183 1 Una versión preliminar de este artículo fue presentada en el simposio “Respuestas indígenas frente a la expansión neoli- beral” del II Congreso Latinoamericano de Antropología celebrado entre el 28 y 31 de julio, 2008. Quiero agradecer a los participantes de este simposio y al comité editorial por sus comentarios constructivos, así como a Boris Gamboa Ballardes y Jorge Cole Villalobos del PHED, Enrique y Digna Rivera y todas las personas que dedicaron tiempo para responder mis preguntas. Maritere Alvarado me ayudó con la edición del texto y con la corrección del español. * Christoph Campregher. Austriaco. Magister en Antropología Social y Cultural y candidato a Docto, Universidad de Viena. Correo electrónico: campregher@gmx.at RESUMEN Desde una perspectiva interaccionista se analizan las relaciones entre dife- rentes grupos y facciones de la comunidad indígena de Térraba y el “Proyec- to Hidroeléctrico El Diquís” (PHED). Las cooperaciones y los conflictos entre grupos indígenas y los planeadores del proyecto reflejan varias estructuras conflictivas entre estos grupos: intereses de sectores no-indígenas, políticas del Estado y de organizaciones no-gubernamentales, así como las diferentes normas legales existentes. La ley indígena y las contradicciones entre los do- cumentos nacionales e internacionales, entre normas y su implementación, resulta en una situación compleja caracterizada por el pluralismo legal. Para el análisis de este caso se propone una perspectiva de interacción, se- gún la cual los actores sociales compiten por diferentes recursos (o formas de capital como los propone Pierre Bourdieu). En estas interacciones el derecho es un elemento clave, el cual no sólo estructura las relaciones entre actores, sino que puede ser apropiado y manipulado por ellos para justificar sus intereses. El presente caso contribuye al estudio de políticas indígenas frente a procesos de desarrollo. Palabras clave: Antropología y Desarrollo; Térraba; Proyecto Hidroeléctri- co El Diquís; Pluralismo Legal; Políticas Indígenas. ABSTRACT In an interactionist perspective this work analyzes the multiple relations among different groups and factions of the indigenous community of Té- rraba and a hydrological project. Cooperation and conflicts of indigenous groups and project planers reflect interests of indigenous and non-indigenous people, the competitive situation around development projects, the policy of the state and non-governmental organizations, as well as the multiple legal norms that guide social action in this context. Law regarding indigenous PROPUESTA DE ACERCAMIENTO AL ESTUDIO DE POLÍTICAS INDÍGENAS Y EL DESARROLLO: EL CASO TÉRRABA/PROYECTO HIDROELÉCTRICO EL DIQUÍS1 Christoph Campregher* Cuadernos de Antropología No.19, 183-196, 2009 184 Cuadernos de Antropología people and its contradictions between national and international documents, as well as between norms and their implementation represent a complex situation characte- rized by legal pluralism. For the analysis of this case I propose an interactionist pers- pective which regards social actors as competing for resources and various forms of capital (Pierre Bourdieu). In these interactions law can be seen as a key element that not only structures relations but is appropriated and manipulated by actors to justify their interests. The analysis of this specific case contributes to the understanding of indigenous politics in relation to processes of development. Keywords: Anthropology and Development; Térraba; Hidrological Project El Diquís; Legal Pluralism; Indigenous Politics. “Research must provide an understanding of local reality through explanatory insights into the reasons and causes which have led to the current situation”. Benda-Beckmann, 2004, p. 29 Introducción A finales del siglo XX los trabajos an- tropológicos más prominentes en el área del desarrollo estudiaron los discursos al- rededor de planes globales y programas de desarrollo (Escobar, 1995; Ferguson, 1997). Esta perspectiva es conocida como “Antropología del desarrollo” y sus pro- ponentes sugieren abandonar el discurso global del desarrollo para entrar en una época del llamado posdesarrollo; sus tra- bajos antropológicos han sido criticados fuertemente por diversas razones. Entre estas críticas un punto importante es, que por enfocarse en el nivel discursivo, es de- cir en los planes y documentos oficiales de instituciones que implementan proyectos y programas, los exponentes del posdesa- rrollo no han podido analizar ni entender la interacción de poblaciones locales con estas intervenciones (Moore, 2000; Crew y Harrison, 1998; Olivier de Sardan, 2005). El presente artículo representa una vi- sión alternativa para el estudio de proyec- tos de desarrollo. Sugerimos estudiar las interacciones entre los diferentes actores en una intervención, sus intermediarios y los elementos globales o no-locales que afecten estas relaciones. Presentamos un debate entorno a la organización política de la comunidad de Térraba, ubicada en la Zona Sur de Costa Rica, y su relación con el Proyecto Hidroeléctrico “El Diquís” (PHED). Con este fin privilegiamos una perspectiva interaccionista como la repre- sentan los trabajos de Norman Long (Arce y Long, 2000) y Jean-Pierre Olivier de Sar- dan (2005). Empezaremos con el referente empí- rico, es decir el estudio de caso2 de esta comunidad indígena en el contexto de las negociaciones políticas alrededor de la planificación de dicha represa. Después expondremos algunos conceptos claves, mediante los cuales pretendemos inter- pretar la organización política de esta co- munidad y las posiciones de sus líderes indígenas frente a la represa. Finalmen- te nos dedicaremos al tema del derecho y especialmente al pluralismo jurídico y su importancia para entender escenarios como el presente, esto antes de concluir con algunas propuestas para comprender la disyuntiva entre las políticas indígenas frente a procesos de desarrollo. 2 El presente estudio se fundamenta en la investigación para la tesis de maestría en la carrera de Antropología social y cul- tural, Universidad de Viena con el título “Organización política de una comunidad indígena ante la construcción de una re- presa”. La investigación de campo se realizó entre agosto y noviembre del 2006 en Térraba y Buenos Aires. Sus principales métodos eran la observación participativa en reuniones y asambleas así como entrevistas con líderes indígenas y miembros del PHED. Una versión extendida de este trabajo fue publicada posteriormente en alemán (Campregher, 2008). 185 Referente empírico: La comunidad de Térraba y el Proyecto Hidroeléctrico El Diquís Térraba3 es uno de los siete territorios indígenas del cantón de Buenos Aires en el Pacífico Sur de Costa Rica. Este territo- rio indígena se ubica en el margen derecho del Río General (Río Térraba) en el cantón de Buenos Aires, provincia de Puntarenas, aproximadamente 15 kilómetros al sur de la capital cantonal. Sus poblados son Té- rraba (Centro), San Antonio, Paso Real, Doboncagua (Bajo Veraguas), Kamankra- gua (San Cristóbal), Bijagual, Ceibón y Finca Santa Cruz. En total, el territorio abarca una superficie de 93,27 kilómetros cuadrados (Calderón, 2003). En Térraba centro hay una escuela, un colegio, varias iglesias, un salón comunal, una cancha de fútbol, así como unas pocas sodas, cantinas y pulperías. Existen un EBAIS y un puesto de policía que están ocupados periódicamente. Actualmente la zona en la que se ubica el territorio indígena se encuentra dentro del área de influencia de El Proyecto Hi- droeléctrico “El Diquís” (PHED). Éste es desarrollado por una institución estatal, el Instituto Costarricense de Electricidad (I.C.E) que planea construir una repre- sa para la producción de electricidad. La represa y el embalse de agua se situarán parcialmente dentro del territorio de Té- rraba legalmente reconocido por el Estado Nacional; algunos grupos organizados de esta comunidad indígena se han opuesto a estos planes. A finales del año 2006 cuan- do se realizó la investigación de campo para el presente estudio, los encargados del PHED intentaban mejorar su relación con estos grupos. La comunidad indígena de Térraba Los Térrabas o Teribes son una de las ocho culturas indígenas de Costa Rica, la mayoría de su población vive en un terri- torio legalmente reconocido en el cantón de Buenos Aires. Según los datos dispo- nibles residen entre 700 y 8004 teribes en su territorio; ellos comparten el territorio con una población mayor (alrededor de 1000 personas) de personas no indígenas (Guevara, 2000). Debo mencionar que sus líderes mencionan que hay una gran can- tidad de térrabas que vive fuera de su te- rritorio en otras partes del país. En el siglo dieciocho indígenas que habitaban una región en el territorio na- cional de la actual República de Panamá fueron capturados por la corona española en varias expediciones. Ellos fueron re- unidos y asentados por misioneros fran- ciscanos en la “Reducción de Térraba” en la región que habitan hasta hoy. Henri Pit- tier, explorador que visitó la región Brun- ca a finales del siglo diecinueve, describe la llamada “Reducción de Térraba” como un poblado conformado por diferentes etnias secuestradas. Entre este conglo- merado de tribus, los Teribes de la costa noroeste de Panamá eran los más nume- rosos, por lo cual la lengua Teribe se esta- bleció como lingua franca y al pueblo se le dio este nombre (Gatschet, et. al., 1984). Pittier reporta que en aquellos tiempos Térraba abarcaba sólo una pequeña can- tidad de personas (Pittier, 1903). Por la disminución de la población y el contac- to constante con la sociedad dominante a través de los misioneros franciscanos, los térrabas poco a poco perdieron su idioma y muchos de sus rasgos culturales; a cam- 3 La investigación de campo para este artículo se realizó entre agosto y diciembre del 2006. Esta se basó en visitas fre- cuentes a está comunidad, entrevistas con líderes comunales, así como empleados del PHED expertos y la observación participativa en reuniones y asambleas. Los datos sobre el PHED representan los que se distribuían en ese entonces por la institución planeadora, los cuales podrían ser otros en la actualidad. 4 Estás cifras son aproximaciones a base de la información que existe. Hay que tomar en cuenta que se realizó estos censos hace alrededor de una década. Además las familias indígenas de Térraba comentan que estos censos no tomaron en cuanta toda su población por su patrón de asentamiento disperso. CAMPREGHER: Propuesta de acercamiento al estudio de políticas indígenas y el desarrollo; el caso Terraba... 186 Cuadernos de Antropología bio adaptaron costumbres de sus vecinos borucas, bribris, cabécares, y de chirica- nos que habitaban la zona. Desde la apertura de la Carretera In- teramericana Sur hasta aproximadamente los años ochenta los teribes vendieron una gran parte de su territorio a personas no indígenas. Hoy ellos reconocen esta pérdi- da de tierra como un error histórico como nos explica un dirigente de esta comunidad: A partir de los años sesenta se daba la apertura de la carretera interamerica- na y ingresan los madereros a comprar la madera y a comprar tierras. Desde ese momento empieza todo un interés de personas no indígenas que ingresan de todas partes del país: de Turrialba, Cartago, la Meseta Central. (…) Se em- piezan a perder las tierras. Nuestros abuelos, nuestros tíos empiezan a ven- derlas, algunos presionados y amena- zados, otros porque no conocían el valor que muchos años después iba a tener la tierra. Podemos decir que fue un error no pensar a futuro, pero somos huma- nos y cometemos errores. (Manuel Vi- llanueva Villanueva, entrevista del 15 de noviembre, 2006) Hasta la llegada de los colonos las fa- milias indígenas vivían dispersas por todo el terreno que hoy constituye el territorio. Por la falta de una organización política tradicional que reuniera toda la comuni- dad, las familias indígenas tenían que en- frentar la invasión por parte de colonos no indígenas individualmente. La pérdida de tierras poco a poco cambió al patrón de asentamiento de Térraba; hoy la población indígena ya no se encuentra dispersa por todo el territorio como acostumbraba vivir antes, sino que se concentra en unos pocos centros y algunos parches pequeños entre extensiones de potreros y monocultivos. Gráfico 1: Ubicación de los territorios teribes y borucas. La organización social de esta cultura indígena se fundamenta en las relaciones familiares, la unidad principal de produc- ción y consumación es la familia amplia- da. Como familia ampliada se entiende las entidades familiares que sobresalen de la familia nuclear (Barnard y Spencer, 2002). Estas familias disponen de tierras que se trabajan en conjunto o en parcelas dividi- das y en la mayoría de los casos los familia- res viven en casas cercanas o vecinas, por lo que en una casa pueden vivir la pareja conyugal y sus hijos e hijas no casados, o bien en algunos casos los hombres migran a sus lugares de trabajo en otras partes del país, mientras la esposa y los hijos se que- dan en Térraba. Por lo general, los hijos permanecen en la casa de sus padres hasta que se junten con su pareja y establezcan sus propios hogares. Pese a que muchas fa- milias gozan de tierras para la agricultura, 187 el trabajo remunerado como el jornaleo o el empleo en las empresas agroindustria- les de la región representa un factor eco- nómico importante. Hasta los años 1980 los térrabas vivie- ron aislados de su región de origen, Pana- má, y se adaptaron a un nuevo ambiente social y ecológico asumiendo rasgos cultu- rales de los grupos étnicos vecinos y de la sociedad dominante. En los últimos años grupos organizados revivieron contactos con sus hermanos teribes (nasos) de Pa- namá. Los nasos viven todavía más aisla- dos en la región Changuinola de Panamá. Estos últimos han conservado tradiciones culturales que hoy se intentan revitalizar en Térraba. Sin embargo, en la actualidad los teribes costarricenses comparten más rasgos culturales con los grupos indígenas vecinos como los boruca y con comuni- dades no indígenas de la región. Como mostraremos más adelante, la presencia de colonos no indígenas en el territorio de Térraba ha sido un factor importante que influyó la cultura teribe, también ha pro- vocado conflictos étnicos y enfrentamien- tos violentos en el pasado (Camarck, 1994). La noción de comunidad es una de las que más se utiliza en las ciencias sociales, sin embargo pocas veces ha sido definida explícitamente, pues por lo general se en- tiende como comunidad (I) personas con un interés común, (II) que habitan un solo eco-sistema o un solo lugar y (III) que tie- nen una estructura social en común. Ge- neralmente se toman comunidades como entidades con límites definidos, sin em- bargo, como antropólogos debemos cues- tionar esta idea y más bien preguntar lo siguiente: ¿Cómo se constituye una comu- nidad? ¿Cómo se establecen sus límites? ¿Qué significa para sus miembros? ¿Qué representa una comunidad y por quién está representada?. Sugerimos estudiar comunidades como espacios culturales y simbólicos que crean significado para sus miembros. La pertenencia a una comunidad de- pende no tanto de la actitud de personas, sino de cómo sus actos están percibidos e interpretados culturalmente y cómo esto corresponde con las normas e ideas cultu- rales de grupos sociales. Las personas se sienten parte de una comunidad, porque se sienten relacionadas culturalmente e ideológicamente entre sí y se identifican con símbolos comunes. La comunidad indígena de Térraba actualmente está haciendo esfuerzos para re-establecer algunos de estos símbolos que aparentemente se habían perdido por la aculturación y la influencia de la socie- dad dominante. Estos son: el intento de revivir el idioma propio a través de la en- señanza en las escuelas y la revitalización de una fiesta tradicional “El Juego del Toro y la Mula” que trata de la confrontación de lo aborigen con elementos occidentales introducidos por los españoles. Sin embargo, ante el cambio y la intro- ducción de nuevas ideas y nuevos símbo- los se divide la comunidad: En Térraba cuando nos crecimos la vida era otra. Mucho mas linda so- cialmente hablando. Todos compar- tíamos. Los jóvenes no tenían nin- guna división. Ahora hay muchas ideologías diferentes y cuesta agru- par ciertos líderes o ciertas personas de diferentes grupos familiares. (…) Ahora hay mucha mas población y a una reunión llegan veinte a treinta personas. Antes eran menos y llega- ban más. (Jacinto Ortiz, entrevista del 10 de octubre, 2006) CAMPREGHER: Propuesta de acercamiento al estudio de políticas indígenas y el desarrollo; el caso Terraba... 188 Cuadernos de Antropología La comunidad de Térraba es constitui- da por las personas que se sienten miem- bros de ella, quienes comparten ideas de una historia común, una identidad, nor- mas y fines comunes. En Térraba mismo la gente habla de “la comunidad” cuando se trata de la comunidad indígena, aquí la población no indígena representa una contraparte cultural que les ayuda a dife- renciarse y a definirse como grupo étnico. A nivel político existe un número re- lativamente grande de organizaciones y líderes indígenas en Térraba, además hay temas que los preocupa como la presencia de colonos no-indígenas, los cuales han usurpado esta área, a partir 1960. La eco- nomía en Térraba está dominada por no- indígenas, dado que alrededor de noventa por ciento de la tierra dentro su territo- rio y la mayoría de los comercios están en manos de estas personas. La producción indígena es mayoritariamente de autosub- sistencia, existe poco empleo y el sector indígena dispone sólo de poco terreno para la agricultura. Confrontados con la sociedad do- minante, la política integracionista del Estado y los colonos no-indígenas, du- rante las últimas décadas, los térrabas se han adaptado a estas condiciones. Como consecuencia, han desaparecido muchas manifestaciones culturales de sus antece- sores. Sin embargo, recientemente se ha observado un proceso contrario como lo muestran los esfuerzos para revitalizar ele- mentos tradicionales. Después de décadas caracterizadas por políticas indigenistas, las cuales objetivaban la integración de es- tos grupos étnicos a la sociedad dominan- te y a la cultura nacional, la mayoría de los países latinoamericanos y centroamerica- nos han reconocido su multiculturalidad y pluralidad étnica. El patrimonio cultural indígena ha sido revalorizado con el esta- blecimiento de normas jurídicas interna- cionales como el Convenio 169 de la OIT5 (1989) o la más reciente declaración de la ONU (2007) y el apoyo de diferentes acto- res de la sociedad civil, como organizaciones no-gubernamentales, conservacionistas, an- tropólogos, entre otros (Tilley, 2002). Las dos dinámicas –colonos no indí- genas y la política integracionista del Es- tado por un lado y la revaloración del pa- trimonio indígena por el otro lado– han tenido consecuencias distintas en Térraba. Queremos explicar las estrategias de los dirigentes de esta comunidad y sus gru- pos frente al Proyecto Hidroeléctrico El Diquís y otros desaf íos políticos toman- do en cuenta estas dinámicas. Como ya se ha mencionado, hoy existen varios gru- pos conformados en Térraba. Entre ellos se encuentra la Asociación de Desarrollo Integral (ADI), un ente definido por la ley indígena (Costa Rica, 1977) como repre- sentante legal del territorio y de la comu- nidad, así como casi diez grupos indígenas organizados como asociaciones civiles en la mayoría de los casos. Existe una rela- ción caracterizada por la competencia y la rivalidad entre la ADI y estos grupos ci- viles, y hasta con menor intensidad estos últimos entre sí mismo. Los líderes indí- genas de Térraba no han establecido nin- guna institución común con aceptación suficiente para poder representar a toda la comunidad, por lo que en consecuencia, las alianzas y posiciones entre diferentes grupos organizados y sus líderes cambian frecuentemente. Por ejemplo, funciona- rios del ICE nos comentaron que ha sido 5 El Convenio Nº 169 (Convention on Indigenous and Tribal Peoples) de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) del año 1989 ha sido el documento legal más importante a nivel internacional para la protección de los derechos de pueblos indígenas. Este convenio entró en vigencia con la ratificación de Noruega y México en 1991. Exige a los Estados que lo ratifiquen a respetar los derechos humanos de sus pueblos indígenas. Tiene como tema principal su desarrollo autónomo y el derecho de mantener sus propias instituciones, culturas, estilos de vida etcétera. Costa Rica ratificó este convenio en 1992 y según el artículo 7 de su Constitución Política debe ser considerada como superior a las leyes nacionales. 189 imposible reunir todos los grupos en una sola reunión, pese a los conflictos que exis- tan entre ellos. Preguntando al líder de un grupo familiar de esta comunidad por qué no asistió a una asamblea del Frente de Defensa de los Derechos Indígenas Térra- bas conformado por otros grupos organi- zados, a pesar de que se iba a tratar temas que a él le parecían importantes, nos dio la siguiente respuesta: Esa gente no comparte el discurso mío, entonces yo voy a decir algo y ya entrar en choque. No tanto el dis- curso, pero la estrategia de trabajo. Estamos en los mismos proyectos, pero la forma de trabajo es diferen- te. (Líder indígena de Térraba, en- trevista del 9 de octubre, 2006) Pensamos que los conflictos tienen raí- ces más allá de las rivalidades personales que se expresan de esta manera. Existen sectores de esta comunidad que exigen un desarrollo autónomo6 y más acorde con su propia cultura e identidad, basado en la recuperación de las tierras ocupadas por campesinos no-indígenas. Otro gru- po más alineado con sectores no-indíge- nas promueve la integración a la econo- mía nacional y a un desarrollo basado en el progreso material. Según estos últimos, los teribes, se deben adaptar a la sociedad dominante, ya que la cultura indígena es considerada como algo del pasado y algu- nos de ellos cuestionan abiertamente si ‘lo indígena’ aún existe en Térraba7. De forma generalizada podemos decir que todas es- tas fracciones se relacionan con diferentes normas legales, sea la legislación nacional caracterizada por un espíritu integracio- nista, o los convenios internacionales que dan énfasis en la particularidad de las cul- turas indígenas, los cuales utilizan para establecer sus asociaciones y justificar su existencia como asociaciones repre- sentantes. Y las normas y sus discursos opuestos forman parte de sus argumentos para explicar sus posiciones. La situación se complica para los res- ponsables del PHED, ya que no sólo hay diferentes grupos sociales con visiones distintas en cuanto al desarrollo y posicio- nes diferenciadas frente a este proyecto, sino que tampoco queda claro cuál entidad se debe considerar como representativa en un posible proceso de consulta o negocia- ción. Viceversa, ningún actor y ninguna coalición de esta comunidad pueT Propuesta metodológica: Arenas de desarrollo e interacciones Para entender el presente caso se estu- dió los diferentes grupos o actores socia- les en el proceso de negociación entre la comunidad de Térraba y el PHED8. Olivier de Sardan (2005) ha definido algunos con- ceptos claves para el estudio de este tipo de proyectos, los cuales él considera ‘arenas’. En estas arenas grupos heterogéneos se confrontan motivados por intereses com- patibles u opuestos y con diferentes niveles de influencia y poder (2005, p. 186). Cada uno de los integrantes, los cuales pueden ser campesinos, grupos indígenas, planea- dores de proyectos, intermediarios, entre otros, dispone de recursos distintos para influir en un proyecto y su ejecución. Así mismo, cada uno actúa según una lógica diferente, la cual refleja su posición social, económica y cultural en la arena, generan- 6 Se encuentra en discusión en la Asamblea Legislativa de Costa Rica, la propuesta de Ley de Desarrollo Autónomo de los Pueblos Indígenas. 7 Entrevistas con miembros del comité ejecutivo de la ADIT, octubre 2006. 8 Los métodos de investigación incluían la observación participativa en reuniones y encuentros de grupos organizados de Térraba con miembros del PHED, en asambleas de algunos grupos, así como entrevistas con líderes indígenas y miembros del PHED. CAMPREGHER: Propuesta de acercamiento al estudio de políticas indígenas y el desarrollo; el caso Terraba... 190 Cuadernos de Antropología do así procesos de cambio social. Podemos utilizar los conceptos de Pie- rre Bourdieu como el ‘habitus’ y sus for- mas de ‘capital’ para analizar los intereses, las estrategias y los recursos de estos acto- res. El habitus de una persona se forma en su socialización y reúne todas las normas que en aprende durante este proceso; en otras palabras, el habitus representa las estructuras sociales incorporadas por una persona. Genera sus intereses, normas, valores y motivaciones, las cuales corres- ponden a su posición social y son conside- radas características de ella. (Bourdieu, 1999) En conjunto con el habitus, Bourdieu propuso un concepto de capital conforma- do por cuatro formas: económico (los va- lores materiales), social (redes y relaciones sociales con personas), cultural (conoci- miento, capacidades, etcétera) y simbólico (es una de las otras formas de capital siem- pre y cuando sea reconocida por la socie- dad y otros actores) (Bourdieu, 1992). La disposición de capital de cada persona y en consecuencia de cada grupo es funda- mental para las estrategias de estos en los campos sociales, ya que representan sus recursos y a la misma vez definen sus inte- reses y su posición en la sociedad y en dis- tintas arenas, como la de la cooperación internacional para el desarrollo. Conceptos complementarios: Procesos de resistencia y adaptación Una serie de factores sociales influye en la organización política de Térraba y en las estrategias y posiciones de sus líderes frente al PHED. Estos son, entre otros, las necesidades económicas de las fami- lias indígenas, las cuales enfrentan una situación sumamente dif ícil y disponen generalmente de pocos recursos para la agricultura; las normas legales distintas, programas y proyectos del Estado y orga- nizaciones no-gubernamentales (ONG); así como respectivamente las experiencias con la política del Estado y la relación étni- ca entre indígenas y no-indígenas. Consi- deramos la rivalidad entre estos líderes in- dígenas como un aspecto influido por una combinación de estos factores, los cuales no favorecían al establecimiento de una organización representativa unida, sino a la división y fracción de la comunidad. Todos estos factores mencionados, locales y globales, conjuntamente forman las es- tructuras sociales y las posibilidades ante las cuales se desarrollan los intereses y las estrategias de diferentes líderes en Térraba. Hemos denominado la dinámica en Térraba “proceso de resistencia y adap- tación” (Campregher, 2008, p. 108) para describir la forma heterogénea y selectiva en la cual sus fracciones actúan en proce- sos de cambio social; resistencia y adap- tación parecen ser dos conceptos aparen- temente contrarios. El primero ha sido popularizado en estudios que valorizan procesos locales (Scott, 1990) opuestos a influencias globales, tal como la llamada hegemonía neoliberal o intervenciones de desarrollo con la inversión masiva de capi- tal, esto con el fin de reestructurar zonas percibidas como poco productivas en tér- minos económicos. El segundo represen- ta el concepto central de la Antropología del norteamericano Julian Steward (1959) quien propuso mostrar que cada sociedad o cada cultura se adapta al ambiente (eco- lógico y cultural), el cual los rodea. Estos dos conceptos aparentemente contradic- torios pueden ser utilizados complemen- tariamente para analizar aspectos distin- tos y (re)acciones diferentes de actores sociales como grupos indígenas. 191 Las asociaciones civiles indígenas por ejemplo, son un tipo de organización propia de la comunidad, las cuales han retomado una forma de organización oc- cidental (la asociación civil) sin dejar sus estructuras sociales propias basadas en la familia y en el trabajo informal. Por lo tanto, concluimos que simultáneamen- te representan un proceso de adaptación y de resistencia. De la misma manera los dirigentes de la Asociación de Desarrollo Integral de esta comunidad se han adap- tado al marco institucional y jurídico de la ley indígena existente y mantienen una posición de resistencia frente a cambios. Cuando estructuras legales occidenta- les están introducidas en un ambiente so- cial que corresponde a otra lógica, como en el presente caso, puede provocar el fac- cionalismo y las fracciones en las comu- nidades. En el caso de Térraba se observó que los grupos familiares son el funda- mento de esta comunidad. No existe otro tipo de organización tradicional por enci- ma del nivel de la familia ampliada, ni cla- nes, ni tampoco un sistema de caciques. Estos grupos familiares se formalizaron como asociaciones civiles; el primer gru- po de este tipo era la Asociación Cultural Indígena de los esposos Enrique Rivera y Digna Rivera y sus fundadores cuentan que decidieron formalizar su grupo de trabajo ante las posibilidades que se daban a raíz del “boom” del tema indígena en el contexto de la cooperación internacional en 1992. Para poder entrar en proyectos de cooperación internacional se requería asociaciones con personería jurídica. Sin embargo, los miembros de este grupo se reclutan en su mayoría por medio de fa- miliares de los dirigentes indígenas, lue- go otros grupos familiares siguieron el ejemplo y posteriormente algunos de es- tos líderes abandonaron la Asociación de Desarrollo Integral de Térraba como nos cuenta el presidente de la Asociación de Defensa de los Derechos Indígenas Teri- bes (ASODINT): En el 1977 nació la ADI. Creíamos que esa realmente iba a ser la que iba impulsar el desarrollo de nues- tro pueblo, pero en realidad no ha sido así. No se ha podido lograr nada dentro de casi treinta años que existe esa organización. Enton- ces algunos compañeros como la ACIT del compañero Enrique –la más vieja que se ha constituido a nivel familiar– se constituyó. En- tonces creamos a ASONDINT hace aproximadamente siete años. (…) Cuando nosotros estuvimos en la dirigencia vieja [de la ADI Térraba] hicimos un trabajo muy apegado a la ley indígena. Todavía no estaba el Convenio 169. Hicimos luchas para rescatar algunas tierras para no dejar que se deforestara el terri- torio. Pero aproximadamente hace siete años que dejamos de formar parte de esa organización una gran cantidad de gente. Luego entró otra gente que no han sido dirigentes, sino que han sido oportunistas y que más bien ahora no defienden los de- rechos indígenas, pero los negocian. (Manuel Villanueva Villanueva, en- trevista del 15 de noviembre, 2006) Hoy en Térraba existe una Asociación de Desarrollo Integral que defiende la ley indíge- na desde 1977, con tal de mantener su posición como “gobierno local”, y está constituida por líderes de los asociaciones familiares, quienes en su mayoría están a favor de la nueva “Ley CAMPREGHER: Propuesta de acercamiento al estudio de políticas indígenas y el desarrollo; el caso Terraba... 192 Cuadernos de Antropología de Desarrollo Autónomo” (Costa Rica, 2001), dicha ley actualmente se encuentra en trámite en la Asamblea Legislativa. Esta reforma a la ley indígena propone sustituir las Asociaciones de Desarrollo Integral como representantes de los territorios indígenas por una estructura organi- zativa más acorde con las tradiciones indígenas bajo el concepto de “consejos tradicionales”. El derecho: ¿Marco jurídico o recurso para la interacción? Seguiremos con algunas observaciones considerando el tema del derecho o de normas jurídicas plurales, ya que se ha mostrado que los recursos legales representan un elemento clave para la constitución de organizaciones locales. Como se ha mencionado, la situación de la co- munidad de Térraba está influenciada por pro- cesos de reconocimiento político y legal a nivel internacional, y la historia específica de esta localidad costarricense. Estos procesos histó- ricos estructuran las condiciones sociales para la comunidad indígena y sus dirigentes, por lo que hemos identificado dos ejes principales, los cuales son: por un lado el Estado Nacional con políticas integracionistas y por el otro lado la cooperación internacional con ONGs que apo- yan a la causa indígena. En el ambiente local el Estado Nacional re- sultó en el establecimiento de la ADI basándose en la Ley Indígena 6172 de 1977 como su prin- cipal recurso legal. El segundo eje influyó para la constitución de los “grupos civiles” como los llaman los Térrabas, es decir, las asociaciones civiles indígenas, las cuales representan una especie de contraparte contra la Asociación de Desarrollo Integral. Los líderes de estos últimos se refieren principalmente al Convenio 169 de la OIT para legitimarse y legitimar sus políticas para favorecer la identidad indígena. El concepto analítico de Derecho permite conceptuar el derecho no sólo como las normas establecidas por el Estado (u otras institucio- nes), sino como todas las prácticas sociales con forma normativa en un contexto social (Benda- Beckmann, 2004). De acuerdo con este enfoque podemos decir que existen diferentes tipos de derecho en el contexto de nuestro estudio de caso, situación que se denomina pluralismo ju- rídico (Griffith, 1989; Benda-Beckmann, 2002). Algunos estudios recientes (Woodman, 2004; Meinzen-Dick y Pradhan, 2002) han ar- gumentado que en contextos donde existen va- rias normas legales conflictivas éstas no guían la vida social como debería ser, sino que actores diferentes las utilizan como recursos para legi- timar sus intereses y estrategias. Resulta que las relaciones de poder entre estos grupos sociales determinan el transcurso de los conflictos y no las normas jurídicas, por tanto sugerimos com- binar nuestra perspectiva interaccionista con el análisis del derecho como práctica social. El derecho, si lo entendemos como tal, constituye uno de los recursos elementales en las interacciones de actores dentro de estas are- nas de desarrollo. Con esta propuesta metodo- lógica proponemos investigar la forma en que las normas jurídicas son implementadas y las consecuencias del pluralismo jurídico para las interacciones entre grupos indígenas e institu- ciones externas en ambientes locales. En Térraba, el pluralismo jurídico ha con- tribuido a introducir una gran inseguridad al- rededor de los conflictos legales, pues cualquier actor puede recurrir a varias normas para re- clamar sus derechos; esto aplica tanto para los indígenas como para los terratenientes no-indí- genas. También ha resultado en la constitución de diferentes grupos organizados, los cuales se legitiman a sí mismos y de esta manera sus fines de acuerdo con diferentes documentos. Con los mismos documentos deslegitiman, respectiva- mente, a sus oponentes. Se puede observar lo que se llama “forum shopping” (K. von Benda- Beckmann, 1984), es decir, cada parte en un 193 conflicto recurre a la institución que promete decidir a su favor. De la misma manera cada fracción de la comunidad se alínea con institu- ciones externas (estatales o no-estatales) que corresponden a sus agendas9 La relación dinámica entre las normas jurídicas plurales y las prácticas de actores so- ciales deben ser investigadas empíricamente, pues afectan las relaciones y los conflictos entre grupos y fracciones en arenas locales, por esto proponemos al menos dos dimensiones com- plementarias para conceptualizar la interrela- ción entre normas y prácticas. En la primera podemos entender las normas jurídicas como condiciones, bajo las cuales los actores desarro- llan sus estrategias, y en la segunda analizare- mos cómo los actores perciben e interpretan estas normas, cómo las entienden y cómo las utilizan o manipulan para sus propios fines. De esta manera podemos analizar la relación entre las estructuras o condiciones y las acciones en el área del desarrollo rural. Políticas indígenas, el derecho y proyectos de desarrollo Retomando al tema del PHED, particular- mente la situación a finales del 2006, la legis- lación vigente estipula consultar a los térrabas antes de realizar estudios para una eventual construcción. Esta tarea ha resultado difícil a tal punto que provoca tensiones y polémicas entre la comunidad y el PHED, esto se da prin- cipalmente por la existencia de varios grupos y fracciones en esta comunidad, entre las cuales ninguna cuenta con aceptación suficiente para poder ser su representante político. Cada una de estas fracciones se legitima utilizando dife- rentes documentos jurídicos y obteniendo el respaldo de diferentes partes de esta comuni- dad. No pretendo (ni sabría) sugerir cómo se puede resolver esta situación. En su lugar pro- pongo considerar algunos factores sociológicos que podrían servir para elaborar un marco teó- rico-metodológico que facilitara el estudio de casos como el presente. Las normas jurídicas, documentos y pla- nes para programas del desarrollo muchas ve- ces operan con conceptos holísticos como “la comunidad”, “el pueblo indígena” o “la cultura”. En lo discursivo estas representaciones nos sirven para describir una realidad compleja y para formular planes o ideas de cómo guiar o mediar estas realidades. Sin embargo, a la hora de la implementación de estas intervenciones, es decir, cuando los planes o las leyes deben ser ejecutados, éstos interactúan con una realidad que muchas veces pareciera ser más compleja de lo que los conceptos sugieren. En las prác- ticas sociales esto deja considerablemente un espacio para interacciones y negociaciones de los actores locales. Para el PHED, por ejemplo, trabajar en Térraba ha significado un reto enor- me, el cual requiere de una investigación sobre esta comunidad y al mismo tiempo la informa- ción sobre sus miembros para evitar prejuicios, malentendidos y reacciones negativas basados en experiencias anteriores con las políticas del Estado Nacional y colonos no-indígenas. Tam- bién significa tomar en cuenta la coexistencia de varias normas diferentes, muchas veces con- tradictorias y con proponentes opuestos a nivel local. Durante el tiempo de investigación para el presente artículo, se mostró casi imposible para esta institución actuar de una forma que no culminara en el rechazo por parte de uno u otro grupo indígena. En un nivel más general, podemos resu- mir que las acciones en nombre del desarrollo intervienen en un contexto local caracterizado por el pluralismo jurídico y los conflictos exis- tentes. Pueblos, comunidades y culturas no son entidades holísticas con límites definidos, las cuales actúan unidas, sino que representan are- 9 Se ha observado que proyectos de desarrollo y la cooperación internacional establecen normas específicas para sus colaboradores y beneficiarios (Weilenmann, 2004). Estos regalos son regionalmente y temporalmente limitados y muchas veces no concuerdan con ningún proceso democrático, ni se toman en cuenta el pluralismo y las normas ya existentes. CAMPREGHER: Propuesta de acercamiento al estudio de políticas indígenas y el desarrollo; el caso Terraba... 194 Cuadernos de Antropología nas locales constituidas por individuos y grupos heterogéneos con una multitud de relaciones y diferentes instituciones externas. Además he- mos visto que la dicotomía local-global no se compone de categorías mutuamente exclusi- vas, pues pudimos observar que las normas nacionales e internacionales son elementos in- tegrados en los contextos locales. Conclusión Concluiremos resumiendo algunos ele- mentos para una teoría de políticas indígenas frente a procesos de desarrollo y a cambios so- ciales. Para entender los procesos de desarrollo no basta analizar exclusivamente los discursos que acompañan las políticas de desarrollo como lo han practicado algunos representantes de la antropología del posdesarrollo en los años no- venta. Necesitamos investigar empíricamente los procesos y las interacciones entre distintos actores sociales. Propusimos algunos concep- tos teóricos como el “habitus”, la “arena”, y las cuatro formas de capital, los cuales ayudarán a analizar y a entender las estrategias de actores, así como una noción sociológica del Derecho. Aplicamos este marco teórico y sus conceptos para estudiar la relación entre la comunidad in- dígena de Térraba y el Proyecto Hidroeléctrico El Diquís. Lo primero que pudimos observar es que no es “la comunidad”, quien negocia con este proyecto, sino que son diferentes grupos y sus representantes. Condiciones históricos han contribuido con la fragmentación de la organización política de esta comunidad. Sin embargo, los documentos, las leyes y los planes de proyectos muchas veces tratan las comuni- dades como si fueran entes o actores sociales. Como antropólogos tenemos la oportunidad de observar “las comunidades” de cerca y de traducir entre la realidad social y lo discursivo. Por lo general, deberíamos cuestionar con- ceptos holísticos que sugieran unidades o ac- tores sociales que no necesariamente existan como actores o unidades, por ejemplo “el pue- blo” o “la comunidad”. Sin embargo, estos con- ceptos se encuentran frecuentemente en docu- mentos jurídicos que aspiran establecer normas sobre prácticas sociales. Sin duda, el derecho representa un elemento clave para estas prác- ticas, sin embargo, necesitaremos investigar cuáles son los actores en procesos de desarrollo y qué significado tiene el derecho para sus estra- tegias. No consideramos al derecho sólo como las condiciones para las estrategias de actores, sino que también es manipulado y utilizado como un recurso por estos mismos para justi- ficar sus agendas. En Térraba son las asociacio- nes formales integradas por grupos familiares, las cuales retomaron diferentes normas jurídi- cas para entrar en cooperación con organiza- ciones internacionales y con el mismo Estado; la Asociación de Desarrollo Integral, el llamado “gobierno local”, no cuenta con suficiente respal- do en la comunidad, ni existe un representante político de toda la comunidad de Térraba. Bibliograf ía Arce, A.; Long, N. (ed.). 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