ENSAYO CRITICO SOBRE LA TEORÍA DE LA DISTRIBUCIÓN ESTUDIO EMPÍRICO CON DATOS DEL SECTOR INDUSTRIAL COSTARRICENSE. SERGIO REUBBN BOTO 1177 ENSAYO CRITICO SOBRE LA TEORÍA DE LA DISTRIBUCIÓN ESTUDIO EMPÍRICO CON DATOS DEL SECTOR INDUSTRIAL COSTARRICENSE. SERGIO REUBEN SOTO 1 9 7 7 EHSAYO CRITICO SOBRE LA TEORÍA DE LA DISTRIBUCIÓN studio empírico sobre el sector industrial costarricense Tesis presentada a la Escuela de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Uni- versidad de Costa Rica como requisito parcial para optar al grado de Licenciado en Economía. El tribunal examinador estuvo integrado por los profesores Lie. José Manuel Jiménez, Lie. ftóger Churnside, Lie. Marco V. Tristán, Lie. Luis Garita y Lie. Alvaro Montero. setiembre de 1977 AGRADECIMIENTO Expreso mi agradecimiento a Max A. Soto J. por su ayuda en el análisis de los datos y por la aclaración de aspectos relacionados con la función de producción. Debo agradecer a los profesores Luis Garita Bonilla, Alvaro Montero Mejía y especialmente a Marco V. Tris_ tan O., como integrantes de la Comisión de t¿ sis, Al señor Manuel Sánchez Alonso le agrá dezco su ayuda para la organización y sistema_ tización de los datos con el computador de la Universidad. Mi agradecimiento a Marta, ella sabe por qué. I. Introducción. La polémica en torno a los postulados de las concepciones "marginalistas* de la economía ha tomado una intensidad inusi- tada en este tipo de discusiones. Las razones de esta viruleri cia se deben buscar, a nuestro entender, en los dos aspectos fundamentales que implica la ciencia económica, el aspecto ideo, lógico y el aspecto de explicación de los fenómenos económicos propiamente dichos. Como ciencia social, la economía se ve involucrada en la eje plicación de fenómenos afectados directa e indirectamente por fenómenos sociales que no son su "propio objeto de estudio". Ante esta situación, a la ciencia económica le quedan dos opcio. nes metodológicas: La de hacer abstracción del contexto social y político en el que está inmerso su "propio objeto" y la otra de considerarse solo parte de una ciencia más completa y englo- bante que estudia toda la sociedad en su conjunto. El proceso de desarrollo de la ciencia económica nos mues- tra hoy día —especialmente, y dramáticamente diríamos, por me- dio de la polémica a que hacemos referencia—, que ambas opcio- nes se diferencian en sus resultados, por el nivel que alcanzan del conocimiento de la realidad que tratan de explicar. íío es difícil darse cuenta de que la primera opción, al abs traer el contexto en el que está inmerso su "objeto", termina a_ ceptándolo implícitamente, incapacitando a la ciencia de la crí tica correspondiente y del análisis de totalidad de la realidad. La otra opción, si bien limitada en su modelo por la imposibil¿ dad metodológica de incorporar una inmensidad de fenómenos y sistematizarlos, logra relativizar sus resultados en función del contexto en que se mueve su objeto de estudio; e incluso, consigue preveer la importancia y el significado que éste tiene en relación con el resto de los fenómenos sociales y con el "ob- jeto" de la "ciencia total* de la sociedad. De esta forma la primera opción consigue un nivel de conoc^ miento más preciso de una realidad que se le hace inmutable y permanente. Su nivel de conocimiento es, por lo tanto, particil larizante, pero bastante preciso, de los fenómenos económicos que se dan en el contexto supuesto, mientras este contexto se mantenga dentro de ciertos "kárgenes reales". La segunda opción, alcanza un nivel de conocimiento de su "objeto* más real por cuanto su modelo no hace abstracción de variables significativas en la explicación de aquél; pero al mismo tiempo, pierde precisión por las dificultades técnicas y metodológicas, que contrae la incorporación y sistematización de la serie de variables que permiten tal precisión. La "concepción marginalista* de la economía, como propusi- mos en el primer párrafo de esta introducción, pecó contra la propia limitación de sus postulados al convertirse en un para- I/ digma de la sociedad humana. Con lo cual consiguió universa lizar la ideología implícita (que suponía el contexto del- cual se partía), vía la explicación de fenómenos pertinentes a éste e incluso proponiendo explicación de fenómenos ajenos al contex to supuesto. En ciencia social, esto último no sólo es posible, sino que su sola propuesta es capaz de modificar el contexto real para hacerlo pertinente a las explicaciones que se ofrecen , Para comprender la acepción que le damos al término, véase T. S, Khun, "La estructura de las revoluciones científicas*, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1973, Cap,I. L— 3— Una profundización de este asunto aquí tratado está fuera de los objetivos del trabajo, por lo tanto lo dejamos solo planteado co_ mo proposición conceptual sobre la naturaleza y el papel de las ciencias sociales que tenemos. Ambas opciones, por lo tanto, no se desligan en definitiva de este contexto globalizador. que r e q u i e r e de la ideología para su explicación y comprensión; por cuanto ésta resume y orga, niza coherentemente una concepción del mundo que contempla la so, ciedad como un todo. Se puede colegir de todo lo anterior, que al someterse a cr¿ tica los postulados de la concepción marginalista por la polémica sobre la teoría del capital, debíase de criticar aspectos conceír nientes al orden de cosas que esta concepción preconizaba; y con éstos, valores y relaciones sociales que eran considerados como "dados* o no pertinentes al objeto de estudio de la ciencia eco- nómica. De aquí la vuelta a los "clásicos", pero no dentro de la escuela neoclásica, sino a luz de una crítica sistemática a cuanto se estaba haciendo que no revisara el contexto social y po_ lítico en el que se desenvuelve el objeto de la ciencia económica, Así pues, Keynes quedó incluido en la revisión crítica, a p¿ sar de los múltiples- elementos sociales y psicológicos que con- tiene su teoría y que en forma ecléctica se incorporan a ella sin permitir una crítica sistemática y ordenada del contexto so- cial abstraído. Sobre este particular, el economista I. Osádchaia dice: "Reflejando en sus teorías algunas contradicciones reales de la producción capitalista, Keynes, como se sabe, las reduce a fenómenos naturales y psicológicos, a 'la ley psi. cológica fundamental1, a la ley de la tendencia decrecien" te de la productividad, a inclinaciones psicológicas, a la -14- liquidez, al consumo, al estado de ánimo de los empre. sarios, etc." \J De tal forma que el contexto social no se incorpora en forma orgánica y sistemática a la teoría sino que se man- tiene implícito en categorías que impiden su análisis cogí pleto. En resumen, y como se podrá ver en el apartado siguien. te, la concepción marginalista y el análisis keynesiano in corporan subverticiamente se podría decir, una serie de sil puestos y condiciones a sus teorías que hacen de ellas in¿ trunientos ineficaces para comprender la sociedad como un todo, pero logran penetrar en una serie de relaciones cuan titativas que se dan en el proceso de la producción y la distribución, permitiendo con ello, en la medida en que se lograren establecer mecanismos apropiados, la modificación de estas relaciones de acuerdo a los objetivos y necesida- des del sistema. I/ I. Osadehala, *De Keynes a la síntesis neoclásica: análisis crítico*, Editorial Progreso, Moscú, 1975. Pag. 31*. II. Crítica a la Teoría de la Distribución. Para nosotros» la consideración y el trato que la coil cepción marginalista hace del problema de la distribución del producto, tiene especial relevancia para la ubicación "histórica" de ésta y para la crítica de su ascenso a la explicación global de los fenómenos económicos de la so- ciedad. Creemos que este problema es esencial en el objeto de estudio de la Economía, no tanto porque lo consideremos elemento clave para la comprensión de todos los fenómenos» pero sí como elemento esclarecedor de los mecanismos que regulan la repartición del principal objetivo material de una sociedad? su producto colectivo. Por otra parte» el interés que nos debe mover a considerar el problema como esencial, no es el de la explicación escolástica de la dis_ tribución del producto, sino el de poder conseguir una mo_ dificación de las condiciones que hacen que esta distribu ción no sea la más deseable para la sociedad. Sobre el particular, copiamos unas consideraciones de Kaldor que nos parecen esquematizan la importancia de la problemática de la Distribución dentro del desarrollo de las escuelas de pensamiento económico e introducen la c^ í tica a la teoría de la distribución marginalista: "La preocupación de Ricardo por el problema de la di¿ tribución no se debió, o no se debió exclusivamente, al interés ea la cuestión de las proporciones en que se distribuye el producto per se, sino a la creencia (d«) que la teoría de la distribución es la llave -6. para un entendimiento del mecanismo íntegro del si¿ tema económico -de las fuerzas que gobiernan la tasa del progreso, de la incidencia final de los impues- tos, de los efectos de la protección, etc. Era a través de las 'leyes que regulan las proporciones en que se distribuye el producto1 que esperaba con¿ truir lo que en terminología moderna llamaríamos un 'modelo macroeconómico simple1. En este sentido, sino en otros, la teoría ricardiana y la keynesiana son análogas (y también, por supuesto, la marxis- ta ..,). Con las teorías neo-clásicas o marginalis_ tas, por el otro lado, el problema de la distribu- ción es meramente un aspecto del proceso general de la determinación de los precios.; no tiene signifi- cancia teórica particular fuera de la importancia de la cuestión per se. Ni pueden producir estas teorías 'un modelo macroeconómico1 del tipo que, a través de la elección de un número determinado de variables dependientes e independientes, permite mostrar el mecanismo de reacción de todo el sistema económico.* ¿7 Para el caso de la concepción marginalista, el as- pecto de la Distribución no era entonces más que un re_ sultado automático de la relación entre la productivi- dad de los factores y sus precios. Sin embargo, este mecanismo autocontrolado de la distribución, se puede decir que no hizo evidente todos sus supuestos y consecuencias hasta que no se analizó a la luz de los supuestos de la función de producción. Esta última, surgió como el corolario de todo el desa- rrollo teórico marginalista y estatuía a los precios I/ N. Kaldor, Alternativo Ttieories of Distribution, Review of Economics Studies, Vol.XXIII (2) 1955- 56. Recopilado en "Teoría del Capital y la Distri bución", Selección dirigida por O. Braun, Ed. Tiem po Contemporáneo, Buenos Aires, 1973. Pag. 79. "~ relativos de los factores como función de las propor» ciones en que estos se combinan, dado un estado tecnoló- gico. Esta relación establecida por la función de pro ducción -con todo el atractivo "empírico" que ofrecía— permitió el estudio sistemático de la Distribución, dentro de la concepción marginalista« La crítica de la Función (en otro apartado de este trabajo la veremos más detenidamente) como relación e¿ plicativa de la combinación de los factores y de su re_ numeración relativa, se basa fundamentalmente en el problema de la medición del fac'tor capital para introdxi cirio como variable homogénea y cuantificable en la futí ción, así como el descubrimiento hecho por Joan Robinson sobre la posibilidad de lo que se ha llamado la "rever- sión del capital", inconcebible para la función de pro- , uducción. La crítica a la concepción marginalista en general, es más amplia y parte fundamentaünente de Cambridge y de los economistas postkeynesianos. Creemos que es conve- niente hacer una breve y concisa referencia a esa crí- tica; toda ella tiene relación directa o indirecta con la teoría de la distribución. Con este análisis Véase J. Robinson, The Production Function and the Theory of Capital, Review of Economics Studies 1953- 51* Volumen XXI No. 55. Recopilado en Teorías del Cap¿ tal y la Distribución, Ed. Tiempo Contemporáneo, Bue_ nos Aires, 197^» y P. Sraffa, Producción de mercan-"" cías por medio de mercancías. Cambridge, 1960. Repro_ ducido en Cuadernos de Economía #5, CSÜCA, 1977. ~ -8- pretendemos aclarar las observaciones sustanciales hechas a la teoría de la distribución marginalista por el keyne- sianismo, pero además, establecer los fundamentos de una y otra concepción alrededor de la Distribución a fin de entender sus semejanzas y diferencias para luego referir, las a los resultados obtenidos en el estudio empírico de datos correspondiente al sector manufacturero de Costa Rica. Quizá el mejor resumen que se ha hecho de la polé- mica y de sus críticas al marginalismo, lo hizo M. Dobb. Por la claridad de exposición y 'por recoger las críticas mas conspicuas, creemos pertinente transcribir algunos párrafos destacados. "El nudo central de toda esta concepción es, evideii temente, la noción de productividad marginal de un factor (que gobierna la determinación del precio de este último); y ésta es la razón por la cual el cue¿ tionamiento que hace la crítica moderna de toda la noción de determinación del precio de un factor por su productividad marginal, especialmente en lo que concierne al capital y a la tasa de ganancia (o in teres), tiene una gran importancia. Debe recordarse que el uso del concepto de producti. vidad marginal implica necesariamente dos cosas: en primer lugar implica la noción de la variación de la cantidad de un factor que se usa en combinación con una cantidad fija de otros factores. Esto requiere que los factores sean razonablemente homogéneos (co_ mo el trabajo) o si no, que sean reducibles (en una perspectiva a largo plazo, al menos) a alguna can^i dad homogénea (que es la manera en que tradicional- mente se consideró al capital). En segundo lugar, I/ M. Dobb. The Sraffa System and Critique of the Neo Classical Theory of Distribution. De Economist, No. U, 1970. Recopilado en "Teoría del Capital y la Distribución", etc., Pag. 361. •9- y como extensión de lo primero, implica la noción de una función de producción* -o sea la de una curva que represente todas las combinaciones po- sibl«s de factores dado un cierto estadio del c_o_ nocimiento técnico; cada punto de esta curva re- presentaría un método diferente de producción, o una 'técnica' diferente. En cada uno de estos puntos, la tasa marginal de sustitución (o su in verso: el cociente de productividades marginales) deberá ser igual, en un equilibrio competitivo, al cociente de los precios de los factores. Se sigue entonces, que, a medida que cambian los precios r¿ lativos de los factores, cambiará la técnica más económica; y en cualquier función de producción bien ordenada, a medida que suben los salarios, y disminuyen las ganancias, la intensidad de capital de la técnica elegible sigue una tendencia ascen- dente (v.g., hacia una utilización mayor de capi- tal y una menor utilización de trabajo). El reciente debate, ha cuestionado precisamente la validez lógica de estas dos' nociones por esto es que esta crítica es fundamental para todo el enfo- que moderno posterior a Jevons. Desde hace un tiempo la mayoría de los economistas ha tomado cotí ciencia, principalmente a partir de los escritos de la profesora Joan Robinson, de que hay un pro- blema crucial en la medición del capital como un factor de producción." I/ Y sobre la "reversión de capital" de que hablamos arr¿ ba, Dobb se expresa como sigue: "Lo que en últimos años ha agregado peso y fuerza a toda esta crítica, es la posibilidad, efectivamente demostrada por primera vez en el breve libro de Sraffa de diez años atrás, de que ocurra la llamada 'reversión de técnicas1". Podría decirse, en efecto, que da el golpe de gracia a toda la noción de fun- ción de producción y por lo tanto a la misma idea de productividad marginal como determinante de la ganari cia. Permítaseme enfatizar: no estamos frente a una dificultad técnica en el interior del campo es- pecializado de la teoría del capital, sino que esta_ mos enfrentados con el problema mucho más general de la dependencia de todas las relaciones de precios respecto de la distribución del ingreso: v.g., res- pecto de la relación salario-ganancia.* 2j ¿/ M. Dobb, Op. Cit., Pags. 362-363. 2/ IbÍdem, Pag. 36U. -10- Con los párrafos anteriores solamente introducimos la cr^ í tica a la concepción neoclásica desde la perspectiva de la escuela de Cambridge; se presentan las dos objeciones fun damentales a su teoría de la producción, estrechamente re_ lacionada con la forma en que el neoclasicismo concibe la Distribución. Complementariamente, señalamos que la es- trecha relación (casi mecánica) que existe entre ambas te_ orías ha contribuido biunívocamente a la crítica general de la concepción, por cuanto las objeciones a la teoría de la producción son de alguna forma transferibles a la Distribución y viceversa. La objeción relacionada con el concepto de productiva^ dad marginal y la relacionada con el concepto de función de producción están estrechamente vinculadas con el pro- blema de la medición del capital, o sea de su valoración y tienen efecto sobre la teoría de la distribución como fácilmente se puede ver. La otra, la llamada "reversión de capital o reversión de técnicas", cuestiona como se deduce de las palabras de Dobb, el carácter de teoría de la explicación neoclásica de la Distribución, por cuanto la relación que se ha encontrado entre la combinación para la producción de los factores y la distribución del produc. to entre estos, puede ser solo un efecto ex post en razón a la dependencia entre precios y retribuciones... y por lo tanto no nos ofrecería un relación ex ante que suministrase una explicación del fenómeno. .11- Este análisis somero hecho arriba constituye, a nue^s tra manera de ver las cosas, el meollo de la crítica tep_ rica a la concepción neoclásica de la Distribución y la Producción. A partir de aquí, surgen una serie de obje- ciones sobre diversos supuestos de la producción y la di¿ !/ tribución neoclásicas; tales como por ejemplo, el supues_ to implícito de la "maleabilidad11 o de la homogeneidad del capital y del trabajo; sobre éste se volverá después en este estudio. El progreso técnico es otro concepto que se revisa a la luz, de esta controversia. Nosotros haremos su crítica cuando estudiemos el'crecimiento de la produc- ción y la contribución de los factores a ese crecimiento, en relación a sus remuneraciones relativas o marginales. El requisito de un determinado tipo de mercado para el cumplimiento de los supuestos y conclusiones de las teo- rías de la producción y distribución, otro aspecto estre- chamente relacionado con el problema de la asignación de recursos y la distribución es, asimismo, sometido a crí- tica. !_/ Para un resumen de las diferentes revisiones y crí- ticas que se hicieron hasta junio de 19&9 se recomien da el artículo de G. C. Harcourt, "Acerca de ciertas controversias mantenidas en Cambridge en torno a la teoría del Capital, Journal of fíconomic Literatura, junio, 1969. Recopilado en Teoría del Capital y la distribución, etc., Pag. 213. Como conclusión a todo lo anterior, y haciendo re- ferencia a la teoría de la distribución y a las premi- sas en que descansa la concepción marginalista, se pue, de decir que ésta hace excepción t como elemento e- conómico, la existencia y sus consecuencias socio-econo, micas de los monopolios y su relación con el Estado. No puede concebir el que la distribución del producto social sea independiente al "sistema económico8 definido y por lo tanto, que ésta pueda ejercer influencia sobre los parámetros de la producción. Las principales críticas se pueden resumir según I. Osadchaia de la siguiente maneraí a. Parte del supuesto de la libre competencia, de forma que muchas de sus conclusiones solo pueden a]L canzarse existiendo ese estado hipotético. La rea- lidad parece ser otra muy diferente, aún (o especia^ mente) en nuestros países subdesarrollados y depen- dientes. b» Parte del supuesto implícito de que tiene sent¿ do lógico una "agregación* mecánica de situaciones y relaciones microeconómicas a nivel macroeconómico. No considera la posibilidad de que exista una trans- formación en ellas por el hecho de hacerse considera ciones a nivel nacional. O incluso, que pierdan sen tido como categorías explicativas de los fenómenos económicos nacionales. I/ I. Osadchaia, Op. Cit., Pag. 152-151* -13 c. lío toma en cuenta, en forma adecuada, de que la propia oferta y demanda están sometidas a la in- fluencia esencial de la distribución del producto nacional. ch. Las condiciones tecnoeconómicas que establecen la combinación de los factores de la producción no pueden determinar su precio y su parte en el produc, to. Y esta interrelación no puede establecerse con ayuda de una función de producción .,. Esta última objeción es la que en especial se estudia en este trabajo. Por consiguiente, queda un sensible "bache" en la e¿ tructura teórica de la ciencia económica. La explica- ción del proceso social de la distribución, elemento pa_ ra nosotros central en el objeto de esta ciencia, no es satisfactoria a la luz de un análisis de consistencia lógica interna, por una parte, y a la luz de las condi- A cienes y situaciones reales en las que sucede'"' tal proc^ so por otra. 2. Por cuanto este "bache* se abre de un lado de la ciencia económica, creemos necesario estudiar, al nivel que aquí se ha hecho con la concepción marginalista, otra concepción que, si bien en su formación original no pre_ tendía ser una explicación global de las relaciones eco, nómicas de la sociedad, presentaba sí una explicación djl férente de éstas dentro de un nuevo marco de categorías. Sos referimos a la concepción keynesiana. Procedamos pues,, a analizar las conclusiones teóri- cas que se han elaborado sobre la Distribución dentro del andamiaje keynesiano. Es evidente que este problema fue afrontado clara- mente por Keynes al colocar en el centro de su explica cion de la producción nacional la categoría de la "de- manda efectiva* y al hacer depender ésta de la 'función consumo", determinada a su vez por el ingreso y las "propensiones". Sin embargo, un tanto paradójicamente, no fue resuelto explícitamente como sí lo hizo el marg,i nalismo. Por tal motivo, nos abocamos a hacer un análisis de la Distribución dentro del contexto teórico del keyne- sianismo, en base a los desarrollos de la escuela de Cambridge que ha prestado atención al problema. Permítasenos presentar el problema con palabras de Kaldor, al exponer "su* teoría keynesiana de la distr^ bución dice t "Keynes, dentro de lo que conozco, nunca estuvo in- teresado en el problema de la distribución en sí mismo. Uno sin embargo, puede bautizar una teoría particular de la distribución como "keynesiana*, si puede demostrarse que es una aplicación del apti rato dé pensamiento específicamente keynesiano y si puede aducirse alguna evidencia que, en alguna etapa del desarrollo de sus ideas, Keynes se acercó a la formulación de tal teoría. I/ El principio del multiplicador (el cual, de alguna manera, fue Kaldor. b*o« aquí referencia al pasaje que se ha llamado del "arcón de la viuda* en el Treatise on Monejr", Vol. I, Pag. 139. n. del a. •15- anticipado en el Treatise pero sin una clara visión de sus implicancias) puede ser alternativamente apl^ cado, a la determinación de la relación entre pre- cios y salarios, si el nivel de producción y empleo se toma como dado, o a la determinación del nivel de empleo, si la distribución (es decir la relación en- tre precios y salarios) se toma como dada. La razón de por qué el análisis del multiplicador no se ha de, sarrollado como una teoría de la distribución es pre. cisamente porque fue inventado para el desarrollo de una teoría del empleo, para explicar por qué un sis- tema económico puede permanecer en equilibrio en un nivel de sub-empleo (o de una sub-utilización general de recursos) en el cual las propiedades clásicas de la economía de la escasez son inaplicables. \J Kaldor, al desarrollar su trabajo, llega a la con- clusión de que la proporción de los beneficios en el In greso (P/Y) depende de la propo'rción de la Inversión en el ingreso (I/Y) dadas las "propensiones" a ahorrar de los obreros y de los dueños de los medios de producción. Esto, ante todo, nos ubica de lleno en un plano di- ferente al de la teoría marginalista en tanto que se iti troduce la categoría Inversión no como resultado de una agregación mecánica de la inversión individual, sino cp_ nao el resultado de propensiones al ahorro y a lavinver- sión propiamente dicha. El valor explicativo de su modelo de Distribución, dice Kaldor, "depende de la hipótesis keynesiana de que \J Kaldor, Op. Cit., Págs, 97 y 98. Z/ Kaldor establece un sistema de identidades y pro- porciones así: donde Sw»swW y Sp=spP, luego, I * spP + swW « spP + sw(Y-P) - (sp-sw) P 4- swY, de donde, P « 1 . 1 - S¥ Véase Kaldor Op.Cit .Pag. 99 . Y sp-sw Y sp-sw la inversión, o más bien, la proporción de inversión en el producto (I/Y), puede ser tratada como variable inde. pendiente, que no varía con respecto a los cambios en las dos propensiones a ahorrar. Además, hay una supos¿ ción implícita de "pleno empleo* que implica que el ni- vel de precios en relación con el nivel de salarios mo- netarios está determinado por la demanda total: "... un aumento en la inversión, y por consiguiente en la demanda total, elevará los precios y los már- genes de utilidad, reduciendo el consumo real, mien tras que una caída en la inversión y por consiguien te en la demanda total producirá una baja en los pre, cios (en relación al nivel de salario) con lo cual se genera un alza compensadora en el consumo real. De este modo, suponiendo precios flexibles (o mejor márgenes de utilidad flexible) el sistema es esta- ble en pleno empleo." _!/ Asimismo, el modelo funciona únicamente cuando la propensión a ahorrar de los beneficios (sp) es mayor a la propensión a ahorrar de los salarios (sv) obviamente. Si se agrega el supuesto de que sw « o( o sea que el ahorro proviene únicamente de los beneficios (los sala- rios se consumen íntegramente) de la ecuación en nota 2/ de la página anterior, tenemos que: P - 1_ . I Y sp Y (1) O sea que la parte de los beneficios en el ingreso dependerá únicamente de la propensión a ahorrar de los capitalistas-, Y dividiendo entre el ingreso (Y) tenemos i P - .1. . I (2) sp I/ Kaldor, Op« Cit.f Pag, 100, -17- Esto es,que los dueños de los medios de producción como clase total, aumentan sus utilidades en una cant^ dad igual al aumento en su consumo. Una vez que ha establecido las limitaciones para ase_ gurar la independencia de I/Y <:<« las n propensiones * , se plantea la relación nue pueda existir entre esta variable y el crecimiento económico. Para esto sigue a Harrod en el sentido de que hace depender la tasa de inversión I/Y de una tasa de crecimiento de la producción (j) y cié la relación caoital ,/oroducto (v). I/Y = G.v. (3) A partir de esta relación, Kaldor desarrolla su te¿ ría del crecimiento; nos interesa plantear las restric- ciones de su modelo en cuanto inciden en la Distribución. Kaldor plantea cuatro limitaciones que enmarcan su teoría y "la limitan como modelo real. Dos de ellas acotan por debajo la tasa de ganancia (P/Y); o sea que ésta no pue_ de ser menor que las ganancias derivadas de las "ventas propiamente dichas; como efecto de colusiones entre pro_ ductores,y tampoco menor que las ganancias provenientes de la "compensación del riesgo" o sea tasa de interés del capital financiero. Las otras dos tienen implicaciones sobre la distri- bución del ingreso entre los trabajadores y los dueños de los medios de producción. -A saber, la tasa de ganancia \/ Kaldor, Op.Cit., Pag. 97 y 101,. P/Y tiene que ser mayor que la parte del ingreso corres- pondiente a los trabajadores por sus salarios. Y la segunda» la relación capital/producto (v)f no puede es- tar determinada por la tasa de ganancia (P/Y), ya que e¿ ta dependencia nos introduce precisamente todo el probl¿ ma de la medición del capital. Kaldor obvia este proble, ma (que será tratado posteriormente veremos a su debido tiempo), pero s por Fiero Sraffa, lo £ enfrenta uno conco- mitante y es el que la tasa de ganancia P/Y puede deter- minar la relación capital/producto (v), por medio del me_ canismo de hacer las técnicas más o menos rentables según sean más o menos "ahorradoras" de mano de obra, por ejem- plo. Por lo que P/Y podría no verse determinada por las ecuaciones del modelo, esto es por la proporción I/Y, s¿ no por la relación capital/producto, quedando de nuevo determinada la variable que interesa conocer por esta relación; o sea, el modelo neoclásico. Para lograr el paso por la inversión y las "propensionesJ Kaldor tiene que suponer que v es invariable a P/Y, lo que implica que las innovaciones técnicas son neutrales en cuanto que de, ben proporcionar incrementos idénticos en las remuneracio_ nes respectivas de los factores y, además, tienen mayor influencia en la relación capital/producto elegida, que las relaciones de precios. Estos supuestos serán critica^ dos luego por J. Robinson como veremos más adelante. I/ Véase Kaldor, Op. Cit. Pag. 103. -19- Haciendo un somero análisis de la concepción kaldo. riana de la Distribución, enmarcada dentro de sus línii tes que la hacen real, nos damos cuenta que la primera condición ubica desde ya a su modelo, fuera del contex to histórico de nuestro país y de todos aquellos que muestren participaciones de la tasa de ganancia más e- levadas que las correspondientes salariales».. Las ob servaciones que, sobre el sector industrial costarriceri se, presentamos en la tercera parte de este trabajo, muestran una participación relativa de los salarios en el valor agregado del 25$ como promedio. El economista italiano D. M. Nuti ofrece una crítica a las teorías que hacen depender la tasa de ganancia y de las remuneraciones relativas de los factores de la producción en el producto, de la tasa de crecimiento de la economía y de las propensiones a ahorrar de los cap¿ talistas. Manifiesta que esta relación de dependencia es necesaria y que siempre se debe presentar en el equili- brio macroeconómico. Señala que no hay argumentos para suponer que "... con pleno empleo, la propensión ex anta a ahorrar de los capitalistas deba ser igual a la tasa 1 / ez ante de la inversión sobre las ganancias.* Véase (2). D, M. Nuti, "La 'Economía Vulgar' en la Teoría dé la distribución del ingreso". De Economist, #12, 1970. Recopilado en "Teoría del capital y la dis. tribución, etc. Pagina 355. ~ -20- Y da una argumentación en el sentido de que si existe d£ sequilibEio macroeconómico et ante entre las decisiones a ahorrar y a invertir, la economía inicia una serie de a* justes a fin de acomodarse a esa diferencia. Ajustes en los inventarios y revisión en los planes de gastos que «i fectan a los precios y finalmente producen el equilibrio postulado. Así, esta propuesta no podría ser refutada, por darse de todas maneras y no ofrece una explicación al problema, por lo tanto, "... no proporciona una teo- ría de la determinación de la tasa de ganancia y de las participaciones en el ingreso, en especial en el corto !/ plazo* * Por otra parte, dice I. Osádchaia, "... no pueden perderse de vista las premisas rígidas sobre las que este modelo descansa, y que no siempre corres, ponden al estado real de cosas. Por ejemplo, de él se desprende que la elevación del ritmo de ere, cimiento a largo plaao puede lograrse solo gracias a la redistribución de la renta nacional en favor de la ganancia y a la elevación de la tasa de acu- mulación. (I/Y)." 2/ "Por último -continua diciendo- la premisa del ca_ racter constante de la parte ahorrada de la renta -sp, sw- es extremadamente rígida. Los estudios empíricos acerca de este problema demuestran que estas partes varían en dependencia-del aumento de los ingresos y de otros muchos factores." ¿/ 3. Dentro del esquema de trabajo que hemos venido s¿ guiendo, es necesario analizar la posición elaborada por I/ D.M. Nuti, Op. Cit. Pag. 355. 2/ I. Osádchaia, Op. Cit. Pag.159. "fin realidad, la elevación del ritmo de crecimiento exige aumentar la tasa de acumulación solo en las condiciones de cons- tancia o de crecimiento del consumo de capital por unidad de producción".(Véase la relación (3) en pá- gina anterior) . il IbÍdem. Pag. 160. -21' Joan Robinson sobre el tema de la Distribución; en tanto que representa un punto de vista diferente al de Kaldor. Ante to0) para que absorba, en el estado de equilibrio postulado en el modelo de la Robinson, el aumento en los ahorros. Así analizado el proceso, la fijación de la remune- ración relativa de los factores de producción conserva el andamiaje neoclásico con un paso intermedio por la función consumo y por la inversión keynesiana. El ca- so postulado por la concepción marginalista o neoclás¿ ca en la función de producción Cobb-Douglas, de. I/ Por cuanto el modelo define la inversión como una parte del excedente entre el ingreso y el pago al factor trabajo (salario), J. Robinson hace parti- cipar al salario real en el comportamiento de dicha proporción: "... a medida que el capital se acumula el nivel del salario real se eleva, y se espera que aumente todavía más; el grado de mecanización de ca_ da nuevo lote de bienes de capital que se instala (...) es mayor que el del anterior, y el producto per cápita tiende a aumentar."J.Robinson Op.Cit. Pag. 70. participaciones relativas constantes, se da cuando el aia mentó en el producto per capita es exactamente proporcio_ nal al incremento de los salarios reales que provoca. Sin embargo, dice la economista, "cuando se trata de es- pecificar con precisión la condición para que las participaciones relativas sean constantes solo pode- mos (...) afirmar que es tal que el aumento en el va_ lor del producto per capita (en la economía como un todo) que la acumulación engendra, sea exactamente proporcional al aumento de los salarios reales compa^ tibie con la forma física que toma la inversión bruta."¿/ De todo lo anterior se pueden sacar algunas conclu- siones interesantes; a. La remuneración relativa del factor capital (77*) está determinada por la proporción de la inversión en el ingreso, y por la relación del salario real con la producción per capita. (Véase X. al pie en pág. sigt«.) b. El crecimiento más que proporcional del producto (Y/N)per capita, en relación al incremento en los salarios correspondientes, produce el crecimiento de la propoi: cián de la inversión en el ingreso. Y por lo tanto, el incremento en la acumulación y el crecimiento ec¿ nómico. c. Esta última conclusión conduce a otra, de honda significación social; dentro de los supuestos del mc> délo, el crecimiento económico solo puede conseguirse a base de la reducción del salario real de los obreros, o lo que es lo mismo, a un aumento más que proporcio nal de la producción individual por obrero en rela- ción a su remuneración relativa. J. Robinson, Op. Cit., Pag. 71. En relación a estas conclusiones creemos conveniente citar el desarrollo matemático que hace del modelo de la Robinson, el economista Kenneth K, Kurihara en su libro "La teoría keynesiana del desarrollo económico? por cuan to aclara las relaciones antes expuestas y permite su me_ jor visualización, Éste modelo y las conclusiones que pueden ser extrají das de el deben ser revisadas, sin embargo, a la luz de sus supuestos fundamentales para poderlos evaluar en téVr minos de sus limitaciones reales. Ante todo, es necesa- rio hacer notar que se postula la inexistencia d© progre_ so técnico, esto es, que P y $ no varían. Ahora bien, de existir aumento en Q y en Q la tendencia al crecimieii to estaría asegurada independientemente de la distribu- ción del producto. Claro está que en la conclusión anterior se postula implícitamente que el progreso técnico es independiente The Keynesian theory of economic development, prim¿ ra edición en lengua inglesa por George Alien and Unwin Ltd., Londres, 1959» Primera edición en espa_ ñol, Ed. Aguilar, Madrid, 1966. ~" La ecuación de la distribución central del desarrollo de J. Robinson es: pY * wN-^Tf^K, donde Y es el pr¿ ducto nacional neto, N el volumen de mano de obra, K la cantidad de equipo capital, p el precio medio de la producción, así como el del equipo capital, w la tasa salarial monetaria y Tf la tasa de beneficio bruta (que incluye el tipo de interés) necesaria pa^ ra la utilización normal del volumen de capital. De donde, Y . w N 4- ffK. Si definimos j ~ Y/N, p 0m K/N, y despejando : 7? * J~w e .26- de la Distribución... Pero no se podía hacer de otra ma_ ñera dentro del marco que limita al modelo. Sin embargo, para nosotros, que vivimos el subdesarrollo y la depen- dencia económicos, este supuesto se hace sumamente gru¿ so, por cuanto cotidianamente nos enfrentamos a la exp nómicas de la producción y la distribución. En tanto es así, los resultados que obtendremos no podrán probar nu£ vas relaciones y nuevos elementos explicativos de la Dis_ tribución sino, en el mejor de los casos, improbar el que ella pueda ser explicada por los elementos técnico-econó_ micos. El campo para la investigación ampliada del problema está abierto. La incorporación de tales elementos, no representa un problema metodológico grande; si no veamos un ejemplo: Si ponemos atención a las conclusiones que \J Para una profundizaciónde este interesante tópico -que para nosotros marca una frontera crítica en el desarrollo de las ciencias sociales- véase el libro de O.Varsavsky y otros, Modelos Matemáticos, Ed. Uni versitaria, S.A., Santiago de Chile, Primera edición", 1971. Especialmente la representación matemática del sistema social de Utopía de Tomás Moro. -uo. alcanzamos en la primera parte de este trabajo, una variable importante de la distribución pareciera ser el "poder de negociación" de las organizaciones de los tra bajadores. Y esta variable podría ser representada en una ecuación por el número de trabajadores sindicaliza- dos. Sería interesante medir el grado de influencia de esta variable en la distribución del ingreso nacional. Raro, dejémoslo planteado únicamente como un tópico inte, rosante a investigar. Para efecto de alcanzar los obje_ tivos de este trabajo, vamos a adelantar el problema que enfrentaremos. 2, El problema de la distribución del producto na- cional -como ya vimos- fue resuelto por el "marginalismo" con la teoría de la productividad marginal y su relación unívoca con los precios relativos de los factores; que no eran otra cosa que las participaciones relativas de éstos en el producto. La expresión matemática de esta relación, que permitió el estudio empírico de la Distri- bución, fue la función de producción, especialmente en su forma más sencilla, la famosa Cobb-Douglas. En el fot* do de esta teoría podíamos encontrar el postulado de que la distribución del producto se hace en relación y de acuerdo a la participación de los factores que entran en éste. El problema implícito del valor (del producto y de las participaciones relativas de los factores en él) fue dejado de lado, de tal manera que la Distribución fue el resultado de la relación técnica o combinación técnica de los factores capital y trabajo en la producción. Adicionalmente, o mejor dicho concomitantemente, se pro_ ponía la existencia de la ley de la productividad margi, nal decreciente de los factores. Si se "aisla" este modelo de la influencia de varir> «50- Con la función CES, por lo tanto, se buscó explicar i el hecho, confirmable empíricamente, de que las partici- paciones de los factores no son constantes en el transcur. so del tiempo. Esto significa consecuentemente que hay variables institucionales o técnicas que impiden el cam- bio isometrico entre los factores capital y trabajo y la ganancia y el salario como sus correspondientes remunera, i/ cienes. Con este desarrollo instrumental de la función Cobb- Douglas, se ampliaba el marco sumamente rígido en el que se había encerrado a los datos empíricos. Se permitía con este desarrollo aislar, y en alguna medida, calificar las variaciones que antes se encontraban englobadas en los términos de error o en algún parámetro acumulativo de la función estimada. Y, por otra parte, ajustar fun- ciones más flexibles que reflejaran mejor la relación en- tre las variables estudiadas. Tue por medio de este instrumento que aparecieron las evidencias empíricas de que la relación preconizada por la teoría neoclásica de correspondencia proporcional entre los aportes de los factores y sus retribuciones no se pre. sentaba regularmente y que tanto en los países desarrollados I/ K. J. Arrow, H. B. Chenery, B.S. Minhas, R.M. Solow, Capital-Labor Subsititution and Economics Efficiency. The fteview of Economics and Statistics. Agosto, 196l. Citado por I. Osádchaia, Op. Cit. Pag, 111 y lU8. -51- como tiempo en los menos desarrollados, con el transcurso del se producían modificaciones en la distribución de la renta. Se observaba a más largo plazo en los primeros y a plazos más cortos en los segundos, modificaciones en la contribución relativa de los factores al producto no compensadas en forma proporcional por las modificaciones en sus precios relativos sea, que efectivamente se pre_ sentaban variaciones absolutas en la distribución de la renta entre los factores, I/ - Este fenómeno se explicó por medio de la categoría Progreso Técnico, que introdujimos antes. Be ma'nera que cuando el análisis empírico mostraré^que los aportes rela- / r#%C(Lr¿l**~ tivos de un factor al producto no ^son compensados con su participación en la distribución, el progreso técnico "Se x^ a el factor determinante del fenómeno, según fuera " ses, gado* en contra de un factor o del otro. Veamos cómo se expresan sobre los efectos del sesgo en el progreso técnico, los señores Prank, Soto y Sevilla en el estudio ya mencionado: "Esto constituye una I/ Véase sobre el particular las variaciones mostradas por ambos factores en el período 1889-1957 para los E.U.A. en el trabajo de J. Kendrieck. Tendencias de la Productividad en las E.E.U.U. Citado por I. Osad chaia, Op. Cit. Pag. 12U. "~ Para el área centroamericana hay estimaciones de la elasticidad de sustitución y de las economías de escala pero del sesgo tecnológico sólo fue calculado para Gua_ témala. Véase el estudio Análisis cuantitativo de los determinantes de la demanda de mano de obra...etc. Pags. 2.13 a 2,59. Se concluye en él, que el cambio tecnológico ha sido sesgado en contra de la mano de ^ véase Pag. 2.5?. -52- evidencia empírica sólida de que el cambio tecnoló- gico en la industria centroamericana ha presentado, en efecto, un importante sesgo en contra del uso de la mano de obra. Este hecho permite no solo expli- car las bajas tasas de absorción de mano de obra en la industria, sino también la muy baja participación de los salarios en el valor agregado. I/ En otras palabras, hay evidencia empírica extraída de los instrumentos para el análisis de las relaciones de producción, de que existe un "sesgo" en el proceso de pro. ducción que afecta la distribución del producto entre los factores en el sentido de una participación menor de los salarios (como remuneración del factor trabajo) de la que debían tener de acuerdo a su aporte al producto. Claro debe estar, que encontrar una evidencia empírica del género debiera motivar el desarrollo de la investiga- ción sobre las causas de un "progreso técnico no neutro" y sesgado en contra del factor trabajo. Desgraciadamente, esta categoría del progreso técnico no aclara otra cosa que: ha habido un aumento de la producción más que propor. cional al incremento del aporte de los factores y que, ad,i cionalmente, el factor trabajo ha cedido más que los otros factores en su participación en la distribución del producto, por efecto de su bajo precio y su pobre contribución física al producto. I/ *E1 interrogante de por qué los salarios representan un porcentaje tan bajo del valor agregado en países en de- sarrollo ha sido planteado en repetidas ocasiones, sin que se le haya dado todavía una respuesta satisfactoria. Véase Bruton H. 'Employment, Productivity, and Import Substitution' Research Memo No.UM C.D.E. William College, Massachusetts, Marzo,1973 / Nota de los autores, Op.Cit. Pag. 2.59. -53- No nos entretendremos en la polémica que surgió del !/ intento de Denison de especificar los elementos del pro. greso técnico, solo diremos que nos parece interesante por cuanto busca calificar de alguna manera este cambio, tra- tando de individuar y evaluar elementos tales como educa, ción, gastos básicos, progreso de los conocimientos, etc. Sin embargo, sí nos queda claro en este punto que, la categoría Progreso Técnico describe la forma en que el au_ mentó de la productividad de la sociedad se distribuye en tre los dos factores en relación a sus aportes, pero en realidad no explica por qué ese aumento se distribuye de cierta manera. Gráficamente podríamos presentar la situa_ ción de la siguiente manera: Representemos la producción de un país en determinado momento t^ por un segmento de \J I.Osadchaia, Op.Cit. Pag.126 y sigtes. hace una breve reseña de ésta. Adicionalmente véase la bibliografía sobre el particular que se presenta en "Análisis cuan, titativo de los determinantes de la demanda de mano de obra industrial.. .etc. en Pag. 1.18: Abramowitz, M. nRe_ sources and Output Trends in the U.S. since 1870"» Papers and Proceedings of the AEA, Vol U6, mayo, 1956; Solow, R. "Technical Change and the Aggregate Préduction Function", The Review of Economics and Statistics, Vol. 39 Agosto de 1957, o Denison, The Sources of Economic G-royth in the United States, and the Alternativos before us, New York,1962. Dentro de la corriente que trata de explicar el llamado "cambio estructural", sobresalen los trabajos de Chenery ""Patterns of Industrial Growth", American Economic Reviev No. 50, setiembre de 1960; Arrow~et"al. "Capital Labor Substitution and Economic Efficiency^ Review of Economics and Statistics, ¿43, 19^1; Eckaus, R. "The FajC tor Proportions Problem in Under developed Áreas, AER, 5^ set. 1955; y de Leibstein, 'Technical Progress, the Production Function and Dualism", Banca Nalionale del Lavoro Q,uarterly, No.55, diciembre de 1900. •5*4, recta AB; y por A'B' su producción en un momento poste- rior t0. as Si los subsegmentos a y a 1 son los gastos variables de pro_ ducción, esto es materias primas, envases, energía y servi- cios industriales (que aumentan proporcionamente), el subseg^ mentó restante sería justamente el Valor Agregado a distri- buir entre los factores. Supongamos que en t-i la parte co- rrespondiente a los salarios es I/U del Valor Agregado (gra ficamente subsegmento w), pues bien, en t2« si somos conse- cuentes con lo hasta ahora expuesto,^no habría un criterio único para determinar la longitud de w1; Si se supusiera que no hay una organización suficiente de los trabajadores, podría suceder la reducción del salario medio real (esto es, por ejemplo w.w1) y por lo tanto el "progreso técnico" ten- dría un sesgo en contra de la mano de obra. Creemos poder avanzar en este momento una posición en relación a los estudios empíricos sobre las funciones de producción y sus implicaciones para la explicación de la Distribución. Debemos hacer notar ante todo que los estudios han sido elaborados siguiendo el método de buscar sustento empírico a partir de una teoría sobre la forma en que se relacionan los factores de la producción con el producto. El problema que presenta este método específicamente para las ciencias -55- sociales, es que los instrumentos de comprobación están grandemente influidos por la misma teo'ría que se desea comprobar (por ejemplo los primeros supuestos restringi, dos de la función de producción), de tal forma que los resultados no pueden reflejar todas y cada una de las relaciones existentes y todos y cada uno de sus elementos fundamentales. Sin embargo» los desarrollos posteriores de los ins. trunientos de medición (como por ejemplo, los índices o pa_ rámetros adicionados a la función de producción) han per- mitido individuar otros elementos participantes en la re- lación que, a este nivel de la exposición lo podemos decir, fortalecen la presunción teórica de que la renta se distri- buye con relativa independencia de los aportes físicos de los factores como sujetos de producción. Pero no es solo un problema de medición sino también de definición de la relación a considerar (o de la forma en que interactúan los factores o elementos participantes en la relación); de manera que, al definir una relación en tre capital y trabajo, se postula esta relación como si sil cediera ex ante, o sea como una relación determinante del nivel o tamaño del producto (y por similitud, de la renta y su composición), siendo que lo que se está comprobando empíricamente es una relación ex post entre esas categorías. Por lo que cabe otra presunción en relación a la Distribu- ción y es que ésta no este determinada directamente por la . -56- relación de los factores con el producto sino que conser- ve cierta independencia estructural y por consiguiente que tenga una dinámica propia. Desde estos dos extremos del análisis de los instru- mentos de comprobación empírica, es poca la distancia que falta para llegar a las proposiciones teóricas con que con cluíamos la segunda parte de este trabajo: La incapacidad instrumental para indentificar relaciones, medir variables comprometidas en el proceso de la Distribución impidió una verdadera consolidación empírica de las leyes del paradig- ma marginalista o neoclásico, solo lográndola mientras no se hizo evidente que muchas de estas pruebas eran en esen- cia tautológicas. En el campo de la práctica, hay que reconocer que la concepción neoclásica fue bastante afortunada, pero este análisis nos llevaría a retomar la discusión esbozada en la introducción de este trabajo y que en verdad no es perti- nente a sus objetivos. De nuevo nos limitaremos a decir que somos de los que creemos que en ciencia social s« pueden imponer leyes de comportamiento, que prueben una determina- da concepción o teoría, pero en el largo plazo, "los hechos son tozudos . .. ", como alguien ha dicho. Para ejemplificar con un- simil; en ciencia social es posible que algún audaz logre lo que sería en ciencias naturales orientar hacia una misma dirección todas la fuerzas intermoleculares de una piedra y hacerla volar como un pichón, pero el experimento 1 -57- por una parte, será imposible de repetir con toda la mate_ ria y, seguramente, por otra, la piedra voladora no tarda_ ría mucho tiempo en caer pesadamente por no poderse mante^ ner la orientación deseada de tales fuerzas. En todo caso, la experiencia no serviría para probar la inexistencia de i/ la l«y de la gravedad... En consecuencia, tanto con análisis teóricos o empí- rico-instrumentales, el problema de la distribución del ingreso nacional no parece satisfactoriamente resuelto por las teorías amparadas a la concepción marginalista y tam- poco por las hijas del keynesianismo. Las primeras por inconcistencias teóricas internas a las mismas teorías y por "evidencia empírica" insuficiente. i-as segundas, de una parte, porque no se pueden desligar totalmente de las primeras (especialmente en su ligamen con las relaciones microeconómicas) y de otra parte, porque pareciera que bu¿ can explicar la Distribución con variables que están más bien, explicadas por la misma Distribución. Ampliando un tanto más esta última limitación, se puede agregar que am bas vertientes parecieran encontrar la explicación de la Distribución en variables claramente vinculadas a los pro. cesos y relaciones productivos que la determinan. Pero que no son esenciales para la explicación de esta, en tanto I/ El simil me lo sugirió la lectura del libro de S. T. Meliujin, "El problema de lo finito y lo infinito", Primera Ed. en Español por Ed. Grijalbo S.A., México, 1960. son rebasadas por el problema mismo; quedando así supedita^ das al final por la variable que pretendían explicar. Son ejemplos de estas variables, como se ha visto en la exposjl ción de este trabajo, el valor del acervo de capital (con toda la imperiosa definición del valor que ella entraña) o, en la vertiente keynesiana, la tasa de acumulación (I/Y) cuya dependencia con la Distribución fue magistralmente de¿ crita por J. Robinson. Ante este panorama e interesados siempre en el estudio de la forma en que se distribuye el producto entre los fac_ tores fundamentales Trabajo y Capital, hemos optado por 11¿ var a cabo un estudio sobre algunas variables relacionadas con la distribución del producto, que nos permita observar sus evoluciones en forma sencilla y directa. 3« El objetivo de este estudio con que rematamos el trabajo, como se dijo a su debido tiempo, es simplemente presentar algunas relaciones y datos de un sector productjt vo de nuestro país, de manera que nos permitan confrontar- los con los desarrollos teórico-metodológicos que usualmerj te se han utilizado para la explicación del fenómeno de la Distribución. Decidimos hacer el estudio dentro de un sector produ£ tivo únicamente, por cuanto así podemos obtener relaciones con datos agregados más homogéneos; característica que re- sulta importante a la hora de considerar variables tales -59- como horas-trabajador, capital-trabajador, valor agregado medio, etc., variables que, de acuerdo al análisis hecho, parecen importantes para el estudio de la Distribución. Y dentro de los sectores productivos, nos decidimos por el manufacturero por dos razones; la primera, porque es el sector que ha venido mostrando mayor dinamismo en el crecimiento de la economía nacional de los últimos a- ños y por lo tanto se prospecta como un sector que jugara un papel predominante en la vida económica del país. El sector manufacturero es el sector productivo por exceleri cia en los países desarrollados 'y el desarrollo económico y social de nuestro país se orienta a propulsarlo como tal. Si nuestro objetivo es el de estudiar las relacio_ nes y variables que explican la Distribución, nos debemos preocupar de escoger aquellas variables y relaciones que jueguen o vayan a jugar un papel determinante en la asig- nación del producto entre los factores. Hay una segunda razón para tal escogencia, también de orden especulativo, la presentamos de esta formas Las relaciones de tipo paternalista que aún existen en la mayoría de las empresas de explotación agropecuaria entre trabajadores y patronos tienden, por el mismo proceso de de desarrollo delpaís y por la tecnificación de la pro- ducción, a convertirse en relaciones de tipo capitalistas, donde la forma y el contenido del contrato de trabajo está normado con independencia de la relación personal que pueda I/ existir entre ellos. Este aspecto, que por lo que va del desarrollo de este trabajo se manifiesta como esencial en la explicación de la Distribución, nos ha motivado a ejs coger el sector secundario de la producción por cuanto es precisamente en él donde se dan con plena libertad las re, laclónos capitalistas de producción; y por lo tanto puede mostrar hoy día las variables que determinarán mañana la forma en que se distribuirá la riqueza nacional. El estudio que sigue busca entonces investigar la di¿ tribución del producto utilizando la variable o el indica- dor de la participación de los salarios en el valor agrega I/ do del sector industrial. Pensamos que este indicador, ob servado en un "corte transversal" nos puede mostrar la di¿ tribución del producto entre los factores fundamentales, Podríamos así individuar algunas variables características de las ramas industriales, que pudiéramos identificar como determinantes de la participación que muestran en ellas los salarios en el valor agregado. Nuestro método consiste sencillamente en estudiar dicho I/ Este es en forma suscinta uno de los aspectos centrales de la categoría "relaciones de producción", propuesta por C. Marx para la explicación de las relaciones econó- micas. El_Capitalt Ed.C.del Hombre,1973,T.I Primero presentamos la relación del indicador de la Distribución con la productividad media del obrero. Señala. «os que la relación busca explicar, dentro de los límites que los indicadores permiten, cómo se distribuye el produc- to de acuerdo a variaciones en la producción por obrero* -6U- l/ Ante todo hay que aclarar, que la producción por obrero no es la productividad marginal del factor y, adicionalmente, que el indicador incorpora la parte del producto debida al otro factor. Por lo tanto, el resultado obtenido de un vínculo in- 2/ verso entre sendas variables debe ser analizado cuidadosa- mente para no llegar a conclusiones falsas: En los casos H^¿¿yL~ en que el aumento del producto/-~poT obrero se deba a una mayor contribución marginal de este factor en el producto, la re- Ifcción inversa (de la productividad por obrero con la parti- cipación del factor en la Distribución) sólo podría ser expl¿ cada por una Virtual independencia de ésta con respecto a las contribuciones de los factores. Y por1añadidura contra- ria al factor trabajo. Por otra parte, en los casos en que el aumento en la C - producciónXaor" obrero se origine exlusivamente en un incre- mento en la contribución marginal del factor capital al pro. ducto, no podríamos llegar a la conclusión anterior» el re- lativo incremento de la remuneración del capital, podría de- berse a un incremento proporcional en la contribución margi- nal del capital. 2/ Nuestro indicador es el Valor Agregado de la rama entre el numero de obreros calificados y no calificados como se expondrá en la presentación formal de los datos y re sultados. ~" Véase la presentación formal de los resultados en el apartado k de este capítulo. -65- - El problema para una comprobación del genero, es la medición de las contribuciones físicas del capital al pro- ducto como ya se ha dicho anteriormente. Tan es así, que si utilizamos una función de producción para medir dichas contribuciones, al analizar a la luz de estas críticas los resultados, podríamos encontrarnos con la siguiente parado, ja: el aumento en la contribución relativa del capital al producto, observado por medio de la función de producción, se debe no a un aumento físico real, sino a un aumento de la participación de este factor en la distribución del pro_ ducto; debido a la asignación exógena de la Distribución y a —digámoslo así— condiciones sociales de predominio de este factor sobre el otro. Los precios mayores así asigna^ dos al capital, designarían contribuciones marginales valo_ i/ radas mayores. En todo caso, el vínculo inverso encontrado entre las variables en cuestión, revela que el aumento en el producto por obrero se debe al factor "progreso técnico" y que éste tiene un efecto indeseable en la Distribución. Esta afir- mación se hace fundada en dos reflexiones básicas sobre la relación encontrada y la teoría neoclásica de la Distribu- ción: La primera es que el aumento en el producto poPobre, ro/no pueden deberse ni a un aumento en el pertrechamiento de bienes de capital por obrero ni a un aumento absoluto del factor trabajo. Esta ultima variación, evidentemente im- plicaría qTr^ T.as técnicas "mano de obra intensivas" fueran I/ Esto es, con un valor monetario asignado por el precio. -65- El problema para una comprobación del género, es la medición de las contribuciones físicas del capital al pro- ducto como ya se ha dicho anteriormente. Tan es así, que si utilizamos una función de producción para medir dichas contribuciones, al analizar a la luz de estas críticas los resultados, podríamos encontrarnos con la siguiente parado, ja: el aumento en la contribución relativa del capital al producto, observado por medio de la función de producción, se debe no a un aumento físico real, sino a un aumento de la participación de este factor en la distribución del pro, ducto; debido a la asignación exógena de la Distribución y a —digámoslo así— condiciones sociales de predominio de este factor sobre el otro. Los precios mayores así asigna^ dos al capital, designarían contribuciones marginales valoi/ radas mayores. En todo caso, el vínculo inverso encontrado entre las variables en cuestión, revela que el aumento en el producto por obrero se debe al factor "progreso técnico" y que éste tiene un efecto indeseable en la Distribución. Esta afir- mación se hace fundada en dos reflexiones básicas sobre la relación encontrada y la teoría neoclásica de la Distribu- ción: La primera es que el aumento en el producto poTobre_ y U, /¿•k't<*,it*1 <4- /« fi(f'V Jí.l'fec-hv' faetrÁ* Sl'wf-V'S*t-eí***>»j(*j ro/no puedeudeberse ni a un aumento en el pertrechamiento de bienes de capital por obrero ni a un aumento absoluto del factor trabajo. Esta última variación, evidentemente im- pilcaría qué~"~las técnicas "mano de obra intensivas1* fueran I/ Esto es, con un valor monetario asignado por el precio. -66- más productivas que las "capital intensivas" y tanto cuanto fuera necesario para que el producto po-F— obrero i5 ' '~r"&~ sea creciente aún creciendo/el factor trabajo. Sin embargo, la experiencia histórica nos muestra, que el aumento del "producto por obrero ha obedecido al incremento d-ei pertrechamiento de capital por obrero y no que aquel sea debido a una intensificación relativa del factor trabajo. Ahora bien, si esto es así, debi£ ramos tener un aumento en la participación relativa del factor trabajo en el ingreso, ya que el aumento del peír trechamiento de bienes de capital por obrero trae como consecuencia la reducción/áe su productividad físico marginal y por lo tanto de su participación relativa en el ingreso. Lo que se observa sin embargo, es lo con- ¿JL trario, que el aumento cm -cri producto por obrero trae como consecuencia una reducción de la participación de los salarios en la distribución del ingreso. Por lo tanto, la teoría neoclásica trata de explicar el fenómeno encontrado por medio de la categoría "pro - greso técnico* que, como vimos, no ofrece las condiciones necesarias para configurar una teoría de la Distribución y mas bien fortalece la presunción de que las remunera- ciones de los factores estén determinadas fundamentalmente ,«/*. -67- en forma exógena al sistema de relaciones técnicas de producción. La otra relación establecida es entre el indicador de la distribución y un indicador de grado de "concentración" industrial. Con ella deseamos observar no solo el tipo de relación sino el nivel de correlación existente entre dichas i/ variables: Una alta correlación como la que se obtuvo, en tre el indicador de la distribución y el del grado de "con- centración* de la industria, puede correctamente interpretar, se en el sentido de que las ganancias de tipo monopólicas, que no dependen de la combinación técnica de los factores, determinan en alguna medida la forma y la dirección de la distribución del valor agregado por la industria. Para la selección y construcción de este indicador nos guiamos con 2/ la teoría expuesta por M, Kalecki sobre la distribución del ingreso. No vamos a exponer su desarrollo que quizá debió plantearse en la segunda parte de este trabajo, mas permita s.enos una breve disgresión para exponer suscintamente la base \J El coeficiente de /correlación es de -0,7829 para la serie de datos que utilizamos. 2j M. Kalecki, Teoría de la dinámica económica, Primera edición en Inglés 195^» Primera ed. en español 1956, Primera reimpresión 1973. Fondo de Cultura Económica, México. -68- teórica del indicador y de la relación con la Distribución. Dicho sea de paso, nuestro objetivo no es ser exhaustivos en la exposición de las diferentes teorías sobre la Distri^ bución, sino es presentar algunas de ellas que a nuestro en tender, conducen a resultados reveladores de la naturaleza del fenómeno. La concepción de este autor se puede ubicar dentro de la corriente que busca explicar la Distribución en función de variables independientes a la combinación técnica de factores propiamente dicha. Kalecki llega a concluir se^ bre la d-istribución del ingreso entre los salarios, que la participación de estos en el valor agregado "... está deter_ minada por el grado de monopolio y por la relación entre el I/ gasto total en materiales y el importe total de salarios. El grado de monopolio lo indica con la relación entre los ingresos brutos y los costos primos totales, por cuanto es la misma relación que existe entre el precio medio y el eos 2/ to primo medio. Esta última relación crecerá conforme au U menta el grado de 'concentración" de la industria. El resultado que obtuvimos al relacionar tales varia- bles fue el de un vínculo inverso entre ellas. La remunera^ cion relativa del factor trabajo desciende conforme aumenta el grado de "concentración" industrial. De nuevo, nuestro I/ Véase Op. Cit. Pag. 29. 2j Ibidem, Pag. 1?. ídem. -69- panorama teórico nos lleva a interpretar este resultado como efecto de la distribución de las superganancias monopólicas, no correspondiente a las participaciones o contribuciones marginales de los factores al producto. Ellas se orientarían más bien a engrosar el fondo de la retribución al capital» La otra relación que proponemos es entre el indicador de U la distribución y el pertrechamiento de capital por obrero. Hacemos notar que no encontramos un nivel muy alto de córrela, 2/ ción entre estas variables. Sin embargo, la forma de rela- ción encontrada contradice la ley de la productividad físico marginal decreciente. Be acuerdo a esta ley el aumento del pertrechamiento de capital per cáp'ita reduce la productividad marginal del factor y su participación relativa en la Distri- bución del producto. El análisis de la observación muestra más bien lo contrario, cosa que es consecuente con las conclii siones a que llegábamos cuando estudiábamos la relación entre la productividad per cápita y la remuneración relativa del Trabajo: Conforme crece el acervo de capital por obrero (y aumenta el producto por obrero^ según nuestro supuesto) disminu_ ye la retribución relativa al Trabajo. Estamos en presencia de un fenómeno que no cabe dentro de los márgenes de una fun- ción de producción y que solo puede ser explicado por efecto de un desplazamiento no convencional de ésta, que perjudica al factor trabajo en la'Distribución, esto es "progreso técnico* I/ sesgado en contra de la mano de obra, I/ El indicador fue construido con el valor de los activos totales entre el número de obreros de planta. Véase apar, tado U de este capítulo. Para el indicador del acervo de capital per cápita el coe ficiente de correlación es igual a -0,^ 69067, con una pro. habilidad de cometer error tipo 1 igual a 1,56%. Véase "~ tabla de coeficientes de correlación en el Anexo. Véase A. Monza, "Nota introductoria a la reciente $L~*. (/ (/ L •4^-br ^\J ^-y^ -70- Para concluir este análisis de los resultados, presen tamos la relación entre el salario promedio como dependien te, con el producto por obrero. Esta relación fue pensada para estudiar cómo se modifica el salario medio en respues. ta a variaciones en el valor agregado por obrero. Con esto contrastamos la relación que se obtuvo con la remuneración del factor trabajo como variable dependiente, al sustituir, se por el salario medio. Hacemos observar que la diferen- cia entre las coordenadas de un punto de esta relación, nos da el valor restante del Valor Agregado (al descontársele los salarios) entre el número de 'obreros. Por la definición que hemos venido usando de Ganancia (véase nota 2 al pie de pág. 58) esta diferencia sería la Ganancia por obrero. El tipo de relación que obtuvimos es directa pero de pendiente decreciente en la mayor parte de la curva. Habría un peque, ño período (hasta un salario promedio igual a 125,5 y un va, lor agregado per cápita de 190»5) en el que la pendiente es creciente; a partir de ahí en adelante, el crecimiento del Valor Agregado per cápita trae aumentos proporcionales menp_ res en el salario promedio, determinando por consiguiente aumentos proporcionales mayores en la ganancia. Lo que es perfectamente consecuente con los resultados obtenidos entre la participación de los salarios en el Valor Agregado y el producto per cápita. Como se puede ver, este estudio es solo un primer inten to de análisis sistemático con sustento teórico de algunos controversia en teoría del Capital", El Trimestre Eco, nómico, Vol.XXXIX, No.5, Julio-sept., 1972. Recopilado en Teoría del Capital, etc.... Pág. 19. -71- indicadores de la producción y la distribución. Por los objetivos generales del trabajo, nos limitamos a plantear estos resultados sabiendo que no son más que una pequeña muestra del campo de estudio que ofrece este método. Uno de los objetivos del trabajo es precisamente proponer este campo de investigación, descuidado por la ciencia econó- mica tradicional. U. Finalmente presentamos en forma elemental y directa, los datos utilizados, las definiciones de los indicadores elaborados y el procedimiento que seguimos para la estima^ ción de las ecuaciones que "ajustan" la función o relación existente entre los indicadores. La fuente de los datos es la "Primera Encuesta Anual de la Industria Manufacturera en el Istmo Centraomericano,i/ 1967-1968". La selección de la fuente obedece a dos razo, nesj una, porque es el documento que presenta datos comple_ tos más homogéneos para todo el sector; y cuando se trata d« estudiar relaciones, la homogeneidad de los datos en su recolección, elaboración y presentación es muy importante. , , r<»«!rAfa>f4& La segunda, porque es la única publicación^ que conocemos con carácter censal del sector manufacturero de Costa Rica. Sin embargo, el documento tiene grandes limitaciones por cuanto no explica las categorías que cuantifica. Así por I/ Ministerio dé Economía, Industria y Comercio, Direc- ción G-eneral de Estadística y Censos, San José, 1971. -72- ejemplo, para efectos de este estudio tuvimos que recurrir a una documento se llama Valor Agregado: llegando a la conclu- labor de definición por segregación de lo que en el sión de que es la definición tradicional de esta categoría la que se cuantifica, i/ Desafortunadamente, no contamos con la crítica oficial del documento, con la cual podríamos valorar la exactitud de los datos. Con respecto a la definición de los indicadores utili- zados, señalamos que son construcciones aritméticas a par- tir de los datos de la encuesta, de la siguiente manera; a. Participación de los salarios en el Valor Agregado. (DVAS&B o VASOS identificación asignada en las regresio_ nes corridas.) Resulta de la división del monto de salarios deven_ gados por los obreros "de planta" entre el Valor Agre- gado de la respectiva rama, multiplicado por ciento, donde obreros de planta los definimos como los "obreros calificados" y "no calificados" que se cuantifican en tabla Mo. 1 de la Encuesta. Se excluyen los "técnicos- de producción" y todo el personal administrativo. Los salarios de estos dos grupos se presentan en tabla No.2, Pag. 5 de la Encuesta. El Valor Agregado que utilizamos es el que la Encuesta \J Esto/es, Valor Agregado es igual ai Valor bruto de la producción menos los costos de producción: Materias primas, envases y empaques, combustibles y lubricantes, electricidad, pagos a terceros y otros. Véase tabla No.6, Op. Cit. Pag. 21. -73- presenta en Tabla No.15, Pag.73. Es el resultado, co. mo se dijo antes, de la diferencia entre el valor de la producción industrial bruta y el valor de los in- sumos. Donde el valor de la producción industrial brtt ta es el valor de la producción más la variación de las existencias en el período. Véase tabla No.15 de la Encuesta. Los insumes están definidos por la suma de los valores de Materias primas y otros materiales consumidos, Envases y empaques, Combustibles y lubri- cantes, Energía Eléctrica comprada, Pago.s a terceros por trabajos de carácter indsutrial, Pagos a terceros por servicios profesionales y Otros gastos (esta últi. ma categoría es el 10$ del total). Este dato se en- cuentra en Pá*g. 21 de la Encuesta. b. Valor Agregado por obrero. (X?) Como el título del indicador lo señala, es el Va- lor Agregado entre el número de obreros antes definidos > c. índice de Concentración" o Grado de Monopolización. (X8X9X10) Como se señaló al presentar este indicador, está definido por la relación entre los ingresos brutos to_ tales y el costo primo medio. Los primeros son la su, ma del valor de las ventas de productos ^Terminados, renta de productos en proceso, ingresos por trabajos yservicios prestados a terceros, venta de artículos sin transformación. Electricidad vendida (Tabla No.11. Pag. U6 de la Encuesta). Los segundos son la suma de los gastos por insumos o valor de los insumos definido anteriormente, mas la suma ros también definidos ya de los salarios de los obre_ cb,. Activos totales por obrero. (X11X13) Este indicador es el resultado de la división de el valor de los activos totales de cada rama (definido por la tabla No. 9, Pag. 3?) entre el número de obre- ros definido en a. d. Salario medio de los obreros. (X3) Es el resultado de la división del total de sala- rios, entre el número de obreros definidos ambos en a. Presentamos finalmente el procedimiento seguido para el estudio de las relaciones entre los indicadores arriba definidos. Una primera alcaración es que el procedimiento busca el ajuste de una ecuación de manera que represente con la mayor "verosimilitud", la relación que existe entre los da_ tos definidos. En este sentido debe quedar claro ahora, que no se pretende una "medición" precisa de los parámetros que definan la ecuación sino más bien, repetimos, una def¿ nielan de la forma de la relación. Por lo tanto, estamos más interesados en el nivel de "significancia" de la relación y de los parámetros (en cuanto a si estos últimos son ma_ yores, menores o igual a cero o a la unidad). El procedimiento fue, en términos resumidos, el ensayo de cinco formas diferentes de relaciones que pueden trans- cribirse en forma lineal para la aplicación del modelo n li_ neal general* de estimación minimocuadrática. Nos basamos para la definición y utilización de estas relaciones en !/ • í¡ los libros de J. Johnston y de R. G. D. Alien . Las formas de relación que se utilizaron fueron las que se denominan como Exponencial (Eip.) y que tienen una forma matemática lineal, Log Y = Log a rt bX, Transformación doble logarítmica (Doblelog) con una fórmula Log Y » a:tb«Log X, Transformación inversa (Transinversa) de forma Y = a ±: bt X Transformación inversa logarítmica (Til) de forma Log Y « a ±: y , v finalmente la Semilogarítmica (Semilog) que tiene una forma matemática Y = a :± b-Log X. No nos de_ tendremos en el análisis de las propiedades de estas rela- ciones. Para presentarlas adjuntamos a forma de anexo las tablas de análisis de variancia que ofrece el "paquete* 5AS del Instituto de Estudios Económicos de la Universidad de Costa Rica para el programa de regresión múltiple. ííos limitamos a señalar a esta altura, que para el ana_ lisis que antecedió a esta presentación de datos, se \J "Métodos de Econometría", Primera edición en Inglés, 1963» segunda ed. en inglés, 1972 por Me.Graw-Hill. Primera ed. en Español 19^ 7 • Tercera ed. revisada, EdJL torial Vicens-Vives, Barcelona 1975. Véase Cap. 3. 2/ Op. Cit., Cap. IX y Cap, XI. • 76- utilizaron las relaciones de mayor "significancia" así, se pueden resumir para cada relación estudiada; a. Para la relación entre VASOB y X7 se obtuvo una relación de tipo Exponencial con el parámetro multJL o plicativo de X7 menor de cero, un R .= 0, 867, un nivel de significancia para la relación y para cada uno de los parámetros de 99,99$. Véase Tabla No. 1 del anexo. VASOB = 35,207291 e Esta curva cortaría el eje de las Y (para una produ£ tividad por obrero de cero) en una participación del 35«21;£ de los salarios en el valor agregado. b. Para la relación entre VASOB y Activos totales por obrero el mejor ajuste fue con una relación Semiloga- rftinica, con el parámetro multiplicador de la variab le o independiente negativo. Un R = O, 3^ 97 y niveles de "significancia" para la relación de 99,9$ y de 99,99/° .7 99)9% para a y b respectivamente. Véase Tabla Ho.6 del anexo. •VASOS - 79,57^8^503 - 6,70877Log( X8X9X10 ) Esta curva corta el eje de la X en un valor de lUl^78,if que representa el valor de los activos por obrero (en dolares de 1968) que haría cero la participación de los salarios en el Valor Agregado. c. Para la relación entre VASOB y el índice de "con- centración" se obtuvo un ajuste que explica el =77* de la variación de la dependiente, con una Dobleloga- rítmica. El parámetro multiplicador b es negativo y mayor que uno, para un nivel de "significancia" del 99)99?° para la regresión y para cada uno de los parámetros. Véase la Tabla 11 del anexo. Log VASOB = 3,752983 - 1, 7H703 *log (\X8X9Xlo) en. Finalmente presentamos la relación entre el salario medio y el valor agregado por obrero. El ajuste se rea i-y lizó con un TIL para un R = 0,873039 y niveles de " sig_ nificancia" del 99»99$ para la regresión y para cada uno de los parametros.de la ecuac'ión. Véase Tabla 16 del anexo. Log X3 - 6,8325^2 - 380,9Ó3782/X7 Esta relación señala un punto de inflexión en X7 = 190,5 y X3 = 125.5 y una cuota, a la que la fun- ción se acerca asintóticamente, a una altura de 927,5 (dólares de 1968) o sea, a un cambio del $6,65 por dolar, la suma de $6.167,875 al año; $5l4.oo mensuales. . COSTA RICA i DATOS DEL SECTOR INDUSTRIAL 1967 - 1968 RAMA 311 312 313 314 321 322 323 324 331 332 341 342 351 352 355 356 361 362 369 371 372 381 382 383 384 390 PORCENTAJE DE PARTICIPACIÓN DE LOS SALARIOS EN EL Y, A. (DVASOB) 22.27 26.3^ 3.44 2.83 36.24 23.84 32.03 44 . 58 43.51 44.33 22.06 36.90 16.92 20.16 10.17 22.67 23.86 21.35 28.14 19.53 29.43 24.52 36.85 13.33 27.11 26.09 VALOR AGREGADO POR OBRERO* (X7) 3290 4057 22353 32235 1962 2145 2469 1591 138 2221 3715 2423 4066 3101 11963 3158 4935 3231 3120 6184 3185 3338 2178 5228 4074 2544 ISDICE DE "CONCEN- TRA C ION" (X8X9X10) 1.17719 1.11383 4.95345 2.72751 1.63066 1.45507- 1.36037 1.21338 1.28726 1.35891 1.22151 1.51065 1.80855 1.24965 1.53429 1.25998 1.61896 1.22409 1.33224 1.32728 "1.15659 1.35892 1.38448 1.58289 1.69125 1.36303 ACTIVOS TOTALES POR OBRERO* (XI 1X13) 4501.1 4150.1 4566.3 10705.0 4098.9 1157.5 2150.8 1543.8 188.7 1566.2 4989.3 1489.4 2444.3 3625.6 31681.0 4856.2 982.7 5166.5 10141.4 17686.0 7^53.2 3600.5 2092.8 3185.1 2932.6 1540.57 SALARIO MEDIO DE LOS OBREROS* (X3) 732 1069 769 914 711 511 791 709 6o 984 819 894 688 625 1216 716 1177 689 878 ' 1208 937 818 802 696 1104 663 FUENTE: Primera encuesta anual de la Industria Manufacturera en el Istmo Centroamericano, 1967-1968. £ Las cifras de estas columnas están dadas en dólares, para todo el lapso. .69' IV Conclusión. 1, Un trabajo como el que acabamos de concluir nos parece rico en elementos capaces de generar varia_ das conclusiones. Nosotros nos limitaremos a explicitar las que, a nuestra manera de ver las cosas, tienen e¿ pecial relevancia para los objetivos que nos habíamos fijado. Esto es, por una parte, para desbrozar el ca- mino para una comprensión de los mecanismos de la DistrjL bución y, por otra, como se dijo más arriba, para pro- poner la discusión en torno al problema. Este problema de la Distribución se nos hace crucial por cuanto enfoca los mecanismos por medio de los cuales una sociedad re_ suelve la repartición del producto social. Estos meca_ nismos tradicionalmente han estado implícitos (o social^ mente inconcientes) en las investigaciones económicas. Por consiguiente, la importancia de una investigación de este tipo es que pretende explicar --o por lo menos como dijimos arriba mostrar el interés que reviste-- la distribución del producto nacional; de manera que nos ayude a explicitar sus mecanismos y sus formas y hacer- los cada vez más concientes a fin de manejarlos en bene_ frcio de la sociedad. 2. Para nosotros, el resultado del estudio empí- rico es altamente revelador. El marco teórico expuesto en la segunda parte de este trabajo describe justamente la problemática tratada, cuestionando de un lado la -80- asignación del ingreso como fruto de la combinación téc_ nica de los factores participantes en la producción y por otro, poniendo en evidencia que las proporciones keynesianas son más bien efecto de la Distribución. De esta forma se abre un serio cisma en la doctrina econó- mica tradicional sobre la materia que, al encontrarse evidencia empírica suficiente como para poder decir que las leyes de la Distribución, de la concepción neoclás¿ ca, no operan en nuestro sistema de producción industrial, refuerza la presunción teórica de que la Distribución está determinada en términos fundamentales por otras va_ riables, que tienen poco que ver con las tradicionalmente supuestas. 3. Por consiguiente, vemos teóricamente justifi- cada la otra alternativa de explicación del fenómeno, que fundamentalmente ve la Distribución como resultado del tipo de relaciones que se establecen entre los hombres para producir. Esto es, que hay variables socio-polít^L cas que participan en forma determinante en la asignación del ingreso entre los factores centrales: La organiza» ción y la combatividad del factor trabajo enfrenta a la organización y combatividad de los dueños de los medios \/de producción o sea del Capital; y de este enfrentamiento I/ Dentro de esta concepción, el concepto de Capital es mucho más amplio que los simples medios de producción (maquinaria, equipo, etc.) Sin embargo, para los e- fectos de esta presentación pueden considerarse les. -31- surgen las condiciones sociales y políticas con base en las cuales se asigna el producto social a los factores. Este esquema teórico no puede confirmarse con este tra- bajo* Sin embargo, abre la necesidad de una investiga- ción económica dentro de esta perspectiva. Las vías que señalábamos al inicio de la segunda parte deben permitir la investigación sobre d. particular. Mas no podríamos dejar el plantetnaiento anterior en este estado sin aportar algunos elementos que refuercen nuest a presunción sobre la validez del esquema propue¿ to. En alguna parte de este trabajo se planteó la queja del economista estadounidense H. Bruton, porque no se ha_ b£a dado una explicación satisfactoria al fenómeno de las bajas tasas del salario en el valor agregado de los pa:£ ses "en vías de desarrollo", pues bien, quizá el proble, ma no se ha podido resolver precisamente por lo equivo- cado del camino. clasica de la distribución. Publicado en De Éco- nomist, No. U, 1970. * Harcourt G. C., Algunas controversias sobre la teoría del capital en Cambridge. Publicado en Journal of Economic Literature, Junio de 1969. 4 Johnston J. , Métodos de econometría, Primera edición in- glesa 1963, segunda edición inglesa 1972, por McGraw Hill, Primera edición castellana 1967, se. gunda edición castellana 1970, tercera edición cas, tellana por Ed. 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