219 Reflexiones sobre el contexto europeo y el primer plan de estudios en el campo del Servicio Social (Holanda, 1899) Reflections on the European context and the first curriculum in the field of Social Service (Holland, 1899) Reflexões sobre o contexto europeu e o primeiro currículo no campo do Serviço Social (Países Baixos, 1899) Freddy Esquivel*1 RESUMEN El presente artículo reflexiona sobre la naturaleza de la profesión de Servicio Social en Europa continental, a partir de las comple- jidades que abordó su primer plan de estudio en Holanda, en 1899. Para tal fin, destaca su articulación con las características del modo de producción capitalista industrial, la explotación del trabajo y la “cuestión social”, así como las complejidades que se priorizaron en la formación de este conjunto de agentes que, por vez inicial, se calificaban de manera más sistemática. ABSTRACT This article reflects on the nature of the Social Service profession in continental Europe, based on the complexities addressed by its first curriculum in the Netherlands in 1899. We highlight ar- ticulation with the industrial capitalist mode of production char- acteristics, the exploitation of labor and the “social question,” and the complexities that were prioritized in the formation of this group of agents who, for the first time, were qualified more systematically.  *1 Costarricense. Académico Escuela Trabajo Social, Universidad de Costa Rica.E- mail: freddy.esquivel@ucr.ac.cr. Artículo REVISTA PERSPECTIVAS N°36, 2020 | ISSN 0717-1714 | ISSN 0719-661X en línea | pp. 219-236 DOI: 10.29344/07171714.36.2131 Recibido: 05 de enero de 2020 · Aceptado: 26 de agosto de 2020 Palabras clave: Servicio Social, Europa, plan de estudios, historia, Holanda, capitalismo. Key words:   Social Service, Europe, curriculum, history, Holland, capitalism 220 Reflexiones sobre el contexto europeo y el primer plan de estudios en el campo del Servicio Social | Esquivel RESUMO Este artigo reflete sobre a natureza da profissão de Serviço So- cial na Europa continental, a partir das complexidades que fo- ram abordadas por seu primeiro currículo nos Países Baixos, em 1899. Para isso, destaca sua articulação com as características do modo de produção capitalista industrial, a exploração do trabal- ho e a “questão social”, bem como as complexidades que foram priorizadas na formação deste conjunto de agentes que, pela pri- meira vez, foram qualificados de forma mais sistemática. Palavras- chave: Serviço Social, Europa, currículo, história, Países Baixos, capitalismo. 221 REVISTA PERSPECTIVAS N° 36, 2020 | | ISSN 0717-1714 | ISSN 0719-661X en línea | “Holanda era la nación capitalista modelo del siglo XVIII” (Marx, 2008, p. 639). El presente artículo1 busca discutir el significado histórico y contex- tual de la configuración del primer plan de estudios en el campo del Servicio Social en la Europa continental, específicamente en Holan- da (1899), derivado de la fundación del Instituto para la Formación en Servicio Social en Ámsterdam (Mouro y Simões, 2001; Ander-Egg 1985; Bennik, 2000; ONU, 1958). La investigación bibliográfica fue la base desde la que se desarro- lló la argumentación de este artículo, recurriendo a textos históricos y teóricos de bibliotecas públicas y privadas, que brindaran sustento al análisis expuesto, tanto acerca de lo que ocurría en esas décadas en Europa, con particular atención en Holanda, como respecto de las condiciones de vida del proletariado industrial en el viejo continente. Los tópicos que se detallan en la exposición giran en torno al desa- rrollo de la explotación del trabajo en el contexto capitalista industrial, la “cuestión social”, el Estado moderno, el surgimiento de la base curri- cular inicial en el campo del Servicio Social, la positivización paulatina de su asidero racional, sus interconexiones primarias con las llamadas “ciencias sociales” (sociología, economía política y criminología), los servicios sociales y de la salud pública, así como estrategias asociativas de la clase obrera. La estructura analítica del artículo se orienta en el acuerdo estable- cido por ciertos debates contemporáneos en el Servicio Social (Netto, 1992; Iamamoto, 1992; Batista, 2002; Lessa y Tonet, 2008, por ejemplo), que decantan por un tratamiento ontológico de la vida social, a partir de la mediación de la categoría “trabajo”, orientada principalmente por la obra de Marx (2008) y los presupuestos que plantea Lukács (2007). El trabajo para nada se explica aquí en lo que conocemos como “empleo” en la sociedad capitalista; se hace referencia a esta categoría 1 El presente artículo es resultado parcial del proyecto de investigación “Derechos humanos y trabajo social: ¿Subsumir la emancipación? (VI-215-B9-212), inscrito de ma- nera individual por el autor en la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Costa Rica. Se deriva del eje ontología, ser social, etnos burgués y Servicio Social. 222 Reflexiones sobre el contexto europeo y el primer plan de estudios en el campo del Servicio Social | Esquivel en tanto permite dar cuenta de la sustancia elemental de la hominiza- ción y transformación del ser a ser social. De tal manera, penetrar en el análisis de la formación del Servicio Social en Europa, retomando su primer plan de estudios, desde un án- gulo ontológico de la existencia de la humanidad, implica comprender al capitalismo como un modo de vida, que requirió de la constitución de esta profesión para avanzar en la reproducción que le caracteriza; en letras de Marx: Al adquirir nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian de modo de producción, y al cambiar el modo de producción, la ma- nera de ganarse la vida, cambian todas sus relaciones sociales (...) Los hombres, al establecer las relaciones sociales con arreglo al de- sarrollo de su producción material, crean también los principios, las ideas y las categorías conforme a sus relaciones. Por tanto, esas ideas, estas categorías, son tan poco eternas como las relaciones a las que sirven de expresión. Son productos históricos y transitorios. (Marx, 1987, p. 68) Retomando las anteriores afirmaciones, el Servicio Social se edifi- ca como una categoría, porque justamente se desprende, de manera mediatizada, de las formas en que se reproduce el trabajo, se apropia la plusvalía por medio de la explotación y se acumula capital; quienes representan a dicha profesión se insertan en la socialización y sociabi- lidad que el modo de vida capitalista impone a las camadas de la clase trabajadora. El lugar y significado del Servicio Social fueron desatados por las formas en que la “cuestión social” se anilló a las estrategias de explota- ción, entrabando el “orden y progreso”, por tanto, se entremezcló en la materialidad que el capitalismo había alcanzado, desencadenando un proceso de alteración en la base donde se produce el valor. Netto, por su parte, complementa que la “cuestión social” es indi- sociable de la dinámica del capital en la era de los monopolios; en la que una de sus maniobras ha sido habituarla como pieza cotidiana de la vida social, a saber: (...) en primer lugar, con el carácter de urgencia, la manutención y la defensa del orden burgués, la “cuestión social” pierde paulatina- mente su estructura histórica determinada y es crecientemente na- 223 REVISTA PERSPECTIVAS N° 36, 2020 | | ISSN 0717-1714 | ISSN 0719-661X en línea | turalizada, tanto en el ámbito del pensamiento conservador laico como en el confesional (...) Entre los pensadores laicos, las mani- festaciones inmediatas de la “cuestión social” (fuerte desigualdad, desempleo, hambre, dolencias, penuria, desamparo ante coyuntu- ras económicas adversas etc.) son vistas como desbordamientos, en la sociedad moderna (léase burguesa), de características inevi- tables de todo y cualquier orden social, que puede a lo máximo, ser objeto de una intervención política limitada (preferencialmente con soporte “científico” ), capaz de armonizarlas y reducirlas a tra- vés de un ideario reformista (aquí, el ejemplo más típico es ofrecido por Durkheim y su escuela sociológica). En el caso del pensamiento conservador confesional, se reconoce la gravedad de la “cuestión social” y se apela para que haya medidas socio-políticas para dis- minuir sus efectos, se insiste en que su exacerbación es contraria a la voluntad divina (es emblemática aquí, la lección de León XIII, de 1891). (Netto, 2000, p. 155) Por tanto, como parte de los soportes que germinan de las entrañas del capitalismo y su sustento conservador, emerge el Servicio Social, legitimando el tratamiento de la “cuestión social” como materia moral, ideológica, cultural y propia de las clases subalternas. En las condiciones de la Europa capitalista del siglo XIX, la avan- zada de las agudizaciones de la “cuestión social” desembocó en la de- manda de una agente (en su extensa mayoría mujeres) especializada en la intervención, la organización rudimentaria de acciones filantró- picas, operatividad de ciertos servicios sociales, estudiosa de la moral urbana y de centros de habitación proletaria, así como de la vida coti- diana, de la socialización y la sociabilidad que caracterizaba los cam- pos de obreros (destacando en el caso de poblaciones como mujeres, niños, niñas y desempleados) (Martinelli, 1997). Por ello, el Servicio Social adquiere institucionalidad en razón de que las contradicciones de clases le fueron arraigando en la sociedad moderna capitalista burguesa; su futuro ha dependido de las condicio- nes en que se han transformado esas relaciones y la legitimidad que ha alcanzado en las confrontaciones hegemónicas y contrahegemónicas que se han materializado a lo largo de la historia; para el año 2019 ya llevaba 120 años de desenvolvimiento, con un crecimiento rampante en el mundo occidental y oriental (Esquivel, 2014). 224 Reflexiones sobre el contexto europeo y el primer plan de estudios en el campo del Servicio Social | Esquivel Si bien el plan de estudios en análisis respondió a un escenario, tiempo y espacio singular, tiene la particularidad de que explica el es- fuerzo pionero y sistemático por proyectar la formación en este campo profesional en la Europa continental. Un plan de estudios se entiende como una estructura que orienta el proceso de aprendizaje, bajo un patrón lógico de factores que deter- minan la formación de una persona, la cual debe reunir ciertas carac- terísticas acordes con la necesidad social por la cual se instituye esa propuesta; ese ordenamiento incluye los diferentes cursos y experien- cias académicas con los que se tienen que cumplir para lograr definida educación y certificación (Roldán, 2005). Es evidente que dichos planes son históricos, culturales, políticos, contextuales y proyectivos; además, se expresan como una manifesta- ción sintética y negociada en el tiempo y el espacio, determinando un proceso y estableciendo a su vez la manera en que se realizaría ideal- mente la formación que se personificará en quien se adentre en esa experiencia. Sin embargo, es menester hacer ciertas advertencias; en primer lu- gar, el Servicio Social para nada toma cuerpo como resultado de una fórmula curricular únicamente, sus contenidos de estudio son una manifestación de una de las variadas inflexiones que le han ido transfi- gurando a lo largo de la historia, como por ejemplo haberle dado lugar en los puestos de trabajo a sus atribuciones y áreas privativas, o, bien, definir la circunscripción de su legitimación en determinados marcos legales que sancionen y regulen su ejercicio. Para que existiese un plan de estudios, previamente los hilos de la historia debieron tejer un soporte organizativo, institucional y cultu- ral, que adquiriera legitimidad y aquiescencia de las configuraciones hegemónicas para su estructuración en un complejo entramado de piezas, a saber, las tensiones provocadas por la “cuestión social” en los emporios de las grandes urbes europeas (Inglaterra, Alemania, Fran- cia y Holanda), la insuficiencia o indiferencia de los saberes existentes para maniobrar en ese desolador escenario que aterró a la burguesía industrial y que obligó a convocar nuevos agentes para su compren- sión, estudio, intervención, refuncionalización y neutralización (Yaz- bek e Iamamoto, 2019). 225 REVISTA PERSPECTIVAS N° 36, 2020 | | ISSN 0717-1714 | ISSN 0719-661X en línea | Con ello cabe rememorar que la profesión en estudio aparece tar- díamente en el horizonte del capitalismo, el cual había dejado en el tiempo sus expresiones mercantilistas y comerciales (Kriedte, 1987; Dobb, 1971), adquiriendo visibilidad hasta un momento de tensión de la era industrialista, que también se había establecido décadas atrás. Lo anterior, porque ha sido evidente que esta profesión, como aquellas que adquirieron el empuje de la burguesía en la era industrial, fue instrumentalizada para obstaculizar la irreverencia y emancipa- ción que la clase trabajadora, sintetizada bajo el alero del comunismo, el anarquismo y el socialismo. Por su parte, la asistencia social dirigió genuinamente sus accio- nes amparada en propuestas conservadoras, tales como el coope- rativismo, la articulación productiva con las cámaras de patronos, la legitimación de la filantropía y las prácticas de ahorro salarial en tanto mecanismos para sufragar sus necesidades de clase (Mouro y Simões, 2001). La visibilidad de esta profesión también se refractó por el respaldo de otras bases de la institucionalidad europea, como la iglesias católica y protestante; justamente, a partir de la conocida doctrina social que se derivó potencialmente de las encíclicas papales de fines del siglo XIX, se localizan argumentaciones conservadoras determinantes para dar sustancia a las prácticas y razonamientos que asentaron a esta catego- ría (Netto, 1992). Para que emergiera el Servicio Social como profesión, el conoci- miento y las relaciones de la “intelectualidad orgánica”, que direccio- naba los patrones sociológicos y económicos de la época, adolecieron de un alcance efectivo para atender el marasmo de complejidades que arrojó la era del capitalismo industrial; las obras de Le Play suman una evidencia ilustrativa (Garrigós, 2006). Así las cosas, el contexto para la institucionalización de la profesión en Holanda, cuna del primer plan de estudios, se demarcó por un fuer- te pauperismo en la zona industrial y agrícola (Friedman, 1945); a su vez, entre 1860 y 1870 se inició el desarrollo en gran escala de la indus- tria moderna, con la concentración del proletariado urbano (Michiel, 1945) y el ascenso de la “cuestión social”. 226 Reflexiones sobre el contexto europeo y el primer plan de estudios en el campo del Servicio Social | Esquivel A partir de los anteriores presupuestos y al intentar comprender la vida social capitalista en el estadio industrial europeo, que es donde emerge el Trabajo Social, es necesario recordar que dicha profesión se institucionaliza en la era monopolista (Netto, 1992); por tanto, es evidente que se debe revisar las configuraciones en que la burguesía explotaba al trabajo y lo condenaba a las leyes del mercado y sus singu- lares oscilaciones históricas. Es imprescindible destacar entonces que “(…) la masa del pueblo holandés se hallaba ya en 1648 más agotada por el trabajo, más empobrecida y más brutalmente oprimida que el resto de Europa junto” (Marx 2008, p. 641). En síntesis, el origen de esta profesión, tal y como se ha destaca- do, se encuentra en Europa, y las formas en que se va a instituir en el viejo continente se aleja de la homogeneidad; sin embargo, a fines del siglo XIX se habían afianzado con fuerza en Holanda las expli- caciones de la vida social desde los patrones positivistas franceses e ingleses, los cuales también se localizaban en otras latitudes y países vecinos (Esquivel, 2012); asimismo, la sociología, había ganado un lugar preponderante en los razonamientos de la lógica formal abs- tracta (Guerra, 1995) que intentaban comandar la explicación de la sociedad; aunado a ello, a pesar de que, para ese entonces, Marx, por medio de su crítica a la economía política, desnudó la esencia del capitalismo, los economistas de turno mantenían la defensa del espí- ritu de Smith y Ricardo, en el mejor de los casos. A ello cabe anotar que el Servicio Social entra en escena cuando las ciencias sociales (basadas en los presupuestos de la sociología) empe- zaban a fragmentar la vida social como espectro de análisis, a saber: (…) la distinción actualmente entre varias ciencias sociales par- ticulares, cada una constituyendo una especificidad dotada de un pretendido objeto propio (...) surge en el momento en que se da ese eclipse de la reflexión totalizante sobre la realidad social [donde la burguesía abandona el papel revolucionario, y se torna para sus propios fines, facilitando la creación de la división del trabajo y un pensamiento fragmentario] (...) el nacimiento de las ciencias sociales es uno de los momentos constitutivos de la ac- tual ideología burguesa, precisamente en que esa especialización, cuando dificulta o incluso bloquea sobre la sociedad en su con- junto, dificulta también en consecuencia, la captación de las con- 227 REVISTA PERSPECTIVAS N° 36, 2020 | | ISSN 0717-1714 | ISSN 0719-661X en línea | tradicciones antagónicas y de las tendencias evolutivas generales de la vida social, que apuntan para la construcción de otro orden social. Independientemente de las posiciones concretas que sus representantes puedan asumir, las ciencias sociales particulares tienden al positivismo, al inmediatismo a la aceptación de la rea- lidad social como agregado de “datos insuperables”. (Coutinho, 1994, pp.175-176) De tal forma, para nada es extraño que la sociología y la economía política (sin su crítica) asciendan como disparadores de la primera ex- presión de la formación en el Servicio Social; ahí se trama un ángulo de tratamiento de la vida social, que se permeará en el resto de su primer plan de estudios (ver anexo nº 1). Para esos tiempos, era común la comprensión de la sociedad bajo el prisma de orientaciones que se limitaban a investigar “(…) la conexión interna de las relaciones de producción burguesas” (Marx, 2008, p. 99), con poco acercamiento a la existencia proletaria. El Servicio Social, por su lado, penetraría en la vida social y en el proceso de explotación y generación de plusvalor en el momento en que “(...) se alza la voz del obrero, que había enmudecido en medio del tráfago del proceso de producción” (Marx, 2008, p. 179). En esa coyuntura antagónica, el espectro estatal se definió como una de las principales plataformas de la arquitectura que orientó el razonamiento de los debates en el campo del Servicio Social, en fun- ción de que de ahí se derivaron paulatinamente los principales ejes que pautaron materialmente la práctica de dichos agentes, a saber, los servicios sociales, la legislación laboral y social, así como las acciones coercitivas y, desde luego, con más especialización burocrática, lo que luego se conocerá como “política social”. La criminalización de la “cuestión social”, en especial de las más jóvenes filas que engrosaban sus organizaciones (Melossi y Pavari- ni, 2008), también se erigió como un vector del desarrollo formativo para el campo del Servicio Social, a través del estudio de la crimino- logía juvenil, la cual vinculaba la biología criminal, de método posi- tivista, recurriendo a experimentos propios de las ciencias naturales y aplicándolos al universo de la conducta humana (Bergalli, Bustos y Miralles, 1983). 228 Reflexiones sobre el contexto europeo y el primer plan de estudios en el campo del Servicio Social | Esquivel Por otra parte, vinculado con las condiciones de vida de las nuevas camadas del proletariado, la moral burguesa también fue cuestionada por las formas en que había materializado la explotación de la niñez, misma que Marx narra con detalle en la siguiente cita: La mitad de los obreros son niños que no han llegado a los 13 años y menores de 18. Esta manufactura, por su insalubridad y repug- nancia, está tan desacreditada que sólo la parte más desmorali- zada de la clase obrera, las viudas medio muertas de hambre, etc., le suministran “niños, niños zaparrastrosos, famélicos, completa- mente desamparados e incultos” (…) 270 eran menores de 18 años, 40 no tenían 10 años, 10 sólo 8 y 5 nada más que 6 años. La jornada laboral varía: 12, 14 y 15 horas; trabajo nocturno; comidas irregu- lares, por lo general efectuadas en los mismos lugares de trabajo, contaminadas por el fósforo. En esta manufactura, Dante encon- traría sobrepujadas sus más crueles fantasías infernales. (Marx, 2008, p. 256). Por tanto, era pertinente que el Servicio Social penetrara en la re- gulación de esas formas de explotación, que reflejaban la vorágine de la vida industrial, y que cosificaban cualquier cuerpo humano como mercancía. Aunado a ello, cabe ilustrar que en Holanda se estableció un De- partamento de Asuntos Sociales (constituido por la sección de trabajo, seguro obrero, inspección y fomento del trabajo (Michel, 1945, p. 224), lo cual demuestra la manera en que el Estado iba moldeando estas ten- siones. Junto a ello, el llamado “campo de la salud”, tan preponderante en el seno del Servicio Social, tuvo un lugar privilegiado; los emporios euro- peos habían sido cicatrizados por una serie de pandemias y los cascos urbanos, en especial donde pernoctaba el proletariado, eran conside- rados un foco de contagio (Rudé, 1974; Ogg, 1976). Por tanto, para el Servicio Social fue inesquivable abordar de manera privilegiada esa arista de la vida industrial, que repercutía en los procesos productivos. A eso se articula la infraestructura elemental en que se hacinaban estas camadas, por las condiciones materiales que se desprenden en la vida urbana obrera, con aglutinamientos acelerados por la migración del campo rural hacia lo urbano (Guy, 1997). 229 REVISTA PERSPECTIVAS N° 36, 2020 | | ISSN 0717-1714 | ISSN 0719-661X en línea | Se remarca, junto a lo anterior, la situación del incremento del con- sumo del alcohol en las fracciones proletarias europeas, bajo razones como las siguientes: Las transformaciones de las condiciones de vida y de trabajo de amplias capas de la población que motivó la industrialización, también tuvieron su incidencia en el progresivo incremento del consumo de bebidas alcohólicas. El éxodo rural, la destrucción de los lazos tradicionales, la concentración de la población en los suburbios de las ciudades y de las zonas industriales, los graves problemas de alojamiento, las duras condiciones de trabajo y de vida de la nueva clase obrera, la lenta desaparición de las fiestas y diversiones tradicionales y su constitución por un ocio cada vez más comercializado, en el que los diferentes despachos de be- bidas alcohólicas tuvieron una plaza importante, constituyeron factores sociales que (…) se relacionaron con el aumento de los actos delictivos, con la locura, con la indisciplina y la abstinencia laboral, con el crecimiento de la pobreza (…). De esta manera se desarrolló un discurso contra la embriaguez, considerada ante todo como un vicio, de talante moralizador y con pretensiones de disciplinamiento de unas capas populares que escapaban de los parámetros ideológicos de la burguesía. (Campos, 1997, págs. 27-28) Tal y como se anotó, el trabajo industrial decantó en formas de ex- plotación fabril que, por la propia presión de la “cuestión social”, gene- ró algunos mecanismos que disimulaban o atenuaban las condiciones de miseria. Uno de ellos era la contribución que el Servicio Social po- día lograr en la regulación del campo de la salud obrera; expresa Marx: “El capital, por consiguiente, no tiene en cuenta la salud y la duración de la vida del obrero, salvo cuando la sociedad lo obliga a tomarlas en consideración (…) La fijación de una jornada laboral normal es el resultado de una lucha multisecular entre el capitalista y el obrero” (Marx, 2008, p. 326). A su vez, dentro de las acciones a lo interno de la clase obrera, se ingeniaron una serie de propuestas de articulación para soportar la ex- plotación y la carga sobre las familias proletarias; lo anterior se ilustra con un texto de 1875, en el que se describe el acceso a ciertas acciones para atender la miseria: 230 Reflexiones sobre el contexto europeo y el primer plan de estudios en el campo del Servicio Social | Esquivel Apenas existe en Holanda la caridad pública y legal. Casi todas las instituciones benéficas se deben a la iniciativa individual, cuan- do más a los esfuerzos municipales, y éstos a título de protección o auxilio (…) Las sociedades de socorros mutuos representaban a principios de este siglo la continuación de aquellas hermandades o cofradías tan comunes y numerosas en los Países Bajos (…) Los caldereros, fundidores, herreros, cerrajeros, relojeros, cuchilleros, armeros y constructores de pesos y medidas en Amberes, Bravante y Flandes, fueron los primeros en proseguir dentro del mutualismo las asociaciones que desde su principio habían adquirido un doble carácter benéfico y religioso. Idéntica marcha adoptaron los pana- deros (…) los carpinteros (…) los sastres y zapateros (…) los ebanis- tas y tapiceros (…) y los tipógrafos (…). han llegado al estado más próspero que pueden alcanzar las sociedades de socorros mutuos, siendo ya consideradas como instituciones salvadoras de toda la clase obrera de sus respectivas localidades. (Olías, 1875, pp. 82 y 83) Por tanto, para el Servicio Social también se volvió un imperativo entender y potenciar los mecanismos a los que recurría el proletariado para sobrellevar, de manera precaria, sus condiciones de vida, a través de manifestaciones de asociación, solidaridad y socialización de costos, en ámbitos como la salud, el desempleo y la incapacidad para trabajar. En ese mismo entramado, una de las rutas que tomó la formación para el entendimiento de la “cuestión social” fue el socialismo; al pare- cer el comunismo para nada ganó carta de ciudadanía en su currículo. Es muy probable que el socialismo utópico fuese el trazo privilegia- do que enrutó el norte de aprehensión de ciertas relaciones sociales en que se reproducía esta profesión, a saber: Los socialistas utópicos (…) ven al proletariado desde el punto de vista de “la clase que más padece”, y no como una clase social (…) que puede asumir el poder, no lo ven como posibles sujetos. Y las soluciones que se piensan son “fantásticas”, no habría lugar para la acción social, si no para la mera asistencia social (…). Por otro lado, la preocupación de estos socialistas es resolver la situación de vida de todos los miembros de la sociedad, incluso reverencian a la clase dominante creyendo que de ahí pueden salir recursos para el cambio social. (Ackerley, 2008, p. 159) 231 REVISTA PERSPECTIVAS N° 36, 2020 | | ISSN 0717-1714 | ISSN 0719-661X en línea | Otra necesidad de estudio para el Servicio Social fue la materia del sindicalismo, ya que en Europa había sido un movimiento determinan- te, vinculado a la “cuestión social”; Michiel (1945) argumenta que, para 1869, se instaló en Ámsterdam (con apoyo de trabajadores belgas) una sección holandesa de la Primera Internacional; posteriormente se fun- da otra en La Haya y una tercera en Utrecht, para que en 1870 surgie- ra, de su fusión, la Liga Obrera Holandesa, pasando por diversas crisis hasta que, en 1871, desembocara en la Asociación Obrera General de Holanda. Cabe anotar que, en ese contexto, había vertientes sindicales antico- munistas, tales como la Asociación Obrera Nacional (Vanderlandsche Weklieden Vereeniging) (1871), de corte protestante ortodoxa, que bus- caba enfrentarse con los principios de la influencia de la Internacional Socialista; la misma incorporaba representantes de los patronos y la coordinación con ellos, la implantación de un auxilio de enfermedad, pensiones para la vejez y costeo de gastos de entierro (Esquivel, 2012). De tal manera, es posible asentir que el mundo obrero, el univer- so de las industrias, la vida proletaria y las configuraciones del trabajo que se padecían en las ciudades donde se expandió la burguesía urba- na, fue el terreno conflictivo donde germinó la profesión de Servicio Social. A modo de conclusiones El Servicio Social se reprodujo originalmente, de forma mancomuna- da, con el capitalismo industrial, la “cuestión social” y, por ende, las lógicas de explotación del trabajo, así como con los tratamientos po- sitivistas y de la economía política que argumentaban la comprensión de la sociedad de entonces. El escenario holandés fue una expresión particularizada de lo que acontecía en Europa a fines del siglo XIX, en las formas en que el capi- talismo expoliaba a la clase trabajadora (compleja de por sí en su cons- titución histórica). La demanda de agentes que penetraran, entendieran y adquirieran adiestramiento para atenuar la amenaza de la “cuestión social”, fue in- evitable para la burguesía industrial; el Servicio Social encontraría ahí un universo preponderante de legitimidad. 232 Reflexiones sobre el contexto europeo y el primer plan de estudios en el campo del Servicio Social | Esquivel El conocimiento científico positivista de la época fue desbordado por la incertidumbre que arrojaba el conflictivo mundo obrero; auna- do a ello, conocer era insuficiente: fue determinante intervenir ante una complejidad extraña para las emergentes ciencias sociales. El imperativo interventivo fue una de las demandas más determi- nantes a esta profesión en su plan de estudios, en tanto se esperaba que sus actuaciones tuvieran un efecto que erosionara del ímpetu de la “cuestión social”, pero además generara conocimiento sobre los hábi- tos y patrones de reproducción de la clase proletaria, para idear accio- nes que se dirigieran a atender algunas de sus exigencias, en tanto se reformularan para los intereses de la burguesía, los capitalistas indus- triales y otros círculos conservadores. La manipulación de variables que se le imponen al Servicio Social tiene la causalidad definitiva en una demanda de reencauzar a las masas obreras a la aceptación del devenir propio del orden burgués, para que, a su vez, se distanciaran de obstruir el avance del capitalis- mo; en especial, enrumbándolas a organizaciones proletarias lejanas al comunismo, tales como sindicatos conservadores y organizacio- nes gremiales mutualistas o en asociación con los intereses de los capitalistas. Al mismo tiempo, el Servicio Social debía mantenerse en contacto directo con la materialización de la rama industrial, intentando mora- lizar prácticas de los dueños de los medios de producción, tales como la explotación de niños y niñas, la insalubridad de los centros de traba- jo y la regulación de las jornadas y salarios. Esta profesión, a su vez, debía mantenerse interconectada con la vida cotidiana obrera y su universo amorfo y conflictivo para los presu- puestos burgueses, tales como el alcoholismo, la precariedad habita- cional y la violación a los presupuestos del derecho liberal, que regulan la protección de la propiedad privada y dan sentido a la vida humana. Lo anterior iba ahondando la relación de esta categoría profesional con el Estado, que se robustecía a favor de entrar a regular el trabajo y el control de la “cuestión social”, absorbiendo y refuncionalizando pos- teriormente al Servicio Social dentro de la malla de la institucionalidad que le iba a legitimar en el devenir de las crisis del capitalismo, por medio de las políticas y servicios sociales. 233 REVISTA PERSPECTIVAS N° 36, 2020 | | ISSN 0717-1714 | ISSN 0719-661X en línea | A la altura del siglo XXI es posible asentir que las contradicciones entre el capital y el trabajo, que apalancaron el ascenso del Servicio Social, han mostrado sus tensas oscilaciones a través de la historia. El campo profesional en cuestión también se ha complejizado, plurali- zado, especializado y fortificado, incluso mundialmente; sin embargo, las condiciones de vida de la mayoría de la población en el planeta se orillan a la barbarie. Al parecer, los mayores desafíos para este gremio están por arribar. Bibliografía Ackerley, M. (2008). Socialismo utópico, la crítica de C. Marx y F. En- gels. Su vigencia en el siglo XXI. Revista Eikasia, 3(16), 151- 162. Ander-Egg, E. (1985). Historia del Trabajo Social. Buenos Aires, Argen- tina: Editorial Hvmanitas. Batista, A. (2002). La cuestión social y sus refracciones en el Servicio So- cial brasileño en la década de los noventa. Tesis para optar por el grado de Doctor en Serviço Social en el Programa de Estudios de Posgrado de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. São Paulo, Brasil. Bennik, H. (2000). Trabajo Social en los países bajos: orígenes e in- fluencia, en N. Tello (Comp.), Trabajo social en algunos países: aportes para su comprensión (pp. 241-246). México: UNAM. Bergalli, R., Bustos, J. y Miralles, T. (1983). El pensamiento criminológi- co. Un análisis crítico. Volumen I. Bogotá, Colombia: Edito- rial Temis. Campos, R. (1997). 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Sao Paulo, Brasil: Editora Cortez. 236 Reflexiones sobre el contexto europeo y el primer plan de estudios en el campo del Servicio Social | Esquivel Anexo nº 1 Primer plan de estudios en el campo del Servicio Social en el mundo Holanda, 1899 Año Materias I Sociología y economía política Instituciones estatales Salud pública Dirección de vivienda obrera y reasentamiento Bienestar social Niñez abandonada Inspección de fábricas y talleres Práctica: Observación sin intervención en escenarios asociados a la niñez, bienestar social, vivienda obrera y producción fabril II Legislación del trabajo Empleo, producción y trabajadores Historia del socialismo Asociaciones profesionales y sindicatos Criminología juvenil Cooperación y coparticipación Alcoholismo Seguros y cajas de ahorro. Práctica: Participación regular supervisada sobre los escenarios delimitados luego del proceso de observación del primer año Fuente: Elaboración propia a partir de ONU, 1958.