La Negrita de Los Ángeles: Peregrinaciones, promesas, confección de vestidos y alfombras… expresiones de fe en Costa Rica. La Negrita de Los Ángeles: Peregrinaciones, promesas, confección de vestidos y alfombras… expresiones de fe en Costa Rica. Créditos Vicerrectoría de Acción Social, Sección Trabajo Comunal Universitario. Proyecto TCU-486 “Contribución a la conservación y revitalización de la cocina tradicional de Costa Rica. Investigación sobre aspectos socio culturales asociados con la devoción: Patricia Sedó Masís. Fotografías sobre La Pasada, 2012, 2013, 2014: Javier Agüero Hidalgo (estudiante de Diseño Gráfico), Laura Calvo Monge (estudiante Trabajo Social), Juan Carlos Soto (estudiante de Diseño Gráfico), Patricia Sedó Masís (responsable proyecto TCU-486). Diseño de documento: Javier Agüero Hidalgo (estudiante de Diseño Gráfico), 2015. Presentación La devoción a la Virgen de Los Ángeles traída por la Orden Franciscana se fortalece en Costa Rica cuando, en 1635, una joven halla una pequeña imagen de piedra en medio de la zona boscosa de la Puebla de los Par- dos, en la ciudad colonial de Cartago. Las fiestas patronales más orga- nizadas y duraderas se registran precisamente en Cartago, con motivo de celebrar la fiesta de la Virgen de Los Ángeles el 2 de agosto, a las que también llamaban “fiestas agostinas”. Un espacio festivo organizado por la Cofradía de la Virgen de Los Ángeles, en el cual se combinaban actos religiosos con bailes, música, mascarada, corridas de toros, carreras de cintas y venta de comidas tradicionales. Conflictos entre los organizado- res de las fiestas, el gobierno local y el clero dieron origen a la tradicional “Pasada” de la imagen de un templo a otro, en 1782. A pesar de que esta actividad se estableció como medida de castigo por el comportamiento de los católicos durante las fiestas religiosas, con el transcurrir del tiem- po se convirtió en una tradición que une a los pueblos cartagineses en la celebración de la fiesta religiosa, con manifestaciones de arte y cultura únicos en el país. Otras manifestaciones de fe y devoción que destacan en la región centroamericana son la tradicional romería o peregrinación hacia la Basílica en el mes de agosto, donde miles de católicos se despla- zan a pie o por otros medios para manifestar su fe y pedir la intercesión de la Virgen o como una promesa por un favor concedido. El presente documento reúne algunos aspectos sociohistóricos vinculados con la devoción a la Virgen de Los Ángeles en Costa Rica obtenidos de una revisión documental sobre el tema, y un documento visual con fotografías que muestran tradiciones religiosas elaborado por estudiantes participantes en el proyecto TCU-486 durante el período 2012-2015. El hallazgo de la imagen La historia del hallazgo de la imagen diminuta de piedra que luego se denomina como “Virgen de los Ángeles”, se ubica temporalmente en la primera mitad del siglo XVII. Cuenta la historia-leyenda sobre la aparición de la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles en Cartago, que la misma fue hallada por una mujer joven y mulata en un breñal, zona limítrofe que separaba la ciudad colonial de Cartago de la Puebla de los Pardos. La imagen se en- contraba sobre una enorme piedra, entre la zona boscosa, de donde brotaba agua cristalina. El hallazgo se ubica temporalmente entre 1635 y 1639 Según registros de la época, se localiza en la Puebla de los Pardos, un poblado marginal de la ciudad colonial de Cartago, donde vivían indígenas, mestizos y mulatos. El hallazgo de la ima- gen se atribuye a una joven mujer de humilde condición, a quien luego se le llamó Juana Pereira por parte de Mons. Víctor Manuel Sanabria en sus investigaciones concluyó que una gran proporción de mujeres que vivían para esa época en el lugar del hallazgo de la imagen, se llamaban Juana y era común el apellido Pereira. Mien- tras ella recorría la zona boscosa en búsqueda de leña, descubre una pequeña imagen de piedra sobre una piedra de donde brotaba agua cristalina. La imagen destaca por su diminuta apariencia y sencillez, tallada en una sola pieza, de superficie lisa, la cual lleva a su casa para conservarla pensando que se trataba de una muñeca. La historia relata cómo durante varias ocasiones, regresó al bosque encontrando en el mismo lugar la imagen sobre la piedra, lo cual llevaba a guardar, pero desaparecía. Confundida por la desaparición de la imagen de su casa y reencuentro en el bosque, recurre al sacerdote de la parroquia a quien lleva la imagen, misma que es guardada en el sagrario. Al día siguiente, el sacerdote constata que la imagen había desapare- cido del sagrario y se ubicaba de nuevo en la piedra en medio del bosque, razón por la cual comunica la situación a las autoridades eclesiásticas declarando el hecho como una manifestación divi- Imagen anterior: Horas de la mañana en Cartago. Alfombra de aserrín rociada con agua para compactarla. na Inicialmente la imagen fue llamada “Virgen Morena”, dado el color de la roca en la que está tallada la imagen. Luego la Orden Franciscana la nombra Virgen de Los Ángeles, estableciéndose el 2 de agosto como día de festividad. Una vez que las autoridades eclesiásticas reconocieron que su hallazgo era una manifestación divina, y se fortalece la devoción popular entre los nativos y criollos cartagineses, se decide construir en su honor una humilde ermita en el mismo breñal donde la imagen fue descubierta por la joven mulata. La diminuta imagen de una sola pieza es tallada en una piedra de singular composición de jade, piedra volcánica y grafito, cuya mezcla otorga un color singular que varía de negro a verdo- so. La composición de materiales que para la época se hallaban algunos en el continente Americano y otros en Europa, supone el aporte de ambos continentes. Por su parte la técnica de elaboración es mediante el cincelado del jade, herencia indígena, con la base de roca volcánica y coloración con grafito. Es una figura de piedra compacta, con una altura cercana a los 20 cm. De manera popular, se le comenzó a denominar “La Negrita”, una forma popular para expresarle el cariño, confianza e identidad colectiva que se mantie- ne todavía en la actualidad. La construcción de la primera ermita sucedió entre 1639 y 1681; sin embargo con el terremoto ocurrido en enero de 1715, la modesta edificación sufrió severos daños. Con el pasar de los años y las constantes contribuciones de los fieles, la humilde edificación se convirtió en un templo más sólido, construcción que se llevó a cabo en el período comprendido entre 1723 y 1727. El templo se destruyó con el terremoto acontecido en 1822. Mientras se recons- truía y se ampliaba el templo en Los Ángeles de Cartago, la devo- ción se propagó de manera acelerada entre los grupos marginados de la época: nativos o cholos, mulatos y mestizos. Las personas sen- tían una alta identificación con la imagen, la cual presentaba rasgos indígenas, tales como baja estatura, figura redondeada y regordeta y tez morena. Para ese entonces, las familias españolas mantenían el culto a la Virgen de la Concepción representada por la imagen de la Limpia Concepción del Rescate de Ujarrás, la cual había sido declarada por la Orden Franciscana como Patrona de Cartago. La imagen de la Virgen de La Concepción presenta una figura esbelta, de tez blanca y vestida con encajes y joyas, fiel reflejo de las fami- lias nobles españolas. Según el historiador Eladio Prado (1920), la imagen de la Virgen de la Limpia Concepción fue traída de España entre 1563 y 1564 por Fray Lorenzo de Bienvenida. La misma fue un regalo dado por el rey Felipe II en la visita que hizo el monje a la monarquía para informar sobre la situación de conquista y el proceso de evangelización en la región entre 1540 y 1563. Según la Parroquia de Paraíso (2013), fue entre 1565 y 1566 cuando se dio el proceso de construcción del Oratorio en el valle, y la colocación de la imagen en el altar, momento en que empieza a propagarse la devoción en la ciudad colonial de Cartago. Fray Lorenzo de Bienvenida tuvo un papel importante en el proceso de conquista de la población centroamericana, misión que le fue encomendada por la Corona Española. Para 1560, esta misión estaba bajo la jurisdicción de la Audiencia de Panamá. Por su parte, Fray Juan de Betanzos fue quien inició con la tarea misionera en Costa Rica, a quien se le unieron cuatro monjes más, entre ellos Fray Lorenzo de Bienvenida, en 1563. En su primer viaje para informar sobre la situación de conquista y evangelización, Fray Lorenzo de Bienvenida manifestó a la Corona Españo- la la necesidad de contar con mayor número de religiosos, por lo que se estima que a esta misión se unieron cerca de treinta franciscanos más (Molina 1871. La imagen permaneció en Ujarrás hasta su traslado entre 1832 y 1833 a los Llanos de Santa Lucía, hoy conocido como Paraíso. El pueblo cartaginés mantenía una fuerte devoción a la Virgen La Concepción, principalmente luego del milagro atribuido a la intercesión mariana contra la invasión de piratas en 1666. No obstante, con el transcurrir del tiempo, la devoción a la advocación de la Virgen de Los Ángeles se propagó con mayor fuerza sin dis- tingo de clase social. El templo fue de nuevo restaurado, sin embargo las repa- raciones no soportaron el terremoto de 1910, razón por la cual en 1912 se inició con la construcción del templo actual, el cual con- cluyó en 1930. Posteriormente, se presentó la necesidad de refor- zarlo y ampliarlo en varias etapas, y hoy representa una de las joyas arquitectónicas más bellas del país, de alta visitación por los fieles y turistas nacionales y extranjeros que encuentran en ella un sig- no de devoción, arte y tradición religiosa. La primera agrupación responsable de colaborar con el culto a la Virgen de Los Ángeles se consolidó en 1652, cerca de 15 años después de sucedido el hallaz- go de la imagen; sin embargo fue hasta 1653 cuando Fray Alonso Briceño, Obispo de Nicaragua y Costa Rica, autorizó la ordenanza de la Cofradía. Además de promover la devoción entre los fieles, la Cofradía tenía a su cargo la gestión de recursos para el mejo- ramiento del templo y la cobertura de los gastos del culto. Esta organización estaba autorizada para recibir donaciones, y promovía diversos tipos de actividades para la recaudación de fondos. En la historia de las festividades de Costa Rica sobresalen las fiestas patronales agostinas, mismas celebradas con gran pomposidad en Alfombra multicolor realizada con aserrín. En la imagen se logra obser- var a los pobladores realizando los detalles finales. honor a la Virgen de los Ángeles. Sobresalen también los choques entre las autoridades eclesiásticas, civiles y el pueblo, puesto que se combinaba el culto religioso con actividades de diversión pagana. Estos conflictos dieron origen a la tradicional “Pasada” de la ima- gen, hecho que data de 1782. En la historia sobre el culto a la Virgen de los Ángeles en Costa Rica, sobresale el vínculo entre la religión y la política, siendo uno de los principales investigadores Daniel Gil, quien ha estudiado este vínculo como un fenómeno local en Cartago y, pos- teriormente, como una relación de impacto nacional. A pesar de que desde 1782 fue proclamada como Patrona de Cartago, fue hasta el 28 de setiembre del 1824 que oficialmente se declaró a la Virgen de Los Ángeles como Patrona de Costa Rica, casi un mes después de que la imagen fue robada y devuelta cuatro días después del hurto. La principal manifestación de esa relación se presenta con la declaratoria oficial de la Virgen de Los Ángeles como Patrona del Estado Costarricense, hecho sucedido el 28 de setiembre de 1824, posterior a la firma del acta de Independencia del país de la Corona Española. En el 2005, la imagen de la Virgen de los Ángeles fue llevada a Roma, misma ubicada en la Basílica Santa María de la Luz. El altar de la Virgen, una joya de gran valor cultural y religioso. La devoción a la Virgen de los Ángeles se fue extendiendo más allá de las fronteras del pueblo cartaginés, y la noticia del hallazgo movilizaba a fieles y curiosos de todo el país, quienes pedían la intercesión de la virgen para obtener gracias y favores. Los devotos peregrinaban desde diferentes partes del país, y poco a poco se fue estableciendo la costumbre de realizar la romería y visitar a “La Negrita” para los días cercanos a la fiesta patronal, el 2 de agosto. La costumbre de tallar artísticamente y decorar altares, imágenes y objetos considerados como sagrados con materiales de alto va- lor, como maderas exóticas, oro, plata y piedras preciosas, es una práctica antiquísima. Los materiales de alto valor eran tomados por los artesanos para crear formas de especial belleza, tomando como inspiración los retablos y otros objetos similares que se encontra- ban en Europa, y en las escuelas de Guatemala, Ecuador, Perú y México. Como joyas de arte sacro creadas de manera especial para embellecer y dar mayor realce a la imagen de la Virgen de Los Ángeles en la noble ciudad de Cartago figuran el Altar Mayor y el resplandor, ambas obras encargadas por la Cofradía a artesanos de la zona. Como parte de las investigaciones históricas en relación con el culto mariano desarrolladas por la historiadora Carmela Velásquez, se registra la participación de familias adineradas de Cartago y otras partes del país, las cuales eran generosas con sus contribuciones, con el objetivo de que fueran invertidas de manera exclusiva para la construcción, restauración y embellecimiento del templo y decoración de la imagen. Entre las donaciones, sobresale una finca sembrada de cacao, ubicada en Matina de Limón. Según Velásquez, la misma fue donada por parte de María Vásquez de Coronado, nieta de Juan Vásquez de Coronado, mismo que tuvo a su cargo la fundación de la ciudad colonial de Cartago entre 1563 y 1564. Dicha donación se presenta casi diez años después de registrado el hallazgo de la imagen en La Puebla de los Pardos en Cartago. En esa época, el cacaotal tenía un gran valor económico Imagen anterior: Pobladores carta- gineses trabajando en las alfombras para la Pasada de la Vírgen de los Ángeles. como fruto de exportación, razón por la cual esta donación fue un importante aporte a la Iglesia, Los fondos generados fueron desti- nados al reforzamiento del templo, compra de ornamentos, velas, y la adquisición de objetos religiosos requeridos para el culto, entre ellos la construcción del Altar Mayor. En 1647, el cacaotal de Mati- na pasó a formar parte de los bienes de la Iglesia, y la Cofradía fue la responsable de la administración de la finca. Los frutos del cacao se utilizaban como moneda para el pago de jornales y materiales requeridos para la construcción del altar. Las preciosas maderas eran extraídas de la montaña eran tomadas por finos artesanos de la madera y conocedores de arte sacro, entre ellos los maestros José Antonio Sáenz, Villalobos, Cayetano Có y Manuel Antonio de la O, quienes fueron contratados para la talla de las tablas y el retablo principal del altar. Según información publicada por la Diócesis de Cartago, fue en el año 1777 cuando la Cofradía de Nuestra Señora de los Ángeles inició con la construcción del altar, obra que tuvo la duración de un año. El altar presenta símbolos arquetípicos, reli- giosos y culturales, que en su conjunto dieron como resultado una obra de gran belleza artística. Como muestra de agradecimiento, en el altar se quiso recordar a María Vásquez de Coronado y a otras familias que colaboraron de manera significativa con la Iglesia, ra- zón por la cual se tallaron frutos de cacao. En la talla resaltan hojas estilizadas que rodean definidas mazorcas de cacao, fruto de gran valor simbólico para las poblaciones indígenas, para las cuales la bebida del cacao era digna de nobles y guerreros; un elixir presente en rituales y ceremonias indígenas, y cuyo alto valor hacía que las poblaciones precolombinas de Costa Rica utilizaran el cacao más en transacciones comerciales (trueque) que como moneda. Según Chacón (2006), algunas investigaciones sobre la historia monetaria en Costa Rica y sobre el simbolismo del cacao señalan el valor monetario de este fruto en término de almendras en la región centroamericana, tomando como referencia algunos escritos antiguos que datan del siglo XVI, entre ellos los realizados por el conquistador español Gonzalo Fernández de Oviedo, quien describió el uso del cacao como moneda en Nicaragua. La historia- dora Eugenia Ibarra en su libro “Las sociedades cacicales de Costa Rica (siglo XVI) señala al cacao como un bien utilizado para el in- tercambio de productos para la subsistencia o con importancia reli- giosa y ceremonial, sin hacer referencia del uso de este fruto como moneda. En las transacciones comerciales, las sociedades preco- lombinas utilizaban el cacao para el trueque en una práctica que iba más allá del fin comercial, puesto que tenía también un significado socio cultural importante y la vinculación con los grupos y con sis- temas económicos en una relación de reciprocidad. En el período colonial, se presentan cambios sociales radicales y la provincia de Costa Rica se caracteriza por ser una sociedad agraria, en grupos que Arriba: Detalle de una alfombra decorativa, elaborada con aserrín pintado y pétalos de flores. Abajo: Imagen de alfombra en donde se logra apreciar su extensión. vivían dispersos en el campo y una agricultura de subsistencia. Desde los primeros años del período colonial se presentó una escasez de moneda acuñada, misma que se obtenía de las tran- sacciones comerciales de exportación y del pago de los funcionarios civiles de la Corona Española y de los de la Iglesia. De tal forma que la práctica del trueque y el uso de del cacao para el intercam- bio o pago fue una práctica común para la obtención de artículos básicos, tales como carne, maíz, manteca, jamón, sal, sebo y otros productos, también para el pago por servicios. El sistema económi- co comercial durante esa época fue paralelo, donde se podía utilizar la moneda acuñada o las pepitas de cacao en las transacciones co- merciales. De esta forma un real –unidad base del sistema mo- netario español acuñado en plata- equivalía a dos reales de cacao equivalentes a 160 semillas o pepitas de cacao (dos reales de cacao). A finales del siglo XVIII, el uso del cacao como moneda fue prohibido en Costa Rica, aunque permaneció la práctica del true- que hasta gran parte del siglo XIX. La economía tuvo un cambio importante con el desarrollo del modelo agroexportador y la siem- bra de café a partir de la década de 1830 y el creciente número de personas con trabajo asalariado, lo cual hizo que cada vez circulara mayor cantidad de monedas acuñadas como medio de pago. La práctica del trueque comenzó a decaer en el momento en que se monetizó la economía en el siglo XIX y la práctica de intercambio comercial o el uso del cacao para las transacciones comerciales fue ocasional. De esta forma, según Chacón (2006), el cacao se oficiali- zó como moneda en 1709, cuando el gobernador Lorenzo Antonio de Granda y Balbín declaró las pepitas de cacao como medio oficial y aceptable para el intercambio comercial. Al llegar los colonos y descubrir las propiedades de este producto americano, así como el valor dado en Europa, surge el interés de dedicarse a la siembra y exportación del fruto, siendo para Costa Rica una de las actividades de agro exportación significativas en esa época. La práctica de tallar alimentos en altares resalta como un símbolo de vida, riqueza y cultura. Maíz y cacao forman parte de figuras estilizadas en muchos altares de templos en la región, los cuales se combinan con la vid y el trigo, alimentos simbólicos en la religión católica. La talla de mazorcas de cacao en las tablas y reta- blo del Altar Mayor de Nuestra Señora de los Ángeles representa no sólo la colaboración de familias de poder económico de la época a la Iglesia, sino también el sincretismo religioso, puesto que el cacao tenía un fuerte simbolismo para nuestras comunidades indígenas. Ambos lados del altar disponen de canastos de frutos, como alego- ría de abundancia de favores por la intercesión de la Virgen, y como símbolo de alimento para los feligreses. Por su parte, la cúpula asemeja una enorme corona en la que resalta el anagrama de la Alfombra decorativa frente a la Esta- ción de Bomberos de Cartago. Virgen María, y el remate final es la imagen de San Miguel Arcán- gel, custodio. En su conjunto, el altar dispone de cuatro arcángeles protectores de la Virgen. Sobre la cúpula y debajo del anagrama sobresale una corona roja con adornos dorados, y al fondo dos ángeles suspendidos que simulan la coronación de la Reina. El altar tallado para albergar la imagen de la Virgen de los ángeles a finales del siglo XVIII se ha conservado intacto, y se ubica actual- mente en el Altar Mayor de la Basílica. El altar tiene tres mesas, una por cada lado para que varios sacerdotes celebrantes permanezcan al mismo tiempo. El 25 de abril de 1944 este altar fue declarado como Altar Privilegiado del Altar Mayor de la Basílica. El resplandor y otras joyas de la Negrita. El resplandor de la imagen es una joya de orfebrería que data de 1802. La obra se encargó a la familia Del Valle, cuyos primeros integrantes migraron de Cataluña, España y residían en Cartago en esa época. Don José María del Valle Alarcón asumió la tarea de di- señar y elaborar el resplandor para la imagen, trabajo asignado por la Cofradía. Él fungía como Maestro de Capilla y músico de la ermita construida en honor a Nuestra Señora de los Ángeles, y fue a quien la Cofradía le encargó un resplandor que protegiera y diera mayor realce y presencia a la diminuta imagen, la cual se ubicaba en el Altar Mayor. Con la creación del resplandor, la familia Del Valle de generación en generación, ha asumido la tarea de embelle- cimiento y restauración de la obra de arte orfebre creada por don José María, la cual con el transcurrir del tiempo ha requerido puli- do, restauraciones e incrustaciones de elementos nuevos, siempre conservando la forma y belleza original de su creador. Don José María, inspirado en las descripciones del Libro del Apocalipsis, quiso crear un resplandor con los principales símbo- los que caracterizaran a la Virgen como Reina del Cielo. Para ello, utilizó oro de 18 quilates y piedras preciosas, material donado en su mayoría por los y los fieles, quienes por promesa o devoción donaban piezas de oro que eran fundidas para dar forma a la obra de arte diseñada por don José María del Valle. El resplandor, inclu- yendo los rayos que rodean la imagen cubierta por el vestido y la corona, hizo que la apariencia de la imagen en su conjunto fuera más visible y sobresaliente en el hermoso altar tallado en madera. La imagen con su resplandor mide alrededor de un metro de altura y su forma es única. A continuación se presenta una descripción general de la obra de orfebrería: En primer lugar, la base de la custodia es una azucena de seis pétalos. En cada pétalo de la flor reposa un diminuto ángel. De la flor sobresale un querubín de tamaño mayor, el cual simula Imagen anterior: Detalle de alfom- bra realizada con aserrín pintado y pétalos de colores. sostener la base donde reposa la imagen. La misma es cobijada con un delicado y hermoso ajuar o vestido de oro y pedrería, el cual deja descubierta la parte superior, donde se puede apreciar la cara redondeada de la virgen y ligeramente la del niño. El resplandor que rodea la imagen está constituido por dos círculos fusionados en forma de ocho que rodean la imagen. Los círculos se forman con finos rayo que bordean la figura, y de forma alternada en sus bordes sobresalen delicadas piedras preciosas. Elementos más recientes en la obra son la cruz que sobresale en el extremo superior o punto más alto del resplandor, la cual fue donada por el arzobispo de San José, Monseñor Otón Castro. Por otro lado, en la base de la es- tructura se colocó el escudo de Costa Rica, misma donada siendo presidente de la República Daniel Oduber en 1974. Al emblema nacional se le agregaron algunos anillos que donó Monseñor Rodrí- guez para recordar a su madre en la Imagen de la Negrita. Por su parte, en agosto del 2013, miembros del Cuerpo de Aviación Civil donaron el emblema de aviación (dos diminutas alas con la bandera nacional), como símbolo y nombramiento de la Vir- gen de Los Ángeles en calidad de Capitana General de las Fuerza Aérea de Costa Rica. La figura tallada por la familia Del Valle fue elaborada con oro donado por devotos de dicho cuerpo policial. La restauración y pulido de las piezas, es un proceso que generalmen- te se repite todos los meses de julio, previo a las fiestas patronales. Actualmente, es don Antonio Soto del Valle, octogenario, quien ha continuado la tradición heredada de sus ancestros, a la cual ha incorporado a sus hijos. Cada vez que se es necesario movilizar la imagen, retirar la custodia para el cambio del vestido de tela o para un acto especial, los orfebres de la familia Del Valle están presentes para el manejo cuidadoso de las piezas y de la imagen, la cual está ajustada a la base con pequeños tornillos o roscas, bajo la supervi- sión de los sacerdotes responsables del manejo. La vestición de la virgen La imagen de la Virgen de Los Ángeles está cubierta por un dimi- nuto ajuar confeccionado por mujeres devotas, quienes han logrado diseñar el vestido con las medidas justas. Generalmente, el ajuar es confeccionado a mano, con delicados bordados y utilizando telas y encajes de color blanco con adornos plateados y dorados. Una prenda no muy fácil de hacer por la forma y las dimensiones de la imagen, a la cual no tienen acceso las costureras. Una imagen com- pacta, con una curva prominente en la espalda, y el reto de dejar descubierta la cabeza, siguiendo un modelo entero que cubra toda la pieza. El ajuar comenzó a utilizarse a inicio del siglo XX, como medida de protección de la imagen ante el temor que el manto de metal podía rallar o maltratar la piedra, la cual es relativamente suave. Al principio, el cambio de vestido se hacía de forma privada en la sacristía del templo, tarea que les correspondía a los sacer- dotes responsables de la Basílica. A inicio de la década de 1980, la ceremonia empezó a realizarse públicamente en el templo. Ante la multitud que llegaba el 1º de agosto para participar de la actividad, a partir de 1996 la ceremonia comenzó a realizarse en el templete de la Plaza del Santuario Nacional, frente a la Basílica. Anterior- mente eran pocos los vestidos que eran entregados para que fueran tomados en cuenta en la ceremonia de vestición de la imagen, por lo que era común que frente a la multitud, se pusiera una a una de las prendas, hasta seleccionar aquella que se ajustara más a la ima- gen. Las prendas generalmente eran confeccionadas por religiosas, pero poco a poco mujeres costureras de pueblos cartagineses, como Cot, comenzaron a crear bellos vestidos, y se fueron multiplicando las prendas hasta que llegaron a más de 500 vestidos, una vez que se compartieron las medidas de la imagen. Hasta el 2006, la ceremonia de vestición mantuvo la tradi- ción de recibir los vestidos confeccionados por las costureras y ha- Imagen anterior: Decoración de la carroza que transportará a la Vírgen hasta la Basílica de los Ángeles. cer una ceremonia especial, eligiéndose aquel que se considerara el más apropiado o hermoso, decisión que en la mayoría de los casos recae en los sacerdotes. La Diócesis de Cartago cambió la ceremo- nia a partir del 1º de agosto del 2007, debido a que consideraba que se invertía mucho tiempo en la prueba de los trajes, y era imposi- ble hacer la prueba de todos los vestidos en la ceremonia, con el riesgo de estropear la imagen por un manejo inadecuado. De esta forma se encargó a estudiantes del Seminario Central la confección del vestido para ese año. Luego de recibir las quejas de las y los fieles seguidores de la tradición, la Iglesia tuvo que retractarse de esa incorrecta decisión, y volver a la tradición de bendición de los vestidos en la ceremonia, eligiendo previamente el vestido que se utilizaría para ese año y haciendo una ceremonia de bendición para el resto de los vestidos. La confección de vestidos se hace por tradición o prome- sa. Las mujeres que tienen a su cargo el diseño y confección de las prendas participan en la celebración, y luego regalan o venden los vestidos. Curiosamente, la actividad de la vestición reviste ele- mentos como si la imagen fuera humana y estuvieran vistiendo a una novia. La prenda en la mayoría de los casos es blanca, con un mínimo de costuras o repliegues que causen roce con la delicada superficie de piedra o la custodia de metal. El vestido cumple la función de protección. Se confecciona con las mejores telas y enca- jes a mano. Las costureras dedicadas a la confección de este tipo de vestidos se les conocen como “costureras de la virgen”, y destacan en el pueblo por su arte, con lo cual es común recibir encargos por parte de las familias para vestir a sus propias imágenes, ya fueran de yeso, metal o plástico. La oportunidad de que los vestidos hayan sido probados a la imagen de la Virgen de Los Ángeles les suma valor a la prenda. Se considera que el vestido tiene poderes curati- vos o milagrosos, con lo cual las personas conservan la prenda con gran fervor católico, y suelen prestar la misma por días a personas que buscan el consuelo o la intercesión de la Virgen para recuperar la salud o resolver un problema familiar. Alfombra decorativa realizada por los pobladores de Tejar del Guarco. La Pasada Después de la aparición de la imagen de la imagen de la Virgen de Los Ángeles, la devoción fue creciendo entre Cartago y pueblos vecinos, siendo una de las actividades religiosas más grande en el país que realizaba actividades propias de ferias populares, como bailes, ingesta de licor, juegos de azar, mascaradas, corridas de to- ros, carreras de cintas y otro tipo de diversiones consideradas como paganas. De hecho, en algunos escritos se señala que era permisi- ble por las autoridades del gobierno local la ingesta de licor y bailes en la Casa de la Cofradía, agrupación autorizada por la Iglesia para la organización de las fiestas patronales. En el año 1782, por orden del Obispo de Nicaragua y Costa Rica Monseñor Esteban Lorenzo de Tristán tuvo a su cargo la celebración religiosa con motivo de la fiesta patronal en Cartago. Luego de escuchar las quejas de los clérigos y vecinos sobre los des- ordenes y derroches, dio la orden para que la imagen de la Virgen de los Ángeles se trasladara de la Basílica a la parroquia El Carmen a 2 kilómetros de distancia de la Basílica, a manera de castigo o reprimenda. Con el transcurrir del tiempo se estableció como una tradición religiosa tomando como punto de reunión la antigua pla- za de las ruinas de la parroquia Santiago Apóstol. Luego de recibir cientos de peregrinos hasta el 2 de agosto, que es el día propio de la fiesta religiosa, la imagen es trasladada el 3 de agosto a la Parroquia El Carmen, y permanece en este lugar durante un mes. Luego, es trasladada de nuevo a la Basílica el primer domingo del mes de setiembre. La celebración de La Pasada reviste un significado especial para el pueblo cartaginés. La participación de los pueblos de la provincia resalta en la celebración de este traslado de la imagen. Mediante la realización de carrozas con productos cultivados en la zona, la donación de productos a la iglesia a manera de tributos por favores concedidos y el desfile de carretas, la imagen se traslada el 3 Imagen anterior: Alfombra realizada por los pobladores de Pacayas. Se puede apreciar el detalle y el nivel de decoración a lo largo de la calle. de agosto en una hermosa carroza decorada con productos hortíco- las y flores. Para el domingo de setiembre, la pasada se caracteriza por la elaboración de hermosas alfombras exquisitamente deco- radas con las flores producidas en las zonas, trayecto por donde la imagen transitará por más de dos kilómetros por las principales calles de la ciudad, hasta llegar a la Basílica. La costumbre es que cada 100 metros de trayecto un pueblo asuma la decoración de la calle, con lo cual las alfombras destacan por sus diseños, colores y materiales variados. La confección de alfombras es un arte he- redado entre las familias cartaginesas, quienes con el tiempo han mejorado sus técnicas en la elaboración de las mismas, recurriendo a nuevos materiales para el desarrollo de diseños complejos, donde destaca la creatividad y buen gusto. La organización de los grupos parroquiales para asumir la tarea de confección de las alfombras se hace anualmente. Cada parroquia cuenta con el grupo específico encargado de la confección de las alfombras para la Virgen de Los Ángeles, y la participación se va heredando en las familias, lo que ha permitido que la tradición se haya mantenido por decenas de años. Se podría afirmar que en el país, Cartago destaca por la tradición en la elaboración de alfombras, práctica que antiguamen- te también era muy común la celebración de la fiesta de Corpus Christi, y aún muchos pueblos la conservan, tales como Pacayas, Tierra Blanca y Llano Grande. La tradición en la elaboración de alfombras con aserrín teñido y pétalos de flores es una costumbre que data en Europa desde el siglo VII, donde se registran alfombras confeccionadas con tierras de colores, arenas y flores que se co- locan por calles principales en celebraciones religiosas. Una tradición primitiva catalana consistía en sembrar el suelo donde pasaría la procesión del Corpus Christi ramajes de plantas olorosas, como el romero o el esplie- go, y rociar de pétalos de rosas. Esto creaba un ambiente aromático especial. Al llegar los conquistadores a Centroamérica, impusieron la religión católica y sus tradiciones religio- sas, con lo cual se presentó un sincretismo religioso en cuanto al uso de productos de la naturaleza para la confección de pasos para el trayecto solemne en procesión. En Centroamérica destacan las alfombras que se confeccionan en Guatemala, principalmente para la Semana Santa. Cartago, primera ciudad colonial, tuvo una gran influencia españo- la, por lo que no es de extrañarse que la tradición en la confección de alfombras tenga su historia en la tradición de confección de este Alfombra decorativa donde se puede apreciar la variedad de colores con los que se trabaja el aserrín. tipo de materiales decorativos para festividades especiales, como la de Corpus Christi. Como parte de los materiales destacan los pétalos de flores y aserrín teñido de diferentes colores. Más recientemente resalta el uso de algunas hortalizas y objetos religiosos, como cruces y peque- ñas imágenes de la virgen. La confección de las alfombras general- mente inicia a las 11:00 pm del día anterior, y el trabajo es arduo, puesto que hay que trasladar todos los materiales y crear las figuras en poco tiempo. Posteriormente, es necesario humedecer constan- temente las piezas para que tengan el peso suficiente y mantengan la figura, o que vehículos o personas no dañen las mismas. Partici- par en la confección de las alfombras significa para las personas de- dicación, entrega, agradecimiento y alegría. Para muchos es el pago de una promesa o en rogación para que le sea concedido un favor divino. La combinación de colores y texturas da como resultado un tapiz de inigualable belleza que mantiene su integridad hasta que la imagen es trasladada en andas hasta la Basílica y cientos de feligre- ses recogen las flores como ofrenda bendita. Tomando en cuenta la exquisitez de esta tradición, única en el país, la Cámara de Comercio de Cartago con el apoyo del Insti- tuto Costarricense de Turismo realiza el Festival La Pasada desde el 2005. Decenas de microempresarios y artesanos exponen sus productos, y se programan actividades artísticas y culturales. Las personas manifiestan su fe de formas diversas. De esta forma, antiguamente era costumbre que como promesa los devotos se vis- tieran atuendos indígenas decorados con granos y las caras pinta- das. Algunas personas desfilan con sus pies descalzos a manera de penitencia. La peregrinación con la Virgen de Los Ángeles en Llano Grande de Cartago. Una tradición desde 1877. La romería y el acto de rogación como Promesa Jurada a la Virgen de los Ángeles en Llano Grande de Cartago datan de 1877. Esta manifestación de devoción popular tiene su origen en las familias campesinas cartaginesas agobiadas por el riesgo de perder sus cose- chas, a consecuencia de la invasión de las langostas o chapulines. Su desesperación los llevó a unirse en oración para pedir la miseri- cordia divina. Los esfuerzos de las familias eran insuficientes ante las nubes de langostas que cubrían las tierras sembradas. Su pre- sencia generaba miedo y angustia entre los pobladores. Los insectos se trasladaban de un terreno a otro, y de manera fugaz devoraban todo lo verde que encontraban a su paso. Los miles de insectos for- maban una densa nube en el cielo. La plaga descendía y cubría rá- pidamente los terrenos, devoraban los cultivos de maíz y frijol, sin posibilidad de recuperar las plantas. Sobre el combate de las plagas en la Costa Rica del siglo XIX y principios del XX, es importante indicar que la plaga de langosta o chapulín constituía un problema grave para el agro, que provocó grandes pérdidas en todo Centro- américa. Para combatir la langosta en el año 1798, se instaba a los agricultores a que siguieran las recomendaciones dadas por los guatemaltecos don José del Valle y don Ignacio Bateta, entre ellas: enterrar los insectos muertos, hacer humarascas y quemas para ale- jar a los mismos con el humo y fuego, o hacer ruido generoso con el uso de tarros o pólvora, dado que contribuía a que los insectos se ahuyentaran (Hilje, Cartín y March, 1989). Estas estrategias eran seguidas por los pobladores de Llano Grande. Era común el uso del humo y agua en abundancia para ahogarlos; también quemaban pólvora o sonaban tarros viejos con la esperanza de ahuyentar la plaga. Las familias, numerosas en esa época, se organizaban para que una vez detectada la nube, se procediera a sonar estrepitosamente cualquier tarro u olla vieja para que los chapulines no cayeran a tierra. Imagen anterior: Productos carac- terísticos de las comunidades que participan también forman parte de la decoración de las alfombras. Las medidas eran insuficientes, y la permanencia de los insectos en la zona ocasionaba serias pérdidas al sector agrícola campesino. Los creyentes se unían en oración y hacían rogativas y rezos a Nuestra Señora de Los Ángeles, al Sagrado Corazón de Jesús y San Isidro Labrador; además de rociar los campos con agua bendita. Era abril de 1877, y los pobladores de Llano Grande enfrentaban el serio problema de la visita de la langosta a sus tierras. Se vivía una época de transición entre el verano y la lluvia, y los campesinos te- nían que velar los cultivos en sus pequeñas parcelas para evitar que la langosta arrasara con lo que se encontrara a su paso. La fatalidad se asomó al pueblo, una nube de langostas (chapulines grandes) cubrían los sembradíos. Los insectos llegaban a los cultivos y los destruían rápidamente. Las personas se organizaban y sonaban una y otra vez los tarros con tal de ahuyentar a los insectos, sin resul- tados positivos. Las nubes de chapulines volaban entre uno y otro cultivo para saciar su voraz apetito. Desesperados ante la ruina y el hambre que se avecinaba al quedar destruidas las siembras de maíz, frijol y otras hortalizas, un grupo de campesinos solicitó una reunión con el Pbro. Juan Ramón Acuña y el Gobernador de la pro- vincia Sr. Vicente Villavicencio para realizar una peregrinación con la imagen de la Virgen de Los Ángeles. Lo anterior con el objetivo de pedir la misericordia divina y alejar la calamidad y ruina del pueblo. Pidieron prestada una réplica de la imagen mariana y, en andas, iniciaron una procesión entre las fincas, donde decenas de familias se unieron en rezos y plegarias. Entre las tierras invadidas por las langostas, las personas hacían su romería, y fervorosamente clamaban a la Virgen su intercesión para ahuyentar a los insectos. De repente, un 16 de mayo, sorprendidos miraron al cielo cuan- do una parte de los insectos que invadían sus terrenos se alejaban del pueblo y volaban en forma de una nube a lo alto; mientras que miles de langostas permanecían muertas en el suelo. Entonces, las personas reconocieron que sus plegarias y rezos a la Virgen habían surtido efecto, y consideraron este hecho como un milagro divino. Es así como desde 1877 la romería se ha celebrado de manera ininterrumpida, como una Promesa Jurada del pueblo de Llano Grande de Cartago por la retirada y exterminio de la plaga. Este hecho sucedió en un lugar conocido actualmente como Barrio Los Ángeles, donde aún se conserva “la piedra del milagro”. En este lugar se ha construido un pequeño santuario donde anualmente se reúne un grupo considerable de personas para la realización de la peregrinación. La romería en Llano Grande de Cartago se efectúa entre la tercera semana del mes de abril hasta el 16 de mayo. Ni la lluvia ni las bajas temperaturas son barreras para que decenas de familias participen en este evento comunitario. La actividad inicia con una Eucaristía en el templo de la localidad, y luego se procede con la peregrinación por las fincas. El recorrido con la imagen de la Alfombra decorativa realizada con aserrín pintado y flores de colores lista para el paso de la Vírgen. Virgen de Los Ángeles en un camarín se hace entre las principales calles, cultivos y fincas, donde las familias reciben a los más de 300 romeros para compartir rezos, cánticos con guitarras y una comi- da elaborada de manera especial para ellos. Las personas preparan aguadulce, café, gallos de picadillo de papa o chayote para recibir a los caminantes, con lo cual la actividad promueve la unión comuni- taria y comensalidad. Romería a Piedras Negras Piedras Negras es el distrito 4º del Cantón de Mora y constituye el poblado con la menor población de la provincia de San José, cerca- na a 380 habitantes distribuidos en 17.89 Km2. En agosto, vecinos de Puriscal, Villa Colón (Ciudad Colón), Turrúcares de Alajuela y de muchas otras partes, se reúnen en puntos estratégicos para tomar las calles lastreadas y trillos bordeando los ríos, rumbo al pueblo de Piedras Negras, donde hay un antiguo templo dedicado a la Virgen de Los Ángeles, declarado como parroquia en 1909. El trayecto hacia Piedras Negras es pesado, puesto que muchos peregrinantes duran hasta más de tres horas en la caminata, bajo un fuerte sol o lluvia. A pie o a caballo, las personas inician su pere- grinación desde el primero de agosto, siendo la mayor afluencia de peregrinantes para el 2 de agosto, momento en el cual pueden llegar cientos de peregrinos a este retirado pueblo. Ofrendas, exvotos, velas, oraciones y una eucaristía solemne el 2 de agosto forman parte de las actividades especiales para estas fechas en Piedras Negras. Además, en la plazoleta frente al templo, mujeres colaboradoras del pueblo tienen a la venta ricas comidas típicas de la zona, donde no pueden faltar los gallos de picadillos de hojas de chicasquil y de zorrillo, sopa de mondongo, arroz con pollo, arroz con chancho, lomo relleno, sopa de gallina, arroz con leche y gallina achotada, café, agua dulce. Todo esto en el salón comunal, donde los comensales son acompañados de música de marimba. Imagen anterior: Detalle de alfombra donde se aprecia la cantidad de flores que se utilizan en algunas alfombras. Bibliografía: Arroyo Y. (2009). Chinea a la Negrita desde que tenía 16 años. Periódico Al Día, 27 de setiembre del 2009. Chacón Hidalgo Manuel (2006). Cacao y moneda en Costa Rica (en línea). San José: Museos del Banco Central. Disponible en: http://www. museosdelbancocentral.org/esp/cacao-y-moneda-en-costa-rica.html (2013, 11 de agosto). Gutiérrez F. (2008). Los joyeros de la Virgen. La Nación, Rev. Proa. 24 de agosto 2008. Diócesis de Cartago. Santuario Nacional de Nuestra Señora de Los Án- geles/Hallazgo de la imagen. En línea: http://www.diocesiscartago.org/ historia Hilje L., Cartín H., March E. (1989). El combate de plagas agrícolas dentro del contexto histórico costarricense. En Rev. Manejo Integrado de Plagas (Costa Rica). 14: 68-86. Publicación del CATIE. Molina F. (1851). Bosquejo de la República de Costa Rica. Nueva York: Imprenta S.W.Benedict. 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