UNIVERSIDAD DE COSTA RICA SISTEMA DE ESTUDIOS DE POSGRADO LA LLEGADA DEL CHIÚTI: RELACIONES INTERÉTNICAS EN LA REGIÓN NORTE DE COSTA RICA 1882 - 1976 Tesis sometida a la consideración de la Comisión del Programa de Estudios de Posgrado en Historia para optar al grado y título de Maestría Académica en Historia JAVIER MADRIGAL CÓRDOBA Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, Costa Rica 2021 Dedicatoria A la memoria de mi abuela Miriam y al maestro Ricardo Martínez. A mi familia por tanto amor. Y al pueblo indígena maleku por tanto aprendizaje. Agradecimientos Quiero extender un agradecimiento a todas esas personas que de una u otra forma aportaron a este proceso, tanto en fuentes como en discusiones. A Soledad Castro, David Maroto, David Solis, Rodrigo Lizama, a los miembros del Comité Asesor, a los docentes y compañeros del posgrado. También a Alejandra Madrigal Córdoba, Jimena Crespo Trejos y Fabian Madrigal Rojas, por su apoyo en la revisión filológica. ii iii Índice Portada………………………………………………………………………………………..i Dedicatoria…………………………………………………………………………………..ii Agradecimiento ……………………………………………………………………………..ii Hoja de aprobación…………………………………………………………………………iii Índice………………………………………………………………………………………..iv Lista de cuadros……………………………………………………………………………vii Lista de mapas ….………………………………………………………………………… vii Lista de fotografías…………………………………………………………………………vii Lista de gráficos…………………………………………………………………..……… viii INTRODUCCIÓN……………………………….………………………………………….1 1.Justificación...…………………………………………………………………....………...2 2. Pregunta de investigación.………………………...………………………………………6 3.Objetivos.…………………………………...………………………....…………………..6 3.1 Objetivo general……………………………………………….………………...6 3.2 Objetivos específicos…………………………………………..………………..7 5. Estado de la cuestión………………………………………………………..…………...7 5.1 Estudios sobre pueblos indígenas en Costa Rica……………………………….7 5.2 Las sociedades cacicales en el siglo XVI…….………………………………..10 5.3 Conquista, la colonia y la resistencia de los pueblos indígenas………………..12 5.4 El mundo indígena, la independencia y la nueva relación con el Estado………15 5.5 Poblados indígenas al norte del país..……………………………………..….. 18 5.6 Estudios de la extracción del hule……………………………………………..23 5.7 El pueblo indígena maleku……………………..………………………...…….25 5.8 La arqueología y la lingüística como elementos clave para la comprensión del pasado ……………………………...………………………………………………………27 6. Marco teórico…………………………………………………………………………...34 6.1 Control cultural e identidad étnica……………...……………...……………...35 iv 6.2 Identidades y la construcción del Estado nación……………….……………..40 6.3 Los malekus como sujetos subalternos……………………….……………….44 7. Hipótesis…………………………………………………………………….…………..50 9. Descripción de las fuentes….……………………………………………….…………..51 9. Estrategia metodológica…………………………………………………...……………53 10. Plan de capítulos…………………………………………………………..…….……..57 10. Cronograma…………………………………………………………………..…..……59 11. Cuadro de concordancia……………………………………………………………….59 CAPÍTULO 1: LA CONSTRUCCIÓN DE UNA REGIÓN, 1882 – 1976……….……62 1.1 Conquista y frontera: los indígenas al margen de la colonia, 1560-1868……………...63 1.2 "Descubriendo" a los malekus: Thiel y los huleros, 1868-1900……………………….72 1.3 Malekus al margen: las transformaciones demográficas y sociales, 1900-1970……...82 1.4 Transformación en el paisaje: el uso de la tierra ante la llegada de los colonos……...113 1.5 Conclusiones……………………………………………...………………………….124 CAPÍTULO 2: El Estado y el no indígena en la región norte de Costa Rica: entre el control y el abandono……………………………………………………………….…...127 2.1 La región norte de Costa Rica en contexto: desde la colonia hasta la independencia……………………………………………………………………………..127 2.2 Un gran extraño aparece en la región: las primeras expresiones del Estado en la región norte de Costa Rica……………………………………………………………………….137 2..2.1 Los primeros intentos de control: presencia militar y el resguardo de la región norte de Costa Rica ………………………………………………………………142 2.2.2 La imagen de la región norte de Costa Rica en el proceso de instalación del Estado……………………………………………………………………….…….155 2.3 La colonización del territorio norte: entre los proyectos estatales y el crecimiento de la población no indígena……………………………………………...………………….….159 2.3.1 El sistema escolar dentro del territorio indígena……………………………164 v 2.3.2 Las casas del INVU y otras acciones del estado dentro del territorio indígena…………………………………………………………………………...164 2.4 La población no indígena cercanas al territorio de los malekus, 1910-1976 …...……169 2.5 Consolidación del Estado y el crecimiento poblacional en el territorio norte de Costa Rica : la década de 1970…………………………………………...………………...184 2.6 El surgimiento de nuevos poblados y su relación con los malekus……………...……190 2.7 Conclusiones………………………………………………………………………….201 CAPÍTULO 3: Relaciones interétnicas y cambio sociocultural: entre la resistencia y la apropiación cultural ……………………………………………………………….…203 3.1 Relaciones interétnicas en Costa Rica previas a la conquista española………………203 3.2 La conquista y las nuevas relaciones interétnicas………………………………….....207 3.3 El análisis de las relaciones interétnicas y el control cultural………………………...211 3.4 Control cultural y el caso de los malekus…………………………………………..…215 3.5 El impacto de la llegada de los huleros y la reconstrucción del modo de vida del pueblo maleku ………………………………………………………….………………………...218 3.6 Cambio cultural y permanencia de elementos culturales en el pueblo maleku..……...225 3.6.1 Los entierros………………………………………………………………...226 3.6.2 Tradición alimentaria y de siembra………………………………………....228 3.6.3 El tipo de vivienda……………………………………………………….….243 3.6.4 Prácticas artesanales ………………………………………………………..246 3.6.5 La lengua de los maleku…………………………………………………….249 3.6.6 Literatura tradicional maleku……………………………………………….250 3.7 El control cultural dentro del pueblo maleku, asimilación, apropiación, imposición y sujeción de elementos …………………………………………………………………….254 3.7.1 La introducción del cristianismo……………………………………...…….256 3.8 Control cultural y los factores de cambio dentro del pueblo maleku………………....262 3.9 Conclusiones ……………………………………………………………...……….....267 Conclusiones generales………………………………………………………………….269 vi Fuentes…………..………………………………….…………………………………….285 Bibliografía……………….………………………….…………………………………...289 Lista de cuadros Cuadro 1: Exploraciones a las llanuras de los Guatusos durante el siglo XVIII…………..66 Cuadro 2: Primera estimación de la población maleku anterior a la presencia de los huleros..…………………………………………………………………………………….84 Cuadro 3: Segunda estimación de la población maleku anterior a la presencia de los huleros……………………………………………………………………………………...84 Cuadro 4: Distribución de la población de “indígenas guatusos”, realizada por la policía de Guatuso en 1923………………………………………...……………………………….. 94 Cuadro 5: Distribución por palenque de la población maleku para el año 1967…………103 Cuadro 6: Distancia en kilómetros, medios de transporte y tiempo de duración…………109 Cuadro 7: Principales productos agrícolas de Guatuso y Los Chiles 1955-1963………...120 Cuadro 8: Alcoholismo crónico dentro de los palenques malekus………………………..198 Cuadro 9: Plantas medicinales mencionadas en fuentes escritas…………………………234 Lista de mapas Mapa 1: distribución administrativa de Costa Rica para 1867……………………………..89 Mapa 2: Territorio declarado idenunciable en 1885………………………………………..99 Mapa 3: División administrativa de Costa Rica 1824 – 1978……………………………108 Mapa 4: Red vial en Costa Rica, 1971-1972……………………………..……………….114 Lista de fotografías Fotografía 1: Visita diocesana al territorio de los malekus, 1923……………………….. 98 Fotografía 2: Navegación por el Río Frío……………………………………...…………106 Fotografía 3: Construcción de casas de madera en Territorio Maleku……………………166 Fotografía 4: Firma de la escritura del Territorio Indígena Maleku……………………....180 vii Fotografía 5: Palenque maleku en la década de 1950…………………………………….254 Fotografía 6: Palenque maleku en la década de 1950……………………..…………..….246 Lista de gráficos Gráfico 1: Población de San Rafael d e Guatuso 1892 – 1926…………………………. 97 Gráfico 2: Nacimientos y defunciones entre 1907 - 1939……………………….……...99 Gráfico 3: Población del distrito de San Rafael de Guatuso, 1955 – 1970……………...100 Gráfico 4: Nacimientos y defunciones , 1953 – 1965…………………………………...101 Gráfico 5: Productos de exportación, superficie cultivada en hectáreas para 1909, 1925 y 1955……….....……………………..……………………………………………………..117 Gráfico 6: Cultivos de subsistencia, superficie de área cultivada en hectáreas………….118 Gráfico 7: Distribución de tierra cultivada…………………………………………..…..119 viii 1 Introducción La presente investigación analizó el proceso de consolidación del Estado y la llegada de colonos no indígenas a la Región Norte de Costa Rica, así como las implicaciones que tuvieron estos hechos para el pueblo indígena maleku. Se propuso iniciar el análisis desde la llegada de los huleros a la región, proceso que implicó una primera desestructuración de la cultura maleku y motivó la presencia del Estado en este territorio. El periodo de estudio llegaría hasta 1976, año en que se decreta por ley la creación del actual territorio indígena. El objetivo es comprender la forma en que se relacionaron los malekus con una instancia ajena a su cultura, como lo fue el Estado, y analizar las implicaciones del proceso de colonización por parte de grupos campesinos provenientes de Nicaragua y otras regiones de Costa Rica. Se debe comprender, además, que el pueblo maleku se mantuvo al margen del proceso de colonización española y no es sino hasta la segunda mitad del siglo XIX que tiene el primer contacto permanente con el mundo no indígena, lo que sugiere que estos hechos implicaron nuevas relaciones interétnicas en la región que dieron inicio a nuevos procesos de aculturación. Actualmente, el pueblo maleku es el grupo indígena más reducido del país, con una cantidad de 4981 habitantes identificados como malekus. Además, su ubican en el único territorio indígena en la región norte del país, específicamente en el cantón de Guatuso. Los malekus comparten una serie de características culturales, como la tradición alimentaria y la lengua, elementos que provienen de la permanencia y relación con su territorio ancestral, lo cual indica que han resistido a contextos adversos en su relación con otros grupos culturales e instancias institucionales, como ha ocurrido en otros pueblos indígenas. Al igual que los indígenas de Talamanca, los malekus no fueron sometidos en la colonia española y, según diversos autores2, fueron el último grupo en tener contacto con la 1 Censo 2011, Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) 2 Roberto Castillo, An enthonogeography of the Maleku Indigenous Peoples in Northern Costa Rica. Tesis doctoral, Universidad de Kansas, 2004. Juan Carlos Solórzano. Indígenas insumisos, frailes y soldados: 2 población no indígena. El poco contacto con la población no indígena podría tener diversas explicaciones, como las características geográficas de la zona, las rutas utilizadas para la conquista e incluso algunas formas de resistencia propias de los grupos indígenas que habitaban la zona. Cabe mencionar que no eran el único grupo en las llanuras del norte, sin embargo, el resto de los pueblos que se mencionan en las crónicas españolas actualmente no existen. 1. Tema, problema y justificación Durante la segunda mitad del siglo XIX, el pueblo indígena maleku fue víctima de incursiones de huleros provenientes de Nicaragua, quienes buscaban extraer el hule “castilla”, el cual se daba de forma silvestre en toda la cuenca del Rio Frío. Por un periodo de tres décadas, este pueblo fue sometido a lo que Marc Edelman denominó un genocidio, en el cual perece la mayor parte de la población maleku3. Roberto Castillo estima una población de casi 2000 habitantes anterior a la llegada de los huleros, distribuidos en 17 palenques, los cuales se ubicaban en las llanuras del norte de Costa Rica. El impacto sobre la población fue tal que, para 1923, solamente fueron contabilizados 126 indígenas malekus4, lo que significa el abandono de casi la totalidad del territorio histórico, reducido solamente a seis palenques. De estos seis palenques, en la actualidad solo existen tres5. Al día de hoy, la población de indígenas malekus que habitan el territorio delimitado por ley es de 498 habitantes, quienes conviven con más de 1000 no indígenas según datos del Talamanca y Guatuso, 1660-1821. Anuario de Estudios Centroamericanos 23. 1997. Carlos Sánchez, La cola de la iguana. El pueblo Malécu ante el desplazamiento de su lengua y su cultura tradicional. Editorial Universidad de Costa Rica, 2015. 3 Edelman Marc. Un genocidio en Centroamérica: Hule, Esclavos, Nacionalismo y la destrucción de los Indígenas Guatusos-Malekus”. Mesoamérica No. 36, diciembre 1998 4 Céspedes Marín, Amando. Crónicas de la visita oficial y diocesana al Guatuso. Imprenta Lehmann, San José, Costa Rica, 1923. 5 Roberto Castillo, An enthonogeography of the Maleku Indigenous Peoples in Northern Costa Rica. Tesis doctoral, Universidad de Kansas, 2004 3 Censo Nacional de población del 2011. Su lengua originaria actualmente se encuentra en proceso de desplazamiento6. Referencias previas al conflicto con los huleros sobre este pueblo son sumamente limitadas; sin embargo, sí aparecen, en las crónicas de los conquistadores españoles, los denominados “indios votos”, que están presentes en los relatos orales malekus y son claramente diferenciados culturalmente7. Algunos autores han planteado que los malekus son un grupo conformado por distintas etnias que se refugiaban en las alejadas tierras del norte, huyendo de la conquista española e incluso de las incursiones de los piratas; sin embargo, Adolfo Constenla señala que es un grupo independiente, con base en información proveniente de la tradición oral, la lingüística y la genética de poblaciones8. El cambio de una población de 2000 habitantes a menos de 150 para finales del siglo XIX describe un escenario trágico de desestructuración de una sociedad. ¿Cómo se logra mantener una cultura en este contexto?, ¿cuáles fueron las nuevas relaciones con el Estado, con el cual tienen contacto los malekus por medio del conflicto fronterizo?, ¿qué condiciones se dieron para la permanencia de una identidad étnica, en especial de uno de sus principales elementos como la lengua?, Todas estas son preguntas necesarias para la comprensión de este proceso de cambio social y cultural en el territorio de los malekus. Los poblados habitados por indígenas malekus sufren cambios estructurales durante la segunda mitad del siglo XIX, a partir de la inserción de Centroamérica en el mercado internacional del hule. Sin duda, es Marc Edelman9 quien brinda un punto de inicio en la discusión sobre la tragedia acaecida desde un punto de vista historiográfico, analizando 6 Carlos Sánchez Avendaño. La cola de la iguana. El pueblo malécu ante el desplazamiento de su lengua y su cultura tradicional. Editorial Universidad de Costa Rica, 2015. 7 Adolfo Constenla Umaña y Eugenia Ibarra Rojas. Anotaciones etnohistóricas sobre los indios Botos: confluencia de datos históricos, antropológicos y de la tradición oral malécu. En: Estudios de Lingüística Chibcha (ISSN 1409-245X) 33: 111-164, 2014 . 8 Adolfo Constenla Umaña Adolfo, Eustaquio Castro y Antonio Blanco. Laca Majifijica. La transformación de la tierra. San José: Editorial Universidad de Costa Rica, 1993. 9 Edelman Marc. Un genocidio en Centroamérica: Hule, Esclavos, Nacionalismo y la destrucción de los Indígenas Guatusos-Malekus. Mesoamérica No. 36, diciembre 1998 4 ampliamente el conflicto y el impacto para el pueblo maleku, no solo por parte de los huleros, sino también por el Estado costarricense, que finalmente logra su objetivo de tener el control sobre su territorio más al norte del país. Distintas fuentes documentales nos muestran el impacto del conflicto: asesinatos, violaciones y secuestro de la población, en primera instancia, por la búsqueda de hule silvestre y, en un segundo momento, por el comercio de esclavos. Pese a que el trabajo de Edelman generó una serie de aportes al respecto, este enfrentamiento no ha sido tema de profundización, más allá de la instrumentalización del conflicto por parte del Estado, dentro de los análisis históricos. Ha quedado un vacío en la comprensión del conflicto como una tragedia cultural, que implicó casi la desaparición de uno los grupos étnicos que posiblemente conformaron la región en la época precolombina y resistieron el embate de la conquista junto a Talamanca. Por otro lado, a partir de las acciones del Estado costarricense ante la llegada de los huleros se inicia un proceso de consolidación de la presencia estatal en estas tierras, circunstancia que implicó nuevas relaciones interétnicas en la región, sumada a un proceso de migración de población no indígena en toda la Región Norte que redujo el territorio de los indígenas malekus. Las distintas fuentes utilizadas hasta el momento para estudios historiográficos, antropológicos, lingüísticos y geográficos guardan una serie de información que no ha sido analizada desde un enfoque cultural que nos explique la forma de vida de estas poblaciones. No cabe duda de que existen muchas limitaciones en las fuentes, entre ellas el etnocentrismo que se encuentra en muchas de estas, escritas principalmente por europeos que describen a “las poblaciones salvajes” aún existentes en la región, como el caso de las crónicas de las visitas del Obispo Thiel al territorio de los malekus, que siguen siendo una documentación con potencial para lograr reinterpretar algunos elementos. Salta a la palestra la necesidad de trabajar mediante enfoques interdisciplinarios, ya que las investigaciones más recientes provienen de la geografía, la lingüística y la arqueología, insumos que la historia debe tomar en cuenta para generar una mayor contrastación y triangulación de la información a través de la revisión y reinterpretación de distintas fuentes. 5 El caso del pueblo maleku nos presenta una serie de preguntas sobre el control del territorio por parte del Estado, además de los mecanismos de sobrevivencia de un grupo cultural ante factores externos como el asedio de los huleros en la segunda mitad del siglo XIX, el cual genera un primer impacto sobre su cultura y sus medios de subsistencia. En un segundo momento, durante la primera mitad del siglo XX, otro factor es la entrada al territorio de colonos que conformarían los poblados de Upala, Guatuso y los Chiles y, por último, la presencia del Estado que, ante un posible cambio en las dinámicas económicas y de ocupación, empieza a tener una presencia mucho más fuerte para mediados del siglo XX. El pueblo maleku logró mantener la ocupación de tres de sus palenques, así como reproducir algunas de sus prácticas culturales que aún hoy persisten, como la lengua, la tradición alimentaria, así como parte de sus cosmogonía y elementos de su cultura material. Sin embargo, también sufrió un proceso de asimilación y aculturación como consecuencia de las nuevas relaciones interétnicas que surgen para el periodo de estudio. En este sentido, la cultura se tiene que analizar como una construcción cambiante, que tiene transformaciones durante el periodo de estudio, en el que se ven involucrados los cambios sociales y económicos que sufre la región con la llegada del Estado y pobladores de otras regiones de Nicaragua y Costa Rica. Ante este contexto, partimos de tres preguntas fundamentales para entender las relaciones interétnicas que se dan en la Región Norte del país desde mediados del siglo XIX: ¿cuáles fueron los factores que inciden y posibilitan la reproducción biológica y cultura de un grupo étnico ante los factores externos que atentan sobre sus formas de producción y reproducción cultural?, ¿qué papel tuvo la formación del Estado nación costarricense y la colonización de la Región Norte en estas relaciones?, y finalmente ¿cómo afectó el desplazamiento de su territorio a los malekus y su reproducción como grupo cultural? 6 3. Preguntas de investigación:  ¿Cuáles son los factores que inciden y posibilitan la reproducción de la cultura de un grupo étnico ante los factores externos que atentan sobre sus formas de producción y reproducción cultural?  ¿Qué papel tuvo la formación del Estado nación costarricense y la colonización de la Región Norte en estas relaciones?  ¿Cómo se expresó el cambio sociocultural dentro del territorio indígena maleku ante las nuevas relaciones interétnicas entre 1882 y 1976? 4. Objetivos 4.1 Objetivo general:  Explicar las relaciones interétnicas entre el pueblo maleku, los colonos no indígenas y el Estado, para la comprensión de los cambios socioculturales en la Región Norte de Costa Rica ante la expansión de la frontera agrícola y el control territorial del país durante el periodo 1882 - 1976. 4.2 Objetivos específicos:  Indagar sobre el impacto de la colonización por parte de grupos no indígenas en la tenencia de la tierra y la cotidianeidad de los poblados malekus entre 1882 y 1976, para la determinación del impacto de la ampliación de la frontera agrícola en las formas de relación con la tierra en la Región Norte de Costa Rica. 7  Describir las relaciones establecidas entre los indígenas malekus y el Estado costarricense en el marco del proceso de conformación de la Región Norte de Costa Rica con el fin de indagar sobre los posibles cambios generados en el modo de vida del pueblo maleku entre 1882 y 1976.  Describir factores que inciden y posibilitan la reproducción cultural del pueblo indígena maleku ante las relaciones interétnicas en la Región Norte de Costa Rica entre 1882 y 1976, para la comprensión de los procesos de endoculturación en contextos de dominación cultural por parte de sectores hegemónicos. 5. Estado de la cuestión 5.1 Los estudios sobre pueblos indígenas Dentro de los estudios sobre los pueblos indígenas destacan diversas disciplinas como la antropología, la arqueología, la lingüística y la historia, así como diversos enfoques teóricos y metodológicos para el abordaje de diversas temáticas, que van desde las antiguas ocupaciones precolombinas hasta el análisis de los cronistas de la conquista y la colonia. Estos estudios en su mayoría desmitifican la imagen construida de una Costa Rica precolombina con muy poca población y sociedades simples, además de brindar nuevos aportes conceptuales y metodológicos para el estudio de los pueblos indígenas. La arqueología expone información sobre la historia antigua del territorio, poblado casi en su totalidad durante el periodo precolombino. Para Robert Carmarck10, esta es una historia larga y compleja que implicó un proceso cultural amplio y diverso, desarrollado en miles de años de ocupación e interacciones entre grupos. El arqueólogo propone que algunas culturas del norte mantenían su propia historia resguardada en jeroglíficos grabados en piedra, madera y cerámica o las pintaban en códices. Este no fue el caso de Panamá y Costa 10 Robert M. Carmack. Perspectivas sobre la historia antigua de Centroamérica. Historia General de Centroamérica, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociaeles (FLACSO) 1993, p 283-326,1993 8 Rica, cuyas poblaciones transmitían su cultura mediante la tradición oral. Un elemento importante para el análisis es que el autor problematiza el uso de las fuentes españolas, por tener claros contenidos etnocéntricos a la hora de describir a poblaciones consideradas inferiores por algunos de los cronistas. Otros arqueólogos, como Fonseca y Cooke, propusieron la existencia de la Región Histórica Chibcha conformada por los territorios que hoy se conocen como Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Colombia y Panamá. Esto es respaldado por estudios genéticos, lingüísticos y arqueológicos, que apoyan el carácter compartido de la región .11 Para Adolfo Constenla Costa Rica pertenecía a un área lingüística denominada Área Colombiana – centroamericana, esta coincide con el área arqueológica denominada Baja Centroamérica12. El autor señala que la región de origen de los hablantes del protochibchense sería Honduras, donde se divide la lengua lenmichí hace 9726 años en protelenmichí y protochibchense13. La división del protochibchense meridional en provótico, protoístmico y protomagdalénico fue hace unos 5400 años y la división del provótico en el malécu y rama hace 5000 años14. Fonseca y Cooke analizan también datos desde la arqueología, para plantear la existencia de una región con un desarrollo cultural autóctono, aunque no aislado, ya que el vínculo con las culturas del norte es innegable. Sin embargo, basados en evidencia material, interpretan que las invasiones y migraciones mesoamericanas no fueron tan determinantes, por lo que describen una serie de características que implicaban una unidad regional:  La estabilidad regional en el espacio y en el tiempo.  Una cosmovisión y tecnologías parcialmente compartidas.  La primacía del parentesco en las relaciones sociales y políticas. 11 Oscar Fonseca y Richard Cooke. El sur de América Central: una contribución al estudio de la región histórica chibcha. Historia General de Centroamérica, 1993 12 Adolfo Constenla Umaña. La diversidad lingüística en Costa Rica: las lenguas indígenas. Revista Filología y Lingüística 37 (2): 93-106, 2011 13 Ibíd. 14 Ibíd. 9  La autosuficiencia de muchos territorios en materia de subsistencia, pero con variaciones en la intensidad de producción.  Extensas redes comerciales para artículos de uso cotidiano y objetos de lujo  La escasez de sitios arqueológicos con arquitectura monumental y la notoria ausencia de sociedades estatales15. Por lo tanto, se rechaza el planteamiento de una sociedad producto de las relaciones e influencia de culturas nucleares, como sería la mesoamericana o las culturas andinas. Esto lo retoma Carmark, al afirmar que las sociedades del sur de Centroamérica son producto de un desarrollo cultural propio; sin embargo, es imposible negar dos elementos: en primer lugar, la interacción con el norte y, para un segundo periodo, la llegada de migraciones. Para el caso de Costa Rica, es necesario acotar que hablamos de una ocupación de más de 10 000 años16 y el desarrollo de una amplia diversidad lingüística y cultural. Durante el desarrollo de la arqueología costarricense se han construido diversas interpretaciones sobre la historia antigua, que se han visto influenciadas por contextos políticos y económicos nacionales. Estos modelos explicativos de la historia precolombina impactaron directamente en el ámbito educativo, diseminando imaginarios erróneos del mundo indígena previo a la colonia. Uno de estos modelos fue el denominado “chorotegas, bruncas y huetares”, el cual planteaba que, anterior a la llegada de los españoles, sólo estos tres pueblos indígenas habitaban el territorio, siendo además una población muy pequeña. Dentro de los propulsores de este discurso se encuentra Jorge Lines, quien fungió como funcionario del museo nacional17. Junto a este modelo, aparece el de influencias culturales, con el que arqueólogos de origen extranjero, como Baudez, Coen y Doris Stone, describen a Centroamérica como un puente cultural influenciado por Mesoamérica y los Andes, 15 Ibíd. 16 Francisco Corrales. Los primeros costarricenses. San José Costa Rica, Museo Nacional, 2001. 17 Sobre la influencia del Museo Nacional destacan los trabajos de Ronny Viales “El Museo Nacional en los albores del discurso nacional (1887-1999). Revista Vínculos, , Vol 21, 1995 y Francisco Corrales.”Unos miles de indios semibárbaros”: el pasado indígena, la creación del Museo Nacional y la identidad costarricense. En: Molina y F. Enriquez (compiladores). Fin de siglo XIX e identidad nacional en México y Centroamérica, pp 335 – 356. 10 modelo criticado por su visión difusionista en cuanto al aporte de grandes imperios como los mayas, aztecas e incas en el mundo indígena del área intermedia. Arqueólogos, como Francisco Corrales, proponen un modelo de evolución local, en el cual los pueblos del sur de Centroamérica tienen una dinámica autónoma, lo cual no implica necesariamente un aislamiento en relación con otros grupos, sino que era un proceso dialéctico, en el cual interactuaban diversos grupos a nivel regional. Este modelo refuta las teorías reduccionistas y difusionistas que predominaron en la historia precolombina hasta los años ochenta18. 5.2 Las sociedades cacicales en el siglo XVI A la llegada de los españoles, historiadores describen una serie de cacicazgos, entre los cuales destacan Aserrí, Boruca, Coto, Currirabá, Garabito, Pacaca, Pococí, Quepó, los Votos, Suerre, Talamanca, entre otros19. En su mayoría, estos nombres corresponden a los asignados por los españoles en las crónicas y son principalmente asociados a caciques. El concepto de sociedad cacical ha sido construido desde la antropología y la arqueología para analizar una serie de características que tuvieron, en el periodo de conquista, varios grupos indígenas. El concepto de cacicazgo se entiende de la siguiente forma: “El cacicazgo lo entendemos como el momento en que la sociedad tribal deja ser igualitaria y da paso al surgimiento de la jerarquía social con todas sus implicaciones. Puede caracterizarse por una especialización social del trabajo, por relaciones políticas y de parentesco intra-aldeas, por relaciones políticas y de subordinaciones entre las aldeas o por la jerarquización de las aldeas en linajes. En los cacicazgos, la tierra era el medio de trabajo, y que constituía si no una propiedad, sí un patrimonio que se dividía entre el que pertenecía al común de los individuos de la tribu y en el 18 Francisco Corrales. “Floreros trípodes y metates de panel colgante: la arqueología y la enseñanza de los estudios sociales. Revistas perspectiva. Revista de investigación. Teoría y didáctica de los estudios sociales. 19 Eugenia Ibarra. Las manchas del jaguar. La huella indígena en la historia de Costa Rica. (siglo XVI), Editorial Universidad de Costa Rica, 1990. Juan Carlos Solórzano Fonseca. “Rebeliones y sublevaciones de los indígenas contra la dominación española en las áreas periféricas de Costa Rica (de 1502 a 1710) “Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 22, No. 1 (1996): 125-147. 11 que pertenecía al señor y a su linaje. Existían actividades socio económicas de distribución y redistribución de bienes en las que el cacique mayor y los caciques principales ocupaban posiciones importantes”.20 Desde la etnohistoria, destacan una serie de investigaciones de Eugenia Ibarra, vinculadas a las sociedades cacicales, que analizan las relaciones entre los distintos grupos étnicos, rutas comerciales, relaciones de poder y la desestructuración que sufren con la conquista española ante la imposición de nuevas estructuras de poder. Ibarra profundiza en las crónicas y registros españoles, que describen la diversidad indígena que existía para el siglo XVI, así como la complejidad de su entramado social. Además, recurre a información generada por la antropología, arqueología y lingüística, construyendo una serie de discusiones teórico-metodológicas que son vitales para comprender el problema que se está planteando en relación con los malekus. Un concepto importante que retoma Ibarra del trabajo del historiador guatemalteco Arturo Taracena es el de región, planteando la necesidad de analizar los procesos desarrollados en la colonia a partir del antecedente prehispánico. Este debate lo desarrolla con información del Pacífico Norte de Costa Rica y la relación entre pueblos de la Gran Nicoya y Nicaragua, facilitado por la gran cantidad de información que existe de la región, proporcionada por investigaciones en diversos campos científicos, pero con un sustento claro de crónicas españolas. En este sentido, se propone que la región no tiene límites precisos, pero sí representa un espacio propio, no necesariamente homogéneo21. La complejidad del tema y la carencia de información en muchas regiones del país dificultan el análisis y la comprensión de muchos aspectos de los diversos pueblos que habitaron el territorio a la llegada de los españoles. Cabe mencionar que durante mucho tiempo no se tenía suficiente información para plantear la existencia de cacicazgos en las llanuras del norte; sin embargo, Ibarra concluye al respecto que todo el territorio estuvo 20 Eugenia Ibarra. Eugenia Ibarra. Las sociedades cacicales de Costa Ria (siglo XVI), Editorial Universidad de Costa Rica, 1990, p 30. 21 Eugenia Ibarra. Entre el dominio y la resistencia. Los pueblos indígenas del Pacífico de Nicaragua y Nicoya en el siglo XVI. Editorial Universidad de Costa Rica, 2014. 12 poblado en mayor o menor densidad, con excepción del Pacífico Norte que estuvo deshabitado al menos a la llegada de los españole22. 5.3 Conquista, la colonia y la resistencia de los pueblos indígenas El periodo de conquista de Costa Rica fue tardío23 dadas las dificultades que se presentaban principalmente en la región Atlántica y la falta de interés de las autoridades españolas, por lo que es hasta 1560 que inicia este proceso de parte de descendientes españoles nacidos en Nicaragua. Dos regiones escapan de la conquista, las llanuras del norte y Talamanca, ya que los españoles fracasaron por diversos factores en la llegada a los poblados ocupados en estas tierras. Para el caso de la Región Norte, Solórzano plantea que, ante el escaso interés de los españoles, se convertiría en refugio de diversos grupos durante el periodo colonial, ubicando diversos grupos étnicos en esta zona como los votos, tises y katapas, aunque describe que estos grupos en general fueron homogenizados en las crónicas y vinculados al pueblo de los votos, este último ampliamente descrito en los archivos españoles. Esta misma diversidad étnica y lingüística estuvo presente en Talamanca donde interactuaron térrabas, dorasques, chánguenas, siguas, bribris, aoyaques, urinamas, moyaguas, cabécares, aras, cureros y los hebenos24. Un aporte significativo de los textos de Solórzano es la mención de la importancia de las rebeliones indígenas y de cómo, desde iniciada la conquista hasta el periodo colonial, no existió un claro control sobre todo el territorio del país. Incluso para el siglo XVIII, este control era limitado, dado que los poblados se reducían al Valle Central y las 22 Ibarra, Eugenia. Ibarra Rojas, Eugenia. Actualización del mapa de cacicazgos en el siglo XVI: 1990 a 2014. Revista Vínculos, volumen 36, N 1 y 2, Museo Nacional, 2013. 23 Lovell, George, Kramer, Wendy y Lutz, Cristopher. “La conquista española de Centroamérica”, en: Historia General de Centroamérica. Tomo II, 1993. 24 Solórzano Fonseca, Juan Carlos. “Rebeliones y sublevaciones de los indígenas contra la dominación española en las áreas periféricas de Costa Rica (de 1502 a 1710) “Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol 22, No. 1 (1996): 125-147. 13 prolongaciones generadas por los puertos de Caldera y Matina25, además de Bagaces y Cañas, poblados que se formaron por personas que habitaban Esparza y huyeron de las invasiones de los piratas. Para otros autores, en el siglo XVIII, todavía gran parte del país era selva virgen, solamente el Valle Central, el Pacífico Norte y el Valle de Matina denotaban actividad agrícola, el resto del territorio no era más que zonas periféricas donde ocasionalmente se transitaba26. Como lo explica Fonseca, el camino hacia la zona norte del país era marginal al igual que la ruta hacia Talamanca: “La ruta hacia las llanuras de San Carlos y Sarapiquí denominado por los españoles territorio de indígenas Botos, partía del valle de Barva. Esta zona constituía un refugio para los indios que escapaban del dominio de los encomenderos del Valle Central, por lo que desde Cartago se organizaron algunas expediciones militares con el mismo fin que las enviadas a Talamanca, es decir, la captura de indígenas”27 De acuerdo con lo anterior, hay un contexto en el cual no existe un control de todo el territorio de Costa Rica durante la colonia, además de constantes brotes de violencia de parte de grupos indígenas sometidos a formas de explotación diversas como la encomienda y la esclavitud. Destacan dos regiones del país donde los indígenas logran mantenerse en el tiempo sin el dominio español, pese a varios intentos de conquista. Uno de los principales aportes en el tema de la dominación española hacia los indígenas, lo realiza Claudia Quirós, al explicar ampliamente el sistema de encomienda, el cual conceptualiza de la siguiente manera: 25 Solórzano Fonseca, Juan Carlos. Indígenas insumisos, frailes, y soldados: Talamanca y Guatuso 1660- 1821. Anuarios de Estudios Centroamericanos, N 23, pp 143 – 197, 1997. 26 Fonseca, Elizabeth, Solórzano, Juan Carlos y Patricia Alvarenga. Costa Rica en el siglo XVIII. (Colección Historia de Costa Rica), Editorial Universidad de Costa Rica, 2002 27 Fonseca, Oscar y Cooke, Richard. El sur de América Central: una contribución al estudio de la región histórica chibcha. Historia General de Centroamérica, 1993, p 213. 14 “A nivel teórico la encomienda ha sido considerada como la institución básica reguladora de la convivencia entre indios y españoles. En las relaciones entre estos dos grupos sociales, la encomienda adquirió mayor importancia que el repartimiento o la ocasional esclavitud, pues aquella proporcionaba un contacto directo y permanente entre españoles y aborígenes y sus culturas28”. La historiadora describe la necesidad, dentro de la conquista española, de la mano de obra indígena, como base del sistema político económico que se deseaba implantar, lo que implicó, para Costa Rica y el resto de Centroamérica, la dominación de muchos grupos étnicos. Esto motivó expediciones e intentos de conquista a los territorios de las llanuras del norte y Talamanca, aunque los resultados fueron infructuosos para los españoles. Para el siglo XIX, las reducciones indígenas se circunscribían principalmente al Valle Central, en poblados como Barva, Curridabat, Aserrí, por citar algunos ejemplos, mientras que fuera de esta región solamente estaban Boruca y Térraba en la zona sur y una pequeña reducción en las afueras de Nicoya. Margarita Bolaños analiza la resistencia y lucha por la tierra de estas poblaciones del Valle Central, a través de las relaciones con otros grupos, principalmente con los mestizos, y la utilización de medios legales como el cabildo indígena, basados en la reivindicación de las tierras comunales, en contraposición a las nuevas políticas liberales en relación a la privatización de la tierra, proceso que se acentúa luego de 184829. Un aporte importante de Bolaños es la introducción de conceptos del marxismo para analizar el nacimiento del capitalismo agrario y el impacto de este en la tenencia de tierra de los pueblos indígenas. Además, se plantea el impacto de nuevos actores en relación a las comunidades indígenas como lo fueron los ladinos, mestizos y el nuevo campesinado, quienes ejercerían una nueva presión hacia las tierras comunales, en un contexto de expansión del capital y el surgimiento de nuevas prácticas productivas como la exportación del café y la ganadería. 28Claudia Quirós. La era de la encomienda. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1990, p 42. 29 Margarita Bolaños. La lucha de los pueblos indígenas del Valle Central por su tierra comunal en el siglo XIX. Tesis para optar al Magister Scientiae en Historia. Universidad de Costa Rica, 1986. 15 Para esta autora, durante el principio del siglo XIX, las rebeliones fueron escasas, dadas las ventajas que representaron, en algunos casos, las reformas borbónicas. Esto cambiaría con la llegada de la independencia, principalmente con el gobierno de Braulio Carrillo, periodo en que inician las privatizaciones de tierras comunales. De hecho, se destaca la participación de algunos indígenas y el campesinado en la guerra de la liga, motivada aparentemente por las presiones hacia sus tierras. 5.4 El mundo indígena, la independencia y la nueva relación con el Estado. El siglo XIX trae consigo nuevos procesos socioculturales para los grupos indígenas que resistieron el embate de la conquista y sobrevivieron a la colonia. En cuanto a estos impactos, se encuentra el estudio demográfico de Héctor Pérez, quien destaca, a partir de los datos censales y empadronamientos, el proceso de mestizaje que se da sobre todo en poblaciones del Valle Central, donde conviven españoles, criollos, indígenas, afrodescendientes, mulatos y ladinos30. Esto evidencia el grado de complejidad social - expresado en la diversidad étnica- en que se asienta la sociedad para el siglo XIX, ante el crecimiento del denominado mestizo y como consecuencia directa de más de 400 años de explotación de la mano de obra indígena, la cual decrece principalmente en el Valle Central y el Pacífico. La independencia y el nacimiento del Estado en Costa Rica generaron un nuevo contexto político y administrativo, lo que implicó nuevas presiones para los pueblos indígenas, en especial a los del Valle Central. Para Bolaños, a partir de una explicación marxista de los procesos de acumulación y diferenciación de clase que inician en el naciente país de Costa Rica, el desplazamiento de las reducciones de “indios” del Valle Central es un proceso impulsado por el modelo agroexportador generado por el café. Además, explica la resistencia indígena mediante los cabildos, figura que desaparece en 1848, pero que fue una herramienta para el resguardo de las tierras comunales. Con la implementación de la 30 Pérez Brignoli, Héctor. La población de Costa Rica 1750-2000. Una historia experimental. Editorial Universidad de Costa Rica, 2010. 16 privatización de tierras y la expansión de la frontera agrícola, los territorios indígenas que fueron habitados durante la colonia reciben nuevas presiones al ser considerados como tierras baldías que debían producir. Para Guevara y Chacón31, con la aparición del Estado y el ideario liberal presente en algunos de los gobernantes, se generó la idea que las tierras de los indígenas eran ociosas y, por ende, debían ser privatizadas. La evidencia de este planteamiento se basa en los reglamentos emitidos en 1839 y en 1858, con la ley de baldíos. Con relación a lo anterior, Orlando Omaris, plantea, a partir de la teoría del sistema mundo de Wallertein, que el mercado internacional del café termina desplazando las reducciones indígenas del Valle Central, lo que obliga a los huetares a habitar lo que hoy son sus dos últimos reductos, Zapatón y Quítirrisi, pese a que se mantienen como población pierden todos sus rasgos étnicos como la lengua, tradición alimentaria y costumbres. Solórzano y Boza analizan el papel de Thiel en relación con el asesinato de los malekus en la Zona Norte, plantean, al igual que Edelman, que la mediación de Thiel implicó el contacto de los malekus con el Estado costarricense. Para estos autores, los trágicos hechos para el pueblo maleku serían utilizados por el Estado costarricense como parte de un discurso nacionalista contra el “nicaragüense bárbaro”, convirtiéndose en uno de los primeros conflictos fronterizos entre ambos países32. Solórzano y Boza realizan un análisis comparativo entre esta región y la Gran Talamanca, describiendo las semejanzas y diferencias en el proceso, tanto de adaptación a la relación con el Estado como el tipo de relación que establecerían durante el siglo XX. A nivel regional, se ha analizado los casos de otros países centroamericanos en cuanto al impacto de los nacientes Estados y el desarrollo de la producción de café en las poblaciones indígenas, principalmente en los territorios aptos para este cultivo. Para el caso de El 31 Chacón Castro, Rubén y Guevara Berger, Marcos. Territorios indios en Costa Rica: Orígenes, situación actual y perspectivas. Editorial García Hermanos, San José, Costa Rica, 1992. 32 Boza Alejandra y Juan Carlos Solórzano. El estado nacional y los indígenas: el caso de Talamanca y Guatuso, 1821-1910. Revista de Historia 42: 45-79. 17 Salvador, destaca el análisis de Aldo Lauria, quien explica la conformación del Estado salvadoreño y describe el conflicto que se genera al conformarse una idea de Estado nación, contexto en que se dan una serie de revueltas violentas, dada la fragilidad política en que quedan las provincias que formaban parte de la Capitanía General de Guatemala. La tesis central de Lauria es que la identidad étnica y la autonomía política de las comunidades campesinas tuvieron gran incidencia en el plan político regional33. Al igual que autores como Edelman y Solórzano, plantea que los Estados nacientes no tenían suficiente control sobre sus territorios, lo que brindaba un espacio para construir cierta hegemonía a grupos de poder locales. Además, para el contexto salvadoreño, Lauria señala que un actor importante serían las comunidades indígenas en su defensa por la tierra comunal, destacando a los indígenas como sujetos activos en la política durante el siglo XIX. Samper explica las semejanzas y diferencias de la privatización de tierras en cada región centroamericana y la afectación en menor o mayor medida a las comunidades de indígenas o campesinos34. En el caso de Costa Rica, fue un proceso temprano, aunque orientado al Valle Central, mientas que para el contexto salvadoreño fue un proceso masivo y de mayor afectación a estos pueblos, además, fue mucho más tardío (1870). Anterior a este proceso, como explica Lauria, hubo una serie de alianzas de los indígenas con los denominados conservadores, para mantener los derechos otorgados desde la colonia. En Guatemala, las zonas de mayor altitud mantuvieron sus tierras comunales, por lo que las reformas en cuanto a uso de tierra se llevaron a cabo solamente en alturas intermedias. Otros autores apelan a los estudios sobre grupos subalternos, como el caso de Acuña, al plantear que las clases subalternas no son inertes, por el contrario, elaboran respuestas y adaptaciones35 a los diversos contextos políticos, como el del finales del siglo XIX, que conlleva una serie de cambios económicos y políticos, que generan gran afectación a los 33 Aldo Lauria. Una república agraria. Los campesinos en la economía y la política de El Salvador en el siglo XIX, CONCULTURA, 2003. 34 Samper, Mario. Café y sociedad en Centroamérica (1870-1930): Una historia común y divergente. Acuña Ortega (editor), Historia General de Centroamérica: Las Repúblicas Agroexportadoras, pp. 11-10, 1993. 35 Víctor Hugo Acuña. Clases subalternas y movimientos sociales en Centroamérica (1870-1930). Historia General de Centroamérica: Las Repúblicas Agroexportadoras, pp. 11-10, 1993. 18 pueblos indígenas. El autor analiza el periodo entre 1870 y 1930, concluyendo que existe poco conocimiento sobre el proceso de resistencia indígena para la región, en un contexto en que las políticas liberales impactaron directamente a estos sectores, en cuanto a la represión y exclusión de la vida política, hechos de los cuales no escapa Costa Rica. En los diversos textos revisados, destaca la presencia indígena en el Valle Central y el Pacífico Central, lo cual se relaciona con la cantidad de fuentes en relación a estas sociedades, así como las rutas de exploración y conquista que implementaron los españoles. En las primeras investigaciones etnohistóricas de Eugenia Ibarra, se describe a profundidad la región de la Gran Nicoya y, a nivel del país, se describe alrededor de dieciocho cacicazgos, pero se plantea una interrogante para la zona norte del país36. 5.5 Poblados indígenas al norte del país Si bien existen una serie de vacíos históricos para la región norte de Costa Rica, Eugenia Ibarra describe algunas poblaciones que habitaban la ribera del Rio San Juan. Para la autora, durante el siglo XVI este río solo fue navegado por grupos indígenas. Además, plantea que, durante el periodo de conquista, esta zona recibió grupos que escapaban de la avanzada conquistadora. Anterior a esto, estuvo poblado por distintos grupos étnicos vinculados a las familias lingüísticas matagalpas, ramas y nahualt, con enlaces culturales con las islas de Solentiname. En relación a los malekus, Ibarra los menciona, pero indica que no destacan en las crónicas: Aunque se ha sugerido la presencia de nicaraos en las islas y supuestamente cerca de la desembocadura, en 1539, año de la expedición principal por el río, no se mencionan. Esta ocupación pluricultural es muy propia de esas áreas, así como de la península de Nicoya y de las tierras costeras del Pacífico de Nicaragua antes y durante el siglo XVI. A la mano izquierda de la entrada al San Juan desde el lago, en la banda del norte, había un pueblo llamado Abito, seguramente habitado por indígenas ramas (Incer, 2002). 36 Eugenia Ibarra. Las manchas del jaguar. La huella indígena en la historia de Costa Rica. (siglo XVI), Editorial Universidad de Costa Rica, 1990. 19 Relativamente cerca de ellos, en Solentiname, había también nicaraos y matagalpas o chontales. Mientras los malekus o guatusos se encontraban quizás cerca al río Frío, aunque no son destacados en las fuentes documentales del siglo XVI. Durante la conquista española estuvieron bastante aislados, en las llanuras de los Guatusos, lo que puede explicar en parte por qué no se mencionan en el siglo XVI. Sin embargo, en sus historias orales ellos recuerdan a los ramas o votos (Constenla, 1993). A lo largo del río habrían más ramas (votos) y, al final, los suerres”37. Del Pacífico al Caribe, casi toda la cuenca del Río San Juan estuvo habitada, sin embargo, durante el periodo de conquista fue disminuyendo su población por diversos factores como la propagación de enfermedades ajenas a América. Para Ibarra, la Costa Rica precolombina no estuvo exenta de conflicto, por el contrario, existieron diversas formas de explotación y dominación por parte de grupos con mayor poder. A esto se suma una serie de migraciones, documentadas por la arqueología de grupos provenientes desde el norte como los chorotegas, que ejercieron presión sobre grupos como los huetares que habitaban gran parte del Valle Central y parte del Pacífico, igualmente los Votos tenían una presión de grupos de origen nicarao38. Para el caso de los Votos se describe una relación de dominación en relación a los huetares: “Las fuentes documentales son las responsables de señalar que los huetares tenían sojuzgados a los votos y les exigían tributos. Juan Vázquez de Coronado dijo, en 1564, que: “Pidió la cacica (de los votos) ayuda a los soldados y a Marmolejo contra Garabito (cacique huetar) […] que los oprime y maltrata y sacrifica” (Vázquez de Coronado, 1564, citado en Fernández Guardia, 1964, p. 18). Garabito, destacado cacique huetar, obligaba a los votos a establecer una relación subordinada, como se mostró en la cita anterior. La queja habla de opresión y maltrato, lo que sugiere que le debían tributar con algún bien, el cual pudo ser cacao. Este grano se consumía entre los caciques del Valle Central del Guarco, en Tucurrique, esto se llegó a saber, en 1590, por Diego Polo, principal de Fernando Correque, al informarle a Diego 37 Ibarra Rojas, Eugenia. Los nicaraos, los votos y los huetares en escenarios conflictivos en el siglo XVI. Cuadernos de Antropología 21, 2011, p 121. 38Ibíd. 20 Peláez que uno de los bienes para este cacique, era el cacao (Fernández, 1907). Sin embargo, en la sección oriental del valle no hay evidencia de agricultura del cacao, ni existen las condiciones necesarias para su cultivo. Las investigaciones arqueológicas paleobotánicas tampoco han dado resultado alguno en ese sentido (Maureen Sánchez Pereira, comunicación personal, 2010). Para complementar esa información, en el listado de productos cultivados atribuidos a unas 60 familias en Tucurrique en 1590, no hay cacao reportado tampoco (Ibarra, 1988). En suma, el cacao llegaba al Valle Central por intercambio. Se mencionaba a Quepos como una de las zonas productoras del cacao, y esto es en el año 1563 (Vázquez de Coronado, 1563, citado en Fernández Guardia, 1964), en 1610 se reportó también en Talamanca (Peralta, 1883), pero se ha mencionado el cacao con fuerza las llanuras del norte de Costa Rica y como bien preciado. No está de más agregar que a los de Quepo, en 1640, les falló la producción, pues dicen que los árboles no sirvieron y en 1695 no pudieron pagar el tributo en cacao por la peste de viruelas en dicho pueblo (Archivo Nacional de Costa Rica Cartago 041, 1654, folio 2, citado por Quirós, 1990, p. 187)”39. Es importante destacar que la autora utiliza relatos de los cronistas, datos arqueológicos y paleobotánicos, para analizar la relación de los huetares y los votos, cuestionando el tipo de vínculo comercial alrededor del cacao. Plantea, además, que los Huetares conocían la lengua de los votos y obtuvieron refugio en los tiempos de conquista española. Ibarra concluye que la margen derecha del Río San Juan estuvo habitada por los votos, malekus y pococes. Si bien los malekus no son descritos por crónicas españolas de la época, la memoria oral de estos si nombra a los votos como un otro cultural. Tanto los votos como los pococes desaparecen como sociedades, posiblemente ante el impacto generado por las epidemias producto del contacto no indígena40. Dos regiones del país quedan al margen de la conquista y colonia española, la Gran Talamanca y las llanuras del norte, esto no implicó que fueran territorios aislados en relación a otras poblaciones, por el contrario, para historiadoras como Alejandra Boza, en Talamanca se llevaban a cabo una serie de intercambios comerciales, entre indígenas tanto del territorio de Costa Rica como de fuera de las fronteras, además de comerciantes 39Ibíd. p 13-14. 40Ibíd. 21 ingleses41. En el caso de Talamanca, se mantuvo por un tiempo la ciudad de Santiago de Talamanca, sin embargo, dadas las diversas formas de resistencia indígena, fue desalojada por los españoles. Durante el siglo XVIII, se intentó llevar a cabo varias expediciones al norte del país, con tal de buscar mano de obra indígena y nuevas rutas de salida al Atlántico, sin embargo, los intentos fueron fallidos por factores como la geografía y la resistencia durante los primeros contactos42. Esto explica las pocas referencias a pueblos indígenas en estas zonas fronterizas con Nicaragua, siendo hasta el siglo XVIII que aparecen los denominados Guatusos en las crónicas españolas, específicamente, de Estevan Lorenzo Tristán, en 1783, texto que recupera y analiza el lingüista Adolfo Contenla junto a Helia Betancour43. Es claro que otros grupos habitaron y tuvieron relación en estos territorios y se relacionaron con los denominados guatusos. Como plantea Eugenia Ibarra44, los malekus tenían vínculos y relaciones de poder con los indios votos, y estos últimos con los huetares, por lo que es lógico pensar que los habitantes de las llanuras del norte se relacionaban comercial y culturalmente con el resto de etnias tanto de Costa Rica como de Nicaragua. Esta concepción de una Costa Rica precolombina y colonial con una intensa actividad de intercambio entre grupos culturales la comparten diferentes académicos de disciplinas como la historia, la antropología y la lingüística. En el caso de Boza, cuestiona los conceptos tradicionales de frontera y la concepción de aislamiento de la región de Talamanca, semejante al planteamiento de Ibarra sobre el concepto de territorio, 41Boza Villareal, Alejandra. La frontera indígena de la Gran Talamanca, 1840-1930. Editoriales Universitarias Públicas Costarricenses, Cartago, 2014. 42 Fonseca, Elizabeth, Solórzano, Juan Carlos y Patricia Alvarenga. Costa Rica en el siglo XVIII. (Colección Historia de Costa Rica), Editorial Universidad de Costa Rica, 2002 43Constenla, Adolfo y Helia Betancour. La expedición al territorio de los Guatusos: una crónica colonial hispana y su contraparte en la tradición oral indígena. Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica, 7 (1y2), 1981. 44Ibarra Rojas, Eugenia. Los nicaraos, los votos y los huetares en escenarios conflictivos en el siglo XVI. Cuadernos de Antropología 21, 2011, p 121. 22 problematizando la visión tradicional de las fronteras culturales en el momento de la conquista española. Luego de la independencia, el panorama no cambia mucho en relación al norte del país. Los primeros contactos del naciente Estado de Costa Rica con lo que sería el territorio maleku serían hasta mediados del siglo XIX, por motivo de la movilización militar contra los filibusteros, sin embargo, solo existen algunas referencias señaladas por autores como Castillo, Edelman y Solórzano. Es con la entrada de los huleros al territorio que se daría el asedio, esclavitud y desestructuración de los malekus, así como la reacción de la iglesia mediante la figura del obispo Thiel y, finalmente, del Estado en cuanto al control del territorio. Este proceso es analizado por Edelman y Solórzano como el primer conflicto fronterizo del país con Nicaragua, suceso que genera la movilización del Estado hacia estas zonas, que finalmente serían colonizadas por población proveniente de Nicaragua, principalmente lo que hoy se conoce como Upala, Guatuso y los Chiles, y otros sectores por campesinos e incluso soldados que sirvieron durante la campaña de 1856. Maynor Badilla y William Solórzano describen el desarrollo de la región norte, partiendo de que fue una colonización tardía, que se da luego de la independencia, fortalecida por una naciente política agraria orientada hacia un modelo de agroexportación45. Estos autores interpretan que la población en esta zona era reducida y, por esto, no fue de interés durante la colonia, aunque no existe un análisis de fuentes al respecto. Durante la segunda mitad del siglo XIX, es cuando se realizarían la mayoría de los denuncios en esta región, impulsados por la legislación agraria de 1884, la cual otorga 3400 hectáreas para la creación de nuevos cantones y facilitar los denuncios para la producción agrícola46. Se suma a este proceso la llegada de migraciones provenientes de Nicaragua a territorios que posiblemente habitaron los malekus, quienes ya para esta época estaban reducidos a menos de 120. Los autores señalan que posiblemente los nicaragüenses que migraron a las zonas de Upala y Guatuso 45Badilla Maynor y Solórzano William. De territorio a región. Bases estructurales para la creación de las regiones Occidente y Norte de Costa Rica (1821-1955). Sociedad Editora Alquimia 2000, San José, Costa Rica, 2010. 46 Ibíd. 23 tendrían un conocimiento de la riqueza de suelos y posibles actividades extractivas, dado el contacto con antiguos huleros que exploraron la región. 5.6 Estudios de la extracción del hule Un factor relevante para el problema de estudio es el impacto que tuvieron el comercio y extracción del hule durante el siglo XIX, hechos que condujeron a la entrada de huleros a los territorios del norte, enmarcados en el modelo de agroexportación implantado durante el siglo XIX, en el cual predominó el comercio de café y añil, y de forma secundaria el hule, minerales, azúcar y tabaco, los cuales convivían con la siembra de subsistencia. Es con el descubrimiento de la vulcanización del latex en 1839 que se da inició con el comercio del hule a nivel internacional, siendo la región centroamericana, por su cercanía con Estados Unidos y relaciones con Inglaterra, una de las regiones que responde con mayor rapidez a esta demanda47, principalmente mediante la recolección del hule silvestre. Sin embargo, la participación centroamericana fue marginal, ya que no existían condiciones para competir con países como Brasil, por lo que el comercio del hule dependía de la dinámica de producción de estos países, por otro lado, el hule tipo castilla, el cual es el que se da en la región, no era precisamente el más cotizado. Para Alejandra Boza, el hule junto a la zarzaparrilla dinamizaron la economía de la Gran Talamanca hacia el 1870 influenciado por la demanda internacional48. Hacia finales del siglo XIX el hule fue de los principales productos de exportación en Nicaragua y Costa Rica, aunque en cantidades marginales en relación a Asia y Sudamérica. Para el caso de Nicaragua y Costa Rica, el hule es descrito por autores como Héctor Lindo49 y Marc Edelman, a partir de diarios de viajeros como los de Pablo Levi y Tomás Belt, notas 47Edelman Marc. Un genocidio en Centroamérica: Hule, Esclavos, Nacionalismo y la destrucción de los Indígenas Guatusos-Malekus”. Mesoamérica No. 36, diciembre 1998. 48 Boza Alejandra y Juan Carlos Solórzano. El estado nacional y los indígenas: el caso de Talamanca y Guatuso, 1821-1910. Revista de Historia 42: 45-79. 49 Lindo Fuentes, Héctor. Economía y sociedad (1810-1870). En: Historia General de Centroamérica. Ediciones Siruela S.A, FLACSO, España, 1993. 24 en las cuales se destaca los pocos controles por parte del Estado, tanto de las fronteras como de la cantidad de producto que se exportaba, por lo que los datos del hule no suelen ser muy certeros, dado el poco control aduanero para finales del siglo XIX, sobre todo en puertos alejados de los centros urbanos de Nicaragua y Costa Rica. Para Lindo, el caso del hule es un claro ejemplo de una actividad extractiva rentable que no ocupaba la imposición de demandas hacia el Estado, como lo fue el café o el banano, ya que, para este caso, el hule era silvestre y solo era necesario recolectarlo y transportarlo fluvialmente. En general, los estudios sobre el hule son escasos, sin embargo, para varios autores50, a partir de la teoría del sistema mundo, hechos como la vulcanización, descubrimiento que se da en Inglaterra, impactan directamente en la economía mundial, e indirectamente a la extracción de hule en la región centroamericana, teniendo como consecuencia el genocidio de los malekus en la segunda mitad del siglo XIX, por parte de los huleros. Sumado a estos planteamientos, Anthony Goebel51 explica que el Estado tiene una finalidad utilitarista, al imponer leyes y reglamentos a las actividades extractivas, en el caso del hule su extracción queda prohibida en la ley de baldíos. Dentro de los principales acercamientos al comercio global del caucho es el realizado por Richard Tucker. Este autor plantea, que la explotación social está estrechamente relacionada a la explotación de los recursos naturales. Para esto analiza el papel de las grandes potencias económicas a nivel mundial, quienes mantienen la extracción de recursos de los trópicos en todo el mundo. Describe además el papel de Estados Unidos durante el siglo XIX, país que supera a las grandes potencias coloniales en cuanto a la extracción mediante empresas comerciales que se insertan en los trópicos americanos y asiáticos. Estados Unidos inicia entonces un proceso en el que logra subordinar a las élites locales mediante el cambio de los patrones de tenencia de tierra y la relación con la mano de obra 50 Marc Edelman, Un genocidio en Centroamérica: Hule, Esclavos, Nacionalismo y la destrucción de los Indígenas Guatusos-Malekus”. Mesoamérica No. 36, diciembre 1998. Alejandra Boza y y Juan Carlos Solórzano. El estado nacional y los indígenas: el caso de Talamanca y Guatuso, 1821-1910. Revista de Historia 42: 45-79. Héctor Lindo. Economía y sociedad (1810-1870). En: Historia General de Centroamérica. Ediciones Siruela S.A, FLACSO, España, 1993. 51 Goebel Mcdermott, Anthony. Los Bosques del progreso. Explotación comercial y régimen forestal: 1883.1955. Editorial Nuevas Perspectivas, 2013. 25 agrícola. Esto generó la destrucción de grupos indígenas, desestructuración del campesinado local y la eliminación de bosques en las regiones donde explotaron el caucho52. El autor señala los casos de la explotación de hule por parte de empresas de capital estadounidense, quienes imponen su poderío económico en regiones como la Amazonía, el Sudeste Asiático y en menor medida África con el caso de Liberia. Sin embargo, en todos los ejemplos se describe un proceso similar que implicó la llegada de capital extranjero, la exportación de fuerza laboral, las gestiones de científicos en relación a la búsqueda de mejoras en la siembra del caucho y la transformación del paisaje a partir de la explotación del bosque. Es claro que el comercio internacional del caucho tuvo una relevancia estratégica para las grandes potencias especialmente Estados Unidos e Inglaterra. Para el caso de Latinoamérica este se enfocó en la extracción del hule silvestre durante el siglo XIX, la cual pierde fuerza en 1910, con el fracaso de la siembra de hevea en la Amazonía53. 5.7 El pueblo indígena maleku Si bien existen algunas referencias, principalmente del siglo XVIII, no es sino hasta la segunda mitad del siglo XIX que los malekus tienen contacto con no indígenas, en primer lugar, por los grupos huleros que entran desde Nicaragua y, a finales de siglo, con el contacto con el obispo Thiel, hecho que daría inicio a la introducción del Estado costarricense a dichos territorios. Lo reducido de su población y la carencia de fuentes anteriores al siglo XIX parecieran ser factores que inciden en la escasez de estudios históricos, etnográficos e incluso arqueológicos. Marc Edelman realiza uno de los estudios más completos sobre los malekus, profundizando en lo que el autor denomina genocidio al producirse una matanza sistemática causada por las expediciones de huleros desde Nicaragua, quienes esclavizan a parte de la población con 52Richard Tucker. Insatiable appetite: the United States and the ecological degradation of the tropical world. Berkeley: University of California Press, 2000. 53 Ibíd. 26 la intención de extraer este producto, el cual era comerciado hacia Estados Unidos e Inglaterra. El trabajo de Edelman es el punto de partida de las investigaciones más recientes sobre este grupo, desde disciplinas como la lingüística y la etnogeografía. Las fuentes utilizadas por Edelman, fueron diarios de viajero como los de Tomas Belt y el obispo Thiel. Desde un enfoque semejante, Juan Carlos Solórzano y Alejandra Boza realizan un análisis comparado de la introducción del Estado en territorios indígenas durante el siglo XIX, enfocado en los casos de Talamanca y los Malekus. Para el caso de los malekus, concluyen que el Estado instrumentaliza el conflicto de los huleros, definido como una defensa del Estado costarricense contra una “invasión” nicaragüense, visualizando en la figura del obispo Thiel una especie de héroe nacional contra la barbarie que sufrían los denominados indios guatusos54. Los estudios sociolingüísticos brindan una serie de datos que aportan a la comprensión de la diversidad cultural de las dinámicas regionales y transfronterizas, esto permite comprender, junto con el dato arqueológico, dinámicas que fueron invisibilizadas por algunas de las fuentes y la historiografía colonial en general, como la diversidad cultural de la región centroamericana. Constenla55 recopila una serie de fuentes orales que reflejan la cosmogonía de los malekus, en sus distintas categorizaciones de las denominadas narraciones, en las cuales se describen anécdotas, moralidad, relaciones con la naturaleza, sus creencias religiosas, cotidianidad e incluso la relación con otras etnias como los votos. Destacan, también, los estudios sobre las lenguas chibchas que, explican el origen común de muchas de las culturas centroamericanas y describe los cambios y relaciones interculturales que se han dado durante más de 5000 años en la región, para conformar las diversas lenguas indígenas que se mantienen en la actualidad56. 54 Boza Alejandra y Juan Carlos Solórzano. El estado nacional y los indígenas: el caso de Talamanca y Guatuso, 1821-1910. Revista de Historia 42: 45-79, 2000. 55Adolfo Constenla Umaña Adolfo, Eustaquio Castro y Antonio Blanco. Laca Majifijica. La transformación de la tierra. San José: Editorial Universidad de Costa Rica, 1993. 56Adolfo Contenla Umaña. Estado de conservación y documentación de las lenguas de América Central pertenecientes a las agrupaciones jicaque, lenca, misumalpa, chibchense y chocó. Revista Filología y 27 Un aporte en cuanto al territorio ancestral que habitaron los malekus anterior a la tragedia acaecida con la llegada de los huleros es la investigación de Castillo, quien intenta reconstruir los palenques que habitaban durante el siglo XIX, el método utilizado fue la investigación colaborativa57, fundamentado en el conocimiento lingüístico y etnológico. Se concluye que, anterior a las incursiones huleras, la población se estima en casi 2000 habitantes, ubicada en unos 18 palenques, quedando solamente 267 luego del proceso de etnocidio y esclavitud. El enfoque de Castillo es el de la geografía histórica cultural, marco que profundiza en la utilización del territorio y los recursos naturales, en este caso, el autor analiza el impacto que tuvo el desplazamiento de los malekus en términos de subsistencia. Este planteamiento utiliza fuentes propias de la historiografía como crónicas de viajeros, datos etnológicos y lingüísticos. Carlos Sánchez, en su libro “La cola de la iguana”58, describe el proceso de desplazamiento de la lengua y la cultura tradicional del pueblo maleku durante los últimos sesenta años. El texto analiza las representaciones desde la mirada del pueblo indígena en relación a la pérdida de diversos aspectos culturales. Además, realiza una breve descripción etnográfica y un recuento de las diversas fuentes de análisis en relación a la historia de este pueblo. 5.8 La arqueología y la lingüística como elementos clave para la comprensión del pasado Muchos de los hechos históricos descritos anteriormente no serían posibles de explicarse sin el diálogo permanente con otras disciplinas académicas como la antropología, arqueología, y la lingüística. Es imprescindible esta mirada para comprender el mosaico cultural que representó el sur de Centroamérica como región, que de una u otra forma influenció a los pobladores de las cuencas de los ríos de la Región Norte. En el caso específico de los malekus, desde la lingüística se describe la diferencia de esta lengua con otras de la familia chibcha como el rama, bribri, o el huetar, lo que podría indicar la Lingüistica N 37, 2011. 57 Roberto Castillo, utiliza el conocimiento de habitantes actuales del territorio maleku para recorrer lugares donde posiblemente habitaron sus antepasados. 58 Carlos Sánchez Avendaño. La cola de la iguana. El pueblo Málecu ante el desplazamiento de su lengua y su cultura tradicional. Editorial Universidad de Costa Rica, 2015. 28 presencia de esta población en la cuenca del Rio Frío durante miles de años, en relación con una serie de etnias que habitaron sus cercanías. El trabajo más amplio desde la lingüística es el de Adolfo Contenla59, estudioso de las lenguas de la familia chibcha, y cuyos planteamientos son la base de los argumentos de autores como Ibarra y Solórzano, al permitir diferenciar la diversidad lingüística del área intermedia y el desarrollo autóctono que tuvo en relación a Mesoamérica y el sur de América. Constenla, además, recupera una de las fuentes primarias más antiguas sobre los malekus, como lo es la crónica de viaje del obispo Estevan Lorenzo de Tristán, quien incursiona en territorio indígena, cuya visita está, además, referenciada en la memoria oral del pueblo maleku. La arqueología brinda un análisis de la evidencia material a partir de los restos orgánicos e inorgánicos, que podrían aportar insumos sobre la antigüedad de la ocupación en la Región Norte. Una limitante del problema planteado es la carencia de fuentes históricas anteriores al siglo XIX, razón por la cual la arqueología se presenta como un importante para reconstruir los procesos interétnicos de los que fueron parte los malekus. En relación al tema, Pacheco y Villalobos realizan una de las investigaciones más recientes en el cantón de Guatuso, siendo uno de los pocos informes arqueológicos en el norte del país. De hecho, ante la carencia de información, las autoras recurren a información de la región arqueológica de la Gran Nicoya para interpretar información recolectada en lo que hoy es el cantón de Guatuso, antiguo territorio ancestral de los malekus. Uno de los resultados más importantes generados mediante la prospección de varios sitios arqueológicos es que la totalidad de la evidencia material recolectada responde a una temporalidad del 300 al 800 d.C., esto quiere decir que el registro arqueológico confirma 59 Adolfo Constenla Umaña Adolfo, Eustaquio Castro y Antonio Blanco. Laca Majifijica. La transformación de la tierra. San José: Editorial Universidad de Costa Rica, 1993. Adolfo Contenla Umaña. Estado de conservación y documentación de las lenguas de América Central pertenecientes a las agrupaciones jicaque, lenca, misumalpa, chibchense y chocó. Revista Filología y Lingüistica N 37, 2011. 29 una ocupación anterior a la llegada de los españoles en la cuenca del Río Frío, lo que podría significar una ocupación temprana de los malekus, dada también la relación con el desarrollo de una lengua y una cultura diferenciada de otros grupos de la región. En este sentido las autoras concluyen: “La zona norte del país ha sido muy poco estudiada arqueológicamente. Las primeras investigaciones arqueológicas que se desarrollaron en el noroeste de Costa Rica, estuvieron enmarcadas por el afán de conseguir objetos para museos extranjeros. Con esto hacemos referencia a la parte norte de la llamada Región Gran Nicoya, la cual colinda con nuestra zona de estudio. En 1926, Samuel K. Lothrop publicó su libro “La Cerámica de Costa Rica y Nicaragua”, donde clasificó grandes colecciones de cerámica, entre ellas de la Gran Nicoya y del noroeste de Costa Rica. Su estudio tenía como objetivo central el establecimiento de secuencias. Cabe destacar que la mayoría del material arqueológico estudiado por Lothrop proviene de cementerios con ofrendas y carecieron de contexto arqueológico (Lange, 1995). En los años que siguieron después de Lothrop, se presentaron estudios arqueológicos más que todo descriptivos y clasificatorios en la parte norte de la Gran Nicoya”. 60 Por este motivo que exponen las autoras, se utilizan las secuencias temporales de la Gran Nicoya para analizar le evidencia cerámica encontrada en el cantón de Guatuso. Otra observación importante que realizan con relación a la geografía con los restos arqueológicos es que: “Las planicies y pendientes altas que caracterizan el relieve de la zona permitieron un control del espacio óptimo para el establecimiento de la población en estudio. Esta ubicación les aseguraba zonas altas donde poder establecerse y tener mayor vigilancia del territorio, y a su vez fuentes hídricas que les brindaban materia prima para la construcción de estructuras y artefactos; la obtención de recursos por medio de la caza y la pesca, y como medios de transporte y comunicación con territorios aledaños. Sumando el tipo de vegetación y el clima de bosque húmedo tropical, la zona era resguardada naturalmente ante posibles invasores o 60 Villalobos, Natalia y Pacheco Georgina. Un acercamiento a la arqueología del cantón de Guatuso: una caracterización espacio-temporal de los sitios arqueológicos y recomendaciones para su conservación. Tesis para optar a grado de licenciatura en Antropología, 2012. p 34-35 30 grupos extraños, lo que explica la inserción tardía y dificultosa de colonos españoles al territorio”.61 Los estudios con relación a los pueblos indígenas entre la conquista de Costa Rica y el siglo XIX son de diferente índole: sobre la resistencia ante la invasión, las relaciones entre los distintos cacicazgos, las formas de resistencia a la colonia y los sistemas de dominación. En su mayoría, las fuentes de los estudios son las crónicas españolas, las cuales tienen una serie de limitaciones dado el contenido etnocéntrico al referirse a los pueblos indígenas, pese a esto, siguen siendo una fuente valiosa de nueva información que puede colaborar en nuevos estudios. Además, se han utilizado los registros de la Corona, en cuanto a distribución de encomiendas, impuestos, así como productos intercambiados por estas dinámicas. Dentro de estos trabajos, destacan los de Claudia Quirós, Juan Carlos Solórzano, Eugenia Ibarra y Elizabeth Fonseca. Existe un grupo amplio de investigaciones etnohistóricas que destacan las rebeliones indígenas, los conflictos interétnicos presentes a la llegada de los españoles, así como la complejidad de las estructuras sociales y políticas que implicaban los cacicazgos. Los textos presentan propuestas teóricas desde los conceptos de frontera y territorio, etnicidad, difusión cultural, áreas culturales, que implican elementos de diversas disciplinas y corrientes teóricas de estas, entre las que destacan la antropología, arqueología y lingüística. En relación con los malekus, cabe destacar que diversos autores plantean su contacto tardío. Pese a que la región del norte fue objetivo de conquista, por factores geográficos y políticos esto no se consolidó, lo que permitió a algunos grupos étnicos mantenerse al margen de la colonia. Esto no implica que los malekus fueran una cultura aislada, por el contrario, mantuvieron relaciones con otros grupos, posiblemente emparentados lingüísticamente, como los tises katapas y votos, aunque esta relación no aparece en las fuentes tradicionales de la historiografía. 61 Ibíd p 125. 31 Algunos factores favorecieron la permanencia de los malekus como población no contactada hasta el siglo XIX. En primer término, la conquista española tenía dos claros objetivos: la búsqueda de oro y mano de obra indígena. En el caso de Costa Rica, la cantidad de oro era reducida en comparación a otras áreas de la región y el sometimiento de los indígenas no fue sencillo, hasta el punto de que algunos territorios del país no fueron controlados durante la colonia ni en los primeros años del Estado costarricense. La geografía del norte del país parece ser un factor determinante en los fallidos intentos por colonizar y buscar mano de obra indígena, sumada a la resistencia descrita por los cronistas. La mayoría de los textos de carácter etnohistórico tienen un carácter descriptivo, aunque algunos autores inician discusiones teóricas, por ejemplo, sobre el concepto de territorio o el papel del Estado en el siglo XIX. Otra serie de investigaciones se han realizado desde otras disciplinas, pero con enfoques cercanos al quehacer histórico. Dos de estas se basan en la etnografía, una analizando el territorio ancestral que habitaron los malekus antes del genocidio llevado a cabo por los huleros y otra sobre el desplazamiento que sufren los huetares ante la presión del nuevo modelo agroexportador basado en el café a finales del siglo XIX. Los estudios lingüísticos han realizado aportes importantes que ayudan en la interpretación de los datos históricos. Entre estos se encuentran las diversas recopilaciones de Adolfo Constenla sobre la cosmogonía, relatos, historia y reglas cotidianas de los malekus, así como los estudios en general sobre las lenguas derivadas del chibcha, como los trabajos sobre el desplazamiento de la lengua maleku de Sánchez, quien realiza una sistematización de las investigaciones e hipótesis sobre la historia del pueblo maleku a partir de una interpretación sociolingüística. Los aportes desde la etnohistoria de Eugenia Ibarra y Margarita Bolaños, que toman en cuenta los recursos de la historia y la antropología, logran brindar una mirada desde los grupos subalternos. Ibarra, a partir de crónicas, estudios arqueológicos, geográficos y 32 lingüísticos, intenta describir la complejidad de los cacicazgos ubicados dentro de Costa Rica a la llegada de los españoles. Además, realiza una vasta descripción de los indígenas de la Zona Norte, la Zona Sur y la región de la Gran Nicoya. En el caso de Bolaños, su objeto de estudio fue la resistencia indígena por mantener sus tierras colectivas ante el avance del capitalismo agrario en el país. Para la autora, en el principio del siglo XIX, los indígenas luchan por mantener las condiciones legales que tuvieron en la colonia en relación a sus tierras, en contraposición al ideario liberal, el cual pretendía privatizarlas en nombre del progreso. Para el caso de los malekus, los estudios historiográficos se centran en los huleros y las crónicas de Thiel, así como en el papel del Estado. Pese a describirse una serie de fuentes no se ha profundizado en otros temas. Son otras disciplinas las que han explorado otras temáticas, como el territorio ancestral y la interacción con otros grupos. Con este contexto, la presente investigación pretende realizar un aporte en cuanto a las nuevas relaciones interétnicas que surgen en la Región Norte de Costa Rica, al iniciar el proceso de consolidación del Estado y la llegada de colonos que se asientan en todo el territorio ancestral del pueblo maleku. Las fuentes bibliográficas consultadas muestran la carencia de estudios sobre la Región Norte en relación a otras regiones del país como lo son el Valle Central y el Pacífico Central, lo que le brinda importancia a una propuesta que intenta reconstruir los cambios acaecidos entre el siglo XIX y siglo XX en cuanto al impacto de cambios en la estructura productiva y el imaginario de nación en relación a los pueblos indígenas del norte del país. Además, analizar nuevas fuentes y reinterpretar otras ya utilizadas se vuelve primordial para comprender con mayor amplitud los cambios socioculturales que ocurren en la región ante los nuevos procesos de colonización, que, sin duda, tienen un impacto en la etnicidad del pueblo maleku, además de representar un contacto con instituciones ajenas como el Estado y el naciente capitalismo. 33 6. Marco teórico Desde la perspectiva de la historia cultural, se resalta la importancia del estudio de las cotidianidades, interés que se vincula al cambio de paradigma de analizar la historia a través de los grandes personajes, acontecimientos o el Estado, postulado que crítica la visión de la historiografía clásica de Ranke, así como a la historia económica que sugería el análisis estructural al plantearse el estudio de la vida cotidiana, más allá de la narración de acontecimientos y el estudio estadístico62. En este sentido, el estudio sobre el pueblo maleku lo podemos enmarcan en un esfuerzo de reconstruir la historia de los actores subalternos y la “historia desde abajo”63. Además, se toman en cuenta los aportes de los historiadores poscoloniales como Guha y Chakrabarty, quienes plantean que estos actores no han sido tomados como sujetos históricos, por lo que la propuesta parte de esta premisa. Al pretender analizar las relaciones interétnicas entre el pueblo maleku y la sociedad no indígena se recurre a la etnohistoria como forma de visibilizar a este actor oculto entre el discurso nacional y una historia analizada desde las élites. Además, se pretende un análisis tomando como eje las relaciones con el Estado y los pobladores no indígenas a través del concepto de control cultural acuñado por el antropólogo Bonfil Batalla. 62 Peter Burke, “La Nueva Historia Socio-Cultural”, Historia Social, 17 (Otoño, 1993): 105-114. 63 E.P. Thompson, Introducción: costumbre y cultura. En: Costumbres en común (Barcelona: Crítica, 1995) 13-28. 34 6.1 Control cultural e identidad étnica Para autores como Bonfill Batalla y Cardoso de Oliveira, las definiciones de etnia son ambiguas., ya que se ven como estructuras aisladas y estáticas. Bonfill se refiere a Fredrik Barth como un autor que renueva el concepto, llevándolo al campo de las relaciones sociales y sus representaciones64. Anterior a este planteamiento, se conceptualizaba la etnia como un constructo que debía ser delimitado y descrito a partir de la descripción y el análisis de su cultura, un planteamiento base en las visiones más culturalistas de la antropología. La propuesta de Bonfill para analizar estas relaciones de frontera de la etnia es a partir del control cultural, para construir un modelo global en el que el grupo, la cultura y la identidad se relacionan internamente y, a su vez, interactúan con otros grupos, sus identidades y sus culturas. Antes de definir el problema del control cultural, el autor sistematiza algunos elementos para entender el concepto de grupo étnico a partir del debate con autores como Barth, Cardoso de Oliveira y Depress: “Los atributos que se admiten más generalmente para caracterizar a un grupo étnico son los siguientes: a) conglomerado social capaz de reproducirse biológicamente, b) que reconoce un origen común, c) cuyos miembros se identifican entre sí como parte de “nosotros” “distintos de los otros” (que son miembros de grupos diferentes de la misma clase) e interactúan con estos a partir del reconocimiento recíproco de la diferencia, d) que comparten ciertos elementos y rasgos culturales, entre los que tienen especial relevancia la lengua. A partir de aquí, la asignación de otros atributos necesarios para conceptualizar al grupo étnico no ha alcanzado el mismo grado de consenso. Por ejemplo, para algunos autores la existencia de un territorio definido es indispensable para la persistencia de un grupo étnico; para otros el grupo étnico solo existe cuando constituye una unidad política organizada, porque si no se da esa condición se trata entonces de poblaciones étnicas pero no de grupos en el sentido estricto del término”. 65 64 Bonfill, Guillermo. La teoría del control cultural en el estudio de procesos étnicos. Estudios sobre las Culturas Contemporáneas. Universidad de Colima, México, Vol IV, núm 12, 1991, pp 164-204. 65Ibid, p 171. 35 Bonfill agrega dos elementos fundamentales, la existencia en el tiempo prolongado de una colectividad que abarca distintas generaciones, así como el problema de la identidad común, el cual se describe no como un atributo necesario sino como el resultante de la preexistencia del grupo en una cultura propia. A partir de esta caracterización, expone el concepto de control cultural comprendido de la siguiente forma: “Por control cultural entiendo el sistema según el cual se ejerce la capacidad social de decisión sobre los elementos culturales. Los elementos culturales son todos los componentes de una cultura que resulta necesario poner en juego para realizar todas y cada una de las acciones sociales; mantener la vida cotidiana, satisfacer necesidades, definir y solventar problemas, formular y tratar de cumplir aspiraciones. Para cualquiera de estas acciones es indispensable la concurrencia de elementos culturales de diversas clases, adecuados a la naturaleza y al propósito de cada acción”66. En relación a estos elementos culturales sobre los que se ejerce control, Bonfill los clasifica de la siguiente forma: a. Materiales: elementos en forma natural o transformada por el ser humano, que un grupo aprovecha, como la tierra, fuentes de energía, herramientas, utensilios, entre otros. b. Formas de organización: formas sistematizadas de relación social que posibilitan la participación del individuo. c. Conocimientos: experiencias sistematizadas y asimiladas que se transmiten de generación en generación, en el marco de las cuales se generan o incorporan nuevos conocimientos. d. Simbólicos: diversos códigos que permiten la comunicación entre los miembros del grupo en diversos momentos de acción, el código fundamental es el lenguaje. 66Ibíd. 36 e. Emotivos o subjetivos: son las representaciones colectivas, creencias y valores que motivan la participación o la aceptación de acciones67. Colectivos sociales e individuos utilizan estos tipos de elementos en su cotidianidad, así como en situaciones específicas, contextos en el que los elementos se entrelazan, no siempre de forma armónica, sino que pueden existir incoherencias y contradicciones. A partir de la utilización de estos elementos, Bonfill construye su idea de los ámbitos de la cultura en relación al control cultural, el cual se puede apreciar en el siguiente esquema: Elementos culturales Decisiones Propias Ajenas Propios Cultura autónoma Cultura enajenada Ajenos Cultura apropiada Cultura impuesta Fuente: Bonfill, Guillermo. La teoría del control cultural en el estudio de procesos étnicos. Estudios sobre las Culturas Contemporáneas. Universidad de Colima, México, Vol IV, núm 12, 1991, pp 164-204. Para este autor, existe un esquema general de la cultura que se explicita en cada decisión tomada del grupo, el cual va cambiando en la larga duración. Esta matriz articula y da sentido a los distintos elementos tanto materiales como inmateriales de la cultura. La puesta en juego de estos elementos se vincula directamente a la capacidad de toma de decisión sobre cada uno de ellos, como explica a continuación: “Los elementos culturales pueden ser propios o ajenos. Son propios, los que la unidad social considerada ha recibido como patrimonio cultural heredado de generaciones anteriores y los que produce, reproduce, mantiene o trasmite, según la naturaleza del elemento cultural considerado. Inversamente, son elementos culturales ajenos aquellos que forman parte de la cultura que vive el grupo, pero que este no ha producido ni reproducido. En situaciones de contacto interétnico, particularmente cuando las relaciones entre los grupos son asimétricas, de dominación/sujeción, la cultura etnográfica (esto es, el 67Ibíd. 37 inventario total de los elementos culturales presentes en la vida del grupo) incluirá tanto elementos propios como ajenos”68. La cultura autónoma implicaría, entonces, la toma de decisiones del grupo cultural sobre los elementos que son propios, ya que los produce o considera su patrimonio, en este sentido, no existe una dependencia externa que se ejerza sobre ese control. En el ámbito de la cultura impuesta, ni los elementos ni las decisiones son propios del grupo. La cultura apropiada se forma cuando se adquiere la capacidad de decisión sobre elementos culturales ajenos para acciones propias del grupo. En este caso, los elementos siguen siendo ajenos en el sentido de que el grupo que los adquiere no tiene la capacidad de reproducirlos, por lo tanto, existe una dependencia en su disponibilidad. Finalmente, la cultura enajenada se forma con elementos que son propios del grupo, pero este ha perdido su capacidad de decisión, son parte del patrimonio, pero se ponen en juego mediante el ejercicio de decisiones ajenas69. La propuesta analítica de Bonfill rompe con las visiones descriptivistas enfatizando su atención en las relaciones entre elementos y ámbitos culturales. El concepto de cultura autónoma brinda un acercamiento hacia las capacidades de producción y reproducción que tiene un determinado grupo cultural en relación a la toma de decisiones sobre sus elementos. ¿Cuáles serían esos elementos indispensables para esta autonomía? ¿La lengua? ¿Ciertas representaciones sociales?, solamente el trabajo empírico podría brindar la respuesta para cada contexto particular. Otro aspecto fundamental es que estas categorías no están cerradas, por el contrario, se relacionan entre sí, lo que permite la existencia, dentro de una cultura, de elementos que convivan en distintos ámbitos. Es la relación con el control cultural la que permitiría su categorización. Es el control cultural lo que determina la existencia de un grupo étnico, ya que logra mantener una cultura autónoma sobre cualquier relación interétnica, la cual definiría la 68Ibid p 173. 69 Bonfill, Guillermo. “Lo propio y lo ajeno, una aproximación al problema del control cultural”. En: Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 103, UNAM, México, 1983. 38 identidad colectiva en relación a los otros. Es importante acotar que no se está concibiendo la cultura como un elemento estático, por el contrario, se considera que cambia dentro del mismo proceso histórico que implica relaciones sociales con otros grupos. Por otro lado, resulta importante profundizar en el concepto de identidad étnica, el cual debe verse como un fenómeno bidimensional, es decir, tiene una dimensión colectiva, pero también individual. Para Cardoso de Oliveira la identidad, en términos de relaciones interétnicas, tiende a expresarse como un sistema de oposiciones y contrastes, que implica la afirmación del “nosotros” frente a “otro”. En el caso de la identidad étnica, se afirma a partir de la negación de otra identidad de forma etnocéntrica70. Cardoso identifica tres situaciones de contacto entre grupos étnicos: 1) las que involucran relaciones simétricas, 2) las que implican relaciones asimétricas, en la mayoría de los casos jerárquicas, 3) las que involucran relaciones asimétricas ligadas a un sistema de dominación y sujeción. Para el caso de América Latina, el autor plantea que la primera categoría se encuentra casi en extinción, en el sentido de que responde a relaciones cada vez más escasas. La segunda responde a relaciones estratificadas que tienen como marco de referencia la categoría étnica. El tercer tipo responde a una estructura mayor de dominación como podría ser la imposición del Estado-nación mediante un sistema de estratificación como el de clase o la casta71. Tradicionalmente, la antropología ha estudiado estas dinámicas en la relación de grupos indígenas en relación con los conquistadores europeos, sin embargo, Cardoso explicita la necesidad de llevar este análisis a las relaciones interétnicas entre grupos como los afrodescendientes, los mestizos e incluso poblaciones ladinizadas. Retomando a Bonfill, la propuesta de los ámbitos y su movimiento en el marco de la cultura no puede entenderse como una relación estática y mucho menos sincrónica. Para su análisis, plantea seis procesos: el de resistencia, cuando un grupo subalterno actúa para 70Cardoso de Oliveira, Roberto. Etnicidad y estructura social. Centro de investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2007. 71Ibíd. 39 preservar los contenidos concretos de su cultura autónoma, proceso que puede ser consciente o inconsciente; el de apropiación, mediante el cual un grupo adquiere la capacidad de decisión sobre elementos ajenos, es decir, los puede producir y reproducir; y el de innovación, cuando se crean nuevos elementos culturales que se reivindican como propios. Estos tres primeros procesos se asocian principalmente a grupos subordinados. Los otros tres procesos serían la imposición, mediante el cual un grupo dominante introduce elementos ajenos a uno subyugado, la supresión, cuando se prohíbe o eliminan espacios de la cultura de forma directa o indirecta y la enajenación cuando se aumenta el control al obtener capacidad de decisión sobre elementos culturales, estos no se eliminan ni se prohíben, sino que son desplazados72. Los esposos Comaroff realizan también una caracterización amplia del fenómeno de la etnicidad, describiendo varias preposiciones sobre la naturaleza del concepto, entendiéndolo como un producto de fuerzas históricas particulares. En este marco, se forman identidades colectivas que implican una autodefinición por parte de los grupos basados en la oposición de un “nosotros” sobre “otros”, teniendo como contexto la cultura. Además, la etnicidad tendría un carácter cambiante en el tiempo, por lo que su forma varía en su expresión y experimentación dentro de las relaciones interétnicas73. Además, tendría sus orígenes en la incorporación asimétrica de grupos de distinta estructura a una sola economía política. Este planteamiento es concordante con el de Cardoso, al definir la identificación étnica refiriéndose al uso que hacen los miembros de un grupo en términos raciales, nacionales o religiosos como forma de relacionarse con una otredad cultural. En este sentido, la identidad es contrastante, por lo que implica una afi