IMPERIOS,AGENTESYREVOLUCIONES LALARGAGUERRAFRÍAENCOSTARICA (1928-1986) David Díaz Arias | Editor En sus capítulos, este libro muestra cómo la pequeña Costa Rica pudo transitar en el mundo de la larga Guerra Fría. Se trata de estudios realizados por un grupo de investigadores que han logrado profun- dizar en un periodo histórico complejo, a partir de un descentramiento del concepto de Guerra Fría y de su uso para entender la historia del país durante el siglo XX. De esa forma, este libro tiene la capacidad de ofre- cer una perspectiva amplia sobre el concepto que lo motivó, pero también de utilizar una escala local para avanzar en las problemáticas del estalinismo, el anticomunismo, las movilizaciones, la lucha por la apropiación de conceptos, la manipulación de los poderes globales para el beneficio propio, las acciones del comunismo en la clandestinidad, las culturas empresariales, las producciones literarias que sevieron influenciadas por la división global, y las luchas por la imagen internacional del país. La originalidad de estos trabajos da pruebas mani- fiestas de un cambio rotundo en la historiografía costarricense, que pone más acento en los periodos contemporáneos y en actores disímiles, así como en el uso de fuentes con nuevas perspectivas. IMPERIOS, AGENTES Y REVOLUCIONES LA LARGA GUERRA FRÍA EN COSTA RICA (1928-1986) David Díaz Arias | Editor Comité editorial: Dr. Kevin Coleman, University of Toronto Dr. David Díaz Arias, Universidad de Costa Rica Dr. Marc Edelman, City University of New York Dr. Michel Gobat, University of Pittsburgh Dra. Christine Hatzky, Leibniz Universität Hannover Dr. Jeffrey L. Gould, Indiana University Dr. Lowell Gudmunson, Mount Holyoke College Dra. Montserrat Llonch, Universidad Autónoma de Barcelona Dr. George Lomné, Université Paris-Est Marne-la-Vallée Dr. Héctor Pérez Brignoli, Universidad de Costa Rica Dr. Eduardo Rey Tristán, Universidad de Santiago de Compostela Dr. Ronny Viales Hurtado, Universidad de Costa Rica Dra. Heather Vrana, University of Florida Dr. Justin Wolfe, Tulane University Primera edición, 2022. Diseño, portada, diagramación y control de calidad: Adriana Araya Esquivel. Corrección de pruebas: El editor y los autores y las autoras. Imagen de la portada: El presidente de Estados Unidos Harry S. Truman (izquierda) y José Figueres Ferrer, presidente de Costa Rica (a la derecha). Fotografía perteneciente a la Truman Library. Fecha: 30 de octubre de 1959. © Centro de Investigaciones Históricas de América Central. © David Díaz Arias. Prohibida la reproducción total o parcial. Todos los derechos reservados. Hecho el depósito de ley. 320.5 IM34i Imperios, agentes y revoluciones: la larga guerra fría en Costa Rica (1928-1986). D. Díaz A., (ed.). Primera edición. - San José, Costa Rica. - Universidad de Costa Rica : CIHAC, 2022. Versión digital xxii, 334 p.; ilus.; 21,5 x 14 cm. ISBN 978-9930-9758-6-2 I. Guerra fría – Costa Rica. II. Política y gobierno – Costa Rica. III. Condiciones sociales – Costa Rica. IV. Partidos po- líticos – Costa Rica. V. Relaciones internacionales. 1. Díaz Arias, David G., editor. 2. Quirós Solís, Pablo. 3. Angulo Brenes, Sonia. 4. Cortés Sequeira, Sofía. 5. Conejo Barboza, Luis Antonio. 6. Chaves Zamora, Randall. 7. Fernández Morera, Esteban. 8- Mata Li, Mariela. 9. Barboza Hernández, Ana Lucía. Índice ix Índice Prólogo Una larga Guerra Fría .................................................. xix Capítulo 1: “Contrarrevolucionarios burgueses y saboteadores de la patria del socialismo”: la producción política del anti-Trotskismo en Costa Rica (1928-1940) Pablo Quirós Solís ........................................................ 1 Introducción ............................................................. 1 1. El Comintern estalinista contra la oposición en América Latina (1928-1938) .................................... 13 2. El caso costarricense: de simpatizantes trotskistas a estalinistas recalcitrantes (1931-1940) .................. 23 Conclusión ................................................................ 40 Capítulo 2 “Pan y Trabajo”: el movimiento de desocupados y el Partido Comunista de Costa Rica, 1929-1933 Sonia Angulo Brenes .................................................... 43 Introducción ............................................................. 43 1. Surgimiento del movimiento de los desocupados .... 46 2. Las estrategias de lucha de los desocupados y su relación con la UGT ............................................. 51 3. El surgimiento del PCCR y su influencia en el movimiento de desocupados .................................. 55 4. Las reacciones del gobierno .................................. 62 Conclusión ................................................................ 64 x David Díaz Arias Capítulo 3 La reorganización del Partido Vanguardia Popular y su paso a la clandestinidad 1948-1950 Sofía Cortés Sequeira .................................................... 67 Introducción ............................................................. 67 1. La derrota militar del PVP, 1947-1948 ................. 69 2. Clandestinidad y reorganización del PVP, 1948-1949 ................................................................ 81 3. La expectativa del retorno de Mora ....................... 100 Conclusión ................................................................ 109 Capítulo 4 La invención de la socialdemocracia costarricense y de su caudillo, 1948-1952 David Díaz Arias .......................................................... 113 Introducción ............................................................. 113 1. Los muchachos socialdemócratas y la invención de la “revolución” ..................................................... 115 2. La producción de la Constitución Política y los límites del poder “revolucionario” ............................ 129 3. El final de “la revolución” .................................... 141 4. Liberación Nacional y su caudillo ......................... 147 Conclusión ................................................................ 153 Capítulo 5 De la buena vecindad al círculo viviente: modelos de comunicación empresarial transnacional de la United Fruit Company en Centroamérica (1939-1962) Luis Antonio Conejo Barboza ........................................ 155 Introducción ............................................................. 155 1. La United Fruit Company en la historia estadounidense y centroamericana ........................... 156 2. Un modelo de comunicación para un nuevo contexto global, 1939-1945 ...................................... 160 Índice xi 3. El modelo asimétrico bidireccional responde al nacionalismo y el comunismo: 1945-1962 ................ 178 Conclusión ................................................................ 185 Capítulo 6 Intelectuales bajo asedio: la Guerra Fría cultural y la Fundación Ford en la Universidad de Costa Rica (1954-1975) Randall Chaves Zamora ............................................... 189 Introducción ............................................................. 189 1. La Guerra Fría cultural ......................................... 191 2. La Fundación Ford ............................................... 196 3. La Universidad de Costa Rica ............................... 202 4. Las Ciencias Sociales ........................................... 206 Conclusión ................................................................ 216 Capítulo 7 La apertura de la embajada soviética en Costa Rica y la reacción anticomunista, 1970-1972 Esteban Fernández Morera ........................................... 221 Introducción ............................................................. 221 1. Café, détente y secretismo ..................................... 222 2. “Costa Rica Primero”: El anticomunismo patriótico .... 230 3. “¡Dios! ¡Patria! ¡Pueblo!”: la religionización de la campaña antisoviética ........................................... 239 Conclusión ................................................................ 247 Capítulo 8 Fuego y hielo: representaciones de la Guerra Fría en la literatura costarricense Mariela Mata Li ........................................................... 249 Introducción ............................................................. 249 1. Literatura costarricense durante la Guerra Fría ...... 251 xii David Díaz Arias 2. Antecedentes: La caída del águila (1920) de Carlos Gagini ....................................................... 254 3. Generación del Repertorio Americano: El grano de oro y el peón (1933) de Carmen Lyra .................... 259 4. Generación de los 40 y realismo social: Juan Varela (1939) de Adolfo Herrera García.................... 262 5. Inicio de las novelas posnacionales: Los leños vivientes (1962) de Fabián Dobles ............................. 267 6. Tránsito hacia la nueva novela histórica: Cachaza (1977) de Virgilio Mora .............................. 273 7. La posmodernidad: Gulliver dormido (1985) de Samuel Rovinski .................................................. 279 Conclusión ................................................................ 284 Capítulo 9 Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior durante la última etapa de la Guerra Fría, 1980-1986 Ana Lucía Barboza Hernández ...................................... 289 Introducción ............................................................. 289 1. La imagen de Costa Rica en el exterior ................. 290 2. Costa Rica, ¿una nación agresora? ....................... 297 3. La cruzada diplomática ......................................... 307 Conclusión ................................................................ 319 Epílogo El bien común .............................................................. 321 Acerca de las autoras y los autores .............................. 331 Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 289 Capítulo 9 Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior durante la última etapa de la Guerra Fría, 1980-1986 Ana Lucía Barboza Hernández Introducción Este capítulo explora la campaña internacional de desprestigio contra la nación costarricense que ejecutó el gobierno sandinista de Nicaragua a partir de 1982, cuan- do la Zona Norte se convirtió en un punto estratégico para el funcionamiento de grupos antisandinistas de la Contra. Desde entonces, la imagen de Costa Rica como pacífica y ejemplar democracia se convirtió en una farsa, por lo que se volvió posible cuestionarla en foros internacionales. Además, esta situación también la posibilitó el con- texto de enfrentamiento estratégico, diplomático, e ideo- lógico, pero también informativo y cultural, entre Estados Unidos y la Unión Soviética, porque, en ese marco, ambas potencias y sus aliados organizaron campañas masivas de propaganda política y cultural con el fin de desacreditar a su rival y sus naciones amigas.1 ¿Cuándo y por qué inició esta campaña de desprestigio en contra de la democracia costarricense? ¿Quiénes orquestaron 1 Antonio Niño y José Antonio Montero (eds.), Guerra Fría y propaganda. Estados Unidos y su cruzada cultural en Europa y América Latina (Madrid: Biblioteca Nueva, 2012). 290 Ana Lucía Barboza Hernández esta campaña? ¿Cuáles fueron las acciones y respuestas del gobierno costarricense ante esas graves acusaciones? 1. La imagen de Costa Rica en el exterior La imagen de la nación costarricense a nivel internacional se consolidó después de 1949, gracias a la abolición del ejér- cito. En efecto, la era del Estado de bienestar en Costa Rica vio florecer la época dorada de la excepcionalidad costarri- cense.2 Ese fenómeno, por ejemplo, fue resaltado en febrero de 1958 por el periódico estadounidense The New York Times que aseveró que las elecciones para elegir al presidente de la república y los miembros de la Asamblea Legislativa en Costa Rica ese año fueron “un modelo de lo que pueden y deben ser las elecciones democráticas. Este fue un ejemplo espléndido para América Latina en su conjunto y uno que podríamos esperar de una democracia como Costa Rica y un campeón de la libertad tan confirmado como el presi- dente José Figueres”.3 Así pues, en una región que se vivía al filo del autoritarismo político, el caso costarricense era enaltecido por la prensa internacional como el modelo más asimilable a las democracias occidentales liberales, puesto que cada cuatro años sus ciudadanos acudían a las urnas li- bremente, sin presiones castrenses, para elegir a sus gober- nantes. Por ello, nuevamente The New York Times, durante la jornada electoral de febrero de 1974 resaltó como: “…avergonzados por su estatus como una de las pocas democracias genuinas que quedan en América Latina, 700.000 votantes costarricenses se preparan para elegir al hombre que los gobernará durante los próximos cuatro años. Pero si aún 2 Víctor Hugo Acuña Ortega, “La Costa Rica excepcional; un centenario en tiempos inciertos”, Revista de Ciencias Sociales Ambos Mundos, No 3 (2022), 37. 3 “Costa Rican Democracy”, New York Times, 5 de febrero de 1958, 26. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 291 se especula sobre el probable ganador entre los ocho candidatos a la presidencia, no hay duda de que la democracia volverá a salir victoriosa en las elecciones nacionales que se realizarán el domingo. Costa Rica es un caso raro, un país en desarrollo donde se ha abolido el ejército, donde se respetan los derechos civiles y las elecciones son libres…”4 Sin embargo, para 1980, con el estallido de la violencia política y la crisis económica, los observadores políticos e intelectuales de esta parte de mundo empezaron a manifes- tar una gran preocupación por el destino de la democracia en Latinoamérica, puesto que este sistema político se encontra- ba desfigurado y había sido traicionado una y otra vez, con la excepción de México, Venezuela y la pequeña Costa Rica.5 Esta situación, llevó al reconocido escritor mexicano Octavio Paz Lozano, a publicar, en marzo de 1982, un ensayo sobre la evolución política de América Latina para enfatizar que: “La historia de la democracia latinoamericana no ha sido únicamente la historia de un fracaso. Durante un largo periodo fueron ejemplares las de- mocracias de Uruguay, Chile y Argentina. Las tres una tras otra, han caído, reemplazadas por gobier- nos militares… Pero los ejemplos más alentadores son los de Venezuela y Costa Rica: dos auténticas democracias. El caso de la pequeña Costa Rica, en el corazón de la revoltosa y autoritaria América Central, ha sido y es admirable…”6 4 “Costa Ricans to vote for President tomorrow”, New York Times, 2 de febrero de 1975, 7. 5 Peter Smith, “Los ciclos de la democracia electoral en América Latina, 1900-2000”, Política y Gobierno, No. 2 (2004), 197. 6 “América Latina y la Democracia (III)”, La Nación, 26 de junio de 1982, 15. 292 Ana Lucía Barboza Hernández Ciertamente, esta imagen de la nación costarricense la compartían numerosas personas no sólo en el gremio litera- rio, sino también especialistas en ciencias políticas y, por supuesto, figuras políticas de distintas partes del mundo. No obstante, al iniciar la década de 1980, la pacífica y demo- crática Costa Rica empezó a sufrir las secuelas de la violen- cia generalizada en la región a través de una serie de actos terroristas que inquietaron a la población costarricense. Ello combinado, con una crisis económica sin precedente en la historia del país, provocó gran incertidumbre y temor de que la agudización de la situación financiera debilitara los principios esenciales de la institucionalidad democrá- tica.7 De hecho, el aumento de los intereses sobre créditos internacionales desde 1980, más la inflación, sacudieron sin piedad la economía nacional.8 Ante la vulnerabilidad en la que se encontraba el país, el periodista estadounidense Alan Riding, en marzo de 1981, llegó a la conclusión de que Costa Rica estaba siendo azotada desde el exterior por fuerzas políticas y económicas que no podía controlar, puesto que no te- nía un aparato de seguridad capacitado para lidiar con el terrorismo, ni tampoco una base industrial capaz de amortiguar el impacto de la inestabilidad de los precios mundiales de las materias primas.9 Un año después, la si- tuación del país había empeorado a tal punto que The New York Times, en su editorial del 15 de febrero de 1982 titu- lado “The Costa Rican”, resumió la imagen de Costa Rica 7 Mitchell A. Seligson y Edward Muller, “Estabilidad democrática y crisis económica: Costa Rica 1978-1983”, Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 16/17, (1990-1991), 71-72. 8 Lowell Gudmundson, “El conflicto entre la estabilidad y la neutralidad en Costa Rica”, Foro Internacional, México, Vol. 26. No. 1 (julio-setiembre), 1985, 38. 9 “Costa Rica buffeted by regional unrest”, New York Times, 31 de marzo de 1981, 14. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 293 en tres palabras: “digna, democrática y quebrada”.10 Para ese medio, Estados Unidos debía considerar con cuidado la situación costarricense, en vista de que su cultura política debía preservarse como una aliada de utilidad: “Desde la perspectiva de un banquero, un incum- plimiento de Costa Rica es una calamidad que debe evitarse a cualquier costo razonable. Pero las consideraciones políticas son aún más apre- miantes. La violencia es casi desconocida en Costa Rica, un país sin un ejército ni una insurgencia seria… Esas son bendiciones importantes, dignas del mayor reconocimiento por parte de un Estados Unidos tan obviamente desconcertado por la vio- lencia cercana. ¿Por qué no invitar al presidente electo Monge a Washington para anunciar una crisis aún manejable?”11 Y así sucedió, puesto que una vez que asumió la Presi- dencia de la República el 8 de mayo de 1982, Luis Alberto Monge Álvarez buscó un acercamiento inmediato con los Estados Unidos, lo cual implicó la colaboración de Costa Rica en la política exterior de la administración del presi- dente Ronald Reagan (1981-1989) para Centroamérica. A cambio de eso, el nuevo gobierno costarricense recibi- ría una serie de beneficios y cooperación económica, que permitiría enfrentar la aguda crisis económica que vivía el país.12 Por su parte, el interés del presidente estadounidense 10 “The Costa Rican Difference”, New York Times, 15 de febrero de 1982, 16. 11 “The Costa Rican Difference”. 12 Carlos H. Cascante, “Entre la política exterior y la política interna. De la Proclama de la Neutralidad al Plan de Paz (1983-1989)”, Diálogos Revista Electrónica de Historia, Vol. 13, No. 1 (Febrero 2012-Agosto 2012), 11. 294 Ana Lucía Barboza Hernández en mejorar las relaciones con Costa Rica formaba parte de su estrategia radical de contención del sandinismo.13 Tan importante era Costa Rica en términos geopolíticos para Washington, que en un lapso de seis meses Reagan y Monge se reunieron en tres ocasiones. Durante su pri- mera visita a Washington el 20 de junio de 1982, Monge se reunió dos veces con el mandatario estadounidense y sostuvo conversaciones con los directores del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI). Para el Canciller costarricense, Fernando Volio esta visita fue altamente provechosa porque se llegó a un arreglo de la deuda privada de setecientos millones de dólares, me- diante un periodo de gracia de 190 días.14 En su segunda visita, del 3 al 6 de noviembre de 1982, Monge, según Volio, se abocó “un poco más de lo que podría llamarse el rescate de la imagen de Costa Rica como la democracia mejor cimentada de América Latina”.15 Efectivamente, el presidente de Costa Rica y su cuerpo diplomático apro- vecharon la ocasión para denunciar la campaña de des- prestigio internacional contra Costa Rica alentada por los sandinistas y sus aliados. Reagan, por su parte, visitó brevemente Costa Rica en diciembre de 1982, y aprovechó para indicar que a pesar de la amenaza de una guerra regional, Costa Rica seguía siendo un altivo ejemplo de pueblo libre que practicaba los principios de la democracia, porque a pesar de todo: 13 Vanni Pettinà, “América Central y la Guerra Fría, apuntes para una historia”, Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol. 30, No. 1 (Setiembre, 2019), 37. 14 Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República de Costa Rica, Memoria anual (1982-1983) (San José: Imprenta Nacional, 1983), 29. 15 Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República de Costa Rica, Memoria anual (1982-1983), 30. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 295 “Su identificación con la causa de la libertad se hizo patente el pasado febrero al elegir -como cada cuatro años- un nuevo gobierno. En octubre, ustedes elevaron a las democracias de la región a reconocer los principios de una paz duradera y humana en América Central. Y apenas hacen un mes, el presidente Monge habló elocuentemente en Washington acerca de la democracia y de la adhe- sión de todas las naciones democráticas de la re- gión a un organismo asesor para ayudar a otros paí- ses a desarrollar la práctica de la democracia…”16 Ciertamente, la corta visita de Reagan a Centroamérica despertó pasiones políticas en una región altamente po- larizada por la confrontación Este/Oeste. Aunque, el propósito de la visita era entablar conversaciones con los líderes políticos de Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Honduras, para reafirmar el compromiso de Washington en promover la democracia en toda la región convulsio- nada, todo indica que el arribo de Reagan al país tuvo el mismo propósito que la visita de John F. Kennedy en marzo de 1963. Ambos mandatarios llegaron en un momento cru- cial para afirmar el anticomunismo y la condición de Costa Rica como país aliado a Estados Unidos. En este sentido, los encuentros entre Reagan y Monge representaban el cierre de filas del Gobierno costarricense al lado de los Estados Unidos contra la Nicaragua sandinista.17 Al mismo tiempo, la vistita de Reagan despertó fuer- tes sospechas de cómo el presidente Monge se estaba convirtiendo en un cómplice más del plan de agresión de 16 “Reagan ofrece apoyo decidido”, La Nación, 5 de diciembre de 1982, 8. 17 David Díaz Arias, “A los pies del águila: la visita de John F. Kennedy a Costa Rica en 1963”, en Iván Molina y David Díaz (eds.), El verdadero anticomunismo, política, género y Guerra Fría en Costa rica (1948-1973) (San José: EUNED, 2017), 198. 296 Ana Lucía Barboza Hernández Washington contra Nicaragua, cuyo objetivo era derrocar a los sandinistas. En consecuencia, días después de la llegada de Reagan a Costa Rica, se publicó en los principales dia- rios nacionales un comunicado de la Secretaría General de la Junta de Gobierno de Reconstrucción de Nicaragua, en donde se enumeraron los diferentes planes agresivos y ac- ciones contra Nicaragua que se llevaban a cabo desde el territorio costarricense: “1) La existencia en territorio de Costa Rica de la radio contrarrevolucionaria y financiada por la CIA, llamada ‘La Voz de Sandino’. 2) La captura en San José el 30 de octubre pasado, del contrarrevo- lucionario Edén Pastora, con residencia en Costa Rica con una gran cantidad de armas, y su inme- diata liberación… 3) La captura el 2 de noviembre, con un considerable alijo de armas, del también contrarrevolucionario Edmundo Chamorro, quien fuera puesto en libertad por las autoridades cos- tarricenses. 4) El ataque al poblado nicaragüense de Cárdenas, anunciado de previo por el exagente Héctor Francés, realizado por bandas somocistas provenientes de territorio costarricense…”18 El Gobierno costarricense negó esas acusaciones y su- brayó que el país había dado reiteradas muestras de respeto a las normas del derecho internacional vigente, reiterando el principio de no intervención en los asuntos internos de otros estados y el derecho de los pueblos a su libre autode- terminación, así como la neutralidad de Costa Rica en los conflictos militares de la región. Asimismo, las autoridades costarricenses fueron enfáticas en señalar cómo: “el ilus- trado Gobierno de Nicaragua no tiene ninguna base para 18 “Comunicado de la Secretaría General de la Junta de Gobierno de Reconstrucción de Nicaragua”, La República, 12 diciembre de 1982, 24. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 297 poner en tela de duda el comportamiento del Gobierno de Costa Rica en las relaciones bilaterales, ni mucho menos de lanzar el grave cargo de agresión que, de nuevo rechazo con la mayor firmeza, por no responder a la verdad…”19. Así pues, la denuncia sandinista convertía a Costa Rica en una nación agresora, mientras que Nicaragua era la víctima de la política exterior del Gobierno de Reagan. 2. Costa Rica, ¿una nación agresora? El 19 de junio de 1983, a través de una cadena nacio- nal trasmitida por radio y televisión, Monge denunció que el gobierno sandinista había emprendido una campaña in- ternacional para desfigurar la imagen de Costa Rica y des- prestigiar su sistema democrático. Según el presidente, esta campaña consistió en hacer de la nación costarricense un “mal ejemplo” y un país “agresor”: “Nuestro limpio proceso electoral fue difamado como farsa burguesa. Nuestra amistad con las de- mocracias occidentales ha sido calumniada como sometimiento servil. Nuestro compromiso con las elecciones libres como única vía para conocer la voluntad de los pueblos ha sido injuriado como una lotería del poder. Esta democracia desarmada y víctima de agresiones externas, ha sido presentada como un país agresor”.20 Precisamente, el objetivo principal de dicha campa- ña era denunciar que Costa Rica se había convertido en 19 “Gobierno rechazó nota de Nicaragua”, La República, 15 diciembre de 1982, 4. 20 Luis Alberto Monge, “Mantenemos firme el rumbo”, La República, 20 de junio de 1983, 2. 298 Ana Lucía Barboza Hernández un refugio de las fuerzas antisandinistas,21 apoyadas por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA). Como consecuencia, las relaciones diplomáticas en- tre Costa Rica y Nicaragua se deterioraron. Para Monge, la campaña internacional contra Costa Rica había sido lanzada una vez que estalló la crisis económica y que la prensa costarricense reveló el caso del trasiego de armas a El Salvador. Según el presidente costarricense: “…estamos a cero prestigio y uno de los factores que ha contribuido a ello ha sido el haber conver- tido al país en una cueva de traficantes de armas entre otros de los tráficos que se han producido en nuestro país en los últimos tiempos. Todo eso nos ha hecho un verdadero estrago para la imagen de mucho prestigio que tenía nuestra democracia”.22 Con esa afirmación, Monge pretendía acusar a su ante- cesor, Rodrigo Carazo Odio, por haber colaborado con la revolución social en Centroamérica. No obstante, fue a par- tir de la llegada de Monge al poder que hubo denuncias contra algunos políticos costarricenses por haber aceptado sobornos del gobierno estadounidense, para formar un nue- vo ejército.23 Además, fue el 19 de julio de 1982 que Daniel Ortega Saavedra, ante una multitud de aproximadamente 100.000 personas, convocó a una: “...exaltación patriótica con los gritos de guerra. Una guerra contra el imperialismo invasor, contra 21 Edelberto Torres-Rivas, Centroamérica: entre revoluciones y democracia (Bogotá: FLACSO, 2008), 178. 22 “Monge dice que recuperación de prestigio de Costa Rica tendrá que comenzar en cero”, La República, 19 de marzo de 1982, 2. 23 William Furlong, “Costa Rica: caught between two worlds”, Revista de Estudios Interamericanos y Asuntos Mundiales, Vol. 29, No 2 (1987), 123-124. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 299 los Estados Unidos, contra los somocistas, contra los antisandinistas, contra los costarricenses y contra los hondureños que asilan en sus territorios a los que combaten la revolución del Frente Sandinista de Liberación Nacional”.24 Ante esta acusación, el 29 de julio de 1982, Monge denunció una supuesta conjura del comunismo internacio- nal contra Costa Rica, como represalia por la expulsión de un grupo de diplomáticos nicaragüenses involucrados en el acto terrorista contra las oficinas de Servicios Aéreos Hondureños S. A. (SAHSA), ocurrido el 3 de julio. De forma inmediata, el líder comunista costarricense Manuel Mora Valverde increpó al presidente de la República al ma- nifestar que: “Con el mismo derecho con que usted afirma en su discurso que los comunistas estamos metidos en una conjura internacional para desestabilizar su gobierno yo me atrevo a afirmar que usted está sir- viéndole gratuitamente a las fuerzas imperialistas que se prepara para invadir a Nicaragua e incen- diar a todo el istmo centroamericana sin exceptuar a nuestro país”.25 Precisamente, para el Canciller Volio, la campaña de descalificación hacia Costa Rica se originó durante el se- gundo semestre de 1982 y fue orquestada por costarricenses y extranjeros “que están comprometidos en una conjura para desestabilizar al país, porque hay agentes externos que les 24 “Centroamérica al borde de la guerra”, Contrapunto, 16 de agosto de 1982, 3. 25 “Respuesta de Manuel Mora al Presidente Monge”, La Nación, 31 de julio de 1982, 8. 300 Ana Lucía Barboza Hernández mortifica que Costa Rica sea una democracia auténtica”.26 Evidentemente, esa era una acusación contra militantes del Partido Vanguardia Popular (PVP), así como contra los di- putados de la Coalición “Pueblo Unido”, Arnoldo Ferreto, Eduardo Mora y Sergio Erick Ardón, quienes no solo mani- festaron su solidaridad con el gobierno sandinista, sino que también mostraron total oposición al acercamiento de las autoridades costarricenses con el presidente Reagan. Desde ese momento, una parte de la opinión pública le atribuyó a la izquierda costarricense la etiqueta de “traido- res a la Patria”, y para el mes de diciembre de 1982, el dia- rio La República publicó un campo pagado de la Secretaría de Información y Comunicación de la Presidencia de la República titulado “¿Cómo calificar a los aliados de los agresores de Costa Rica?”, en el cual se solicitaba al Poder Legislativo el levantamiento de la inmunidad a los diputa- dos comunistas, para procesarlos por traición a la patria, por las siguientes razones: “Los comunistas apoyan dentro de Costa Rica a quienes agreden desde afuera a Costa Rica. Corean las mentiras de los agresores para presentar a Costa Rica, país agredido, como un país agresor. Impulsan la campaña internacional para despresti- giar a la democracia costarricense. Llaman entre- guista la política del presidente Monge, orientada a obtener apoyo y solidaridad de los Estados Unidos y de otras democracias para superar la crisis y pre- servar la libertad y la paz de los costarricenses”.27 26 “Volio denuncia campaña de desprestigio”, La Nación, 8 de setiembre de 1982, 2. 27 “¿Cómo calificar a los aliados de los agresores?”, La República, 19 diciembre de 1982, 5. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 301 Mientras la campaña de desprestigio se intensificaba, una parte de la opinión pública y una serie de figuras políti- cas trataron de explicar ¿por qué Nicaragua quería ensuciar la imagen de la nación costarricense? Para Monge, el país fue víctima de esta campaña porque las autoridades guber- namentales no habían permitido que grupos armados se es- tablecieran en territorio nacional. Por su parte, el Canciller Volio pensaba que ese tipo de maniobras eran parte de los regímenes totalitarios que se irritaban por la existencia de sistemas democráticos. En la misma línea, el excanciller Gonzalo Facio argumentó que a los comandantes sandinis- tas les perturbaba la existencia del régimen democrático costarricense, porque era un ejemplo viviente de lo que el pueblo nicaragüense anhelaba vivir cuando derrocó a Somoza. Además, agregó que los sandinistas querían: “…desprestigiar a nuestro país imputándole toda clase de colaboración con los rebeldes antisandi- nistas. Pretenden crean en todo el mundo, con el apoyo de la formidable maquinaria propagandísti- ca del Poder Soviético, la imagen de que nuestro país ha sido convertido en una base militar de los Estados Unidos… Esta imagen distorsionada de nuestro país les servirá a los sandinistas para agre- dir en gran escala a Costa Rica en el momento en que lo juzgaran necesario…”28 En este sentido, Costa Rica se vio envuelta en una de las diversas formas que tomó la confrontación Este/Oeste durante la Guerra Fría: el uso de métodos deshonestos o información falsa para desacreditar internacionalmente al 28 Gonzalo Facio, La confrontación Este-Oeste en la crisis centroamericana (San José: Asociación Libro Libre, 1985), 87. 302 Ana Lucía Barboza Hernández otro bando.29 Eso fue denunciado, por el mismo presidente Monge durante la inauguración del XIII Congreso Mundial de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres en Noruega, el 24 de junio de 1983, al reafirmar que Costa Rica “era objeto de la hostilidad y el ataque de fuerzas totalitarias de extrema izquierda, las cua- les habían desarrollado una campaña millonaria y a nivel mundial para desfigurar la imagen de Costa Rica y des- prestigiar la democracia, a partir de mentiras, calumnias y tergiversaciones, que eran lanzadas todos los días por la radio, la prensa y la televisión”.30 Para emprender esta campaña millonaria a la que hace referencia Monge, los sandinistas contaron con la ayuda de otros países latinoamericanos, entre los cuales adquirió creciente importancia el gobierno mexicano, que se opo- nía contundentemente a la política exterior de Reagan. Cabe resaltar que la presencia activa de esta nación ofreció a los sandinistas una fuente de ayuda material y político- diplomática.31 Además, los países del bloque socialista se encargaron de aislar a la nación costarricense, por medio de agencias de noticias que se dedicaron a denunciar cómo Costa Rica había prestado su territorio para la organización y la ejecución de acciones destinadas a desestabilizar el proceso revolucionario nicaragüense. Por su parte, Cuba brindó todo tipo de ayuda material y asesoría política al gobierno sandinista,32 a tal punto que se creía que la campaña anti-Costa Rica había surgido de la 29 Antonio Niño, “Uso y abuso de las relaciones culturales en la política internacional”, Ayer, No. 75, (2009), 43. 30 Monge, Luis Alberto. Pensar y actuar. (Madrid: Editorial TECNOS, 1984), 141-142. 31 Vanni Pettinà, Historia mínima de la Guerra Fría (Ciudad de México: El Colegio de México, 2018), 226. 32 Pettinà, Historia mínima de la Guerra Fría, 185. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 303 agencia cubana de noticias Prensa Latina. De hecho, para el diario La Nación, tanto México como Cuba se habían unido a los comunistas costarricenses para orquestar una campa- ña de falsedades en contra de Costa Rica al confirmar que: “…hay en nuestro país un ejército de 30 mil hombres no reconocido oficialmente, en el cual participan cinco mil exguardias somocistas. Este ejército, según el Servicio Internacional de La Habana ha desatado contra el pueblo costarricen- se una ola de violencia, arrestos arbitrarios, tortu- ras y terrorismo, tan sólo porque protesta contra la situación en que vive”.33 Tal fue la indignación producida por las acusaciones que se le hicieron a las autoridades nacionales de tener su- puestamente presos políticos, que se organizó en México un “Comité de Familiares de Presos Políticos Costarricenses” que se dedicó a informarle al mundo sobre la represión, las torturas y la persecución sindical que ocurría en Costa Rica. Claramente, esta campaña iba más allá de presentar a Costa Rica como un satélite estadounidense, puesto que también se quería presentar al gobierno de Monge como un régimen represivo, orientado a convertirse pronto en un gobierno autoritario. Y es que, según el diplomático José Joaquín Chaverri Sievert, la imagen que se propagaba de Costa Rica por Europa era la siguiente: “Una hoja suelta en Stockolmo, Suecia, dice que nuestro país tiene presos políticos. Un comité de solidaridad con los presos políticos en Costa Rica aparece en México. Más allá se afirma que nues- tro país se militariza… En todas partes llueven 33 “Las patrañas cubano-sandinistas”, La Nación, 25 de diciembre de 1982, 14. 304 Ana Lucía Barboza Hernández inexactitudes. ¿Qué son todas estas noticias contra Costa Rica? Sencillamente es parte de una guerra política en contra de nuestro país, cuyo origen tie- ne lugar en toda una estrategia internacional ejecu- tada fundamentalmente por el marxismo”.34 La clase política costarricense salió al paso de esa cam- paña de desprestigio internacional. Así, el diputado libe- racionista Marcelo Prieto, en una entrevista que le hizo el periódico mexicano El Día, recalcó que Costa Rica era la única nación de Centroamérica que mantenía su tranquili- dad y estabilidad política y que esos valores se sustentaban en una larguísima tradición democrática.35 De la misma forma, políticos extranjeros salieron en defensa de la na- ción costarricense, como fue el caso del senador, y Jefe de Fracción del Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI), Oswaldo Álvarez Paz, quien hizo un llamado a la comunidad internacional para que salie- ra a apoyar a Costa Rica porque “no podía constituir una amenaza para nadie por ser un país amante de la paz que se caracterizaba por la ausencia de fuerzas armadas profe- sionalmente organizadas”.36 Posteriormente, entre los meses de abril y mayo de 1984, el descrédito de la política de neutralidad ideada por Monge era cada vez mayor ante numerosos sectores nacionales e in- ternacionales, producto del evidente accionar de grupos con- trarrevolucionarios nicaragüenses en el país.37 Ello quedó 34 “Una batalla política peligrosa”, La Nación, 18 de junio de 1983, 15. 35 “Marcelo Prieto: Costa Rica reitera su pacifismo y neutralidad activa”, La Nación, 13 de julio de 1983, 5. 36 “Apoyar a Costa Rica”. La Nación, 14 de enero de 1983, 16. 37 Sofía Cortés, “Izquierda y Neutralidad Perpetua (1983-1984), en Iván Molina y David Díaz (eds.), Ahí me van a matar.Cultura, violencia y Guerra Fría en Costa Rica (1979-1990) (San José: EUNED, 2018), 147. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 305 evidenciado cuando el diario estadounidense The Washington Post denunció cómo “debajo de la proclamación de la neutralidad se esconde una inquietante ambigüedad, ya que el gobierno de Monge Álvarez, aunque declaró que quiere mantenerse al margen del conflicto, durante el últi- mo año permitió que la organización de Edén Pastora uti- lizara una parte del territorio costarricense como refugio y base política y logística”.38 Asimismo, The New York Times reveló cómo algunos lí- deres de la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE), que residían en Costa Rica, sobornaron a altos funcionarios públicos costarricenses con dinero en efectivo que les ha- bía entregado la CIA, con el objetivo de que los agentes policiales de rangos mayores informaran a los rebeldes ni- caragüenses sobre las operaciones de la Guardia Rural de- dicadas a desmantelar sus campamentos para poder huir, lo que, según el diario estadounidense, ponía en peligro la de- mocracia costarricense porque “los costarricenses aprecian el estatus neutral de esta nación. También están orgullosos de que Costa Rica tenga el gobierno democrático más esta- ble y eficaz de Centroamérica. Pero los funcionarios dicen que los sobornos, junto con otros problemas nacionales y re- gionales, hacen que este estatus sea difícil de mantener”.39 Inmediatamente, el Gobierno costarricense rechazó las insinuaciones del medio estadounidense, y desmintió lo ex- puesto por el periodista Joel Brinkley, al ratificar que: “Las insinuaciones avaladas por su periódico no tienen respaldo de ninguna fuente responsable y 38 “Costa Rica struggles to stay Neutral”, The Washington Post, 21 de mayo de 1984 [https://www.washingtonpost.com/archive/politics/1984/05/21/costa- rica-struggles-to-stay-neutral/c9846f27-018c-4a6d-b99c-5bb23b3cbea1/, revisado el 24 de febrero, 2022]. 39 “Costa Rican aides said to get bribes”, New York Times, 23 de abril de 1984, 9. 306 Ana Lucía Barboza Hernández seria -no contienen datos fehacientes, no mencionan nombres ni circunstancias-. Si la información fuera veraz seguramente su periódico no tendría incon- veniente en suministrar todos los detalles permi- tiendo al Gobierno de Costa Rica proceder con todo rigor contra quienes resultaren responsables de tales acciones”.40 Días después, el Embajador de Estados Unidos en Costa Rica, el Sr. Curtin Winsor Jr., solicitó a dicho medio un derecho de respuesta, que fue publicado el 4 de mayo y en el que enfatizó como dicha publicación “constituyó un insulto grave a la reputación de honestidad ganada con tanto esfuerzo del actual Gobierno democrático de Costa Rica, porque la corrupción oficial no es una práctica aceptada en Costa Rica”.41 Además, para Winsor era necesario defender la integridad del Gobierno no solo ante la opinión pública mundial, sino también ante los costarricenses por el daño provocado a la institucionalidad democrática. La prensa nacional se enfureció ante tales acusaciones y culpabilizó a Monge de lo sucedido, por no poner orden en los Ministerios de Seguridad y Gobernación, los cuales, según La Nación y La República, estaban poniendo en peli- gro la proclama de neutralidad.42 Por su parte, el periodista Enrique Benavides aseguró que “Brinkley había venido al país a recoger chismes, a hacer preguntas prejuiciosas, a elaborar en fin un reportaje con la sustancia suficiente que fuera capaz de deteriorar el buen nombre de Costa Rica y de 40 “Falaz insinuación de The New York Times”, La República, 26 de abril de 1984, 6. 41 “Untainted goverment of Costa Rica’s Monge”, New York Times, 5 de mayo de 1984, 30. 42 “La neutralidad puesta a prueba”, La Nación, 27 de abril de 1984, 14. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 307 su gobierno en el momento políticamente más oportuno para los intereses soviéticos en esta parte del planeta”.43 Sin embargo, días después Rafael Cordero Croceri, ex- ministro de la Presidencia durante el gobierno de Carazo (1978-1982), reafirmó los rumores de que los rebeldes anti- sandinistas disparaban desde territorio costarricense, pero además señaló que algunos efectivos de la Guardia Civil y de la Guardia Rural trabajaban para la CIA y que la em- bajada de Estados Unidos en San José recurría a diversos medios para abastecer a los mercenarios dirigidos por Edén Pastora que operaban desde Costa Rica.44 Ante la seriedad del asunto, y la escalada de denuncias contra la nación cos- tarricense, el cuerpo diplomático tuvo que emprender de inmediato una serie de acciones para neutralizar esa cam- paña de descredito. 3. La cruzada diplomática La política exterior de la administración Monge Álvarez enfrentó una coyuntura internacional marcada por tensiones significativas, tanto en el plano interno, como en el regional producto de la evolución de la crisis política centroamerica- na, la cual terminó por desencadenar una serie de conflictos fronterizos con el Ejército Popular Sandinista (EPS) y una intensa campaña internacional de desprestigio contra Costa Rica. Ante las graves acusaciones del gobierno sandinista, el poder Ejecutivo en un primer momento apeló a una “actitud neutralista” de la nación costarricense, que según la prensa nacional se estaba cumpliendo a través de los hallazgos de campamentos de guerrilleros antisandinistas descubiertos y desmantelados por las fuerzas de seguridad costarricenses. 43 “Las denuncias del New York Times”, La Nación, 27 de abril de 1 984, 15. 44 “Cordero Croceri asegura que rebeldes disparan desde C. R.”, La República, 6 de mayo de 1984, 2. 308 Ana Lucía Barboza Hernández Pero, en el momento en que las naciones europeas se inclinaron por aceptar las versiones nicaragüenses sobre lo que sucedía en Costa Rica, se volvió urgente tomar acciones a nivel internacional. Por lo tanto, el primer esfuerzo para contrarrestar la campaña de desprestigio fue el “Foro pro Paz y Democracia”. Según el canciller Volio, con esta políti- ca internacional, se buscaba una “alianza amplia de gobier- nos y fuerzas democráticas”,45 para fortalecer la democracia costarricense y crear un clima propicio para el surgimiento de la libertad en otras naciones. Pero esta iniciativa no tuvo futuro, debido a que el grupo de Contadora la bloqueó. Con el pasar de los meses la situación se fue agravando, y la prensa nacional empezó a presionar al gobierno para que, con urgencia, integrara delegaciones especiales con distinguidas personalidades para que visitaran las naciones democráticas de América y Europa, con el objetivo de expli- car la política exterior y la posición del país ante el problema centroamericano y los posibles riegos de perder la única na- ción en el mundo que vivía desarmada a pesar del conflicto interno en Nicaragua. Por tanto, en una época en donde la desinformación sistemática se había convertido en una de las armas más eficientes de la Guerra Fría era necesario, según el periodista Enrique Benavides, salir en comitivas selectas a los grandes centros de poder, para mostrar la verdad.46 Esa misión era sumamente complicada para el Canciller Volio, puesto que levantar la imagen de la nación costarricense en los países socialdemócratas europeos involucraba encarar la campaña de desinformación millonaria que conducía el eje Moscú-La Habana-Nicaragua, y que hacía declaraciones como que en Costa Rica: 45 Fernando Volio, El militarismo en Costa Rica y otros ensayos (San José: Asociación Libro Libre, 1985), 181. 46 “El encuentro de dos democracias”, La Nación, 1 de junio de 1984, 15. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 309 “…tenemos un ejército de 30.000 hombres disfra- zados, 5.000 de ellos somocistas, y que aquí tene- mos presos políticos y los torturamos, que somos una ficha de los Estados Unidos para agredir a Nicaragua, cuando la verdad es que somos agre- didos, en mil formas, sin que hayamos hecho acto alguno que dé pretexto para esa agresión… que somos un instrumento de la política exterior de una gran potencia y como un lugar donde se violan los derechos humanos”.47 Por consiguiente, entidades privadas y políticos costarri- censes preocupados por el impacto negativo de la campaña internacional contra Costa Rica, promovieron varios esque- mas y discursos ideológicos encaminados a mejorar la ima- gen internacional del país. Un caso de ellos fue cuando el Instituto Costarricense del Sector empresarial (INCOSEM) auspició una misión, encabezada por el ex presidente de la República. Mario Echandi, por algunas naciones europeas y en la cual participaron otras personalidades tales como Jaime Daremblum, Emilio Bruce y el periodista William Barrantes. El objetivo era “corregir” las distorsiones en tor- no a las verdaderas circunstancias del istmo y restaurar la imagen internacional del país. La segunda acción que llevó a cabo el gobierno de Monge, en conjunto con su cuerpo diplomático, fue buscar apoyo entre todas las democracias del mundo. Esta solicitud fue planteada por Monge durante su visita oficial a Oslo, en donde recordó que “Costa Rica enfrenta una campaña de tergiversaciones y mentiras en muchas naciones, entre ellas las de Europa Oriental, sin que hasta el momento las demo- cracias amigas hayan respondido con un mensaje solidario 47 “Costa Rica neutral en el conflicto centroamericano”, Contrapunto, 16 de febrero de 1983, 12. 310 Ana Lucía Barboza Hernández hacia Costa Rica”.48 Claro está que al no tener recursos económicos para elaborar una campaña mediática por todo el mundo donde se proyectara una imagen objetiva de los problemas y el estilo de vida de los costarricense, el cuerpo diplomático dependió de la comprensión y el respaldo de todas las naciones comprometidas con la democracia, para neutralizar los ataques contra la imagen del país. En tercer lugar, y como una estrategia para contra- rrestar una serie de denuncias que afirmaban que desde el territorio costarricense se estaba agrediendo la sobera- nía nicaragüense, Monge decidió presentar la política de “Neutralidad Activa, Perpetua y No Armada” en noviembre de 1983. Este fue el proyecto medular para fortalecer la imagen del país, ya que, según el canciller Gutiérrez, se convirtió en uno de los mayores logros del gobierno porque enmarcó bien el mito pacifista costarricense dentro de una concepción que se inscribía en el contexto de un desarrollo progresivo del derecho internacional.49 Sin embargo, y a pe- sar del gran apoyo de los costarricenses a la “Proclama de Neutralidad”, esta política se volvió cada vez más difícil de sostener, especialmente porque la economía costarricen- se dependía de la ayuda de Estados Unidos, nación que presionaba constantemente a las autoridades costarricen- ses para que abandonara su neutralidad y apoyara abierta- mente la acción contra el gobierno sandinista.50 Para la primera mitad de 1984, el presidente Monge y su cuerpo diplomático solicitaron la ayuda de varios líderes internacionales, para promocionar la nueva política exterior 48 “Monge demanda apoyo de democracias mundiales”, La Nación, 24 de junio de 1983, 4. 49 Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República de Costa Rica, Memoria anual (1983-1984) (San José: Imprenta Nacional, 1984), 1. 50 “Costa Rican Denies the U.S. Pressed Him Over Neutrality”, New York Times, 12 de mayo de 1984, 4. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 311 a través de una campaña mediática. De esta manera, en la prensa nacional se empezó a publicar una serie de campos pagados donde se elogiaba la “Política de Neutralidad”. En uno de ellos, la máxima autoridad de la Iglesia católica, el Papa Juan Pablo II, se dirigió tanto al pueblo costarricense como a la comunidad internacional, con el siguiente mensaje: “Deseo poner de relieve, el amor a la paz tan arraigada en vuestro pueblo, y que lo ha llevado a privarse constitucionalmente de la existencia del ejército como institución permanente en el país. Muy significativa es también la decisión de Costa Rica de mantenerse neutral frente a los graves con- flictos del área centroamericana. Quiera Dios que el hermoso ejemplo de vuestra pacifica nación con- tribuya a la paz, supremo anhelo de los queridos pueblos centroamericanos…”51 Pero, las acusaciones no cesaron y a pesar de que el Gobierno de Costa Rica anunció la reafirmación de su po- lítica exterior basada en la neutralidad y en la no utiliza- ción de su territorio para la organización y ejecución de ataques contra Nicaragua, los sandinistas aseguraron, una vez más, que las autoridades costarricense habían abierto el camino a ARDE para que, desde el territorio costarri- cense, se cometieran todo tipo de asaltos.52 En consecuen- cia, Ortega denunció que “centenares de mercenarios dirigidos por CIA se agrupaban en la zona costarricense de Guanacaste, para lanzar una ofensiva contra Nicaragua”.53 51 “El Papa elogia la Neutralidad”, La República, 9 de mayo de 1984, 5. 52 “Nicaragua dice que el país le abrió el camino a “ARDE”, La República, 29 de setiembre de 1983, 11. 53 “Gobierno niega acusaciones de comandante Daniel Ortega”, La Nación, 25 de agosto de 1984, 4. 312 Ana Lucía Barboza Hernández Desde entonces, Costa Rica era vista como una base militar para destruir el proceso revolucionario, lo que lle- vó al presidente mexicano Miguel de la Madrid Hurtado a recordarle al Gobierno costarricense la obligación de cumplir con el principio de no intervención y de vigilar adecuadamente la frontera con Nicaragua, a fin de evitar que por ella siguieran pasando contrarrevolucionarios para sumarse a las fuerzas de Pastora.54 Si bien, la “Política de Neutralidad” fue sumamente útil para neutralizar los aires guerreristas de algunas agrupa- ciones nacionales,55 lo cierto es que no logró contrarrestar la campaña de desprestigio que sufría Costa Rica. Por eso, el cuerpo diplomático costarricense tuvo que organizar, en junio de 1984, una gira por Europa Occidental, con el propósito de reforzar la imagen de Costa Rica y destacar su activa participación en los procesos pacificadores de Centroamérica.56 En algunas naciones del viejo continente se tenía la impresión de que Costa Rica servía como base de operaciones de la guerrilla anti-sandinista, y que junto a Honduras era el país más alineado a la política exterior de Reagan.57 La gira fue bautizada como “Operación Verdad” y su objetivo fue: “… establecer contacto con los más altos dignatarios de los países a visitar, con importantes figuras de la política internacional, con representantes de diversos organismos de cooperación bilateral y multinacional, 54 “Los ‘contras’ y las ‘espaldas mojadas’, La República, 20 de octubre de 1983, 14. 55 Carlos Sojo, Costa Rica: política exterior y sandinismo (San José: FLACSO, 1991), 103. 56 Sofía Cortés, “Entre la esperanza y la desilusión: la izquierda costarricense y la Nicaragua sandinistas” (Tesis de Posgrado en Historia, Universidad de Costa Rica, 2018), 285. 57 “América Central en la prensa francesa”, Semanario Universidad, 8 de junio de 1984, 6. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 313 y con la prensa europea y mundial… El viaje del Presidente Monge hará posible que, directamente de la voz de nuestros representantes más autoriza- dos, los gobernantes, los diversos círculos de opi- nión y los pueblos europeos en general, conozcan nuestra verdad…”58 A su regreso al país, Monge no solo fue recibido por su equipo de gobierno, sino que también llegaron al Aeropuerto Juan Santamaría el expresidente de la República José Figueres Ferrer y cientos de ciudadanos con banderas pa- trias y pancartas que decían “Bienvenido presidente Monge” y “Gracias, señor Presidente”.59 Luego de ser victoreado y aplaudido por los presentes, el mandatario recalcó que el viaje fue todo un éxito, puesto que se había cumplido con el objetivo de demostrar que la única guerra de la nación costarricense era contra la guerra y el terror que envolvía a toda la región.60 Además, una parte de la opinión pública creía que la gira por Europa fue un triunfo diplomático una vez que consiguió que el país se convirtiera en la sede de la reunión conjunta de ministros de relaciones exteriores de la Comunidad Económica Europea, de Centroamérica y de los países del grupo Contadora, durante el mes de setiem- bre de 1984. No obstante, cabe recordar que una vez que el presidente costarricense iba a iniciar su discurso en la sesión especial de la septuagésima Asamblea General de Organización Internacional del Trabajo celebrada en Suiza, las delegaciones de los países “No Alineados” y del bloque soviético abandonaron la sala. 58 “Un viaje necesario”, Contrapunto, 16 de abril de 1984, 2. 59 “Monge dice que viaje a Europa fue exitoso”, La Nación, 2 de julio de 1984, 4. 60 “Monge: nuestra guerra es contra la guerra”, La República, 2 de julio de 1984, 3. 314 Ana Lucía Barboza Hernández El optimismo alcanzado por el éxito de la gira en el continente europeo no duraría mucho, debido al rumor de un posible “golpe de estado blando” que, según Manuel Rojas Bolaños, consistió en un plan elaborado por la Cámara de Comercio que demandó al gobierno primeramente una acción más contundente para reprimir los intentos de des- estabilización social del país que realizaban los grupos sindicales y campesinos y, en segundo lugar, solicitó rom- per relaciones con el gobierno nicaragüense. Finalmente, Monge afrontó las presiones de la Cámara con una reorgani- zación del gabinete, y sustituyó a aquellos ministros de es- tado que se oponían a las políticas del presidente Reagan.61 Con el cambio en el Ministerio de Seguridad Pública, las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua se agravaron, a tal nivel que la campaña de desinformación y tergiversación llegó a poner en duda la vocación pacifista del pueblo costa- rricense, cuando en enero de 1985, el Ministro del Interior de Nicaragua, Tomas Borge, insistió en que: “Costa Rica se había convertido en refugio de mercenarios antisandinistas que ingresaban desde territorio hondureño y costarricense para emboscar en las carreteras y atacar unidades de pro- ducción, minar puertos, secuestrar y asesinar maestros, trabajadores de salud, mujeres y niños”.62 Meses después, el Comandante Ortega expresó que: “esa ficción de que en Costa Rica no había ningún ejército, no es cierta, puesto que los norteamericanos están entrenando ahí a los guardias civiles como un ejército”.63 61 Manuel Rojas, Los años ochenta y el futuro incierto (San José: EUNED, 1991), 19-23. 62 “Borge dice que Costa Rica es “refugio de mercenarios”, La Nación, 21 de enero de 1985, 4. 63 “Daniel Ortega asegura que Costa Rica tiene ejército”, La Nación, 5 de junio de 1985, 7. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 315 Efectivamente, en mayo de 1985, las autoridades cos- tarricenses habían aprobado la llegada al país de un equi- po móvil de entrenamiento, integrado por cuatro oficiales y veinte efectivos alistados para entrenar a 750 miembros de la Guardia Civil, con el objetivo de defender a la nación del terrorismo, la subversión y ante una eventual agresión externa. Para algunos actores internacionales, como fue el caso del Pentágono, esto podría significar, “el fin de una era de 36 años como el único país latinoamericano sin fuerzas armadas”.64 Poco a poco, Costa Rica había dejado de ser presenta- da como una democracia pacífica y neutral para exponerse como una nación belicista. Ante esta realidad, el nuevo presidente electo, el Dr. Oscar Arias Sánchez (1986-1989), se propuso transformar la imagen del país en el exterior, porque a pesar de que Costa Rica era respetada a nivel in- ternacional, especialmente en el mundo occidental por su sana práctica democrática, según Arias, estaban aquellos actores internacionales que seguían considerando que la nación costarricense, desde 1982 era “respetada en el exte- rior por su grado de sumisión o servilismo.”65 Cuando Arias asumió la presidencia de la República, en mayo de 1986, no solo tuvo que enfrentarse al espectro de una guerra regional, y a las presiones para militarizar al país, sino que además tuvo que hacerle frente a la deplo- rable reputación internacional de la nación costarricense por el apoyo que le había brindado el gobierno de Monge a la Contra, lo cual culminó con una demanda contra Costa Rica, por parte del gobierno nicaragüense, ante la Corte Interamericana de Justicia en La Haya. Ante estas acusacio- nes, el escritor Alberto Baeza Flores concluyó lo siguiente: 64 “Monge: no quiero ejército aquí”, La República, 8 de mayo de 1985, 4. 65 “Nadie podrá apartarnos del camino”, La Nación, 26 de abril de 1986, 16. 316 Ana Lucía Barboza Hernández “Creo que ningún costarricense democrático espe- raba que Nicaragua, de los nueve comandantes del FSLN, llevara su audacia agresiva al punto de de- nunciar a Costa Rica –sin Fuerzas armadas, a tres años de celebrar el primer centenario de su ejer- cicio democrático, con su doctrina de neutralidad perpetua y activa, democracia nacida de pequeños agricultores, de profesionales liberales y maestros, de cooperativistas y otros trabajadores- de viola- ción de la Carta de las Naciones Unidas…”66 En la misma línea, el presidente Arias rechazó tales acusaciones, argumentando que Costa Rica siempre había presentado una conducta ejemplar y que, a pesar de todos los peligros externos e internos, pronto cumpliría cien años de vivir bajo un sistema democrático: “A pesar de esto, los enemigos de las liberta- des cívicas han propalado sobre ella incontables infamias y calumnias. Esta conducta ejemplar de Costa Rica, vertical y transparente desde todo punto de vista ha sido objeto de una enconosa y sostenida campaña de difamación. El colmo de este cinismo es la increíble acusación del régi- men nicaragüense contra Costa Rica ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya. Queremos poner en evidencia las falacias que el aparato publicitario de nuestros detractores ha lanzado contra esta ya casi centenaria democracia”.67 66 “La imagen de Costa Rica”, La Nación, 18 de setiembre de 1986, 15. 67 Oscar Arias, Costa Rica: territorio de la paz, síntesis del pensamiento del doctor Oscar Arias Sánchez presidente de la República de Costa Rica (San José: Imprenta Nacional, 1987), 29. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 317 También, a raíz de esta denuncia contra el país, el nuevo presidente de la República encontró las condiciones ade- cuadas para no permitir más operaciones de la Contra en la zona norte, puesto que solo cumpliendo con una estricta neutralidad en el campo militar se lograría invertir la ima- gen del país. No obstante, a finales de 1986 Costa Rica se vio nuevamente golpeada por un gran escándalo político a nivel internacional, como lo fue el caso Irán-Contra y, en consecuencia, la imagen del país se vino abajo una vez más. Y es que según, el Director de Información del Archivo de Seguridad Nacional, Peter Kornbluh, las autoridades cos- tarricenses habían complacido a Reagan para que Estados Unidos interviniera en el conflicto nicaragüense: “La foto no es bonita. Casi cada página del infor- me de operaciones de EE.UU. en Centroamérica e Irán contiene una nueva revelación u otra esce- na fea de las guerras encubiertas multifacéticas y multinacionales de la administración: el presi- dente y sus hombres chantajeando a la política costarricense para que apoyen la intervención de EE.UU. en Nicaragua, sobornando a los contras para que no entablen conversaciones de paz con los sandinistas…”68 Por lo tanto, una vez que salió a la luz el informe de la Comisión Tower en los primeros meses de 1987, se logró constatar que efectivamente funcionarios del gobierno de Monge habían permitido las operaciones y el abastecimien- to a la Contra. Las revelaciones de este escándalo no hi- cieron más que agravar la deteriorada imagen internacional 68 Peter Kornblud, “The Irán-Contra scandal: a postmortem”, Revista de política mundial , vol. 5, No. 1 (1987-1988), 131. 318 Ana Lucía Barboza Hernández de Honduras y Costa Rica.69 Al mismo tiempo, el diario La República, en la edición del 6 de enero de 1987, publicó un extenso cable de la AP escrito por Ary Moleón, en donde el presidente del Sindicato de Periodistas Norteamericanos, Charles Perlik, denunció lo siguiente: “…Si bien Costa Rica ha sido un modelo tradi- cional de democracia, la creciente presión de Washington en la campaña anti-sandinista no ha dejado de tener sus efectos en la prensa. La pre- sencia norteamericana en Costa Rica se expresa en el uso de ese país como base para trasmisiones radiales contra Nicaragua, y se han tenido informes de que se han usado fondos de la CIA para pagar la colaboración de algunos medios noticiosos”.70 A pesar de los esfuerzos del gobierno de Arias por res- tringir todo tipo de operaciones de la Contra en el país, la campaña de desprestigio no cesó, puesto que la prensa internacional y los formadores de opinión pública (intelec- tuales, políticos, profesores y estudiantes) se concentraron en informar sobre las situaciones fundamentales del con- flicto centroamericano, pero con la particularidad de pre- sentar a los sandinistas como los “buenos” y “agredidos” y a los demás países de la región como los “malos” y agre- sores”, incluida Costa Rica que estaba prestando su terri- torio para que se atacara a los “buenos”.71 En fin, lo único que consiguió revertir esta representación fue la propuesta del plan de paz para Centro América, liderada por Arias. 69 Gabriel Aguilera, Abelardo Morales y Carlos Sojo, Centroamérica: de Reagan a Bush (San José: FLACSO, 1991), 55. 70 “Analizan los peligros francos y escondidos a la libertad de prensa”, La República, de enero de 1987, 12. 71 “El plan de paz en la prensa europea”, La Nación, 16 de setiembre de 1987, 15. Una batalla peligrosa: la imagen política de Costa Rica en el exterior... 319 Por eso, una vez que se firmó ese plan en agosto de 1987, el expresidente Rodrigo Carazo Odio comentó que con eso se producía la reivindicación internacional de Costa Rica, especialmente después del caso Irán-Contra, en donde quedó evidenciado que, hasta entonces, la neutralidad no había sido más que un recurso retórico.72 Conclusión La democracia costarricense, en el periodo 1980-1986, enfrentó un sin número de dificultades económicas, po- líticas y sociales, entre las que sobresalen el proceso in- flacionario, el incremento general de los precios, la caída estrepitosa del colón, las diferentes huelgas bananeras, el conflicto bélico de la región, los ataques terroristas, el tráfico de armas y la penetración del narcotráfico. A estas circunstancias se sumó la intensa y amplia campaña inter- nacional de desprestigio contra Costa Rica llevada a cabo por el gobierno sandinista. Tanto la precariedad de las instituciones encargadas de la seguridad nacional, como la ausencia de una política inter- nacional clara, firme y prudente facilitaron las condiciones para que una serie de actores nacionales e internacionales se aliaran al gobierno nicaragüense, para denunciar que Costa Rica había violentado el principio de autodeterminación de los pueblos en el momento en que las autoridades guber- namentales decidieron ayudar en forma secreta a la Contra para debilitar al régimen sandinista. Por lo tanto, cabe re- saltar que este tipo de manifestaciones no iban dirigidas en última instancia contra Costa Rica, sino que su objetivo final era desprestigiar mediáticamente las acciones colonialistas de Estados Unidos como potencia hegemónica. 72 Abelardo Morales, “Rodrigo Carazo: acuerdo ya no puede fracasar”, Revista Aportes, No. 37 (Setiembre, 1987), 12 320 Ana Lucía Barboza Hernández Después de mayo de 1986, el presidente Arias enfrentó con más decisión las actividades de la Contra y los deseos de la administración Reagan. En agosto de 1987, con la firma del Plan de Paz para la región, la campaña de descrédito contra la democracia costarricense empezó a perder fuerza y poco a poco la clase gobernante y el cuerpo diplomático regenerarían la imagen de Costa Rica hasta convertirla en la democracia más antigua de América Latina. Por lo que, a un año de concluir su mandato, el presidente Arias le comunicó al Poder Legislativo cómo: “La Costa Rica de hoy, la Costa Rica protagonista, no solo disfruta del reconocimiento internacional, sino que recibe los beneficios de ser nación pacífi- ca. El rescate de la imagen internacional de Costa Rica nos da grandes dividendos. Hoy no se concibe otra forma de existencia que no sea la de interrela- ción, la de ayuda mutua. La mayoría de los países del planeta están dispuestos a ayudar a una nación que no ha dado su sangre en guerras sin sentido, sino que ha brindado su sudor por el bienestar de sus hermanos”.73 En fin, el plan de paz, como una alternativa para promover la democracia y la paz en América Central, fue reconocido a nivel internacional con el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz al presidente Arias en 1987 y, posteriormente, con la presencia de numerosos mandatarios y jefes de estado de diecisiete naciones del continente americano en octubre de 1989, que se sumaron a conmemorar el “Centenario de la Democracia Costarricense”. 73 Oscar Arias, La semilla de la paz (San José: Imprenta Nacional, 1990), 149. Epílogo: El bien común 321 Epílogo El bien común Después de 1951, José Figueres Ferrer se convirtió en un influyente político a quien acudían medios de prensa de Europa, Estados Unidos y América Latina para consultarle sobre los acontecimientos del continente. Su personalidad abierta y crítica al mismo tiempo, su dominio del inglés y su capacidad de moverse en espacios culturales diferentes (desde el trato con peones en su finca hasta sus discusiones con intelectuales del mundo) afirmaron aún más su imagen de “gran hombre” y líder. Durante su primer mandato como presidente constitucional (1953-1958), a esos atributos se unió la amistad que Figueres forjó con políticos e intelec- tuales progresistas estadounidenses después de la crisis centroamericana provocada por el golpe de estado a Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954.1 Con esas calidades, Figueres escribía continuamente para esos medios de prensa sobre la actualidad latinoame- ricana y mundial, para que esos artículos se difundieran a nivel global. En uno de esos trabajos, publicado en diciem- bre de 1958, al comentar las elecciones presidenciales que se realizarían en Venezuela, Figueres lamentó que Wolfgang Larrazábal hubiese pactado con el Partido Comunista de Venezuela (PCV) para obtener su apoyo político, pues con- sideraba que ese acercamiento entorpecería la posibilidad de Venezuela de acercarse a Estados Unidos en caso de 1 Leon Fink, Undoing the Liberal World Order: Progressive Ideals and Political Realities Since World War II (New York: Columbia University Press, 2022), 97-125. 322 David Díaz Arias que Larrazábal triunfara en la contienda. Al reflexionar al respecto, Figueres observó que uno de los problemas de pactar con los comunistas era su desapego por el derecho electoral y la democracia y advirtió que se luchaba “por erradicar las dictaduras policíacas y, simultáneamente, se juega con el fuego de la tiranía doctrinaria”.2 El fondo del artículo, sin embargo, era para anotar que América Latina no debía coquetear con la Unión Soviética (URSS) en el difícil trance que involucraba la Guerra Fría, porque, según Figueres, “los destinos de América Latina en la segunda mitad del siglo veinte están ligados a los de Norteamérica”. En lugar de imperialista, como suponía Figueres que lo retratarían los enemigos de su tesis, él era pragmático, pues visualizaba la dependencia latinoamericana como una realidad histórica. Y desde esa posición llamó a cerrar filas contra la URSS, siendo fieles a Estados Unidos, en espera de que en algún momento las dos superpotencias alcanzaran un acuerdo mutuo por la paz. Pero mientras ese momento llegara, indicó Figueres, “el hecho es que estamos en Guerra Fría y que la América Latina, si aspira a desa- rrollarse dentro de un entendimiento justo y mutuamente satisfactorio con los Estados Unidos, debe ser solidaria con ellos en su lucha contra Rusia y contra la penetración que se mueve por los canales del movimiento comunista internacional”. Para rematar, Figueres echó más sal en la herida antiimperialista, pues advirtió que las autorida- des estadounidenses habían mostrado una apertura a la comprensión de las necesidades latinoamericanas y esta- ban empeñadas en ayudar a estos países de forma solidaria en términos económicos y de justicia, pero que, a cambio, 2 José Figueres Ferrer, “El comunismo y América Latina”, La República, 4 de diciembre de 1958, 6. Epílogo: El bien común 323 los latinoamericanos no debían coquetear con los soviéticos pues eran los “enemigos bélicos” de Estados Unidos.3 Ciertamente, los apuntes de Figueres sobre la situación de Realpolitik de América Latina frente a Estados Unidos eran polémicos. Pero ese artículo apenas era un trueno que anunciaba una tormenta de críticas a los comunistas latinoa- mericanos que llegaba de la mano de Figueres. En marzo de 1959, Fidel Castro Ruz, líder de la, entonces, recién triun- fante Revolución cubana, invitó a Figueres a visitar Cuba e incluso envió un avión, “El Sierra Maestra”, a recogerlo a San José junto a Francisco J. Orlich, Marcial Aguiluz, José Rafael Cordero Croceri y Hernán Garrón (estos tres últimos diputados en ese momento).4 En una actividad pública frente a miles de trabajadores realizada el 21 de marzo de 1959, Figueres reiteró sus ideas sobre el acercamiento que América Latina debía tener con Estados Unidos y subrayó que, en caso de una Tercera Guerra Mundial, los latinoamericanos apoya- rían a la superpotencia del norte en contra de la URSS, pero Castro lo contradijo y enfrentó esa tesis al inclinarse por la neutralidad en el conflicto Este-Oeste, algo que también hizo el Secretario General de la Conferencia de Trabajadores de Cuba, David Salvador.5 Unos días después, se acusó a Figueres en Cuba de ser “agente del imperialismo yanqui”.6 Como reacción a esa acusación, al conmemorar el undé- cimo aniversario de la Guerra Civil de 1948 en su hacienda “La Lucha” el 12 de abril de 1959, Figueres indicó que su “revolución” (la de 1948) había sido una lucha por la justicia social, por el progreso material y por la superación 3 Figueres Ferrer, “El comunismo y América Latina”, 6. 4 “Visita oficial de Figueres a Cuba”, La República, 21 de marzo de 1959, 5. 5 “Fidel Castro se dispara violentamente contra Figueres”, Diario de Costa Rica, 25 de marzo de 1959, 12 y 16. 6 “Gravísima denuncia contra Figueres en Cuba”, Diario de Costa Rica, 1 de abril de 1959, 15. 324 David Díaz Arias moral del pueblo, “sin verborrea ni demagogia”. Por eso, consideraba una tristeza que “otras revoluciones, en otros países, estén influyendo en las masas para convertirlas en populacho”, lo cual redundaba en una dirigencia política que ofrecía todo y aceptaba el apoyo de los comunistas, “no para establecer la dictadura del proletariado, sino la dicta- dura del populacho”. Más agresivo aún, Figueres respondió directamente las acusaciones de que era objeto por Castro: “Ahora resulta que, para esos nóveles revolucio- narios, estar al lado de las democracias occiden- tales significa ser imperialista; y que para ser an- tiimperialista, hay que hacerse amigo de la Unión Soviética. ¿Qué es esa charlatanería? Que vengan a Costa Rica, si quieren ver una verdadera revolu- ción de carácter democrático, con ideología propia, seria, y con planteamientos responsables. ¿Con qué derecho esos charlatanes nos quieren presen- tar como si fuéramos un movimiento entregado a los Estados Unidos, cuando somos en realidad los que más seriamente hemos planteado a los gran- des países industriales las demandas de América Latina, para la reivindicación económica de los pueblos que llaman subdesarrollados? […] La revolución de Costa Rica, por el contrario, busca el bien común sin apartarse del principio democrático”.7 El líder comunista Manuel Mora Valverde respondió en un largo artículo a las críticas de Figueres, al indicar que el liberacionista estaba equivocado en su visión de Estados Unidos, de Cuba y de Castro, pues la Revolución cubana pretendía ser autónoma y se mantendría neutral a nivel del 7 “No somos traidores de Occidente”, La República, 14 de abril de 1959, 6. Epílogo: El bien común 325 conflicto global de la Guerra Fría. Mora acusó a Figueres de pro-imperialista por plantear que los países latinoameri- canos se convirtieran en vasallos de los estadounidenses y también lo acusó de querer apropiarse de las bases educati- vas y sociales que se crearon antes de que él triunfara en la Guerra Civil de 1948 y aseguró que Figueres se movía en la “Diplomacia del dólar” (el poder económico estadouni- dense se imponía sobre los países), pero que ese movi- miento era solo una pose para que el Departamento de Estado lo dejara ser una “figura del Caribe”.8 Pero Mora no se imaginaba que, en pocos años, la per- sona que acusaba de imperialista abriría la embajada sovié- tica en San José. Figueres aprendió pronto, en el mundo de la Guerra Fría, que ser figura política equivalía en América Latina a tener cierta ambigüedad, de forma que a la vez que tomaba del brazo a Lincoln para hablar de democracia, tam- bién podía aspirar a estrechar la mano de Lenin para finan- ciar sus campañas políticas. Esa ambigüedad le permitió moverse en ese difícil contexto histórico con la capacidad de camuflaje de un camaleón.9 * Los capítulos de este libro muestran que la pequeña Costa Rica pudo transitar en ese mundo de la larga Guerra Fría gracias a su acercamiento oficial a la política estadouniden- se, pero, también, a la capacidad de confrontar esa políti- ca cuando la puso en la cuerda floja de las guerras calientes que el conflicto entre la URSS y Estados Unidos produjo en América Latina. Se trata de estudios realizados en su mayoría 8 “Manuel Mora refuta a Figueres”, Adelante, 19 de abril de 1959, 4-6. 9 Kirk S. Bowman, Militarization, Democracy, and Development: The Perils of Praetorianism in Latin America (Pennsylvania: Pennsylvania State University Press, 2002), 69-140. 326 David Díaz Arias por jóvenes investigadores que, en el marco del Centro de Investigaciones Históricas de América Central y del Posgrado en Historia de la Universidad de Costa Rica, han logrado pro- fundizar en un periodo histórico complejo, a partir de un des- centramiento del concepto de Guerra Fría y de su uso para entender la historia del país durante el siglo XX. De esa forma, este libro tiene la capacidad de ofrecer una perspectiva amplia sobre el concepto que lo motivó, pero también de utilizar una escala local para avanzar en las problemáticas del estalinismo, el anticomunismo, las movilizaciones, la lucha por la apropiación de conceptos, la manipulación de los poderes globales para el beneficio propio, las acciones del comunismo en la clandestinidad, las culturas empresariales, las producciones literarias que se vieron influenciadas por la división global, y las luchas por la imagen internacional del país. La originalidad de estos trabajos da pruebas manifiestas de un cambio rotun- do en la historiografía costarricense, ya anunciado en otros estudios publicados con anterioridad a este, que pone más acento en los periodos contemporáneos y en actores disími- les, así como en el uso de fuentes con nuevas perspectivas. En ese sentido, la historiografía costarricense ingresó en los debates de la Guerra Fría muchos años después de que ese conflicto terminara. * Aunque sea un concepto histórico, la visión política de la Guerra Fría se niega a dejar la actualidad, como lo prueban las reacciones locales a la invasión rusa a Ucrania a inicios de 2022, que permitieron recuperar los imaginarios de un pasado nada lejano. De esa forma, Costa Rica, nación aliada de Estados Unidos, solo tuvo un porcentaje pequeño de su población que se llegó a identificar con el antiguo mundo soviético, pues la mayoría de los costarricenses entraron Epílogo: El bien común 327 en la Guerra Fría consumiendo ávidamente las imágenes y representaciones occidentales que volvieron a la URSS lo que Ronald Reagan denominó como “el imperio del mal” (8 de marzo de 1983). A eso contribuyó también, todo hay que decirlo, el discurso xenófobo costarricense contra los sandinistas entre 1980 y 1990, que llevó a crear una ilógi- ca, pero fácil de difundir, tesis que volvía sinónimos a los nicaragüenses con los soviéticos “dictatoriales” y a los cos- tarricenses con los occidentales “demócratas”.10 Desde que Vladímir Vladímirovich Putin tomó el poder en Rusia, ese uso político del pasado retornó, particularmen- te porque, como antaño, la Rusia de Putin se ha convertido en una aliada del cuestionado y autoritario gobierno nicara- güense de Daniel Ortega Saavedra. De hecho, en 2016 Moscú donó 50 tanques de fabricación rusa a Nicaragua11 y el 18 de enero de 2022 Putin renovó su apoyo a Ortega, al felicitarlo por su reelección como presidente de Nicaragua y subrayar su “apoyo invariable a los esfuerzos del gobierno nicaragüen- se para garantizar la soberanía nacional”.12 Cabe anotar al respecto, que en Costa Rica han buscado asilo miles de ni- caragüenses perseguidos por el régimen de Ortega; es decir, otra vez, entre los dos países las cortas distancias territoriales no son equivalentes a las gigantescas separaciones creadas en el imaginario internacional. Es como si en Centroamérica, por un capricho histórico, se hubiera repetido aquella imagen 10 Carlos Sojo, Costa Rica: política exterior y sandinismo (San José: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 1991). 11 Carlos Salinas Maldonado, “Nicaragua compra 50 tanques a Rusia”, El País, 26 de abril de 2016, https://elpais.com/internacional/2016/04/26/ america/1461707134_941637.html#?prm=copy_link (consultado el 8 de julio de 2022). 12 El Mundo, “Putin expresa apoyo a Ortega por su reelección en Nicaragua”, DW, 18 de enero de 2022, https://www.dw.com/es/putin-expresa-apoyo- a-ortega-por-su-reelección-en-nicaragua/a-60468126 (consultado el 8 de julio de 2022). 328 David Díaz Arias recordada por Walter Benjamin en su Über den Begriff der Geschichte (1942), de ciudadanos en París disparándole a los relojes en 1830 para detener el tiempo. Justamente, debido a ese cuadro anterior y a la posi- ción de Costa Rica como nación sin ejército desde 1948, la invasión de Rusia a Ucrania fue rechazada y conde- nada por el gobierno costarricense y denunciada por los principales medios de comunicación nacionales tanto en televisión, como en prensa escrita y en redes sociales. Por eso, desde que inició el movimiento militar el 24 de febrero de 2022, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, el gobierno costarricense condenó la ofensiva rusa por contravenir “la letra y el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas”, así como las resoluciones de la Asamblea General y los acuerdos multilaterales, por con- cebirla como “una grave amenaza a la paz y seguridad in- ternacionales”, y por negar “la oportunidad que el espacio multilateral ofrece para alcanzar acuerdos”.13 Firmemente, el gobierno costarricense condenó “el uso de la fuerza y la violación de la soberanía y la integridad territorial de Ucrania”. Geopolíticamente, para Costa Rica el conflicto ruso-ucraniano sirvió como una vitrina para insistir en la paz como vía para el mundo y llamar la atención sobre otras problemáticas urgentes en las que este país es líder. La posición costarricense fue reafirmada por el Consejo de Gobierno el 1 de marzo de 2022, en una declaración que subrayó el imaginario nacionalista costarricense sobre su país, al indicar: “Cada guerra es una herida a toda la huma- nidad. Con la legitimidad histórica y moral de un país que renunció a las armas, Costa Rica pide el cese inmediato del 13 Adrián Zúñiga Rivero, “Costa Rica condena ofensiva desplegada por Rusia contra Ucrania”, Semanario Universidad, 24 de febrero de 2022, https:// semanariouniversidad.com/pais/costa-rica-condena-ofensiva-desplegada- por-rusia-contra-ucrania/ (consultado el 8 de julio de 2022). Epílogo: El bien común 329 ataque a Ucrania”. Para este país, las principales luchas internacionales que se deben dar son por la recuperación económica, la lucha contra el cambio climático, la aten- ción a las necesidades de salud y el respeto a los derechos humanos: “¡El diálogo y la paz son el único camino!”14 Como ayer, el Gobierno de Costa Rica era ambiguo: mien- tras llamaba al dialogo internacional, dentro de sus fron- teras el presidente ignoraba a quien no fuera su aliado y se hacía de oídos sordos frente a toda crítica que se le hiciera.15 En ese sentido, como ocurrió décadas atrás, otra vez la pequeña nación centroamericana lograba sacar cierto provecho de un contexto hostil que rememora, cada día más, la larga Guerra Fría. 14 “Consejo de Gobierno condena agresión de la Federación de Rusia contra Ucrania y pide el cese inmediato del ataque”, 1 de marzo de 2022, https://www.rree.go.cr/?sec=servicios&cat=prensa&cont=593&id=6559 (consultado el 8 de julio de 2022). 15 Iván Molina Jiménez y David Díaz Arias, eds. El gobierno de Carlos Alvarado y la contrarrevolución neoliberal en Costa Rica (San José: CIHAC, 2021). Acerca de las autoras y los autores 331 Acerca de las autoras y los autores Sonia Angulo Brenes, Doctora en Historia con una trayec- toria de investigación en temas como la protesta social, las huelgas bananeras, la organización laboral, la situación de la clase trabajadora y la memoria histórica. Profesora asociada de la Universidad de Costa Rica desde hace más de doce años e investigadora del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC), integrante de la Red Trans- caribe: Red de Estudios Transareales y Transculturales de Centroamérica y el Caribe e investigadora del programa ConnecCaribbean – Connected Worlds: the Caribbean, Origin of Modern World. Sus publicaciones más recientes son: “La Sociedad de Artesanos y la instrucción obrera en Costa Rica a finales del siglo XIX” en el 2022 y “La formación humana y la universidad pública: algunas contradicciones” en el 2020. Ana Lucía Barboza Hernández es Bachiller en Historia por la Universidad de Costa Rica y egresada de la Maestría Académica en Historia de la misma institución. Randall Chaves Zamora tiene una Maestría en Historia y es estudiante doctoral de la Universidad de Costa Rica. Es profesor de la Escuela de Historia e investigador del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC) de la misma Universidad. Ha publicado estudios sobre la memoria, el movimiento estudiantil y la juventud de la se- gunda mitad del siglo XX costarricense. Actualmente in- vestiga temáticas relacionadas con la Guerra Fría cultural, la historia intelectual y el financiamiento de las Ciencias Sociales en Costa Rica durante las décadas de 1950 y 1970. 332 David Díaz Arias Su libro, Rebeldía en la memoria: el movimiento estudiantil contra ALCOA (Costa Rica: 1968-1970) fue publicado por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia en el año 2021. Luis Conejo Barboza es Máster en Historia por la Uni- versidad de Costa Rica y estudiante del doctorado en histo- ria por la misma Universidad. Es docente en la Escuela de Estudios Generales y en la sección de Historia y Geografía en la Sede de Occidente. Ha participado en proyectos de investigación en el CIHAC y en el CIDICER. Ha publicado artículos de historia ambiental, empresarial y regional. Sofía Cortés Sequeira es Máster en Historia por la Univer- sidad de Costa Rica. Es docente en la Sede del Atlántico de la Universidad de Costa Rica e investigadora en el Centro de Investigaciones Históricas de América Central y en el Instituto de Investigaciones Sociales. Cursa el Doctorado en Historia del Programa de Posgrado en Historia de la Universidad de Costa Rica. Investiga temáticas de historia socio-política relacionadas con las dinámicas nacionales y regionales de la Guerra Fría en Centroamérica y Costa Rica, acciones colectivas y movimien- tos sociales. Entre sus últimas publicaciones: ¿Comunismo a la tica o comunismo soviético? La división del Partido Vanguardia Popular en Costa Rica (1983-1984) (San José: Centro de Inves- tigaciones Históricas de América Central, 2020). “Aventureros pequeño-burgueses” y “la vieja generación revolucionaria”: el FSLN y el PVP (1966-1970)”. Diálogos Revista Electrónica de Historia 22. No. 1 (2021), 114-133. “Protestas en torno al género en Costa Rica (2008-2020)”. Anuario de Estudios Centroame- ricanos 48 (2022) DOI 10.15517/AECA.V48i0.50748 David Díaz Arias es Ph.D. en Historia por Indiana Univer- sity Bloomington (Estados Unidos). Es profesor catedrático y director del Centro de Investigaciones Históricas de América Central de la Universidad de Costa Rica. Ha ganado el Pre- mio Nacional Luis Ferrero a la Investigación Cultural (2015) Acerca de las autoras y los autores 333 concedido por el Ministerio de Cultura de Costa Rica y el Premio Cleto González Víquez conferido por la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica. Ha publicado decenas de trabajos sobre historia política, historia de la memoria, ritos y rituales estatales, naciones y nacionalismos, guerra civil, ins- tituciones, caudillos, procesos de paz, construcción del Esta- do y otra diversidad de temas en la historia de Centroamérica en general y Costa Rica en particular. Sus últimos libros son: La independencia de Costa Rica. Historia, debate y conme- moración, 1821-2021 (San José, Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2021) y Chicago Boys del Trópico: histo- ria del neoliberalismo en Costa Rica (1965-2000) (San José, Costa Rica, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2021). Esteban Fernández Morera. Bachiller en Filosofía por la Universidad de Costa Rica y M.Sc. en Historia por la mis- ma institución. Ha investigado sobre la censura cinema- tográfica costarricense, la reacción conservadora contra la modernidad cultural y la Guerra Fría Cultural. Es autor de “Imaginando amigos y enemigos: La Guerra Fría Cultural en Costa Rica, 1953-1973” (Tesis de Maestría Académica en Historia, Universidad de Costa Rica, 2002), y del artícu- lo “Purificando el cine en Costa Rica, 1936-1937: cruzada global, censura moral y movilización católica”. Cuadernos Inter.c.a.mbio sobre Centro América y el Caribe. San José, 17:1 (enero-junio, 2020). Mariela Mata Li es máster en Literatura Latinoamericana, licenciada en Derecho con énfasis en derechos humanos y filóloga española de la Universidad de Costa Rica. Actual- mente es investigadora del Centro de Investigaciones Histó- ricas de América Central de la Universidad de Costa Rica. Sus investigaciones se han centrado en el análisis de textos desde la literatura comparada, la historia global y los estu- dios de género y masculinidades. Ha impartido cursos en el 334 David Díaz Arias Posgrado en Literatura de la UCR y el Instituto Tecnológico de Costa Rica. Para la Maestría en Literatura Latinoameri- cana, su investigación se denominó: La deconstrucción de la masculinidad hegemónica en ambientes represivos: “La ciu- dad y los perros” de Mario Vargas Llosa y “El beso de la mujer araña” de Manuel Puig. Pablo Andrés Quirós Solís es M. Sc. por el Instituto Tecnológico de Costa Rica, donde desarrolló una investi- gación sobre sistemas multi-agentes para la detección de especímenes biológicos utilizando técnicas de inteligencia artificial. También estudió las carreras de Historia y Filoso- fía en la Universidad de Costa Rica (UCR), donde actual- mente funge como investigador en Historia en el Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC). Como informático ha desarrollado trabajos para el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), y el programa CALAS de la misma universidad, donde ha contribuido con el desa- rrollo de Bases de Datos para la Investigación en Ciencias Sociales. También desarrolla una tesis doctoral en el Posgra- do Centroamericano de Historia de la UCR sobre el impacto de la Revolución Rusa en Centroamérica. Se especializa en temas sobre el movimiento obrero. Sus últimas publicacio- nes son: Antes y después del estalinismo en Costa Rica. Insti- tuciones transnacionales antiimperialistas (1926-1934) (San José: Centro de Investigaciones Históricas de América Cen- tral, 2021) y “El «problema indígena» en Severo Martínez Peláez y Mario Payeras”, Intersedes XXII, núm. 46 (18 de noviembre de 2021).