Jovenes_Frente_Crisis_Portada_PRINT_V01.pdf 1 04/11/19 12:16 1 MARIA S IBYLLA MERIAN CENTER En América Latina, el 60% de la población tiene menos de 30 años. Este hecho demográfico, en sí mismo, demuestra la importancia de jóvenes y adolescentes en la región. Sin embargo, muchas veces los jóvenes representados en discursos públicos y mediáti- cos siguen siendo criminalizados, infantilizados y mostrados, de manera reductiva, como personas problemáticas o grupos desti- nados para el consumo. Los discursos públicos suelen establecer relaciones directas y esquemáticas entre las nociones de crisis y juventud. A partir de esta maniobra polarizada se reproducen y se refuerzan estereotipos sobre jóvenes como personas propensas a la drogadicción, desobediencia y degradación de valores. De aquí también se genera la percepción de que la juventud vive en crisis permanente. Los ensayos reunidos en este libro surgieron en el en el marco del programa académico “Afrontar las crisis” que el Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados (CALAS) sede Guadalajara, llevó a cabo a principios de abril del 2018. El objetivo principal consistió en convocar a jóve- nes estudiantes de posgrado (maestría, doctorado y posdoctora- do) pertenecientes a universidades latinoamericanas y alemanas para que presentaran trabajos académicos en torno al tema general de las crisis en América Latina y sus posibles vías de solu- ción. El congreso resultó propicio para dar flujo a nuevos debates sobre segregación, racismo, políticas públicas, medio ambiente, multiplicidad de violencias, surgimiento de nuevas afectividades e interacciones que se mantienen vivas y buscan vías de legitimi- dad, a pesar de que en discursos oficiales los jóvenes siguen siendo estigmatizados. 1 GERARDO GUTIÉRREZ CHAM MARIA S IBYLLA MERIAN CENTER OLAF KALTMEIER (coords.) ISBN: 978 607 547 647 6 9 786075 476476 Gerardo Gutiérrez Cham, Olaf Kaltmeier (coords.) ¡Aquí los jovenes! Frente a la crisis ¡Aquí los jóvenes! Frente a las crisis Jovenes_Frente_Crisis_2a+3a_PRINT_V02.pdf 1 11/11/19 10:20 ¡Aquí los jóvenes! Frente a las crisis / Gerardo Gutiérrez Cham, Olaf Kaltmeier coordinadores ; Luis Peña… [et al.]. -- 1a ed. – Guadalajara, Jalisco: Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Iberoamericanos Avanzados en Humanidades y Ciencias Sociales (CALAS) : Editorial Universidad de Guadalajara, 2019. (Colección CALAS) Incluye referencias bibliográficas. ISBN 978-607-547-649-0 1. Jóvenes-América Latina-Condiciones sociales 2. Jóvenes-América Latina-Actividad política I. Gutiérrez Cham, Gerardo, coordinador II. Kaltmeier, Olaf, coordinador Condiciones económicas III. Peña, Luis, autor IV. t. V. Serie 305.23 .A65 CDD HQ799 .A65 LC Este trabajo está autorizado bajo la licencia Creative Commons Attribution-NoDerivatives 4.0 (BY-ND), lo que significa que el texto puede ser compartido y redistribuido, siempre que el crédito sea otorgado al autor, pero no puede ser mezclado, transformado o construir sobre él. Para más detalles consúltese http://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/ Para crear una adaptación, traducción o derivado del trabajo original, se necesita un permiso adicional y puede ser adquirido contactando publicaciones@calas.lat Los términos de la licencia Creative Commons para reuso no aplican para cualquier contenido (como gráficas, figuras, fotos, extractos, etc.) que no sea original de la publicación Open Acces y puede ser necesario un permiso adicional del titular de los derechos. La obligación de investigar y aclarar permisos está solamente con el equipo que reuse el material. MARIA S IBYLLA MERIAN CENTER GERARDO GUTIÉRREZ CHAM OLAF KALTMEIER (coords.) ¡Aquí los jóvenes! Frente a las crisis MARIA SIBYLLA MERIAN CENTER Universidad de Guadalajara Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados en Humanidades Ricardo Villanueva Lomelí y Ciencias Sociales Rectoría General Sarah Corona Berkin Héctor Raúl Solís Gadea Olaf Kaltmeier Vicerrectoría Ejecutiva Dirección Guillermo Arturo Gómez Mata Gerardo Gutiérrez Cham Secretaría General Hans-Jürgen Burchardt Codirección Juan Manuel Durán Juárez Rectoría del Centro Universitario Nadine Pollvogt de Ciencias Sociales y Humanidades Coordinación de Publicaciones Sayri Karp Mitastein www.calas.lat Dirección de la Editorial Primera edición electrónica, 2019 Gracias al apoyo de Textos © Gerardo Gutiérrez Cham, Olaf Kaltmeier, Luis Peña, Maai Ortíz, Óscar Misael Hernández- Hernández, Henry Moncrieff, Ana María Cerón Cáceres, Gerda Ursula Seidl, Benjamín Pérez Díaz, Tomás Nougués, Anna Landherr, Martín Ramírez, Brisna Beltrán, Alan Hernández- Solano, Simone Mwangi, Sebastián Martínez Fernández, Ailynn Torres Santana, Randall Chaves Zamora, Ana Cecilia Gaitán D.R. 2019, Universidad de Guadalajara José Bonifacio Andrada 2679 Lomas de Guevara 44657 Guadalajara, Jalisco www.editorial.udg.mx ISBN 978-607-547-649-0 Noviembre de 2019 Hecho en México Made in Mexico Índice Introducción: ¡Aquí los jóvenes! Frente a las crisis 7 Gerardo Gutiérrez Cham Olaf Kaltmeier Parte 1. Violencia y criminalización de jóvenes 25 Jóvenes, acciones, redes y espacio en la producción de seguridad en Bogotá 26 Luis Peña Las exposiciones como recurso para la guerra: el caso de los jóvenes de Ayotzinapa 50 Maai Ortíz Morros jalándole a la metra: jóvenes y violencia criminal en Tamaulipas 69 Óscar Misael Hernández-Hernández Masculinidad, exclusión y violencia urbana. Jóvenes con libertad condicional en Caracas 86 Henry Moncrieff Una familia en los márgenes. Precariedad y agencia de hijos e hijas de extranjeras detenidas en Ecuador 102 Ana María Cerón Cáceres Parte 2. Desigualdad y efectos socio-ambientales 119 Ser joven en ejidos y comunidades rurales: una situación de desventajas y desigualdades 120 Gerda Ursula Seidl Benjamín Pérez Díaz Emprender en la informalidad. Desafíos de la inclusión socio-laboral de los jóvenes de sectores populares en la Argentina contemporánea 136 Tomás Nougués Las sociedades internalizadoras y el modo de vida imperial periférico 157 Anna Landherr Martín Ramírez Los efectos de los desastres sobre la condición de pobreza de la población joven en México 183 Brisna Beltrán Alan Hernández-Solano Parte 3. Identidades en construcción 207 Crisis e identidad en Venezuela desde el movimiento estudiantil: una mirada lingüística 208 Simone Mwangi Novísimo cine chileno y el reparto de lo sensible 230 Sebastián Martínez Fernández Lentes para analizar las crisis: feminismos, economía y política 245 Ailynn Torres Santana ¿Un 68 imaginado? Juventud, identidad y memoria en América Latina: el caso del movimiento estudiantil en Costa Rica (1968-2018) 266 Randall Chaves Zamora Construir “otra mirada”. Tensiones en la participación de jóvenes mujeres en una política social en el Área Metropolitana de Buenos Aires 284 Ana Cecilia Gaitán Sobre los autores 312 ¿Un 68 imaginado? Juventud, identidad y memoria en América Latina: el caso del movimiento estudiantil en Costa Rica (1968-2018) Randall Chaves Zamora Introducción A las 5:31 de la tarde algún joven logró desconectar la energía y dejó a oscuras a los diputados que estaban dentro de la Asamblea Legislativa.1 Diez minutos después otros se armaron con piedras y destrozaron los vidrios del edificio y a las 6:01 los policías tiraron el primer gas lacri- mógeno. Hicieron falta quince minutos más para que otros muchachos, escabullidos entre la multitud, incendiaran las cortinas, y la piromanía de alguno alcanzó para quemar un automóvil estacionado cerca de los manifestantes. Humo, fuego, piedras, gases volando por los aires y uno que otro desmayado interrumpieron la tranquila ciudad de San José du- rante la tarde de ese viernes 24 de abril. En la Costa Rica de 1970, ese era un escenario inédito: cientos de jóvenes detenidos y ventanales de comercios destrozados por las piedras que los muchachos, furibundos, lanzaron en su escape. 1 En este documento se sintetizan algunos elementos de mi proyecto de tesis de Maes- tría Académica en Historia titulado. “Fuimos jóvenes: historia y memoria de las ma- nifestaciones estudiantiles contra Alcoa en Costa Rica, 1968-2018”, que desarrollé en el Programa de Posgrado en Historia de la Universidad de Costa Rica. Según informó toda la prensa nacional del día siguiente, la tarde del 24 de abril, tal y como lo hacían desde el mes anterior, miles de jóvenes de secundaria y muchos de los estudiantes de la Universidad de Costa Rica2 se habían amontonado a las afueras de la Asamblea Legislativa para protestar en contra de la gran empresa transnacional Aluminum Company of America (Alcoa) que, como parte de su expansión global (Sheller 2014), buscaba instalarse en la periferia del país. Esa misma tar- de, la empresa recibió el visto bueno de la mayoría de los legisladores y solamente 11 de ellos se apegaron a la posición de quienes protestaban en las calles. Cuando por fin cayó la noche, y como venganza contra 267 quienes se manifestaban, el presidente del país (quien hasta hacía cua- tro años era docente de esa única universidad costarricense) firmó el “ejecútese” del contrato con Alcoa, y aunque la empresa nunca inició sus actividades, e inclusive, su contrato fue derogado años más tarde, el pasado parecía repetirse: como era común en la Centroamérica de la primera mitad del siglo XX con las empresas bananeras (Chomsky 1996; Viales Hurtado 1998), nuevamente un contrato comercial con una empresa de capital extranjero se convertía en una Ley de la República. Pero la agitada protesta contra esa ley no terminó allí. Días después, los universitarios crearon una conmemoración para recordar los sucesos de aquella tarde. Así, la novedad de la coyuntura eran esos jóvenes y el aporte de la empresa en el país no era exactamente económico, científico o laboral. Eran muchachos y muchachas de la U, estudiantes de secundaria pro- testando en las calles de la capital y haciendo pensar a los adultos que la democracia estaba en crisis. Universitarios enfrentados con la policía y pasando la noche en la cárcel eran, a su vez, la primicia del movimiento estudiantil, que anteriormente se caracterizaba por ocuparse sólo de te- mas académicos y por protestar dentro del campus. La novedad era un movimiento estudiantil que en 1970 protagonizó las acciones juveniles más recordadas por los movimientos estudiantiles desde ese momento y hasta la actualidad. A pesar de su trascendencia, esas protestas han sido 2 En este texto me referiré a la Universidad de Costa Rica como UCR, Universidad o simplemente, como la U. ¿un 68 imaginado? juventud, identidad y memoria en américa latina objeto de pocos estudios, y quienes las han analizado, no han discuti- do la cuidadosa elaboración de la memoria que se construyó en torno a ellas después de 1970 (Aldebot-Green 2014; Cerdas Albertazzi 2017; González Villalobos 1985). ¿Qué había pasado años antes de 1970 con el movimiento estudian- til de Costa Rica? ¿Por qué los estudiantes protestaban por una temática que nada tenía que ver con ellos? ¿Cómo se construyó y se transmitió la memoria de aquellos días? ¿Cómo es rescatada medio siglo después y qué importancia adquiere para las identidades juveniles? En estas pá- 268 ginas daré respuesta a esas preguntas y lo haré mediante el análisis de fuentes de prensa y de archivos (nacionales y universitarios), memorias escritas, programas radiales y televisados en los que fue transmitido el recuerdo sobre abril de 1970. Es cierto que me centraré fundamentalmente en explicar mi caso de estudio, pero en las páginas siguientes evidenciaré cómo ese selecto grupo de jóvenes del pasado costarricense establecieron una relación estrecha entre ellos y el contexto global, muy a pesar de que sus acciones se distanciaran de esa globalidad. Eso lo haré esbozando una explicación sobre la forma en que se expresaron las crisis políticas de las juventudes en América Latina durante 1968 en un país de tradición democrática como Costa Rica (Molina Jiménez 2005). Exploraré cómo se construyó la memoria de las acciones políticas del movimiento estudiantil costa- rricense de ese año y cómo fueron relacionadas con los sucesos de abril de 1970; así, propongo algunas interpretaciones sobre la fabricación del recuerdo, sobre las identidades generacionales de esa juventud y sobre la forma en que esa identidad es transmitida medio siglo después a los jóvenes universitarios de Costa Rica. El poder de la imaginación La protagonista y dueña de las calles del mundo entero durante 1968 fue la juventud, y donde no fue así, los jóvenes acapararon espacios inma- teriales. Ocuparon mentes, despertaron preocupaciones y protagoniza- ron discusiones. Los jóvenes, políticamente activos, radicalizados o con ¡aquí los jóvenes! frente a las crisis inquietudes sociales, fueron vistos como una problemática. Una proble- mática que ameritaba ser estudiada y comprendida. Una problemática que en algunos países de América Latina fue erradicada mediante las armas (Allier-Montaño 2009). Países como México, Chile, Uruguay, Brasil y Argentina veían con ojos de sorpresa la radicalización de sus jóvenes (Gould 2016). Casi una década antes, el triunfo de la Revolución cubana había servido como fer- mento de nuevos movimientos que intentaban imitar el romanticismo guerrillero del Che Guevara y protegidos tras su rostro, cubiertos con su espesa barba y escudados en su discurso antiimperialista, los jóvenes 269 franceses protestaban en contra de su sistema educativo, de la autoridad (Gilcher-Holtey 2008). En contra de un orden establecido por los adul- tos. En aquellos días de 1968, todo parecía ser un intercambio de íconos, de ideas y de rostros. La circulación de ideas, los conceptos, las conexiones y las seme- janzas contextuales transitaban en todas las vías posibles. Según los his- toriadores alemanes Phillip Gassert y Martin Klimke durante la Guerra Fría y en especial en 1968, “la gente se imaginaba a sí misma como parte de una comunidad global de protesta” (Gassert y Klimke 2009, 6). Al estudiar la solidaridad de la izquierda latinoamericana durante el mismo 1968, el historiador estadounidense Jeffrey Gould citó la respuesta que un estudiante uruguayo le dio a un periodista y que ha significado para mí una de las maneras más evidentes de comprender que las influencias de aquellos días no pueden interpretarse en una sola vía, y que para ser comprendida, esta historia global debe explicarse desde una perspectiva “descentrada” (Pieper-Mooney y Lanza 2012). Según aquel joven: “Los franceses se inspiran en Che Guevara y no sé si usted sabe que el Che es latinoamericano” (Gould 2016, 149-150). Esa inspiración no sólo se evidenciaba en las grandes imágenes del Che que cargaban los jóvenes en Francia y en Alemania durante 1968 mientras protestaban y va más allá del simbolismo que tenía dejarse cre- cer la barba o ponerse una boina sobre la cabeza (Fink, Gassert y Junker 1998). En marzo de 1968, cuando tomaron el Teatro de la Universidad de Nanterre, los estudiantes lo rebautizaron justamente con el nombre de ese guerrillero (Soria-Galvarro 2009). En mayo, cuando Daniel Co- ¿un 68 imaginado? juventud, identidad y memoria en américa latina hn-Bedit fue expulsado de Francia, se convirtió en un ícono juvenil eu- ropeo en virtud de su movilización geográfica por el continente (Jobs 2009). Dejó de ser solamente francés o alemán, así como desde hacía algunos años, el Che había dejado de ser argentino o cubano para con- vertirse en un guerrillero latinoamericano. Así, mientras en muchos lugares del mundo las acciones de la juventud se expresaban en protestas y enfrentamientos con el poder político y militar, mientras los jóvenes latinoamericanos se armaban de piedras y abandonaban las aulas para tomar las calles, mientras los 270 regímenes políticos se endurecían para atacar con fuerza la crisis po- lítica que representaban los jóvenes radicalizados de 1968, mientras en ese mismo año, centenares de jóvenes morían en México por sus protestas en contra del gobierno (Allier-Montaño 2009), en Costa Rica no pasó nada. No pasó nada similar porque el contexto era distinto. A partir de marzo de 1968, los periódicos nacionales reportaron que los universi- tarios protestaron en el campus contra amenazas a su universidad y sus protestas fueron bendecidas por las autoridades universitarias y polí- ticas. Los diarios reportaron que, el 8 de julio de ese mismo año, un grupo de universitarios salió de la U para manifestarse en contra del presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson quien, luego de una reunión en El Salvador, estuvo en el aeropuerto del país durante 57 minutos. Allí tomó café con su familia y fue recibido por miles de perso- nas emocionadas por su visita. Pero al protestar en contra de Johnson, los universitarios fueron relacionados con la izquierda por su germinal discurso antiimperialista del que rápidamente tuvieron que renegar. Era la Guerra Fría, la izquierda costarricense era ilegal desde hacía dos dé- cadas (Molina Jiménez 2008). Pocos querían ser comunistas públicos y mucho menos podían serlo los únicos universitarios del país (Chaves Zamora 2018). Pero la forma en que se leyó la crisis de 1968 en un país de tradi- ción democrática como Costa Rica, fue particular: siguiendo a Gassert y Klimke, alguna gente sí imaginó a esos estudiantes como una comuni- dad global de protesta. Investigando este año, he logrado entender que los profesores de la Universidad, periodistas y políticos se asustaron al ¡aquí los jóvenes! frente a las crisis leer lo que sucedía en otras partes del mundo y temieron que sus jóvenes imitaran a los de Francia. Ese país era su más influyente y su más anhe- lado contexto académico, y lo que allí sucedía les asustó tanto, que no dejaron de discutirlo por todo el año y publicaron decenas de artículos de opinión en los medios de prensa del país. La Nación fue uno de esos medios. Inclusive, en 1968 ese diario creó una página en la que solamente podían escribir profesores univer- sitarios y políticos, quienes, en su mayoría, hablaban de ese temido con- texto internacional. Se asustaron por los hippies que llegaron al país en mayo, temieron al ver las barbas, al ver patillas y al ver crecer el pelo de 271 algunos hombres; temieron por la ausencia de las corbatas y se alarma- ron cuando las faldas de las muchachas perdieron algunos centímetros. Se asustaron porque en Francia los jóvenes llevarían la imaginación al poder, y como respuesta, le dieron poder a la imaginación al imaginar un contexto de crisis que no se materializó en la Costa Rica de 1968. Juventud mítica Así, sostengo que en Costa Rica no pasó nada parecido a Francia, ni a México o similar a los países que mencioné antes, pero la preocupa- ción de los adultos sobre el contexto global y sobre la juventud creó en algunos universitarios una memoria global. Un intento de imaginarse como parte de la crisis internacional de su generación. Algunos que fue- ron jóvenes en 1968, luego se imaginaron como parte de esa comunidad global de protesta y así lo expresan en sus memorias. Décadas después, y ya siendo catedráticos universitarios y reconocidos políticos, esos jó- venes recordaron sentir que eran parte de las juventudes rebeldes de 1968. Uno de ellos, entrevistado en la televisión nacional, decía que su movimiento era parte de una “conflagración mundial”, una “explosión planetaria” que había llegado hasta la pequeña Costa Rica de aquellos días (Archivo Nacional de Costa Rica 1995). Pero las memorias no son homogéneas. La fabricación del recuerdo sobre 1968 dependería de adscripciones políticas y de la luz que daban los contextos en que las memorias eran reconstruidas. Por eso, al escu- ¿un 68 imaginado? juventud, identidad y memoria en américa latina char sobre aquella “conflagración”, otra memoria intentó particularizarse. Como militante de la izquierda costarricense, uno de esos universita- rios de 1968 se distanció de aquellos movimientos internacionales que planteaban críticas a las organizaciones comunistas (Wallerstein 1989). Quiso atribuirse a él mismo lo sucedido. Quiso reivindicarse como pro- tagonista y líder local sentenciando: “¡Todo lo que ustedes quieran! Pero la dinámica interna era la que nos motivaba, independiente de si en París había movimientos en el 68…” (Archivo Nacional de Costa Rica 1995). Contradictoriamente, las identidades generacionales estaban fun- 272 damentadas en el nacionalismo y en el patriotismo. “¿Ustedes qué eran?”, le preguntó un historiador a uno de ellos en 1990 y él no dudaba en de- cir: “¡nosotros éramos patriotas!” (Acuña Ortega 1990). Esa misma iden- tidad generacional fue construida sobre un poderoso mito: según ellos escribieron en su periódico, habían cambiado la historia, eran héroes y sus acciones marcaban un antes y un después en la historia del país. A cuatro décadas de distancia, uno de esos jóvenes interpretaba sus accio- nes y decía en otro programa de televisión: “Todo lo que se hacía en ese momento era nuevo… la historia de Costa Rica se puede calificar de la siguiente manera: antes y después de Alcoa” (Sistema Nacional de Radio y Televisión 2012). ¿Pero cómo y en qué contexto fue fabricada esa memoria? Es se- guro que ese recuerdo no surgió en 1968 y el sustento material para su elaboración no brotó sino hasta 1970, cuando motivados por vincularse con la política nacional e impulsados por algunos políticos socialdemó- cratas, esos jóvenes protestaron en contra de Alcoa, y al hacerlo, esta- blecieron algunas rupturas en su cultura política: tomaron las calles con mayor frecuencia, se instalaron en campamentos de protesta, crearon organizaciones juveniles, tiraron piedras, se enfrentaron al gobierno y a una opinión pública que nuevamente los identificó como comunistas, y como respuesta, se escudaron tras ese discurso nacionalista. Ése fue el origen de la memoria. Haciendo referencia a la protesta en contra de la transnacional, un filósofo costarricense que se movilizó durante aque- llos días, decía que en Costa Rica “el fantasma de mayo 68 se manifestó tardíamente” (Jiménez Hernández 1999, 144). ¡aquí los jóvenes! frente a las crisis En Mitologías, Roland Barthes explica que un mito tan siquiera tie- ne que ser “verdad” o “mentira”. Para serlo, los mitos solamente deben intentar transmitir un mensaje, un discurso y un pasado que se pro- ponga como “imperfectible” e “indiscutible”, pero, sobre todo, un pasado simplificado (Barthes 1991). En ese sentido, y frente al contexto de ilega- lización de izquierda y de fortalecimiento de discursos anticomunistas, esos jóvenes configuraron un relato mítico de sus acciones: no sólo ne- garon sus vínculos con la izquierda, sino que significaron sus protestas como un tema meramente nacionalista y patriótico. Un estudiante de la U, que en aquellos años era militante de izquierda, recordó en una en- 273 trevista que le hicieron para un documental: “nosotros logramos desviar el asunto, para llevarlo patrióticamente” (Ramírez Avilés 2010). No cabe duda, sólo así el mito podría cumplir su función primordial: ser potable para todo el que quisiera consumirlo. Memorias masculinizadas Así, luego de dos meses de protestas callejeras y de más de un año de discutir aquel contrato, entre el 22 y el 24 de abril, su movimiento con- vocó a estudiantes de secundaria, maestros, sindicatos y organizaciones gremiales. La prensa de aquellos días reportó miles y miles de moviliza- dos y las memorias le atribuyeron al movimiento la mayor organización estudiantil en la historia de Costa Rica. Luego de la liberación de los jóvenes detenidos, el 29 de abril de 1970, los universitarios publicaron campos pagados en todos los periódicos del país para anunciar el fin de su paro lectivo y la creación de una efeméride que llamaron el “Día del Estudiante Universitario Costarricense”. Esa conmemoración se encargaría de dar nuevos sentidos a las protestas de abril. Año tras año, el 24 de abril celebrarían el Día del Estudiante Universitario, en conmemoración de lo que esas memorias recuerdan como una gesta heroica. La fabricación de la memoria conti- nuó, y tan pronto como 1971, esos jóvenes se bautizaron a sí mismos (en la primera edición de su periódico del mes de marzo) como la Genera- ¿un 68 imaginado? juventud, identidad y memoria en américa latina ción del 24 de Abril. Inclusive inventaron un lugar de la memoria en el puro centro de la Universidad: la Plaza 24 de Abril. Al estudiar el caso mexicano, Lessie Jo Frazier y Deborah Cohen aseguran que los hombres habían llegado a acaparar el discurso público sobre el 68, casi como los portavoces de una generación y enaltecieron algunos componentes del movimiento: inteligencia, racionalidad, plani- ficación y estudio sobre las emociones y subjetividades de sus acciones (Frazier y Cohen 2003). En este sentido, en Costa Rica sí pasó algo simi- lar. Esa efeméride permitió que los muchachos, hombres en su mayoría 274 y más tarde ellos mismos en su versión adulta y como profesores de todas las universidades públicas de Costa Rica, se convirtieran en los máximos representantes de aquella juventud universitaria. Esa ficción masculina también fue parte de su identidad generacional. Uno de ellos, inclusive, recordó que tenían una “consigna” que él mismo calificó como “muy machista”, y lo era porque relacionaba su capacidad de acción política con el tamaño de sus genitales. Así, ese profesor decía (riéndose) en un auditorio lleno de estudiantes de la UCR después de escuchar una conferencia sobre las protestas en las que él participó: “¡tenemos lo que le sobra al toro!” (Universidad de Costa Rica 2000). Usaba una memoria que él mismo comprendía como “muy ma- chista” para explicar por qué, en su juventud, ellos habían logrado mo- vilizarse. Pero lo cierto es que en aquellas movilizaciones, no eran pocas las mujeres tiradas a las calles, y para 1970, Costa Rica contaba con una larga tradición de reivindicaciones en las que las mujeres habían sido las protagonistas y esa trayectoria era más larga que la que tenía ese movi- miento estudiantil (Rodríguez Sáenz 2017). También es cierto que estas memorias masculinizadas, es decir, es- tas memorias que excluyeron total o parcialmente a las mujeres de sus recuerdos fueron posibles por un contexto en el que globalmente sobre- salían virtudes masculinas, iconos y mitos como Dani Cohn-Bendit o como el Che Guevara, fuentes de inspiración para quienes se reivindi- can como parte de aquella generación de jóvenes. Según Petience Sche- ll, “el hermoso rostro del Che, barbudo y enmarcado por el pelo largo, proyectaba el ideal romántico del héroe revolucionario masculino, y su atractivo era capaz de cruzar las líneas políticas, de etnia y clase” (Schell ¡aquí los jóvenes! frente a las crisis 2010, 81). Florencia Mallon explica que era esa imagen guerrillera del Che la que ayudó a construir la masculinidad de las dirigencias políticas en América Latina y tal influencia fue más allá de un mero simbolismo. Los barbudos cubanos moldearon sólidos parámetros sobre los cuales debía edificarse la masculinidad y la heteronormatividad de un militante (Mallon 2003, 180-181). En síntesis: un militante no podía enamorarse de nada más que de la patria y sólo por ella podía morir. La transmisión de la memoria y, por lo tanto, de su identidad como jóvenes, mediante esa efeméride estudiantil también les permitió ha- cer una conmemoración. Cada 24 de abril actualizaron su pasado, le 275 dieron trascendencia a su acontecimiento, recordaron las acciones de su juventud otorgándoles significados originalmente inexistentes (Díaz Arias 2006), silenciaron voces, olvidaron nombres femeninos y masculi- nizaron su memoria y sus acciones. Instalaron sus protestas en la memoria grupal de quienes llegaron a sus clases y, al crear lazos entre ellos y las generaciones venideras, elabo- raron lo que David Díaz Arias ha conceptualizado como una “memoria del futuro”: al reinventar su pasado, generaron un vínculo con las nuevas generaciones para garantizar la permanencia de sus recuerdos en el por- venir (Díaz Arias 2014). Así, crearon un mito y ese mito era lo que hizo su generación, lo que habían hecho ellos en sus protestas y lo que ninguna otra generación podía hacer sin imitarles o sin recurrir al recuerdo que ellos habían engendrado. Ese mito eran esos hombres quienes, según su narrativa, cambiaron la historia nacional. En algún sentido, la ilusión de ser un parteaguas fue cierto. Luego de las protestas en contra de Alcoa, los políticos nacionales se asusta- ron tanto de que los jóvenes se radicalizaran, que trataron de canalizar institucionalmente sus protestas. En mayo de 1970 redujeron la edad para obtener la ciudadanía y los derechos electorales (de 21 a 18 años), y apenas un año después, habían creado un ministerio encargado de la cultura y la juventud. Tenían un objetivo expreso. Uno de los diputados que presentaba los proyectos legislativos decía en el plenario que ya era hora de “llamar a la juventud a luchar a nuestro lado” y, según él, podrían hacerlo con esas nuevas instituciones (Salazar Montes 2013, 106-107). ¿un 68 imaginado? juventud, identidad y memoria en américa latina Recuerdos en disputa Años después, con el objetivo de cimentar la transmisión de su recuerdo en el futuro, entraron en una disputa simbólica con la memoria de otra generación del pasado costarricense. Con la generación que en 1948 ha- bía protagonizado la Guerra Civil (Díaz Arias 2015). En su disputa, bo- rraron la conmemoración de esa guerra del calendario de la Universidad y trasladaron la Semana Universitaria para el mes de abril (Archivo del Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica 1979). 276 Una semana originalmente inventada para reconciliar la profun- da división que dejó el conflicto armado en la sociedad costarricense y, de manera particular, en la Universidad (Fumero Vargas 1997). Así, al adaptar esa semana a su efeméride, perpetuaron doblemente los re- cuerdos que habían protagonizado en los albores de la década de 1970. Ahora no sólo contaban con un día, sino con toda una semana del ca- lendario de la U dedicada en su totalidad a la transmisión del recuerdo de esos días en los que ellos habían hecho historia. Esa memoria sigue siendo transmitida, esa semana aún se celebra y las identidades juve- niles de los universitarios costarricenses continúan permeadas por los recuerdos de quienes fueron jóvenes en 1970 y, sin duda, esa fecha tiene particular importancia para los jóvenes que participan en el movimiento estudiantil. Un 24 de abril en la mañana, yo mismo vi al muchacho, que cortó la luz de la Asamblea Legislativa a las 5:31 de la tarde, hacer lo que todos los años: llevó a su grupo de estudiantes de primer año a la Plaza 24 de Abril y allí dejó una ofrenda floral. Un gesto noble que, sin duda, llena de idealismo, utopía y futuros posibles las mentes inquietas de quienes apenas inician su vida como universitarios (Radioemisoras UCR 2017). En el párrafo final de un capítulo suyo, titulado “La historia como memoria colectiva”, Peter Burke explica que en el pasado había un fun- cionario llamado “recordador”. Según él, “ese título era un eufemismo de cobrador de deudas y su misión consistía en recordar a la gente lo que le hubiera gustado olvidar”. Según Burke, es una de las funciones más im- portantes de un historiador, recordar (Burke 2000, 84-85). Así, aunque ese profesor de historia recordaba un acontecimiento importante para ¡aquí los jóvenes! frente a las crisis él y, aunque al verlo, yo mismo me sentí conmovido, ahora me pregunto: ¿Qué es lo que no se recuerda? ¿Qué se olvida y qué aspectos quedaron por fuera cuando este mito y esta memoria monopolizaron el recuerdo del movimiento estudiantil? En los años posteriores a las protestas en contra de Alcoa, en Costa Rica surgieron nuevos movimientos sociales, la izquierda se diversifi- có y otros jóvenes atendieron otras crisis. Una cantidad importante de costarricenses respondió al llamado revolucionario, y en el ocaso de la década de 1970, dejaron su casa y tomaron las armas en Nicaragua y El Salvador (Picado Lagos 2013). Así, a pesar de que la Generación del 277 24 de Abril trató de reivindicarse como la detonadora de todo aquello, y aunque allí participaron algunos de los muchachos que se iniciaron políticamente en 1970, lo cierto es que éstos fueron procesos desvin- culados, acontecidos con algunos años de distancia. Pero a pesar de la trascendencia de lo que pasó después de 1970, frente al recuerdo fun- dador, esos nuevos contextos terminaron por ser marginales en eso que Eugenia Allier-Montaño llama las “memorias del elogio del movimiento estudiantil” (Allier-Montaño 2009). Porque claro, en un país como Cos- ta Rica, “ser revolucionario” implicó dejar la Universidad, salir del país e impidió tener una cátedra para hablar sobre las rebeldías de la juventud y lo que se vive en ellas. Comenzando el siglo XXI, el movimiento estudiantil y otros movi- mientos sociales protagonizaron un largo movimiento de oposición a la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Pocos años después, cuando un entrevistador le preguntó si en Costa Rica ha- bía movimiento estudiantil, aquel muchacho que quemó el automóvil estacionado frente a la Asamblea Legislativa en 1970 evocó su memoria y dijo que antes de que él y sus amigos entraran a la U, “no había mo- vimiento estudiantil y hoy no pasa nada… hay para mi gusto un movi- miento estudiantil ocioso en la elaboración, un movimiento estudiantil ¡muy ultra-raro! que no va a conquistar nada” (Sistema Nacional de Ra- dio y Televisión 2012). Inclusive, en una mesa redonda organizada para conmemorar el centenario de la Reforma Universitaria de Córdoba (1918), uno de esos jóvenes de la Generación del 24 de Abril (que ahora está jubilado) dijo ¿un 68 imaginado? juventud, identidad y memoria en américa latina que si a inicios del siglo XXI la juventud universitaria de Costa Rica ha- bía logrado manifestarse en contra de la privatización de la electricidad, fue porque “ya teníamos la experiencia de Alcoa” (Universidad Estatal a Distancia 2018). Conclusión Al afirmar que los jóvenes costarricenses de 1970 crearon un mito no 278 busco suprimir la trascendencia histórica de sus protestas. No quiero negar las acciones de nadie. Mucho menos quisiera inventar nuevos lide- razgos a la luz de la coyuntura. Tampoco quiero minimizar las rupturas que establecieron los universitarios de 1970 con la cultura política del movimiento estudiantil, porque tengo claro que antes se caracterizaba por protestar solamente de la mano de sus autoridades institucionales. En realidad, sólo deseo ser honesto a la hora de construir una interpre- tación histórica y considero que solamente a la luz de esa experiencia mítica es posible comprender las razones por las cuales el recuerdo de las protestas en contra de Alcoa fue tan significativo que, quienes lo vi- vieron, no sólo lo atesoraron individualmente, sino que lo transmitieron a todo el que pudieran. Así, el problema de este mito no es aquello que se recuerda en él, sino sus olvidos, sus silencios y sus omisiones. Inicialmente, al crear un “Día del Estudiante Universitario Costarricense”, el mito excluyó a la masiva cantidad de colegiales que llenaron las calles de San José durante las tardes de abril. A partir de ahí y de manera paradójica, los miles de colegiales que no lograran ir a la Universidad (Molina Jiménez 2015), nunca podrían ser parte de aquel recuerdo que con el tiempo se confi- guró como una epopeya que fundó el movimiento estudiantil costarri- cense. Asimismo, tengo claro que para ser un mito, el pasado debía ser simplificado, y en él no cabían los nombres de las miles y miles de perso- nas que protestaron en contra de la empresa. Pero de la construcción de este mito, un olvido me llama particularmente la atención. Cuando empecé a investigar este tema, me di cuenta de que uno de los puntos más insistentes en la memoria era el carácter informado ¡aquí los jóvenes! frente a las crisis de las protestas. Casi todas las personas que recuerdan las acciones de su juventud universitaria valoran que estaban en la calle solamente des- pués de un proceso de estudio y de análisis sobre todo lo que implicaba la transnacional. Uno de ellos, que ahora es un reconocido catedrático universitario, sintetizó esos recuerdos al decir que él y sus compañeros sabían de la empresa más que los mismos diputados y que “conocían hasta las comas de la contratación” (Ramírez Avilés 2010). Independientemente de si eso era o no así, lo cierto es que el origen de ese recuerdo está en un seminario que la Federación de Estudiantes Uni- versitarios de Costa Rica realizó del 9 al 11 de mayo de 1969, y que anun- 279 ció como un “serio análisis” en El Universitario, su propio periódico. Y en efecto, allí algunos estudiantes analizaron detenidamente las implicaciones de que un país como Costa Rica firmara el contrato con Alcoa. Analizando ese Seminario, encontré en Libertad, el periódico del Partido Comunista de Costa Rica, una nota del 19 de abril de 1969 que explicaba que había sido Iris Navarrete Murillo, una muchacha de 23 años, estudiante avanza- da de la Facultad de Derecho, católica y socialdemócrata, quien presentó una moción en el Congreso de Estudiantes Universitarios de 1969. Según la nota que publicó ese periódico, en su intervención, ella proponía “38 consideraciones […] en relación al contrato firmado entre el Poder Ejecutivo y Alcoa”, que dieron forma a una de las resoluciones del Congreso: a partir de su exposición, los estudiantes continuarían con una reflexión “económica, jurídica, política y sociológica […] para que la Federación de Estudiantes se oponga a la promulgación de ese contrato”. Además, Iris motivó a sus compañeros a solicitar que los legisladores no hicieran “modificaciones al contrato que pretende imponer Alcoa, sino que de una vez por todas se pronuncien contra el mismo rechazándo- lo definitivamente”. La intervención de Iris concluía con una propuesta aprobada por unanimidad, que más adelante cobró muchísimo sentido: “realizar una marcha cuando se inicien los debates en la Asamblea Le- gislativa” para hacer evidente, frente a diputados y profesores, la posi- ción oficial de los estudiantes de la U. Los debates de los que hablaba Iris fueron entre el 22 y el 24 de abril, cuando se realizaron las protestas que ella convocó y que le darían sentido a la memoria de toda una genera- ción de hombres (y mujeres) de la U. ¿un 68 imaginado? juventud, identidad y memoria en américa latina Cuando me enteré de esto, inmediatamente me contacté con Iris y hablamos algún rato por Facebook. Ella trabajó por mucho tiempo como jueza. Ahora tiene 72 años y disfruta de su jubilación. Entre las cosas que conversamos, me dijo que había sido ella, junto a un amigo suyo, quie- nes habían escrito un ensayo en el que estudiaron el contrato de Alcoa. El mismo documento la motivó a intervenir en la actividad universitaria, a proponer lo que informó el rotativo comunista y a poner el estudio a disposición de la Federación de Estudiantes. Iris me dijo que sabía bien que producto de su intervención se gestó el movimiento universitario en 280 contra de Alcoa y que, aunque en aquel momento a ella no le desvelaba demasiado ser dirigente estudiantil, lo cierto era que con el paso de los años nadie le había preguntado nada sobre su participación en las mani- festaciones contra la transnacional. Al final de nuestra conversación, ella misma me aseguró sentirse satisfecha por haber iniciado “un movimiento correcto”, pero también me dijo que desde aquellos días de 1969: “los de siempre se apoderaron de nuestro trabajo y lo explotaron como propio”. Fuentes (Las referencias hemerográficas son producto de una búsqueda en la Biblioteca Nacional de Costa Rica, el Centro de Documentación del Centro de Investigaciones Históricas de América Central y la Biblioteca Luis Demetrio Tinoco. Los rotativos son El Universitario, La Hora, La Nación, La Prensa Libre, La República, Libertad y Universidad). Acuña Ortega, Víctor Hugo (6 de marzo de 1990). “Entrevista sobre Alcoa”. Archivo del Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica (1979). “Ar- tículo 27. Se reinstala la Semana Universitaria”. Acta núm. 2603-17. Ciu- dad Universitaria Rodrigo Facio: Universidad de Costa Rica. 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Sus líneas de investigación son economía política, desas- tres, desarrollo, pobreza y economía de género. Randall Chaves Zamora Egresado de la maestría Académica en Historia de la Universidad de Costa Rica donde trabaja como docente de la Escuela de Historia. En el 2013 y el 2017 recibió la distinción del Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica como Mejor Promedio del Bachillerato y licenciatura en Histo- ria y del Programa de Posgrado en Historia, respectivamente. Investigador en temáticas relacionadas con historia y memoria de las juventudes. Ana María Cerón Cáceres Nació en Colombia, es antropóloga social de formación y se ha dedicado a temas de género y violencia. La tesis de su maestría en antropología de Flacso-Ecuador, titulada Nidia: tejido de vidas precarias, frontera y prisión, indagó sobre la vivencia del encarcelamiento en Ecuador por parte de mu- jeres colombianas apresadas en el marco de la guerra contra las drogas. Ac- tualmente se encuentra desarrollando una maestría de estudios de género en el Colegio de México. Ana Cecilia Gaitán Doctora en Antropología por la Universidad de Buenos Aires y profesora de Enseñanza Media y Superior en Ciencias Antropológicas. Becaria postdoc- toral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (2018- 2020) con sede de trabajo en el Centro de Estudios Desigualdades Sujetos e Instituciones de la Universidad Nacional de San Martín donde integra el Programa de Estudios Sociales en Infancia y Juventud. Sus temas de inves- tigación se centran en las regulaciones estatales sobre el género, la mater- nidad y la sexualidad en la implementación de políticas sociales dirigidas a jóvenes de sectores populares en Buenos Aires y en las participaciones de 313 las jóvenes mujeres destinatarias en esos contextos institucionales. Gerardo Gutiérrez Cham Doctor en Análisis del Discurso por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha realizado estancias de investigación en Uppsala, Suecia y en los Fondos Net- tie Lee Benson de la Universidad de Texas. Actualmente está adscrito como profesor de tiempo completo en el Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara y codirector del Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados (CALAS), en Guadalajara. En 2012 ob- tuvo mención honorífica en el Primer Premio de Novela Letras Nuevas, Plane- ta-Sanborns por la novela Snapshot. Desde 2002 pertenece al Sistema Nacio- nal de Investigadores del Conacyt, la red de investigación más importante de México. Imparte cursos de Análisis del Discurso, semiótica y Teoría Literaria. Óscar Misael Hernández-Hernández Sociólogo por la Universidad Autónoma de Tamaulipas, maestro y doctor en Antropología Social en El Colegio de Michoacán, investigador titular en El Colegio de la Frontera Norte y posdoctorante en la University of Texas at Austin. Es autor de Mujeres, género y política desde abajo, Masculinida- des en Tamaulipas: una historia antropológica y coordinador de Sociedad y cultura en El Infierno: ensayos sobre una película mexicana, Migración y repatriación de menores mexicanos por la frontera Tamaulipas-Texas. Ac- tualmente analiza las encrucijadas de la migración clandestina y el crimen organizado en el noreste de México. Alan Hernández-Solano Doctor en Economía por el Colegio de México. Actualmente realiza una estancia posdoctoral en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, con apoyo del Programa de Becas Posdoctorales. Ha trabajado como consultor para organizaciones gu- bernamentales nacionales e internacionales. Sus líneas de investigación son desarrollo económico, economía agrícola, pobreza y cambio climático. Olaf Kaltmeier 314 Doctor en Sociología y profesor catedrático de Historia Iberoamericana de la Universidad de Bielefeld. Es director del Centro de Estudios InterAme- ricanos (CIAS) de la Universidad de Bielefeld y del Maria Sibylla Merian Center for Advanced Latin American Studies (CALAS), en Guadalajara. Ha realizado estancias de investigación y de enseñanza en México, Ecuador, Chile, Bolivia, Perú, Argentina y en Estados Unidos. Entre sus últimas pu- blicaciones destaca: Refeudalización. Desigualdad social, economía y cultu- ra política en América Latina en el temprano siglo XXI. Guadalajara: CALAS. Anna Landherr Socióloga de la Universidad Alberto Hurtado de Santiago de Chile, actual- mente realizando su doctorado en la Ludwig-Maximilians-Universität de Munich, Alemania. Al mismo tiempo se desempeña en el proyecto “Socie- dades de Post-crecimiento” del Instituto de Sociología de la Universidad de Jena, colaborando además en diferentes proyectos de investigación de ambas universidades. Áreas de trabajo: ecología política, economía política, desigualdades socio-ambientales y globales con un foco especial en la exter- nalización y las relaciones desiguales “norte-sur”, slow violence, sociología del post-crecimiento y extractivismo en Latinoamérica. Sebastián Martínez Licenciado en Filosof ía de la Universidad de Santiago de Chile. Estudiante del programa de maestría en Estudios Interamericanos de la Universidad de Bielefeld. Miembro del directorio del Center for InterAmerican Studies de la Universidad de Bielefeld. Henry Moncrieff Fotógrafo documentalista y antropólogo social de la Universidad Central de Venezuela (UCV), residenciado en la Ciudad de México, con publicaciones en libros y revistas académicas en temas de masculinidad, precariedad de jóvenes y adolescentes, pandillas en América Latina, violencia urbana, te- rritorios criminalizados y métodos visuales de investigación. Sus estudios en Venezuela, Francia y México han sido financiados por OEA, Fundación Telefónica, Clacso y Conacyt. Actualmente es doctorante en Sociología en el Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Au- tónoma de México con una investigación titulada “Sentidos de pertenencia 315 de los jóvenes en la periferia oriente de la Ciudad de México”.  Simone Mwangi Estudió español, germanística y música en la Universidad de Kassel. Desde 2013 ha estado trabajando como colaboradora científica en el Foro Argen- tino en Kassel que ha continuado desde 2017 como Centro de Estudios La- tinoamericanos (CELA). Además, es investigadora asociada en la lingüística románica. Se doctoró en 2018 con un análisis del discurso sobre el default de 2014 en Argentina, que se centra en los patrones lingüísticos que condu- cen a una deconstrucción de la crisis y una construcción y afirmación de la identidad nacional. Tomás Nougués De nacionalidad argentina, es becario doctoral del CONICET (Consejo Na- cional de Investigaciones Científicas y Técnicas) en el marco de un proyecto institucional del CIS-IDES (Centro de Investigaciones Sociales - Instituto de Desarrollo Económico y Social). Actualmente se encuentra cursando el segundo año del doctorado en Sociología de la Universidad Nacional de San Martín con un proyecto de tesis que trabaja en torno al proceso de financia- rización de la política social de la Argentina contemporánea. Maai Enai Ortíz Sánchez Pasante de la maestría en Comunicación y Política de la Universidad Autó- noma Nacional-Xochimilco y licenciada en Arte y Patrimonio Cultural de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Ganadora del Primer Concurso de Tesis del COPRED. Ha publicado e investigado acerca de temas como disidencia sexual (Andamios, COPRED), patrimonio cultural y turis- mo (UNAM-UAM) y museología (CENIDIAP-INBA, ICOFOM-UNESCO). Fue director del Centro Cultural de la Fundación Campo Cultural de México (Temixco, Cultura en Movimiento) en Morelos y becario del Proyecto de Investigación Memorias Subalternas en Museos Comunitarios. Es consul- tor de proyectos culturales, además de dirigir el proyecto Gestoría Cultural Ahuehuete y coordinar el Foro Cultural Voces en Tinta (Somos Voces). 316 Luis Berneth Peña Reyes PhD en Geograf ía Social de la Universidad de Rennes 2, en Francia. Ac- tualmente es investigador del Centro de Estudios para la Reconciliación de la Universidad de Jena en Alemania. Fundador miembro de la red de Geo- graf ía Crítica de Raíz Latinoamericana. Ha sido docente e investigador en la Universidad Humboldt de Berlín, Universidad de Leipzig, Flacso, Quito, Universidad de Antioquia, Universidad Externado de Colombia. Benjamín Pérez Díaz Originario y poblador del Ejido Emiliano Zapata, municipio de Ocozo- coautla, Chiapas. Lengua materna tsotsil, estudió la Licenciatura en Pla- neación para el Desarrollo Rural en el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (CESDER) e hizo su tesis sobre los actores sociales en el desarrollo y la conservación. Actualmente colabora como el integrante más joven en la Unión de Ejidos Álvaro Obregón en Ocozocoautla, Chiapas, además en una investigación conjunta sobre la incidencia de las políticas públicas en la ali- mentación y en la producción en el Ejido Emiliano Zapata. Martín Ramírez Nació en Quito-Ecuador, B. A. en Economía Internacional y Desarrollo y B. A. en Economía y Filosof ía, Universidad de Bayreuth; M. A. en Sociología, Universidad Friedrich-Schiller Jena. Áreas de investigación: política econó- mica en Latinoamérica, teoría de gubernamentalidad y sociología del (post) crecimiento. Actualmente estudios de doctorado, Universidad de Jena, con el tema “Gubernamentalidad verde y subjetividad en el capitalismo tardío”. Colaborador en el grupo de trabajo “Sociedades del Post-crecimiento” del Instituto de Sociología de la Universidad Jena. Coeditor del libro “Extrac- tivismo en Latinoamérica luego del auge de los commodities” (con PD Dr. Stefan Schmalz, publicación en 2018, editorial Biblos, Buenos-Aires). Gerda Ursula Seidl Vive y trabaja desde hace 17 años en Chiapas, México. Ha colaborado con grupos campesinos y de mujeres indígenas en cuestiones de agroecología, fortalecimiento organizacional y género. Maestra en Desarrollo Rural y Re- cursos Naturales por El Colegio de la Frontera Sur. Actualmente es estu- diante de doctorado en el posgrado de Desarrollo Rural de la UAM-Xochi- 317 milco y doctorante huésped en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Freie Universität Berlin, su tesis se enfoca en las políticas públicas agroalimentarias, con trabajo de campo en una comunidad campesina chia- paneca donde colabora con jóvenes, mujeres y hombres. Es integrante de la Red Nacional de Promotoras y Asesoras Rurales RedPAR en México. Ailynn Torres Santana Investigadora social y docente universitaria. Doctora en Historia (2017, Flacso Ecuador), máster en Ciencias de la Comunicación (2010, Univer- sidad de La Habana) y licenciada en Psicología (2006, Universidad de La Habana). Desde el 2006 es investigadora del Instituto Cubano de Investiga- ción Cultural Juan Marinello. Entre 2006 al 2012, profesora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de La Habana. Profeso- ra invitada de Flacso Ecuador (2016-2018), de la Universidad de Barcelona (2015) y de UMASS, EEUU (2018). Sus temas actuales de investigación perte- necen al campo de los estudios de género, desigualdades y ciudadanía. Ha obtenido premios y becas de investigación en CLACSO-CROP, Flacso, Casa de las Américas, Revista Temas, entre otros. ¡Aquí los jóvenes! Frente a las crisis se terminó de editar en noviembre de 2019 en las oficinas de la Editorial Universidad de Guadalajara, José Bonifacio Andrada 2679, Lomas de Guevara, 44657 Guadalajara, Jalisco Coordinación editorial Iliana Ávalos González Cuidado editorial Jorge Orendáin Caldera Diseño de la colección Pablo Ontiveros Pimienta J. Daniel Zamorano Hernández Diagramación J. Daniel Zamorano Hernández