UNIVERSIDAD DE COSTA RICA SISTEMA DE ESTUDIOS DE POSGRADO CRÍTICA A LA CONCEPTUALIZACIÓN DE LA REVOLUCIÓN CENTROAMERICANA Y LA CRISIS DEL SOCIALISMO HISTÓRICO EN EL PENSAMIENTO DE TRES AUTORES COSTARRICENSES: MANUEL MORA VALVERDE, RODOLFO CERDAS CRUZ Y ÁLVARO MONTERO MEJÍA. Tesis sometida a la consideración de la Comisión del Programa de Estudios de Posgrado en Filosofía para optar al grado y título de Maestría Académica en Filosofía JOSÉ ROBERTO HERRERA ZÚÑIGA Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, Costa Rica 2020 You don't need a weatherman To know which way the wind blows (No necesitas un meteorólogo. Para saber por donde sopla el viento ) Bob Dylan. Subterranean Homesick Blues (1965) “Tal vez miré hacia atrás por curiosidad. Pero además de curiosidad pude tener otras razones. Por distracción… Por la desobediencia natural de los humildes. Escuchando cómo nos perseguían. Conmovida por el silencio, pensando que Dios cambiaría de idea” Wislawa Szymborska, La Mujer de Lot (1976) “Siempre habrá algunos que sueñen con volver al Manchester del siglo XIX, y otros querrán levantar de nuevo la estatua de Stalin. Pero, como la mujer de Lot, ellos mismos sólo serán estatuas de sal clavadas en el desierto, viendo hacia el pasado. Las cosas no desaparecen: se transforman” Jaime Cerdas Mora, La Otra Vanguardia (1993). “Rosa García no sabe ni leer, pero ha hecho en Costa Rica, por la causa de la democracia, lo que diputados, ministros, profesores, sacerdotes y damas muy emperifolladas por dentro y por fuera, no les ha pasado por la imaginación hacer. En medio de su sencillez e ignorancia ha honrado la democracia, como ha podido, con lo mejor que había en ella. Durante dos años ha recorrido las calles, pidiendo ayuda para España y para que regresaran a Costa Rica los hijitos del compañero Braña y ahora deja de comerse cada mañana un bollito de pan, pensando en los que tienen hambre muy lejos de ella”. Carmen Lyra, La compañera Rosa García, Trabajo N°324, 21 de Enero de 1939. ii DEDICATORIA Para Alicia y Ariane. iii AGRADECIMIENTOS. Este trabajo habría sido imposible sin la compañía y apoyo de Alicia y Ariane, que son la “sal de mi vida”. Quiero agradecer al equipo asesor de esta tesis a mi director Dr. Mario Salas Muñoz y a los lectores el Dr. Luis Mora Rodríguez y el Dr. Roberto Ayala Saavedra por su apoyo y paciente lectura. También merecen un agradecimiento especial mis asistentes Daniel Zango Bulgarelli y Carlos Alvarado Escalón, quienes me ayudaron a ubicar materiales valiosos para esta tesis. A mis hermanas y mi madre, que siempre me han apoyado. Finalmente quiero agradecer a Paolo Nigro Herrero, quién leyó y discutió partes de este trabajo, siempre con entusiasmo y a Javier Fernández Barrero, en muchos sentidos este trabajo es el producto de viente años de discusiones entre nosotros. Espero que los dos se encuentren cerca cuando cante el Gallo Rojo. iv TABLA DE CONTENIDOS. Título …………………………………………………………………………………………………...i Epígrafes………………………………………………………………………………………………..ii Dedicatoria……………………………………………………………………………………………. iii Agradecimientos………………………………………………………………………………………..iv Hoja de aprobación……………………………………………………………………………………...v Tabla de contenidos…………………………………………………………………………………….vi Resumen ……………………………………………………………………………………………….ix Lista de abreviaturas …………………………………………………………………………………..xi 1) Estado de la cuestión y observaciones de método………………………………………………... p.1 2) El Marco estratégico de las discusiones, el mundo de la posguerra. …………………………...…p.17 2.2) La continuidad de la herencia estalinista en el marxismo de la posguerra………………………p.24 2.3) Dos “almas” en la guerra civil española………………………………………………………... p.27 2.4) La herencia del estalinismo en la política de la posguerra…………………………………… p.33 2.5) La herencia del estalinismo en la política comunista costarricense……………………………. p.34 2.6) Excursus: ¿Qué es el culto a la personalidad?………………………………………………….. p.39 3) La lucha del marxismo contra el fascismo. Los debates en la posguerra………………………….p.45 4) La izquierda política y la segunda mitad de siglo. El desafío al Partido Comunista de Costa Rica………………………………………………….…...p. 54 4.1) La herencia y crisis estalinistas en el Partido Vanguardia Popular…………………………….. p. 58 4.2) Las peculiaridades de los procesos revolucionarios de la posguerra……………………………p. 68 5) Interpretación teórica del pensamiento político de Manuel Mora………………………………... p.72 5.1) Cómo se debe entender el término ideológico DIAMAT………………………………………. p.78 5.2) Una breve genealogía del DIAMAT……………………………………………………………. p.79 5.3) ¿Cuáles son las características principales de la recepción del DIAMAT en Manuel Mora?….. p.82 5.4) La aplicación que Mora Valverde hace del Materialismo Histórico a los problemas políticos... p.84 5.5) Problemas teórico-estratégicos anteriores a la revolución cubana……………………………... p.92 5.6) El desafío de la revolución cubana para el estalinismo………………………………………… p.97 5.7) ¿En qué consistió el desafío cubano? …………………………………………………………p. 102 5.8) ¿Cuáles debates dejó planteado la revolución cubana?………………………………………. p. 108 vi 5.9 ¿Cómo respondió Mora al desafío guevarista?………………………………………………….p.112 6) La experiencia obrera: contrapunto entre la primera y la segunda ola del marxismo…..………. p.120 7) La crisis del socialismo histórico y Manuel Mora……………………………………………… p.136 7.1) ¿Cómo fue recibida la crisis del socialismo histórico en el pensamiento de Manuel Mora Valverde? ……………………………………………………………………………………………………….p.140 7.2) ¿Cómo se responde en el Partido del Pueblo Costarricense a la crisis del socialismo histórico? ……………………………………………………………………………………………………….p.148 7.3) ¿Cómo explica Mora Valverde la crisis del socialismo real? ………………………………….p.154 7.4) Excursus: Sobre la tensión Ferreto-Mora…………………………………………………….. p.160 7.5) Excursus: La Familia Mora. ..…………………………………………………………………p.165 8) Rodolfo Cerdas Cruz: biografía y pensamiento…………………………………………………. p.167 8.1) Las etapas de su pensamiento………………………………………………………………… p. 171 8.2) Acerca de Rodolfo Cerdas y su relación con el marxismo……………………………………. p.174 8.3) La polémica con Rodrigo Facio……………………………………………………………….. p.175 8.4) Ortodoxia estalinista, humanismo y comunismo……………………………………………….p.183 8.5) La nueva democracia: la revolución y el cambio social…………………………………….... p. 191 8.6) Algunos problemas en la interpretación del marxismo de Cerdas……………………………. p. 203 8.7) Fascismo, socialismo, reacción democrática…………………………………………………. p. 210 8.8) Excursus: La izquierda y la clase obrera…………………………………………………….. p. 219 8.9) Cerdas y la crisis del socialismo histórico…………………………………………………….. p.222 9) Para una interpretación del Partido Socialista Costarricense y del pensamiento de Álvaro Montero Mejía……………………………………………………………………………………………….. p.233 9.1) Las interpretaciones sobre el Partido Socialista Costarricense……………………………….. p.238 9.2) Trayectoria vital………………………………………………………………………………..p. 243 9.3) Sobre la relación con el marxismo……………………………………………………………..p. 254 9.4) La teoría de la revolución social en Álvaro Montero y el PSC……………………………….. p.259 9.5) Excursus: “El juego conquistado” un poemario de Maria Montero Zeledón………………….p. 275 9.6) Excursus 2: Las mujeres y la izquierda política……………………………………………… p. 279 9.7) Álvaro Montero Mejía y la crisis del socialismo histórico……………………………………. p.280 9.8) Álvaro Montero: sobre el balance del estalinismo……………………………………………. p. 293 vii 9.9) Sobre la superioridad del capitalismo y el nuevo humanismo…………………………………p. 298 9.10) La innecesariedad del socialismo…………………………………………………………….p. 303 10) Conclusiones y recomendaciones……………………………………………………………... p. 308 11) Anexo: Línea del tiempo (1961-1983)………………………………………………………….p. 330 12) Bibliografía……………………………………………………………………………………. p. 339 viii RESUMEN El presente trabajo trata sobre la forma en que fueron interpretados y explicados dos acontecimientos políticos: la revolución centroamericana y la crisis del socialismo histórico en el pensamiento de los tres principales intelectuales orgánicos de la izquierda política costarricense en la segunda parte del siglo XX, a saber: Manuel Mora Valverde, Rodolfo Cerdas Cruz y Álvaro Montero Mejía. Manuel Mora Valverde fue la figura histórica del Partido Comunista de Costa Rica, del Partido Vanguardia Popular y del Partido del Pueblo Costarricense, por mucho la principal figura de la izquierda costarricense en su historia. Rodolfo Cerdas Cruz fue un intelectual de referencia obligada en el país hasta su muerte, aún hoy su huella perdura, se espera prontamente la publicación de sus obras completas, columnista del diario La Nación S.A. y fundador de la Escuela de Ciencias Políticas fue también en su juventud un referente del pensamiento marxista, primero como militante del Partido Vanguardia Popular, luego como dirigente del Frente Popular Costarricense. Aunque esta organización no fue la primera que desafió la hegemonía vanguardista si logró ser una de las más connotadas en ese intento, el desafío del Frente Popular Costarricense fue tan connotado como breve. Álvaro Montero Mejía fue el referente durante veinte años del Partido Socialista Costarricense, la experiencia política que más posibilidades tuvo de desafiar la hegemonía vanguardista, sin duda un referente obligado si se quiere entender que fue la Nueva Izquierda en Costa Rica. Desaparecido el Partido Socialistas Costarricense, Álvaro Montero Mejía se mantuvo como una persona actuante y en muchos sentidos referente de la izquierda política gracias a su programa televisivo Diagnóstico y su actividad en Fuerza Democrática. Sus trabajos teóricos y políticos llegan hasta la segunda década de nuestro siglo. Este trabajo analiza las respuestas teóricas, estratégicas y políticas que estos intelectuales dieron a dos acontecimientos, uno de alcance histórico universal: la crisis del socialismo histórico y otra relevante en el plano local: el triunfo y declive de la revolución centroamericana. El primer capítulo de este trabajo versa sobre problemas de método que aparecieron durante la investigación y se explica cómo fueron resueltos. El segundo y tercer capítulo son una ubicación ix histórico-política de los debates marxistas en el período que estudiamos y que le dan sentido a las posiciones de Mora, Cerdas y Montero. El cuarto capítulo es un encuadre de la experiencia vanguardista en los debates marxistas de la posguerra. El quinto capítulo es una interpretación teórico-política del pensamiento de Manuel Mora Valverde, sus posturas filosóficas y su evaluación de la experiencia castro-guevarista. En el sexto capítulo realizamos un contrapunto entre las “dos olas” del marxismo costarricense. En el séptimo abordamos la explicación de Manuel Mora y sus seguidores a la crisis del socialismo histórico. En el octavo capítulo abordamos la biografía, trayectoria política y principales elaboraciones de Rodolfo Cerdas Cruz en su etapa marxista y su específico abordaje de los dos acontecimientos que estudiamos. El noveno capítulo está dedicado a la biografía y pensamiento de Álvaro Montero Mejía y la forma que enfrentó los acontecimientos revolucionarios antes mencionados. El décimo capítulo son conclusiones y recomendaciones del presente trabajo. x LISTA DE ABREVIATURAS TÉRMINOS ABREVIATURAS Aluminum Co. of América ALCOA Comité Patriótico Nacional COPAN Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica FEUCR Frente Amplio Estudiantil Nacional FAENA Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN Frente Popular Costarricense FPC Frente Sandinista de Liberación Nacional FSLN Materialismo Dialéctico DIAMAT Materialismo Histórico HISMAT Movimiento Revolucionario Auténtico MRA Movimiento Revolucionario del Pueblo MRP Nueva Política Económica NEP Organización Socialista de los Trabajadores OST Partido Comunista de Costa Rica PCCR Partido Comunista de la República Popular China PC CH Partido Comunistas de Cuba PCC Partido Comunistas de la Unión Soviética PCUS Partido Obrero Socialdemócrata Ruso POSDR Partido Revolucionario Auténtico PRA Partido Socialista Costarricense PSC xi Partido Vanguardia Popular PVP Partido del Pueblo Costarricense PPC Tratado de Libre Comercio TLC Universidad de Costa Rica UCR Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS xii 1 1) Estado de la cuestión y observaciones sobre el método. El estudio de tres de las principales figuras de la izquierda política del país: Manuel Mora Valverde, Rodolfo Cerdas Cruz y Álvaro Montero Mejía, plantea una serie de problemas metodológicos que es necesario señalar a los lectores y a los futuros investigadores. Es importante señalar que una de las figuras estudiadas es a la vez, la principal figura de la izquierda política y en un cierto sentido el rasero con el cual se mide la actuación de las personalidades de la izquierda política actual (Sánchez, 2005; Arias 2006) y las otras dos figuras no se les reconoce la “estatura” de la primera, pero sin duda son referentes obligados cuando se quiere analizar la nueva izquierda o de la “segunda ola” del marxismo (Dobles, 2005, 8-9). Este trabajo está realizado como una investigación filosófica, desde esa disciplina es concebido más en concreto como un trabajo adscrito a la historia de las ideas políticas, por lo tanto, no hemos usado los métodos típicos de las ciencias sociales, aunque tampoco es un trabajo puramente “especulativo”. En un cierto sentido la investigación nos ha impuesto una especie de eclecticismo metodológico, es decir un uso no premeditado de ciertos métodos. Aceptar un cierto eclecticismo metodológico no nos parece que pueda ser considerado como una debilidad de la investigación, sino uno de sus rasgos fuertes1. La investigación misma fue imponiendo esta forma levemente ecléctica de investigar, de resolver problemas y de presentar el texto final. 1 “Marx dedicó buena parte de su vida adulta al análisis de la sociedad capitalista. A tal efecto, utilizó una considerable cantidad de estrategias de investigación cuya congruencia no siempre resulta evidente. En esencia se pueden resumir en dos grupos: de un lado, modelos teóricos generales destinados a sacar a la luz las reglas que regirían una sociedad totalmente capitalista, de otro, análisis específicos historiográficos o periodísticos cuyo objetivo es dar cuenta de las características de la realidad social en un sentido más informal. Con frecuencia se subestima la importancia de este segundo aspecto de su trabajo, cuando lo cierto es que la atención a esta clase de cuestiones –en buena medida gracias al influjo de La situación de la clase obrera en Inglaterra, de Engels (…)– transformó completamente su agenda intelectual” (Rendueles, 2006, 134). 2 Hay varios problemas que quisiéramos presentar para futuros investigadores y también para los actuales lectores, desafíos de la investigación que no han podido y no podían ser resueltos por esta indagación, salvo que se convirtiera en un trabajo mucho más basto. Un elemento que estimamos importante es la ausencia del género que estamos escribiendo, es decir la ausencia y/o deficiencia del género de la biografía política en el país. Manuel Formoso, intelectual reconocido por ser el primer director del Semanario Universidad y por lo tanto un referente de la modernización del periodismo nacional, en la década de los setentas, además políticamente vinculado al Partido Socialista Costarricense (en su primera época) comentando el libro de José Merino del Río, Manuel Mora y la democracia costarricense (1996) señala: “Nuestro país rico en tantas cosas, sin embargo, es pobre en buena literatura política. Memorias de políticos destacados, no las tenemos, a la manera como en otras naciones Winston Churchill, el general De Gaulle o Richard Nixon relataron su paso por el poder” (…) “talento literario no ha faltado en los hombres públicos” (…) “Pero no se conocen o encuentran sus textos. La abulia tan característica del costarricense, sobretodo ese achantarse frente a la creación intelectual, ha pesado como una losa sepulcral en el quehacer de nuestros hombres políticos” (Merino, 1996, 8). Formoso ve en esta ausencia notable de nuestras investigaciones políticas características del “temperamento nacional”: la resignación, la cobardía, así como la falta de voluntad serían las responsables de esta ausencia, este análisis de Manuel Formoso tendría un antecedente, el diagnóstico de Yolanda Oreamuno sobre el clima cultural, social y político de la Costa Rica de finales de los años treinta, Oreamuno intentará un concepto comprensivo: “el ambiente” (Oreamuno, 1961, 16-19)2. 2 “Yo entiendo por ambiente, en términos generales, la atmósfera vaga pero definitiva que van haciendo las costumbres familiares, el vocabulario de todos los días, la política local, el modo de vivir y las maneras de pensar” (…) “El ambiente” es una cosa muy grande, muy poderosa y muy odiada que no deja hacer nada, que enturbia las mejores intenciones, que tuerce la vocación de las gentes, que aborta las granes ideas antes de su concepción” (Oreamuno, 1961, 16). 3 Manuel Solís en un acercamiento más sociológico y menos inclinado a la “psicología nacional” entendería que esta ausencia de biografías políticas serias y científicas de los principales actores políticos el siglo XX estaría asociada a que “la violencia política de los años cuarenta fue transformada en memoria social. Los implicados fueron librados socialmente de responsabilidades” (…) “la memoria social y política que se nos heredará no contiene un balance de las responsabilidades particulares” (2006,235-236). La tesis de la co inocencia, que se instauró como forma de entender los hechos de los años cuarenta, impidió poder analizar las responsabilidades políticas en los crímenes cometidos, de hecho la memoria social surgida de la posguerra excluye por principio la existencia de crímenes políticos como tales (de allí la dificultad de procesar y colocar en la historia hechos como el crimen del Codo del Diablo3), nuestra memoria social de posguerra solo asigna lugares a la violencia y la pasión política, no a los crímenes. Es importante señalar que en la historia oficial, la violencia y la pasión política ocupan lugares subordinados sin duda, pero reconocibles, no así con los crímenes políticos. El solo intento de ubicar la responsabilidad de esos crímenes implica poner en tela de juicio la ideología/narrativa nacional que sirve de argamasa de nuestras instituciones, la ideología/narrativa de la concordia y la corresponsabilidad. La ausencia del género de la biografía políticas y por lo tanto la inexistencia de biografías políticas rigurosamente fundadas sobre los principales actores políticos del país es una manifestación fenoménica de la “Institucionalidad Ajena” (como la llamaría Manuel Solís Avendaño en su obra homónima) de segunda parte del siglo XX. Ubicar racional y científicamente el papel y la responsabilidad de una personalidad política en la historia de Costa Rica parece necesitar un enfrentamiento ideológico, no con un determinado autor o determinado interprete, sino con la memoria social y política de nuestra institucionalidad, en un cierto sentido la correcta ubicación de una personalidad 3 De hecho es hasta el año 2014, 65 años después del crimen del Codo del Diablo que se produce un documento de difusión masiva y con valor pedagógico para entender estos sucesos, estamos hablando del trabajo documental de los hermanos Jara, El Codo del Diablo (2014). 4 política es un movimiento y una lucha intelectual por hacer propio, a través de la comprensión racional, nuestro pasado. Sobre todo el pasado de la izquierda política. La otra dificultad obviamente es el elemento del conocimiento histórico como crítica del poder. Señala el historiador marxista Adolfo Gilly: “el conocimiento, disminuye o destruye la dependencia de poderes ajenos. (…) Si el conocimiento conduce a la acción, un conocimiento falso extraviará el pensamiento y desviará la acción de quien por él se guíe. (…) La historia, cuyo objeto privilegiado es la descripción y el conocimiento de esas relaciones y de sus transformaciones, puede adoptar frente a ellas dos actitudes (…) justificarlas explicándolas como inmutables y naturales, o criticarlas explicándolas como cambiantes y transitorias (…) El grupo o la clase social cuyo interés coincida con la crítica radical de los poderes establecidos podrá aproximarse más, en su interpretación de la historia a los criterios del conocimiento científico. Aquel cuyo interés sea la conservación de esos poderes y del orden que de ellos se desprende se orientará en cambio a hacer de la historia una ideología justificadora del estado de cosas presente y a convertirla, en consecuencia, en un discurso del poder” (Pereyra, 1989, 200) En el caso de Costa Rica la historia que conocemos, la historia oficial de “derecha” y de “izquierda” ha sido fundamentalmente una ideología del poder. Que se divide entre dos momentos o dos políticas: 1) el ocultamiento simple y llano de los hechos, promoviendo una política del olvido. El modelo de esta política de la memoria sería los crímenes del Codo del Diablo, la actuación del grupo guerrillero La Familia y muy especialmente el lugar de los nicaragüenses y los extranjeros en los acontecimientos revolucionarios. 2) El modelo de la mistificación de la historia, de su falseamiento ideológico para colocar un hecho o una experiencia histórica en una trama narrativa coherente con la ideología de poder oficial de las clases dominantes, con la ideología del excepcionalismo costarricense. En relación al primer modelo queríamos detenernos en una reflexión sobre el papel del proletariado y los revolucionarios nicaragüenses en la experiencia política de la izquierda costarricense. 5 Centroamérica, fue una sola colonia y un solo país. Los esfuerzos de fuerzas políticas burguesas por mantener unida Centroamérica inician desde la independencia, tienen su culminación en La República Federal de Centroamérica (1824-1838) y se registran intentos de reunificación hasta 1921. El morazanista Ejército Aliado Protector de la Ley (EAPL) fue una experiencia multinacional, centroamericana. En tiempos de paz, el ejército federal estaba compuesto por 2000 hombres en armas de los cuales “Guatemala [aportó] 829, El Salvador 439, Honduras y Nicaragua 316, respectivamente y 100 Costa Rica” (Pérez Brignoli, 1993,109). La misma composición centroamericanista se encuentra en el mando del Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional de Cesar Augusto Sandino4. Este componente no pasa a las memorias y a las narrativas comunistas, es sistemáticamente no tematizado e ignorado, aunque su presencia puede ser rápidamente registrada. Empecemos por el principal hito de la lucha de clases del país y de la historia comunista, la huelga bananera de 1934. La cual fue la principal movilización obrera ese año en América Latina y sin duda la causa profunda del desarrollo del sindicalismo comunista, de la influencia parlamentaria del PC CR y de la decisión de la élite católica de lanzar una política anticomunista reformista para conservar el orden social y hacerle frente a los comunistas5. Es muy importante señalar como el foco de atención, en las narrativas comunistas rara vez está puesto en el “pulmón de la huelga”, en las características multinacionales de la 4 “Tengo oficiales de Costa Rica, de Guatemala, de El Salvador, de Honduras y aún dos o tres de México, que llegaron atraídos por la justicia de mi causa, pero están en una minoría. La médula de mi ejército es nicaragüense y los oficiales que más tiempo han permanecido a mi lado son nicaragüenses. He recibido muchos oficiales de afuera, pero en la mayoría de los casos los he despedido” (Arias, 1996, 131). 5 “En 1941, Calderón anunció el restablecimiento de la enseñanza religiosa en la educación primaria” (…) “En julio de 1942, el Congreso derogó las leyes anticlericales de 1884 y 1894, y con el Código de Trabajo instituyó una avanzada católica en el movimiento sindical, en competencia con los comunistas” (Solís, 2006, 90). “Una característica de la reforma social es su insistencia en la moderación y la estabilidad social y política. Su pretensión principal era atenuar conflictos y prevenir la violencia mediante cambios, cuidadosos, paternal y verticalmente dirigidos” (89). 6 base obrera, en comprender las potencialidades de una clase trabajadora “compuesta de negros jamaiquinos, nicaragüenses y otros centroamericanos, y costarricenses, muchos de origen guanacasteco” (Acuña, 1984, 21). Según Acuña: “en 1927 los extranjeros [presentes en la huelga] representaban el 69% de la población y dentro de estos los negros eran el 56%” (óp., cit., 21). Lo mismo se repite en las narrativas y memorias en relación con la Guerra Civil, cuando los comunistas intentan explicar las razones por las cuales fueron derrotados, existen dos formas de explicarlo. La primera, que pasó a la memoria social colectiva es que los comunistas perdieron la guerra renunciado a la violencia y a las posibilidades de mantenerse en el gobierno, porque estaban dispuestos a sacrificarse por salvar un país y unas instituciones que se sentían obligados a preservar y proteger a toda costa. Esta fue la versión que más popularizó Manuel Mora Valverde y que continua repitiéndose hasta nuestros días. Como señala David Diaz (2008) cuando en 1977 Guillermo Villegas Hoffmeister populariza la versión calderonista de las razones de la derrota militar del gobierno en voz del capitán Mario Fernández Piza, la cual consiste en responsabilizar a los comunistas por sus errores combatientes, provoca una respuesta bastante sistemática de los dirigentes comunistas (Manuel Mora, Arnoldo Ferreto, Eduardo Mora y Fernando Chávez). Esta segunda versión de los hechos aparece recubierta con la clásica narrativa de la epopeya comunista. Los comunistas pusieron los muertos, combatieron improvisada y heroicamente, mientras los mandos militares calderonistas desertaban o se negaban a combatir. La imagen de esta epopeya es la Columna Liniera, columna de combatientes obreros y campesinos comunistas reclutados en las zonas proletarias y plebeyas del país. Carlos Luis Fallas es el caudillo y figura principal de esa epopeya6. 6 “fue llamado a la tribuna Manuel Mora, Secretario General del Partido Vanguardia Popular, quién denunció las maniobras de la oposición y la alianza de la oligarquía con las compañías imperialistas. Demostró que toda la maraña política de la oposición no era otra cosa que una conspiración organizada y que tarde o temprano se lanzaría la reacción contra las Garantías Sociales y el Código de Trabajo. Con el aplauso y el entusiasmo trepidante de aquella grandiosa manifestación, Manuel Mora llamó al pueblo a prepararse para defender sus conquistas sociales. Y en efecto en 1948 cuando la reacción, apoyada por el imperialismo se lanzó a la lucha armada, los obreros y los campesinos conscientes, dirigidos por Vanguardia Popular, fueron a las líneas de fuego” (Meléndez, 1969, 75). 7 De este momento de la Guerra Civil nos dice David Diaz (2008): “Al llegar las primeras noticias a San José sobre el levantamiento de Figueres y la toma de San Isidro de El General, [Vanguardia Popular] buscó a Enrique Tijerino, veterano de la campaña emprendida por Sandino contra los norteamericanos en la Nicaragua de los años 20. A pesar de no ser comunista, Tijerino aceptó trasladarse junto con Carlos Luis Fallas hasta Puerto Cortés (península de Osa) para organizar allí una tropa improvisada de soldados entre los linieros y los trabajadores bananeros.” Lo mismo nos señala el historiador Carlos Enrique Alemán: “el gobierno contaba con la experiencia de los nicaragüenses Enrique Somarribas Tijerino y Abelardo Cuadra, además de los trabajadores nicaragüenses que pelearon como parte de las brigadas comunistas”. (2013, 122). Pese al papel clarísimo de Somarribas Tijerino en la guerra civil y en la construcción de la Columna Liniera, además de ser con toda claridad un mártir, un caído en combate, es un virtual desconocido y no esta dentro de los “héroes comunistas”. Una buena razón que podría explicar esta ausencia de Somarribas Tijerino en el “panteón” de mártires comunistas es que el nicaragüense no era comunista, pero el “no comunismo” no ha sido obstáculo para reivindicar otras figuras como Joaquín García Monge o Yolanda Oreamuno, súmesele a esto que Tijerino sí fue claramente sandinista, lucha que siempre ha sido reivindicada a carta cabal por los comunistas costarricenses, por lo tanto seria una razón suficiente para reivindicarlo. Así que tendríamos que encontrar una razón más profunda. Esta razón sería que clarificar el lugar e Somarribas Tijerino, implicaría desnudar las contradicciones de la política del PVP. Somarribas Tijerino era contrario al gobierno de Calderón Guardia, porque era un aliado de Somoza: “Somarribas Tijerino odiaba a Calderón por su amistad con el dictador nicaragüense. Cada año, en el aniversario de la muerte de Sandino, Somarribas Tijerino publicaba una diatriba incendiaria, y cada año, Calderón, y después Picado, lo encarcelaban.” (Alemán, 2013, 124). Manuel Mora lo convenció de participar en el bando 8 militar calderocomunista cuando le prometió armas y apoyo para luchar contra Somoza (2013, 125)7. Lo mismo encontramos en las memorias de José Picado (2013) y Manuel Mora Salas, la epopeya de la Brigada Carlos Luis Fallas, no abre la posibilidad a la reflexión de la importancia de los nicaragüenses, de su experiencia revolucionaria y del proletariado nicaragüenses en la revolución costarricense. Moras Salas (2013, 34) conocía la historia de Somarribas Tijerino, inclusive la coloca como una experiencia que marcó su juventud y que eventualmente le impulsó a una carrera militar, pero eso no hace que Manuel Mora Salas varié su recio anclaje en la narrativa del excepcionalismo costarricense: “ nosotros fuimos muy claros en que ninguno de estos recursos [explosivos y armas] iba a ser utilizado en nuestro suelo, porque en Costa Rica las vías de la revolución no pasaban por los caminos que tendrían que recorrer Nicaragua” (2013, 39). Y así a lo largo de la historia y la memoria comunista no se encuentra una “héroe comunista” binacional. Manuel Solís ha advertido sobre: “los prejuicios sobre los indios, los nicaragüenses y los negros, presentes con mayor o menor fuerza en la literatura de filiación comunista” (2006, 111). Este aserto nos llevaría a lo más parecido que encontraríamos a un héroe comunista binacional, que sería un personaje de ficción, Paragüitas el obrero comunista nicaragüense que aparece en la novela Puerto Limón (1978) de Joaquín Gutiérrez, un obrero que juega un papel de vanguardia en la huelga de 1934 y es una especie de contrapunto de Silvano. Pero es destacable que este personaje ficcional, sea una figura combativa, pero sobre todo cándida, no merece ni siquiera un nombre propio. 7 La promesa de Manuel Mora a Somarribas Tijerino era imposible de cumplir y él lo sabía. Las relaciones entre Calderón y Somoza eran excelentes y lo seguirían siendo (Solís, 2006,142) después de la guerra civil el calderonismo y el somocismo actuaran juntos contra los gobiernos de Figueres. El 1 de Mayo de 1943, durante el mensaje presidencial dirigido al parlamento dice Rafael Ángel Calderón Guardia: “nuestros gobiernos han cultivado siempre cuidadosamente sus relaciones internacionales, ese esmero tenía que extremarse en una época como la actual en que urge, más que nunca, dar la mayor solidez a nuestros vínculos de amistad con nuestros hermanos, vecinos y aliados (…) tuve el profundo agrado de visitar nuevamente la República de Nicaragua, por invitación también muy amable de su Presidente el Excelentísimo General Somoza, a quien soy deudor de tantas amabilidades recibidas en el transcurso de nuestra vieja amistad” (Caderón Guardia, 1943,1). 9 El segundo tipo de mistificación, es la política de la memoria que se ha construido alrededor de figuras como Manuel Mora Valverde, Carlos Luis Fallas o Carmen Lyra, por el lado comunista y por el lado de la “nueva izquierda” con Rodolfo Cerdas Cruz. Lenin en el ¿Qué hacer? (1903) Texto fundante de la política moderna señala que: “la ideología burguesa es, por su origen, mucho más antigua que la ideología socialista, porque su elaboración es más completa y porque posee medios de difusión incomparablemente mayores” (Lenin, 1975, 38-39). Siguiendo la indicación de este aserto leninista, podemos llegar a la conclusión que son varias las vías por las que se dificulta/oscurece la comprensión y la ubicación racional de la actuación y el pensamiento de la izquierda política. Tanto si queremos analizar figuras, como si queremos analizar experiencias políticas y ubicarlas en el cuadro más general de la historia política, parece existir una “inercia ideológica” que empuja a hacerlas calzar o por lo menos hacerlas inocuas en relación con la ideología/narrativa central del país. Pareciera que el principal desafío de los investigadores es poder determinar cuándo se está en presencia de un mecanismo de olvido o un mecanismo de falsificación es decir de ocultamiento o desplazamiento de las contradicciones8. En las biografías o escritos sobre la izquierda política hay una fuerte práctica ideológica9 que empuja a inscribirlas en la ideología oficial del régimen político, en la política de la memoria del excepcionalismo costarricenses. 8 El termino falsificación Marx lo utiliza especialmente en la polémica contra la economía vulgar que: “hace esfuerzos arduos para expulsar de la existencia las ideas que contienen las contradicciones”. Marx también llama este tipo de pensamiento apologético, un pensamiento que busca aferrase a la unidad, para oponerla a la contradicción. El corazón de la ideología seria justamente negar las contradicciones. De manera más profunda un pensamiento ideológico podría caracterizarse por: la negación de las contradicciones, la mala comprensión de las contradicciones, el desplazamiento de las contradicciones o la dilución de las contradicciones (Larraín, 2007,92-93). 9 “Las ideas en tanto tales han desaparecido (en tanto dotadas de una existencia ideal, espiritual), en la misma medida en que se demostró que su existencia estaba inscrita en los actos de las prácticas reguladas por los rituales definidos, en última instancia, por un aparato ideológico” (Althusser, 1982, 129). 10 Así las interpretaciones de la izquierda política son impelidas a ser inscritas en la “historia positiva” de la nación, como parte de una historia “buena”, “positiva” y “compacta” que ha progresado siempre hacia mejor y donde las contradicciones no son nunca disolventes, este movimiento de progreso es además excepcional y ejemplar. La figura de Manuel Mora Valverde, sería un modelo de este movimiento intelectual de hacer calzar la izquierda en la “Historia de Progreso” nacional (Solís, 1985, 48-51). Este modelo se encuentra tanto en los propios análisis de Mora Valverde acerca de su papel en la historia nacional, como cuando este papel es asignado por un historiador vanguardista. El efecto de este movimiento intelectual llega hasta la “segunda ola del marxismo”. Álvaro Montero Mejía se coloca a si mismo en esta misma forma de leer la política nacional y la izquierda nacional. Si algo llama la atención de la interpretación de Álvaro Montero Mejía en su etapa “madura”, es su esfuerzo por colocarse como una réplica o una actualización de Manuel Mora Valverde10. Hay otro tipo de textos y biografías que estarían más en la clave de la figura narrativa del informante (el “insider”), es decir un texto desencantado de quien en su juventud estuvo “hechizado” con esta “ideología proletaria” con la “religión civil” que fue el marxismo en el siglo XX, tan maravillosa como lisérgica11, pero que hoy con el paso del tiempo se ve con distancia y nostalgia, sobretodo se tiene culpa por las personas que fueron dañadas u ofendidas innecesariamente, quienes fueron víctimas de una “tragedia” pero también por el tiempo perdido, tiempo que debería haber sido utilizado en aportar a fortalecer la 10A partir del III Congreso del Partido Socialista Costarricense se introduce una orientación estratégica que consiste en luchar por una “Nueva Reforma Social”, eso implica una revaloración de la década de los cuarentas (Salom, 1987, 132-134). A partir de allí el eje de los discursos de Álvaro Montero Mejía tienen un estilo similar, presentar la crisis social como una crisis homologable a la de los años cuarenta y el “espíritu reformador de los cuarentas” como una actitud y un gesto político que hay que recuperar y actualizar (1983, 37). Si se sigue de cerca las publicaciones del Semanario Libertad de finales del año 1985 e inicio del año 1986, es decir los periódicos publicados durante la campaña electoral de 1986 donde actuaron juntos como parte de la coalición Pueblo Unido, las agrupaciones políticas Partido del Pueblo Costarricense, dirigido por los dos hermanos Mora Valverde, el Socialista Costarricense de Álvaro Montero Mejía (Que ya había sufrido dos desprendimientos uno dirigido por Romano Sancho y llamado Movimiento de Trabajadores 11 de Abril y otro vinculado a Mario Devadas) y el movimiento Nueva República dirigido por Sergio Erick Ardón, que era un nuevo cambio en la presentación de lo que había sido el Movimiento Revolucionario del Pueblo, podemos ver la aplicación práctica de esa orientación estratégica de los socialistas. 11 Francisco Gamboa y su texto Como fue que no hicimos la revolución (1990) sería el modelo de este tipo de narrativa. 11 institucionalidad “positiva” y la historia “positiva”, que se identifica con la democracia burguesa. En esta tesitura podemos encontrar textos con distintos tonos y texturas de anticomunismo y desilusión el modelo sería Manuel Formoso12 o Rodolfo Cerdas Cruz13. Ambos después de ser marxistas buscan colocarse en una especie de progresismo o democratísimo sin adjetivos, en continuidad con los valores de la revolución francesa, Roberto Salom cae en esta tesitura también14. La mayoría de ficciones literarias que retratan esa época tienen este cariz: Te llevare en mis ojos (2007) de Rodolfo Arias Formoso o Cruz de olvido (1999) de Carlos Cortés, parten como tema central el guerrillero desesperanzado, es decir el sujeto por el que habla la experiencia revolucionaria sería el “renegado” o él “quebrado” como se diría en lenguaje militante. Lo mismo podríamos decir de la ficción cinematográfica El ultimo comandante(2010), dirigida por Vicente Ferraz e Isabel Martínez. En la película de Laura Astorga, Princesas Rojas (2013), el proceso revolucionario es visto como un lugar terrible, donde el sufrimiento infantil y la traición están a la orden del día. Es una experiencia que no se tendría que haber presentado. Hay un modelo mundial en esta forma de escritura/conciencia es lo que Isaac Deutscher llamo la “conciencia del excomunista”15 (1970,17-18). 12 “Para quienes hemos sido marxistas leninistas, y hemos creído que el socialismo es una alternativa de convivencia superior a la que ofrece la sociedad capitalista, para quienes hemos sido revolucionarios (…) el naufragio de la revolución que debió haber hecho la clase obrera es una tragedia y un hecho muy duro de aceptar” (1993, 163). En el caso de Formoso, lo caída del estalinismo era el inicio de una crisis civilizatoria (165). 13 “Carece completamente de interés y todo valor heurístico el preocuparse de la supervivencia del sistema marxista como un todo; y que sí es útil y necesario el considerarlo como una elaboración intelectual grandiosa y en la práctica trágica” (Herra, 1990, 37) 14 “La defensa de las libertades públicas y la democracia sólo puede ser la tarea de todo el pueblo (…) “nada puede eludir la responsabilidad urgente de crear un amplísimo auditorio político en torno a la defensa de la paz, la democracia y los cambios estructurales que garanticen la justicia social en Costa Rica” (Salom, 1987, 153) 15 “La completa confusión intelectual y emocional del ex-comunista le hace inadecuado para toda actividad política. Está acosado por una vaga sensación de haber traicionado o sus ideales anteriores o los ideales de la sociedad burguesa; como Koestler, puede incluso tener una noción ambivalente de haber traicionado unos 12 Existe otra forma de la memoria social u otro problema de la memoria social que tendría que ver con la incorporación de las figuras más “acidas”, más “corrosivas” de la historia nacional, las que no se sabe cómo colocarlas en el modelo compacto de la historia positiva. Hay antecedentes de este procedimiento narrativo ideológico, a saber, la incorporación de figuras que podríamos considerar contraculturales como Max Jiménez y Yolanda Oreamuno16 . En esta narrativa después de un periodo largo de exilio y olvido, los Aparatos Ideológicos del Estado empiezan a considerar que es tiempo de realizar una incorporación subordinada al “santoral nacionalista”, para hacer esta operación se ocupa no meditar a fondo la crítica cultural, ideológica y política de estos autores, sino hacer una incorporación superficial en clave: “gran genio incomprendido”. En esta explicación, en esta incorporación subordinada la acidez o el desencanto de las criticas de Max Jimenez o Yolanda Oreamuno es atribuida al aldeanismo, al convencionalismo de la época, hoy ese convencionalismo ha sido superado, los problemas que motivaron la meditación de Oreamuno y Jimenez no existen más. La conclusión de esta incorporación subordinada es que hoy podemos disfrutar en el país de su obra, pero como monumento, no como actualidad. Su pensamiento merece monumentos, es reconocido, pero esta muerto17. y otros. Entonces intenta suprimir su sentimiento de culpabilidad e incertidumbre, o esconderlo con una manifestación de extraordinaria certidumbre y frenética agresividad. Insiste en que el mundo debería ver la incómoda conciencia que él padece como la más clara de las conciencias. Es posible que el ex- comunista deje de interesarse por toda causa que no sea ésta: la de su propia autojustificación. Y, para cualquier actividad política, ése es el más peligroso de los motivos” (1970,17) 16 Es importante señalar qué, Oreamuno y Jiménez son personas que varios investigadores los colocan a la izquierda del espectro político Manuel Solís (2006,116-117) ubica a Oreamuno en la órbita de los comunistas y participe en las campañas en defensa de la república española y Alfonso Chase ubica a Max Jiménez cercano a posiciones trotskistas en materia de política cultural. (2000,31). 17 En el año 2017, el primer presidente de la república no bipartidista, Luis Guillermo Solís habilitó junto a su Ministro de Obras Públicas, un puente que une Heredia y San José, por este lugar atraviesan diariamente 34000 automóviles, la obra necesitó del financiamiento de organismos internacionales (BID), era una muestra tumultuosa de modernidad y modernización, obras públicas y participación en la economía global. El gobierno del Partido Acción Ciudadana consideró que el puente debería llamarse Yolanda Oreamuno Ünger, en la explicación oficial de casa presidencial señala: “El nuevo puente lleva el nombre de Yolanda Oreamuno Unger, para honrar la obra de la novelista, intelectual, ensayista, forjadora de las artes, precursora del periodismo cultural e impulsora de la equidad de género. Nació en San José el 8 de abril de 1916 y es una de las personalidades más importantes de la literatura costarricense y quien desde joven se rebeló contra los convencionalismos sociales” (2017). 13 Normalmente este tipo de apropiación busca sobre todo integrar el segmento estético de la obra a la trama nacionalista, el segmento con más implicaciones políticas queda desconectado, incomprendido, ajeno. Un signo de este movimiento es que la re edición de trabajos como los de Max Jiménez o Yolanda Oreamuno, se re editan sin aparato crítico y muchas veces sin prólogo, el lector no puede de esta forma ubicar esta obra en el marco de una historia nacional coherente, su significado político le queda vedado. En esta clave explicativa puede ser leídas las acciones guerrilleras como las de Viviana Gallardo. Las acciones internacionalistas de la Brigada Carlos Luis Fallas, la Brigada Mora y Cañas o la Brigada Simón Bolívar, podrían eventualmente ser incorporadas en la narrativa nacional usando la clave interpretativa antes mencionada. En la ideología oficial la acción militar esta excluida de la historia nacional, así las prácticas asociadas a la guerra revolucionaria en Centroamérica aparecen como desconocidos o no estudiados, cuando tienen que ser presentados en el mainstrem cultural aparecen como “aventuras juveniles” de antaño, “jóvenes idealistas y prometedores”. Los jóvenes son idealistas y hay que aprovechar ese idealismo, no ya en revoluciones (como antes) sino en innovaciones. Gallardo pudo haber sido guerrillera, pero hoy sería una “emprendedora”, los guerrilleros de antaño serían buenos muchachos hoy. Esta es la operación ideológica que realiza Jacques Sagot sobre Viviana Gallardo: “Viviana era una buena niña. Y una buena compañera con sus compañeros. Sus preguntas siempre sacudían, generaban polémica. Ella plantó en mí las semillas de una comprensión diferente del alumno. Mucho tiempo después de su partida, esas semillas fructificaron. Sí, era una estudiante polémica, controversial. La estoy viendo, de pie entre las hileras de pupitres, las manos en la cintura, defendiendo algún punto de vista. Era una magnífica defensora de sus principios. Dueña de sus ideas. Creo que después de la caída de Somoza, el torbellino de la Revolución sandinista la arrolló y la llevó a radicalizarse más de lo que era prudente” (2018). 14 Un esfuerzo similar de asimilación estaría en las memorias de Manuel Mora Salas en las cuales la acción militar de los brigadistas es interpretada como un acto de desprendimiento, de “arriesgarlo todo”, este desprendimiento les eleva “a las más altas cuotas del humanismo” (Picado, 2013, 181). Los brigadistas no quedan en línea de continuidad con la experiencia del internacionalismo proletario, sino en continuidad con la “aventura humanista”. Hemos hecho una larga digresión sobre distintos problemas, distintos desafíos para esta investigación: la violencia y la lucha militar, los crímenes políticos, los nicaragüenses como parte orgánica de nuestro movimiento popular, la falta de responsabilidad política con la que miramos a los “padres de la patria”, justamente para que el lector entienda las dificultades de realizar una lectura equilibrad de las tres principales figuras de la izquierda nacional. Hay muchos obstáculos ideológicos de los que hay que estar en guardia. Sabiendo esto queremos presentar los distintos tipos de fuentes existentes para comprender el lugar de la izquierda política en la historia nacional. Hay claramente cuatro grupos de materiales: Los documentos y declaraciones oficiales de los congresos. Estos documentos fueron escritos o supervisados por las figuras que estudiamos en este trabajo. Los textos de las publicaciones periódicas militantes. Una fuente más plural, pero quienes conocen la tradición militante saben que estas publicaciones mantienen una coherente línea editorial. Los autores que estudiamos son parte de los consejos de redacción de estas publicaciones periódicas. En esta investigación usaremos los Semanarios Trabajo, Adelante y Libertad órganos oficiales del Partido Comunista de Costa Rica, mientras tuvo ese nombre y luego del Partido Vanguardia Popular. Ambos dirigidos hasta 1983 por Manuel Mora Valverde, después de la división del PVP en 1983 el Semanario Adelante respondió a la fracción Ferreto-Vargas y Libertad a la fracción de los hermanos Mora Valverde. También usaremos la revista teórica Pensamiento Revolucionario vinculada al Partido Socialista Costarricense. 15 Las interpretaciones de los historiadores vinculados a esos partidos, en esa experiencia es abrumadora la presencia del PVP y sus herederos. Aquí podemos enmarcar los trabajos de Gerardo Contreras (2008; 2011), Marielos Hernández (1983) , (2013), Ana María Botey (1984), Iván Molina (2007), David Díaz (2015) y más recientemente el de Sofía Cortés (2018). Las interpretaciones históricas vinculadas al PSC y el MRP, son claramente marginales en el caso del Movimiento Revolucionario del Pueblo, existe la interpretación de Jose Fabio Araya (1988) y en el caso del Partido Socialista Costarricense, las de Salom (1987) y Jimenez Padilla (1978). En el caso del Frente Popular es inexistente. Las biografía y testimonios de los dirigentes, cuadros medios o militantes de base. Existen varios libros de los dirigentes de Vanguardia Popular Arnoldo Ferreto (1984), Jaime Cerdas (1994) y Eduardo Mora Valverde (2000) escribieron sus memorias. Típicamente Manuel Mora Valverde no escribió sus memorias, fue su esposa Addy Salas (1998) quien escribió sus recuerdos, Humberto Vargas Carbonel tampoco lo ha hecho. Varios militantes que participaron de la dirección de Vanguardia Popular, escribieron sus memorias destacan Álvaro Rojas (2012) y Álvaro Montero Vega (2013). Muchos de los participantes en la Brigada Carlos Luis Fallas retrataron esta experiencia puntual en la antología de José Picado (2013), la vida subjetiva de varios militantes con responsabilidades de dirección o con militancia de base son tratadas por Ignacio Dobles y Vilma Leandro (2005). Otra fuente inestimable de claridad e información son las entrevistas orales a los dirigentes, cuadros medios o militantes. De estos materiales desiguales hemos llegado a concluir que se nos plantean varios problemas, por ejemplo: las estrategias votadas oficialmente en los documentos de congreso, no es la que es recordado o vivido en su memoria social y política por los militantes o los dirigentes. No siempre es transparente el engarce entre la estrategia votada en un congreso y la práctica que se infiere de un testimonio. Los materiales estratégicos, todos tienen una lenguaje bastante ritual y formal, que ayudan poco a entender cómo se entendían los desafíos políticos más significativos: el carácter de 16 la revolución, sus fuerzas motrices, la relación entre los problemas democráticos y los socialistas, la relaciones entre el momento nacional y el momento internacional de la revolución, las razones de las divisiones. Los documentos estratégicos sólo cobran sentido cuando se colorean con los testimonios escritos, las entrevistas individuales o las ficciones literarias. Los testimonios, aunque son en nuestro entender lo más interesante de la experiencia investigativa y los que permiten definir los contornos de la práctica política, es decir calibrar la diferencia entre los que estaba escrito en los documentos oficiales y la militancia real, aun así no son fuente suficiente para la comprensión del fenómeno de la izquierda política, sobre todo por su subjetivismo18. Normalmente los testimonios militantes carecen de una comprensión de la política como una dimensión objetiva de lo social. Nuestra interpretación es que los procesos políticos tienen un significado histórico universal objetivo y susceptible de ser determinado racionalmente, para que estos testimonios cobren todo su valor es necesario que un investigador independiente ubique correctamente esos testimonios en una trama coherente y racional de la historia. Siendo así desarrollaremos en el próximo capítulo la ubicación de estas figuras políticas de la izquierda costarricense en el marco histórico general de la realidad latinoamericana. 18 Señala Adolfo Sánchez Vázquez: “La objetividad del método es, sin duda, requisito indispensable en toda actividad científica. No hay ciencia sin método objetivo y, por tanto, queda descalificada como tal la que prescinda de él tanto en el proceso de investigación como en el de exposición o verificación. Es lo que sucede, por ejemplo, con el método de la comprensión simpática o empatía ya que no podemos determinar si es fiable el estado subjetivo que valida o verifica una teoría. Cuando se pretende captar la realidad social o histórica, los hechos sociales o humanos, por un desplazamiento a la experiencia directa, vivida del objeto, se cierra el paso a la ciencia social como conocimiento racional y objetivo. Los llamados métodos subjetivos (del tipo del verstehen o la empatía) nos dejan inermes ante el problema de determinar si estamos efectivamente ante lo verdadero” (Balcárcel,1976, 290). 17 2) El Marco estratégico de las discusiones, el mundo de la posguerra. En este capítulo deseamos ubicar cual es el marco general en la que se desarrolla el debate marxista en la segunda posguerra, especialmente la forma en que se vive en América Latina. Esto para lograr una mejor comprensión de los intelectuales orgánicos de la izquierda costarricense en la segunda parte del siglo XX. Empecemos por definir conceptualmente que entenderemos por América Latina. Tomaremos la conceptualización que Helio Gallardo ha desarrollado para explicar el concepto “América Latina”, en Siglo XXI: Militar en la Izquierda (2005) Gallardo señala: “El nombre América Latina es una abstracción. Designa economías-sociedades, regiones, sectores diferenciados y, en ocasiones, encontrados e incompatibles. Por ello ningún discurso sobre América Latina puede ser inmediatamente identificado con alguna de sus realidades históricas” (2005,17). Aceptando este marco, sería necesario señalar que en nuestro trabajo se estará analizando autores latinoamericanos, costarricenses que intentan pensar políticamente la sociedad costarricense de la posguerra (nacional y mundial) sabiéndose latinoamericanos, pero no solamente latinoamericanos, sino latinoamericanos ubicados en un contexto de “Guerra Fría”. Las obras de los autores que estudiaremos en este trabajo están todas ubicadas en el marco del debate ideológico-político de la segunda posguerra en un tramo muy específico y localizado: el triunfo de la revolución cubana19 y la crisis del socialismo histórico, con la 19 Hay distintas formas para acercarse al valor histórico universal, al carácter de Acontecimiento (Hounie [Badiou], 2010,23) de la revolución cubana. Si uno estudia los textos de autores influenciados por la ideología del Socialismo del Siglo XXI, la revolución cubana es una continuidad del periodo abierto por la revolución rusa, la derrota del nazismo y la descolonización, su dirección política (el M-26 de Julio y el Partido Comunista de Cuba) seguirían siendo hasta nuestros días, el principal productor de la estrategia marxista en América Latina, esta estrategia tendría un alcance mundial, señala Marta Harnecker: “El triunfo de la revolución cubana (…) se produce en el contexto de una correlación de fuerzas a nivel mundial que ha ido cambiando a favor del llamado “campo socialista” y los movimientos de liberación nacional en el Tercer Mundo, producto de la segunda ola revolucionaria mundial surgida como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Los movimientos revolucionarios de esta ola se apoyan en la URSS, que sale de la guerra transformada en la segunda potencia mundial y luego en los países de Europa del Este que van adhiriendo al socialismo” (1999, 5). 18 consecuente restauración del capitalismo en la URSS y el Este de Europa y sus efectos sobre la revolución socialista cubana y las revoluciones centroamericanas de la década del ochenta. En esta investigación utilizaremos la conceptualización de Helio Gallardo en su texto Crisis del socialismo histórico (1991). Allí Gallardo distingue entre socialismo y la crisis del socialismo histórico. Para Gallardo el socialismo es: “un movimiento histórico real cuyos agentes son fuerzas sociales y actores políticos que con sus prácticas construyen y determina un orden de vida alternativo del capitalismo en cuanto estiman que la organización capitalista de la existencia torna imposible la vida del ser humano y destruye su matriz natural, su hábitat” (16) En un texto preparatorio del libro, llamado “Cinco mitos en torno a la crisis del socialismo histórico” (1990) señala que el concepto crisis del socialismo histórico define por lo menos cuatro procesos distintos y articulados: “ a) la reestructuración soviética; b) el derrumbe de los sistemas de dominación en Europa del Este; c) los efectos de los procesos anteriores en otras experiencias históricas ligadas al socialismo, como los movimientos de liberación nacional y la Teología de la Liberación, por ejemplo, y sobre otras experiencias de En la tradición trotskista, la lectura sería diferente, la revolución cubana sería parte de las “situaciones excepcionales” hipotetizadas en el Programa de Transición, documento fundante de la Cuarta Internacional, Nahuel Moreno, uno de los referentes del trotskismo latinoamericano, meditando sobre esta hipótesis cuarenta y dos años después de formulada, señalaría: “El más importante de estos nuevos problemas de la postguerra es la existencia de los nuevos estados obreros, surgidos gracias a que la movilización de las masas obligó a las direcciones pequeñoburguesas burocráticas, contrarrevolucionarias, a romper con la burguesía, expropiarla y tomar el poder. En otras palabras, la variante que Trotsky califica de altamente improbable es la única que se ha producido hasta el momento. (….) El fenómeno cubano se inscribía en la hipótesis altamente improbable del Programa de Transición, al mismo nivel que todos los otros estados obreros burocráticos de esta postguerra” (Moreno, 1980, 3.48). El fragmento al que hace referencia Nahuel Moreno, dice lo siguiente: “¿Es posible la creación del gobierno obrero y campesino por las organizaciones obreras tradicionales? La experiencia del pasado demuestra, como ya lo hemos dicho, que esto es por lo menos, poco probable. No obstante no es posible negar categóricamente a priori la posibilidad teórica de que bajo la influencia de una combinación muy excepcional (guerra, derrota, crack financiero, ofensiva revolucionaria de las masas, etc...)Los partidos pequeño burgueses sin excepción a los stalinistas, pueden llegar más lejos de lo que ellos quisieran en el camino de una ruptura con la burguesía. En cualquier caso una cosa está fuera de dudas: aún en el caso de que esa variante poco probable llegara a realizarse en alguna parte y un “gobierno obrero y campesino” - en el sentido indicado más arriba- llegara a constituirse, no representaría más que un corto episodio en el camino de la verdadera dictadura del proletariado.” (Trotsky, 1977, 34) 19 socialismo histórico, como Cuba. y d) la articulación de los procesos anteriores con las diversas regiones de la teoría marxista y con la concepción marxista del mundo” (5). Esta definición es ampliamente desarrollada en el texto supra citado. El otro elemento central en la conceptualización de Gallardo es la caracterización del tipo de sociedad y Estado que construyeron las sociedades del socialismo carencial, es decir las cualidades del sistema estalinista de dominación: “ Se trata de sociedades en las que el poder político es monopolizado por el Partido Comunista (…) y sus líderes, quienes sostienen y reproducen este monopolio por medio de una estricta vigilancia policial y una permanente, y muchas veces salvaje, represión contra toda forma de disidencia. Este sistema político se fundamenta ideológicamente, en la identidad absoluta del Partido, el Estado y el pueblo (…) de modo que todas las formas de organización social, incluso las deportivas y vecinales, para ser legítimas deben reforzar esa identidad. El efecto obvio de un sistema con estas características es la tendencia a la concentración absoluta del poder político en el Partido y su jerarquía y la asfixia de toda fuerza social que el Partido no controle directamente o coopte” (103), es decir “la configuración de un sistema totalitario o autoritario fundado en último término en el control policial y la represión” (103). Cuando hablamos de estalinismo, asumimos esta definición conceptual de Helio Gallardo. No es la única conceptualización que utilizaremos, el otro análisis que ha influenciado notablemente nuestra investigación es el que se encuentra presente en El Veredicto de la Historia (2009), texto de Martín Hernández ubicado en la tradición trotskista, el análisis de Hernández comparte varios aspectos de la elaboración de Gallardo. Sobre todo, la explicación genética del carácter burocrático y carencial de las sociedades del socialismo histórico. En su texto el Veredicto de la Historia, Martín Hernández sigue la interpretación leninista y trotskista sobre como los rasgos burocráticos del naciente estado obrero ruso son producto, en primer término, de la miseria social generalizada y luego del aislamiento internacional de la URSS, del retraso y la derrota de la revolución europea. 20 Los rasgos burocráticos del Estado Obrero, se desarrollaron y transformaron en una formación social específica, el paso del tiempo y el desarrollo de las relaciones sociales produjeron que una división funcional, se transforme en una división social20. Hernández retoma los siguientes fragmentos de Trotsky, en la Revolución Traicionada, para mostrar el carácter carencial y burocrático de la URSS: “En lugar del bienestar esperado, el país vio que la miseria se instalaba en él por mucho tiempo. Los representantes más notables de la clase obrera habían perecido durante la guerra civil o, al elevarse unos grados, se habían separado de las masas. Así sobrevino, después de una tensión prodigiosa de fuerzas, de las esperanzas, de las ilusiones, un largo período de fatiga, de depresión y de desilusión. El reflujo del “orgullo plebeyo” tuvo por consecuencia un aflujo del arribismo y [la] pusilanimidad. Estas mareas llevaron al poder a una nueva capa de dirigentes...Las masas fueron eliminadas, poco a poco, de la participación efectiva en el poder. (…) La joven burocracia, formada primitivamente con el fin de servir al proletariado, se sintió el árbitro entre las clases, adquirió una autonomía creciente. La situación internacional obraba poderosamente en el mismo sentido. La burocracia soviética adquirió más seguridad a medida que las derrotas de la clase obrera internacional eran más terribles (...) la dirección burocrática del movimiento contribuía a las derrotas; las derrotas afianzaban a la burocracia (2009, 132). Sin embargo, es importante señalar una diferenciación clave entre la conceptualización de Gallardo y la de Hernández, en la interpretación de la Perestroika (la restructuración desde arriba del poder soviético). Para Hernández, la “Perestroika” es el proceso político que llevó a la restauración del capitalismo en la URSS producto de una evolución lógica, necesaria, esperable a partir del desarrollo de las relaciones sociales y las contradicciones sociales bajo la dominación 20 En un análisis clásico del año 1929, elaborado por Christian Rakovsky, referente de la Oposición de Izquierda (bolcheviques-leninistas) del Partido Comunista de la Unión Soviética e intitulado “Los peligros profesionales del poder” encontramos la siguiente explicación: “Cuando una clase toma el poder, un sector de ella se convierte en el agente de este poder. Así surge la burocracia. En un Estado socialista, a cuyos miembros del partido dirigente les está prohibida la acumulación capitalista, esta diferenciación comienza por ser funcional y a poco andar se hace social” (1978,125). 21 estalinista, la “Perestroika” habría permitido una restauración “pacífica” del capitalismo (2009, 111-114). La conceptualización de la “Perestroika” como una restauración “pacífica” del capitalismo, fue una conclusión teórica, muy problemática y debatida en el seno del marxismo de estirpe trotskista. En primer término, porque la interpretación clásica del trotskismo, de hecho la hipótesis de Trotsky en vida, era que si ocurría la restauración capitalista en la URSS, vendría de la mano de la invasión militar de alguna fuerza imperialista, probablemente Alemania. La hipótesis de Trotsky, se apoyaba en la experiencia histórica de la guerra civil rusa de 1918-1921 y su intuición se confirmó con la operación Barbarroja, el ataque alemán contra la URSS, en junio de 1941. No obstante, el nazismo alemán no venció al Ejército Rojo, sino lo contrario. Para Nahuel Moreno, el maestro y mentor de Hernández (Moreno, 2017,191) la hipótesis esperada era la restauración del capitalismo por medio de algún tipo de vía violenta. En una entrevista a profundidad que se le realiza en el año 1986, explicando el significado y caracterización de las “Cuatro Modernizaciones”21, señalaba: “El paso del poder de una clase a otra requiere conmociones de este tipo [violentas] (...) la introducción de elementos 21 Las “Cuatro Modernizaciones” son una serie de reformas políticas y económicas, aprobadas en diciembre de 1978 en el Tercer Plenario del 11º Comité Central del Partido Comunista de China, las medidas consistían en: 1) El debilitamiento de la propiedad pública de la tierra en favor de la extensión de las parcelas privadas y del trabajo de la tierra. 2) En la industria, la creación de empresas privadas, el fin de la autarquía economía, la atracción de inversión extrajera y la liberalización de la compra y movimiento de la fuerza de trabajo. 3) El fortalecimiento del ejército y el fin de las formas milicianas. 4) El financiamiento de las mejores escuelas en Ciencia y Tecnología y promoción del estudio en el extranjero de estudiantes destacados en el área científica y tecnología. La formulación de estas ideas, es atribuida a Zhou Enlai, quién las habría desarrollado en enero de 1963 en la “Conferencia de Trabajo Científico y Tecnológico” realizada en enero en Shangai. Zhou Enlai, aunque incondicional a Mao Tse Tung, es considerado un ala “moderada” del maoísmo frente al ala “excesiva” de los guardias rojos de la revolución cultural. En 1975 poco antes de morir, realizó una defensa de las “Cuatro Modernizaciones”. Esta elaboración y estas políticas serían luego tomadas por Deng Xiaoping, quien las implementaría a fondo. El nombre de Deng ha quedado asociado a la aplicación de las “Cuatro modernizaciones”. En su contenido las “Cuatro Modernizaciones” son medidas gemelas a las de la Perestroika, por lo cual podríamos decir-y esta es la interpretación de Hernández-, que las “Cuatro Modernizaciones” son la primera Perestroika o la “Perestroika” china. 22 capitalista en China genera una dinámica contrarrevolucionaria, pero la burguesía sólo podrá volver al poder mediante una contrarrevolución armada que aplaste el movimiento de masas” (2017, 93). Así mismo Ernest Mandel otro referente internacional del trotskismo, para el año 1989, aseguraba: “Creer que Gorbachov o el ala “liberal” de la burocracia en su conjunto, quieren o quisieran restaurar el capitalismo, es dejarse engañar completamente acerca de la naturaleza, las bases y la amplitud de sus privilegios y de su poder” (citado en Hernández, 2009, 196). En este sentido la interpretación de Hernández, de la “Perestroika”, como la forma específica en que se produjo la restauración capitalista en la URSS, es atrevida y novedosa en el terreno del marxismo y más específicamente del trotskismo22. A partir de esta elaboración, Hernández ha dado una clave para interpretar la forma en que se produjo la restauración del capitalismo en otros Estados Obreros, como Yugoslavia, China o Cuba, encontrando reformas político-económicas similares a la “Perestroika”, por ejemplo: las “Cuatro Modernizaciones” chinas, las reformas del “Periodo Especial” cubano o las reformas económicas yugoslavas impulsadas al calor de la reforma constitucional de 22 No deja de ser muy asombroso, que, aunque la conclusión de Hernández, es novedosa y creativa en el terreno del marxismo, hay al otro lado de espectro ideológico, una interpretación también heterodoxa, que desde el año 1989, ponían atención al significado cualitativo de los cambios ocurridos en China y la URSS, señalando que no eran simples modernizaciones o demostraciones del triunfo “material” de los estímulos personales en “una economía moderna altamente productiva” (Fukuyama, 1990, 7). Sino que era el triunfo de una idea sobre otra, o más bien el triunfo de lo “ideal”, sobre lo “material”. Este autor es Francis Fukuyama, autor particularmente denostado y rechazado por la izquierda política latinoamericana, quien le ha interpretado como un simple ideólogo vulgar, probablemente por el uso que las empresas de comunicación latinoamericanas hicieron de la obra de Fukuyama durante la “orgía ideológica” (Gallardo, 1991, 27-51) que se vivió en América Latina al entrar en crisis el socialismo histórico. Para Fukuyama, en su particular interpretación de Hegel, inspirada en la lectura de Kojeve, lo principal de los “movimientos reformistas”, ocurridos “primero en China y más recientemente en la Unión Soviética” era el cambio en “la conciencia de las élites y de los líderes que los gobernaban, que decidieron optar por la forma de vida “protestante” de riqueza y riesgo, en vez de seguir el camino “católico” de pobreza y seguridad” (1990, 8). Es decir, un cambio en el programa político, la visión de clase y la visión de mundo de las burocracias que gobernaban la URSS y China. Desde posiciones idealistas y conservadoras, Fukuyama y Hernández coinciden en que los fenómenos de reforma “desde arriba” de las burocracias rusa y china, deben ser analizados a la luz de la primacía de la política y no de una interpretación “materialista vulgar” de la economía. 23 1963. Y este sería pues el momento en que se “cruza el Rubicón” de la restauración capitalista. Una última aclaración, para comprender la interpretación de Hernández, sólo se puede hablar de restauración “pacífica” de manera muy mediata, pues el extenso proceso de atomización política de la clase obrera, producto del régimen estalinista (en su funcionamiento muy similar al régimen fascista) permitió que la burocracia dirigente de los Estados Obreros, luego de una extendida confrontación social contra “la herencia de Octubre” (es decir contra el leninismo y el trotskismo), pudiera llevar adelante la fase final del proceso de restauración capitalista, de manera relativamente “pacífica”, a través de reformas políticas como la Perestroika y el Glassnot. El proceso social y político que desarrolla Gorbachov, sería la última escena de un drama más extendido, consiste en lograr restaurar las relaciones de propiedad capitalistas, sin que la clase obrera y el pueblo pudieran organizar una resistencia política a este proceso. Aquí podríamos entender las diferencias fundamentales entre Gallardo y Hernández, pues Gallardo en su texto, no analiza ninguna posición similar a la de Hernández. Para Gallardo las tesis que se oponen a la Perestroika son formas de “ortodoxia estalinista”. Esto tiene una explicación, en el marco de las ideas políticas analizadas por Gallardo, los únicos opositores a la Perestroika son los estalinistas de línea dura, tales como el Partido de los Trabajadores de Albania o en el caso costarricense Arnoldo Ferreto, dirigente de una de las alas de Vanguardia Popular. Encontraremos otra matiz entre Gallardo y Hernández en el análisis de los acontecimientos de 1989-1991, periodísticamente conocidos como “revoluciones de terciopelo”. Para Hernández, estos procesos políticos son revoluciones democráticas contra regímenes estalinistas, por eso en el fondo son procesos políticos progresivos. Ahora, Hernández en otros textos como Un vendaval oportunista (2004) explica cómo estos dos procesos (la “Perestroika” y las revoluciones políticas) al ser mezclados ideológicamente o incomprendidos teóricamente condujeron a un resultado relativamente inesperado que fue el abandono del marxismo, por muchos movimientos, organizaciones 24 políticas e individuos que en el pasado estuvieron referenciados con este pensamiento y esta estrategia. El otro efecto de estos fenómenos en el campo de la teoría marxista, sería el reforzamiento de posiciones teóricas y políticas que hacen énfasis en la discontinuidad del marxismo y el leninismo. Nuestra investigación es deudora, como hemos señalado, de la interpretación de Hernández, en relación con la interpretación de la Perestroika, las revoluciones de 1989-1991 y los efectos que tuvieron estos acontecimientos en las organizaciones políticas de inspiración marxista. Ahora pasaremos a localizar de la mejor manera posible la forma en la que sucedieron los debates marxistas de la posguerra. 2.2) La continuidad de la herencia estalinista en el marxismo de la posguerra. Al final del capítulo VI, del libro Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador (1982) de Roque Dalton, se recoge el testimonio del fusilamiento y del escape de entre los muertos de Miguel Mármol, uno de los obreros fundadores del Partido Comunista de El Salvador y participante activo de la insurrección de 193223, la dramática descripción va como sigue: “Quince policías se formaron en pelotón de fusilamiento, (…) El jefe dio la voz de: "Preparen, Apunten y Fuego" casi de una sola vez. Digo yo que por los nervios. Pero la tropa estaba muy nerviosa también y de la primera descarga sólo hirieron levemente a nuestros dos compañeros. Con la segunda descarga los hirieron bien, pero los compañeros no cayeron, aguantaron a pie firme los bergazos, aunque en la cara se les vio la muerte. En veces sueño todavía con sus gestos. Bondanza gritó: ¡Viva el Partido Comunista!" La 23En relación con el significado de la rebelión salvadoreña de 1932, señala Michel Lowy: “la rebelión de 1932 constituye un acontecimiento muy particular en la historia del comunismo latinoamericano por su ejemplo de la lucha armada de carácter de masas, por su programa abiertamente socialista y por su autonomía con respecto al Comintern. El hecho de que este episodio haya sido después más o menos “olvidado” o despreciado por el movimiento comunista oficial es evidentemente la consecuencia de esas particularidades, que contradecían cada vez más la orientación de los partidos comunistas. Sólo será redescubierto y “rehabilitado” por el castrismo en los años setenta” (1980, 24). 25 tercera descarga fue certera y los dos se desplomaron. El Capitán Alvarenga preguntó: "A ver, ¿quién es el que quiere morir ahora?" "Yo –grité, y dí un paso al frente. (…) Comencé a atravesar el camino, cuando oí una voz serena: "A la par del camarada Mármol moriré yo". Era el ruso. Como pudimos nos estrechamos la mano dándonos las espaldas y juntándonos, y nos pusimos frente al paredón con actitud altiva. El jefe dio la voz de mando y nos vino encima la primera descarga. No nos tocaron y yo pensé que eso era por puro joder, por prolongarle a uno el martirio. "Ni a tirar bien han aprendido, cabrones - les dije, con calma. Los policías todavía nos tiraron dos descargas más, que sólo nos rozaron, y el Capitán Alvarenga comenzó putearlos. A la cuarta descarga sí me hirieron, a la altura del pecho, pero felizmente no de adelante para atrás sino de lado, por la postura que adopté al sonar la voz de "¡Fuego!" Los tiros me atravesaron la tetilla y el brazo izquierdos. Para mí la herida fue sabrosa, pues al salirme la sangre a borbotones se me alivió la presión que las ataduras de los brazos me hacían. Yo no me acordé ni de bajar santos del cielo ni de nada. De mi madre sí me acordé. Pero más que todo, no sé por qué, aún allí y en aquella situación, yo sentía que iba a salir de aquel lío, que no me iba a morir allí. De todas maneras caí, pataleando, por la fuerza de los impactos. El ruso no cayó, aunque fue herido también, en el pecho o en un hombro. Cuando unos policías del pelotón llegaron a ayudarme a incorporar, ya yo estaba otra vez de pie. "Puta –les dije- así no vamos a terminar nunca". No sé de dónde me salía aquella serenidad, aquel sentimiento de invulnerabilidad. Vino otra descarga. Aquí sí me dieron bien. Sentí varios golpes en el cuerpo y un como timbrazo, un como golpe eléctrico en toda la cabeza. Después vi una luz intensa y perdí el sentido. Al despertar estaba de bruces, manando sangre de la cabeza. Mi pensamiento estaba claro. El cuerpo del ruso estaba sobre el mío y todavía goteaba sangre caliente. Cerré los ojos e hice lo posible por respirar sin ruido, aunque me salía sangre por la nariz. Oí que el camión calentaba el motor. Pero lo peor vino cuando pude oír que el bandido del Capitán Alvarenga ordenaba que le dieran el tiro de 'gracia a cualquier cuerpo que diera señales de vida. A Bonilla y A. Bondanza los encontraron todavía vivos. Oí la voz de Bondanza que decía: "Mátennos de 26 una vez, hijos de puta, con un chorro de tiros". Bonilla gritó; "Viva la Internacional Comunista, Viva el Partido Comunista Salvadoreño. Viva la Unión Soviética, Viva el camarada Stalin, Muera el General Martínez" Y Bondanza contestaba. A mí me dieron ganas de contestar también, pero me contuve” (292, 293). En la sección introductoria a este libro24, redactada por Roque Dalton en La Habana, Cuba, en 1971 (doce años después del triunfo de la revolución cubana), el poeta comunista salvadoreño señala: “Mármol se educó en el comunismo cuando Stalin era o parecía ser la piedra angular de un sistema, cuando la posibilidad de ser "el hombre nuevo" consistía en llegar a ser "el hombre staliniano” (1982, 11). Dalton al recuperar el testimonio de Miguel Mármol, presentaba a los revolucionarios de la década del setenta esta herencia contradictoria de estalinismo y testimonio revolucionario, el debate quedaba planteado aunque no necesariamente resuelto. La suerte misma de Roque Dalton, muerto en una purga interna de la guerrilla salvadoreña, usando métodos de calumnia y difamación típicamente estalinistas y la suerte de la publicación de Miguel Mármol, no editado hasta el año 1982 por EDUCA en Costa Rica y no conocida por el gran público salvadoreño hasta después de la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, hace que aún hoy en el marxismo centroamericano esté en curso el debate sobre cómo resolver estas dos herencias. En el caso específico del marxismo costarricense, la manifestación más obvia de esta tención es que el proceso de transformación de Manuel Mora Valverde, Carmen Lyra o Carlos Luis Fallas de proscritos a Beneméritos de la Patria, borró de la historia y de la interpretación política su filiación política y anímica con Stalin y el régimen estalinista. 2.3) Dos “almas” en la guerra civil española. 24 Michael Lowy (1980, 24) considera esa introducción de Roque Dalton, originalmente publicada como una entrevista en la revista Pensamiento Crítico, dirigida por Fernando Martínez Heredia durante el momento inicial de la revolución cubana, como un esfuerzo teórico por rehabilitar la experiencia insurreccional salvadoreña de 1932 en el campo del marxismo latinoamericano. 27 El 1 de abril de 1939, el general Francisco Franco, emite su último parte de guerra, anunciando la victoria de los nacionales en la guerra civil española. No hay lugar a dudas de la extraordinaria influencia e impacto de la guerra civil española en la cultura marxista y democrática mundial. Preludio de la segunda guerra mundial, la guerra civil española dejará ya plantadas varias de las preguntas estratégicas claves del marxismo de la posguerra. A finales de 1939, el poeta comunista Miguel Hernández es detenido en las cárceles franquistas, morirá de tuberculosis en 1942, producto de la dureza del encierro. En el año 39, mientras Hernández estaba en la cárcel, su esposa Josefina Manresa le escribirá una carta contándole que su segundo hijo y ella, solo se alimentan de cebollas, de allí saldrá su poema “Nanas de la cebolla”, poema que luego en 1972 será popularizado por Joan Manuel Serrat, junto con un extenso grupo de poemas de Hernández, otros de los poemas de Hernández fueron musicalizados en los años setentas por Víctor Jara y Silvio Rodríguez, ambos militantes comunistas y cantautores latinoamericanos que la imaginación popular asocia estrechamente con el proceso de transición “pacífica” al socialismo chileno (1970-1973) y con la revolución cubana (1959-1994),respectivamente. La dramática anécdota, que dio origen a las “Nanas de la cebolla” es muy conocida en la cultura comunista y de izquierda hispanohablante, este poema y más en general la poesía de Miguel Hernández, fue recibida en la tradición política de izquierda25, como un signo del drama humano de la guerra, pero sobretodo como un testimonio del drama humano 25 Con frecuencia en el texto utilizaremos los términos izquierda o política de izquierda, concepto que consideramos plenamente vigente, nos apoyamos en la definición que sugiere Helio Gallardo en su libro Siglo XXI: Militar en la izquierda (2005), así la izquierda estaría determinada por: “una radicalidad cuyo referente es la voluntad de autoconstitución del sujeto humano, social, individual y genérico, mediante la apropiación social e individual de sus instituciones. La sensibilidad de izquierda materializa una fe antropológica asumida como disposición permanente y renovada por prácticas que confieren a los seres humanos capacidad para transformar sus condiciones de sometimiento y alienación sociohistóricos en experiencias de liberación y en instituciones animadas por lógicas liberadoras” (14). Otra definición sugerida por Gallardo es la siguiente: “La moderna actitud ‘de izquierda’ se autodetermina mediante la articulación e integración de varios factores: discernimiento (sociohistórico) con cuidado de sí, comunicación y propuesta a otros, reconocimiento de los otros como diversos legítimos (no elimina la enemistad ni el conflicto), programa, imaginario utópico (horizonte de esperanzas ligadas a transformaciones cualitativas por liberadoras). Todo ello supone expresiones organizativas que procuran ser eficaces. También que las izquierdas se relacionan con procesos y constituyen apuestas.” (Gallardo, 2009) 28 determinado por un drama mayor, el drama de la epopeya comunista, un signo de la fuerza espiritual y moral de los comunistas en el proceso de lucha por la transición al socialismo, en lenguaje más filosófico Alain Badiou le llamará a este momento la participación en la Idea Comunista26. Ahora bien, menos conocidos son los versos de su poemario “El hombre que acecha” de 1937-1938, poemario confiscado, destruido y prohibido por el Ejército Nacional y solo editado en 1981, ya con la “transición española”27 en marcha, gracias a dos ediciones facsimilares que se salvaron de la barbarie fascista. El poema “Rusia”, es parte del poemario “El hombre que acecha” que fue compuesto por Hernández en septiembre de 1937, después de un viaje político a la Rusia estalinista. Hernández, fue comisario político del quinto regimiento, el ala militar del estalinismo español durante la guerra civil española28, en el poema se lee: 26 “En el caso que nos ocupa, se dirá que una Idea es la posibilidad, para un individuo, de comprender que su participación en un proceso político singular (su entrada en un cuerpo de verdad) es también, en un cierto sentido, una decisión histórica. Junto con la Idea, el individuo, en tanto que elemento del nuevo Sujeto, realiza su pertenencia al movimiento de la Historia. La palabra “comunismo” ha sido durante aproximadamente dos siglos (desde la “Comunidad de los Iguales”de Babeuf hasta los años ochenta del último siglo) el nombre más importante de una Idea situada en el campo de las políticas de emancipación, o políticas revolucionarias. Sin duda, ser un comunista, era ser un militante de un Partido comunista en un país determinado. Pero, ser un militante de un Partido comunista, era ser uno de los millones de agentes de una orientación histórica de la Humanidad entera” (Hounie [Badiou], 2010, 20). 27 En relación con la significación de la Transición española señalan Felipe Alegría y Teo Navarro: “Con escasas y honrosas excepciones, la Transición española es presentada como una exitosa empresa que permitió a la sociedad española convertirse en una moderna democracia europea, como resultado del compromiso democrático del rey, de la habilidad de Adolfo Suárez al frente de los políticos aperturistas del franquismo y de la actitud responsable de los dirigentes de la izquierda, especialmente Santiago Carrillo y Felipe González. Sin embargo, 30 años después, una nueva y aún incipiente generación de jóvenes que no vivió la Transición y no se siente comprometida por aquellos pactos, ha comenzado a levantar la reivindicación republicana para expresar su rechazo a un régimen al que “le llaman democracia y no lo es” y en el que no caben sus aspiraciones políticas y sociales ni el derecho de los pueblos a la autodeterminación. Frente a la versión oficial, hecha a la medida de los intereses de la clase dominante y de la izquierda institucional, convertida en parte consustancial del nuevo régimen, es necesario rescatar la verdad histórica y desenmascarar la enorme estafa que supuso la Transición para las aspiraciones del movimiento obrero y popular, de la juventud y de las nacionalidades.” (2008) 28 En palabras de León Trotsky, los comandantes del quinto regimiento: “sostuvieron una “guerra civil” propia dentro del bando republicano, destruyendo físicamente a los opositores de Stalin, los anarquistas, socialistas, poumistas y trotskistas. Esto puede corroborarse a través de los despachos de prensa y de los testimonios de muchos refugiados españoles” (1940). La labor de asesinato y difamación de los enemigos políticos del quinto regimiento organizado por los estalinistas españoles, extendieron su mano hasta bastante después del fin de la guerra civil y fueron claves en el asesinato de León Trotsky en agosto de 1940, así como de otros trotskistas en Europa y América Latina (Gutiérrez, 2016). 29 “(…) Ah, compañero Stalin: de un pueblo de mendigos has hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente, y la cárcel ahuyentan, y prodigan los trigos, como a un inmenso esfuerzo le cabe: inmensamente. De unos hombres que apenas a vivir se atrevían con la boca amarrada y el sueño esclavizado: de unos cuerpos que andaban, vacilaban, crujían, una masa de férreo volumen has forjado. Has forjado una especie de mineral sencillo, que observa la conducta del metal más valioso, perfecciona el motor, y señala el martillo, la hélice, la salud, con un dedo orgulloso. Polvo para los zares, los reales bandidos: Rusia nevada de hambre, dolor y cautiverios. Ayer sus hijos iban a la muerte vencidos, hoy proclaman la vida y hunden los cementerios. (…) Aquí está Rusia entera vestida de soldado, protegiendo a los niños que anhela la trilita de Italia y de Alemania bajo el sueño sagrado, y que del vientre mismo de la madre los quita. Dormitorios de niños españoles: zarpazos de inocencia que arrojan de Madrid, de Valencia, a Mussolini, a Hitler, los dos mariconazos, la vida que destruyen manchados de inocencia. 30 Frágiles dormitorios al sol de la luz clara, sangrienta de repente y erizada de astillas. ¡Si tanto dormitorio deshecho se arrojara sobre las dos cabezas y las cuatro mejillas! Se arrojará, me advierte desde su tumba viva Lenin, con pie de mármol y voz de bronce quieto, mientras contempla inmóvil el agua constructiva que fluye en forma humana detrás de su esqueleto. Rusia y España, unidas como fuerzas hermanas, fuerza serán que cierre las fauces de la guerra. Y sólo se verá tractores y manzanas, panes y juventud sobre la tierra.” (Esquerrà i Nonell, 2012,129-131). El poema de Hernández es escrito en 1937 en el pico del terror estalinista29, “de la consolidación a sangre y fuego del fenómeno estalinista, a través de los Juicios de Moscú, de las purgas masivas, la represión, la cárcel y los campos de concentración” (Herrera, 2017). El libro es editado en 1981, cuatro años antes de la restauración del capitalismo en la Unión Soviética. En el año 2010, el Partido Comunista de España emitirá una resolución donde se lee: “el Partido debe acoger el centenario de Miguel Hernández como una ocasión privilegiada para la lucha ideológica y la recuperación de la memoria histórica” (…) “Miguel Hernández forma parte del patrimonio cultural de la humanidad; su poesía, que es savia sin otoño, sigue siendo palabra en el tiempo para denunciar la injusticia y luchar por la libertad; él no entendía el papel del poeta y del intelectual si no estaba arraigado en un compromiso social y político; no desertó nunca de su clase social, de su condición de 29 “Entre 1937 y 1953 la represión era mortífera. En su periodo más cruel, 1937-1938, fueron condenadas más de un millón trescientas mil personas de las que casi 700.000 fueron fusiladas. En 1951 fueron condenados casi 55.000, y en 1952, 29.000…” (Gutiérrez-Álvarez, 2006). 31 campesino pobre, ni del poder transformador de la palabra… Encontró en el Partido Comunista de España un lugar natural de trabajo y de lucha” (PCE, 2010) Es decir la herencia ideológica de Hernández, incluida su apología a Stalin, pasa intacta hasta el siglo XXI. Los poemas a Stalin, son solo un elemento alegórico entre los muchos posibles, de esa práctica ideológica que se llamó y llama culto a la personalidad estalinista (ver excursus: ¿Qué es el curso de la personalidad?). El culto a la personalidad, aunque necesario, es solo uno de los aspectos de los regímenes estalinistas. A las odas a Stalin de Miguel Mármol y Miguel Hernández, podríamos también sumar las de Nicolás Guillen, poeta de la revolución cubana y Pablo Neruda, poeta del proceso chileno En 1942, Nicolás Guillen escribió el poema “Stalin, Capitán”, en el cual se lee: Stalin, Capitán. A quien Changó proteja y a quien resguarde Ochún. A tu lado, cantando, los hombres libres van: el chino, que respira con pulmón de volcán, el negro, de ojos blancos y barbas de betún, el blanco, de ojos verdes y barbas de azafrán. Stalin, Capitán. Tiembla Europa en su mapa de piedra y de cartón. Mil siglos se desploman rodando sin contén. Cañón del Austro al Septentrión. Cabezas y cabezas cortadas a cercén. El mar arde lo mismo que un charco de alquitrán. Bocas que ayer cantaban a la Verdad y el Bien 32 Hoy bajo cuatro metros de amargo sueño están... Stalin, Capitán.” (1984, 130). En 1954, como parte del poemario “Las uvas y el viento” escribe Pablo Neruda: “Camarada Stalin, yo estaba junto al mar en la Isla Negra Descansando de luchas y viajes, Cuando la noticia de tu muerte llegó como un golpe de océano. Fue primero el silencio, el estupor de las cosas, y luego llegó del mar una Ola grande. De algas, metales y hombres, piedras, espuma y Lágrimas estaba hecha esta ola (...) ... Más tarde el pescador de erizos, el viejo buzo y poeta, Gonzalito, se acercó a acompañarme bajo la bandera. "Era más sabio que todos los hombres juntos", me dijo mirando el mar con sus viejos ojos, con los viejos ojos del pueblo. ... "Pero Malenkov ahora continuará su obra", prosiguió Levantándose el pobre pescador de chaqueta raída. Yo lo miré sorprendido pensando: Cómo. Cómo lo sabe? De dónde, en esta costa solitaria? Y comprendí que el mar se lo había enseñado.” (Neruda citado en Schopf, 2003). Estos cuatro poemas son ejemplos bastante coloridos de un proceso que es central dilucidar para comprender el sustrato ideológico y estratégico en el que se va a desarrollar el marxismo latinoamericano, centroamericano y costarricense entre los años 1945-1991. La tensión entre: el testimonio revolucionario de los militantes comunistas de los años treintas, la nueva generación de militantes surgida al calor de la revolución cubana y la tradición y los crímenes del estalinismo, que pasan de una generación a otra. 33 2.4) La herencia del estalinismo en la política de la posguerra. La cultura política estalinista, no desaparece con el fin del gobierno de José Stalin en 1953, ni con el proceso de desestalinización del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956. La cultura, política, ideología y estrategia estalinista que había copado los Partidos Comunista a partir de la segunda parte de la década del veinte, se había consolidado a “sangre y fuego” en la década del treinta y había pasado a las tradiciones comunistas de la posguerra. Ese paso de la práctica estalinista a las tradiciones comunistas de la posguerra, obviamente fue un proceso desigual, muchos de los estalinistas de “línea dura” no sobreviven políticamente a la muerte de Stalin y caen en desgracia, tanto dentro de la URSS, como en los distintos partidos comunistas, muchos antiguos “revisionistas” sacrificados en las purgas, fueron rehabilitados. El inicio de la crisis del estalinismo permitió los movimientos revolucionarios en Polonia y Hungría y dio inicio a un marxismo creativo y no dogmático en Polonia, Hungría, Yugoslavia y China. (Broué, 1973, 609-651). No obstante los promisorios intentos de revolución política y renovación intelectual del marxismo, surgidos del impulso revolucionario en Berlín, Hungría y Varsovia, fueron obturados, derrotados o cooptados por el aparato estalinista mundial. La confusión ideológica y la división reinante en la Cuarta Internacional, impidieron que este movimiento revolucionario encontrara un punto de apoyo en la experiencia de lucha contra el estalinismo previo a la guerra. Una oportunidad se perdía (Moreno, 2010, 21-28). Así el marxismo de la posguerra, será “antiestalinista” en el sentido que ya no habrá culto a la personalidad de Stalin o se acabará el mito de la “infalibilidad del Comité Central”, no obstante el estalinismo nunca será concebido como un específico sistema de dominación, sino como el exceso de una persona o un grupo de personas, por lo cual la crítica al estalinismo en la segunda posguerra, no necesariamente significaba una ruptura con su ideología y su estrategia 34 2.5) La herencia del estalinismo en la política comunista costarricense. Este es el caso de los comunistas costarricenses, quienes a pesar de iniciar un proceso de “criollización” con pretensiones de autenticidad desde 1936, seguirán considerando a Stalin como una vida al servicio de la revolución y como un gran estratega (Solís: 118-148), (Herrera: 2009), (Herrera: 2008). Y también seguirán manteniendo la estrategia política ya definida en la época estalinista, la estrategia de Frente Popular o de Unidad Nacional y seguirán considerando las sociedades poscapitalistas salidas de la ocupación del Ejército Rojo del Este de Europa como modelos societales, como regímenes políticos modelo, deseados y defendidos. Desde el punto de vista estratégico, podemos decir con claridad que el Partido Vanguardia Popular, nunca modificó su estrategia básica, venida del período estalinista y concordante con las tesis de la Comintern estalinizada (Lowy, 1980,186-206). La idea de las dos revoluciones una “democrática y antimperialista” y otra “socialista” y la necesidad de un Frente Nacional Antiimperialista o Frente Democrático, es reafirmada desde 1950. Una de las resoluciones centrales de la Asamblea Nacional del Partido Vanguardia Popular, realizada en la clandestinidad, señala: “Tomando en cuenta las características semicoloniales de nuestro país, El Partido debe luchar por construir el más amplio frente nacional para enfrentarse al imperialismo y para cumplir su tarea en la liberación nacional de nuestra patria” (1950, 4). Esta estrategia no será modificada en ninguno de los congresos posteriores del PVP. Por ejemplo, en el documento central del XI Congreso del PVP, realizado en Mayo de 1971, las tesis 36 y 37 mantienen esos dos pilares de la estrategia estalinista: “ las tareas de la revolución anti-imperialista, agraria y democrática y posteriormente las del socialismo, solo serán cumplidas a base de la acción común de la mayoría del pueblo” (….) “ en el cumplimiento de su tarea principal , nuestro partido coloca en el centro de su actividad los esfuerzos por unir, alrededor de la clase obrera y en un Frente Democrático, a todas las fuerzas sociales que sufren las 35 consecuencias de la dominación imperialista, el subdesarrollo y la degradación de la cultura nacional” (1971, 41). En los documentos de las dos fracciones en las que se dividirá el comunismo costarricense en 1983-1984, pese a las acres acusaciones de “reformismo” por parte del ala Ferreto- Vargas Carbonell al ala de los Mora y de “dogmatismo y sectarismo” en sentido inverso, ambos mantendrán la definición estrategia del Frente Democrático o Frente Nacional. Así Eduardo Mora en su intervención ante el XIV Congreso el 10 y 11 de Marzo de 1984 señala: “el dogmatismo y el sectarismo (…) no nos han permitido avanzar con el éxito necesario por el camino de la unidad de las amplias, capas medias del país, persiguiendo la meta de construir un frente democrático y antimperialista” (1984, 11). En septiembre de 1984, con la división consumada el ala Vargas-Ferreto, señala en el documento del XV Congreso del PVP: “El XV Congreso llama a luchar por la firme unidad de todas las fuerzas populares contra el bloque oligárquico imperialista” (…) “Nadie impide que nos encontremos marxistas, cristianos, democristianos, socialdemócratas, hombre y mujeres de buena voluntad, sindicalistas, dirigentes campesinos, de las mujeres, intelectuales y profesionales, de los estudiantes, de los pequeños y medianos empresarios, en un esfuerzo común por liberarnos de la explotación y abrir perspectivas de desarrollo económico y social a nuestro pueblo” (1984, 68). En relación con la idea estratégica de la coexistencia pacífica del “socialismo” y el capitalismo y la posibilidad de derrotarle por la vía de la competencia y el desarrollo orgánico del “campo socialista”, es una idea que fue asumida por el PVP desde el momento que fue propuesta por Kruschev. En el IX informe del CC al congreso del Partido (1962) se señala comentando las conclusiones del XX Congreso del PCUS : “El congreso se propuso la tarea económica de alcanzar y adelantar en la producción por habitante, en el plazo más breve, a todos los países capitalistas más adelantados, incluyendo por supuesto a los Estados Unidos” (…) “El Congreso profundizó en la tesis de Lenin sobre la diversidad de formas del paso de distintos países al socialismo, hoy las posibilidades de ese paso pacífico se han ampliado y son más variadas sus formas” (1962,7). 36 En relación con la intimidad de los lazos o de la dependencia de la política del PVP en relación con el PCUS, las interpretaciones varían. En las versiones de la familia Mora y su círculo íntimo, la “sovietización” del PVP nunca existió, aunque había solidaridad con la URSS y los “países socialistas” el PVP siempre fue una fuerza comunista “a la tica”. En 1937, en una polémica parlamentaria contra un proyecto de ley para restringir la circulación de la prensa comunista en el correo, presentado por León Cortes y defendido en sede parlamentaria por Calderón Guardia, Ernesto Martin y Teodoro Picado, señala Mora: “Yo siento de verdad encendido en mi alma, circulándome como fuego por las venas el ideal libertario de la democracia. Y creo que ello se debe a que soy costarricense, auténtico costarricense, y a que por mis venas circula la sangre de los viejos costarricenses, de los que lucharon y se sacrificaron por darnos las instituciones que hoy tenemos. Por eso es que lucharé con todas mis fuerzas por defender la democracia costarricense sin que con ello contradiga mis ideas ni mi temperamento. (…) declaro una vez más que los comunistas costarricenses, somos costarricenses, que actuamos conforme a nuestra realidad, y que no estamos recibiendo ni recibiremos órdenes de agentes extraños al país”. (1980, 41) En 1976 al concluir el XII Congreso del PVP, el primero después de recuperar su legalidad, Manuel Mora emite un discurso de cierre, programático y pone especial énfasis en el carácter costarricense del partido y el carácter costarricense de la lucha que les permitió recuperar la legalidad: “La celebración de este Congreso significa que nuestro Partido, con la ayuda del pueblo, reconquistó derechos que le habían sido usurpados; y no los reconquistó vendiéndose ni arrodillándose ante ningún Gobierno, ni ante ninguna potencia extranjera, sino metiéndose en la conciencia de las masas populares para buscar en las masas la clave de sus reivindicaciones. Hoy somos legales. Pero no le debemos esa legalidad ni a los poderosos de adentro ni a los poderosos de afuera, se la debemos únicamente al pueblo de Costa Rica y a la solidaridad que internacionalmente nos han brindado todos los demás pueblos progresistas de la tierra. (…) Podemos decir con orgullo que somos el único y auténtico instrumento de lucha política del pueblo costarricense” (1980, 690). 37 Esta forma de presentar el problema se transformará en tradición. El libro de José Merino, Manuel Mora y la democracia costarricense: Un viaje al interior del Partido Comunista (1996), sería el modelo ejemplar de esta interpretación. En el caso de las interpretaciones cercanas a Arnoldo Ferreto y Humberto Vargas Carbonell, la “sovietización” siempre existió y es un motivo de orgullo y saludo (Gallardo, 1991, 22) (PVP, 1984 71). En las biografías de los líderes comunistas como 70 años de militancia comunista (2000) de Eduardo Mora o La otra vanguardia (1993) de Jaime Cerdas se puede seguir el paso de la participación activa de todos los dirigentes comunistas en los Encuentros Internacionales de los Partidos Comunistas y Obreros, así como en los congresos del PCUS u otras organizaciones “paraguas” del estalinismo (Mora, 2000, 203-219) (Cerdas, 1993, 185-219). La participación de dirigentes y representantes costarricenses en estas reuniones/congresos es siempre presentada en los informes a los congresos como hechos claves, que señalan el vínculo del PVP con el “movimiento comunista internacional”, pero además como un signo de seriedad partidaria y cumplimiento de sus obligaciones (Informe IX Congreso, 1962, 1- 16). La estrechez de las relaciones del PVP con la “cadena de mando” del estalinismo internacional es retratada/justificada en muchas ocasiones de manera pintoresca, por ejemplo, en Vida Militante (1984) de Arnoldo Ferreto, describe su visita a Cuba a entrevistarse con los dirigentes del Partido Socialista Popular de Cuba (1984, 54-58) tanto el PSP, como el Partido Comunista Mexicano (PCM) fueron claves en la consolidación del estalinismo en el Norte y Caribe de América Latina (Lowy, 1980, 11-59). Ferreto, sin explicarlo, narra como por medio de una llamada telefónica se cambió la línea electoral del entonces PC CR en las elecciones de 1936, aunque Ferreto lo presenta como un cambio de línea producto de la sabiduría y consejo de un partido más maduro que el costarricense, en realidad estamos en presencia de un típico cambio de línea burocrático y vertical. Los costarricenses por su relativo aislamiento, en relación con los cubanos o los mexicanos, aún 38 no estaban aplicando las resoluciones del VII congreso de la Internacional Comunista, la línea del “Frente Popular” (Araya, 1988, 135). En la interpretación de Rodolfo y Jaime Cerdas, quienes comparten un tronco común con Mora y Ferreto, es hasta 1957 que el PVP se “sovietiza”, antes de eso sería una especie de comunismo nacional (Cerdas, 1986, 355-359) (Cerdas, 1993,185-217). En la interpretación trotskista, el PCCR/ PVP fue claramente estalinista desde 1935 (Amador, 1980,85-87) y en las interpretaciones del Partido Socialista Costarricense y el Partido Revolucionario Auténtico es poco claro. El PSC considera al PVP “reformista” pero esta caracterización no tiene que ver con su filiación con el “campo socialista”, en este aspecto el PSC parece aún más ortodoxo que el PVP (ver capitulo sobre Álvaro Montero Mejía). José Fabio Araya considera que el PVP tiene “dos almas” contradictorias una ortodoxa representada por Arnoldo Ferreto y otra “nacional” representada por Mora. Esta tensión no se resolverá y llevará ala ruptura30 (1988, 136-137). Esta breve presentación nos permite enfocar un elemento clave, hoy en la segunda década del siglo XXI, un problema aún por dilucidar: ¿Cómo fue que se produjo en la ideología, en la política y en la memoria comunista este calzado forzoso donde convive una épica de la epopeya comunista y una historia real de traiciones y tragedias? Daniel Bensaid (2017), siguiendo a Mikhaël Guefter, habla de este fenómeno como “dos mundos políticos y morales” distintos e irreconciliables. Reflexiona Bensaid: “El estalinismo no es una variante del comunismo, sino el nombre propio de la contrarrevolución burocrática. Que militantes sinceros, en la urgencia de la lucha contra el nazismo, o debatiéndose en las consecuencias de la crisis mundial de entre guerras, no hayan tomado inmediatamente conciencia, que hayan continuado ofreciendo generosamente sus existencias desgarradas, no cambia nada del asunto.” (2017, 2). 30 La lectura de José Fabio Araya es inconsistente con la realidad histórica, la Alianza de 1943 con los católicos sociales y el cambio de nombre del Partido Comunista de Costa Rica son coherentes con las orientaciones internacionales del estalinismo. 39 ¿Cómo se engarza la tradición revolucionaria y el gulag estalinista? ¿Cómo se engarza la lucha contra el fascismo y la extensión del sistema estalinista de dominación? ¿Cómo se engarza la lucha popular por la emancipación y los privilegios de casta? Es con esta mirada, con este criterio de ingreso, que queremos abocarnos a las interpretaciones que durante la posguerra realizaron las organizaciones estalinistas en Latinoamérica en general y Costa Rica en particular. 2.6) Excursus: ¿Qué es el culto a la personalidad? El término “culto a la personalidad” es de uso frecuente en el periodismo y en los discursos de la opinión pública y convencionalmente se usa para designar una de las cualidades de los regímenes estalinistas o de las prácticas políticas de algunas organizaciones de izquierda. Si el discurso periodístico se refiere a un régimen, normalmente el uso del término “culto a la personalidad” sirve para indicar un rasgo que se considera indeseable de este régimen, por ejemplo: la falta de elecciones, la manipulación judicial o la persecución de opositores políticos. 40 En el uso vulgar31 del término el “culto a la personalidad”, la adoración del jefe se considera consustancial al carácter antidemocrático y autoritario de esta constelación de poder, por otra parte si el término se usa para caracterizar a una organización política que aún no gobierna, el término “culto a la personalidad” pretende señalar, que es razonable esperar que el rasgo del culto al líder prefigure los formas que tomaran las instituciones, si esta organización llegara a gobernar. Obviamente el término se usa para dar a entender que la empresa periodística a través de su línea editorial o de un periodista particular, es hostil a las opiniones políticas de este régimen o de esta organización política. El término “culto a la personalidad” fue introducido por Nikita Kruschev, en el marco del debate del vigésimo congreso del PCUS en 1956, es decir estamos en presencia de un término cuyo origen social y cuya matriz teórica está en el interior del mismo movimiento estalinista, es un término nacido de una de las fracciones del estalinismo. En el caso del Partido Vanguardia Popular, se rechazó formalmente el “culto a la personalidad” en el IX Congreso, realizado en 1962. Este congreso marcaría la desestalinización formal de los comunistas costarricenses. (1962, 6-8). 31 El concepto de “uso vulgar”, viene en el marxismo de la exposición que realiza Marx en las Teorías de la Plusvalía, en un acápite denominado “diferencia esencial entre la economía clásica y la economía vulgar” (1945, 441). Aunque los fragmentos recogidos en las Teorías de la Plusvalía, son materiales de trabajo no listos aún para la imprenta, hay un acuerdo bastante extendido entre los estudiosos del marxismo que estos borradores constituirían el tomo IV de El Capital. Aunque el interés de este fragmento es polemizar contra las formas vulgares que cobro la economía políticas clásica ya en época de Marx, el fragmento se ha transformado en un modelo heurístico para explicar las características que toma el pensamiento científico, erudito y universitario en las condiciones del capitalismo moderno. Nos parece particularmente esclarecedor de este aspecto el texto de Rubén Zardoya, La filosofía burguesa posclásica (2000). Allí en las páginas 50 en adelante podemos encontrar las cualidades fundamentales del uso vulgar: “acriticismo, incapacidad de descubrir las contradicciones del desarrollo social, incapacidad de reproducir la forma en que se produce un proceso, ahistoricismo, autonomización del método con la historia, “panegirismo profesional”. En una versión muy resumida podríamos considerar el uso vulgar de un concepto como un momento donde el análisis de una forma particular históricamente determinada de la producción social es sustituida a favor de generalidades hueras, de la exposición de sus prejuicios de clase y de una crítica superficial” (2000,64). 41 El término “culto a la personalidad” fue fundamental para consolidar en el poder a Kruschev y su grupo y aislar aún más a las alas de la burocracia que no deseaban el “deshielo” y que no concordaban con las políticas de relajar las deportaciones, el rigor contra los prisioneros políticos o las medidas que buscaban suavizar las penas relacionadas con la libertad de movimiento o de trabajo. Aunque el texto completo no fue conocido en la URSS hasta los años ochentas, el proceso político de “desestalinización” ocurrió y fue un hecho, no solo en la URSS, sino que también en varios de los países del Este de Europa y en los partidos comunistas occidentales, donde los dirigentes estalinistas de línea dura, son removidos, apresados o cuestionados. La desestalinización kruscheviana también tuvo efectos indirectos en el afianzamiento y endurecimiento de la concepción estalinista de los maoístas chinos y albaneses y también contribuyó al clima político que luego llevará a la revolución antiburocrática en Hungría y Polonia en 1956, re animando las posturas políticas que defendían una estrategia de democracia soviética o consejista. En todo caso fue la acción de la gran prensa occidental y del Departamento de Estado de Estados Unidos, las que dieron a conocer y popularizaron el discurso de Kruschev y el término “culto a la personalidad”. En este sentido le marcaron el cariz al término el cual quedo determinado como uno de los rasgos del “totalitarismo comunista”32 por oposición a los sistemas de representación electorales de las democracias burguesas, así la tensión quedó ideológicamente configurada como una oposición entre “culto a la personalidad- totalitarismo comunista” versus “democracia representativa, propiedad privada y elecciones”. Para hacer más confuso e ideológico el uso de este término es frecuente que en los discursos de los medios de comunicación y la opinión pública se utilice para referirse a 32 Domenico Losurdo en su texto Para una crítica de la categoría de totalitarismo (2003) expone elementos del proceso mediante el cual los pensadores vinculados al Departamento de Estado de Estados Unidos como Zbigniew Brzezinski, se apropian y modifican, para un uso ideológico, el concepto de “totalitarismo” de Hanna Arendt, concepto que originalmente buscaba pensar las cualidades de fenómenos sociales como el colonialismo británico, el antisemitismo de las sociedades europeas y finalmente el estalinismo y el nazismo. Por una serie de mecanismos políticos e ideológicos, el clima de “Guerra Fría” de los años cincuenta permitió que este concepto, media vez fuera “destilado” de sus elementos más críticos, sirviera como punta de lanza de la lucha ideológica contra los Estado Obreros Burocratizados y contra los partidos comunista estalinistas. 42 cualidades de dictaduras militares capitalistas como la de Franco o Idi Amin, o gobiernos electos sobre la base de un fenómeno populista de derecha como Trump o bien para analizar fenómenos políticos de sociedades antiguas o pre capitalistas, por ejemplo, el cesarismo o Calígula. Es decir en el discurso periodístico parece ser un término puramente peyorativo, pero sin densidad histórica o conceptual. Siguiendo en esto la tradición marxista en filosofía, podríamos advertir que un término que es indiferente a las determinaciones históricas y de clase, no solo es ideológico sino que es claramente metafísico33. Ese uso no riguroso, vulgar del término puede ser teóricamente criticado, queremos incorporar el término “culto a la personalidad”, para analizar una serie de características de los fenómenos políticos y de la recepción del marxismo en la segunda posguerra, pero haciendo pasar al termino por la malla de la crítica teórica. Construyamos pues algunas aclaraciones básicas para un uso conceptual de la expresión “culto a la personalidad”: 1) Este concepto para ser entendido debe ser enmarcado en el debate marxista sobre el papel del individuo en la historia, es decir en la comprensión de cuál es el papel de las personalidades históricas al interior del materialismo histórico34. 2) El termino tiene rigor conceptual si es usado de manera socio histórica, es decir sin igualarlo, ni mezclarlo con otros fenómenos históricos de las sociedades previas al capitalismo y a la transición al socialismo (como podrían ser el cesarismo, la adoración al Sultán o el mesianismo milenarista). 33 Henri Lefebvre define de la siguiente manera las características de un pensamiento metafísico: “ la metafísica consiste siempre en una teoría separada de la práctica, sin lazos consientes y directos con ella” (1981, 58-59). Lefebvre agrega otras características: ahistórico, una pretensión individual de acceso a la verdad, repugnancia por la sencilla idea que se parte de la ignorancia hacia el conocimiento. 34 Para un primer acercamiento ver Kosik (1991), Deutscher (1975, 189-197), Plejanov (1964,427-463). 43 3) El culto a la personalidad sería un rasgo ideológico distintivo de los estados obreros con regímenes estalinistas y de las organizaciones políticas estalinistas, aunque puede ser extensiva a otras organizaciones obreras como los sindicatos. 4) Trotsky, en su texto La Revolución Traicionada, en un acápite titulado fisonomía social de los medios dirigentes, nos presenta una serie de elementos básico para construir una teoría marxista del culto a la personalidad: a) Es un elemento superestructural e ideológico de una casta dirigente “que aún se siente insegura en lo que se refiere a sus derechos al poder”, es decir a diferencia del uso vulgar del término, el culto a la personalidad no es un signo de fuerza del orden social, sino un signo de debilidad. 5) El culto a la personalidad surge en medios sociales donde abunda la escasez material y cultural e impera la necesidad, de allí se derivan los rasgos de cinismo y cohesión social que permite la base social y política del culto a la personalidad35. 6) El culto a la personalidad no se opone al proceso electoral de hecho los procesos electorales, y especialmente de referéndum son particularmente importantes en los procesos de reactualizar el sistema burocrático y el culto a la personalidad36. A lo que se opone el culto a la personalidad es a la iniciativa del movimiento de masas, a la expresión abierta de la crítica y el descontento y sobre todo a los principios de elección directa, responsabilidad con los electores y principio de remisión/rotación de los funcionarios electos. 35 “Cuando una alcoba individual, una alimentación suficiente, un vestido adecuado aún no son accesibles más que a una pequeña minoría, millones de burócratas, grandes o pequeños, tratan de aprovecharse del poder para asegurar su propio bienestar. De ahí el inmenso egoísmo de esta capa social, su fuerte cohesión, su miedo al descontento de las masas, su obstinación sin límites en la represión de toda crítica y, por fin, su adoración hipócritamente religiosa al "jefe" que encarna y defiende los privilegios y el poder de los nuevos amos.”(Trotsky, 1972,121) 36 “La preparación de las elecciones "más democráticas del mundo" va acompañada de fusilamientos en masa que barren de la tierra a la generación de la revolución. En realidad nos encontramos en vísperas de uno de esos plebiscitos cuyo secreto conocen tan bien Hitler y Goebbels. Si Stalin tiene el 100% de los votos o "solamente" el 98'5%, no depende de la población, sino de las prescripciones dadas desde arriba a los agentes locales de la dictadura bonapartista” (1972, 6). 44 7) El fenómeno ideológico del culto a la personalidad necesita de una capa social que “sin proporcionar un trabajo productivo directo, manda, administra, dirige, distribuye los castigos y las recompensas” (1972, 119). 45 3) La lucha del marxismo contra el fascismo. Los debates en la posguerra. En este capítulo intentaremos desarrollar cual fue la forma en la que evolucionó el debate dentro del movimiento marxista durante y después de la segunda guerra mundial y cómo fue que este movimiento se reflejó dentro de la izquierda política costarricense. El debate y la evolución del marxismo, de los años cuarentas hasta el triunfo de las revoluciones democráticas anti estalinistas en 1989-1991, no fue el desarrollo endógeno de una serie de ideas, sino la evolución de un debate teórico-político a la luz de una serie de problemas políticos cruciales surgidos al calor de la lucha por la emancipación de la clase obrera37. Intentaremos hacer una breve reseña, de las polémicas internacionales del marxismo para que el lector encuadre mejor los debates político-estratégicos dentro de la izquierda costarricense. Un debate absolutamente clave para el marxismo y la izquierda política es la determinación sobre el carácter de clase de la URSS y los países del “Bloque del Este”, que adoptaron sistemas sociales similares a los de la URSS después de la segunda guerra mundial, así como las cualidades de las sociedades nacidas de la revolución china en 1949, la revolución cubana en 1959 y las guerras coreanas e indochinas en 1953 y 1975. Ese debate enraizaba profundamente en un largo debate teórico y político venido desde los años treintas. Siendo tres grandes opiniones las posiciones centrales de este debate. La primera opinión corresponde a las corrientes que sostienen que hay una continuidad entre la revolución rusa y la URSS que entrará en la segunda guerra y la que saldrá de la misma. En este sentido se 37 Quienes han estudiado la conformación del pensamiento de Marx, así como la evolución de la teoría marxista, tienden a acordar, que la teoría marxista a diferencia de formas más clásicas de la filosofía, evoluciona a partir de los desarrollos y necesidades planteadas por la lucha de clases, ver por ejemplo Estancamiento y progreso en el marxismo (1976,137-145) de Rosa Luxemburgo. Desde el origen del marxismo ya Engels en 1847 advertía que: “El comunismo es la doctrina de las condiciones de la liberación del proletariado” (1975,135), así mismo Lukács en otro momento clave de la lucha política, 1924, recordaba: “El materialismo histórico es la teoría de la revolución proletaria. Y lo es porque su esencia es la síntesis conceptual de ese ser social al que se debe la producción del proletariado y que determina el ser entero del mismo; lo es porque el proletariado que lucha por su liberación encuentra en él su más clara autoconciencia”(1970,9). 46 establecería una continuidad entre el leninismo y el estalinismo, continuidad que estaría marcada por dos ideas fuerzas: la URSS es un Estado Socialista y es posible construir el “Socialismo en un solo país”. Esta idea fue defendida por Stalin partir del año 1924 y se consolidada como ideología de Estado y partido a partir de 1926, en el texto Cuestiones del leninismo señala Stalin: “Antes se creía imposible la victoria de la revolución en un solo país, suponiendo que, para alcanzar la victoria sobre la burguesía, era necesaria la acción conjunta de los proletarios de todos los países adelantados o, por lo menos, de la mayoría de ellos. Ahora, este punto de vista ya no corresponde a la realidad. Ahora hay que partir de la posibilidad de este triunfo, pues el desarrollo desigual y a saltos de los distintos países capitalistas en el imperialismo, el desarrollo, en el seno del imperialismo, de contradicciones catastróficas que llevan a guerras inevitables, el incremento del movimiento revolucionario en todos los países del mundo; todo ello no solo conduce a la posibilidad, sino también a la necesidad del triunfo del proletariado en uno u otro país” (1977, 114). Esta posición será ritualmente aceptada en los congresos de la Comintern, hasta su disolución y será una base estratégica de todos los partidos comunistas del mundo, hasta la disolución de la URSS. Esta sería la posición estalinista clásica de la que haría parte del Partido Comunista de Costa Rica, así también su continuidad el Partido Vanguardia Popular. La opinión que la URSS era un Estado Socialista se mantuvo como una caracterización del PVP hasta la misma disolución de la URSS. En al año 1937, Manuel Mora polemizando con Otilio Ulate decía: “la Unión Soviética adoptó una nueva Constitución ampliamente democrática: en ella se reconoce a todos los ciudadanos las más amplias libertades y se establece el sistema parlamentario bicameral. Eso lo que quiere decir es que en la Unión Soviética ya está consolidado el régimen socialista y que por consiguiente la dictadura es innecesaria” (1980, 40). En 1962, el Informe del Comité Central al IX Congreso del Partido en su primera página sostenía: “después de la Segunda Guerra Mundial se desprendieron del sistema capitalista 47 once Estados con una población de más de 700 millones de personas, convirtiendo el mundo socialista en un campo de más de 1000 millones de seres humanos” (PVP, 1962, 1). El programa aprobado en el XV congreso del PVP, en el año 1984 (ya realizada la división entre las dos facciones) seguía señalando que: “los países socialistas continúan obteniendo victorias en todos los campos de la actividad humana y la Unión Soviética avanza con éxito hacia la construcción de la sociedad comunista” (PVP,1984,36). Un año antes de iniciarse la Perestroika los comunistas costarricenses aseguraban que la URSS avanzaba hacia convertirse en una sociedad sin Estado, sin mercado, sin clases sociales y sin dinero. La segunda posición sería la que considera a la URSS como un Estado Obrero burocratizado, es decir el Estado Obrero ha sido burocráticamente deformado producto de una contrarrevolución política. En esta posición no hay continuidad entre el leninismo y el estalinismo, una contrarrevolución política ha roto esa continuidad y amenaza el carácter de clase del Estado. Esta es la posición que habitualmente se asocia a los trotskistas y a la Cuarta Internacional, la justificación teórica va como sigue: “¿Qué significa "estado obrero degenerado" en nuestro programa? (…) l) los rasgos que, en 1920, eran "deformaciones burocráticas" del sistema soviético, se han convertido en un régimen burocrático independiente que ha devorado los soviets; 2) la dictadura burocrática, incompatible con las tareas internas e internacionales del socialismo, ha introducido, y sigue introduciendo, profundas deformaciones en la vida económica del país; 3) sin embargo, el sistema de economía planificada, sobre la base de la propiedad estatal de los medios de producción, se ha conservado básicamente, y sigue siendo una conquista colosal de la humanidad. La derrota de la URSS por el imperialismo significaría no sólo la liquidación de la dictadura burocrática, sino de la economía planificada; el desmembramiento del país bajo esferas de influencia diferentes; una nueva estabilización del imperialismo, y un nuevo debilitamiento del proletariado mundial”. (Trotsky, 2008, 118-119). En esta tesis la URSS es un Estado Obrero Burocrático, es decir no es un Estado Socialista, sino una sociedad en transición al socialismo con un pronóstico alternativo: o avanza al 48 socialismo o el capitalismo se restaura: “El pronóstico político tiene un carecer alternativo: o la burocracia se transforma cada vez más en órgano de la burguesía mundial dentro del Estado Obrero, derriba las nuevas formas de propiedad y vuelve el país al capitalismo; o la clase obrera aplasta a la burocracia y abre el camino hacia el socialismo”. (Trotsky, 1977, 43), señala Trotsky en un texto programático fundamental en esta tradición: La Revolución Traicionada. En la interpretación trotskista no sería posible construir el “Socialismo en un solo país”, esto sería una utopía reaccionaria, la teoría que defiende esta tradición política es la de la “revolución permanente”, que significa que antes que se instaure el socialismo, es necesario derrotar al capitalismo y al imperialismo en los países capitalistas centrales y de esta forma instaurar una federación de países gobernados por partidos obreros (una federación de dictaduras del proletariado) que abra el paso al socialismo38. Esta posición no aparecerá en Costa Rica de manera organizada sino a mediados y finales de los años setentas y es la que moldeara la actividad de las organizaciones trotskistas; la Organización Socialista de los Trabajadores39 y el Partido Revolucionario de los 38 León Trotsky publicó en 1930 una de sus obras centrales llamada La Revolución Permanente, texto que polemizaba contra Stalin, Bujarin y Radek, este texto se conoce en la tradición trotskista como la tercera formulación de la revolución permanente (para distinguirla de la formulación de 1905, estrictamente rusa, y la de 1925-1927 pensada solo para países como China o India) al final del texto a manera de síntesis Trotsky elabora un grupo de 15 tesis que exponen lo central de su pensamiento político, en la tesis 10 advierte: “El triunfo de la revolución socialista es inconcebible dentro de las fronteras nacionales de un país. Una de las causas fundamentales de la crisis de la sociedad burguesa consiste en que las fuerzas productivas creadas por ella no pueden conciliarse ya con los límites del Estado, nacional. De aquí se originan las guerras imperialistas, de una parte, y la utopía burguesa de los Estados Unidos de Europa, de otra. La revolución socialista empieza en la palestra nacional, se desarrolla en la internacional y llega a su término y remate en la mundial. Por lo tanto, la revolución socialista se convierte en permanente en un sentido nuevo y más amplio de la palabra: en el sentido de que sólo se consuma con la victoria definitiva de la nueva sociedad en todo el planeta” (Trotsky, 1990, 272) 39 En un texto de 1976, titulado “25 Argumentos reformistas sobre la revolución” escrito por Cecilia López militante de la OST dice: “es evidente que un partido que represente verdaderamente los intereses de la clase obrera será incapaz de decirle a los trabajadores que les es suficiente enfrentarse a su burguesía nacional (…) porque sabe perfectamente que mientras exista imperialismo, es decir capitalismo a escala mundial, cualquier éxito que logre se vería amenazado. Claro está que no le pedirá a un proletariado de un país que lance su lucha solo contra toda la burguesía mundial. Lo lógico será que trate de llevar una lucha conjunta y estratégica común con sus hermanos proletarios de todos los demás países, que combaten a los mismos enemigos, que tienen los mismo problemas y los mismos intereses” (1976, 11) 49 Trabajadores. Aun así es posible rastrear publicaciones en Costa Rica sobre las posiciones de Trotsky40, más allá de las difamaciones estalinistas. La tercera posición sería que la URSS es una sociedad totalitaria que ha instaurado una nueva forma de producción y un nuevo sistema de clases sociales, esta posición es conocida como “antidefensista”. En la interpretación de esta posición política las transformaciones sufridas por la URSS en los años treintas y cuarentas son tan intensas que han cortado cualquier continuidad con las tradiciones libertarias y emancipadoras que inspiraron los primeros años de la revolución rusa. En la antigua Rusia se habría instaurado una nueva sociedad totalitaria en muchos sentidos peor que el capitalismo liberal (Hernández, 2009, 138-168). El mundo avanzaría a instaurar este tipo de sociedades a través de la actividad del Partido Comunista de cada país, ya sea como partido gobernante, ya sea como parte de un bloque de partidos. Esta posición surgió en primer término al interior del movimiento trotskista41, fue un debate que impregno a la Cuarta internacional entre 1938-1948. El debate dentro de la Cuarta Internacional inicio en 1938-1939, en primer término entre Bruno Rizzi y León Trotsky, luego esa polémica se extendió al interior del Partido Socialista de los Trabajadores de Estados Unidos (SWP por sus siglas en inglés), de esta polémica surgió el conocido libro de Trotsky, En Defensa del Marxismo, también programático en la tradición trotskista. 40 Es posible encontrar referencias a Trotsky tanto en los primeros números del Periódico Trabajo, como en su antecesor el Periódico Revolución, también encontramos semblanzas y referencias a Trotsky en el Repertorio Americano. 41 No está demás señalar que la idea que la URSS no era una Estado Socialista, sino otra cosa, otra forma de tiranía, es una idea que desarrollaron en primer momento los anarquistas rusos, Por ejemplo Alejandro Volin, en su libro la Revolución Desconocida (1977), señala que la organización societal nacida de la Revolución de Octubre y dirigida por los bolcheviques, es una organización: “calcada sobre los moldes de una vieja sociedad de tiranía y explotación y adaptada a estas finalidades” (66), esta forma estatal “no desarrollaría ninguno de los elementos de una nueva sociedad; conduciría hasta el paroxismo todas las taras de la vieja estructura, puesto que no habría modificado más que su aspecto”(66). Para Alejandro Volin: “La dictadura de un partido (…) conduce fatalmente (…) a una especie de Inquisición social” (1970). La URSS sería una sociedad similar a la España del siglo XV. La tradición anarquista no se entrelaza con la tradición del marxismo antidefensista. 50 Para Rizzi, la URSS se había convertido en una nueva formación social, en “Colectivismo burocrático”. Esta era su caracterización: “Los síntomas políticos también concuerdan con la incipiente burocratización del mundo. Los viejos imperialismos francés, inglés y americano se dan cuenta de la inutilidad y la imposibilidad de mantener una hegemonía en un mundo que si quiere sobrevivir ya no puede ser imperialista y se transforma, burocráticamente a ojos vista (…) Poco a poco, los trabajadores de Francia, Inglaterra y de América se encontrarán con que ya no son ciudadanos normales, sino “súbditos” de un régimen burocrático que “nacionalizará” la propiedad y tomará muchas otras medidas de cuño “socialista”. No se llamará a eso, ciertamente, fascismo, nazismo o estalinismo; ciertamente, su nombre será distinto, aunque su fondo siempre será lo mismo; propiedad colectiva en manos del estado, burocracia como clase dirigente, organización colectiva y planificada de la producción” (Hernández, 2009, 143). Esta polémica al interior del PST está muy reseñada en la historia de trotskismo, es una polémica que abarca, no solamente este punto preciso sobre el carácter de la URSS, sino que implicó un variopinto grupo de debates: la cuestión sobre si el materialismo es la base filosófica del marxismo, si la dialéctica es el método de pensamiento del marxismo o si puede ser sustituida por el sentido común, el carácter del régimen del partido revolucionario, la actitud moral de los revolucionarios, solo para decir algunos temas tocados a lo largo de 11 meses de polémicas. La salida de los “antidefensistas” del PST y la muerte de León Trotsky, no detiene el debate, que llega hasta la Partido Comunista Internacionalista, la sección francesa de la Cuarta Internacional, allí es Cornelius Castoriadis y Claude Lefort (la Tendencia Chalieu/Montal) los que defenderán las tesis antidefensistas, para luego abandonar la Cuarta Internacional y fundar el grupo Socialismo o Barbarie. En un texto de Castoriadis del año 1949, titulado Discusión sobre Las relaciones de producción en Rusia señala: “La famosa “planificación” burocrática en Rusia no es más que la expresión en cifras de las intereses de la clase dominante, la planificación de la explotación (…) ¿Cuál es el significado histórico de ese régimen? Puede decirse que 51 representa la última etapa del modo de producción capitalista (…) es (…) la última etapa del modo de producción capitalista en la medida que realiza la explotación más extrema del proletariado” (1976, 13,14) También el humanismo marxista vinculado a CLR James y Raya Dunayevskaya (la tendencia Johnson-Forest) y su teoría del capitalismo de Estado, abreva de este debate, finalmente la corriente Socialismo Internacional vinculada a Tony Cliff y cuyo representante principal en nuestros días es Alex Callinicos, también configura sus posiciones apropósito de este debate. Ernesto González, señala en su obra Trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina (1995) que todavía en el Segundo Congreso de la Cuarta Internacional realizado en 1948 uno de los ejes de la discusión fue el debate “anti defensista” (González, 1995,153), diez años después de arrancado el debate, este seguía siendo punto de litigio entre el movimiento trotskista finalmente quienes defendían estas ideas, abandonan la Cuarta Internacional y van a sostener estas ideas como intelectuales individuales por ejemplo Castoriadis, James Burnham, Lyotard o Naville. En nuestro país los ecos bastante lejanos de estas posiciones las podemos encontrar en Eunice Odio42 y José Marín Cañas. 42 Nuestra opinión es que no ha sido estudiado, ni explicado a cabalidad el pensamiento político de Eunice Odio, ni su evolución, ni su relevancia y relación con el país, el proceso de reingreso y revalorización de Eunice Odio a la cultura nacional, no ha venido acompañada de una valorización de su pensamiento político, pese a que los textos políticos ocupan una considerable parte del Tomo II de sus Obras Completas. Es obvio que hay una evolución entre los textos de 1947 y los textos de 1962. En medio ha pasado la Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría. En los textos de los años 40’s Odio se pone del lado del caldero-comunismo frente a la reacción ulatista a quienes acusa de no ser demócratas, sino de preocuparse únicamente por “la defensa enérgica de sus intereses creados” (1996,21), así mismo señala como en Costa Rica: “prácticamente nunca ha habido elecciones libres. (…) Porque el presidente de la república siempre llegaba a ocupar tan alto puesto apadrinado por el capitalismo” (21). Es decir una interpretación en la órbita de la lectura comunista. Pero para los años sesenta la lectura de Odio era completamente otra, fuertemente anticomunista: “Ningún imperio se ha rebajado tanto en el campo de las artes y las letras, como el imperio ruso” (193) más adelante Odio llama a “pelear para que termine la MILITARIZACION DE LA CULTURA EN RUSIA Y EN SUS SATELITES, INCLUYENDO CUBA, [a] combatir para que los bárbaros rojos no militaricen el mundo entero” (194) Nuestra hipótesis es que la evolución política del pensamiento de Eunice Odio tiene una relación con la actividad del ex poumista Julián Gorki y el desarrollo en México y América Latina del Congreso por la Libertad de la Cultura. Este congreso: “fue pensado como un espacio de resistencia política y activismo intelectual en defensa de la libertad del pensamiento, por oposición a la censura y el totalitarismo de corte comunista representado por los soviéticos en la década del’50 y por los cubanos en nuestro continente en los ’60” (Janello, 2014, 79). El Congreso convocó: “a un amplio espectro, y considerando un arco ideológico que iba desde la izquierda más antiestalinista, particularmente excomunistas, anarquistas, trotskistas y 52 Por lo tanto las posiciones políticas de la izquierda latinoamericana, están profundamente marcadas por estas tres actitudes básicas en relación con la URSS y con la segunda guerra mundial, podríamos señalar que dos de ellas son “defensistas” y uno de ellas “anti defensistas”43. Esto quiere decir que la actitud de los Partidos Comunistas tradicionales (como el PVP costarricense) es una actitud de defender a la URSS, por ser el único país socialista, “la patria de los pueblos” y para sostener esta política se despliega una política de unidad nacional anti fascista. Eso significa que la obligación de los Partidos Comunistas es lograr la Unidad Nacional de un determinado país contra el fascismo, tanto el Eje fascista, como los fascistas interiores. La implicación práctica de ello es que el conjunto de los conflictos políticos se van a leer bajo el binomio fascismo-antifascismo. Para los países capitalistas avanzados va a significar la unidad con todas las fuerzas no-fascistas y por lo tanto el apoyo político a los gobiernos que hagan parte del bloque antifascista. En el caso específico de los países semicoloniales significa también suspender no solo las luchas corporativas, sino también las democráticas y antimperialistas. Este es el caso de Costa Rica. Manuel Mora en una entrevista realizada en 1966, explica la posición de los comunistas costarricenses durante el periodo 1939-1945: “durante la segunda guerra mundial, nosotros, como contribución a la guerra, como ayuda a las potencias que luchaban contra Hitler, acordamos no hacer huelgas y tratar de arreglar los problemas (por medio) de negociaciones con la clase patronal” (Trejos,1984, 85). socialistas, hasta el liberalismo conservador, pasando por el liberalismo progresista” (79). Una serie de artículos públicos en el New York Times entre el 25 y el 29 de abril de 1966, mostró que el congreso había sido promovido por la C.I.A (Agencia Central de Inteligencia). 43 Los términos “defensista” y “antidefensista” surgen al calor del debate entre los militantes de la Oposición de Izquierda Internacional, antecesora de lo que luego será la Cuarta Internacional. A partir del año 1929 con el conflicto ruso chino por la administración de ferrocarril oriental, Trotsky plantea la necesidad de defender a la Unión Soviética de la agresión militar del ejército chino, independientemente de las características del régimen estalinista. Esta posición fue conocida como “defensismo”, este debate se volvió a producir con distintos matices y distintos alcances a lo largo de la construcción de la Oposición de Izquierda Internacional y de la Cuarta Internacional. El debate más extendido y publicitado en este sentido fue el que se entablo en el año 1938-1939 al interior del Partido Socialista de los Trabajadores de Estados Unidos. 53 Tal actitud fue por ejemplo duramente criticada en los órganos de prensa de la Cuarta Internacional, especialmente en la Revista Clave, publicación editada por la Liga Comunista Internacionalista, sección mexicana de la Cuarta Internacional en estrecha colaboración con León Trotsky. En la revista Nº7 publicada en abril de 1939, se divulga un artículo de crítica al periódico Trabajo, titulado Tamboriles de Guerra en Costa Rica, el texto denuncia las “zalamerías lacayunas” que se le profieren al imperialismo yanqui y trata a los estalinistas costarricenses como perros que “menean la cola ante sus amos imperialistas”. La crítica política central es el llamado del PC CR a apoyar las tesis de Roosevelt en el marco de la convocatoria a la Primer Conferencia Pan americana, como es sabido estas conferencias son las precursoras de la OEA y el TIAR. Es importante también señalar que esta política de unidad nacional, cambiará después que inicie la política de guerra fría en 1945, el PVP retomará su ritual consigna de “Frente Democrático antimperialista”, este cambio de táctica se produce sobretodo porque con el arranque de la Guerra Fría el anticomunismo se vuelve un elemento central de la política de las élites criollas (Solís, 2006,99, 162, 176,177, 459) (Molina, I y Díaz, D. 2017). 54 4) La izquierda política y la segunda mitad de siglo. El desafío al Partido Comunista de Costa Rica. El Partido Comunista de Costa Rica se fundó el 16 de junio de 1931 (Contreras, 2011, 10) utilizó ese nombre hasta el 13 de junio de 1943, cuando en una Conferencia Extraordinaria, se disolvió e inmediatamente adoptó el nombre Partido Vanguardia Popular y un nuevo programa (Vega Rodríguez ,1980, 311). Con este nombre ha sido mayoritariamente conocido, en la segunda parte del siglo XX. El nombre de Partido Vanguardia Popular se utilizó hasta noviembre de 1983 cuando se dividió en dos grupos: el Partido del Pueblo Costarricense (PPC), dirigido por la familia Mora Valverde y el Partido Vanguardia Popular dirigido por Humberto Vargas Carbonell y Arnoldo Ferreto. El nombre de las organizaciones fue resuelto a través de un litigio en el Tribunal Supremo de Elecciones a mediados del año 1984 (Contreras, 2011, 76). El PPC se disolvió en Fuerza Democrática en el año 2001, el PVP sigue existiendo hasta el momento en que se escribe esta tesis, pero su existencia es marginal y testimonial. Parece haber un acuerdo entre los historiadores y políticos venidos del PVP en que los años 1943-1948 se cometieron “desviaciones de derecha” o “desviaciones browderistas” (Merino, 1996, 106); (Contreras, 2006, 60) es decir una política que contribuía al “colaboracionismo de clase” y que por lo tanto era una desviación del marxismo. Este acuerdo no parece ser contradictorio con un reivindicación política básica de lo actuado por el PVP en la década de los cuarentas, la reivindicación comunista costarricense se realiza en una clave muy similar a la interpretación de Zizek del concepto hegeliano de 55 “Astucia de la Razón” (2008, 77), donde elementos fortuitos, arbitrarios e inesperados contribuyen a un bien final y por lo tanto justifica hacia atrás todo lo actuado. Por ejemplo para Merino (1996, 19) los comunistas costarricenses han contribuido a modelar los contenidos democráticos del sistema político costarricense, inclusive sus opositores políticos acuerdan que han sido claves en el establecimiento de “un régimen político de convivencia civilizada con una orientación social avanzada”, por lo tanto pese a las “desviaciones” lo actuado por los comunistas durante 1943-1948 es reivindicable y necesario. En Costa Rica, el monopolio del Partido Comunista de Costa Rica/Partido Vanguardia Popular del espacio político de izquierda se rompe entre 1959 y 1963, es decir después de la posguerra mundial (1945-1953), de la Conferencia de Bandung y el surgimiento del Movimiento de países no alineados (1955), de desestalinización kruschoviana y poco antes de los primeros signos la crisis chino-soviética. No tenemos registros de un desafío venido del anarquismo, del trotskismo, la socialdemocracia, el nacionalismo popular o el titoísmo a la hegemonía vanguardista en el campo popular costarricense. Lo cual probablemente le ha dado al debate político de la izquierda costarricense un carácter a veces elemental. La mayoría de analistas coinciden que esta situación hegemónica de los vanguardistas, se rompe o es cuestionada a partir del efecto expansivo que tuvo el triunfo, consolidación y radicalización de la revolución cubana en la vanguardia política latinoamericana. (Araya, 1988, 147), (Iglesias, 1984, 107-108). Es importante aclarar en relación con las organizaciones inspiradas por el impulso político que nace de la revolución cubana, que en el caso costarricense, su radicalización política es 56 tardía (Gracia, 1984, 18), aunque su nacimiento formal si coincidiría con la primera ola del guevarismo latinoamericano. Es decir las organizaciones guevaristas costarricenses, surgen en el mismo momento que las organizaciones político militares de la nueva izquierda, pero solo comparten esta visión en el terreno de la propaganda política y de la solidaridad internacional, su “guevarismo” no desemboca en un lucha militar, sino ya tardíamente44. Ya para el año 1960 surge “La sociedad de amigos de la revolución cubana”, la cual dará un apoyo efímero al Partido Acción Democrática Popular en 1962 y luego en 1963, de los militantes de esa experiencia surgirá el Partido Revolucionario Auténtico. Pero parece haber un acuerdo de los analistas que el verdadero desafió a la ideología y la política del Partido Vanguardia Popular, surge tardíamente, a partir de la primera década de los años setentas cuando surgen dos formaciones políticas: El Partido Socialista Costarricense y el Frente Popular Costarricense. A este desafió habría que agregarle el surgimiento de dos alternativas trotskistas la Organización Socialista de los Trabajadores y el Partido Revolucionario de los Trabajadores, estas hacia finales de los años setentass. (Araya; 1988, 143-160); (Ruiz, 1984; 126); (Contreras: 2006, 113-132); (Salom, 1987, 107)45. 44 “En ningún momento se lanzó la consigna de la lucha armada” dice José Fabio Araya (1988, 151). Para Iglesias el PRA: “Tampoco aplicó en la práctica el método foquista. Nace entonces supeditado a la influencia internacional de otras organizaciones fraternales y a la acción de propagandista de sus posiciones. Su trabajo concreto se limita a estos dos ejes.” (1984, 112) 45 El texto de David Díaz (2018, 79-126) sobre el crimen de Viviana Gallardo confirmará que la organización político-militar La Familia también sería parte de la Nueva Izquierda, según los datos que aporta Díaz, La Familia vendría funcionando desde 1976, es decir es simultánea al surgimiento del trotskismo y tendría cerca de 100 personas organizadas alrededor de su proyecto de guerra popular prolongada (Díaz, 2018,98). Un dato ideológico muy interesante es que inclusive los autores de izquierda no incluyen a La Familia en el listado de organizaciones de la Nueva Izquierda. Tampoco se valora su fracaso político como un elemento a tomar en cuenta en la crisis que vive la izquierda política en los años ochentas, aunque La Familia sería propiamente dicha la primera organización de la Nueva Izquierda que desaparece y la única que lo hace a través del rigor del sistema policial y penal: “El 2 de setiembre de 1983, el Tribunal Superior Segundo Penal aplicó penas de entre 3 y 15 años a 15 de las 19 personas que habían sido involucradas con el grupo La Familia” (Díaz, 2018, 123). 57 Por lo tanto, desde el punto de vista temporal podemos decir que el proceso de desafío al estalinismo y de decadencia general de la “nueva izquierda”, pero también de la izquierda política en general, es un periodo muy corto de tiempo. Si el pico del desafío está al inicio de los setentas y el inicio de la crisis a inicios de los ochentas estamos hablando de un periodo de 15 años, dos décadas a lo sumo. Este es el periodo que nos disponemos analizar. 58 4.1) La herencia y crisis estalinistas en el Partido Vanguardia Popular Los principales debates políticos que tuvo la izquierda en la segunda parte del siglo XX, estuvieron marcados por lo que la tradición estalinista llamó la “crisis del movimiento comunista internacional” y la tradición trotskista llamó la descomposición del estalinismo46. La etiqueta “crisis del movimiento comunista internacional”, se instaló en el lenguaje de la izquierda de origen estalinista, cuando la crisis era ya más que evidente. En este sentido es más un término ideológico que una explicación teórica, es decir “un conjunto de enunciados no justificados objetivamente, en los cuales ciertos motivos psicológicos (intereses, preferencias, etc.) inducen a creer en ellos pese a carecer de razones suficientes para fundarlos” (Villoro, 1985, 27). El término “crisis del movimiento comunista internacional” justifica en término de “desviaciones” de derecha o de izquierda fenómenos muy desiguales: 1) La desestalinización del PCUS después del vigésimo congreso de la URSS. 2) La crisis chino- soviética y la división de los partidos comunistas en dos orientaciones políticas distintas: “prochinos” y “prosoviéticos”. 3) El surgimiento del castro guevarismo es decir de la nueva izquierda latinoamericana. 4) El desarrollo del movimiento de liberación nacional en Asia, África y América Latina. 5) El desarrollo y malestar de los marxistas occidentales con la “línea oficial” soviética en filosofía, estética y epistemología y como esta era impuesta en el mundo de la actividad académica, artística, científica y cultural por los agentes culturales de los partidos comunistas. 6) Las manifestaciones y revoluciones democráticas contra el sistema estalinista de dominación. 7) El malestar que provoca en la opinión publica occidental la actitud de los Partidos Comunistas hacia los movimientos de democratización 46 Por ejemplo en Dictadura Revolucionaria del Proletariado (1979) de Nahuel Moreno, se caracteriza el eurocomunismo como un fenómeno en sí mismo reaccionario por su adaptación a la democracia burguesa, pero enmarcado en un fenómeno progresivo que es la descomposición del aparato estalinista (2003, 19). 59 en los países con regímenes estalinistas. 8) El surgimiento del eurocomunismo en los países capitalistas centrales y algunos periféricos de Europa. 9) El desafío de las revoluciones democráticas y socialistas al sistema bipolar pactado en Yalta y Postdam. Pero como señalamos esta etiqueta se impone cuando la crisis social y política de los países con regímenes estalinistas y de los Partidos Comunistas es más que evidente. Antes de aceptar la crisis en el terreno político-estratégico, hubo distintas formas ideológicas de enfrentar la crisis teórica y política dentro del estalinismo47. Reseñaremos la cuadricula principal de estos debates político-ideológicos. El triunfo del Eje aliado en la posguerra, le permitió a la conducción estalinista de la URSS reforzar en el imaginario48 del campo popular la idea que existía una continuidad entre la revolución rusa y la Unión Soviética que combatió en la segunda guerra mundial. Hemos reseñado el poema estalinista de Neruda del año 54, pero vemos manifestaciones estéticas al interior del Partido Comunista Costarricense, que muestran la predominancia de este imaginario que ponía un continuum entre la revolución rusa y la conducción estalinista. 47 Louis Althusser (2008 [1977]: 291) hace una esquematización de las formas ideológicas en que se enfrentó la crisis en el seno del estalinismo: 1) No hay tal crisis, son los enemigos los que hablan de crisis. 2) La segunda es vivir y sufrir la crisis, pero no reflexionar sobre ella y 3) Recibir la crisis como un momento de posible vitalidad. 48 En una definición básica de Castoriadis, el imaginario social sería: “es la posición (en el colectivo anónimo y por este) de un magma de significaciones imaginarias, y de instituciones que las portan y las transmiten. Es el modo de presentificación de la imaginación radical en el conjunto, produciendo significaciones que la psique no podría producir por sí sola sin el conjunto. Instancia de creación del modo de una sociedad, dado que instituye las significaciones que producen un determinado mundo (griego, romano, incaico, etc.) llevando a la emergencia de representaciones, afectos y acciones propios del mismo” (Franco, 2003, 178). 60 Así por ejemplo en la edición 480 del periódico de Trabajo, del 7 de Marzo de 1942, se publica un poema de una muchacha de 15 años, presentada como una “promesa de la nueva poesía femenina”, que “no será material de suspiros románticos, ni vagabunderías imagineras adecuada a servir de deleite a esnobistas de salón, sino que será voz y acción, en canto en las ramas del árbol del pueblo” (3). El poema es un poema dedicado a Stalin. Cabeza de genio cubierta de negros mechones, sonrisa que inspira confianza, vestido de humilde soldado, sangre ardiente corriendo en las venas, ese, es Stalin. Razón y verdad, empeño de acero, pensamiento sano en cerebro grande, ese, es Stalin, El Soviet entero ardiendo en deseos de superación: la fábrica enorme, la gran Plaza Roja en día de fiesta, todo eso es Stalin. En cada sonrisa de niño soviético, en cada mirada de hombre soviético en cada rugido de tractor soviético, 61 en cada canción, en cada cosecha de campo soviético, hay mucho de este hombre-gigante. Discípulo digno de Marx y de Lenin, ha llegado la hora esperada en que el mundo sabrá cómo eres, en que el mundo sabrá la verdad: ya de nada valdrá la cobarde mentira, la barata crítica en caricatura, ni el sermón ponzoñoso, ni el artículo en prensa burguesa, ni el discurso politiquero; ya la última rama del régimen viejo se está desgajando; ya la última piedra en que se sostiene se está removiendo porque estaba asentada sobre falsas bases: terreno podrido, decrépita clase. Hoy lucha tu pueblo, gran Hombre de Acero, por la causa justa, por la noble idea. 62 Ya sabrán las masas, de Oriente a Occidente y de Sur a Norte, todo lo que has hecho fatigosamente, con la obra gigante de la Rusia Nueva del Soviet enorme. ¡Gloria al gran Stalin! ¡Gloria a lo que vale! ¡Muerte a lo podrido! ¡Muerte a la mentira! ¡Victoria en el Soviet! ¡Victoria en el mundo! ¡Vivan Marx y Lenin! ¡Viva el gran Stalin! La situación no varía, ni con el cambio de nombre del partido, ni con el fin de la segunda guerra mundial, ni con el inicio de la guerra fría. El 16 de Febrero de 1946, en el periódico Trabajo, además de analizar los resultados electorales del Partido Vanguardia Popular, publica en su página 3 un discurso entero del Mariscal José Stalin, recién electo al Soviet Supremo, el eje del discurso estaliniano es señalar que el triunfo contra la Alemania nazi, no solo es producto de la bravura del pueblo ruso, sino que fue producto de la industrialización, la colectivización agraria y el plan quinquenal dirigidos por el Partido Comunista. La guerra había demostrado que “la forma de vida soviética es más estable que algunas formas de gobiernos no soviéticos”. El 8 de marzo de 1947, la portada del periódico Trabajo lleva una frase de José Stalin en la parte principal de la portada. En la esquina superior derecha se lee la siguiente frase: “El Marxismo parte del supuesto de que las aptitudes y las necesidades de los hombres no son y no pueden ser iguales.” 63 Los hechos históricos han mostrado extensamente lo equivocado que es la identificación de la dirección estalinista con la derrota de los nazis en la guerra, la dirección de la URSS facilitó la agresión nazi a través del Pacto Ribertrop-Molotov (1939)49 y con el sistema de purgas que afecto la capacidad combativa del Ejército Rojo50. No obstante los hechos históricos, la barbarie nazi y el heroísmo de las masas soviéticas llevaron a la victoria soviética en Stalingrado y luego a la liberación del Este de Europa. Ya antes del fin de la guerra, en Yalta y Postdam hubo un reparto de zonas de influencia entre la Unión Soviética y los Estados Unidos51. Así quedaron configuradas las líneas 49 “El Pacto de no agresión firmado por los ministros de relaciones exteriores Molotov-Ribertrop, fue precedido por un acuerdo comercial que beneficiaba económicamente a la URSS y le garantizaba a Alemania el abastecimiento de petróleo y materias primas mientras lanzaba su ofensiva hacia Occidente, también le permitía llegar a América a través de la costa oriental. El pacto fue firmado el 22 de agosto de 1939 y fue ratificado por el parlamento stalinista el mismo día que Hitler invadía Polonia, el 1° de septiembre de 1939. Posteriormente, Hitler entregó como prenda de la alianza la parte este de Polonia a la URSS, que el stalinismo aceptó a su vez, como garantía contra Hitler.” (Trotsky, 2004, 93). 50 Señalan Andrea Polaco y Liliana Ogando Caló en su estudio introductorio a los Escritos Militares de León Trotsky señala: “El relevo del “mariscal” Tujachevsky de su puesto de vicecomisario de Defensa, en mayo de 1937, y de los comandantes de los distritos militares y los generales más destacados, fueron medidas que presagiaban la andanada de la contrarrevolución burocrática. Trotsky explicó de la siguiente manera el motivo de esta política: “Los generales se apresuraron a defender al Ejército Rojo de las intrigas desmoralizadoras de la GPU. Defendieron a los mejores oficiales de las acusaciones falsas. Se resistieron al establecimiento de la dictadura de la GPU sobre el Ejército Rojo bajo la apariencia de 'soviets militares' y 'comisarios'. Los generales lucharon por los intereses de la seguridad de la Unión Soviética contra los intereses de la seguridad de Stalin. Esa es la razón por la cual murieron. Así, desde las contradicciones vacías y el montón de mentiras del nuevo juicio, la sombra del mariscal Tujachevsky se levanta con un atronador llamamiento a la opinión pública mundial. Entre 1937 y 1938 las purgas decapitaron al Ejército Rojo. Entre 20 y 35.000 oficiales, el 90% de los generales y el 80% de los coroneles fueron asesinados.” (2006, 89-90) 51 “A partir de esta posguerra, (…) se establece un frente único contrarrevolucionario entre el imperialismo y la burocracia del Kremlin, sobre la base de la coexistencia pacífica, concretado en Yalta -febrero 1945-, Postdam -julio-agosto 1945- y el nuevo ordenamiento mundial: la ONU, el reparto de zonas de influencia, etcétera. Aunque se produce “la guerra fría” y profundos roces entre Washington y Moscú, aunque se dan varias guerras calientes contrarrevolucionarias, como las de Corea e Indochina –Vietnam-, tanto Washington como Moscú actúan en general de acuerdo y defendiendo ese nuevo orden mundial organizado en Yalta y Postdam. Stalin y Roosevelt se dividen el mundo en dos bloques controlados por el imperialismo norteamericano y el Kremlin, con el objetivo de frenar, desviar, aplastar o controlar la revolución de los trabajadores en el mundo. (…) Gracias a este acuerdo contrarrevolucionario y a la colaboración 64 divisorias de la futura “Guerra Fría” y reforzó en la mentalidad de los sectores populares y de la izquierda política la ideología que el socialismo y el capitalismo eran sociedades paralelas. Hemos ya descrito como el texto del IX Congreso del PVP, realizado en 1962, se toma como tesis central que desde el fin de la guerra, la principal característica de la situación mundial es que la correlación de fuerzas le favorece al socialismo y que el mundo socialista incluye 1000 millones de seres humanos. Esta idea era compartida no solo por los estalinistas, sino que también por la nueva izquierda latinoamericana, es expresivo como entiende el problema Enrique Gorriarán Merlo, uno de los principales dirigentes del Ejército Revolucionario del Pueblo argentino: “Visto desde la óptica del movimiento revolucionario, el propósito era tomar el poder para sumarnos al bloque socialista, que considerábamos cercanos a nuestros principios. Y el método de lucha, al estar coartadas las posibilidades electorales, consistía en la utilización de todas las formas de resistencia, incluso la armada. Dicho período terminó entre fines de los 80 y principio de los 90, con el desplome del Este europeo” (Petras, 2004, 307). La fuerza de esa ideología llega hasta las filas de la Cuarta Internacional, en 1951, Michael Pablo uno de las principales figuras del trotskismo sostiene: “la realidad social objetiva está compuesta, esencialmente, por el régimen capitalista y el mundo estalinista. Además, indispensable del estalinismo, el imperialismo estadounidense puede implementar el “plan Marshall” que lleva al establecimiento y estabilización de la economía capitalista en el occidente de Europa y en Japón, y la división de Alemania y su proletariado. Este apoyo a la contrarrevolución en Japón y en Europa por parte del Kremlin le permitió al imperialismo lograr el boom económico de cerca de veinte años. (…) Gracias al Kremlin el imperialismo pudo compensar su crisis a nivel imperialista con su estabilización como capitalismo metropolitano, es decir, compensar la expropiación del capitalismo en países relativamente periféricos -limítrofes de la URSS-, lo que le permitió mantener su hegemonía sobre la economía mundial y lograr un proceso de acumulación y desarrollo capitalista inigualado en los países metropolitanos .” (Moreno, 1990, 25-26). 65 nos guste o no, estos dos elementos en gran medida constituyen la realidad objetiva social, dado que la abrumadora mayoría de las fuerzas que se oponen al capitalismo está, en estos momentos, dirigida o influenciada por la burocracia soviética” (Pablo, 1951, 3). Nuestra interpretación es otra, más cercana a la interpretación que presentan Pierre Broué y Nahuel Moreno. Así, la política original del liderazgo soviético era construir un sistema de “Estados tapones” entre Rusia y el occidente capitalista y construir de esta forma una barrera que evitara las agresiones militares. Originalmente estos Estados aunque “amigos” de la URSS, iban a ser estados capitalistas pero con un gobierno que incluyera un sector de la burguesía y al partido comunista pro soviético. La crisis política de la posguerra, cambio esta orientación, el sector de la burguesía que estaba en los distintos gobiernos desertó o se terminó de desintegrar, dejando solos en el gobierno a los partidos comunistas pro soviéticos, que eventualmente realizaron en su propia defensa modificaciones en las relaciones de propiedad (nacionalización de los principales medios de producción, monopolio del comercio exterior, inicio de la planificación económica centralizada)52. 52 Señala Pierre Broué en La Historia del Partido Bolchevique (1973): “En mayo de 1945, el dirigente comunista checo Gottwald anuncia, en el curso de un vibrante discurso, el nacimiento de una ”revolución democrática y nacional”, apartando así la perspectiva de una ”revolución socialista”. Por su parte, Walter Ulbricht afirma en la conferencia del partido alemán:”Algunos obreros pretenden comenzar inmediatamente la construcción del socialismo. Ello no es posible.” Se inicia el ataque contra los organismos autónomos de clase. Los emisarios de Ulbricht organizan la disolución de los comités antifascistas y la integración de sus miembros en la administración que funciona bajo la autoridad de las fuerzas rusas de ocupación. Al reorganizar el partido y los sindicatos desde arriba, el aparato consigue disolver los consejos de empresa. Se ordena a los trabajadores checos que entreguen sus armas. El control obrero, al que como primera medida se priva de todo contenido mediante la administración de las fábricas por el Ejército Rojo, termina por ser suprimido en Checoslovaquia donde los rusos devuelven la autoridad civil a los enviados del gobierno emigrado de Londres. Cuando la administración es instituida por inspiración del ejército ruso, los representantes del aparato emprenden una búsqueda frenética de representantes de los antiguos partidos burgueses para que ocupen los puestos más representativos: la”democracia de nuevo tipo” no puede 66 Estos hechos tuvieron que ser interpretados, la tradición estalinista como hemos visto antes en el caso del PVP, explico el fenómeno como una “ampliación del campo socialista” a 11 naciones más, la tradición trotskista determinó que era un proceso anómalo un especie de “revolución en frío” pero que el cambio en las relaciones sociales era progresivo y los transformaba en Estados obreros deformados burocráticamente. Ya había un antecedente similar con Trotsky en vida, cuando la URSS invadió la mitad de Polonia y Finlandia 53. Es importante señalar que la opresión burocrática y nacional se mantenía por lo cual la revolución política seguía siendo necesaria. La tradición antidefensista reforzó su idea que había en curso una expansión del colectivismo burocrático o del capitalismo de Estado. La política de corresponsabilidad en la contención del proceso revolucionario de la posguerra tuvo, obviamente resultados desiguales, por un lado el desvío de la situación revolucionaria italiana y francesa de 1943-1944 que permitió la estabilización del capitalismo occidental, el aplastamiento de la revolución griega de 1946 a través de la concebirse sin la presencia de estos hombres respetables. Estos últimos estarán de acuerdo con los representantes del aparato al decidirse a aceptar las nacionalizaciones checas, a cuyo respecto Uno de ellos, Hubert Ripka, escribe:”por lo menos se evitarían los disturbios sociales: era una ventaja sustancial”. Asimismo los propios comunistas checos proponen “renovar” el consejo central de los sindicatos mediante una representación paritaria de miembros designados por todos los partidos, con el evidente objeto de eliminar su autoridad rival. En el tipo de Estado reconstruido durante la ocupación del ejército ruso y en el que los representantes del aparato se han reservado los sectores clave de la policía y el ejército, los dirigentes comunistas emprenden la constitución de un partido de tipo estaliniano, tratando de conseguir en primer lugar la fusión con los partidos socialistas demasiado permeables a la oposición de izquierda. Cuándo la ola revolucionaria retrocede los hombres del aparato han copado ya todos los puestos de mando y están dispuestos a iniciar un nuevo viraje. Como afirma Paul Barton,”la democracia popular, concebida como una alianza del Partido comunista con el aparato de Estado y con una burguesía desintegrada por seis años de ocupación nazi, se reveló irrealizable por su incompatibilidad con las relaciones sociales existentes”. (1973, 594-595). 53 “Como la dictadura stalinista se basa en la propiedad estatal y no en la privada, el resultado de la invasión de Polonia por el Ejército Rojo será la abolición de la propiedad capitalista, para poner el régimen de los territorios ocupados de acuerdo con el régimen de la URSS. La medida, de carácter revolucionario -"la expropiación de los expropiadores"- será llevada a cabo por métodos burocrático-militares. La llamada a la actividad independiente de las masas en los nuevos territorios -y sin esta llamada, aunque se oculte con gran cuidado, es imposible construir un nuevo régimen- será sustituida por medidas políticas de rutina destinadas a asegurar la preponderancia de la burocracia sobre las desilusionadas masas revolucionaria” (Trotsky,2008, 18-19). 67 cooperación entre los partidarios de la monarquía y las tropas estadounidense-británicas y finalmente el triunfo de la revolución yugoslava en 1945, que presentaba por primera vez una dirección política de cuño estalinista, pero independiente de la URSS y sustentada sobre su propia tradición de lucha y su propio poder estatal. Como es sabido Yugoslavia tomo un camino diferenciado de la URSS, primero con una ruptura entre Tito y Stalin en 1948 y luego con la oposición de la dirección yugoslava de participar en el Pacto de Varsovia, los yugoslavos a la vez inspiraran el movimiento de países no alineados en 1956. También fue la primera burocracia estalinista que restauró el capitalismo54. Fue la primera “crisis del movimiento comunista internacional”, pero no hay registro que tal crisis tuviera alguna influencia en la izquierda política costarricense. No es así con la otra serie de procesos políticos en concreto la revolución china y la revolución cubana, que si jugaron un papel ideológico en la construcción de las variantes políticas de izquierda que competirán con el PVP, y de las cuales Rodolfo Cerdas Cruz y Álvaro Montero Mejía serán sus ideólogos. Por ejemplo, en el texto de Rodolfo Cerdas Cruz Formación del Estado en Costa Rica (1978, 3), Cerdas se posiciona desde la tradición maoísta para criticar las desviaciones soviéticas en la comprensión de la teoría leninista de Estado. Este desarrollo teórico, es el marco con el que Cerdas luego desarrolla su investigación sobre la formación del Estado en Costa Rica. 54 Para 1963 con la nueva constitución yugoslava, aparece la ideología del socialismo “autogestionario”, que en realidad hoy entendemos que fue la forma primitiva de la ideología del “socialismo de mercado” chino y cubano y por lo tanto la primera forma de restauración capitalista. Yugoslavia fue la primera ocasión que gracias a los regímenes estalinistas se pasaba de un estado obrero burocrático a una dictadura capitalista, historia que se repetiría en China en 1978, Rusia en 1985, Cuba en 1994. (Gowan, 2000), (Huberman y Sweezy, 1964, 3-23). 68 Otro ejemplo en el segundo congreso del Partido Socialista Costarricense realizado en 1975 se señala: “Cuba inicia en América Latina a época de las revoluciones socialistas. La revolución cubana abre una época nueva en nuestro Continente. Ella representa para nuestros pueblos lo mismo que representó la creación de la URSS y el triunfo de la Revolución Rusa, para los pueblos de Asia y Europa” (1975, 43) En el caso de Rodolfo Cerdas Cruz y el Frente Popular Costarricense su adhesión al maoísmo se realizará en el año 1969, las simpatías de Álvaro Montero Mejía con la revolución cubana datan de 1959-1960. Aunque al revés en el tiempo de aparición haremos un pequeño resumen de que significó el maoísmo y el castrismo en la izquierda política mundial. 4.2) Las peculiaridades de los procesos revolucionarios de la posguerra. Si se comparan los procesos revolucionarios de la primera parte del siglo XX, con los de la segunda parte se puede ver con claridad una serie de diferencias teóricas, políticas y estratégicas muy notables que fueron la clave de las diferenciaciones políticas, pero también el sustrato del cual van a venir las innovaciones teóricas y estratégicas del marxismo en la posguerra. En un resumen un poco escueto las revoluciones de primera parte de siglo XX, tuvieron su epicentro en los países capitalistas centrales, tuvieron como sujeto social privilegiado a la clase obrera, más específicamente a la clase obrera de las principales empresas industriales y extractivas. Los métodos de lucha centrales fueron la huelga general y la insurrección 69 obrera y popular, en estos procesos la forma sociopolítica central que surge fueron formas de democracia soviética, de democracia socialista (VVAA, 1972), al frente de estos procesos habían partidos políticos comunistas que de mayor o menor forma se identificaban con la estrategia leninista y con los valores políticos de la revolución de octubre (internacionalismo proletario, democracia soviética, revolución permanente, etc.). En este tipo de procesos podemos incluir a la revolución húngara de 1919, revolución alemana de 1923, el movimiento huelguístico de Turín en 1920, el movimiento de los shop stewards en Inglaterra55, la revolución española de 1931-1939, el ascenso francés de 1936, sin ser un país capitalista central tuvo características similares la revolución china de 1925- 192756. De todos estos procesos solo la revolución rusa saldrá triunfante. Los procesos de la segunda parte del siglo XX serán muy diferentes: tuvieron su epicentro en países del capitalismo periférico, su sujeto social privilegiado fueron los campesinos y/o los pobres urbanos en el caso chino los sectores más atrasados del campesinado chino57. Los métodos centrales de lucha fueron la resistencia guerrillera y la guerra civil prolongada, su forma sociopolítica central fue el ejército guerrillero, aunque este ejército tuviera como antecedente el partido comunista, en general sus formas políticas más que 55 La mayoría de documentos programáticos de estos procesos revolucionarios de la inmediata posguerra se pueden consultar en la antología Consejos Obreros y Democracia Socialistas (1972) editado por Cuadernos de Pasado y Presente. 56 Son de referencia obligada los textos de León Trotsky dedicados a la Revolución China, La Segunda revolución china: notas y escritos de 1919 a 1938 (1976) publicados por el Editorial Pluma. 57 Fairbank describe así la región de Yenan: “Desde el neolítico hasta el presente, el pueblo de China del Norte ha construido viviendas en fosas o casas en cuevas sobre el fino y volátil suelo amarillo de los loes, que cubre cerca de 260.000 kilómetros cuadrados de la China del noroeste, hasta una profundidad de 45 metros o más. El loes tiende a resquebrajarse verticalmente, lo que resulta muy útil para este propósito. Cientos de miles de personas viven hasta hoy en cuevas construidas en los costados de los farallones de los loes” (Fairbank, 1992, 36). Es en estas cuevas en las que se refugiaron y vivieron durante años (1937-45) Mao y su Ejército Rojo campesino tras llegar a Yenan luego de la “Larga marcha”. 70 internacionalistas, buscaban construir una tradición y una narrativa revolucionaria anclada en las tradiciones nacionales de lucha revolucionaria y democrática A propósito del maoísmo Isaac Deutscher dirá: “El maoísmo, desde el principio fue semejante al bolchevismo en dinamismo y vitalidad revolucionaria, pero se diferenció de él por su relativa estrechez de horizontes y por la falta de contacto directo con los desarrollos críticos del marxismo contemporáneo. Uno vacila al decirlo, pero lo cierto es que la revolución china, que por su ámbito es la mayor de todas las revoluciones de la historia, fue dirigida por el más provinciano e “insular” de los partidos revolucionarios” (1975, 106). En esta tesitura de “provincianismo” o “insularismo” el caso más representativo será el Movimiento 26 de Julio y su vínculo con tradición martiana58, pero también se encuentra con mucha claridad en Mao y sus meditaciones sobre el pasado filosófico, político y militar de China59. 58 Es conocido que en el alegato político judicial de Fidel Castro conocido como La Historia me absolverá, Castro sostiene la tesis que el autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada es José Martí. En la tradición revolucionaria cubana, el asalto al Moncada es el punto de inicio de la revolución cubana. Hasta nuestros días la constitución cubana señala que es guiada por el ideario de “José Martí y las ideas político-sociales de Marx, Engels y Lenin”. 59 “Durante la Era de Primavera y Otoño, encontrándose en guerra los Estados de Lu y Chi, el príncipe de Lu, Chuangkung, quería atacar antes de que las tropas de Chi se fatigaran, pero Tsao Kui se lo impidió. Entonces el príncipe adoptó la táctica de "cuando el enemigo se fatiga, lo atacamos", y derrotó al ejército de Chi. En la historia de las guerras de China, éste es un ejemplo clásico de victoria lograda por un ejército débil sobre uno poderoso. He aquí el relato que hace el historiador Tsuochiu Ming: "En la primavera nos invadieron las tropas de Chi. EL príncipe iba a lanzarse a la batalla. Tsao Kui le pidió audiencia. Sus vecinos le dijeron: `La guerra es asunto de los dignatarios, por qué te entrometes?' Tsao replicó: `Los dignatarios son gente mediocre; no ven más allá de sus narices.' Luego se presentó ante el príncipe y le preguntó: ` En qué te apoyas para combatir?' Este respondió: `Nunca he disfrutado yo solo de los vestidos y manjares; siempre los he compartido con otros.' Tsao comentó: `Tan mezquina caridad no alcanza a todos; el pueblo no te seguirá.' Y dijo el príncipe: `Jamás he ofrecido a los dioses menos sacrificios en animales, jades o sedas de los que se les debe; siempre he procedido de buena fe.' Y Tsao replicó: `Esa fe mezquina no inspira confianza; los dioses no te bendecirán.' El príncipe añadió: `Aunque no puedo ocuparme personalmente de los detalles de todos los procesos, grandes y pequeños, siempre me atengo a la justicia.' Y Tsao concluyó: `Eso demuestra tu devoción al pueblo. Puedes ir al combate. Cuando partas, permíteme que te acompañe.” (1972, 106). 71 En estos procesos la dimensión, nacional, antimperialista y anticolonialista era muchísimo más marcada y ya en su forma estatal no encontraremos formas soviéticas o autogestionarios de conducción, sino formas verticales y burocráticas, que en algún momento podrían cobrar dimensiones ultraizquierdistas, como por ejemplo durante la revolución cultural china o la ofensiva revolucionaria cubana de 1968, formas en mucho similares a las formas del “tercer periodo estalinista”60. Es enmarcado en estos dilemas estratégicos de la posguerra que intelectuales orgánicos como Manuel Mora, Álvaro Montero Mejía y Rodolfo Cerdas, buscaran producir documentos teóricos, históricos y políticos para orientar la práctica política de las tres principales organizaciones de izquierda en el país durante la década del setenta y el ochenta: El Partido Vanguardia Popular, El Partido Socialista Costarricense y el Frente Popular Costarricenses. Es justamente en este marco teórico y práctico que intentarán dar una respuesta a los desafíos de la revolución nicaragüense y a la crisis del socialismo histórico. 60 “Hacia 1927 diversos factores, tales como la estabilización económica europea, el trágico fracaso de las tácticas de frente unido en China y la lucha por el poder en el seno del Partido Comunista y del Estado soviético, dieron como resultado un repentino cambio de tácticas a partir del Sexto Congreso de la Internacional Comunista realizado en Moscú entre el 17 de julio y el 1 de septiembre de 1928. Nikolái Bujarin (cuya alianza con Iósif Stalin empezaba a desmoronarse debido a la ruda campaña desarrollada en su contra por la mayoría stalinista del Politburó soviético) anunció que estaba comenzando un "tercer período" de desarrollo económico capitalista de posguerra, caracterizado por crisis económicas aceleradas, radicalización de las masas trabajadoras, agudización del conflicto de clases y guerras imperialistas que conllevarían un ataque armado a la Unión Soviética. La crisis por venir, vaticinaba Bujarin, podría culminar en el colapso definitivo del capitalismo. Los partidos comunistas debían, por tanto, prepararse para luchas decisivas, acerándose, superando sus debilidades y alcanzando la hegemonía en el movimiento obrero de sus respectivos países. Ni colaboración ni pactos con los socialdemócratas ni con otros reformistas eran posibles, puesto que ante una situación revolucionaria, dichos sectores revelarían su carácter de servidores del capitalismo y de "socialfascistas" o mano izquierda de la burguesía. Los comunistas tenían que denunciarlos y abocarse a eliminar completamente la influencia que aún ejercían sobre la clase obrera. Solo la táctica de "frente unido desde abajo" (con exclusión absoluta del "frente unido por arriba") era permitida a los comunistas del mundo entero” (Grez Toso, 2015,470) 72 5) Interpretación teórica del pensamiento político de Manuel Mora. El análisis del pensamiento de Manuel Mora que realizamos está circunscrito a un periodo muy preciso de tiempo el que ocurre entre 1979 y 1991. Buscamos entender sobre todo las posiciones teórico-políticas de este autor ante fenómenos como el surgimiento de la “nueva izquierda” latinoamericana61, la revolución sandinista y la crisis del socialismo histórico. Si es necesario haremos un recorrido hacia atrás en el tiempo con el objetivo de precisar algunos detalles sobre cómo Mora enfocaba determinados problemas teóricos o políticos. A diferencia de otros intelectuales, que producto de acontecimientos como las guerras o las revoluciones modifican abruptamente sus opiniones filosóficas y políticas, en Manuel Mora no hay un giro abrupto de su orientación, sino que siempre fue muy coherente en su interpretación filosófica y política del marxismo. Hemos mostrado en otros trabajos (Herrera, 2008), (Herrera 2009) que el único cambio notable en la obra de Manuel Mora es el que se produce en el año 1936, cuando abandona los aspectos más izquierdistas del programa (el planteamiento de la necesidad de soviets) (De la Cruz, 1984, 249), consecuentemente modera los métodos (lucha directa, antiparlamentarismo) (Amador, 1980, 78), las consignas y las formas discursivas (anti intelectualismo, lenguaje combativo) del PC CR en sus primeros años. 61 Podríamos denominar nueva izquierda a un conjunto de fuerzas sociales y políticas surgidas bajo el ejemplo del triunfo de la revolución cubana, estas fuerzas sociales heterogéneas, no tuvieron una identidad programática y organizativa, como lo fueron los Partidos Comunistas organizados alrededor de la Internacional Comunistas y sus 21 condiciones, sino que está heterogeneidad de fuerzas y proyectos terminó cobrando una identidad política de hecho producto de las prácticas políticas, el castrismo es “un taller de ideas, de organizaciones, de armas y proyectos” (1976, 44) había sentenciado Regis Debray. La nueva izquierda es una identidad política de hecho, que fue impulsada de manera positiva por el triunfo de la revolución cubana y la extensión del castro guevarismo y de manera negativa por lo que rechazaban: las política liberal, socialdemócrata y estalinista, la estrategia de coexistencia pacífica de Kruschev, la burocratización de las organizaciones de izquierda y populares, la mercantilización de la vida y la cultura, la religiosidad tradicional e impuesta, la cultura tradicional, etc. Aceptando esta clasificación en nuestro país serían parte de la nueva izquierda el Frente Popular Costarricense, el Partido Socialista Costarricense, el Movimiento Revolucionario del Pueblo, la Organización Socialista de los Trabajadores, el Partido Revolucionario de los Trabajadores y la organización político-militar “La Familia”. 73 El abandono en el terreno de la política de aspectos importantes del programa, no fue un abandono de la mirada filosófica que se tenía sobre la vida social. Hay un elemento que sí es unitario en el pensamiento de Mora, que es su adhesión a una Filosofía de la Historia62 organicista, fatalista y determinista. Elementos de esta Filosofía de la Historia podemos encontrarla desde muy temprano en la obra de Mora. Entre el 15 de marzo y el 17 de Mayo de 1930, Manuel Mora Valverde y Ricardo Coto Conde editan 10 números un semanario titulado La Revolución, los actores políticos y los analistas históricos del PC CR coinciden en que este semanario jugó un papel importante en la preparación política e ideológica que llevará a la fundación del PC CR y del semanario Trabajo (Molina, 2003, 207). Tan temprano como en el Nº 1 del periódico La Revolución, hay un fragmento que muestra transparentemente la Filosofía de la Historia de Mora y Coto Conde, el texto va como sigue: “Cuando damos una ojeada a la Historia y contemplamos a la humanidad a través de todos los tiempos; cuando observamos sus avances y retrocesos, sus florecimientos y hecatombes, nos parece adivinar en todo una fuerza directora, sabia y poderosa, que impulsa y que refrena, que crea y que destruye, que va a conduciendo a los pueblos, lenta y fatalmente hacia una meta en la cual parece vislumbrarse el reinado de la felicidad. Vemos así sucederse las épocas íntimamente relacionadas, a tal extremo, que para los hombres de un poco de visión, no es difícil determinar, con mayor o menor exactitud, por las épocas pasadas, cuáles serán las futuras” (2003, 211). Como señala Manuel Solís en La Institucionalidad Ajena (2006, 110) los principales dirigentes del partido comunista, incluyendo Manuel Mora fueron educados y forjaron sus 62 “La diferencia entre una teoría de la historia y una Filosofía de la Historia no está en la verdad absoluta de la primera y en el error también absoluto de la segunda, sino en la tensión (heurística: de búsqueda, de interpretación, de explicación) que el discurso conceptual de la primera establece con lo real-social, que es su raíz y a la que intenta pensar, y el carácter imaginario-especulativo, de sentido común espuriamente teorizado, de la segunda. Dicho de otra forma: una teoría de la historia está en tensión y lucha contra las ideologías de la historia. Las filosofías de la Historia son ideologías de la historia” (Gallardo, 1993,153). 74 primeras ideas en el marco del horizonte cultural posible del Valle Central costarricense de finales de los años veinte e inicios de los treintas. La tesis de Solís, que compartimos, es que el horizonte cultural de los dirigentes comunistas es un entrecruce de “liberalismo, teosofía, nacionalismo y catolicismo” (Solís, 2006, 110) (Salas, 1997, 350). Estas ideas fueron asimiladas no de cualquier forma, sino en la específica interpretación que le dieron figuras como Joaquín García Monge y Omar Dengo63, quienes tuvieron una notable influencia en la primera generación comunista (Salas, 1997,42-357), (Herrera, 2008, 155-205). En el caso de Manuel Mora, las anécdotas de personas cercanas a él, lo colocan como un joven interesado filosófica y prácticamente por las matemáticas (Salas, 1980, 4) (Araya, 2012,4) es decir un mundo de legalidad, armonía y orden lógico. La búsqueda de este mundo ordenado será una constante de su pensamiento. La búsqueda de una síntesis que le permita ordenar el mundo y armonizar influencias encontradas (González y Solís, 2001, 258) Determinar este sustrato cultural del que se nutre Mora es importante, pues muestra que existía ya de previo una interpretación de la sociedad y de la historia entendida de manera evolucionista y organicista. 63 Álvaro Quesada señala que entre las influencias de esta generación intelectual se encuentra: “el espiritualismo teosófico, el decadentismo europeo del cambio de siglo, el idealismo arielista de Rodó, el anarquismo de Kropotkine y Reclus, el cristianismo socialista de Tolstoi” (1998, 79). Iván Molina caracteriza la tesitura intelectual de esa generación de la siguiente manera: “[El discurso que elaboraron sobre la llamada cuestión social”] (...) tenía una doble cara, una potencialmente explosiva, y otra muy identificada con la ideología liberal del progreso. El lado subversivo de sus escritos (...) denuncia la explotación laboral, el crecimiento de la pobreza, de las campañas electorales como farsas al servicio de los poderosos, y del imperialismo estadounidense” (...) “El perfil no contestatario de estos radicales se desprendía de su énfasis en que los sectores populares de la ciudad y el campo, para alcanzar su plenitud física y espiritual, debían ser redimidos mediante una educación apropiada, que sería proporcionada por esos mismo jóvenes. Este ambicioso proyecto de ingeniería social, al tiempo que revalorizaba la función de los intelectuales, sirvió de base para que los izquierdistas de comienzos del siglo XX, se integraran poco a poco en el programa civilizador de los liberales”(Molina, 2002,23). 75 Las ideas y discursos que conciben la sociedad y la historia como un organismo natural, cuyos cambios son orgánicos, estables y fáciles de predecir si se tiene el conocimiento y el temperamento personal e intelectual adecuado, circulaban ya de previo en el mundo social en el que Manuel Mora se volverá comunista. Tanto en la generación de Monge y Dengo, como en la interpretación materialista histórica de Mora, estos cambios orgánicos y evolutivos además tienen una dirección positiva, hacia el progreso de la Humanidad. Esta forma de entender la sociedad, conectaría filosóficamente a los comunistas con la tradición positivista venida del liberalismo (Solís, 1991, 263-266) y del liberalismo tardío, nacionalista y arielista (García Monge, Omar Dengo, etc.) 64. La otra veta de influencia filosófica de Mora son las ideas de Justicia y Redención Social, venidas de distintos afluentes ya sea el catolicismo social promovido por el clero y la jerarquía eclesiástica, ya sea del catolicismo cultural e inercial dominante en la sociedad costarricense del siglo XX. En la entrevista que Enrique Benavides le realiza a Manuel Mora en el año 1976, recuerda como el librero y los sillones de Manuel Mora, eran originalmente de Carmen Lyra. En un ambiente nostálgico Mora Valverde señala que fue lo único que se pudo salvar de la casa de la escritora comunista, donde prospero en sus orígenes el PC CR. Al recordar la casa de Lyra señala Manuel Mora: “aquella casona de tapia de tejas y jardín de rosas, en cuyo vestíbulo se alzaba un crucifijo de madera de Juan Manuel Sánchez” (Benavides, 1976, 13). Al revisar las biografías de los principales dirigentes comunistas se nota con facilidad la fuerte presencia del catolicismo cultural sobre todo por vía materna. Eduardo Mora Valverde, en su biografía a propósito del Desfile de la Victoria en 1943 señala: “En ese momento cerré los ojos y sólo pensé durante un rato en mi madre, fervorosa católica (…) la vida le alcanzó para ver al jefe de su iglesia encabezar con el jefe del comunismo, aquellas jornadas democráticas” (2000,92). El uso de ejemplos y retoricas bíblicas también esta muy presente en los discursos políticos de Manuel Mora, dice por ejemplo en medio de una polémica política que revisando la Biblia 64 Ver por ejemplo los discursos que reproduce Vladimir de la Cruz en Los mártires de Chicago y el 1 de Mayo de 1913 (1985, 74-117), (Herrera, 2008, 155-205). 76 se le ocurrió copiar un trozo de la epístola de Santiago: “Así pues, orad por la miseria que os aguarda a vosotros los ricos. Vuestras riquezas han entrado en putrefacción, vuestros trajes lujosos están roídos de gusanos. Herrumbrosos están vuestro oro y vuestra plata. Habéis acumulado tesoros mientras guardabais en provecho vuestro el salario de los obreros que han segado vuestros campos. La querella de los segadores ha subido a oídos de Dios”. Aquí vemos como un Santo de la Iglesia vislumbró en aquella época remota un problema que luego analizó un hombre que no era Santo: Carlos Marx; me refiero a la explotación del trabajador mediante el salario. Si ese concepto hubiera sido dicho en la actualidad, Santiago estaría corriendo el peligro de ser declarado comunista y apóstata por la moderna inquisición” (1980, 55). Otra de las influencias filosófico-políticas de Mora Valverde es una cierta forma de anarquismo pacifista o socialismo cristiano (Tolstoi, Rushkin, etc.) que promovieron activamente García Monge y Carmen Lyra (antes de volverse comunista) y que no desaparecerá del todo en la política y la formación cultural de los comunistas costarricenses, por ejemplo llama notablemente la atención el número de importaciones que los comunistas costarricenses realizaron, durante los años cuarentas de los textos de Hewlett Johnson, Dean de Canterbury, el “párroco” rojo”. (Molina, 2009, 2005). Los textos de Jhonson son descripciones sobre la vida en la URSS. Esta mezcla de catolicismo social o socialismo cristiano es perfectamente compatible con el culto a la personalidad estalinista65. Estamos pues en presencia de un mapa mental, de un horizonte cultural que facilitó la absorción y asunción del DIAMAT, de la filosofía oficial, la filosofía/ideología del Estado Soviético66. 65 “A lo largo de esos 33 años, Johnson dedicó la mayor parte de su asombrosa energía a demostrar que el comunismo soviético, especialmente como lo practicaba Stalin, era el cielo en la tierra: "Mientras esperamos a Dios, Rusia lo está haciendo". En su best seller, El Poder soviético: La sexta parte socialista del mundo, que se publicó poco después del más extenso programa de asesinatos en masa de Stalin, escribió: "Nada golpea al visitante de la Unión Soviética con mayor fuerza que la total ausencia de miedo".” (Traducción propia) ( Moore, 2011) 66 Más adelante se discute extensamente en que consiste el HISMAT y el DIAMAT. 77 Este “rodeo” filosófico, nos parece que es necesario realizarlo pues en muchos sentidos el pensamiento de Manuel Mora en el periodo de 1979-1985, es una continuidad y en otros casos una reafirmación que lo que ya había expresado y definido en otros momentos de su trayectoria política. Los sucesos políticos que queremos estudiar son interpretados por Manuel Mora, a la luz del materialismo histórico, tal como él lo entendía. Iván Molina en el año 2009 publicó los materiales impresos exportados e importados por el Partido Comunista entre 1931 y 1948, gracias a esta valiosa fuente documental podemos realizar una hipótesis razonable de cuáles fueron las fuentes de las que abrevaron los comunistas costarricenses para construirse una idea de en qué consistía el DIAMAT y el HISMAT y de cómo había que “aplicarlo”. Destacan en los libros importados y por lo tanto probablemente leídos y estudiados por los dirigentes comunistas costarricenses clásicos del marxismo como El Manifiesto Comunista, Del Socialismo utópico al socialismo científico, Principios del Comunismo de Marx y Engels y otros textos de divulgación de Plejanov y Lenin. Pero queremos llamar la atención sobre el texto de Adoratsky, La dialéctica materialista que ya circulaba en el país desde 1938, pero sobretodo la Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética y Cuestiones del leninismo este último escrito por José Stalin. En ambos libros se encuentra contenido el texto “Sobre el Materialismo dialéctico y el materialismo histórico”, texto escrito en 1938 por Stalin, este texto fue insertado en el capítulo IV de la Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la URSS. Se le consideraba el segmento “teórico” del libro. La tradición estalinista “canonizó” este texto como un notable trabajo teórico y fue considerado por mucho tiempo la síntesis precisa del DIAMAT y el HISMAT, Henri Lefebvre habla de una fetichización y una celebración excesiva de ese texto (1971, 11). Néstor Kohan, por su parte sostiene que en este texto Stalin construye: “un cuerpo lógico circular, sistemático y cerrado, sin contradicciones ni fisuras internas, o sea (...) un 78 verdadero “sistema” (Kohan, 2003, 40). Para Kohan este texto seria la base del dogma estalinista. Los manuales soviéticos serán la base de la educación teórica y filosófica de los comunistas latinoamericanos, todos ellos abrevaran de esta fuente ideológica, “Al volcarse —y difundirse— en forma de manual, la filosofía del DIAMAT ganó e incorporó un público ampliado, aunque al precio de convertir la filosofía marxista no en un instrumento activo de liberación, creación, interrogación y crítica sino, por el contrario, en un medio de legitimación basado en la repetición mecánica de citas, justificación y obediencia teórica. A partir de la difusión masiva de manuales, el militante de esta tradición cultural no debía ya formarse en la lectura de los clásicos sino en el recorte previo que de ellos habían hecho los discípulos soviéticos de Stalin” (Kohan, 2003,46). Razonablemente podemos señalar que la “filosofía”, el momento más abstracto del pensamiento de Manuel Mora Valverde, es una creación combinada del DIAMAT soviético y un organicismo ya presente en las doctrinas liberales y positivistas tal como fueron entendidas en la Costa Rica de los años veinte. 5.1 ) Cómo se debe entender el término ideológico DIAMAT. DIAMAT y HISMAT son la forma reducidas de los términos materialismo dialéctico y materialismo histórico. Según el Diccionario Soviético de Filosofía de Mark Moisevich Rosental y Pavel Fedorovich Iudin, en su versión española de 1946 [escrita en ruso en 1939]: “El materialismo dialéctico es la ciencia filosófica sobre las leyes más generales del desarrollo de la Naturaleza, de la Sociedad humana y del pensamiento, la concepción filosófica del partido marxista-leninista, creada por Marx y Engels y perfeccionada por Lenin y Stalin” (1946, 201). La versión uruguaya de 1959, que sigue la segunda edición soviética de 1955, es decir un texto escrito en el breve periodo situado entre la muerte de José Stalin y el XX Congreso del PCUS en 1956, modifica esa definición por esta otra ya retocada: “Concepción del 79 mundo del partido marxista, creada por Marx y Engels y desarrollada por Lenin. Se llama materialismo dialéctico porque para estudiar la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento, emplea el método dialéctico, antimetafísico, y porque su teoría filosófica es un materialismo rigurosamente científico. El método dialéctico y el materialismo filosófico se compenetran recíprocamente, se hallan indisolublemente ligados y constituyen una concepción filosófica coherente. Aplicando el materialismo dialéctico al estudio de los fenómenos sociales, Marx y Engels fundaron el materialismo histórico, una de las más grandes conquistas de la ciencia. El materialismo dialéctico y el materialismo histórico constituyen el fundamento teórico del comunismo, la base teórica del partido marxista”. (1959, 300). Es decir, el DIAMAT era la filosofía oficial de la Unión Soviética y de los Estados Obreros deformados de la posguerra, así mismo la filosofía oficial de los Partidos Comunistas oficiales de todo el mundo y de muchas organizaciones que, aunque no fueran prosoviéticas mantenían esta filosofía como marco teórico básico (ideológico) para comprender los fenómenos sociales. Por ejemplo el Partido Socialista Costarricense y el Frente Popular Costarricense. En sentido estricto era junto con otros aspectos como el “culto a la personalidad”, el patriotismo burocrático y el realismo socialista, un elemento de lo que podríamos llamar el campo ideológico de los Estados Obreros Burocráticos, es decir una ideología, un sistema de ideas y prácticas de orden simbólico funcionales a la dominación de una casta burocrática. Así DIAMAT haría referencia a tres procesos distintos: 1) Un elemento de la ideología de una casta burocrática gobernante en las sociedades poscapitalistas. 2) Una específica codificación del marxismo, dominante en el siglo XX, pero que bien puede hundir sus raíces en el siglo XIX (Kohan, 2003, 42-53) 3) Un elemento central en el pensamiento ideológico-político de los comunistas y la izquierda política latinoamericana y costarricense. 4) Uno de los componentes del pensamiento filosófico de Manuel Mora y su círculo interno, que sirve como justificación explicación de su accionar político. 80 5.2) Una breve genealogía del DIAMAT. El término Materialismo Histórico, nunca fue usado por Marx, el termino aparece por primera vez en los textos de Jorge Plejanov, el fundador del marxismo en Rusia y mentor teórico y político de Lenin y Trotsky. Este hecho no menor debe ser tomado en cuenta para entender el desarrollo posterior del DIAMAT, a diferencia de las preocupaciones filosóficas del Occidente Europeo, más sofisticado culturalmente y por lo tanto más presto a mirar las sutilezas teológicas y filosóficas del debate sobre Dios, el Alma y el Espíritu, más en general a prestarle atención a la sutileza de los fenómenos culturales y simbólicos. El materialismo filosófico ruso fue un sustrato intelectual común de las distintas corrientes revolucionarias rusas: los narodnikis, los bakunistas, el menchevismo y el bolchevismo, todas estas corrientes políticas, pese a sus agudas diferencias en la política y en la interpretación histórica, reivindican un materialismo filosófico bastante homogéneo. El enfrentamiento materialismo-idealismo tal cual lo entendieron los revolucionarios rusos estuvo siempre marcado por el hecho de ser un elemento de lucha ideológica en medio de un feroz combate político contra un Estado Absolutista, que tenía como una de sus características principales tener una Iglesia de Estado y una “burocracia celeste”, cuya cabeza era el mismo Zar. El materialismo ruso, aunque tuvo varias derivaciones políticas duramente enfrentadas entre sí leyó al idealismo, la religión, el misticismo y la superstición como un solo fenómeno cuyo soporte material sería la burocracia eclesial y profesoral/ universitaria del estado absolutista zarista. 81 Eso hizo obviamente que el materialismo ruso, fuera considerablemente diferente al materialismo que podemos encontrar en El Capital de Marx. Es un materialismo menos atento a las sutilezas que se pueden encontrar en los análisis de los fenómenos filosóficos, religiosos y culturales. En esta clave la filosofía, su debate y comprensión siempre parece estar subordinado al combate político contra la Iglesia estatal, esta relación problemática con la filosofía es particularmente patente en Materialismo y empiriocriticismo (1908) de Lenin, otro de los textos canonizados por el DIAMAT. Este materialismo militante, pero “crudo”, “vulgar” puede ser muy útil para las necesidades políticas de la Rusia prerevolucionaria del siglo XIX, inclusive fue necesario para enfrentar el misticismo y atraso cultural ruso en los primeros días del Estado Obrero, pero al transformarse en el canon de interpretación materialista del movimiento comunista mundial, después del afianzamiento del estalinismo, terminó convirtiéndose en un dogmatismo que “implicaba mucho más que libros de texto o monografías, era la atribución de corrección o maldad a todo pensamiento, previa a su ejercicio, que fijaba posiciones alrededor de lo que existe y de lo que se debe estudiar y discutir, y ordenaba las opiniones generales que debían sostenerse en la política, la economía, la educación, hasta en la apreciación de las artes. Al regresar a la filosofía especulativa de la naturaleza en nombre del marxismo y postular la iluminación supuestamente científica de todo como obligación ideológica, elaboraron un instrumento coherente de dominación que cerraba el paso al desarrollo del socialismo y aplastaba a las personas” (Kohan, 2003, 23). El DIAMAT fue un sistema cerrado de tesis e interpretaciones que iniciaba con un regreso de la filosofía especulativa de la naturaleza, a una ontología naturalista que era enunciada como Dialéctica de la Naturaleza o Leyes Universales de la dialéctica. Asociado a esta metafísica de la Historia y de la Naturaleza, había una epistemología realista ingenua que consistía en el reconocimiento del mundo práctico y material “tal como es” omitiendo “la mediación de la lógica y el discurso” (Lefebvre, 1971, 11) y derivado de eso una Teoría del reflejo donde se le atribuye al conocimiento la “propiedad de ser una imagen exacta de la realidad, producida por el cerebro humano” (Kohan, 2003, 27). 82 Señala Néstor Kohan, en la crítica que hemos tomado como modelo: “De este modo, quedan bosquejados los principales cimientos de lo que más tarde se conocería oficialmente como la “concepción del mundo” del marxismo: una ontología general “materialista dialéctica” y una gnoseología basada en la imagen y el reflejo del mundo objetivo, ambas de tipo filosófico, de las cuales se deriva por aplicación una disciplina particular, de tipo científico, el “materialismo histórico” (2003, 29). 5.3) ¿Cuáles son las características principales de la recepción del DIAMAT en Manuel Mora? La influencia del DIAMAT en la obra de Manuel Mora y de los comunistas de primera época se puede registrar desde muy temprano. Así encontramos en los números de Trabajo, artículos explicativos del materialismo histórico, que luego serán recopilados en los Discursos (1980) de Manuel Mora, estos artículos invocan al materialismo como un elemento de justificación y reafirmación de su posición. La defensa del materialismo aparece también en las luchas parlamentarias de los años treinta. Un elemento distintivo de la interpretación teórica de Mora es su organicismo, su comprensión de la sociedad como un organismo vivo sometido a leyes naturales: “La sociedad es un organismo vivo de la Naturaleza, que evoluciona de conformidad con leyes propias” (1980, 66). Este organismo, está regido por leyes naturales que le son propias y que no pueden ser modificadas ni por las pasiones, ni por los intereses de los hombres: “por encima de las pasiones y de los intereses de los hombres están siempre las leyes de la naturaleza, que rigen el desarrollo y la culminación de los procesos sociales” (368). Estas leyes y este organismo es un organismo nacional, que tiene como elemento fundamental su leyes endógenas que no puede ser alteradas desde el exterior del organismo, esta interpretación filosófica sería central para determinar por qué la revolución no puede ser “exportada”: “el proceso revolucionario obedece a leyes naturales que en cada pueblo se cumplen de manera propia y a su debido tiempo; de que lo importante es que cada país 83 se desarrolle; la transformación social vendrá a su tiempo y por impulso propio y no por impulso externo” (291). La comprensión de la sociedad como un organismo natural sometido a leyes naturales es una comprensión filosófica que se mantendrá en el pensamiento de Vanguardia Popular, ya en la posguerra esta forma de razonar se mantiene en Manuel Mora, pero también en el círculo interior y equipo dirigente del PVP, esta forma de entender el marxismo se extiende hasta casi finalizar el siglo XX. En ese sentido nos parece importante y representativo el texto de Eduardo Mora Valverde Introducción al marxismo-leninismo, un texto de 1970 usado como exposición didáctica del fundamento teórico del actuar del PVP dice : “Así como las leyes mediante las cuales se rigen los fenómenos de la naturaleza determinan que después de la noche llega el día, así las leyes mediante las cuales se rige el desarrollo de la sociedad determinan que después del capitalismo llega el socialismo, y que después de su primera fase la sociedad debe pasar a la segunda y última: el comunismo” (1970, 14-15). José Merino, exponiendo su interpretación de Marx, asevera: “Marx concibió el movimiento social como un proceso histórico-natural regido por leyes que no sólo son independientes de la voluntad, la conciencia y la intención de los hombres, sino que además determinan su voluntad, conciencia e intención. Conocer esas leyes, puede ayudar a los hombres a acelerar los procesos históricos, pero nunca a saltar ni a descartar etapas o fases.” (Merino, 1996, 89)67. 67 La caricatura en que la burocracia soviética y los partidos comunistas convirtieron el materialismo, no es razón para abandonarlo, compartimos la reivindicación del materialismo filosófico que realiza Cesar Rendueles: “No creo que el materialismo histórico sea una escuela filosófica, ni una ideología, ni siquiera una doctrina coherente. Distintas personas han reivindicado esa etiqueta planteando tesis incompatibles entre sí. A lo mejor se podría entender como un programa de investigación, aunque creo que Lakatos hablaba de algo bastante distinto. Además, me gusta la expresión “tradición intelectual” porque da sensación de historicidad, alude una constelación de autores y teorías unidos por un conjunto de preguntas a las que tratan de dar respuesta y cuyo mismo planteamiento va cambiando a lo largo del tiempo” (2016, 1) “El materialismo es una perspectiva histórica que otorga prioridad explicativa a aquellos aspectos de la realidad social más resistentes al cambio. En ese sentido, es una fuente de utilidades para aquellas propuestas políticas que aspiran a transformar algunas dinámicas sociales muy sedimentadas. Hay al menos dos versiones distintas, en cierto sentido opuestas y en cierto sentido complementarias, del materialismo 84 5.3) La aplicación que Mora Valverde hace del Materialismo Histórico a los problemas políticos. Para nuestra investigación es particularmente importante determinar qué implicaciones tuvo esta específica interpretación del marxismo en los problemas ideológico-políticos que queremos examinar. Manuel Mora en el año 1964 emite un discurso teórico titulado La Guerra en el Caribe, creemos que es digno de atención pues es emitido cuando ya está configurado el marco geopolítico básico que se mantendrá hasta los años ochenta, a saber: el clima de Guerra Fría, los llamado problemas de “la guerra y la paz”, el debate sobre las vías de transición al socialismo, este debate es clave dentro de la izquierda política y fue acicateado por el triunfo de la revolución cubana y su marcha “ininterrumpida” hacia el socialismo68. En el texto que indicamos Mora señala como los problemas centrales: la guerra y la paz, las armas de destrucción masiva y “la posibilidad o imposibilidad de que en muchos países el tránsito del viejo orden social al orden social nuevo que imponen las leyes de la Historia, pueda llevarse a cabo por la vía pacífica”. (1980,477). Un elemento a destacar es que la metáfora orgánica tantas veces utilizada para explicar el materialismo histórico sirve para justificar una política moderada. La idea que se quiere transmitir es que así como en la naturaleza no existen cambios bruscos y sería contrario a la histórico: una privilegia el cambio tecnológico como factor explicativo y otra incide más en los grandes conflictos sociales y políticos. A mí no me causa desazón esta pluralidad, creo que forma parte de la naturaleza de las ciencias sociales. Pero la verdad es que ha sido el germen de un debate interminable y extremadamente aburrido que ha enfrentado a los marxistas durante más de un siglo” (2012). 68 “La radicalización de la revolución después de la toma del poder en 1959 habría de producirse según una regla que el Ché conocía a fondo: “una revolución que no se profundiza constantemente es una revolución que retrocede”. Ya en abril de 1959 (en una entrevista que le hiciera un periodista chino), hablaba el Ché de un “desarrollo ininterrumpido de la revolución” y de la necesidad de abolir “el sistema social” existente” (Lowy, 1973, 93). 85 razón intentar violentar o acelerar un cambio natural, así mismo los cambios sociales deben ser “orgánicos”, evolutivos y razonables69. El desarrollo social y el cambio social tienen leyes y procesos que se pueden conocer, pero no se pueden violentar. Intentar violentar este desarrollo sería la intervención de los sentimientos, la irracionalidad y posiblemente la anarquía en la vida política y social, es la política del odio. Polemizando con Rogelio Sotela señala Mora Valverde: “El odio, señor Sotela, es un fenómeno humano; como humano es el amor. Nadie puede crear artificialmente el odio o el amor. Yo podría recorrer el país pidiéndole a las gentes que odien. Ellas no odiarán si no tienen razones para hacerlo. El hombre que tiene entre sus manos un hijo agonizante de miseria, muy posiblemente sentirá odio por más que nunca haya oído una sola idea socialista. La idea socialista para lo que sirve es para encauzar ese odio hacia fines constructivos. Si queréis evitar luchas -señores Diputados- luchas que nosotros los comunistas tampoco quisiéramos para nuestro país, sólo un medio os queda: abrir los ojos, tocar las miserias del pueblo, sentir sus angustias, tratar de remediarlas. La paz social no se consigue con palabras ni con leyes como la que estamos discutiendo. Se consigue con medidas reales que pongan coto a lo que es injusto y a lo que es inicuo”. (1980, 56)70. 69 Usando también la analogía orgánica y natural George Novack, filósofo marxista y militante trotskista llega a conclusiones contrarias a las de Mora Valverde, el estudio y la observación del desarrollo orgánico y natural mostraría más bien la generalidad de la revolución, de los cambios abruptos y disruptivos: “Lo que es válido para órdenes enteros, y especies de animales y plantas también lo es para especímenes individuales. Si la igualdad prevaleciera en el crecimiento biológico, cada órgano del cuerpo podría desarrollarse simultáneamente y en el mismo grado de proporciones, pero tan perfecta simetría no se encuentra en la vida real. En el crecimiento del feto humano, algunos órganos emergen y maduran antes que otros. La cabeza y el cuello se forman antes que los brazos y piernas, el corazón en la tercera semana y los pulmones después. La culminación de todas estas irregularidades se manifiesta en los recién nacidos, que salen de la matriz en diferentes condiciones, con deformaciones y en distintos intervalos entre la concepción y el nacimiento. (…) El desarrollo de la organización social y de las estructuras sociales particulares exhibe desigualdades no menos pronunciadas que la historia biológica de los antecesores de la raza humana” (1989,94). 70 La animadversión por los odios desbordados y las pasiones conecta a Mora Valverde con los razonamientos de los liberales positivistas: “El núcleo de la cuestión se puede resumir en una reivindicación que cruza las distintas posiciones políticas del año 1940: “hay que contener las pasiones”, “se deben 86 Cuando el odio y las pasiones no son encausadas entonces brota la anarquía, el militarismo y el cuartelazo. Las personas sufren. Es importante señalar siguiendo a Botey y Cisneros (1980, 12), pero también a González y Solís (2001,297) que la animadversión de Manuel Mora a las asonadas militares podría estar enraizada en un elemento muy primario de su experiencia personal. La asonada y la aventura militar fue la principal forma de combate de la oposición antitinoquista, en la que participó su padre y también el general Jorge Volio, uno de los primeros rivales políticos de Manuel Mora y una fuerza política que el PC CR tuvo que desplazar para transformarse en la fuerza política hegemónica de los sectores populares costarricenses. La asonada militar era parte también de la cultura política de la época (Molina, 1999,19) contra la que tuvo que luchar Mora, para forjar su propia opción política. La participación del padre de Manuel Mora en la lucha antitinoquista implicó el abandono de la familia y su traslado a Nicaragua. En ese mismo periodo dos de sus hermanas menores mueren de tosferina, la falta de dinero de su familia les impide tratarlas. Manuel Mora y sus biógrafos más cercanos colocan esta tragedia como un evento decisivo de su vida, la indiferencia frente al dolor ajeno, lo empujó a luchar por la justicia social. Pero también es razonable pensar que marcó un distanciamiento/resentimiento con este tipo de experiencia política tan dolorosa. Manuel Mora con 12 años (hoy lo consideraríamos un niño, sin más) tiene que afrontar las obligaciones que su padre no puede cumplir por su exilio político voluntario, un niño que intenta vender sus juguetes para salvarle la vida a sus hermanas pequeñas, no puede sentirse más que abrumado por una situación emocional y afectiva, producida por una situación política que no controla y que le es en todo sentido irracional. Sólo 12 años después, un joven Manuel Mora de 24 años, se enfrentaría en duelo dialéctico con un Jorge Volio, de 52 años en el foro parlamentario. Volio ha sido caracterizado como una personalidad política fervorosa, “revolucionario de 1912, ardoroso y heroico, hermanado con los ideales de nicaragüenses, que recibe de los leoneses uno de los más sinceros tributos y el nombramiento de General. Podemos afirmar que esta misma gesta se reprimir los instintos animales que motivan la lucha y el conflicto” (Solís, 1991, 373) 87 prolonga en sus exilios a Panamá y a Honduras y en su unión a la Revolución del Sapoa. "Guerrillero de la Libertad" (Greñas, 1971, 257). Volio y su carrera político-militar, no podía más que representar el tipo de experiencia política, que había producido el dolor del Manuel Mora niño, En 1932 solo dos años antes del debate, Jorge Volio había intentado otra asonada para impedir que Ricardo Jiménez asumiera la presidencia. Estos hechos podrían explicar las duras palabra de Manuel Mora contra Jorge Volio: “el hombre que en nuestra historia política se ha caracterizado como el trastornador del orden público máximo que tiene el país; naturalmente, un trastornador del orden público en el sentido lato de la palabra, porque ninguna de sus aventuras ha tenido el menor contenido social. La aventura de Liberia y el crimen del Buenavista” (1980, 22). En el año 1966 Manuel Mora atribuirá estas severas palabras a los “impulsos juveniles” (1980,4) nos encontrábamos ya en la vía hacia de la instauración del “olvido patriótico” y la tesis de la “co responsabilidad”. Al hacer este movimiento ideológico Manuel Mora borra el balance político de este tipo de experiencias, pero también en un proceso que combina su propia experiencia privada con el proceso que realizaba el conjunto de la sociedad costarricense luego de la violencia política de los años 1942-1955, reconcilia y armoniza una serie de eventos particularmente dolorosos, con una serie de figuras que deben entrar en el panteón de los “grandes hombres”, de las personalidades cuyo legado es continuado por el partido comunista, como parte de una historia a la que siempre se le pueden hacer ajustes y correctivos, pero que es esencialmente buena. A lo largo de su obra política Mora Valverde quiere colocarse del lado de la paz y la razón por oposición al odio y la violencia que vendría siempre de sus rivales políticos, el imperialismo y sus agentes locales. En 1934 cuando polemizada con Jorge Volio señalaba: “La aventura de Liberia y el crimen del Buenavista en que perecieron más de veinte trabajadores embaucados, no significa trastornar el orden público para este “socialista cristiano”. (1980,22)71 71 La “aventura de Liberia” razonablemente hace referencia al acuartelamiento militar llevado adelante por Jorge Volio en septiembre de 1926, su intención era participar de un levantamiento en Nicaragua, había roto relaciones políticas con Ricardo Jiménez y este le permitió marchar hacia el norte, pero no permitió la participan del ejército costarricense. Volio intentó amotinar al cuartel de Liberia para participar en el 88 Mora más adelante se arrepentirá de esta polémica con Jorge Volio y con el socialismo cristiano, no obstante esa forma de razonar se mantendrá en el tiempo, por ejemplo frente a las asonadas de sectores del calderonismo y ya en época de Guerra Fría dirá apropósito de la actividad política y militar de Miguel Ruiz Herrero. “No es que yo crea que el señor Ruiz Herrero, en su carácter personal, tenga fuerza y capacidad suficientes como para cambiar el rumbo de la política nacional. Es cierto que el señor Ruiz Herrero sabe manejar ametralladoras, pero cierto es también que la ametralladora no ha sido nunca argumento simpático para nuestro pueblo” (1980, 557). El militarismo es una característica del imperialismo, de sus agentes locales y se manifiesta en Costa Rica en forma de violencia extra estatal, como ejército privado (…) “Costa Rica es el eslabón débil de la cadena que necesitan forjar. Sin embargo, los militares del Pentágono no cejan en su empeño. Así se explica que nos hayan llenado el país de pequeños ejércitos privados, que no ocultan su existencia, ni sus entrenamientos ni sus armas, convencidos de que cuentan con el respaldo de una gran potencia. En esos ejércitos privados cifran los militares yanquis, y sus consejeros políticos, grandes esperanzas para un futuro próximo. Pero esos ejércitos privados constituyen para nuestra sociedad un peligro latente de golpe de Estado y de guerra civil” (1980, 558). enfrentamiento en Nicaragua. Fracaso y fue detenido y reconducido a San José (Obregón Quesada, 2000, 284). Los hechos del Bellavista hacen referencia a las elecciones del 14 febrero de 1932, donde ninguno de los partidos competidores logra la mayoría absoluta, lo que obliga a una segunda vuelta entre Ricardo Jiménez y Manuel Castro, los partidarios de Castro, con tal de no volver a enfrentar a Jiménez (dos veces electo presidente) se acuartelan en el Cuartel Bellavista, dando origen al “Bellavistazo”. El acuartelamiento produce 15 muertos y 36 heridos en la asonada participan Jorge Volio, Carlos María Jiménez y Rafael Calderón Muñoz (el padre de Calderón Guardia). (Molina,2007, 117), (Obregón Quesada, 2000, 284). 89 La imagen se va redondeando: orden social y natural se emparentan al orden constitucional del otro lado queda la política del odio, la política del imperialismo y la violencia ilegítima de los ejércitos privados, los golpes de Estado y la guerra. Finalmente Mora expresa su posición sobre la estrategia castroguevarista , la estrategia del foco guerrillero, recién inaugurada como estrategia política en 1959, le responde Mora Valverde a Ruiz Herrero: “Afirman que los comunistas costarricenses hemos entrenado militarmente centenares de muchachos en Cuba y que hemos recibido armas de ese país en gran cantidad, y en voz baja han comenzado ya por cierto a difundir el rumor de que el Che Guevara está instalado en algún lugar del territorio nacional; como que es en la zona bananera. Debo repetir que mienten miserablemente. Jamás podrán probar, porque no es cierto, que nosotros hayamos entrenado militarmente a centenares de jóvenes en Cuba, ni que hayamos recibido armas de Cuba. La línea de nuestro movimiento en Costa Rica no es línea de acción violenta, ni de guerrillas como ellos lo afirman y hemos tenido siempre mucho cuidado de no darles pretexto a los enemigos de nuestra democracia y de nuestra soberanía para que den al traste con la paz de la República” (1980, 558). Este encuadre nos podría entonces aclarar cuál era la visión de mundo global de Manuel Mora Valverde. El mundo social es una extensión del mundo natural. Las leyes de la historia nos ubican en un periodo de transición del capitalismo al socialismo, es una transición orgánica que en los años sesenta cubre decenas de países y millones de personas, ese tránsito ha sido un tránsito ordenado que empieza con la URSS; continua con los países del Este de Europa, China, Corea y finalmente Cuba. Las leyes de la historia, pero también las leyes de la sensatez y la razón nos llevan hacia el socialismo. El mundo está dividido en dos bloques económicos enfrentados72, hay que 72 Un debate muy poco estudiado y detallado en lengua española es el debate a lo interno del marxismo sobre la existencia o no de dos economías, aunque los teóricos y políticos burgueses y estalinistas daban por un 90 tomar partido por alguno de estos bloques: “Lo que ocurre es que ahora hay dos mundos en lucha sobre la tierra: el mundo socialista y el mundo capitalista. Están empujando y van a demostrar con hechos su capacidad o su incapacidad para subsistir y triunfar. Las especulaciones puramente literarias ya no convencen a nadie. Son más convincentes los hechos. Triunfará el régimen mejor y se hundirá el que carezca de capacidad para seguir viviendo” (289) Lo más racional desde el punto de vista de la producción nacional, desde el punto de vista del capitalismo nacional inclusive, es incorporarse al mercado socialista, esta incorporación hecho obvio la existencia de “dos mundos” y “dos economías” esta posición no era de recibo dentro de las tradiciones marxistas menos dogmáticas. Así autores como Ernest Mandel aceptaba con matices la teoría de las dos economías: “Contrariamente a lo que afirman numerosos sociólogos que se esfuerzan en utilizar el método de análisis marxista, la economía soviética no revela ninguno de los aspectos fundamentales de la economía capitalista. Sólo las formas, los fenómenos superficiales, pueden inducir a error al observador que busca su naturaleza social (1976, 174). Más adelante afirma: “La economía capitalista mundial forma un todo (…). Por el contrario, la economía soviética, aun conservando determinados lazos con la economía capitalista mundial, se sustrae a las oscilaciones coyunturales de la economía mundial” (Mandel, 1976, 175). Por otro lado autores como Pierre Naville, Pierre Lambert o Nahuel Moreno sostenían que existía una sola economía mundial de la cual los “países socialistas” eran un subsistema oprimido por la vía del comercio desigual y la dependencia tecnológica, para Lambert-Moreno esta “mistificación” de Mandel era una de las fuentes de sus errores políticos: “Completando esta cadena que aparta al revisionismo del marxismo, aceptando la concepción de los teóricos de la burocracia del “socialismo en un solo país”, el pablismo ha aceptado las premisas del stalinismo de que en el mundo actual existen dos mundos económica y políticamente enfrentados y antagónicos: el del imperialismo y el de los estados obreros burocratizados. Esto no es así en el terreno político ni en el económico. No hay dos mundos económicos a escala mundial. Hay una sola economía mundial, un solo mercado mundial, dominado por el imperialismo” (Moreno, 1990, 68) Pierre Naville en una extensa obra apenas conocida y traducida solo de manera incipiente al español parece ser la fuente teórica de la posición política de Moreno-Lambert. Señala Naville: “Después de la Segunda Guerra Mundial, la teoría económica se encontró de tal manera obstruida por los hechos surgidos de esa gigantesca sacudida que renunció a cualquier intento de reunir en un solo sistema explicativo una multiplicidad de fenómenos imprevistos. ¡Qué paradoja! En el momento en el que se dibuja –mucho más claramente que en la época de la ascensión europea de una economía capitalista, es decir, cuando Marx escribió El capital– la unidad de una economía de transición verdaderamente mundial, los teóricos se declaran impotentes para dominar una diversidad de apariencias que no estaba en el programa. Los que cantan loas al “neocapitalismo”, a la economía “moderna”, acumulan las descripciones para concluir que el capitalismo clásico no existe más. Los apologistas del campo “socialista”, extendido a una pluralidad de “socialismos en solo país”, empiezan la búsqueda de un principio específico para explicar sus propios desengaños, sus éxitos y sus contradicciones. Unos y otros protestan contra todas las fórmulas de integración en el momento mismo en que cada uno de ellos es impulsado a buscar una integración que manifieste justamente la persistencia, e incluso la supremacía indiscutible, del mercado mundial” (Naville, 2006, 238). 91 sería puramente técnico económica y no implicaría un compromiso político: “El mundo socialista ofrece a los países subdesarrollados comprarles todos sus excedentes de producción a precios justos y suministrarles todas las mercancías que necesiten a precios también justos; no les exige pagar en dólares sino con la moneda del propio país; les ofrece suministrar maquinaria para que exploten su petróleo y sus riquezas minerales en su propio beneficio y para que desarrollen su propia industria y modernicen sus formas de producción. Todo esto lo ofrece mediante empréstitos a largos plazos con tipos de interés del 2 por ciento anual y amortizables con productos agrícolas. Les ofrece además técnicos para que enseñen a los nacionales. No les exigen concesiones políticas de ninguna clase” (290) La incorporación de Cuba al mercado socialista es la decisión más racional desde el punto de vista técnico económico, las élites gobernantes costarricenses si no estuvieran gobernadas por un irracional y pasional anticomunismo, así como por una profunda dependencia de los Estados Unidos, sabrían que es también lo que más les conviene. “Hagamos otra suposición: supongamos que nuestro Gobierno logra un empréstito en el mundo socialista para explotar nuestro petróleo. El mundo socialista manda la maquinaria y prepara técnicos nacionales. El Gobierno explota el petróleo por su cuenta o en colaboración con una compañía nacional integrada por capitalistas nuestros. El mismo mundo socialista compraría el petróleo si no fuera posible colocarlo en otra parte. ¿Sería ésta una fuente de comunismo en Costa Rica? No señores. Todo esto contribuiría a desarrollar el capitalismo en Costa Rica y no el comunismo. Pero claro está, a las compañías norteamericanas no les conviene la competencia de otros capitalistas” (1980, 292) (…) “Lo anterior no significa que no haya intereses para los cuales las relaciones comerciales y económicas de nuestro país con la Unión Soviética constituyen una amenaza. Esos intereses son los de los grandes consorcios internacionales, particularmente los norteamericanos, y los de los representantes de esos consorcios en nuestro país. Lo ocurrido con la licitación de maquinaria es la mejor demostración de esta 92 verdad. Si la licitación se le hubiera adjudicado a la Unión Soviética, nuestro pueblo habría dejado de perder 27 millones de colones. Los consorcios y sus representantes comerciales ven un peligro para sus grandes negocios en el comercio con la Unión Soviética” (1980, 652) La estrategia de coexistencia pacífica, en tanto que estrategia internacional del comunismo, tal como es interpretada por Manuel Mora es una estrategia que parece presentar una “elección de doble vinculo”73, donde la elección por la coexistencia pacífica de los dos sistemas y el enfrentamiento por la vía de la competencia económica se presenta como la única alternativa racional a escala planetaria. La otra alternativa es planetariamente irracional: La guerra atómica. “la guerra o un entendimiento que conduzca a la coexistencia pacífica. La guerra parece imposible porque ambas partes comprenden que se convertiría en la destrucción del mundo.” (293) De esta ubicación en los desafíos planetarios que produce la guerra fría y la posible guerra atómica se deduce la reafirmación de la táctica de los comunistas costarricenses: “Estas son las dos tácticas de lucha económica de los dos mundos. La táctica del mundo socialista parte del principio de que la revolución no se exporta; de que el proceso revolucionario obedece a leyes naturales que en cada pueblo se cumplen de manera propia y a su debido tiempo; de que lo importante es que cada país se desarrolle; la transformación social vendrá a su tiempo y por impulso propio y no por impulso externo. Toma en cuenta otra cosa el mundo socialista: que no tiene necesidad, para subsistir, de robarle sus riquezas a ningún otro pueblo porque se basta a sí mismo: que no tiene necesidad de mercados ajenos porque no confronta problemas de superproducción” (1980, 291). En los próximos apartados veremos los desafíos y ajustes que provocó en esta concepción la revolución cubana. 73 “Un doble vínculo es una situación en la que, si escoges la opción uno, pierdes, y si escoges la opción dos también pierdes, pero tampoco puedes dejar de escoger” (Jensen, 2015, 12). 93 5.5) Problemas teórico-estratégicos anteriores a la revolución cubana. La revolución cubana y su significación en América Latina puede llenar investigaciones de varios tomos. No podemos más que hacer una presentación somera de los problemas, que le planteo a la izquierda política. La revolución cubana aparece antecedida por dos movimientos paradigmáticos para la izquierda latinoamericana: El peronismo (1945-1955) y el proceso político guatemalteco (1944-1954), o revolución del 20 de Octubre74. En muchos sentidos la revolución cubana responde y para algunos resuelve los dilemas que plantearon estos dos procesos. El peronismo, nunca tuvo pretensiones expansivas fue un fenómeno argentino, se presentó como un movimiento originalísimo, nacional y popular (aunque si se desarrolló en su interior una izquierda nacional que realizó una interpretación continentalista del fenómeno)75. El peronismo se presentó como una tercera posición entre los Estados Unidos y la URSS, entre el cipayismo y el marxismo, como un movimiento nacional capaz de enfrentar la creciente colonización yanqui, pero a la vez oponerse al comunismo estalinista, lejos de predicar el enfrentamiento de clases, predicó una tercera posición, en vez de la lucha de clases, la “La comunidad organizada”: 74 Los trotskistas guatemaltecos en un texto del año 1954 señalaban: “La huelga exitosa y la insurrección popular del 20 de octubre de 1944 y el triunfo electoral de Juan José Arévalo, menos de seis meses después, fueron manifestaciones del ascenso revolucionario que se produjo en toda América Latina. En esta misma época, movimientos de masas similares llevaron al poder a Villarroel en Bolivia, a Betancourt en Venezuela, a Bustamante en Perú, a Perón en Argentina, etcétera. ¿Por qué, en los años que siguieron, el gobierno impuesto por las masas de Guatemala no fue derrocado como lo fueron casi todos los demás?” (Lowy, 1980, 206) 75 Esta izquierda política que busca mezclar el marxismo y el peronismo es conocida como la izquierda nacional y tiene por su principal representante a Jorge Abelardo Ramos, los continuadores de su obra teorica y política sostienen: “Quienes militamos en la Izquierda Nacional argentina apoyamos a todos los movimientos de lucha antiimperialista que hubo y hay en América Latina, nuestra Patria Grande. Rechazamos los socialismos importados de cualquier parte del mundo: de Europa, de la ex URSS, de China. Creemos que cada país construye su propio camino hacia la liberación, sobre la base de sus propias tradiciones históricas.” (Correa, 2002) 94 “He querido entonces ofrecer a los señores que nos honran con su visita, una idea sintética de base filosófica, sobre lo que representa sociológicamente nuestra tercera posición (2016 [1949], 108). El movimiento nacional argentino, que llamamos justicialismo en su concepción integral, tiene una doctrina nacional que encarna los grandes principios teóricos de que os hablaré en seguida(2016 [1949], 108) En la consideración de los supremos valores que dan forma a nuestra contemplación del ideal, advertimos dos grandes posibilidades de adulteración: una es el individualismo amoral, predispuesto a la subversión, al egoísmo, al retorno a estados inferiores de la evolución de la especie; otra reside en esa interpretación de la vida que intenta despersonalizar al hombre en un colectivismo atomizador” (2016 [1949], 141). El movimiento nacional tendrá un caudillo en su cúspide, sectores de los militares como base social y un movimiento obrero muy organizado pero anexado al Estado, un sector de la izquierda política (comunistas, socialistas) se opondrá al peronismo, produciendo una ruptura que sigue hasta nuestros días entre los sectores populares y ésta izquierda. La prensa del Partido Vanguardia Popular, reproducirá el 21 de junio de 1947, los textos de Paulino González Alberdi, analizando el peronismo: “Se palpa la decepción de los sectores obreros y populares, medidas oficiales que constituyen todo lo contrario a lo que se prometió e víspera de las elecciones, que a las consignas antimperialistas, anti oligárquicas, a la condenación a los ricos se les ha sustituido con indicaciones anticomunistas” (1947, 2). González Alberdi es un iberoargentino, miembro del CC del PC Argentino, bajo la dirección de Vittorio Codovilla, además un importante comisario político de la Comintern en Argentina, según Kohan (2002, 133) y Concheiro y Modonessi (2007, 281) además parte del equipo que enfrentó a Juan Carlos Mariátegui y al grupo que editaba la Revista Amauta, durante la temprana estalinización del marxismo latinoamericano. El PVP por lo tanto mantuvo hacía el peronismo una rígida ortodoxia. Pese a una cierta analogía y parentesco resaltado por Jorge Abelardo Ramos, entre el aprismo y el peronismo y que Joaquín García Monge fue un aprista de primera hora, en el 95 Repertorio Americano, no parece ser un vehículo que permitiera promover el justicialismo, más bien todo lo contrario, muchas voces de El Repertorio Americano como la del cubano Félix Lizaso, un especialista en la obra de Martí, son de una abierta hostilidad hacia el justicialismo quien considera “funesto para los principios democráticos” y demagogo, representante de una “farsa, [una] apoteosis al descamisado” (1948,12). Por esa vía no existirá una presión creativa para que Mora y compañía ajustaran su teoría y su práctica política. Más desafiante fue la Revolución del 20 Octubre, proceso popular que duró 10 años y cuyo desarrollo tuvo importantes implicaciones para el marxismo latinoamericano, centroamericano y caribeño, así como para la intelectualidad costarricense. Michael Lowy un estudioso de la obra de Ernesto Guevara sostiene que: “Castillo Armas fue el "maestro negativo" del Che. En efecto, la contrarrevolución en Guatemala había sido directa y personalmente vivida por el Che (que trató incluso —en vano—de organizar grupos de resistencia armada contra los invasores), y le hizo ver, "didácticamente", el papel de los grandes monopolios (United Fruit), del imperialismo norteamericano (John Foster Dulles), del ejército burgués de Guatemala, del pacifismo de Arbenz ” (1973, 9). La biografía intelectual de John Lee Anderson sobre Ernesto Guevara confirma la importancia vital e intelectual que tuvo la revolución guatemalteca para Guevara y por lo tanto en el futuro para la revolución cubana y el marxismo latinoamericano: “entre los exiliados halló pocos cuya ideología fuera suficientemente rígida para enfrentar al imperialismo en sus propios países, y menos aún que estuvieran dispuestos a combatir en defensa de la acosada revolución guatemalteca. Era una oportunidad para luchar por la libertad política, tal como hicieron los internacionalistas en defensa de la República española de los años treinta, pero no pasaba nada” (…) Edelberto Torres (…) recuerda que Ernesto estaba preocupado por la rivalidad y la ausencia de verdadera unidad entre los socios de la coalición de gobierno”. (2006,135). El proceso guatemalteco (1944-1954) ocurre dos años después del primer grupo de reformas modernizadoras-autoritarias en Costa Rica (1942-1943) y su duración sobrepasa 96 el segundo grupo de reformas (1948-1949) que se producen ya en el inicio del clima de agitación anticomunista que vive el país producto de los procesos chino (1949), coreano (1951) y guatemalteco (González Ortega, 2005, 20-27) (Solís, 2006,486). Clima anticomunista que durante los años cincuenta se transformara en política de Estado (González Ortega, 1998, 26-27), (Barrientos, 2019, 153-316). Iván Molina estima que la razón del éxito del cambio social institucional en Costa Rica, sobretodo de su primer grupo de reformas (1942-1943) fue la moderación, su cuidado por no alterar la propiedad de la tierra y la estructura social vertical y violenta, el proceso guatemalteco, sería una confirmación de su tesis por la vía negativa (2007, 199). La modernización cultural vivida en Guatemala durante este periodo atrajo a Eunice Odio76 y razonablemente pudo impactar también a Yolanda Oreamuno (Solís. 2006, 114-118). Y como hemos dicho una parte muy importante de la cultura anticomunista de los años cincuenta en Costa Rica tiene que ver con lo oposición al proceso político guatemalteco. (Manuel Solís, 2006, 486). El proceso guatemalteco fue ambivalente, pero en la tradición de la izquierda política latinoamericana suscito dos debates centrales, el debate sobre las alianzas de las fuerzas revolucionarias y el debate sobre las vías de la revolución. Ambos debates resuenan en la autocrítica del Partido Guatemalteco del Trabajo (comunistas) efectuada en 1955: “El Partido Guatemalteco del Trabajo no siguió una línea suficientemente independiente en relación a la burguesía nacional democrática. En la alianza con la burguesía democrática tuvo éxitos señalados, pero a su vez la burguesía ejerció cierta influencia en nuestro Partido, influencia que en la práctica constituyó un freno para muchas de sus actividades. [El PGT] no siempre tuvo en cuenta su carácter conciliador [el de la burguesía nacional] frente al imperialismo y las clases reaccionarias”. (Lowy, 1980, 199) 76 Eunice Odio adoptó la nacionalidad guatemalteca en 1948, en medio del proceso democrático que vivía ese país, 97 “El PGT, por ejemplo, cometió el grave error de no denunciar y combatir públicamente a aquella parte de la alta oficialidad del ejército que se sabía que era, por razones de clase y de ideología, enemiga del movimiento revolucionario y de las transformaciones fundamentales que estaban en marcha en Guatemala (…) aceptando en cierto modo la falsa concepción burguesa de la “apoliticidad” del ejército –cortina de humo tras de la cual los jefes han realizado siempre una política reaccionaria–, y temiendo que se pudiera acusar al Partido de actos provocadores, no los desenmascaró públicamente, limitándose a exponer sus puntos de vista en círculos estrechos del campo democrático y al presidente Arbenz. El PGT contribuyó a alimentar ilusiones en el ejército al no desenmascarar la verdadera posición y la actividad contrarrevolucionaria de los jefes del ejército” (Lowy, 1980, 201) Es en el marco de estos dilemas donde irrumpe la revolución cubana y es en ese marco que Manuel Mora y su grupo intentaran darle respuestas teórico políticas a este problema. 5.6) El desafío de la revolución cubana para el estalinismo. Además de los antecedentes y problemas planteados por el peronismo y la revolución del 20 de Octubre, hay que tomar en cuenta que el movimiento comunista internacional estaba marcado por las develaciones del XX Congreso del PCUS en 1956. El proceso que llevó a la develación del informe del XX Congreso del PCUS, fue la conclusión de un interregno de tres años después de la muerte de Stalin, en este periodo que fue presentado como un momento de “dirección colectiva” pero a través de una serie de luchas políticas por arriba e intrigas palaciegas Nikita Kruschev logró vencer y encabezar al PCUS. (Roucek, 1972, 220) así iniciará la desestalinización. 98 Pese al papel central que la historia oficial le ha endilgado a Kruschev en el proceso de quiebra del sistema autocrático de poder basado en la policía política, es claro para los analistas más serios que “el khruschevismo no ha representado ninguna idea grande y positiva (ni siquiera una política propia) (…) En muchos aspectos ha continuado las líneas trazadas por Stalin, pero pretendía seguir las propias, introduciendo innovaciones. La “coexistencia pacífica” es un ejemplo. También lo es el lema de una “transición pacífica del capitalismo al socialismo”. Se trata de conceptos estalinistas repulidos” (Deutscher, 1975, 141). El XX Congreso y el ascenso de Kruschev vocalizaron un descontento general, una nueva conciencia nacional, mezcla de denuncia y vergüenza, sobre lo que significó el sistema estalinista de dominación en sus múltiples manifestaciones. En la conciencia comunista la desestalinización implicó el debate sobre “el culto a la personalidad” y la “dirección colectiva”77, “una vuelta a la colegialidad y el centralismo democrático, pilares de la democracia leninista” y una liberalización del debate político sobre “las estrategias de vías nacionales al socialismo y coexistencia pacífica con el bloque capitalista” (Piemonte, 2015, 224). Esta desestalinización como la dirección política de Kruschev era una proceso “desde arriba”, que no implicaba un proceso de verdadera democratización social y política, los aportes teóricos y políticos venidos de las revoluciones populares húngara y polaca78, no 77 En la batalla política de Arnoldo Ferreto contra Manuel Mora, será recurrente el uso de la crítica al culto a la personalidad venida del XX congreso. 78 Por ejemplo Nahuel Moreno, dirigente de los trotskistas latinoamericanos sacaba las siguientes lecciones políticas del procesos polaco y húngaro en 1959: “Las revoluciones húngara y polaca también demostraron, por otro lado, que las fuerzas fundamentales en el momento actual son la revolución obrera y colonial y la contrarrevolución imperialista. Los revolucionarios húngaros apelaron a la solidaridad del proletariado internacional, en tanto que el poder oficial -Nagy-Gomulka- recurrió al apoyo del imperialismo. Este último y la Iglesia tendieron a apoyar a estos gobiernos contra -o frente a- las masas. El ejemplo de Tito, y ahora el de Nagy y Gomulka, han demostrado fehacientemente que cuando el proceso revolucionario en Rusia tome 99 tuvieron impacto en la conciencia comunista, sí tuvieron un impacto político pero en el sentido que muchos militantes rompieron con los partidos comunistas oficiales y buscaron otras alternativas políticas, por ejemplo Peter Fryer, escritor comunista británico del Daily Worker que pasa a la Cuarta Internacional. Pero como hemos señalado en otras ocasiones el comunismo costarricense no vive un verdadero desafío político en el campo de la izquierda hasta la revolución cubana, las referencias a la revolución húngara aparecen encubiertas en medio de una falacia de “y tú también”, es decir los círculos reaccionarios hablan de Hungría, pero callan sobre Túnez. La posibilidad de condenar la invasión de Hungría y la de Túnez juntas no está en la conciencia política de Mora79. El estudio de los comentaristas comunistas y críticos de los comunistas como Gerardo Contreras y Cerdas Cruz, coinciden que el XX Congreso y la desestalinización no significaron ningún cambio progresivo o creativo en el Partido Vanguardia Popular. Para Cerdas Cruz (1986, 355-359) la sovietización y “rusificación” del PVP inició en 1955, cuando se restablecen contactos formales con el PCUS, para Cerdas Cruz los congresos internacionales de los Partidos Comunistas celebrados en 1957 y 1960, en el periodo previo un cariz violento, el imperialismo se aliará con la burocracia estalinista -o con el sector más importante de ella-, contra las masas soviéticas. Estas revoluciones nos han brindado también importantos lecciones sobre las relaciones de la burocracia soviética con los gobiernos “nacionales” y las masas.” (Moreno, 2001, 15) 79 “Se trata de una campaña sincronizada. La misma campaña se está haciendo en Chile, en la Argentina, en México, en el Perú, en el Brasil, y toda la América Latina. Los mismos trucos, la misma técnica, la misma audacia, la misma perversidad. Son los monopolios defendiendo su botín. Son las grandes compañías norteamericanas, organizadas en su Departamento de Estado, haciendo esfuerzos colosales para impedir el despertar y la liberación de América Latina. Han hablado nuestros politiquillos de Hungría hasta por los codos. Pero no dicen una palabra de la masacre de Túnez por el imperialismo francés. Ni de las masacres de Argelia. Hablan, mintiendo, de la falta de democracia en Cuba. Pero aplauden todas las satrapías de América y piden que se mutile la democracia en su propia patria. Luchan por establecer aquí el fascismo” (1980, 413). 100 a la ruptura chino-soviética, ya eran una clara muestra de los síntomas de “sovietización”, especialmente en el trato que recibió el delegado costarricense Jaime Cerdas, padre de Rodolfo. En el texto de Jaime Cerdas Mora, parece muy intencional su necesidad de mostrar que la dominación soviética sobre el movimiento comunista internacional, estaba mal desde bastante atrás que los maoístas rompieran la “unidad monolítica”, pero también que la ruptura de Cerdas con el PVP estaba ampliamente justificada en el tiempo, en principio seria tardía y ampliamente razonable. Ya no había nada más que hacer, está forma de razonar también esta presente en las memorias de su padre (1993,221-230). Para Cerdas Cruz la “rusificación” era el fin del impulso creativo y anclado en la realidad nacional que permitió en los años treinta y cuarenta el “comunismo a la tica” y por lo tanto que la experiencia costarricense fuese la más exitosa en términos de logros sociales y de influencia en el Estado que se podía mostrar en Centroamérica. El otro camino, el tomado por los comunistas centroamericanos “soviéticos” y seguidores de la Komintern o del Kominform era un camino que llevaba a la necrología y a la derrota. El encono antisoviético y antivanguardista de Cerdas Cruz nos podría hacer pensar que hay una racionalización, una justificación ideológica, pero nos parece que la misma conclusión se saca de la lectura de los documentos oficiales elaborados para los congresos del PVP y del análisis de los comentaristas comunistas como Gerardo Contreras, podemos ver que el PVP se consideraba como parte de una ascenso mundial que apuntaba favorablemente a sus posiciones estratégicas: “a partir de la Segunda Guerra se modificó la correlación de fuerzas mundiales, que dejó de favorecer al imperialismo y comenzó a favorecer cada vez más al socialismo” (1962, 2). 101 Contreras (2006, 84) ve que las democracias populares se habían transformado en países socialistas y habían triunfado las revoluciones china y coreana. Contreras lee estos hechos como una consolidación del campo socialista, pero también ve la proliferación de un sinnúmero de aparatos políticos vinculados al PCUS que se lanzaron y consolidaron durante las conferencias internacionales de los partidos comunistas y obreros de 1957 y 1960. Contreras señala que el PVP: “mantuvo un alineamiento estricto con los postulados teórico prácticos, los cuales emanaban de la Unión Soviética” (2006, 88). Por lo tanto pareciera que el PVP se encontraba en las peores condiciones teóricas y político-locales para enfrentar el desafío cubano, en 1948-1949 había sufrido una derrota histórica, su militancia había sido reducida a 100 personas al final de la guerra y de allí empezó un arduo trabajo de reconstrucción política y sindical que no llegó a consolidarse del todo hasta los años setenta, sin que la autocrítica por la derrota fuese completamente asimilada o que esta derivara en un análisis creativo y novedoso de las condiciones que hicieron posible la derrota y por lo tanto de los pasos estratégicos a efectuar para preparar las futuras victorias80. Los documentos y las indicaciones de los vanguardistas además parecen mostrar que el XX Congreso y la “desestalinización” no liberalizó el pensamiento comunista costarricense, más bien lo reforzó en lo que tenía de formal, burocrático y exótico. 80 En la historia del marxismo hay un sector importante de los textos teóricos que son reflexiones producto de derrotas históricas, por ejemplo la Guerra Civil en Francia de Marx, que saca las conclusiones de la derrota de la Comuna de París o Resultados y Perspectivas de Trotsky que reflexiona sobre la primera revolución rusa de 1905. En el caso del pensamiento latinoamericano, aunque no marxista podemos colocar en esa tesitura La Historia de absolverá de Fidel Castro, que es justamente una reflexión sobre el fracaso del Asalto al Cuartel Moncada. 102 A eso habría que sumarle una ambiente anticomunista, donde esta ideología anticomunista era clave para la consolidación de la hegemonía bipartidista, nacida de la pacificación de posguerra. El anticomunismo era un elemento central de la hegemonía de los vencedores y un elemento clave de la política de olvido patriótico. Siguiendo a Manuel Solís podemos señalar que el orden político-ideológico de finales de los cincuentas e inicios de los sesentas necesitaban de una clase política: “identificada con la historia del país democrático y pacifico. Así nadie pidió perdón, ni asumió su parte. La ausencia de responsabilidad, en esta particular variante, es un mojón de nuestra cultura política. En esta y otras formas, la impunidad se integrará a la normalidad pacifica, y a la nueva institucionalidad en procesos de construcción. La memoria sin deuda terminará de apuntalar la consolidación de la institución del sufragio. Era una condición para que los distintos grupos se viesen tan solo como rivales electorales. Finalmente las “familias políticas” que habían luchado entre sí empezaron a encontrar puntos de convergencia. La reintegración política de los calderonistas coincidió con la ofensiva política y económica estadounidense. La reunión de Punta del Este tuvo lugar poco antes de las elecciones nacionales de 1962. Los enemigos de antes podían encontrarse alrededor de un mismo y poderoso aliado, en un frente común contra un nuevo objeto de odio: La revoluciòn cubana” (2006, 518). 5.7) ¿En qué consistió el desafío cubano? En agosto 1967 se emite la declaración de la Organización Latinoamericana de Solidaridad81, organización que sería el pico organizativo y político de la experiencia castro-guevarista, en este manifiesto se lee: “Que la Revolución Cubana, como símbolo del 81 Esta organización fue fundada en enero de 1966, inmediatamente después de la Primera Conferencia Tricontinental, fundada por organizaciones de 27 países su objetivo era coordinar la lucha militar contra el imperialismo ( Calvo, 2018, 155). 103 triunfo del movimiento revolucionario armado, constituye la vanguardia del movimiento antiimperialista latinoamericano. Los pueblos que desarrollan la lucha armada, en la medida en que avanzan por ese camino, se sitúan también en la vanguardia.” (Lowy, 1980, 296). Antes de este fragmento el manifiesto, que esbozaba teóricamente el programa, señalaba: “El triunfo y consolidación de la Revolución Cubana puso de manifiesto que la insurrección armada es el verdadero camino para la toma del poder por el pueblo trabajador y, a la vez, que los ejércitos profesionales pueden ser destruidos, las oligarquías vencidas, el imperialismo yanqui derrotado, y el socialismo, como vía nacional de desarrollo, puede avanzar y fortalecerse, no obstante el bloqueo económico, la subversión, la agresión, el chantaje, el hostigamiento, la presión y la contrarrevolución.” (1980, 291). Estamos en el pico del enfrentamiento del castrismo y las direcciones políticas comunistas oficiales. En una aguda definición, Huberman y Sweezy señalan que, aunque habían existido otros cismas en el movimiento comunista internacional (el Yugoslavo en 1948, el chino soviético en la década del sesenta) en el caso cubano es la única vez que se rompe la “legitimidad revolucionaria” es decir que los únicos partidos políticos revolucionarios son los que reconoce Moscú y las únicas personas revolucionarias son las que tiene carnet de militante del partido comunista (Huberman y Sweezy, 1970, 13). La revolución cubana era la primera revolución comunista hecha por no comunistas, señalaba Fidel Castro (Huberman y Sweezy, 1970, 13). Para Ernesto González una especie de historiador oficial del morenismo: “La gesta cubana fue una notoria desmentida a la política de alianzas con fuerzas patronales impulsada por los partidos comunistas. Asimismo, los acuerdos alcanzados por el Kremlin con el imperialismo a espaldas de las masas, la política denominada de "coexistencia pacífica", chocaban con el desarrollo revolucionario, en Cuba y todo el mundo. La lucha armada de los "barbudos" de Sierra Maestra cuestionaba no sólo la política implementada por el stalinismo (sic) en Cuba, sino que destruía la concepción "etapista" que era su 104 "fundamentación". No obstante, pese al acercamiento que se produjo entre Castro y los burócratas de Moscú en el transcurso de la década de 1960, el proceso revolucionario latinoamericano generó fuertes enfrentamientos con los partidos comunistas del continente” (González, 1999,15). La misma impresión tenía Regis Debray en 1964, cuando escribe El castrismo: la larga marcha de América Latina, señalando: “Las notas aquí publicadas tratan de señalar una táctica y una estrategia hoy en día a prueba en toda América Latina” (Debray, 1976, 44). La conclusión del polémico y olvidado texto de Debray es que: “el castrismo no es más que el proceso de recreación del marxismo-leninismo a partir de las condiciones latinoamericanas” (1976, 110). Sin duda el primer desafío de la revolución cubana fue su rareza, su indefinición, nadie la vio venir y nadie sabía muy bien qué esperar de ella, eso explica entre otras cosas el amplio marco de fuerzas políticas que estuvieron dispuestas a apoyar con cobertura mediática, apoyo político o armas al Movimiento 26 de Julio82. Señala Ernesto González: “sectores importantes del imperialismo sostuvieron una posición favorable a Castro desde el comienzo. El primer medio en entrevistarlo en Sierra Maestra fue el principal diario yanqui, The New York Times. Su corresponsal brindó a los norteamericanos la imagen de Castro y sus compañeros como la de "luchadores por la 82 En el caso costarricense José Figures Ferrer contribuyó a apoyar con armas a la revolución cubana, en una nota del diario La Nación (28/02/2014) a propósito de la muerte de Huber Matos, uno de los comandantes del Movimiento 26 de Julio y parte del equipo dirigente de la revolución hasta septiembre de 1959, cuando rompe políticamente con Fidel Castro, recuerda de esta forma los hechos: “En el testamento, el exaliado de Fidel Castro reafirmó el vínculo histórico que lo unió con este país, en cuya embajada en La Habana se asiló en 1957 y adonde viajó, ese mismo año, con el fin de buscar armas para la guerrilla que luchaba contra la dictadura de Fulgencio Batista. Otro exiliado en San José, el hondureño Moisés Herrera Aguirre, lo puso en contacto con el presidente José Figueres Ferrer, quien lo apoyó en su cometido. En un avión C-46, que partió de la pista de Chacarita, Puntarenas, Matos viajó con un lote de entre 13 y 14 toneladas de material bélico que incluía obuses, morteros, dos ametralladoras 50 y municiones. El vuelo acabó con un aterrizaje accidentado en un potrero en las estribaciones de la Sierra Maestra, bastión de los insurgentes, pero el armamento se salvó. Matos hijo indicó que tales armas “fueron claves” para una guerrilla urgida de ellas y que enfrentaba la arremetida de las fuerzas del régimen.” A nuestros entender estos hechos han contribuido a la mistificación del “carácter progresista” de José Figueres, mistificación a la que ha contribuido la misma dirección cubana y posteriormente el PVP y sus herederos. 105 libertad" en contra de una dictadura corrupta y sanguinaria. Lo mismo harán otras publicaciones, ligadas tanto a los republicanos como a los demócratas (Chicago Tríbune, Time y Life, New York Post, Miami Daily News, Look, Coronet) y la cadena de televisión CBS, que envió sus corresponsales a la Sierra” (1999, 25). Daniel Gaido y Constanza Valera (2016, 300) apoyándose en documentos de dos intelectuales castristas Martínez Heredia y Carlos Franqui muestran que las ideas políticas del M 26 de Julio y de Fidel Castro desde el asalto al Moncada hasta el triunfo de la revolución cubana y sus primeros meses eran ideas y proyectos políticos que bien podrían ser confundidos con el yrigoyenismo argentino. Fidel Castro era miembro del ala izquierda del Partido Ortodoxo y seguidor de Eduardo Chibás líder político muerto en 1951. Helio Gallardo, otro intelectual afín políticamente a la revolución cubana, deja claro este carácter indeterminado y confuso, esencialmente “democrático y moralista” (Gallardo, 1980, 33) de la revolución cubana en sus inicios. Más categóricamente el mismo Ernesto Guevara en su texto Notas para el estudio de la ideología de la revolución cubana de Octubre 1960 dice que la revolución cubana es una “revolución singular” (1968, 507) y que en el periodo que va del asalto al cuartel Moncada al desembarco del Granma: “El movimiento era el heredero directo del Partido Ortodoxo y su lema central: «Vergüenza contra dinero.» Es decir, la honradez administrativa como idea principal del nuevo Gobierno cubano” (1968,507). Es decir un movimiento indeterminado en sus medidas políticas y económicas concretas y con eje en los problemas democráticos y “éticos”, de corrupción administrativa. 106 El veloz viraje de la revolución cubana hacia medias radicales y socialistas83, impresiona y repugna a los antiguos aliados que abandonan al castrismo (es el caso de Huber Matos y José Figueres84) y se reafirman en su tradicional anticomunismo. También asombra a quienes le adversaron y desconfían de ellos desde la izquierda (a los estalinistas). Por ejemplo Gerardo Contreras asegura que las relaciones entre el PVP y la dirección cubana hubo desacuerdo de líneas hasta 1970 (2011, 43-46), no se especifica desde cuándo, pero está claro que entre la celebración del congreso de la OLAS en 1968 y 1970 las relaciones estaban rotas, los comunistas costarricenses fueron considerados “reformistas”. La revolución cubana entusiasma y gana el apoyo de nuevas capas, toda un ala del trotskismo se vuelve guevarista85. Mario Roberto Santucho romperá con la Cuarta 83 “poco después de la toma del poder por los rebeldes en enero de 1959, el gobierno revolucionario, luego de aplicar justicia sumaría a los esbirros de Batista, experimentó, bajo la influencia directa de Guevara, un proceso de radicalización rápida que llevó desde la adopción de reformas elementales como la reducción de las facturas de electricidad y de los alquileres de las viviendas en febrero-marzo de 1959 a la proclamación de la Primera Ley de Reforma Agraria el 17 de mayo de 1959, la cual confiscó (con compensación sobre la base de valores de la tierra según la evaluación a efectos fiscales) todas las propiedades de más de 402 hectáreas de extensión y entregó la tierra a numerosas familias campesinas. (…) El 30 de octubre de 1960 fueron creadas las Milicias Nacionales Revolucionarias, un armamento del pueblo que, aunque llevado a cabo por el estado revolucionario y no sujeto a ningún tipo de control por parte de las instituciones de la clase trabajadora, tales como sindicatos elegidos democráticamente, permitió a Cuba repeler la invasión de Bahía de Cochinos, organizada por Estados Unidos, el 17 de abril de 1961 (…) Seis meses antes, el 13 de octubre de 1960, el régimen revolucionario había nacionalizado 376 empresas cubanas, y el 24 de octubre de 1960, había estatizado 166 propiedades total o parcialmente perteneciente a intereses estadounidenses. En cuestión de días, prácticamente toda la burguesía cubana fue expropiada. Más tarde, la etapa de "socialista" de la revolución fue remontada al 13 de octubre de 1960, aunque Castro no la bautizó oficialmente como tal hasta el 16 de abril de 1961” (Gaido, D. y Valera, C. 2016, 301). 84 En un discurso del año 1959 de Manuel Mora denuncia la nueva actitud de Figueres hacia la revolución cubana: “Dos cosas se observan en ese discurso: un estado de iracundia negativa en relación con Fidel Castro y con la revolución cubana; y una sobreestimación del significado de la acción armada que el propio señor Figueres dirigió. También se define ya, en forma que no deja lugar a dudas, la decisión de don José de poner sus capacidades y sus posibilidades de lucha al servicio de la política exterior de los Estados Unidos” (Mora, 1980, 307). 85 La recepción y análisis del guevarismo es una problemática dentro de la tradición trotskista, para la corrientes como la que representa Jack Barnes, el castrismo es una corriente revolucionaria, continuidad del leninismo en nuestros tiempos. Para la corriente que representó Ernest Mandel, la estrategia guevaristas fue su “vía regia” para la revolución, Livio Maitán fue defensor de la lucha armada como la estrategia fundamental y realista para América Latina, todavía hasta 1969. Esta corriente trotskista participa de la lucha armada y de hecho se disuelve en las organizaciones guevaristas, el modelo de esta orientación sería el POR chileno que decide disolverse en el MIR en 1965. La concepción que comparte el autor de la tesis es cercana, aunque no similar a la que va a formular Nahuel Moreno al final de su vida. La concepción de Moreno sobre el 107 Internacional y se lanzará a construir el Ejército Revolucionario del Pueblo, se volverá directamente castro guevarista: “Esta no es una mera cuestión de nombres, sino que la IV Internacional, al sostener que el trotskysmo "es el leninismo de nuestro tiempo", desvaloriza los aportes de otros revolucionarios y maneja el pensamiento de Trotsky en bloque, negando sus errores. Carecen así de orientaciones correctas para una serie de cuestiones, especialmente aquellas relacionadas con la lucha armada. (…) La IV niega el carácter de verdaderos y completos partidos marxista-leninistas a los compañeros vietnamitas y cubanos” (Santucho, 2002 [1973], 1). El trotskismo morenista pese a su oposición a elevar a la guerrilla como una estrategia permanente, consideraba en 1967 que la dirección cubana iba a lanzar una ofensiva guerrillera continental, muy similar a la que se vivía en Indochina. Los “muchos Vietnams” que pregonaba el “Ché” Guevara se iban a vivir en Los Andes, esta idea era compartida por el conjunto de la Cuarta Internacional: “en 1967 toda nuestra Internacional creyó que la dirección cubana, con el Estado detrás, se lanzaba a desarrollar con todas sus fuerzas la guerra de guerrillas en América Latina como defensa al muy posible ataque imperialista. Si esta era la orientación de Fidel y el Che, se abría en nuestro continente una etapa de guerra civil continental semejante a la existente entonces en la península indochina. La guerrilla del Che era el comienzo de esa guerra civil continental.” (Moreno, 2010, 113). Las juventudes de los partidos “socialdemócratas”, apristas86 y demócratas cristianos87, algunos individuos de la iglesia católica abrazan el castrismo como Frei Betto o Camilo guevarismo fue bastante empírica y pragmática, en general errática. En 1959 considera que el régimen salido de la revolución cubana es un “golpe gorila”, luego cambia influenciado por los trotskistas estadounidenses y lo considera un Estado Obrero, en 1962 comparte la orientación guevarista, aunque luego retrocede, en 1964 considera a Fidel Castro y a Guevara los más grandes revolucionarios que ha producido América Latina, aunque polemiza con la estrategia guerrillera y defiende la lucha de masas. En 1967 considera a Guevara un héroe y mártir de la revolución. Para 1973, realiza un ajuste de cuentas con el guevarismo en Tesis sobre el Guerrillerismo (1973) que es el texto con el que más concuerda el autor de la tesis. La Fracción Bolchevique orientada por Moreno participa en 1979 de la revolución nicaragüense bajo la disciplina militar de los sandinista, pero es rápidamente expulsada de Nicaragua. El prologo de 1986 a las Tesis sobre el Guerrillerismo (1973), completan su ajuste de cuentas. La opinión del autor de la tesis es que aunque las críticas de Moreno al guerrillerismo, le permitieron construirse como un organización política diferenciada, no logra realizar una critica global de lo que el guevarismo significó, por eso mantiene hasta el final de su vida la hipótesis de construir organizaciones comunes con alas venidas del guevarismo. Así mismos fenómenos como la revolución cultural china o la ofensiva revolucionaria cubana de 1968 no son puestas en su adecuada dimensión, como “giros ultraizquierdistas” de una burocracia obrera es decir más similares a la colectivización forzosa estalinista, que a la revolución de octubre rusa o la revolución de noviembre alemana. 108 Torres, o movimientos enteros como Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) en la Argentina. Hay toda una nueva configuración de la izquierda política en América Latina. 5.8) ¿Cuáles debates dejó planteado la revolución cubana? Hay un primer debate sobre las genealogías y las tradiciones revolucionarias, las raíces nacionales de la revolución social en Latinoamérica, la declaración de la OLAS de 1967 señala: “Que la Revolución en América Latina tiene sus más profundas raíces históricas en el movimiento de liberación contra el colonialismo europeo del siglo XIX, y contra el imperialismo en este siglo. La epopeya de los pueblos de América y las grandes batallas de clase contra el imperialismo que han librado nuestros pueblos en las décadas anteriores, constituyen la fuente de inspiración histórica del movimiento revolucionario latinoamericano” (Lowy, 1980, 295). Antes en 1962 había señalado Fidel Castro en la Segunda Declaración de La Habana: “Los pueblos de América se liberaron del coloniaje español a principios del siglo pasado, pero no se liberaron de la explotación. Los terratenientes feudales asumieron la autoridad de los gobernantes españoles, los indios continuaron en penosa servidumbre, el hombre latinoamericano en una u otra forma 86 “En cuanto al ala izquierda del APRA, que el Che había encontrado ya durante su estancia en el Perú en 1953, es interesante subrayar que en los años 60 se convertiría en el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), dirigido por Luis de la Puente Uceda, una de las primeras organizaciones de la nueva izquierda comunista de América Latina” (Lowy, 1973, 8). 87 Marta Harnecker un intelectual referente del castrismo y el chavismo describe de la siguiente forma su pasó de la Acción Católica al castroguevarismo: “Creo que las condiciones fueron preparándose desde 1958 o 1959. (…) Como parte de un programa de la Iglesia Católica yo también había ido a trabajar a una fábrica de pastas (Lucketti) durante las vacaciones de mi tercer año de Psicología. Y lo hice porque quería quedar marcada para siempre por dicha experiencia, pensando que de esa manera no iba a caer en el aburguesamiento en que muchos estudiantes universitarios habían caído luego de transformarse en profesionales. (…) En este contexto se puede entender mejor la conmoción que produjo en mí la Revolución Cubana. A mediados de 1960, sólo seis meses después del triunfo, cuando todavía todos los guerrilleros verde olivo andaban con sus melenas largas, visité el país invitada como dirigente estudiantil de la Universidad Católica, junto a otros compañeros de la Universidad de Chile. Fue mi primer encuentro con una sociedad que estaba tomando medidas para resolver la desigualdad y aplicar la justicia social que yo ya buscaba. Eran los momentos de euforia, de improvisación y creatividad de una revolución que todavía no se declaraba socialista, pero que había transformado al pueblo en el verdadero protagonista del proceso y en su principal beneficiario” (Harnecker, 2016, 1). 109 siguió esclavo y las mínimas esperanzas de los pueblos sucumbieron bajo el poder de las oligarquías y la coyunda del capital extranjero. Esta ha sido la verdad de América, con uno u otro matiz, con alguna que otra vertiente. Hoy América Latina yace bajo un imperialismo mucho más feroz, más poderoso y más despiadado que el imperio colonial español” (1962,19). Se busca analizar y valorar políticamente las experiencias revolucionarias en América Latina, sus límites y posibilidades en el caso de la revolución cubana esto se entenderá como el carácter martiano y marxista de la ideología revolucionaria, que quedara estampado inclusive en la Constitución, que sostiene, esta inspirada: “por el ideario de José Martí y las ideas político-sociales de Marx, Engels y Lenin” (PCC, 1976). Los castristas se imaginaran internacionalistas como Marx y Lenin, la declaración A los pueblos de América, emitida por la Junta de Coordinación Revolucionaria en 1974 dice: “El mayor desarrollo de nuestras organizaciones, el fortalecimiento de su concepción y práctica internacionalistas, permitirá un mayor aprovechamiento de las potencialidades de nuestros pueblos hasta erigir una poderosa fuerza revolucionaria capaz de derrotar definitivamente a la reacción imperialista-capitalista, aniquilar a los ejércitos contrarrevolucionarios, expulsar al imperialismo yanqui y europeo del suelo latinoamericano, país por país, e iniciar la construcción del socialismo en cada uno de nuestros países, para llegar el día de mañana a la más completa unidad latinoamericana.” y latinoamericanistas como Bolívar y San Martin, en 1970 el Programa del Ejército Revolucionario del Pueblo inicia de la siguiente forma: “Con esta primera acción publicitada el Ejército Revolucionario del Pueblo, pasa a combatir en forma organizada, uniendo su actividad combatiente a la de otras organizaciones hermanas, asumiendo junto a ellas la responsabilidad militar en el proceso de guerra revolucionaria que ha comenzado a vivir nuestro pueblo, en su lucha contra la opresión económica, política, cultural y militar que la dictadura ejerce en representación del imperialismo yanqui y del capitalismo argentino. Es el comienzo de nuestra participación plena en la guerra de la Segunda Independencia, continuación de la que los fundadores de nuestra nacionalidad, el pueblo y los héroes, San Martín, Belgrano, Güemes, etc., sus soldados y guerrilleros los 110 anónimos hombres y mujeres que se sacrificaron junto a ellos, libraron de 1810 a 1824, contrala dominación española. Hoy como entonces, la lucha será larga.” (De Santis, 1998, 124). Luego, se iniciará la discusión sobre las “vías de la revolución”. Hasta antes de la revolución cubana el debate era sobre la dinámica de la revolución, es decir si era posible el socialismo en un solo país o si el camino era la revolución permanente. Aquí hay un matiz importante porque se pone énfasis a los medios: “la lucha revolucionaria armada constituye la línea fundamental de la Revolución en América Latina (...) todas las demás formas de lucha deben servir y no retrasar el desarrollo de la línea fundamental, que es la lucha armada (…) para la mayoría de los países del continente, el problema de organizar, iniciar, desarrollar y culminar la lucha armada constituye hoy la tarea inmediata y fundamental del movimiento revolucionario” (Lowy, 980, 295). La definición sobre la lucha armada divide al movimiento revolucionario: “Frente al nacionalismo burgués, el reformismo y otras corrientes de menor importancia, en constante lucha ideológica y política con ellas, se alza el polo armado, el polo revolucionario que día a día se consolida en el seno de las masas, aumentando su influencia, mejorando su capacidad política y militar, convirtiéndose cada vez más en una opción real hacia la independencia nacional y el socialismo” (Lowy, 1980, 369). El otro tema que pone en tela de juicio el castrismo es lo que Huberman y Sweezy llaman la “legitimidad revolucionaria” (1970, 12-13). Hasta antes de la revolución cubana por influencia del estalinismo se entendía que solo podía existir “un partido marxista-leninista de la clase obrera” por país. La interpretación que los castristas harán de la experiencia cubana es que no es así que pueden existir en el mismo país varias organizaciones revolucionarias. Debray apoyándose en Fidel Castro sostiene que la revolución sería realizada por “el pueblo, los revolucionarios, con un partido o sin él” (Huberman y Sweezy, 1970, 12). 111 Sostiene Debray ya en su interpretación: “Fidel Castro dice simplemente que no hay revolución sin vanguardia; que esta vanguardia no es necesariamente el partido marxista- leninista, y que aquellos que quieran hacer la revolución tiene el derecho y el deber de constituirse en vanguardia, independientemente de esos partidos” (1970, 13). La revolución cubana plantea también el debate de la lucha armada como vía regia de la revolución, no de cualquier forma sino en la forma de unidad móvil combatiente, en forma de organización guerrillera: “[para] la mayoría de los países del continente, el problema de organizar, iniciar, desarrollar y culminar la lucha armada constituye hoy la tarea inmediata y fundamental del movimiento revolucionario” (…) “la guerrilla –como embrión de los ejércitos de liberación– constituye el método más eficaz para iniciar y desarrollar la lucha revolucionaria en la mayoría de nuestros países. (…) la dirección de la Revolución exige como un principio organizativo la existencia del mando unificado político y militar como garantía para su éxito” (Lowy, 1980, 295). Este posicionamiento excluía la vía pacífica al socialismo defendida por el krushevismo, pero también la vía de la insurrección proletaria que era la posición clásica del leninismo y el trotskismo. Otra zona del debate es el de las características del bloque en el poder de los países latinoamericanos. En general los castristas interpretan el bloque en el poder como un bloque monolítico. “La gran burguesía se enfrenta directamente a la revolución y no vacila en aliarse al imperialismo y al latifundismo para combatir al pueblo y cerrarle el camino de la revolución” (...) “El imperialismo, desesperado e histérico, decidido a emprender toda clase de maniobras y a dar armas y hasta tropas a sus títeres, para aniquilar a cualquier pueblo que se levante, un latifundismo feroz, inescrupuloso y experimentado en las formas más brutales de represión, y una gran burguesía dispuesta a cerrar por cualquier medio todos los caminos, a la revolución popular, son las grandes fuerzas aliadas que se oponen, directamente a las nuevas revoluciones populares de América Latina” (1964). 112 Esta interpretación chocaba contra la tradición comunista ortodoxa y trotskista de concebir la revolución como un momento de crisis revolucionaria uno cuyo de sus elementos es justamente la crisis y el enfrentamiento de las élites políticas y económicas. “Estudiando la primera revolución obrera triunfante, la rusa, Trotsky definió cuatro condiciones para que hubiera una situación revolucionaria: 1) La crisis total, económica y política de la burguesía y su Estado- La burguesía en Rusia no sabía qué hacer. ¿Cómo continuar la guerra con un ejército donde los soldados desertaban o metían presos a los generales? ¿Qué hacer con la economía, que estaba en ruinas? ¿Para qué servía el gobierno, si nadie le hacía caso? Era una hecatombe. La burguesía no podía gobernar. Esta es la primera condición, porque si no hay crisis económica, política y de todo tipo en la burguesía, no hay situación revolucionaria aunque la clase obrera sea muy combativa” (Moreno, 1984). Convencionalmente se habla de dos periodos de ascenso del castrismo o de dos olas, una primera que va desde el triunfo de la revolución cubana hasta la caída del Che Guevara. (Lamberg, 1971, 421-423) (Greco, 1985) donde el énfasis está puesto en el carácter rural de la guerrilla, después de los reveses y el ascenso de las luchas urbanas a partir de 1968-1969, cuyos ejemplos serían el Cordobazo Argentino y la UNAM en México, habría un ajuste del castrismo hacia movimientos de guerrilla urbana. A partir del fracaso de la guerrilla rural, especialmente la del “Che” Guevara, se empezó a plantear el debate sobre la excepcionalidad de la revolución cubana, donde uno de los elementos de su excepcionalidad era la personalidad de Fidel Castro. (Debray, 1976, 163) (Guevara, 1968, 515). 5.9 ¿Cómo respondió Mora al desafío guevarista? José Merino del Rio, uno de los herederos más autorizados de la tradición intelectual y política que representa Mora, escribe un artículo en 1997 sobre el “Ché” Guevara, el artículo se escribe en el marco de las conmemoraciones por la exhumación del cadáver del “Ché” y el 30 aniversario de su caída. 113 Señala Merino del Río: “Michael Lowy recuerda que algunos lo llaman “el último revolucionario del siglo XX”. ¿Y si el Che fuera el precursor de las revoluciones del siglo XXI? El fuego de la lucha necesaria, que sigue ardiendo bajo las cenizas del desencanto, la pasión lúcida e incandescente del compromiso revolucionario que sigue quemando frente a los mensajes de muerte de los falsos profetas del fin de la historia, del pensamiento único y del totalitarismo neoliberal” (1998, 82) Esta continuidad entre la herencia de Mora Valverde y la de Guevara no siempre fue así de armónica, Merino muestra en su texto sobre Manuel Mora, como la actitud del Partido Vanguardia Popular fue la oposición a quienes querían aplicar de “manera mecánica” la experiencia cubana, la misma acusación de “mecánicos” o de querer aplicar “recetas” le será endilgada a los seguidores de Humberto Vargas Carbonell y Arnoldo Ferreto en el momento que se divide el Partido Comunista (Merino, 1996, 210). Un elemento consistente en el pensamiento de Manuel Mora es el rechazo al uso de la fuerza militar (salvo en dos momentos al inicio del PC CR y en los albores de la Guerra Civil88) como elemento de la lucha política. Así en el año 1977 ya muy atrás la polémica con el castrismo de primera época y a solo dos años del triunfo de la revolución sandinista, experiencia que será vista como una “segunda edición” de la cubana89, Manuel Mora señala: “Los que dicen que bastan unos rifles y una buena montaña para construir el socialismo en un país, andan completamente 88 “Es cierto que nosotros creamos brigadas de choque durante la administración de don Teodoro Picado. Pues bien, nuestros adversarios políticos, que eran audaces y agresivos, muy pronto comenzaron a deshacer nuestras reuniones atacándolas a leñazos, a pedradas y hasta a tiros. Ya nos era imposible hablar en las plazas públicas. Don Teodoro se negaba a garantizar nuestros derechos por temor a usar la fuerza pública contra sus adversarios. Por eso creamos las brigadas. Para defendernos” (1980, 269). 89 En la sección editorial del Nº5 de la Revista Trabajo, la Revista teórica del Comité Central del Partido Vanguardia Popular se lee: “La experiencia de Cuba, Yemen, Congo y otros países, nos enseña que la lucha armada de los pueblos por sus reivindicaciones democráticas y anti imperialistas-y esta es hoy la experiencia de Nicaragua- es posible que se desarrolle a pesar de la presencia directa de partidos marxistas pequeños” (1979, 3). En la misma revista se reproduce un discurso de Fidel Castro Ruz que señala, las similitudes y continuidades entre a la revolución cubana y la nicaragüenses: “Similitudes: ellos alcanzaron la victoria por un camino similar al que fue nuestro camino; ellos alcanzaron la victoria de la única forma en que, tanto ellos como nosotros, podíamos librarnos de la tiranía y del dominio imperialista: ¡con las armas en la mano! (APLAUSOS), luchando duramente, heroicamente”. 114 equivocados. Los rifles nunca podrán sustituir la conciencia de las masas populares” (Merino, 1996, 213). El grueso del enfrentamiento y el desafío que implicó la estrategia guerrillera para el estalinismo, ya había pasado. La polémica que Eduardo Mora Valverde (1975) realiza contra el PSC y el MRP es una polémica puramente teórica-estratégica, no tenía implicaciones prácticas inmediatas. Cuando se intenten acciones guerrilleras propiamente dichas, el PVP no dudará en condenarlas claramente, lo mismo harán quienes en principio estaban a favor de la estrategia guevarista90. Un momento de reforzamiento del sectarismo (producto de la represión política y la marginación social) y de fortalecimiento de la ortodoxia marxista-leninista por sus creciente vínculos con el PCUS y el aparato estalinista mundial. Así podría ser calificado el momento por el que pasaba el PVP cuando se empieza a desarrollar la estrategia guevarista. Por lo tanto, la respuesta del PVP y de Manuel Mora fue rígidamente dogmática y tradicionalista, reforzó su propia tradición nacional y reforzó la adhesión a la concepción de la coexistencia pacífica y de tránsito pacífico al socialismo que defendía el PCUS. Y debemos decir, debemos resaltar, que la Revolución Nicaragüense se destacó por su heroísmo, por su perseverancia, por la tenacidad de sus combatientes, porque no es la victoria de un día: es la victoria de 20 años de lucha, ¡veinte años de lucha! (APLAUSOS) Porque en el mismo año en que triunfó nuestra Revolución, ya había núcleos de combatientes dirigidos por aquel extraordinario y maravilloso combatiente Carlos Fonseca Amador, continuador de Sandino (APLAUSOS), y fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional, guía del pueblo en aquellos días terribles, cuando la victoria estaba tan distante, jefe caído en la lucha, como cayeron tantos en nuestra propia tierra; como cayó Martí, como cayó Maceo, como cayó Agramonte; como cayeron, de nuestra generación, Abel y Frank País, sin lograr ver la victoria, ¡pero seguros de la victoria! (1979,5). En su estudio sobre Manuel Mora, José Merino señala: “La revolución sandinista tenía muchos puntos en común con la revolución cubana, se trataba de una revolución democrática contra una dictadura apoyada históricamente por el imperialismo de los Estados Unidos” (1996,195) 90 El 20 de Marzo de 1981, la comisión política del Partido Vanguardia Popular emite un comunicado titulado “Vanguardia Popular condena el terrorismo”. Allí afirma: “a lo largo de 50 años nuestro partido jamás ha recurrido al terrorismo como método de lucha”, en todo momento el PVP mantuvo su oposición al uso de acciones guerrilleras en el país. (Díaz, 2018, 95), (Merino, 1996, 202). 115 Eduardo Mora Valverde, a la altura de 1969 señalaba: “Las libertades democráticas conquistadas por nuestro pueblo, que forman parte de un régimen político, que unido a las tradiciones civilistas y democráticas, que son entrañables para la mayoría de los costarricenses, determinan la posibilidad actual del desarrollo pacífico de la revolución” (Merino, 1996, 165) El principal obstáculo para desarrollar esa estrategia con el ímpetu necesario era: “el sectarismo que en esta materia ha promovido la dirección de la Revolución Cubana, que pretende reducir la lucha revolucionaria a la lucha armada, e interpretar la lucha por la democracia como un “aburguesamiento” de los partidos comunistas latinoamericanos” (Merino, 1996, 167). Estamos obviamente viendo el eco del debate efectuado durante el primer y único congreso de la OLAS. El encono y la oposición del PVP y los guevaristas se mantendrán durante la década del setenta. Aunque ya para mediados de los años setenta se han tendido puentes, la legalización del PVP en 1975, amplió su capacidad de acción política y también su capacidad de presentar como razonable y viable la “vía pacífica a la revolución”. Esta estrategia podría ser formalmente rechazada por la “nueva izquierda”, pero no podían dejar de parecerles viables o razonables los avances político-prácticos que implicaba la representación parlamentaria y la posibilidad de impulsar leyes. Ese acercamiento que se abre en 1975, se mantendrá con la unidad electoral en la FEUCR y finalmente con el acuerdo del frente electoral Pueblo Unido en 1977, las diferencias entre comunistas “a la tica” y guevaristas, se terminará de zurcir, de manera contradictoria con el triunfo de la revolución sandinista, donde participarán comunistas, socialistas y militantes del MRP por igual. Simbólicamente, las diferencias quedarán imaginariamente borradas cuando Fidel Castro le otorga la orden Playa Girón a Manuel Mora, en los años ochentas. Pero todavía en el periodo 1970-1975 el encono entre vanguardistas y guevaristas es notable. 116 Estamos a pocos años de la caída del “Che” Guevara, según Humberto Ortega el año 1969 fue un año de mucha actividad sandinista en Costa Rica, se pretende realizar una reunión política del sandinismo en enero de 1969, pero la mayoría “serán capturados por las autoridades costarricenses” (2004, 197). La reunión finalmente se realiza y tiene carácter de congreso constituyente, es “la primera de tal envergadura que puede realizar el Frente Sandinista” (Ortega, 2004, 198), según las memorias de Sergio Erick Ardón estarán presentes los 15 principales dirigentes del FSLN y los que 10 años después serán los principales dirigentes de la revolución sandinista ( Picado, 2013, 3). En esta actividad realizada en los primeros meses de 1969 se aprueba entre otros los Estatutos y Programa Histórico de 1969, el programa reza: “El FSLN es una organización POLITICO-MILITAR cuyo objetivo estratégico es la toma del PODER POLITICO mediante la destrucción del aparato militar y burocrático de la dictadura y el establecimiento de un gobierno revolucionario basado en la alianza OBRERO- CAMPESINA y el concurso de todas las fuerzas patrióticas ANTI-IMPERIALISTAS Y ANTIOLIGARQUICAS DEL PAIS” (FSLN, 1969). La actividad tiene el apoyo de Sergio Erick Ardón, líder del Partido Revolucionario Auténtico, en las memorias de Humberto Ortega, de este periodo de tiempo, nos muestran que Manuel Mora y el PVP no juegan ningún papel político, ni técnico en el apoyo al sandinismo, lo mismo en sentido contrario sucede con las memorias de los principales dirigentes comunistas. El apoyo de Ardón y el PRA a el FSLN venía de atrás, el apoyo era parte del principio de “solidaridad de los pueblos” (Picado, 2013,4) tal como lo entendía el guevarismo. Señala Ardón que este era un compromiso: “ que asumíamos sin cálculos ni límites. Ya sea participando directamente en las acciones para rescatar a Carlos Fonseca, detenido en la cárcel de Alajuela o en la adquisición de armas y medicinas, documentos, alojamientos, traslados, correos” (Picado, 2013, 4). 117 Tal como señala Ardón, después de la histórica reunión de 1969, Carlos Fonseca Amador caerá preso, el 31 de Agosto de 1969, acusado de participar en el robo de un banco en La Uruca. Los hechos que llevan a su liberación el 21 de Octubre de 1970, en la que será la primera operación guerrillera exitosa del FSLN para liberar presos políticos (Ortega, 2004,214) involucran varios intentos de liberación, un operativo internacional que involucró al gobierno costarricense y el cubano y una campaña internacional que tuvo el apoyo inclusive de Jean Paul Sartre y a Simone de Beavuoir (Ortega, 2004, 198-21). Estos movimientos particularmente intensos y de una relevancia histórica notable, juegan un papel nulo en la narrativa comunista clásica y por lo tanto en el pensamiento de Manuel Mora Valverde. En agosto 1984 en la Revista Teórica del Comité Patriótico Nacional, COPAN (1984, 77- 95), se reproduce una polémica publica entre el PVP y el FSLN, los individuos que llevan adelante la polémica son Adolfo Herrera García y Carlos Fonseca Amador, es marzo de 1970. Es una polémica ácida y acre, de rivales políticos muy hostiles. Adolfo Herrera García, compara el FSLN con “la carabina de Ambrosio” es decir que dispara al revés, por lo tanto las acciones del FSLN son contraproducentes, contraproducentes en la conciencia del pueblo que rechazan la acción militar y por esa vía la acción revolucionaria, pero también contraproducentes en el esfuerzo por lograr la re legalización del Partido Comunista. “desde 1948 el Partido Vanguardia Popular está ilegalizado y en el curso de esos 22 años los comunistas han sido fusilados, exiliados, encarcelados y perseguidos en todas formas” (COPAN, 1984, 77). Los vanguardistas distinguían la represión producto de la necesidad, que la represión “por gusto” producto de “dejarse llevar por el subjetivismo, por los impulsos que producen los sentimientos de justicia y amor al pueblo” (Mora, 1975, 10). Resumiendo, podríamos señalar que las principales objeciones de Manuel Mora Valverde y los vanguardistas a la estrategia guevarista serian: 118 1) Intentar desconocer las “leyes naturales” que gobiernan la historia y los procesos sociales, “los comunistas conocemos las leyes de la revolución” (1980, 412). Estas leyes no pueden ser apresuradas, ni acortadas a voluntad. 2) Desconocimiento de la importancia de la democracia “sin adjetivos” para la historia política de Costa Rica, las cuales pueden ser interpretadas como “un logro universal que tiene el sello de las luchas de las clases trabajadoras” (Merino, 1996, 213). 3) Este régimen político costarricense es una herencia y tradición esencialmente buena, “noble y positiva” (Mora, 1980, 261) que hay que proteger y desarrollar por qué “el régimen político que surgió de esa lucha es nuestro, muy nuestro, porque es de todo el pueblo y no de una camarilla ni de una casta social” (Mora, 1980, 400). Los guevaristas ignoran esto y por esto su análisis serío o bien dogmático o bien un recetario. 4) La democracia en la interpretación original de Mora y los vanguardistas es también un “estado de conciencia” (1980, 412) o un “instinto político de nuestro pueblo que marca rumbo hacia la paz” (1980, 443), un espíritu incorporado en los costarricenses (1980, 443). Hay pues una fuerte metafísica espiritualista en la concepción de Manuel Mora sobre las tradiciones políticas costarricenses91. Llegará a asegurar que estas tradiciones “son una fuerza autentica y efectiva, más efectiva que la fuerza misma de las bayonetas” (1980, 261). Esta posición será la más objetada al pensamiento de Mora Valverde, bien porque la revolución cubana pondría al orden del día la revolución social en todos los pueblos de América Latina (Salom, 1978, 83) (Araya, 1988, 151) o bien por el olvido del carácter de clase de la democracia costarricense, objeción en la que coincidirá Álvaro Montero Mejía (Merino, 1996, 191) en el año 1975 y Humberto Vargas Carbonell en el año 1984 (Merino, 1996, 210). 91 Es importante señalar aquí que el espiritualismo, el organicismo y la metafísica son parte integrante del pensamiento de los dos hermanos Mora, los tres ingredientes están “armonizados” en el evolucionismo histórico y la vía excepcional del socialismo costarricense. 119 5) En el plano más táctico las acciones militares y guerrilleras era repudiadas bien porque entorpecían la campaña por la re legalización del PVP, esto antes de 1975 o bien porque eran una excusa para la represión, la militarización de la vida social y la persecución de organizaciones populares, el terrorismo le da pie a la represión del Estado o de las organizaciones paramilitares como el Movimiento Costa Rica Libre, además de ser el arma preferida de la derecha, en el caso específico de Manuel Mora recordará los atentados terroristas contra su propia vida. (Díaz, 2018, 95-96). 6) El otro elemento de discordancia con los guevaristas sería una posición “filosófica” la animadversión por la intervención de las emociones (COPAN, 1984,77), los sentimientos (Mora, 1975, 10) los gritos (Mora, 1975, 10) en la política, la política revolucionaria seria científica o derivada del análisis científico y alejada de las pasiones de todo tipo muy especialmente del odio (Mora, 1980, 56) (Mora, 1980, 328) y el resentimiento (Mora, 1980, 224). El uso de “política emocional” será imputado tanto a quienes defienden la estrategia guerrillera como a los grupos paramilitares de derecha. Esta “política emocional” muchas veces es imputada a la juventud de quien la ejecuta, los vanguardistas cuando quieren ser simpáticos los trataran con condescendencia casi paternal (1975, 9) cuando no, con sorna y burla. Adolfo Herrera García los comparara con Los Boy Scouts. 7) Ya inclusive con el triunfo de la insurrección sandinista logrado, el PVP seguirá insistiendo en un matiz con la experiencia guerrillera que es la necesidad de un “partido marxista leninista” como clave de la conducción del proceso. (Trabajo, 1979, 3). 120 6) La experiencia obrera: contrapunto entre la primera y la segunda ola del marxismo. Hay otro punto ciego que es de la mayor importancia para la comprensión y la ubicación de las características de la nueva izquierda o de la segunda ola del marxismo (Dobles y Leandro, 2005, 41-106). Ese punto ciego es la relación con el movimiento obrero. Es decir, la comprensión del movimiento obrero como sujeto social de la revolución, pero también como centro constructivo privilegiado de las organizaciones de izquierda política92. El texto teórico o mejor dicho teórico-psicológico que más medita sobre la segunda ola del marxismo es el texto Militantes (2005) de Ignacio Dobles y Vilma Leandro, una reflexión política y psicológica sobre la base de una serie de entrevistas a militantes de la izquierda política de los años setentas. Podemos cruzar este texto de Dobles y Leandro, con los testimonios de la época y con las ficciones literarias como Te llevare en mis ojos(2007) de Rodolfo Arias Formoso. 92 Este punto es indicado pero no del todo meditado a profundidad por Nahuel Moreno, en una entrevista de 1986, intentando hacer un balance de las experiencias revolucionarias de la posguerra, es decir del maoísmo y del castrismo señala: “después (…) de mirar con simpatía al régimen que surgió de la Revolución Cubana, he llegado a la conclusión de que es necesario continuar con la política revolucionaria de clase, aunque postergue la llegada al poder para nosotros en veinte o treinta años, o lo que sea. Nosotros aspiramos a que sea la clase obrera la que verdaderamente llegue al poder” (60) (…) “estoy convencido de que nuestro “sectarismo”, en el sentido de permanecer junto al movimiento obrero, es enteramente correcto. No hay forma de engañar al proceso histórico y de clase. Si yo dirijo al movimiento campesino a la conquista del poder, no puedo construir una democracia obrera. Es imposible llegar al socialismo con democracia basándose en el campesinado, es algo que va contra las leyes descubiertas por el marxismo y confirmadas por, la historia. La superestructura política que surja será acorde con la clase que toma el poder. (2017,59). Esto es cierto en la comprensión de los resultados de los procesos revolucionarios de posguerra, dando una explicación material y sociológica a las razones por las que los regímenes políticos de las sociedades poscapitalistas fueron todos regímenes autoritarios. Ahora esta meditación no fue extensiva a la comprensión de la construcción de los partidos políticos revolucionarios y sus direcciones, como señala Martín Hernández, en el mismo movimiento que Moreno hacia las críticas señaladas al castrismo y maoísmo, es decir a las direcciones campesinas pequeñoburgueses. Señalaba como táctica privilegiada de construcción partidaria la táctica de frente único revolucionario, una táctica para fusionarse con sectores de la guerrilla maoísta o castrista sobre la base de un programa “mínimo revolucionario” (Hernández, 2019, 176-181) 121 Sobre esta base podríamos hacer un cuadro donde la nueva izquierda nacería con la lucha contra la aprobación del contrato minero de ALCOA, en 1970. Vale la pena aquí hacer una aclaración sobre este acontecimiento político, que todos los analistas consideran clave para comprender el marxismo costarricense de los años setentas. Es de suma importancia traer a debate la investigación de Randall Chaves Zamora ( 2018, 103-133) sobre los sucesos de ALCOA, Chaves aunque no parece tener un conocimiento tan detallado de la izquierda política costarricense y sus debates, así como los debates por los que pasaba “el movimiento comunista internacional”, sí aporta datos contundentes en relación a dos hechos: 1) Que la memoria de ALCOA es construida a posteriori y pese a la importancia capital que tiene este evento en la memoria de la “segunda ola del marxismo” el hecho es que después de 48 años solo existen dos narraciones sistemáticas del evento la de Romero Pérez y la que nos presenta actualmente Chaves Zamora. Este vacío en la narración histórica permitió una memoria construida donde se presenta ALCOA como un movimiento claramente influenciado por la radicalización política del “68” parisino y donde la izquierda jugo un papel central en su organización y promoción. Chaves Zamora muestra una imagen más matizada, primero una sociedad muy conservadora y aún muy “aldeana”, muy protegida de la modernización política y cultural que ocurrió en los países capitalistas centrales, aunque sin duda ya estaba en curso de una modernización económico-social conducida “desde arriba”. En ese marco es que empieza la movilización social contra ALCOA, los opositores al contrato son políticamente un sector de la “dinastía de la sangre” (Solís y Gonzalez, 2000, 242) (Stone, 1998,251) es decir de los vencedores de la guerra civil (como Fernando Volio Jiménez) muy difícilmente vinculables a algún valor político o cultural “de izquierda”, desde el punto de vista sociológico la UCR era la productora de los nuevos profesionales de un Estado en expansión y este a su vez era simultáneamente el principal empleador del periodo. La izquierda política en realidad juega un papel secundario, subordinado. EL PVP porque no tenía presencia parlamentaria y su principal preocupación era la recuperación de 122 la legalidad, además hasta ese año lo “juvenil” no parecería ser una prioridad de los vanguardistas quienes estaba resistiendo su ilegalización atrincherados en las Juntas Progresistas y en el sindicalismo bananero apenas en remozo, después de la difícil represión de los años 1959-1962. Por otra lado, el PRA era una organización clandestina, coherentemente en las memorias de Sergio Erick Ardón, no hay referencias al ALCOA. Los guevaristas están “clandestinizados” y los vanguardistas ilegalizados y concentrados en la clase obrera y el pueblo, siguiendo su formato. Es a posteriori con la reacción anticomunista (Figueres incluido) que acusa a los estudiantes de “comunistas”, “izquierdistas” o víctimas de la infiltración cubana, que se le habré una “ventana” a Vanguardia Popular para reivindicar para sí toda la responsabilidad por los hechos del 24 de Abril, sobre todo los hechos en su carácter radical. Los hechos son tozudos y no puede ocultar la participación y el liderazgo de los sectores liberacionistas, profesionales y aspirantes de profesionales. Gracias a Chaves Zúñiga podemos ver con más equilibrio, con más claro oscuros uno de los momentos de la epopeya comunista y de la narrativa a posteriori de la “generación de ALCOA”. Retomamos nuestro hilo central. Convencionalmente se inicia la epopeya de la Nueva Izquierda con la lucha contra ALCOA. A partir de allí y partiendo de un mundo cultural y político básicamente conservador, más precisamente marcado por el conservadurismo procedente de la derrota de los comunistas en 1948. Se empieza a producir un proceso de radicalización política y de modernización cultural. En este proceso la radicalización política encuentra como motivo, como retórica (que no como práctica) la revolución cubana y la estrategia guevarista. La “epopeya” de la Nueva Izquierda es más corta que la epopeya comunista. Va de 1970 a 1979, extendiéndose un poco hasta 1982, en algunos casos. 123 Esta “epopeya” que arrancaría en ALCOA, continua con el “despertar juvenil” es decir el ingreso al mundo de la educación superior o la fase final de la secundaria, tiene como paso siguiente la selección o ingreso a la organización de izquierda en la que se iba a militar que para la primera parte de los años setentas eran cuatro opciones: el PVP, el PSC, el FPC y el MRP. La selección de la alternativa no parece estar demasiado marcada por la claridad programática o estratégica. Luego de eso hay dos hitos repetitivos el triunfo de la izquierda en las elecciones federativas de la UCR en 1974-1975 y la primera coalición de Pueblo Unido en 1978 y todas las dificultades para lograrla, finalmente se abre el camino hacia la participación en la revolución nicaragüenses en 1979, asociado a labores militares o de solidaridad. (Araya, 1988, 145-170) Ya la campaña de 1982, es recordada con distancia, Álvaro Rojas la considera una campaña durísima y Araya la caracteriza con el inicio de la bancarrota de la izquierda (1988,165). Pero hay un elemento que en el análisis de Dobles y Leandro y en la ficción de Arias Formoso, que no está suficientemente enfocado: el problema del movimiento obrero como tal. Aunque en las memorias de los militantes de la segunda ola del marxismo aparece frecuentemente el tema del movimiento sindical, este aparece como movimiento sindical de los empleados públicos, es decir de sectores que nos son el proletariado. Esto es interesante porque hay un desplazamiento, una diferencia entre la primera ola y la segunda ola del marxismo, que no se nota y no se tematiza. Para lograr realizar este contra punto entre las dos olas, creemos que es de particular importancia apropiarse de las meditaciones/explicaciones que presenta Jaime Cerdas en sus memorias: La Otra Vanguardia (1993) texto de madurez y en algún sentido testamento político al borde de la muerte. Jaime Cerdas Mora, fue parte del equipo fundador y dirigente del Partido Comunista de Costa Rica, de la dirección sindical de la huelga de 1934 y posteriormente fundador del 124 Frente Popular, sus memorias tienen la ventaja de “estar menos comprometidas” con la narrativa oficial del PVP, pero también son un documento elaborado por un testigo presencial y actor primera de “los años de fuego” del Partido Comunista. Si seguimos las memorias de Jaime Cerdas sobre todo los primeros años de construcción del PC CR hay un claro énfasis en las características obreras del PC CR, tanto en su composición, como en sus candidatos y dirección política. Queremos señalar una serie de características importantes que, siguiendo el testimonio de Cerdas, podríamos deducir de la práctica y funcionamiento de los primeros años del PC CR: 1) La composición obrera de la dirección política y el deseo que eso se mantuviera de esa forma. Cerdas señala que el buró político del PC CR estaba conformado por: Manuel Mora, Jaime Cerdas y Luis Carballo, que era trabajadores intelectuales, pero Adolfo Braña, Montero Berry, José Barquero, Carlos Marín y Guillermo Fernández, eran obreros, trabajadores manuales. Braña era mecánico, Montero Berry era herrero, Carlos Marín afilador, José Barquero Carpintero. Además, señala: “todas las sesiones eran de noche, porque todos teníamos que trabajar. Eso hizo que el Partido se desarrollará con mucha mística. La Dirección estaba inmersa en la producción, y no como fue después, que estaba solo viendo las cosas desde arriba” (1993, 66), más adelante el mismo Cerdas señalará: “Lo que si es que todos trabajábamos y sabíamos lo que era producir. Todos estábamos ligados a la vida económica real del país, y sabíamos en carne propia que no era posible distribuir lo que no se ha producido. Esto no lo podría entender más tarde quienes, sin pasar por la escuela de la vida ni del trabajo, veían la revolución desde la vitrina relativamente privilegiada, pero sin duda aislada y aislante, de sus escritorios de burócratas de Partido” (1993,126). Un ultimo aspecto en relación con la huelga de 1934 del que fue dirigente señala: “Años después, los que los terminaron marginando, quisieron halagar su vanidad, exagerando burdamente el papel de Ferreto y Manuel y minimizando el mío” (1993, 92). 125 Estos diagnósticos de Cerdas al final de su vida son interesante porque señala algo que se fue perdiendo en el camino en y las modificaciones sociológicas y culturales que fue teniendo la izquierda política. En el testimonio de Cerdas vemos dos diagnósticos, el que apunta al problema de la burocratización asociada a los “revolucionarios profesionales” y el peligro que implica su burocratización y el segundo el problema de la falsificación ideológica de la historia, producto de esa burocratización. Hemos señalado que una de las dificultades centrales de realizar esta tesis es lograr “desenredar” la maraña de testimonios, reiteraciones inerciales y construcciones ideológicas asociadas a la narrativa de la epopeya comunista costarricense. Los testimonios de Cerdas dan un punto de fuga para poder entender más plenamente los núcleos de sentido principales y a partir de allí los puntos de apoyo principales para poder lanzar hipótesis estratégicas de como reconstruir un izquierda obrera y socialista o un “partido de clase” que es como lo designa Cerdas (1993,61). 2) El otro punto central es como Cerdas encara el problema de las elecciones y los posibles candidatos a diputados. Dentro del conjunto de narraciones sobre Manuel Mora Valverde y su práctica política, un elemento que fácilmente se puede detectar como uno de los talentos que se le atribuye y reconoce de manera unánime es su talento como orador, como polemista y como parlamentario. Cerdas se refiere a la llegada y la carrera parlamentaria de Manuel Mora como “labor brillante” (1993, 73) se pueden recolectar muchos testimonios en el mismo sentido. Hay un acuerdo transversal que la decisión de solo utilizar candidatos obreros, que fue el criterio del PC CR hasta 1934 y fue la tesis defendida originalmente por Manuel Mora y Carmen Lyra, fue un error y que la demostración de que fue un error es justamente el talento parlamentario de Manuel Mora y la importancia que tuvo su labor parlamentaria en “los años del fuego”, así como en el regreso a la legalidad del PVP. A esto se suma que la familia Mora Valverde, es la familia de izquierda que ha tenido más representantes parlamentarios: Manuel Mora Valverde, Eduardo Mora Valverde, José Merino del Río y Patricia Mora Castellanos, casi siempre que la izquierda ha tenido representación parlamentaria ha sido un Mora quien lo ha llevado adelante y las narrativas de tirios y troyanos aceptan su talento en esa labor. 126 Este punto es interesante porque es uno de los menos tematizados del balance de la izquierda política costarricense, parte por el corto tiempo que duró este criterio, parte por el talento de Manuel Mora, parte por los éxitos prácticos asociados a la labor parlamentaria. Luego al hecho notable que en la práctica de la Nueva Izquierda se instaló la relación que el secretario general de la organización, debía ser también el “primer lugar” a diputado nacional. Así las principales figuras de la nueva izquierda fueron secretarios generales y también diputados nacionales. Pero el dato que no se tematiza y no se rediscute es que esta tradición y esta práctica política es contraria y es adversa a la tradición del marxismo clásico. Ni Marx, ni Engels, ni Kautsky, ni Lenin fueron nunca parlamentarios y no se estilaba que los dirigentes teórico- políticos fueran los dirigentes parlamentarios. Los parlamentarios más reconocidos del marxismo clásico fueron Jean Jaures en Francia y Auguste Bebel en Alemania. Los parlamentarios bolcheviques son escasamente recordados: Poletaev, Malinovsky, Petrovsky, Muránov y Badaev, son nombres que poco le dicen a los actuales militantes de la izquierda política. Desde casi el surgimiento mismo del marxismo clásico el criterio era la elección y promoción de candidatos obreros, por ejemplo en Marzo de 1850 en el texto de Marx y Engels, Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas señala: “el proletariado deberá vigilar para: 1) Que ningún núcleo obrero sea privado del derecho de voto bajo ningún pretexto o truco de las autoridades locales o de los comisarios del gobierno; 2) Que al lado de los candidatos burgueses democráticos disputen en todas partes los candidatos obreros elegidos, en la medida de lo posible, entre los miembros de la Liga… Inclusive en donde no exista ninguna esperanza de triunfo los obreros deben presentar candidatos propios para conservar la independencia” (Marx y Engels, 1974, 186). La experiencia de la revolución rusa y la codificación de la experiencia bolchevique en la Tercera Internacional, no modificará este criterio marxista, más bien lo reforzará: “Los partidos comunistas deben renunciar al viejo hábito socialdemócrata de hacer elegir exclusivamente a parlamentarios “experimentados” y sobre todo a abogados. En general, 127 los candidatos serán elegidos entre los obreros. No debe temerse la designación de simples miembros del partido sin gran experiencia parlamentaria. Los partidos comunistas deben rechazar con implacable desprecio a los arribistas que se acercan a ellos con el único objetivo de entrar en el parlamento. Los comités centrales solo deben aprobar las candidaturas de hombres que durante largos años hayan dado pruebas indiscutibles de su abnegación por la clase obrera.” (VVAA, 2017, 96). De allí que cuando Cerdas señala a propósito de la elección e irrupción de Adolfo Braña en las sesiones del Consejo Municipal que: “Para mí, Braña encarnaba el obrero que yo adivinaba en las obras de Marx: digno valiente y orgulloso. Su forma de hablar, y sus gestos espectaculares, eran una especie de símbolo de la llegada de los obreros a los organismos del Estado, donde habían estado ausentes” (1993, 65). No solo estaba teniendo una intuición política correcta, sino que esta experiencia alrededor de la candidatura de Braña seria tal vez el único testimonio de un uso leninista, bolchevique de la experiencia parlamentaria. Aunque esta experiencia no hubiese sido producto de la meditación y comprensión teórica, o estuviera engarzada a una estrategia, como en el modelo leninista, sino que era producto de un cierto empirismo y pragmatismo que el mismo Cerdas reconoce: “nosotros no teníamos preocupaciones teóricas, ni universalistas, sencillamente hacíamos nuestro trabajo” (1993,119), pero este empirismo y pragmatismo brotaba de la “inmersión en la clase obrera”. El pragmatismo, que es característico de la izquierda política costarricense tanto en la primera como en la segunda ola, luego será el punto ciego para que Cerdas comprenda el significado de su propia práctica, por ejemplo, mantendrá la narrativa oficial de los comunistas sobre lo ocurrido en los años cuarentas y sostendrá que esa práctica política los emparentaría con el eurocomunismo. Al final Cerdas Mora, terminaría siendo complementario a la narrativa de Merino y de la mayoría comunista de la izquierda costarricense. 3) El otro punto problemático del testimonio de Cerdas Mora es su relación con los extranjeros y con el trotskismo (en esto es igual a los vanguardistas), Cerdas Mora unifica 128 su hostilidad hacia el trotskismo y hacia los extranjeros en la figura de Rómulo Betancourt, quien abiertamente desprecia. En esta construcción ideológica extremismo y extranjería se unifican. Betancourt, extranjero e incapaz de comprender las características nacionales, impulso al PC CR a enfrentamientos y radicalismo excesivos, producto de su radicalismo verbal, de su forma agresiva de escritura. Cerdas Mora no problematiza los hechos, pues el “radicalismo verbal” y el “excesivo polemismo” que en su forma extrema serían “palabra hiriente”, es una característica que se le ha atribuido a Carmen Lyra, característica que se mantendrá hasta la muerte de la autora y que le valdría ganar el titulo de “la voz del odio” entre los opositores al gobierno caldero- comunista. El encono del figuerismo triunfante hacia Lyra, parece estar asociado a este hecho. Pero Cerdas Mora, no ve en esta característica polémica algo reprochable en Lyra, el único reproche que se encuentra en su texto es uno relacionado a la vida relativamente acomodada de Lyra, “una pequeñoburguesada” (19993, 73) dice Cerdas. Por otro lado, extranjeros como el español Braña o el nicaragüense Adán Cerdas, son recordados con cariño y admiración. La idea posterior en su vida, inducida por la lectura de su hijo Rodolfo Cerdas Cruz, sobre un marxismo “con sello nacional” afianzó en Cerdas Mora la idea que el trotskismo era una corriente extremista y extranjerizante, Cerdas Mora moldeo ideológicamente en sus recuerdos sobre Rómulo Betancourt estos prejuicios. Irónicamente la reflexión trotskista hubiera sido de gran utilidad para las meditaciones de Cerdas Mora, en la medida que la obra de Trotsky tiene como uno de sus ejes las explicaciones sociohistóricas de los procesos de burocratización de las organizaciones obreras y revolucionarias. 4) Uno de los señalamientos que realiza Tonny Cliff en su texto Lenin: la construcción del Partido (2010), es que el bolchevismo como corriente siempre militó y sacó sus fuerzas y sus recursos de las principales fábricas y barrios obreros. Es decir, era un partido obrero, por su programa, por su composición y por la fuerza social que movilizaba. Nuevamente en el texto de Cerdas, vemos experiencias que apuntarían a ver como el PC CR ejecutaba “empírica y ciegamente” una especia de leninismo tropical. Dos testimonios: “Cuando se 129 desencadeno la guerra civil en España en 1936, nosotros organizamos una fuerte campaña de solidaridad, que no se mantuvo simplemente a nivel moral, sino que significó envíos de café y ropa a España. Hay una anécdota muy conmovedora de esa época, que a veces recuerdo. Una señora muy consciente pero analfabeta, que se llamaba Rosa García, oyó a Carmen Lyra decir líricamente que habría que quitarse todos los días un pedacito de pan de la boca para dárselo a los niños españoles. Cuando se hizo la recolecta se presentó ella con un saco lleno de rueditas de pan que había cortado cada día. Mucha gente se río de su ignorancia, pero nosotros nos sentíamos muy conmovidos por el gesto de esa mujer del pueblo. Había fe y había pasta” (1993, 73)93. La otra anécdota es sobre la ida de Cerdas hacia el Atlántico para preparar huelga de 1934, señala: “me fui para Limón. El Partido se comprometió a pagar el alquiler de la casa, y a darle semanalmente unos quince colones a mi esposa para la manutención suya y de mi hijo. Jamás cumplieron con lo prometido. La solidaridad vino de un trabajador llamado el “Cholo” Solano. Ganaba cinco pesos a la semana y religiosamente pasaba a mi casa y dejaba la mitad. La otra mitad se la tomaba en tragos, después de lo cual se iba por media calle lanzando vivas a todo pulmón para Manuel, Luis, Fallas y yo” (1993,82). Las dos anécdotas, aunque puntuales son extraordinariamente expresivas sobre donde residía la fuerza política y las reservas morales del partido comunista, pero sobre todo en que sector social se apoyaba en los momentos políticos más duros. La imagen de una analfabeta guardando pedazos de pan para que triunfará la República Española o de un obrero manual dispuesto a entregar la mitad de su salario para que el dirigente de su partido fuera a realizar una actividad improbable a Limón, muestra el valor de la idea comunista. Estos dos hechos fortuitos una analfabeta costarricense guardando rodajas de pan y un trabajador que da vivas alcoholizado, están conectados a través de una institución: el Partido Comunista, con la dirección en la que se movía la Historia y era esta comprensión 93 La memoria de Jaime Cerdas, puede ser confirmada en el artículo de Carmen Lyra “La compañera Rosa García”, publicado en Trabajo N°324 del 21 de enero de 1939. En realidad el discurso no fue de Carmen Lyra, sino de Manuel Mora, Carmen Lyra fue quién escribió el texto que recuerda Jaime Cerdas. La campaña política consistía en recoger dinero para enviar a España, pero también para sacar de España y traer a Costa Rica a los hijos pequeños de Adolfo Braña. Efectivamente la referencia a guardar un bollo de pan por lo niños de España fue una metáfora que uso Mora Valverde que Rosa García tomó literalmente. 130 lo que le daba sentido. A los hechos conmovedores e ingenuos de Rosa García y el “Cholo” Solano. 5) Finalmente un asunto que también es un punto ciego en Cerdas Mora, la conclusión final de su testimonio es la adscripción al comunismo “a la tica” y a la tesis de que el PC CR es una anticipación del eurocomunismo. Ahora esa lectura impide buscar otro significado posible de la “democracia” en la historia de las ideas políticas. Es particularmente importante para ello la lectura de Cerdas sobre la Huelga de 1934. El testimonio de Cerdas permite equilibrar la “historia oficial” comunista en el sentido de sobredimensionar el papel de Mora o Ferreto, por conveniencias hagiográficas faccionalistas, cuando en realidad la huelga fue el producto de un movimiento social que venía madurando desde hace décadas y que estaba lista para el estallido social, que involucró un sin número de fuerzas sociales articuladas y enfrentadas de manera desigual, pero sobre todo fue un esfuerzo de una dirección política colectiva y un “parto” de la clase obrera centroamericana (Cerdas destaca la presencia de trabajadores de todos los países centroamericanos). Pero en su diagnóstico de la huelga Cerdas señala dos aspectos: “Las condiciones estaban maduras para un estallido brutal o para la huelga. Nosotros logramos que fuera una acción organizada, racional y por qué no, heroica, que a la larga fortaleció la democracia costarricense” (1993,91) En otro pasaje cuando Cerdas narra, como la fuerza y la intriga de la Unidad logró revertir una votación durante el tercer debate en el parlamento de las leyes para proteger a los trabajadores bananeros, Cerdas Mora hace la siguiente reflexión. “la victoria no estaba allí. Había que ir al bananal, sacarla de allí, traerla y convertirla en organización sindical, legislación social y democratización política” (93). Estas afirmaciones nos permitirían leer la historia nacional en otra clave, alejada del “excepcionalismo nacional”, nos permitiría leer la democracia y la ciudadanía no como valores metafísicos de un ser nacional o como un “estado de conciencia” que es la lectura que propondrá Manuel Mora posteriormente. 131 Podríamos así intentar criollizar una tesis de Álvaro García Liniera sobre los sindicatos bolivianos, la cual afirma que: “el sindicato será la forma legítima del acceso a los derechos públicos, con lo que la nación del Estado, la hegemonía estatal y sus preceptos homogeneizadores se expandirán, a través de los sindicatos, en los enormes tumultos de emigrantes del agro que marchan a las ciudades y fábricas” (2009, 361). Es decir que pese a la derrota de la huelga de 1934 y la desaparición del sindicalismo en la Zona Atlántica hasta la posguerra. La fuerza de esta movilización obrera implicó de forma negativa, por el miedo de clase que produjo, una extensión de la democratización política que implicó el reconocimiento de una partido de clase y de las organizaciones sindicales como interlocutoras legítimas del Estado, obligó a pensar y diseñar una legislación social de contención y finalmente estableció una relación en los sectores populares que asocia democracia política con participación sindical, es decir que la forma en que se ejerce la ciudadanía efectiva es a través de la movilización sindical. Si esta hipótesis es plausible arrojaría otra luz a la razón por la cual las clases dominantes y las élites intelectuales costarricenses han puesto tanto énfasis a que el sentido verdadero de la democracia y la excepcionalidad costarricenses esta asociada a la eficacia y la “pureza” de los mecanismos electorales de la democracia procedimental. Así tendríamos dos narrativas y no solo una sobre el sentido de “lo democrático” en la vida política nacional. Este apunte largo sobre el sentido de las memorias de Cerdas, tenía el objetivo de usarlo como extenso contrapunteo en relación con la experiencia del marxismo de la segunda ola y eventualmente de la actual izquierda política. Queríamos pues llamar extensamente la atención de un fenómeno, sobre el que se ha meditado poco. Un fenómeno que lleva en el terreno de las ficciones literarias/estéticas a que se desvanezca a que desaparezcan personajes literarios como Paragüitas de Puerto Limón (1950) y Sibajita o Calero de Mamita Yunai (1941)94 y que entren en primer lugar 94 De quien Pablo Neruda escribió en el Canto General “Calero, trabajador del banano (Costa Rica, 1940) No te conozco. En las páginas de Fallas leí tu vida, gigante oscuro, niño golpeado, harapiento y errante. De aquellas páginas vuelan tu risa y las canciones entre los bananeros, en el barro sombrío, la lluvia y el sudor. Qué vida la de los nuestros, qué alegrías segadas, 5 qué fuerzas destruidas por la comida innoble, qué cantos derribados por la vivienda rota, ¡qué poderes del hombre deshechos por el hombre!” (Neruda, 2005, 310). 132 personajes como Gonzalo y Lucia de Te llevare en mis ojos (2007) o Martin Amador de Cruz de Olvido (1999). Entre las novelas sociales de primera época y las novelas sociales de segunda época, la diferencia no es el grado de decepción o de adaptación del personaje central. Lo determinante, es que el movimiento obrero no aparece. Algo ha cambiado. La revolución cubana y la revolución sandinista, aunque pueden aportar una dimensión en la radicalidad retórica y táctica a la izquierda política costarricense, probablemente radicalizan un problema no resuelto. El partido comunista es una organización obrera con una matriz teórica estalinista y una estrategia/ideología llamada comunismo “a la tica”, la nueva izquierda en sus distintas versiones no va a ser organizaciones obreras, serán organizaciones asentadas entre estudiantes, empleados públicos, campesino o pobladores urbanos. Pero no entre obreros. Pero además su matriz teórica, aunque diferente del estalinismo clásico, sigue siendo una lateral del estalinismo, mejor dicho, el modelo teórico del estalinismo es tan dominante, que inclusive sus competidores maoístas y guevaristas serán variantes y colaterales del estalinismo. Esta crítica también podría ser extendida al trotskismo, la corriente que en principio seria la principal alternativa teórica al estalinismo, pero que nunca pudo mostrarse como una alternativa real en el mundo de la clase obrera. Ignacio Dobles y Vilma Leandro, siguiendo a Araya y al mismo Cerdas (1993,72) ven como positivo el abandono del mundo obrero, lo considera una desviación (el “obrerismo”) cuya característica central sería menospreciar el potencial revolucionario de otros sectores sociales (2005, 69-71) y ser “dirigista” (2005, 113) es decir vertical y tratar burocráticamente al movimiento sindical y popular. Dobles y Leandro ven en el “obrerismo” el corazón de la metafísica estalinista “el problema es que el relato de Cerdas evoca aquellas estatuas soviéticas del proletario firme, recio, con la mirada puesta en el futuro, confirmando un ideal de “pureza” que solo se encontraba en casos excepcionales” (2005, 70). 133 Así Dobles y Leandro, lanzan “el niño, con el agua sucia”. Es correcta la crítica a la metafísica y la ideologización del realismo socialista, también es cierta la cultura burocrática que el estalinismo introdujo en el movimiento obrero. No obstante, Dobles desprecia dos elementos que Cerdas introduce y que como hemos dicho son de gran actualidad política: el problema del carácter obrero y antiburocrático que tenía la dirección original del PC CR y la fuerza política y moral emanada de una organización política basada en quienes no tiene nada que perder más que sus cadenas (Marx y Engels, 1974, 141). Este elemento visto a la luz del balance de la experiencia de la segunda ola del marxismo, no puede ser considera más que como una virtud, no como un defecto. Dobles y Leandro ven en este “obrerismo” una metafísica, Manuel Solís (2006,111) destaca como este obrerismo podía coincidir con el sostenimiento de las dimensiones menos nobles y más obtusas de las costumbres plebeyas, el testimonio de Cerdas, confirma la vivencia de esas dimensiones y agrega otras como los juegos de azar95 o los duelos a pistolas, como hemos señalado el mismo Cerdas ve retrospectivamente este obrerismo como un sectarismo un poco absurdo (Como no dejar entrar al local del Partido a gente con corbata) (1993,66). La objeción de Dobles y Leandro, nos parece una especie de sentido común compartido de la izquierda pos Muro de Berlín en el sentido que la sustitución teórica de la clase obrera somo sujeto social de la revolución, por un sujeto político basado en el traslape y la coordinación de un conjunto de movimientos sociales articulados por demandas identitarias o de acceso es un movimiento progresivo y liberador de las energías políticas populares, me parece que es rebatible por el lado de la teoría96, pero sobre todo por el lado de la práctica política pues es evidente y reconocido que la segunda ola del marxismo no llegó a tener la influencia política del PC CR en los años cuarenta. 95 También en Memorias Rojas de Álvaro Rojas, la presencia del juego de azar y la cultura del tahúr es notable, pese a que Álvaro Rojas, corresponde a una generación posterior. 96 Ver especialmente el artículo de Juan Chingo y Julio Sorel ¿"Crisis del trabajo" o crisis del capitalismo? En la Revista Estrategia Internacional Ni 11/12 (1998) y la colección de artículos de Eduardo Almeida Neto Sobre el proletariado y el sujeto social de la revolución parecido en el N°9 de la Revista Marxismo Vivo (2017). 134 La objeción de Solís Avendaño, es más matizable en el sentido de la coexistencia e idealización de las prácticas plebeyas como parte de la cultura obrera, teniendo por ejemplo el machismo cultural una de las objeciones centrales. Sin duda los dirigentes del PC CR harán parte de la cultura machista latinoamericana, que mantuvo la izquierda de los años treintas y de los sesentas97. Pero la interpretación de Solís, nos parece que es un poco unilateral al no tomar en cuenta que la inmersión en los sectores populares le permitía a través de la experiencia política y de lucha una intervención para modificar las costumbres plebeyas como el alcoholismo, la falta de aseo o la falta de disciplina. Estos males fueron siempre intentados de combatir por la vía de la filantropía o de las divisiones sociales del Estado más modernamente. Cerdas por ejemplo refiere como al inicio de la huelga de 1934, Fallas hizo jurar a los obreros de no tomar una gota de alcohol durante la huelga, la descripción de Braña es la de un obrero limpio, disciplinado y orgullosos de si mismo y su historia. Es decir, aunque efectivamente podríamos ver ejemplos de naturalización de costumbres groseras, también hay contra ejemplos de intervención política para modificar las costumbres aprendidas en “los bajos fondos”, en ese sentido principios de “revolución cultural”. La presencia de costumbres indeseables aprendidas por la miseria, es una característica que no desaparece de manera veloz, para el año 1923, es decir 7 años después que los bolcheviques conquistaran el poder, Trotsky (1977b) veía como una de las labores fundamentales del estado soviético luchar contra estas costumbres plebeyas, como el desprecio por la autoimagen (especialmente por no lustrar los zapatos), el lenguaje soez y el consumo alcohólico. Además, es importante señalar que estos elementos de “revolución cultural” son sin duda superiores en cuanto a éxito social y autoestima política que la intervención filantrópica o el tutelaje cultural. 97 En la biografía de Jon Lee Anderson sobre Guevara, se lee la siguiente caracterización de Guevara y Castro: “A pesar de tantas diferencias, los dos hombres poseían algunos rasgos comunes. Ambos eran hijos sumamente mimados de familias grandes; descuidados en su aspecto personal y sexualmente voraces, pero subordinaban sus relaciones a las metas que se imponían. Ambos estaban imbuidos del machismo latino: la creencia en la debilidad innata de las mujeres, el desprecio por los homosexuales y la admiración por los hombres valientes y arrojados. Poseían una voluntad de hierro y un sentido exagerado de la propia misión en la vida. Y, por último, los dos querían hacer revoluciones. Cuando se conocieron, cada uno había intentado vanamente participar en los sucesos históricos de su época y reconocían el mismo enemigo:Estados Unidos.” (2006, 177) 135 Pero retomando nuestro punto central de argumentación, lo que ya no se nota en la segunda generación del marxismo costarricense, es que lo determinante y en lo que era superior el Partido Comunista de primera época, no es en las tonterías sectarias o la rudeza de los modos plebeyos, sino en la irrupción política de la clase obrera, en la construcción de un partido obrero con objetivos anticapitalistas, con valores internacionalistas y socialistas. La referencia a Adolfo Braña y Adán “Gato” Cárdenas como ejemplos de obreros revolucionarios, son relevantes porque introducen un cortocircuito en la narrativa oficial comunista. Pues son obreros, son extranjeros, y por lo tanto una oposición testimonial al nacionalismo excepcionalista que implica la ideología /estrategia del comunismo “a la tica”, son un signo del carácter internacionalista de la lucha obrera, pero también del carácter multinacional de la clase obrera, la clase: “que no es una clase de la sociedad burguesa, de un estado social que es la desaparición de todos los estados sociales; de una esfera que obtiene de sus sufrimientos universales un carácter universal y no alega ningún derecho especial porque ella no padece una injusticia social, sino la injusticia en sí” (Marx, 1978, 138) Por eso es tan equivocado cuando Dobles y Leandro señalan el carácter excepcional y episódico del movimiento obrero socialista. Esta afirmación de Dobles no solo entra en contradicción con la historia mundial el movimiento obrero, de decenas de experiencias de militancia obrera. Sino que también de los testimonios de Álvaro Rojas (2012) y Álvaro Montero Vega (2013), donde se puede ver como todavía en los años cincuenta, sesenta y setenta la fuerza del PVP residía en elevar políticamente el proletariado agrícola en sujeto político, así sea con una estrategia equivocada como la del comunismo “a la tica”. 136 7) La crisis del socialismo histórico y Manuel Mora. Antes de colocar el problema de la recepción de la crisis del socialismo histórico en el pensamiento de Manuel Mora Valverde, habría que realizar una reflexión de cómo analizar este fenómeno, a través de qué método se puede ingresar al problema. En primer lugar, porque la crisis del socialismo histórico ha sido entendida y conceptualizada de varias maneras, por lo tanto, pueden significar al menos tres cosas distintas: 1) las sucesivas crisis en el sistema estalinista de dominación. 2) La reestructuración del poder soviético, conocidas como Perestroika y Glásnot. 3) Las revoluciones democráticas contra los sistemas de partido-Estado. Estas distinciones analíticas, que tienen alcance teórico y estratégico, no siempre se realizan en el pensamiento de un determinado individuo o de una organización política, sobre todo en el campo de la izquierda política, generalmente se tiende a ver la re estructuración del sistema soviético y las revoluciones democráticas como el mismo proceso, lo cual a nuestro entender es analíticamente incorrecto. El otro tema es que, aunque efectivamente el desplome de los sistemas de partidos-Estado en la URSS y el Este de Europa, no modificó las tendencias orgánicas del sistema-mundo, es decir el de ser una sociedad basada en la acumulación capitalista a través de la valorización abstracta del trabajo, sí significó un Acontecimiento (Hounie [Badiou], 2010,23) en el terreno de la política y las organizaciones de izquierda, modificó el mapa conceptual con el que se habían movido todas las fuerzas políticas en un siglo. Podríamos decir que los sucesos de 1989-1991, como momento simbólico del desplome de los partidos-Estado, lo que hacen es profundizar, acelerar y poner a la luz crisis y procesos que ya venían de antes en la izquierda latinoamericana y costarricense. 137 Por un lado, radicalizó la crisis del estalinismo, como sistema de dominación, pero muy especialmente empezó a poner en crisis los modelos teóricos, prácticos y orgánicos que se derivaban localmente de los modelos estalinistas de dominación. Muy especialmente el modelo de partido único y partido monolítico de la clase obrera, junto con las ideologías que justificaban esta práctica política. La crisis del socialismo histórico radicalizó la crisis ya existente en la izquierda latinoamericana y costarricense, pues esta crisis no se produjo en el vacío y sin adversarios, sino que se produjo en medio de una orgía ideológica motorizada por las empresas de comunicación occidentales.98 Esta ofensiva ideológica no produjo la crisis de la izquierda que como decíamos venía de antes, pero si la alentó y complejizó. La crisis fue además una crisis teórica significativa, pues uno de los efectos duraderos del estalinismo es que mutiló la simbiosis entre la elaboración de la teoría socialista y la vanguardia obrera, ya los últimos trabajos de Trotsky, que son los últimos desarrollos importantes del marxismo clásico, se desarrollan un poco “en el vacío” es decir sin contar con la sustentación de una vanguardia obrera adherida a la Cuarta Internacional. Es la diferencia que existe entre una hipótesis teórica y una confirmación por la negativa y una demostración práctica y positiva. 98 Viéndolo a la distancia es hoy bastante patente que la euforia con que el desplome del estalinismo fue recibido por los ideólogos del capital y los medios occidentales no guardaba proporción con la capacidad del sistema capitalista para resolver los desafíos planteados por el resurgimiento del nacionalismo, las migraciones masivas, la crisis ambiental, la caída tendencial de la tasa de ganancia y sus sucesivas crisis económicas. Un ejemplo luminoso de ello es el cambio de opinión de Francis Fukuyama, quien en Octubre de 2018 aseguró a New Statesman: “En materia de igualdad social, [las políticas impulsadas por] la “revolución conservadora” de Thatcher y Reagan ha conducido a un debilitamiento de los sindicatos, del poder de negociación de los trabajadores de a pie, al surgimiento de una clase oligárquica en casi todas partes que ejerce entonces un poder político indebido. En cuanto al papel de las finanzas, si hay algo que hemos aprendido de la crisis financiera es que hay que regular el sector como el demonio porque harán que todos los demás paguen. Toda esa ideología se arraigó muy profundamente en la Eurozona, la austeridad que Alemania impuso al sur de Europa ha sido desastrosa. (…) “En este momento, me parece que ciertas cosas que dijo Karl Marx están resultando ser ciertas. Habló de la crisis de sobreproducción.... que los trabajadores se empobrecerían y la demanda sería insuficiente.” (Woods, 2018). 138 El marxismo occidental aún mantuvo el desarrollo y la novedad de determinados aspectos del marxismo, pero lo hizo localizando sus preocupaciones en otras esferas, que no eran las fuertes del marxismo clásico es decir la política y la economía. Los desarrollos del marxismo occidental fueron relevantes en zonas como la estética, la lógica, la filosofía, la crítica cultural o los desarrollos históricos. Otra diferencia fundamental, diferencia que también significa una dificultad, es que el marxismo occidental tuvo como interlocutor primordial y privilegiado, no las organizaciones obreras y populares, sino la cultura universitaria de masas surgida con el capitalismo tardío de posguerra. Finalmente, la crisis fue también una crisis política producto del cambio de orientaciones del personal político dominante de los estados capitalistas centrales. La orientación política expresada en los acuerdos de Helsinki y la política de promoción de los derechos humanos de la administración Carter, aceleró y profundizó lo que podríamos llamar la crisis política asociada a la “cuestión democrática”, es decir el debate político asociado al lugar que ocupan la democracia procedimental, el estado de derecho y los valores liberales en general dentro de la estrategia de la izquierda política. Estamos en presencia de un sistemático abandono de la defensa de la Dictadura del Proletariado como concepto y la asunción de la democracia procedimental como un valor central. Esta crisis política tiene una larga duración pues podemos encontrar ese debate instalado en las discusiones de la izquierda política a partir del proceso chileno sobre la vía pacífica o institucional al socialismo (Gallardo, 1979, 27-55), (Alexandre, 1973), un segundo jalón a partir del debate eurocomunista en 1977-1979 (Carrillo, 1977), (Claudiín; 1977), (Mandel, 1978), (Greco, 1978), un tercer jalón poco después del derrumbe de la URSS (Petras, 1990) y otro más en el tránsito de siglo (Herrera, 2017). Esta crisis política como hemos señalado en otra parte (Herrera, 2017) se vio cada vez más profundizado a partir de la crisis 1989-1991. El debate sobre la “cuestión democrática” ya está presente en el comunismo costarricense en los años treinta y fue reactualizado en los ochenta a partir del proceso de 139 desradicalización de la nueva izquierda y del debate fraccional llevado adelante por los grupos Ferreto y Mora. Queremos señalar que, aunque es de suma importancia la localización general del significado del desplome de los partidos Estado en el marco general de la crisis del estalinismo y de la izquierda política, también es necesario señalar que las izquierdas son plurales y están enmarcadas y determinadas parcialmente por las distintas tradiciones nacionales e institucionales, estas tradiciones y prácticas les permitieron llevar la crisis mejor o peor. Para señalar algunos ejemplos el desplome de la URSS, no significó la pérdida del poder político, ni del monolitismo del Partido Comunista Cubano y del Partido Comunista Chino, pero si significó una profundización de la vía capitalista que ya el PCCh había emprendido desde las Cuatro Modernizaciones y para el PCC significó las políticas de “periodo especial” que con menos transparencia que las Cuatro Modernizaciones chinas, restituyó progresivamente el papel de la empresa privada en la Isla. Igual en Centroamérica la crisis de la URSS, significó el fortalecimiento de las políticas que dentro de las organizaciones guerrilleras defendían la necesidad de firmar los Acuerdos de Paz. Es decir, la estrategia de transformarse en partidos políticos parlamentarios, cosa que efectivamente ocurrió. Otras organizaciones, aunque buscaban la transformación en partido político, se les impidió sobre la base de los ataques paramilitares (como la FARC-EP), otras organizaciones decidieron disolverse (como el trotskismo chileno o el Partido Socialista Costarricense) y otras (sobre todo organizaciones de tipo político militar) fueron cuasi desaparecidas por la presión militar (como las guerrillas peruanas MRTA y Sendero Luminoso). Por lo tanto, cada organización de izquierda le sorprendió la crisis del socialismo histórico en distintos lugares y momentos de su propia historia práctica y esa localización les sirvió para asimilar mejor la crisis o bien significó la destrucción sin más de la propia organización. 140 En el caso de Manuel Mora Valverde y el Partido del Pueblo Costarricense la crisis del socialismo histórico los sorprende bajo el siguiente cuadro histórico-social: 1) Recibiendo el impacto de la crisis económica capitalista de los años 1973-1974 y 1979. (Rovira, 1989, 57-133) 2) En el caso específico de Costa Rica, la crisis de 1980-1982 significó una de las crisis más profundas que se registran en la segunda parte del siglo XX. Los científicos sociales convencionales le llamaron a esta crisis una “crisis en el estilo de desarrollo”. Es decir estamos en un momento donde la especifica articulación de fuerzas políticas internacionales, grupos económicos dominantes internacional y localmente y fuerzas sociales burguesas y pequeño burguesas deciden impulsar una reconversión de largo alcance del aparato productivo y de las relaciones entre las clases (en esta reconversión jugaron un papel central los representantes políticos y técnicos de las agencias del imperialismo como la AID o el FMI, los grupos empresariales locales y a la elite política nacional, muy especialmente a su fuerza hegemónica el PLN) estos cambios son hoy fácilmente distinguibles: reaparición y fortalecimiento de la banca privada, fortalecimiento empresarial y del modelo de exportación de mercancías, promoción de nuevas formas de explotación capitalista de la tierra a través de latifundios capitalistas, promoción del turismo de alta intensidad, disciplina fiscal, monetarismo, etc. 3) Crisis general de la izquierda motorizada por las dificultades políticas producidas desde el triunfo de la revolución sandinista y la profundización de la guerra civil en El Salvador y Guatemala, lo cual significó que Centroamérica se transformara en uno de los “puntos calientes” donde se desarrollaba el último periodo de la “Guerra Fría”. Esta crisis general de la izquierda ocurrió sobre todo como división aún hoy no muy esclarecidas en su significado político real. La división del PVP en dos organizaciones es la parte final de este proceso de crisis (Solís, 1985), (Vega, 1984, 4-18). 141 7.1) ¿Cómo fue recibida la crisis del socialismo histórico en el pensamiento de Manuel Mora Valverde? Un dato curioso es que hay relativamente pocas menciones directas de Manuel Mora Valverde sobre la crisis del socialismo histórico. En las memorias de Addy Salas la afirmación es categórica: “El desmoronamiento de la URSS nos tomó de sorpresa” (1998, 367). El desplome del proyecto societal que la pareja de esposos defendió por décadas como modélico, se desplomaba sin advertencia. Llama poderosamente la atención que en las memorias de Addy Salas, este hecho epocal, que cambia la configuración de la izquierda política mundial, lo que moviliza son los recuerdos familiares y de viajes: “Leyendo los cables (…) iba yo recordando los lugares que conocí, ante todo Moscú. (…) Disfrutaba viendo como Isabel -nuestra hija- y Manuel (padre) en medio del un crudo invierno, se comían golosamente sendos helados de barquillo en el parque Gogol” (1998, 267). La memoria político-social desaparece y aparece en primer plano recuerdos cursis y superficiales. Esclarecer lo que pasó en la URSS, no parece tener importancia central en la narración de Addy Salas. Este hecho sintomático, llama la atención de cualquiera que haya estudiado la crisis del socialismo histórico. La actitud intimista de Salas, no quiere decir que no exista una elaboración al respecto de la crisis del socialismo histórico, lo que parece esclarecerse en nuestra investigación es que de parte de Mora Valverde hubo una respuesta orgánica y política a la crisis. Cuando decimos que hubo una respuesta orgánica, queremos decir que Manuel Mora Valverde quiso que se diera una respuesta como partido, como organismo. Así que, para terminar de precisar su posición sobre la crisis del socialismo histórico, hay que entender que en realidad deberíamos decir que es la respuesta del Partido del Pueblo Costarricense sobre la crisis del socialismo histórico, partido que él dirigió y animó hasta el final de su vida, aunque ya no estuviera en primera plana99. 99 Si bien la división del Partido Vanguardia Popular en el año 1984 es atribuida en algunas de las explicaciones a la disputa entre Humberto Vargas Carbonell y Manuel Mora Valverde por el control de la Secretaria General, el hecho es que ya para marzo de 1988 Manuel Mora Valverde había cedido voluntariamente y por iniciativa propia su lugar como Secretario General del Partido del Pueblo Costarricense a un dirigente muchísimo más joven e inexperimentado Lenin Chacón, en ese momento regidor municipal de San José, Mora Valverde le llevaba al menos 30 años de vida política a Chacón. Este hecho vuelve borrosa la 142 En ese sentido llama la atención que la mayoría de respuestas y análisis sobre la crisis del socialismo histórico que produce el PPC, no son directamente escritas por Manuel Mora Valverde, aunque es obvia su colaboración y supervisión. La mayoría de respuestas y análisis son realizadas por su hermano Eduardo Mora Valverde o por intelectuales bastante más jóvenes que él, pero que se notaba que estaban siendo promovidos por el PPC, por ejemplo, Gerardo Contreras y Miguel Sobrado. La razón por la que esto es así creo que podemos encontrarla razonablemente en tres motivos: El primero, una división funcional del trabajo típica del modelo de trabajo de los partidos comunistas de posguerra, donde pareciera que Manuel Mora era el encargado de la conducción política y la actividad parlamentaria, así como la representación “diplomática” del PVP en los grandes eventos estalinistas o en situaciones de emergencia como la negociación del secuestro del avión de Lacsa, además sus elaboraciones e intervenciones del período están más centradas en la Guerra en Centroamérica, que sin duda en el momento debería aparecer como el principal problema político a resolver. Eduardo Mora estaría encargado más de los análisis económicos, de hecho, la mayoría de los análisis económicos del PVP son de autoría de Eduardo Mora, así como trabajos de divulgación y propaganda más “teóricos” o “filosóficos”, hemos señalado que el texto propedéutico, introductorio sobre el marxismo que usaba el PVP, era un texto de Eduardo Mora. El texto que reseñaremos Porque la crisis del socialismo real (1995), toda la primera parte tiene una larga introducción teórica y filosófica, muy en el estilo de otros textos de Eduardo Mora. Un asunto que llama la atención y que no se le ha atendido lo suficiente desde el punto de vista de la cultura política, es que la familia Mora, no solo es una familia, sino que también era un equipo de trabajo y en un cierto sentido es una de las “dinastías políticas”, que existen en la política local. interpretación de la división del PVP como un simple duelo de caudillos uno más nacional y otro más pro soviético, que es por ejemplo la interpretación de Jorge Rovira (1989, 132-135). También es notable que aunque la presencia de Manuel Mora Valverde era un elemento visible de la campaña electoral del año 1986, ya en los preparativos y discusiones de cara a las elecciones del año 1990, que empiezan a realizarse desde el año 1988, la presencia de Manuel Mora es bastante discreta. 143 Además de Manuel Mora dirigiendo la política, Eduardo Mora encargado de la economía y la formación, los testimonios muestran que Addy Salas era la responsable de las finanzas y Manuel Mora Salas, el responsable del aparato de seguridad/militar. Es decir, el equipo de trabajo y elaboración de Manuel Mora era su propia familia, que a su vez era uno de los núcleos dirigente del PVP. (Ver Excursus: La Familia Mora) El segundo motivo parece más pragmático que es, que quien va de delegado al XXVII Congreso del PCUS es justamente Eduardo Mora (1985,7) y Miguel Sobrado (2019) va al X Congreso del Partido Obrero Unificado de Polonia (POUP) donde también participa Mijaíl Gorbachov y explica las tesis de la Perestroika y la Glásnot. Este congreso será el penúltimo del POUP antes de transformase en un partido socialdemócrata en 1990. En el semanario Libertad, Sobrado mantendrá sus análisis sobre la crisis del socialismo real en Polonia y ayudará a divulgar el pensamiento de Adam Schaff. Dentro de los intelectuales vinculados al PPC y a los hermanos Mora, es de los que más medita sobre este tema, sus artículos no son recuperados sistemáticamente por Gallardo (1991), pero si por Herra (1991) en su polifónica antología, encontramos el texto de Sobrado y Vargas Cullel100 como una de las voces a ser tomada en cuenta para comprender la crisis del socialismo histórico. Al igual que mucha de la izquierda comunista y no comunista, podemos ver que tanto los hermanos Mora, como los equipos de dirección del PVP y del PPC no intuían, ni consideraban que el XXVII Congreso del PCUS y sus resoluciones iban a ser un hecho histórico, de trascendencia universal. En el N° 1122 del Semanario Libertad, correspondiente a la semana del 26 de abril al 2 de mayo de 1985, tiene un modesto anuncio titulado: “Gorbachov anuncia congreso del PCUS”, el articulo anuncia que la intención del congreso es promocionar: “cambios sociales en la esfera del trabajo y de las 100 Jorge Vargas Cullel, es hoy en día un referente de las ciencias sociales convencionales, es el director del Informe del Estado de la Nación, el cual probablemente debe ser el principal texto anual de las ciencias sociales convencionales en nuestro país, antes de él durante más de una década el director del programa fue Miguel Gutierrez-Saxe, otro ex comunista, militante del PPC. Alrededor del PPC y pareciera en un cierto sentido protegidos por la aureola de la familia Mora, surgió un importante grupo de científicos sociales que no son reconocidos por sus logros en la lucha política popular, sino por sus aportes a las ciencias sociales académicas: Sobrado, Vargas Cullel, Gutiérrez Saxe, Ignacio Dobles, Ana María Botey, Gerardo Contreras, entre otros, la excepción será José Merino del Río, quien aunque dejó un importante aporte a las Ciencias Sociales con su tesis de Maestría sobre Manuel Mora, será desde el año 1998, la principal figura de la izquierda política del país lugar que ocupara hasta su muerte en 2012. 144 condiciones materiales y espirituales de vida de la gente. Son la activación de todo el sistema de instituciones políticas y sociales, el ahondamiento de la democracia socialista y la autodirección del pueblo” (1985, 7). No parecían cambios dramáticos, de hecho, no hay reconocimiento de cambios dramáticos ni en el Semanario Adelante, ni en el Semanario Libertad hasta finales del año 1989. El tercer motivo a ser tomado en cuenta es un aspecto de cultura institucional o cultural interna del PPC, da la sensación por el estudio de la prensa del PPC que se estaba promoviendo una nueva generación de dirigentes políticos. A la altura del año 1985 de la generación fundadora del PC CR quedaban vivos Jaime Cerdas y Manuel Mora, Cerdas ya no militaba en ninguna organización. Los hermanos Mora y Arnoldo Ferreto, al dividir en dos alas el PVP, también dividen a lo que quedaba de la generación fundadora en dos partes. La generación más joven e inmediatamente posterior a la generación fundadora es la que estaría representada por Humberto Vargas Carbonell. Tanto para Jaime Cerdas (1993), como para Manuel Solís (1985) esta crisis puede ser entendida como un desplazamiento generacional. Arnoldo Ferreto se alía con una generación 15 años más joven para desplazar a Manuel Mora. Manuel Mora responde promoviendo una generación aún más joven donde estarían su hijo Manuel Mora Salas, José Merino, yerno de su hermano y responsable del periódico y también personas como Miguel Sobrado y Lenin Chacón es decir una generación que venía del ascenso estudiantil de los setentas y que había desarrollado su actividad política y cultural alrededor de la vida universitaria. Pareciera que esta promoción generacional tendría la intención de presentar una cierta sofisticación y elegancia cultural y filosófica, frente a la “rudeza” y el “dogmatismo” del bloque Ferreto-Vargas. También un gesto de “mano tendida” hacia otros sectores de la intelectualidad no comunista. Es muy interesante que, en el año 1988, el PPC decide que el Semanario Libertad, ya no será el órgano del Comité Central del partido, ni el órgano del partido (que es la concepción tradicional de la prensa comunista). 145 Su intención explicita era transformar el carácter de su periódico, del órgano para orientar y “dar línea” a una especie de foro abierto a las voces de izquierda, del cual no se desprendía una orientación clara. Para ser más precisos se mantenía una orientación política clara hacia la situación del país y hacia los sectores sociales, pero no en relación a la crisis del Este Europeo, allí había un debate abierto entre militantes y no militantes sobre qué significaba y cómo comprender las transformaciones en curso en la URSS y el Este de Europa. El PPC habría el debate a voces que en principio podían ser contradictorias, para poner un ejemplo, durante el año 1990 son frecuentes las contribuciones al debate sobre la crisis del socialismo histórico de Manuel Formoso, un intelectual que no estuvo vinculado al PVP, y su voz es puesta en el mismo nivel que la de José Merino o de Eduardo Mora, este último dirigente histórico del comunismo costarricense. El impulso al Semanario Libertad como un foro abierto a las voces de la izquierda, es coherente con las tempranas objeciones al modelo Ferreto-Vargas acusado de rudeza y la aspereza en sus métodos, rudeza y aspereza que se extenderá a sus elaboraciones, comprensiones teóricas y posiciones políticas.101 Esta “rudeza” y “aspereza” en realidad eran una reafirmación en toda la línea del dogmatismo estalinista; es equivocado presentar esta rudeza a un “aferrarse a los principios comunistas”, ni podemos considerar por ello más progresivos o más “izquierdista” al grupo Ferreto-Vargas (que fue la interpretación de los trotskistas costarricenses). 101 En una entrevista que le realiza el Semanario Libertad a José Merino del Río en ese momento miembro de la comisión política del PPC señala a propósito de la pregunta de si es posible la unidad con la fracción Ferreto-Vargas: “Lo que ocurre es que unidad exige unas determinadas reglas de comportamiento y criterios compartidos para que realmente puedan fructificar. El grupo que encabeza Ferreto recurre con mucha facilidad al insulto, a las descalificaciones, parece que continúan cegados por la pasión y el hígado, y lógicamente así es imposible llegar a acuerdos” (Merino, 1985, 7). Analizando una polémica teórico-política de Arnoldo Ferreto contra el M.R.P, señala Manuel Solís: “Todo esto [los análisis de la propuesta estratégica presentada por Arnoldo Ferreto] remite a un conocimiento extremadamente burdo” (1985,17) (…) antes le había llamado a los razonamientos de Ferreto “demostración antojadiza” (1985,15) 146 Llama poderosamente la atención que ni el PVP, ni el PPC criticaran o se distanciaran de la Perestroika, ambos presentaron a Gorbachov como un dirigente revolucionario y las reformas como una profundización de la democracia socialista. Para Eduardo Mora Valverde, Mijaíl Gorbachov estaba al frente de: “un impetuoso proceso que estimula la democracia socialista” (1985, 7). A la altura de septiembre de 1989, el Semanario Libertad reproduce una entrevista a Gorbachov realizada por la agencia TASS donde el dirigente soviético afirma: “La perestroika abrió el camino real para la renovación cualitativa de la sociedad soviética y la creación de un socialismo verdadero humanista y democrático” (Gorbachov, 1989, 8). En la misma edición Walter Farah asegura: “la Perestroika ha sido, ante todo, democracia y cuando al socialismo se le viste de ella, los caminos nunca más se vuelven a cerrar” (Farah, 1989, 8). Todavía en mayo de 1990, Gerardo Contreras, parte del novel equipo de intelectuales del PPC, asegura en un texto dedicado a la Perestroika que es “una revolución en la revolución” (1990, 11), emulando la frase con la que veinticinco años antes Regis Debray había conceptualizado al castrismo, Contreras aseguraba que: “existe una verdadera preocupación en los órganos del estado soviético por realmente democratizar su sociedad” (1990, 15). En el caso del Partido Vanguardia Popular, Humberto Vargas Carbonell, en una muy publicitada gira a la Unión Soviética, en el marco del 70 aniversario de la Revolución de Octubre, afirmará que la Perestroika es: “una nueva etapa en el desarrollo del socialismo. Y una nueva etapa profundamente revolucionaria” (…) “se trata de un cambio revolucionario, pero no significa el paso a un nuevo modo de producción, como se especula en algunas partes, y mucho menos del restablecimiento de las relaciones capitalistas de producción, sino del perfeccionamiento del socialismo” (1987, 8) En el terreno de la política internacional ambos grupos no tenían diferencia alguna. Tampoco la tendrán en aceptar la restauración de las relaciones capitalistas de producción. En 1995, Eduardo Mora Valverde señalará: “Hoy países socialistas como China y Cuba promueven esa inversión [ inversiones de capital desde el exterior] en su periodo de 147 transición” (1995, 53). Para Mora la restauración en Cuba y China era una señal del abandono del viejo sectarismo. La rigidez de la ortodoxia estalinista, que “exudaba” el grupo Ferreto-Vargas y que era lo más notable para la opinión pública acompañaba desde muy temprano el apoyo incondicional a las reformas procapitalistas de la burocracia soviética, es decir del apoyo incondicional a las nuevas dictaduras capitalistas dirigidas por los partidos comunistas. Humberto Vargas Carbonell sostenía en 1989: “El establecimiento de una economía de mercado en los países socialistas no conduce al capitalismo, como comúnmente se cree (…) el dirigente comunista expresó que la instauración de una economía de mercado no conduce al capitalismo, sino al contrario, es la forma que hoy encuentran los países socialistas para fortalecer y desarrollar la propiedad social” (1989, 12) El cortocircuito entre las dos fracciones del comunismo local vendría alrededor de “la cuestión democrática”, parte de los elementos ideológicos de la Perestroika era la defensa de un “proceso de democratización de la sociedad soviética en el plano civil y político” (Contreras, 1990, 8) esto entraba en particular sintonía con la elaboración del PPC que entendía el socialismo como el resultado de una extensión sistemática de la democracia, pero la dificultad vino cuando se produjeron movilizaciones populares en contra del PCUS exigiendo democracia o autonomía nacional, tal como las que ocurrieron en Bakú, y demás provincias alógenas. Solo había dos opciones o se apoyaba al PCUS en contra de las movilizaciones y por lo tanto se renunciaba al “aggiornamento” democrático o se apoyaba las movilizaciones y se abandonaba la tradición comunista-estalinista, hacia otra dirección asumiendo las criticas venidas del liberalismo, del anarquismo o del trotskismo. Arnoldo Ferreto será la voz que más se aferrará a la conclusión que preservar la tradición que representaban los partidos comunistas estalinistas suponía un rechazo a cualquier tipo de democratización social y política y por lo tanto la necesidad del uso de la fuerza militar para enfrentar las movilizaciones democráticas o nacionales. Ferreto señalará como “justa y necesaria” la intervención de las tropas soviéticas en Azerbaiyán y Armenia, así como fue 148 justa y necesaria en su momento: “la intervención del Ejército de la China Popular para detener los desórdenes en la Plaza Tiananmen” (1990, 7) Aquí podemos ver en flor las contradicciones en las que, ya en nuestros días tienen tanto el Partido Vanguardia Popular, como el Frente Amplio cuando se producen movilizaciones populares en contra de los gobiernos de los partidos del Foro de Sao Paolo, como el PSUV y el FSLN. En una versión extrema del “sustituismo”, el carácter socialista de una sociedad quedaría establecido porque en el gobierno se encuentre un partido que se autodenomina “socialista”. Hemos llegado hasta la última caricatura del proceso estalinista. 7.2) ¿Cómo se responde en el Partido del Pueblo Costarricense a la crisis del socialismo histórico? Siguiendo una metodología siempre presente en la forma de razonar y actuar políticamente de los hermanos Mora, su comportamiento político y su práctica tiene sentido y está justificada si se deduce de los “preceptos del marxismo-leninismo”, es decir si es deductivamente coherente con la ideología del HISMAT y el DIAMAT, tal como ellos la entendían. Por eso en el texto de Eduardo Mora Valverde donde realiza una evaluación extensa de las razones de la crisis del socialismo real, tiene casi la mitad de su texto dedicado a una amplia explicación de lo que podríamos llamar una exposición convencional del DIAMAT- HISMAT, desde el comunismo primitivo hasta el surgimiento del capitalismo pasando por las leyes de la dialéctica. Que un texto que más bien uno esperaría debería estar más cargado hacia el análisis sociológico, histórico o político de la URSS y las sociedades del Este europeo esté tan dedicado a la exposición filosófica del HISMAT y el DIAMAT podría tener dos explicaciones plausibles: La primera consistiría en que el “carácter científico” de la ideología marxista-leninista funcionaba en los partidos comunistas como un argumento de autoridad de la dirección política, funcionaba como un encubrimiento ideológico para señalar que las opiniones de los dirigentes no eran opiniones sin más, no eran opiniones que estaban sometidas a los avatares de cualquier opinión que quisiera expresar la verdad de un 149 hecho histórico y político, es decir que tuviera que ser verificada, que estuviera sesgada por los intereses materiales o por las inercias propias del funcionamiento de la sociedad o que simplemente fueran posiciones equivocadas producto de la ignorancia, la falta de información, el desconocimiento del contexto histórico-cultural o que la historia personal de inercias, afectos y/o sentimientos produjera dificultades extra para comprender un proceso en el que se estaba profunda y vitalmente implicado, sino que la amplia exposición del DIAMAT cubría que las afirmaciones que se iban a proferir no solo eran opiniones, sino que eran opiniones que se deducen de las conclusiones de “la ideología científica”. Es decir, lo que leemos no son las conclusiones de Eduardo Mora o de Manuel Mora, sino que en un cierto sentido son conclusiones que se deducen de las leyes de la Historia y la Naturaleza. Visto con la ventaja de la distancia histórica no deja de ser interesante como esta forma de introducir la discusión parece recubrir una necesidad de seguridad personal y vital, aunque para un lector externo es obvio que un evento como la crisis del socialismo histórico tenía unas dimensiones vitales notabilísimas para los hermanos Mora Valverde, estas dimensiones no están ni presentes, ni sopesadas en el texto. Las dimensiones vitales y afectivas que tenía encarar esta discusión para militantes y dirigentes comunistas de décadas solo pueden ser ubicadas cuando se leen los testimonios personales, sobre todo los testimonios de quienes deciden abandonar la militancia comunista o de izquierda102. Álvaro Rojas señala: “Fue muy triste la partida [la salida de Rojas del PVP]. Ahí quedaron tantos recuerdos, tantos camaradas queridos con quienes 102 Un hecho que nos parece importante destacar es que esta dimensión si es atendida por Martín Hernández en El Veredicto de la Historia, un texto que ha sido muy influyente en nuestra interpretación de la crisis del socialismo histórico, señala Hernández: “ ¿Cómo explicar que cuando en los años 1993, 1994 o 1995 todos los datos de la realidad indicaban que la restauración se había consumado, en las filas del movimiento trotskista se seguía afirmando que el capitalismo no había sido restaurado? Y más aún, ¿cómo explicar que en el interior del movimiento trotskista, hasta hoy, sigan existiendo corrientes que dicen que la ex URSS continúa siendo un estado obrero? Sería en vano tratar de encontrar una respuesta objetiva. Es necesario entender que el más objetivo de los análisis siempre va a tener una carga de subjetividad, y es evidente que a los trotskistas nos ha resultado difícil ser objetivos para analizar los ex estados obreros, y en especial la ex URSS. El estalinismo siempre se presentó como el gran defensor de la URSS y presentó a los trotskistas como contrarrevolucionarios, enemigos del estado obrero, agentes de la CIA, etc. Sin embargo, la realidad ha sido muy diferente. Mientras los estalinistas destruían los estados obreros, los trotskistas dieron sus vidas en defensa de la URSS y colocaron todas sus esperanzas en su regeneración revolucionaria, y, por eso, no nos resultó fácil aceptar que ya nada quedaba de las conquistas de la Revolución de Octubre” (2009, 215). 150 había compartido desvelos y esperanzas, tantos sueños, ahora momentáneamente rotos, no solo por la partida, sino por la situación que había en esos años, en que cada mes se derrumbaba un nuevo país socialista” (Rojas, 2012, 250). La segunda dimensión de porque es razonable que Mora Valverde haga ese repaso sobre el HISMAT, es porque probablemente por el efecto de la presión ideológica de la campaña sobre el “Fin del Socialismo”, había que responder a la pregunta de si los hechos ocurridos en la URSS eran una demostración del fracaso de la teoría marxista, esa forma de entender el problema fue bastante típica del debate marxista de finales de los noventas, inicio del siglo XXI. Varias de los textos del marxismo, tanto los estalinistas como los de autores no estalinistas empezaban su escrutinio sopesando si la crisis del socialismo real significaba una crisis del marxismo como tal103. Podríamos señalar que dentro de la “tradición socialista” encontramos varios criterios de ingreso, quienes: 1) aceptando la existencia de “errores” o “excesos” reafirmaban y reforzaban la validez del DIAMAT y HISMAT como teoría explicativa del cambio social. (Eduardo Mora, asume este modelo) 2) Los que afirmaban que la teoría marxista seguía válida pero que había que deshacerse de la mayoría del marxismo clásico y muy especialmente de la variante bolchevique del marxismo clásico tratando de ir a un regreso a Marx “como tal”, ignorando los avances o aportes del marxismo de la Segunda, la Tercera y la Cuarta Internacional104. 3) Los que señalaban la actualidad del marxismo, pero defendían una especie de marxismo revisado o aggiornado, es un marxismo que necesita de la incorporación de teorías como las producidas por la Escuela de Frankfurt o el situacionismo. 4) Quienes manteniendo lo básico de la herencia comunista-estalinista ven la necesidad de una revalorización de las teorías gramscianas es decir la reintroducción de las 103 En la tradición trotskista latinoamericana fue sobre todo Andrés Romero en su texto Después de Estalinismo (1995), otro texto en el mismo sentido es el Darío Renzi La nueva época y el marxismo revolucionario (1999). 104 En un texto de reciente publicación de Marcello Musto (2015) se despliega esta vía profusamente y a través de varios autores. 151 variantes más hermenéuticas, más cercana al idealismo105 del marxismo clásico106. 4) Las que ven la necesidad de incorporar al marxismo nuevas ramas del conocimiento o de la ciencia que el marxismo no tenía o no tomó en cuenta. La forma en la que resolvieron el problema los hermanos Mora Valverde fue a través de una reafirmación ritual del DIAMAT y la incorporación de los análisis de la Revolución Científico Tecnológica107, esta forma de encarar el problema no es nueva, sino que ya venía siendo parte de la elaboración del núcleo dirigente del PPC108. Aquí tenemos una continuidad de una comprensión más antigua, la defensa de la teoría de la coexistencia pacífica, que siempre fue defendida por los hermanos Mora supone que la URSS vencerá a los Estados Unidos y al occidente capitalista sobre la base de la demostración de su superioridad tecnológica, ese era uno de los justificativos de la carrera armamentista. Esta explicación soviética, asumida y defendida por los Mora, tenía sin duda un componente de fetichismo tecnológico109, este fetichismo tecnológico pero ahora invertido 105 “En primer lugar, creo que es correcto describir a Gramsci como un idealista moderado y uno de los responsables de abrir el materialismo a las corrientes hermenéuticas. Es un desplazamiento muy típico del marxismo de entreguerras, que a menudo es una teoría de la conciencia revolucionaria. Pero creo que, a diferencia de Lukács, Gramsci fue consciente de los riesgos de ese movimiento y encontró una solución sencilla pero muy eficaz para neutralizarlos: un giro empírico y una renuncia a resolver el problema en términos filosóficos” (Rendueles, 2016). 106 Esa posición seria tanto la de Nesthor Kohan (1999) como la de José Merino del Río (2012). 107 En este sentido hay una cierta similitud, aunque más tosca que la meditación de Marta Harnecker (1999), la cual no renuncia al DIAMAT, pero lo adorna y reivindica sobretodo la herencia althuseriana, realiza además una extensa meditación sobre el significado de la Revolución Científico Tecnológica, influenciada por la obra de Carlota Pérez y Manuel Castells (1999, 95-105). 108 Tan temprano como en 1979, José Merino del Río tiene dos intervenciones sobre la Revolución Científico Tecnológica (1979, 27,32). 109 Por fetichismo tecnológico entiendo por una lado una cosificación de las relaciones sociales, pero sobretodo una noción ideológica que supone que la tecnología juega un papel independiente en el desarrollo humano, sin tener que colocarla en un determinado desarrollo histórico y en unas determinas relaciones sociales y de propiedad y finalmente el ideologema más extendido de que los cambios tecnológicos producen cambios sociales y cambios en las relaciones sociales básicamente positivos y progresivos, señala Cesar Rendueles: “El determinismo tecnológico contemporáneo plantea exactamente lo contrario que Marx. En primer lugar, no considera que se considera que se necesiten cambios políticos importantes para maximizar la utilidad de la tecnología. Al revés, la tecnología contemporánea sería postpolítica, en el sentido de que rebasaría los mecanismos tradicionales de organización de la esfera pública. En segundo lugar, considera 152 en su explicación causal será muy relevante en el debate que tratamos, puesto que si la forma en la que se iba a demostrar la superioridad del comunismo era su superioridad tecnológica, entonces una de las razones de la crisis del socialismo histórico ha de ser su incapacidad para incorporarse a la RCT, que se venía produciendo en los países capitalistas centrales. Creemos que en esta interpretación las principales debilidades explicativas están asociadas como hemos dicho a que se le asignó un rol determinante e independiente de la formación social y de la lucha de clases a la tecnología. Cuando la crisis del socialismo histórico habría que localizarla en otro nivel: el fracaso de la estrategia de socialismo en un solo país, el carácter parasitario de la dirección política y la administración de la burocracia soviética, así como el carácter burocrático y totalitario del régimen político que asfixiaba y en última revertía la potencialidad de la planificación central de la economía. El otro elemento no tomado en cuenta por Mora Valverde, es cómo pese a la existencia de privilegios sociales en la casta dirigente, estos privilegios no eran sólidos, si no se apoyaban firmemente en los derechos de propiedad y de herencia y que esta contradicción, aunque se pudo retrasar en el tiempo iba a terminar implicando la orientación, por imperiosas necesidades sociales, de restaurar el capitalismo. Otro elemento no incluido en las meditaciones de Mora Valverde son las presiones económicas que sufrían los países del Este de Europa por el carácter desigual y dependiente de sus relaciones con el mercado mundial. Así como las presiones económicas venidas de los organismos financieros internacionales, cuyos planes habían sido asumidos y aplicados por varios de los países del Este de Europa, por ejemplo, Yugoslavia. Dicho de otra forma, aceptando como un hecho las características de parálisis, desperdicio y marasmo que tenía la economía soviética en los años ochenta, era imposible un impulso tecnológico sostenido, pero aún si hubiera existido alguna forma para realizar este impulso, que la tecnología es una fuente automática de transformaciones sociales liberadoras.” (Rendueles, 2013, 44- 45) 153 por el descubrimiento de nuevas materias primas o algún descubrimiento científico, el problema de la crisis social de la URSS no se hubiera solucionado. Sobre todo porque las razones de la crisis de dominación en la URSS, no eran de tipo técnico, sino que remitían a problemas político-sociales. Se tenía que resolver, de alguna forma la contradicción central que representa la imposibilidad de sostener economías centralmente planificadas aisladas entre sí, sin democracia interna y subordinadas al mercado mundial por periodos sostenidos de tiempo. Otro aspecto que Mora Valverde no ubica es que la aparente solidez del capitalismo de los años noventa, más que asociado a las mejoras en la técnica y a los cambios en las formas de organización de la producción, estuvo asociado a la incorporación masiva de fuerza de trabajo de mercados laborales que estuvieron vedados por décadas para las empresas capitalistas occidentales especialmente la fuerza de trabajo china110, no olvidemos que el acuerdo Nixon-Mao es del año 1972 y las cuatro modernizaciones de 1978, es decir el acceso de las empresas occidentales al mercado de trabajo chino es anterior al inicio de la crisis del socialismo histórico. En el pensamiento de los hermanos Mora Valverde, la perestroika jugaría un papel progresivo111, si bien no es calificada como “revolución en la revolución”, sí es entendida 110 “Las increíbles ventajas que reportan estos niveles salariales conllevan que China pueda competir con otras localizaciones de mano de obra barata como México, Indonesia, Vietnam y Tailandia en sectores productivos de bajo valor añadido (como el textil). México perdió 200.000 empleos en sólo dos años cuando China (a pesar del TLCAN) superó a ese país como el mayor proveedor del mercado estadounidense de bienes de consumo. Durante la década de 1990, China comenzó su ascenso en la escala de la producción de bienes de alto valor añadido y a competir con Corea del Sur, Japón, Taiwán, Malasia y Singapur en campos como la electrónica y las máquinas herramienta. Este resultado se debió en parte a que las compañías instaladas en esos países decidieron deslocalizar su producción para beneficiarse de la gran masa de trabajadores altamente cualificados y de bajo coste que estaba siendo generada por el sistema universitario chino” (Harvey, 2007, 146). 111 En eso no sería diferente a la mayoría del estalinismo, por ejemplo, Marta Harnecker en 1987, publicó el texto Perestroika: La revolución de las esperanzas, una extensa entrevista al latinoamericanista soviético Kiva Maidanik, allí el historiador soviético afirma: “Hay más, la perestroika no consiste en pasar del asalto al asedio sino, todo lo contrario, de un asedio bastante débil al asalto. A un asalto contra nuestras propias debilidades, defectos, deformaciones, herencias negativas del período de transición. A un asalto en cosas que implican encarnar en toda su amplitud los ideales originales del socialismo y las ideas de Marx y Lenin. Se trata de renovar en base a estas cosas toda nuestra sociedad, de una revolución dentro de la revolución, es decir, dentro del proceso iniciado hace 70 años por la Revolución de Octubre. Tanto nuestros logros como nuestras deficiencias, tanto la situación interna como internacional, nos han colocado ante la necesidad apremiante y la posibilidad objetiva de realizar transformaciones radicales, cualitativas, de lo que hasta 154 como una modernización que implicaría la posibilidad de deshacerse de los lastres del socialismo burocrático. 7.3) ¿Cómo explica Mora Valverde la crisis del socialismo real? Primero señala el criterio/pronóstico de Marx que la revolución debe triunfar y empezar a desarrollarse en los países altamente desarrollados, con un determinado nivel de preparación política y cultural y de manera simultánea en varias partes del mundo (Mora Valverde, 1995, 45) este pronóstico no ocurrió y allí empezaron las dificultades. La revolución ocurrió en Rusia, un país campesino, con años de tradiciones despóticas de dominio, primero la dominación tártara y luego el zarismo y además asediada por la guerra y el bloqueo económico. En esas duras condiciones de guerra se impuso lo que Mora Valverde llama el “socialismo de Estado” (1995, 53), este “socialismo de Estado” consiste en “un aislamiento con respecto al capitalismo y en la intervención directa del estado socialista, representante del Estado proletario y del pueblo en general, imponiendo éste las decisiones de la dirección del Partido y del aparato administrativo estatal (…) termino siendo un Estado manejado por burócratas, quizás con la mejor voluntad , pero con sistemas que no eran democráticos y humanistas” (1995, 54) En el esquema de Mora Valverde “El socialismo es la negación del capitalismo, pero no de todo lo que existe en el capitalismo. No de los progresos científicos (…) ni de los tecnológicos” (1995, 52). El atraso y el aislamiento ruso pretendía ser solucionado por la NEP leninista. En la interpretación morista la guerra y el aislamiento, así como el espíritu dogmático, produjo el sectarismo y el burocratismo, que hizo que el proyecto de la NEP, fracasara y se impusiera el “Socialismo de Estado”. entonces se había construido. La perestroika implica todo eso y por eso resulta bastante difícil traducir esta palabra” (Harnecker, 1988, 3). 155 Aquí la oposición polar es “Socialismo de Estado” y “Socialista humanista y democrático”. El primero sería dogmático, burocrático y defensor del “estatismo a toda costa” que Mora identifica con el “comunismo de guerra” y el otro modelo sería abierto, democrático y en cierto sentido pragmático con la posibilidad del desarrollo de relaciones monetario- mercantiles (1995). Para Mora Valverde lo deseable y que hubiera garantizado la evolución normal de la URSS y probablemente hubiera evitado los rasgos más verticalistas de su conducción política, habría sido la aplicación cabal de la NEP, pues “La NEP garantizaba el comercio privado, la industria privada, el incremento de los campesinos medios y ricos dentro de las relaciones monetario-mercantiles, el arriendo de la tierra, el trabajo asalariado, por parte de los propietarios de los medios de producción y las concesiones y arriendo de empresas estatales a empresarios capitalistas. La NEP no hacía mención a las inversiones de capital desde el exterior debido a la evidente hostilidad del mundo que rodeaba a la URSS (…) hoy países socialistas como China y Cuba promueven inversión en el periodo de transición” (1995,53). Hasta aquí la intervención de Mora Valverde. Que necesitaría varias aclaraciones. Como hemos señalado tanto el grupo de Ferreto-Vargas que dirigía en PVP, como el de los Mora Valverde que dirigía el PPC son defensores de la Perestroika y de las reformas político- económicas de mercado, es decir el regreso y generalización de las formas de intercambio mercantil-capitalistas y por lo tanto de la destrucción de los pilares de lo que Lenin y León Trotsky llamaban el Estado Obrero, a saber: El monopolio del comercio exterior, la economía centralmente planificada y la propiedad nacional de los principales medios de producción y de cambio. En el marxismo de corte estalinista eran estas tres características de las relaciones sociales las que daban sentido a la distinción entre democracias sustantivas y democracias formales112, ahora la clave de la introducción de las reformas promercado es que somete a 112 “El primer aspecto, el de la democracia política o democracia representativa se refiere fundamentalmente al régimen político y pone el acento en la libertad de elegir gobernantes y en los derechos civiles de todos los ciudadanos. Esta democracia, que se autoproclama gobierno del pueblo, puede ser, y de hecho así ocurre en el caso de la burguesa, una democracia que favorece a los sectores minoritarios de la 156 lo “sustantivo de la democracia” a la dirección del mercado: pan, tierra, trabajo, educación, vivienda y por lo tanto el acceso a ellas no está asociado al trabajo y a la asignación según el plan económico centralizado (así sea burocrático) sino que son adquiridas por lo que determina el mercado, independientemente de si esta más o menos regulado (todas las sociedades capitalistas tienen más o menos regulaciones a sus mercancías y esto no las vuelve sociedades de planificación central). Sometidos los principales medios de vida a la lógica del mercado, lo que quedaría es un régimen autoritario con una sociedad capitalista, de hecho, como ha demostrado China, uno de los pilares exitosos del capitalismo global. La trampa ideológica aquí es que escudados en la animadversión que produjo la idea estalinista del partido único y el modelo único, se pase ahora a la idea que hay “muchos socialismos” y que de hecho “cada país encontrará su camino al socialismo”. Aquí hay dos confusiones interesadas al menos, verdades a medias podríamos decir: es verdad que no hay “repetición”, no hay “modelo” en las transformaciones revolucionarias, cada proceso de transformación revolucionario es la síntesis única de una determinada correlación de fuerzas sociales nacional e internacionales, ancladas en una determinada formación económico social, con su historia, sus tradiciones políticas, sus limites y posibilidades. Eso no quiere decir que sean indiferente las medias que tome una determinada organización que aspire al socialismo o que la apelación a las “características nacionales” sea suficiente para justificar las reformas promercado, la restauración de las relaciones capitalistas, sobre todo por un hecho central: el mercado capitalista es una realidad mundial, desigualmente desarrollada, pero mundial. No es suficiente que una sociedad sea dirigida por un Partido Comunista para que esta sea considerada “socialista”, Para que sea el caso, el Estado debe apoyarse, promover y población, por eso algunos la llaman representativa o formal, ya que en nombre de ese pueblo se favorece solo a una minoría. En ella existen ciudadanos de primera y de segunda categoría. El segundo aspecto se expresa en la democracia real, sustancial o social, cuyo propósito fundamental es la búsqueda de la solución a los problemas más sentidos por la población: pan, tierra, trabajo, educación, vivienda, cosas que permiten avanzar hacia una sociedad más igualitaria. En la práctica, esta forma de democracia puede ser ejercida por un sistema político que no funcione a la manera tradicional de la democracia representativa en Occidente” (Harnecker, 1999, 128). 157 organizar las relaciones sociales de producción que avancen hacia el comunismo, sino es así y el Estado impulsa y organiza la producción de mercancías en detrimento de otro tipo devrelaciones sociales, estaríamos en presencia de la restauración de las relaciones capitalistas de producción y por lo tanto la existencia de una dictadura llana y simple, que eventualmente, producto de la imperiosa lógica del mercado, terminaría convirtiéndose en una dictadura capitalista sin más, produciendo una nueva burguesía venida de los altos cargos del partido, el Estado y el ejército. La otra confusión, la otra verdad a medias que introduce Mora Valverde es sostener que hay una relación entre “socialismo humanista y democrático” y “reformas promercado”, como si la oposición a la producción de mercancías, es decir de productos realizados con el objetivo de ser realizados en el mercado para producir una ganancia, sea una oposición producto del “dogmatismo”. La idea que introduce Mora es que el “socialismo de mercado” o el “socialismo con características chinas” como se le llama ahora sería un tipo más de socialismo posible, así como existió la NEP, la colectivización total en la URSS o la revolución cultural china, el “socialismo de mercado”, sería una variante más de los socialismos posibles, variante además inofensiva, técnica. Llama mucho la atención que después del drama humano y los costos humanos que significaron los esfuerzos del tránsito al socialismo, Mora Valverde coloque la “reintroducción de los mercados” como si fuera algo casual y pueril, un olvido producto de la ceguera dogmática, pero que si alguien la hubiera visto nos hubiera ahorrado muchos problemas, pero sobre todo que nos garantizaría en este momento, ahora sí una transición “pacifica, progresiva” (1995, 44) Pero es importante indicar que el olvido de Mora, está en señalar que la oposición del marxismo a la organización de la sociedad sobre la base de la producción de mercancías no es una oposición técnica, sino una oposición sociológica y política central. Las sociedades basadas en la producción de valor y de mercancías, son sociedades con una relación social general que hace que los seres humanos se relacionen con los productos de su trabajo como mercancías, es decir como trabajos privados opuestos entre sí, como 158 relaciones entre cosas, no como relaciones sociales mediadas por cosas, por lo tanto, son sociedades que necesitan tratar el trabajo humano, como trabajo indiferenciado. (Marx, 2017, 130). En sentido contrario para Marx la única forma de salir de los problemas que trae el fetichismo de la mercancía y las sociedades productoras de valor y mercancías es que: “las circunstancias de la vida práctica, cotidiana, representen para los hombres, día a día, relaciones diáfanamente racionales, entre ellos y con la naturaleza. La figura del proceso social de vida, esto es, del proceso material de producción, sólo perderá su místico velo neblinoso cuando, como producto de hombres libremente asociados, éstos la hayan sometido a su control planificado y consciente” (Marx, 2017, 131). Un último punto, sobre el humanismo y el socialismo. En los textos de los hermanos Mora Valverde se produce una especie de genealogía Kruschev-Gorbachov, donde los elementos centrales son la defensa de la concepción de la coexistencia pacífica del socialismo y el capitalismo, la valorización de la paz y el humanismo como valores centrales y la revalorización de la democracia (aunque eso no significara un cambio en la dirección unipersonal de los partidos). Del estudio de los textos del PPC en 1985 vemos que además de esta especie de convergencia filosófica asociada al valor del humanismo, había una particular convergencia política que estaba asociada a la defensa de la paz y el desarme como políticas centrales tanto para las relaciones USA-URSS como para resolver el conflicto Centroamericano. En ese sentido hay bastante afinidades funcionales y electivas entre Kruschev, Gorbachov y los hermanos Mora Valverde. La defensa del tránsito pacífico al socialismo, ya lo hemos tematizado y sabemos que es central en el pensamiento de Mora Valverde, pero un punto en común es considerar al marxismo un subcapítulo, una parte de un movimiento más general el humanismo. Aquí coincidiría Mora, Gorbachov, Kruschev y Allende: “Cumplir estas aspiraciones supone un largo camino y enormes esfuerzos de todos los chilenos. Supone, además, como requisito previo fundamental, que podamos establecer los cauces institucionales de la nueva forma de ordenación socialista en pluralismo y libertad. La tarea es de complejidad 159 extraordinaria porque no hay precedente en que podamos inspirarnos. Pisamos un camino nuevo; marchamos sin guía por un terreno desconocido; apenas teniendo como brújulas nuestra fidelidad al humanismo de todas las épocas” (Kohan, 2013, 164). No habría marxismo, sin humanismo y parecería que se podría abandonar los aspectos “dogmáticos” del marxismo siempre y cuando se mantuviera un guía, un espíritu humanista, ese espíritu humanista sería además cualidad del individuo dirigente: de Eduardo Mora, Manuel Mora o Mijaíl Gorbachov. Este humanismo genérico que en el caso de Kruschev: “acorde al espíritu geopolítico del XX Congreso del PCUS, tiende a disolver los enfrentamientos de clase en aras de una amplitud genérica que gira en torno a la noción indeterminada, ahistórica y supra clasista de “persona humana” (Kohan, 2013, 161) también era funcional a la política de “mano tendida” a los católicos. Es decir, detrás del giro filosófico hacia el “humanismo marxista”, había un pragmático giro geopolítico al acuerdo con el Vaticano y los partidos demócratas cristianos, este giro filosófico se centraba en ponerle atención al concepto de “persona humana” posible punto de encunetro político y filosófico de marxistas y cristianos. Este camino que Kruschev y los intelectuales del aggiornamento estalinista de los sesentas, habían abierto era retomado por Gorbachov en los ochentas, el PCUS esperaba que Juan Pablo II y el Vaticano acompañara la política soviética de desarme nuclear y paz contra el guerrerismo reganista113. Esta interpretación filosófica con implicaciones políticas era un camino que ya había sido explorado en los años 1941-1943. Por Mora Valverde y que en el año 1985 mantenía como una política estratégica. La promoción electoral del ex sacerdote Javier Solís como candidato a primer lugar por San José, en contra de su propio hijo Manuel Mora Salas, era interpretada como una política de mano tendida hacia los cristianos, en un discurso de Solís publicado por el Semanario 113 En Mayo de 1985, el Semanario Libertad publica un articulo cuyo titulo es “El Vaticano pone a Reagan en la picota”. 160 Libertad se lee: “la rutilante personalidad de Monseñor Víctor Sanabria que por encima de todo convencionalismo doctrinal o eclesiástico desafió a los enemigos del pueblo y cerró filas con sus más egregios representantes para llevar a cabo la más audaz transformación de nuestra historia” (Solís, 1985, 8). La relación de mano tendida hacia el Vaticano y sus representantes no desaparece nunca de la tradición morista, más bien se hace cada vez más notable y explícita en nuestros días. En el año 2014 el Frente Amplio llevará junto a Patricia Mora Castellanos, la hija de Eduardo Mora Valverde a dos ex sacerdotes como representantes parlamentarios: Gerardo Vargas y Ronald Vargas114. En la campaña electoral del 2018 tanto Edgardo Araya como José María Villalta pedirán la intervención del Vaticano, para aplacar la dimensión fundamentalista que tomaba la campaña electoral. La tradición venía de largo. Los conceptos filosóficos como el humanismo, la persona humana y la orientación política de relaciones diplomáticas con la Iglesia católica y sus partidos necesitan que desaparezcan del análisis las clases sociales, la explotación, la dominación, la confrontación radical con la violencia organizada y las características de la específica dominación masculina. Estos elementos explicarán entre otros el sistemático giro hacia la derecha desde el punto de vista político, el abandono sistemático desde el punto de vista teórico y filosófico del marxismo y las relaciones dificultosas con las variantes más radicales del movimiento de mujeres o del feminismo socialista. 7.4) Excursus: Sobre la tensión Ferreto-Mora. Existe un vacío en la narrativa comunista oficial en relación con Arnoldo Ferreto y su rol en la historia comunista, en la historia del PVP. 114 “Ronald Vargas y Gerardo Vargas, diputados electos del Frente Amplio (FA), se sacuden de los señalamientos de quienes pretenden señalarlos como parte de la camada de legisladores “religiosos” que pasarán a formar parte de la nueva Asamblea Legislativa a partir del 1 de mayo Ambos cuentan con formación católica-religiosa y trabajaron como curas, Ronald ejerció durante 18 años, hace 2 renunció a los hábitos y hoy se gana la vida dando clases universitarias y representará a los guanacastescos en Cuesta de Moras. Mientras que Gerardo es sacerdote, pero desde 2009 pidió permiso para alejarse de las actividades clericales y desde entonces trabajó para lograr su diputación por Limón.” (Diario Extra, 17/02/2014) 161 Este punto ciego se acrecienta en la medida en que el “morismo” se transformó en el sentido común/estrategia de la izquierda y el “ferretismo” (si es que alguna vez existió tal corriente, como corriente ideológica-política claramente definida) desapareció. Álvaro Rojas que fue parte de su fracción y trabajó de cerca con él habla de un carácter “un poco autoritario”, volcado al trabajo y propenso a usar argumentos de autoridad para ganar las discusiones, así como opuesto a todo lo que considerara: “una desviación de la ortodoxia marxista” (2012, 197). En los testimonios de Eduardo Mora (2000b,10-11) y Jaime Cerdas (1993, 180-182) su hostilidad hacia Ferreto es notable, esta hostilidad se concentra sobretodo en su personalidad y su temperamento, duro, de ideas fijas, sin escucha, autoseguro de tener la razón. Esta imagen y esta caracterización, se repite en los testimonios y en los recuerdos más cotidianos de quienes le conocieron. En la versión extrema de Cerdas, Ferreto es Stalin sin fortuna. Si la imaginación literaria intentara una ucronía de la guerra del 48, tendría a Ferreto en la Secretaría General y… ¿Manuel Mora en el exilio o en el Gulag? Eduardo Mora no llega a tanto, pero si señala la terquedad de Ferreto, capaz de mentir e inventar para lograr que se realizaran sus puntos de vista. La opinión pública (de izquierda y de derecha) ha construido esta imagen, esta tensión entre Mora Valverde, patriota y Arnoldo Ferreto estalinista, pero derivado de esta investigación podríamos señalar que esta es una imagen interesada, una memoria construida convenientemente a posteriori. No hay registro que Mora o Ferreto hayan estado en desacuerdo en algún aspecto fundamental de la orientación del PCUS, ambos apoyaron la campaña “anti china”, la invasión soviética de 1968 a Checoslovaquia, el golpe polaco de 1980 y celebraron el ascenso de Gorbachev, ambos acataron las “desestalinización” controlada en 1956 y 1985. Se indica que hay dos grandes puntos de desacuerdo en 1948 y en 1984, ambos puntos relativos a la política nacional. 162 La división del PVP de noviembre de 1983, no ha sido sometido al rigor de la verdad histórica, investigaciones como las de José Merino (1996) y Gerardo Contreras (2006) tocan el punto de pasada y sin profundización, algunas entrevistas como las de Patricia Vega (1984) publicadas por Aportes muestran interpretaciones interesantes, pero subjetivas, hay además una masa de artículos tanto en la prensa comercial (La Nación, La Prensa Libre, Revista Rumbo) como en la prensa militante (Libertad y Adelante) pero no una explicación que contribuya a la memoria social y política. Aunque en la formación del Frente Amplio se unieron intelectuales orgánicos que venían de las dos tendencias (Por ejemplo José Merino y Álvaro Rojas) nunca ajustaron cuentas con estos hechos, solo los pusieron en el pasado, esperando que se olvidaran. A grandes rasgos podemos ver dos tipos de versiones sobre la división del PVP: La de Manuel Mora (1985) recién divididos y la de Eduardo Mora (2000, 277-288) más tardía, que sostiene que detrás del cambio estatutario para colocar a Manuel Mora como presidente del Partido y a Humberto Vargas como Secretario General, había un “golpe de Estado”, una “conspiración”, Addy Salas habla de “preparativos contra el manuelmorismo” (1998,301). En esta explicación el movimiento organizativo ocultaba una diferencia política central, la fracción Vargas-Ferreto quería ir a la guerra revolucionaria, apoyado en la caracterización que el país vivía una situación revolucionaria. Las Memorias de Álvaro Rojas refutan esta acusación: “nunca estuvo abiertamente en discusión la posibilidad de la lucha armada” (2012, 213) Merino sin decirlo con claridad interpreta que el PVP (del año 1984) tendría una posición similar a la que tenía el PCS de Shafick Handal (1996)115. Pero el hecho es que el PVP, nunca planeó ninguna guerra revolucionaria, ni hay indicios que lo haya intentado, ni en 1984, ni después. Otra argumento en contra de la justificación morista de la división de 1984, es que como muestran ampliamente los testimonios de Picado (2014, 125-154) y 115 El Partido Comunista de El Salvador estuvo en contra de la lucha guerrillera desde 1963 hasta 1977, que empezó a considerarla una forma válida de lucha, no obstante es hasta diciembre de 1979 que empieza a intervenir en la guerra a través de las Fuerzas Armadas de Liberación. Al fundarse el FMLN, el PCS y las FAL participan de su fundación, pese a ser una organización militar pequeña, el PCS termina imponiendo su liderazgo en la figura Shafik Handal. 163 Mora Salas (2014, 33-49), era el ala de los Mora Valverde quienes controlaban el aparato militar del PVP. Sofía Cortés muestra que el aparato militar del PVP le reportaba exclusivamente a Manuel Mora Valverde (2018, 131) y estaba bajo su supervisión política, fue inclusive usado en la lucha interna entre vanguardistas (2018, 125), a la altura de 1977, Arnoldo Ferreto no tenía conocimiento de lo que hacía la Comisión de Seguridad, se enteró de algunas de las actividades por la prensa (Cortés, 2018, 134). Por lo tanto solamente el núcleo vinculado a la familia Mora Valverde podría haberle dado una dimensión militar a la crisis política. La interpretación del ala Ferreto, a la que luego, Humberto Vargas Carbonell (2014) le ha añadido otros aspectos es que “la familia Mora” dividió el partido, que no había razones políticas para la división y que todo estaba bien, inclusive que Manuel Mora había llegado a un acuerdo para preservar la unidad. Pero eso no ocurrió porque algunos (nunca señala quienes) buscando sus propios intereses (nunca se señala cuales) “carbonearon” (Vargas Carbonell, 2014) a Mora para forzar la división. Se desliza que hay o hubo corrupción o apropiación de bienes, pero nunca se demuestra o se indica ¿cuáles, quiénes y en qué circunstancias? Lo que hace que tal afirmación o sea una calumnia o sea una verdad incompleta, puesto si era así: ¿Significa que había connivencia de Manuel Mora? ¿O significa que él no lo notó? Más aún: ¿Cómo era posible que nadie lo notara? En la versión de Vargas Carbonell (2014) Manuel Mora, que era el Secretario General del PVP, aparece como una figura desordenada, inorgánica, incapaz de notar lo que pasaba a su alrededor y además manipulable fácilmente por su entorno familiar. La imagen no es para nada creíble. Hay una nueva versión de la izquierda actual, ya re agrupada en el Frente Amplio, que es la tesis de la equistancia: todos se equivocaron, todos somos responsables, pero todos tenían buenas intenciones, solo falto tolerancia y diálogo (Rojas, 2013, 213), en esta versión sigue sin explicarse el cómo y el por qué, de la división. También porque nadie pudo evitar una división, que supuestamente nadie quería. 164 Se impone pues una necesaria una revisión de esta historia, sobre todo porque se ha impuesto una interpretación política psicologista (Gallardo, 1989, 11-49): el problema es que Ferreto tenía una personalidad autoritaria. Pero: ¿cómo era la personalidad de Mora, era una personalidad frágil, maleable? Todos los testimonios muestran lo contrario, es la personalidad de un hombre decidido, seguro de sí, tanto como para no consultar lo que hacía y actuar “de hecho” a “golpe dado”. Arnoldo Ferreto en Vida Militante (1984, 198- 199) al comentar el Pacto de Ochomogo y el comportamiento de Manuel Mora le recrimina la forma personal en que resolvió “asuntos graves”[el fin de la guerra y el desarme de los comunistas], para Ferreto la ratificación del Pacto de Ochomogo fue una discusión con “los hechos consumados”. Ferreto acusa a Mora de actuar sin consulta a la dirección del Partido. Esta forma de actuar, se mantenía 30 años después. La tesis de Sofía Cortés confirma este estilo decidido y a veces inconsulto y/o unilateral de la personalidad de Mora Valverde todavía en 1977 (2018, 124-134). En las misma caracterizaciones de Ferreto, ya siendo un rival político público de Mora Valverde, no se puede encontrar signos que nos indiquen que Mora Valverde fuera un “Hamlet”. Nadie en sus testimonios, ni amigos, ni rivales han presentado a Mora como alguien con miedo o atemorizado, ni siquiera en sus memorias infantiles se encuentra una caracterización de ese tipo. Mora además es el político práctico que más atentados ha recibido contra su vida116. La explicación de falta de carácter que usan Vargas Carbonell (2014) y que antes había usado Jaime Cerdas (1993, 213) como hemos dicho no son creíbles117. La conclusión de la hipótesis psicologista, es que si Ferreto tuviera otra personalidad no hubiera existido la división, lo que le asigna un poder y una capacidad de decisión a Ferreto que claramente no tenía, siempre tuvo un lugar de segundo grado frente a Mora. 116 Manuel Mora Salas, el 27 de Agosto de 2019 en la presentación del libro de German Chacón “Manuel Mora Valverde: pensamiento y práctica política” reseña al menos 7 atentados terroristas contra la vida de Manuel Mora Valverde. 117 Jaime Cerdas habla de un “hoyo en la columna vertebral” por el que se le iba la voluntad a Manuel Mora. Cerdas le atribuye a Luis Carballo la frase, en Vida Militante (1984) Arnoldo Ferreto invoca las frases de Carballo contra Mora Valverde para criticar la forma caudillista de actuar de Mora Valverde. 165 El tercer aspecto es que no se explora y es lo más notorio, es que en los hechos Ferreto y Mora trabajaron juntos cincuenta años, es mucho tiempo, casi ninguna otra pareja de dirigentes podría hablar de una colaboración tan extendida en el tiempo. En los hechos la relación Mora-Ferreto era una relación funcional. Fue funcional en 1934, durante al reconstrucción del PVP en los cincuentas, en su enfrentamiento contra los “castro- guevaristas”, en la intervención en Nicaragua, en la construcción de Pueblo Unido, fue una relación funcional. Los únicos indicadores de tensión entre Ferreto y Mora son los años 1948-1949, aunque eso no es del todo esclarecido y luego en 1984. Así que aquí hay una madeja que desenrollar. 7.5) Excursus: La Familia Mora. Un extenso editorial titulado “Frente a la calumnia una trayectoria revolucionaria al servicio del pueblo” trata de manera abstrusa este problema. Una de las líneas de ataque del Partido Vanguardia Popular en su XV Congreso fue el ataque a familia Mora, como un grupo familiar, fraccional y que impide la unidad de la izquierda, que bloquea la unidad del PVP con el resto de organizaciones que conformaban Pueblo Unido (1984, 59-60). La respuesta de Manuel Mora fue señalar este ataque como una calumnia, dispuesta a esconder las “divergencias ideológicas frente a la nueva situación que vive nuestro país”, a continuación, describe las trayectorias de cada uno de los miembros del grupo Mora: El mismo, su hermano Eduardo, el yerno de Eduardo José Merino, su esposa Addy Salas y su hijo Manuel Mora Salas. Muestra los sacrificios y los méritos por los cuales dirigen el Comité Central del partido. Hasta allí llega el asunto. Aunque los adversarios del PPC seguirían refiriéndose a ellos como “el grupo de los Mora” esto no llevo a ninguna meditación particular sobre el especto “familiar” dentro de la tradición comunista local. Una nota importante que nos parece no es tomada con la debida atención es justamente como la izquierda política no ha meditado lo suficiente sobre este especto de “grupo familiar” de las principales figuras de la izquierda política desde los años treinta a nuestros días, sobre todo de su filón comunista “a la tica”. Pues en esta característica se cruzan al 166 menos 3 dinámicas: 1) La tradición local costarricense y latinoamericana de dinastías políticas familiares, ese elemento si fue muy señalado en las ciencias sociales a mediados y finales de los noventas cuando se hablaba de “los hijos de los caudillos”, es decir de las Familias Figueres y Calderón, que, aunque no están en primera plana, siguen actuando políticamente en la Costa Rica del año 2020. 2) El elemento de clan familiar, de dictadura familiar que tenían los regímenes estalinistas de los estados obreros degenerados, tanto como para que Nahuel Moreno en el año 1984 se preguntara si se verían reinados obreros (1984, 1). La pregunta de Moreno, era confusa en la medida que no tomaba en cuenta el papel de este tipo de régimen político para garantizar la restauración capitalista, no obstante, si indicaba una característica notable y central de esos regímenes políticos, cuando ocurren las revoluciones democráticas en el Este de Europa, el odio contra los clanes familiares como las Ceausescu en Rumania es uno de los elementos notables de estas revoluciones. Ese elemento se mantiene bajo el “regreso de la izquierda” y la primavera árabe. Un elemento central de la rebelión contra Gadafi en Libia y contra Ortega en Nicaragua es su aspecto de clan familiar que domina totalitariamente la economía y la política. 3) En la cultura política costarricense “la defensa de la familia” es uno de los locus centrales, este lugar central de la familia nunca fue desafiado, ni tematizado por la izquierda política, fue asumido sin más. El elemento de defensa de la familia atraviesa las primeras declaraciones del comunismo “a la tica”, continua con las declaraciones de la Alianza de Mujeres Costarricenses (Gonzalez,2006, 308-312) y culmina con los videos navideños de José María Villalta en la elección del 2013. 167 8) Rodolfo Cerdas Cruz: biografía y pensamiento. Rodolfo Cerdas Cruz es un autor, analista y dirigente político que marcó de distintas formas cerca de cincuenta años de la vida intelectual en Costa Rica, por lo menos desde el año sesenta y cuatro hasta su muerte. En un texto fundante de las historia de las ideas Desarrollo de las ideas filosóficas en Costa Rica (1983) de Constantino Lascaris , Cerdas Cruz aparece como el único marxista no ortodoxo digno de ser mencionado, junto a Manuel Mora Valverde, los dos marxistas de referencia (Lascaris, 1983, 271). En una reciente Antología de pensamiento critico costarricense contemporáneo (2019) editada por CLACSO coordinada por Monserrat Sagot y David Díaz, Cerdas Cruz es el único de los intelectuales orgánicos que estudiamos en esta tesis que parece haber pasado por el “cedazo” de los requisitos que lo incluirían en el pensamiento crítico contemporáneo. No toda su obra es de nuestro interés, solo un fragmento de ella va a ser analizada en este capítulo, la parte específicamente marxista de su obra, su desplazamiento ideológico hacia la derecha del espectro político y su posterior transformación en un referente del mainstream politológico118 y por lo tanto de la reacción democrática o democratización de baja intensidad119, no serán analizadas en este trabajo. 118 Señala Patricia Vega en 1984: “El Dr. Cerdas ahora es un ideólogo de la derecha costarricense. Actualmente sus seguidores han formado una agrupación que estudia la realidad nacional sin pretensiones electorales” (Vega, 1984, 5). 119 El concepto lo toma Helio Gallardo de Guillermo O´Donnell: “en América Latina los derechos políticos son precarios y tienden a ser exclusivos, los derechos civiles se niegan a una parte significativa de la población y los derechos sociales todavía se consideran demandas subversivas o “comunistas” o más recientemente “injustificados privilegios de los trabajadores” o, con mayor descaro “prácticas que amenazan la gobernabilidad”. Esto hace que autores para nada extremistas como O´Donell, al constatar la ausencia de derechos civiles en nuestras economías/sociedades determine sus regímenes democráticos como de baja intensidad” (Gallardo, 1999, 58). 168 Es un período relativamente corto en el que podríamos hablar de una etapa marxista de Rodolfo Cerdas Cruz que va desde 1960 hasta 1979, la crisis de desintegración del Frente Popular y su transformación en Partido Nacional Democrático, que es un partido de centro- derecha clásico, sería el fin de esta etapa. Un elemento entonces que tenemos que tomar en cuenta y que a nuestro entender no es suficientemente dimensionado en la historia del pensamiento y en la comprensión de la obra intelectual de los autores estudiados, es que Rodolfo Cerdas Cruz es lo que Kaplan y Shapiro (1998) llamarían un “Red Diaper Baby”, es decir un niño nacido en una familia comunista durante “los años del plomo”, lo cual es un tipo de subjetividad que va más allá de la específica forma del radicalismo político a la que estaban afiliados sus padres y la posterior evolución ideológica del autor. Estas subjetividades tienen elementos comunes: la visión infantil de lo que significa la ideología marxista y sus organizaciones, una comunidad de próximos muy radical, compacta y cercana y sobretodo la experiencia aterradora e incomprensible para cualquier niño de la persecución del Estado sobre sus padres y sobre esta comunidad radical, casi familiar120. En el texto de Cerdas Cruz, Ángeles con carabina121, publicado en la serie de relatos compilada por Mercedes Muñoz, Niños y niñas del 48 escriben (2015) señala: “Mis recuerdo de infancia no son los de un patio en Sevilla donde madura un limonero, como nos cuenta Machado, sino de boletines de guerra, batallas de tanques, las Katyushas de 120 Curiosamente uno de los pocos analistas que tiene la sensibilidad para ver la importancia de este enfoque es Enrique Benavides: “Podría decirse que Rodolfo Cerdas es marxista por tradición de familia, aunque en esto él no estará de acuerdo con nosotros. Una dolorosa experiencia como fue la prisión de su padre a raíz de los acontecimientos del 48, cuando era aún un escolar, afirmaría emocionalmente en él las ideas que desde su primera infancia había encontrado vigentes en su hogar. En cierto modo, como sucede frecuentemente en esos casos, Cerdas Cruz había vivido la lucha revolucionaria antes de conocer sus fundamentos y sus propósitos. Su hogar, recordará más tarde, vivía más la vida del partido que la propia” (Benavides, 1977). 121 El título de este relato proviene de un verso anticomunista que se les cantaba, con el fin de hostilizar, a las familias y los militantes comunistas en los años cuarentas: “Ángeles con carabina/apuntad al cortesismo/ Corazón Divino y Santo/ Líbranos del comunismo” (Cerdas Mora, 1993, 110). 169 Stalin, Stalingrado, el Segundo Frente, Mamita Yunai, mitines, Calufa, Luis Carballo, Manuel Mora, Rodolfo Guzmán y Carmen Lyra” (Muñoz, 2015, 125). Sobre esta comunidad próxima y radical dice Cerdas Cruz hablando de El Cholo Solano, un obrero comunista: “El Cholo (…) era el honrado y pobre albañil que había compartido sus cinco colones de salario con nosotros, mientras mi padre estaba herido y en la cárcel por la huelga bananera de 1934” (…) “ Hay una imagen que se grabó indeleblemente en mí y que está unida al Cholo Solano. Mientras mi madre me tenía alzado en sus brazos y observábamos el inicio de la manifestación del Primero de Mayo (…) el Cholo se nos acercó con una banderita roja en la mano, que tenía pintada una tea y varias estrellas en círculo-la bandera del Partido- y me la dió- Tome camaradita, para que se vaya alineando, me dijo” (2015, 128). Para Cerdas Cruz los años 1948 y 1949 fueron “los años de ratas ciegas”, en los que su padre entraba y salia de la prisión, sumado a ello la persecución y la represión anticomunistas de la posguerra, Cerdas para entonces era un niño tenía entre nueve y diez años. En sus memorias de infancia la aparición de hechos de violencia política que tocan a su grupo familiar, son múltiples y sistemáticos: apedreamientos, uso de cuchillos para defenderse, postas militares son solo algunos de los recuerdos que aparecen en su relato, todos estos vívidos recuerdos le suceden a quien hoy consideraríamos un niño. En otro texto presente en la misma compilación, titulado Entre el temor y la esperanza, Cerdas Cruz recuerda como protegió a su padre de ser detenido arbitrariamente, pese a que la petición de Jaime Cerdas Mora era que si llegaban a detenerlo siguiera adelante hacia la casa y lo dejara atrás (2015, 155). La experiencia que un padre amado y respetado pidiéndole a un niño dejarlo atrás en manos de quienes sin duda le harían daño, dejó marcas indelebles que Cerdas compara con la experiencia de la desesperación y el desamparo de los creyentes religiosos: “como no sabía rezar (…) crucé, ansiando poder pedirle fuerzas a alguien o a algo” (2015, 155) ya de adulto recuerda Cerdas Cruz: “hoy, 50 años después, no puedo pasar por esa calle sin sentir un sobrecogimiento infinito” (2015, 155). 170 El otro elemento biográfico, pero que tiene implicaciones subjetivas y teóricas es que Cerdas Cruz, al igual que varios caudillos políticos claves del fines del siglo XX e inicios del XXI, verdaderos “intelectuales orgánicos” de la derecha política como Rafael Ángel Calderón Fournier, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría y Oscar Arias Sánchez, son “niños de la guerra” es decir la generación que formó su primera subjetividad personal en el tramo de mayor conflictividad y violencia política de la historia nacional, el tramo que va de 1942 a 1955. Ambos tienen su florecimiento político durante la década del setenta y son figuras centrales de la transición de siglos. Podemos encontrar en otras sociedades denominaciones y conceptos para estas generaciones que vivieron hechos de violencia política siendo niños, por poner dos ejemplos “Los Niños de Rusia” en España y la “Operación Peter Pan” en Cuba. Sin duda los hechos políticos que marcaron la infancia de esta generación intelectual no tienen la dimensión histórico-universal o latinoamericana, que tuvieron los eventos españoles y cubanos, pero: ¿No es intelectualmente adecuado y relevante señalar esta especificidad única en una generación tan intelectualmente dominante, como esta que señalamos? El capitulo VI de La Institucionalidad Ajena de Manuel Solís, se intitula “Caínes sin marcas en la frente”, el titulo lo utiliza para diferenciar a los “Caínes con marcas en la frente” que haría referencia a los participantes directos y destacados en el clímax de violencia política entre junio de 1947 y marzo de 1948. Los “Caínes con marcas en la frente” son “los muchachos de gran valor” de los que habla el Corrido a José Figueres, himno informal del Partido Liberación Nacional. Fue el periodo donde la ideología de Costa Rica, como un país de paz y vivido como una familia que se reúne y se perdona, entra en crisis total y no es suficiente para contener la violencia política que emergía de la vida cotidiana hacia la esfera pública. Pero, esta sociedad desagarrada es reconstruida y modernizada económica y socialmente después de la guerra, de esta forma la imagen del país familiar, pacífico y ejemplar no solo reaparece, sino que es la argamasa ideológica de la modernización autoritaria. 171 En un cierto sentido podríamos llamar “caínes sin marcas en la frente” a los niños y casi niños (adolescentes) de la guerra que florecieron intelectualmente en los años setentas y fueron la generación de la “nueva izquierda” y también la generación de “los hijos de los caudillos”. Todos ellos dirigirán los destinos del país en finales de siglo XX e inicios del XXI. Su estela empieza a menguar hasta hace relativamente poco, no más de dos décadas. Esta generación tiene varias características generales: 1) Su infancia estuvo vinculada a las armas y en un cierto sentido esta marca se mantienen en sus vidas adultas. 2) La modernización económica y social de la posguerra no comprometía la cultura caudillista, lejos de ello la fortaleció y la recubrió de nuevas aureolas ideológicas. Lo cual produce en esta generación una memoria quebrada entre su infancia rodeada de violencia y arbitrariedad política y su adultez política. En esta memoria está comprometida la coherencia personal y social. Las vivencias sociales de la infancia no son materiales que ayuden en nada a la comprensión politico-social que intentarán desarrollar en la vida adulta. En el caso específico que estudiamos, la contradicción más destacada es cuando se lee comparativamente Ángeles con Carabina, sus memorias de infancia, por un lado y La otra cara del 48 (1998) por el otro. 3) En nuestra opinión esta incoherencia entre lo que realmente sucedió en la guerra y la crisis política de los cuarentas y las futuras idealizaciones de la modernización nacional, explican porqué todos estos autores terminan siendo tributarios y profundizadores de la mitología nacional, del nacionalismo étnico metafísico y en el caso de los pensadores de izquierda, terminan siendo tributarios del comunismo “a la tica”. Para Rodolfo Cerdas Cruz la invención del comunismo “a la tica” es el momento estratégico fundamental del PVP y además es la demostración de la solidez del sistema institucional costarricense (1986, 350-359). 8.1) Las etapas de su pensamiento. Rodolfo Cerdas es un “red diaper baby” y un “Caín sin marcas en la frente”, pero su transformación en marxista pasa por una doble socialización, primero en la ortodoxia filosófica venida del marxismo-leninismo de cuño estalinista y las presiones y preocupaciones que vienen del mundo académico e intelectual universitarios de finales de 172 los cincuentas e inicios de los sesentas, dominado culturalmente por las interpretaciones económico-sociales de Rodrigo Facio y las históricas de Carlos Monge Alfaro. Desde el punto de vista de la filosofía (aunque la modernización institucional de la filosofía costarricense es un poco posterior) lo dominante según Alexander Jimenez sería una metafísica de la nacionalidad, de la continuidad étnica y cultural con España y el reforzamiento filosófico de la tesis del ejemplarismo y el excepcionalismo nacional (2002, 62-71). La hegemonía intelectual de estas interpretaciones estaba sin duda cimentada en el hecho extra intelectual, que ambos pensadores estaban vinculados a los ganadores de la guerra, aunque no su núcleo dirigente122. Es decir que dentro de la etapa propiamente marxista de Cerdas Cruz, podemos encontrar una evolución de sus posiciones: primero como un marxista de cuño estalinista, luego como un pensador marxista anti soviético, y de allí a un pensador de izquierda anti soviético que evoluciona hacia un pensador de derecha anticomunista o un ideólogo de la derecha123. A nuestro entender el marxismo de Rodolfo Cerdas Cruz, tendría tres momentos: El primero cuando aún es parte de Vanguardia Popular y cuyo texto modelo sería probablemente el desafío a Rodrigo Facio, La Conferencia del Rector Facio sobre Marxismo. Una Respuesta (1960). En este mismo periodo estaría su primer intento de interpretación de la teoría marxista del Estado para Costa Rica, denominado Formación del 122 Del grupo original del Centro de Estudios para los Problemas Nacionales, será solamente Daniel Oduber, quién llegue a la presidencia de la República, pero como señala Alexander Jiménez, todos estos autores son considerados socialmente exitosos e influyentes ( 2002,68-69). 123 Una hipótesis que nos gustaría explorar en otro trabajo es si el concepto de burguesía burocrática que desarrolla Rodolfo Cerdas Cruz en su etapa marxista es un punto de apoyo, una influencia para uno de los elementos ideológicos más fuertes que ha desarrollado el diario La Nación S.A. del qué Rodolfo Cerdas Cruz termina siendo un columnista privilegiado. La hipótesis sería si el concepto de burguesía burocrática no es el origen, no reconocido de la campaña en el sentido de que los empleados públicos son la nueva burguesía, millonarios y los realmente privilegiados del país, es decir que, el elemento central de la desigualdad en Costa Rica no es la tensión entre el proletariado y la burguesía sino entre los trabajadores de la empresa privada y los empleados públicos. 173 Estado en Costa Rica (1978)124, escrito en 1964. Habría una segunda etapa que arranca con su expulsión/salida del PVP en 1969. Las razones de la expulsión/salida de Rodolfo Cerdas Cruz y Jaime Cerdas del Partido Vanguardia Popular, son parte de los “puntos ciegos”125 de la historia de la izquierda política costarricense. No es claro si fue una expulsión o una renuncia, según la versión de Cerdas (1993, 220-221) fue una salida y luego un juicio montado. La versión comunista oficial es que fue una especie de baja deshonrosa (Ferreto, 1975). Se habla de una carta privada entre Jaime Cerdas y Rodolfo, que fue robada y luego falsificada. Esta claro en los texto de Cerdas Mora (1993) y Cerdas Cruz (1986) el particular encono contra Arnoldo Ferreto y Humberto Vargas Carbonell, quienes son vistos y acusados como responsables de la amalgama judicial. En el texto de Cerdas señala que se procedió con los métodos de los Juicios de Moscú. En Vida Militante (1984) de Arnoldo Ferreto, no hay ninguna referencia al evento. Ninguno de los trabajos o memorias de los comunistas “a la tica” clarifica este evento, ni aclara las acusaciones de Cerdas, padre e hijo. Lo que sí es un registro fácil de conseguir es el encono de la relación entre los militantes del PVP y los del Frente Popular. Este enconó era también un encono entre Cerdas Cruz y Humberto Vargas. Visto con distancia histórica ambos disputaban el lugar de “delfín” de Manuel Mora. 124 El libro fue escrito en 1964, pero publicado hasta 1967. Hubo una segunda edición en 1978, que es con la que hemos trabajado. Esta segunda edición tiene la ventaja que contiene un prólogo redactado en 1978, donde Rodolfo Cerdas Cruz realiza un encuadre teórico de lo que él considera la teoría marxista del Estado, su lectura esta claramente influenciada por las tesis maoistas acerca de la naturaleza de la URSS. 125 Hemos usado el término “punto ciego” como una metáfora social, política y moral venida de la biología, el punto ciego es una especie de ceguera parcial, es un punto que esta fuera de nuestro campo visual producido porque: “la retina está conectada al cerebro por medio del nervio óptico y (...) el punto en el que se unen retina y nervio óptico carece de células fotosensibles” (Tubau, 2012). El cerebro “llena” e interpreta lo que no puede ver, con la información visual disponible. Pero como señala Tubau esta misma idea puedes ser usada en las narraciones literarias, por ejemplo Henrik Ibsen le llama “mentiras vitales”, que es este procedimiento con el que una pareja puede negar la existencia de algo que podría destruir su relación. Los puntos ciegos podrían ser también políticos y morales. Es en este sentido que lo hemos usado en el texto. Hemos detectado varios puntos ciegos en la historia de la izquierda política costarricense: la rendición de los comunistas en la guerra, la expulsión/salida de Rodolfo Cerdas, las divisiones de los años ochentas, el asesinato de Viviana Gallardo, solo por señalar algunos. 174 Aquí hay tres problemas que habría que retener: 1) La acusación de procedimientos similares a los Juicios de Moscú es importante porque sería un “quiebre” para quienes defienden la idea de un socialismo excepcional, para un país excepcional. Si es cierta la acusación de Cerdas Mora, tendríamos un indició claro que la cultura y la práctica estalinista en su peor forma se mantenía intacta en los años setentas. El silencio de los comunistas “a la tica”, sobre este hecho sería un silencio funcional a mantener intacta su narrativa. 2) Un dato curioso en esta acusación es que no quiebra ni daña, la admiración por la personalidad y la estrategia de Manuel Mora, no parece tener ninguna responsabilidad en los hechos, pese a que la familia Mora es el núcleo dirigente del PVP desde 1931. Aquí la memoria quebrada viene de parte de los Cerdas, quienes se rehúsan a colocar responsabilidades sobre Manuel Mora por un comportamiento estalinista y tal vez de algo más profundo. Para una izquierda política como la costarricense tan marcada, por la impronta de líderes políticos profesionales del Derecho y confiados en la superioridad de los métodos legales e institucionales. La acusación de participar en un juicio amañado similar a lo que sería el modelo del antijuicio: Los juicios de Moscú. sería un daño severo sobre la memoria y la valorización política de esa persona, si esa persona es Manuel Mora, referente de la mayoría de la izquierda política, el daño sería transmitido al conjunto de la izquierda. 3) El tercer aspecto es que muestra una dificultad en la comprensión del pensamiento de Cerdas Cruz. A diferencia de otras experiencias de la izquierda política latinoamericana no fue el alineamiento ideológico con alguno de los dos contendientes del conflicto chino-soviético lo que produjo la ruptura entre Cerdas y Mora Valverde. No fue un alineamiento con la interpretación estratégica de Mao Tse Tung lo que produjo la ruptura, sino que parece que fue al revés, hubo una ruptura personal, que fue tomada y sentida como un daño personal irreparable y luego a partir de allí se buscó una explicación y una alternativa. El marxismo en su interpretación china fue lo que más sirvió para ese objetivo. 8.2) Acerca de Rodolfo Cerdas y su relación con el marxismo. En 1970 surgiría primero FAENA y luego el Frente Popular Costarricense, este es el periodo de la izquierda con sello nacional, cuyo texto estratégico sería La crisis de la 175 democracia liberal en Costa Rica (1972). Así como textos menores sobre el carácter de la revolución en Costa Rica y Nicaragua, que son importantes para nuestra investigación. Habría una tercera etapa ya con el Frente Popular desaparecido, donde vemos el uso del marxismo en Cerdas Cruz, pero ya no con el objetivo de fortalecer una alternativa política de izquierda, sino con fines puramente académicos, por ejemplo La Hoz y el Machete (1986) que es sin duda su obra más completa, de este mismo tipo de escritos es su ensayo sobre la Perestroika y sobre la crisis del marxismo. 8.3) La polémica con Rodrigo Facio. Para el año 1961 Rodolfo Cerdas está dirigiendo la Juventud Socialista, la organización juvenil comunista. El país vive una ambiente cultural básicamente anticomunista, construido sobre la base de la derrota de los comunistas en la guerra civil y el clima político producido por la caída de Árbenz en Guatemala, así como los primeros intentos de contrarrevolución política en Cuba. La Universidad es también un ambiente anticomunista. Aunque no se dice explícitamente los testimonios comunistas y las investigaciones académicas, parecen indicar que el centro del trabajo comunista se encuentra en la reconstrucción del sindicalismo bananero y en el trabajo comunal/popular de las Juntas Progresistas, “uno de los pocos espacios autónomos de organización y reivindicación de los sectores populares urbanos” (Merino, 1996, 149). La Universidad no parece ser centro de interés del PVP, probablemente es donde menos posibilidades tienen de desarrollo y donde la hegemonía del proyecto transformista autoritario del PLN se siente con más rigor. Han pasado los años más estrictos de la clandestinidad (1948-1949) y también de los ataques directos al movimiento obrero comunista (1951-1954) pero el PVP sigue siendo ilegal, no puede participar de las elecciones que son el nuevo pivote de la vida política e institucional. La violencia y la arbitrariedad contra los comunistas siguen sucediendo, en Octubre de 1962 se prohibirá el semanario Adelante, pues seguía en pie el decreto de Volio Sancho que permitía la prohibición de textos considerados de ideología comunista (Merino, 1996, 165). 176 El texto de Cerdas Cruz tiene que ser ubicado también en un cierto cruce de caminos de la historia del comunismo internacional y local. Estamos ad portas de la crisis chino-soviética que dividirá en dos el movimiento comunista internacional, ya se ha iniciado el proceso de desestalinización en 1956, pero es el momento de mayor generalización y difusión del marxismo leninismo en su versión de manual soviético. También es el momento en el que el PVP estrecha relaciones con el PCUS, Manuel Mora participa en el XX Congreso del PCUS (1956) y Arnoldo Ferreto en el XXII Congreso (1961), también empiezan los viajes a las academias de formación soviética. (Merino, 1996, 152-167). Analizando el texto podríamos señalar que desde muy temprano Cerdas Cruz pareciera tener una diferencia política y organizativa con la forma en la que se organiza el Partido Vanguardia Popular. En el epígrafe que elige para su texto de polémica con Rodrigo Facio hay una frase de Lenin donde se le pone un énfasis especial al problema de la independencia de la organización juvenil: “debemos estar incondicionalmente por la independencia organizativa de la unión juvenil, y no sólo por el hecho de que esa independencia es temida por los oportunistas, sino por la esencia misma del asunto. Porque, sin una total independencia, la juventud no podrá formar de sí misma buenos socialistas, ni prepararse para llevar el socialismo hacia adelante” (1960, 23) en el texto se coloca sin fecha precisa lo cual impide al lector saber en qué momento de la vida política de Lenin es que realiza esta afirmación. La cita que elige Cerdas procede de un texto de Lenin de diciembre de 1916 (1976, 144) en medio de una acre pelea contra el socialchovinismo y el kautskismo, el objetivo de la nota es ganar a las organizaciones juveniles socialdemócratas al internacionalismo, a las tesis defendidas por la izquierda de Zimmerwald, futura Tercera Internacional. El hecho no parece ser notado por Cerdas Cruz y de hecho la cita leninista estaría bastante alejada de la tradición estalinista de los años cincuentas en relación con sus propias organizaciones de superficie. Sin duda parece ser un indicio que Cerdas buscaba construirse un espacio autónomo donde actuar libremente. 177 Pero estamos todavía a 7 años de 1968, del inicio de la movida juvenil, y a 9 años de 1970, de la movilización universitaria que servirá para consolidar su proyecto. Este texto escrito en 1959 y publicado en 1960 es el debut público de Cerdas Cruz en el marxismo y es un texto siempre referenciado para justificar su presencia en cualquier antología marxista (Lascaris, 1984), (Liss, 1992) , (Molina, 2008). Siguiendo la interpretación de Anderson (1979) podríamos decir que es un texto de marxismo occidental, de marxismo académico, es decir un texto cuyo principal objetivo no es polemizar con las estrategias políticas que se derivan de los análisis económico-sociales de las distintas corrientes de la izquierda y el movimiento obrero (que sería lo que hace el marxismo clásico) (Anderson, 1979, 7-34), sino que el principal objeto de polémica es con la cultura intelectual venida de la academia126, con los intelectuales del nuevo aparato universitario que ya para esas alturas en Costa Rica tiene 17 años, pero que no ha iniciado con todo su modernización, para ello habría que esperar hasta 1973. Todavía estamos en una universidad, que como señaló Manuel Solís en la Institucionalidad ajena (2006,105) nace no con una vocación de cambio y de crítica sino más bien como un principio de estabilidad. Ese principio de estabilidad se vio reforzado por el triunfo de las fuerzas liberacionistas que copan la universidad y que reafirman el lugar marginal de los comunistas y los izquierdistas en el universo cultural. Tanto Iván Molina (2008) como Manuel Solís (2006,105-106) señalan que las figuras principales de la intelectualidad de izquierda como Carmen Lyra o Joaquín García Monge no hacen parte de la vida universitaria, quedan excluidos de ella y más bien las figuras que tienen un papel relevante al inicio de la universidad están vinculadas al catolicismo social, por ejemplo Jorge Volio que es el director del primer Departamento de Filosofía. 126“Este largo divorcio, que modeló la forma teórica del marxismo occidental, tuvo sobre él otro llamativo efecto general. Todo ocurrió como si la ruptura de la unidad política entre la teoría marxista y la práctica de masas diese como resultado un irresistible desplazamiento hacia otro eje de la tensión que debería haberlas vinculado. En ausencia del polo magnético de un movimiento revolucionario de clase, la aguja de toda esta tradición tendió a dirigirse cada vez más hacia la cultura burguesa contemporánea” (Anderson, 1979, 71). 178 El hecho de que los católicos sociales perdieran la guerra hace que estos hechos queden borrados de la memoria institucional y sobre todo las instituciones universitarias recuerden a los vencedores de la guerra. Rodolfo Cerdas polemiza contra quién sin duda es el principal referente intelectual de los vencedores de la guerra. En un cierto sentido intenta cumplir una tarea inconclusa, pues los comunistas nunca intentaron refutar los análisis económico-sociales de Rodrigo Facio. Llama la atención en el inicio del texto, que Cerdas Cruz se decante por entender el marxismo como un humanismo (1960,25) ubicándose claramente en la polémica que en ese momento se estaba desarrollando en el marxismo internacional, sin duda un signo de distinción política en la medida en la que estamos en el año 59-60. Ese debate intelectual apenas comienza en el terreno más abstracto. Faltan algunos años, para que lleguemos al pico de la polémica sobre el humanismo en los años 63-64. La interpretación del marxismo como un humanismo, ya había sido introducido por el “aggiornamiento” del marxismo de cuño estalinista que intentó el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética a partir de que Krushev toma el mando y desplaza al ala dura del equipo estalinista. La primera definición de Cerdas Cruz es que el marxismo es un humanismo, nos parece que aquí hay una definición distinta a los manuales soviéticos y a las definiciones que usan los Mora Valverde, tanto Eduardo como Manuel, en el sentido que define al marxismo como “un método, una concepción, una filosofía” (1960,25). Para los Mora, tradicionalmente el marxismo es una ciencia y una filosofía. La definición de Cerdas, lo acercaría más a lo que opina Lukács, para quien “la ortodoxia se refiere exclusivamente al método. (1975, 2). La forma en la que Cerdas elige polemizar está anclada en un debate de tipo filosófico. En ese sentido sigue el modelo de polémica que siempre eligieron los manuales soviéticos que tienden a arrancar con las definiciones “filosóficas” del marxismo y no por el lado de la política o de la historia. (Kohan, 2003), (Mandel,1979). Así pues Cerdas, navega con dos almas: la ortodoxa y la renovadora. 179 El núcleo de la polémica Cerdas-Facio es una discusión sobre el problema de la libertad. Cerdas polemiza con Facio presentando al marxismo como una especie de tercera opción entre el idealismo, que es donde coloca a Rodrigo Facio, y el materialismo mecánico, donde no coloca a ningún referente del pensamiento costarricense. Por las referencias que Rodolfo Cerdas usa, por ejemplo, la referencia en relación con el idealismo de Kant, Mach, Henri Poncairé, Karl Pearson (1960, 31) parece que lo que está haciendo es un intento de traer a nuestro país los objetos de la polémica que desarrolla Lenin en Materialismo y Empirocriticismo (1976,152). De hecho la observación sobre Pearson que parafrasea Cerdas aparece literal en el texto de Lenin (1976,152), este texto de Lenin, para la época y hasta bastante entrados los años ochentas era una especie de “piedra de toque” para el debate filosófico de los comunistas127. 127 La problemática con este texto de Lenin, esta aún abierta y no ha sido resuelta del todo por la izquierda política, si bien la mayoría de la izquierda han optado por no volver a referirse a a este texto, dejando la impresión de una especie de “vergüenza” por la época de los manuales y por el lugar que este texto jugó en la difusión de esta ortodoxia manualesca, esta actitud no ayuda en nada a aclarar el valor real de esta obra de Lenin y ni tampoco aclara su sentido. Autores claramente leninistas no pueden dejar de sentir extrañeza ante este texto. En nuestra opinión son particularmente esclarecedoras dos ideas presentes en los textos de Manuel Sacristán (1983, 133-177) y de Louis Althusser (1970, 7-79) en el sentido que: 1) Lenin es sobretodo un dirigente político y la pregunta correcta es: ¿porqué un dirigente político escribiría un libro de filosofía de la ciencia? La respuesta correcta es porque detrás del debate filosófico había un problema político, más precisamente había un debate político que se estaba llevando adelante a través del lenguaje de la filosofía. En ese sentido el debate entre Lenin y los otzovistas se parecería a los primeros textos de Marx, Engels y los jóvenes hegelianos. La represión política es tan intensa, que el debate ocurre “disfrazado” de filosofía. Althusser por eso es enfático que el valor del texto de Lenin es que saca a flote lo que la filosofía tiene reprimido: la política. Ese sería su valor. Sacristán por otro lado enfatiza que la polémica de Lenin no es contra Mach y Avenarius, sino contra las implicaciones políticas de la interpretación que Bogdanov y Lunacharski tenían de los modernos descubrimientos de la física: la apelación al espiritualismo para ganar el apoyo político de los campesinos. Esta idea es conocida para los latinoamericanos, pues en la cultura marxista latinoamericana encontramos propuestas de interpretar el Socialismo como un mito, tal como lo pensaba Mariátegui o encontramos las distintas tesis que defiende la compatibilidad del socialismo y la religiosidad profunda. Lenin siempre fue tajante en la necesidad de luchar contra la metafísica y el espiritualismo que siempre considero como parte del atraso cultural y político ruso. Ahora desde el punto de vista científico es curioso que un divulgador de la ciencia como Michio Kaku, valore y defienda el esfuerzo de Lenin, que de hecho lo ve en sintonía como el esfuerzo de Mach: “Lenin elogiaba a Mach, quien “había planteado la cuestión muy útil e importante de un espacio de n dimensiones como un espacio concebible”. Luego censuraba a Mach por no haber hecho hincapié en que sólo las tres dimensiones del espacio podían verificarse experimentalmente. Las matemáticas pueden explorar la cuarta dimensión y el mundo de lo que es posible, y esto es bueno, escribió Lenin, ¡pero el zar solo puede ser derrocado en la tercera dimensión!” (Kaku, 1994, 108-111). 180 También cuando realiza la polémica con el materialismo mecanicista, a quién Cerdas trae a colación es a Holbach (1960,31). Ni Pearson, ni Holbach son autores que uno puede relacionar con la cultura intelectual que representa Rodrigo Facio. El CEPN y junto a ellos Facio estaba influenciado por el peculiar “liberalismo” costarricense y por la metafísica y el misticismo de Roberto Brenes Mesén (Solís, 2006, 150-180). Aquí podemos notar un extraño gesto intelectual de la izquierda política, lejos de hacer el esfuerzo por comprender y criticar a sus rivales intelectuales en sus propias fuentes y en sus propias características, se realiza un gesto intelectual muy curioso se le atribuye posiciones similares a otra persona, esa otra persona es un referente de viejas polémicas marxistas. Es decir Facio en realidad es un idealista berkeleiano tal como lo fue Bogdanov, Cerdas sería como Lenin. Pareciera un debate que se recapitula con el tiempo, más cercano a la idea medieval del conocimiento como una eterna recapitulación de lo ya existente, que como un verdadero choque de ideas, como una crítica comprensiva. Veremos que este mismo problema se repite en otros lugares. Cerdas establece los que considera los pilares de la “teoría marxista, sobre el papel del hombre en la historia y la naturaleza” (1960, 36): 1) Necesidad, que sería la expresión de: “la conexión universal, todo lo que la causalidad no expresa sino unilateral fragmentariamente” (36); 2) la Casualidad que existe: “independientemente de nosotros” y es objetiva y 3) la causalidad “que esta vinculada estrechamente a la practica social del hombre y no debe confundirse con la necesidad” (33). Así necesidad, causalidad y casualidad están en constante interdependencia. La tesis de Cerdas es que: “un hecho necesario se abre paso por medio de una serie de hechos contingentes” (35). Si hiciéramos un esquema como los ejemplos de la guerra mundial que usa Cerdas para ilustrar sus interpretaciones podríamos hacer este esquema: Necesidad Causalidad Casualidad 181 Desarrollo orgánico muerte Accidente de automóvil Cambio en los modos de Guerras imperialistas de Asesinato del Archiduque producción rapiña y por el reparto del Fernando mundo La necesidad se abre paso en medio de hechos fortuitos que son los que “colorean” y matizan la necesidad. La importancia de este esquema es que nos permite “distinguir, en forma clara, el escalonamiento o gradación que se establece entre causas y necesidades históricas” (37). Finalmente hay una necesidad externa y una necesidad interna, que completa la dialéctica del movimiento general: “Pero si la necesidad externa puede influenciar a la necesidad interna, es porque ésta no es un todo homogéneo, un sistema que se baste a sí mismo. La influencia de la necesidad externa, se produce y hace efectiva, gracias a que dentro del ser, en su necesidad interna, se dan elementos contradictorios y enfrentados, cuyo enfrentamiento y oposición se profundizará gracias a la influencia del elemento o necesidad externa que los aviva: al cabo, si todo sigue su marcha natural, lo viejo se derrumbará, sucumbirá, frente a lo nuevo” (1960,39)128. El punto central de Cerdas es defender que el marxismo, tal como él lo entiende tiene una concepción aún más profunda de la libertad del ser humano, que la posición que defiende 128 Cómo cita de autoridad Cerdas escoge el siguiente fragmento de Mao Tse Tung “La causa fundamental del desarrollo de las cosas no se encuentra afuera de las cosas sino adentro de las cosas en la naturaleza contradictoria inherente a las cosas mismas. Toda cosa, todo fenómeno, tiene sus contradicciones internas inherentes. Son éstas las que crean el movimiento y el desarrollo de las cosas . . . La dialéctica materialista estima que las causas exteriores son la condición de los cambios, y las causas internas la base de los cambios; que las causas exteriores actúan por intermedio de las causas internas (Mao Tse Tung, "Sobre la acertada manera de resolver las contradicciones" (1960, 39). El distanciamiento chino-soviético esta aún lejos y es sobretodo desconocido para quienes no están en las altas esferas del PCUS y el PCCh. La cita no puede ser vista como una afinidad temprana de Cerdas con el maoísmo, Mao era visto como uno más de los dirigentes comunistas. Cerdas si señala en sus memorias de infancia como la revolución china fue importante para él, en medio de las derrotas del 48 fue visto como algo positivo que Mao Tse Tung saliera victorioso, sabemos por las memorias de Jaime Cerdas que él estuvo en 1957 en China y fue un evento importante en su vida política (1993, 185-215). 182 Rodrigo Facio: “El marxismo, en cambio, da una concepción de la libertad, que no hace ver en el hombre el muñeco pasivo de la historia, ni el "robot" de la historia, como lo veían los mecanicistas; ni el centro emanador de milagros, el hacedor de milagros, del idealismo” (1960, 40). Así tenemos una versión criolla de “lo Uno que se divide en Dos”: La libertad se divide entre quienes afirman la libertad como aislamiento y los que niegan la libertad, para luego encontrar una nueva superación en forma de libertad social: “La libertad, pues, resulta de este modo propiamente humana. Exclusivamente humana. Pero no humana en el sentido de ser aislado, de ser "en sí". Por el contrario el hombre es libre en cuanto es "ser social" ” (1960, 1961). Esta comprensión básica del marxismo en Cerdas se mantiene intacta hasta el año 1971, en el texto Libertad y necesidad en la concepción materialista de la historia (1971), la argumentación es básicamente la misma. La libertad coincide con la conciencia de la necesidad, los seres humanos somos básicamente libertad, seres libres: “El comprender la necesidad de las leyes naturales, y hacer que no actúen en forma ciega sino dirigidas por el hombre, luego de conocer su necesidad, da a éste, mucho mayor libertad que la del que cree sustraerse de esas leyes. Esta será una libertad ilusoria; aquélla, una verdadera libertad. Con esto, se nos viene abajo la tan corriente y aceptada tesis de que "la necesidad se opone a la libertad". Tal criterio tiene una base falsa, pues concibe la libertad como un absoluto voluntarismo. Lo cierto es que la necesidad no se opone a la libertad: es la comprensión de ésta y la puesta al servicio--de esa necesidad--de los intereses del hombre.” (1960,40). Once años después dirá: “para cada individuo particular el alcanzar una mayor libertad [significa] necesariamente tener la conciencia más lúcida de las contradicciones de su época y saber utilizar los medios más eficaces para superarlas. Así, la elección es tanto más libre cuanto más necesaria es” (Cerdas, 1971, 60). En este problema Cerdas se mantiene estrechamente vinculado a la filosofía de la libertad que defiende Plejanov en La concepción monista de la historia y El papel del individuo en 183 la historia: “la libertad no es más que la necesidad hecha conciencia” (Plejanov, 1964, 432). La diferencia entre la primera posición y la que esboza once años después, es que Cerdas en el mismo movimiento que se aleja de Vanguardia Popular y por lo tanto de la vertiente prosoviética del marxismo, se va acercando cada vez más al humanismo genérico y a la metafísica nacionalista de la ideología oficial. Al final del artículo de 1971, Cerdas realiza una declaración humanista genérica, siguiendo una adscripción garaudiana, que ya había mostrado en 1960: “el contenido ético y humanista de este planteamiento salta a la vista, como un ineludible llamado a la toma de conciencia del momento histórico en que se vive (…) como hilo rojo que cruza todo ello, la responsabilidad de todos y cada uno de los hombres con la sociedad en la que se vive y consigo mismo” (Cerdas, 1971, 61). En el próximo apartado veremos con más detalle esta relación entre humanismo y comunismo. 8.4) Ortodoxia estalinista, humanismo y comunismo. Hay una definición que en 1960 mantiene Cerdas Cruz, pero luego en el periodo de construcción de FAENA y el Frente Popular es cambiada por el concepto de Nueva Democracia, esta definición es su adscripción a la defensa de la necesidad de la dictadura del proletariado: “La necesidad del establecimiento de una dictadura de la clase obrera al llegar al poder y de [mantener un] régimen contra una serie de fuerzas negativas que se oponen al desarrollo de la nueva sociedad (...) la clase obrera tenía que dar como paso previo, para construir la sociedad socialista, el poder al pueblo y mantenerlo por medio de una dictadura de la clase proletaria. Es decir, que tenía que establecer, para poder construir la sociedad socialista la Dictadura del Proletariado” (1960, 68). Hemos señalado en otra parte del texto que a nuestro entender, si hay que marcar una delimitación sobre cuál es el núcleo original del marxismo, nuestra opinión es que consiste justamente en la defensa de la necesidad histórica de la dictadura del proletariado. Marx en una conocida carta de 1852 a Josep Weydemeyer dice: “Lo nuevo que yo aporté fue demostrar: 1) que la existencia de las clases está vinculada únicamente a fases 184 particulares, históricas, del desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura solo constituye la transición de la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases” (Cerdas, 1960, 70). La cita aparece textual en la disertación de Cerdas Cruz. El alejamiento o ruptura con el marxismo, normalmente viene con una crítica a esta comprensión teórica. La defensa esencial de la dictadura del proletariado es un elemento de continuidad que tiene el pensamiento de Cerdas Cruz con el marxismo clásico, lo que si sería sin duda una deformación estalinista del marxismo es la afirmación: “Pero por ahora, lo que nos interesa es lo siguiente: que los partidos comunistas., representan a la clase obrera como tal” (79). La deformación estalinista del marxismo viene por dos costados, uno teórico y otro histórico, este último es directamente un embellecimiento del estalinismo y sus métodos. Ante la pregunta por la explicación del fortalecimiento del Estado en la URSS la respuesta de Cerdas es canónicamente estalinista: “por las amenazas de la contrarrevolución y el imperialismo” (1960,72). “Si la clase proletaria está en el poder, ¿para qué es necesario el Estado? (…) tenemos que recordar un principio fundamental de la doctrina marxista: los hechos no deben aislarse del conjunto de la vida social. Y en el caso presente, no debemos olvidar que la situación nacional, en esta etapa del desarrollo del capitalismo mundial, el imperialismo, está fuertemente condicionada por la situación internacional. Resumiendo lo anterior, podemos decir entonces lo siguiente: en la Unión Soviética el Estado se ha tenido que mantener y fortalecer por estas razones: porque es necesario, para poder establecer el socialismo, la eliminación de toda resistencia de las clases explotadoras por parte de las explotadas; esto se mantendrá por tiempo más o menos largo, pero con la característica, de que ya no será un estado para mantener un orden de cosas en beneficio de una minoría, sino en beneficio de la mayoría; en la Unión Soviética 185 se ha tenido que mantener el Estado, con la característica de fortalecerlo cada vez más-sin que ello implique no participación de la masa popular en los asuntos del estado”129 (72) Lo primero que habría que señalar es la rigidez del esquema: Partido Comunista=representante como tal de la clase obrera:: Dictadura del Proletariado= dictadura del Partido Comunista. Este esquema por cierto se mantiene hasta nuestros días para defender el supuesto “carácter socialista” del Estado cubano o el Estado Chino. Es importante señalar que en un texto tan canónico como el Manifiesto Comunista, no se habla de la teoría “un partido, una clase” sino que se asevera que: “Los comunistas no forman un partido distinto, opuesto a los otros partidos obreros” (Marx y Engels, 1974, 64). Tanto Marx y Engels (1974), como Lenin(1976) a lo largo de sus obras más bien son enfáticos en el carácter heterogéneo de la clase obrera y de la tendencia a la atomización social que implica la experiencia obrera. Desde el Manifiesto del Partido Comunista, existe la indicación de Marx que la clase obrera es distinta por lo menos en dos factores: su experiencia de lucha (1974,118) y su peculiaridad nacional (1974,120). Más adelante en relación con el proletariado inglés mostrará otra diferencia la de un proletariado cuya nación oprime a otra nación, es decir la aristocracia obrera130, un concepto que será clave en 129 Cerdas Cruz defiende esta tesis en 1960, luego en 1969 romperá con los partidos comunistas prosoviéticos para sumarse al maoísmo y se volverá crítico de este tipo de argumentos. No obstante su defensa juvenil de las razones por las cuales el Estado en la Unión Soviética no se “auto extinguía” como se sigue de la teoría leninista, que se decía defender son del mismo tipo que los argumentos ideológicos que construirá el PCUS a finales de los años setenta e inicios de los ochentas como ideología para justificar el creciente militarismo, el reforzamiento policial y las dificultades económicas, la ideología del “incremento del papel dirigente del Partido en el socialismo desarrollado”. Esta ideología quedó plasmada en 1977 en la constitución soviética, dice Leonid Brezhnev: “ Una de las consecuencias del pleno triunfo de las relaciones sociales socialistas es, como muestra nuestra experiencia, la transformación gradual del Estado de la dictadura del proletariado en Estado de todo el pueblo. La Unión Soviética de hoy es una etapa lógica del desarrollo del Estado que nació de la Revolución de Octubre, la etapa propia del socialismo maduro. Por consiguiente, las tareas de los órganos del Estado y su estructura, funciones y modo de actividad deben corresponder a la fase alcanzada en el desarrollo de la sociedad” (Brezhnev, 1977). 130 “Me pregunta usted qué piensan los obreros ingleses de la política colonial. Pues lo mismo que de la política en general; lo mismo que piensan los burgueses. Aquí no hay partido obrero, no hay más que el 186 Lenin para comprender el reformismo como política obrera en tiempos de paz y el socialchovinismo como actitud de la socialdemocracia europea en época de guerra131. Un conocimiento elemental del leninismo, permite saber que básicamente para Lenin la clase obrera como tal en época de desarrollo orgánico del capitalismo tiende a ser “como tal” sindicalista en su conciencia (1976, 26-40). El sindicalismo y la conciencia corporativa sindical es lo que “como tal” produce la clase trabajadora. Así mismo la clase obrera tiende de dividirse en tres alas una anarquista que normalmente refleja el proceso de incorporación de nuevas capas de trabajadores venidas del campo, de viejos oficios artesanales o simplemente jóvenes, hay otra ala “aristocratizada”, “aburguesada” que por sus formas de vida, salario, aspiraciones tienda a querer solamente “reformar” el sistema, no tiene en su horizonte de conciencia la transformación revolucionaria del régimen, la tercer ala es el ala revolucionaria de la clase obrera (1976, 401-406). Lo que si señalan Marx y Lenin es que la clase obrera es susceptible de unificarse alrededor del programa del partido comunista. Todo el proyecto de Marx y Lenin, del socialismo clásico, es la unificación de la teoría socialista y del movimiento obrero. A través de un programa revolucionario, de un programa de transición. Nada de esta reflexión aparece en Cerdas, la existencia en ese momento de un único partido obrero en Costa Rica no parece suficiente para darle la razón. Bastaría pensar en la influencia del catolicismo social y del sindicalismo pro yanqui, “democrático” entre los trabajadores costarricenses como para saber que la afirmación de Cerdas no resiste un examen y una crítica detallada. partido conservador y el partido liberal-radical, y los obreros se benefician tranquilamente con ellos del monopolio colonial de Inglaterra y del monopolio de ésta en el mercado mundial.” (Marx y Engels, 1974, 507) 131 “El oportunismo significa sacrificar los intereses vitales de las masas por los intereses temporarios de una insignificante minoría de obreros o, dicho en otros términos, la alianza de una parte de los obreros y la burguesía contra la masa del proletariado... El oportunismo es producto de las peculiaridades de la época de desarrollo del capitalismo que abarca décadas, cuando la existencia relativamente pacífica y culta "aburguesó" a una capa de obreros privilegiados, le proporcionó migajas de los beneficios de su capital, del capital nacional, y la mantuvo al margen de las calamidades, los sufrimientos y la disposición revolucionaria de la masa empobrecida y miserable” (Lenin, 1976, 257). 187 La justificación del aparato del Estado de la URSS, muy especialmente su ejército y su policía política a la altura del año 1960, ya dudoso y problemático. Sucede cuando ya ha ocurrido el distanciamiento ruso-yugoslavo, los acontecimientos de Berlín de 1953 y el aplastamiento de la revolución húngara y polaca de 1956. Sabemos que los acontecimientos húngaros fueron conocidos por el PVP y comentados por Mora (1980,413) y la comunidad polaca ha sido una importante y notable comunidad migrante en Costa Rica (Soto-Quiros, 2002, 172-189), para finales de los años cincuenta es además una comunidad económica y políticamente boyante gracias a la modernización económica. Sabemos también que Costa Rica recibió un pequeño grupo de húngaros desplazados por el aplastamiento de la revolución de 1956 (Ferrero Blanco, 2018, 404). Era imposible que Cerdas Cruz no viera el problema, en su juventud prefirió “cerrar filas” más adelante vendría la sonora ruptura con el sovietismo. Señalaremos otro problema de los razonamientos de Cerdas Cruz, pero ahora de orden más filosófico, este problema estaría asociado al problema del humanismo, como tal. Para Novack (1977, 41) los temas del humanismo fueron la forma en que los estalinistas más inteligentes intentaron procesar los hechos del XX Congreso del PCUS y los levantamientos húngaros y polacos. Estos estalinistas más sofisticados o menos ortodoxos intentaron regresar a los temas del humanismo, a los temas del joven Marx para enfrentarlos a un supuesto leninismo crudo y mecánico. En este acertamiento el resultado no desado de la experiencia socialistas era producido por el predominio del productivismo, por la primacía de las cosas sobre los hombres. Había que volver a poner los temas del Hombre en el centro, para poder continuar con el proyecto socialista132. Detrás de este guiño filosófico, hemos dicho, había una geopolítica fría. Pero en relación con el humanismo al que se adscribió Cerdas durante todo este período, tendríamos que retomar el corazón de las razones althuserianas en la polémica sobre el humanismo, razones 132 Hay un extenso volumen compilado por Erich Fromm titulado Humanismo Socialista (1974) donde se ven los múltiples aspectos y alcances de este debate. En la tradición marxista las voces disonantes serán Louis Althusser (1964) y George Novack (1977). 188 que a nuestro entender son aplicables a una critica de Cerdas y además iluminan su futuro derrotero. La primera crítica de Althusser esta asociada a la concepción ideológica que implica el humanismo: “Para que la esencia del hombre sea atributo universal es necesario, en efecto, que sujetos concretos existan como datos absolutos; ello implica un empirismo del sujeto. Para que estos individuos concretos sean hombres es necesario que lleven en sí toda la esencia humana, si no de hecho, por lo menos de derecho; ello implica un idealismo de la esencia” (1972, 13). Este par empirismo-idealismo es lo que permite ver la libertad como una esencia siempre presente en el hombre, lo que impediría producir: “una teoría de los diferentes niveles específicos de la práctica humana (práctica económica, práctica política, práctica ideológica, práctica científica) en sus articulaciones propias, fundada sobre las articulaciones específicas de la unidad de la sociedad humana” (1972,15). El althusseriano es un análisis mucho más fino, la libertad no es esencia del hombre, sino que hay prácticas humanas, enmarcadas en un determinado nivel de desarrollo de fuerzas de producción, en determinadas formaciones económico-sociales, con unas ciertas posibilidades políticas e ideológicas. El escrutinio y comprensión de esas condiciones nos permite entender en qué condiciones es posible la libertad y en relación a cuáles esferas o campos específicos de la sociedad es que es posible la libertad. Los grados de libertad que vivimos son formas desigualmente desarrolladas y combinadas de las posibilidades que están inscritas en la economía, la política y la ideología de una sociedad especifica. El mejor ejemplo que encuentro para expresar esta comprensión es el análisis de Santiago Alba Rico sobre La Ultima Cena (1976) de Tomás Gutiérrez Alea. Al analizar la producción cinematográfica, que representa filmográficamente hechos históricos reales tomados de El Ingenio de Manuel Moreno Fraginals, dice: “En este sentido, “La última cena” es una película sombría o, si se quiere, minuciosamente realista. Si es un homenaje a la dignidad de Sebastián, no es, como proclaman tantas críticas fáciles, un “canto a la 189 libertad”. Es más bien una análisis de la falta de libertad y de la imposibilidad de alcanzarla en ciertos contextos y bajo ciertas condiciones. En la obra de Shakespeare, los dos personajes sometidos a la “ciencia” de Próspero buscan de dos maneras distintas su emancipación. Ariel- al que luego se ha identificado con el intelectual criollo colaboracionista- es el manumitido, el que compra su libertad con sus esforzados y voluntariosos servicios. Calibán es el rebelde. En la escena central de la película estos dos personajes -el manumiso y el rebelde- están representados por Pascual, el esclavo bueno, y por Sebastián, el cimarrón irreductible. Cuando obtiene su libertad, que ha comprado durante setenta años de trabajo esclavo, Pascual se echa a llorar, consciente de que a su edad y en esas circunstancias su recién adquirida libertad sólo le sirve para elegir libremente lo mismo que hasta ahora se le imponía por la fuerza” (Alba Rico, 2008). Para nosotros este es el corazón del problema filosófico que intenta resolver Cerdas Cruz. Hay otro aspecto que es también pertinente, señala Althusser: “En sus relaciones con las formas existentes del humanismo burgués o cristiano de la persona, el humanismo socialista de la persona se manifiesta como ideología justamente en el juego de palabras que autoriza este encuentro. De ninguna manera pienso que se trate del encuentro de un cinismo y de una ingenuidad. El juego de palabras es siempre, en este sentido, el índice de una realidad histórica y, al mismo tiempo, de un equívoco vivido y la expresión de un deseo de sobrepasarlo. Cuando los marxistas ponen el acento en un humanismo socialista de la persona, en sus relaciones con el resto del mundo, manifiestan simplemente su voluntad de llenar la distancia que los separa de sus posibles aliados y se anticipan simplemente al movimiento, confiando a la historia futura la tarea de llenar las antiguas palabras con un nuevo contenido” (1972, 26). El texto de Althusser, aún opaco puede ser traducido al lenguaje de la política. La temática del humanismo es un tema real, es el síntoma de la crisis del estalinismo, pero es también la expresión de una voluntad, una voluntad que se manifiesta en primer término en el terreno 190 de la ideología, de lo profundamente no consciente, la voluntad de llenar el espacio que separa de quienes se consideran posibles aliados. Esto va a ser un tema central en el pensamiento de Cerdas, mientras fue comunista asumió el discurso comunista “a la tica” tal como lo entendía Mora, nunca aceptó la acusación de Facio en el sentido que los comunistas costarricenses desconocieran “las realidades de los sentimientos nacionales” (Cerdas, 1960, 56), también reivindicará la idea de Manuel Mora de ser un “costarricense por la sangre que circula por mis venas” (1960, 57). Patriotas entre los patriotas. Ese patriotismo tenía como cualidad una gran capacidad de alianzas. Cerdas reivindicó eso mientras fue comunista. Cuando rompió con Vanguardia Popular, la rigidez y el exotismo extranjero quedó del lado del viejo partido, él y quienes le seguía iban a construir la izquierda con sello nacional 133, la mayor sofisticación o conocimiento del marxismo moderno que Cerdas podría tener frente a otros dirigentes comunistas, no le ayudó a tomar distancia sobre los ejes ideológicos del nacionalismo, más bien los reforzó. Los temas del humanismo en Cerdas Cruz buscaban mostrar varias voluntades, su voluntad de llenar los espacios que le separaban de los posibles aliados, su voluntad de demostrar que él podía ser más creativamente pactista, más talentoso para las alianzas inesperadas pero en el fondo “progresistas” que sus viejos compañeros comunistas. Esta voluntad lo va a acompañar siempre. El espacio se llenó tanto, que el proyecto de Cerdas su fusionó, se disolvió con sus aliados, se volvió uno de ellos. Las abstracciones filosóficas como El Hombre, El Ciudadano y La Democracia todas con mayúscula, acompañaron sus distintos trayectos intelectuales. 133 Por lo que se puede interpretar de los testimonios e interpretaciones de la época, la expresión “la izquierda con sello nacional” fue bien recibida, llenaba un espacio que los comunistas y los católicos sociales no podían llenar, pues ambos tenían sus propias “internacionales” y sus propios “centros”. La expresión es recordada hasta nuestros días por quienes militaron en esa época. En una entrevista de 1997, Cerdas Cruz explica como surgió esa formulación: “El Banco Central había gastado 8 millones en una campaña que decía Compre con sello, compre y use lo que Costa Rica produce. Decidimos aprovecharlo y creamos la Izquierda con sello. Fue un movimiento con mucha valentía, esfuerzo e imaginación” (Pérez, 1997, 2). 191 8.5) La Nueva Democracia: la revolución y el cambio social. Para examinar el concepto de nueva democracia y el concepto de cambio social en Cerdas Cruz, nos parece determinante fijarnos en la polémica pública que llevan adelante él y Álvaro Montero Mejía en el año 1971 en las páginas de El Semanario Universidad, casi recién fundado y la parte final de su texto La crisis de la democracia liberal en Costa Rica. En el caso del pensamiento de Cerdas su énfasis está puesto en el carácter original, nacional, sin ataduras con las ortodoxias obligadas de la guerra fría, un pensamiento original y motivado por el estudio dedicado de la realidad nacional En 1975 para contrastarse con el PASO, el nombre que tomó el PVP para poder participar en el procesos electoral, Cerdas habla de: “una alternativa de izquierda nacional, revolucionaria, auténticamente costarricense, no dependiente, ni cipaya” (Cerdas, 1975). En una entrevista para El Semanario Universidad asegura: “Sí, yo creo que soy marxista- leninista, pero creo que el marxismo-leninismo, no es una versión dogmática, que sea una especie de ropaje que uno se quite y se ponga. sino que es un instrumento de análisis y acción social, que debe adentrase a las condiciones concretas en las cuales le toca a uno actuar” (Cerdas, 1978, 10). El marxismo de Cerdas buscaba realizar una “síntesis superadora” (1977, 2) llenando el vació intelectual que dejo el liberacionismo, al que califica como populismo aprista y el revisionismo criollo, que seria el PVP y el pensamiento de Manuel Mora. Cerdas buscaba alejarse de lo que veía como las Caribdis y Escylla del pensamiento social: “el teoricismo estéril que paraliza cualquier acción concreta” ( 1977,14) y el “practicismo estrecho que sólo pone la mira en lo cotidiano e inmediato y omite los problemas generales y fundamentales de la revolución social costarricense” (1977,14). El grueso de este esfuerzo se produce en el intento de realizar la primera interpretación marxista de la historia costarricense para de esta forma desarrollar la estrategia política conforme a este análisis. El método es reconocible para los marxistas y los leninistas: El desarrollo del capitalismo en Rusia de Lenin fue el sustrato del que salieron las conclusiones del ¿Qué hacer? Nuevamente Cerdas se ve asimismo en el lugar de Lenin. 192 La apropiación del valor o disvalor de las elaboraciones marxistas de Cerdas, tiene una dificultad anclada en el espectro ideológico contemporáneo: Hoy en día sabemos cómo Cerdas derivó hacia un pensador conservador y cómo su rol personal fue clave en lo que los ex faenistas consideran una traición a su propia trayectoria y proyecto (la explicación de cómo se fraguó esa traición es un punto ciego). Los restos de la militancia del Frente Popular siempre leen su propia experiencia en términos de traición y de disolución, señala Susana Meyer: “los problemas planteados, llevó al grueso de los militantes y “cuadros medios” al abandono individual y silencioso del partido. No hubo tendencias, ni fracciones, ni se dieron movimientos organizados hacia la recuperación política del partido” (1984, 156). La imagen/explicación de traición y disolución pasó al “sentido común” de la militancia de la izquierda política. Para Vanguardia Popular, que fue siempre la organización con capacidad para brindar una narrativa dominante en la izquierda, no había nada más que explicar: Cerdas siempre había estado equivocado y su resultado final era el lógico desarrollo de siempre-haber-estado-equivocado. El comportamiento antidemocrático o antiestatutario con el que se procedió contra él, queda plenamente justificado. Sería un movimiento clara y necesariamente de autodefensa frente a una fuerza disolvente. Esta opacidad ideológica se refuerza por la deriva de los faenistas, pues una extensa franja de ellos se transformaran en Asesoría para la Toma de Decisiones (ATD)134, uno de los tanques de pensamiento neoliberal que permitiría el ascenso de José María Figueres en los noventas y que luego estarían directamente asociados a un presunto proceso de corrupción 134 Rodolfo Cerdas no se consideraba a sí mismo un referente de ATD. En 1997, Any Pérez le pregunta: “¿Es el padre intelectual de FAENA y por consiguiente de ATD? - No. FAENA fue el fruto de ellos mismos; sólo fui un animador o inspirador. No es justo mezclarlo con ATD” (Pérez, 1997, 2) 193 política en la administración Arias135. Para quienes les adversaban era una deriva lógica, para ellos el pasado marxista era algo que no valía la pena explicar. Pero creemos nosotros que esa no debió, ni debería ser la lógica histórico explicativa. En la tradición marxista el abandono de las posiciones marxistas por este o aquel autor, no invalida el valor de su obra antes de la dimisión. Baste recordar el respeto que aún después de la revolución de Octubre tenía Lenin por la obra filosófica de Plejanov y por los textos de Kautsky en su periodo previo a 1914. En nuestros días las simpatías de Lúckacs y Bloch con el régimen de Stalin o el de Atilio Borón y Fernando Martínez Heredia con el régimen castrista no nos parecen suficiente para invalidar el conjunto de sus obras, que aún hoy seguimos apreciando en varios aspectos. Justicia obliga pues a intentar sortear estas dos dificultades ideológicas, la de la traición y la de “el paso de acera”. Pasando esas dificultades podemos notar que en los análisis de finales de los setenta e inicios de los ochentas hay un consenso bastante extendido de izquierda a derecha (salvo para los vanguardistas) que había algo valioso y novedoso en lo que estaba intentando realizar el Frente Popular y especialmente Rodolfo Cerdas Cruz. Dice Susana Meyer, militante en ese momento del COPAN: “Frente a los problemas nacionales solo la corriente del Frente Popular realizó un serio intento de llenar los 135 “Leonardo Garnier, Flor Isabel Rodríguez, Fernando Herrero y Rebeca Grynspan hoy no solo forman parte de un tinglado de relaciones en la ejecución de la millonaria consultoría hecha por el MEP y Procesos con fondos del PNUD, sino que todos coinciden en un pasado común, el llamado grupo Asesoría para la Toma de Decisiones (ATD), el cual se gestó durante la campaña del expresidente José María Figueres. Todos desempeñaron cargos en el gobierno figuerista, los cuales en algunos casos se repitieron en la administración Chinchilla Miranda, como sucedió con Fernando Herrero, quien fungió como Ministro de Hacienda por dos años en el gobierno de Figueres. Su esposa Flor Isabel Rodríguez fue la Ministra de Comunicación y también renunció a su puesto en un plazo similar. Garnier era el ministro de Planificación en esa administración, mientras que Grynspan tuvo el cargo de Segunda Vicepresidenta al lado de José María. Laura Chinchilla empezaba en las lides políticas como viceministra de seguridad, cargo que abandonó para asumir las riendas de dicho ministerio. Posteriormente sería la Primera Vicepresidenta, Laura Chinchilla, del gobierno de Óscar Arias. Sin embargo, este grupo empezó desde tiempos de juventud compartiendo ideales políticos en el Frente Popular, bajo la inspiración de Rodolfo Cerdas y con Eduardo Doryan como la cara visible del partido, en la Universidad de Costa Rica, luchaban por la justicia social” (Chavarría Hernández, 2012). 194 espacios políticos dejados de lado por la izquierda tradicional” (1984, 139), describe al grupo como: “jóvenes serios, sinceros, de gran conciencia de su propia honestidad así como de su característica ingenuidad” (139). Si vemos caso a caso, inclusive después de abandonar el marxismo, muchos de los cuadros del Frente Popular tuvieron una vida intelectualmente exitosa y notable136. Manuel Solís Avendaño en 1985 era parte del centro de investigación CENAP-CEPAS pero fue militante del Partido Socialista y del MT-11 de Abril de Romano Sancho y decía en su análisis que el Frente Popular: “ a la par de la ortodoxia explicita y sin mediaciones del resto de la izquierda, su lenguaje y simbología eran diferentes” (1985,77) además contaba con: “un discurso que formalmente parece lejano respecto de la ortodoxia marxista-leninista” (1977). Enrique Benavides, al otro lado del espectro político dice en referencia a Cerdas. “Su posición ideológica actual no es pues, de ultraizquierda. Apunta o se orienta más bien hacia un marxismo más humanista y de perspectiva histórica más amplia que el seudomarxismo soviético. De ahí que postule como tarea revolucionaria de primer orden un cambio profundo en las estructuras políticas e ideológicas de la izquierda marxista de Costa Rica. Un cambio capaz de independizarla, de humanizarla, y de hacerla más costarricense y más constructiva” (Benavides, 1977). Esta novedad no era puramente intelectual, también tenía un cierto arraigo popular hablando de la campaña electoral de 1978 señala Meyer: “En Puntarenas, la campaña era muy distinta. Allí el FPC sí tenía lugares de apoyo, barrios donde contaba con bastante influencia, ligado a trabajos de base” (1984, 156). Para nuestro análisis creemos que es de suma importancia visualizar tres aspectos: 1) el elemento de intento creativo de interpretar la realidad nacional que lleva a lo que nos interesa más que es el concepto de Nueva Democracia, el concepto clave para entender su comprensión de la revolución social. En segundo término 2) los “santos y señas” maoístas que lo conectan con la ortodoxia y con el esquematismo y dogmatismo que intentaba 136 Según Carlos A. Abarca (2014) algunos de los nombres propios que fundaron FAENA serían: “Rodolfo Cerdas, Pablo Azofeifa, Álvaro Montero M., Eduardo Dorian, Nelson Gutiérrez Espeleta, Daniel Masís, José Ml. Arroyo, Roberto Hidalgo, María Eugenia Trejos y Álvaro Soto”. 195 destruir y 3) El concepto de burguesía burocrática y el de humanismo, el cual no analizaremos a profundidad, pero diremos algunas cosas. La teoría de la Nueva Democracia, se deriva de la interpretación histórico universal de Cerdas. El primer paso de esta interpretación es seguir el esquema leninista y luego el esquema de la teoría de la dependencia sobre el carácter del sistema-mundo: “La interpretación del sistema colonial y de esos problemas inéditos [los de la revolución en los países coloniales y semicoloniales], se intentará a partir de la teoría general del imperialismo, de diversa variantes de etapismo social, incluso detrás de la posición teórica de “eludir la fase capitalista de desarrollo” de que tanto se va a hablar en la Internacional Comunista” (Cerdas, 1986, 23). “En Costa Rica se consolida una institucionalidad democratica-liberal avanzada sobre una base económico-nacional atrasada y dependiente” (1977, 12). Este carácter semicolonial, atrasado y dependiente se manifiesta en: 1) “ [la] estructura agraria y régimen de tenencia de la tierra”; “ausencia de una industrialización nacional autosostenida”; 3) “enajenación de recursos naturales a manos de extranjeros”. 4) “Ausencia de una política exterior realmente independiente” (1977, 11). De estas características se deriva la tarea a resolver: “Nuestro país requiere a los ojos de las masas y según el grado de desarrollo de su economía, una industrialización nacional, una reestructuración de las condiciones productivas y relaciones sociales en el campo, una política exterior independiente, etc. Esto es, tareas a nivel de desarrollo capitalista” (1972, 176). Cuando Cerdas escribe los textos que guiarán la actividad del FPC está seguro que Costa Rica pasa por una “crisis total de su economía, su estructura social y su Estado” (1972, 167). 196 ¿Cuál es esa contradicción principal? La contradicción entre por un lado las instituciones de democracia burguesa avanzada, heredadas del desarrollo peculiar del país y la transacción interclasista y por otro lado el proceso de desarrollo de “fuerzas productivas” y por lo tanto el desarrollo de la dependencia, abierto por el proceso de integración a la internacionalización del capital, que en el caso costarricense es la integración al Mercado Común Centroamericano. Señala Cerdas: “Paradójicamente, en nuestro país ni los marxistas han comprendido que, planteadas las cosas como están y dado el desarrollo deforme producido por la integración económica centroamericana, la súperestructura democrática de Costa Rica se ha convertido en un freno para el desarrollo de las “fuerzas productivas”, aunque éstas no sean sino una forma nueva de consolidar la dependencia y el subdesarrollo (…) Las consecuencias de esta situación ya las han comenzado a sacar los gerentes y empresarios que resisten los procesos auténticamente democráticos que las masas populares reclaman en nuestro país” (1972, 180). Más claro y transparente en un texto publicado 5 años después de La crisis de la democracia liberal, dice Cerdas categóricamente: “Todo esto conduce a una paradoja relativa de que el desarrollo de las fuerzas productivas en el país, en el contexto de un proyecto integracionista basado en la inversión extranjera y el capitalismo transnacional, va directamente en contra de las conquistas democrático liberales de nuestro pueblo” (1977, 47). Aquí es importante señalar que Cerdas Cruz, inclusive en su etapa marxista más creativa sigue estando preso del corazón del mito nacionalista: el país excepcional de las instituciones excepcionales, por lo tanto el país diferente a Centroamérica137. Cerdas a diferencia de los nacionalistas étnico-metafísicos, no buscara una explicación en el “alma nacional”, buscará una explicación política, en el pacto entre la élites. “El marco de lo que hemos llamado la transacción jurídico-institucional en que se consagró el poder 137 En el inicio de una texto mimeografiado y probablemente escrito unos pocos años después del triunfo de la revolución sandinista, Cerdas es categórico en su rechazo a la idea de una Nación centroamericana y defiende metodológicamente “el momento específicamente nacional de los pequeños países” (Cerdas, sfe, 2). 197 del bloque tradicional, fue la constitución de 1871. Esta, reflejo fiel de las estructuras reales, jugo un papel decisivo en esa transacción de clases que estructuró a nuestro Estado como un Estado de derecho, democrático burgués” (1977, 16). Aquí pese a su permanente querer distanciarse del sectarismo y dogmatismo del marxismo de Manuel Mora, conecta con una tesis que es una tesis central de los comunistas “a la tica”, de Manuel Mora Valverde hasta Patricia Mora Castellanos en la actualidad. La clave de la excepcionalidad costarricense y sus instituciones es la capacidad de pactar de sus élites políticas, su capacidad para transar y ponerse de acuerdo. Para Cerdas la democracia burguesa avanzada costarricense era producto de una transacción interclasista, coronada por Tomás Guardia: “una especie de bonapartismo a nivel nacional”(1972, 53). Para Cerdas es clave señalar los aspectos democráticos, de la dictadura de Tomás Guardia, como protector de los intereses dispersos de los pequeños productores, frente a los grandes exportadores, como “Bonaparte” tropical: “No es de extrañar la tendencia de estos pequeños propietarios a encontrar en el ejecutivo fuerte por lo menos un remedo de representación de sus intereses, dado que su característica predominante es su desorganización y atomización, contrariamente a la cohesión y organización que representan los grandes exportadores y comerciantes exportadores (…) [así] era lógico entender que no era en las instituciones propiamente parlamentarias donde podían [los campesinos costarricenses] encontrar un apoyo y una representación eficaz. Esa formas políticas tendían a convertirse en reducto de los grupos oligárquicos” (1972,53). Aquí nuevamente no queda más que señalar la fuerza del mito democrático nacional pese a que Cerdas Cruz reconoce explícitamente: “toda la legislación limitativa de la participación política durante el siglo pasado; la serie de golpes y contragolpes” (1977, 2). Estos hechos conocidos no son tematizados, ni profundizados, ni explicados. Si se profundiza en el fraude electoral y el sistema político, en la estructura de la tierra y el enclave, en las formas en las que se produjo la clase obrera la imagen de la “democracia burguesa avanzada” inclusive en sus aspectos puramente formales se empieza a 198 resquebrajar: un sistema de caudillos, donde el fraude, la asonada militar y el exilio eran elementos constitutivos de la rotación política, que tenía excluido de su sistema de participación a mujeres, afrodescendientes, jóvenes e indígenas, que exiliaba permanentemente extranjeros indeseables, que necesitó de “leyes de vagancia”, esclavitud e importación semiesclava de mano de obra, que mantuvo sistemáticamente segregadas sus provincias costeras difícilmente se le podría llamar una “democracia burguesa avanzada”. El aspecto asociado al caudillismo como institución, no parece importar mucho en las reflexiones de Cerdas. Este anclaje en el mito nacional, es la primera puerta abierta para Cerdas en lo que luego será su transformación en parte del establishment politólogico. El excepcionalismo costarricense se traduce en una especie de interpretación trágica de la historia política centroamericana: Las tendencias progresivas centroamericanas chocan con las tendencias progresivas costarricenses, están en un cierto sentido condenadas a no poder reconocerse, ni comprenderse. Carrillo y Morazán, son la primera escena de ese drama histórico. Figueres y Arbenz la segunda, el Mercomún y la Nueva democracia la tercera. “En Centroamérica, pues, hasta el proceso integracionista, había continuado desarrollándose una doble corriente histórica de tendencias encontradas. Si Morazán y Carrillo la simbolizaron en el pasado Arévalo, Arbenz y Figueres de un lado y Mora y Picado de otro, la simbolizaron en la década del 40” (1972, 172). Siguiendo a Hernán G. Peralta señala Cerdas a propósito de la desintegración de la Republica Federal Centroamericana que: “los liberales costarricenses eran separatistas, mientras que los liberales centroamericanos eran unionistas. Los conservadores 199 centroamericanos eran separatistas, mientras que los costarricenses eran unionistas” (1972, 168). El choque de estas dos tendencias, de estas contradicciones termina en una tragedia histórica: “El símbolo trágico de esta notable contradicción, que expresa a su vez la existencia de corrientes profundas, es la muerte de Morazán. El liberal centroamericano se apoyó en el conservatismo costarricense para derrocar al liberal más progresista, avanzado y visionario de la época (…) “serán los liberales josefinos, quienes tendrán que fusilar al General hondureño” (1972, 168). La conclusión histórica es lapidaria: “Morazán fue víctima, no de las balas costarricenses, sino de una mortal trampa histórica” (1972, 168). Siguiendo el aserto hegeliano-marxista de que la historia se repite dos veces la misma tragedia histórica, la misma corriente profunda, el mismo “viejo topo” sale a la superficie en los años cuarentas: “ Es en esta trampa histórica que caerá Morazán y también Carrillo. Pero es en una trampa histórica similar, aunque en un contexto completamente diferente, que el gobierno de Arévalo (…) ayudará a Figueres contra Picado, Calderón y Mora en 1948” (Cerdas, 1971, 3)138 138 Si Cerdas hubiese querido podría haber extendido aún más este “choque de corrientes” a todo Centroamérica y el Caribe, todavía en nuestro siglo Jhon Lee Anderson, el más talentoso biógrafo de Guevara describe esta contradicción en el año 1953, hablando del exilio antidictatorial centroamericano y caribeño: “La pequeña ciudad de tejados de tejas rojas y de cinc bajo el cielo azul y asentada sobre las suaves laderas verdes era la nueva sede de la Legión del Caribe. Esta alianza política regional en favor de la democracia tenía su sede original en La Habana bajo la protección del expresidente cubano Carlos Prío Socarrás, pero se había trasladado a San José después del golpe de Batista. Ahora los dirigentes políticos exiliados por las dictaduras de Venezuela, la República Dominicana y Nicaragua se reunían en San José a conspirar bajo la guía del presidente Figueres. Pepe Figueres era una rareza: un político latinoamericano respetado en Washington por dirigentes conservadores y liberales. El diminuto costarricense había logrado esa hazaña gracias a la cauta moderación de sus reformas políticas: había abolido el ejército costarricense, nacionalizado los bancos y extendido el control del Estado sobre la economía, pero no había tocado los intereses extranjeros. Había ganado favores al ilegalizar el Partido Comunista, a la vez que ejercía presiones para que Washington modificara su política tradicional de apoyarse en las dictaduras regionales y apoyara las reformas democráticas” (Anderson, 2006, 122). Para los castro-guevaristas centroamericanos y cubanos Figueres eran un hombre progresista, esa sombra ideológica se reforzará por el apoyo de Figueres a los sandinistas en 1979. 200 Cerdas ve en los años setentas el mismo proceso realizándose, pero en este caso es una interpretación bastante desprolija, pues no se ve cual es el lado progresivo y el lado regresivo en preciso del asunto. Pareciera que de Centroamérica solo vendrían fuerza negativas: la integración, el militarismo, el fascismo y en Costa Rica también se conjuntarían fuerzas negativas: la burguesía burocrática y la burguesía gerencial. Habíamos señalado más arriba que Cerdas establecía una contradicción principal en toda su argumentación el “proyecto integracionista basado en la inversión extranjera y el capital transnacional, va directamente en contra de las conquistas democrático-liberales de nuestro pueblo” (1977, 47) Por lo tanto las tendencias integracionistas que vienen de afuera, como las que aparecen adentro del país son básicamente anti democráticas, por lo tanto fascistas: “ la amenaza de sustitución del sistema político actual, por uno represivo y centroamericanista en el mal sentido del término, tiene una fuente más profunda aún en los procesos integracionistas del istmo, en que se insertó nuestro país al comienzo de la década de los 60” (1977, 45). Cinco años antes Cerdas veía básicamente dos tendencias históricas en curso contrapuestas, una venida de la revolución cubana y la otra del integracionismo centroamericano. Una apuntalaba los esfuerzo por un “desarrollo económico independiente” (1972,177) la otra hacia. “formas políticas retrasadas y modernas, a un tiempo, de tipo neofascistoide, que imperan en el resto del área” (177). Una año atrás en el articulo que inaugura su polémica con Álvaro Montero Mejía y el Movimiento Socialista Costarricense, Cerdas había construido una disyuntiva histórica, urgente, actual para el país : “Nueva democracia o fascismo” (1971b, 5). Dos datos más según Cerdas el uno de los signos del carácter neofascistizante de la burguesía gerencial emergida del procesos integracionista son los valores que defiende: la eficacia. 201 “[El fruto principal de] una industrialización como la acaecida al socaire de la Integración, es [un sector gerencial] a sueldo directo del enemigo histórico de nuestro pueblo [que socava] aspectos democráticos de nuestras instituciones-en aras de una eficacia (…) de tipo fascista” (1971c, 15). El segundo dato es que el intento de mantener unido al Istmo centroamericano, siempre ha venido de parte de las fuerzas conservadoras, imperialistas, por oposición a los procesos de integración en Sudamérica que siempre encontraron la oposición de los intereses estadounidenses: “Aquí por el contrario, el interés de unificar al Istmo data de tiempo atrás: Desde los primeros años de la independencia; desde Walker y la Conferencia de Washigton. Los objetivos iniciales no eran económicos, sino estratégicos y políticos. Hoy son, además, económicos” (1972, 171). Es justo en este marco que se entiende el Concepto de Nueva Democracia como eje de la revolución social, de la transformación social. “La vida, ciertamente empuja en el sentido de o bien superar las conquistas de la democracia burguesa y situarlos en marcos de referencia social completamente distintos o bien a perderla definitivamente” (1972, 180). Recordamos: Nueva Democracia o Fascismo, o un nuevo estado de democracia nacional o la dictadura. Para Cerdas no es posible una reforma de las instituciones: “La más simplista de las respuestas fue la de impulsar dentro de los marcos políticos ya creados, indudablemente avanzados, el desarrollo económico-social retrasado, hasta adecuarlo al nivel alcanzado por la súper estructura político institucional” (1972, 174) Tanto el proyecto populista de un desarrollo capitalista nacional (1977, 34) como el proyecto de “darle contenido económico” (Mora, 1980, 99) a las instituciones democráticas tal cuales eran, es decir los proyectos liberacionista y vanguardista respectivamente no tenía viabilidad. Justamente en la medida en que el desarrollo del proyecto liberacionista agotó las posibilidades institucionales y las llevó a la crisis sin salida, polar en la que Cerdas creía 202 nos encontrábamos. El “gigantismo estatal que disfrazó al asistencialismo populista” había sentado las basas para “crisis profundas insalvables” (1977, 36). Otra formulación de esta crisis sin salida seria: “incapaces de satisfacer las necesidades de sus clientelas políticas, mediante el impulso de actividades productivas reales que incorporen a la producción material, los partidos tradicionales han recurrido al fácil expediente (…) de acelerar el proceso de burocratización de nuestro Estado” (1972, 176). Entonces no se puede permanecer en la Democracia Burguesa por la seria crisis en la que se encuentra (1972, 180), tampoco se pueden profundizar las libertades democráticas (1972, 178) o un capitalismo nacional técnicamente apuntalado (178). Para Cerdas al igual que para el partido comunista, quien capta la esencia del problema sin ir al fondo (1972, 177), lo claro es que la revolución social en Costa Rica tiene limitaciones, tiene un carácter no socialista (1972, 177). “No está pendiente la construcción del socialismo. No existen las bases materiales, sociales ni políticas indispensables para ello. En consecuencia no es posible plantearse seriamente la posibilidad de una democracia socialista” (1971b, 15) ¿Cuales son las condiciones que faltan para la democracia socialista, según Cerdas? 1) “el nivel de desarrollo de fuerzas productivas”; 2) “el grado de desenvolvimiento de la clase obrera, de su número, conciencia y organización”. 3) “el contenido mismo de la revolución” ( lo cual suena un poco tautológico, porque es el mismo Cerdas el que la esta definiendo). Es en ese marco que no se puede ni el capitalismo, ni el socialismo. Que no hay una burguesía nacional que pueda desarrollar un capitalismo nacional y no existe una clase obrera con una tradición de lucha y organización suficiente para imponer el socialismo es justamente que aparece la idea de la Nueva Democracia, cómo vía intermedia. La Nueva Democracia es: “una apertura democrática de nuevo tipo, no orientada a un planteamiento electoralista simple, sino a una concepción clasista fundamental, que 203 permita consolidar en la acción política un nuevo bloque de fuerzas sociales que se orienten al poder. Al poder para conquistar una nueva democracia. Una nueva democracia para una apertura no capitalista de desarrollo de nuestra sociedad” (1971b, 15). Otra definición de Nueva Democracia es: “la formación de un nuevo bloque de fuerzas sociales en el poder, la participación organizada y efectiva de las amplias masas del pueblo en el planteamiento y solución de los problemas fundamentales del país desde los agrarios e industriales, hasta los culturales y educativos” (1972, 182) La instauración de la Nueva Democracia necesita de “un mando único, auténticamente revolucionario, ideológicamente independiente, no burocratizado, ni mucho menos corrompido” (1972, 181). Ese mando sería el Frente Popular Costarricense. Después de esta exposición veremos en el próximo apartado algunas limitaciones y problemas de la interpretación marxista de Rodolfo Cerdas. 8.6) Algunos problemas en la interpretación del marxismo de Cerdas. Nuestra investigación nos ha llevado a concluir que sin duda una historia del marxismo en Costa Rica necesitaría un capitulo extenso y comprensivo sobre el Frente Popular y Rodolfo Cerdas. Es sin duda interesante su esfuerzo por realizar una interpretación marxista del desarrollo nacional y de allí deducir una estrategia que no sea un calco y una copia de los esfuerzos revolucionarios en otros países. Pero creemos que la final Cerdas cae en el mismo error que le había señalado a los “revisionistas criollos” la necesidad de hacer calzar la realidad en categorías y recetas mentales preconcebidas y supra nacionales: En este caso las categorías mentales y políticas asociadas al maoísmo. Desde el punto de vista de la crítica metodológica, parece ser necesario recordar la crítica metodológica que lleva adelante Marx contra Proudhon: “Los economistas nos explican cómo se lleva a cabo la producción en dichas relaciones, pero lo que no nos explican es cómo se producen esas relaciones, es decir, el movimiento histórico que las engendra. El 204 señor Proudhon, que toma esas relaciones como principios, categorías y pensamientos abstractos, no tiene más que poner orden en esos pensamientos, que se encuentran ya dispuestos en orden alfabético al final de cualquier tratado de economía política. El material de los economistas es la vida activa y dinámica de los hombres; los materiales del señor Proudhon son los dogmas de los economistas” (…) “Si poseyésemos la intrepidez del señor Proudhon en materia de hegelianismo, diríamos que la razón pura se distingue en sí misma de sí misma. ¿Qué significa esto? Como la razón impersonal no tiene fuera de ella ni terreno sobre el que pueda asentarse, ni objeto al cual pueda oponerse, ni sujeto con el que pueda combinarse, se ve forzada a dar volteretas situándose en sí misma, oponiéndose a sí misma y combinándose consigo misma: posición, oposición, combinación.” (Marx, 1988, 86-87). Nuestra opinión es que Cerdas en muchos de sus errores es víctima de su método, de un método metafísico, razonar pretendiendo interpretar el mundo sobre la base de contradicciones principales y secundarias, al estilo maoísta. A partir de la organización de contradicciones principales y secundarias se deducirían los pasos siguientes del pensamiento. El estudio sistemático de la historia real de la revolución china en su ascenso, su crisis y su restauración capitalista es sin duda clave para mantener la actualidad del marxismo, tanto en la época de Cerdas como en la actual, sin embargo no es el estudio del pensamiento de Mao en busca de encontrar un camino propio lo que tenemos en la obra de Cerdas, sino la reproducción de los gestos, la metafísica y la filosofía de la Historia, del maoísmo. Este fragmento de Mao, pareciera ser la “pomada canaria”, la “piedra de toque” de toda la armazón teórico-estratégica de Cerdas: “La contradicción fundamental del proceso de desarrollo de una cosa y la esencia de éste, determinada por dicha contradicción, no desaparecen mientras el proceso no termina; sin embargo, en un proceso de desarrollo prolongado, la situación generalmente varía de etapa a etapa. La razón es que, si bien no cambia ni la naturaleza de la contradicción fundamental del proceso de desarrollo de la cosa ni la esencia del proceso, la contradicción fundamental se va agudizando a medida 205 que pasa de una etapa a otra en este proceso prolongado. Además, de las numerosas contradicciones, grandes y pequeñas, determinadas por la contradicción fundamental o sujetas a su influencia, unas se agudizan y otras son temporal o parcialmente resueltas o atenuadas, y surgen algunas nuevas; es por esto que hay etapas en el proceso. Si no se presta atención a las etapas del proceso de desarrollo de una cosa, no se puede tratar apropiadamente sus contradicciones.” (Zizek, 2010, 118). El fragmento proviene del conocido texto Sobre la contradicción (1937). Podríamos reconstruir el sistema de contradicciones con los que piensa Cerdas: Contradicciones: Tesis Antítesis Síntesis Centro Periferia Tercermundismo, Teoría de los tres mundos Internacionalización del Instituciones de la Nueva Democracia capital (Mercado Común Democracia Burguesa Centroamericano) Avanzada Centroamérica, Unionismo, Costa Rica, Estado de Democracia Militarismo excepcionalismo, Estado Nacional de Derecho Burguesía Burocrática Burguesía gerencial, Fascismo, Autoritarismo, burguesía nacional y clase Dictadura obrera sin organización Democracia burguesa Clase obrera sin Nueva Democracia dirigida avanzada pero incapaz de organización, ni tradición por un Frente Nacional desarrollo Revolucionario (El Frente Popular) Democracia Burguesa Inmadurez para el Nueva Democracia. 206 Agotada Socialismo Cómo vemos todo muy sencillo, pese a que la lógica sería que la contradicción principal consistiría en la lucha de Costa Rica como parte del Tercer Mundo contra los otros dos mundos ( el imperialismo estadounidense y el socialimperialismo soviético). Cerdas se substrae de ese elemento mundial, universal que reconoce, pero desplaza la contradicción de ese plano a la contradicción principal en el plano nacional: El proyecto integracionista contra las tradiciones liberales. En este plano se le podrían realizar variar objeciones importantes a su razonamiento, en otros trabajos (Herrera Zúñiga, 2008), (Herrera Zúñiga, 2013) hemos hecho énfasis y es una de nuestras opiniones más fuertes, que en los principales jalones de la lucha de clases en Centroamérica, siempre son reconocibles fuerzas sociales y políticas y por lo tanto elaboraciones teóricas-estratégicas, que se plantean la re unificación de Centroamérica sobre bases multinacionales. Si bien el Morazanismo puede ser más disputado por su carácter militarista, es bastante claro que el comunismo centroamericano de primera época, así como el sandinismo de primera época eran centroamericanistas, es decir fuerzas que bregaban por la unidad de Centroamérica sobre bases superiores y más democráticas que las de las democracias burguesas nacionales139 . Cerdas era un estudioso de la historia centroamericana y por lo tanto, solo decidió pasar por alto este elemento clave de la historia de las fuerzas sociales, sobretodo de las fuerzas que luchan por una transformación social profunda140. En ese plano Cerdas y el FPC quedaron reducidos a una fuerza nacional, este es un límite indudable para cualquier organización que se reivindique marxista (Moreno, 2017, 73-83). 139 Miguel Mármol, pionera del comunismo salvadoreño dice: “nuestra tradición centroamericanista es un hecho y aunque la burguesía y los gringos siempre han atizado la división, la verdad es que somos una sola nación, partida en cinco pedazos” (Dalton, 2000, 422). 140 Aún que actualmente es un tema en disputa el origen histórico del trotskismo de estirpe morenista como corriente intelectual y política en Centroamérica, parte de la comprensión de Centroamérica como una nación artificialmente dividida, por lo tanto los procesos revolucionarios expresan procesos de conjunto (Moreno, 2003, 33). Es también la opinión de quien escribe. 207 Este es un aspecto no menor para el marxismo, la comprensión de las peculiaridades nacionales procede de la localización de esas peculiaridades en el análisis internacional, pero no es solamente la presencia del análisis internacional y de una solidaridad exterior, sino en ser parte de un movimiento mundial, de una internacional lo que ha sido siempre la fuente nutricia del marxismo. El Frente Popular no tenía correlatos o equivalentes en ninguna otra parte del mundo, hemos dicho que el surgimiento del FPC no es asimilable, ni comparable a otras experiencias maoistas latinoamericanas como Sendero Luminoso o el MOIR Colombiano, estas proceden de otra experiencia y comprensión. El maoísmo de Cerdas y del FPC no era una adhesión a las tesis maoistas y una aplicación de esos principios, el maoísmo sirvió como una especie de vocabulario diferenciador, que permitía a un público exterior notar las diferencias entre el FPC y el PVP, notarlas en sentido de palabras distintas no en el sentido de la comprensión profunda de lo que los conceptos pretendían explicar. También permitía un lenguaje común a la militancia propia. Además permitía una cierta elegancia y un cierto “aggiornamiento” del marxismo, que diferenciaba de tanto de la ortodoxia estalinista, como del notable aldeanismo del Partido Vanguardia Popular, aldeanismo del que además siempre se hizo motivo de gala y orgullo. Para el sujeto social con el que Cerdas quería emprender su proyecto político: los estudiantes universitarios y los trabajadores intelectuales141, el lenguaje maoísta y su estela seguramente eran atractivos142. 141Decía Cerdas en Noviembre de 1970: “Nosotros tenemos que crear un movimiento político que abarque especialmente el sector de la juventud” (Cerdas, 1970, 9) 142Señala María Antonietta Macciocchi, periodista italiana, primero militante del PCI y luego maoísta, autora de un conocido libro sobre Gramsci y de otro menos conocido sobre la revolución cultural china: “Todo aquel que tiene todavía algo que decir hoy día en arte, en literatura, en filosofía, en el periodismo, si nos remontamos a sus orígenes, es toda ella gente que quedó marcada por los años del maoísmo, de Deleuze a July, de Glucksmann a Sollers. Y hay además un grupito de cerebros explosivos, de Sartre a Lacan, de Barthes a Foucault y a Althusser. Los debates y discusiones de estos hombres, todos ellos fallecidos hoy, alcanzaban entonces las universidades más remotas, desde Nebraska a Hokkaido”. Esto lo escribía en 1986, diez años después de la muerte Mao. Cerdas es parte de esa estela que describe Macciocchi. 208 Siendo así Cerdas, buscando sofisticación intelectual, cayó en una de las que el marxismo consideraría de las mayores tosquedades teóricas: el aislamiento nacional, el provincianismo intelectual, el particularismo. Engarzado con este problema de asumir acríticamente la metafísica maoísta, vendría un segundo problema: la aceptación del excepcionalismo nacional. Aunque un autor puede elegir las fuentes que él desee o que sean necesariaa para su investigación y además del hecho que hay unas fuentes que son casi obligatorias en determinados temas, por clásicas, hay un aspecto intelectual que debe ser reseñado y meditado: La relación de Cerdas con la obra de Rodrigo Facio. Señala Manuel Solís a apropósito de La crisis de la democracia liberal en Costa Rica (1972): “ Si se observa con detenimiento las primeras partes de este trabajo es fácil concluir que lo que allí se hace es, en lo fundamental, una síntesis de Rodrigo Facio” (1985, 80). Las obras de Facio, Hernan Peralta o Soley Güel en esos días, así como el trabajo de Cerdas en los nuestros, son puntos de referencia imprescindibles si se quiere tematizar las caracteristicas del desarrollo nacional. Sin embargo no es eso lo que hace Cerdas, su movimiento intelectual es tomar datos de estos intelectuales tradicionales y agrupar esta información en un sistema de contradicciones. Lo mismo había realizado en 1964, cuando escribió La Formación del Estado en Costa Rica, usar la historiografía oficial para construir la dualidad “economía abierta” vs “economía cerrada” que explicaría las razones de la independencia y de los primeros conflictos políticos (Cerdas, 1964, 63-72). Es decir tenemos las tesis de Facio sobre el excepcionalismo costarricense y su idealización del pasado más la lógica maoísta. En ese camino Rodrigo Facio, queda nuevamente sin ser superado como explicación. Aquí podemos destacar otra vez la memoria quebrada y la incoherencia intelectual. Cerdas terminará reivindicando al Facio de Estudio sobre Economía costarricense y además al Manuel Mora del comunismo “a la tica” oponiéndolos en bloque al revisionismo criollo y a 209 la “burguesía burocrática” que representa el PLN, ya abandonado el marxismo, esta forma de entender el problema calzará perfectamente con el sentido común ideológico de nuestro país: En el pasado hubo prohombres que hicieron el país diferente, porque supieron pactar aunque tuvieran diferencias, el presente es sombrío porque esos prohombres ya no existen y fueron sustituidos por “políticos” en el mal sentido del término, individuos impersonales cortos de miras y mezquinos. Para el año 1993 el diagnóstico de Cerdas era: “Por medio del bipartidismo se han introducido en el sistema político costarricense todos los elementos negativos de la llamada partidocracia. El poder se concentra cada vez más en cúpulas excluyentes, elitistas, y en un porcentaje muy elevado, mediocres” (Minsky, 1993, 9). Cerdas es parte de la pléyade de intelectuales que desde La Nación motorizaran el malestar anti política de fines de siglo veinte (Solís, 2006, 40, 49-52). Aquí la interpretación de Manuel Solís (2006) nos arroja unas conexiones interesantes: Cerdas jamás pudo superar críticamente a Facio, prefiere asumirlo a su manera, el referente intelectual del joven Facio y el CEPN era Roberto Brenes Mesen (2006, 171) es también uno de lo intelectuales, junto a Max Jimenez y Mario Sancho que construyen en nuestro universo intelectual las ideas metafísicas de “El político”, es decir esta imagen de “EL Político” como “inepto e inmoral” (2006, 172), “imposibilitados para el acceso a las grandes verdades que sólo el alma sensible y cultivada podía alcanzar” (2006, 172). Esta imagen se popularizaría en la Costa Rica de inicios de siglo, Cerdas ya en su etapa no marxista mantendrá y reforzará con nuevos motivos esta imagen. La conexión de todos estos intelectuales, es que comparten un elemento negativo común, su opinión sobre “El Político”, “los políticos” o “la partidocracia” como alguien o algo que odia y desprecia el libro, la cultura y la inteligencia tienen un elemento común, una tierra común: saber que no son ni El Príncipe, ni el consejero del Príncipe. Que los amplios sectores populares no escuchan, ni asumen sus ideas y prefieren aferrarse a liderazgos políticos más mediocres que ellos, ya sea por ignorancia popular, ya sea por interés y mediocridad de quienes están acostumbrados a ser clientelas y los Príncipes o llamados a 210 serlo prefieren otros asesores con más dinero o más arraigo. Las letras y los libros serán pues su refugio, sin haber perdido nunca su pie anclado en el mundo de la política. Esto debió ser particularmente decepcionante, pues como señala Manuel Solís (1980, 87) la única explicación posible para que la categoría de bonapartismo tenga un peso tan relevante en toda la interpretación histórica de Cerdas es que en cierta medida y justamente por la forma en que explica la teoría de la Nueva Democracia, Cerdas se veía a sí mismo como la cabeza de un nuevo movimiento nacionalista, de un nuevo movimiento bonapartista, jugando el rol bajo nuevas condiciones histórico-sociales que antes habían jugado Carrillo y Guardia y que en otras geografías había jugado Mao Tse Tung. Esa hipótesis histórico- política no ocurrió, lo mismo que no ocurrió el fascismo centroamerizanizante. En el próximo apartado analizaremos la hipótesis que dirigió durante este período el pensamiento de Cerdas Cruz: la encrucijada Fascismo o Nueva Democracia. 8.7) Fascismo, socialismo, reacción democrática. Es necesario decir algo sobre la teoría de Cerdas Cruz de cómo el país se encaminaba hacia el fascismo. No bastaría señalar el dato fáctico que un golpe de estado fascista nunca ocurrió, ni se intentó en el país. Tendríamos que intentar ver la lógica del error. En la alternativa fascismo o Nueva Democracia, Cerdas sostenía que lo más probable era la salida fascista/dictatorial: “ Paso a paso nos encaminamos a un desviación derechista, una dictadura-con constitución o sin ella, con golpe de estado o sin él- por la sencilla razón de que no es posible, dentro de los marcos existentes (…) la desviación será a la derecha, porqué en la actualidad no hay fuerza alguna de izquierda capaz de sustentar ningún tipo de alternativa real” (1971c, 15). El elemento central para que la alternativa sea o fascismo o Nueva Democracia, es que no hay posibilidad de alternativa socialista. Habría que señalar que esta afirmación podría haber sido problematizada. Lo haremos brevemente. Cerdas sostiene que hay dos problemas centrales uno objetivo sociológico: el tamaño de la clase obrera y el otro subjetivo: la organización y la conciencia. 211 “La clase obrera surgida al amparo de la integración, sin tradiciones de lucha, comparativamente situada en un nivel superior al del medio del que provenía, afectada por una perspectiva consumista y una política desmovilizadora de las propias empresas transnacionales” (Cerdas, 1977, 46). En relación con el tamaño de la clase obrera, desde el punto de vista sociológico nunca fue un problema. En los países donde se expropió a la burguesía y se instauraron Estados Obreros, todos ellos tenían un clase obrera minoritaria o ultraminoritaria, de la URSS a Vietnam. Apoyado en la tradición maoísta, Cerdas podría haber concluido que la dictadura del proletariado podría instaurarse sin la clase obrera, es decir sin su existencia y participación143, era lo más lógico en la medida que el maoísmo defiende la idea del campesinado como sujeto social de la revolución social. No es ese el camino que sigue Cerdas. De hecho siendo diputado en 1978, su proyecto será bastante modesto: un capítulo agrario en la Constitución (Cerdas, 1978), es decir repetir en el campo, lo que se había hecho con los trabajadores en 1942-1943, un reforma vertical estabilizadora. En 1977 señalaba: “el campesinado, la fuerza principal que yacía dormida en el continente” (1977, 34), habla de los levantamientos indígenas y de Villa y Zapata, pero de allí no saca la conclusión que los campesinos podría ser una fuerza anticapitalista y socialista. Analizando la revolución mexicana habíamos escrito: “La combinación de un plan como el que redactaron Zapata y Montaño en la Villa de Ayala, el cual logró unificar programáticamente a los trabajadores agrícolas de los ingenios, a los peones de hacienda (acapillados, temporales, “indios vagos” y “arrendatarios”), y a los campesinos de los 143“La clase trabajadora industrial no jugó ningún papel en la victoria de Mao. Incluso la composición social del partido comunista chino era ajena a la clase trabajadora. El ascenso de Mao dentro del partido coincidió con la transformación del mismo desde un partido de clase trabajadora. Hacia finales de 1926 al menos el 66% de los miembros del partido eran trabajadores, otro 22% intelectuales y sólo un 5% campesinos. Hacia noviembre de 1928 el porcentaje de trabajadores había descendido en más de cuatro quintos y un informe oficial admitía que el partido "no tenía un sólo núcleo saludable entre los trabajadores industriales" El partido admitía que los trabajadores comprendían sólo el 10% de los afiliados en 1928, 3% en 1929, 2.5% en marzo de 1930, 1.6% en septiembre del mismo año y prácticamente nadie a finales del mismo año. Desde entonces y hasta la victoria final de Mao el partido prácticamente no tenía trabajadores industriales” (Cliff, 2001). 212 pueblos libres (Gilly, 2004,38), generando un sujeto político popular autónomo; los métodos revolucionarios, de acción directa que el Ejército Libertador del Sur utilizó en la liquidación del latifundio y; la estructura comunera de Morelos, cuya flexible legalidad y auténtica legitimidad colocaban como principio jurídico la iniciativa y la intuición de los sectores populares en su proceso de emancipación, son los principales jalones teórico- políticos de la revolución mexicana.” (Herrera Zúñiga, 2008, 83). Sacando conclusiones estratégicas, coherentes con su propia teoría Cerdas podría haberse planteado el problema de otra forma: ‘¿Es posible en Costa Rica que el campesinado se transforme en un fuerza hegemónica y que su revolución avance de manera ininterrumpida de las demandas democráticas hacia las socialistas? Cerdas, no se hizo esta pregunta, ni exploró esta posibilidad. Solamente la canceló, aplicando la forma más ortodoxa del maoísmo la defensa del Bloque de las Cuatro Clases: “ Significa suplir las deficiencias históricas de la clase obrera nacional mediante la conjunción de la pequeña burguesía urbana, en particular la intelectual y estudiantil, los campesinos y la burguesía industrial nacional” (1972, 182) (1977; 48). En este terreno no fue original. En relación con nuestra investigaciones hemos llegado a la hipótesis, bastante fundada que en realidad la clase obrera de posguerra costarricense no fue sistemáticamente estudiada, ni políticamente tematizada por la izquierda del periodo. (Ver Excursus La izquierda y la clase obrera). Lo que hemos podido encontrar hasta ahora es que hay un acercamiento estadístico, la descripción del numero de fábricas o empleados y de allí un comentario sobre el aumento de la industrialización o de las relaciones capitalista asalariadas. Y luego algunas experiencias puntuales, que podrían ser significativas, pero no enmarcadas en una análisis y una estrategia general. Si lo vemos a la distancia el surgimiento de la clase obrera de las industrias del MERCOMUN, las industrias maquileras de los años noventas y las industrias teconológico- médicas de este siglo, no han sido realmente un problema y un eje de análisis y trabajo político de la izquierda: el eje de sus análisis se desplazó hacia las universidades, hacia los 213 trabajadores del Estado y luego hacia “los nuevos movimientos sociales”, finalmente y sin más a la ciudadanía. Cerdas solo sería una confirmación de este problema que vemos en la “nueva izquierda” y en la izquierda política de nuestro tiempo. Entonces, retomando, el tamaño sociológico de la clase obrera nunca ha sido determinante para saber si hay una alternativa socialista, en la medida en que las transformaciones revolucionarias cobran dinámica permanente, empiezan como democráticas y en la medida que avanzan empiezan a plantearse salidas y medidas socialistas y anticapitalistas. La combinación de que medidas democráticas y que medidas socialistas es el arte de la política y el método del programa transicional. Cerdas, de una observación sociológica fugaz, saca una conclusión política: la clase obrera es joven, recién salida de su medio social campesino, con mejor nivel de vida y con aspiraciones consumistas inducidas por las empresas capitalistas. Lo cual es cierto para la época, es cierto para América Latina y es cierto en general. La clase obrera se nutre de jóvenes (de mujeres le faltó decir a Cerdas), de recién venido del campo o de estructuras comunitarias campesinas, el asalariamiento modifica sus patrones de consumo y de vida, por lo tanto su conciencia. Y justamente por esas razones es que la propaganda y las ideas socialistas pueden ser fructíferas y además pueden ser particularmente fructíferas en el momento en que hay una crisis estructural producto de la reconversión de las fuerzas y los métodos de producción que es cuando los cambios sociales son más fáciles de ser comprendidos conscientemente. Justamente cuando hay crisis orgánicas es cuando la conciencia socialista de la clase obrera se ha desarrollado mejor, siempre y cuando exista una fuerza política o más modestamente un grupo de propaganda que sistemáticamente se plantee esa tarea. Aquí también el modelo de Cerdas hace aguas. Esto por el lado de la inmadurez de las posibilidades del socialismo. Ahora en relación al fascismo es donde las interpretaciones de Cerdas se vuelve claramente más ideológicas, es decir una aparentemente sofisticada elaboración teórica, que sirve para justificar una acción 214 de dominación o no revolucionaria, en el caso de Cerdas su puerta abierta para pasar de un autor marxista no estalinista a un pensador de derecha del establishment. Un dato histórico curioso es que entre febrero y marzo de 1971 hasta enero 1972(Molina Vargas, 2008, 1919) la prensa de izquierda y progresista Libertad del PVP, el recién fundado Semanario Universidad y el Frente Popular sostenía que había una preparación para un organizar una golpe de estado en Costa Rica. El 15 de Febrero de 1971, el Semanario Universidad titulaba: “Golpe de estado de la CIA, el Costa Rica Libre y militares de Seguridad Pública contra Figueres”, más adelante señalaba: “Es imprescindible señalar aquí, que desde mayo de 1970, el señor Fernando Valverde Vega había colocado en todos los puestos claves del Ministerio de Seguridad Pública, a los principales jefes militares del Movimiento Costa Rica Libre” (1970, 5) A nuestra memoria compartida no ingresó la idea que existió un intento de Golpe de Estado en 1971, aunque Cerdas Cruz y Manuel Mora sostuvieran que eso era lo que estaba sucediendo. La amenaza de la posibilidad de un golpe de estado de las fuerzas conservadoras es otro punto común de Mora y Cerdas, por cierto. La construcción del “clima” del golpe es por lo menos peculiar: empieza con una bofetada. En el microhistoria de la izquierda es conocido el suceso en el cual Figueres en una visita a la Universidad es increpado por un grupo de estudiantes, Figueres responde abofeteando a uno de ellos, Pablo Azofeifa, hijo del poeta Isacc Felipe Azofeifa y “segundo al mando” de FAENA. En la historia oficial convencional el incidente ha quedado como una de “las salidas” de Figueres, es decir como un signo más de una personalidad poco convencional, también como una respuesta digna y lógica contra “los pachucos”. El incidente no ha sido colocado como un signo de una personalidad autoritaria que no le gusta ser desafiada. En Una carta abierta firmada por centenas de estudiantes y publicada en El Semanario Universidad, el 15 de Marzo de 1971, los faenista critican al Consejo Universitario por asumir una posición simplista y formal: silbidos y pachucos por un lado, bofetones por el 215 otro lado, en el texto los faenistas sostienen: “¿No debió manifestarse su preocupación de un rompimiento del orden constitucional por un golpe derechista fraguado por la CIA, el Movimiento Costa Rica Libre y el propio Ministro de Seguridad?” (1971, 7). Para los faenistas la bofetada era un signo de la crisis en la que vivía el país, de la entrega del país a las transnacionales, del empobrecimiento y de un próximo Golpe de Estado, era el clima y la agitación antes del Golpe. La única fuerza claramente señalada detrás del Golpe era el Movimiento Costa Rica Libre, que rápidamente salió a desmentir la acusación (Molina Vargas, 2008, 1919) para la organización paramilitar lo que pasaba era otra cosa: la acusación de preparación del Golpe era un señuelo, para que no se discutiera lo importante (para ellos): el re establecimiento de las relaciones diplomáticas y la profundización de las relaciones comerciales con la URSS, para la organización comunista era un plan de infiltración soviético y un esfuerzo de Figueres para entregar el país al comunismo. Quince días después Cerdas Cruz continua su explicación, Figueres se ha sumado a un clima histérico previo al golpe: “En realidad detrás del secuestro del señor Arrieta, la bofetada a un estudiante en la Universidad, la militarización creciente de la fuerza pública, las amenazas de represión y violencia estatal y en particular el golpe de Estado que se intentó este año” (1971b, 5) Los hechos parecen muy desconectados entre sí, ejecutados por personas con objetivos y metas distintas como para pensar que el clima político era el clima de agitación previo a un golpe de estado, de hecho más bien avanzábamos hacia una normalización del régimen democrático burgués: perfeccionamiento técnico del Tribunal Supremo de Elecciones, supresión del segundo párrafo del articulo 98 de la constitución, incorporación de la extrema izquierda al parlamento por la vía de las elecciones, desarrollo del derecho laboral a través de las convenciones colectivas de trabajo, fortalecimiento del caudillismo y el bipartidismo. Los signos presentados por Cerdas no parecen indicar con suficiente fuerza una contratendencia, parecían expresar más bien un deseo. 216 Todavía en 1977 esta teoría no había sido descartada aunque se llevaba seis años anunciando un golpe derechista. En el “Costa Rica: problemas actuales de una revolución democrática” es más transparente de qué va la obsesión por el Golpe. Cerdas había llegado a una conclusión: a partir de su interpretación, la principal amenaza para el país era la burguesía burocrática; ella era la responsable de la crisis profunda e insalvable, (1977, 36). Cerdas sostiene que el capitalismo costarricense ha tenido desde sus orígenes una dimensión burocrático-estatal (1972, 26), tesis que es por cierto muy interesante aunque Cerdas la dirige hacia otros puertos. El Estado va a funcionar como un capitalista colectivo (1977, 27-40) asumirá actividades productivas que no pueden ser asumidas por el capital nacional, de allí se establecerá un ir y venir, el Estado les abre camino, si no puede ser sustentadas pasan a ser actividades de la inversión extranjera, sino del Estado. Este acercamiento sigue siendo productivo hasta nuestros días. Cerdas avanza, ahora el Estado costarricense en tanto que Estado Capitalista no solo es “vigilante del statu quo y promotor de las actividades económicas privadas, sino de empresario capitalista colectivo, que actúa a nombre de la sociedad pero cuyos puntos decisorios claves se concentran en los titulares de las respectivas funciones burocráticas” (1977, 40). La política y las funciones burocráticas se independizan de su contenido clasista y los antiguos funcionarios se transforman en clase dirigente, en burguesía burocrática: “Finalmente el resultado de todo esto fue el desarrollo de un Estado altamente burocratizado y gigante, que abarca no sólo funciones administrativas tradicionales sino que interviene directamente en la vida económica del país como empresario capitalista y como guardián del sistema. Se crearon las bases para el surgimiento de un nuevo sector de burguesía explotadora: la burguesía burocrática” (1977,20). CODESA sería el ejemplo por excelencia del surgimiento de esta burguesía burocrática (1971,21). 217 El concepto de burguesía burocrática, es otro santo y seña del maoismo, en el prólogo a la segunda edición de la Formación del Estado en Costa Rica (1978), Cerdas usa el concepto para explicar el surgimiento de una nueva clase dominante en la URSS. “Si no se construye el socialismo, no se pone el Estado al servicio de todo el pueblo y por el contrario, más bien surge una minoría privilegiada que usufructúa en su favor el monopolio estatal sobre la economía, lo que existe es un: Estado burocrático- reaccionario, visto desde el angulo interno (…) o lo que es lo mismo una república imperialista si se mira desde el ángulo externo” (1978, 15). Esta caracterización determina que la gestión estatal es reaccionaria (represión, hospitalización a los disidentes, etc.) e imperialista al exterior (miltarismo, nuevas zonas de influencia, nuevos mercados, etc.) La expansión de la burguesía burocrática parece ir de la mano de dos fuerzas el “gigantismo estatal” y la planificación estatal y el expansionismo e imperialismo soviético que busca aliarse a las propias burguesías burocráticas de otros países. Y este parece ser el tope de la opacidad ideológica de Cerdas, para él, el clímax de dominación de la burguesía burocrática es el periodo 1970-1978, con los ocho años de dominación liberacionista. Monge sería el representante más claro de esta clase en el poder (1977, 41). El pago adelantado de la deuda política, es la fuente nutricia y de mantenimiento de esta clase y una demostración que intenta “mantenerse como fracción dominante de la burguesía costarricense” (1977,41). La crisis orgánica que vive el país y de la diferenciación social del modelo, de la gremialización, de la imposibilidad de satisfacer las necesidades de los subordinados de sus instituciones se “introduce la lucha de clases (…) en el interior de las ciudadelas cerradas de la burguesía burocrática” (1977, 42) Esta introducción de la lucha interclasista al interior del gigante estatal es la que lanza a la burguesía burocrática costarricense a los brazos de “la quinta esencia del capitalismo burocrático de Estado constituido por la Unión Soviética y su clase dirigente” (1977, 42). 218 El restablecimiento de relaciones comerciales y diplomáticas con la URSS, es en realidad un movimiento de enlace, de entrecruce de dos burguesías burocráticas. Esta burguesía burocrática al no provenir ni del proletariado, ni de las viejas clases dominantes deviene en una enemiga del parlamentarismo, en un estado terrorista, de tipo neofascista (Cerdas, 1978, 16). Es decir es una amenaza peor que el capitalismo imperialista, pues imposibilita la democracia formal: las elecciones, los partidos, la prensa independiente, etc. Eso es lo que explica porqué la burguesía burocrática costarricense, representada por Liberación Nacional intenta aferrarse al poder por la vía de la deuda política adelantada, con golpe o sin él, por eso recurre “de manera cada vez más inmediata a métodos represivos y a fortalecer el aparato de seguridad (…) desarrolla, con ello, las condiciones políticas, sociales y represivas necesarias para ser desplazada y sustituida por un poder dictatorial centralizado que se divorciaría cada vez más de la democracia tradicional” (1977, 42) Así se cierra el círculo. La crisis del desarrollo ha vuelto imposible continuar por ese camino salvo que se desarrollen los elementos más derechistas, más fascistas de la burguesía burocrática en el poder: Liberación Nacional. Eso explica aún más la actitud de Cerdas en 1978, por la que fue bautizado como “el camaleón”, es decir como un tránsfuga: “Nosotros no votamos por la tesis de la Unidad, sino que votamos por nuestra propia tesis consistente en que para Costa Rica el partido Liberación Nacional y en especial para nuestro propio partido, lo mejor era que Liberación pasara efectivamente a la llanura” (Murillo, 1978, 6). Detener el poder político del liberacionismo, así fuera acrecentando el poder de la Unidad, era poner un límite a las tendencias fascistas, a la burguesía burocrática y al expansionismo soviético, así mismo a su satélite criollo (el PVP) que adversó acremente esa tesis en el parlamento. 219 De un marxismo antisoviético, con una crítica al burocratismo sovietico y de los partidos comunistas se va pasando a un anticomunismo democrático, lo cual lo hace calzar en una larga tradición discursiva compartida por el catolicismo social y el reformismo conservador. No fue a través del fascismo que se puso fin al ascenso popular de los años setentas , sino a través de la reacción democrática es decir de procesos electorales e institucionales apoyados por las direcciones políticas de izquierda y del movimiento de masas que se combinaban con la aceptación de las reformas neoliberales, que al igual que la interpretación de Cerdas desarrollaban una retorica antiestatal, anti-CODESA, anticlientelismo. La amistad con varios escritores de La Nación S.A. como Enrique Benavides, tendría que haber facilitado el tránsito, pero también los discursos y los análisis tenían puntos de contacto. 8.8) Excursus: La izquierda y la clase obrera. El desconocimiento sociológico y político de la clase obrera y especialmente de la clase obrera industrial no es una características exclusiva del Frente Popular Costarricense o de la obra de Rodolfo Cerdas. Parece ser una característica transversal de la segunda ola del marxismo costarricense. En este sentido nos ha parecido extraordinariamente sintomático una pequeña serie de artículos de Miguel Sobrado, escritos en 1983, pero publicados hasta 1988 en el Semanario Libertad N°1294. Para este momento Libertad era el órgano de prensa del Partido del Pueblo Costarricense, es decir del ala Mora Valverde. En la presentación de la investigación de Sobrado, los directores del Semanario Libertad indican: “ Lamentablemente este documento, aunque fue conocido el 23 de enero de 1983 por el Comité Central, no fue aprovechado en ese momento para extraer un mejor conocimiento y adecuación a la realidad. Las concepciones pre elaboradas prevalecieron sobre las tendencias que señalaban los datos y la información se archivo”. Lo que mostraba la investigación de Sobrado era una tipificación de las diversas manifestaciones de anticomunismo de la clase obrera y los sectores populares costarricenses. Que este nivel de 220 desprecio por el conocimiento de la clase obrera fuera posible en la principal organización política obrera del país en el año 1983 habla mucho de las características que tuvo la segunda ola del marxismo costarricense. Para los sectores más ortodoxos de la izquierda política no era necesario el estudio empírico de la clase obrera y su subjetividad, pues su comportamiento estaba preconcebido en las categorías, señala Manuel Solís: “todas las definiciones a priori sobre el papel de la clase obrera desestimulan una consideración detenida de la misma en Costa Rica” (1985, 68), bastaba con saber que había dicho Lenin sobre la clase obrera. Para el ala Mora Valverde el estudio de la clase obrera y su atraso político solo reforzó el antiobrerismo de los sectores intelectuales y universitarios que habían adherido al PPC, este “obrerismo abstracto” se asociaba con la mentalidad del grupo Ferreto-Vargas. El grupo Ferreto-Vargas no desarrolló ninguna investigación digna de ser mencionada en relación con la clase obrera, solo se reclamó como su representante. Álvaro Rojas señala en sus memorias como en el 17 Congreso del PVP, a inicios de los años noventas Arnoldo Ferreto se opuso con firmeza un cambio estatutario que definía al PVP como “un partido de la clase obrera”, Ferreto bregaba por mantener la definición ortodoxa: EL PVP es el partido de la clase obrera (Rojas, 2012, 197). La terquedad de Ferreto, no iba acompaña de ningún conocimiento o estudio de la clase obrera costarricense, justo en ese periodo en un proceso de transformación intenso. Tampoco tenía correlato con una práctica militante, los comunistas, como el resto de la izquierda se refugiarían tendencialmente en el sindicalismo de empleados públicos. La investigación de Miguel Sobrado es realmente interesante desde el punto de vista sociológico y por las conclusiones políticas que de ella se podrían derivar. No obstante de esta interesante investigación empírica el PPC no deducirá la necesidad de profundizar esta investigación con aras de tener un conocimiento más adecuado de la clase obrera, simplemente reafirmará su decisión de abandonar a la clase obrera como referente político para pasar a una concepción electoral del base amplia donde lo relevante serían los ciudadanos y los movimientos sociales. 221 Por esto no es de extrañar que ya en el año 1996, José Merino el principal referente del PPC haya incorporado a su trabajo y sus elaboraciones el trabajo de Rodolfo Cerdas Cruz. Las referencias a La Hoz y el Machete (1986) de Cerdas Cruz, son notables y rastreable en Manuel Mora y la democracia costarricense (1996) de Jose Merino. El alejamiento del “obrerismo” y la valorización de “la democracia” hacia más fácil un convergencia intelectual o por lo menos una “unidad de acción” intelectual en la defensa de la “democracia costarricense”. Este comportamiento aunque más expresivo y registrable en la tradición estalinista, se encuentra en toda la izquierda política de la segunda ola del marxismo. Este tándem entre un atrincheramiento en la metafísica de la clase obrera y el abandono de la clase obrera como referente, para abrazar el referente metafísico de “la democracia” se puede encontrar en todos las corrientes de la izquierda política en la segunda parte del siglo XX. En muchos casos es el mismo individuo el que pasa de una posición “metafísica obrerista” a otra “metafísica democrática”. Álvaro Montero Mejía como veremos más adelante es uno de estos casos. En el caso del Frente Popular Costarricense, claramente Rodolfo Cerdas Cruz se dirigirá hacia la metafísica de “la democracia”, pero una intelectual orgánica, una de las pocas mujeres que aparecían en primer plano en el Frente Popular Costarricense, tomará un camino un poco diferente. Ya sin un claro referente orgánico y político, María Eugenia Trejos dedicara casi toda su carrera universitaria e intelectual a intentar comprender los cambios y las modificaciones sociológicas de la clase obrera en los años ochentas y noventas, su extenso trabajo analiza la movilidad laboral en el Estado, la implementación de la “calidad total” en las maquilas, las restructuración de las relaciones laborales en el Estado y en las industrias, sus trabajos llegan hasta el año 2006 cuando analiza las implicaciones del TLC para las mujeres trabajadoras. El trabajo intelectual de María Eugenia Trejos es en un cierto sentido un contrapunto a la evolución intelectual de la mayoría del FPC, que se dirigirán hacia la politología convencional y algunos de ellos a la política tradicional en el peor sentido del 222 término. Pero como hemos dicho lamentablemente estas investigaciones no estaban encuadradas en un proyecto orgánico y político, de hecho son escritas en el momento del abandono masivo de la izquierda política de sus referentes de clase, orgánicos y teóricos. Dentro de la izquierda política actual solamente la tradición trotskista sigue reivindicando la referencia de clase, como método de análisis y como lugar privilegiado de acción política, pero no hay en realidad grandes avances en materia de investigación y comprensión de la condición obrera en Costa Rica, eso es aún una deuda pendiente. 8.9) Cerdas y la crisis del socialismo histórico. Los elementos más notables de la crisis del socialismo histórico ocurren cuando Cerdas no es más marxista y el Frente Popular Costarricense se ha disuelto, para 1982 lo que existe es el Partido Nacional Democrático. En este sentido la interpretación de la crisis del socialismo histórico que lleva adelante Cerdas Cruz es más “libre” pero también menos relevante. Más “libre” porque hemos visto las dificultades que tuvieron los intelectuales orgánicos latinoamericanos para explicar y asimilar los tres procesos la restructuración soviética por arriba, la revolución democrática antiestalinista por abajo y la clausura por la vía de la reacción democrática de los “puntos calientes” de la situación política internacional, todo esto mientras se intentaba mantener viva, orgánica y coherente organizaciones políticas que debían vivir y soportar el rigor de la marginalidad, la exclusión y la violencia política. Estas preocupaciones ya no estaban en la cabeza de Cerdas, eso sin duda le dio más libertad interpretativa, pero perdió en relevancia: ninguna fuerza política popular se nutrió de sus elaboraciones. En los dos textos del ambiente académico costarricense donde más se intenta explicar la crisis del socialismo histórico: el de Herra (1991) y el de Gallardo (1991), la explicaciones de Cerdas tienen un espacio discreto, una voz más en el texto de Herrera, uno comentario de pasada en el caso de Gallardo144. Uno de los primeros marxistas antiestalinistas del país 144 Gallardo (1991, 33) considera que la interpretación de Cerdas sobre la crisis del socialismo histórico es frágil: primero porqué analiza solamente el impacto regional, centroamericano y caribeño de la crisis. Segundo porqué para Gallardo el corazón del análisis de Cerdas Cruz es que la Guerra Fría se prolongará en Centroamérica aunque ya haya desaparecido en el mundo. 223 en realidad no fue el foco de atención cuando la crisis del socialismo histórico finalmente ocurrió. Cerdas Cruz tenía ya ideas muy marcadas sobre lo que la URSS era: una nueva forma de dominación dirigida por una nueva clase social, que en el fondo era peor que las democracias capitalistas. Marcando su posición sobre si el grupo dirigente de la URSS era una clase social o una casta parasitaria dice: “En cualquier caso es imposible a estas alturas negar la existencia de un sector burocrático que desvía a su favor , privilegiándose a si mismo en virtud de su función en el aparato estatal, partidario y económico, el producto de la sociedad soviética. La brutal desigualdad en la distribución de dicho producto social no obedece a una casualidad o deformación temporal. Corresponde a una relación social/determinada y determinante con respecto a los medios de producción. Esta relación social de producción, escondida detrás de la propiedad estatal de los medios de producción, no puede ocultar su carácter de clase. Por el contrario, lo revela plenamente” (1978, 13). La conclusión es lógica la URSS y su sistema satelital de Estados es irreformable, la burocracia soviética es una clase con derecho propio y el sistema de dominación es un sistema basado en el genocidio, el cambio es imposible así sea por la vía de la revolución política. La propiedad estatal de los medios de producción es más bien el elemento que revela la clase social, no una forma jurídica que contiene la restauración. A este sistema solo es posible enfrentarlo y sobretodo desenmascararlo. La Perestroika no toma por sorpresa a Cerdas, ni le parece un cambio cualitativo, es solo una crisis más de una sociedad en el fondo inviable. Hay dos textos claves para comprender la interpretación de Cerdas sobre la crisis del socialismo histórico: Perestroika y Revolución: Los cambios en la política soviética hacia América Central (1989) y el ensayo que publica Rafael Angel Herra en Sobrevivirá el Marxismo (1991) titulado Un Marx sin marxismo. El primer articulo, está inscrito en la clave de análisis político busca dilucidar el impacto de la Perestroika en el proceso de revolución en Centroamérica, que para el momento en que escribe Cerdas está llegando a su punto de descenso sin retorno. 224 El segundo es más teórico, más filosófico y por su título se infiere la conclusión y el programa que levanta Cerdas: El marxismo entendido como lucha por la dictadura del proletariado ha llegado a su fin, pero la obra de Marx se mantendrá como un aporte a la ciencia social y a la filosofía (Herra, 1991, 23-39). ¿Cómo interpreta la Perestroika, Rodolfo Cerdas? Cómo una respuesta lógica a la estagnación del período de Brezhnev (1989, 5). No hay ilusiones que se esté a las puertas del comunismo, como en el pensamiento de Vanguardia Popular en el año 1985. Para Cerdas: “La circunstancia básica que marcó el impacto positivo de la perestroika en la creación de un clima favorable a la solución pacifica de los conflictos regionales, fue la aparición de condiciones objetivas para que los problemas de seguridad nacional se vincularan mis que a una superioridad armada disuasiva de cualquier agresión, a un control de armamentos y a un cese real de la carrera armamentista, primero; y a una posibilidad concreta de desarme, después” (1989, 11). La clave es que estamos ante un cambio en la “filosofía de la política exterior” ante un nuevo pensamiento político de la URSS hacia América Central (1989, 11). Este cambio se estima como positivo, como coincidente con los valores políticos que Cerdas cree hay que defender en el mundo moderno. Los ejes centrales del análisis que presenta el artículo, que también aparecen reseñados en el breve comentario de Gallardo (1991, 33) son los siguientes: 1) El objetivo central de la nueva filosofía en política exterior de la URSS hacia América Central, tiene como eje la necesidad de un repliegue ordenado de la URSS de Nicaragua. A la vez garantizando 2) la protección y seguridad de sus aliados en El Salvador, pero presionándolos para que abandonen sus “pretensiones maximalistas” (1989, 20) . 3) fortalecer y mantener su alianza con Cuba, reconociendo su autonomía nacional y regional. Todo esto en 4) un cuadro de moderación y ausencia de aventuras nacionales (1989, 20). A todo esto podríamos agregar 5) Urgir a la dirección cubana que impulse su propia Perestroika en materia de apertura democrática y reestructuración económica (1989, 18). 225 Pero estas conclusiones que resumimos y adelantamos están precedidas por un supuesto que no ha abandonó el pensamiento de Cerdas desde el año 1970: Los partidos comunistas son cínicos y mentirosos. Nunca hablan con claridad sobre sus objetivos, siempre hay un motivo ulterior. Para Cerdas a finales de los setentas y durante toda la década del ochenta los partidos comunistas llevaban adelante un enfrentamiento de “full espectro” con énfasis en el enfrentamiento militar. El lenguaje sobre la Paz y la coexistencia pacífica eran solo señuelos, palabras vacías que ocultaban la verdadera voluntad, el verdadero objetivo. Bajo Brezhnev los puntos calientes en el tercer mundo no eran sino foros de la confrontación con el imperialismo y signos del retroceso global de los Estados Unidos en la política mundial; expresión de guerras justas de los diversos pueblos y Estados por su liberación nacional y social, de su lucha contra el neocolonialismo y la explotación del capitalismo transnacional. América Latina pasó pronto a ser considerada un sitio privilegiado de lucha antimperialista y Centro América el núcleo mismo de las contradicciones con el imperialismo norteamericano. (1989, 5). En el marco de este enfrentamiento total: “la retórica oficial, tanto de la Union Soviética, Cuba y los partidos y movimientos revolucionarios locales, hablaba de una solución política del conflicto, [pero] la práctica concreta era otra” (1989, 7). La retorica, los términos y la propuesta de soluciones pacíficas existían en los documentos y publicaciones tanto soviéticas como de los partidos comunistas locales, pero esta “no se correspondía (…) con los hechos” (1989, 7). En la interpretación de Cerdas lo que realmente estaba plasmado en la estrategia de los partidos comunistas y grupos guerrilleros era: “ el desarrollo ininterrumpido de la revolución democrática en revolución socialista” (1989, 6). Esto es lo que Cerdas deducía de los documentos del Encuentro de los partidos comunistas latinoamericanos en La Habana en 1982. Para Cerdas, fiel a su antisovietismo, el elemento central del análisis era ético: la clave es el cinismo de los partidos comunistas y su voluntad siempre presente de sacrificar los objetivos y necesidades nacionales por lograr avances en la fría y cruda geopolítica 226 soviética. No dudamos que hay un elemento de cinismo y de pragmatismo político en la historia de los partidos comunistas, pero eso no fue lo central de lo ocurrido en los años ochentas. Cerdas no sopesa la crisis del sistema estalinista de dominación, en un cierto sentido parece esperar una reedición de los resultados y los enfrentamientos de la última vez que la “Guerra Fría” se intensificó, una reedición de los años cincuenta. El análisis de Cerdas supone en primer término que la dirección soviética mantiene la voluntad de “exportar la revolución” de sovietizar otras sociedades, dato que no era el caso: para los años ochentas los soviéticos estaban desesperados por replegarse sobre sí mismos para darle una salida a un atraso tecnológico frente a los Estados Unidos, su estancamiento económico y sobretodo para solucionar el conflicto militar en Afganistán, el “Vietnam soviético”. El otro problema del análisis de Cerdas sería que fue el ala guevarista y debreista la que salió vencedora en la reconfiguración de fuerzas, estrategias y tácticas que sufrió la izquierda política latinoamericana después del triunfo de la revolución cubana y la que fue leída como una segunda edición de esta la revolución sandinista. Aunque es conocida la crítica de los guevaristas a los comunistas prosoviéticos, el hecho es que mucha agua había corrido por el puente desde los años sesenta, en primer término el fracaso de las aplicaciones “al pie de la letra” de la estrategia guevarista que culminó con la muerte del propio Guevara. A partir de allí el Estado Cubano como Estado cambió su enfoque, de una posible y discutida ”guerra civil continental” similar a la Indochina o una política de búsqueda de ruptura del aislamiento internacional, de reconocimiento de otros Estados y gobiernos (nacionalistas latinoamericanos, socialdemócratas europeos, nacionalistas africanos, etc.) manteniendo un apoyo a sus aliados históricos pero en términos de asesoría política, militar y refugio para recuperación y sanación médica. Para el año 1968 además con el apoyo a la invasión soviética a Checoslovaquia está claro el alineamiento internacional de la dirección cubana con el sistema estalinista de dominación, el año 1975 con el primer congreso del PCC se estabilizó este tipo de dominación política al interno de Cuba. El encuentro de junio de 1975 de los partidos comunistas 227 latinoamericanos en La Habana es la clave para entender que las diferencias entre los viejos partidos comunistas prosoviéticos y los castristas habían logrado un suelo común, una comprensión común145. Finalmente el otro elemento clave que no toma en cuenta Cerdas es que en 1975 ya la dirección soviética había firmado los acuerdos de Helsinki, lo cual es un dato de mayor importancia en la comprensión de la crisis del socialismo histórico. Tanto en la gestación de este, como en su desenlace. Cerdas reconoce mucho de las formas, pero en esta ocasión falla en el contenido, en la dirección hacia la que iba el proceso. En ese sentido no valora bien el significado de “la profunda autocrítica de Shafik Jorge Handal” (1989, 9). El ingreso de los Partidos Comunistas a la guerra civil en El Salvador y en Guatemala, no está asociado a aceptar las tesis guevaristas ni la “teoría del foco”, ni el carácter ininterrumpido de la revolución, sino en una comprensión de que es la política la que define los términos de la guerra, es la política quien explica la guerra y no al revés. La decisión de incorporarse y promover la unidad de las fuerzas guerrilleras y el partido comunista es una decisión que facilitó la orientación hacia una salida pactada y luego a una incorporación a la vida civil y parlamentaria. La práctica de los partidos comunista era hipócrita en el texto, Cerdas señala cuales deberían ser los verdaderos objetivos políticos de las fueras democráticas: 1) Desescalar los conflictos; 2) Garantizar el desarme; 3) Dejar de fomentar las mediciones de fuerzas; 4) dejar de disolver los problemas locales en el conflicto Este/Oeste; 5) No aislar de la resolución política a los “sectores democráticos y pacifistas”; 6) No presentar las fuerzas nacionales como peones de una lucha geopolítica (1989, 6). El sentido global del texto de Cerdas ve un progreso y una oportunidad en la Perestroika pero a escala local. El desastre auto inducido de la URSS y los cambios forzados por la circunstancia serán progresivos porqué habrá una especie de Perestroika mental en los 145 Para el año 1975 escribía Arnoldo Ferreto: “Por lo que hace a nosotros, debo recalcar que nunca han sido mejores las relaciones de partido a partido ni mayores las coincidencias ideológicas con el partido hermano de Cuba” (…) En la reunión de los partidos comunistas de América Latina celebrada este año en La Habana, se discutieron toda clase de problemas, igual que antes, y se adoptó un documento que es una plataforma ideológica común para todos los partidos” (Ferreto, 1975). 228 Partidos Comunistas y los movimientos revolucionarios del área pasando del modelo del enfrentamiento total al modelo de conflictos regionales. Esta nueva filosofía de la política exterior soviética es un beneficio para la misma URSS como potencia internacional, la libera del “chantaje” de sus aliados locales: “la gran potencia se convertía en "presa" de la opción política hecha en el momento de meter se en un conflicto... pasaba a depender, en cierto grado, de su aliado regional, que a menudo procuraba preservar al máximo la condición privilegiada” (1989, 14). Todo parece moverse en una dirección pragmática conveniente: la URSS puede regresar a sus asuntos domésticos urgentes, fuerza a los aliados locales soviéticos a un mayor pragmatismo, ayuda a distender los conflictos locales y por lo tanto el peligro de una enfrentamiento nuclear. Cerdas señala, bastante agudamente, que hay una especie de coincidencia funcional entre el momento político que vive la URSS, y su nueva filosofía y los objetivos que desarrollan los gobiernos locales con el Plan de Paz, ante el fracaso de la estrategia puramente militar de la administración estadounidense: “El Plan de Paz de Esquipulas II se correspondía así con el nuevo reenfoque que la URSS hacía del caso Centroamericano, obviaba la ausencia de plan alternativo al meramente militar de la administración norteamericana y emergía en el punto de equilibrio de la parálisis interna que sufría el Gobierno de los Estados Unidos en punto a Nicaragua y Centroamérica, y las distorsiones profundas y preñadas de graves consecuencias, que subyacían en la raíz misma de la perestroika” (1989, 12) Este desplazamiento desde la filosofía del conflicto “total” al enfoque del “conflicto regional”, permitía presionar a los Partidos Comunistas y a los movimiento revolucionarios por una moderación que en los años setentas y ochentas no se les podía pedir: “[El nuevo enfoque soviético] permite trasladar un lote importante de responsabilidad a los movimientos revolucionarios locales en la evolución de los conflictos, y exigirles una moderación que hasta hace muy poco no se les pedía y mas bien se criticaba como muestra de reformismo o debilidad” (1989, 13). Era por tanto el fin de la idea de la guerra hasta la victoria final, del “Patria o Muerte”. 229 En 1991 ya conociendo el desenlace final de los efectos producidos por la Perestroika, Cerdas llegará a una conclusión: “el sistema marxista, como tal ha fenecido definitivamente” (Herra, 1991,23). La caída del sistema estalinista de dominación habría refutado dos tesis centrales del marxismo: 1) El capitalismo era inferior al socialismo como forma de organización de la sociedad contemporánea, 2) El capitalismo estaba destinado a ser remplazado por el socialismo (Herra, 1991, 32-33). Ahora pese a todo, Cerdas no está eufórico del resultado, señala a los vencedores ideológicos de la contienda que la crisis del socialismo histórico no permite desechar el valor intelectual del marxismo: “Si bien es cierto que la llamada experiencia histórica dela dictadura del proletariado, constituye la piedra de toque para el análisis y comprensión de las dimensiones reales del marxismo, es cierto también que hay elementos y logros teóricos-metodológicos aportados por Marx que han ayudado a cimentar el conocimiento y dominio crecientes del hombre sobre la sociedad, la historia, y por allí sobre sí mismo” (Herra, 1991, 25). Siguiendo en esto a Heidegger en la Carta sobre el humanismo, “la visión marxista de la historia supera a toda la restante historiación” (Herra, 1991,27) y es en ese terreno que el pensamiento sigue teniendo un “diálogo fecundo con el marxismo” (27). Para Cerdas el marxismo es una elaboración grandiosa y una práctica trágica (Herra, 1991, 37). Si el refrán popular dice que no hay que lanzar al niño con el agua sucia, Cerdas quisiera recuperar el valor del niño y el agua sucia para la ciencia de los pañales. El valor que tienen los pañales para la gente civilizada. Cerdas sostiene que hay tres aspectos que son claves para entender la tragedia del marxismo, en esto no es nada original. El primero sería el valor civilizatorio de la democracia burguesa, la cual seria una: “conquista histórica de procedimiento, realidad socio-política y organización institucional 230 para alcanzar un manejo de asuntos públicos, con posibilidad de garantizar la libertad y el respeto a los derechos humanos” (Herra, 1991, 35). Lo segundo sería el desprecio por el valor del individuo: “ El menos precio constante del individuo [llevo a] un desinterés total por la especificidad intransferible de la persona humana como tal” (Herra, 1991, 36) y por lo tanto no sopesó los derechos del individuo y sus derechos y recursos de defensa frente al poder del Estado (Herra, 1991, 35). Y finalmente el desprecio de los condicionamientos subconscientes, de privilegiar el elemento racional de la política en detrimento de factores irracionales (Herra, 1991, 36) Un elemento que salta rápido a la vista es que para Cerdas es simultáneamente humanista y antihumanista, es decir desprecia a la persona, al humano y su valor intrínseco y simultáneamente olvida y desprecia el carácter animal, brutal, inconsciente de la política, lo cual es por lo menos contradictorio. La temática humanista no desapareció nunca del pensamiento de Cerdas, pero fue un camino largo de modificación del mismo valor central: el hombre abstracto, el hombre sin determinaciones sociales, fue un largo camino desde el carácter humanista del marxismo, hacia el valor intrínsecamente humano del hombre, hacia el ciudadano: el individuo burgués moderno con sus derechos inalienables frente al Estado y la sociedad. Habría que decir un par de cosas sobre las conclusiones de Cerdas: ¿Por qué una práctica trágica y una elaboración grandiosa es la marca para señalar el acabamiento del marxismo? Porque en un cierto sentido es la experiencia de toda filosofía política la diferencia entre el pensamiento y los concretos institucionales. Es raro que sea el marxismo quien tenga que cargar con esta imputación y no el liberalismo político, quien también tiene su propio sistema de tragedias. El fracaso de una sociedad que se pretende inspirar en un determinado grupo de valores no señala el fracaso de esos valores. Lo único que señala es la fuerza de los rivales de esos valores, rivales exteriores e interiores. El fracaso de un proyecto político solo señala que era 231 menos fuerte que otro proyecto, no que el proyecto vencedor sea superior social, ni axiológicamente. Hay otro elemento que enjuiciar que consiste en que: ¿Hubo alguna inteligencia que previera este problema? Es decir hay dentro de la tradición marxista, un corpus teórico y un práctica política que intuyó los problemas que señala Cerdas y que propuso una salida alternativa a esos problemas? La respuesta es que sí, encontramos en la tradición marxista, inclusive en una tradición tan radical como la que representó León Trotsky, una reflexión sobre el valor de los mecanismos de protección y defensa frente al Estado, la réplica a los Juicios de Moscú van en ese sentido, lo mismo la defensa de los métodos adecuados para los objetivos adecuados que realiza Trotsky en En Defensa del Marxismo. Es decir existe la posibilidad de corregir y aprender dentro de esta misma tradición de pensamiento. La valoración de que no está tematizado el problema del aspecto no consciente de la política es bastante unilateral también en la medida que el marxismo es una indagación permanente de los aspectos de larga duración de las transformaciones sociales y personales, de los aspectos de nuestro actuar colectivo y personal que no nos son conscientes. Es justamente lo que el marxismo llama el terreno de la ideología. Solo los estalinistas ortodoxos consideraban a la URSS una sociedad transparente, sin ideología, pero en la tradición marxista hay una extensa crítica a las formas ideológicas, también presentes en la URSS o en el movimiento comunista internacional. Aún si fuera cierto ¿Qué se gana con la afirmación que la política tiene un trasfondo irracional? ¿Que por más que busquemos construir una sociedad con arreglo a fines, no podemos saber si va a existir verdadero progreso material y espiritual, debido a que en el fondo los humanos, los individuos tenemos un elemento irracional que siempre puede arruinar los proyectos comunitarios?146 Ahora la conclusión de Cerdas es la que es 146 Para Cerdas el marxismo privilegiaba unilateralmente el elemento racional de la política “en detrimento de factores irracionales y valores subjetivos actuantes más allá de los intereses de clase. Los conflictos entre nacionalidades en el interior de la URSS, el surgimiento y desarrollo del nazi-fascismo y el estalinismo, y el “rol” del sentimiento religioso y nacional, en países tan alejados y distintos entre sí como la católica Polonia y el musulmán Afganistán, son ejemplos históricos del significado de esta omisión de los susbjetivo e irracional en el análisis marxista” (Herra, 1991, 36). 232 antihumanista, hay un valor intrínseco en los humanos, pero siempre podemos ser irracionales y brutales. Se pasa de la dignidad de la persona a el individuo irracional y no consciente de las reglas comunitarias y la civilidad. Al final pareciera que la dignidad de la persona es la dignidad del individuo egoísta retraído sobre sí. Hay un elemento final en los textos de Cerdas: reconoce que hay dos aspectos del análisis marxista que se mantienen en nuestras sociedades: la lucha de clases y la alienación (Herra, 1991, 33), en otro texto de 1997, señalara además el “nuevo desorden internacional” (Cerdas, 1997, 5). La problemática que vemos aquí es que si el nuevo orden mundial es en realidad un desorden que permite aún el enfrentamiento clasista y la alienación, la perdida de sí del ser humano: ¿Cómo es posible que tal sistema sea una conquista civilizatoria? ¿Cómo garantiza la seguridad del individuo y la dignidad intrínseca? Pareciera que más bien se radicalizan las ya viejas formas existentes de dominación social y política, de desprecio a la vida humana y de barbarie de puesta en tela de juicio de los valores civilizados, heredados del pasado como el Habeas corpus, los juicios imparciales, las elecciones competitivas. En esa medida parece que el marxismo como teoría que expresa una movimiento social contra la lógica del capital y la lógica del Estado capitalista se mantiene más bien vigente, cómo práctica política, no solamente como parte del curriculum que alguna persona culta debería conocer. 233 9) Para una interpretación del Partido Socialista Costarricense y del pensamiento de Álvaro Montero Mejía. La historia de la izquierda política costarricense esta dominada por la narrativa y los testimonios venidos de la matriz estalinista del Partido Vanguardia Popular. No sólo tiene la mayoría de historias, de testimonios de dirigentes y militantes de base, sino que eventualmente el resto de la izquierda fue mayoritariamente subsumida en su patrón básico de pensamiento: el comunismo “a la tica”. Señala Álvaro Montero Mejía en 1990, aún siendo vocero del Partido Socialista Costarricense: “Gracias a una política de alianzas que llevaba implícita una gran sabiduría política, el Partido Comunista conducido por don Manuel Mora Valverde, fue el factor activo en los resultados sociales e institucionales que arrojó su alianza con el partido de gobierno”. (Montero, 1990, 303). Arnoldo Mora uno de los referentes del PSC señala: “Son estas concepciones[las de el socialismo “a la tica”] las que le posibilitaron al partido dirigido por Manuel Mora hacer alianzas políticas, que han sido el motor que ha impulsado las principales y más profundas reformas sociales en la historia de Costa Rica, como fueron las promulgadas en 1943 junto al gobierno del Dr. Calderón Guardia y a la Iglesia de Monseñor Sanabria” (Mora, 2013, 69). El Partido Socialista Costarricense dirigido, mientras existió, por Álvaro Montero Mejía fue sin duda la segunda fuerza de la izquierda política costarricense, esta experiencia estuvo identificada desde muy temprano con la experiencia cubana y con el liderazgo político cubano: “Para muchos de nosotros, no fue esa organización [el Partido Vanguardia Popular] sino la revolución cubana, la que vino a colocarnos en la ruta revolucionaria” (Montero, 1971, 3), “Nuestra época nos obliga a realizar en pocos años tareas muy grandes (…) de estos quince años de revolución cubana es posible obtener extensa luz” (1975, 6). 234 No existe en nuestro país un estudio detallado de la “experiencia castro-guevarista” en Costa Rica, de hecho un elemento notable de diferencia entre Costa Rica y el resto de Centroamérica es que la estrategia castro-guevarista tuvo menos influencia y fue menos utilizada y pensada, José Fabio Araya lo atribuye a una “inercia instintiva” (1988, 151). En los estudios costarricenses sobre la izquierda política los “castro-guevaristas” aparecen disueltos en la izquierda política. Tal vez es mejor decir que se confunde el guevarismo con la admiración por Fidel Castro y el “Ché” Guevara. Según Contreras (2006, 94), Mora Valverde (2000, 254) y José Manuel Iglesias (1984, 109), el núcleo original del “castro- guevarismo costarricense” esta ubicado entre 1959 y 1963 y se organizó a través de tres experiencias muy conectadas entre sí: La sociedad de amigos de la revolución cubana, fundada para dar solidaridad a la revolución cubana y para enfrentar los esfuerzos que los contrarrevolucionarios cubanos llevaban adelante desde Costa Rica (Mora, 2000, 254), el Partido Acción Democrática Popular, una coalición electoral efímera que participó en las elecciones de 1962 y que tuvo como principales referentes a Enrique Obregón y Julio Suñol y que mezclaba comunistas, “amigos de la revolución cubana”, liberacionistas y calderonistas radicalizados (Iglesias, 1984, 109) y finalmente el Partido Revolucionario Autentico fundado en 1963147, “En el PRA se organizaron muchos personajes que luego van a jugar un papel relevante en la construcción de movimientos de izquierda (…) por ejemplo: Sergio Erick Ardón, Otto Castro, Álvaro Montero Mejía, Jose Francisco Aguilar Bulgarelli” (Iglesias, 1984, 109). Álvaro Montero Mejía aparece ubicado como participando en estas experiencias, aunque sin tener un lugar destacado, Montero Mejía tiene 19 años cuando triunfa la revolución cubana y 23 años cuando se funda el PRA. 147 Hay una falta de precisión histórica en la fecha y el lugar de fundación del PRA, aunque la mayoría de la autores lo ubica en 1963, algunos lo ubican en 1962. Roberto Salom lo ubica “a mediados de la década de los 60”(1987,78) finalmente José Fabio Araya, una voz autorizada al respecto lo ubica en 1967 (1988, 151). 235 Sobre la importancia estratégica del liderazgo cubano Montero Mejía es categórico: “La revolución cubana no puede separarse de la magna personalidad de Ernesto Che Guevara y del más preclaro conductor contemporáneo de nuestros pueblos el Comandante Fidel Castro” (1975, 46). Pese a que entre la fundación del PSC y el XX Congreso del PCUS median catorce años, el culto a la personalidad es parte integrante de la concepción de esta nueva organización, lo que cambia es la personalidad, no el culto. En 1982, Jose Francisco Aguilar Bulgarelli quién fuera candidato a la presidencia por el PSC en las elecciones de 1974, publica uno de los libros más delirantes de la izquierda costarricense: El Sol de Corea (1982), un libro de propaganda sobre el régimen de Kim Il Sung y Kim Zong Il, el más parecido a una dinastía real de los que tuvieron los regímenes estalinistas. En el epílogo del libro señala Aguilar Bulgarelli: “ Los logros de la revolución coreana mediante la materialización de la Idea Zuche también quedaron en estas páginas, aunque en forma resumida. Los méritos del Querido Dirigente Kim Zong il para asumir la Dirección de su pueblo, así como la política coreana correcta, de asegurar la sucesión a fin de mantener la unidad del proceso revolucionario de su país, también fueron aquí explicados” (Aguilar Bulgarelli, 1982, 130). La admiración por el régimen norcoreano también estaba presente en Álvaro Montero. “ La revolución coreana es inseparable de la conducción del Mariscal Kim Il Sung” (1975, 46). Las simpatías de Aguilar Bulgarelli ocurren 1982, pero todavía en el año 1986, según un documento de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (1986, 3) Álvaro Montero Mejía visitó y mantuvo reuniones con los dirigentes del Partido de los Trabajadores Coreanos. El conocimiento cada vez más extenso que hubo sobre los crímenes, abusos y atrocidades de los regímenes estalinitas, parece que no inmutaron, ni produjeron cuestionamientos ni escisiones a los interno del equipo de dirección del PSC, todos mantuvieron una rígida ortodoxia estalinista y prosoviética hasta el año 1989. Todavía en el año 1980, ya ocurrida la Primavera de Praga, la Revolución Cultural China y 236 la invasión a Afganistán, para el PSC las críticas al “campo socialista” eran en realidad calumnias, una resolución especial de su III Congreso señala: “Nuestra firme decisión de luchar contra la campaña insidiosa del imperialismo contra el campo socialista y todas aquellas fuerzas que hacen el juego a las maniobras del imperialismo, que se esfuerza por desprestigiar el Campo Socialista” (PSC, 1980. 32). El culto a la personalidad, no solo consistía en una exótica admiración por Castro o Kim Il Sung, era parte de la cultura política e institucional del PSC, Angel Ruiz traza este cuadro del ambiente en el II Congreso del PSC en enero-febrero del año 1976: “El éxito de su ascenso político tenía a los dirigentes del PSC inmersos en una profunda borrachera. Para ellos todo seguía igual, con mirada olímpica e imperturbable y con interior satisfacción escuchaban en la inauguración del Congreso, en el Cine Guadalupe, los cánticos de salutación “Salom, Salom seguimos tu opinión”, “Montero, Montero seguimos tu sendero”, etc.” (1984, 129). Retomando, la admiración por el proceso cubano y la dirección cubana será un rasgo de Álvaro Montero hasta nuestro días. En 1991, en media orgía ideológica neoliberal, hacía un llamado a re leer al Che Guevara como una fuente de inspiración para los latinoamericanos, una obra que considera clave para entender “el valor y el significado del factor conciencia” (Herra, 1991, 233). Todavía en el año 2007 y 2010 se enfrascara en una polémica pública con Oscar Arias para defender el proceso cubano y a la dirección cubana, en el año 2007 señala: “Este es el contexto [la posible aprobación del Tratado de Libre Comercio], el escenario en que el actual Presidente, cuya legitimidad resulta más que dudosa, la emprende contra el Presidente de Cuba Fidel Castro y contra el proceso revolucionario de esa nación hermana. Los ataques ni siquiera se ubican en el terreno ideológico, asunto difícil para un hombre que tiene tan pocas ideas. Arias solo se sumerge en el viejo y maloliente albañal de la Guerra Fría” (Montero Mejía, 2007). En el año 2010 reitera: “Para no dejar de cumplir con un viejo ritual, Oscar Arias la emprende una vez más 237 contra la Revolución Cubana. Es uno de sus viejos temas, producto de su recrudecido encono, contra uno de los procesos sociales más profundos y ejemplares de nuestro tiempo.” (Montero Mejía, 2010). La restauración del capitalismo en Cuba, no hizo cambiar en nada la posición de admiración y defensa que Montero Mejía ha sostenido hacia esa dirección política y ese proceso político. Es importante señalar que estos últimos dos textos serán publicados en órganos oficiales del Partido Comunista de Cuba: Granma y Juventud Rebelde. Por lo tanto su voz fue amplificada por el aparato político cubano en una debate que la dirección cubana estimaba de importancia regional. La polémica ocurre en un momento clave: la salida formal de Fidel Castro del poder y el inicio de distensión diplomática que llevará a la normalización de la relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Oscar Arias ha sido desde siempre un referente local para el Partido Demócrata, por lo tanto el debate Arias-Montero puede ser leído como un pequeño “juego de marionetas” de una escenificación mayor. Nuestro punto central es que el Partido Socialista Costarricense y Álvaro Montero Mejía serían buenos indices, buenos indicadores para entender la evolución y el desarrollo de las corrientes y los intelectuales procastristas y proguevaristas en Costa Rica. Tanto Manuel Solís (1985, 53-71) como Jose Fabio Araya ( 1988, 150-158) optan por analizar el Partido Socialista Costarricense y el Movimiento Revolucionario del Pueblo como un solo fenómeno: el surgimiento de la nueva izquierda costarricense inspirada por la revolución cubana. Por lo tanto es necesario responder: ¿Por qué no sería más adecuado analizar al PRA/MRA/MRP como la expresión auténtica del castro-guevarismo en Costa Rica? Nos parece que aunque es pública y notoria la afiliación del PRA al proceso cubano y la colaboración temprana con el castrismo de primera época, especialmente con el FSLN (Ortega, 2004, 196) (Araya, 1988, 144), hay un acuerdo bastante general de que esta 238 experiencia era atípica, “pragmática” (Araya, 1988, 151) en el sentido de lo que la estrategia castro-guevarista significó para América Latina, la mayoría de analistas sostienen que el PRA/MRA/MRP nunca fueron a fondo con su retórica guerrillerista. Iglesias sostiene que: “no adoptan la práctica del método del foquismo” (1984, 112); Araya afirma que nunca se lanzó “la consigna de la lucha armada” (1988, 151), finalmente Jimenez Padilla señala que el foquismo no se desarrollo “en nuestro medio en ninguna medida” (Jimenez Padilla,1978, 71). Parece tener más sentido dentro de la experiencia política de la izquierda costarricense caracterizar al PSC y a Álvaro Montero en tanto que eje de su dirección política e intelectual orgánico más relevante148 como el caso más típico de lo que podríamos llamar la nueva izquierda en Costa Rica (Jimenez Padilla, 1978, 71) (Araya, 1988, 145) y también como la forma en que se expresó más claramente la experiencia cubana en las filas de la izquierda costarricense. A nuestro entender la adscripción del PSC a la nueva izquierda finalmente no los hace abandonar, ni superar por un lado la matriz estalinista en materia de filosofía, ni su estrategia/programa, pero tampoco les permitió superar la matriz del comunismo “a la tica” a la que finalmente la mayoría de ellos se integrará primero con la experiencia de Pueblo Unido, luego con Fuerza Democrática y algunos otros por su propio camino. 9.1) Las interpretaciones sobre el Partido Socialista Costarricense. Ubicando que esta experiencia y este autor puede ser leído como un signo de la evolución y la problemática que trae la nueva izquierda, es siempre importante recordar que es una experiencia minoritaria y subordinada a la narrativa comunista. En relación con las 148 Señala José Fabio Araya: “el Partido Socialista (…) desde su nacimiento llevará mucho de su sello particular [el de Álvaro Montero Mejía] tanto en las buenas, como en las malas” (1988, 153). 239 interpretaciones globales de esta experiencia son de referencia obligada cuatro textos, dos críticos a la experiencia: La crisis de la izquierda costarricense. Consideraciones para una discusión (1985) de Manuel Solís y PSC: La política de la “Hormiga” (1984) de Ángel Ruiz y dos más escritos desde lo interno de esa experiencia militante149: La crisis de la izquierda en Costa Rica (1987) de Roberto Salom y Hacia una historia del Partido Socialista Costarricense (1978) de Luis Fernando Jimenez Padilla (1978). Existe otro texto que es un pequeña y ruda polémica de Eduardo Mora Valverde: 4 artículos en respuesta al revolucionario pequeño burgués (1975) que sería un modelo de la respuesta convencional dada desde los PC prosoviéticos al desafío castro-guevarista. El texto no aporta mucho a la compresión del PSC, aunque si es sin duda un síntoma del tono de las polémicas en el año 1975 y de la preocupación en la dirección vanguardista por la creciente influencia de los socialistas. Lo curioso de estos cinco textos que reseñamos es que ninguno busca ubicar el desarrollo de Álvaro Montero Mejía o bien del grupo dirigente del PSC dentro de un marco coherente personal y social. A diferencia de la experiencia comunista, nadie se detiene mucho a explicar: ¿De dónde vienen? ¿Cuál es su historia de vida y si esta historia de vida tiene algo que ver con sus decisiones y su pensamiento militante? Debemos recordar la indicación de Manuel Solís en el sentido que en nuestra historia política hay una clave para interpretar los conflictos agudos como conflictos entre generaciones y no entre clases sociales. (2006, 168). ¿Tiene alguna relevancia que el núcleo dirigente del PSC sea una generación distinta al grupo que dirigía y dirigió a Vanguardia Popular? 149 Manuel Solís fue militante del PSC y cercano a la Tendencia Romano Sancho, luego sigue una vida y experiencia intelectual separada del PSC. El texto que usamos de referencia fue escrito en 1985, seis años después de su salida del PSC. 240 Este problema relacionado con la continuidad y la discontinuidad de los proyectos políticos nos parece relevante justamente en la medida en que todos los textos y explicaciones con los que estamos trabajando ponen énfasis en la ruptura, en lo nuevo, en la no continuidad especialmente con lo que ha representado hasta ahora Vanguardia Popular. Una acusación de Montero Mejía a Rodolfo Cerdas en el año 1971 será que Cerdas vive aún con complejos frente al Partido Vanguardia Popular, con temor de incurrir en “calcos dogmáticos” o “influencias extranjeras” (1971, 3). En esta mirada inclusive los errores y los dogmatismos serían nuevos, y producto de unas nuevas influencias, concretamente: la revolución cubana y la tesis de la actualidad de la revolución socialista. La apelación sistemática a la “ruptura”, a “lo nuevo”, a la “nueva izquierda”, puede tener sentido en las polémicas de la época, pero no tiene sentido si se quiere comprender esta experiencia política: todo fenómeno tiene una historia social, económica y personal que es determinante para hacer comprensibles los comportamientos políticos, tanto los racionales, como los no racionales e ideológicos. Si se estudia al Partido Vanguardia Popular es relativamente fácil encontrar y rastrear los detalles de su vida orgánica, fundadores, miembros de su dirección, fechas de los congresos, principales resoluciones, etc. Aunque aún no tengamos ediciones críticas de sus obras completas o biografías políticas en el sentido técnico del término, un investigador escrupuloso puede hacer un rastreo coherente de las personalidades y los equipos de dirección vanguardistas. En el caso del Partido Socialista Costarricense y la nueva izquierda en general es más complicado reconstruir esa historia orgánica, el proceso parece ser más fluido e impreciso, 241 muchos nombres se repiten y se trasvasan. Por ejemplo Angel Ruiz (1984) y José Manuel Iglesias (1984) en el estudio que realizó el COPAN sobre la crisis de la izquierda en Costa Rica ubican a Álvaro Montero Mejía tanto como del PRA (1963) y también del PSC (1972); Carlos A. Abarca V. (2014) lo ubica también como fundador de una organización juvenil alternativa a la Juventud del PVP, de la cual saldrá FAENA y luego el Frente Popular. Susana Mayer (1984) no lo ubica allí. Entonces podemos decir con certeza que Álvaro Montero Mejía intervino en la fundación de dos de tres de las organizaciones de la nueva izquierda y es posible que estuviera muy cerca de una tercera. Lo que habla o bien de un proceso muy fluido de decantación y diferenciación, pero también de una necesidad de tener un espacio propio. Sobre la base de los textos de Carlos A. Abarca V. y el estudio de varios artículos de la Revista COPAN podríamos hacer el siguiente cuadro para tener una imagen más clara de las personalidades que fundaron la nueva izquierda y sus distintos traslapes y evoluciones en el tiempo. Partido Partido Acción Partido FAENA/Frente Partido Socialista Democrática Revolucionario Popular Costarricense Popular Auténtico Costarricense. Fundación Participó en Fundado en 1963 FAENA 1970 Lanzamiento elecciones en 1962 público del MSC Frente Popular fue el 11 de Abril 1971 1972 Fundadores Enrique Obregón Sergio Eric Ardón, Rodolfo Cerdas, Álvaro Montero , Valverde, Julio Otto Castro Pablo Azofeifa, Enrique Obregón Suñol, Marcial Sánchez, Álvaro Álvaro Montero Valverde, José Aguiluz, Juan José Montero Mejía, M., Eduardo Francisco Aguilar 242 Antillón José Francisco Dorian, Nelson Bulgarelli, Arnoldo Montealegre Aguilar Bulgarelli, Gutiérrez Espeleta, Mora, Rodrigo Guillermo Arce, Daniel Masís, José Gutiérrez S. y Jorge Arturo Ml. Arroyo, Alberto Salóm E. Camacho, Juan Roberto Hidalgo, Antillón, María Eugenia Guillermo Joseph y Trejos y Álvaro el “Chino” Vargas. Soto. Así como es fluida y poco precisa la historia de los fundadores es poco precisa la historia institucional del Partido Socialista Costarricense para el período que estudiamos y es de nuestro particular intereses podemos registrar estas fechas claves: el PSC se dio a conocer al público el 11 de Abril de 1972 bajo el nombre Movimiento Socialista Costarricense, tuvo su primer congreso en Octubre de 1972, un segundo congreso entre el 29 de enero y el 1 de febrero de 1976 y un tercer congreso entre el 11 y el 13 de Abril de 1980. Sufrió dos divisiones mayores, que de hecho precedieron las ruptura del PVP en 1983- 1984. La primera en febrero de 1978 encabezada por Romano Sancho, Manuel Solís y Oscar Núñez, la segunda en el año 1982 encabezada por Mario Devadas. Ninguna de los dos rupturas ha sido estudiada, ni explicada a profundidad. Lo mismo sucede con la desaparición de esta experiencia, todavía en Octubre de 1988, Álvaro Montero Mejía se presentaba como vocero del Partido Socialista Costarricense durante una serie de foros realizados en la Universidad Nacional (Montero Mejía, 1990, 297-309). En la compilación realizada por Herra (1991) para discutir la sobrevivencia del marxismo, ni Montero Mejía, ni Arnoldo Mora se presentan como voceros del PSC. Lo que 243 hace pensar que el PSC fue disuelto en algún momento entre la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS, tal vez un año o dos después, pero no es claro, Roberto Salom habla de “unos veinte años después” (1995,13) para referirse a la desaparición del PSC, es decir algún momento del año 1992. Lo que si es claro es que el PSC desaparece en los años donde el clima ideológico anticomunista pos caída del Muro de Berlín era más alto. Las razones de la disolución del PSC nunca fueron dadas, ni explicadas, mucho menos estudiadas a profundidad. Nacido “ex nihilo”, murió o se disolvió sin explicación. Estos problemas que presentamos son sin duda un desafío para el trabajo interpretativo que queremos realizar. 9.2) Trayectoria vital. Para Angel Ruiz: “El PSC es fundado no por un equipo humano con una trayectoria común de años de permanente colaboración, teórica y trabajo práctico coordinados, sino por un grupo heterogéneo de distintas y complejas personalidades, de trayectorias y experiencias políticas diversas. Esta conjunción de personalidades no era un auténtico equipo de dirección política” (1984, 127). Esta perspectiva parece cierta si se compara con el equipo de dirección del PVP, que fue extraordinariamente homogéneo. Su primera baja sensible fue la muerte de Carmen Lyra en 1949, pero esa sabido que Lyra, pese a su rol indudable, pertenece a otra generación, una generación mayor que la de los fundadores del partido. Además Carmen Lyra muere sin tener ninguna diferencia política con el PVP. 244 La otra baja del núcleo de dirección llega hasta 1969, cuando sufren la primera ruptura sensible con la salida de Jaime Cerdas150, aunque esa ruptura no es motivada por Jaime Cerdas, sino por su hijo Rodolfo Cerdas Cruz. Aún con la salida de Jaime Cerdas, salida sensible sin duda, es claro que el núcleo básico de la dirección del PVP fueron Manuel Mora y Arnoldo Ferreto, quienes trabajaron juntos por casi 50 años. Una colaboración política probablemente inédita entre dos personalidades políticas. No parece haber ejemplos de relaciones tan estables y de larga duración en la historia política nacional, salvo en parejas oligárquicas de hermanos: los hermanos Calderón Guardia o los hermanos Arias Sánchez. En la historia y la comprensión de la izquierda política costarricense se ha meditado poco sobre este aspecto de los equipos de dirección política, pese a que son temas claves en el leninismo y el trotskismo151. Sin duda es un tema clave pues en cuanto arreció la crisis de la izquierda entre 1978-1984 y luego en los años 2000-2005 que hubo otra serie de divisiones y relineamientos de la izquierda política las acusaciones de caudillismo y personalismo, brotaron “a flor de piel”. Un diagnóstico superficial de la izquierda costarricense nota que el caudillismo y personalismo es un elemento siempre presente en las sucesivas crisis de la izquierda política. El caudillismo y el personalismo normalmente son los efectos de la ausencia de 150 En una muy acre polémica pública, Arnoldo Ferreto insinuá de manera poco clara, que el equipo se había roto en realidad en 1948. Ferreto sugiere que Jaime Cerdas, se escondió durante los años más duros de la clandestinidad: “Otros, que R. Cerdas conoce porque los tiene muy de cerca, lucen una página en blanco en su vida, una pagina en blanco que se prolonga desde 1948 hasta 1953” (Ferreto, 1975). Ferreto no aporta más pruebas para saber si tal acusación es cierta, aunque es plausible por lo que luego escribirá Jaime Cerdas en sus memorias. Es importante notar que en esta polémica Ferreto, usa un método similar al que luego usará en la ruptura de 1983-1984. Explicar las rupturas y las diferencias políticas del presente, por problemas, interpretaciones y resentimientos no procesados y no discutidos, que se arrastraban desde la derrota de 1948. 151 Solo para señalar dos textos Lecciones de Octubre (1924) de Trotsky y El Partido y la Revolución (1973) de Nahuel Moreno, son extensas meditaciones sobre este problema en el seno de la III y la IV internacional. 245 comprensión de un programa común. Ante la ausencia de una comprensión común materializada en un programa lo que queda es seguir al líder, al caudillo y organizar las pasiones y los odios en función a esa lealtad. El sistema de dominación siempre podría corromper a una figura política relevante a través de una serie de métodos: la presencia televisiva, la adulación, el enriquecimiento parlamentario, la simple costumbre del contacto con los estratos políticos de la clase dominante. Frente a estas presiones sociales no es suficiente la comprensión común del programa sino que también un método de trabajo común y unos criterios de evaluación y control comunes. Si no son suficientes estos controles, son necesarios los controles de otros partidos revolucionarios similares a los que se quiere construir (este es uno de los puntos fuertes de quienes defiende una organización de revolucionarios internacionalmente organizada). Finalmente otro elemento a tomar en cuenta es lo que Joe Hansen llamó el peso estabilizador de la inmersión en la clase obrera (PST, 1979, 65). Un punto siempre destacado en las historias y los análisis del PSC es que su núcleo central era un grupo de intelectuales y estudiantes (Jimenez Padilla, 1978, 330); (Araya, 1988, 153); (Ruiz, 1984, 126) , donde la organización de la juventud universitaria era particularmente relevante152. Aunque los socialistas criticaban que el PVP no podía ingresar en la moderna clase obrera, nacida del MERCOMUN (Jimenez Padilla, 1978, 68), ellos tampoco lo lograron hacer. La “inmersión popular” del PSC paso por el desarrollo del trabajo universitario, entre empleados públicos y comunitarios153. 152“¿Cuales son las condiciones particulares de Costa Rica? En primer lugar es necesario notar el salto cualitativo en la conciencia de sectores estudiantiles” (Montero, 1971c, 15). 153Atención aparte merece el muy poco estudiado proceso que desarrolló la comisión campesina dirigida por Romano Sancho, quien es el que encabeza el proceso huelguistico en el Ingenio Juan Viñas durante todo el año 1977. La experiencia de la huelga de 1977, no ha sido aún analizada a fondo y es uno de los capítulos menos tematizados de la izquierda política, siendo que a nuestro entender es absolutamente clave, un punto de inflexión. Recientemente Bernardo Bolaños y Manfred Quesada (2019) han publicado un pequeños ensayo sobre esta experiencia. Asimismo las comunicadores audiovisuales Fressy Camacho y Carolina Jarquín, 246 Veremos que estas características sociológicas de los dirigentes del PSC y de Álvaro Montero Mejía, pueden ayudar a aclarar algunas posiciones políticas. Queremos recordar nuestro enfoque: el problema de la coherencia de las trayectorias vitales y su relación con la memoria social y personal, es un punto importante a tener en cuenta cuando hablamos del pensamiento político de un intelectual orgánico. Hagamos pues una pequeña colación sobre Álvaro Montero Mejía. La familia de Álvaro Montero Mejía, es una familia con abolengo intelectual y político, no es una familia proletaria. Su bisabuelo Francisco Montero Barrantes, fue un importante historiador, geógrafo (Castegnaro, 2001) y diputado entre 1920 y 1924 (Mata, 2012, 33). No fue un periodo sencillo políticamente, son los años del postinoquismo, marcados por las heridas aún abiertas por la violencia de la dictadura, pero sobretodo, por el sentimiento que la dictadura era solo “la flor en el fango de la argolla”, (Solís, 1998, 121) tal como lo señalo Jorge Volio. Las características que permitieron la dictadura seguían intactas, seguían presentes en la élite política que había apoyado o colaborado con la dictadura. Nadie asumió responsabilidades por este apoyo. Como ocurrirá treinta años después en los hechos de violencia de la guerra civil, un sistema de amnistías creará una tupida red de impunidad y de olvido histórico, pero no evitará un nuevo ciclo de violencia política: los levantamientos de Lorenzo Cambronero aparecen motivados por la falta de responsabilidad política: “ Cambronero quería que los ciudadanos se sublevaran contra el presidente Acosta en vistas de que este no había sancionado a los tinoquistas” (Obregon Loría, 1981, 292). S este levantamiento le sucederá uno más esta vez acompañado por Adolfo Braña. produjeron el documental: “Donde habita el olvido” que recupera esta experiencia (Muñoz, 2019) . Ambos productos se han realizado por fuera de las estructuras de la izquierda política actual, han sido esfuerzos privados e individuales de recuperación de esta memoria social y política. 247 Braña y Cambronero son nombres que ya conocemos, están asociados a los momentos anteriores a la fundación del PCCR. Aniceto Montero Chaves, es el tío abuelo de Álvaro Montero Mejía, el hermano de su abuelo. Su abuelo paterno murió cuando el padre de Montero Mejía era aún un niño, así que su tío médico tuvo un ascendente sobre su padre y sobre él. Aniceto Montero Chaves es reconocido como el primer intelectual que intentó fundar un Partido Socialista en Costa Rica y cuya actividad contribuyó a divulgar las ideas bolcheviques. Aparece financiando el periódico Via Libre, periódico de corta duración que entre 1920 y 1921 ayudó a difundir informaciones sobre las posiciones políticas del bolchevismo y la Tercera Internacional, aunque mantenía un lenguaje editorial más bien parecido al anarquismo. Aniceto Montero Chaves también aparece como parte de los intelectuales que brindaban conferencias en la Central General de Trabajadores: “ La próxima semana empezaran las clases de ingles en la Confederación General de Trabajadores. Los señores García Monge, Fabio Garnier, Bosa Cano, Dr. Montero han prometido su concurso en esta labor cultural que se propone llevar a cabo la Confederación” (Vía Libre, 1921,1). El primer impacto de la Revolución Rusa en Costa Rica fue la principal actividad política y divulgativa emprendida por Aniceto Montero Chaves (De la Cruz, 1984, 97-101), fue una actividad efímera entre 1919 y 1924, pero sin duda reconocida como una actividad pionera en la tradición socialista local. Finalmente, Álvaro Montero Mejía es el hijo Álvaro Montero Padilla, un médico oftalmólogo, profesional y políticamente reconocido (Castegnaro, 2001). Álvaro Montero Padilla aparece reseñado en el periódico La Nación desde el año 1955 como la cabeza visible del Centro Médico Social, un centro de reuniones cuyo eje es el hogar del propio doctor Montero Padilla, diseñado sobretodo con el gremio médico como meta, en este centro los médicos escuchaban disertaciones de conferencistas y discutían sobre ellas, los temas eran variados: economía, filosofía, historia, etc. Es un centro de lo que en la época se podría llamar con vocación humanista, el programa de conferencias es bastante similar a lo 248 que luego, dos años después en la UCR se le empezará a llamar y agrupar bajo el nombre de Humanidades. Pareciera que el Centro Médico Social no quiere tener inscripción ideológica clara, sino ser una marca abierta vinculada al pensamiento y a la alta cultura. Así el Centro Medico Social, aunque en apariencia “innovador” es también tradicional: la medicina y la historia hacen parte del legado familiar de los Montero. Álvaro Montero Padilla, puede ser considerado parte de los profesionales que encontrarían un espacio social y personal en la modernización autoritaria de los años cincuentas, entre sus logros está dirigir en momentos distintos las organizaciones laborales/profesionales corporativas más importantes del gremio médico: la Unión Médica Nacional y el Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica. El gremio médico se encuentra en expansión por estos años y Montero Padilla aparece en muchas de las instituciones representativas del gremio, participa de la redacción del Acta Médica Costarricense y de los esfuerzos por construir la actual Escuela de Medicina. Sin duda es un profesional relevante y reconocido del gremio médico, un gremio que además tuvo una importante participación política en los años cuarentas. Los médicos-políticos no eran extraños en la tradición nacional, ni en la familia Montero. Pero además Álvaro Montero Padilla, fue diputado de la Asamblea Legislativa entre 1958- 1962 y la presidió en dos periodos 1958-1959 y 1959-1960. Es decir no solo es un médico exitoso, sino que es parte integrante de la élite de los vencedores en la guerra civil. Álvaro Montero Padilla, nació en 1916, es decir tiene 32 años cuando ocurre la guerra civil, el Centro Médico Social se funda en 1955, el mismo año de la última asonada de los calderonistas contra el gobierno de Figueres Ferrer. Es imposible que el padre de Álvaro Montero Mejía llegara en esa década hasta la cúspide política sin haber ayudado y/o apoyado al bando de los vencedores de la guerra. 249 Álvaro Montero Padilla está al frente de la Asamblea Legislativa en los primeros años de la revolución cubana y por tanto en los primeros años de las conspiraciones anticastristas organizadas desde Costa Rica. La hostilidad de la élite política costarricense contra la revolución cubana es de primera hora: hemos citado la polémica del año 1959, entre Manuel Mora y Figueres por la actitud hostil de este último hacia Fidel Castro (Mora, 1980, 307), en el año 1961 se funda el Movimiento Costa Rica Libre, casi todas las principales figuras de la élite económica y política apoyan este movimiento154. El gobierno costarricense rompe relaciones con Cuba en 1961. Álvaro Montero Padilla era aún diputado nacional. Es muy poco probable que Montero Padilla llegara hasta la cúspide del PLN y del parlamento en los años 1958-1960 sin una notable dosis de anticomunismo o por lo menos una notable tolerancia a las prácticas anticomunistas. La revolución cubana que marcó la vida de Álvaro Montero Mejia desde sus 19 años, fue una revolución que fue impugnada desde muy temprano por la élite política de la que su padre era parte. Este hecho notable y llamativo no aparece en las reflexiones sobre el PSC o sobre Álvaro Montero Mejía. En el año 1999, Montero Mejía escribe unas ficciones literarias basadas en su propia vida. El primer cuento está ubicado más o menos en el año 1945/1946, el cuento narra la construcción de la casa familiar: la Casa Grande. Dice el cuento: “La Casa Grande es la más linda del vecindario. (…) Y nuestros amigos han disfrutado las delicias de los patios y la amena conversación de mi padre” (1999, 20), unos párrafos antes señala: “Hace como quince días, mi padre, que es un joven médico, modesto y ordenado, nos comunicó que había llegado a un acuerdo con el propietario y comprado la casa” (1999, 20). 154 Señala Marcelo Nigro Herrero, en un notable artículo sobre el Movimiento Costa Rica Libre: “La estabilidad democrática costarricense antes de 1965 se debió al apoyo del presidente Francisco J. Orlich hacia la política estadounidense en contra de Cuba. Esto condujo a la creación en territorio costarricense de campos de entrenamiento de cubanos anticastristas bajo la tutela del MCRL” (Diaz y Molina, 2017, 154). 250 Si algo destaca de las memorias infantiles de Álvaro Montero Mejía, es que su infancia parece tranquila y privilegiada, contrasta mucho con la infancia de Manuel Mora marcada por el incidente dramático de la partida de su padre a luchar a Nicaragua y la muerte de sus dos hermanas, así como la infancia de Rodolfo Cerdas marcada por la violencia política y por las escasez vivida en el seno un una familia cuyo principal ingreso era la renta de un profesional revolucionario. Montero Mejía presenta una memoria de infancia que no está marcada por la polarización política y la violencia, aunque su padre actúa y participa del lado de los vencedores, del lado de los anticomunistas. El otro aspecto a ser tomado en cuenta sobre Álvaro Montero Padilla, es que fue expulsado del Partido Liberación Nacional; era parte de la élite liberacionista pero cayó en desgracia por una “deslealtad” partidaria. Montero Padilla fue el artífice del primer “Mayo Negro” de la historia parlamentaria moderna del país. En 1959, Álvaro Montero Padilla siendo liberacionista pacta con la oposición de Unión Nacional para poder mantenerse una año más en el cargo de presidente de la Asamblea Legislativa. Lo que conlleva a su expulsión del PLN (Matute, 1996). Allí acaba la carrera política de Álvaro Montero Padilla, aunque no necesariamente su éxito profesional, donde seguirá siendo reconocido. Esta acción política fue la decisiva de la vida de Álvaro Montero Padilla, es una acción que produjo una expresión periodística/conceptual que aún perdura: “el mayo negro” y que a la vez está asociada a las prácticas más desagradables y cuestionables de la representación parlamentaria: la traición, la falta de lealtad, la falta de transparencia, la incapacidad de ser coherente, el interés personalísimo sobre los intereses colectivos. Álvaro Montero Mejía es un referente de la nueva izquierda y de la izquierda política de los años setentas hasta nuestro siglo, siendo su padre un hombre que fue parte de la élite política de los vencedores de la guerra. Los vínculos y las determinaciones sobre esta experiencia vital, no aparecen en las memorias de Montero Mejía, ni en sus reflexiones políticas, tampoco aparece en quienes le adversan. 251 Pero el conocimiento de la experiencia vital del Álvaro Montero Padilla, nos permite ver puntos ciegos del pensamiento de Montero Mejía, el primero es que sus recuerdos de infancia son los de su padre visto como un hombre bueno, modesto, progresista, Montero Mejía no conecta a su padre con la élite política que él mismo adversará a partir de los años sesenta. La imagen del padre bueno no se quiebra nunca, aunque la práctica de ese padre esté asociada a las formas más desagradables del parlamentarismo que el PSC criticará con tanta fuerza como una democracia que solo es “democracia en apariencia, no en realidad” (Montero, 1975, 23). El segundo elemento que llama la atención es que en Álvaro Montero Mejía nunca hay un cuestionamiento o un esfuerzo por comprender qué es lo que realmente pasó en Costa Rica en los años cuarentas: la interpretación de los hechos históricos es extraordinariamente estereotipada155. En el año 1975 en el tope del radicalismo político dice: “Estas reformas [las reformas liberales de 1880-1890] marcan con fuerza la democracia liberal en Costa Rica” (….) “Rafael Angel Calderón Guardia, quien en Alianza con Vanguardia Popular impulsa y realiza las importantes reformas conocidas como Legislación Social de Costa Rica” (…) “Después de la guerra civil del 48 (…) Figueres (…) realizó por su parte otra serie de reformas importantes” (…) “La historia de nuestro país es pues, rica en sus tradiciones reformistas” (Montero, 1975, 27). La imagen del país y especialmente la imagen de los años cuarentas como una sucesión de reformas, (aunque limitadas por el carácter de clase del Estado, diría en esa época) pasará 155 Señalaba en 1978, Luis Fernando Padilla Jimenez al reflexionar sobre el informe presentado por Montero Mejía en el II Congreso del PSC: “Sin embargo es fundamental tener presente que en las conclusiones se dan muchas generalidades donde no se pormenoriza más sobre la composición económico y social de Costa Rica” (1978, 216). La afirmación de Padilla es cierta también para el análisis histórico de esa formación económico-social. Es improbable que se entienda una formación económico social, sino se entiende su historia, como llego a ser de tal forma. 252 luego, ya en el siglo XXI, a ser “el proyecto revolucionario de Mora, Figueres, Calderón y Sanabria” (Montero, 2009). Lo coherente de las dos posiciones es su firme decisión de no comprender el significado profundo de la violencia política desatada en el país desde 1942 y no conjurada hasta 1962. La crítica que Álvaro Motero Mejía realiza en el año 1975 hacia Vanguardia Popular es una crítica que tiene en su centro de ataque el Programa de 1952 del PVP, no hay un cuestionamiento, ni una investigación sobre si los problemas del PVP podrían ser anteriores al periodo de la derrota militar y la clandestinidad. Eso no aparece, ni parece merecer ser indagado. De hecho el análisis de la derrota militar de los comunistas y sus efectos duraderos por veinticinco años es bastante frívola: “ desde hace veinticinco años, la izquierda representa muy poco en nuestro país (…) no creemos que se pueda decir que la izquierda en nuestro país es pequeña porque ha habido represión, o porque no lo han permitido las condiciones de semi-legalidad. Represión verdadera hubo en Vietnam y Vietnam triunfó” (1975, 51). El drama político más intenso que ha vivido el movimiento obrero costarricense despachado en una frase y unos cuantos párrafos. Tendríamos que poner atención a la mezcla de memoria personal y de comprensión política, que se desarrolla en Montero Mejía. La construcción de la nueva izquierda implicaba comprender por qué la vieja izquierda era insuficiente, pero para esta tarea no bastaba una esquema teórico o una consigna estratégica. La teoría tenía que mostrar su fuerza y su terrenalidad al comprender a profundidad la situación concreta de la formación económico social costarricense, de esa comprensión se podrían determinar cuales consignas eran estratégicas y cuales no. Para esto habría que hacer un escrutinio del pasado, para ello la historia de la lucha de clases y de la formación económico social tenían que ser una fuente para la comprensión, una fuente para la teoría revolucionaria, sin la cual no hay movimiento revolucionario (Lenin dixit); nada de eso pasó. Las consignas y las estrategias estaban predeterminadas por el esquema. Pero también la solidez y la continuidad del 253 pasado estaba garantizada, ese pasado era también un pasado familiar, paternal, de “hombres buenos” que se estima necesario mantener. La nueva izquierda, tenía un ancla emocional con el pasado idealizado, así sea por una familia idealizada. (Ver excursos: El juego conquistado un poemario de Maria Montero Zeledón). La rigidez de los planteamientos del PSC y de Álvaro Montero Mejía sin duda podrían estar asociados al problema de ser esquemáticos o abstractos en su práctica política, estos sin duda son defectos y carencias de las izquierdas latinoamericanas, pero también hay un tema personal, efectivo: comprender a fondo el pasado es comprender el papel que personas como Álvaro Montero Padilla jugaron en la derrota de los comunistas, del movimiento obrero y en el fortalecimiento del régimen salido de la guerra, un régimen que tiene el anticomunismo como un valor cultural, un régimen cuya fortaleza tanto en su nacimiento, como en su consolidación implicó muchas veces violencia y corrupción. Determinar este tipo de responsabilidades políticas en quien se considera un padre ejemplar puede ser percibida como una tarea emocionalmente muy difícil, parece preferible hacer un corte abrupto con la historia real, para luego hacer una sutura ideológica. Este movimiento que es registrable con la memoria de su padre, aparece otra vez en la memoria del país. Los puntos problemáticos no se tematizan, solo se hace abstracción de ellos, para luego intentar unir los pedazos separados. Lo que une no es una síntesis de las contradicciones, sino el foro, el pensamiento y la palabra pero sobretodo une que en el fondo las voces del foro son “hombre buenos”, “hombres progresistas”, humanistas . Entre el humanismo filosófico del padre y el humanismo político del hijo hay cincuenta años de idas y venidas ideológicas, pero al final 254 se llega al mismo punto. Veremos esto con más detalle cuando hablemos de la crisis del socialismo histórico. 9.3) Sobre la relación con el marxismo. Al igual que Vanguardia Popular, en Montero Mejía y el PSC se habla de una “ciencia del marxismo-leninismo” (Solís, 1985,58), señala Montero: “Ser revolucionario es tener conciencia del deber de resguardar el tesoro ideológico del marxismo-leninismo, no como un cajón de oro sino como el arma que se protege usándola” (1975, 17). Tenemos entonces: ciencia, tesoro, arma como metáforas conceptuales de lo que el marxismo es. Visto a la distancia llama la atención el nivel de consenso en relación a un aspecto del PSC y por lo tanto del pensamiento de Montero Mejía: que era un pensamiento ortodoxo y acartonado. Para Manuel Solis el pensamiento del PSC: “oscila entre un vocabulario clasista abstracto (…) y las meras estadísticas” (1985, 60); Angel Ruiz define de la siguiente forma los textos del II Congreso del PSC: eran: “ frases marxistas genéricas tomadas prestadas de los textos sagrados” (1984, 129), Para José Fabio Araya el PSC: “ya desde su nacimiento empieza a dibujar un proyecto fundamentado en la ortodoxia marxista-leninista” (1988, 153). Inclusive Roberto Salom, desde la “cocina” de este proyecto político ha de aceptar que los planteamientos de primera época: “tuvieron un carácter especulativo muy acentuado, debido en parte al poco desarrollo de la ciencia social en nuestro país” (1987,107). El argumento del poco desarrollo de la ciencia social, no parece de recibo, pues lo mismo era aplicable a otros contextos latinoamericanos, pero además parte fundamental de la actividad de las organizaciones marxistas clásicas era la producción de esa ciencia social. El PSC no toma esa dirección. 255 Otros dos contrastes valen la pena ser señalados: aunque hay una matriz estalinista común entre Manuel Mora y Álvaro Montero, no obstante en Manuel Mora la rigidez de su esquema teórico iba acompañada por un talento personal y partidario para ser sencillo, para hacerse entender por el pueblo llano. Estas cualidades no parecen estar en Álvaro Montero Mejía y el núcleo dirigente del PSC: su comunicación política se caracteriza como abstracta, ortodoxa, genérica. El segundo contraste es con Rodolfo Cerdas Cruz, así como hay un consenso bastante amplio en reconocer el intento de interpretación, la heterodoxia y originalidad de Cerdas Cruz, asimismo se califica al pensamiento del PSC y de Álvaro Montero como ortodoxo, autosuficiente y cerrado. Nosotros diríamos que esta rigidez es parte de la matriz básica del DIAMAT y de la comprensión estalinista de lo social, este punto teórico y filosófico mantuvo unidos, emparentados a Vanguardia Popular y al PSC, era su vaso comunicate. La terminología rígida, coherente y cerrada del DIAMAT era la lingua franca entre socialistas y vanguardistas. Esto lleva a otro punto de particular consenso: siendo los socialistas quienes más posibilidades tenían de ser una alternativa política a Vanguardia Popular, desde el punto de vista teórico y estratégico nunca fueron sus competidores reales. Señala Angel Ruiz: “En el terreno ideológico el PSC se declara Marxista-Leninista (…) No hay diferencias con el PVP en cuanto a su ideología ni en lo que se refiere a sus objetivos finales” (1984, 127). José Fabio Araya señala: “El Partido Socialista Costarricense (…) no se levanta como alternativo al PVP, sino más bien como complementario” (1988, 153). Finalmente Roberto Salom es categórico y no deja lugar a dudas: “El Partido Socialista no se concibió como una alternativa frente al PVP” (1987, 108) (…) “no [lo] descalificó nunca (…) como organización revolucionaria e incluso pretendió apoyarse en su experiencia” (1987, 110). Pero hay un aspecto teórico que se señala poco aunque es muy patente y muy explícito en el pensamiento de Álvaro Montero y de quienes fundaron y dirigieron el PSC. En realidad 256 el equipo de dirección del PSC tiene dos matrices de pensamiento: el DIAMAT y el cristianismo “de izquierda”(que en algún momento lo igualaran a la Teología de la Liberación latinoamericana)156 . El salto sistemático entre las abstracciones estalinistas y la aceptación de lo dado, pueden estar asociadas a la mixtura, a la amalgama de estos dos patrones de pensamiento que acompañan todo la existencia política del PSC y de la vida intelectual de Álvaro Montero Mejía157. Es importante señalar que es Arnoldo Mora sin duda la figura intelectual que más promovió esta mixtura de cristianismo y marxismo y tiene una extensa obra al respecto, no ha sido posible precisar, si Mora influyó a Montero o viceversa en su lectura del cristianismo, pero si está claro que es una comprensión común de ellos dos y también del PSC . 158 156 En los documentos que hemos estudiado no hay una formulación explicita de las fuentes por las cuales el Partido Socialista Costarricense interpretó al cristianismo como una fuerza revolucionaria en sí misma. Por la forma en la que están planteados los problemas y las inquietudes en los documentos se puede inferir que su mirada esta influenciada por el movimiento Cristianos por el Socialismo chileno y la obra de Giulio Girardi,esto sería coherente con la reivindicación y la influencia del proceso político chileno en el pensamiento del PSC. Compartimos la siguiente valoración de Helio Gallardo sobre este movimiento político: “Una sobrevaloración del impacto del Concilio Vaticano II en la institucionalidad del catolicismo latinoamericano gestó un movimiento amplio, aunque minoritario, al que puede llamarse Teología latinoamericana de la liberación, movimiento del cual su rostro teológico profesional es solo una de sus presentaciones. Con símiles cómodos, si las liturgias se celebraban en el idioma español o portugués, el quehacer teológico vernáculo o nativo podría quizás asimismo competir con las teologías europeas y vaticanas, dominantes hasta ese momento” (Gallardo, 2017). 157 Muy intuitivamente Rodolfo Cerdas Cruz, en la polémica que lleva adelante en 1971 contra Álvaro Montero nota las implicaciones y los problemas de esta manera de razonar y señala: “interpretar de un modo religioso a Lenin, es cuestión, que en cuanto acreencia individual, merece todo respeto. Pero eso ni es ciencia, ni es política, ni marxismo-leninismo. El mundo va al socialismo. Pero en cada país concreto eso puede o no ser cierto. Lo otro, es calvinismo” (Cerdas Cruz, 1971b, 13). 158 Un dato curiosos es que en la hibridación de estas dos formas de pensar jugó un papel llamativo, una figura muy importante para la filosofía institucional y católica costarricense: Óscar Mas Herrera, en un texto de 1970, construye un concepto que sería lo más atrevido que teóricamente produjo esta hibridación, el concepto de “dominación herodiana” para explicar las formas de dominación en América Latina: “La América Latina resulta ser una enorme extensión de tierra, en la cual la falda litoral, representa el asiento de una clase opulenta y el corazón del continente, podrido por la miseria es la otra cara. Pequeños grupos herodianos dominan el resto. Esto no puede dejar impávido a un cristiano (…) Herodes, siendo un semita derivaba su poder económico, político y militar de Roma. Así nuestros grupos opulentos de América Latina son a modo de Herodes, herodianos, porque derivan todos sus poderes de una potencia extranjera, vale decir, de los Estados Unidos” (Cerdas Cruz, R. y Montero Mejía, A., 1970, 8-9). 257 Entonces, el PSC intentó mixturar dos patrones filosóficos: el DIAMAT estalinista y la interpretación del cristianismo como una teoría revolucionaria. Eso curiosamente los volvía simultáneamente superobjetivistas y supersubjetivistas según la ocasión. El objetivismo económico es fácilmente reconocible en los textos del PSC, en 1980 decían: “ El más mínimo error de un diplomático, la falla de una máquina de fabricación soviética, la disidencia de algún inescrupuloso bailarín, alguna falla en el plan de desarrollo económico, en fin cualquier cosa por mínima y ridícula que sea, es utilizada por la prensa reaccionaria y servil del imperialismo, para levantar todo un polvorín a nivel mundial de desprestigio al campo socialista” (…) “ Resulta innegable para cualquier persona honesta el alto nivel de vida de que disfrutan los trabajadores y el pueblo en general de los países socialistas, el último plan quinquenal de la Unión Soviética muestra un incremento real de ingresos por habitante de 14, 1 por ciento (…) el 80 por ciento [de la venta nacional] se destinó a la construcción de viviendas, edificios culturales y mejorara el nivel de vida. Todo ésto sin que variasen los precios de los artículos esenciales, las tarifas del transporte y el alquiler de vivienda, lo cual demuestra la superioridad incuestionable de los programas que rigen la economía del campo socialista” (PSC, 1980, 28) En la antología de Rafael Angel Herra (1991) 159, los razonamientos de Álvaro Montero mantienen el énfasis ortodoxamente DIAMAT, apoyado en el Marx del Prólogo a La contribución a la crítica de la economía política (1859) señala que lo que estuvo mal en el socialismo histórico es que no se cumplió la máxima según la cual el ser social determina la conciencia social, debido que en la URSS y el campo socialista se desarrollaron las fuerzas de producción, se desarrollaron las relaciones socialistas de producción, pero la conciencia socialista no fue la conciencia dominante (Herra, 1991, 229-232). 159 En el capítulo dedicado a la interpretación de Álvaro Montero sobre la crisis del socialismo histórico analizaremos con más detalle este texto y sus alcances. 258 Arnoldo Mora en el mismo libro tiene más bien un enfoque reduccionista y subjetivista del marxismo, el marxismo es básicamente luchar por la justicia: “de este principio ético y humanista Marx infería una consecuencia práctica: la justicia constituye la premisa antropológica para el desarrollo humano” (…) Todo el marxismo histórico posterior se fundará en esta premisa de la prioridad de la justicia” (Herra, 1991, 248-249). Once años antes ambos dos Mora y Montero, habían participado en el III Congreso del PSC, donde una de sus resoluciones señala: “En los momentos que viven actualmente los pueblos latinoamericanos se impone una identificación total del cristiano con la Revolución, fundamentalmente por las razones evangélicas que ésta conlleva: justicia social, amor al prójimo, buenas nuevas a los oprimidos, a los pobres y a los discriminados” (…) “la fe y el evangelio en su esencia, son revolucionarios” (PSC, 1980,15) Ambos cristianismo y marxismo tienen la misma premisa: la justicia como antropología profunda del hombre. Para Montero el marxismo es una filosofía de la historia que dirige el mundo hacia el socialismo a través de la demostración de la superioridad económica del campo socialista. “La geografía no engaña” dirá Montero (Herra, 1991, 227). En el otro caso, en el caso de Arnoldo Mora el marxismo es un principio ético, un imperativo ético: la justicia y el amor al prójimo. El carácter socio histórico de la Iglesia católica y del cristianismo y más aún el carácter socio histórico de la iglesia, la estructura sacerdotal y el cristianismo como ideología en la especifica formación económico social costarricense no va a ser tematizado, ni tratado como un problema a estudiar y comprender160. Esto va atener un efecto ideológico y 160 No es un tema que vayamos a desarrollar en esta investigación, pero si queremos recuperar una idea de Frantz Hinkelammert, que nos parece clave desde el punto de vista teórico, el cristianismo no tiene un concepto de praxis, como si lo tiene el marxismo,: “En este rechazo de la legitimación de la autoridad se 259 político muy marcado: la idealización de la figura de Monseñor Sanabria161. Esta idealización está presente tanto en Arnoldo Mora, como en Álvaro Montero Mejía162. 9.4) La teoría de la revolución social en Álvaro Montero y el PSC. Tanto en el primer como en el segundo congreso del PSC, es decir en el tramo que va de 1972 a 1976, el hecho más destacado del PSC y del pensamiento de Álvaro Montero, es que “trae a un tiempo histórico más próximo” (Solís Avendaño, 1985, 53) la idea de la revolución socialista163. produce la primera secularización de ella. Se produce desde un determinado punto de vista que tiene un lugar preciso en la estructura de clase romana. Se trata de la negativa a la dominación, aunque no haya ningún cuestionamiento político de ella. A través de la dominación —sea del estado, sea de la estructura de clase— se efectúa la crucifixión. La liberación se concibe en contra de la autoridad y la estructura de clase. A partir de la dominación de la estructura de clase Pablo y los otros apóstoles crean sus denominaciones sobre cualquier dependencia interna o externa. Por eso también la obediencia al pecado es esclavitud. Todo es denuncia de la esclavitud, que es efectivamente la dominación vigente de este tiempo. Pero la liberación de esta esclavitud la conciben en términos estrictamente trascendentales que coiniciden con la liberación definitiva del pecado, en el día de Dios. Por tanto, contribuyen al caos que quieren evitar. Hacen insoportable la autoridad, pero rechazan cualquier sustitución de ella a no ser por la venida del Señor. Eso es un impasse. Al rechazar la dominación, no la pueden reemplazar La destruyen, pero se niegan a sustituirla. De hecho, no tienen alternativa. Les falta un concepto de praxis, y su situación histórica no permite desarrollarlo. Denuncian la dominación, mientras las únicas alternativas políticas son alternativas de dominación.” (1981, 187-188). Este tema teórico fundamental si se quiere afirmar pragmáticamente el carácter revolucionario del cristianismo, no es esclarecido en ninguno de los textos de Álvaro Montero o Arnoldo Mora que hemos revisado. 161 Esta forma de acercarse a la relación pensamiento religioso y una posible práctica revolucionaria, también se aleja de las formas más creativas que en el terreno del marxismo han buscado interpretar ese vinculo, por ejemplo la que realiza CLR James (2010) al determinar las relaciones entre la práctica del Vudú y la revolución negra, antiesclavista y jacobina en Haití o bien el vinculo entre herejía religiosa y revolución social que explora Ernst Bloch (2007) al interpretar figuras como Tomas Münzer o Joaquim de Fiore. Ni Arnoldo Mora, ni Álvaro Montero buscaron engarzar las religiosidades negras y/o indígenas con el socialismo o las herejías cristianas con el socialismo. Un autor hispanohablante, conocido en Costa Rica como José Carlos Mariátegui va a intentar justamente ese vinculo(Lowy,1980,99). 162 El análisis de Álvaro Montero Mejía sobre Monseñor Sanabria, lo veremos en el próximo apartado. 260 A diferencia de la teoría de la revolución por etapas del estalinismo (una democrático- burguesa antifeudal y otra propiamente socialista), que fue el modelo con el que siempre pensó el problema de la transformación social el Partido Vanguardia Popular, la aparición tanto del PRA y especialmente del PSC introdujo a la esfera publica de la izquierda el tema de la actualidad del socialismo. La actualidad del socialismo viene de la mano del triunfo de la revolución cubana, no de la experiencia comunista local: “ para muchos de nosotros, no fue esa organización [el PVP] sino la Revolución Cubana, la que vino a colocarnos en la ruta revolucionaria y en la alternativa de estudiar y poseer la teoría que la acompaña” (Montero, 1971, 3) La teoría que había inspirado al PVP y a todos los partidos comunistas latinoamericanos anteriores a la revolución cubana, el PSC le llama “la concepción estratégica tradicional en la lucha liberadora en América Latina” (Montero, 1975, 36). La interpretación de los socialistas es que antes de 1960: “no aparece (…) ninguna propuesta programática que se planteara realmente como objetivo estratégico de la presente etapa, el problema de la toma del poder y la destrucción del estado burgués” (Montero, 1975, 37). 163 Este acercamiento histórico de la posibilidad socialista había ya desaparecido para el año 1980, la ruptura del MT-11 de Abril en el año 1978 y el triunfo de la revolución sandinista en 1979 no radicalizara al PSC, más bien moderara sus objetivos programáticos , en el III Congreso del PSC, se adopta una nueva orientación “el Programa de la nueva reforma social en Costa Rica” (PSC, 1980, 6). En el se afirma una estrategia electoral de conquista del poder político y una concepción que prescinde en los hechos del partido de vanguardia de la clase obrera, por un frente democrático: “En Costa Rica hemos alcanzado un importante grado de unidad que se expresa principalmente en la coalición electoral Pueblo Unido. Hemos caracterizado este proyecto político como el núcleo (…) capaz de promover una unidad que vaya mucho más allá de la militancia de izquierda. Pensábamos los socialistas (…) que Pueblo Unido debe convertirse en la base de la confluencia electoral de todos los patriotas, auténticos demócratas y hombres de ideas progresistas y anti imperialistas de Costa Rica” (PSC, 1980, 9). La hipótesis estratégica era que la burguesía, especialmente el PLN había abandonado su “ímpetu reformista” (Salom, 1987, 132) y que ese espacio político el de las “reformas profundas” podía y debía ser ocupado por la izquierda “Los revolucionarios solemos hablarle a nuestro pueblo del futuro, sin explotación capitalista (…) pero no hemos sido capaces de brindarle un conjunto importante de propuestas de lucha para el presente” (Salom, 1987, 133). 261 Es importante señalar que esta aseveración hecha en el año 1976, es falsa y denota un gran desconocimiento de la historia del marxismo en latinoamérica, aún en las condiciones en las que se podía conocer el marxismo en Costa Rica en los años setentas. Es muy sabido que sino varias concepciones estratégicas, por lo menos diferentes lineamientos estratégicos se pueden encontrar en los textos que la Comintern produjo en sus primeros años para América Latina (donde hay una teoría del entrelazamiento de la lucha antimperialista y las revoluciones en las “dos Américas”), así como en la práctica del levantamiento salvadoreño de 1932 y en el terreno de la teoría y la estrategia en las obras de Julio Antonio Mella y de José Carlos Mariátegui164. El aislamiento nacional no parece ser excusa para desconocer esto, la influencia del pensamiento político cubano en Costa Rica, es notable y rastreable y las obras de Mariátegui eran conocidas por la difusión que de ellas había realizado el Repertorio Americano. No obstante esta ignorancia de la historia del marxismo latinoamericano, es muy acertado decir que en el año 1976, la izquierda política costarricense se encontraba en los años de las grandes preguntas, de las grandes encrucijadas, para el marxismo local: “en Costa Rica no es sino hasta ahora que han comenzado a debatirse realmente los problemas cardinales de la táctica y la estrategia revolucionaria” (Montero, 1975, 16). Sin duda el año 76, visto a la luz de la historia permite ver como se anudaban varios procesos e historias que venían de distintas direcciones y que daban la sensación que algo importante podía cambiar en el país: el agotamiento de la experiencia transformista autoritaria, el desafío de la nueva izquierda al PVP, la irrupción de “huelgas salvajes” en los nuevos conglomerados capitalistas azucareros, la militancia sindical y estudiantil, la radicalización política de la situación centroamericana. Parecía realmente que era el momento de las grandes preguntas. 164“Mella y Mariátegui expresaron posiciones distintas para América Latina de la estrategia esbozada por la III Internacional en su momento de declinación. Incluso, en la mecánica que señalan, presentan muchos aspectos de afinidad con la Teoría de la Revolución Permanente. (…) En este sentido, tanto Mella como Mariátegui sostenían posturas a la izquierda de la IIIº Internacional entre 1926-28, pero sin plantearse una lucha contra el creciente proceso de burocratización y sin elaborar una teoría de conjunto” (2007,117). 262 Para el año 1976, el PSC había logrado desafiar al PVP en varios terrenos, en la campaña electoral, en la participación en las universidades, en el sindicalismo dentro de los empleados públicos, así como en el trabajo comunal y campesino. Parecía que el año 76, era el año para hacer el desafío en el terreno de la teoría revolucionaria, el II Congreso del PSC debía abonar el camino para ello. La articulación específica de problemas y posibilidades hará que este debate discurrirá en el terreno más abstracto, aunque más estratégico de la teoría revolucionaria: en la teoría de la revolución permanente. Aquí habría que realizar un encuadre teórico-histórico. La teoría de la revolución permanente es una serie de debates y polémicas, que han cruzado el marxismo desde su fundación hasta nuestro días, es la polémica que versa sobre las relaciones entre “la democracia” y “el socialismo”, usando el lenguaje de la época cómo se entrelazan las tareas de la revolución democrática con las tareas de la revolución socialista, o dicho de otra formas cómo se relacionan los procesos de democratización con los procesos anticapitalistas y socialistas. El debate se encuentra en el marxismo desde el lanzamiento del Manifiesto Comunista, donde hay una primera formulación de las relaciones entre la revolución proletaria y la democrática, que en principio debía ser la guía estratégica, de los pequeños y dispersos grupos de proletarios y artesanos comunistas que seguían la orientación de la Liga de los Justos, luego Liga de los Comunistas, dice el Manifiesto : “la revolución obrera será la exaltación del proletariado al Poder, la conquista de la democracia”, (Marx, 1974,). 263 La segunda formulación y la que se considera la primera formulación explicita de la revolución permanente es la que señala Marx en 1850: “Mientras la democrática pequeña burguesía desearía que la revolución terminase tan pronto ha visto sus aspiraciones más o menos satisfechas, nuestro interés y nuestro deber es hacer la revolución permanente, mantenerla en marcha hasta que todas las clases poseedoras y dominantes sean desprovistas de su poder” (Marx, 1974, ). El debate luego se trasladó de Alemania a Rusia y se reconocen cuatro etapas de ese debate: 1) el momento del debate entre 1893-1900 con los populistas y los marxistas como actores principales; un debate que consiste en las características del desarrollo social en Rusia. Los marxistas sostenían la inevitabilidad de una revolución democrático-burguesa en Rusia, en contra de la tesis populista que sostenía una revolución “popular” y una “vía ruso de desarrollo no capitalista” 2) el momento de debate entre 1905-1907 donde los “interradios”, los bolcheviques y los mencheviques debaten acerca de las fuerzas motrices de la revolución rusa (a su manera Kautsky y Luxemburgo también intervienen en el debate); 3) luego los debates entre Trostky, Lenin y M.N. Roy sobre el problema colonial en el segundo y cuarto congreso de la III internacional165 entre 1920 y 1922; 4) El debate entre la Oposición de Izquierda y el bloque Stalin-Bujarin (el bloque centro-derecha) en el caso de la revolución china, esto en el año 1927 y en el marco del VI Congreso de la Internacional Comunista y finalmente; 5) el debate sobre la revolución permanente entre Trotsky y Stalin-Radek en 1930 (Trotsky, 2000) Ese debate se re actualiza, sin tanta claridad estratégica como la de los años treintas en los años setentas a la luz del triunfo de la revolución cubana y el castrismo. 165 La hoz y el machete (1986) de Rodolfo Cerdas Cruz examina especial y exhaustivamente esta parte del debate, Cerdas Cruz se inclinará por las tesis conjuntas de Lenin y Roy en el Segundo Congreso de la III Internacional como modelo de la acción estratégica, serán estas lecciones las que traerá a colación en la polémica de 1971 contra Álvaro Montero Mejía. 264 Para la mayoría de la Cuarta Internacional, sin duda el guevarismo era una actualización de la teoría de la revolución permanente, actualización que abrevaba de varias experiencias: “La teoría de la revolución permanente no es nueva en América latina: se la encuentra explícitamente formulada en los textos del Komintern leninista (1920), en los escritos de los fundadores del comunismo latinoamericano (Mariátegui, Mella) y en los documentos del movimiento trotskysta. Pero particularmente en el curso de la década de 1960, a la luz de la revolución cubana y de los escritos del Che, una nueva generación militante va a encontrar en América latina las fuentes del marxismo revolucionario y va, asimismo, a entablar sus combates bajo la bandera de la revolución permanente” (Lowy [Rossi], 1972, 2). Todavía en el año 1967, Nahuel Moreno, uno de los intelectuales troskistas que junto a Pete Camejo166 y Joe Hansen luego encabezaran la lucha contra la “desviación guerrillerista” dentro de la Cuarta Internacional consideraba que Guevara actuaba guiado por la teoría de la revolución permanente: “Guevara, que se jugó la vida cuantas veces fue necesario, hasta perderla, por la revolución cubana y latinoamericana, no tuvo temor de enfrentar y dar respuesta a los problemas más graves planteados a la revolución. Desde la defensa de Cuba hasta la construcción del socialismo en la etapa de transición, pasando por las relaciones económicas entre los países socialistas, no hubo problema de importancia decisiva en la lucha de los trabajadores que Guevara no abordara, para darle una salida: la revolución permanente” (Moreno, 1996,26). Es hasta los años ochentas que empieza a ser contradicha la idea que la teoría de la revolución permanente había sido actualizada por Guevara, Moreno tanto en 1980, como en 166 Los trabajos de Pete Camejo influenciaron la práctica política de una de las últimas organizaciones de la extrema izquierda la Organización Socialista de los Trabajadores, sabemos que esta organización en su serie de publicaciones de propaganda Educación para Socialistas, publicó el texto de Camejo Guevara's Guerrilla Strategy: A Critique and Some Proposals (1972) que tradujo como La guerrilla porque fracaso como estrategia revolucionaria (1972). No hay registros que se produjeran algún tipo de debate entre guevaristas y trotskistas sobre este punto estratégico, tampoco si la participación de los trotskistas en la revolución nicaragüenses les acercó de alguna forma. Si sabemos que los trotskistas costarricenses en sus dos variantes rechazaron el foquismo. No sabemos si la registrable hostilidad de los guevaristas hacia los troskistas-José Fabio Araya habla de “la música del troskismo” (1988, 158)- tiene que ver con algún elemento de debate estratégico o solo con un rechazo a la “ortodoxia trotskista” (Araya, 1988, 158). 265 1984 pondrá mucho énfasis a como los límites de clase del castro-guevarismo y como este carácter de clase será la explicación en ultima instancia de por qué se detuvo, se congeló y retrocedió el proceso revolucionario cubano, pese a que es indudable que tuvo un momento que el guevarismo parecía impulsar un proceso en permanencia de la revolución. Señala Moreno: “las corrientes pequeñoburguesas como el castrismo, que llegan a dirigir un movimiento revolucionario de masas y hasta a expropiar a la burguesía nacional y al imperialismo. Son un sector social distinto a la clase obrera que, al igual que la burocracia, forman parte de la moderna clase media. Nada lo demuestra mejor que el hecho de que tan pronto toman el poder se transforman en tecnócratas o burócratas — estatales o políticos— sin sobresaltos mayores. Si antes de la toma del poder eran una corriente de la moderna clase media que dirigía al movimiento de masas, después de la toma del poder se transforman automáticamente, por su diferenciación específica con la clase obrera, en burocracia” (Moreno, 1980, 60). En 1984 señala: “Ni en Nicaragua sandinista ni en Cuba castrista nunca los sindicatos fueron independientes. Para nada. ¿Por qué? Porque no creen en la clase obrera; creen que tiene que estar supeditada a la pequeñoburguesía” (Moreno, 1984, 42) Cerramos esta disgregación teórica para explicar como planteaban las cosas el PSC y Álvaro Montero Mejía en la primera parte de los años setenta. Para Álvaro Montero: “la construcción del socialismo es la meta” (1971,3) ¿Por qué? La conclusión se desprende del siguiente análisis: “es precisamente el desarrollo de nuestras fuerzas productivas el elemento que exige la liquidación de las actuales relaciones de producción capitalistas, relaciones de producción que se dan en el seno de una estructura capitalista dependiente y atrasada y su substitución por una nueva organización económica que no sea freno, como las actuales sino estímulo real al desarrollo. Esta nueva organización económica será, necesariamente una sociedad de tránsito, ya que ningún tipo de relación de producción capitalista, por novedoso que sea, podrá liquidar en nuestros 266 pueblos el entravamiento producido por el control y la dependencia del capitalismo en su forma imperialista. Brevemente, una vía no capitalista del desarrollo es sólo posible como transito hacia la instauración definitiva de relaciones de producción socialista” (Montero, 1971, 3). En 1976 con algunos matices mantenían la misma posición: “Sólo con la toma del poder se dará inicio la revolución, anti-imperialista, democrático-popular y hacia el socialismo, encabezada por la clase obrera” (1975, 60). Este esquema y esta posición les permitía marcar la diferencia con la teoría de las dos revoluciones que defendía el PVP, pero también demarcarse de la Nueva Democracia de Rodolfo Cerdas Cruz, a la que consideraba una nueva forma de desarrollismo, un “más aca pseudo reformista” (Montero, 1971c, 3) La conquista del poder político por la clase obrera incluía la posibilidad del uso de la violencia armada, Alvaro Montero, en este periódo no realizaba una dicotomía violencia/paz como es frecuente en Manuel Mora, sino que matizaba más el sentido de términos como violencia o militarismo, intentaba situarlos: “El problema del militarismo [solo] puede enfrentarse (…) en virtud del analisis de la sociedad en que se vive (…) Cuando nosotros hablamos de “militarismo” decimos que todo país que quiera liberarse, debe estar forzosamente en la capacidad de mantener su liberación” (…) En el caso de una revolución triunfante (…) el militarismo cobra significado cuando es el arma de las clases trabajadoras. Dentro de una revolución, el militarismo no merece ese término, es sencillamente la fuerza organizada en manos del pueblo” (Cerdas Cruz y Montero Mejía, 1970, 9). 267 Es sin duda un presentación disonante si se le compara con las formas pacifistas que permanentemente tienen los discursos de Manuel Mora, en este periodo. Por ejemplo en diciembre de 1971, un mes despúes de la polémica entre Cerdas Cruz y Alvaro Montero, con la mayoría de la izquierda política y los sectores progresistas imaginado la posibilidad de un Golpe de Estado, Manuel Mora se mantenía una línea marcadamente pacifista, llamando a atemperar los ánimos inclusive a las organizaciones fascistas como el Costa Rica Libre, debía prevalecer la fuerza de la institución y la tradición: “Nuestra línea es clara: defenderemos el orden constitucional y el régimen democrático.(…) Queremos paz y tranquilidad para Costa Rica. No deseamos para nuestro pueblo una nueva guerra civil. Tampoco queremos que una tragedia como la de Guatemala, se nos implante aquí. Los problemas de nuestra pequeña República deben ser resueltos por vías pacíficas y democráticas y eso será posible si todos nos empeñamos en conseguirlo. Me atrevo a hacer un llamamiento (…) a los propios elementos costarricenses del “Movimiento Costa Rica Libre”, para que serenen los ánimos, abran los ojos a la realidad y no cometan el error de empujar a este pueblo a una lucha fraticida” (Mora, 1980, 508). La forma tan no característica que tiene este periodo del PSC, este periodo de radicalismo es probablemente, si seguimos su evolución y su influencia una especie de aclimatación de la Idea Zuche, José Francisco Aguilar Bulgarelli recuerda en su libro que uno de los cinco principios de la Idea Zuche, es la “la autodefensa en la salvaguarda nacional” (1982, 77). La Idea Zuche es una versión extrema y militarista de la idea maoísta que “el poder nace del fusil”, de la “teoría de la omnipotencia de la guerra revolucionaria” (Mao, 1972, 232), la militarización de la sociedad es la garantía de la hegemonía política. Es probable que de allí vean esta formulación tan poco frecuente en la izquierda política costarricense En 1975 se mantiene estas ideas sobre la violencia se mantienen: “la violencia no es otra cosa que la manifestación de las leyes de la lucha de clases cuando sus contradicciones no pueden ser resueltas por medios pacíficos”. En lo que parece ser un contra punto con las 268 posiciones de Manuel Mora dice: “la violencia y la opresión están cotidianamente presentes bajo la forma de la esclavitud asalariada. Esa violencia pertinaz e incesante de la burguesía contra los trabajadores, no la quieren ver los brillantes teóricos burgueses que nos acusan a nosotros de incitar las violencia. Pero tampoco en Costa Rica son las tradiciones democráticas y civilistas o “las nobles tradiciones de paz”, quienes han de convertirse en freno de la violencia armada capitalista contra el movimiento popular” (Montero, 1975, 79). Podríamos hacer un cuadro con los esquemas ahora enfrentados. Álvaro Montero Mejía Manuel Mora Valverde Tipo de País Dependiente Agrario y semifeudal Tipo de Alianza Bloque revolucionario con Frente democrático hegemonía de la clase obrera antimperialista con hegemonía de la burguesía Tipo de revolución Democrática que transita al Democrático-antimperialista socialismo primero, socialista después Meta El Socialismo El progreso y la liberación nacional Vamos llegando a nuestro cierre donde vemos los problemas de este periodo del pensamiento de Álvaro Montero Mejía y el PSC, que como ya hemos dicho habían abandonado para 1980, Pero que creemos sigue siendo un debate importante para la izquierda política. 269 En la revaloración que la tradición trotskista-morenista ha hecho de Guevara, no es la teoría de la revolución permanente lo que separa a Guevara de los PC sino su voluntarismo y su actitud moral: “el Che Guevara murió cuando aún primaba la línea de exportar la revolución cubana por medio de la guerrilla. Por otra parte la imagen del Che está asociada a su valentía, a su desprendimiento de los bienes materiales y a su lucha contra cualquier privilegio personal” (Hernández, 2009, 189). Para Hernández no hay una estrategia distinta entre Guevara y el estalinismo, puede haber una ética distinta, pero no una estrategia distinta. Manuel Solís analizando a sus ex compañeros del PSC decía que de Cuba: “mas que una experiencia (…) lo que se extrae es un ethos, una moral revolucionaria que impele hacia la actividad” (1985, 58). Estos dos criterios nos permiten pensar la debilidad de “los guevaristas costarricenses”. La revolución cubana impulso/inspiró cuatro movimientos intelectual-culturales relativamente duraderos: la teoría de la dependencia, la teología de la liberación, la pedagogía del oprimido y la nueva trova latinoamericana. Si nos fijamos en la experiencia costarricense y referenciamos el guevarismo con la experiencia del PSC, lo que vemos es que no produjo un movimiento intelectual y cultural similar al que produjo la revolución cubana en otras latitudes latinoamericanas. Desde el punto de vista de la investigación social no produjeron nuevas y originales investigaciones bajo la mirada de la teoría de la dependencia, curiosamente si tuviéramos que referenciar a alguien en nuestro país como referente del dependentismo y de la influencia de la revolución cubana en las Ciencias Sociales sería Edelberto Torres Rivas, figura que vinculamos al procesos revolucionario de la Guatemala de Arbenz y la revolución popular sandinista, otro tanto en la cultura, en las ficciones literarias que recrean 270 los años setenta los que aparecen como referentes de la nueva canción son Carlos y Luis Enrique Mejía, nicaragüenses y militantes del FSLN, exiliados momentáneamente en Costa Rica. La relativa autonomía de vanguardia no produjo una apertura a la creatividad y el pensamiento, sino al afianzamiento de los costados más ortodoxos y la comprensión de la lucha política como “lucha de esquemas”. Aunque nosotros podríamos estar de acuerdo con el esquema que presentaba Montero Mejía en 1970, lo cierto es que es un esquema y eso significa que es solamente un trabajo muy preliminar que debe llenarse de contenido a partir de la realidad histórico social. Ese proceso nunca se hizo, el esquema de la revolución socialista luego se modificó ( sin mayor discusión, ni profundización) por otro esquema el de la Nueva Reforma Social, que luego a su vez será removido por otro estema el del “proyecto revolucionario de Mora, Calderón, Figueres y Sanabria”. (Montero, 2009) Aunque el esquema original podía dar pie a pensar en la forma en que los problemas democráticos se entrelazan con los socialistas, ese esfuerzo no se hizo allí donde había material para pensarlo: 1) El PSC dirigiendo la FEUCR en 1975 organiza un Congreso de Mujeres, en 1974 existió un debate parlamentario para modificar el Código de Familia y aumentar los derechos de las mujeres, por ejemplo los asociados al divorcio. Este problema no es tratado por el PSC, de hecho un dato llamativo es la escasa presencia de mujeres dirigentes y referentes entre los intelectuales orgánicos del PSC (ver excursos 2: Las mujeres y la izquierda política). 2) La comisión campesina dirigida por Romano Sancho realizó una de las experiencias más dignas de ser meditadas por la izquierda política, el año de lucha que significó la huelga en el Ingenio Juan Viñas. En un reciente trabajo testimonial, Romano Sancho caracteriza de la siguiente forma la situación del Ingenio: “condiciones feudales, bárbaras, de semiesclavitud; un solo dueño, cinco mil hectáreas, un pueblo sometido, una 271 municipalidad que hacia lo que él [Manuel Jiménez de Guardia] quería, las ciudadelas eran de él, el ingenio, el beneficio… eso le daba poder para que la cosas no se discutieran” (Bolaños y Quesada, 2019, 16). Además agregan sobre la forma de explotación: “Entre las deficiencias pueden citarse: los salarios bajos, las extensas jornadas de trabajo sin recibir dinero por las horas extra, el impago de los aumentos salariales correspondientes y la inequidad de género, pues el salario de las mujeres era menor que el de los hombres por realizar las mismas labores.” (2019, 19) y finalmente sobre como la patronal uso estas formas de dominación para derrotar el movimiento agrega: “Por el contrario, se empleó como herramienta de amedrentamiento debido a la dependencia del trabajador con la Hacienda, pues si el empleado era despedido, no solamente perdía el trabajo, sino también su casa. En muchos casos, el número de miembros de la familia era numeroso, por lo que, a lo largo del conflicto, esta relación de dependencia fue decisiva en cuanto a la participación de los trabajadores en el movimiento” (2019, 21). Este testimonio de un trabajador de base, que posteriormente gracias a los estudios universitarios167 puede dejar su testimonio, es más ilustrativo de las posibilidades, de las grandes preguntas, que muchas de las páginas de los intelectuales orgánicos del PSC. La huelga del Ingenio en Juan Viñas, es citada rápidamente, pero nunca meditada. En nuestra opinión es particularmente interesante porque: 1) Arroja una luz sobre las especificas formas de la explotación en Costa Rica, pues las descripciones muestran como se combina formas muy avanzadas de la producción capitalista, con controles latifundísticos de la tierra y con formas de explotación que se asemejan a la servidumbre, sobretodo por la propiedad habitacional, todo eso sumado a la combinación de explotación con opresión a las mujeres y a los jóvenes que recibían menores salarios. 167 El libro de Bernardo Bolaños Esquivel y Manfred Quesada Méndez El conflicto de la hacienda Juan Viñas (1977): De lo laboral a lo político es el resultado de una investigación universitaria denominada: “Análisis de un conflicto laboral en la Hacienda Juan Viñas: 1976-1977”. No es le producto de una recuperación militante de la memoria de lucha. 272 Es notable la ausencia de dirigentes mujeres en el PSC, pero en la huelga de 1977 en Juan Viñas, llama la atención el rol de Casilda Sancho, quien lleva adelante al organización de las mujeres en el sindicato y el apoyo comunitario de las mujeres en el sindicato. Me parece que este laboratorio social donde se mezcla explotación, opresión y procesos de organización sindical y de mujeres proletarias es una experiencia social pocas veces ocurrida en Costa Rica, una meditación a profundidad sobre este hecho podría haber dejado una marca indeleble tanto en la izquierda política, como en el movimiento de mujeres. Tal cosa no ocurrió y siguen sin estar escritas esas reflexiones tan necesarias. Así mismo las formas que cobra la explotación capitalista en una sociedad dependiente como Costa Rica, son particularmente expresivas en esta experiencia: la debilidad del Estado y de la ley para actuar en Juan Viñas, los poderes discresionales de la familia Jimenez, el carácter mítico de la supuesta “transparencia” de los procesos electorales en Costa Rica. Sobretodo fue el primer esfuerzo y uno de los pocos de intentar organizar a la clase obrera del sector privado de las nuevas industrias, no del proletariado agrícola bananero, donde siempre fue fuerte el PVP. Finalmente y el que consideramos el principal punto, la principal debilidad en el planteamiento del PSC. La relación con las revoluciones centroamericanas. A nuestro entender el principal problema democrático que tienen los países Centroamericanos, es su balcanización: fueron una República Federal que fracasó, pese a los discurso encendidos sobre Cuba y Nicaragua y pese a la participación del PSC en la Brigada Carlos Luis Fallas, en los hechos, y es este un hecho notable, el PSC fue una organización nacionalista, en el sentido de que sus puntos de mira siempre estuvieron circunscritos a las necesidades 273 nacionales, nunca fueron realmente internacionalistas. Decía en 1975: “Nosotros como partido somos una fuerza pequeña y nuestros recurso materiales son limitados. No es mucha la ayuda que en el terreno material podríamos aportarle a los compañeros de otros países” (Montero, 1975, 19). El internacionalismo es entendido como apoyo material, como recursos materiales, no como una estrategia. Por ello es fácil sacar una conclusión nacionalista, aislacionista, que busca doblarse sobre el propio país: “Un movimiento de masas sólido y una organización de vanguardia fundida profundamente con las masas, representa la mejor ayuda la mejor base de una solidaridad activa, moral y material, con otros pueblos y organizaciones fraternales”. Es como somos una fuerza pequeña y sin recursos, no podemos resolver los problemas de la revolución internacional, por lo tanto debemos concentrarnos en nuestras propias fronteras: “el internacionalismo comienza por casa” (1975, 19). Esa sería la conclusión. Esta forma de ver el problema, explicaría porque el conocimiento y la critica de otras experiencias políticas, más allá de las fronteras locales sea tan superficial y acrítico, en el fondo no es necesario participar activamente en el definición de una estrategia global para la revolución social, sólo son necesarios algunos gestos formales y diplomáticos, algunas veces grandilocuentes, pero no por ello menos diplomáticos. Esta contradicción se vuelve particularmente explosiva y en nuestro entender es clave en el declive del PSC, cuando desarrollan su estrategia hacia la revolución centroamericana, porque, y en esto siguen tanto al FSLN como el FMLN, su método de análisis fue un análisis que compartimentaba la revolución centroamericana en cinco procesos aislados nacionalmente. 274 En el segundo congreso el PSC vota una resolución llamada “CENTROAMERICA: la estrategia del imperialismo y la estrategia de los revolucionarios” (Montero, 1975, 83-86) en ella determinan el carácter regional de la estrategia imperialista materializada en instituciones y políticas: MERCOMUN, CONDECA, etc. (1975, 83), también diagnostica la tradición de lucha centroamericanista: Martí, Luna, Sandino (1975, 85) pero la conclusión y la orientación es una orientación formal y nacionalista: “Pensamos los socialistas que debemos encaminar todos nuestros esfuerzos hacia la consolidación de una verdadera unidad revolucionaria, democrática y antimperialista a nivel centroamericano. Sin embargo, esta verdadera unidad solo será realmente conquistada en la medida en que se consoliden las vanguardias políticas en cada uno de nuestros países” (Montero, 1975, 85). De esta caracterización errónea se desprenderán tareas formales: “a los socialistas se nos impone la tarea de desarrollar una política de solidaridad con la lucha de los pueblos hermanos de Centroamérica (…) “la reflexión común y el respeto mutuos, irán creando un verdadera alternativa regional frente al imperialismo y sus lacayos” (Montero, 1975, 86). Claramente esa alternativa no se construyó y solo las pequeñas fuerzas trotskistas inspiradas en el análisis de Nahuel Moreno sobre la revolución centroamericana, intentaron llevar esa estrategia adelante. Los esfuerzos de las organizaciones trotskistas de evitar la compartimentación del proceso revolucionario, fueron derrotadas, principalmente por la política activa del estalinismo y las organizaciones guevaristas. El giro no esperado de la historia fue la crisis del socialismo histórico, que coincidió en el tiempo con la piñata sandinista y la derrota electoral, eso contribuyó a la “retirada de los intelectuales” (Petras, 1990) que explica por ejemplo la evolución de los hermanos Salom hacia el PAC y la evolución de los faenistas y los militantes del COPAN hacia la orbita del 275 PLN, también va a explicar la desaparición del MNR y el PSC, pero también explica el desplazamiento de la mayoría de la izquierda estalinista y guevarista de los años setenta hacia Fuerza Democrática, la organización política que dominará la izquierda en el fin e inicio de siglo, en esta organización todavía Álvaro Montero y uno de los miembros de la familia Mora, Eduardo Mora, jugaran un papel, así como José Merino. Todo esto ocurre antes que surgieran en el siglo XXI los dos organizaciones nacionales legalmente inscritas que actualmente tiene la izquierda política el Frente Amplio y el Partido De los Trabajadores. Pero eso es historia de otra tesis. 9.5) Excursus: “El juego conquistado” un poemario de Maria Montero Zeledón. Queremos aquí hacer una disgresión. Entre 1983 y 1985, María Montero Zeledón, poetisa y escritora, hija de Álvaro Montero Mejía, escribirá un pequeño poemario por el cual será reconocida con el Premio Joven Creación 1985; este verá la luz en 1989. El poemario esta escrito en tono intimista, en él no existe rastro del realismo socialista, como en otros y otras poetisas personal o familiarmente vinculados a la izquierda política. El poemario esta escrito en un periodo donde se articula el recrudecimiento de la guerra civil en El Salvador y Nicaragua, la crisis política de la izquierda costarricense y el momento de mayor exposición política y mediática de su padre:en estos años Álvaro Montero Mejía será diputado por Pueblo Unido y candidato a la presidencia por la coalición Pueblo Unido, en ese momento la entonces adolescente María Montero escribe los siguientes versos que no dejaron de llamar nuestra atención: “ Ay América sé de las palabras que te han hecho célebre 276 de tu historia torpe y estancada en el estertor de sabios conquistadores. Aún no es el momento para darme espacios y escucharte al unísono, otros seguirán perplejos la uniformidad de una muerte tras otra del miedo de los que te aseguran entre paredes y pedazos de humo” (…) “ Ay mi América mi refugio de tierra y silencioso cuánto me dueles cuánto me haces mirar la noche y caminar a oscuras” (Montero, 1989, 54) Hay otro poema que llama poderosamente la atención casi al final del poemario: “No busco nada 277 que no deposite su antigüedad en la palabra que no se declare abiertamente en contra. No busco la repetida entonación del maestro del padre ni la rigurosa trivialidad del orden” (1989, 66). El dolor por el militarismo y el sistema que provoca muerte en América Latina, continua, también el espíritu antagonista que se manifiesta abiertamente en contra de la trivialidad del orden, pero la textura de los versos parece estar más cerca del antagonismo de espíritu anarquista, no es la lucha por un nuevo orden, es la oposición a cualquier orden posible. Llama la atención como no se busca la “repetida entonación del maestro”, la entonación del sistema educativo y universitario, este que en los años setenta fue visto como el punto de apoyo para el proyecto político del padre, en la hija es visto como un lugar triste, enfermo y falso: “En esta Universidad nadie juega a los acertijos. Todos tienen el pecho cerrado por la 278 enfermedad” (1989, 65). Lo más llamativo es que no se busque la entonación del padre. En la jerga de la izquierda política el mote de Álvaro Montero Mejía es “pico de oro”, un mote que puede ser elogioso u ofensivo dependiendo como se le miré, deja una zona gris de incertidumbre que lo conecta con la ironía y con el choteo, tal como lo conceptualizó Yolanda Oreamuno168. La retórica escrita y discursiva de Álvaro Montero es sin duda uno de sus signos personales característicos, también un signo de los textos del PSC. Por eso no deja de llamar la atención este verso de María Montero, el rechazo a esa entonación y a esa tradición. La “dinastía” política, la participación de los Montero en la política no continuara con Maria Montero. María Montero, defenderá su espacio en la esfera pública en otras áreas: la literatura y el periodismo cultural. ¿Cuanto pudo haber pesado el género en esta decisión? Es algo que queda por investigar, lo que sí es un hecho es que son los varones de la familia Montero los que participaron de la vida política. En El violín en el campanario, Montero Mejía describe a su madre de la siguiente manera: “Mi madre se ha mostrado como siempre, serena, acogedora, inteligente, y oportuna en sus comentarios” (1999, 20). Parece más la descripción de una mujer dulce, pero preocupada por los aspectos de la vida “de la puerta hacia adentro”. ¿Es la opción de Maria Montero un esfuerzo por salir de la domesticidad de la abuela y el linaje políticos de los padres y los abuelos? Es otro aspecto a reflexionar. 168“El choteo es un arma blanca, ¡blanca como una camelia!, que se puede portar sin licencia y se puede esgrimir sin responsabilidad. Tiene finísimos ribetes líricos, de agudo ingenio; sirve para demostrar habilidad, para aparecer perito, para ser oportuno, filosófico y erudito. Afecta características distintas: es empirismo sociológico, y empirismo freudiano. Además, contra tan fina y elegante arma no hay defensa. Usted la encuentra esperándole en la boca de su mejor amigo, en la mano de su colaborador, en el periódico matutino y en el vespertino; en todas partes. Y lo que es más: usted es corajudo, sutil y llama “al pan, pan y al vino, vino” si la sabe usar con acierto. Tiene la ventaja indudable de que usted no necesita respetar a nada ni a nadie, y que no se requiere mayor profundidad para su ejercido. Creo que es el único tecnicismo verdadero de que podemos alardear y sus “profesionales”, los solos expertos en que abundamos” (Oreamuno, 1961, 20). 279 Lo que sí esta claro es que la generación de Maria Montero, la generación nacida en la primera parte de la década de los setentas, será la generación de la ruptura en la izquierda política, son adolescentes cuando se desploma el estalinismo. En la mayoría de organizaciones políticas de izquierda hay una especie de bache entre la generación influenciada por la revolución cubana y la nicaragüense y la generación influenciada por el movimiento antiglobalización, ya en nuestro siglo. ¿Son los versos de Maria Montero la expresión poética de esa generación ausente en el continuo de la izquierda política? 9.6) Excursus 2: Las mujeres y la izquierda política. Otro hecho a meditar es que parece que las personalidades de izquierda mujeres han quedado conectadas con un reconocimiento en la esfera de lo cultural. Este reconocimiento podría ser inducido y no necesariamente deseado como en Carmen Lyra o buscado activamente como en Emilia Prieto. El PVP tiene un importante grupo de personalidades mujeres que asociamos al mundo de la cultura y la literatura: Carmen Lyra, Emilia Prieto, Luisa González, Virginia Grutter. Pero también encontramos mujeres en puesto de responsabilidad política: Addy Salas en las finanzas del CC del PVP o de responsabilidad teórica: Isabel Wing Ching en el equipo editorial que dirige la Revista Trabajo. También encontramos mujeres en labores de combate militar: Yamileth López. Es curioso que las organizaciones políticas de la nueva izquierda tuvieran una estela más reducida de personalidades mujeres, que los comunistas. En las publicaciones del PSC destaca sobretodo Flora Ovares, un mujer que también quedará asociada a la cultura y la literatura. 280 La idea de que la izquierda política de los años setentas era machista, se ha convertido en un saber convencional, pero a nuestro entender esta afirmación cierta y que sin duda tiene una gran importancia política, es solo una afirmación que permite el inicio de una indagación más profunda: ¿Si todos las organizaciones políticas eran machistas, en que sentido lo eran? ¿con qué grados? ¿con que racionalizaciones? ¿Si los comunistas eran la organización más ortodoxa, por qué las mujeres comunistas parecen haber tenido más espacios políticos que las mujeres en las organizaciones de la “nueva izquierda”? ¿Como se entrelaza la historia de la izquierda política y la historia de la conquista de los derechos civiles de las mujeres? Si es que lo hace. Todas estas son preguntas abiertas que necesitan un estudio detallado y sistemático. 9.7) Álvaro Montero Mejía y la crisis del socialismo histórico. Entre 1991 y 2007 Álvaro Montero Mejía analiza la crisis de socialismo histórico en tres textos que consideramos claves para comprender su interpretación. Los textos son El Marxismo y la actualidad que se encuentra en la colección de ensayos realizada por Rafael Angel Herra (1991, 224-238), el capitulo final de su libro El mundo desigual. Ensayos frente al neoliberalismo (1996, 113-147) que es básicamente el mismo ensayo de 1991, pero aumentado y afinado en algunos aspectos políticos y programáticos y finalmente una entrevista a profundidad que le realiza Enrique Ubieta en el año 2007, poco antes de la realización del referéndum sobre el TLC y publicada por Julio César Guanche en el segundo tomo del libro Por la Izquierda (2007, 272-292) Una dificultad para aprender el núcleo de la interpretación de Álvaro Montero sobre la crisis del socialismo histórico es que los textos donde analiza el problema están cubiertos de manera abundante por una cierta retórica que hace difícil su comprensión, por ejemplo esta rodeado de frases que en general todos estaríamos de acuerdo: “el marxismo no es un dogma” (Herra, 1991, 224), el marxismo es un “método que arroja luz en la complejidad de los acontecimientos [pero que exige] una activa y permanente discusión (…) sin 281 oráculos, sin cenáculos, sin inapelables iluminados, sin intérpretes oficiales” (1996, 118), tampoco busca: “confeccionar recetas” o construir una “verdad inapelable” (Herra, 1991, 225) Hay muchas aseveraciones de este tipo, parecen ser necesarias para mostrar la necesidad de la originalidad interpretativa, etc. Llama considerablemente la atención la repetición de estos temas, muchas veces da la sensación que en realidad es algo de lo que se carece o de lo que se ha carecido y por lo tanto, a lo que se aspira. La presentación retórica parece querer buscar un acercamiento con el lector, parece buscar facilitar que el lector este de acuerdo con el autor, en la medida en que: ¿quién defendería que su pensamiento es un dogma o constituye un dogma? O bien ¿quién defendería una institución que es la autoridad inapelable en materia de interpretación? ¿quién estaría dispuesto a defender una “visión eclesiástica de los alcances de la teoría social” (1996, 116)? Es decir ¿Quién desearía tener una Biblia y un Papa, como referentes teóricos? El tema es que esta retorica parece querer ocultar un hecho que se acepta con vergüenza: que no se tiene una explicación teórica acabada, que no se quiere llegar hasta el fondo de los hechos: “No es oportuno ahora analizar todas las razones que provocaron la quiebra práctica del postulado [del materialismo histórico]” (Herra, 1991, 231), señalaba Montero Mejía en 1991 y cinco años después volvía a asegurar: “no pretendemos incursionar en las innumerables explicaciones que, con toda seguridad, están involucradas en estos acontecimientos. Porque hechos de tanta envergadura, constituyen giros determinantes en la historia humana y no pueden explicarse recurriendo a simplificaciones o reducciones arbitrarias” (1996, 113) Obviamente no se puede revisar un sinnúmero de explicaciones, pero se pueden revisar las fundamentales o más precisamente las fundamentales para el pensamiento de la izquierda política, también obviamente no se puede explicar con simplificaciones, pero debe existir una forma sencilla de explicar un fenómeno complejo. Porque la explicación sencilla y más aún la simplificación, el esquema es solo posible cuando hay una comprensión bastante acabada y coherente del fenómeno. 282 La obviedad de no decir todo, pero tampoco decir simplificaciones esconde un hecho que sí es notable: la perplejidad. La perplejidad que pone en tela de juicio la ideología que se había sostenido hasta ahora sobre el mundo y la perplejidad que pone en tela de juicio la propia experiencia vital: “todos hemos sufrido las consecuencias del derrumbe [ de la URSS y del campo socialista]. Muchos nos hemos visto obligados a modificar y examinar los conceptos del quehacer político y a revisar en profundidad métodos y planteamientos” (1996, 130). Montero denomina esto la “paradoja Walesa” (Herra, 1991, 235) (Montero, 1996, 136), ¿En que consiste la paradoja Walesa? En la paradoja de la “dictadura del proletariado”, que allí donde el poder dictatorial se ejercía en el nombre del proletariado, este no solo no defendió su Estado, sino que contribuyó activamente a acabar con él, “cuando por primera vez en la historia moderna de Polonia un obrero respaldado por su clase, se apresta a asumir la jefatura del Estado como resultado de una decisión democrática, es con el propósito de terminar de hundir la proclamada dictadura del proletariado y restaurar el capitalismo” (1996,136). Este es la clave del análisis de Montero, para él la crisis del socialismo histórico es una paradoja, por lo tanto una tragedia sin solución progresiva, eso marca un poco el talante trágico de sus textos y de su conclusión de tono sartreano: “estamos condenados a luchar” (1996, 146). El problema de esa aseveración en principio libertaria y cargada moralmente, tiene el problema de no ser cierta: los seres humanos luchan cuando perciben que en esa lucha por desesperada que sea hay un futuro, que la lucha es una salida169. Por lo tanto se ocupa un mínimo discernimiento, para seguir luchando. Parece implicar en el texto de Montero, que debemos seguir luchando aunque no entendamos por qué desaparecieron las instituciones que hasta hace pocos años se consideraba la meta principal de la lucha. 169“El contrato por tiempo indefinido del obrero de oficio funda positivamente la creencia en un porvenir por el cual vale la pena luchar porque, al fin y al cabo, sólo se pelea por un futuro cuando se sabe que hay futuro.” (García Liniera, 1998, 357). 283 El argumento no suena convincente, parece más bien el cierre del cuento El traje nuevo del emperador de Hans Cristian Andersen, lejos de buscar las razones de por qué se esta desnudo en la plaza, la instrucción es seguir la procesión170. El punto central de la perplejidad de Montero está en esta frase, que es la síntesis de su análisis: “ [ El derrumbe del campo socialista] es una derrota estratégica contra el pueblo, con el apoyo entusiasta de los pueblos” (Herra, 1991, 229). La conclusión es obvia los pueblos actuaron en contra de sus propios intereses, los pueblos cometieron un suicidio histórico, eran inconscientes que estaban caminando hacia el precipicio. Montero hace una advertencia cuestionando la sobrevaloración de las transformaciones en la base económica: “Por eso a nuestro juicio resulta incompleta la discusión sobre los éxitos, en muchos caso innegables, que aquellos países lograron en el campo de la justicia social” (Herra, 1991, 231) en otro texto profundiza aún más: “Por eso creemos que se insistió demasiado en la importancia de las transformaciones económicas en los procesos socialistas contemporáneos y se menospreció la significación e importancia del factor conciencia” (1996, 134). A Montero le parece que los socialistas sobrevaloraron las conquistas sociales, los cambios en la base económica pero despreciaron la conciencia que solo estaba “en apariencia adherida al proyecto revolucionario” (Herra, 1991, 230), no lograron ver la “radical inversión de los valores” (1996, 123) que operaba en el socialismo real. Allí donde las formas estatales deberían haber expresado “contenidos históricos, tradiciones, experiencias revolucionarias y sociales propias” (1996,123) terminaron expresando “rígidos moldes encargados de presentar una fachada sin esos contenidos” (1996). La caída del socialismo real: “solo puede explicarse por la prolongada acumulación de vicios originarios y fallas 170“Aquello inquietó al Emperador, pues barruntaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola” (Andersen, 1994, 16). 284 crecientes, que ocultas tras un exhaustivo maquillaje, minan desde dentro todo el andamiaje” (1996, 126). La imagen que transmiten las metáforas conceptuales que usa Montero Mejía es la de una casa podrida o una casa derruida, solo formalmente con apariencia de casa pero que sus cimientos estaban podridos, la conciencia socialista era la pintura de un andamiaje que parecía sólido pero que estaba podrido por dentro. El maquillaje remite a la misma metáfora, pintura y adorno para esconder el verdadero rostro, la verdadera fealdad en este caso. La podredumbre/fealdad era ideológica, no material, el cuerpo material (las relaciones económicas) parecen sanas, pero el alma está podrida, adulterada, invertida. Fue la inversión en los valores y la ausencia de “modificaciones apreciables en la conciencia de las mayorías”, las responsables del colapso brutal y definitivo (1996, 137). Era una podredumbre del alma. Encontramos aquí un tema que acompañó desde temprano al Partido Socialista y a Álvaro Montero, las explicaciones de tipo religioso o de carácter similar al razonamiento religioso son detectables y determinables, para quien lee sus textos desde fuera de esta tradición. Es importante señalar que desde muy temprano el Partido Socialista señaló la similitud de objetivos entre el marxismo y el cristianismo ( Cerdas Cruz y Montero Mejía, 1970, 8-9), el aprecio de Montero por la teología latinomericana, el catolicismo social y las encíclicas papales ha sido siempre expreso171, así como su admiración y valorización de Monseñor Sanabria172 . 171 La más justa interpretación de la realidad por la que aboga Montero Mejía necesitaría del cristianismo papal y la teología de la liberación “en primerísimo lugar” (1996, 118). No podemos olvidar que el texto es escrito en 1996 por lo tanto del Papa que habla montero es Karol Wojtyla, hombre que junto con Reagan y Thatcher fueron el “comité ejecutivo” de la lucha contra el comunismo internacional en los años ochentas. 172 En 2009 en polémica abierta contra José Merino, Montero Mejía hacia un llamado para que la izquierda abandonara el “guetto”. Montero abogaba por un frente común entre el Frente Amplio y los partidos Acción Ciudadana, Alianza Patriótica e Integración Nacional, de quién él mismo era candidato. Para abandonar el “guetto” la izquierda debería: “continuar y profundizar el proyecto Revolucionario-Democrático de Calderón, Mora, Sanabria y Figueres” (Montero, 2009). 285 Así que la respuesta a la crisis del socialismo histórico, a la “paradoja de Walesa” parece tener un cariz o una explicación muy similar a la religiosa: “los partidos comunistas de cada país asumieron, como una responsabilidad propia, la tarea de edificar sociedades democráticas, regidas por métodos y formas que garantizaran su carácter de clase, es decir, presididas por gobiernos de los trabajadores manuales e intelectuales y cuya labor se orientara a la instauración de relaciones de producción socialistas. Pero lo hicieron sellados por un pecado original de graves consecuencias” (1996, 136). El pecado original, el alma podrida, el maquillaje, el alma y el cuerpo, la riqueza y los valores. Si uno va hilando la explicación aparece una explicación idealista asociada a la conciencia que es la que explica en último instancia los fenómenos, esa explicación idealista pese a su exterior marxista, es muy similar a la explicación religiosa: el alma libre en un cuerpo pecador, en una naturaleza caída. Estamos condenados a ser libres y a luchar en un mundo que no siempre podemos entender (¿En un Valle de lágrimas ideológico?) y donde los mejores proyectos civilizatorios se desvían y se pudren por la presencia de ese pecado original que reside en el alma, en la conciencia: “ la batalla social que no se gana en la conciencia, no se ha ganado del todo” (1996, 137). Por eso curiosamente en la lectura de Montero el principal problema que tenía el socialismo histórico es que era muy similar a una Iglesia, una doctrina oficial, un papado, unos interpretes en ultima instancia de lo correcto de la doctrina y unas disputas teológico- hermenéuticas por el sentido de la frases: “los regímenes amparados en el marxismo se atribuyeron, gracias al protagonismo teórico iniciado por Stalin en la URSS, la capacidad absoluta, infalible, de la exégesis” (1996, 114). El segundo escollo sería: “la dificultad de reinterpretar algunas de las tesis fundamentales sin caer en la interminable discusión de enfrentar interpretaciones con interpretaciones” (1996, 114). Es decir hay una iglesia con un Papa que tiene la interpretación en última instancia y mover o criticar alguno de los principios (¿de los dogmas de fe?) desata una batalla hermenéutica y con ella probablemente un cisma. 286 El cisma, la desunión es uno de los elementos más indeseables para Montero Mejía quien desde muy joven siempre se concibió como un luchador por la unidad, nosotros podríamos decir que la mayoría de sus meditaciones políticas están marcadas por el deseo de la unidad. Montero en 1975 decía lo siguiente en polémica con el PVP: “Recordemos ahora ante aquellos que sólo veían en nuestras intenciones el deseo de dividir, podemos afirmar con pleno fundamento, basándonos en los hechos, que el Partido Socialista Costarricense constituye, hoy por hoy, un ingrediente indispensable en cualquier proyecto de unidad de fuerzas democráticas progresistas y revolucionarias. Más aún, nuestro Partido ha sabido apreciar justamente que un poderoso movimiento unitario del pueblo, no puede ser solamente, la unidad de algunos nombres prestigiosos en la vida nacional” (Montero, 1975, 12), 21 años después la idea de la unidad sigue siendo central: “¿No ha llegado el momento, forzado por la historia, de unir bajo la bandera de un nuevo humanismo a todos los hombres y mujeres que se niegan a dejarse aplastar por la maquinaria implacable del hipercapitalismo de nuestros días” (1996, 124). Para Montero la bancarrota del socialismo real sobreviene cuando: “interpretes, actores y jueces son siempre los mismos individuos” (Herra, 1991, 227) es decir cuando se es juez y parte, cuando hay un tribunal eclesial que actuá como Iglesia, pero que también se juzga a sí misma e interpreta lo correcto de su doctrina. La Iglesia como decíamos tenia un papado: “el Secretario General o gobernante de turno era proclamado y citado como teórico y sintetizador de la experiencia social” (Herra, 1991, 236). Aquí obviamente tenemos una paradoja que Montero nunca tematiza, él siempre ha considerado al pensamiento social de la iglesia católica, sobretodo de la iglesia católica costarricense como parte integrante del pensamiento social avanzado costarricense, como parte de un proyecto revolucionario. Sin embargo Sanabria fue el jefe de la iglesia católica costarricense y por lo tanto parte de una institución que tiene todas las características que facilitan la construcción de “cascarones sociales”, de interpretes legítimos, etc. 287 La alianza de Sanabria con los comunistas y el gobierno en 1943, que Montero siempre coloca como el ejemplo clásico del pensamiento original, que muestra el “antidogmatismo” de Mora, la “sensibilidad” de Calderón y el apego a los “fundamentos de la caridad cristiana” de Sanabria (1996, 126) y que es el mejor ejemplo de la “forma peculiar de ser” (Guanche, 2007, 289) de los costarricenses. No es examinado con los criterios que Montero ha postulado como las garantías de un pensamiento emancipador: la libertad interpretativa, la independencia frente a las versiones oficiales y las sanciones teóricas legitimas. La verdad es que al menos en dos de los componentes de la alianza: los comunistas y la Iglesia, estaban actuando en perfecta coordinación con sus propias tradiciones teóricas y sus propias organizaciones internacionales, ambas debidamente jerarquizadas y sancionadas. Cuando el 14 de junio de 1943, Sanabria le responde a los comunistas sobre si existe alguna objeción de conciencia para que los ciudadanos católicos colaboren o concierten alianzas con el recién fundado PVP (Rodríguez Vega, 1980, 312), la respuesta de Sanabria es ortodoxa en la doctrina y ortodoxa en el respeto a la institución y a su jerarquía: “después de maduro examen y serena reflexión, y con el acuerdo del Excmo. Señor Obispo de Alajuela. Mons. Juan Vicente Solís, y del Excmo. Señor Obispo de Limón, Monse. Juan Odendhal, y previa consulta a todas las personas a las que por derecho debo consultar en los asuntos y negocios de mayor importancia (…) La posición invariable que en mi condición de arzobispo debo mantener en relación con los problemas y cuestiones sociales en general quedó bien definida en los párrafos de mi Carta Pastoral del 28 de abril de 1940, dedicados a la cuestión social, ysobre todo, bien definida está en las Encíclicas Pontificias Rerum Novarum y Quadragesimo Anno (…) todas y cada una de las palabras de la presente, quedan desde ahora sometidas a la autoridad superior y juicio supremo de la Santa Sede” (Rodríguez Vega, 1980, 313). En febrero de 1944, el Vaticano sanciona y aprueba lo actuado por Sanabria (Solís, 2006, 101). 288 Lo mismo por el lado de los comunistas, el 15 mayo de 1943 se produce la disolución de la Internacional Comunista: “Partiendo de las consideraciones ya citadas, y teniendo en cuenta el crecimiento y la madurez política de los partidos comunistas y de sus cuadros dirigentes en los diversos países, y considerando, además, que durante la guerra actual, una serie de secciones plantearon la cuestión de disolver la Internacional Comunista como centro dirigente del movimiento obrero internacional, el Presidium del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, imposibilitado, a consecuencia de la guerra mundial, de convocar un congreso de la Internacional Comunista, se permite someter a la aprobación de las secciones de la Internacional Comunista la proposición siguiente: Disolver la Internacional Comunista como centro dirigente del movimiento obrero internacional, liberar a las secciones de la Internacional Comunista de las obligaciones derivadas de los estatutos y resoluciones de los congresos de la Internacional Comunista” (Claudín y Semprum, 1970, 166). La disolución ocurre poco antes de la Conferencia de Teheran y hasta nuestros días ha sido leída como un claro gesto de la dirección estalinista de mostrar su sinceridad en la Alianza Antifascista, de mostrarle a las potencias occidentales que los comunistas no intentarían llevar adelante un levantamiento. Gerardo Contreras señala: “La disolución de este macroorganismo internacional, le permitió a los partidos comunistas un margen amplio de autonomía” (2006, 48). Algunos pensadores comunistas como Contreras (2006, 51) y Ferreto (1984, 81-82) consideran este periodo es un periodo “revisionista” es el periodo del browderismo, es decir de la influencia decisiva de la interpretación que el Secretario general del Partido Comunista de los Estados Unidos, Earl Browder tenía de la orientación de Unidad Nacional Antifascista materializada en la Conferencia de Teheran. En la historia oficial del movimiento comunista el browderismo se considera una “desviación” probablemente la única que han aceptado globalmente los comunistas latinoamericanos. 289 No obstante la posición supuestamente revisionistas de Browder, esta tuvo una notable influencia en los partidos comunistas latinoamericanos y caribeños como el Partido Comunista de Costa Rica, Cuba y Colombia, no era una posición extravagante, se desprendía de las orientaciones que venían del centro moscovita y de la recién disuelta Tercera Internacional173. En ese sentido Mora Valverde actuaba también apegado a la ortodoxia doctrinaria y al ortodoxia institucional174 Hay pues un punto ciego, una contradicción: para el pensamiento social de la iglesia, la estructura eclesial no es un problema, es una virtud, para el socialismo si es un problema es la fuente del pecado original. La solución para Montero de este problema, que él estima es el problema central es la apertura, el pluralismo interpretativo, la búsqueda de la verdad y la realidad: “No se requiere una nueva interpretación de Marx, sino una más justa y adecuada interpretación de la realidad” (1996, 118). Esa capacidad para interpretar adecuadamente la realidad pasa por dar por bienvenido: “todo el pensamiento universal (…) sin descalificar o prejuzgar sus alcances y su valor” (1996, 117) dentro de este pensamiento universal incluiría: 1) “los datos de las ciencias sociales del hoy”. 2) “las elucubraciones de notables filósofos y pensadores de nuestro tiempo” y 3) El cristianismo papal y la teología de la liberación 173Señala Jorge Abelardo Ramos: “Browder, justamente como funcionario comunista que actuaba en el corazón de la metrópoli del capital, reflejaba mejor que ningún otro burócrata la degradación política y teórica a que había conducido la Internacional” pero media vez se rompió el pacto Stalin –Truman e inicio la Guerra Fría “había que buscar un cabeza de turco y en este caso no había una cabeza de turco mejor que una cabeza norteamericana” (1968, 564-565). 174En la extensa entrevista que le realiza Enrique Ubieta en 2007, este le señala a Montero que en los años cuarenta el Partido Socialista Popular de Cuba realizó una alianza similar a la que Montero presenta como una “alianza inédita”. Ubieta tiene razón los cubanos y los costarricense fueron de los partidos que más siguieron “al pie de la letra” la orientación browderista. No lo hicieron por originales, sino por lo contrario por ortodoxos. Ferreto señala en sus memorias que el Partido Socialista Cubano, siempre fue una fuente de influencia en los comunistas costarricenses. Usando el lenguaje de la época y de la militancia comunista: “eran los que daban la línea”, lo suficiente como para cambiar una orientación electoral (1984, 56-57). La existencia de otras “alianzas originales” entre los comunistas caribeños de este período no quiebra la imagen de país excepcional que tiene Montero. 290 (1996). En el caso costarricense Álvaro Montero construye otra triada: el pensamiento socialista, el pensamiento socialdemócrata y el socialcristiano (Montero, 2009). Aquí tendríamos una especie de hegelianismo, pero de hegelianismo mal entendido donde la verdad es el todo, es la suma de los pensamientos humanos, pero esta suma es una suma caótica, sin jerarquía y sin síntesis o mas bien con una síntesis de confunde aún más: el nuevo humanismo. Aunque nuevamente en principio suena bien que haya una unión de todos los pensamientos, sigue habiendo un aspecto que Montero no responde: ¿Quién realiza esta unión? En la tradición marxista clásica por ejemplo la teoría no se vota, se usa para interpretar la realidad es decir en ningún congreso de la Primer Internacional se votó que la teoría obrera era la que estaba presente en El Capital, lo que se vota son los documentos políticos y los programas. Que son síntesis políticas del pensamiento teórico. El pensamiento político de izquierda que intenta sintetizar la realidad debe nutrirse de los avances de las ciencias sociales y naturales, pero también para realizar esa síntesis debe combatir las ideas o mejor dicho las ideologías que vienen de otros campos del pensamiento humano. La materialización de este proceso es una política y una programa, estos elementos son los que le dan carácter concreto al pensamiento. Creemos que en este aspecto Montero se equivoca la unidad, la unidad popular, es decir la agregación de demandas y necesidades de los sectores populares, no viene de la tolerancia pluralista a los distintos sistemas filosóficos y de pensamiento, de hecho la tolerancia pluralista lo que supone es la desunión, no la unión. La tolerancia supone la desunión hasta el nivel atómico, individual, hasta el nivel de la conciencia egoísta y solipsista. La “unidad popular” solo puede ser la unidad de la política y del programa, que es la comprensión común de las tareas que se plantea el movimiento de masas o el movimiento popular. 291 Dicho en sencillo lo que garantiza la unidad en la acción de los cristianos y los comunistas no es si ambos “respetan la dignidad de la persona humana” que es un valor filosófico, lo que garantiza la unidad es el acuerdo político que las iglesias deben estar separadas del Estado y que las tierras de la iglesia deben ser propiedad de quien las trabaja, justo como toda la tierra. Tener acuerdo en un valor filosófico, no garantiza la unidad en la acción, ni la comprensión común. Por esto en la tradición marxista pese a que hay una variedad grande de teorías sobre distintos aspectos de la vida social, lo que calibra la evolución, regresión, estancamiento o síntesis del pensamiento son los congresos de sus organizaciones, de sus instituciones es decir los congresos de las organizaciones sindicales, cooperativas, partidarias o internacionales y su concreción en forma de resoluciones políticas es lo que permite la síntesis y la unidad del pensamiento o bien es lo que permite calibrar cuándo se han cometido errores, desviaciones, malas interpretaciones. Eso explica por qué en los primeros años de la Internacional Comunista, los congresos era anuales, conforme el estalinismo surgió y tomó control de las organizaciones obreras los congresos se fueron espaciando en el tiempo y vaciando de contenido. Hasta volverse en momentos rituales. Ya con el estalinismo triunfante la síntesis de la política se realiza en otro lado: En el buró político y muy especialmente en la mente del Secretario General. Si revisamos la historia del marxismo clásico veremos, por ejemplo, que el Manifiesto Comunista surge en el proceso de organización de un Congreso, del segundo congreso de la Liga de los Comunistas, el ¿Qué hacer? está pensado como preparativo para la lucha ideológica en el segundo congreso del POSDR, el debate sobre el revisionismo ocurrió también en los congresos del SPD y de la Segunda Internacional. Todos esos debates acabaron, derivaron en resoluciones y acuerdos. ¿Cual es nuestro punto aquí? Que las síntesis del pensamiento, sobretodo del pensamiento asociado a la lucha revolucionaria, no son las síntesis de un individuo o de un intelectual, 292 esta forma de entender el problema es más cercana a la actual cultura universitaria, a la idea de autor o del intelectual como centro que produce la síntesis, también es más cercana a la idea de “el especialista” que promueven las empresas de comunicación. En la tradición marxista el pensamiento se sintetiza a través de las instituciones que las clases sociales subalternas y las organizaciones revolucionarias han construido a los largo del tiempo y de la lucha. A la vez estas instituciones son la materialización de estos pensamientos. Las instituciones y sus prácticas en forma de costumbres, tradiciones, reconocimientos e interpelaciones, lo que en lenguaje convencional se llama: la tradición del movimiento obrero o la tradición del movimiento socialista es en realidad lo que permite que tenga sentido la idea de una “conciencia socialista”, es su materialización. La conciencia socialista es una conciencia política, materializada en un programa que es asumido por individuos que tienen una comprensión mejor o peor de la teoría socialista, pero comprenden las tareas comunes que se desprenden del análisis de la realidad y cómo ese análisis se concreta en políticas, instituciones, costumbres, sacrificios, etc. En toda la lectura de Montero, lo que pareciera es que la síntesis de todos estos pensamientos recaería en la mente de Álvaro Montero, otra vez Hegel, pero mal: la historia de la humanidad recapitulada en la cabeza de un pensador, de un individuo. Hay otro aspecto que es problemático en la forma en que Montero encara el problema, cuando afirma que hay que recibir los pensamientos sin “prejuzgar su alcance y su valor”. La frase suena bien y sería algo que en principio todos estamos de acuerdo, pero que es falso. La frase es una renuncia a la teoría de la ideología como tal y esta teoría es justamente uno de los aspectos más creativos de la teoría marxista. La discusión sobre la producción social del pensamiento y como esa producción social actúa “a las espaldas” del ideólogo, sin que sea un proceso consciente. Ayuda a desprender el núcleo racional, del núcleo ideológico y permite abrir nuevos problemas y nuevas respuestas. Pongamos un ejemplo, señalar que el pensamiento económico de Adam Smith y 293 de David Ricardo no logra superar los límites de la economía política burguesa, no lo desmerita, solo ayuda a entender mejor este pensamiento en el proceso de producción y evolución del pensamiento económico. La ideología, la producción social del pensamiento no está asociada a que “las personas mientan por intereses”, esa es una interpretación muy unilateral, muy limitada y muy marcada por una forma especial del engaño, una forma burguesa del engaño: la estafa comercial. La gente miente porque tiene un interés, porque quiere timarte, cómo los truhanes en el cuento de Hans Cristian Andersen, antes citado. La cosa es más compleja más que mentir, la ideología lo que hace es evitar que veas problemas y preguntas. Es la imposibilidad de ver un problema o una contradicción. La teoría de la ideología entendida como la entiende Marx, efectivamente prejuzga los pensamientos, le establece límites, pero no para decir que “son mentiras” o que no tengan núcleos racionales que deban ser comprendidos y usados por el pensamiento revolucionario, sino que los textos, los pensamientos deben ser leídos e interpretados de otra forma para ver nuevos problemas, nuevas perspectivas, problemas y perspectivas que son de interés del movimiento obrero y socialista en su proceso de autoconstiturse como sujeto, de avanzar en el camino de su propia liberación. 9.8) Álvaro Montero: sobre el balance del estalinismo. Montero asegura: “En casi todos los países, los partidos comunistas locales aceptaban la infalibilidad de la política soviética y muy pocos asumieron a plenitud la tarea de interpretar la sociedad y el mundo con sus propias herramientas intelectuales” (1996, 121). Aquí a nuestro entender hay una cierta frivolidad y un cierto ocultamiento. En primer término porque Montero considera a Mora un pensador originalísimo, pero es fácilmente rastreable el núcleo ortodoxo en el pensamiento de Mora. Lo que levanta muchas dudas sobre qué considera Montero el “pensamiento propio”. 294 La idea de que los dirigentes comunistas no se atrevieron a pensar por cabeza propia es un poco frívola. Esta frivolidad nos parece que viene de la incapacidad de Montero de explicar en qué consistió el estalinismo, no como gobierno, sino como régimen, como sistema de dominación. Hay muchos, una pléyade, de dirigentes comunistas que intentaron pensar con cabeza propia, el problema es que la mayoría de ellos fueron, silenciados, removidos, acusados de revisionistas o de traidores, muchos de ellos encarcelados o ejecutados. Hay un rio de sangre que separa al movimiento socialista y al estalinismo como sistema de dominación. La dificultad central consiste en que aunque en los textos de Montero se hable de “crímenes” o de “dirigentes incuestionables” en el fondo Montero estima que el régimen de dominación estalinista era progresivo, por razones clásicamente estalinistas y también en el fondo por un realismo político bastante pragmático, señala: “La geografía no nos engaña. las “democracias populares” que conformarían junto a la Unión Soviética el campo socialista, formaron un cinturón sanitario con que el primer Estado Socialista de la historia enfrentaría las agresiones directas y la guerra fría” (Herra, 1991, 228), más adelante: “Sin ser una panacea, el campo socialista era no sólo un elemento de balance y freno a la imperativa arrogancia del mundo desarrollado, sino que aparecía como una fuente confiable para la colaboración económica, el comercio equitativo y la transferencia tecnológica” (Herra, 1991, 238) el tercer elemento sería el heroísmo mostrado por el Ejercito Rojo: “No puede imaginarse la victoria aliada contra Hitler, sin el descomunal aporte del Ejército Rojo, sin los prodigios de heroísmo desplegados por el pueblo” (1996, 125). Los tres elementos son muy cuestionables desde el punto de vista marxista, pues el elemento central del análisis marxista no es la geopolítica realista de un Estado, sino las relaciones entre la revolución y la contrarrevolución y como esta relación de fuerzas avanza o retrocede. 295 En ese sentido Álvaro Montero considera que los años de la derrota estratégica fueron los años 1989-1991, pero ¿Cómo va a ser una derrota estratégica que los pueblos recobren su principio de iniciativa histórica? ¿Cómo va a existir una derrota cuando las masas recuperan su principio de autoactividad frente a las “dictaduras personales”? La verdad es que la derrota estratégica fue mucho anterior. Los eventos de 1991 sólo son comprensibles en ese marco. Fue justamente, la consolidación del estalinismo lo que se podría considerara la derrota estratégica. Las otras victorias, tanto el surgimiento de las democracias populares como la descolonización, por más avanzadas que sean como procesos son solamente victorias tácticas, frente a la derrota estratégica que implicó el estalinismo. Por ejemplo, Álvaro Montero no valora que para que la URSS tuviera este cordón sanitario de protección, tuvo que sacrificar los puntos más avanzados de la revolución: las revoluciones francesa, italiana y griega (Trotsky, 2004,7-35) . Justamente porque el mundo de Yalta y Postdam suponía la división del mundo en zonas de influencia entre la URSS y USA. Las democracias populares fueron victorias tácticas en medio de una derrota estratégica: la posibilidad de instaurar Estados Obreros en dos países capitalistas centrales. En relación con el heroísmo del pueblo ruso en la lucha contra Hitler, es un poco lo mismo: el estudio de lo que el estalinismo significó, muestra claramente que el estalinismo primero facilitó el surgimiento del nazismo, con su política sectaria de “clase contra clase” y de rechazo al frente único obrero, pero además ya con el nazismo consolidado las purgas afectaron la capacidad combativa y defensiva de la URSS, al verse purgados los servicios de inteligencia y los mandos militares, además de la dificultad típica de transmitir información fidedigna pero contraria a la visión general del Secretario General. Los fracasos en el frente nunca podían ser explicados cabalmente al Secretario General. 296 Los caídos en la batalla contra el nazismo fueron sin duda sacrificios heroicos, pero los sacrificios podrían haber sido considerablemente menores y los alcances del triunfo mayores. La aseveración de que el campo socialista, el estalinismo era un punto de apoyo para las transformaciones revolucionarias y para el camino independiente de los países del Tercer Mundo, también es cuestionable en primerísimo termino porque la mejor forma de proteger un proceso revolucionario no es creando un cordón sanitario alrededor del Estado nacional, sino extendiendo la revolución social a los Estados vecinos, para llevar adelante esa tarea se necesita un instrumento político adecuado, ese instrumento no puede ser otro que una organización internacional revolucionaria, una organización como fue la Internacional Comunista en sus primeros años. La Internacional Comunista fue disuelta por el estalinismo, lo cual no fue solo un gran retroceso en el internacionalismo como organización, sino que fue un gran retroceso en el internacionalismo como idea, como conciencia materializada en las vanguardias obreras y comunistas de todo el mundo. Las generaciones de revolucionarios surgidos después de 1943, no compartían o no comprendían la idea de una organización internacional revolucionaria, lo más cercano a ello serán la OLAS y la Tricontinental impulsada por dos años por la dirección cubana, pero eso está muy lejos del significado profundo del internacionalismo proletario. Sin este instrumento y sin esta educación política, la ayuda técnica o militar es insuficiente para extender la revolución social, pero también para proteger un proceso revolucionario a nivel estatal. En relación con la descolonización y el desarrollo de los pueblos del Tercer Mundo, el estalinismo no fue un punto de apoyo, al final y de manera estratégica fue un retraso, señalan Gaido y Valera: “Durante una segunda visita a Moscú en enero de 1964, Castro firmó un acuerdo a largo plazo para que la Unión Soviética comprara la mayor parte de la cosecha de azúcar de Cuba a un precio superior a la tasa internacional, mientras que Cuba importaba maquinaria industrial y fábricas incluso enteras de la Unión Soviética. 297 Cuba se comprometió a exportar cinco millones de toneladas de azúcar ese año, mientras que, de acuerdo con el plan de cinco años para 1965-70 (elaborado conjuntamente con expertos soviéticos), esta cuota debía aumentar hasta diez millones de toneladas en 1970 (...). En este marco se dio el debate económico en Cuba, poco después del regreso de Castro de su primer viaje a la Unión Soviética. En dicho debate Guevara se opuso a la descentralización de la economía, preconizó el empleo de estímulos morales en lugar de estímulos materiales a fin de evitar el aumento de las diferencias sociales, así como el "sistema presupuestario de financiamiento" (es decir de la centralización en la planificación) por oposición a la autonomía financiera de las empresas” (2016, 320). Tanto en su escritos de 1991, como el de 1996 Montero ve en un regreso al pensamiento del Che Guevara una posibilidad de remozamiento, de revisión del pensamiento revolucionario. Después de la caída del socialismo real, el pensamiento de Guevara cobraría vigencia. Lo que no queda claro es: ¿Qué es lo que mantiene vigencia del pensamiento de Guevara? A nuestro entender un elemento que sería muy importante en Guevara es que muestra cómo la relación con la URSS no facilitó la industrialización socialista, sino que reforzó el monocultivo y por lo tanto la dependencia y la vulnerabilidad económica en Cuba, “la crisis estructural de la economía cubana tiene que ver con que este país tiene una economía basada en el monocultivo. La economía cubana gira entorno al cultivo de la azúcar, y eso la torna extremadamente vulnerable (…) Los intentos de industrialización encabezados por el Ché Guevara fracasaron y la entrada al CAME, en 1972, reforzó la tendencia al monocultivo” (Hernández, 2005, 84). En un texto de reciente publicación donde se dan a conocer los apuntes privados de Ernesto Guevara sobre los Manuales de Economía política soviéticos, al leer la afirmación manualesca:“los países del sistema socialista mundial, los cuales les suministran, en condiciones mutuamente ventajosas, el equipo necesario y les prestan toda clase de ayuda técnica, ateniéndose, estrictamente para ello a los principios del respeto a la soberanía 298 nacional de dichos países y de la escrupulosa no ingerencia en sus asuntos internos” , Guevara anota: “Hasta ahora no hay ningún ejemplo que lo atestigüe, lo que demuestra que el principal esfuerzo debe ser el propio. Se puede argumentar que la India lo ha logrado, pero los relativos éxitos de este país o Brasil se deben a la inversión de capitales extranjeros en toda su secuela, Y se trata de gigantes” (Guevara, 2006, 100-101). Montero podría apoyarse en lo mejor o lo más avanzado de su misma tradición, la tradición que arranca con la revolución cubana, pero no lo hace, en esa medida sus análisis no hacen más que reforzar su propia perplejidad. El estalinismo no fue un punto de apoyo para la seguridad de las revoluciones nacionales, ni contribuyó al heroísmo de los pueblos, ni era un punto de apoyo para el desarrollo tecnológico e independiente de los pueblos. Más bien todo lo contrario. 9.9) Sobre la superioridad del capitalismo y el nuevo humanismo. Para Montero Mejía, un aspecto central del problema es que el capitalismo demostró su superioridad: “Ni en la URSS, ni en ningún otro país socialista, la modificación de las relaciones de producción produjo la expansión incesante de las fuerzas productivas sociales en una clara ventaja sobre el crecimiento económico del primer mundo (…) el capitalismo desarrollado en medio de sus crisis y contradicciones, mejoró incesantemente sus herramientas de producción y los mecanismos de gestión económica, los métodos de la división técnica del trabajo (…) la revolución científico técnica contemporánea, es en lo fundamental patrimonio del capitalismo” (Herra, 1991, 234). Es un argumento interesante que obviamente no tenemos las condiciones para desarrollarlo a profundidad en este texto, merecería otro tratamiento. Solo podemos decir que en principio el argumento tiene varias incongruencias o inexactitudes que deberían ser profundizadas. 299 Primero una estratégica, fue sobretodo la tradición estalinista y especialmente Kruschev quien presentó la disputa entre el socialismo y el capitalismo como una disputa por el desarrollo tecnológico, por la demostración de la superioridad tecnológica del socialismo sobre el capitalismo175. Esto explicaba a la vez la existencia de la estrategia de coexistencia pacífica. Es importante recordar que en el marxismo clásico el socialismo es una sociedad alternativa al capitalismo no una sociedad que compite con el capitalismo. No hay “islotes” de socialismo en medio de una economía capitalista, sino que el socialismo podría empezar a desarrollarse una vez haya triunfado la revolución social en los países capitalistas centrales, es allí donde cobra sentido la expresión la “liberación de las fuerzas productivas”. Los avances tecnológicos y científicos que realmente ocurrieron en la URSS y en los otros Estados Obreros Burocráticos, primero tenían la dificultad que “venían de muy atrás”, los nuevos gobiernos estaban intentando solucionar problemas que mucho tiempo atrás se habían sido solucionados en los países capitalistas centrales, por ejemplo la aplicación intensiva de la tecnología al campo para aumentar la producción de alimentos, los Estados Obreros surgidos de la posguerra mundial en su inmensa mayoría (salvo tal vez Alemania Oriental) mantenían sus relaciones agrarias y la tecnología asociada a ellas en los mismos niveles que hace miles de años. Por ejemplo en Vietnam la producción de arroz era realizada de la misma forma que se había realizado por miles de años. A eso habría que sumarle la ausencia de educación y formación técnica, la utilización de una cierta técnica de producción necesita de una cierta educación mínima para poder implementarse, por ejemplo saber leer y escribir o unos mínimos conocimientos técnicos, aquí nuevamente estos conocimientos llevaban décadas de estarse formando en los países capitalistas centrales y no existían en los Estados Obreros. Por eso la dinámica de las revoluciones en la segunda posguerra, es similar a la revolución rusa en el siguiente aspecto: es una combinación de una revolución democrática mucho tiempo postergada donde la tierra y la nación juegan un papel central pero que se combinan con medidas socialistas: la nacionalización de la banca y la industria, el monopolio del 175 “Kruschev retaba al mundo capitalista a ser más eficiente que el mundo socialista. En esta emulación el régimen superior (…) sería el ganador , y a él, Kruschev, no le cabía duda de cuál era el régimen superior: era la URSS” (Salas, 1998, 282). 300 comercio exterior, la planificación central, etc, para luego empezar a emprender la tarea de adquirir y comprender los alcances técnico-culturales que ya había desarrollado el occidente capitalista. Es una dinámica de un atraso histórico que se soluciona con medidas revolucionarias, pero que parte de una base cultural y técnica muy atrasada que no se puede hacer desaparecer y que es de hecho la realidad de la que se parte. Atraso-progreso- nuevamente atraso parece ser la dinámica. En ese sentido en los Estados Obreros hubo desarrollo de fuerzas productivas pero partiendo de una base muy baja, muy atrasada y que tenía el límite objetivo que los Estados Obreros seguían siendo parte de la economía mundial, no eran “otra economía” y seguían por lo tanto sometidos por la vía del comercio y el desarrollo tecnológico a una forma subordinada dentro del sistema. Por la vía del comercio desigual seguían siendo subordinados a la economía imperialista mundial. Estas razones son las que parecen darle la razón a la teoría de la revolución permanente, sobre la teoría del socialismo en un solo país, justamente por que la demostración de la superioridad del socialismo necesita de la expansión de la revolución a los países capitalistas centrales. Mantener el “socialismo” en un solo país significa hacerlo fracasar, justamente porque es mantener constreñidas las fuerzas productivas sociales en los marcos del estado nacional. Eso desde el punto de vista más teórico estratégico, pero Montero hace su aseveración igual que Eduardo Mora (1995) en relación a la revolución científico-tecnológica de los años ochentas la que produjo la generalización de los computadores y el internet. Primero habría que hacer la advertencia del fetichismo tecnológico que tenía el viejo estalinismo, pero ahora invertido y preservado como razón explicativa de su derrota. Hay que recordar que las tecnologías no juegan un papel independiente en la sociedad, lo que hace cambiar la sociedad es la lucha de clases y sus resultados, esas lucha de clases y esos 301 resultados están anidados de una forma especifica con el desarrollo de un cierto tipo de tecnologías que les dan ventajas a quienes están en el curso del enfrentamiento. Efectivamente el desarrollo de la tecnología asociada a los transistores fue un elemento de ventaja para los Estados Unidos durante el tramo final de la guerra fría (Glassmann, 1999), pero eso no fue una superioridad en la capacidad para el desarrollo de las fuerzas productivas fue una decisión política de la burocracia soviética. En esto abriríamos una hipótesis polémica. Sergei Pavlovich Korolev. el arquitecto de la carrera espacial de los años sesentas fue sacado de un gulag por Stalin y él fue el motor de ese proceso, pero bien podría haber muerto bajo trabajos forzados176, los éxitos soviéticos en la carrera espacial estaban condicionados no por la ciencia o el atraso tecnológico, sino por la arbitrariedad burocrática. Las condiciones científicas y culturales para el desarrollo de la internet estaban dadas a finales de los cincuentas y luego nuevamente a inicios de los setentas, todavía en los ochentas se podría haber producido algo parecido a una revolución científico-tecnológica en la URSS, pero la burocracia soviética lo consideró una amenaza política y evitó su desarrollo177. 176 “En 1939, el líder de la URSS José Stalin lo había declarado enemigo del Estado y enviado uno de los terribles campos de trabajo (o Gulags), donde se esperaba que muriera. Pero ante la necesidad de mentes brillantes al comienzo de la Guerra Fría, decidió darle otra oportunidad” (BBC, 2016) . 177 “Anatoly Kitov, pionero de la informática rusa, [era] un coronel que en 1959 quiso presentar un plan al líder soviético, Nikita Kruschev, para unir el país con una red informática. Algunos de sus informes exponían la urgencia de una colaboración entre profesionales civiles y el Ejército Rojo y fueron interceptados por sus superiores antes de que llegaran al despacho del premier. Toda la documentación se clasificó y un tribunal militar secreto expulsó a Kitov del Partido Comunista y de las Fuerzas Armadas.” (…) “el 1 de octubre de 1970 (…) el ingeniero informático Glushkov acudió al Kremlin para explicar su gran proyecto. Por aquel entonces, existía una gran inquietud entre las autoridades soviéticas porque sabían que los estadounidenses acababan de iniciar el desarrollo de Arpanet (…) En su comparecencia, Viktor Mikhailovich Glushkov (1923-1982) propuso iniciar la era del cibersocialismo. La idea de Gluskhov era todavía más ambiciosa. Bajo las siglas OGAS, su objetivo era erigir una red central con sede en Moscú que se comunicaría con 200 centros dispersos por todo el país. Un total de 20.000 terminales harían posible la conexión gracias a la red telefónica estatal. Entre los planes de Gluskhov también estaba diseñar un sistema de pago electrónico, una especie de PayPal socialista cuyo desarrollo terminaría con la circulación de billetes y monedas. El nombre 302 En ese sentido el capitalismo no demostró su superioridad, sino solamente su fuerza. Ahora un poco alejado de nuestro campo de estudio quisiéramos reproducir el siguiente Cuadro, elaborado por el economista español Antonio Linares Garcés. El cuadro esta presente en un trabajo reciente de doctorado titulado: “La caída tendencial de la tasa de ganancia y el impacto en los sectores productivos menos rentables: el caso de la aviación comercial estadounidense (1998-2013)” es una tesis doctoral reciente que busca dilucidar las razones de las crisis de 2007-2008, sobretodo si es una crisis asociada a la falta de regulaciones de los derivados financieros o si es una crisis asociada a la caída tendencial de la tasa de ganancia, esto es lo que quiere demostrar Linares Garcés y analizando un cuadro de elaboración propia señala: El ritmo de crecimiento (Y) en la etapa de prosperidad (2003-3007), es sensiblemente menor que en el resto de fases expansivas anteriores (1983-90, y 1992-00). Resulta significativo también, que a la débil acumulación de capital (K/L) a partir de los años 80, -muy por debajo de las épocas doradas posteriores a la IIGM-, le sigue acompañando una productividad elevada del trabajo (Y/L) que crece desde principio de los 80 a una tasa de entre 2 y 4 veces mayor que la tasa de acumulación del capital en relación al trabajo (K/L). Esta aparente asimetría puede ser consecuencia de la intensa acumulación de los periodos precedentes que origina una capacidad ociosa no explotada y cuya utilización se intensifica en esta década de 2000 – completo de todo el conjunto parecía el típico chiste sobre comunistas: 'Sistema Automatizado para la Recopilación y el Procesamiento de Información para la Contabilidad, la Planificación y la Gobernanza de la Economía Nacional'. (Benítez, 2018). 303 2010 (ASTARITA, 2008), (MATEO, 2012). La observación de estas series, parece indicar que en el sistema capitalista norteamericano afloran ya signos de debilidad, con mucha antelación a la crisis de 2007” (2016, 96) La interpretación que Linares Garcés da sobre la crisis, así como el conjunto de autores que mantienen como vigente la idea de la caída tendencial de la tasa de ganancia, daría pie a la siguiente problemática: ¿Si el capitalismo demostró su fuerza sobre el socialismo, por qué no recupera su tasa de ganancia a los niveles que tenía durante la posguerra? De allí se derivaría que inclusive en las espectaculares condiciones de desarrollo tecnológico en nuestro días, el carácter sistémico de las crisis del capitalismo no se ha cerrado y que por lo tanto la salida básica que sigue buscando el capitalismo ante estas crisis es la guerra y la destrucción de fuerzas de producción. 9.10) La innecesariedad del socialismo. Montero es súper escéptico de las posibilidades del socialismo después de la caída del campo socialista, inclusive plantea la posibilidad de ni siquiera usar los términos que recuerden al marxismo: “ Cómo quiera que sea, pocos querrán en el futuro invocar las categorías y los postulados cuyo contenido ha sido completamente vaciado, agotado y hasta desprestigiado, por las prácticas inapropiadas, por la conculcación de los valores” (Herra, 1991, 237) En el año 2007 es más categórico aún: “Yo pienso (…) que no está planteado un proyecto socialista” (…) “Yo no he querido en materiales que he escrito, ni siquiera en el libro que escribí sobre la globalización, hablar de socialismo expresamente” (Guanche, 2007, 283- 284) 304 ¿Qué es lo que estaría planteado entonces? El capitalismo nacional y el nuevo humanismo. Para el año 2007, Montero Mejía ha llevado a fondo el excepcionalismo metafísico, en Costa Rica se producirían tipos de revoluciones únicas: “en Costa Rica se produce una revolución, una forma de revolución política, espaciada en un largo período histórico” (…) si algo caracteriza a la evolución costarricense es un proceso permanente de reformas” (Guanche, 2007, 277). En realidad el programa que adelanta Montero es bastante modesto, mucho del viejo marxismo solo quedan algunas palabras como nuevo bloque histórico, una especie de Gramsci funcional al Partido Acción Ciudadana. Para 2007 defendía que: “la revolución costarricense debe permitir la conformación de una nueva forma de poder social donde se expresen todos estos sectores productivos empresariales que le están haciendo una sólida resistencia al Tratado de Libre Comercio” (Guanche, 2007, 284). En este sentido es coherente con su estrategia la idea de un Acuerdo Electoral entre el PAC, el PIN, Alianza Patriótica y el Frente Amplio para las elecciones de 2010. El nuevo bloque histórico estaría centralmente constituido por el empresariado nacional expresado políticamente en el PAC y por los trabajadores intelectuales de la nueva economía. Son la descripción más o menos sociológica de los sectores que apoyan y de donde vienen la élite dirigente de Acción Ciudadana. Lo que no está en el análisis de Montero es el anticomunismo y el antisindicalismo que hace parte del PAC tanto como su idealización del liberacionismo de primera época. Tampoco está en el análisis la posibilidad de un “giro a la derecha” de los empresarios que se opusieron al Tratado de Libre Comercio que fue la hipótesis que se verificó, un curso de Acción Ciudadana hacia tesis cada vez más ortodoxamente neoliberales. El programa que desde 1996 esbozó Álvaro Montero, lo llevaría por un largo itinerario: asesor y candidato presidencial de Fuerza Democrática, candidato de Rescate Nacional, 305 candidato del Partido Integración Nacional, aunque sin duda el centro de su pensamiento en este periodo se materializó en su programa Diagnóstico. En 1996 al final de su libro de ensayos sobre la globalización buscaba determinar las tareas de “las fuerzas políticas humanistas en el actual periodo histórico” (1996, 146). Un dato curioso es que es la misma lógica de pensar que cuando era parte del PSC, pero con otra palabra. La sensación que queda de esa parte programática es que es un cambio de término. A eso se reduciría la re elaboración. El programa humanista resumido tendría 5 puntos: 1) Edificación de una democracia integral (…) de la conciencia política de las mayorías; 2) La construcción de un programa- alianza entre el bloque social conductor del Nuevo Estado: trabajadores manuales e intelectuales en su sentido más amplio y el empresariado nacional. 3) Acuerdos y tratados orientados a reactivar el concepto de apoyo mutuo, beneficio mutuo y solidaridad internacional. 4) Alianzas estratégicas, seguras y mutuamente ventajosas con inversionistas internacionales. 5) Reactivar el concepto de Patria (1996, 146). Se ha dicho que el que cede en las palabras cede en las cosas, lo primero que le pareció estratégico a Montero fue abandonar las palabras, los términos que evocaran al marxismo, pero la lógica básica de su razonamiento sigue intacta. Su proyecto es el desarrollo de un capitalismo nacional y democrático. El socialismo será producto de la evolución reformista de Costa Rica, característica que le es única, esencial y ejemplar. Todos los problemas siguen abiertos y sin resolver: ¿Cómo se edificaría una democracia integral si a los límites ya señalados por Marx a la democracia burguesa, se le agrega el carácter tendencialmente autoritario y antidemocrático que le imprime el neoliberalismo a las sociedades y al sistema político? ¿Cómo edificar una democracia integral si pareciera que el consenso de las fuerzas burguesas que apoyan la globalización bajo signo neoliberal 306 caminan hacia una “democracia con valores asiáticos”178? Lo mismo en relación con las posibilidades de desarrollo del capitalismo nacional ¿Por qué los límites que establece el comercio desigual, la división social del trabajo y la expansión imperialista eran válidos en 1975 y ya no lo serían más? En 1975 el joven Montero decía que. “desde el punto de vista de la política internacional, sus gobiernos [los del PLN] no dan por regla general pasos decisivos sin la plena aprobación del Departamento de Estado norteamericano” (Montero, 1975, 59) , además sobre el capitalismo costarricense decía: “Somos un plan piloto del Banco Mundial y los monopolios norteamericanos” (1975, 58). ¿Desaparecieron las razones por las que el joven Montero aseguraba esto? Parece que no, que más bien se reforzaron lo que hace más dudosa la tesis de una tendencia del empresariado nacional a actuar de manera políticamente independiente, más bien pareciera todo lo contrario. Un último dato que llama la atención que no haya sido tematizado, la reivindicación ya tardía de Montero del humanismo, de el crisol de pensamientos, unidos de manera inorgánica. Ese era el proyecto de su padre. 178 Según Lee, los gobernantes de Singapur y Malasia desde 1989 han promovido la idea de una democracia con valores asiáticos, esta ideología buscaba llenar el evidente vacío que dejaba la disolución de la URSS, buscaba aportar a un nuevo orden mundial. ¿Cuales serían esos valores?: “1) Los asiáticos orientales no creen en la forma de individualismo extremo que se practica en Occidente. En la sociedad asiática el individuo busca equilibrar sus intereses con los intereses de la familia y la sociedad; en caso de duda estos últimos son prioritarios; 2) Los asiáticos orientales creen en familias fuertes a las que ven como comunidades protectoras. Luego vienen pretendidos valores asiáticos típicos como: 3) Ansia de aprender; 4) Economía y moderación; 5) Aplicación al trabajo; 6) Espíritu de equipo; 7) Además, Koh opina que hay una versión asiática del contrato social entre el pueblo y el gobierno. El gobierno preserva la seguridad y el orden, y garantiza la satisfacción de necesidades básicas como trabajo, educación y salud. De los ciudadanos se espera que observen las leyes, respeten al gobierno, trabajen duro, economicen y acostumbren a sus hijos a aprender con afán y a ser independientes; 8, En algunos países los gobiernos se han preocupado de que sus ciudadanos sean copropietarios del país. Koh menciona como ejemplo a Singapur, donde más del 90% de los habitantes tendría sus cuatro paredes propias; 9, Los asiáticos orientales exigen que sus gobiernos mantengan un ambiente moral sano, en el que sus hijos puedan crecer. La mayoría de los habitantes de Singapur estaría en contra de la venta de revistas tales como Playboy; 10, Los buenos gobiernos en Asia oriental desean una prensa libre, pero no creen que esa libertad deba ser absoluta, como en Occidente. Es cierto que la prensa no debe ser un vocero del gobierno, pero debe informar en forma responsable.” (Lee, 1998, 112). Para Lee estos valores asiáticos al igual que una ideología anterior, el “capitalismo confuciano” son unas ideologías justamente por qué lo que hacen es reseñar los motivos del éxito económico y luego colocarlos como valores de toda la sociedad. No deja de ser un signo relevante de nuestros tiempos que el actual presidente Carlos Alvarado, haya reivindicado la visión de Lee Kuan Yew, (Alvarado, 2020). 307 Es muy descuidado el aspecto que el padre de Álvaro Montero, era también un político práctico, fue diputado nacional entre 1958-1962 y presidente de la Asamblea en 1959-1960, Álvaro Montero Padilla desde 1955 construyó el Centro Médico Social, un centro de discusión para la rama médica cuya “alma” era el doctor Montero Padilla. Una nota de La Nación de 1955 lo describe de la siguiente forma: “ Las conferencias a cargo de muy distintas personas, abarcan todos los temas, exceptuando los de especialidad médica: biografías de grandes hombres, literatura, filosofía, historia, música, ciencias sociales, etc. No hay un programa determinado. El propósito es oír-y generalmente discutir- exposiciones sobre todas las ramas del conocimiento y del arte de los nuestro y de lo universal. Es decir , un propósito de cultura” No deja de ser muy llamativo como se describe de una forma muy similar a lo que Montero Mejía realizaba en Diagnóstico y en su concepción sobre lo que el humanismo es y sobre su viabilidad política. Es una obra de cultura, de palabra donde la cultura y la palabra ayuda a converger y a disolver las aristas más incómodas, las aristas más asociados al enfrentamiento clasista. En algún sentido el hijo continua la obra del padre, una obra de la unidad humana a través del espíritu. 308 10) Conclusiones y recomendaciones Al llegar a este punto del trabajo vamos a resumir las que creemos podrían ser las principales conclusiones de nuestra investigación: 1) La tradición marxista costarricense podría clasificarse en tres oleadas: la primera de 1931 hasta 1959, en ella primaría la hegemonía del Partido Vanguardia Popular. En esta primera ola lo que podríamos considerar su documento central es el discurso programático Por la afirmación de nuestra democracia por el progreso y el bienestar de nuestra nación (Mora Valverde, 1980, 91-111) de 1938, es el documento que formula la ideología/estrategia del comunismo “a la tica”. Habría una segunda ola que arrancaría en 1959 y llegaría hasta los años 1989-1991, donde probablemente los textos más destacados de la Nueva Izquierda serían La crisis de la democracia liberal en Costa Rica (1972) de Rodolfo Cerdas Cruz y Los socialistas y la revolución en Costa Rica (1975) de Álvaro Montero Mejía. En este periodo histórico los vanguardistas se mantienen fieles a su modelo teórico-político, no introducen cambios en el terreno de la filosofía o la estrategia y más bien adversan públicamente las propuestas de cambios hechos por la Nueva Izquierda en el terreno de los métodos, la estrategia y la táctica. Parecería que la tercera ola de la izquierda política estaría ubicada a finales de los novetas hasta nuestros días, la interpretación de José Merino del Río en Manuel Mora y la democracia costarricense. Un viaje al interior del Partido Comunista (1996) sería el texto clave para entender este momento y consideramos que es el texto que contiene la estrategia que eventualmente llevará hacia la construcción de Fuerza Democrática y el Frente Amplio, aunque obviamente en la construcción de estos proyectos políticos afluyen otras tradiciones intelectuales, pero no tan dominantes como el comunismo “a la tica”. 309 En la izquierda antiestalinista el proceso de reconstrucción fue más fragmentado y no se puede señalar un texto clave en su reconstrucción, más sí una experiencia político-social determinante: El “combo” del ICE. En el caso específico del trotskismo, su reorganización está muy asociada a los debates internacionales que en ese momento se estaban llevando a cabo en el interior de ese movimiento internacional. El Partido de los Trabajadores ha considerado los debates del VIII Congreso de la Liga Internacional de los Trabajadores (2005) como claves para su rearme político-estratégico (PT, 2015). 2) Cada ola del marxismo y la izquierda política ha tenido distintos núcleos centrales en su debate, aunque estos núcleos en ocasiones se traslapan. La primera ola tiene en su centro la independencia política de los sectores populares y la clase obrera, el debate sobre un partido, una organización política distinta de las formaciones electorales de los caudillos y los ricos. Es un amplio movimiento intelectual, de reivindicación y construcción de unas instituciones y un universo obrero: los sindicatos, la prensa, las obras de teatro, la literatura, el experiencia electoral. El pico de esta experiencia es la huelga de 1934, como hemos señalado en el texto existe la posibilidad, apoyado en esta experiencia, de hacer una contrainterpretación de las ideologías nacionales dominantes, viendo en el progreso de las conquistas sociales y los valores democráticos un subproducto de la autoactividad de la clase obrera, de la lucha de clases, este subproducto incluye las instituciones formadas de manera preventiva para impedir o prevenir la lucha popular (el Código de Trabajo y la CCSS serían modelos de estas instituciones preventivas). La primera ola además está marcada por el debate con el catolicismo social y con el liberalismo tardío del Centro de Estudios para los Problemas Nacionales (Solís, 1991,369- 405) . En este periodo también es asimilada por el PVP la tradición política estalinista y la cultura filosófica asociada al DIAMAT. Desde el punto de vista intelectual los comunistas nunca pudieron refutar o responder la interpretación de la historia y la economía nacional 310 que proveía el CEPN. En este sentido en una cierta forma son tributarios de la mirada del CEPN sobre la historia del país. 3) La segunda ola, que es la que hemos estudiado en extenso en esta tesis, y que es la menos estudiada por la academia y por la militancia, está marcada por la cultura política de la Guerra Fría, el inicio de la “crisis del movimiento comunista internacional” y el movimiento de liberación nacional de las colonias y semicolonias, teniendo como referente central dos procesos: la revolución china y la revolución cubana. La revolución nicaragüense, importante regionalmente, fue vivida como una segunda edición de la revolución cubana. En el plano nacional, la segunda ola está marcada por los efectos de la derrota de los comunistas en la guerra civil, la cultura anticomunista y conservadora dominante (Barrientos, 2019) y el proceso de modernización económico-social autoritaria que se vivió en los años cincuenta y sesenta. Los temas centrales de esta ola son los temas de la liberación nacional y la lucha contra el imperialismo, así como las vías y los métodos para conseguir estos objetivos, es decir el debate central es la forma en la que se entrelazan las tareas derivadas de las necesidades del desarrollo nacional y las tareas que se derivan de la necesidad de la trasformación revolucionaria y socialista. Más sencillo como se entrelaza “lo democrático” con “lo socialista”. Intelectualmente se nota muchísimo más la influencia del pensamiento venido no del movimiento comunista internacional, sino de los centros universitarios, el trabajo de graduación de Álvaro Montero Mejía (1967) es una discusión bastante ecléctica (en el mal sentido del término) con los referentes académicos de la época (Barre, Merton, Linton), Rodolfo Cerdas (1960) también discute nacionalmente con Rodrigo Facio e internacionalmente con Harold Laski, Samuelson, etc. Sus primeros trabajos serán publicados por la Universidad de Costa Rica, pese a la ilegalidad del PVP y el semiveto intelectual que tenía los comunistas en la cultura universitaria. Con Cerdas continuará el lento regreso de los comunistas y del marxismo a los ambientes universitarios. 311 Pese a esta incipiente influencia de la cultura universitaria, las obras de Cerdas Cruz y Montero Mejía siguen estando dentro la cultura comunista, se siguen considerando marxistas-leninistas, aunque ya es notable la influencia del Aggiornamento comunista (Garaudy, Althusser, etc.) y la pluralización de los centros de influencia política (Pekín, Cuba, Corea del Norte). Los acontecimientos políticos que marcan nacionalmente a esta ola están asociados con el inicio de la crisis de la modernización autoritaria: la crisis del modelo universitario representado por ALCOA, la crisis de los servicios públicos representados por las huelgas del ICE y contras las alzas de tarifas, la crisis del modelo agrario representado en las tomas de tierra, la crisis de la urbanización capitalista representada por las luchas por la vivienda. En esta generación el peso del universo obrero va a ir menguando para que tome más fuerza la experiencia revolucionaria tal como ocurrió en la segunda parte del siglo XX, como experiencia guerrillera o “vanguardista” (sustituista179 se dirá en la interpretación trotskista). La revolución nicaragüense y centroamericana será el pico de la “epopeya” de esta segunda ola. 4) La incapacidad para enfrentar los desafíos venidos de la revolución centroamericana y de la crisis de acabamiento de la modernización autoritaria, a partir de los años 1980-1982 fueron los motores del declive, crisis y casi desaparición de esta segunda ola del marxismo. La crisis se inicia en el PSC en 1978, curiosamente quienes mejor habían aprovechado las oportunidades políticas abiertas desde 1970, pero rápidamente la crisis del PSC se transforma en la crisis de toda la izquierda política, se expande al FPC, al MRP, al PVP y al trotskismo. El Frente Popular se disuelve en 1979 para transformarse en el Partido Nacional 179 El concepto “sustituista” se usa en la tradición trotskista (Moreno, 1984), (Cliff, 2001) en dos sentidos: 1) Para describir como las revoluciones triunfantes de la segunda posguerra no contaron con organismos democráticos, autónomos y de frente único de la clase obrera (soviets, consejos, etc.) ni con partidos revolucionarios de tipo leninista y fueron sustituidos por partidos-ejércitos basados en el campesinado. 312 Democrático y abandonar el marxismo, “La Familia” sufre una derrota militar en toda la línea en 1981, el MRP que había soportado múltiples rupturas hacia distintas organizaciones ( hacia el PVP, hacia el trotskismo, hacia “La Familia”) sufre en 1983 una crisis/división de la que no logrará recuperarse, el III Congreso de esta organización vota la orientación amplia de construir la “Nueva República”, una orientación para todos los efectos igual a la de los comunistas “a la tica”. El PVP sufrirá su división en 1984, con él se dividirá casi todo el movimiento sindical y popular, ambas fracciones tendrán aún un poco de capital político que les durará hasta 1990. Finalmente la OST trotskista se transformará en el COPAN un organismo para la lucha por la vivienda que terminará en el año 1986 abandonando el marxismo. En 7 años se fragmentaron y disolvieron esfuerzos políticos de décadas. La crisis del socialismo histórico solamente dio el “golpe de gracia” a una izquierda política que no estaba preparada, ni para la crisis sistémica de 1980-1982, ni para la guerra revolucionaria. El anunció del inicio de la Perestroika y las revoluciones democráticas de 1989-1991 aceleraron un declive que venía de antes y produjeron un abanico nuevo de preguntas complejas para las que no se tenía respuesta. Estas nuevas preguntas sobre la validez del socialismo y la teoría marxista se apilaban junto a otra madeja pendiente de preguntas concernientes a la lucha de clases en el terreno nacional y regional. Para esta otra pila previa de preguntas, tampoco se tenía respuestas. El estudio en detalle de estos años y de este proceso de declive es una investigación que aún está por realizarse tanto en el terreno académico, como en el terreno militante. 5) La izquierda política costarricense no sufrió una derrota militar, salvo en el caso de quienes eligieron la estrategia de Guerra Popular Prolongada (La Familia). Es verdad que las organizaciones paramilitares como el Movimiento Costa Rica Libre y la “Contra” nicaragüense eran tolerados y protegidos y que hubo dosis de represión selectiva (aún impune), pero no fue la fuerza militar lo determinante para ponerle fin a la segunda ola del 313 marxismo. Fueron las políticas de “reacción democrática” las decisivas para disuadir y fragmentar a las fuerzas de la izquierda política. El regreso tolerado de los comunistas al parlamento desde 1970, la posibilidad de participación electoral de los vanguardistas, los socialistas y los maoístas en 1974, la derogatoria del párrafo segundo del articulo 98 de la constitución en 1975, la declaración de Benemérito de la patria para Carlos Luis Fallas en 1977, la constitución de la Coalición Pueblo Unido en 1978. Son todos ellos mecanismo que buscaban otorgarle un lugar político y de prestigio social a los comunistas y a la izquierda política. La izquierda podía tener legalidad y propiedades, producir y circular su prensa, ser reconocida en el mundo de la cultura y las ideas, construir sindicatos ideológicamente afines, tener diputados y participar de elecciones. Pero tenía que comprometerse a respetar las reglas de la democracia burguesa, de los procedimientos electorales, tenía que comprometerse a renunciar al radicalismo político, a la posibilidad de la insurrección popular, la lucha armada y la instauración de la dictadura del proletariado. Una capa de profesores universitarios, abogados laboralistas, rentados de los sindicatos y los partidos, asesores parlamentarios, periodistas, etc. habían ganado estabilidad y prestigio social siendo de izquierda. Cuando en los años cuarenta y cincuenta lo que probablemente se ganaría sería el despido, la cárcel (Barrientos, 2019, 164) o el estigma social (Rovira, 2000, 521) . Esta capa social y política de las organizaciones de izquierda es la que asumirá más claramente la ideología/política de la reacción democrática, serán los voceros de los nuevos valores: la democracia, los procedimientos institucionales, la paz y los derechos humanos. 6) El proceso mediante el cual la segunda ola del marxismo se fue desradicalizando y asumiendo la política y los valores de la reacción democrática fue un procesos desigual pero constante, en algunos casos fue un abandono individual (Francisco Gamboa), en otros una desbandada colectiva (FPC y COPAN), en otros una disolución lenta hasta desaparecer (PSC y MRP), en otros un giro orgánico (PPC y PVP). En los casos que estudiamos Manuel Mora, Rodolfo Cerdas Cruz y Álvaro Montero Mejía estamos en presencia de tres proceso de desradicalización distinta. El primero es el referente y modelo hasta nuestros 314 días de la mayoría de la izquierda política. Fundador del partido comunista, fue también el encargado de la estalinización del PCCR, la “nacionalización” de los comunistas no fue contradictoria con su estalinización. La trayectoria de Manuel Mora Valverde fue estable, en materia de filosofía coexistía el DIAMAT y la metafísica del excepcionalismo costarricense. Ambas ideologías se reforzaban mutuamente, cada giro del estalinismo (XX Congreso del PCUS, Perestroika, etc.) que se orientaba hacia un compromiso con el occidente capitalista reforzaba en Mora su valoración de la democracia como una “estado de conciencia” del pueblo costarricense y como un producto del pacto virtuoso de grandes hombres (él entre ellos). La guerra centroamericana y el enfrentamiento con el ala Ferreto-Vargas reforzó su imagen como un hombre que siempre había luchado por la paz, por el acuerdo, por el bienestar y por el progreso, como un hombre que además de comunista había sido un hombre que amaba a su país, como un patriota. Este movimiento no fue individual, fue un giro orgánico, el Partido del Pueblo Costarricense fue la fuerza que más se comprometió en este giro. José Merino, continuará con el redondeo de este proyecto ideológico y político. La crisis del socialismo histórico, impactó en este proyecto sobre todo en forma de deserciones militantes (Vargas Cullel, Gutiérrez Saxe, Miguel Sobrado), pero no varió el modelo de razonamiento de los moristas que quedaron. La caída de la URSS, fue interpretada como producto de un abandono de “la democracia” y de las “particularidades nacionales” a la hora de elaborar la política. La persistencia del PCC y PCCh en el poder político en Cuba y China mostraban que quienes habían respetado “la historia y las costumbres nacionales” habían superado la crisis y se habían mantenido en el poder, la dosis de violencia política y represión usadas por la dirección cubana y china para preservarse al frente de sus países no son valorizados o comentados, simplemente son 315 justificas con el silencio. La crisis del socialismo histórico reforzó la autopercepción del morismo como una fuerza nacional y democrática, también reforzó su integración en el parlamento y en la política institucional, eventualmente les llevará a participar en el segundo gobierno del Partido Acción Ciudadana. Esta trayectoria política “nacional”, no modificó su alianza continental con los restos del estalinismo, ni su compromiso con el rearme estratégico de esta corriente. El morismo ha sido parte integrante del Foro de Sao Paulo, al menos desde el año 2007. Rodolfo Cerdas Cruz siguió otra evolución, de “red diaper baby” a “delfín” del PVP. Él y Victor Manuel Arroyo (Molina, 2008, 225) serían los primeros académicos marxistas, luego de una purga/separación aún no aclarada se transforma en un referente del marxismo no prosoviético, aunque no es explícito, el Frente Popular Costarricense sería lo más parecido a la experiencia maoísta en nuestro país. Finalmente su propia conducta individual en el parlamento será el centro de la actividad que fomentará la disolución del FPC y la futura transformación del FPC en un pequeño partido de derecha. A partir de allí Rodolfo Cerdas Cruz será uno de los ideólogos de la derecha política. En su etapa marxista Cerdas se mantendrá dentro de la filosofía del DIAMAT, pero conocerá y usara el aggiornamento comunista en sus distintas variantes (Garaudy, Melloti, Bettelheim). lo que le dará unas ciertas formas más sofisticadas que las de los vanguardistas. No obstante, Cerdas no se escapará del esquematismo, del “calco y la copia” ese sería el caso del uso y la aplicación de la “teoría de las contradicciones”, la Nueva Democracia y la Burguesía Burocrática, todos conceptos venidos del maoísmo y aplicados con “forceps” a la realidad costarricense. La aplicación de estos conceptos no siempre tuvo efectos inocuos. La Nueva Democracia terminá llevando agua al molino del excepcionalismo nacional, la teoría de la “Burguesía Burocrática” terminará siendo funcional con el clima cultural antiestatista del neoliberalismo temprano. 316 Álvaro Montero Mejía, nacido en una familia con abolengo político y cultural, parte del bando de los vencedores de la guerra, participará de la extensa generación de jóvenes radicalizados por la revolución cubana. La simpatía temprana por el castro-guevarismo produjo un ethos, una moral que urgía por traer a tiempo presente las aspiraciones revolucionarias nacidas en Cuba. El lenguaje y la retórica buscaba poner en presente la revolución socialista. No solo el lenguaje y la retorica, un abanico de prácticas políticas entre distintos sectores sociales (empleados públicos, trabajadores de la caña, estudiantes) les ganó a los socialistas un espacio político notable, tanto como para ser la única alternativa con capacidad de disputar la hegemonía vanguardista. Pero la disputa a fondo por la hegemonía del movimiento obrero y popular, nunca fue realmente una preocupación para quienes estuvieron al frente del PSC. Autoconcebidos como una organización hermana y paralela al PVP, nunca fueron a fondo con las críticas al estalinismo costarricense. La radicalización de la práctica y del lenguaje, no llevó a un desafío ideológico. Álvaro Montero Mejía en su etapa más radical compartía la matriz filosófica estalinista, probablemente más rígida aún que la de Eduardo Mora y Manuel Mora, así mismo su defensa acrítica del “campo socialista” como un bloque homogéneo sin contradicciones de castas y grupos sociales, los hacia tan acartonados como los vanguardistas. Aunque en el sentido común de la izquierda política costarricense se acepta que los socialistas eran menos esquemáticos que los vanguardias, la verdad es que esa aseveración es difícilmente demostrable sobre la base de la textos conocidos. La rigidez teórica era a la vez, la contracara de un eclecticismo tosco. La idea de una compatibilidad entre el marxismo y el cristianismo (idea que no comparte el autor de esta tesis) nunca fue escrutada a profundidad, fue simplemente enunciada y asumida como una novedad teórica y estratégica. No implicó un estudio marxista de la historia real de la iglesia católica costarricense, sino un embellecimiento ideológico de uno de los jerarcas de la Iglesia: Monseñor Sanabria. 317 El proceso de desradicalización de Álvaro Montero Mejía parece estar asociado a las dificultades que produjo el intenso ascenso político del PSC entre 1970-1978, a la enfermedad debida al crecimiento (Lenin dixit). El espacio político ocupado por el PSC gracias a la participación electoral de 1974 y al ascenso entre estudiantes y empleados públicos llegó a una prueba de fuego en la huelga de Juan Viñas de 1977. allí fueron derrotados y esta derrota llevo primero a una división y luego a una progresiva desradizalización, la alternativa fue hacer girar la actividad política y el pensamiento hacia el foro parlamentario, del que pudieron participar por primera vez en 1978. El PSC nunca se esforzó en un estudio detenido de la historia nacional, simplemente heredó la interpretación que existía en el ambiente cultural de la época, lazos de múltiples tipos les impedía realizar una crítica profunda al bando vencedor de la guerra, finalmente a partir de un giro político en 1980 empezaran a apoyarse cada vez más en la historia idealizada del país, su política será la lucha por una nueva reforma social, tal como ellos imaginaron que fue el proceso de los años cuarenta como un pacto entre hombres de élite virtuosos. El eclecticismo ya presente en el periodo radical se mantendrá y reforzará en el camino hacia la “normalización democrática”. Álvaro Montero Mejía es de los autores que hemos estudiado el que más enfáticamente defiende la idea de que existe un pensamiento social avanzado costarricense cuyos componentes principales son el socialismo, la socialdemocracia y el socialcristianismo. Al igual que la tradición morista, la adscripción de Montero Mejía al comunismo “a la tica”, no significó un distanciamiento del estalinismo: Montero Mejía participa en 1998 en las reuniones del Foro de Sao Paulo y es conocida su defensa pública “en buenas y en malas” tanto de Fidel Castro, como de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. 318 7) Desde le punto de vista del desarrollo e interpretación del marxismo, podemos señalar que los comunistas pese a contar con más recursos intelectuales, nunca intentaron llevar adelante una interpretación marxista de la historia nacional; los socialistas tampoco asumieron ese reto. Rodolfo Cerdas Cruz y el Frente Popular Costarricense hicieron gestos e intentos de hacer algo así como un interpretación marxista de la formación económico- social costarricense, sin lograrlo a cabalmente. Así que la tarea de una interpretación marxista de la formación económico social costarricense, es aún un tema pendiente. Tomando en cuenta este hecho podemos afirmar que tanto la primera, como la segunda ola del marxismo fueron presas de la ortodoxia y del “calco y la copia” que advertía Mariátegui. La ortodoxia filosófica y doctrinal marcada por el DIAMAT, por la “ciencia del marxismo-leninismo” es común a las dos primeras olas del marxismo y esta muy presente tanto en Manuel Mora Valverde, como en Rodolfo Cerdas Cruz y Álvaro Montero Mejía. Las disputas intelectuales que tuvieron, por acres que fuera, tenían el suelo común de la gramática filosófica del estalinismo y de su estrategia- programa. El otro elemento común desde el punto de vista de la lógica del pensamiento es lo que podríamos llamar la metafísica del razonamiento, es decir un uso de las categorías marxistas de tal forma que evadía la necesidad de una investigación profunda sobre lo real. Bastaba con encontrar indicios que confirmaran estas categorías, de allí sin duda un cierto esquematismo que parece ser patrimonio común de la izquierda política. 8) La energía social venida de la revolución cubana permitió en Latinoamérica el surgimiento de un abanico de movimientos intelectuales y culturales innovadores, siendo los principales: la teoría de la dependencia, la teología de la liberación, la pedagogía del oprimido y la nueva canción latinoamericana. Pero para la izquierda política costarricense, la revolución cubana no fue una particular fuente de inspiración e innovación, en muchos sentidos reforzó los costados más dogmáticos y esquemáticos. Las ideas de Mora Valverde 319 no fueron modificadas significativamente por la revolución cubana. Su filosofía siguió siendo una mezcla de organicismo, liberalismo y DIAMAT, Mora sostuvo hasta el final de su vida que existen unas leyes inexorables que gobiernan la Historia, similares a las de la vida natural. Las etapas necesarias de la vida orgánica y social eran el mejor argumento filosófico contra cualquier intento de luchar efectivamente por el socialismo, la demanda de un paso rápido a la lucha armada o de poner en primer plano la lucha socialista era acusada de “prematura” es decir una demanda no solo contraria a la leyes de la naturaleza y la historia, sino que contraproducentes para la misma lucha revolucionaria, era como si alguien que deseara mucho tener un niño lo sacara a la fuerza a los 6 meses de gestación. Las ideas de Mora Valverde sobre las “dos revoluciones”, el comunismo “a la tica” y la coexistencia pacífica fueron perfilándose y perfeccionándose hasta la forma dominante que tiene en la actual izquierda política. Así como las clases dominantes ven en la paz y la singularidad las principales características del país, Mora Valverde hizo de la paz y el consenso la política central de los comunistas y de la excepcionalidad nacional la característica fundamental del pueblo costarricense. En el caso de Montero Mejía, la adscripción a la revolución cubana no promovió algún tipo de investigación similar a la de la teoría de la dependencia latinoamericana, no hubo una intención de “revolucionar” las ciencias sociales. La adhesión al castrismo se transformó sobretodo en una actitud, en un ethos, en un “deber ser”. A la vez esta adhesión promovió un costado negativo de la izquierda: el culto a la personalidad, ya característico del estalinismo se promovió hacia otras figuras como Fidel Castro o Kim Il Sung, pero también promovió el culto a la personalidad a lo interno de las propias organizaciones políticas costarricenses. Por desagradable y deformado que fuera el culto a la personalidad de los regimenes estalinistas este tenía (y tiene) dos soportes: el papel del individuo en la historia, el papel de los nombres propios en la política, pero también el hecho real que muchas de estas personalidades estuvieron al frente de procesos revolucionarios, guerras civiles e 320 insurrecciones populares, algunos de ellos de larga duración. Pero ninguna de estas características estaba presente en los intelectuales orgánicos de la izquierda política costarricense, ninguno estuvo al frente de una guerra popular prolongada o de un insurrección, en la mayoría de los casos su mayor éxito político fue ser parlamentarios. Así el culto a la personalidad, fuera de cualquier proporción de la izquierda, se mixturó con la tradición caudillista local. Al establecerse las elecciones como mecanismo fundamental de rotación de las élites políticas, ambas tradiciones: la caudillista y la del culto a la personalidad, se fortalecieron. Siendo así, la izquierda costarricense entre más participaba en elecciones y más se comprometía con los mecanismos de la democracia burguesa, más perfilaba sus elementos de culto a la personalidad y por lo tanto su práctica caudillista. Las constantes acusaciones entre las distintas organizaciones de izquierda de personalismo y caudillismo, son ciertas y no son solo acusaciones pero son sobre todo unas practicas inerciales de larga data que tienen que ver justamente con la herencia estalinista por un lado, pero también con la integración al sistema electoral de rotación de las élites. Esto podría explicar porque Álvaro Montero Mejía ha podido ser candidato a presidente por Pueblo Unido en 1986, lo intentó dentro de Fuerza Democrática en el año 2000, nuevamente en el 2006 con Rescate Nacional, en el 2010 como vicepresidente del Partido Integración Nacional, para finalmente fundar Patria Nueva y ser candidato a diputado en 2014. El programa y el partido cambian pero la figura electoral no, pues esta es el centro de la vida política electoral tal como se entiende en Costa Rica. La izquierda política, salvo en sus variantes trotskista y anarquista ha aceptado esas reglas del juego, sin meditar profundamente cómo este funcionamiento del sistema político contribuye a varios aspectos negativos como: el desprecio por la comprensión programática, por la teoría y por la vida militante orgánica. A la vez, este desprecio refuerza y vuelve más difícil de combatir el caudillismo que tantas veces se ha señalado como un problema. 321 En el caso de Rodolfo Cerdas Cruz, este tuvo la sutileza de notar la integración del PCC al aparato estalinista mundial, pese a la admiración de primer momento que tuvo por la revolución cubana, de parte de Cerdas no hubo una aceptación ciega del liderazgo cubano, lo que le permitió una análisis más matizado de la situación centroamericana en los años ochentas (Cerdas, 1989), (Vega, 1984). Pero esta autonomía en el análisis, era muy limitada en la medida en que el pensamiento de Cerdas y del FPC era básicamente nacional, es decir, que intentaba solucionar los problemas teóricos, políticos y estratégicos en los marcos nacionales. De la tesis correcta sobre la necesidad de una interpretación adecuada de la realidad nacional entendida como una totalidad concreta, para a partir de allí derivar una estrategia revolucionaria, Cerdas derivara una práctica incorrecta, en lo teórico y lo político: el particularismo nacional. En el año 1979 Cerdas Cruz aún era marxista y estaba en curso la revolución nicaragüense, pero los frentistas no se involucran en la insurrección sandinista, como si lo hicieron comunistas y socialistas, también en Cerdas es explicita la innecesaridad de una estrategia común para la revolución en Centroamérica. En ese marco era más sencillo encaminarse hacia la idea del excepcionalismo nacional y de la democracia como un valor universal. 9) En toda la segunda ola del marxismo hubo una tensión entre el lenguaje marxista- leninista, la metafísica de la democracia y la ideología del excepcionalismo costarricense. Finalmente las ideologías del valor universal de la democracia y el excepcionalismo costarricense se volvieron dominantes frente al marxismo-leninismo. La crisis del socialismo histórico facilitó esa hegemonía, aunque no la hizo desaparecer del todo. 322 Internacionalmente, los Acuerdos de Helsinki en 1975 y el eurocomunismo en 1977 fueron signos ideológicos de la crisis que vivían los partidos comunistas oficiales. En Álvaro Montero Mejía y en José Merino del Río son registrables sus simpatías por el giro eurocomunistas del Partido Comunista español. Merino del Río y Cerdas Cruz interpretaran el morismo, como una forma temprana y vernácula del eurocomunismo, intentando darle un mayor brillo y relevancia a los primeros años del comunismo costarricense. En esa interpretación se “barre bajo la alfombra” la admiración por Stalin de Manuel Mora, Arnoldo Ferreto y Carmen Lyra. Borrar el pasado estalinista de Mora, Lyra o Jaime Cerdas, para asimilarlo con el eurocomunismo europeo de los ochentas es sin duda un intento de aggiornamento nacional de la experiencia comunista local, pero también es un claro signo de hacia donde se debe dirigir la política y la estrategia: hacia la valorización de la democracia burguesa, del parlamento y de los procedimientos institucionales. En relación a la cuestión democrática en los autores estudiados, podemos decir que Mora Valverde siempre interpretó la democracia como un estado de conciencia del pueblo costarricense, es decir como una especie de intuición extra histórica del pueblo costarricense, estamos en presencia de una metafísica de la democracia, pero también Mora Valverde consideraba la democracia un valor universal de la humanidad. Conceptos valores como democracia, paz y humanismo se volvieron cada vez más relevantes en sus discursos. Desapareció progresivamente la idea de la revolución, la ideas de la lucha por la democracia como un proceso de democratización radical del poder, la riqueza y el prestigio. Rodolfo Cerdas y Álvaro Montero hacen un camino similar, aunque en el caso de Rodolfo Cerdas su aceptación de la democracia es más desencantada, si bien la democracia es víctima de la mediocridad y de la partidocracia, sigue siendo superior que el totalitarismo soviético, “es lo que hay”. 323 Álvaro Montero siguiendo un procedimiento bastante común en la izquierda política costarricense critica el neoliberalismo de nuestra época oponiéndolo a la democracia patriarcal perdida de los años cuarentas, que él llama “proyecto revolucionario de Figueres, Sanabria, Calderón Guardia y Manuel Mora”. Los tres autores estudiados idealizaron los años cuarenta como la “época dorada” perdida de Costa Rica. 10) El Partido Vanguardia Popular fue el único partido de la clase obrera que ha tenido el país en el sentido más sociológico del término (Cortés, 2018, 126), ni el PSC, ni el FPC fueron partidos obreros más que en el programa. Pese a la concepción filosófica y política estalinista del PVP este era un partido que se apoyaba socialmente en los trabajadores urbanos y rurales. Las otras organizaciones de la nueva izquierda nunca tuvieron esa composición sociológica, por lo tanto no tenían las mismas presiones, obligaciones y preocupaciones que el PVP. Todavía en 1988, ya con el “giro hacia la democracia” en curso en el PPC, Manuel Mora tenía una gran cuidado en preservar la composición obrera del partido y en que las preocupaciones de la clase obrera fuera atendidas y reflejadas en la prensa partidaria. En la prensa del PSC y en la obra de Cerdas Cruz, esas preocupaciones son ensombrecidas por otros problemas: la influencia del imperialismo, la corrupción política, los servicios públicos, la lucha política mas súperestructural. Que el PVP haya sido hasta nuestros días la principal organización política obrera, no significa que desde esa tradición intelectual se puedan sacar a cabalidad las lecciones políticas de esas experiencias. Las lecciones de esas experiencias de lucha deben ser interpretadas y sintetizadas por experiencias políticas ajenas a esta tradición. En ese sentido las memorias de Jaime Cerdas, con todos sus puntos ciegos son notablemente provocadoras, para abrir paso a otra interpretación posible de la historia de la izquierda nacional. 324 De las memorias y los testimonios de los militantes vanguardistas, socialistas y del MRP podríamos sacar los materiales para construir “la otra historia de Costa Rica”, parafraseando a Howard Zinn. El principal hecho de esta contrahistoria sería la huelga bananera de 1934, con otros hechos como la Columna Liniera, las huelgas en Juan Viñas, Coopevictoria y CATSA, la toma de la Vaca y La Vaquita, las Brigadas Carlos Luis Fallas, Mora y Cañas y Simón Bolívar, todo el movimiento de solidaridad con Nicaragua y El Salvador. Estos hechos político-sociales constituiría una especie de “hilo rojo conductor” de “la otra historia de Costa Rica”. La ubicación y valorización de manera profunda, radical de estos hechos en la historia nacional, sigue siendo una tarea inconclusa y de gran urgencia para el pensamiento político costarricense. Pero a nuestro entender, de este “hilo rojo conductor” es sobre la huelga de 1934, que más se debería meditar. Siguiendo las memorias de Jaime Cerdas, Carlos Luis Fallas, Manuel Mora y Arnoldo Ferreto. Podemos confirmar cómo la fuerza de la movilización obrera produjo: la crisis de las viejas agrupaciones oligárquicas, una legislación social de contención como respuesta a la movilización obrera, una ampliación de la democracia real al ser reconocidos los sindicatos bananeros por el Estado y por el capital. La idea de la democracia no como metafísica, sino como democratización desde abajo, no como “pureza” del procedimiento democrático, sino como redistribución de la riqueza, el poder y el prestigio a través de la acción directa de los trabajadores. Esta es una forma de entender la vida nacional que puede ser explorada y construida a partir de la memoria y los testimonios de la izquierda política. Esta tarea no puede ser llevaba adelante por los continuadores de los vanguardistas, ni por los seguidores de Mora, ni por los seguidores de Ferreto y Vargas, pues ambos mezclan 325 estas memorias con las ideas del excepcionalismo nacional, lo que adultera el verdadero significado político de la práctica y las luchas. Esta “Otra historia de Costa Rica” que puede ser tejida con las memorias y los testimonios nos parece sería la única forma de dar un combate ideológico efectivo contra la nacionalismo étnico metafísico y demás manifestaciones del excepcionalismo nacional. 11) La lectura vanguardista al ser la hegemónica de la izquierda política ha contribuido a construir una memoria social y política quebrada e incoherente que no nos permite reconstruir racionalmente los procesos de la lucha de clases, sus victorias, sus derrotas y sus posibilidades. La razón de esta memoria quebrada es la necesidad ideológica de hacer calzar los hechos sociales y políticos en la ideología/estrategia del comunismo “a la tica”. En la reconstrucción coherente de esta memoria quebrada juegan un papel fundamental no solo las memorias y los testimonios, sino también las obras estéticas las novelas, los cuentos, los poemas y las canciones producidos por la militancia política de la primera y la segunda ola. 12) La crisis general de la izquierda política estuvo motorizada por un marco teórico ortodoxo por un lado y blando por el otro, marco teórico que no estaba preparado para enfrentar los problemas venidos de la crisis, la guerra y la revolución y cuando la izquierda fue puesta a prueba en esa situación, sus respuestas fueron inadecuadas. Además del marco teórico, estuvieron las dificultades puramente políticas derivadas de encontrarse en uno de los “puntos calientes” de la situación política internacional. A nuestro entender el principal elemento de la crisis política es que ninguna de las organizaciones políticas y ninguno de los intelectuales orgánicos estudiados se planteó la 326 posibilidad y la necesidad de una estrategia conjunta para hacer triunfar la revolución centroamericana. Todos concebían la revolución como compartimentos estancos y diferenciados nacionalmente. Mora Valverde veía a Costa Rica como el país destinado a garantizar la paz en una región en guerra, Montero Mejía consideraba que la mejor forma de solidaridad internacional era reforzarse nacionalmente, Cerdas Cruz veía en la idea de “la revolución centroamericana” una especie de mirada de gran potencia geopolítica, que tiende a entender la política como regiones de influencia, además Cerdas tenía esta “teoría” sobre las tendencias contradictorias entre el unionismo y el progresismo en Centroamérica. Ninguna de los tres autores concibió la revolución centroamericana como un proceso unitario, desigualmente desarrollado. Pese a que este tipo de intuiciones están presentes en el comunismo de primera época, es un logro intelectual de Nahuel Moreno haber planteado la idea que Centroamérica es una nación balcanizada y el proceso revolucionario en Centroamérica es uno solo, esta orientación estratégica explica en mucho que el trotskismo centroamericano haya sobrevivido y resurgido en el siglo XXI y que por otro lado en otros países donde las organizaciones guerrilleras estalinistas o maoistas hayan triunfado (China, Vietnam, Yugoslavia, Cuba) el trotskismo haya desaparecido, parte por represión parte por cooptación. Es importante señalar que esta intuición estratégica ha sido solo parcialmente desarrollada por el marxismo de cuño trotskista y hoy en día sigue siendo una tesis de aceptación problemática. Ahora quisiéramos señalar algunos puntos que son ausencias en nuestro trabajo y posibles puntos de partida para futuras investigaciones nuestras o de otros investigadores: 1) La investigación no es una monografía de las organizaciones políticas, esto hubiera sido un trabajo muchísimo más extenso y tendría que haber valorado un grupo mayor de autores. 327 Por ejemplo el trabajo, la obra y la práctica política de Arnoldo Ferreto y Humberto Vargas Carbonell de gran importancia para entender el comunismo local, en esta tesis apenas son comentados de pasada en algunas páginas, lo mismo con otras figuras del morismo como Adolfo Herrera García y José Merino del Río. En el caso del PSC queda por fuera el estudio de Arnoldo Mora, pese a la importancia que tiene la tesis de la identidad del marxismo y el cristianismo en esa organización. Mario Devandas y Romano Sancho tampoco son colocados en su justa dimensión, pese a la importancia que tuvieron para esa organización y haber sido las cabezas visibles de dos de las rupturas del PSC. En el caso de Mario Devandas además él siguió siendo una figura política actuante de la izquierda nacional. En la caso del FPC no hay mayor profundización del trabajo de Pablo Azofeifa, a quien todos los testimonios frentistas lo colocan como un contrapunto del liderazgo de Rodolfo Cerdas, así mismo no hay una profundización de las obras de los hermanos Camacho y de los trabajos de Maria Eugenia Trejos. 2) Nuestro trabajo no abarca al conjunto de la izquierda política de la segunda ola del marxismo. El PRA/MRA/MRP/PNR no es analizado a fondo, de hecho un dato notable que hemos sacado de la investigación es la poca información e investigación que hay acerca de esta organización, también es una experiencia donde quienes participaron de ella no han querido dejar testimonios de época salvo por Sergio Erick Ardón y Jose Fabio Araya. Tampoco es analizado el intento de Guerra Popular Prolongada del grupo La Familia, las dos organizaciones trotskistas: la OST y el PRT tampoco son analizadas. En ese sentido nuestra investigación es solo parcial en su mirada sobre la Nueva Izquierda. 3) Los autores que hemos estudiado, escriben lo que escriben en medio de la crisis general de la izquierda política del país, y eso sin duda es un elemento a tomar en cuenta pero no hay investigaciones a profundidad sobre este proceso de desintegración, sobre todo de investigaciones que gracias a la ventaja del tiempo y la distancia histórica puedan encontrar 328 nuevas aristas de este fenómeno, que aunque doloroso debería ser explicado en todos sus alcances. 4) La que es la principal ausencia de esta investigación es que solo señala de pasada el lugar de las mujeres en la izquierda política de los años setentas y ochentas. Aquí hay una serie de problemas metodológicos que no teníamos posibilidades de solucionar en esta investigación. Señalamos varios de ellos: ¿El trabajo de Carmen Lyra, Luisa González, Emilia Prieto y Virginia Grutter son parte de la historia de la izquierda política y del movimiento obrero o son parte de la historia del movimiento de mujeres o las dos cosas a la vez o ninguna de ellas? ¿Cómo analizar la diferencia y las relaciones entre las intelectuales orgánicas y las militantes de base dentro de la izquierda política costarricense? ¿Porqué las mujeres jugaron un papel más destacado en el Partido Vanguardia Popular que en el resto de la Nueva Izquierda, aunque en principio las organizaciones estalinistas eran más machistas que las de la nueva izquierda? ¿Cómo era interpretado el trabajo entre las mujeres por las distintas organizaciones políticas? ¿Cómo se combinaba en la segunda ola del marxismo el machismo venido del estalinismo, con el machismo venido del catolicismo cultural? Sin comprender estas preguntas es imposible colocar en su debido lugar a las distintas figuras que tuvo la izquierda política costarricense. 5) Hay momentos políticos relevantes en este periodo que han sido omitidos de esta investigación pero que son relevantes para comprender el movimiento general de la izquierda política costarricense por ejemplo el debate sobre la Vía Chilena al Socialismo, la recepción del eurocomunismo en el país, la campaña sobre el no pago de la deuda externa, el análisis de la guerra en El Salvador, las respuestas que existieron para enfrentar la crisis de 1980-1982, la reacción frente la aparición de La Familia y la muerte de Viviana Gallardo. Una investigación más global debería incluir estos momentos. 329 6) Finalmente como hemos señalado varias veces, hay una falta de economía política propiamente dicha, este trabajo debería tener un marco explicativo más amplio que es la historia general del capitalismo costarricense y en particular la forma que tomó el capitalismo costarricense en el periodo estudiado. Ese es también un trabajo por hacer. 330 11) Anexo: Línea del tiempo (1961-1983) Año Partido Frente Partido Costa Rica Mundo Vanguardia Popular Socialista Popular Costarricense Costarricense 1961 Arnoldo Rodolfo El gobierno Reunión Ferreto Cerdas funda de Mario Internacional participa del la Juventud Echandi de los Socialista en rompe Partidos XXII la UCR relaciones Comunistas y congreso del (vinculada al con Cuba. Obreros. PCUS. PVP). XXII Congreso del PCUS. 1962 14 al 16 de Rodolfo Elecciones Ruptura sino- Abril. Se Cerdas Cruz Nacionales soviética. realiza el IX durante una participa el Congreso del viaje a la Partido PVP URSS entra Acción Declaración en contacto Demócrata del carácter Cierre e con los Popular en el marxista ilegalización maoístas. participan “la leninista de la del semanario sociedad de revolución Adelante. amigos de la cubana. Se publica el revolución Seminario cubana”. 331 Libertad. Gana las Crisis de los (pasando de elecciones el misiles. 3500 a 20 PLN. 000 Participa ejemplares y Calderón 1000 de la Guardia, la Revista pacificación Trabajo). de posguerra se consolida. 1963 Visita de Jhon F. Kenedy a Costa Rica. 1964 Rodolfo Cerdas escribe su tesis de licenciatura: La Formación del Estado en Costa Rica (1964) 1965 Los Octubre de comunistas 1965 El Inscriben el “Ché” Partido Guevara salé Acción de Cuba hacia Popular El Congo. 332 Socialista 1966 Apoyo de Elecciones 3 al 15 de Manuel Mora Nacionales, Enero a Daniel Gana José Conferencia Oduber. Joaquín de la Trejos. Tricontinental X Congreso en La Habana. del PVP. Inicia la revolución cultural en China. 1967 Álvaro Julio- Agosto Montero de 1967 escribe su Fundación de tesis de la OLAS en grado: La La Habana. economía y el Muere el poder como “Ché” elementos Guevara. condicionante s del derecho penal. 1968 Importante Movilizacione reunión s obreras y sandinista en estudiantiles Costa Rica. en todo el 333 mundo. Ofesiva del Tet en Vietnam. 1969 Se niega la Cerdas Cruz Cae preso Reunión inscripción expulsado del Carlos internacional electoral del PVP, con Fonseca de los Bloque de ayuda del Amador. partidos Obreros PCCH comunistas, Campesinos e construye la Manuel Mora Intelectuales, idea de la participa por presidido por Nueva el PVP. Eduardo Democracia. Mora Valverde. 1970 Los Debate Lucha Triunfa la comunistas Cerdas- estudiantil Unidad participan Montero contra Popular en dentro del sobre El ALCOA. Chile. PASO, salen Marxismo y Inicio de la electos el radicalización diputados Cristianismo. estudiantil. Manuel Mora Apertura de Valverde y a las relaciones Marcial diplomáticas Aguiluz O. con la URSS. Liberación de 334 Carlos Fonseca Amador 1971 XI Congreso Se funda Polémica del PVP (14 - FAENA pública en El 17 de Mayo) Semanario Universidad entre Álvaro Montero y Rodolfo Cerdas. 11 de abril de Lanzamiento 1972 público del Movimiento Socialista Costarricense . 1972 Se publica La Octubre 1972 crisis de la Primer democracia Congreso del liberal en PSC. Se Costa Rica. adoptan el programa de los 21 puntos. 1973 Se da a Golpe de conocer el Estado en programa de Chile. los 21 puntos 335 como preparación a la campaña electoral 1974 Electos Frente El PSC Elecciones diputados Popular participa en Nacionales. Eduardo Costarricense las elecciones Gana José Mora participa en nacionales. Figueres Valverde y las elecciones Ferrer. Su candidato Arnoldo nacionales es José Ferreto con Francisco Segura. candidatos a Aguilar diputados. Ingresa el Bulgarelli MARS a la Alberto JVC Salom gana la FEUCR 1975 Se deroga el Mario Se funda la Derrota segundo Devandas Federación militar de párrafo del electo Nacional del Estados articulo 98 de secretario empleados Unidos en la general de la públicos Vietnam. constitución. FENAEP. 1976 XII Congreso 29 de enero y Junio de 1 de febrero 1976 1976. II Congreso del Partido 336 Socialista Costarricense Huelga en el ICE detenidos los hermanos Devandas. 1977 Declaración Se refugia y Conjunta vive en Costa PSC-MRP Rica Andrés “La unidad Pascual único camino Allende, para lograr la referente del victoria” MIR Huelga en el ingenio Juan Viñas. (Enero- noviembre de 1977) 1978 Humberto Rodolfo Mario Elecciones Se radicaliza Vargas Cerdas sale Devandas nacionales. la crisis en Carbonell y electo electo Gana Rodrigo Nicaragua. Rodrigo diputado por diputado por Carazo Odio Ureña electos el FPC Pueblo Unido diputados por Pueblo Unido 337 1979 Desaparece Primera 19 de julio de en 1979 ruptura. 1979 triunfa FAENA. Enero de la revolución 1979 rompé sandinista el MT 11 de Abril dirigido por Romano Sancho. Militantes del PSC participan de la Brigada Carlos Luis Fallas 1980 XIII III Congreso Inicia la crisis Inicia la Congreso del "El Salvador económica guerra civil en PVP vencerá" 11, 1980-1982. El Salvador. 12 y 13 de Se funda el Junio 1980 abril de FMLN. 1980 . Asesinan a Oscar Arnulfo Romero. 1981 Asesinato de Inicia la Viviana ofensiva final Gallardo. del FMLN. Es electo presidente de USA, Ronald 338 Reagan 1982 Electos Segunda Elecciones Muere Eduardo división Nacionales. Leonind Mora, Mario Gana Luis Brezhnev. Le Arnoldo Devandas Alberto sucede Ferreto y rompe para Monge. Andropov al Freddy fundar el frente del Meléndez por grupo Candil. PCUS. Pueblo Unido. 1983 XIV Eduardo Congreso del Mora PVP. renuncia para que Álvaro Noviembre Montero división del asuma la PVP diputación. Bibliografía consultada. 1. Aguilar Bulgarelli, J. F. (1982) El sol de Corea. San José, C.R. : Independencia. 339 2. Aguilar Hernández, M. (2013) Álvaro Montero Vega. Memorias de una vida y un tiempo de luchas y esperanzas. San José, EUCR. 3. Althusser, L. (1970) Lenin y la filosofía. México: Era. 4. Althusser, L. (1972) Polémica sobre marxismo y humanismo. México: Siglo Veintiuno Editores. 5. Althusser, L. (1982). La filosofía como arma de la revolución. México: Siglo Veintiuno Editores. 6. Althusser, L. (2008) [1977]. ¡Por fin la crisis del marxismo! La soledad de Maquiavelo, 283-298. Madrid: España. 7. Andersen, H. C. (1994) Cuentos. Alianza Cien, Madrid. 8. Anderson, J. L. (2006). Che Guevara: una vida revolucionaria. Anagrama: Buenos Aires. 9. Anderson, P. (1979). Consideraciones sobre el Marxismo Occidental. España: Siglo XXI. 10. Araya Monge, J. 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