Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología EL TESORO DEL JUEGO PARA ALICIA: EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS Una lectura literaria y casos clínicos La transferencia: de Freud a Lacan Itzel Ranz Medina Atlatlahucan: Una religión, dos perspectivas Laura C. Benítez Osorio Manual de terapia de juego 30 Abril Año 14 2017 No. ISSN 2007-3934 2 Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología CONTENIDO Editorial Mtro. Pablo Martínez Lacy Ensayos Atlatlahucan: una religión, dos perspectivas Laura C. Benítez Osorio La transferencia: de Freud a Lacan Itzel Ranz Medina Artículos Actitudes frente a la relación de pareja y al rol del hombre como amo de casa en el siglo XXI Paola Fabiola Vázquez Gallardo El tesoro del juego para Alicia: en el país de las maravillas. Una lectura literaria y casos clínicos desde el psicoanálisis Dr. Mauricio Arley Fonseca Notas y reseñas Manual de terapia de juego Estrés postraumático Tratamiento basado en la terapia de aceptación y compromiso (ACT) 3 5 12 18 27 37 41 5 12 27 41 27Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología Resumen Durante la infancia, los niños juegan e interactúan con ob- jetos: así tratan de unificar un cuerpo. En primer lugar, esta El tesoro del juego para Alicia: en el país de las maravillas. Una lectura literaria y casos clínicos desde el psicoanálisis Dr. Mauricio Arley Fonseca1 1 Psicólogo clínico, filólogo y teólogo. Profesor de la Universidad de Costa Rica. Abstract AbstractDuring childhood, children play and they interact with objects, trying to unify a body. Firstly, this unification of 28 Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología Introducción El siguiente trabajo parte de dos textos literarios: Alicia en el país de las maravillas y Through the Looking Glass, cuyo soporte teórico es el psicoanálisis, principalmente enfocado en lo infantil. Se toma como referente a Alicia (personaje literario), para después ligarlo con experiencias en terapia, desarrolladas por el analista (autor del artículo), así como la mención de relatos de otros analistas. Para dar el segui- miento al pasaje texto literario-casos clínicos, se partirá de nociones intertextuales con el fin de aproximar los distintos espacios de significación. Hay dos significantes que rigen el estudio del tema: tesoro y juego, en tanto que para hallar un tesoro se debe buscar, lo cual entra en el marco del deseo como experiencia lúdica para el sujeto. unificación del cuerpo es construida a través de los ojos de sus padres y luego los niños luchan con la construcción creada. Respecto al texto literario, hay cierta clausura en la historia familiar de Alicia que la impulsa a pasar a través del espejo, donde ella ve y siente muchas deconstrucciones en lo real del cuerpo. Alicia juega a pretender, desea ser algo al final del viaje, que podría ocurrir con la obtención de una corona. Pero no es relevante el objeto, sino la persona que lo da. Alicia trata de conquistar algo en el país de las maravillas, que puede estar relacionado con su yo. A pesar de esto, an- tes de su conquista, ella debe ser castigada y fragmentada en piezas, en lo real de su cuerpo. Palabras clave: Psicoanálisis infantil, Literatura, terapia de juego, identificación. the body is built through their parents’ eyes and then, children struggle with the construction created. According to the literary text, there is some closure in Alice’s family’s history that impulses her to pass through the mirror, where she sees and feels many deconstructions on her real body. Alice plays to pretend, wishing to be something that could occur at the end of her travel by winning a crown! But, it is not the relevance of the object, but the person who is given from. Alice tries to conquer something in Wonderland, which can be related to her ego. Nevertheless, before her conquer, she must be punished and fragmented in pieces, through the real of her body. Key words: Child Psychoanalysis, Literature, game therapy, identification. Ad-venturas literarias y psicoanalíticas En 1865 se imprime Alice’s Adventures in Wonderland (AAW) de Charles Lutwidge Dodgson con ilustraciones de Sir John Tenniel. En 1872 se publica Through the Looking Glass (TLG) con ilustraciones del mismo artista. Es importante acotar que las ilustraciones son fundamentales en libros infantiles; ante su falta, diversas Alicias se dormirán frente a las hojas y crearán, en la alteridad onírica, las imágenes faltantes. Esto se observa en sesiones infantiles, cuando por ejemplo, al leer un libro de cuentos, el niño procura que él lea la parte donde vienen las imágenes. Considerando lo anterior, un planteamiento inicial es que la falta promueve aventuras, conduce al desplazamiento, hablar, escribir, amar... Alicia, al inicio duerme, y desde ahí surge un mundo nuevo. Artículos 29Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología Por otro lado, durante 1880 a 1882, Breuer dirigió su trata- miento terapéutico con la paciente Anna O. En ese momen- to, el psicoanálisis emprendía el recorrido a la letra desde el saber inconsciente de esta joven provista de ricas dotes poéticas y fantasías. Freud resaltó la importancia de la uni- versitas literarum, que aprendió de Anna O., quien construía el “teatro privado”, pero pronto la joven contaría con invita- dos (Breuer y Freud) a sus funciones: “ella había inventado el nombre serio y acertado de talking cure (‘cura de conversa- ción’) y el humorístico de chimney-sweeping (‘limpieza de chimenea’)” (Freud, 2003, p. 55). En TLG, Alicia desciende a través de una chimenea y su lenguaje se transforma en lo simbólico, imaginario y real de su cuerpo. Estas aventuras literarias (1865; 1872) y psicoanalíticas (1880 a 1882) no sólo están próximas en tiempo, sino que revelan un camino donde la literatura es una de las bases de articu- lación teórica del psicoanálisis, incluso: “El principal credo de Lacan es que la literatura proporciona modelos incompara- blemente significativos que permiten tanto al psicoanalista como a los pacientes comprender nuevas configuraciones en sueños, síntomas, actos fallidos” (Rabaté, 2007, p. 15). Eso desbordado procede de un dis-curso, que precisamente cur- sa por distintas vías del inconsciente: olvidos, sueños, letras y tantas otras posibilidades de simbolización por leer. El leer está vinculado con la evolución; en latín, evōlutio de- signa la actividad de lectura efectuada por los poetas. En terapia psicoanalítica, si algo evoluciona es precisamente la lectura (escucha) del decir inconsciente en transferencia. El sujeto no se inscribe dentro de un estándar métrico que determine el cumplimiento de cierta areté individual (Lacan, 2001b, p. 19). Para seguir la huella del sujeto no hay un plan predeterminado. Lacan enseña que el sujeto “no es un orga- nismo que se adapta” (Lacan, 2001b). Por otro lado, Alicia se lanza a un insituable de saber, que al final de su travesía se revela como tal, por esto mismo Alicia no sabe cómo llegó la corona a su cabeza. En el viaje algo cambia, sí, pero registrar- lo está fuera de la consciencia. El sueño es la alteridad que se abre como escenario libre a la dinámica de juegos, imágenes, como un tesoro develado en un lugar secreto. La palabra griega θησαύρός designa un depósito (además de tesoro), o bien, cofre (herencia cultu- ral). El depósito posibilita diversas ubicaciones subjetivas en cierta realidad de juego, con un valor de cambio; lo propio del valor es que varíe con el tiempo y se transfiera. El depósito se realiza para ser canjeado varios años después: en el juego hay un yo que juega a ser otro: “¿Su semejante, su prójimo, su ideal del yo (je), una palangana? Todo eso, son otros” (Lacan, 2001b, p. 18). Alicia jugará con el fin de asirse a un significante sostenedor: una corona, la cual procede como herencia entre mujeres; la reina roja le entregará la corona. Acá lo relevante no es el objeto, sino el lugar que el yo (je) asuma a partir de su ostentación y la posibilidad de ir construyendo una red de reproducciones subjetivas que lo representen. Pero también esta subjetividad ha de leerse desde una su- jeción, es una atadura en el decir, tal como lo evidencia la retórica de Cicerón: “¿Quién ha roto los tratados? Cartago. Artículos 30 Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología con el estado gripal de la niña M., que busca cuidar a esos dos animales, tal como si pidiera que se le cuide a ella: una demanda de amor, que es jugada libremente, remitida para un otro a quien le importe su estado y se siente con ella para escucharla en el juego (o la escuche por el teléfono). Nasio reporta el caso de un niño que, identificado con la imagen global de su gato luego de la muerte de éste, asume un andar felino, maúlla, lame… El yo no encuentra otra piel que aquella amada antaño, por- que al amarla se reflejaba en ella y se amaba a sí mismo. Si el niño melancólico se hace hoy gato, es sin duda porque la imagen de su gato vivo era ya su propia imagen. Freud supo resumir el narcisismo de la identificación melancólica en una célebre y hermosa frase: “La sombra del objeto cae sobre el yo” (Nasio, 1996, p. 147). En el comercio, el animal se vende como un muñeco o un animal con necesidades biológicas; ambos pueden cumplir la función de consolador, tal como lo experimentó un paciente de Winnicott (1990, p. 24), cuyo juguete estuvo en pose- sión infantil hasta los seis años, pero luego mudó a un animal bioló- gico. Tales manifestaciones pueden ser aferramientos que intentan reducir la ansiedad por procesos de castración. Estas referencias a cerditos, cone- jitos, ratitas, ga- titos…, permiten pensar en roles de identificación. Por ejemplo, en ¿Quién ha asolado a Italia? Cartago. ¿Quién nos ha expues- to al mayor riesgo? Cartago. ¿Y Cartago es quien pide que se le haga gracia?” (Batteux, 1802, p. 214). No hay yo (je), sino como efecto de la masa; ésta es una de las enseñanzas freudianas en Psicología de las masas y análisis del yo (1921). El yo (je) no es un individuo, vive la sujeción a través de todo lo que se construye con (en, desde…) el lenguaje. Ese otro animal “El conejo enjaulado –corrigió Dibs–; pero algunas veces lo soltamos. Y otras veces, cuando nadie lo ve, lo suelto” … “Es un día alegre –dijo–: ¡El día de la Independencia! Y todos están atarantados por el júbilo. ¡Estos soldados están descar- gando libertad y abriendo todas las puertas!” Axline, 1977, pp. 77-79 “…los animales se pueden meter en la jaula de la ratita y morderla. Ella es la que está más lejos porque hay que prote- gerla: es la más chiquita” Caso de niña M., 7 años A los cinco años, Dibs buscará su yo a través de terapia de juegos; en una de sus actividades en el salón de clases, libe- rará a un conejo. Algo en Dibs brinca y se mueve en la cadena de significantes. Por otro lado, en mi consultorio, la niña M. estaba enferma el día de la terapia de juego libre; llamó “ratita” al primer ju- guete que tomó para desarrollar el juego, era blanca y estaba en una especie de jaula. Pero pronto el deseo se desplazó metonímicamente… Hay un teléfono de juguete y, según la niña M., aquel indica las enfermedades de los animales. Las manos de la pequeña examinan el tigre verde: “hay que po- nerlo a la par de la ratita para protegerlo” –manifiesta–. El cuerpo encerrado de la ratita y el cuerpo verde del tigre (una alteración del color natural) se desplazan metonímicamente Artículos 31Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología siempre en movimiento dentro de la cadena de significantes. La fogosidad infantil no sólo quema calorías, sino que ampli- fica las identificaciones hacia ciertos referentes imaginarios y no otros. Eso animal, que afuera se mueve a brincos, captará inmediatamente la atención del infante. Simbolizaciones de sueños y juegos El deseo tiene como primordial morada el sueño donde esce- nifica una representación. Los ojos de Alicia se cierran duran- te la tarde cálida y a través de su mundo onírico corre y salta un conejo parlante: “Oh dear! Oh dear! I shall be too late!” (Carroll, 1994, p. 12). El conejo, sin saberlo, motiva el movi- miento de Alicia hacia el país de las maravillas. La ad-ventu- ra3 es fogosa, o como plantea Barthes (2005, p. 37): exalta al sujeto, es lo que adviene al sujeto. En AAW, la pequeña se mueve en dirección al conejo; incluso en TLG, Alicia repite su paso a ese otro mundo de fantasías, al posarse sobre la chimenea, contenedora del fuego. Si el sobrino de Freud arroja el carrete (fort-da), Alicia se toma como objeto y se lanza al más allá del espejo; tal acto marca el camino para una futura consecución de placer. Ese lanzarse a sí mismo como objeto es un pasaje al acto; no hay nadie alrededor que sea testigo de ese acto, y desde ahí re- vela un mundo subjetivo sin lazo social, de ahí que construir otra escena esté lleno de tintes psicóticos, en tanto es un mundo con reglas singulares y de una voz imperativa muy dominante, señalado acá sobre las figuras de la realeza. El esplendor del conejo juega en Alicia, quien a través de su ad-ventura busca ciertas insignias fundamentales; con el fin de lograrlo, Alicia se introduce en el hoyo del árbol, que es un hoyo de lo real, eso real que está a flor de piel. el cuento Los tres cerditos: “…únicamente un niño mental- mente enfermo se identificaría con el lobo” (Bettelheim, 1990, p. 62). Una de las preguntas es: ¿por qué un infante se con-mueve ante el movimiento de un animal?, ¿por qué el niño, analizado por Nasio, se mueve como su mascota, luego de que ésta ya muriera? La protección animal (proyección actual de sí mismo): ser metáfora del animal para encontrar lo buscado (libertad, etc.), o bien, asumir lo real del cuerpo de ese otro ideal, que al perderse en vida, renace como función en lo real de un yo melancolizado. Esto es propio de la articulación del yo (je), que en determinadas circunstancias tiende a ubicarse sobre un eje imaginario con un semejante, que bien podría ser un animal. Un significante permuta en otro: lo pálido por lo ver- de, lo humano por lo gatuno. La articulación de palabras pretende aminorar el peso2 real impuesto sobre la estructura simbólica mudable, y decimos impuesto porque precisamente adquiere un valor proceden- te desde afuera, no hay exención: es un impuesto. Un pro- blema serio para el yo (je) es que ahí donde intenta salvar (léase también to save) el lugar del animal, el yo (je) se tras- lapa (con todo su tesoro de significantes invertidos) en una nueva excentricidad, y que por lo tanto demanda una nueva lectura del proceso analítico. El yo del infante se acerca al entorno a partir del conoci- miento “integrado” de su cuerpo: “tener un cuerpo es tener una representación, pero es también poder gozar de él, es haber construido un cuerpo libidinal” (Cordié, 2004, p. 75). El movimiento corporal será una búsqueda de aprendizaje infantil, una forma de aprender a ser, en tanto que hay algo 2 Léase como magnitud física o bien, moneda, que por cierto, una de éstas vinculada a la realeza española. 3 Fogosa y riesgosa: In all ventures, there is a risk: “Venture: 1. n. something involving a risk which one decides to attempt at a venture as a guess, without real calculation” 2. V. v.t. to risk, dare”, Larousse. Artículos 32 Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología Winnicott distingue un rasgo relevante: “Los sueños encajan en la relación con los objetos en el mundo real, y la vida en este mundo coincide con el mundo de sueños […] El fanta- seo, en cambio, es un fenómeno aislado, que absorbe energía, que no contribuye a soñar ni al vivir” (Winnicott, 1990, p. 47). El sueño es un espacio de lectura posterior. El sueño juega con los elementos del entorno donde se ubica un durmiente. El juego es una práctica primordial en la simbolización. Win- nicott resalta que la práctica del juego ha de ser activa para considerarse como tal, si no es así, se llamará fantaseo. En el juego, el niño tiene la posibilidad de simbolizar un sufri- miento: inscribir algo en su historia personal. Si se observa la interacción lúdica de un grupo de niños, podría parecer que todos juegan, pero alguno de ellos quizá “se esté mirando participar a sí mismo”, tal como si se mantuviera ausente, fantaseara en otro orden de lo que acontece en ese espacio. Del juego al sueño hay un salto de conejo. Las simbolizaciones oníricas se pueden asumir como un mandato, cuyo cumpli- miento sería la condición para que persista el juego del sueño. Por ejemplo, con la botella etiquetada “Drink me!” o el que- que: “Eat me!”, la precaución de Alicia era determinar si exis- tía la advertencia: veneno, pero como no era así, Alicia cum- plió el mandato a (de) la letra. Estos juegos bordean el goce; es un riesgo que se corre, manifestado en la presencia con el doble, la repetición, intento de reintegración de lo perdido. En el libro Entre la dominación y el miedo, Aniyar (2003) titu- la el primer capítulo “El triunfo de Lewis Carroll”, donde en palabras de Humpty-Dumpty, lo que importa para determi- nar cuántos son dos más dos es conocer quién manda. Esta revelación distingue que en lo social: “El orden es la domina- ción. Contra esto se insurge” (Aniyar, 2003, p. 10), y Alicia precisamente dirige toda una insurgencia contra la realeza: busca su yo en la confrontación con la autoridad, el yo (je) adviene luego de su paso por la alteridad. Uno de los motivos en los mitos etiológicos, acerca del ori- gen de la humanidad, se funda en la procedencia subterránea: “Los ancestros de los indios carajá vivían bajo tierra […] Ka- boi habiendo oído el grito de un sariema (pájaro) siguió dicho sonido hasta llegar a un agujero…” (Métraux, 1948, p. 14). El líder Kaboi se aventurará a otro lugar porque ese más allá ma- ravilla la vista, la ilumina. La caída hacia el hoyo ocurre porque surge una voz, una figura andante, que llama o se hace notar por su brillo agalmático, cual resplandor de conejo. Άγαλμα = honor, ofrenda, estatua, imagen (pictórica o literaria). La imagen es seductora en tanto fálica, causa un furor en lo real del cuerpo, por ejemplo se registra en la fogosidad de Alicia, quien se lanza hacia lo desconocido; ésta puede ser una fantasmática recurrente en padres, quienes temen por- que sus hijos sean movidos por una casi infinita serie de bri- llos que los atrapen, secuestren, de ahí que la tradición popu- lar recurra a imágenes terroríficas para niños: el coco, el viejo del saco, el lobo…; monstruos que advierten (lat. moneo) un real cultural de goce. Así, la ostentación de un tesoro supone su posible hurto. Alicia, en el juicio final, era observada por el rey, la reina, el conejo blanco y tantos personajes; este lugar de ley instaura asideros paranoides en el yo, es la dialéctica propia del co- nocimiento humano (Lacan, 2001, p. 89). Había una certe- za: Alicia sintió que le lanzaban decenas de cartas, mientras que el cuerpo durmiente: “…was gently brushing away some dead leaves that had fluttered down from the tres upon her face. ‘Wake up, Alice dear!’, said her sister; why, what a long sleep you’ve had!” (Carroll, 1994, p. 146). Las cartas (hojas) del sueño eran una extensión de las hojas del árbol que sen- tía el cuerpo durmiente; algo similar registra Freud (2004, p. 52) en La interpretación de los sueños, con un paciente que soñó cuando era ahorcado durante la Revolución Francesa, y al despertar se percató de que el dosel de su cama había caído sobre sus vértebras cervicales. Artículos 33Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología matar a Itzpapálotl; el engullir es un intento fallido por inte- grar algo que se desvanece a modo de segregación, y así ha de regresar por una u otra vía, en alas de papalote, y en este juego lo importante es no soltar los puntos de enlace con el otro. Alicia intenta inscribirse en lo simbólico a partir de letras per- didas, y ante esto dirá: “cuatro veces cinco es doce”, y pronto dejará esa tarea: “the Multiplication Table doesn’t signify!” (Carroll, 1994, p. 24). Luego pasará a Geo-grafía para afir- mar: “London es la capital de París”. Estos deslices por núme- ros y letras son trascendentales; cada intento fallido es una lucha por aproximarse a la función subjetiva que, de forma asintótica, se pierde cada vez más hacia un infinito, y aun así: se sostiene. La disociación en el yo (je) se marca como resto extraviado: “que el individuo anhela recuperar, con la esperanza de al- canzar totalidad y una comprensión plena” (Kleine, 1990, p. 159). Tweedledee propone esta conflictiva disociativa, lue- Los grupos dominantes pretenden conservar un orden me- diante fluctuaciones mínimas en los modelos productivos, paradigmas de conocimiento, etcétera. Foucault considera necesario un mayor nivel entrópico: “impedir que el mundo se detenga por el efecto de un equilibrio que sería mortal” (Foucault, 1996, p. 219). Alicia se llena de la energía disper- sa y alocada del país de las maravillas para confrontar las instancias de poder; descender desde el calor de la chime- nea se constituye en metáfora de apertura para un yo (je) en ebullición. La infanta Alicia acepta la letra como interpelación; esa letra aguardaba por ella, y esto es axiomático para ella, en tanto si ha perseguido un conejo es porque en ese mundo nuevo advendrá un goce fálico. El consumo del líquido (drink me!) anuncia lo que experimentará Alicia en el país de las mara- villas: una desfragmentación con la finalidad de integrar su yo desperdigado. El líquido contenía múltiples sabores: “a sort of mixed flavor of cherry-tart, custard, pine-apple, roast turkey, toffee, and hot buttered toast” (Carroll, 1994, p. 18). Ante una debilidad psíquica, la duplicidad sirve de soporte imaginario. En la disociación ocurren muchas cosas: “los sueños y la vida son la misma cosa” (Winnicott, 1990, p. 48), de ahí que el yo se extravíe fácilmente, lo cual emerge como pregunta en Alicia: “Who in the world am I?” (Carroll, 1994, p. 24). Su pregunta se encadenará a significantes amigos: no es Ada ni Mabel; al pensar en estos nombres, es como si en la orange marmalade ya hubiese engullido un par de amigas, que ahora son representantes de su yo (je) por identificación: esa mar- malade no es distante en sus grafías a la MabelAda. Los significantes engullidos pueden expelerse, así ocurrió con Itzpapálotl, que se comió 400 mixcoas, y luego Iztacmixcoatl flechó varias veces a la diosa mariposa; el héroe cultural evo- có a los 400 coterráneos, que emergieron y le ayudaron a Artículos 34 Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología dos los sectores de la personalidad” (Cordié, 1993, p. 44). La marcha, la huida de Alicia es como un intento de ver (desde donde nadie puede verla, en el otro lado del espejo) cómo se inscribe el deseo en el otro deseante, a partir del cual el yo (je), más que pretender, busca la posibilidad de habitar un cuerpo desde donde simbolice un sufrimiento, en tanto falta de amor. Alicia desciende por el hoyo del árbol y piensa acerca de su gata Dinah: “I hope they’ll remember her saucer of milk at tea-time” (Carroll, 1994, p. 14). En el descenso, a través de la chimenea, reaparece esa figura múltiple de un “ellos”, innombrados, mientras que sí se nombran en el caso de los animales: “Oh, what fun it’ll be, when they see me through the glass in here, and can’t get at me!” (Carroll, 1994a, p. 21). Éstos son los pasajes introductorios a las dos visitas reali- zadas por Alicia al país de las maravillas, y en cada uno su acto da existencia a un otro, tal como un llamado para que la interpretación de su acto aconteciera desde afuera y eso le permitiera conocer algo de sí, en un acting out. Kristeva (2002, p. 16) plantea que el sujeto recurre al análisis a causa de una falta de amor. El acto donde se construye un espacio para el otro, es un acto de amor, y esto ocurre no sólo en Alicia, sino también en los cuartos preparados para recibir a un bebé en la casa… Pero, si un acto se interpreta, ha de ser en transferencia: “Sólo la escucha en la transferencia autoriza la formulación de la interpretación al niño. Ésa es la razón por la cual las asistentes maternales (o los padres, en otras cir- cunstancias) nunca son interrogadas sobre la existencia o la evolución de un síntoma” (Eliacheff, 1994, p. 31). Asimismo, en el trabajo con un texto, se le interroga al texto y se buscan las respuestas en el texto, no en el autor. Si bien en los textos literarios no hay lugar para un deve- nir transferencial con el sujeto, se lee, en una diversidad de juegos, que el yo (je) aspira a ser algo para el otro, registrar un lugar en el orden del deseo, anhelar la inclusión, aunque go de señalarle a Alicia que el rey está durmiendo en la otra escena. — …And if he left off dreaming about you, where do you suppose you’d be? — Where I am now, of course, said Alice. — Not you! Tweedledee retorted contemptuously. You’d be nowhere. Why, you’re only a sort of thing in his dream! (Carroll, 1994a, p. 70) Tweedledum y Tweedledee están de pie ante Alicia abraza- dos entre sí. Cordié (1993, p. 165) expresa que Bettelheim recurre al verbo to twiddle para describir esa conducta del “manoseo”, pues a través de este juego acontece una sa- tisfacción alucinatoria. Esta duplicidad entre tweeds (los dos personajes) no es azarosa en un mundo de escisiones, lo cual también implica que ante tantos restos perdidos, un yo (je) desprovisto de afirmaciones podrá arroparse con tan- tas prendas posibles, pero en esto el riesgo es que: “escin- dir excesivamente al yo y al objeto, lo cual puede llevar a un estado de fragmentación (Kleine, 1990, p. 161), y para el caso del esquizofrénico: el yo usaría en exceso la identifica- ción proyectiva (Kleine, 1990, p. 162), lo cual opera en Alicia, no sólo como confusión con las amigas Ada y Mabel, sino en su duda por quién es ella, la fragmentación de su cuerpo (pequeño, grande), la seguridad angustiosa de que las cosas alrededor se desplazan cuando ella se mueve, entre otras. El yo (je) intenta sobrevivir en el lugar de los otros. Búsqueda del gesto amoroso Para Lewis Carroll, el cuento de hadas es un regalo de amor, así lo expone en el poema que introduce en TLG. El yo articu- la su ser en el amor, pero su falla conduce a la fragmentación del yo: “la carencia afectiva interrumpe todo desarrollo en to- Artículos 35Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología sea en una realidad loca, que toca el cuerpo. Alicia cree que es invisible, pues por más que intenta hablarle al rey blanco, éste no la nota (Carroll, 1994a, p. 24), por tanto Alicia decide usar sus dedos, levanta al rey, y así ella logra integrarse a una nueva construcción loca en el país de las maravillas. Si bien el tocar es parte fundacional de la sensación de contar con un cuerpo unificado, en este proceso, como señala Eliacheff (1994, p. 22): será necesario hablar. El gesto de amor precisamente atraviesa el cuerpo, posibi- lita que el yo viva con júbilo, por ejemplo la obtención de una corona, aunque nada sepa ese sujeto del inconsciente de cómo se ha tramitado todo: “…what is this on my head? […] But how can it have got there without my knowing it?, she said to herself, as she lifted it off, and set it on her lap to make out what it could possible be. It was a golden crown” (Carroll, 1994a, p. 143). Tampoco se puede trazar una línea hacia lo que ad-vendrá ni los riesgos implícitos en toda evolución. Conclusiones Este estudio partió del contexto literario de Alice’s Adven- tures in Wonderland (1865) y Through the Looking Glass (1872), para proseguir con Breuer, durante 1880 a 1882, y su tratamiento terapéutico con la paciente Anna O., lo cual es consecuente con el reconocimiento que el psicoanálisis hace a la literatura, en tanto ésta le brindó diversos textos para desarrollar su teoría. Alicia expone al lector al sueño en tanto alteridad, y en este escenario hay un depósito, un tesoro (θησαύρός) a través del cual el sujeto se transforma. Asimismo, un libro es la al- teridad, la cual permite que muchos lectores pongan en jue- go su propia subjetividad en la construcción que se hace de los personajes. Fundamental en esto es que la pieza alterna brinde soporte al sujeto del inconsciente, pues habrá otras identificaciones que más bien romperán las estructuras sub- jetivas y harán caer en crisis al sujeto. Artículos Las identificaciones de los niños se dan a través de sus ele- mentos más comunes: los juguetes. Es frecuente escuchar que lo padecido por los juguetes, durante la terapia de juego, es aquello que aqueja al niño, pero recurrirá a esa represen- tación para que el terapeuta sea el primer espectador del teatro preparado por el infante. Una parte del juego es que el terapeuta descubra aquello que se esconde detrás del te- lón, ¿quién es ese demiurgo? Todo esto ingresa en una trama donde el sujeto es activo: ésa es la diferencia radical con el fantaseo, donde lo simbólico tiene dificultades para colocar sentidos a la experiencia, así como limitar el hoyo de lo real que amenaza con destituir al sujeto de su propia escena. Estas conexiones intertextuales del trabajo propuesto remi- ten a lo planteado por Freud: “me resulta singular que los historiales clínicos por mí escritos se lean como novelas bre- ves” (2003, p. 174), pues incluso hoy es frecuente escuchar cómo los pacientes en análisis, en algún momento han to- mado decisiones a partir de lo leído en un texto literario o incluso en el consultorio se escucha cómo relatan su sentir presente, tal como la proyección extraída de un personaje de ficción. Todo esto se anuda a nivel de la intersubjetividad, y si lo contextualizamos en la vivencia infan- til, la brecha entre el principio de realidad y la fic- ción es cada vez menos distante, pues la fanta- sía hace posible creer en escena- rios imposibles. 36 Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología Bibliografía Aniyar, L. (2003). Entre la dominación y el miedo. Mérida: Ediciones Nuevo Siglo. Axline, V. (1993). Dibs: en busca del yo. México: Diana. Batteux, M. (1802). Principios filosóficos de la literatura, tomo VI (trad. del francés por Agustín García). Madrid: Im- prenta de Sancha. Barthes, R. (2005). La preparación de la novela. México: Si- glo XXI Editores. Bettelheim, B. (1990). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Barcelona: Editorial Crítica. Carroll, L. (1994). Alice’s Adventures in Wonderland. Nueva York: Penguin Group. Carroll, L. (1994a). Through the Looking Glass. Nueva York: Penguin Group. Cordié, A. (1993). Un niño psicótico. Buenos Aires: Nueva Visión. Cordié, A. 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