APUNTES CRITICOS SOBRE LA POESIA DE ROBERTO BRENES MESEN en busca de un esquema poético Mas esto no solo se da en el ámbito poético de su producci6n. En su actitud intelectual, de la cual aquella es un reflejo, podríamos encontrar la explicación de ello. En su autorretrato el mis- mo don Roberto se confiesa: "Los cambios de opinión han llamado la atención de sus amigos y conocidos. Se le ha juzgado claudicante y vo- luble. Fue materialista y dejó de serio. Entró en prácticas espiritistas y las abandonó del todo. Luego ingresó en la Sociedad Teosófica, en 1903 y es desde 1910 presidente de una logia. En una revista llamada 'Vida y Verdad' semos- tró socialista anarquista y ahora, tiene escrito un libro que se titula "La Aristarquia contra la democracia" 1 Es de suponer que esa actitud intelectual repercuta en el estilo literario, en su plasmación imaginativa, como dijimos. Don Hemán Zamora Elizondo, en su artículo "Brenes Mesén y la poesía", apunta esta situación, aunque abonán- dola a su favor. "Para dar una idea rápida de un poeta -dice-, existe el recurso de catalogarlo, pero en este caso tal recurso es imposible: no tiene el país bardo más libre en sus tendencias ni cantor más proteico, en cuanto esta palabra significa transformación ascendente, marcha ha- cia una aspiración, que Brenes Mesén".2 No obstante todo lo dicho, no cabe duda que en la poesía de don Roberto resultan muy evidentes los ftlamentos típicos del tejido natu- ralista, al principio, y posteriormente, las del modernismo, en su polifacética manifestación, cuyas temáticas inevitablemente imprimen un cierto clima estilístico, genérico, de escuela. De procedencia naturalista, que resulta más evidente en su primer poemario. En el si- lencio, se derivan unas composiciones de endu- recidas ideas, por su cortante audacia cíentí- ficista y materialista. En el poema "La profecía Dr. Jorge Andrés Carnacho ConsideracionesPreliminares El centenario de don Roberto Brenes plantea la necesidad de volver, con ojos críticos y renovadores, sobre 'su obra de respetable ex- tensión. ¿Qué actitud debe asumir la crítica de hoy frente a una producción que ya no pertene- ce a un hombre, ni a una familia, ni a un grupo de amigos y admiradores, sino al patrimonio . cultural de la naci6n? El juicio debe sustentarse en auténticos valores objetivos, si de veras que- remos apoyamos en ellos para la construcción de una verdadera cultura nacional, y, al lado de sus méritos, señalar, por ello mismo, sin temor de escandalizar susceptibilidades, sus yerros y deficiencias. El juicio que aquí hemos de emitir se cír- cunscribe a la poesía de don Roberto y hasta donde sea posible pretende no ir más allá de los límites de lo literario. Lo ftlosófico, lo teosófi- co no nos interesan en cuanto tales. Tampoco lo histórico: que don Roberto haya sido en nuestro pobrísimo medio cultural (un cafetal con teatro, como decía al respecto un estimable colega) un innovador indiscutible de formas y temas no lo negamos; pero tampoco queremos que este juicio histórico confunda la aprecia- ción de lo puramente literario. La primera dificultad que ofrece la obra poética de don Roberto, cuando se la aborda en actitud de estudio, es decir, en última instancia con afán caracterizador (generalizando en con- secuencia), está en su variedad de motivos y más aun en la plasmación imaginativa de ellos. En algunos de sus poemarios resulta difí- cil hallar a simple vista el hilván unitario y aun menos el estilístico. Esta condición, como es de esperar, se ex- trema cuando pasamos de un poemarlo a otro. 33 nísíaca animación de la naturaleza, el aristocra- tismo esteticista y decadente en que se engarzan joyas, cisnesy noches de luna ("la plata deslum- brante de las noches enlunadas/ puede ocultar las ansias de los cisnes y el amor de las palo- mas"13 la sensualidad pánica, el ensayo de nuevos metros rítmicos, el neoplatonismo y lo místico; estos últimos con más permanente de- sarrollo en la producción poética de nuestro au- tor. Por ello, vamos a volcar nuestra atención sobre este aspecto. Comencemos por las posibi- lidades negativas.Así como en el naturalismo se corre el riesgo del prosaísmo ideológico, de lo narrativo, en el misticismo como en cualquier otra expresión que busque la absolutez inapren- sible de lo religioso, o al menos una elevada abstracción, la trampa de la racionalización de lo irracionale "ínefable'ty la alegoría amenaza al poeta. Entonces, en vez de la poliédríca riqueza del símbolo (a pesar de la precisa limitación lingüística y del dibujo concreto de su imagen) cuya simultánea irradiación significativa hace posible la representación de aquel tipo de expe- riencias, el esquema de un solo rígido perfil: la alegoría. La vibración polifacética del símbolo, en cuyo múltiple movimiento significativo está su íntima vitalidad, y en esta la posibilidad de con- tener las experienciasvitales del poeta, cede a lo monosémico y la consustanciada relación de a- quel (imagen poética y significación trascenden- te) se escinden hasta el punto de que la imagen, es decir, lo más específicamente poético, no . Claro está que lo sustantivo (ideológico): constituye ya un valor en sí, sino un acartonado hasta argumental de estas composiciones pue medio, frío, seco, de otra realidad que, por tras- den provocar un impacto afectivo ("Leyend( cendente, generalmente no esta en el poema. este poema -dice Vincenzi de "La profecía d "La imagen, en el campo de la intuición alegóri- Lázaro- el corazón se desgajaen dolientes fra ea, es fragmento y ruina", dice Walter Benja- mentos" 9. Sin embargo ese impacto de ernc mín. 14 ción humana (recordemos a Ortega y su concep- Es la esciavrtuu ue la imágen, la pérdida ción del realismo 10, no garantiza la consecu- de su autonomía. Por eso se juzga un inútil e- ción de un valor poético, formal. Por tanto, si rror de San Juan de la Cruz el haber \vertido en bien en algunos de estos primeros poemas, lla- términos teológícos sus poemas deltan alto valor mémoslos naturalistas, hay esporádicos aciertos intrínseco. rítmicos, fónícos en general, (como el quelleva Don Roberto visualiza muy sutilmente la el ~~~cativo título, ~e "El bosque en mar- necesidad de aquella múltiple irradiación del cha. . .. ráfagas/ rápidas como potros desen- símbolo en su obvia limitación imaginativa. frenados/~rcos profund~s en el martraza?an"11: "Con el símbolo sucede -dice-lo que con cíer- o met~ónco~, es ~omente ~ue se caiga en tos raros edificios o maravillosas selvas: el grito el prosaismo ideológíco y narrativo (con expre- en un punto proferido se repite una y otra vez . "1" "D t " 11siones co~o ue~o, , e p~~~,o et~. : r. en peregrina claridad y a cada momento más formas dialogadas.. en 'Mab, Juan 1 Jesus distante. Es el breve recinto mágico donde en etc) Este ,es"el peli~o ~~e contrae una poesía pequeño se reflejan esplendores de cielos que de ideología naturalista . no se hallan ni podrían caber, en la brevedad del recinto. Y para construirlo se apela a los fenómenos más generales de la naturaleza o a las líneas geométricas dentro de las cuales es posible una perfecta precisión" 1s y en este ensayo sobre el misticismo, del de Lázaro", éste, que había escogido morir, se lamenta (con "terribles inculpaciones" -dice Moisés Vincenzi que encuentra el origen del poema en una página de Zola3- de haber sido vuelto a la vida sin haber encontrado nada del más allá; Lázaro dice al Cristo que mueve a las turbas: "Cristo, Cristo, no /as engañes más" 4 Ahí mismo proclama la .supremacía cien- tífica del entendimiento: "Olvida, olvida. el loco afán de tus creenctas, piensa que no has de hacerte Dios, porque los hombres 'lO dejarán de derribar/as todas con un hacha mortal: su entendimiento'P "La Ciencia clamará en tonces que engañaste al mundo" 6 ... hace brotar en mi alma la esperanza de que la ciencia colmará de espanto, del sueño que creó las religiones"" "El siervo obrero que trabaja i pena para dormir con hambre oyendo el niño que esprime un seno estéril ... ,,8 En cuanto al influjo modernista, se dan extensamente en la poesía de don Roberto la gama enjoyada y multicolor del movimiento: la ,exaltación pagana, el exotismo oriental, la dio- 34 que transcribimos el párrafo anterior, esboza u- na teoría de la expresión simbólica (como la que se expresa en "Correspondances" de Baudelaire), que reproduce la del simbolismo decimonóníco francés, que HUJ!:oFriedrich cali- fica de "misticismo vacuo" 1t': " ... entre las cosas aparentes más lejanas e incongruentes -dice D. Roberto- surge de pronto una íntima relación, una conexión, una analogía no sospe- chada antes y que ahora se hacen evidentes no ya tan solo a nuestra capacidad de compren- sión, sino a la de la expresión, a consecuencia de la rapidez con que traducimos en términos de la conciencia ordinaria esos elementos emo- cionales o esos vínculos recónditos que nuestros poderes cognoscitivos exaltados han percibido en las cosas lejanas que antes habían vivido su relación recíproca ante nuestros ojos" 17. Esta teoría, llevada a la práctica en la elaboración poética hubo de dar en el simbolismo, iniciador de la revolución lírica contemporánea, lo que se ha llamado la "metáfora absoluta", "que no es una mera figura de comparación, sino que crea una identidad",según lodefme Hugo Friedrich 18. "Estamos ":"'dice Fríedrích-' en un mundo cuya realidad solo existe en el idioma" 19. Esta- ría, por tanto, apresado, -inmanente en ella, con singular reflejo, lo que en la alegoría es realidad trascendente. En D. Roberto hay expresiones acertadas en el uso de símbolos, en las cuales los planos están inseparablemente ligados. Mas no obstan- te, creemos, con cierta frecuencia, incurre en construcciones de rígida comparación intelec- tual y a veces de una fría visión alegórica. En su obra se dan "visione.s místicas", (por llamarlas de algún modo). de proyección cósmica, sin embargo, es corriente también que la experiencia expresada sea el resultado de una introspección de reminiscencia platónica, raya- na a veces en el narcisismo. Así, por ejemglo, en "Instante eterno" de Voces de Angelus 2 "Tengo un tesoro escondido en el santuario de mi alma: ¡Tengo un tesoro encerrado! ¡Tengo una dicha escondida! ¡Es el recuerdo adorado del resplandor de otra vida! " En "Relámpago divino" de Hacia nuevos umbrales 21 concluye: 'y bástame mirar el alma mia para sentir vibrando ese infinito. Sé cosas nuevas que aprendi mirando en mi interior como en abierto libro, y soy más fuerte y más alegre y siento dentro de mi' un relámpago divino ", Es corriente, repetimos, que en esta in- trospección, a veces buceo místico, las dimen- siones del alma se desdoblen imaginativamente con expresiones que no solo no consiguen la metáfora absoluta sino que caen en una rígida construcción intelectual o alegórica en que el plano real y el imaginativo están presentes'( con- trariamente a muchas conocidas alegorías) y en los que, en ocasiones, el último no tiene verda- dera fuerza de evocación individualizadora: es un simple intermediario imaginativo para dar cuerpo a lo abstracto, (el plano real) ya de por sí aludido en el texto. Un texto, que juzgamos fallido, podría ponemos en camino hacia lo que pretendemos mostrar: "Mi Soledad es un jardin antiguo en donde hay muchos árboles y bancos, por donde vago oliendo mis recuerdos como perfumes de jazmines blancos'T? Un plano (la abstracción "Soledad", es el "plano real") se compara metafóricamente con un "jardín". Esta comparación ya es alegórica por el desarrollo que sufre: "recuerdos""perfu- mes de jazmines blancos". Pero planteada así la comparación, parece urgente que el detalle "muchos árboles y bancos" se corresponda con otros tantos detalles de aquella "soledad" ¿Cuá- les son esos detalles? No se alcanzan a enten- der. Son en definitiva, desechos (en todo caso la imagen en la alegoría casi siempre lo es), por cuanto una realidad abstracta por ignota, no pu- do adaptarlos. Desechos, en vista de que el poe- ta, al incluirlos, se olvidó de otorgarles una co- rrespondencia significativa y, entonces, (el peor de los casos), quedaron como simples rellenos- por necesidad de la rima. Hay casos en que a una dada imagen se le impone desde el texto una traducción que la esclaviza, según dijimos, y la enjuta de significa- ción propia. El procedimiento se da en los frecuentes poemas en que busca externar la abstracción del alma: "Como ciervos espantados, mis dias de aquellos tiempos se refugian en la selva rumoroso del pasado, en,donde un riachuelo canta con voz de cisne encantado" (De "Balada de la Ausencia,,)23 "Compláceme estar ausente porque, cerrando los ojos, en el agua de mi mente baja a mirarse su rostro. Ya t141Vésde sus pupilas 35 Del naturalismo al misticismo. He aquí los extremos en que oscila la poesía de don Roberto Brenes Mesén. Como no podemos ago- tar la temática sobre un poeta de tan variadas facetas, según hicimos notar, hemos optado por un tema concreto. Tampoco nos interesa tratar las manifestaciones del naturalismo o del mo- dernismo, temas, principalmente el último, ya bastante manoseado, y, que podrían llevamos a diluir a nuestro autor en una esfera de compro- bación mayor (una escuela, un movimiento). En cambio sí nos interesa mostrar cómo ambos pueden complementarse en la conformación de un mundo poético más particular. No pensamos, de ninguna manera, que el tema agota las posibilidades de hacer una inter- pretación medular de la poesía de don Roberto, aunque sí creemos que recoge una de las vetas centrales, de verdadero valor literario. (y no so- lamente, fílosófíco o teosófico. o lo que sea, como aludimos al principio). El por qué de la escogencia tenemos que atribuirla, en parte, a la simpatía (punto de par- tida que autorizan algunas tendencias estílísti- cas) que a su vez, indiscutiblemente, estaba mo- tivada por la gradación poética del elemento es- cogido. La tarea del estilista debe consistir en la aprehensión de un estilo particular; explicarlo, interpretarlo, valorarlo. Es función específica- mente humana organizar, interpretar, generali- zar; conocer, en una palabra. El estilista se ve en la necesidad de generalizar partiendo desde lo más específicamente particular ("único" se ha dicho): ¡el trazo individual de una estructura no menos individual, cada poema. Se procede, en- tonces, generalmente, por inducción, para luego llegar a la apreciación total, como quien da por supuesto que en los organismo vivos, y una obra de arte lo es a su manera, alienta en sus diferen- tes tejidos una misma constitución protoplas- mática. "El lenguaje -dice Leo Spitzer- solo constituye una cristalización externa de la for- ma interior o, para emplear otra metáfora: la sangre de la creación poética es por doquiera la misma, ya sea que la tomemos en su fuente lenguaje, ideas, intriga o composición". 2 s Con la veta que estudiamos pretendemos una aproximación a la actividad poética de don Roberto, y desde ella, la caracterización global de una poesía que señalamos de difícil coheren- cia estilística. yo penetro en el misterio de su ser, como en las sendas de un jardín de monasterio" (Del mismo poema? 4 Flección de un Tema 36 Vayamos, pues, al tema. De la inicial filia- ción 'naturalista del autor, podría venir su per- manente vocación por el paisaje, a veces objeti- vo, simplemente realista, como en el pamaso, expresión lírica, paralela de la mentalidad natu- ralista. De ahí poemas como "Primavera" de Pastora/es y jacintos Desatan sus turbantes de nieve las montañas, y se despeña el agua con el primer deshielo por las pendientes bruscas, entre flexibles cañas, como tropel de cabras de reluciente pelo. Refleja el río henchido sobre su plata el cielo de azul violeta; flotan hilos de las arañas entre los viejos álamos del valle, y yerra un velo _ sutil con el olor de florescencias extrañas. Arrastra por los bosques el harapiento invierno su man to de hojas secas; junto a/ pimpollo tierno perfúmanse las alas del mirlo y ruiseñor. Yen tálamo de rosas y lilas aún espera, sonriendo a los primeros encantos del Amor, su primer vestido de color la Primavera'" También "Marina poniental", que a pesar de su revolucionaria polimetría, como juzgaba don Roberto, no pasa de tener un espíritu rea- lista, descriptivo: Hay un olor de yerbas suspenso en las barbas sedosas del viento salado del mar. El verdor de las pálidas confervas aceita el pelaje del rebaño de olas cuyo acento es un perpetuo balar. Alas de nubes rotas cansadamente reman y se ahogan en el azul del mar y en el celeste azul. y entre esos dos abismos descansan las gaviotas meciéndose en la hamaca de las ondas, mientras bogan los crepúsculos, -barqueros rezagos de la luz27 Es corriente que estas descripciones de paisajes exhiban además de un concreto colori- do (en el cual estriba, como es de esperar, bue- na parte de su valor), un especial tratamiento de la sensación que va más allá de lo estrictamente parnasiano o naturalista: es unalínfluencía posi- blemente recogida en la tienda de los simbolís- tasoNo olvidemos que la indiscutible actitud modernista del autor le permite esta ecléctica elaboración, y otras más, que mencionamos en páginas sucesivas. La valoración de la sensación viene más acá del objetivismo realista del natu- ralísmó, Supone un paso hacia la interiorización contemporánea, el cual estaban dando de im- portante manera, tanto el simbolismo espiritua- lista, por sus necesidades expresivas, como el impresionismo, de pasiva contemplación estéti- ca, y otras manifestaciones artísticas que asu- mían el signo del decadentismo decimonónico y su hedonismo diletante. El uso de sinestesias , ese procedimiento de cuño "contemporáneo", singulariza expresivamente las visiones de la na- turaleza en Brenes. Ya en el primer poemario, que consideramos el más naturalista, En el silen- cio, aparecía la sínestecia "sílabas de luz" 28. En relación con las flores, es corriente que se hable de sílabas y lenguas de¡:erfumes: "Con la olorosa lengua de las rosas" 9. "Yo entiendo lo que dicen las tímidas gargantas de las flores olorosas Mamá, se rizan los cláv~/es y hablan una lengua penetrante en cuyas silabas de aroma muchas cosas olvidadas resucitan, se levantan.___________________ ~O Las sinestesias a veces se enriquecen con una tercera perspectiva sensorial: "El laud de /as gargantas de los lirios escuchaste ante tus pasos. como un diáfano perfume" 31 En el poema "Fugitiva melodía" hay tam- bién una muestra interesante "La fugitiva melodía de una flauta ha levantado de sus surcos las bandadas de fragancias que yo até con la hebra fluida del sol de mi niñez ".32 El manejo expresivo de la sensación col- ma en ocasiones todo un poema. Véase, por ejemplo, "Perpetua primavera": "Un trino dulce, como iiñ7iiloae si7vestre miel errante, esta mañana me dejó su encanto en el oído. Un gran pájaro lila volaba sobre el mundo, y a su trinar la primavera saludaron los céspedes la luz, todas las yerbas exhalaron ayes de aromas exquisitos, se enamoró- 'fa menta de las anémonas vecinas, en sus diminutos tncensariés pusieron más perfumes :~. unas violetas color de cielo; se hizo mas tierna la esmeralda de los campos; huyó la nieve hacia los hondos ríosi'i~ disolvió en el aire luminoso, como un aroma, la gris melancolía". ~3 .. Los textos transcritos, como es fácil no- tarlo, no se elevanmás allá de su expresa signifi- cación, es decir, la descripción de un paisaje, a pesar de la novedosa, en aquel momento, elabo- ración sensoria. Nos corresponde ahora, en el confesado afán de caracterizar, cuando menos un esquema poético de don Roberto, ver hasta qué punto esta vocación paisajística puede combinarse con la otra dimensión, en apariencia opuesta, de su poesía: el misticismo. En apariencia apenas, porque el misticismo en don Roberto supone un reencuentro con la naturaleza, solo que aho- ra esta se anima de una vibración panteísta, o cercana a ella. En El canto de las horas, su más importante ensayo estético, parte de la confe- síón de dicha experiencia: "Era-dice- una vuelta al encanto de la naturaleza cuya sabidu ría se infiltraba en mi conciencia a través de todos los poros de mi ser." 34 En el mismo 'lugar proclama la vibración unitaria, en un uni- verso en que el yo está felizmente inmerso, de ahí precisamente la emoción mística. "Todo en el Universovibra. No hay una sola excepción en el largo recorrido de la roca a la mente, ni la hay de la mente a lo divino", afirma en el ensa- yo citado. 35 Don Roberto, como solía hacerlo otro poeta "místico", Gustavo Adolfo Bécquer, al cual recuerda en las composiciones a que aludi- mos, se expresa a veces en un yo que nada en los elementos de un universo salvador en su in- conmensurabilidad. He aquí un ejemplo de la composición "El Poeta": "Tú tiemblas en la hoja del álamo, murmuras en la onda y en la tormenta ruges, tu cantas en la alondra 37 y eres gracia en las líneas ondulantes del vuelo del amor y de la vida". 36 (Compárese con Bécquer,Rirna V: "Yo nao do en el vacío, I del sol tiemblo en la hoguera", ''yo atrueno en el torrente, ... y rujo en la tor- menta" ., "Yo canto con la alondra I y zumbo con la abeja", etc. n) El valor poético del paisaje en esta otra perspectiva, es decir, la del misticismo, no está solamente en la singularización de la percepción sensoria, sino también en la proyección aními- ca, emotiva, sobre aquél. Es función específica del poeta crear im'senes, individualizadoras y sustitutivas, 38 inclusive para lo mú abstracto o aún, para lo que se dice inefable. En Brenes la cristalización imaginativa de la emoción mística la realiza el poeta mediante el paisaje, sin que éste (en ello estriba su valor) pierda, como en la rígida alegoría, su valor propio. La vocación y el pensamiento "naturalista", empleando la pa- labra con un renovado sentido, no excluye un interés intrínseco en el paisaje, cuya imagen re- sulta consustancial . al sentido místico. Como ilustración véase, completo, el poema "Voces de soledad" "Flota la soledad sobre el abismo crepuscular de la apacible tarde, que entra en la noche, como un gris navío sobre la espalda azul del océano el día va acostándose. La tierra alza las voces de su viejo harmonio y se extiende una suave melodía como un perfume por el aire tibio. Una garganta de cristal murmura en el riachuelo el canto de un ninfa y le remedan su canción de ecos. El sortilegio de la vida me ata al árbol y a la piedra y al torrente, y siento que mi espíritu se funde en todas estas cosas: que yo vivo en la curva graciosa de la piedra, y respiro en las hojas de la planta, y voy cantando en las Sonoras linfas. Se ha desbordado mi existencia y fluye por los ocultos cauces de las cosas como una sangre ideal, sangre de nin¡~s por las.violáceas venas de las rosas". 9 En estos casos estaríamos cerca de lo que se ha llamado "símbolo bisérnico,,4o (una com- posición con una doble vertiente significativa, : que no subordina, insistimos, corno intermedia- rio alegórico, a la imagen propiamente dicha); lo estaríamos, repito, de no ser porque más allá de lo poético, en su mismo pensamiento, Brenes concibe el mundo corno una insoluble dualidad entre cosa y significado profundo, entre materia y espíritu. "La mente agita la materia - afirma. 38 La vibraci6n alta y poderosa del Alma del Mundo respira sutilmente en el interior de todas las forrnas,,41 En algunos textos, inclusive, la doble ver- tiente se separa de manera un tanto íntelectualí- zada y teórica: "Todo vibra; se hace de música la sombra al caer desde los árboles sobre las sendas que transita la paz, Y es como una melodia gue se dejase olr en la annonia de las dulces lenguas con que se expresa el mundo que no vemos tras el rostro de la naturaleza. ".42 "Este césped, regazo de las hojas, surge con la atracción de algún misterio, es como un pensamiento de la tierra con color de esperanza y de recuerdo. Cada brizna es un simbolo, un vocablo, una urna de esmeralda con la esencia viviente de la luz, ante quien hablo como ante una recóndita presencia. Aquí está, Ley que eres Belleza y Vida, filtrando luz para construir la forma". 43 "Las cosas son las silenciosas urnas que guardan algo divino en ellas: el fuego de la luz de las estrellas la mansedumbre de un fulgor de luna. Las cosas tienen inmortal memoria, espejos son que lo recuerda todo cada una es un fragmento de la historia cada una es nota musical del Cosmos. " 44 Sin embargo juzgamos más valioso, desde el punto de vista poético, aquellos textos en que los elementos paisaje y éxtasis están consus- tanciados, formando una insoluble unidad. Los casos vienen repitiéndose a través de toda su producción y en ellas convergen con mayor o menor regularidad, como puede espe- rarse en estos casos, los siguientes elementos: desde la perspectiva de los significados, una ho- ra propicia: el atardecer; la quietud, que sumer- ge en la atemporalidad del éxtasis; una silencio- sa paz; la armonía, la soledad. Solo para ilustrar la frecuencia y reforzar contextuaIrnente dos poemas a los que está encaminado este trabajo, incluimos algunas muestras significativas: a) un fragmento precursor del poemario En el silencio; en este poema lo "extático" es metáfora referida, simplemente, a la quietud y armonía del paisaje: " ... color de golondrina se mece en el azul de la mañana. En el florido limonero trina el perfume de azahar, i se desgrana, en el sereno ambiente una canción de olvido de una fuente. ÚlIIadO en lila el aire transparente parece estar de hinojos contemplando el azul de la montaifll tan quieto y silencioso est4. " En los otros ejemplos ya se da la situación epe pretendemos mostrar. En eUOISUbnYIIIlOl los elementos comunes: "Se dm"tl1nlllHlla tJDde Sobre el.,mlor de los CllmpoS, como e/llanto de IosltlUces entre lIu monos de otoño.U,.ptIIZ de ojos .ules conteprplilbtl a la distancia el creprúeuJo, virtiéndose en el agua del silencio. La soleltJnidod dormía. respirando aromas de heno; en los follajes había tamborilado la lluvia su fresca música de agua, y en la vasta extensión-rubia de maiz maduro y de heno, el fanal de un cielo limpio responde SIl cristal. SumergkJo en el deleite de IIIUI contemplación hondo, no vi posar lIu aJodos golondrinas de los horas. 46 "Hebras de modeja dorado del crepúsculo, bajo la paz del cielo, se enredan en las ramas escuetas de los árboles. Hay una red de lumbre por entre la arboleda, y en ella prisioneros, despiertan los primeros rumores de la noche, Quieto recogimiento recóndito de "ida se arropa en la arboleda y trina un pensamiento ap~nodo y húmedo de amor, entre los árboles". 4 7 '''OPa/os de oro sobre el césped. Sombra y p. en el paraje, junto a/ rio; a través de los árboles, los ojos de misterioso.uJ del infinito, la barca de la nube, sin velamen, despocio avanza 01 horizonte limpio El agua tu71Illay la ribera duerme. " 48 Dos poemas junto con el citado "Voces de soledad" culminan y consagran en su integri- dad, esto que hemos llamado una importante leta po6tica en la obra de don Roberto. Sus títulos, "Reposo" Y "Al caer de la tarde", Los transcribimos. "El bosque, en oración, La walkirüu del viento se mecen suspendidas de lIu flexibles rama de ;Ó'Venesencinlu.. Sus risas y sus voces son de músicas pmlida en lIu frondas, junto a nidos de frágiles gargantas. Los velos de sus batas se columpian con el gracioso ritmo de minuetos que no concluyen su amorosa ronda. As( reposan las walkirias cuando, desde el poniente, la luz del sol crepuscular alumbra el éxtasis sonriente del viento que descansa en la penumbra. "49 Observemos detenidamente c6mo signifi- cados y significantes se complementan para dar una quietud extática, atemporal: "Reposo", el título; la primera oración ("El bosque en ora- ci6n") plantea desde el principio, y sin interme- diarios, la dualidad naturaleza ("bosque") y misticismo ("oraci6n''); además, al suprimir el verbo (ya de por sí de estado) nominaliza la construcci6n contribuyendo así al "reposo"; las walquirias "se mecen suspendidas", como en ún movimiento eternizado (que por ello anula el tiempo) cuyo efecto refuerza el sonido aliterati- vo "se" "ce" "sus"; las risas y las voces son de "músicas perdidas", lo cual atenúa y pacifica su presencia; vuelve un movimiento oscilatorio y eternizado: "se columpian", "ritmo de minue- tos que no concluyen"; el verbo "reposan" (hay que insistir en la característica- aquietadora de los verbos: "se mecen", de un movimiento que en definitiva se anula, "son", "no concluyen", "reposan", "descansa"); la significativa expre- si6n del penúltimo verbo "éxtasis sonriente"; y finalmente, la simétrica (y por ello aquietadora) distribuci6n rítmica del último verso: del vien to que des can sa en la pe num bra, cuyas síla- bas acentuadas se prolongan, a su vez, con cier- ta solemne uniformidad en las "enes" (''vien- to'\ "descansa") y en la "m" de penumbra) El otro poema: "Al caer de la tarde", 39 "Jardín. Soledad. Dulzura de crepúsculo en la transeúnte luz perdida en la penum- bra. En el rural arroyo, un grávido rumor; en el aire un arrullo de palomas; las sonoras alondras de bronce del ánge- lus; el ósculo postrero de la tarde en los ojos de césped de los campos. Callado el corazón; en mi alma, paz. Todo, en redor, arcano pensamiento olvidado en la mente de un arcángel: Después, puntitas de llama en el cielo, ~omo en un delanta/lleno de joyas. ¡Ay! , la profunda sensación de que la tierra corre en el espacio como aguja que va hi- lando las hebras inmortales de mi vida en lo infi- nito." s o (Este poema, además de su expreso senti- do "místico" (" ¡Ay! ,la profunda sensación de que la tierra corre en el espacio como aguja que va hilando/ las hebras inmortales de mi vida en lo infinito"), reforzado por una descripción de total ausencia de verbos principales (efecto: gra- videz atemporal, aquietadora, del sustantivo), lo cual le da una coherente cristalización poética, está además, enriquecido por algunas peculiari- dades: el triple acento de la u en un verso ("transeúnte", "luz", "penumbra") prolongada por n y m sucesivamente podría infundir un tono crepuscular, violáceo quizás, a la escena; más si se piensa que en el verso anterior, hay otras cuatro "úes" ("dulzura", "crepúsculo"); las aliteraciones del [tercer verso (con eres y e- rres que refuerzan la onomatopéyica "rumor": "En el rural arroyo, un grávido rumor") y del quinto, con eres, oes y aes ("sonoras alondras de bronce"); la triple "a" "pacificadora", pro- longada en agudo, del fmal del último verso de la primera estrofa: "en mi alma, paz"; la repeti- ción (que, desde luego, contribuye al mensaje de quietud), de una parecida estructura sintácti- ea en frases terminales con la preposición "de": "Dulzura de crepúsculo", "arrullo de palomas", "alondras de bronce del Angelus", "ósculo de la tarde", "ojos de césped de los campos", etc.) El resultado, de toda esa concepción poé- tica es un mundo armónico, sin dolor, sin trage- dia. El hombre, integrado al todo, como un es- labón imprescindible, no sufre por sus límites. En un texto manuscrito al fmal de Hacia nuevos umbrales, de la colección que guarda la Biblio- teca de la Universidad de Costa Rica, dice: 40 "Soy solo una parte de mí mismo porque mi conciencia es todo el Océano de la Conciencia Universal. En mí resuena toda esa misma con- ciencia como en las cavernas de las costas resue- na la sinfonía del mar (1939). Es un misticismo vesperal que no plantea el transfondo agónico de otros poetas de la tarde, como A. Machado. El hombre tiene resuelto su problema mayor: el de los límites de su existencia. ''Todo es enton- ces bueno, =afirma nuestro autor-, todo bello, todo verdadero, porque en la intensa y nobilísi- ma emoción que invade el ser desaparecen los conceptos limitativos y solo se experimenta la proximidad r la gran presencia que es el divino fundamento •..,,1 Universo" s 1 El motivo de la armonía estaba ya en el poemario "naturalista", En el silencio, pero tan solo referido a 10 puramente natural del paisaje: "hai una armonía tan profunda en el alma del encanto de esta fuerza que brota de la tierra besada por el sol ... " 52 Luego se desarrolla con un sentido que extrema lo simbólico, principalmente en su últi- mo poemario, Poemas de amor y de muerte: Aqui, en la playa hay melodías de agua bajo la luz de las constelaciones, la sirenada voz del aire limpio, que es como un conjunto de las melod ias de las cosas que no saben aún decir su acento. Del más allá del ritmo, de la Causa del Ritmo, que es voz del pensamiento que sostiene los mundos y se oye en el silencio de la tierra y del alma" 53 (*) ****** *Habiendo tratado el tema parece conve- niente agregar que este misticismo, y su éxtasis, en Don Roberto, no sólo está enriquecido sen- sorialmente en su expresión, sino además, in- fundido a veces de un sensualismo primitivo, elemental, "naturalista", (aquí con otro matiz). El paso de lo sensorial a lo sensual, es casi siem- pre imperceptible. No es, entonces, el de don Roberto un amojamado misticismo cristiano, si- no inspirado en bacos y walkirias de elemental vitalismo. El modernismo era muy dado a la fusión de contrastes (aunque, a veces, solo a- parentes); de ahí la justificación de un sensualís- mo espiritualista, o un espiritualismo sensual, o como se quiera. El modernismo, ese primer mo- vimiento propiamente americano, según se dice, aún en sus arrestos renovadores, iniciadores, se había alimentado de las más típicas corrientes del decadentismo fmisecular europeo, en que contaban precisamente tanto el sensorialismo impresionista como un dionisíaco sensualismo. El sensualismo se desarrolla a través de la obra de Brenes Mesén y culmina en Poemas de amor y de muerte. Los poemas de mujeres de encanto oriental, que luchan entre la atracción fatal de sus cuerpos y el .ansíade una espirituali- dad que triunfa, generalmente, es un esquema repetido como en la columna vertebral de la novelita Lázaro de Betania; Así Adelena, del poema "En la Barranca", que descubre el men- saje místico del cosmos, el cual se expresa en imágenesde intensa sensualidad: " ..• el agua de las rompientes de Barranca mojan sus graciosos tobillos de trigo, aquí donde el garañón del mar con sus dos manos en alto parece que va a lanzar su pasión por instantes sobre las ancas vibrantes de un yegua de sombra y de cristal" (Adelena)Poema de amor y de muerte, Pág. 21 Otro yo femenino en "Amorosa dona- ción", se duele de su bella carne que no obstan- te entrega en religiosa "donación": "La envoltura de mi alma es esta carne que tú, Señor, me diste tan hermosa como para inspirar amor y angustia. ¡Ah!, ¡Dios mío, la angustia de ser bella! Sentir tras sí volando los halcones del deseo sensual de los mortales! " "Señor, toda mi espalda aquí desnuda la vengo a prometer, como una ofrenda, a aquel que la besó con igneos labios desde el arranque de mis hombros hasta donde comienza suavemente el surco profundo del amor y de la vida". y Thaís del poema con el mismo título: "Fui la dulce carne de mujer diseminada por el mundo de los hombres que no hallaron nada en su posesión desnuda, porque no- halla el hombre en lo que busca algo más que lo que lleva en su alma". En Laura, de "Decíres de Laura" el éxta- sis está en la felicidad de la entrega: 41 "Me desnudé; mi juventud abría su piel de flor, y en cada pecho había graciosa gota de rubi entre perlas, que se erizaba de emoción sintiendo la seda titilan te de mis yemas. Mi talle, a tomo, se me fue moviendo con el viavén de sensitivas ansias y en el vellón negral hundí mi mano en busca inquisitiva del arcano donde se ocultan deleitosas gracias. Todo sencillo fue, todo inocente, si lo comparo con la ardiente lira que fue mi cuerpo derramado en ritmos cuando la cesta de caricias tuyas, volcada sobre mí, encendió la pira donde alcancé, donde gusté, tremente, dulce dulzor de Venus en suspiros': En "Crisolaria", otra prostituta como Thais se queja: "Así pasó mi vida con soledad de corazón muriendo de la insaciable sed de hallar el alma de un hombre tras las ansias de la bestia". En "Noche de otoño", se expresa la en- trega de una mujer otoñal a un Señor, otra vez símbólicamente con mayúscula: "Por una noche nada más tu joven potro alazán reposará en mis trigos, y yo bendiciré mañana el Numen que te venció en mis brazos para darme la santa realidad de unos instantes de pasión de mujer, en el otoño de su vivir en amoroso incendio" 59 También en el poema "Samarítana", la cual, "sedienta de aguas vivas", sigue al Maes- tro, en quien ha dejado huellas imborrables de belleza mundana que perduran hasta en el mo- mento de su muerte. "y' cuando sus verdugos lo atormentan, y las espinas punzan, y el madero pesa sobre sus hombros, él recuerda, y en su memoria el ámbar embalsama, y al expirar, su corazón reclina sobre el recuerdo de un lucero en somb~a. ,>6o No debe pensarse, de ninguna manera, sin embargo, que lo sensual riñe con lo místico. No solo poética, imaginativamente, necesita éste de aquél; sino que sustancialmente están emparen- tados en el impulso que mueve a ambos a bus- car la fusión en la absolutez del otro: el cosmos, el Todo, o el ser amado en el éxtasis del acto amoroso. "El erotismo, -afmna Ricardo Gu116n- según supieron los poetas antes que los médicos y !isicólogos, es en última instancia (es decir, cerebralmente- una ansia de trascenden- cia en el éxtasis, pero no solamente en el éxtasis (1) (En el Repertorio Americano, San José. Tomo XLIII, Nó. 1913,28 de junio 1947) (2) (Repertorio Americano, San José, junio-julio, 1957) (3) (M. Vincenzi -pnnclfllos de critica-« Roberto Brenes Mesén y sus obras. Imprenta y lito- grafía "Minerva", San José, Costa Rica, 1918, pág. 55) (4) (Roberto Brenes Mesén: En el silencio. Imprenta Alsina, San José, C.R. 1907, pág. 12 (5) Ibid, p. 13 (6) Ibid, p. 13 (7) Ibid, p. 23 (8) Ibid, p. 34 (9) M. Vincenzi Op. cit. p. 55 (10) Ortega y Gassct: La desbumanización del arte. Revista Occidente, Madrid, 1923) (11) p. 16 (12) p. 73 del sentimiento, sino en el de los sentidos." Y agrega a continuación: "El punto de coinciden- cia entre erotismo y misticismo es justamente la sombría necesidad de perderse en otra cosa". (R. Gullón. Direcciones del modernismo, Gre- dos, Madrid, 1971, pág. 137, 138) NOTAS (21) Roberto Brenes Mesén: Hacia nuevos umbrales. Imprenta Alsina, San José, Costa Rica, 1913, pág. 104) (22) (Roberto Brenes Mesén: Op, Cit. "Soledad y si- lencio" p. 60) (23) Roberto Brenes Mesén: 'Los dioses vuelven. (Bala- da de la ausencia) Librería e Imprenta Alsi- na, San José, Costa Rica, 1928, pág. 63 (24) Ibid, pp. 25. (25) Citado por Pierre Guiraud, La est,'listica (traduc- ci6n Marta G. de Torres Agüero) Editorial Nova, Buenos Aires, 3era ed., 1967, pág. 86) (26) Roberto Brenes Mesén. Pastorales y jacintos. Im- prenta Alsina, S.J.,C.R., 1917 (27) Roberto Brenes Mesén. Antologia Poética. Edito- rial Costa Rica, S.J. pág. 57 (28) "Terror sagrado", pág. 71 (29) Roberto Brenes Mesén. Antología Poética. ("Vi- dencia") Editorial Costa Rica, San José, 1964,p.45 (30) Roberto Brenes Mesén. Hacia nuevos umbrales. ("La muerte del lirio") pág. 37(13) Roberto Brenes Mesén: Hacia las islas fortuna- das, pastoraies y Jacintos. Erval, S.J., C.R. p.70) (31) En busca del Grial ("Cerca y distante"). Librería e Imprenta Editorial Hemando. Madrid, 1935, pág. 43(14) (Citado en George Lukács: Significacion actual del realismo critico, Traducci6n di: María Teresa Toral, revisada por Federico Alvarez, Ed. Era, S.A. México. 1967, pág. 52) (15) (Roberto Brenes Mesén. El"misticismo como ins- trumento de investigación de la verdad. Im- prenta y Librería Alsina, San José, C.R., 1921, pág. 52) (32) Ibid, P. 129 (33) Ibid, p. 175 (34) Roberto Brenes Mesén, El Canto de las horas. p. 3 (35) Ibid, p. 45 (16) Hugo Friedrich: Estructura de la Lirica Moderna (Traducci6n española de Juan Petit. Ed, (36) Los dioses vuelven. p. 14 Seix Barral S.A., Barcelona, 1959. (17) Obra sobre el misticismo. p.43 (37) Gustavo Adulfo Bécquer: Rimas y Leyendas. A- guilar Madrid, 1956, p. 37 (18) (Citado por Walter Falk: Impresionismo y expre- (38) C. Bousoño. Teoria de la expresión poética. Gre- sionismo. Guadarrarna. Madrid, 1963, pág. dos, Madrid, 1967. 377) (19) Ibid (39) Hacia nuevos umbrales, p.ág. 57 (20) Roberto Brenes Mesén. Voces del Angelus. Im- prenta Alsina, S.J. C.R., 1916, p.12) (41) El canto de las horas, pág. 20 (40) C. Bousoño: Op. Cit. 42 (42) Los dioses ouelven ("Coro en la selva") p. 24 (43) Hacia nuevos umbrales ("Briznas de césped") p. 105 (44) Ibid. p. 107 (45) En el silencio, p. 17 (46) En busca del Grial. ("Balada del ruiseñor"), p. 155 (47) Ibid. ("Apoteosis") p. 129 (48) Ibid, ("El fauno duerme") p. 73 (49) Roberto Brenes Mesén: En la casade Gutemberg; banquete poético y otros poemas Imprenta Tormo, San José, Costa Rica, 1945, pág. 63 (SO) Los dioses vuelven. p. 69 (51) El misticismo como instrumento ..• p. 47) (52) En el silencio ("Alma oscura) p. 48 (53) Roberto Brenes Mesén. Poemas de amor y de muerte ("En la Barranca") Librería española Soley y Valverde, San José, Costa Rica, 1944, p. 22 Y 23. 43