UNIVERSIDAD DE COSTA RICA FACULTAD DE BELLAS ARTES ESCUELA DE ARTES DRAMÁTICAS Heroísmo y diversidad: Análisis pragmático-discursivo del texto dramático Áyax de Sófocles ESTUDIANTE: LUIS BERNARDO MENA YOUNG CARNÉ UNIVERSITARIO: 932346 Tesis para optar por el grado de Licenciatura en Artes Dramáticas San José, Costa Rica 2010 ii Luis Bernardo Mena Young Texto y producción de Luis Bernardo Mena Young Derechos reservados conforme la ley San José, Costa Rica 2010 ® iii DEDICATORIA Para mi madre Para mi padre y el siempre inesperado milagro de estar vivo iv AGRADECIMIENTOS A las compañeras de vida que me han enseñado mucho sobre la diferencia y la mismidad desde nuestros primeros años de vida. Al MA. Gabrio Zappelli Cerri, quien como profesor, artista y colega ha representado un modelo positivo en mi vida y una guía en el complejo mundo de la producción teórica. A la MH. Dora Cerdas Bockham, que con su cariño y alegría habitual accedió a acompañarme en este proceso. A los profesores y profesoras que impartieron los cursos de licenciatura que cursé: MA. Manuel Ruiz, el Sr. Rodrigo Durán y, en forma especial, a Msc. Sianny Bermúdez y a la Dra. María Bonilla. A tantos teóricos y teóricas que han invertido generoso tiempo de su vida para producir el pensamiento que nos permite imaginar otros mundos posibles. Finalmente, y en forma muy especial, a Dayanara, junto con un abrazo y el silencio de quienes entendemos que existe una hermandad de corazón que trasciende los accidentes del camino. v TRIBUNAL EXAMINADOR Esta tesis fue aceptada y aprobada con distinción ante el Tribunal Examinador integrado por las siguientes personas, para optar por el grado de Licenciatura en Artes Dramáticas. _______________________________ MA. Manuel Ruiz Director Escuela de Artes Dramáticas Presidente _______________________________ Msc. Marcela Hío Soto Profesora Invitada _______________________________ MA. Gabrio Zappelli Cerri Director de Tesis _______________________________ MH. Dora Cerdas Bockham Miembro del Comité Asesor _______________________________ Licda. Dayanara Guevara Aguirre Miembro del Comité Asesor vi ÍNDICE DE CONTENIDOS DEDICATORIA III AGRADECIMIENTOS IV TRIBUNAL EXAMINADOR V ÍNDICE DE CONTENIDOS VI ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS IX RESUMEN X CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN 1 1.1 DESCRIPCIÓN DEL TEMA 1 1.2 OBJETIVO GENERAL 1 1.3 OBJETIVOS ESPECÍFICOS 1 1.4 JUSTIFICACIÓN 2 1.5 ESTADO DE LA CUESTIÓN 4 1.5.1 El Áyax en la dramaturgia griega del siglo V 4 1.5.2 Principales conceptos sobre la tragedia griega relacionados con el Áyax de Sófocles 6 1.5.3 El Áyax 9 1.5.3.1 Fuentes 9 1.5.3.2 Fecha de composición 10 1.5.3.3 Fábula 10 1.5.3.4 Estructura dramática 11 1.5.3.5 La crítica del Áyax 12 1.6 MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL: 16 1.6.1 Teatro y Análisis del Discurso 16 1.6.2 El discurso 19 1.6.2.1 Definición 19 1.6.2.2 Texto y discurso 21 1.6.2.3 Contexto 23 1.6.2.4 Coherencia discursiva 26 1.6.2.4.1 Textura discursiva 26 1.6.2.4.2 Cohesión 27 1.6.2.4.3 Coherencia 29 1.6.3 El discurso teatral 31 1.6.3.1 Texto y representación 31 1.6.3.2 Texto dramático y texto espectacular 34 1.6.3.3 La obra dramática 35 1.6.3.4 Macronivel discursivo 36 1.6.3.4.1 Título 36 1.6.3.4.2 Diálogo 37 1.6.3.4.3 Acotaciones 40 vii 1.6.3.4.4 Estructura dramática 42 1.6.3.4.5 Configuración espacio-temporal 43 1.6.3.4.6 El tiempo dramático 43 1.6.3.4.7 El espacio 45 1.6.3.4.8 El concepto de personaje 46 1.6.3.5 Micronivel discursivo 47 1.6.3.5.1 Secuencias 47 1.6.3.5.2 Turnos de habla 47 1.6.3.5.3 Deixis 49 1.6.3.5.4 Actos de habla 50 1.6.3.5.5 Contenido implícito 53 1.6.3.5.6 Cortesía 55 1.7 HIPÓTESIS: 58 1.8 METODOLOGÍA: 58 1.8.1 Recopilación bibliográfica 59 1.8.1.1 Construcción de una perspectiva 59 1.8.1.2 Contextualización 59 1.8.2 Análisis del Áyax 59 1.8.3 Macronivel discursivo 59 1.8.4 Micronivel discursivo 60 CAPÍTULO 2. SEXUALIDAD Y GÉNERO 61 2.1 El surgimiento de la Queer Theory o Teoría Queer 62 2.1.1 Homosexualidad, Heterosexualidad y medicina 63 2.1.2 La sexualidad y el siglo XIX 65 2.1.3 Fuentes inmediatas para la Teoría Queer 69 2.2 Teoría Queer, principales propuestas 73 2.2.1 Sexualidad 73 2.2.2 Esencialismo versus constructivismo social 74 2.2.3 Género, sexo y performatividad 76 2.2.4 Heteronormatividad 78 2.2.5 El cuerpo en el discurso 80 2.2.6 Exclusión (forclusión, abyección) 82 2.3 Los estudios sobre Hombres y Masculinidad 83 2.3.1 El sistema de géneros 84 2.3.2 Masculinidades hegemónicas y subordinadas 88 2.3.3 La formación de la masculinidad 90 2.3.4 Familia 92 2.3.5 Educación 93 2.3.6 La honorabilidad 94 2.3.7 Militarismo 95 2.3.8 Religión 96 2.3.9 Sexualidad masculina 97 CAPÍTULO 3. CONTEXTUALIZACIÓN 98 3.1 Contexto histórico: Situación política de Atenas en el siglo V AC 98 3.1.1 Aristocracia y reforma democrática 98 3.1.2 Guerras médicas 105 3.1.3 Las ligas delio-ática y peloponésica 110 3.2 Contexto sociocultural 114 3.2.1 Estratificación de la sociedad 114 viii 3.2.2 Conformación del núcleo familiar 116 3.2.3 Religión 117 3.2.3.1 Cultos 117 3.2.3.2 Sacrificios 119 3.2.3.3 La impiedad 120 3.2.4 Educación 120 3.2.5 Género y Sexualidad 122 3.2.5.1 Sistema de géneros 122 3.2.5.2 Prácticas sexuales y sus regulaciones 125 3.2 Contexto discursivo 129 3.2.1 Origen del teatro 129 3.2.2 Los concursos dramáticos en Atenas 131 3.2.3 La tragedia, la ley y la vida democrática 134 3.2.4 La sofística 135 3.2.5 La obra de Sófocles 136 3.3 Marco cognitivo: héroe y código heroico 140 CAPÍTULO 4. ANÁLISIS DEL TEXTO DRAMÁTICO 144 4.1 Título 144 4.2 Forma de los diálogos 145 4.3 Estructura dramática y distribución del contenido en la obra. 147 4.4 Análisis de los personajes según la perspectiva planteada y el contexto. 159 4.5 Estructura espacio-temporal 165 4.5.1 El espacio 165 4.5.2 El tiempo 167 4.6 Análisis de los turnos de habla en el diálogo 168 4.7 Análisis de la interacción 172 4.7.1 Interacción hombres-dioses 172 4.7.2 Interacciones entre hombres 174 4.7.2.1 Masculinidades hegemónicas 175 4.7.2.2 Masculinidades subordinadas 179 4.7.3 Interacciones hombre-mujer 181 4.8 Masculinidad emergente y masculinidad arcaica 183 4.9 Cierre: Áyax diverso 186 CAPÍTULO V. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 190 REFERENCIAS 196 ix ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS Esquema 1. La estructura del Áyax 11 Tabla 1. Presencia y enunciación de los personajes en las distintas etapas dramáticas de la obra Áyax de Sófocles_______________________________________________ 160 Tabla 2. Jerarquía de masculinidades en la obra Áyax de Sófocles ______________ 164 Gráfico 1. Turnos de habla por personaje en Áyax de Sófocles _________________ 169 Gráfico 2. Cantidad de versos por personaje en la obra Áyax de Sófocles ________ 170 Gráfico 3. Distribución de los versos del Coro en Áyax de Sófocles _____________ 171 x RESUMEN En la presente investigación se aborda el estudio del texto dramático Áyax del escritor griego clásico Sófocles. Este es un texto producido en el siglo V AC en Atenas que ha sido catalogado como una obra menor dentro de las obras conservadas del autor, por lo que cuenta con un volumen menor en los estudios en comparación con otras obras más conocidas como Antígona y Edipo rey. Sin embargo, los temas de la sexualidad y el género en Áyax sólo han sido tocados tangencialmente por los estudios críticos, por lo que esta investigación se da a la tarea de centrarse en esta perspectiva de estudio para dilucidar los sistemas de género y las dinámicas relacionadas con la sexualidad que se presentan en su texto dramático. La forma de abordar el texto dramático se realizó mediante instrumentos de análisis de índole pragmático y discursivo, que permiten conceptualizar el objeto de estudio como una construcción interaccional, donde las negociaciones de la palabra tienen el foco del análisis. Esto es particularmente valioso para el estudio de la dramaturgia griega del siglo V AC, ya que la palabra era un bien que se tenía en alta estima, por lo que era foco de las regulaciones de las costumbres sociales. El cuerpo del trabajo consiste en la exposición de los principales supuestos de la Teoría Queer (Queer Theory), como perspectiva de estudio, junto con un apartado muy importante sobre sistema de géneros y masculinidad. Más adelante se presenta un estudio de los diferentes contextos que permiten interpretar los elementos y aspectos del texto dramático. Se finaliza con el análisis del texto dramático vinculado con la perspectiva de estudio y un comentario final sobre los aspectos más relevantes que ligan el género y la sexualidad en la obra. Palabras clave: Áyax, teatro griego, discurso dramático, texto dramático, género, sexualidad, masculinidad 1 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN 1.1 DESCRIPCIÓN DEL TEMA • El género y la sexualidad en el texto dramático Áyax de Sófocles a partir de un análisis pragmático-discursivo. El tema de la investigación plantea que, al contener el texto dramático una multiplicidad de sentidos, es posible establecer una perspectiva de estudio que permita observar una sola arista de su construcción discursiva. En este caso, la perspectiva es el género y la sexualidad. Además, si se toma en cuenta que este texto está construido a partir de un principio interaccional, donde el sentido se construye a partir de una multiplicidad de perspectivas y de la negociación por el acceso a la palabra de todas las instancias; se explica la escogencia de un análisis de índole pragmático y discursivo. 1.2 OBJETIVO GENERAL • Analizar pragmática y discursivamente la representación del género y de la sexualidad en el texto dramático Áyax de Sófocles. 1.3 OBJETIVOS ESPECÍFICOS • Describir la evolución de los estudios sobre género y sexualidad y sus principales conceptos teóricos como perspectiva para el análisis. • Establecer los aspectos relevantes del contexto en el texto dramático Áyax de Sófocles para precisar las relaciones del contenido con la estructura dramática de la obra. • Analizar los aspectos correspondientes al macronivel discursivo en la obra Áyax de Sófocles desde los conceptos de género y sexualidad. • Analizar los aspectos interaccionales propios del micronivel discursivo en la obra Áyax de Sófocles desde la construcción discursiva del género y la sexualidad. 2 1.4 JUSTIFICACIÓN El texto dramático Áyax de Sófocles ha tenido muy poca atención de parte de la crítica a través del tiempo. Muchos de los juicios de valor sobre este texto se han decantado por el aspecto formal o la mistificación del héroe trágico1. Sin embargo, han pasado por alto la profundización sobre las claves de género y sexualidad presentes en la obra. En el país, este texto no ha sido estudiado ni se han realizado puestas en escena a partir de él, por lo que un estudio minucioso del material en cuestión podría motivar su puesta en escena en un futuro. A partir de las últimas propuestas sobre sexualidad y masculinidad, es posible acceder a un universo oculto del personaje Áyax en cuanto a la construcción del género y las dinámicas sociales que garantizan la persistencia de las identidades genéricas en los individuos. Pero, ¿dónde se encuentran estas claves? Precisamente en el discurso teatral que presenta el texto dramático. Se plantea un análisis pragmático-discursivo, en tanto que éste permite ubicarse no sólo en el terreno de la interacción social, sino también en el terreno de la interacción discursiva, donde el discurso es asumido como acción. Esta acción discursiva no está exenta de vincularse con un contexto, con una historia, con una intencionalidad; pero a la vez, puede ser reconstruida con un nuevo contexto, historia e intencionalidad acordes a lo contemporáneo. Si bien la disciplina dentro de la que se enmarca el aparato conceptual de este trabajo es el Análisis del Discurso, se va a poner énfasis en los aspectos pragmáticos del discurso teatral en el texto dramático y de ahí el adjetivo que se utiliza en estos planteamientos. Es de conocimiento general que el personaje de Áyax es el de un héroe trágico. Su historia establecida en la obra de Sófocles se asocia con la tensión entre tradición y novedad en la democracia ateniense, esto es, aristocracia y sofismo (cf. Maglia y Cabrero, 2005), pero la propuesta de esta 1 En el Estado de la cuestión se amplían estas aseveraciones. 3 investigación es plantear la pérdida del modelo masculino como centro del universo dramático de la obra. Los personajes heroicos se plantean como modelos de conducta para los varones (cf. Gil Calvo, 2006, p. 97 y ss. y Bourdieu, 2000), por lo que la obra dramática es susceptible de ser interpretada desde un punto de vista de género y asociada con éste, la sexualidad (esbozado por Starobinski, 1974). Para dar cuenta de esta perspectiva en el estudio, se van a tomar las propuestas teóricas de la Teoría Queer (Queer Theory), en tanto que provee una base sólida para entender el género y la sexualidad como estrategias discursivas y no como hechos reales. Así, podemos analizar los elementos de la obra dramática asociados con el género y la sexualidad desde una perspectiva más funcional2. Sin embargo, se contará con un estudio sobre masculinidad, de forma que sea posible articular la ostentación o ejercicio de la sexualidad con el género como estructura social. La importancia de establecer metodologías y perspectivas de estudio en las Artes Dramáticas, que nos ayuden a dar cuenta de los mecanismos discursivos que operan para construir los dispositivos de género y sexualidad en los textos dramáticos, se basa en la necesidad que existe en nuestra sociedad de cuestionar las normas genéricas y sexuales que regulan los cuerpos y prácticas de los individuos3. En un momento donde los estudios sobre masculinidad y sexualidad están creciendo enormemente, posiblemente a raíz de cambios en la sociedad costarricense, es fundamental que el arte dé cuenta también de estos hechos y apoye una sociedad más solidaria, respetuosa y sana; desde la academia y desde la escena. El papel del arte del Teatro, en este sentido, es asumir la puesta en escena de la complejidad de relaciones que se tejen y entretejen alrededor de la sexualidad y los géneros y sobretodo, aquellos lugares donde existen 2 El adjetivo se refiere a la forma como funcionan los elementos dramáticos dentro del discurso del texto. 3 Tómese en cuenta los recientes debates sobre el Proyecto de Ley de Sociedades de Convivencia y la propuesta de ciertos grupos de someterlo a una consulta popular mediante Referendo. 4 discontinuidades, rupturas e inconsistencias. El Teatro es el lugar privilegiado de la representación, de la acción, de lo performativo, de aquí la importancia de ofrecer análisis exhaustivos sobre género y sexualidad en las obras de teatro, ya sea contemporáneas o clásicas. En la articulación de los elementos teatrales con el aspecto de la sexualidad y el género se puede entender la construcción de sujetos inteligibles para una comunidad de espectadores o el desafío a las normas vigentes 4. Por último, es necesario anotar que se tomará como texto base para el análisis las traducciones de Assela Alamillo de la editorial Gredos y de José Vara Donado de la edición comentada de Cátedra, como una forma de contar con dos traducciones respetables como contraste. Evidentemente, el trabajo de análisis no es filológico, sino sobre las pertinencias del texto dramático, por lo que, sólo en caso de necesidad se consultará el original griego. 1.5 ESTADO DE LA CUESTIÓN 1.5.1 El Áyax en la dramaturgia griega del siglo V El texto de Áyax es posible gracias a una serie de instancias culturales, sociopolíticas y religiosas que permiten el surgimiento de una forma dramática específica en Atenas (Katevas, 1985 y Green, 1994, p. 14), y de un contexto ideológico que da las claves para la interpretación del contenido discursivo planteado por el sujeto productor. Este texto es compuesto en una sociedad todavía oral, donde los libros son artículos de lujo y no de distribución masiva (Green, 1994, p. 4). Los textos son compuestos para la representación con carácter efímero, ya que cada año los poetas dramáticos componían nuevas obras (Berthold, 1974, p. 130), de manera que la repetición sólo se llevaba a cabo para presentar ciertas obras en otros festivales. En una época posterior son rescatados y conservados como textos escritos. Como el poeta es al mismo tiempo el 4 David William Foster señala acertadamente ciertas formas en que “el hacer teatral puede articular y desarticular la sexualidad del sujeto humano”. (Foster, 2004, p.36) 5 “director” de la obra, es posible plantear la hipótesis de que lo escrito representaba lo que era pertinente para la memoria, pero que muchos detalles de la representación virtual permanecían en la mente del poeta para su escenificación real. Esto último quiere decir que el texto escrito no es un texto final para un lector, lo que sí sucede prototípicamente en nuestro contexto occidental moderno, ya que la figura del autor dramático está disociada con la del director de escena. La dramaturgia griega contaba con formas canónicas, instituciones donde se insertaba socialmente y una gran aceptación social. Pero todavía estaba en evolución como lo prueban las innovaciones de los poetas dramáticos en cuanto al número de personajes que simultáneamente estaban en escena, participación del coro, relación de los personajes entre sí y con el contexto (religioso, político, social, cognitivo). También contaba con instituciones que se encargaban de regular la producción textual, como los concursos. Cuando se escribe el Áyax, el desarrollo de la forma dramática ateniense tiene aproximadamente un siglo y existen ya ciertas condiciones de composición (convenciones) que se esperaban y exigían de parte de los poetas dramáticos: Aunque los trágicos difieran enormemente entre sí en puntos de vista, en estilo y en técnica, los tres estaban sometidos a las condiciones de la representación dramática, y tenían que conformarse a ciertas reglas. Determinaban estas la extensión de cada pieza, que podía variar de 1.100 a 1.700 versos (…) y ninguna pieza exigiera más de dos horas para representarse. (Bowra, 1968, pp. 176-7) Agrega Bowra (1968) que también el coro y el número pequeño de personajes determinaban la forma de las obras dramáticas. Sin embargo, si bien existían convenciones, también existían oportunidades para arriesgar e innovar en cuanto a la construcción de la fábula o la intriga. De hecho, el Áyax se le reconoce como una obra temprana y arriesgada de Sófocles (Bowra, 1968, p. 197 y Hubbard, 2003, p. 159). 6 Un último aspecto es que los trágicos estaban obligados a presentar al concurso una trilogía y un drama satírico. Tal parece que la trilogía no tenía necesariamente que consistir en el desarrollo de una sola fábula en tres estadios, sino que podían ser tres obras singulares articuladas según un concepto específico. En el caso de Áyax, esta es una obra que no es parte de una trilogía. 1.5.2 Principales conceptos sobre la tragedia griega relacionados con el Áyax de Sófocles En esta sección se presentarán sucintamente los principales conceptos dramatúrgicos griegos que ayudan a describir las obras dramáticas griegas. Los primeros designan elementos puramente formales, los segundos se refieren principalmente a elementos del contenido dramático relacionados con la fábula. A propósito se deja de lado los elementos correspondientes al uso del verso clásico por no ser pertinente en la presente investigación, ya que se parte de una traducción al español y no del griego original. Elementos formales5: Prólogo: Precedía la entrada del coro y su invención se atribuye a Frínico. No era necesario y no tenía que informar sobre los eventos pasados, ya que los espectadores conocían los mitos de donde provenían las tramas. Párodos: Canto de entrada del coro mientras se disponía a ocupar su lugar en la orquesta. Episodio: Escena o serie de escenas comprendidas entre dos estásimos. Generalmente una tragedia comprendía cuatro episodios pero no era una regla fija. 5 Los conceptos formales sobre la tragedia griega fueron tomados de Apéndice, 1981 y Barthes, 1995, p. 72 7 Estásimo: Cantos del coro que dividen los episodios y que los cantaban en la orquesta. La mitad del coro cantaba las estrofas y la otra mitad, las antistrofas. Cantos episódicos: Cantos del coro en medio de los episodios. Commos o Kommos: Diálogos líricos entre los actores y el coro. Pueden ser líricos, es decir, el coro y los agonistas cantan; o epirremáticos, es decir, se combina el canto y el recitado. Agon: Combate o lucha. Según Barthes es obligatorio en el primer episodio y triunfa el personaje que defiende las ideas del autor. Genéricamente, se designa a cualquier escena donde hay una lucha argumentativa. Esta lucha argumentativa adquiere la forma de tesis1-tesis2-debate (mediante un diálogo esticomítico o diesticomítico). Exodos: Último episodio donde se produce la salida del coro. De contenido6 Mímesis: Es el modo fundamental del arte. En el caso de la tragedia, es la imitación de una acción (praxis) ejecutada por un carácter elevado y completo. Mythos: La mímesis de la acción (praxis) es el mythos. Esto es, la fábula o la forma como están ensambladas las acciones. Para Aristóteles, la fábula es el alma de la tragedia. Praxis: La acción de los personajes, acción que se manifiesta en la cadena de los acontecimientos, o fábula. Es una acción iniciada con un propósito y llevada a cabo en busca de dicho fin. 6 Estos conceptos, relacionados profundamente con la fábula, están basados en Samaranch, 1972 y Pavis, 1998. 8 Ethos: Es lo que da sentido a la praxis, para que los elementos funcionen como un todo orgánico. El ethos es una disposición a la acción adquirida mediante entrenamiento y disciplina a lo largo de una vida. Se muestra en las decisiones y razonamientos del héroe trágico. Hybris: orgullo o arrogancia funesta. Empuja al héroe a actuar y provocar a los dioses, pese a sus advertencias, lo cual conduce a la venganza de éstos y a la perdición de aquél. Cambio de fortuna: Elemento característico de la praxis. Toda praxis debe consistir en un cambio de fortuna de la dicha a la desdicha o de la desdicha a la dicha. Hamartía: Es un error de juicio del héroe trágico o ignorancia. Está libre de toda intención malvada, por el contrario, es la falta de conocimiento que era necesario para tomar una decisión correcta. Es lo que ocasiona el cambio de fortuna. Anagnórisis: Reconocimiento. Uno de los tres itinerarios posibles de la fábula. Implica que el héroe trágico se da cuenta o reconoce algo que ignoraba y que lo hace consciente de su hamartía. Peripecia: Cambio súbito e imprevisto de situación, giro o vuelco de la acción. Es un hecho inesperado que cambia fatalmente el desarrollo de la acción. Katharsis: Al mover la tragedia al temor y a la compasión por el destino del héroe trágico provoca una katharsis o catarsis, o sea, una purga de las emociones del público. Esta purga produce una purificación (por analogía con la purga en la medicina). Héroe trágico: Era un personaje elevado al rango de semidiós. Son seres extraordinarios en cuanto a capacidades físicas (Hércules, Aquiles), sociales (reyes y príncipes) y morales. Sin embargo, se establecen en modelos para el ser humano. “El héroe queda trágicamente apresado entre la ley divina, 9 ciega e irreprensible y la conciencia desgraciada pero libre” (Pavis, 1998, p. 233) Es importante que logra la reconciliación con la sociedad o consigo mismo en el momento de su caída trágica. Es el microcosmos del universo dramático. 1.5.3 El Áyax 1.5.3.1 Fuentes Las primeras referencias al héroe datan de la Ilíada, en la cual el héroe ocupa un lugar destacado como fuerte, temerario y arrogante. Para Vara Donado (1985, p. 33), en los poemas homéricos ya es presentado como un “guerrero anticuado, con su enorme escudo de siete pieles de buey”; además de que predominarían en él, “según esta concepción, la fuerza y obstinación brutas y pasivas sobre la inteligencia”. En Píndaro, en las Nemeas, el carácter del guerrero habría cambiado para ser presentado como activo y decidido pero condenado al fracaso. Vara Donado afirma que es ésta la concepción que rescata Sófocles en su obra, lo cual es cuestionable en virtud de la tesis ideológica que presentaría el autor dramático a través del Áyax (Cf. Maglia y Cabrero, 2005, p. 10). Sobre la tragedia de Áyax, la primera referencia se tiene en la Odisea de Homero, donde Odiseo se encuentra a Áyax en el infierno (Barker, 2004, p. 1). En el infierno, Odiseo ve que Áyax está todavía furioso por la competencia por las armas de Aquiles. Odiseo trata de hablarle amablemente, pero el héroe muerto no le responde una sola palabra. Lasso de la Vega (1981, p. 71) apunta que la leyenda de Áyax, incluidos eventos como proteger el cadáver de Aquiles de los troyanos y ponerlo a salvo en el campamento aqueo y el juicio sobre las armas, se extraen de dos obras: La etíope y La pequeña Ilíada. Estas dos son obras que forman parte del ciclo de la guerra de Troya, pero que sólo se conocen por referencias de otros autores. 10 1.5.3.2 Fecha de composición Uno de los aspectos más problemáticos con respecto a la obra de Sófocles, tiene que ver con su cronología. Se ha tratado de establecer tanto a partir de descubrir las claves históricas ocultas en el contenido de las obras, como a partir de establecer la evolución literaria del autor (coherencia formal, innovaciones, tratamiento de la acción dramática entre otros). (cf. Lasso de la Vega, 1981, pp. 54 y ss.) Con respecto al Áyax se ha propuesto que es la obra más temprana conservada. Sin embargo, algunos autores afirman que Antígona estaría colocada en la cronología antes que la arriba mencionada (cf. los autores mencionados en Vara Donado, 1985, p. 33 y Lasso de la Vega, 1981, p. 57). Kitto en 1939 (p. 120) proponía como fecha del Áyax el 450 AC, como parte de una tradición que coloca esta obra antes de la Antígona. Vara Donado (1985, p. 33) basándose en Ronnet presenta la fecha de 456- 455 AC. En Lasso de la Vega (1981, p. 57) se fecha en 447 AC, pero se establece que podría haber sido en 442 AC, previo a la representación de Antígona, donde existe la hipótesis que el conflicto por el funeral de Áyax prefigura la trama que presenta a Antígona empeñada en enterrar a su hermano. 1.5.3.3 Fábula Después de la muerte de Aquiles, durante el asedio de Troya, los jefes griegos se reúnen para decidir cuál héroe merece quedarse con la legendaria armadura forjada por Hefesto. Los nombres que compiten son el de Áyax y el de Odiseo. Áyax representa el soldado esforzado, fuerte y autosuficiente y Odiseo el soldado inteligente, estratega y diplomático. La contienda la gana Odiseo, lo cual Áyax ve como una injusticia y, por lo tanto, una deshonra cometida en su perjuicio por los jefes griegos. Áyax decide vengarse y matar a los jefes griegos, pero Atenea, amiga de Odiseo, lo engaña y hace que Áyax asesine en lugar de los jefes, un rebaño de ovejas. Cuando Áyax se da cuenta de lo que ha hecho, su vergüenza no tiene límites y a pesar de las 11 exhortaciones de su compañera, Tecmessa y los marineros salaminos que son parte de sus tropas, se quita la vida. Luego, Agamenón y Menelao, hijos de Atreo, pretenden dejar el cadáver del héroe sin sepultura por considerarlo traidor. El hermano de Áyax, Teucro, lo defiende y la disputa se resuelve a favor del entierro gracias a la intervención de Odiseo. 1.5.3.4 Estructura dramática La estructura del Áyax se plantea desde dos fuentes: Hubbard (2003, p. 166) y la Introducción al Áyax de Alamillo (1981, pp. 119-21). Según estos dos autores se puede esquematizar la estructura de la siguiente manera: Según la propuesta de Hubbard, la estructura de Áyax sería de tipo especular que tiene como centro el estásimo que encierran los dos monólogos de Áyax. La primera parte se balancea con la segunda. Tanto la primera parte como la segunda tienen monólogos de igual longitud correspondientes a Tecmessa y Teucro que se corresponden con los dos de Áyax en el centro de la 12 estructura. Odiseo abre y cierra la estructura. La estructura en díptico la marcarían las dos entradas del coro. 1.5.3.5 La crítica del Áyax El estudio del Áyax de Sófocles se decanta a través de dos vertientes principales: el contenido de la obra y la estructura de la obra. Sin embargo, ha sido una obra que, en comparación con otras obras de Sófocles como Edipo Rey o Antígona, el volumen de la crítica es menor. Kitto (1939) anota, con respecto a esta obra, que la crítica tradicional la trata como una obra de menor calidad dramática o incluso, defectuosa. Esta crítica tradicional estaría influida en mayor medida por la Poética de Aristóteles y atraviesa los siglos hasta entrado el siglo XX. Para Kitto, Áyax no sería una obra de menor calidad, sino una obra divergente del paradigma aristotélico. Este juicio sobre el Áyax se debe a su peculiar estructura en forma de díptico, donde la situación del héroe hasta su muerte ocupa dos terceras partes de la obra y la última tercera parte es un agon sobre el entierro del cadáver. Se le achaca que es alargar innecesariamente la obra para ajustarse a la amplitud requerida en los concursos o que esa parte es aburrida y que hace que la acción se vuelva frígida (cf. Hubbard, 2003, p. 158). Por otra parte, los defensores de la existencia de la lucha por el funeral se pueden agrupar según sus principales argumentos (cf. Hubbard, 2003, p. 158): • El interés de Sófocles en los cultos a los héroes. • La rehabilitación o justificación de la figura de Áyax en contraste con la mezquindad de los atridas. • La afición de la audiencia ateniense por el debate público. Sin embargo, para Hubbard todavía no son razones de peso para explicar la estructura dramática de la obra. 13 La mayor parte de los estudios sobre el Áyax pertenecen a estudios más amplios sobre las tragedias de Sófocles o de la tragedia en general. Por ejemplo, la obra Kitto (1939), Greek tragedy: A literary study; la obra de Bowra (1966), Introducción a la literatura griega; o la obra de Burton (1980), sobre el coro en Sófocles: The chorus in Sophocle’s tragedies. Igualmente los de Vara Donado (1985) y Lasso de la Vega (1981), que son estudios que forman parte de ediciones de las tragedias de Sófocles. Más recientemente, Segal (1998), Sophocles’ Tragic World: Divinity, Nature, Society; y la tesis doctoral de Encinas Reguero (2007), Tragedia y retórica en la Atenas clásica: la rhesis trágica como discurso formal en Sófocles, en la cual analiza las cuatro obras más tempranas de Sófocles desde el punto de vista retórico. En esta última, Áyax aparece como parte de un estilo retórico cercano al forense. Lasso de la Vega (1981) presenta un estudio estructural de la obra. Sin embargo, un estudio riguroso es presentado por Hubbard (2003) en The Architecture of Sophocle’s “Ajax”. En éste último, el autor plantea que la obra es un díptico donde se trabajan las dos partes en espejo una de la otra. Por otra parte, la crítica del contenido del Áyax ha encarado la obra tradicionalmente como una tragedia de carácter donde se puede ver la esencia del ser humano en contraste con su destino o la lucha de lo humano frente al capricho de los dioses (Kitto, 1939; Lasso de la Vega, 1981; Vara Donado, 1985). Los estudios más recientes han tomado varios caminos divergentes. En primer término, la hipotética recepción de la obra por parte de la audiencia griega. En Barker (2004) lo importante es la entrada de la audiencia como personaje a través del personaje de Odiseo, que la obliga a tomar una posición frente al hecho escénico y aceptar democráticamente el disentimiento. Para Heath y Okell (2007) es la habilidad del dramaturgo para construir lo inesperado en escena a través de una hipotética puesta en escena de la obra. En segundo término, el sustrato ético y moral del concepto de héroe en la Grecia clásica. Lawrence (2005) plantea cómo el análisis ético y moral del Áyax se debe realizar desde el paradigma de la antigua ética griega. 14 Además, analiza la importancia del código heroico para explicar la conducta del héroe. Por último, un análisis sobre el concepto de poder en la obra y cómo se relaciona con el contexto sociocultural donde se produjo lo presenta Nelli (2003). Así, pone el énfasis en la actualización de Sófocles del mito para relacionarlo con la democracia ateniense. Es necesario señalar de forma separada el libro Sintaxis de la decisión trágica: Sófocles, Ájax, una lectura semiológica, de Graciela Maglia y María del Carmen Cabrero (2005). Este trabajo es un estudio semiológico sobre los monólogos del Áyax sumamente riguroso. La propuesta de las autoras es presentar cómo la fractura que sufre el héroe a raíz del choque entre su ética y una nueva sociedad se relaciona con el clima político de la Grecia del siglo V y el avance del pensamiento sofístico. Analizan semánticamente el tiempo, el espacio y los roles actanciales. Además, analizan el itinerario de la obra dramática como programa narrativo. Todo esto, basadas en mayor medida en Greimas, pero a partir de una Semiótica más narrativa o literaria. Otros temas relacionados con el Áyax son la locura y la violencia (Starobinski, 1974 y Scabuzzo, s.f.). En Starobinski se relaciona la pérdida de las armas con una pérdida de la masculinidad, pero no se profundiza en ese aspecto de la figura del héroe. En el país, la obra Áyax prácticamente no ha recibido atención de parte de la crítica literaria académica ni de parte de la teatral. Además de proponer una lectura del Áyax, la investigación pretende llenar el vacío que existe en otros dos aspectos importantes: el uso del Análisis del Discurso y la Pragmática como disciplinas para abordar la explicación de textos dramáticos; y por otra parte, el análisis de contenido referente a la sexualidad en los textos dramáticos. Con respecto al Áyax propiamente, no hay referencia a la relación entre código heroico, masculinidad y abyección. Ni tampoco el empleo de 15 herramientas de Análisis del Discurso y Pragmática para dar cuenta del contenido de la obra y la interacción discursiva. 16 1.6 MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL: 1.6.1 Teatro y Análisis del Discurso El Análisis del discurso se fue perfilando como disciplina a finales de 1960, a partir de una serie de estudios, tanto desde la antropología y la sociología como en la lingüística, que investigaban sobre el lenguaje en su uso y no como un objeto de conocimiento aislado de su contexto (van Dijk, 2000, pp. 53 y ss). Particularmente importantes fueron los enfoques funcionalistas que estudiaron la relación entre formas lingüísticas e intencionalidad del hablante; los enfoques textuales, que buscaron las claves mediante las que un receptor conecta distintos elementos para asignar a un acontecimiento comunicativo el rango de unidad coherente; y los estudios llamados pragmáticos, que estudiaron el lenguaje tomando en cuenta factores contextuales de los que dependía la interpretación de los enunciados (cf. Beaugrande, 2000). Sin embargo, el mismo ha tenido un desarrollo irregular y muchos de sus logros han sucedido de forma aislada, ya sea por falta de conexión entre conceptos o por barreras idiomáticas o culturales. Sin embargo, es una disciplina que se presenta como “transdisciplinaria”, orientada hacia la integración entre sus distintos enfoques (van Dijk, 2000, p. 56). La noción de discurso comienza a ser empleada para referirse al teatro, ya sea escrito o espectacular, en los estudios de Semiótica teatral a finales de los setenta y principios de los ochenta. Ubersfeld (1989, p. 175), en su estudio Lire le Théâtre de 1977, lo caracteriza como la enunciación lingüística del “conjunto de signos lingüísticos que podemos atribuir al autor”. De esta forma, estudia los enunciados lingüísticos en relación con el contexto: espacio escénico, personajes, público, ideología, intencionalidad del autor. 17 Para Keir Elam (1980, p. 135), el discurso dramático (dramatic discourse), consiste en la interacción ficcional entre los personajes encarnados por los actores o actrices. Estudia estos intercambios en su manifestación dialógica, poniendo énfasis en conceptos pragmáticos como la deixis, los actos de habla y el contenido implícito. De forma similar, Bobes Naves (1997, pp. 173 y ss.), estudia de forma primordial el diálogo entre los personajes, tanto en sus aspectos pragmáticos como en sus aspectos “semiósicos”7. Sin embargo, define el discurso dramático (su estudio es sobre la obra dramática) como compuesto por dos formas diferenciadas: “el diálogo, que es el habla de los personajes y la otra por las acotaciones, que es el habla directa del autor”. Sobre esta misma línea, se encuentra el estudio de Herman (1995), Dramatic discourse, que propone la identificación entre diálogo y discurso8. Utiliza herramientas propias de los estudios en el habla como interacción social: etnografía del habla, etnometodología y pragmática. Llama la atención la aplicación sistemática de los hallazgos del Análisis de la Conversación para dar cuenta de los intercambios dialógicos, lo cual se utilizará en el presente trabajo. En estos autores, lo discursivo sería un componente relativo a la enunciación lingüística (escrita u oral), que estaría subsumido en el funcionamiento de lo teatral o dramático como sistema significante. Con esto, se estaría descuidando el funcionamiento discursivo del hecho teatral como parte de una serie de convenciones (incluso codificaciones) que lo hacen posible, al igual que su enunciación como objeto cultural se relaciona con una ideología y una intencionalidad específicas que trascienden la figura del autor como sujeto productor. El teatro por entero participa del proceso de enunciación9. 7 Referido a los procesos de significación en el ámbito de la obra dramática. 8 Véase más abajo la discusión sobre el discurso teatral y el diálogo como parte de éste. 9 cf. Pavis, 1998, p. 137 sobre la multiplicidad de los discursos en el teatro y la disociación del enunciado y la enunciación 18 Pavis (1998, p. 136) anota cómo la problemática sobre el discurso ha invadido la crítica teatral, ya sea por transferencia de metodología o simplemente el término como adopción en el vocabulario. Separa el discurso de la puesta en escena y el discurso de los personajes como las principales nociones relacionadas con el teatro. Sin embargo, advierte: Habría que preguntarse sobre qué base el análisis del discurso puede aplicarse al teatro, sin recurrir mecánicamente a las herramientas de la lingüística, y qué beneficios se pueden derivar de ello para el análisis escénico y textual. (Pavis, 1998, p. 136) Más adelante, afirma que es posible aplicar el término de “discurso teatral” tanto a la representación como al texto dramático, “que se halla a la espera de la enunciación escénica”. Tomando en cuenta lo señalado por Pavis, se hace necesario hacer depender de la definición de teatro, representación y texto dramático y sus relaciones, la aplicación de los análisis pragmático- discursivos que se implementen para el análisis del Áyax. Para Rosselló (2000, p. 17), una perspectiva pragmática para el análisis de textos teatrales implica abordarlos desde el punto de vista de la interacción, que abarca tanto la relación espectáculo-público como la de personaje- personaje y que da lugar al diálogo. Igualmente, Azparren Giménez (2005, p. 19) afirma que “el teatro es por su naturaleza un acto social de habla; es un discurso específico”. Se puede concluir que abordar el teatro o el texto teatral desde una perspectiva pragmático-discursiva conlleva asumir nuestro objeto de estudio como interacción, esto es, en virtud de los medios que son utilizados en y desde la escena para construir sentido en forma colectiva. Igualmente, el texto teatral sólo es posible estudiarlo como una práctica social que habla de prácticas sociales donde la interacción escénica es la esencia misma de su escritura. 19 1.6.2 El discurso 1.6.2.1 Definición En este apartado vamos a establecer la noción básica de discurso desde la disciplina lingüística como paso previo antes de ampliarla a otros tipos de enunciación; como la que sucede efectivamente en la representación teatral. Brown y Yule (1993, p. 19) establecen que el análisis del discurso es el “análisis de la lengua en uso”. Esto implica que se aborda el estudio del lenguaje desde una perspectiva funcional y no formal. La perspectiva formal se relaciona con el estudio de las formas de la lengua y su distribución en sistemas y por niveles (fonológico, morfológico, sintáctico, semántico). La perspectiva funcional se relaciona con las funciones que cumple el lenguaje para sus usuarios. Para Brown y Yule, estas funciones se reducen a dos: una función descriptiva que se cumple cuando se expresa un contenido (se transmite eficientemente información), e interactiva cuando el lenguaje es usado para expresar relaciones sociales y actitudes personales. Sin embargo, “lengua en uso” es una definición muy amplia que abarca casi todo el conjunto de los fenómenos del habla, pero no define qué es exactamente el discurso como concepto teórico que define todo un campo de estudios. Calsamiglia y Tusón (1999, p. 15), definen el discurso como “una práctica social (…), una forma de acción entre las personas que se articula a partir del uso lingüístico contextualizado, ya sea oral o escrito”. Lo importante de esta definición es la introducción de dos nociones clave: acción y contexto. Esto es, que la práctica discursiva es una acción orientada a transformar y dialogar con otras prácticas discursivas y que se genera en un contexto específico; tanto a nivel sociohistórico como a nivel lingüístico. Las autoras, además, se basan en Fairclough y Wodak (1997, p. 258) para proponer el carácter performativo del discurso. Esto significa que el discurso “es socialmente constitutivo así como está socialmente constituido”. El discurso, entonces, responde a un contexto, y por lo tanto, es constituido; 20 pero a la vez, como acción constituye: ya sea mediante el reforzamiento de las instituciones y estructuras sociales o mediante su transformación. Para van Dijk (1997a, p. 23), el concepto de discurso se compone de tres dimensiones principales: a) el uso del lenguaje; b) la comunicación de creencias (cognición) y c) la interacción en situaciones de índole social. Estas tres dimensiones deben estudiarse de forma integrada. El uso del lenguaje se produce en un contexto específico, mediante este uso se comunican creencias (o ideologías) de forma interactiva. Esto último puede ser inmediato como las conversaciones cara a cara, o puede ser una interacción mediata como un discurso que plantea una respuesta frente a otros discursos desplazados en el tiempo y el espacio. Sin embargo, en las tres dimensiones se hace indispensable pensar el discurso como una acción que se realiza en un contexto específico. El discurso puede estar constituido por “una compleja jerarquía de diferentes actos en distintos niveles de abstracción y generalidad” (van Dijk, 1997b, p. 24). Pero, ya sea que la acción discursiva sea simple o compleja, es posible definirla como un acto intencional al cual se le asigna una meta o propósito para el cual es enunciado. Sin embargo, y siguiendo a van Dijk (1997b, p. 29), es necesario asumir una perspectiva desde la cual se interpreta la acción discursiva, ya que la intención desde el punto de vista de la recepción puede sobrepasar la que declara el participante que ejecuta dicha acción. Esto es, las consecuencias de la acción discursiva pueden ser más amplias o tener más alcances de las que creemos cuando se realizan, precisamente porque existen niveles básicos de acción en los que se ejerce poco control de parte del hablante (acciones más o menos automáticas). Si se piensa en el concepto de interacción el problema se hace más complejo, ya que depende de la intencionalidad que se le asigna a las acciones y reacciones de varios participantes y de cómo estos interpretan el acto comunicativo en el que están envueltos. Los límites de la interacción y su unidad son problemáticos en los estudios sobre el discurso (van Dijk, 1997b, p. 31). 21 Es interesante que la noción de discurso necesariamente remite a un objeto teórico que da cuenta del acto de enunciación. Como tal, su interpretación (y las interpretaciones que reconstruimos sobre los participantes de una interacción), necesariamente responde a una reconstrucción del sentido en un amplio panorama que pertenece a la realidad y que podemos llamar contexto. La mayor cantidad de información que tengamos sobre el contexto será útil para la asignación de intenciones, para la asignación de referentes, para el establecimientos de diálogos discursivos (intertexto y cotexto) y conocimientos de los participantes (emisores, receptores y audiencia). 1.6.2.2 Texto y discurso Es necesario, antes de seguir adelante, definir el concepto de texto y su relación con el discurso. Esto porque el texto ha sido una piedra angular en el desarrollo de los estudios discursivos y su existencia establece un nivel teórico importante para el concepto de discurso. Bajtín (2002, pp. 294-295), establece que el texto, tanto escrito como oral, es el “dato primario” de todas las disciplinas humanistas (filosofía, historia, literatura, lingüística), y lo define de forma amplia como “cualquier conjunto de signos coherente”. El texto funciona como enunciado que tiene dos momentos: su proyecto (intención) y la realización de éste. Por lo tanto, para Bajtin el texto no puede divorciarse de su producción (autor) y su recepción: El encuentro de los dos textos, del que ya está dado y del que se está creando como una reacción al primero, es, por consiguiente, un encuentro de dos sujetos, dos autores. El texto no es una cosa, por lo tanto la otra conciencia, la del que lo recibe, no puede ser eliminada ni neutralizada. (2002, p. 298) El texto se define para Bajtin por su convencionalidad (“presupone un sistema comprensible para todos”), heterogeneidad y por el hecho de que existe un proyecto intencional, que implica que el texto se manifiesta como acto humano. 22 Hay una serie de aspectos alrededor de la noción de Bajtin de texto que se le asignan al discurso: intencionalidad, realización como acto y su establecimiento como producto de una enunciación. Pero los que interesa rescatar son su convencionalidad, heterogeneidad y muy ligado a la convencionalidad, su coherencia. Por otra parte, para Ducrot y Todorov (2003, p. 337), las características definitorias del texto son su “autonomía y su clausura”. Sin embargo, la noción de texto la hacen depender de la de sistema lingüístico, con lo cual presentan una perspectiva más restringida que la de Bajtin, en tanto que, para éste último, la noción de texto está vinculada a la acción humana en tanto que posee una intención y es capaz de ser interpretada, por lo que puede ser tomado como texto tanto el comportamiento social humano como un objeto artístico. Para Lozano et al. (2004, p. 18), a partir de Bajtin y Lotman, establecen que el texto es “cualquier comunicación registrada en un determinado sistema sígnico”. Agrega, más adelante, que el texto puede verse como un “fenómeno portador de significado integral”. Esto conlleva a una definición de texto extensa que coincide con la planteada por Bajtin que se vio más arriba. Estos autores diferencian el texto del discurso a partir de la distinción entre “sistema y proceso” (Lozano et al., 2004: 33-5). El texto se convertiría en un objeto de estudio cuyas características primordiales serían la coherencia, el sentido y su existencia como enunciado (texto como sistema dependiente del sistema que lo codifica). El concepto de discurso englobaría el proceso de enunciación: de cómo un texto es producido e interpretado en un determinado contexto. 23 1.6.2.3 Contexto Para los análisis discursivos y pragmáticos, el contexto ha representado una necesidad, un rasgo epistemológico definitorio de su objeto de estudio y por lo tanto, un problema: El problema del contexto es, sin duda, uno de los problemas más intrincados, por las diferentes y encontradas posiciones de las distintas escuelas y teorías, por la ambigüedad de su definición, etc… (Lozano et al., 2004, p. 43) Básicamente, se concibe como un conjunto de conocimientos sin los cuales es imposible dar una interpretación satisfactoria a un texto. Sin embargo, todavía es necesario profundizar un poco más. Pavis (1998, pp. 92-93), lo define de la siguiente manera: El contexto de una obra o de una escena es el conjunto de las circunstancias que rodean la emisión del texto lingüístico y/o la producción de la representación, circunstancias que facilitan o permiten su comprensión. Sin embargo, siguen existiendo lagunas alrededor de esta definición: ¿es posible inventariar todas las circunstancias que rodean un enunciado?, ¿son todas relevantes?, ¿es posible establecer algún tipo de sistematicidad en estas circunstancias?, y por último, ¿cómo se manifiestan en el enunciado? Si bien en lingüística el problema del contexto fue adquiriendo relevancia en los estudios durante el siglo XX, fue desde los estudios antropológicos, sobretodo etnográficos, que el contexto se convirtió en un concepto indispensable para interpretar los enunciados lingüísticos de diferentes culturas (Calsamiglia y Tusón, 1997, pp. 102-105). Hymes (cf. Calsamiglia y Tusón, 1997, p. 103) propone en su concepto de “situación” dos aspectos relevantes: la situación espacio-temporal y la escena psicosocial. Este último se refiere al evento prototípico en el que están inmersos los participantes de una interacción y cómo lo conciben. 24 Sin embargo, no todas las propiedades de una situación social son importantes para la interpretación de un discurso. Van Dijk (1997b, p. 33), propone como definición “la estructura de aquellas propiedades de la situación social que son sistemáticamente (es decir, no casualmente) relevantes para el discurso”. Es decir, que de alguna manera estas propiedades tienen un impacto en la forma como se organiza el discurso, y a la inversa, es posible descubrir aspectos en el discurso que se relacionan con estas propiedades. Siguiendo a Calsamiglia y Tusón (1997), los aspectos relevantes del contexto se han clasificado de la siguiente manera: • El contexto espacio-temporal. • El contexto situacional o interactivo: referido a los participantes, su relación y el propósito de la interacción. • El contexto sociocultural. • El contexto cognitivo: que se refiere a la forma cómo se organiza nuestra experiencia en la mente y/o la memoria. Funciona a partir de conocimientos previos y manejo de expectativas. Como parte del contexto sociocultural, es importante destacar el contexto intertextual, que responde al “conocimiento que las personas tienen de ese “río” de textos producidos a lo largo de la historia que nos permite reconocer aquellas maneras de hablar y de escribir apropiadas a cada situación” (Calsamiglia y Tusón, 1997, p. 109). Por otra parte, van Dijk (1984, pp. 273 y ss.) afirma que el contexto es dinámico, en tanto que las condiciones iniciales de una interacción cambian con el tiempo. Por lo tanto, lo concibe como un transcurso de sucesos. En oposición a la formalización a la que somete este contexto en el estudio de 1984, presenta en van Dijk (1997b) los siguientes aspectos relevantes para el contexto: • Participantes: género, edad, clase social, educación, posición social, filiación étnica, profesión, roles sociales. 25 • Marco: tiempo, espacio, lugar o posición física del hablante y de la audiencia (desde donde hablan o escuchan), otras circunstancias del ambiente físico. También si el marco es privado o público, informal o institucional. • Utilería: elementos especiales que requiere estructuralmente la interacción discursiva (p. ej. agua bendita para un bautizo, radio para captar un discurso transmitido radialmente). • Acción: acciones no verbales que son parte esencial del contexto discursivo (p. ej. acciones de un médico durante una consulta). • Conocimiento e intencionalidad: conocimiento compartido del mundo, creencias, filiaciones culturales e ideológicas, asignación de una intencionalidad basado en nuestros conocimientos. • Acción de nivel superior: el acto que en forma completa es ejecutado por la interacción discursiva. La sucesión de preguntas y respuestas de un médico y un paciente sólo tienen sentido en el acto superior de realizar una consulta médica. • Contexto global y local: el contexto local tiene que ver con las circunstancias inmediatas que determinan la interacción discursiva. El global tiene que ver con las condiciones generales a las que responde el suceso de nivel local. Los saludos como apertura de una interacción, pero también como parte del sistema de cortesía de una cultura específica. • Construcción de contextos: propone que los contextos son cambiantes, como se había anotado arriba, y que de hecho interaccionan dinámicamente con el discurso, en tanto que el discurso mismo puede cambiar las propiedades del contexto de acuerdo al curso que sigue su construcción. Por último, van Dijk hace la salvedad que esta lista de aspectos no es definitiva, en tanto que pueden existir otros no contemplados como reglas o normas, modalidad de la comunicación (hablado o escrito) o los géneros discursivos. 26 Sin embargo, hay una parte del contexto que no se ha expuesto: el cotexto. Corresponde a los enunciados en los cuales está inmerso un enunciado específico. Tanto las palabras como los enunciados están constreñidos por el contexto inmediato de las significaciones que emanan del propio texto (cf. Brown y Yule, 1993, pp. 70-71). Así, cada enunciado depende de los precedentes y los subsiguientes para su adecuada interpretación. 1.6.2.4 Coherencia discursiva 1.6.2.4.1 Textura discursiva Tal como lo indica su significado intuitivo, este aspecto del discurso se refiere a cómo está conformado el enrejado de elementos y significaciones en el texto que lo convierten en un sistema autónomo y clausurado (no aislado). Pero se necesita ampliar más en qué consiste este enrejado y cómo se estudia. Para Calsamiglia y Tusón (1997, p. 219), el significado del texto se basa en: “a) el contenido o información global, fruto de la combinación de los valores del componente lingüístico, y b) el sentido derivado del componente extralingüístico como los implícitos, el conocimiento enciclopédico o la experiencia compartida entre emisor y receptor”. Esto hace que el texto funcione, no como una unidad aislada, sino como una unidad semántico- pragmática. La realidad de que la textura discursiva se relaciona con el entramado de los elementos que le da cohesión al texto la hace evidente Martin (2003, p. 35) al caracterizar la textura de la siguiente forma: Textura es un aspecto del estudio de la coherencia, el cual puede ser pensado como el proceso de acuerdo con el cual una posición de lectura es naturalizada por los textos para los oyentes/lectores. Junto con la textura este proceso involucra conocimientos y expectativas acerca del contexto social que un texto dinámicamente construye. 27 Esta posición de lectura naturalizada se realiza mediante relaciones semánticas explícitas entre los elementos discursivos (Brown y Yule, 1993, p. 242). Sin embargo, depende en gran medida de los mecanismos de cohesión presentes en el texto. De manera que la cohesión es tomada como un aspecto de la textura del discurso. Sin embargo, si bien la textura es un aspecto de la coherencia en el texto, no es esencial para declarar a un texto coherente, ya que el lector/oyente puede reconstruir un sentido para una serie de enunciados que se presentan como un texto. Esto queda claro a partir de la segunda parte de la cita de Martin (2003), donde la coherencia es un aspecto más relacionado con el ejercicio de reconstrucción del sentido que hace un oyente/lector. 1.6.2.4.2 Cohesión La cohesión del texto ha sido estudiada principalmente por Halliday y Hasan (1976) y Gleason (1968) (citados por Martin, 2003, p. 35). Principalmente se le define como un conjunto de recursos para construir relaciones discursivas más allá de lo gramatical. Sin embargo, es importante reconocer que la cohesión es el estudio del resultado que produce el uso de estos recursos. Con lo cual, se sigue a Martin (2003) que propone que la cohesión es “el proceso mediante el cual el significado es canalizado en una corriente de discurso digerible”. (p. 35) En Martin (2003, p. 36), se expone el inventario de recursos que presentan Halliday y Hasan en sus estudios sobre cohesión. Se dividen en cinco categorías: • Referencia: son los recursos para referirse a participantes o elementos circunstanciales que son recuperables en la cadena discursiva. • Elipsis: son recursos para omitir una cláusula, parte de una cláusula o grupo en contextos donde se puede asumir su referencia. • Sustitución: Sucede cuando en una omisión, el elemento es recuperable a través de otro que se coloca en su lugar. • Conjunción: Se refiere a toda una serie de conectores entre cláusulas. 28 • Cohesión léxica: se refiere a las relaciones semánticas que suceden entre elementos léxicos: repetición, sinonimia, hiponimia, metonimia e incluso, colocación (lazos semánticos de distribución entre elementos léxicos, p. ej. ‘té negro’ es aceptable, pero no ‘té asado’). A estos hay que agregar las comparaciones, la repetición sintáctica, las secuencias temporales y la elección estilística (Brown y Yule, 1993, p. 239) Por otra parte, Martin (2003) también expone una clasificación hecha a partir de los trabajos en semántica del discurso de Gleason (1968) y Gutwinsky (1976). Esta es pertinente en tanto presenta no sólo una clasificación de las formas, sino también de las funciones que prototípicamente adquieren estas formas en el texto: • Identificación: Son los recursos para rastrear participantes en el discurso. Sobretodo se traslapa con la categoría de “referencia” reseñada arriba. Su función principal es la significación textual. • Negociación: Centrada en recursos que sirven para el intercambio de información, bienes y servicios. Se traslapa con las categorías de “sustitución” y “elipsis”, en un marco general que tiene que ver con la función de significación interpersonal. • Conjunción: Se refiere a la conexión entre mensajes, ya sea por adición, comparación, temporalidad y causalidad. También se agrega por contigüidad entre mensajes. Su función es la significación lógica. • Ideación: Se ocupa de la semántica de las relaciones léxicas, de cómo se despliegan para construir marcos institucionales10 (contextuales) para la interacción. Su función es la significación de la experiencia. Si bien a partir de esta exposición podemos ver los distintos elementos propios del estudio de la cohesión en el discurso, estos están relacionados íntimamente con la construcción de la coherencia en un texto. 10 Con institucional se refiere a lo que está cognitivamente organizado y aceptado por los participantes como conocimiento compartido, roles respectivos, situación que enmarca la interacción discursiva… 29 1.6.2.4.3 Coherencia La palabra coherencia en sí misma remite a conexión, entramado entre partes que conforman un todo. Al mismo tiempo podría pensarse que este entramado se compone de relaciones solidarias o a una ausencia de contradicciones. En realidad, la coherencia tiene que ver más con un ejercicio activo del oyente/lector que con propiedades formales de un texto. En este sentido, se ha hablado de “competencia textual” para designar la capacidad que tiene un oyente/lector para recibir como coherente en el marco de una interacción discursiva un texto que formalmente podría parecer incoherente (Lozano et al., 2004, p. 20). El caudal de experiencia y conocimientos adquiridos por el oyente/lector trabajan cooperativamente con el texto para construir la coherencia del mismo. …en los propios hablantes se encuentra la capacidad de dotar de coherencia a frases sueltas, inconexas, gramaticalmente incompletas, intercambios mínimos que parecen no tener ningún sentido, textos que no sabemos cómo interpretar hasta que se dotan de una clave o marco que permite reconocer su sentido. Se parte del principio de presunción de coherencia, a partir del cual toda clase de mensajes emitidos por un Emisor para un Receptor se consideran bajo la hipótesis de un comportamiento racional que no admite idealmente un comportamiento ilógico y absurdo (Calsamiglia y Tusón, 2000, p. 222). Es posible aplicar esto para un espectador(a) de teatro, en tanto que el comportamiento “racional” al que se refieren las autoras consiste en la competencia del espectador(a) de conocer y aceptar las convenciones que gobiernan la representación escénica (así la convención sea la ruptura). Esto se llama coherencia pragmática y establece que a mayor grado de contextualización, menor será la necesidad de elementos que sustenten la coherencia, y a la inversa, menor contextualización, son necesarios una mayor cantidad de elementos lingüísticos que den coherencia al texto. (p. 224). 30 Por otra parte, se encuentra la “coherencia de contenido”, la cual depende de la concepción del texto como una unidad global, en la cual subyace una hipotética macroestructura semántica. Tal como lo presenta Van Dijk (1986 y 1984), la macroestructura se basa en la noción de tema. El tema sería el concepto para designar la capacidad que tiene un receptor para resumir un discurso o fragmento de discurso en, generalmente, una proposición (o conjunto de ellas si es un discurso de gran tamaño como una novela). Así, van Dijk (1986, p. 45) separa las macroestructuras o contenido global de un discurso de las microestructuras, que corresponderían a la estructura local del discurso: estructura de oraciones y las relaciones de cohesión y coherencia entre ellas. Así, propone que la existencia de la macroestructura semántica es evidencia de la coherencia del discurso, ya que es posible asignarle un contenido específico. Llegar a un tema o tópico de discurso (la macroestructura) es posible gracias a la reducción de la información semántica a través de una serie de operaciones que van Dijk llama las macrorreglas, las cuales vamos a plantear a continuación (cf. resumen hecho por Calsamiglia y Tusón, 2000, p. 225): • Macrorregla de supresión: Un texto que quiere reformular de forma sintética tiene que sufrir el borrado de la información que no se considera relevante. • Macrorregla de integración: Corresponde a la integración de varias proposiciones cuyos contenidos son integrables en un solo enunciado. • Macrorregla de construcción: Es la construcción de un nuevo enunciado a partir de varios enunciados integrables. • Macrorregla de generalización: Operación de transformación que incluye una sustitución de un concepto más general a nivel semántico que incluya los demás. La reducción escalonada del contenido de un texto en miras a su tópico, conllevaría una visión de los niveles de construcción del mismo texto: ideas 31 principales, secundarias, principales participantes…; lo que ayudaría a tener una idea de la “progresión temática”. 1.6.3 El discurso teatral En este estudio se seguirá la noción de Pavis (1998) presentada arriba de que el discurso teatral comprendería tanto la enunciación escénica como la del texto dramático; el cual es visto como un texto (escrito) a la espera de su enunciación escénica. Esta forma de concebir el discurso se vuelve ambigua, en tanto que los procedimientos de enunciación (tanto su producción de sentido como su recepción) son distintos. Desde lo más básico que son sus soportes para la significación son distintos: el signo gráfico y el signo teatral. Por lo tanto, es necesario establecer qué relación existe entre la representación escénica y el texto dramático como una forma de acercarse a un texto que posee una especificidad que lo diferencia en gran medida de otros textos. 1.6.3.1 Texto y representación Las relaciones entre texto y representación han pasado por dos estadios diferentes en la historia del teatro en Occidente. Aún hoy en día persisten ambas posiciones como si fueran los dos extremos de un continuum. Desde el aprecio por la palabra que tenían los griegos hasta la técnica física del mimo romano o de la Commedia dell’ Arte italiana, se han visto tanto sincrónica como diacrónicamente contrastadas. Sin embargo, es importante anotar que en la mayor parte de la historia del teatro occidental11, ha sido la palabra, el texto, el que ha tenido preponderancia, tanto porque la palabra es vista como la depositaria del conocimiento y el resguardo de la memoria como porque el registro de las técnicas espectaculares es en sí mismo problemático. 11 En contraste, otras tradiciones han recurrido a la rigidez de la tradición para conservar las técnicas físicas o incluso a la escultura como sucede con los templos hindúes y gracias a los cuales se pudo reconstruir las técnicas de la danza orissi. 32 García (1991, p. 25) llama a estas dos posiciones “logocentrismo” y “escenocentrismo”. El logocentrismo (con acento derrideano) consiste en una perspectiva que ha dominado el pensamiento teatral desde los griegos (especialmente con la Poética de Aristóteles) hasta el siglo XIX. … el texto escrito tenía la primacía en las creaciones y en la teoría teatral; la representación se consideraba como algo eventual, transitorio, y efectivamente en muchos casos es así; el privilegio que se reconocía en el texto implicaba el olvido de los valores que aportaba la representación. Las posiciones más extremadas en esa posición las adoptaron los historiadores de la literatura que en sus estudios atendieron exclusivamente el texto como fábula, prácticamente como “narración”… (Bobes Naves, 1997, p. 110) Por otra parte, el escenocentrismo consiste en invertir los términos de prioridad entre el texto y la representación que se habían dado tradicionalmente. Sobretodo se llevó a cabo entre los teatreros y teatreras y su desarrollo es paralelo a la importancia que adquiere el director teatral como “escritor escénico”. Esta concepción considera la “representación, espectáculo o puesta en escena como realidad primera, principal y autónoma, esto es, ni dependiente ni subordinada ni posterior respecto a la obra literaria” (García, 1991, p. 27) Bobes Naves (1997, p. 109), basada en De Marinis presenta una lista básica de las relaciones que se han establecido entre texto y representación: • La representación se concibe y se realiza como una traducción del texto escrito. • El texto se concibe como un mero pre-texto sobre el que el director de escena crea un espectáculo autónomo, que es el verdadero teatro. • La representación es un mensaje pluricodificado y de múltiples niveles, que sobrepasa los que puede haber en el texto escrito. • El texto es autónomo y la representación también. 33 La posición de Ubersfeld (1989, pp. 13 y ss.) es plantear que no existe identidad semántica entre texto y representación, sino una intersección variable. En todo caso, plantea que el texto es anterior a la representación y “la acompaña”, ya que parte de la hipótesis de que el hecho teatral es “una relación entre dos conjuntos de signos, verbales y no verbales” (Ubersfeld, 1989, p. 20). Para Bobes Naves (1997, p. 15), la obra literaria escrita y el proceso de representación forman parte de un solo fenómeno: el teatro. No hay oposición entre texto y representación, sino que se toman como instancias de un mismo proceso de producción significante. Sin embargo, hay un aspecto que no está contemplado y es el papel que juega el contexto en el proceso de enunciación tanto del texto escrito como de la representación. Este contexto constituye el conjunto de convenciones que conforman el teatro en una sociedad específica. Esto es lo que hace que García (1991, pp. 36 y ss.) plantee que existe un texto espectacular (virtual o efectivo) anterior al texto dramático. Además, este texto dramático sólo daría cuenta del plano dramático, visto como la acción teatralmente representada. El problema no puede resolverse a través de establecer un texto espectacular virtual o efectivo como antecedente de un texto dramático o una obra dramática (lo que se ha venido llamando texto), ya que las convenciones consisten tanto en matrices de técnicas para la representación, concepciones de la palabra dentro del universo del teatro, como formas de concebir el texto escrito en relación con la representación. Se puede decir que el lugar que asume la palabra escrita en la cultura occidental es determinante para explicar la existencia de los textos escritos para teatro. Pero también es cierto que lo que plantea la obra dramática es una puesta en escena virtual que funciona a partir de la restitución del referente, que son las técnicas de representación de una época. De ahí que el texto escrito funciona como registro codificado de la representación, pero insuficiente ya que el lector debe proponer una concepción escénica para su lectura. Claro está, la 34 codificación dependerá del énfasis que en la escena se le da a un aspecto u otro del hecho teatral (por ejemplo, el texto dramático compuesto a partir de imágenes que plantea Robert Wilson para sus puestas habría sido inconcebible en la época clásica francesa). En este sentido, la obra dramática crea una forma especial de vínculo con el lector, ya que es una lectura que funcionalmente pide tener presente como referente primario la representación. Se le puede concebir como un discurso teatral específico (escrito), pero distinto del discurso teatral que se enuncia mediante la representación. Así, la enunciación del texto escrito consiste en proponer al lector su enunciación virtual en una escena virtual (reconstruida cognitivamente por el espectador). 1.6.3.2 Texto dramático y texto espectacular Para Bobes Naves (1997, p. 84) la definición de Texto dramático es equivalente a la de obra dramática, esto es, “un texto escrito, un producto humano, por tanto histórico, cultural, de carácter artístico literario, dispuesto para su representación escénica”. Sin embargo, posteriormente distingue entre Texto literario como un aspecto del texto dramático, destinado para leer; y Texto espectacular que es también un aspecto del Texto dramático y destinado a la representación. El texto dramático se concibe entonces como los aspectos pertinentes que subyacen tanto en uno como en otro (“lo dramático”, referido a la acción escénica). Aún así, resulta muy confusa la separación entre los tres. De forma más o menos similar es la propuesta de García (1991, pp. 33 y ss.). Texto dramático son las pertinencias de la acción escénica, el texto preparado para el proceso de escenificación. El Texto espectacular es entonces el registro de las pertinencias de una representación y es posterior a la representación en cuestión. El drama es, en este modelo, un aspecto que subyace tanto al texto dramático como al espectacular. Aún así, existe la concepción de que existe algo en el texto que participa también de la representación: el drama. El drama se puede concebir como un diseño de 35 acción escénica que depende de la lectura de un lector/espectador, y que es transportable del texto a la escena. Por lo tanto, para propósitos de esta investigación, se hablará de texto espectacular para referirse al texto que sucede escénicamente: “es la relación entre todos los sistemas significantes utilizados en la representación y cuya organización e interacción constituyen la puesta en escena” (Pavis, 1998, p. 472). Igualmente, siguiendo a Pavis (1998, pp. 470-472), se propone que texto dramático consiste en una entidad pragmática y no formal. Esto es, el texto dramático se distingue por el fin al que se le destina que sería la representación, y no porque exista algo en sí que es dramático. Esto significa que lo dramático es una perspectiva de abordaje en la lectura que existe en potencia en casi cada texto. Éste adquiere cierta fijeza (como opuesto a lo “movedizo” de sus lecturas) gracias a una perspectiva específica en la lectura. 1.6.3.3 La obra dramática El término obra fue utilizado después del siglo XVII para designar el texto dramático: “una obra escrita para la escena” (Pavis, 1998, p. 317). Implica cierta concepción de ensamblaje de piezas. Para García (1991, p. 42), la obra dramática es: …la codificación literaria de las pertinencias dramáticas (ni exhaustiva ni exclusivamente) de un espectáculo teatral imaginado o virtual, capaz de originar (estimular y orientar) la producción de espectáculos teatrales efectivos. Si tomamos en cuenta que la obra dramática ya tiene una intención original desde su producción de “estimular y orientar” la producción de espectáculos (en contraposición al texto dramático que depende de una intención de los usuarios para concretarse como tal), y que se convierte en texto a partir de una codificación; ¿cuáles son los aspectos que la distinguen de otros textos literarios o no? Dar respuesta a esta pregunta implica establecer un prototipo de obra dramática en Occidente, ya que el ejercicio escénico y dramatúrgico 36 contemporáneo ha producido una dispersión en la codificación de los textos, borrando las fronteras entre géneros literarios. En primera instancia, se va a distinguir entre dos niveles discursivos: • Macronivel discursivo: consiste en cómo se presenta el material textual: ya sea formalmente (presencia de título, de dramatis personae, disposición de estas unidades, separación entre diálogos y acotaciones, segmentación por actos, escenas o cuadros) o a nivel de contenido (distribución de la acción dramática en los distintos segmentos, relación semántica entre los elementos de este nivel, macroestructura semántica y su relación con la estructura dramática, diseño de los personajes y las coordenadas espacio-temporales). • Micronivel discursivo: consiste en los enunciados que aparecen en el texto. Generalmente, estos aparecen por secuencias definidas, ya sea por su finalidad o por su tópico. Como se verá más adelante, los enunciados pueden ser descriptivos (acotaciones y títulos) o pueden ser dialogales. 1.6.3.4 Macronivel discursivo 1.6.3.4.1 Título El título puede ser definido como “un texto exterior al texto dramático propiamente dicho; en este sentido, es un elemento didascálico (…), pero su conocimiento obligatorio (…) influye sobre la lectura de la obra” (Pavis, 1998, p. 481). Esto, además, quiere decir que crea expectativas para el lector/espectador que pueden ser “frustradas o satisfechas”. Pavis (1998, p. 482) presenta, además, algunas dimensiones para tomar en cuenta sobre el título: • Concisión. • Nombre propio del héroe central. • Caracterización inmediata, ya sea del héroe (El avaro, El misántropo) o la intriga. 37 • Comentario metatextual. El título comenta el contenido de la obra o promueve la reflexión del lector/espectador en algún sentido. • Gusto por la provocación y la publicidad. • Proverbio. Funciona como sentencia, el título es el tema o la idea que se ilustra dramáticamente. Junto con el título, es posible encontrar el dramatis personae (personajes, personajes de la obra o del drama), que consiste en un esquema de los personajes que, como instanciación del rol actancial (cf. Pavis, 1998, p. 28), aparecen como identificación de las acciones verbales o físicas que corresponden a un actante específico. Es una lista que se solía poner en las antiguas ediciones (Pavis, 1998, p. 147) y ha quedado como una tradición para los textos más conservadores. 1.6.3.4.2 Diálogo El diálogo como discurso en el texto dramático es caracterizado por Herman (1995, p. 1), mediante un principio estructural fundamental: “es interactivo e interaccional”. Esto es que se basa en el intercambio de acciones verbales entre participantes, lo que lo convierte en una construcción cooperativa, propia de la primera persona plural. En su forma más básica consiste en un sistema de toma de turnos (Aston y Savona, 1991, p. 52 y Elam, 1980, p. 136), donde los roles de emisor y receptor se intercambian en cada toma de turno. Este mecanismo evoca la interacción que se produce socialmente cuando se produce una conversación. Igualmente, el diálogo teatral está sometido a una serie de convenciones que encuentran eco en las convenciones sociales que regulan la comunicación. Sin embargo, como apunta Herman (1995, pp. 3 y ss.), el diálogo teatral no es idéntico a la conversación, no es un espejo. Esto porque el diálogo teatral es un “dispositivo” para la creación del mundo del drama que puede acercarse o alejarse morfológicamente de las convenciones sociales. La 38 autora prefiere asumir la conversación y sus convenciones, al igual que las convenciones que dan forma a un diálogo teatral (de la Grecia Clásica, del Renacimiento, del Naturalismo…), como parte del contexto de la obra en sí. Como bien supone la palabra “interacción”, el diálogo se define más por su calidad de acción verbal que depende fuertemente de su fuente declarada (personaje o actor) y que pide una respuesta como parte de la progresión dramática (cf. Bobes Naves, 1997, pp. 203 y ss.), que de las posibles posiciones ideológicas enfrentadas como lo afirma Ubersfeld (1989, p. 202). Esto hace que el diálogo funcione efectivamente como un todo (semánticamente hablando) que se construye cooperativamente con el aporte de distintos personajes, actantes o actores/actrices que accionan. También es necesario indicar que es una forma ligada estrechamente al contexto y sus enunciados al cotexto en el que se encuentran, ya que participa de las características del lenguaje en situación. Al mismo tiempo, la presión de las condiciones de enunciación deja marcas formales en los enunciados que pueden ser rastreadas para la interpretación. Además de ser interactivo, interaccional y dependiente del contexto, el diálogo tiene carácter secuencial y jerárquico (Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 319). Es secuencial porque la interpretación de un enunciado sólo es posible gracias a los enunciados anteriores y posteriores que lo acompañan (cotexto), como se había indicado arriba. Y jerárquico, ya que señala la existencia de unidades de distintos rangos o niveles que están entretejidas en la estructura dialogal (véase abajo en el apartado sobre Secuencias). Una primera distinción con respecto a los tipos de diálogo en el teatro se puede establecer entre verso y prosa, como lo presentan Aston y Savona (1991, p. 55). Los autores señalan que generalmente se acepta que la prosa busca replicar el lenguaje “ordinario” y que el verso, por otra parte, se caracteriza por presentar un uso “artístico” del lenguaje. Igualmente, que tradicionalmente se ha asociado el empleo del verso para la tragedia y su constelación de personajes eminentes; y la prosa para la comedia y sus 39 personajes de baja extracción social. La última diferencia que señalan los autores sobre esto, estriba en que la tragedia daría cuanta de dilemas morales, mientras que la comedia se ocuparía de analizar el comportamiento social. Si bien, la crítica tradicional ha establecido estas diferencias, el teatro contemporáneo se ha asegurado de crear un vínculo funcional entre la forma del diálogo y la intención de la obra dramática como discurso. Esto permite que no asumamos como dadas las relaciones entre tratamiento del lenguaje y contenido, sino que se dé cuenta de la funcionalidad que cumple la forma dentro del universo de la obra dramática. Bobes Naves (1997, pp. 263 y ss.) presenta una tipología de los diálogos dramáticos: • Diálogo argumentativo: se basa en la argumentación de posiciones encontradas sobre un tema o dilema específico, donde lo importante es la búsqueda de la razón o la verdad. • Diálogos de inversión cómica: propios de la comedia donde se produce un contrapunto con respecto a la realidad social. Inversión de jerarquías sociales, género, intelectuales… Comportamientos como el engaño producen oportunidades de dislocar las posiciones desventajosas de ciertos personajes. • Diálogos informativos: se encuentra en los misterios medievales. Propio de una función didáctica del teatro. Es información para el público. • Diálogos de pasión y de vida: Engloba el teatro isabelino, cuyos conflictos califica de internos o intrapersonales; y el teatro español del siglo de oro, que corresponden a un diálogo social. • Diálogos conversacionales y narrativos en la comedia de salón: conversaciones cuyo objetivo es el entretenimiento en la escena, propio de las obras de la segunda mitad del siglo XIX. • Diálogos icónicos en el realismo psicológico: los diálogos reproducen icónicamente la forma como se produce el diálogo en sociedad, 40 separando el diálogo casi totalmente de la acción que es desplazada al subtexto. (Ejemplo: obras de Chejov.) • Diálogos esticomíticos: diálogo cuyos parlamentos son una sucesión de intervenciones iguales o que se reflejan una a la otra. Propio de enfrentamientos abiertos. • Diálogos interiores y monólogos líricos: se manifiesta la introspección, la expresión de estados de consciencia. • Otros tipos de diálogo: diálogos propios del teatro contemporáneo que pueden consistir en juegos de palabras o por su valor fático o sustituto del silencio. La autora resume que, a pesar de que las obras dramáticas presentan el diálogo como forma discursiva, hay una gran diversidad de formas cuyas funciones son también diversas. Estas funciones dependen de la época, la ideología, el subtexto, el marco de referencia y otros (Bobes Naves, 1997, p. 275). Pavis (1998, p. 126) señala que es una “empresa absurda” inventariar las formas que toma el diálogo, y que el mejor camino consiste en establecer criterios para diferenciarlos. Presenta los siguientes tres criterios: • Número de personajes: se refiere a cuántos personajes participan del diálogo y en qué relaciones se encuentran entre sí. • Volumen: el volumen que tienen las intervenciones de los personajes. • Relación con la acción: el diálogo es acción hablada, por lo que su relación con la acción dramática depende del papel que cumple en el universo de la obra. 1.6.3.4.3 Acotaciones Las acotaciones corresponden a un grupo bastante heterogéneo de enunciados destinados a especificar la representación virtual del texto dramático o modelar la forma de recepción del texto dramático en sí. Pueden tanto corresponder al título, a la lista de personajes, como a las ambientaciones, el espacio, el tiempo, la descripción de los personajes o 41 actantes involucrados en la acción escénica, la descripción de las acciones físicas virtuales; o inclusive las intenciones o matices propios de la enunciación virtual del texto. Bobes Naves (1997) hace la distinción entre didascalias y acotaciones. Llama a las primeras indicaciones sobre el mundo de la obra que son parte del diálogo de los personajes, en tanto que las segundas calzarían con la definición propuesta arriba. Para Ubersfeld (1989), las acotaciones corresponderían a las “didascalias” e igualmente comprenderían el grupo de enunciados descrito en el párrafo de arriba. El término didascalia proviene del griego y significa “enseñanza”. Corresponde, por un lado, a la serie de indicaciones que el dramaturgo (que era a la vez el director de escena) daba a los actores sobre cómo interpretar el texto. Por otro lado, también significa los datos de la obra que acompañaban el registro de la misma en los anales de la ciudad (Pavis, 1998, p. 130). Más recientemente se ha vuelto a restituir el término como equivalente a acotaciones. En el trabajo, utilizaremos el término acotaciones en su papel de “designar el contexto de la comunicación”, es decir, “una pragmática (…), las condiciones concretas del uso de la palabra” (Ubersfeld, 1989, p. 17). Sin embargo, estas condiciones concretas se refieren a un mundo escénico, a una representación posible, por lo que se conforman como un sistema de convenciones: De este modo, las acotaciones son siempre un intermediario entre el texto y el escenario, entre una situación, un referente posible y el texto dramático, entre la dramaturgia y el imaginario social de una época, su código de las relaciones humanas y de las posibles acciones. (Pavis, 1998, p. 27) 42 1.6.3.4.4 Estructura dramática Este término proviene de los análisis estructuralistas que proponían el inmanentismo de la obra literaria o dramática, como punto de partida para su estudio. La estructura corresponde a un sistema de relaciones entre los elementos que conforman la obra. Posteriormente, se han propuesto análisis más vinculantes, que aprovechan los hallazgos de los análisis estructuralistas y los complementan con análisis del contexto y/o de la recepción del texto (cf. Villegas, 1982). Estructura indica que las partes constitutivas del sistema están organizadas según una disposición que produce el sentido del todo. (Pavis, 1998, p. 187) Para Pavis, las partes constitutivas comprenden tanto la fábula o acción de los personajes, como las relaciones espacio-temporales, la configuración del escenario e, incluso, el lenguaje dramático. Para Villegas (1982, p. 25), la construcción dramática corresponde a “cierta clase de construcción del mundo o disposición de los sucesos”, que coincidiría con ver la estructura dramática como “un esquema de la acción que visualiza la curva dramática” (Pavis, 1998, p. 187). Esta es la forma más común de ver la estructura dramática, la cual se reduce a un análisis de la “fábula” y del “argumento” como principios que estructuran el mundo dramático. Se tomará esta forma de ver la estructura dramática en el presente estudio, y se estudiarán por aparte tanto la configuración espacio-temporal como el análisis de los personajes. La noción más difundida de fábula corresponde a un relato de la historia que se escenifica o se lee en la obra dramática. Proviene de Aristóteles, que la define como la parte más importante de la tragedia y corresponde al conjunto de las acciones que se suceden; por lo que tiene un principio, un medio y un fin (cf. Bobes Naves, 1997, p. 287). Este relato pone énfasis en la serie cronológica de los acontecimientos, ya sea que estos en la obra sean narrados o sucedan efectivamente. 43 Por otra parte, el argumento corresponde a lo que efectivamente asiste el espectador o lector. Esto es, los sucesos en el orden destinado por el autor, en su presentación efectiva o narrada. Esta presentación puede ser narrada o esquematizada según las instancias de segmentación propias de la dramaturgia de una época específica (actos, episodios, cuadros…). 1.6.3.4.5 Configuración espacio-temporal La construcción espacio-temporal corresponde a las coordenadas básicas que ubican la acción dramática realizada en el texto dramático en algún tiempo y lugar específico. De acuerdo a la propuesta de los aspectos del contexto de van Dijk presentada arriba, se pueden separar dos marcos espacio-temporales: el del texto dramático y el del hecho teatral. Esto sigue la concepción del espacio de Zappelli (2006, p. 9) en su eje superior, donde establece la distinción entre espacio dramático y espacio real. Para el caso del tiempo, García Barrientos (1991, p. 128) establece la misma distinción: el tiempo del espectador (o de la lectura en el caso de la obra dramática) y el tiempo ficticio (cf. también Pavis, 1998, p. 477; en este caso, tiempo escénico y tiempo extraescénico o dramático). En el texto dramático, tanto el tiempo como el espacio se inscriben tanto en elementos referenciales que existen en las acotaciones y los que existen en los diálogos. Estos elementos pueden ser léxicos o deícticos. Esto es, que su función puede ser referencial, en el caso de los elementos léxicos; o puede ser deíctica, en el caso de que haya elementos que son instanciados a partir del contexto en el que se encuentran. Más adelante, volveremos sobre los elementos deícticos y el fenómeno de la deixis. 1.6.3.4.6 El tiempo dramático El tiempo es uno de los aspectos fundamentales del texto dramático y también del hecho teatral. En este apartado, nos centraremos en el tiempo 44 dramático, ya que el tiempo del espectador o escénico sólo se realiza en la representación. Sin embargo, la concepción del tiempo dramático conlleva un marco de las convenciones sobre el tiempo de la representación de una determinada época y sociedad. Las relaciones entre el tiempo escénico y el tiempo dramático serían un tema para la puesta en escena. El aspecto más importante que resalta sobre el tiempo teatral es que es siempre presente (Bobes Naves, 1997, p. 384 y García Barrientos, 1991, pp. 130 y ss.). Pavis (1998, p. 477) lo menciona cuando habla del tiempo escénico. La representación se realiza siempre en presente por su característica principal que es una acción que se realiza en un tiempo que comparten el público y los (as) actores/actrices. Sin embargo, el tiempo ficticio puede ser sometido a una serie de manipulaciones dramatúrgicas, tanto con relación a la fábula como formalmente. Seguiremos a García Barrientos (1991 y 2005) en su propuesta para el análisis del tiempo en el drama, sin ahondar en la taxonomía minuciosa que expone, sino en las categorías principales: • Planos: Existe un plano artístico o dramático que resuelve la relación entre un tiempo escénico o real y un plano diegético; este último es el plano de la fábula, del relato. • Grados de (re) presentación: Distinción entre el tiempo patente que efectivamente es escenificado, el tiempo latente que es sugerido porque es ocultado (como las elipsis); y el tiempo ausente que son eventos que se conocen sólo por alusión. • Estructura: Cómo se estructuran los acontecimientos o bloques de acción dramática y cómo se unen o separan unos de otros (nexos). Estos nexos pueden ser pausas, elipsis, suspensiones o resúmenes. • Orden: Se refiere al modo en que están ordenados los bloques de acción dramática. Puede ser acrónico, donde el orden temporal no importa o no existe. O puede ser crónico, donde hay una ordenación temporal. Cuando hay ordenación, esta puede ser 45 cronológica o acronológica. En esta última es cuando se presentan regresiones en el tiempo de la fábula o anticipaciones. • Frecuencia: Corresponde a la posibilidad de que un fenómeno se repita en la acción dramática. Puede ser por repetición, de acuerdo con la cual un mismo fenómeno se presenta más de una vez. O puede existir iteración dramática: un fenómeno que sucede en la fábula varias veces se presenta sólo una vez. • Duración: Es la duración de las escenas o bloques de acción dramática en relación con la fábula y en relación con las otras escenas o bloques. En este sentido, pueden variar en cuanto a velocidad externa (percepción del desarrollo temporal de la acción y la convención que se tiene de ella), velocidad interna (declaración del paso del tiempo en relación con un desarrollo convencionalmente normal de la acción) y ritmo (relación de la duración de las escenas o bloques entre sí). • Distancia: es la distancia que media entre el tiempo objetivo de la fábula y el tiempo de escritura o representación de la misma. • Perspectiva: si la acción dramática se presenta como objetiva o subjetiva. • Niveles: son niveles de representación. Extradramático es el plano real de la escenificación, corresponde al actor. El dramático es el plano de la ficción, del personaje. El metadramático es el plano que corresponde al teatro dentro del teatro o a planos de ficción secundarios, terciarios… 1.6.3.4.7 El espacio Tal como se especificó en el tratamiento del tiempo, nos centraremos en este apartado solamente en el espacio dramático, ya que las otras instancias espaciales, especificadas por Zappelli (2006) en su diseño del espacio como categoría significativa en el teatro, el cine y la televisión, son pertinentes para el proceso de puesta en escena y producción de la obra. Zappelli (2006, p. 20) define el espacio dramático de la siguiente manera: 46 …el espacio dramático es el espacio propuesto por el texto dramático de la obra, espacio imaginario e imaginado por el autor, presente en la escritura literaria. El espacio supuesto en el libreto se deduce por medio de un desglose de los acontecimientos, acciones y diálogos. La característica esencial de este concepto radica en la interpretación que hace el lector del espacio presente en un texto; lo que hace que “su construcción dependa tanto de las indicaciones que nos suministra el autor del texto como de nuestro esfuerzo de imaginación” (Pavis, 1998, p. 170). Por su parte, Ubersfeld (1989, pp. 122-123) aclara que la construcción espacial en un texto descansa no sólo en los elementos léxicos que corresponden a lugares (propios y/o referenciales), direcciones y deícticos, sino también en las referencias a los objetos presentes en el espacio virtual o imaginado. Esto implica que a partir de elementos propios del ambiente es posible construir referencias espaciales. 1.6.3.4.8 El concepto de personaje No se va a reseñar toda la discusión alrededor de la noción de personaje y su pertinencia o no en el análisis teatral, sino que se va a tomar como un concepto útil para el análisis que se quiere realizar. Se va a presentar la siguiente noción: El personaje (rebautizado como agente, actante o actor) es concebido como un elemento estructural que organiza las etapas del relato, construye la fábula, conduce la materia narrativa alrededor de un esquema dinámico, concentra en sí mismo un haz de signos en oposición con los de los restantes personajes. (Pavis, 1998, p. 336) Así, el personaje es un elemento estructural al cual se le asignan textualmente una serie de referencialidades que se llaman unas a otras en el cotexto. A este “paquete” (Pavis lo llama “integración”) de correspondencias asignadas a un elemento se le asigna una referencialidad en el contexto que puede tener una cualidad icónica o simbólica: 47 …el personaje es un conjunto de rasgos acumulados discretamente sobre el nombre o etiqueta vacía, y una unidad de referencias, y es también una unidad lingüística en el discurso… (Bobes Naves, 1997, p. 360) Estas referencialidades se establecen a través de procedimientos lexemáticos (como el nombre propio o una designación que lo especifica), referencias en acotaciones o en diálogos de otros personajes, la línea de acción que se manifiesta en diálogos y acotaciones. 1.6.3.5 Micronivel discursivo 1.6.3.5.1 Secuencias Las secuencias constituyen unidades textuales que se encuentran delimitadas “por aspectos temáticos, por el cambio de la actividad discursiva y/o por la alteración en la constelación de los interlocutores” (Tusón, 1997, p. 62). La delimitación de las secuencias depende fuertemente de la interpretación del lector, ya que los temas que se tratan en un segmento determinado o cómo cambia la dinámica discursiva son asignados por él. Sin embargo, es posible identificar en el texto ciertas claves para determinar dónde estarían los límites de una secuencia: entradas y salidas de personajes, cambio en el tipo de secuencia textual (secuencia narrativa, descriptiva, argumentativa, explicativa, dialogal) (cf. Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 265), declaración de un cambio de espacio o de configuración espacial de los personajes, inserción de presecuencias. 1.6.3.5.2 Turnos de habla El turno de habla corresponde a la intervención verbal de un participante en la interacción, en el caso del texto dramático, el personaje. Éste, se convierte en el principio estructural del diálogo (o de la conversación), ya que su esencia es la construcción de un texto a varias voces (cf. Tusón, 1997, p. 55). 48 El turno de habla no sólo es importante por el contenido que pres