Entre el 10 de julio y el 10 de agosto de 1887, Pío Víquez, Director de la Impren- ta Nacional y redactor de La Gaceta Oficial, fue asignado para escribir una relación del viaje que realizó el Presidente de Costa Rica, General Don Bernardo Soto a la República de Nicaragua. El objetivo de esta visita presidencial fue negociar un nuevo convenio de límites entre ambos países, el tratado Soto-Carazo. En esta relación, Pío Víquez incorporó al leguaje convencional -en este caso ofi- cial- las maneras vulgares de representar lo real, lo cotidiano. Por ello, en este escrito se pueden estudiar, los rituales de iniciación, las formas simbólicas, la representación del poder y nos permite entender los procesos utilizados en las operaciones discriminatorias de las instituciones políticas, sociales y culturales. Es así, como en esta relación se puede estudiar las relaciones de poder a fin de posibilitar la interpretación de las diversas prác- ticas y analizarlas como parte integral de la lucha simbólica entre las clases y fracciones de clase.1 La crónica muestra como el poder se teatraliza, se representa y se celebra para reafirmar su presente y legitimarse. Al igual que en las sociedades modernas, en estas Anuario de Estudios Centroamericanos, Universidad de Costa Rica, 22(1): 109-124, 1996 VISITAS OFICIALES, DISCURSOS DE TRES LEGUAS, CAMPANUDOS Y RIMBOMBANTES: RELACIÓN DEL TRATADO SOTO-CARAZO, 1887 Abstract This article analyses, from a comparative perspective, the political culture of Costa Rica and Nicaragua at the end of the 19th century. It also explores the social and political background to the negotiations by the presidents of these two states which analysis is based on an official account written by Pío Víquez, on the orders of General Bernardo Soto, of their journey to Nicaragua for the signing of the treaty. Resumen En este artículo se analiza, desde una perspectiva comparativa, la cultura política de fines del siglo XIX en Costa Rica y Nicaragua. A la vez, se explora el transfon- do social y político de las negociaciones efectuadas por los mandatarios para con- cretar el tratado de límites Soto-Carazo, en julio de 1887. El análisis es efectuado a través de la relación oficial que escribiera Pío Víquez por orden del General Ber- nardo Soto. El objetivo de esta relación fue documentar el viaje a Nicaragua, cuyo fin último fue firmar el tratado de límites. Patricia Fumero Vargas representaciones, los signos de distinción presentes en todas las actividades sociales están basados en el consumo, área fundamental para instaurar y comunicar las dife- rencias en la creación de las sociedades modernas y democráticas, como las plantea- das por el ideario liberal de fines del siglo XIX. Estos intelectuales propusieron una or- ganización social basada en un nuevo orden cuya autonomía estaba condicionada. Con ello no pretendemos negar la reformulación romántica de un precario nacionalis- mo oficial. De esta forma, la relación contribuyó a la formación de la cultura política costarricense, y evidencia la forma en que los políticos se conciben a sí mismos. De- bemos destacar que una característica de la cultura política de la época es que tuvo como base los pequeños grupos vinculados por relaciones familiares. A la vez, esta cultura política fue promovida por una creciente secularización de la misma y cuya ba- se fue un proyecto democratizador.2 Víquez presenta la actuación social y política de ambas comitivas como una pues- ta en escena de los protagonistas, en este caso los actores principales fueron el Presidente de Costa Rica, General Bernardo Soto (1885-1889) y el Presidente de Nicaragua, Evaristo Carazo (1887-1889). En este punto nos debemos preguntar ¿cuál es el papel de los ritos y las conmemoraciones en el desarrollo de la cultura y de la hegemonía política? El proyecto liberal secular difundió por toda la escala social las nuevas normas que la regían. Por ello, el pueblo participó en los ritos sagrados de la nación y de sus re- presentantes mediante la participación activa en las fiestas de bienvenida, escuchando los discursos en los edificios públicos y las plazas, y en las visitas oficiales que se efec- túan a los principales y más representativos centros de educación y población. De esta forma, los ritos se ponen en el plano de lo cotidiano, demostrando los protagonistas y el pueblo -como espectador- su “cultura” al reconocer los símbolos que se despliegan e in- tervenir correctamente en los rituales que se están reproduciendo. El pueblo intervino desplegando los símbolos patrios, ondeando las banderas de ambos países al paso de los Presidentes, cantando los himnos, elaborando los arcos triunfales, disfrutando los juegos de pólvora y la música de la nación: los himnos de ambos países ejecutados por las bandas militares o las filarmonías locales. Es en este sentido que las conmemoraciones masivas permiten o más bien pre- tenden ser el reflejo de lo nacional, perpetúan el orden establecido, disfrazan la hetero- geneidad y las diferencias existentes. En suma, el ritual oculta y neutraliza la inestabili- dad social y en el presente caso, la inestabilidad política, al legitimar un acuerdo que no contaba con amplio apoyo de los sectores influyentes de ambos países. Los discursos oficiales representan lo que se cree es el sentir del pueblo. En este punto utilizaremos una cita de Bertold Bretcht que pone de manifiesto la importancia que tenía la elabora- ción de los discursos “Los mensajes [que] los hombres de Estado, escribían hace medio siglo, no son arranques impulsivos y espontáneos. Son elaborados y reelaborados desde muchos puntos de vista y se fija una fecha para su lectura”.3 En la visita oficial del General Soto a la República de Nicaragua, otro de los esce- narios utilizados para legitimar el convenio fueron las escuelas, los colegios y los institu- tos visitados. Estos espacios se han utilizado tradicionalmente para reproducir y legitimar la identidad nacional, así las instituciones educativas intentan reflejar el progreso y el de- sarrollo nacional. 110 ANUARIO DE ESTUDIOS CENTROAMERICANOS La delegación oficial estuvo constituida por el Lic. Cleto González Víquez, Minis- tro de Gobernación y Relaciones Exteriores; Manuel Aragón, ex-Ministro de Hacienda; Lic. Ezequiel Gutiérrez, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia; Lic. Gerardo Castro, Magistrado Fiscal de la Corte Suprema de Justicia; Camilo Mora,4 Gobernador de la Pro- vincia de San José; Pío Víquez, Director de la Imprenta Nacional y redactor de La Gace- ta Oficial; Dr. Juan J. Ulloa, Cirujano Mayor del Ejército; Pablo Biolley, profesor del Li- ceo de Costa Rica. Además acompañaron a la comitiva oficial los siguientes edecanes: Teniente Coronel, José S. Aguilar; Sargento Mayor, Rodolfo Rojas; Sargento Mayor, Ma- nuel Ulloa; Capitán, Alberto Soto; Tesorero, Manuel Vargas; Juan Antillón, barbero; Isidro Incera; Francisco Ugalde y siete asistentes más. 1. El viaje A las 11 de la mañana de 10 de julio, el Presidente Bernardo Soto partió de la es- tación del Ferrocarril al Atlántico en San José rumbo al Puerto de Corinto, en Nicaragua. Lo escoltaron hasta la ciudad de Alajuela una gran comitiva de allegados al señor Presi- dente. Tal fue la afluencia de acompañantes que pese al hecho de haberse habilitado un número suficiente de carros del ferrocarril, algunas personas tuvieron que quedarse en la estación por falta de lugar. Media hora después, el tren hizo su primera parada en He- redia, en donde una multitud de personas se habían reunido para despedir al Jefe de la Nación. Luego de recibir los honores de las autoridades y los habitantes de esta ciudad, el tren prosiguió su camino a la estación de Alajuela. La comitiva recibió de los pueblos ubicados en el trayecto ofrendas y muestras de aprecio y apoyo. Posteriormente, se en- rumbaron hacia Atenas, lugar en donde se recogieron las bestias necesarias para prose- guir el viaje hacia Puntarenas.5 En Puntarenas los recibió Francisco Rohmoser, importante exportador de café y amigo íntimo del General Soto. Rohmoser se encargó, personalmente, de hospedar al Presidente y al Ministro y a otros miembros importantes de la comitiva, mientras que la elite porteña recibió a los delegados con una cena en el Hotel Macadam y los deleitaron con un “tamborcito y la marimba... y las vivarachas y bailadoras mulatas...”6 A partir del primer tratado de límites firmado entre Costa Rica y Nicaragua en 1858, ambos países habían tenido problemas por la definición de los mismos, en espe- cial por el interés de los Estados Unidos en la construcción de un Canal Interoceánico en la llamada Vía del Tránsito.7 Por ello se solicitó al Presidente de los Estados Unidos, en 1886, que emitiera un laudo para ratificar la firma del tratado de Guatemala de 1886.8 Los problemas de límites y la presión por los intereses canaleros provocaron que el Pre- sidente Próspero Fernández, desde su lecho de muerte promoviera la guerra entre am- bos países. A partir de la toma de posesión de su yerno y Jefe de los Ejércitos costarri- censes, el General Bernardo Soto, se propició una salida diplomática al problema. Es en este contexto y con el apoyo del Congreso Constitucional de la República, de la opinión pública y del pueblo costarricense, que el General Soto parte hacia la conferencia de Managua el 10 de julio de 1887. Las expectativas que se tejieron alrededor de esta reunión fueron grandes y en esta relación queda patente el despliegue de la diplomacia tica y nica. Intentando mostrar el poderío costarricense -el Presidente- por intermedio de Francisco Röhmoser logra que el buque norteamericano “San Blas” llegue desde Panamá y los lleve al Puerto 111Visitas oficiales, discurso de tres leguas, capanudos y rimbonbantes... de Corinto. A pesar de los augurios de fiebre amarilla y disentería, el Presidente y su co- mitiva partieron expectantes hacia el puerto nicaragüense donde los esperaban más de 4.000 personas, doce naves empavesadas pertenecientes a diferentes nacionalidades, una nave de guerra norteamericana, y el recibimiento de veintiún cañonazos en honor a tan distinguido huésped. Para este viaje el Presidente Soto disponía de 30.000 pesos del erario público, aunque todos los gastos de la comitiva correrían por cuenta del gobierno nicaragüense. A partir del momento en que Víquez y la comitiva oficial salen de San José ha- cia Managua, el autor se dedica a presentar el viaje como una vivencia carnavalesca. Nos presenta la cultura oficial y popular incluyendo imágenes carnavalescas ambivalen- tes asociadas con la risa y opuestas a la cultura oficial. Es importante este aporte trans- gresor de Víquez al mostrar a las principales figuras gubernamentales de Nicaragua y 112 ANUARIO DE ESTUDIOS CENTROAMERICANOS Ruta del viaje del Presidente de Costa Rica, General Bernardo Soto a la República de Nicaragua. 10 de julio - 10 de agosto, 1887 NICARAGUA COSTA RICA OCEANO PACIFICO MAR CARIBE Lago de Nicaragua FUENTE: Reconstruido a par- tir de Pío Víquez. Rela- ción del viaje del Señor Presidente Bernardo Soto a la República de Nica- ragua. Imprenta Nacional, San José, 1887. PREST: Patricia Fumero, 1996. DIB: Elena Pineda Ledezma, 1996. Costa Rica como personas que participan en los banquetes y refrigerios, así como en los bailes y los soirées en donde se come, se bebe, y muestra elementos ligados a la inges- tión -forma vinculadas a la fiesta popular-, a los eventos oficiales. En ella Víquez hiper- boliza el banquete. Muestra como el comer, acto inseparable desde la antigüedad que reemplaza, en el sistema de imágenes, al proceso de trabajo. En él, toda la sociedad par- ticipa por igual, aunque la apropiación de los elementos y símbolos que se despliegan es diferenciada, así todos los sectores sociales participaron de la construcción de la rela- ción pueblo-gobernantes y, en este caso, también de la construcción de la relación entre dos sociedades, la costarricense y la nicaragüense.9 2. De Corinto a Managua El 15 de julio, a las dos de la tarde sale el tren de Corinto. Soto es acompañado por los ministros más prominentes del gabinete del Presidente Evaristo Carazo. Entre los miembros más destacados de la comitiva nicaragüense se encontraban, el Inspector Ge- neral del Ejército, Isidro Urtecho; los Ministros, General Guzmán y Castillo; el Subsecre- tario de Gobernación, Lic. Pedro González; el Lic. Buenaventura Selva, Presidente de la Suprema Sección Judicial de Occidente; el Dr. Roberto Sacasa, Presidente del Protomedi- cato; Lic. Miguel Granera y don Mariano Barreto, Comisionados de la Municipalidad de León; don Bernabé Mejía, representante de la Municipalidad de Managua; Lic. Fruto Pa- niagua, representante de la Junta de Fomento de Corinto; los señores Silviano Matamo- ros, Lic. Miguel Ramírez y don José Madriz, por el Instituto Nacional de Occidente, entre otras personalidades. Carazo no pudo recibir a la comitiva costarricense por estar enfermo, pero no por ello fue menos lucido y protocolario el recibimiento que se le brindó al mandatario tico. A partir de este momento, Víquez inicia la comparación de la cultura, la educa- ción, la raza y hasta el clima de ambas naciones. Es así cómo, en procura de describir el clima de Nicaragua nos manifiesta “El clima allí...es mucho más ardiente tanto, por lo menos, como el de Puntarenas en la época de más calor. Así pues, las bebidas más estimulantes no tienen como en los climas frescos, mucha ocasión de perjudicar la cabeza; casi tan pronto como son tomadas pa- san del estómago á la epidermis: la transpiración es continua y abundante...”10 Igualmente compara las poblaciones, a Corinto nos lo describe como un “...case- río... pero los edificios nacionales corren parejos con los que tenemos en igual orden en nuestros puertos del Pacífico y del Atlántico, Puntarenas y Limón. La primera de estas ciu- dades, supera indudablemente, con gran ventaja, á Corinto... Pero también es cierto que Centro América no tiene en el Pacífico otro puerto como el nuestro, y tal vez no exagera- ría si dijese que tampoco México...”11 El estereotipo de la superioridad racial y cultural del costarricense está presente a lo largo de la relación, por ello establece que “...en la beldad leonesa prevalece, lo mismo que en la de Chinandega, el tipo moreno bañado suavísima- mente en múrice: pero el blanco, casi marmóreo, no se echa de menos...”12 Se comparan inclusive los conceptos de moralidad presentes en ambas sociedades. Del puerto de Corinto se parte hacia León. Chinandega fue la primera ciudad que visitaron de allí partieron hacia León, de León a Momotombo y de Momotombo, fi- 113Visitas oficiales, discurso de tres leguas, capanudos y rimbonbantes... nalmente a Managua. De Managua se fue a Granada, de Granada a Masaya, de Masaya a Rivas, de Rivas a Greatown, de Greatown a Limón y de Limón a San José. En la esta- ción de Chinandega los esperaba el Prefecto, la Corporación Municipal, todos los em- pleados civiles y militares y de hacienda, los curas, un número considerable de personas notables y gran parte del pueblo. Al igual que en todas las ciudades intermedias, por las que la comitiva pasó, estos fueron ovacionados, saludados con vivas atronadoras, salvas, música, y festejados con un refresco. A la vez, en todas las ciudades estuvo presente el decorado urbano. El tren llegó a León a las cinco de la tarde. Allí, “El entusiasmo era indescriptible. Mientras un gran número de caballeros cortejaban á su ilustre huésped, el pueblo gritaba lleno de júbilo, la banda tocaba escogidas piezas, las campanas repicaban á todo vuelo y el cañón lanzaba á cortos intervalos sus estruendo- sos estampidos. El espectáculo era grandioso. Quinientos niños formados en valla saluda- ban á la comitiva, agitando banderillas de los colores nacionales de Nicaragua y Costa Rica, y cien alumnos del Instituto Nacional, uniformados y portando sus rifles, formaron vallas é hicieron los honores correspondientes... Más de cinco mil personas de todas clases y condiciones acompañaban al digno Jefe de Costa Rica...”13 Al igual que en Granada, Rivas y Managua, en León se construyeron arcos triun- fales por los cuales pasó la comitiva, se adornaron las calles, casas y edificios principa- les. Las bandas de las ciudades musicalizaron los eventos -con música marcial y secular- y las señoritas de elite acompañaron a los huéspedes. Como parte de las actividades protocolarias, Soto dedicó sus tardes y sus noches para atender un sinnúmero de visitantes, miembros de los más granado de la sociedad nicaragüense. Departió con ellos en las visitas a los institutos educativos, a las institucio- nes políticas, en los bailes, en las cenas y en los refrescos. En estos actos, Víquez encon- tró que el servicio y las atenciones fueron evidentemente diferenciadas. Los ticos y los miembros más prominentes de la comitiva nicaragüense recibieron una atención de pri- mera, para los demás nicas el servicio y las atenciones fueron mínimas. Consecuente con las políticas de beneficencia y filantropía del Estado liberal cos- tarricense, el General Soto visitó el Hospital San Juan de Dios de León, al cual donó 1.000 soles. En el discurso que pronunció, Soto enfatizó que uno de sus deberes era fortalecer aquellas instituciones que brindaran beneficio y asistencia a los sectores marginados, si- tuación de la que estaba consciente ya que él estaba “...al corriente de las necesidades y miserias de sus semejantes...”14 De la misma forma y en nombre de los costarricense, do- nó al Hospicio de Huérfanos de “La Recolección”, 1.000 soles más. El Gobierno huésped se preocupó constantemente de enseñar a los visitantes el alto grado de desarrollo educativo y social que habían logrado. Así, los costarricenses quedaron deslumbrados, el 28 de julio, al asistir a las actividades que el Instituto Nacio- nal de Oriente les tenía preparado. El edificio estaba adornado con palmas, coronas y los pabellones y escudos de ambas naciones. La música y los ejercicios militares marca- ron las actividades, pero fue la participación de los escolares la que deslumbró a los vi- sitantes. Los niños entraron con faroles y en las graderías del Instituto formaron -con sus faroles- la bandera y el escudo de Costa Rica. Además, al efectuar un movimiento sin- cronizado formaron la inscripción que decía: “La juventud escolar nicaragüense saluda con cariño fraternal a la noble Costa Rica. 28 de julio de 1887”,15 a la vez, formaron el 114 ANUARIO DE ESTUDIOS CENTROAMERICANOS nombre del General Bernardo Soto. Además de esta muestra fraternal, los educandos se dedicaron a recitar los poemas que para la ocasión habían compuesto. Entre poesías a las naciones y para la figura del Presidente Soto, destaca la siguiente compuesta por el alumno Cesar Pasos El pueblo nicaragüense Ambos son Americanos, En sentir y en amar ducho Vecinos, republicanos, Quiere mucho, quiere mucho Y para su mutua gloria Al pueblo costarricense. Deben ser en nuestra historia Y es natural que así piense: Siempre hermanos, siempre hermanos.16 3. En Managua “...Parece difícil y hasta imposible que acierte á daros cuenta exacta del modo cómo la pasamos nueve días en Managua, y menos aún de aquel camino recto y desembarazado por donde las dos repúblicas caminaron departiendo en amable fraternidad, hasta el fin hermoso donde los afectos y las voluntades de ambas lograron asestar el golpe de gracia á los celos, desconfianzas é intereses mal entendidos, que en otros tiempos entibiaron sus amistosas relaciones...”17 Evaristo Carazo gobernó Nicaragua en el período llamado de los “Treinta Años Conservadores” (1857-1893). Estos gobiernos supusieron cierta estabilidad al interior de Nicaragua, y es por ello que la capital del país tuvo su sede en Managua. Durante este período, Nicaragua experimentó importantes cambios económicos, sociales y políticos que favorecieron el desarrollo de un capitalismo agrario.18 Es en este contexto que el Es- tado reorganizó la administración pública, emitió nuevos códigos, fomentó el transporte y las comunicaciones e impulsó el sistema educativo.19 Es en este marco político que el Presidente Carazo firmó el convenio limítrofe con el Presidente Soto. Por ello, Carazo procuró abrir a la discusión nacional el conve- nio que se firmaría con Costa Rica. De esta forma, invitó a Managua a los ciudadanos destacados del país con el fin de someter el asunto a su conocimiento y estudio. Partici- paron en esta discusión los jefes de los partidos políticos, políticos experimentados y ex- pertos nicaragüenses. Así, Carazo buscó legitimar el convenio y a su gobierno y, a la vez lograr un consenso nacional. De igual forma, el General Soto, había sometido el conve- nio al examen de los ilustres costarricenses. Esto no significó que el acuerdo no tuviera sus detractores; muy por el contrario, algunos de ellos dieron a conocer su opinión a través de la prensa local. Los diferentes sectores sociales participaron por medio de tele- gramas enviados a Costa Rica por los miembros de la comitiva y del mismo Presidente, los cuales fueron publicados en la prensa local. Fue de esta forma que la opinión públi- ca costarricense estuvo enterada de los acontecimientos. Las negociaciones realizadas por ambos presidentes, así como por los Ministros de Relaciones Exteriores de ambos países y los juristas que los acompañaron, fueron un éxito diplomático y político. El convenio determinó lo siguiente: el permiso de desviar aguas del río Colorado en la parte necesaria para mejorar la navegación del río San Juan. Costa Rica contribui- 115Visitas oficiales, discurso de tres leguas, capanudos y rimbonbantes... ría, con la cuarta parte de los gastos necesarios para mejorar el San Juan, en la sección que corre abajo de río Colorado. Se concretó el derecho de la libre navegación comer- cial en este río y en el lago. Se reconoció los derechos que tendría Costa Rica sobre el futuro Canal Interoceánico. Se le reconociera a Costa Rica el voto consultivo en conce- siones de canal o de tránsito para que no se perjudicara sus derechos. Se estipuló el permiso para navegar en aguas de Nicaragua sin ejercer jurisdicción. En este punto se determinó nombrar unas comisiones para fijar la línea divisoria y para la correcta con- clusión de los trabajos. También se especificó, la subsistencia del convenio arbitral mien- tras este no se canjeara.20 Según los estudios de Francés Kinloch, la clase gobernante nicaragüense propa- gó en el imaginario nacional, entre 1838 y 1909, un destino histórico colectivo que se cumpliría con la construcción de un canal interoceánico. Esta sería la ruta del progreso, de la inserción a la economía mundial, al privilegiar las comunicaciones y el comercio, y la constitución de una nueva raza a partir de la inmigración extranjera. Así, la estrecha asociación de la idea nacional y el proyecto canalero promovió enfrentamientos con los demás Estados centroamericanos.21 De allí, la importancia de definir los límites y la juris- dicción que cada uno de los firmantes mantendría. Las conferencias diplomáticas se realizaron tres días después del arribo de Soto a Managua. De antemano, ambos mandatarios se habían asegurado el apoyo de sus res- pectivos congresos y ciudadanos prominentes. Así, las negociaciones, basadas en conce- siones recíprocas llegaron a buen término. Los días siguientes transcurrieron entre cenas musicalizadas por las principales bandas nicaragüenses, visitas oficiales y el fastuoso bai- le oficial que el Gobierno huésped brindó al Presidente Soto con el concurso de los miembros más selectos de la sociedad de ese país. El esplendor y el lujo de este baile fue tal que hasta el hielo se mandó a traer de Panamá. En el entreacto, los miembros de la comitiva tica aprovecharon para establecer vínculos con las principales familias y señoritas de la sociedad de Managua. Víquez de- dica más espacio a estas actividades que a las oficiales. De esta forma la relación es bas- tante rica al describir los rituales y las formas cortesanas de la sociedad.22 4. De Managua a Granada El Presidente Soto empezó a sentir la presión del tiempo y por ello solicitó que el Baile de Gala se efectuara lo antes posible, pues lo estaban esperando en Granada y en Rivas. La visita de Granada le aseguraba no herir las susceptibilidades regionalistas nicaragüenses. El General Pedro Joaquín Chamorro tuvo el honor de brindar al Presidente Cara- zo y al Presidente Soto la cena de honor en su casa de habitación. Inclusive, los alum- nos del Instituto Nacional de Oriente pintaron los retratos del General Soto y el de su esposa, Pacífica Fernández, para adornar el salón que se utilizó con la finalidad de aga- sajar a los mandatarios. Como siempre se efectuaron discursos protocolarios, entre los cuales destacó el del General Isidro Urtecho, quien en especial halagaba al ejército y al sistema educativo costarricense “os propongo un brindis muy simpático para los nicaragüenses: un brindis por el heroico ejército de Costa Rica. De dos cosas ha cuidado siempre Costa Rica con laudable celo: de 116 ANUARIO DE ESTUDIOS CENTROAMERICANOS la escuela y del ejército. En la escuela forma al ciudadano, y en el cuartel al soldado; y de la escuela al cuartel ha salido ese noble del soldado costarricense, modelo del soldado centroamericano...”23 al mismo respondió Enrique Guzmán brindando “porque la sangre de Costa Rica y Nicaragua sólo corra mezclada en el mismo campo de ba- talla, cuando las dos hermanas combatan al enemigo común, ora proceda éste del Norte y se apellide bucanero yankee, ora venga de Occidente y se llame autocracia semi-salvaje”.24 Unido a las fiestas, cenas y brindis con los diferentes miembros de la sociedad granadina, el Presidente Soto efectuó una visita oficial al Hospital de Caridad de Grana- da. Allí, en un intento por reforzar los vínculos de solidaridad entre ambos países, donó 5.000 soles. En medio de estos festejos el Presidente Soto recibió la noticia de que el Congreso “nicaraguano” rechazó el convenio. Víquez ni siquiera entra en los detalles, ni presenta explicaciones de por qué el Congreso rechazó el acuerdo, y después de haber- le dedicado un único párrafo a este suceso tan importante, pasa a describir las casas gra- nadinas y el costo de alquiler de las mismas. Resalta la importancia del club de la ciudad y lo inferior que es la ciudad “reina de los lagos” a la ciudad de San José, aunque da crédito al desarrollo cultural y el grado de “civilización” que las clases altas nicaragüen- ses han logrado. De la misma forma apunta que, en definitiva, “...la plebe, ó sea la clase ínfima, sí me parece tanto en los hombres como en las mujeres, muy inferior á lo nuestro. Nosotros no tenemos esa gerarquía (sic) infeliz, sino en parte mínima, á no ser que pongamos en ese orden á los indios, que por vivir reñidos con la ci- vilización, refúgianse allá lejos de los grandes centros, y sólo de tarde asoman para hacer algún comercio. El roto, en Nicaragua, es ignorante, pero discutidor y politiquero. Gasta la mayor parte de su tiempo en comentar los artículos de periódico, cuando sabe leerlos. Habla de sus derechos con un aplomo de diputado mañoso, en tanto que no se preocupa de conocer y cumplir sus obligaciones. No tiene qué vestir ni qué comer, pero en cambio guerrearía por los fueros del ciudadano libre...”25 Víquez señala con descuido la importancia de la cobertura periodística del even- to. Reporteros nicaragüenses siguieron, paso a paso, a ambos mandatarios. De esta for- ma cubrieron y difundieron el espacio cultural y político en que participaron. Aunque la prensa de finales del siglo XIX tuvo una circulación restringida, en otras palabras ventas restringidas, la amplia difusión de los diarios propicia la formación de una cultura políti- ca en un público en expansión.26 A través de las diferentes crónicas sociales y políticas, y de la reproducción de los telegramas y discursos la clase hegemónica de ambos países procuró ampliar el espectro de participantes a los eventos que transcurrieron entre la sa- lida de Soto y su comitiva de San José, y la despedida de Carazo en Rivas, y el regreso del Presidente Soto a la capital de Costa Rica. Las oligarquías liberales de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, inten- taron constituir y difundir en la base social el Estado nacional. Pero vemos que el resul- tado de este proceso fue el reordenamiento de algunas áreas de la sociedad, básicamen- te reestructurando las culturas urbanas y redefiniendo los conceptos de nación, pueblo e identidad. De esta forma, los liberales fomentaron la formación de la cultura ciudadana. 117Visitas oficiales, discurso de tres leguas, capanudos y rimbonbantes... En consecuencia, lo que realmente lograron fue consolidar una cultura de elite, exclu- yendo a las grandes mayorías urbanas y rurales. En este proceso, las prácticas simbólicas y los rituales permiten la reelaboración de los nuevos modelos que adoptaron y que fueron el indicativo de sus esfuerzos para consolidar la nación. Las crónicas en la prensa y la posterior publicación de la relación del viaje del General Soto muestran que no hay oposición entre lo público y lo privado, y cómo en este marco se confunden las lealta- des entre los intereses y las adhesiones locales y nacionales. Así, es importante la partici- pación de los maestros, alumnos e intelectuales en el proceso de difusión cultural. Por eso es importante que Víquez resalte “...sucede que aquí no podemos visitar oficialmente ninguna escuela de aldea, sin que el maestro y la maestra nos rompan los oídos y la paciencia con algún discurso de tres le- guas, campanudo y rimbombante, si es de ajena mano, y si es de propia, más insufrible todavía...”27 Otro elemento en el desarrollo de la cultura política, tanto costarricense como ni- caragüense es el favor, evidente a lo largo del relato de Víquez. El favor es un elemento que al interior del liberalismo tiene un papel determinante, pues a pesar de ser subjetivo forma parte del juego político que permite una coexistencia entre diferentes fuerzas y facciones y que permite cierta estabilidad y reconocimiento recíproco. Esto es más evi- dente en el caso de Nicaragua, donde la atomización de intereses y poder queda patente en la convivencia de un eje político-cultural triangular, entre León, Managua y Granada, pues en el caso costarricense la consolidación de San José como eje cultural y político es temprano.28 Granada despidió al mandatario costarricense agasajándolo con un banquete en la casa del General Pedro Joaquín Chamorro y un fastuoso baile de gala, el 31 de julio de 1887. Pese a que el baile terminó a altas horas de la noche, Soto y su comitiva oficial partieron, a las 7 de la mañana del día siguiente, en un “vaporcito”, hacia Rivas. 5. De Rivas a San José Luego de que todos se marearon y descompusieron durante el viaje en el vapor -incluyendo al Presidente Carazo- la comitiva llegó al Puerto de San Jorge, a las 3 de la tarde. Nuevamente, los esperaban los largos discursos, refrescos y una “señora entre aquellas formas juveniles apetitosas”, quien no permitió que la comitiva pusiera atención a lo que estaba sucediendo. De allí partieron hacia Rivas en donde fueron recibidos con cañonazos de bienvenidas, juegos de pólvora y profusos arcos de triunfo. Además, co- mo siempre, Víquez resaltó la forma en que en “...todas partes hicieron gala los nicara- güenses de exhibir su juventud estudiosa...”29 En este punto es importante resaltar que un factor fundamental en la difusión de las identidades, es el sistema educativo. De allí la importancia de la participación de los escolares y los colegiales a lo largo de la visita. Son estos, a través de los ritos y las con- memoraciones, los que renuevan -al teatralizarlos- la hegemonía política al promover la solidaridad afectiva y al reafirmar lealtades. La comitiva estuvo tres días en Rivas. Allí fueron agasajados con baile la primera y la segunda noche y una “fiestecita” en la tercera, a pesar de las incomodidades de no 118 ANUARIO DE ESTUDIOS CENTROAMERICANOS “...bailar sin que la turba se crea obligada á tomar parte en la fiesta, á menos, invadien- do puertas y ventanas... Costumbres propias de los pueblos en que la burda sencillez no ha sido todavía arrinconada por una línea divisoria de trazo bien hondo...”30 Los miembros de la comitiva disfrutaron a plenitud todas las fiestas, cenas, re- frescos y bailes que les fueron ofrecidos en compañía de los sectores populares y de las elites nicaragüenses. En Rivas la comitiva se separó, Víquez y algunos acompañantes viajaron a caballo por las llanuras del norte hacia San José, y el Presidente Soto y el res- to de la comitiva, acompañados por el señor Pellas -quien cubrió los gastos del viaje- navegaron por el Río San Juan hasta Greatown y de allí zarparon hacia Limón. Es por esta razón que el Profesor Biolley escribió la última sección de la relación del viaje del Presidente Soto. Así, ha “...llegado á Costa Rica, el señor Presidente ha pisado el suelo de Limón, y el viaje está concluido...”31 * En la relación queda evidente la necesidad de crear una infraestructura propa- gandística que de relieve a la figura del Presidente Evaristo Carazo y que legitimice el convenio a realizarse. Este tipo de acciones evidencian la débil estructura, legitimidad y representatividad del Estado. Por ello fue necesario representar al Poder Ejecutivo, con el objetivo de resaltar la imagen del gobernante y representarlo como si tuviera un am- 119Visitas oficiales, discurso de tres leguas, capanudos y rimbonbantes... Cuadro 1 Donaciones efectuadas por el General Bernardo Soto en su visita a Nicaragua, julio-agosto de 1887 Fecha Lugar Intitución beneficiada Cantidad 16 de julio León Hospital San Juan de Dios 1.000 soles 16 de julio León Hospicio de Huérfanos “La Recolección” 1.000 soles 25 de julio Managua Junta de Caridad del Hospital 5.000 soles 31 de julio Chinandega Casa de Huérfanos sin especificar 01 de agosto Granada Junta de Caridad del Hospital 5.000 soles 04 de agosto Rivas Junta de Caridad del Hospital 2.000 pesos fuertes Fuente: Víquez, Pío. Relación del viaje del señor Presidente de Costa Rica a la República de Costa Rica. San José, Im- prenta Nacional, 1887 120 ANUARIO DE ESTUDIOS CENTROAMERICANOS plio apoyo popular. Es en este punto, en el cual el despliegue del aparato burocrático del Estado y de las municipalidades es importante para movilizar las masas, y cuya fina- lidad fue lograr las simpatías de los sectores populares e intentar trasladar las lealtades locales hacia el Estado nacional. La visita del Presidente Bernardo Soto es convertida en un símbolo, al cual se le brindó todo tipo de respetos y honores.32 De esta forma, el General y el Presidente Cara- zo se trasladaron de población en población, siempre acompañados por las figuras prominentes del Gobierno y del ejército nicaragüense. Así el Estado, representado en estos, se visibilizaba y se aseguraba una resonancia nacional. Por ello, los miembros del aparato estatal se aseguraron de brindar a los visitantes, nicas y ticos, tributos y pompo- sos recibimientos que incluyeron vítores, fiestas, refrescos populares, bailes de gala, ce- nas exclusivas, adornos en las calles y las casas, despliegue de los pabellones de ambas naciones, arcos de triunfo y música, entre otros. Los Estados, nicaragüense y costarricense se aseguraron que esta publicidad lle- gara a toda la nación con el apoyo de la prensa escrita, de ambos países. En los edito- riales de los principales periódicos de ambas naciones, se publicaron las crónicas, los discursos pronunciados y los telegramas enviados por las diferentes autoridades y repor- teros de prensa, que a su vez daban fe del entusiasmo popular. En este viaje se eviden- cia la debilidad del Poder Ejecutivo, quien, al no contar con los recursos económicos, ni con instituciones suficientemente fuertes para centralizar el Estado, utilizaban este tipo de eventos para ampliar su esfera de acción. El Presidente Bernardo Soto llegó a la capital de la República de Costa Rica, el 10 de agosto de 1887, a las 2 de la tarde. Fue recibido con una “ovación espontánea y merecida” programada y organizada de antemano, acto en el cual participaron no menos de 4.000 personas incluyendo 700 alumnos de las escuelas públicas de San José. Ade- más se brindó un espléndido “lunch” del cual participaron los sectores populares. De la Estación al Atlántico, Soto y la comitiva caminaron en medio de un magnífico arco de honor, hacia el Parque Morazán, escoltado por un batallón de infantería.33 En este lugar, y aprovechando la coyuntura y la movilización popular, So- to develizó el busto de su suegro, el General Próspero Fernández, “a quien la República es deudora de grandes beneficios”. De esta forma, los liberales intentaron reelaborar y legitimar una figura de por sí cuestionada en el marco de las negociaciones fronterizas que efectuó el gobierno de Bernardo Soto. Esa mismo día, a partir de las 8:30 de la no- che hubo baile popular en el mercado. Notas 1. Para ampliar el tema, véase, Pierre Bourdieu. La distinction -Critique du jugement, (Mi- nuit, París, 1979). 2. Entendemos por proyecto domocratizador al movimiento que confía en la educación y la difusión del saber para lograr la evolución social, racional y moral. 3. Bertold Bretcht, Escritos sobre teatro, tomo 2 (Buenos Aires, Nueva Visión, 1973), p. 163. 4. Camilo Mora era hijo del Presidente Juan Rafael Mora, a lo largo de su vida tuvo una ac- tiva participación política. 121Visitas oficiales, discurso de tres leguas, capanudos y rimbonbantes... 5. La vía ferrocarrilera hacia el Pacífico se completo en 1905. En la década de 1890 se utili- zaba la llamada Vía Mixta en la cual se utilizaba un ferrocarril de Puntarenas a Esparza, de allí, en bestia hacía Atenas y posteriormente, se utilizaba el ferrocarril al Atlántico que conduciría finalmente hasta San José. 6. Pío Víquez. Relación del viaje del señor Presidente de Costa Rica a la República de Costa Rica. (San José, Imprenta Nacional, 1887), p. 13. Para estudiar la obra y la vida de Pío Ví- quez, véase, Julio Molina Siverio, Pío Víquez. Su vida -el periodista- el poeta (San José, EUNED, 1982). 7. Véase el trabajo de Francés Kinloch, “El Canal Interoceánico en el imaginario nacional. Nicaragua, siglo XIX”. En: Talleres de Historia. Nación y etnia. ¿Identidad natural o crea- ción cultural, No. 6 (Managua, Instituto de Historia de Nicaragua, 1994). Miguel Angel Herrera “Nacionalismo e historiografía sobre la guerra de Nicaragua, 1850-1889”. Revista de Historia, No. 2, Instituto de Historia de Nicaragua, UCA, 1992-1993, pp. 27-39. 8. Para ampliar sobre los problemas de límites entre Costa Rica y Nicaragua, véase la obra de Luis Fernando Sibaja, Nuestro límite con Nicaragua (San José, Comisión Nacional de Conmemoraciones, 1974). 9. Para ampliar sobre el significado del banquete, véase, Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de Francois Rabelais (Madrid, Alianza Editorial, 1990). Capítulo 4. 10. Víquez, p. 26. 11. Víquez, p. 27. En 1885, Víquez desempeña la Secretaría de la Legación de Costa Rica an- te el Gobierno de México. 12. Víquez, p. 35. 13. Víquez, p. 30. 14.. Esta cita es parte del discurso que efectuó el Presidente Soto ante la Junta de Caridad del Hospital de San Juan de Dios de León , el 16 de julio de 1887. Víquez, p. 193. 15. Víquez, p. 208. 16. Víquez, p. 211. 17. Víquez, p. 43. Esta cita evidencia la corporización de las naciones en la figura de sus presidentes. 18. Para ampliar sobre el tema véase Bradford Burns. Patriarch and Folk: the emergence of Nicaragua, 1798-1895 (Harvard University Press, 1991). 19. Para ampliar sobre los Treinta Años Conservadores, véase, Juan Luis Vázquez, “El perío- do de los Treinta Años Conservadores”. En: Carmen Collado, ed. Nicaragua (Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Nueva Imagen, 1988), pp. 87-109. Para ampliar sobre la forma en que configuraron las identidades colectivas los sectores dominantes y los sectores populares principalmente urbanos, véase el trabajo de Víctor Hugo Acuña, “Nación y clase obrera en Centroamérica durante la época liberal (1870-1930)”. En: Iván 122 ANUARIO DE ESTUDIOS CENTROAMERICANOS Molina y Steven Palmer, eds. El paso del cometa. Estado, política social y culturas popula- res en Costa Rica, 1800-1950 (Porvenir-Plumsock Mesoamerican Studies, 1994), pp. 145- 166. Para ampliar sobre los proyectos educativos, véase, Rodríguez, Isolda, “Proyectos educativos en el período formativo del Estado-nación, siglo XIX”. En: Kinloch, Francés, editora. Nicaragua en busca de su identidad (Instituto de Historia de Nicaragua-Progra- ma de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 1995), pp. 381-404. Sobre el capital cultu- ral y político nicaragüense del período, véase, David Whisnant, Rascally Signs in Secret Places. The politics of Culture in Nicaragua (Chapell Hill & London, University of North Carolina Press, 1995). 20. La República, (28-07-1887), p. 2. 21. Kinloch, “El Canal”, p. 39. 22. Para ampliar sobre el análisis de las sociedades y la función de las formas cortesanas, véase, Norbert Elías, La sociedad cortesana (México, Fondo de Cultura Económica, 1982). 23. Víquez, p. 217. 24. Víquez, p. 217. Al respecto Enrique Guzmán establecía que por su posición política no pensaba ir a visitarlo, en especial que estaba opuesto al gobierno de Carazo y pensó que el primer brindis que efectuó, en el cual levantó la copa por el “triunfo diplomático” que el Presidente de Costa Rica obtuvo fue mal recibido en los círculos políticos nicaragüen- ses. Enrique Guzmán, Diario Intimo (Managua, Tipografía Nacional, 1912), p. 193. 25. Víquez, p. 116. 26. Para profundizar sobre la esfera pública, véase, Roger Chartier, The Cultural Origins of the French Revolution (Duke University Press, 1991), capítulo 2. Para estudiar el impacto de la cultura escrita en el caso costarricense, véase, Iván Molina, El que quiera divertirse. Libros y sociedad en Costa Rica (1750-1914), (San José, EUCR, 1995). Para profundizar en el papel de la prensa en Costa Rica, véase, Patricia Vega De la imprenta al periódico. Los inicios de la comunicación impresa en Costa Rica, 1821-1850 (San José, Editorial Porvenir, Programa Latinoamericano de Periodismo, 1995). Para el caso nicaragüense no tenemos estudios similares. 27. Víquez, p. 129. 28. Para analizar la consolidación de San José como eje cultural y político, véase, Patricia Fu- mero, “La ciudad en la aldea. Actividades y diversiones urbanas en San José a mediados del siglo XIX”, en: Iván Molina y Steven Palmer, eds. Héroes al gusto y libros de moda. Sociedad y cambio cultural en Costa Rica, 1750-1900 (San José, Plumsock Mesoamerican Studies-Editorial Porvenir, 1992), cap. 2. Fumero, Teatro, público y Estado en San José: 1880-1914 (San José, EUCR, 1996). 29. Víquez, p. 156. 30. Víquez, p. 158. 31. Víquez, p. 178. 32. Para el caso salvadoreño, Héctor Lindo Fuentes analiza la forma en que el retrato del Presidente y Capitán General, Gerardo Barrios, fue trasladado a lo largo de la república 123Visitas oficiales, discurso de tres leguas, capanudos y rimbonbantes... salvadoreña con el objetivo de legitimar su imagen. Véase, Arturo Taracena y Jean Piel comp. Identidades nacionales y Estado moderno en Centroamérica (San José EUCR, 1995), pp. 87-96. Sobre la invención de tradiciones y los intentos de consolidar imágenes nacionales en Nicaragua, véase, Fumero, “De la iniciativa individual a la cultura oficial: el caso del General José Dolores Estrada, década de 1870”. En: Kinloch, Nicaragua pp. 307- 350. Francés Kinloch, “Civilización y barbarie: mitos y símbolos en la formación de la idea nacional”. En: Kinloch, Nicaragua pp. 257-276. Para ampliar sobre las formas de re- presentación, véase, Roger Chartier, El mundo como representación. Historia cultural: en- tre práctica y representación (Barcelona, Gedisa, 1995). 33. Víquez, p. 219-222. 124 ANUARIO DE ESTUDIOS CENTROAMERICANOS