de Lomas del Río. 31 de octubre de 2006. gente que sí, porque les dicen, ‘mira, tengo ley con una vieja, así que anda 20 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 y…’, ellos lo que hacen es apedrear la casa y ya atemorizan a la persona, he oído casos, ¿verdad?”.40 40 Entrevista con vecina de La Desde la percepción de los mismos pandilleros, la presencia de estos Carpio. 2 de noviembre de 2006. grupos en las comunidades no es algo positivo: (Respecto a la opinión de los vecinos sobre la pandilla) ‘diay’ que somos malos, que porque andamos así defendiendo territorio. Que por eso Costa Rica está así, o Nicaragua, que porque va de mal en peor, dicen […] por- que nosotros andamos haciendo el desorden, ¡ya!, no andamos haciendo lo correcto. [¿No es correcto?] Yo digo que no. No deja nada eso.41 41 Entrevista con “José”, pandillero de La Carpio. 24 de octubre de 2006. Es en este punto donde toma sentido la norma tácita incorporada en las pandillas de no atacar a la gente de su barrio: 42 Acción de disparar en el pasado de la primera persona en Yo le “mandé”42 a un “mae”43 en la mano. Fue que se metieron al barrio de singular. nosotros y asaltaron a un “mae” ahí y nosotros no permitimos que asalten 43 Regionalismo costarricense a la gente de nosotros, la gente del barrio de nosotros, no, jamás, aunque que se utiliza para referirse no sea de la pandilla, Dios guarde, porque la gente nos ayuda a nosotros. coloquialmente a alguien. Se asemeja al uso que suele Cuando llega la policía, la gente nos dice: “ahí viene la policía”, la gente dársele al “güey” en México. nos cubre, ¿me entiende? Entonces, nosotros tenemos que pagarles con algo el favor, por lo menos a la gente conocida de uno. Claro que hay unos sapazos que uno está deseando que los asalten o que los tiren para 44 Que los golpeen. arriba,44 pero no, hay mucha gente “tuanis”,45 que le dicen a uno, “vea 45 Regionalismo costarricense viene la ley”.46 que se utiliza para señala que algo es disfrutable. Semejante al “chido” en México. Surge entonces una ética de la pandilla: se les debe dar protección a los pobladores del barrio. Esto no sucede de manera gratuita, toda vez que la 46 Entrevista con “Carlos”, pandillero de Lomas del Río. gente del barrio debe colaborar y confabularse con el modus operandi de la 24 de octubre de 2006. pandilla. Existe una dinámica simbiótica: por un lado la pandilla se con- vierte en “amiga” del barrio, en tanto éste no cometa el “error” de aten- tar en contra de la seguridad del “negocio” pandillero; es una “amistad” condicionada. AVANCES DE INVESTIGACIÓN 21 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 Sin embargo, en algunas ocasiones, la norma se rompe cuando se ame- naza de alguna manera la soberanía de las pandillas desde las comunidades. Había una casa, el hombre de esa casa mató a uno de la pandilla porque ya lo había asaltado varias veces, entonces lo mató […] vinieron todos los de la pandilla y el hombre se escapó y se fue para Nicaragua y llegaron todos los de la pandilla a la casa y se la apedrearon y le destrozaron la casa, y amenazaron a la esposa y le dijeron que la iban a matar a ella, entonces ella tuvo que “desaparecerse” e hizo un cambio extremo para 47 Entrevista con vecina de que no la reconocieran.47 La Carpio. 2 de noviembre de 2006. El carácter condicionado del pacto tácito entre pandilleros y vecinos del barrio, adquiere matices de transitoriedad, es decir, en el momento en que alguna de las partes quiebra la disposición solidaria, se revierte el pacto y culmina el tiempo de no agresión. Aun así, su presencia es algo que se ha alojado en las mismas identi- dades de los barrios y que, a pesar de considerarse nociva, ya pasó a ser parte de la dinámica cultural y relacional de las comunidades, las familias, los géneros, y las edades. Desde esta perspectiva, los enfrentamientos y el miedo se han convertido en parte de la vida diaria de estas comunidades. Entre pandillas, por ejemplo, “La Primera”, “La Segunda”, “La Tercera”, Dios guarde se encuentren uno de “La Segunda” con otro de “La Tercera”, porque ahí no más […] ha habido balaceras a las 11 de la mañana, cuando todos los chiquillos van para la escuela, entonces uno lo que tiene que hacer es buscar cómo se mete en la parada, porque ahí mismo se agarran a balazos unos niños de 12 años, y cuando los ve sacando el arma delan- te de uno, ¿qué tiene que hacer uno? Huir porque a ellos no les importa 48 Idem. nada.48 A pesar de algunas divergencias en cuanto a por qué los jóvenes ingresan a las pandillas e inician una vida al margen del sistema normativo, los 22 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 “otros” culturales consideran que la principal causa es la falta de oportu- nidades y de patrones de crianza donde se haga hincapié en el respeto a los demás. Ellos entran a las pandillas porque es el entorno en donde viven ellos, mu- chos hermanos mayores que ellos están involucrados en las pandillas, en- tonces viven y crecen en ese entorno de pandillas, si vos estás en las pan- dillas, tenés que defenderte, podés hacer lo que quieras y tenés a alguien que te defienda […] en el caso de los varones, se creen los mayores, hemos tenido problemas porque algunos son de “La Cuarta” otros de “La Tercera” y ahí mismo se agarran en la escuela para ver quién es el mejor.49 49 Entrevista con guardia de seguridad de la Escuela “Finca La Caja”, La Carpio. 2 de Otro elemento que marca la visión de los pobladores acerca de las pandi- noviembre de 2006. llas juveniles es que son un fenómeno cultural que convoca a los jóvenes varones, y que defi nitivamente prefi gura la relación de éstos con sus fami- lias, pareja y comunidad en general. [¿Participan mujeres?] Que yo sepa aquí no. Sólo varones. [¿Pero hay niños de diez u 11 años?] El grupo en sí es como de unos 14 [años] para arriba, pero hay niños pequeños que ven, entonces ellos ya están haciendo su grupo, lastimosamente. Ahí en una ocasión había varios tirándose pedra- das y yo me paré y los regañé.50 50 Entrevista con pastor de La Carpio. 2 de noviembre de 2006. En relación con las acciones que desarrollan las pandillas, la mayoría de los “otros” culturales consideran que el Estado no ha hecho nada, y plan- tean además que se debe tener “mano dura” ante ellos. De igual manera, desde la cotidianidad, muchas han sido las estrategias para alejarse de esta realidad de violencia; al respecto una vecina de Rincón Grande de Pavas dice: Lo que están haciendo las familias de aquí es emigrar de aquí, venden sus casas baratas y se van de aquí para sacar a sus hijos. Más bien huyen antes AVANCES DE INVESTIGACIÓN 23 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 de hacer algo por el barrio […] esto ya está muy expandido, en el caso mío ellos no se meten conmigo. Pero en el caso de otra persona, si usted habla, le apedrean su casa, le amenazan a su familia. Entonces ¿qué le queda a uno? 51 Entrevista con vecina de La Irse. Y empezar de nuevo, tal vez igual o peor, pero eso es jugándosela.51 Carpio. 2 de noviembre de 2006. Organización y violencia en las pandillas En cuanto a su organización interna, las pandillas se componen de ni- veles jerárquicos. El líder es quien da las órdenes y dichas disposiciones deben de cumplirse. Los niveles inferiores en esa escala jerárquica son los destinados a realizar el trabajo “sucio”, por ejemplo, los que llevan la droga de un lugar a otro, y además, eventualmente, deben culpabilizarse ante las autoridades rn lugar de los líderes, si la pandilla es sorprendida cometiendo actos criminales. Desde el punto de vista conceptual, se puede decir que el fenómeno de la violencia en las pandillas juveniles trasciende la misma conformación asociativa, es decir, la violencia comporta situaciones estructurales que imposibilitan una lectura particularizada. Las pandillas juveniles, más que sujetos de violencia, son sujetos y objetos violentados. No es posible redu- cir la violencia a grupos o localidades sociales específi cas. Esta “refl exión”, más allá de la simpleza que denota, es peligrosa y contraproducente en vis- ta de la estigmatización que ocasiona. Esto no quiere decir que la pandilla esté exenta de situaciones confl ictivas o agresivas. A la vez, es importante reconocer que el concepto “acto violento”, es mucho más amplio que el concepto de “lesión física”, que se vincula con la manifestación física de la violencia. Es decir, socialmente la violencia se relaciona con el mero contacto físico o con la utilización de armas, omitiéndose entonces otros tipos de violencia como la simbólica y la psi- cológica, y otros tipos de armas, como el mismo cuerpo. En este sentido, las pandillas estudiadas expresan lógicas desafi antes, territoriales y de su- premacía, materializadas vía confl ictividad con otros grupos de pandillas antagónicas o rivales. El precio por cruzar el territorio del otro es el escar- nio físico, la agresión. 24 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 Vida y experiencia del joven pandillero Conformación del “ser” pandillero: más que un escape, una forma de vida “Diay”, yo tengo como cuatro o cinco años de haber empezado. Tenía como 13 años. Es que mi tío es como el “respetillo” del barrio de nosotros, entonces como uno es familia de él, entonces todo el mundo empezaba como a llamarlo y todas esas cosas. En mi familia nadie sabe, hasta el mo- mento nadie sabe. Mi mamá, si se da cuenta, yo creo que se muere, porque yo soy como los ojos de mi mamá.52 52 Entrevista con “Carlos”, pandillero de Lomas del Río. 24 de octubre de 2006. En este caso, la inclusión de este joven a la pandilla fue propiciada desde la misma familia. Parece que el contexto comunal inmediato y, además, el contexto más específi co de desenvolvimiento del joven, es decir, el núcleo familiar, funcionaron como “aliados” para la incorporación de “Carlos” al grupo: “Mi papá está en ‘Puesto 10’ de Alajuela, cumplien- do una condena de 12 años. Mi tío está en San Sebastián pero ya vie- ne para afuera. Mi papá es narcotrafi cante y trafi cante internacional de armas”.53 53 Idem. Por otro lado, es importante rescatar la edad a la que los jóvenes inician su participación en las pandillas. Con esto no queremos decir que todos los muchachos ingresan a la misma edad que “Carlos”; sin embargo, dis- tintas voces confi rman que es incluso más temprano cuando los jóvenes comienzan en estos grupos: “Antes, la mayoría eran grandes, 17, 18, 19, 20 […] más que todo de 16 hasta 21 y ahora no, ahora hay chamacos de 12, 13 […] hasta seguir para adelante treinta y resto, veinte y resto […] antes eran sólo grandes para que tuvieran, como decimos nosotros, mas ‘aguante’, ahora hay más chamacos”.54 54 Entrevista con “Juan”, ex Las palabras de “Juan” demuestran el paulatino descenso en la edad pandillero de La Carpio. 2 de noviembre de 2006. de los jóvenes que deciden ingresar a estos colectivos juveniles en zonas urbano-marginales, además de una visión particular del adulto, al defi nirlo como el sujeto acorde para participar en estas agrupaciones, en vista de AVANCES DE INVESTIGACIÓN 25 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 55 Mayor valentía, sin temor. que tiene “más aguante”.55 En este sentido, se excluye imaginariamente a lo infantil como potencial sujeto portador de “aguante” o valentía: Es que ahora entran como para ganar respeto, como para decir “soy tal”, para que la gente le tenga miedo, nosotros no hacíamos eso, nosotros lo hacíamos por “plata”, por negocio […] Pero los chamacos ahora no andan con las manos vacías, andan armados y por eso son más peligrosos que antes […] porque nosotros antes teníamos la conciencia de que podía- mos dañar a aquel, podíamos dañar a otra persona; estos, los chamacos de ahora, no piensan, nada más jalan el gatillo y no les importa el que 56 Entrevista con “Luis”, pase.56 pandillero de La Carpio. 2 de noviembre de 2006. Estos extractos de entrevistas manifi estan, además de la complejidad en el comportamiento de las nuevas generaciones de pandilleros, un componen- te característico de las pandillas: la condición intimidante. La intención de ésta, según estos ex pandilleros, es mostrarse como una fi gura imponente, vía agresividad, y ganar respeto a partir del miedo colectivo, infundado bajo una des-conciencia de las implicaciones de dicho comportamiento, como bien lo expresaba “Juan”. Las primeras movidas en la pandilla [Sobre los primeros acercamientos a la pandilla] nosotros salíamos ahí tranquilos y unos muchachos platicaban con nosotros y así fuimos cono- ciendo a uno y a otro y a otro […]. Después, cuando nos miraban con ellos [los de la pandilla rival], ya agarraban pleito con nosotros y como nosotros no nos dejábamos que nos agarraran, entonces nosotros nos quedábamos 57 Entrevista con “Luis”, tranquilos, corríamos y todo, pero uno tiene que ser tranquilo.57 pandillero de La Carpio. 2 de noviembre de 2006. Las primeras acciones del pandillero repercuten en su desenvolvimiento futuro en la agrupación. Parte trascendental del ser pandillero es ser reco- nocido por pandilleros contrarios. La identidad se construye a partir de la 26 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 relación con el otro, el otro es un espejo a través del cual me miro, el otro me interpela y edifi ca mi propia imagen. Estas primeras actividades en la pandilla marcan el inicio, la llegada, a una nueva forma de ser, de experimentar la vida: [Lo primero que hice fue] pelear con la otra barra, con “La Tercera”58, porque 58 En La Carpio existen varias pandillas ubicadas ellos ya me habían gorreado con otros “maes” y entonces después me llegaron territorialmente en las a emocionar todo, “vamos, vamos, vamos a armarle bronca a esa gente”. Y eso diferentes “paradas” (zonas de abordaje de los pasajeros se da porque tal vez uno no vive en “La Tercera” o vive del otro lado y ya, así que utilizan el servicio público comienzan las broncas, y le dicen, “usted es de allá, usted no tiene que venir de transporte modalidad bus). De esta manera están las a hacer nada aquí” y cosas así. Si alguien de “La Tercera” va “La Segunda”, es pandillas de “La Primera”, “La bronca y si alguien de “La Segunda” va a “La Tercera” también.59 Segunda” o “Cueva del Sapo”, “La Tercera”, “La Cuarta” y “Los Ángeles”, ubicados Este testimonio refl eja la dinámica de territorialidad y confl ictividad que estos últimos en la cuarta viven las pandillas en La Carpio, describe el pasaje entre una vida y otra. parada. Según testimonios de informantes entrevistados, Precisamente la primera acción que realiza “José” en la pandilla es “pelear “La Cueva del Sapo” está con otra barra”, lo que marca la distinción defi nitiva, el neófi to deja ese integrada por costarricenses y nicaragüenses, entre tanto “La estado liminal60 y se reviste con las características del grupo de acogida. La Tercera” y “La Cuarta”, por “pelea” marca el inicio de una nueva vida que la pandilla reconocerá como ejemplo, tienen en sus fi las a costarricenses únicamente. tal, al mismo tiempo que se inicia la rivalidad con el otro, es decir, con la pandilla enemiga. 59 Entrevista con “José”, pandillero de La Carpio. 24 de octubre de 2006. Al principio, todo me daba miedo, “diay”, sí era un niño, ¿verdad? De 13 años, 14, por ahí […] La primera bronca que se nos armó: sí corté a un “mae” en un 60 Victor Turner. El proceso ritual. brazo, sí me acuerdo y el primer “brete” que hice fue ir a Panamá, yo vivo meti- Madrid: Taurus, 1998. do en Panamá, yo estoy con unos “maes” de Panamá también, y un amigo mío me mandó a traer una droga a Panamá y fui y la traje y la dejé aquí en San José, es que aquí se distribuye para todos los barrios del sur o La Carpio.61 61 Entrevista con “Carlos”, ex pandillero de Lomas del Río. 7 de noviembre de 2006. Los confl ictos en las zonas de pandillas marcan la pauta. La constante agre- sión parece ser una forma de signifi car a ese ser pandillero, es decir, la violencia juega un papel central en la pandilla. Más aún, alrededor de la AVANCES DE INVESTIGACIÓN 27 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 violencia gravita una novedosa subjetividad, es parte consustancial de la pandilla. Estábamos platicando con los muchachos esos que son miembros de “La Segunda”, y subieron los de “La Tercera”, y nosotros miramos que salieron corriendo ellos [la gente de La Segunda], pero se regresaron y cogieron piedras y nos dijeron: “corran porque ustedes no son nada de nosotros, pero no vamos a dejar que los pateen tampoco”. En lo que corrimos, se apareció otra gente por detrás, pero más para arriba estaban los de nues- tra pandilla, entonces, ahí los agarramos a pedradas y a mí me pegaron 62 Entrevista con “Luis”, un balazo en el pie.62 pandillero de La Carpio. 2 de noviembre de 2006. Estas situaciones son narradas en tonos anedócticos: batallas épicas que relatan pasajes místicos. La violencia es una forma de vivenciar la cotidia- nidad en la pandilla, es un elemento hedónico y extático alrededor del cual se crean héroes efímeros, como los jóvenes que salen victoriosos después de un enfrentamiento. Es un elemento paroxístico que se vive al límite de las pulsaciones y las descargas de adrenalina. El sentido de violencia es una de las manifestaciones lúdicas de la pandilla. La etnicidad como conflicto en La Carpio Los medios de comunicación son creadores y reproductores de estereo- tipos. En este sentido, han dado un tratamiento sensacionalista al tema de la violencia juvenil, y particularmente a espacios culturales y grupos étnicos involucrados. Ejemplo de lo anterior es el tratamiento que se hace de la “nicaragüidad” y los procesos migratorios como elementos reproductores del “problema” de las pandillas en espacios pluricultura- les como La Carpio. “En todo lado están vendiendo drogas. Muchos de estos jóvenes son nicaragüenses, de todos los que he conocido si acaso 63 Entrevista con jueza uno es costarricense. Ellos trabajan ocasionalmente o roban para conse- coordinadora del Juzgado Penal Juvenil. 12 de octubre de 2006. guir droga”.63 28 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 Lo curioso de la afi rmación anterior es que esa mayoría de la que habla no se evidencia en población recluida en los centros penitenciarios nacio- nales ya que, como es bien sabido, los penales en Costa Rica están, en su gran mayoría, ocupados por población de nacionalidad costarricense. Lo sugerente es la percepción de lo “nica” como gestor de movimientos per- niciosos para la sociedad tica. En este sentido, la dinámica de las pandillas no se aleja, más bien está muy cerca, de la materialización de ese imagina- rio en contra de lo nicaragüense: Porque nosotros nos tenemos mucho odio con ellos [con los integrantes de “La Tercera”], es que los que hay aquí en “La Cueva”, la mayoría son nicaragüenses, entonces, empezó todo como en 1980, ellos venían y nos decían que qué veníamos a hacer en este país, que éramos unos muertos de hambre y no sé qué […] y en “La Tercera” no hay nicaragüenses, sólo 64 Entrevista con “Luis”, ticos […] aquí la mayoría son nicaragüenses.64 pandillero de La Carpio. 2 de noviembre de 2006. El confl icto entre las pandillas de La Carpio parece tener raíces étnicas. Lo ni- caragüense ha sido diacrónicamente estigmatizado en nuestro país, tanto por los medios de comunicación como por la clase política, que ha visto en los inmigrantes nicaragüenses el “chivo expiatorio” perfecto para los males es- tructurales que aquejan a Costa Rica, como la pobreza y la falta de empleo. No queda más que unirse a la plegaria profesada por este pandillero desde el abismo de la desilusión y la exclusión: “Yo no me pongo así en esas ‘varas’, de que ya porque son ‘nicas’ o porque son tico […] yo los veo a todos iguales. Ah, todos me caen, ni mal ni bien. Somos personas, cuan- do venga Dios no va a decir ‘vamos para arriba usted, porque es tico’”.65 65 Entrevista con “José”, pandillero de La Carpio. 24 de octubre de 2006. Las drogas en el “juego” del ser pandillero y la identidad de la pandilla Las drogas han pasado a conformar parte importante en el desarrollo de las pandillas; éstas han pasado de la venta al tráfi co de sustancias ilícitas. Uno AVANCES DE INVESTIGACIÓN 29 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 de los lugares de Costa Rica donde se da la dinámica referida, es decir, el consumo y venta de drogas por parte de pandillas, es Pavas. El sentido de ser pandillero en Pavas es diferente al de La Carpio. En Pavas, el ser pandi- llero implica litigios territoriales propiciados por la venta y consumo de drogas; en La Carpio, aunque también se da el consumo de drogas en las pandillas, las rivalidades obedecen a una cuestión meramente territorial, provocada por diferencias étnicas entre costarricenses y nicaragüenses. En el caso del grupo de “La Cueva del Sapo”, pandilla conformada por nicaragüenses y ticos de La Carpio, sus miembros visualizan como “otros” amenazantes a los miembros que conforman las pandillas “La Tercera”, “La Cuarta”, “Los Ángeles” y “Los Sk8”, todas conformadas únicamente 66 66 Según información obtenida por ticos. Estas últimas pandillas se ubican en sectores diferentes, pero con uno de los pandilleros de cercanos a la segunda parada de La Carpio, es decir, los miembros de una “La Cueva del Sapo”, mediante conversación informal. y otra pandilla están separados por escasos 100 metros, los que hay entre una parada y otra. Esa cercanía marca un rango de acción reducido para las pandillas y, a la vez, un constante e inminente roce físico. Las pandillas en Lomas del Río presentan un dinamismo particular que las aleja de una categorización étnica como en La Carpio; sin embargo, experimentan una serie de dinámicas y manifestaciones que implican una mayor complejización: La AK se utiliza como para los bajonazos. En mi familia hay dos “maes” que se la tiran sólo en la “vara” de bajar carros a nivel de la capital, Alajuela, Heredia […] ellos son de los mismos, de la misma pandilla, se la tiran con nosotros […] y ellos sólo con la AK, es que es el arma así como más rápida y más intimidante. Y si los “maes” de los carros se ponen rejegos, ellos sí 67 68 67 Cárcel. les mandan, porque son “maes” que han comido “tabo” y todo. 68 Entrevista con “Carlos”, pandillero de Lomas del Río. El tipo de comportamiento reseñado por “Carlos” parece trascender el 24 de octubre de 2006. concepto de pandilla. Lo referido en los diferentes testimonios de “Carlos” sugiere una composición distinta al modelo de pandilla presente en La Carpio y que quizás lo desborda: 30 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 Finalmente, la ruta de la violencia juvenil colectiva puede llevar a los grupos de crimen organizado, los cuales son responsables del más intenso crimen y violencia. Ya no sólo son capaces de come- ter delitos muy graves como los homicidios y las violaciones, sino que además tienen la capacidad de organizar toda la dinámica grupal en torno a los propósitos expresamente criminales como parte de una economía criminal.69 69 Cruz y Carranza, op. cit., p. 145. Otro componente interesante y diferenciador es la economía de las pan- dillas. La economía de la pandilla de Lomas del Río se basa en la venta de drogas. Entre tanto, la situación en La Carpio es distinta: de estos jóvenes, algunos prefi eren trabajar con lo cual logran dar manutención a sus nece- sidades. Un elemento sugerente y común a los grupos de La Carpio y Pa- vas que fueron objeto de estudio, es su conformación eminentemente masculina. En este sentido, estas pandillas responden a roles masculini- zados, es decir, lógicas de dominación y constatación de la hombría ba- sadas en la condición no temerosa de sus integrantes y la utilización de la mujer como medio para lograr ese estado de masculinidad y control. “Otra vez si le mandé a un ‘mae’, pero eso fue por otra bronca, el ‘mae’ quedó renco y todo […] es que el ‘mae’ le estaba diciendo ‘varas’ a mi novia y la ‘vara’ y así no es ¿ya? Me estaba viendo la cara de ‘playo’70 y 70 En Costa Rica ésta es tuve que tirarle”.71 la acepción popular de homosexual. En este caso se muestra cierta construcción de la masculinidad a partir de la agresión física, lo cual está ligado a una visión machista y xenofó- 71 Entrevista con “Carlos”, ex pandillero de Lomas del Río. bica de la realidad: el agravio, “Carlos” lo resolvió vía agresión. La mas- 7 de noviembre de 2006. culinidad se resuelve más que en la protección del “objeto femenino”, en la salvaguarda de la posición de “hombre”; la mujer, en este caso, funcio- na como pareja y como objeto redentor de lo masculino ante el insulto ocasionado por un tercero que ubicó a “Carlos” en una posición de no- macho, de “no-hombre” (“playo”). AVANCES DE INVESTIGACIÓN 31 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 Otro elemento interesante en la conformación y estructuración de las pandillas estudiadas es que los integrantes, si bien pueden abandonar la agrupación sin una obstaculización material por parte de la pandilla, es decir, sin que intervengan medidas coercitivas físicas provenientes de los otros miembros, ven truncada la posibilidad de “salida” del grupo porque los confl ictos con otras pandillas, a pesar del desligue, siguen vigentes. Dicho en otros términos: aunque el sujeto abandone la agrupación, los confl ictos con pandillas antagónicas, surgidos antes de la decisión de se- 72 Rocha, op. cit. pararse de la pandilla propia, permanecen. Esto implica para Rocha72 la emergencia de “cárceles culturales”, esto es, una cárcel más allá de los barrotes objetivables de las instituciones penales. Sin embargo, esta cárcel cultural pareciera más una especie de encarcelamiento cultural, ya que resulta una obstaculización simbólica más que material. A raíz de todo lo expuesto precedentemente, podemos llegar a la con- clusión de que la pandilla deviene en forma de vida para los jóvenes que la integran. Estas agrupaciones trascienden la mera percepción efímera, for- mando parte trascendental de las vivencias y cotidianidades de los sujetos que las componen. Sentir la fuerza y el poder en las propias manos: relación de los pandilleros con las armas La utilización de armas es muy usual tanto en las pandillas de La Carpio como en las de Pavas. Más aún, podríamos decir que es parte de la cultura del ser pandillero, esto es, en la funcionalización u operación de la pandi- lla es “necesario” el uso de armas de fuego, porque es una forma, según los informantes, de ganar respeto: Sí, claro que he utilizado armas, tengo una 45, una 9 y una AK-47. Ésas las conseguimos “trafiqueadas”. La primera vez que la usé, ni siquiera fue para una bronca de pandillas, sino para una bronquilla de barras así de “La Doce” y esa “vara”. Le mandé a un “maecillo”, pero no lo pegué, a un “mae” 32 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 de “La Ultra”, pero desde ahí nadie se mete conmigo, ni en “La Doce”, ni en “La Ultra”, ni en “La Garra”,73 ni en ninguna. Ya, yo me di a conocer así, 73 “La Doce”, “La Ultra” y “La Garra” son barras del contexto al suave, a lo descarado.74 futbolístico nacional. “Carlos” participa en “La Doce”. Es deber del pandillero portar su propia arma. Parece que la utilización de 74 Entrevista con “Carlos”, ex “cuetes” tiene una función defensiva, más que para atacar. El arma es un pandillero de Lomas del Río. 7 objeto que sirve para salvaguardar la propia vida en esas lindes oscuras de noviembre de 2006. de las rivalidades entre pandillas. “Cuando es con las otras pandillas uno manda pero no sabe a quién se pega, ¿verdad? Pero tiene eso más que todo para proteger las varas de uno. La primera vez tuve miedo pero de ahí en fuera los tiros se vienen solos ahora”.75 “Es como un lujo que todos ten- 75 Idem. gan armas, que todos vean las armas por aquello de que me quieras hacer 76 Entrevista con policía de algo”.76 Rincón Grande de Pavas. 31 de Es sugerente percatarse de la edad a la que pandilleros se inician en el octubre de 2006. uso de armas; la voz de los jóvenes de La Carpio en sugerente al respecto: [¿Primera vez que utilizó un arma?] A los siete años. Tenía mucho miedo. Estaba acompañado de to- dos los integrantes [¿Los menores las utilizan?] Sí. Uno de siete. Esos no andan armas, pero ya los de 12 a 13 años sí andan armas. Utilizamos armas 22, 25, 32, 38, y hasta un 45. Pero aquí lo que más se utiliza es una 9 milímetros y un 38.77 77 Entrevista con “Luis”, pandillero de La Carpio. 2 de noviembre de 2006. Cualquiera las utiliza, el que las pueda conseguir, al que le es más fácil su acceso […] Eso es como gatear, no hay edad, cualquiera puede tenerla, siempre fue así […] Más que todo es darse su res- peto, darse un lugar en la pandilla […] es lo mismo siempre […] digamos, es como la escuela: en la escuela llegas, si estás nuevo entonces todo el mundo se queda viendo, “ahí está el nuevo, va- 78 Entrevista con “Juan”, ex mos a ver qué dice el nuevo, qué cosas trae el nuevo” entonces pandillero de La Carpio. 2 de uno quiere darse su respeto.78 noviembre de 2006. AVANCES DE INVESTIGACIÓN 33 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 Parte del proceso de inducción en la pandilla es el uso recurrente de ar- mas. La comparación de “Juan” es sugerente: la pandilla es “como la es- cuela”: asimilación del mundo imposible con aquel mundo “permitido” socialmente, metáfora que narra pasajes de la exclusión institucional que viven estos jóvenes. Evidentemente, son dos modelos distintos (escuela institucionalizada y pandilla) en su forma; sin embargo, los dos instruyen, en los dos se aprende. En ambos se busca el reconocimiento grupal; según “Juan”, esta comparación no es azarosa pues, en muchos casos, la única escuela (socialidad) del pandillero es su pandilla. Las consecuencias del constante uso de armas son evidentes: “A mi primillo lo balearon y le quitaron el arma, una 380, y ‘diay’, yo me imagino que los ‘manillos’ la venden, y al ‘mae’ al que se la robaron no se le hace nada, es que cada uno tiene sus ‘cuetes’. Por lo mismo yo 79 Entrevista con “Carlos”, ex tengo tres”.79 “Hace como cuatro años un “chavalo” trata de violar a pandillero de Lomas del Río. 7 una joven hermana de un pandillero de otra pandilla, por lo que se da de noviembre de 2006. un enfrentamiento, pues toda la pandilla salió a “cazar” al joven para lincharlo. Hubo muchas balas perdidas y un policía muere por una de 80 Entrevista con policía de Rin- ellas”.80 cón Grande de Pavas. 31 de oc- tubre de 2006. La emergencia de lo barrial y la relación entre las pandillas y la policía A estos grupos juveniles los unen factores como la pobreza y miseria ex- tremas, la misma condición de clase, la exclusión, la discriminación social, la separación de contextos de integración y movilidad social como la es- cuela. Esto hace que, a pesar de la confl ictividad entre pandillas, exista un lazo que, en momentos de crisis, los une: Otra vez, era que iban a cerrar el relleno y fue que estos vagos se unieron todos, todas las barras, los de “La Primera”, “La Segunda”, “La Tercera” y “La Cuarta” contra la policía, para repeler a la Policía. Yo venía del trabajo y la policía tiraba gases lacrimógenos para repeler a todo el mundo, y 34 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 como todos veníamos y estaban las barras ahí, la policía tiraba los gases y no le importaba si habían civiles, pandillas o lo que fuera.81 81 Entrevista con vecina de La Carpio. 2 de noviembre de 2006. La califi cación de “vagos” designa parte de las maniobras sociales que pro- pician la estereotipación y la exclusión de los jóvenes pertenecientes a pandillas. La sociedad, al observar sujetos que no calzan en su molde de ciudadano modelo, es decir, que asisten a la escuela, colegio, universidad o llegan a sus casas después de jornadas de trabajo, los descalifi can despec- tivamente, esto no es un artifi cio creado por esta vecina de La Carpio sino que constituye una actitud articulada de una sociedad a la que no le gustan los márgenes, lo que está más allá de lo entendible. Además de lo anterior, y tomando en consideración el testimonio de esta vecina, parece ser que al interior de esa confl ictividad entre pandillas (“La Tercera”, “La Segunda”, “La Cueva del Sapo”, etc.), existen lapsus de paz, tiempos de concordia, momentos de pactos de no agresión que po- sibilitan la unión inverosímil de pandillas antagónicas. Esto se ve posibi- litado por la interpelación al barrio, es decir, después de todo, todos, así sean de “La Tercera”, “La Segunda” o “La Cueva del Sapo”, pertenecen a La Carpio y, en el momento en que alguien, llámese policía o algún otro ente, decida invadir la “tranquilidad” o el “orden” del barrio, se abrirá la puerta a la conjunción interpandillera. Así, la identidad barrial parece estar por encima de la propia identidad de grupo. Por otro lado, la represión policial parece ser clave (represión igual a exacerbación), también, para la conjunción entre pandillas, esto es, el control policial en ciertos momentos ha sido el que incita a la cohesión pandillera, pues los guardianes del orden ciudadano son los enemigos co- munes a todas las pandillas, [¿Quiénes son tus enemigos?] La policía. Nada más. Los miembros de otras pandillas también […] pero los más enemigos son los “tombos”,82 pero 82 Policías. son lo más puerco que puede haber. Son más puercos que uno. Ellos lo agarran a uno y por la maldad lo dejan a uno en San Pedro y uno tiene AVANCES DE INVESTIGACIÓN 35 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 que caminar, le quitan la plata y todo, lo han hecho varias veces, y hay que caminar, ¿qué queda? O llamo y que vayan por mí, nosotros tenemos 83 Entrevista con “Carlos”, varios carros.83 pandillero de Lomas del Río. 24 de octubre de 2006. La policía se convierte en un “otro” signifi cativo, además de las pandillas rivales, con los cuales se dan las mismas dinámicas de agresión e incitación que a nivel de colectivos juveniles. Más aún, los pandilleros descalifi can a los policías empleando diferentes sinónimos despectivos en procura de dotar de signifi cado peyorativo a la labor policial: Ellos en veces se ponen pasamontañas y balean a los integrantes de “La Cueva”, tal vez uno no está haciendo nada y ellos vienen, lo agarran, se lo llevan, le meten a cuatro de “La Tercera” y patean a uno, la misma po- licía, la segunda cosa que hacen es que, si uno anda tranquilo, viene y le preguntan qué anda haciendo, lo revisan, le quitan las cadenas, le quitan todas las cosas que anda y se las dan a “La Tercera”, y la tercera cosa es que cuando uno está en los bailes, uno está tranquilo y un policía sube y 84 Entrevista con “Luis”, va a llamar a los de “La Tercera” para que vengan a armar pleito.84 pandillero de La Carpio. 2 de noviembre de 2006. Son unos “hijueputas” esos “maes” [la policía] porque se ponen con la otra gente y a veces nos tiran bombazos a nosotros, los propios policías 85 Entrevista con “José”, nos balean.85 pandillero de La Carpio. 24 de octubre de 2006. Situación familiar y educativa de los jóvenes pandilleros Existe una idea pandillera que parece pesar, casi autofl agelar, la propia conciencia, la cual guarda relación directa entre la condición de pandille- ro y la fi gura materna: “los que sufrimos no somos nosotros, son las madres y es muy importante […] porque si uno piensa en andar con una pandilla es 86 Entrevista con “José”, porque le quiere hacer mal a la madre sinceramente pero es que como pandillero de La Carpio. 24 de octubre de 2006. aquí no es ni bien ni mal”.86 36 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 Ésta es una visión similar a la esgrimida por el resto de la sociedad: la madre como fi gura sagrada que se encuentra por encima de todos los absolutos, a excepción de Dios. La madre como ser sacrifi cado en esta vida que lleva el hijo; el hijo, cual Caín, provocando un dolor indeseado a la madre, pero que igual es inevitable, “ahora soy pandillero”. [¿Tu familia?] “Diay”, todo es normal, el único anormal soy yo y mi papá ¿verdad? Pero todo es normal. Digamos, mi papá no vive con nosotros, yo tengo un padrastro que lo quiero como un papá […] Ahí como que el más descarriladillo soy yo […] pero mi familia toda es normal, mis hermanos estudian, mi mamá trabaja, mi padrastro trabaja, de todo, hasta perro hay […] Es importante vivir con mi familia porque ellos me harían falta si no estuvieran, son como el sustento para mí, para estar bien.87 87 Entrevista con “José”, pandillero de La Carpio. 24 de octubre de 2006. La “anormalidad”, seña de exclusión social, de distanciamiento con lo formalmente instituido, alejamiento de los sacros “valores sociales”, auto- exclusión. El joven es víctima de una constante estigmatización que lo hace aceptar su papel de “malo”, vivirlo e incorporarlo a la realidad, a su reali- dad: el contorno, la gente a su alrededor, es lo “normal”, es lo apropiado; el “interior”, el yo, es lo “anormal”, símil de la desilusión y la vivencia truncada. Sin embargo, la familia para este joven, se presenta como un soporte para enfrentar el trajín de su historia. La educación en estos muchachos representa también una meta impo- sible, la realidad inalcanzable, aquello que se añora como un sueño hermo- so irrealizable: “Dejé el colegio hace como tres años. Llegué hasta sétimo […] desearía volver a estudiar”.88 “Estaba en sexto grado en Finca la Caja, 88 Entrevista con “Carlos”, pero por problemas con la otra pandilla me salí, la pandilla “La Tercera”. pandillero de Lomas del Río. 24 de octubre de 2006. Yo desearía volver a la escuela en algún momento”.89 La escuela se convierte en misión imposible. Distintas razones inducen 89 Idem. a los jóvenes pertenecientes a pandillas, a abandonar el sistema educati- vo: situación socioeconómica, rivalidad y confl ictividad entre pandillas y, además, el imaginario de que las cosas en la pandilla son “fáciles”: “pero AVANCES DE INVESTIGACIÓN 37 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 ahora entran chiquillos de escuela de 12, 13 años […] esto se da ‘diay’, para no estudiar, como dicen ellos, creen que la luna es de queso, ellos 90 Entrevista con “Carlos”, pan- creen que todo se hace fácil, pero no”.90 dillero de Lomas del Río. 24 de El mundo de las pandillas abordadas parece ser un contexto tentador octubre de 2006. para el joven: la posibilidad de conseguir drogas y dinero fácilmente se convierte en atractiva para muchachos que, para colmo de males, padecen, en muchos casos, situaciones familiares desalentadoras. Por último, hay que pensar también en la cuota de responsabilidad que tiene el mismo sistema educativo (y la fi gura del Estado), es decir, fi - nalmente, más que un problema de los jóvenes, es una mala planifi cación y estructuración de la educación nacional, la cual no toma en cuenta la diversidad de expresiones que se dan dentro de un aula, tomando como medida “garantizadora de formación” la exclusión del sistema de jóvenes considerados como problemáticos; esto estimula que la educación se dé en otro lugar: “Yo todo lo he aprendido en la calle. En la escuela sólo se 91 Idem. aprenden cosas buenas, en la calle sólo cosas malas”.91 Conclusiones En Costa Rica, la emergencia de agrupaciones con dinámicas ubicadas al margen de la legalidad, obedece a profundos procesos de exclusión, dis- criminación social, inequidad socioeconómica e incapacidad gubernativa del Estado para brindar bienestar social y económico a la población. Sin embargo, sin querer obviar ese inherente elemento contracultural, las pan- dillas surgen más como una posibilidad de identifi cación para los jóvenes huérfanos de esperanza, que como una respuesta a ese orden excluyente vertido desde el mismo Estado. Según los casos estudiados, el ingreso a las pandillas se da a edades tempranas. Testimonios referidos en la investigación resumida en este tex- to, confi rman el ingreso de niños de entre ocho y once años de edad, edades en las que también se inician en el uso de armas. Esto habla de la carencia de estrategias y políticas públicas para estos sectores de la socie- 38 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 dad, es decir, la carencia de oportunidades ocasiona que quienes ven en la pandilla una opción real y casi absoluta sean cada vez de menor edad. Desde el punto de vista conceptual, se puede decir que el fenómeno de la violencia en las pandillas juveniles trasciende la misma conformación asociativa, es decir, la violencia comporta situaciones estructurales que imposibilitan una lectura particularizada. Las pandillas juveniles, más que sujetos de violencia, son sujetos y objetos violentados. No es posible re- ducir la violencia a grupos o localidades sociales, esta “refl exión” más allá de la simpleza que denota, es peligrosa y contraproducente en vista de la estigmatización que ocasiona. Esto no quiere decir que la pandilla esté exenta de situaciones confl ictivas o agresivas. En este sentido, las pandillas estudiadas expresan lógicas desafi antes, territoriales y de supremacía, las cuales se materializan vía confl ictividad con otros grupos de pandillas antagónicas o rivales. El precio por cruzar el territorio del otro es la agresión inexorable. Sin embargo, dentro de ese perfi l confl ictivo entre pandillas, existen lapsus de paz, tiempos de con- cordia, momentos de no agresión que posibilitan la unión inverosímil de pandillas adversarias. Esto se ve posibilitado por la interpelación al barrio (lo barrial), es decir, después de todo, todos, así sean de pandillas antagó- nicas pertenecen al mismo barrio y, en el momento en que alguien, lláme- se policía o algún otro ente, decida invadir la “tranquilidad” o el “orden” del barrio, se abrirá la puerta a la conjunción interpandillera. La identidad de barrio parece estar por encima de la propia identidad grupal. De esta manera, la violencia es parte trascendental en la construcción del ser pandillero, es decir, la violencia es necesaria para la constante re- producción de la pandilla, el colectivo se nutre de las expresiones agresi- vas, son su motor. Acá deviene una nueva ética: la muerte se convierte en parte de la cultura del pandillero. Al existir armas, éstas hacen más cercana la posibilidad de resultados fatales durante y después de un episodio de violencia entre pandillas. La muerte ronda el diario vivir, “a cada quien le toca su hora”. La muerte como consagración hedónica de un pasaje épico. Las drogas, por su parte, han pasado a conformar parte importante en el AVANCES DE INVESTIGACIÓN 39 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 desarrollo de las pandillas: del consumo han pasado a la venta y tráfi co de sustancias ilícitas. Uno de los lugares en Costa Rica donde se da la dinámi- ca referida, es decir el consumo y venta de drogas por parte de pandillas, con mayor frecuencia, es Pavas. La droga signifi ca, para algunos jóvenes pertenecientes a pandillas, un medio para transportarse fuera de los límites de lo real. Ésta deben conse- guirse a toda costa debido a la dependencia física que provoca. Entonces, el sentido de pandilla parece darse, además de por una cuestión de socia- bilidad e identidad grupal, por la dependencia a sustancias ilícitas. Por otro lado, el sentido de ser pandillero en Pavas es diferente al de La Carpio. En Pavas, el ser pandillero implica litigios territoriales propicia- dos por la venta y consumo de drogas; en La Carpio, aunque también se da el consumo de drogas en las pandillas, las rivalidades obedecen a una cuestión meramente territorial, provocada por diferencias étnicas entre ni- caragüenses y costarricenses. Las pandillas en Pavas sufren un dinamismo particular que las aleja de una categorización étnica; sin embargo, experi- mentan una paulatina complejización, que las distancia de un modelo de pandilla strictu sensu. Un elemento sugerente y común a los grupos de La Carpio y Pavas que fueron objeto de estudio, es su conformación eminentemente masculina. En este sentido, responden a roles masculinizados, es decir, lógicas de do- minación y constatación de la hombría basadas en la condición no teme- rosa de sus integrantes y la utilización de la mujer como medio para lograr ese estado de masculinidad y control. Entre tanto, en esa interacción con el barrio, surge otra ética de la pandilla, la cual representa un elemento cons- tante en las pandillas estudiadas: se les debe dar protección a los poblado- res del barrio. Existe una dinámica confabulatoria, por un lado la pandilla se convierte en “amiga” del barrio entre tanto éste no cometa el “error” de atentar en contra de la seguridad del “negocio” pandillero, es una “amis- tad” condicionada expresada en una instrumentalización mutua. Otro elemento interesante en la conformación y estructuración de las pandillas estudiadas es el hecho que, los integrantes, si bien pueden 40 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1 abandonar la agrupación sin una obstaculización material por parte de la pandilla, es decir, sin que medien medidas coercitivas físicas por parte de los otros miembros, ven truncada la posibilidad de “salida” del grupo, porque los confl ictos con otras pandillas, a pesar del desligue con el grupo al cual se pertenecía, siguen vigentes. Es decir, aunque el sujeto abandone la agrupación, los confl ictos con pandillas antagónicas, surgidos antes de la decisión de separarse de la pandilla propia, permanecen. Esto implica para Rocha92 la emergencia de “cárceles culturales”, esto es, una cárcel más 92 Rocha, op. cit. allá de los barrotes objetivables de las instituciones penales. Para nosotros, la dinámica encierra una relación más simbólica, por o cual sugerimos el término de “encarcelamiento cultural”. A raíz de todo lo expuesto precedentemente, podemos concluir que la pandilla deviene en forma de vida para los jóvenes que la integran. Estas agrupaciones trascienden la mera percepción efímera, formando parte trascendental de las vivencias y cotidianidades de los sujetos que las componen. Ante este panorama de la realidad pandillera, Costa Rica no debe de centrar su atención en la proliferación de medidas para apla- car la aparición de las pandillas, más bien debe de apostar por una polí- tica social que, por sí misma, permita que este tipo de actos no tengan cabida en una sociedad, cuya fi nalidad sea reducir brechas sociales y económicas. Por otro lado, el imaginar y diseñar estrategias de acción política es una tarea permanente en los sectores populares, si se proponen generar transformaciones sociales. En ese proceso, la participación protagónica de los jóvenes y de sus agrupaciones es vital, no como futuras generaciones, sino como actuales ciudadanos que ejercen sus derechos y producen al- ternativas, es decir, que aportan en tiempo presente a la construcción de sociedades en las que participen todos. Las estrategias que se defi nan a nivel político, no deben poseer la pre- tenciosa misión de defi nir verdades sino de señalar pistas, abrir posibilida- des, indicar sospechas, trazar líneas de un bosquejo que ha de tomar cuerpo en el mismo transcurso. Estos criterios no proponen actuar tanto sobre las AVANCES DE INVESTIGACIÓN 41 PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA Intersticios Sociales Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña El Colegio de Jalisco Primavera 2011 núm. 1 manifestaciones de la violencia social y de la violencia en jóvenes sino, so- bre todo, en los contextos generadores de esas violencias, es decir, se debe buscar la construcción de estrategias que potencien cambios profundos y sostenibles de la verdadera problemática, que tiene carácter estructural. Estas estrategias deben de se sustentarse en horizontes de esperanzas. Es decir, sus identidades en tanto construcciones en la historia, se fundan en apuestas y propuestas de transformación social y potenciamiento de sujetos, lo cual ha de ser visible, explícito y dinámico en el tiempo. Ese ho- rizonte no es un punto de llegada sino más bien el estímulo para caminar, no es una meta sino los logros que permanentemente se van construyendo en los procesos cotidianos. Además, la visión y perspectiva de esas intenciones políticas y sociales debe de posicionarse desde los jóvenes, desde la confi anza en sus capacida- des y potencialidades. Es decir, estas estrategias deben apostar al protago- nismo de los jóvenes, de sus agrupaciones de diverso tipo, en los distintos espacios sociales, no sólo en aquellos conformados mayoritariamente por jóvenes sino también en aquellos donde se vinculan con otros grupos generacionales. Se busca entonces la cooperación y el diálogo, más allá de perspectivas adultocéntricas que imposibiliten dicho tránsito. Las propuestas políticas y sociales, entonces, deben pensar en los di- versos modos de agrupación juvenil como espacios privilegiados para la acción política. No se propone sacar los jóvenes de sus lugares cotidia- nos, ni salvarles ni sanarles ni menos organizarles, la propuesta es reco- nocer sus propias formas de organización, las cuales son, en muchos de los casos, autoproducidas y autoconvocadas. La idea es crear y construir esperanzas desde una visión que posibilite el diálogo entre los diferentes sectores sociales que conforman el panorama inherentemente diverso de nuestro país. En este sentido, conceptos como la inclusión, participación y discusión deben ser referentes instrumentalizados por políticas que se llamen democráticas. Artículo recibido: 20 de septiembre de 2009 Aceptado: 10 de octubre de 2010 42 AVANCES DE INVESTIGACIÓN Intersticios Sociales PANDILLAS, VIOLENCIA Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES EN LA COSTA RICA URBANA El Colegio de Jalisco Onésimo Gerardo Rodríguez Aguilar / Ana Sofía Solano Acuña Primavera 2011 núm. 1