Historia de las desigualdades sociales en américa central Una visión interdisciplinaria. siglos Xviii-XXi Historia de las desigualdades sociales en américa central Una visión interdisciplinaria. siglos Xviii-XXi Ronny J. Viales Hurtado David Díaz Arias Editores 339.46 H673h Historia de las desigualdades sociales en América Central. Una visión interdisciplinaria, siglos XVIII-XXI. R. J. Viales H., y D. G. Díaz A., editores. 1. ed. – San José, Costa Rica.- Vicerrectoría de Investigación: Centro de Investigaciones Históricas de América Central, 2016. 654 p.; fotografías, mapas, gráficos b/n. 25.5 x 18 cm. Impreso en SIEDIN. Colección Nueva Historia Contemporánea de Centroamérica. ISBN 978-9968-919-24-1 1. Historia-Centroamérica. 2. Desigualdad económica. 3. Política social. 4. Desarrollo agrario. 5. Grupos de poder. 6. Recursos naturales. 7. Pobreza. 8. Exclusión social. 9. Viales Hurtado, Ronny José, editor. 10. Díaz Arias, David Gustavo, editor. I. Título. II. Colección. Revisión filológica: Isabel Jara Quesada y Amanda Vargas Corrales. Diagramación: Cindy Chaves Uribe. Corrección de pruebas: los autores. Fotografías de portada: Izquierda: Iglesia de Bagaces. Álbum Gira Presidencial al Guanacaste. Manuel Gómez Miralles. Colección CIHAC. Centro: Grupo en Filadelfia. Álbum Gira Presidencial al Guanacaste. Manuel Gómez Miralles. Colección CIHAC. Derecha: El Presidente con su familia y comitiva. Álbum Gira Presidencial al Guanacaste. Manuel Gómez Miralles. Colección CIHAC. Prohibida la reproducción total o parcial. Todos los derechos reservados. Hecho el depósito de ley. Al Dr. Juan José Marín Hernández, investigador, profesor, colega y amigo entrañable. ¡Por la vida! Colección Nueva Historia Contemporánea de Centroamérica del Centro de Investigaciones en América Central (CIHAC). Comité Editorial: Dr. Kevin Coleman, University of Toronto Dr. David Díaz Arias, Universidad de Costa Rica Dr. Marc Edelman, City University of New York Dr. Michel Gobat, University of Iowa Dra. Christine Hatzky, Leibniz Universität Hannover Dr. Jeffrey L. Gould, Indiana University Dr. Lowell Gudmundson, Mount Holyoke College Dra. Montserrat Llonch, Universidad Autónoma de Barcelona Dr. George Lomné, Université Paris-Est Marne-la-Vallée Dr. Héctor Pérez Brignoli, Universidad de Costa Rica Dr. Eduardo Rey Tristán, Universidad de Santiago de Compostela Dr. Ronny Viales Hurtado, Universidad de Costa Rica Dra. Heather Vrana, Southern Connecticut State University Dr. Justin Wolfe, Tulane University Contenido Prólogo .............................................................................................................................................................XI Victoria Marina Velásquez de Avilés PresentaCión Hacia una historia de las desigualdades sociales en América Central con visión interdisciplinaria ...................... XIII Ronny J. Viales Hurtado David Díaz Arias i Parte DesigualDaDes socioeconómicas Capítulo uno Una aproximación a las desigualdades de la vida agraria colonial en Centroamérica. Los cabildos de indios y sus informes contables: Sonsonate, 1785 - 1788 ...........................................................................3 Sajid Alfredo Herrera Mena Capítulo dos Desigualdades sociales y fiscales en El Salvador a mediados del siglo XIX. Una aproximación ..............................24 Antonio Acosta Rodríguez Capítulo tres Conflictos agrarios y trabajo agrícola en Costa Rica y Guatemala. Una interpretación comparativa a partir de la legislación agraria (1870 - 1900) ............................................................ 50 Adriana Sánchez Lovell Capítulo cuatro Estadísticas y trayectoria histórica de la desigualdad y la exclusión social y económica en Costa Rica, 1864 - 1950. Propuesta de un índice histórico de desigualdad ................................................................ 69 Francisco Delgado Jiménez Ronny J. Viales Hurtado Capítulo cinco Desigualdades socioeconómicas regionales en Costa Rica. Una visión de trayectoria. 1870 - 2000 ..................... 88 Ronny J. Viales Hurtado Francisco Delgado Jiménez Capítulo seis Desigualdad y recursos forestales: una tipología de los conflictos ambientales en Costa Rica, 1882 - 1955 ................................................................................................................................................................. 109 Anthony Goebel Mc Dermott Capítulo siete Modernización en Penonomé a inicios del siglo XX. Un estudio de caso de las desigualdades regionales en Panamá ..................................................................................... 139 Félix Chirú Barrios Capítulo ocho Desarrollo Rural Territorial: ¿El mejor recurso para resolver las problemáticas de las poblaciones rurales costarricenses? Análisis del período 1990 - 2014 ................................................................ 158 Edgar Eduardo Blanco Obando Capítulo nueve Fotografía de la Familia: ¿Quiénes son y cómo son los Grupos de Poder Económico en Costa Rica? 1948 - 2014 ................................................................................................................................................................ 173 Francisco Robles Rivera ii Parte DesigualDaDes sociopolíticas Capítulo diez “Sociedad imaginada”: el ideario político de la integración excluyente en Centroamérica, 1821 - 1870............... 197 David Díaz Arias Ronny J. Viales Hurtado Capítulo once ¿Libertad e igualdad? Mujer, propiedad y otras relaciones sociales en Costa Rica (1800 a 1850)......................... 219 Ana Lorena González Valverde Capítulo doce Desigualdad social y ciudadanía: Nicaragua en el marco de la Constitución de 1858 ................................................ 242 Hugo Vargas González Capítulo trece El Padrón de Población del Municipio de Santa Ana (El Salvador) de 1879. Desigualdades socioeconómicas y una crítica a su posible implicación político - electoral .................................. 259 Jorge Juárez Ávila Capítulo catorce ‘En uso de las facultades de que está investido’. El estado de sitio en Honduras, 1890 - 1956 ................................. 275 Kevin Coleman Capítulo quince La construcción histórica de Municipios marginales en la Guatemala cafetalera. 1825 - 2001 ................................305 Rosa Torras Conangla Capítulo dieciséis Clase media y desarrollo desigual en Costa Rica, 1890 - 1930 .............................................................................................323 George I. García Quesada Capítulo diecisiete Between the Forest and the Trees: Subaltern Ambivalence, Revolutionary Misunderstanding and the Struggle for Social Justice in 20th century Central America (Memoirs of a researcher) ............................346 Jeffrey L. Gould Capítulo dieciocho Análisis sobre la inmunización contra las enfermedades prevenibles en Costa Rica y su impacto social, 1950 - 2000: una mirada crítica de las políticas públicas a través de las Memorias de Salud ..................................354 Ana Paulina Malavassi Aguilar Capítulo diecinueve La configuración de la política social en Costa Rica durante el reformismo neoliberal. 1984 - 2014 ................... 379 Carlos León Ureña Capítulo veinte Estado y Sociedad en Guatemala: inclusión - exclusión de los pueblos indígenas, 1984 - 2014 ...............................399 Carmen Salguero Rodas iii Parte DesigualDaDes socioculturales Capítulo veintiuno El Salvador: Los conflictos sociales y la violencia desde el poder (1890 - 1922). Una visión desde el Diario Oficial ...................................................................................................................................................419 Juan José Marín Hernández Capítulo veintidós Estado, Nacionalidad y Raza: políticas de restricción migratoria en Costa Rica (1896 – 1942) ............................... 441 Antonio Jara Vargas Capítulo veintitrés Emilia Prieto: una precursora de la disidencia de identidad respecto del discurso cultural dominante en Costa Rica, entre 1925 - 1945 .....................................................................................465 Claudia Mandel Katz Capítulo veinticuatro “¿Y dónde cree usted que podemos los pobres conseguir casa?” Condiciones de vivienda, especulación y crecimiento urbano en el cantón central de San José, Costa Rica. 1953 - 1970 ................................484 Carlos Daniel Izquierdo Vázquez Capítulo veinticinco Género y desigualdad laboral en Costa Rica entre 1927 y 1984 ........................................................................................ 514 Florence Mérienne Capítulo veintiséis La(s) desigualdad(es) local(es) a través de los ojos de la sociabilidad rural: el caso de La Fortuna de San Carlos (Costa Rica) durante la segunda mitad del siglo XX ......................................................540 Lissy Marcela Villalobos Cubero Capítulo veintisiete “Go and Teach All”: Dependency Theory in Practice at the University of San Carlos, 1965 - 1981 ........................... 557 Heather Vrana Capítulo veintiocho Convivencia, relaciones intersubjetivas y desigualdad social en la narrativa centroamericana y caribeña. 1970 - 2002 ...................................................................................................... 579 Ruth Cubillo Paniagua Capítulo veintinueve Historia de un viraje: la “Neutralidad Perpetua”, la administración Monge Álvarez y la desigual construcción de la opinión pública en Costa Rica, 1982 - 1986 ................................................................ 591 David Díaz Arias Capítulo treinta Putas, invisibles e incurables: categorías identitarias emergentes, resistencia y emancipación en Costa Rica a inicios del siglo XXI........................................................................................612 Gabriela Arguedas Ramírez Acerca de los autores...................................................................................................................................................... 627 DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 591 Capítulo veintinueve Historia de un viraje: la “Neutralidad Perpetua”, la administración Monge Álvarez y la desigual construcción de la opinión pública en Costa Rica, 1982 - 19861 David Díaz Arias Introducción El objetivo de este capítulo es determinar las principales posiciones expresadas, en su momento, por intelectuales, académicos y dos medios de prensa costarricenses (La Nación 2 y el Semanario Universidad) con respecto a la política de “neutralidad perpetua” de la adminis- tración de Luis Alberto Monge Álvarez (1982-1986) para conocer su opinión sobre esa política y su funcionamiento.3 1 Este trabajo es el resultado del proyecto de investigación “Creando opinión y modelando memorias: Los intelectuales y académicos costarricenses, la “neutralidad perpetua” y el plan de paz en Centroa- mérica, 1982-1990.” (B2273), del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC), inscrito en la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Costa Rica. 2 Sobre el periódico La Nación y la crisis centroamericana de la década de 1980, existen varios trabajos, casi todos escritos en medio del proceso vivido por la región en aquel periodo: Gina Valitutti Chavarría, Ideología y poder, el discurso del periódico La Nación con respecto al proceso político nicaragüense 1979- 1986. Tesis de Maestría en Sociología (San José: Universidad de Costa Rica, 1992); Willy A. Soto Acosta, La crisis nacional según el periódico La Nación: su manejo ideológico y una explicación de esta situa- ción. Tesis de Licenciatura en Ciencias Políticas (San José: Universidad de Costa Rica, 1984); Fernando Zeledón Torres, La paz y el discurso político nacional, los casos de los discursos del Dr. Oscar Arias Sánchez y del periódico La Nación, 1985-1987. Tesis de Maestría en Sociología (San José: Universidad de Costa Rica, 1991) y Zaida Sánchez Moya, Análisis temático de los editoriales de los periódicos La Nación, La Prensa Libre, La República, período 1978-1983 (San José: CEMIE REDUC, 1984). 3 Sobre el gobierno de Monge y la neutralidad, existen varios trabajos, entre ellos: Imelda Umaña Rojas, La política exterior de Costa Rica hacia Nicaragua durante las administraciones del Lic. Rodrigo Ca- razo (1978-1982) y de Don Luis Alberto Monge (1982-1986). Tesis de Licenciatura en Ciencias Políticas (San José: Universidad de Costa Rica, 1989), Carlos Marín Zamora, Relaciones Estados Unidos - Costa Rica durante las administraciones de Carazo y Monge 1978-1986 (San José: Universidad de Costa Rica, Cent. de Investigaciones Históricas, 1987); Lowell Gudmundson, “El conflicto entre la estabilidad y neutralidad en Costa Rica,” Foro Internacional (México) 26, no. 1 (julio-septiembre de 1985): 37-54; Carlos Sojo, Costa Rica: política exterior y sandinismo (San José: FLACSO, 1991); Gabriela Aguilera, Abelardo Morales y Carlos Sojo, Centroamérica: de Reagan a Bush (San José: FLACSO, 1991); Martha Honey, Hostile Acts: U.S. Policy in Costa Rica in the 1980s (University Press of Florid, 1994) y Marc Edelman y Joanne Kenen, The Costa Rica Reader (New York: Grove Weidenfeld, 1989). III PARTE DesigualDaDes socioculturales592 Por lo anterior, este trabajo se inserta en un estudio más amplio que analiza la forma en que varios académicos e intelectuales costarricenses evaluaron las políticas exteriores de los gobier- nos costarricenses durante la década de 1980. Por supuesto, se trata de una época de profundas crisis y discusión pública sobre el futuro de Costa Rica y el de la región centroamericana.4 El cambio que había experimentado el Estado costarricense, entre 1949 y 1978, en parte, legó el peso histórico al que se enfrentaría el gobierno de Rodrigo Carazo Odio (1978-1982). En este periodo se experimentó un proceso de modernización económica, liderado por el Partido Liberación Nacional (PLN) que apuntaba hacia “la diversificación de la estructura productiva nacional con la perspectiva de superar la vulnerabilidad externa (característica del modelo o estilo de desarrollo precedente: agroexportador y comercial-importador), de robustecer el mer- cado interno, y de atender las demandas de todos los sectores de la población”.5 Cuatro grandes esferas fueron el objeto del desempeño del Estado después de la Guerra civil de 1948: a) creación de una banca de desarrollo para enfrentar las estrecheces financieras de los nuevos grupos empresariales, b) modernización de la infraestructura física del país, particularmente en materia de transporte y comunicaciones, c) implementación de políticas de inversión en recursos humanos con el fin de contar con una población capacitada para enfrentar los retos de la modernización, y d) desarrollo de una agresiva política social de apoyo a la expansión del mercado interno, gracias al aumento constante de los salarios reales y al crecimiento dinámico de los servicios públicos.6 Los efectos sociales de tal cambio convirtieron a Costa Rica en uno de los países con me- jores índices sociales de Latinoamérica y con niveles de crecimiento anual solamente supera- dos por Brasil y Ecuador;7 esto provocó que Costa Rica se volviera el país más desarrollado de América Central, gracias, también, a la repartición de la riqueza que se promovió en el periodo 1960-1978.8 El eje de la estrategia económica costarricense recayó, en ese momento, en la expansión de la industria y en la diversificación económica en el campo. No obstante, el despegue de la industria no supuso un avance acelerado y, aunque satisfizo a muchos sectores relacionados con ella, al mismo tiempo produjo una buena parte del déficit fiscal del periodo 1950-1970. Como indican Iván Molina y Steven Palmer, “el sector industrial se convirtió en un aparato para multiplicar el valor del capital extranjero, al tiempo que endeudaba más al país y transfería 4 Hay muchos textos que se refieren al contexto centroamericano de la década de 1980. Un reciente e interesante trabajo es: Fabrice Lehoucq, The Politics of Modern Central America: Civil War, Democra- tization, and Underdevelopment (Cambridge: Cambridge University Press, 2012). 5 Manuel Antonio Barahona Montero, “El Desarrollo Económico,” en Costa Rica Contemporánea. Raí- ces del Estado de la Nación, Coord. Juan Rafael Quesada Camacho (San José: Editorial Universidad de Costa Rica, 1999), 99. 6 Barahona Montero, “El Desarrollo Económico”, 99. 7 James Mahoney, The Legacies of Liberalism. Path Dependence and Political Regimes in Central Amer- ica (Baltimore: John Hopkins University Press, 2001) 246. 8 John A. Booth, “Costa Rica: The Roots of Democratic Stability,” en Politics in Developing Countries: Comparing Experiences with Democracy, Eds. Larry Diamond, Juan J. Linz y Seymour Martin Lipset (Boulder, Colorado: Lynne Rienner, 1990), 404. Cynthia H. Chalker, “Elections and Democracy in Cos- ta Rica,” en Elections and Democracy in Central America Revisited, Eds. Mitchell A. Seligson y John Booth (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1995), 114. Bruce M. Wilson, Costa Rica: Pol- itics, Economics, and Democracy (Boulder, Colorado: Lynne Rienner, 1998). Fabrice Lehoucq, Lucha Electoral y Sistema Político en Costa Rica, 1948-1998 (San José: Editorial Porvenir, 1997). DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 593 al exterior una proporción creciente de los beneficios generados por el sector agroexportador”.9 Por su lado, y con insistencia después de 1970, el estado costarricense comenzó a acumular capital por sí mismo invirtiendo en actividades productivas y convirtiéndose en un Estado empresario; esta táctica, en apariencia funcional, limitó el crédito destinado al sector privado e hizo que la deuda externa creciera de forma galopante. Al combinarse esta situación con una crisis económica internacional, provocada por los precios del petróleo, la caída en los precios del café y la crisis de la deuda externa, el país se precipitó a una crisis económica a partir de 1979.10 Un año antes, un partido de coalición lide- rado por el ex-liberacionista Rodrigo Carazo Odio ganó las elecciones presidenciales y trató de plantear un nuevo proyecto de Estado. No obstante, la problemática económica costarricense se agudizó después de 1980 con una impresionante crisis inflacionaria: de 17,8% en 1980 a 81,8% en 1982.11 En ese sentido, tal vez el mayor indicador de la crisis económica fue la caída del salario real entre 1980 y 1982 en más de un 40%, mientras que el PIB cayó en un 16% entre 1979 y 1982 y el desempleo se elevó del 5% en 1979 a un 9% en 1982. El colón se devaluó de 8,60 en 1978 a 60,28 colones por dólar en 1982.12 El país estaba en la bancarrota y con una polarización política interna. Para rematar, la retórica de Carazo, fundada en el antiimperialismo y apuntada por el presidente como una política de “dignidad en lo internacional” (resumida en su complicada frase “no alineados ni con los no ali- neados”)13 transformó la crisis económica en una crisis política y volcó a los principales medios de prensa en contra del gobierno. La respuesta electoral en las elecciones de 1982 fue contundente: Luis Alberto Monge Ál- varez, representante del PLN, ganó las elecciones con un 59% de los votos y, algo que no logró Carazo con su coalición en 1978, consolidó un dominio absoluto en la Asamblea Legislativa; entonces, las reformas económicas propuestas por Monge se basaron en un acercamiento con los organismos financieros internacionales y una apertura a la reforma institucional que pro- vocaría el inicio de un cambio estructural en la economía costarricense. En lo político, además, Costa Rica fue vista desde Washington como una de las piezas claves del ajedrez montado por el Presidente Ronald Reagan, una vez que decidió que la Revolución Sandinista debía ser aplas- tada a como diera lugar. En el caso de Nicaragua lo anterior eran solo malas noticias. Si bien la revolución que ha- bía triunfado en 1979 era sospechosa para los Estados Unidos, especialmente porque el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se había colocado a la cabeza del proceso, la verdad es que el gobierno demócrata de Jimmy Carter (1976-1980) resistió la primera tentación de enfrentar el proceso nicaragüense en forma abierta y sin contemplaciones. No ocurrió lo mis- mo con el gobierno de Ronald Reagan (1980-1988). Así, después de que entre 1979 y 1980 la 9 Iván Molina y Steven Palmer, Costa Rica 1930-1996. Historia de una Sociedad (San José: Editorial Porvenir, 1997) 24. 10 Molina y Palmer, Costa Rica 1930-1996. Historia de una Sociedad, 27-45; Barahona Montero, “El De- sarrollo Económico”, 106-138; Jorge Rovira, Costa Rica en los años 80 (San José: Editorial Porvenir, 1987); Luis Paulino Vargas Solís, Crisis económica y ajuste estructural (San José: EUNED, 1993). 11 Jorge Rovira Mas, “The Crisis: 1980-1982,” en The Costa Rica Reader. History, Culture, Politics, Co- ords. Iván Molina y Steven Palmer (Durham: Duke University Press, 2004), 213. 12 Carlos Figueroa Ibarra, “Centroamérica: entre la crisis y la esperanza (1978-1990),” en Historia General de Centroamérica. Tomo VI: Historia Inmediata, Ed. Edelberto Torres Rivas (Madrid: Ediciones Sirue- la, 1993), 62. 13 Rodrigo Carazo, Tiempo y Marcha (San José: Editorial Universidad Estatal a Distancia, 1989) 241-256. III PARTE DesigualDaDes socioculturales594 coalición que se había formado al calor de la lucha contra Somoza se desmoronó, y fue evidente que los sandinistas habían quedado en el ejercicio del poder con un lenguaje que sonaba a comunismo en las filas del nuevo gobierno norteamericano, Washington decidió acabar con el poder del FSLN y con la revolución, organizando, primero, una fuerte crítica a través de la prensa internacional y organizando, ya al final de 1981, movimientos militares en las fronteras entre Nicaragua y Honduras y Nicaragua y Costa Rica; asimismo, se organizó la contrarrevolu- ción liderada por antiguos somocistas y por agentes de la Guardia Nacional que contaron con la supervisión de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) y con el apoyo presupuestario de Washington en lo que se llamó la “guerra encubierta” (1981-1983).14 Pero Reagan no concentró su lucha solamente en el apoyo logístico-militar. A su vez, se impulsó una tremenda campaña propagandística en contra del sandinismo, cuyo objetivo prin- cipal era aislar a Nicaragua en el plano internacional.15 Costa Rica, en ese sentido, fue percibida desde Washington como una democracia que debía convertirse en la mejor aliada, junto al gobierno de Honduras, para desacreditar y echar abajo la Revolución Sandinista.16 Así, cuando Monge tomó la presidencia en mayo de 1982, la consigna desde Washington era conquistar la opinión pública a favor de una lucha directa y armada contra los sandinistas. Los políticos, los académicos y los intelectuales: los juicios sobre la política exterior de la administración Monge Álvarez en el contexto de Centroamérica y de la Guerra Fría En julio de 1982, el Semanario Universidad publicó un reportaje titulado: “Monge en EEUU”; en ese texto, aparecen nueve entrevistas que el semanario introdujo así: “nueve perso- nas entrevistadas por UNIVERSIDAD, entre ellas un diputado por cada fracción legislativa y cuatro académicos, se mostraron desconfiadas de los resultados positivos que podrían derivar del viaje del presidente de la República a los Estados Unidos, por la forma en que pidió esa ayuda”.17 Las entrevistas pretendían explorar las reacciones de los políticos y de los académi- cos sobre la política exterior del país, a raíz de un viaje con el que Monge, recién tomando el poder, intentaba justificar el cambio de la embajada costarricense a Jerusalén y su reunión con el Primer Ministro de Israel, Menahem Begin. Las preguntas a los entrevistados también incluían una discusión sobre declaraciones que el presidente dio, sobre la posesión británica 14 Para una cronología del proceso de la organización de la Contra entre 1979 y 1985, véase: Marlene Dixon, “A Chronology of U.S. Efforts to Overthrow the Nicaraguan Government,” en The Nirex Co- llection. Nicaraguan Revolution Extracts, 1978-1990. Volumen IV: Diplomacy in Revolution, Comp. Porfirio R. Solórzano (LITEXT, 1993), 14-19. 15 Para comprender este proceso de propaganda al interior de los Estados Unidos, véase: Morris Morley y James Petras, “The Reagan Administration and Nicaragua: How Washington Constructs its Case for Counterrevolution in Central America,” en Crisis and Confrontation: Ronald Reagan’s Foreygn Policy, Ed. Morris H. Morley (New Jersey: Rowman & Littlefield, 1988). Para un estudio de los medios de co- municación y de la opinión pública en Estados Unidos durante el caso Irán-Contra (1983-1988), véase: David P. Thelen, Becoming Citizens in the Age of Television: How Americans Challenged the Media and Seized Political Iniciative During the Iran-Contra Debate (Chicago: University of Chicago Press, 1996). 16 Un trabajo que resume muy bien las relaciones Estados Unidos-Centroamérica en la historia es: Wal- ter Lafeber, Inevitable Revolutions. The United Status in Central America (New York: WW Norton & Company, 1983). 17 “Monge en EEUU”, Semanario Universidad, 2 de julio de 1982: 12-13. DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 595 de Las Malvinas, la búsqueda de apoyo económico en Washington y una consulta sobre la forma en que Monge se había referido a la Nicaragua sandinista al describirla como “un peligro para el resto de naciones centroamericanas”. Los entrevistados fueron los entonces diputados Óscar Aguilar Bulgarelli, Óscar Valverde, Guillermo Malavassi, Víctor Hugo Alfaro y Arnoldo Ferreto, y los académicos Manuel Araya, Hugo Murillo, Francisco Barahona y Alfonso Chase, aunque al menos dos de los diputados mencionados (Aguilar y Malavassi) también cabían en la categoría de académicos. Con la excepción de Ferreto, las declaraciones de los “políticos” y los “académicos” difi- rieron poco en cuanto a la visión sobre Israel y la necesidad de acercarse a Washington. En cambio, sí hubo algunas diferencias sobre la visión de Monge acerca de la Nicaragua sandinista. Mientras que Malavassi vio con buenos ojos las declaraciones del presidente sobre Nicaragua, Murillo pensó que el proceso en el país vecino no estaba definido. Empero, por lo informado a través de la prensa, la declaración más interesante fue la del historiador Manuel Araya, quien develó con claridad el papel de la geopolítica de la Guerra Fría, donde se insertaba el gobierno de Monge con su acercamiento a Washington y su denuncia de los “peligros” de Managua; en eso, Araya identificó un deseo del gobierno de Monge por aparecer como una democracia en peligro por el avance del comunismo nicaragüense y, al mismo tiempo, colocar al país como un mediador “para aliviar las tensiones con el resto de países latinoamericanos”. Para finalizar, Araya recuperó la referencia al discurso inaugural de Monge para recalcar una contradicción: si en su toma de posesión Monge dijo que sería neutral, sus declaraciones sobre Nicaragua evidenciaban que no lo era.18 La visión presentada por Araya evidencia el problema de la relación que tendrían los aca- démicos e intelectuales con la política exterior del gobierno de Monge: la de enfrentar la con- tradicción entre lo dicho y lo hecho siempre a la luz de la visión que esos mismos intelectuales y académicos tenían sobre el pasado costarricense y sobre las maneras de resolver la crisis económica en la que se encontraba el país. Aún así, el escenario a finales de 1982 era el de un pequeño país siendo doblegado por una gran potencia. Así lo visualizó José R. Cordero Croceri en un artículo que entonces publicó en el Semanario Universidad: Acosados por el problema económico, presionados desde el exterior por los despiadados acree- dores de nuestro país, [el presidente Monge y su canciller Fernando Volio] no encuentran más recurso que entregarse totalmente a los intereses del Gobierno americano, como creemos que pocos gobiernos lo han hecho en la historia patria. El mandatario y su Canciller buscan toda clase de pretextos para distanciarse del Gobierno sandinista y poder hacerle así el juego al señor Reagan y lo encuentran, como a pedir de boca, en las denuncias que agentes somocistas hacen como atropellos cometidos en perjuicio de costarricenses, por los sandinistas que vigilan el Río San Juan.19 Codero Croceri profundizó así en la visión que había expuesto Manuel Araya y dio mues- tras claras de una fortificación de la interpretación geopolítica del uso del lenguaje amigo-ene- migo. El escritor Isaac Felipe Azofeifa completó el cuadro en un artículo que publicó en su columna “Tiempo de Hoy” del Semanario Universidad unos días después. Azofeifa coincidió con el dictamen de la alineación del gobierno costarricense con Washington, denunció los 18 “Monge en EEUU”, Semanario Universidad, 2 de julio de 1982: 12-13. 19 José R. Cordero Croceri, “Repudio a la visita de Reagan”, Semanario Universidad, 12 de noviembre de 1982: 5. III PARTE DesigualDaDes socioculturales596 intentos de algunos grupos radicales de derecha por formar un ejército ciudadano que frenara la pretendida expansión nicaragüense (idea que andaba en el aire en ese momento) y agregó: La consigna parece ser: los comunistas –es decir, todo aquel que tiene pensamiento de izquier- da– son nuestros enemigos; los comunistas ya están en Nicaragua, y en El Salvador, y en Cuba, y ahora están aquí también dispuestos a desestabilizar nuestra pacífica democracia… No hay tal defensa de la democracia y la libertad, sino la defensa de los intereses del imperialismo nor- teamericano que siente que su víctima de tanto tiempo se está despertando.20 En ese artículo de Azofeifa, se nota otra característica que está presente en otros textos similares: la de la particularidad costarricense. Dicha particularidad, es decir, su pretendida tradición de paz y democracia, sirve en esos discursos como una especie de consuelo ante los avances de la política del amigo-enemigo, y para pensar en esos elementos como formas de movilización; de manera que, si bien Azofeifa se preocupaba por la idea de grupos paramilitares formándose en el país, se preocupaba aún más porque “nuestros ingenuos conchitos de la Suiza centroamericana” realmente se involucraran en tales grupos por el temor a ver perdida su de- mocracia. Justamente, ese era el recurso retórico discursivo político que se jugaba el gobierno: el uso de los estereotipos del pasado costarricense y del discurso nacionalista para impulsar el cierre de filas a su proceder. No obstante, tales estereotipos también podían servir para enfren- tar el alineamiento con el coloso del norte. Parecía que Monge se había alienado a Washington. ¿Qué había pasado? Un artículo de Circe Milena Villanueva, publicado a finales de 1982 en el periódico de la Universidad de Costa Rica, da una posible cronología del cambio de actitud de Monge luego de tomar el poder en mayo de aquel año.21 De acuerdo con su reportaje, en los primeros dos meses de gobierno, al discurso de Monge de “comprensión” y “sacrificio” por el momento de crisis que atravesaba el país, le salieron al paso “manifestaciones, paros y huelgas, planteadas principalmente con el propósito de obtener mejoras económicas”, lo cual habría provocado un viraje: “el mandatario acompaña esas peticio- nes con las denuncias de que las protestas forman parte de una conjura comunista que pretende desestabilizar la democracia costarricense”.22 Tales críticas se habrían acrecentado a partir de julio, después del primer viaje de Monge a los Estados Unidos y de que el presidente decidiera reunirse con su bancada del Congreso cada semana, a partir del 7 de julio, con el objetivo de “afinar y aplicar los mecanismos de coordinación entre el Ejecutivo y la fracción verdi-blanco”. El mes de Julio cerró con la combinación de esa estrategia, con un pobre aumento a los empleados públicos, la solicitud de más sacrificio de parte del pueblo, el anuncio de que si las discrepancias fronterizas con Nicaragua no se solucionaban se recurriría a organismos inter- nacionales y la denuncia de una “conjura comunista”, que llevó a la expulsión de tres miembros de la embajada de Nicaragua por un incidente en las instalaciones de la línea aérea hondureña SAHSA y al incremento del discurso presidencial de que todas las protestas sociales obedecían 20 Isaac Felipe Azofeifa, “Tiempo de Hoy: arma de dos filos”, Semanario Universidad, 3 de diciembre de 1982: 5. 21 Circe Milena Villanueva, “Monge pide comprensión, arremete contra el comunismo y solicita ayuda”, Semanario Universidad, 11 de diciembre de 1982: 7-8. 22 Villanueva, “Monge pide comprensión, arremete contra el comunismo y solicita ayuda”, Semanario Universidad, 11 de diciembre de 1982: 7. DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 597 a un plan comunista.23 En los meses siguientes se profundizó esa tónica social, con la misma estrategia política que aplicó para evaluar en septiembre la huelga en los Ferrocarriles de Costa Rica (FECOSA), y en octubre la de los trabajadores de la empresa Banana Development Cor- poration (BANDECO); en ese contexto, Monge volvió a viajar a los Estados Unidos y recibió a Reagan en San José.24 Los artículos de Cordero Croceri y Azofeifa se inscribían en el marco de la visita del pre- sidente Reagan a Costa Rica, invitado por el gobierno de Monge. Reagan llegaría al país el 3 de diciembre y tendría varias actividades el 4 de diciembre para regresar a los Estados Unidos por la noche.25 En la actividad con Reagan, organizada por el gobierno en el Teatro Nacional, en la tarde del 4 de diciembre, el diputado del Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), Sergio Erick Ardón, rompió el protocolo y espetó al presidente estadounidense un discurso desde su butaca de espectador en el Teatro. En su intervención no oficial, Ardón no solo quebró el proto- colo, sino el discurso oficial del gobierno sobre la situación centroamericana y el alineamiento de la política amigo-enemigo. Ardón dijo: Señor presidente Reagan, en Centroamérica la disyuntiva no está entre totalitarismo o demo- cracia, no, aquí la disyuntiva está entre la opresión y la sumisión por un lado, y la justicia social y el derecho a la autodeterminación de los pueblos por otro (…). Encontrar el ansiado camino de la paz y la verdadera democracia pasa en nuestras tierras por la negociación y el diálogo, no por la militarización y la guerra. Centroamérica requiere justicia y libertades, respeto a los derechos de los pueblos. Más armas o fuerzas militares de intervención solo profundizarán el enfrentamiento; los padecimientos. Hoy justamente al cumplirse un año más de la muerte del padre de la república, Gregorio José Ramírez, cabe decir, los costarricenses que hacemos nuestro el legado de los próceres y que levantamos sus banderas de solidaridad y fraternidad no nos cruzaríamos de brazos si fuerzas extranjeras invadieran como sucedió en 1856 y en otros momentos de la historia, nuestras tierras centroamericanas.26 En lo espetado por Ardón en el Teatro Nacional, se revela la visión crítica sobre los intentos de reducir la realidad a una partida de buenos contra malos. En su lugar, Ardón cambió el sen- tido de la lucha descrita por la geopolítica de la Guerra Fría, según Reagan, y la contextualizó a las herencias de la desigualdad producidas por el pasado centroamericano. Al hacerlo, rechazó el uso de las armas y volvió a una visión del pasado costarricense como el de una nación pacífica que, en casos de emergencia, va al campo de Marte en defensa de sus hermanas repúblicas. La referencia a la guerra contra los filibusteros fue central, en ese sentido. Cordero Croceri, tam- bién la había utilizado y estuvo en la entrevista con Malavassi también, aunque en otra versión que consolidaría la diputada y académica Niní Chinchilla, en abril de 1983, cuando comparó el “Destino Manifiesto” con algo que ella llamó “Manifiesto Comunista” e hizo un paralelismo entre las tropas de William Walker y su idea de que Nicaragua estaba invadida por la Unión Soviética.27 En Ardón, empero, la denuncia de la actividad estadounidense y sus pretensiones 23 Villanueva, “Monge pide comprensión, arremete contra el comunismo y solicita ayuda”, Semanario Universidad, 11 de diciembre de 1982: 7. 24 Villanueva, “Monge pide comprensión, arremete contra el comunismo y solicita ayuda”, Semanario Universidad, 11 de diciembre de 1982: 8. 25 “Una visita de cortesía para darle apoyo a un aliado crucial”, Semanario Universidad, 26 de noviembre de 1982: 17. 26 “Mensaje leído por el diputado Ardón Ramírez en el Teatro Nacional el día 4 de diciembre”, Semanario Universidad, 11 de diciembre de 1982: 3. 27 Niní de Mora, “A los 127 Años se Repite la Historia”, La Nación, 11 de abril de 1983: 15A. III PARTE DesigualDaDes socioculturales598 sobre Nicaragua eran el enemigo. Ambas visiones del pasado y la resignificación de la guerra contra los filibusteros de 1856-1857, se enfrentarán en los siguientes años, aunque oficialmente triunfará la visión de Chinchilla.28 Ante la visita de Juan Pablo II a Costa Rica, en marzo de 1983, las páginas de opinión subrayaron el sendero de la paz, pero a costa de presentar a los sandinistas como perdedores al supuestamente quedar aislados en su política revolucionaria.29 Lo cierto es que al interior de Costa Rica, la visita del Papa elevó el sentimiento nacionalista que idealiza a Costa Rica sobre sus vecinas repúblicas centroamericanas.30 Pero esta visión tan llana que subrayaba la presencia de enemigos dentro, fuera y alrededor de Costa Rica, no era bien vista por algunos académicos, intelectuales y políticos ni en el país ni fuera de él. En abril de 1983, Fernando Zúñiga Umaña hablaba de un aislamiento de Costa Rica a nivel internacional, por efecto de la política exterior de la administración Monge. Zúñiga miraba las relaciones de Costa Rica como vinculadas, fundamentalmente, a dictaduras y dirigida a atraer el favor económico de los Estados Unidos.31 Mientras tanto, Isaac Felipe Azofeifa denunciaba la parcialidad de la prensa nacional y su ensañamiento contra Nicaragua, a costa de olvidar el ambiente donde los Estados Unidos se en- frentaba a los sandinistas.32 Ya para entonces, Monge comenzó a variar su discurso internacio- nal, luego de que el New York Times publicara un reportaje sobre la militarización en Centroa- mérica y de que el Canciller Fernando Volio fuera duramente criticado por el Grupo Contadora, que venía trabajando desde enero de 1983 por un acuerdo de paz; entonces, arreciaron artículos de académicos que intentaban develar quiénes eran La Contra, su relación con el somocismo y su posible uso del suelo costarricense para avanzar sus operaciones contra los sandinistas.33 Es cierto que todo eso ocurrió en un ambiente de tensión social, similar a lo apuntado para 1982, y que se manifestó en luchas contra el incremento del precio de los servicios públicos, como el transporte y, especialmente, la movilización ciudadana en contra del aumento de los recibos eléctricos en junio de 1983.34 Pero era el plano internacional el que más desprestigiaba al gobierno, por su política de alineamiento con Washington; por lo tanto, Monge comenzó a hablar de diálogo y a acercarse al Grupo Contadora.35 Todo eso significó la presentación de la 28 Véase: David Díaz Arias, Historia del 11 de abril. Juan Santamaría entre el pasado y el presente (1915- 2006) (San José: Editorial Universidad de Costa Rica, 2006) 95-104. 29 “Política y cristianismo mostraron su divergencia”, Semanario Universidad, 11 de marzo de 1983: 13. 30 Lowell Gudmundson, “El conflicto entre la estabilidad y neutralidad en Costa Rica”, Foro Internacional (México) 26, no. 1 (julio-septiembre de 1985): 37-54. 31 Fernando Zúñiga Umaña, “Política exterior del gobierno de Costa Rica”, Semanario Universidad, 8 de marzo de 1983: 5. 32 Isaac Felipe Azofeifa, “Tiempo de Hoy: El peligroso conflicto Este-Oeste”, Semanario Universidad, 15 de abril de 1983: 5. 33 Alejandro Quesada, “La contrarrevolución nicaragüense”, Semanario Universidad, 22 de abril de 1983: 4; Isaac Felipe Azofeifa, “Tiempo de Hoy: Al rescate de la Revolución Nicaragüense”, Semanario Uni- versidad, 22 de abril de 1983: 5; “’Grupo Contadora’ toma la iniciativa de paz en la región”, Semanario Universidad, 15 de abril de 1983: 22; Aldo Anfossi y Rafael Ángel Ugalde, “La visión norteamericana de Centroamérica está 100 años atrasada”, Semanario Universidad, 29 de abril de 1983: 21. 34 Patricia Alvarenga Venutolo, De vecinos a ciudadanos. Movimientos comunales y luchas cívicas en la historia contemporánea de Costa Rica (San José: Editorial Universidad de Costa Rica/Editorial Univer- sidad Nacional, 2005) 217-261. 35 Rafael A. Ugalde, “Monge teje nueva política exterior”, Semanario Universidad, 15 de abril de 1983: 20. DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 599 política de Neutralidad Perpetua por parte del gobierno de Monge, en septiembre de 1983 y que fue oficialmente proclamada en noviembre de ese año.36 Para hacer esa declaración, la administración Monge instrumentalizó la narrativa oficial sobre el pasado costarricense, de manera que sirviera para legitimar, en términos históricos, su consigna. En el anuncio de su “viraje”, realizado el 15 de septiembre de 1983 como forma de celebración de la independencia nacional, Monge habló sobre las “características de la forma- ción del pueblo costarricense”, apoyándose en los mitos del aislamiento y la pobreza del Valle Central en la época colonial que habrían producido: (…) un grupo humano de limitado crecimiento económico pero de un gran nivel de integra- ción, con pocas fisuras y divisiones sociales y sin mayor presencia en las fronteras con los países vecinos. Nacimos y crecimos como una sociedad fundamentalmente campesina, con un senti- do rural y pragmático de la vida, escasa en tendencias aristicratizantes [sic], con un intenso ape- go a la paz y un franco repudio para la tradición militar. Así logramos consolidar una república democrática en que hace más de un siglo se proscribió la pena de muerte y hace más de treinta años se suprimió el ejército como institución permanente.37 Esa visión del pasado se mezcló con “principios de la moral universal y la normas consa- gradas del Derecho internacional”, con una “devoción” costarricense “a la causa de los derechos humanos” y a su “conducta internacional” que enfatizó un pretendido carácter de resolución diplomática y pacífica de los conflictos fronterizos, que en el pasado había tenido Costa Rica, para dar a luz a la proclama de neutralidad. Tal neutralidad, “en todos los conflictos bélicos que afecten a los estados de la comunidad internacional”, sería activa, autónoma, calificada, desar- mada y permanente.38 La declaración oficial de la nueva política, en noviembre de 1983, tuvo un sentido festivo e integrador, participando en el evento principal en el Teatro Nacional los ex presidentes José Figueres Ferrer y Daniel Oduber Quirós, el líder histórico del comunismo Manuel Mora Valverde, el propio presidente Monge, el historiador Carlos Meléndez Chaverri, quien legitimó las bases históricas del decreto, los presidentes de los otros poderes de la Repú- blica y un catedrático de derecho internacional de la Universidad de Viena.39 Frente a la Neutralidad Perpetua, los académicos e intelectuales se enrumbaron por dos vías: la de subrayar el camino de la paz, que involucraba reforzar su interpretación sobre el imperialismo estadounidense, y sus deseos de echar abajo la Revolución Sandinista, mientras que algunos conservadores y más cercanos a la visión que venía de Washington se enfrentaban a la pretendida neutralidad. Las páginas del periódico La Nación se convirtieron en el foro de los que renegaban de la tal neutralidad. El mismo periódico la emprendió contra la propuesta apenas apareció, considerándola algo del pasado y peligrosa, sin apartarse del complaciente discurso sobre el pasado nacional: Nos parece que ha habido poco estudio, falta de una mayor profundización y experiencia en derecho internacional público y una gran ingenuidad. Todos reconocemos que la intención ha sido buena, pero acontece que en este país de paz rural, hemos sufrido ya bastante con 36 Luis Alberto Monge, Proclama Presidencial sobre la neutralidad perpetua, activa y no armada de Costa Rica (San José: Secretaría de Información y Comunicación, Presidencia de la República, 1983). 37 Luis Alberto Monge, “Estatuto de Neutralidad de Costa Rica”, La Nación, 16 de septiembre de 1983: 16A. 38 Luis Alberto Monge, “Estatuto de Neutralidad de Costa Rica”, La Nación, 16 de septiembre de 1983: 16A. 39 Carlos Humberto Cascante Segura, “Entre la política exterior y la política interna. De la proclama de neutralidad al plan de paz,” Diálogos. Revista electrónica de Historia (Universidad de Costa Rica) 13, no. 1 (febrero-agosto 2012): 1-28. III PARTE DesigualDaDes socioculturales600 las buenas intenciones de nuestros políticos. La consecuencia más grave que el ‘Estatuto de Neutralidad’ pueda acarrearnos, es, no obstante, interna. Con esta especie de patente de misio- neros, corremos el peligro de que nuestras autoridades encargadas de la seguridad nacional se olviden del asunto y que de la noche a la mañana nos encontremos con que ya no podemos ser lo neutrales que hubiéramos querido porque hemos dejado de ser libres.40 Junto a La Nación, y en sus páginas, varios enfrentaron la neutralidad. El 22 de septiembre de 1983, Jaime Daremblum enmarcó el tema en la lucha entre la democracia y el totalitarismo, siguiendo el ajedrez reaganiano, presentando a Centroamérica como un espacio que desestabi- lizaban la Unión Soviética y Cuba. Para él, había que ser consecuente en términos de petición de ayuda económica y colaboración internacional: “Si con la mano extendida queremos capita- lizar nuestra democracia frente a nuestros aliados para que nos rescaten en la crisis económica, mal hacemos en darles la espalda declarándonos neutrales en su pugna con enemigos que al fin y al cabo también son nuestros”.41 Por su parte, en la misma fecha y debajo del artículo de Daremblum, Bernd Niehaus desgranó y cuestionó todo el estatuto en que se basaba la neutralidad de Monge, pero con una visión más profesionalizada desde el Derecho Internacional, finalizando de manera similar a Daremblum, Cabe finalmente la pregunta frente a nuestra conciencia ciudadana, de si ante un conflicto internacional que ponga en evidente peligro nuestra libertad y nuestra democracia, podemos declararnos neutrales, dejando a otros la tarea de defendernos; o más bien debemos enfrentar la amenaza, junto con los que comulgan de nuestros mismos principios y valores, no con las armas –que ni tenemos ni queremos tener– pero sí con una clara y abierta actitud de lucha en defensa de los intereses sagrados de la patria.42 Con Niehaus, se presentaron otros artículos que enfatizaban en puntos específicos y es- pecializados del Derecho Internacional que echaban abajo o cuestionaban la política de neu- tralidad tal y como la había definido el gobierno;43 otros insistieron en que Costa Rica podía declararse neutral frente a intentos de utilizar su territorio para actividad militar, pero no podía ser neutral ni en términos ideológicos ni si su espacio era mancillado por “terroristas”, ni cuan- do se amenazara la paz y tranquilidad de sus ciudadanos.44 A finales de septiembre, cuando se informó de la lucha entre miembros de la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE), mejor dicho, La Contra, y el ejército sandinista en el norte del país, La Nación insistió en que la neu- tralidad no era posible en ese contexto;45 en consecuencia, algunos hablaron de la necesidad de armarse para enfrentar la situación.46 Óscar Bakit, resumió el problema de la pretendida 40 “Editorial: El cuestionamiento de la neutralidad”, La Nación, 22 de septiembre de 1983: 14A. 41 Jaime Daremblum, “Costa Rica no puede ser neutral”, La Nación, 22 de septiembre de 1983: 15A. 42 Bernd Niehaus, “La neutralidad confusa”, La Nación, 22 de septiembre de 1983: 15A. 43 Jorge Corrales, “Empecemos a aclarar lo de nuestra neutralidad”, La Nación, 24 de septiembre de 1983: 15A; Mario Granados Moreno, “¿Es viable el estatuto de neutralidad?”, La Nación, 28 de octubre de 1983: 15A. 44 Eduardo Gerli González, “De la neutralidad a la falta de compromiso”, La Nación, 26 de septiembre de 1983: 16A; Enrique Benavides, “Los problemas de la neutralidad”, La Nación, 30 de septiembre de 1983: 15A; Oscar Saborío Alvarado, “Debemos prepararnos para la defensa”, La Nación, 29 de octubre de 1983: 16A. 45 “Editorial: Respuesta a una agresión”, La Nación, 30 de septiembre de 1983: 16A; “Editorial: La ofensiva diplomática nacional”, La Nación, 2 de octubre de 1983: 14A. 46 Oscar Saborío Alvarado, “Debemos prepararnos para la defensa”, La Nación, 29 de octubre de 1983: 16A. DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 601 neutralidad de Monge, al apuntar el límite entre decirse neutrales y apoyar, ideológicamente, a los Estados Unidos: Esa neutralidad a la tica no tiene asidero firme en la conciencia de los que votan en la ONU. Nosotros la entendemos… pero nadie más. Con muy poco esfuerzo el comunismo nos coloca como vanguardia de las fuerzas que gobiernan la CIA. ¿No somos acaso un país declaradamen- te leal a la política de los Estados Unidos? ¿Quién va a creer ese cuento folklórico de que así, somos neutrales, somos neutrales pero así, no? 47 Ya para finales de noviembre de 1983 y después de la renuncia del Canciller Fernando Volio que lamentó La Nación,48 la neutralidad fue interpretada como otra característica del pueblo costarricense a defender en contra de cualquier posible agresión sandinista; 49 es decir, la neutralidad, unida a la paz, se visualizó como otro elemento que legitimaba el discurso na- cional costarricense y, por lo tanto, era otra de las formas democráticas a salvar del “totalita- rismo”. Y salvarla podía significar renunciar a la misma neutralidad y armarse para enfrentar ese “totalitarismo”.50 Así, se alcanzaba un punto en que la misma neutralidad podía ser resemantizada por algu- nos, para volver al punto de la diferenciación y, con ello, volver al discurso de buenos y malos, amigos y enemigos, y democracia y totalitarismo. El apoyo inmediato a la política de Monge vino de gente cercana a él, que incluso había trabajado en la elaboración de su proclama. Al respecto, la comisión que construyó la neutra- lidad estuvo formada por Bernardo Baruch, Hugo Alfonso Muñoz, Enrique Van Browne y José Néstor Mourelo.51 En un artículo en La Nación, Baruch apoyó la proclama y la presentó como “el sentir del pueblo”52 y luego, en otro texto, le recalcó la visión mitológica que la proclama po- seía y que la legitimaba públicamente: la paz como tradición.53 Pero la defensa de la neutralidad, desde la perspectiva académica, debería esperar un poco más. A finales de 1983 en el Semanario Universidad, Carlos Morales se refirió así a la neutrali- dad como estrategia diplomática: La proclama, en verdad, podría ser objeto de grandes discusiones y críticas, en parte porque su inmediato antecedente son cuatro naciones europeas cuyo contexto geopolítico es muy diverso del nuestro, y también porque los pueblos de nuestra región claman por definiciones y el voto de neutralidad no deja de ser una manera de indefinirse. Sin embargo, la circunstancia en que se produce; cuando el país es repetidamente acusado de servir a los intereses de Ronald Reagan y de prestar su territorio para que se arme desde aquí la guerra de la CIA contra Nicaragua, vie- ne a ser un atenuante, porque el Presidente Monge estaba asumiendo un compromiso mundial de no prestarse a tales juegos y ello, lógicamente, limpió un poco la cara de nuestro país en el concierto de naciones.54 47 Oscar Bákit, “La neutralidad no es gratuita”, La Nación, 12 de noviembre de 1983: 16A. 48 “Editorial: La renuncia del Canciller”, La Nación, 1 de noviembre de 1983: 14A. 49 J. A. Sánchez Alonso, “Defensa de la neutralidad”, La Nación, 28 de noviembre de 1983: 15. 50 Noel Rubén Mcleud Salmon, “¡Neutralidad no!”, La Nación, 5 de diciembre de 1983: 20A; Jaime Gutié- rrez Góngora, “¿Neutralidad entre qué y qué?”, La Nación, 17 de diciembre de 1983: 15A. 51 Bernardo Baruch, “La neutralidad de Costa Rica”, La Nación, 6 de octubre de 1983: 15A. 52 Bernardo Baruch, “La neutralidad de Costa Rica”, La Nación, 6 de octubre de 1983: 15A. 53 Bernardo Baruch, “El realismo de la neutralidad”, La Nación, 7 de octubre de 1983: 15A. 54 Carlos Morales, Violeta Fernández y Eunice Hernández “Serenidad y coherencia de un mandatario”, Semanario Universidad, 9 de diciembre de 1983: 11. III PARTE DesigualDaDes socioculturales602 En enero de 1984, el embajador estadounidense en San José, Curtin Winsor, responsabilizó al gobierno de Monge de cualquier cosa que ocurriera en el futuro cercano, e invitó a la admi- nistración a realizar cambios económicos como la venta y privatización de algunas empresas estatales y también pidió cambios políticos.55 Esas declaraciones suscitaron varias reacciones,56 pero especialmente dejaron en evidencia la existencia de un “Comité de artistas e intelectuales de Costa Rica” dirigido por el historiador Víctor Hugo Acuña. Ese grupo publicó una carta abierta a la opinión pública para “repudiar las maniobras del gobierno de los Estados Unidos por instaurar en suelo costarricense fuerzas militares”.57 En tal escenario, un grupo de intelectuales y académicos se reunió en la Facultad Latinoa- mericana de Ciencias Sociales (FLACSO) con sede en Costa Rica, para “analizar las posibles alternativas” a la guerra en Centroamérica en un foro titulado “Presente y futuro de Centroa- mérica”.58 A ese encuentro acudieron Rodrigo Carazo, entonces rector de la Universidad para la Paz, el sociólogo Daniel Camacho (Secretario General de FLACSO), Rodrigo Fernández (Se- cretario General del CSUCA), Edwin León (Rector de la Universidad Nacional), los académicos costarricenses Manuel Rojas, Manuel Araya, Francisco Barahona, Rodolfo Solano Orfila, los sociólogos guatemaltecos Mario Solórzano y Gabriel Aguilera, los salvadoreños Miguel Parada (Rector de la Universidad de El Salvador), Jorge Cáceres (Director del Programa de Ciencias Sociales del CSUCA), el hondureño Carlos Roberto Reyna (juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos) y los nicaragüenses Rogelio Ramírez Mercado y Virgilio Godoy. La apertura de la actividad por Camacho deja ver la relación entre los académicos y la revolución en Centroamérica: “El académico o científico que no vibre con el drama centroa- mericano, está fuera de contexto”.59 Carazo, por su parte, invitó a los científicos sociales a ser “protagonistas” del acontecer político de la región. En esa reunión, también se discutió sobre la situación costarricense y se recomendó la consolidación de la política de neutralidad del gobierno de Monge.60 Durante los primeros meses de 1984, el cuestionamiento a la neutralidad era notorio en los editoriales de La Nación;61 esa presión editorial ocurrió en un contexto en que las relaciones con Nicaragua eran sumamente difíciles, por las acciones de la Contra y el ejército sandinis- ta en la frontera norte de Costa Rica y en una lucha constante por alinear a Costa Rica a la 55 Levi Vega, “Winsor responsabiliza a PLN por futuro del país”, La Nación, 22 de enero de 1984: 4; Rafael A. Ugalde, “Desaprueban injerencia extranjera en asuntos costarricense”, Semanario Universidad, 27 de enero de 1984: 15, 17. 56 “Liberación acusa a Winsor de intromisión en política”, La Nación, 25 de enero de 1984: 4. 57 “Los costarricenses debemos rechazar la presencia de militares estadounidenses”, Semanario Universidad, 27 de enero de 1984: 15. 58 “Los académicos se suman a la búsqueda de soluciones a la crisis centroamericana”, Semanario Universidad, 23 de marzo de 1984: 8. 59 “Los académicos se suman a la búsqueda de soluciones a la crisis centroamericana”, Semanario Universidad, 23 de marzo de 1984: 8. 60 “Los académicos se suman a la búsqueda de soluciones a la crisis centroamericana”, Semanario Universidad, 23 de marzo de 1984: 8. 61 “Desarme e indefensión”, La Nación, 5 de marzo de 1984: 14; “Los alcances de la neutralidad”, La Na- ción, 16 de marzo de 1984: 14; “Nuestras relaciones con Nicaragua”, La Nación, 10 de abril de 1984: 14; “El precio de la normalización de relaciones”, La Nación, 12 de abril de 1984: 14; “Las declaraciones del Canciller”, La Nación, 24 de abril de 1984: 14; “La neutralidad puesta a prueba”, La Nación, 27 de abril de 1984: 14; “La “realidad” del viceministro Campos”, La Nación, 29 de abril de 1984: 14; “Ante una nueva agresión”, La Nación, 1 de mayo de 1984: 14. DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 603 visión de Washington. Ante eso, varios intelectuales profundizaron en sus críticas a la carrera guerrera de Ronald Reagan y al papel geoestratégico de Costa Rica para anular la revolución sandinista.62 Pero, también, se desarrollaron perspectivas críticas reinterpretativas del pasado costarricense y cuestionadoras del mítico carácter pacifista costarricense, como la que expuso Enrique Benavides a inicios de mayo de 1984: Costa Rica tiene su historia militar aunque en gran parte inédita... No hemos sido tan pacíficos como suele suponerse y hasta proclamarse. Al contrario, hay en nuestras páginas históricas episodios de gran violencia y brutal encarnecimiento político, como el fusilamiento de Mora y Cañas a pocos años de su gesta heroica… De manera que no hay tal vocación de paz que nos haya sido dada providencialmente… Hemos tenido ejército, generales, cuarteles y cuartelazos. También tuvimos guerras y luchas armadas intestinas… Costa Rica, pues, ha mutilado sus re- flejos defensivos a cambio de un precario pacifismo que ahora, con el gobierno de don Luis Alberto Monge, ha adquirido la categoría de neutralidad perpetua e inerme.63 Como se ve, la perspectiva de Benavides era crítica de la mitología nacionalista que acen- tuaba la idea del pacifismo histórico, para justificar la neutralidad. No obstante, ¿cuál era el sentido de esa crítica? ¿Un revisionismo histórico? Quizás, como lo propuso Benavides en su artículo, pero lo que realmente estaba en juego era cuestionar la realidad del pacifismo para po- ner en jaque la idea de que, siguiendo esa tradición, Costa Rica no debía armarse en el contexto en que se encontraba para enfrentar la situación. Así, la perspectiva crítica-académica tenía también un sentido político en su propuesta. En ese entorno, la Academia Costarricense de Derecho Internacional decidió realizar una mesa redonda sobre la cuestión de la neutralidad a la que asistieron como panelistas Bernd Niehaus, Gonzalo Facio Segreda y Fernando Volio Jiménez. Así resumió Niehaus los resultados de ese evento: Fundamentados en un detallado estudio y exposición de los diferentes aspectos y característi- cas de la Proclama frente el [sic] Derecho Internacional, escrito, consuetudinario y doctrinario; coincidimos plenamente los tres Ex Cancilleres, en que la denominada ‘Doctrina Monge’, es poco más que un adefesio jurídico, pleno de ambigüedades, confusiones e incoherencias, ab- solutamente contradictorio con el Derecho Internacional, altamente inconveniente para los intereses nacionales, y sumamente peligroso para la seguridad del Estado.64 En la medida en que mayo de 1984 cerraba el segundo año de gobierno de Monge, esas crí- ticas resumían el posicionamiento de varios intelectuales, académicos, políticos y medios de co- municación sobre si existía claridad respecto a la situación que vivía el país.65 Esa crítica inten- taba presionar al Ejecutivo para que saliera de su refugio de la “neutralidad” y se decidiera por 62 Alfonso Chase, “Lo que todo costarricense debe saber sobre la carrera armamentista (II)”, Semanario Universidad, 11 de mayo de 1984: 4. 63 Enrique Benavides, “¿Por qué Costa Rica se ha desarmado?”, La Nación, 1 de mayo de 1984: 14. 64 Bernd Niehaus, “Ausencia de argumentos a favor de la neutralidad”, La Nación, 3 de mayo de 1984: 16A. Véase la réplica en: Bernardo Baruch, “Los ex cancilleres y la neutralidad (I)”, La Nación, 6 de junio de 1984: 15; Bernardo Baruch, “Los ex cancilleres y la neutralidad (II)”, La Nación, 15 de junio de 1984: 15 y Bernardo Baruch, “Los ex cancilleres y la neutralidad (III)”, La Nación, 28 de junio de 1984: 15. 65 “Editorial: Los contornos de nuestra diplomacia”, La Nación, 5 de mayo de 1984: 14; “Editorial: A dos años de camino”, La Nación, 10 de mayo de 1984: 14 III PARTE DesigualDaDes socioculturales604 una confrontación directa con Nicaragua; justo en un momento cuando un artículo de Sergio Ramírez, entonces miembro de la Junta de Gobierno sandinista,66 exaltó más los ánimos.67 En un movimiento por legitimar de forma popular su política exterior, el gobierno, junto con varias instituciones, organizó una gran marcha nacional por la paz, el 15 de mayo de 1984. La marcha fue multitudinaria y se calculó que habían acudido a ella unas 50 mil personas;68 ahí arengaron a la población un conjunto disímil de actores: Roberto Sawyers Copeland, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica, Fernando Durán Ayanegui, Rec- tor de la Universidad de Costa Rica, y el ex presidente José Figueres Ferrer.69 Carlos Sojo anotó al respecto de la marcha: “fue una demostración fehaciente de que la fuerza neutral del gobierno sabía organizar una presión social capaz de contrarrestar el embate de la crítica anticomunista”.70 Es cierto, la opinión pública, a pesar de la fuerza que tenía la oposición a la neutralidad en las páginas de La Nación, todavía le daba apoyo a la neutralidad y a lo que detrás de ella se juga- ba; es decir, la idea de una nación diferente que apostaba por una acción basada en una, aunque mítica, tradición de paz. Pero los formadores de opinión que se oponían a la neutralidad no desmayaron por eso. Un editorial de La Nación trató de enmarcar el apoyo a la marcha como algo “nada extraordinario” que se basaba en “un sentimiento nacional arraigado por siglos en el corazón de este pueblo” y que Costa Rica era “un país en que el más exaltado guerrerista, sería un pacifista franciscano en cualquier otro país del Caribe o Centroamérica”. El editorialista de dicho rotativo no vio justificación en la marcha y, más bien, espetó contra el discurso de los participantes, especialmente el del Rector de la Universidad de Costa Rica,71 discursos que, según el editorial, dieron la impresión de que Costa Rica estaba en “la antesala de un conflicto armado de grandes proporciones con Nicaragua, cosa que los hechos subsiguientes han estado muy lejos de legitimar”.72 Un par de días después, el editorial de La Nación, refiriéndose a unas declaraciones de Daniel Ortega, se quejó de que “existan todavía personas cultas que no han podido hacer una lectura correcta de lo que ocurre en Nicaragua, ni del tipo de relaciones con ese país a que necesariamente, querámoslo o no, tendremos que sujetarnos”.73 ¿Era esa una excitativa a los intelectuales y académicos porque cerraran filas sobre Nicaragua y sobre la neutralidad de Monge? Lo cierto es que en las páginas de La Nación, el conflicto se enmarcó en una lucha entre pro-neutralidad y críticos de la misma, por definir qué posición favorecía más la guerra o 66 “Sergio Ramírez Mercado”, La Nación, 11 de mayo de 1984: 15. 67 “Editorial: Las ficciones de don Sergio”, La Nación, 12 de mayo de 1984: 14; Enrique Benavides, “Noso- tros y Nicaragua”, La Nación, 15 de mayo de 1984: 15; José Hine García, “Costa Rica según Ramírez”, La Nación, 17 de mayo de 1984: 16; Fabio Gadea Mantilla, “Nicaragua, Costa Rica y don Sergio”, La Nación, 17 de mayo de 1984: 16; Rodrigo Madrigal Montealegre, “Nicaragua: un calvario que perdura”, La Nación, 20 de mayo de 1984: 15. 68 “Marcha por la paz dio apoyo irrestricto a la neutralidad”, La Nación, 16 de mayo de 1984: 8A. 69 “Costarricenses se pronunciaron contra la guerra”, Semanario Universidad, 18 de mayo de 1984: 17. 70 Carlos Sojo, Costa Rica: política exterior y sandinismo (San José: Flacso, 1991) 162. 71 Fernando Durán Ayanegui, “Hay que echar a funcionarios guerreristas”, Semanario Universidad, 18 de mayo de 1984: 4. 72 “Editorial: ¿Por la paz o contra la guerra?”, La Nación, 17 de mayo de 1984: 14. 73 “Editorial: Las amenazas del comandante”, La Nación, 19 de mayo de 1984: 16. DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 605 la paz, algo que, parafraseando un artículo del entonces Rector de la Universidad de Costa Rica, Fernando Durán Ayanegui, se podía resumir como una guerra de las palabras.74 Las palabras, efectivamente, combatían. Las dos posiciones iniciales entre opositores y de- fensores de la neutralidad se volvieron más complejas. La opinión pública se deslindó entre un consensuado apoyo a Monge y su neutralidad (también matizado a finales de 1984 como “gue- rra a la guerra”),75 una posición que alertaba sobre los errores de tal neutralidad, otra posición que rechaza tal neutralidad como una excusa para darles tiempo a los sandinistas de institu- cionalizar su proceso revolucionario, y otra que de plano rechazaba cualquier posición que no fuera la de un abierto conflicto con Nicaragua.76 Con todo, en agosto de 1984, Monge anunció cambios en su gabinete, y en septiembre una comisión legislativa recomendó la adopción de la neutralidad como un canon constitu- cional.77 En todo sentido, los cambios en el gobierno, las continuas actividades militares en la frontera norte, la posición de Reagan y las declaraciones desde Nicaragua hacían que el tema de la neutralidad no decayera en la prensa y se volvieran constantes y en ocasiones repetidos los estribillos en la prensa sobre qué hacer. Junto a eso, el gobierno de Monge planeó celebrar la declaración de neutralidad como una efeméride, lo que enfureció a los opositores.78 En muchos sentidos, la discusión sobre la neutralidad favorecía al gobierno, pues delineaba sus opositores y sus apoyos. Además, la actitud del gobierno era tan ambigua definiendo la neu- tralidad y actuando bajo ella, que entre más discusión pública se produjese más ambigua se vol- vía la política exterior. Así, un día un editorial de La Nación emplazaba al gobierno y otro día lo 74 Enrique Benavides, “De la neutralidad a la revolución”, La Nación, 29 de mayo de 1984: 15; Adolfo G. Jonker, “En pro de la neutralidad”, La Nación, 4 de junio de 1984: 16; Alvaro Montero Mejía, “El Libro Blanco, una verdad que no peca”, La Nación, 6 de junio de 1984: 16; “Editorial: Quiénes son los que mienten”, La Nación, 8 de junio de 1984: 15; Fernando Quirós Mejía, “La neutralidad y la misión verdad”, La Nación, 11 de junio de 1984: 16; Luis Carlos Umaña Aguilar, “Figueres 1948 y 1984”, La Nación, 12 de junio de 1984: 17; “Editorial: Un regreso al punto de origen”, La Nación, 13 de junio de 1984: 14; Fernando Durán Ayanegui, “La guerra puede estar ya en las palabras”, La Nación, 16 de junio de 1984: 15; Gonzalo J. Facio, “Las verdades que no ha proclamado ‘La Operación Verdad’”, La Nación, 23 de junio de 1984: 16; Hanns Niehaus Quesada, “Paz, neutralidad y dignidad”, La Nación, 24 de junio de 1984: 14. 75 “Editorial: ‘Guerra a la guerra’”, La Nación, 23 de octubre de 1984: 14. 76 Bernd Niehaus, “Las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua”, La Nación, 28 de junio de 1984: 14; Jorge Urbina Ortega, “Discutamos la política de neutralidad”, La Nación, 28 de junio de 1984: 14; “Editorial: Las ínfulas del Ministerio de Seguridad”, La Nación, 30 de junio de 1984: 14; “Editorial: El regreso del presidente Monge”, La Nación, 1 de julio de 1984: 14; “Editorial: Crítica a la prensa: un mal síntoma”, La Nación, 2 de julio de 1984: 14; Alberto Baeza Flores, “Costa Rica y Luis Alberto Monge”, La Na- ción, 3 de julio de 1984: 15; Fabio Chávez Guzmán, “Firmeza en lugar de cólera”, La Nación, 6 de julio de 1984: 16; Edgar Espinoza, “Actitud de Monge”, La Nación, 7 de julio de 1984: 14; Gonzalo J. Facio, “El conflicto Este-Oeste y Centroamérica”, La Nación, 7 de julio de 1984: 15; Carlos Luis Villalobos, “Consecuencias de la neutralidad”, La Nación, 8 de julio de 1984: 16; Bernd Niehaus, “La confusa neu- tralidad”, La Nación, 19 de julio de 1984: 16; Fernando Volio Jiménez, “Combatir nuestro combate”, La Nación, 31 de julio de 1984: 15; Jorge Urbina Ortega, “¡Su turno, Dr. Niehaus…!”, La Nación, 9 de agosto de 1984: 16; Edgar Espinoza, “El Arca de la Neutralidad”, La Nación, 5 de septiembre de 1984: 14; Jaime Daremblum, “Réquiem para dos difuntos”, La Nación, 9 de septiembre de 1984: 15. 77 “Editorial: Después de los cambios”, La Nación, 21 de agosto de 1984: 14; “Editorial: Neutralidad y constitución”, La Nación, 20 de septiembre de 1984: 14. 78 Jaime Daremblum, “Lamentable celebración”, La Nación, 1 de noviembre de 1984: 15; “Editorial: Neu- tralidad y consenso”, La Nación, 23 de noviembre de 1984: 15. III PARTE DesigualDaDes socioculturales606 felicitaba por plantarse frente a Nicaragua.79 La ambigüedad podía ser una buena estrategia para que la opinión pública, en cuenta intelectuales y académicos, insistieran en debatir sin llegar ni a un consenso, ni a una definición clara sobre la política exterior y la actitud hacia el sandinismo. El gobierno, mientras tanto, se representaba a favor de la paz sin dejar en evidencia cómo lo hacía más allá de la discusión sobre la terminología de la neutralidad. De todas maneras, a mitad de 1984, los números de las encuestas de aprobación favorecían a Monge: un 62,33% de una encuesta del Semanario Universidad lo declararon como un buen gobierno.80 El asunto de la ambigüedad quedó más claro en 1985. Incluso, la línea periodística del Se- manario Universidad, que había sido en muchos sentidos proclive a apoyar a la administración Monge y su neutralidad, comenzó a publicar informes sobre lo turbio de la ayuda a La Contra desde los Estados Unidos y la actitud del gobierno costarricense.81 Ya en mayo de 1985, Daniel Camacho, al discutir el mensaje presidencial de Monge, dejó en evidencia un desgaste de la neutralidad a fuerza de información sobre los intereses de Reagan, al advertir: Es bien conocido que el gobierno de los Estados Unidos está entregando considerables sumas de dinero al de Costa Rica por medio de préstamos, donaciones, inversiones, etc. Esa generosidad tiene motivos políticos. Desean una Costa Rica sumisa para utilizarla en sus planes contra Cen- troamérica. Ese flujo de dinero norteamericano es una de las principales razones del aparente repunte económico que aparece en las estadísticas del mensaje presidencial.82 Unos días después, Camacho dejó más en evidencia el rompimiento que se abría entre al- gunos intelectuales y el gobierno de Monge, al advertir la ayuda económica de Reagan a Costa Rica y el cambio que él veía en el asunto de la neutralidad: El Presidente Monge ha tratado de evitar la entrega total de su gobierno a los designios de la administración Reagan. Seguramente no querrá pasar a la historia como el responsable de la involucración de Costa Rica en una guerra centroamericana. De ahí el significado patriótico de su proclama de neutralidad. Pero, desdichadamente, su influencia tiene un límite. Esas buenas intenciones del Presidente se enfrentan a un obstáculo que avanza a la velocidad de un millón de dólares diarios. Por eso preocupa el ablandamiento paulatino que se observa en las posicio- nes del Gobierno de Costa Rica frente a las exigencias norteamericanas.83 Camacho temía que Monge terminara cediendo o que al finalizar su periodo, cualquiera de los candidatos con posibilidades de ganar, Óscar Arias Sánchez del oficialista Partido Li- beración Nacional (PLN), o Rafael Ángel Calderón Fournier del opositor Partido Unidad So- cial Cristiana (PUSC), dejaran de lado la neutralidad y terminaran cediendo completamente a los designios de Washington. Ya en ese momento –mayo de 1985– el Semanario Universidad 79 “Editorial: El gesto democrático del Presidente”, La Nación, 9 de diciembre de 1984: 14. 80 “Población costarricense continúa apoyando a Monge”, Semanario Universidad, 18 de mayo de 1984: 12, 13. 81 “Agente de la CIA en el país denuncia ayuda a los ‘contras’”, Semanario Universidad, 8 de febrero de 1985: 19; “Explican presiones de EEUU para armar a Costa Rica”, Semanario Universidad, 8 de marzo de 1985: 24. 82 Daniel Camacho Monge, “Olvidados en el Mensaje Presidencial”, Semanario Universidad, 10 de mayo de 1985: 4. 83 Daniel Camacho Monge, “Crisis, deuda externa y asesores militares”, Semanario Universidad, 17 de mayo de 1985: 5. DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 607 indicaba que dos de los ministros de Monge, que habían desfilado por la paz un año antes, ahora ya no estaban en el poder.84 Además, la muerte de guardias civiles costarricenses en Crucitas (en la frontera con Ni- caragua), la actividad de grupos anti-comunistas como el Movimiento Costa Rica Libre, que apedreó la embajada de Nicaragua por efecto de esas muertes,85 y las informaciones sobre la actividad de La Contra y el entrenamiento militar en el norte de Costa Rica86, cambiaron el pa- norama sobre la posición del gobierno. Las bases de la discusión pública que habían circulado alrededor de la neutralidad perpetua habían cambiado, por efecto del desgaste del discurso de ambigüedad frente a la salida a la luz pública de posibles presiones desde Washington sobre la posición costarricense. La estrategia de intelectuales y políticos, como Álvaro Montero Mejía, Sergio Erick Ardón y Manuel Mora Valverde, fue seguir creyendo en la neutralidad como una “garantía” frente a quienes se decidían por la guerra e impulsaban al gobierno a insistir en ese camino,87 pero in- dicando, como Arnoldo Mora, que los acontecimientos violentos en la frontera eran un recurso de Reagan para impulsar a Costa Rica a la posición de abierto enfrentamiento contra Nicara- gua.88 Otros académicos, como Jaime Robert, comenzaron a identificar intentos, al inicio de la administración Monge, por seguir el discurso bipolar del mundo que venía desde Washington y enfrentar la Revolución Sandinista.89 En julio de 1985, Manuel Formoso dejó bien en claro la manera en que varios intelectuales veían entonces a la administración Monge y su neutralidad: (…) la política de neutralidad del presidente Monge, aunque tardía al menos tuvo el mérito de impedir que los Estados Unidos nos convirtieran en una trinchera militar en su guerra contra Nicaragua. Este y no otro es el sentido de la neutralidad. Pero el actual gobierno no ha podido, o no ha querido, ser congruente con esa política de neutralidad. Es público y notorio que en nuestro país los ‘contras’, al igual que en su tiempo los sandinistas, han desarrollado una impor- tante retaguardia que les permite llevar a cabo acciones de ataque a Nicaragua. La credibilidad de Costa Rica como nación neutral, sufre mucho cuando Pastora da conferencias a periódicos europeos desde un teléfono costarricense, lo mismo cuando heridos de ARDE son atendidos en hospitales de la Caja o los mercenarios entran como Pedro por su casa, cuando arriban al aeropuerto Juan Santamaría.90 El 24 de agosto de 1985 se realizó en la Universidad de Costa Rica un “Encuentro Nacional por la Paz y el Diálogo”, evento que reunió a varios intelectuales, académicos y comunicado- res del país, entre los que estuvieron Luisa González, Emilia Prieto, Arnoldo Mora, Rodrigo 84 Rafael A. Ugalde, “Los protagonistas de marcha por la paz desaparecen del gobierno”, Semanario Universidad, 17 de mayo de 1985: 17. 85 “Extrema derecha desata violencia en el país”, Semanario Universidad, 14 de junio de 1985: 17, 18. 86 “Murciélago: Una coyuntura justificante para la asesoría militar”, Semanario Universidad, 14 de junio de 1985: 18, 19; Nicolás Aguilar, “Los ‘contras’ campean en suelo costarricense”, Semanario Universi- dad, 5 de julio de 1985: 17; “Un “contra” roba y propaga rumores”, Semanario Universidad, 5 de julio de 1985: 18; “Crece número de desplazados”, Semanario Universidad, 5 de julio de 1985: 18. 87 “Al pueblo costarricense con motivo de los trágicos acontecimientos de las crucitas”, Semanario Uni- versidad, 14 de junio de 1985: 20. 88 Arnoldo Mora, “El retorno del fascismo”, Semanario Universidad, 5 de julio de 1985: 6. 89 Jaime Robert, “Presencia costarricense en la ‘Comunidad Democrática’”, Semanario Universidad, 5 de julio de 1985: 6; Jaime Robert, “Roces con el gobierno sandinista”, Semanario Universidad, 9 de agosto de 1985: 4. 90 Manuel Formoso, “El porqué de una derrota”, Semanario Universidad, 26 de julio de 1985: 4. III PARTE DesigualDaDes socioculturales608 Gutiérrez, Carlos Morales y Parmenio Medina. La actividad tuvo entre sus pronunciamientos uno que hacía eco de esa visión sobre la neutralidad ya esbozada: “una neutralidad efectiva que conduzca a no involucrarnos en el conflicto bélico centroamericano”.91 Unas semanas después, el “Comité Universitario por la Paz”, un grupo que se había formado en julio de 1985, organizó una “Jornada por la Paz” en la plaza 24 de abril de la Universidad de Costa Rica y se quejó de la manera en que, durante las fiestas oficiales de la independencia, no circuló la antorcha por Cen- troamérica y se manifestó contrario a la idea de la administración Monge de alentar la división al recibir la antorcha en Cartago, de manos de nicaragüenses que vivían en el país.92 En parte, el pináculo del enfrentamiento de los académicos de la Universidad de Costa Rica con la ambigüedad de la política exterior de Monge se representó bien con la publicación del vo- lumen 11 (1985) del Anuario de Estudios Centroamericanos. La presentación, dirigida por Hé- ctor Pérez Brignoli, como director y editor del anuario, motivó la discusión de Francisco Rojas Aravena de su artículo “Interés nacional y toma de decisiones: el caso de la neutralidad costarri- cense” 93 y el comentario a ese trabajo por parte de Hugo Murillo. Murillo indicó entonces que: En el desarrollo de su política exterior (…) Costa Rica no ha sido neutral en ningún momento. Continuamos siendo aliados de EEUU; pertenecemos al TIAR; en el conflicto salvadoreño, no cabe duda que apoyamos el régimen de Napoleón Duarte; y en el conflicto con Nicaragua, nuestra posición fluctúa entre la confrontación y la no intervención.94 Efectivamente, la neutralidad, desgastada por la ambigüedad, llevó a un viraje de muchos de los académicos e intelectuales que apoyaban la política internacional de Monge con respecto al conflicto en Centroamérica, especialmente en Nicaragua. A finales de 1985, el Semanario Universidad, que había hablado tan bien de Monge en años anteriores, ahora lo evaluaba así: “Durante este tercer año de gobierno, el mandatario proyectó más públicamente los rasgos de su personalidad, una cierta ausencia de timonel, una desviación de responsabilidades y abun- dantes contradicciones que lo llevaron al punto más bajo de su popularidad (de 28 a 19 puntos, según CID)”.95 Es cierto que el Semanario Universidad enmarcaba ese descontento con base en el fracaso del publicitado proyecto de Monge “Volvamos a la Tierra” y el llamado “escándalo del Fondo de Emergencia”, pero, también, la debilitada neutralidad tenía un papel: (…) la campaña reiterada del Presidente por la Neutralidad, frente a su arremetida diaria contra el gobierno de Managua, marcaron una contradicción que condujo a los observadores confia- bles a calificar el país como una pieza del ajedrez estadounidense, y ello motivó un inevitable desprestigio internacional que se dejó sentir en una silbatina contra Monge, cuando el jefe de Estado visitó Montevideo para la toma de poderes de José María Sanguinetti, en marzo anterior.96 91 “Realizaron encuentro por el diálogo y la paz”, Semanario Universidad, 30 de agosto de 1985: 19; Luisa González, “Escritores por la paz y la solidaridad”, Semanario Universidad, 6 de septiembre de 1985: 4. 92 “Realizarán jornada por la paz”, Semanario Universidad, 20 de septiembre de 1985: 8. 93 Francisco Rojas Aravena, “Interés nacional y toma de decisiones: el caso de la neutralidad costarricen- se,” Anuario de Estudios Centroamericanos 11, no. 1 (1985): 79-97. 94 “Coloquio: La neutralidad existe en teoría pero no se cumple”, Semanario Universidad, 25 de octubre de 1985: 19. Véase también: “Analizaron neutralidad costarricense”, Semanario Universidad, 11 de octubre de 1985: 7. 95 Carlos Morales, Gaetano Pandolfo y Violeta Fernández, “Entre la ambigüedad, la concesión y la defensa de la paz”, Semanario Universidad, 13 de diciembre de 1985: 12, 13. 96 Carlos Morales, Gaetano Pandolfo y Violeta Fernández, “Entre la ambigüedad, la concesión y la defensa de la paz”, Semanario Universidad, 13 de diciembre de 1985: 12, 13. DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 609 El Semanario anunciaba, asimismo, el posible fracaso de los esfuerzos por la paz del Grupo Contadora97 y la posibilidad de que la “neutralidad inactiva” podía empujar el país a la gue- rra.98 En mucho, ese sería el cierre de la relación entre el medio de comunicación de la UCR y la política exterior de Monge y, con ello, de la valoración de esa propuesta que en el pasado inmediato habían tenido académicos e intelectuales que habían apoyado la neutralidad. Las elecciones de febrero de 1986, las declaraciones del candidato ganador Óscar Arias sobre la política exterior de Reagan, y el intento de radicalización de Washington iniciaron una nueva relación entre el gobierno y la opinión pública, con respecto al papel de Costa Rica en el con- flicto centroamericano. Los intelectuales de línea dura contra el sandinismo, no dieron tregua al gobierno de Mon- ge en su última etapa. Allí, el giro fue hacia una presión más fuerte, porque acabara la neutra- lidad y se enfrentara de forma decidida el “peligro” comunista. En enero de 1985, por efecto de un ataque en Managua a la embajada costarricense, Jaime Daremblum hablaba de la política de neutralidad como “un obstáculo” y la identificaba como parte del ‘derrotismo’ de la “llamada ‘Doctrina Monge’”.99 Julio Rodríguez, la veía así en esa época: “La política de la no defensa, del poner siempre la otra mejilla, realización plena de un más que milenario consejo bíblico, moti- vo de santificación en el plano particular o moral, pero inaceptable como política de gobierno”. Y alertó, también, resumiendo la posición de este grupo: Se ha adversado el estatuto de neutralidad no por afanes guerreristas, según la falacia propaga- da por sus defensores, sino porque, como los hechos lo han demostrado fehacientemente, esta posición representa un arma valiosa para Nicaragua para intervenir y acallar toda enérgica re- acción oficial. En segundo lugar, un país desarmado —con tres ametralladoras oxidadas como arsenal— no tiene más opción que la paz y la no intervención. De aquí que poner el acento de toda la política internacional en la neutralidad, es decir, en lo que se es existencialmente, y no en la dignidad y en la seguridad, esto es, en lo que se ha de defender a toda costa para preservar la paz, constituye un craso error de perspectiva y de realismo político. De aquí que, cuando en este país bienamado, incapacitado financiera y militarmente para hacer la guerra a nadie, un gobierno se vanagloria de mantener la paz, este autoelogio resulta tan irrisorio como el de aquella viejecita de 90 años que no cabía en sí de orgullo por mantener, después de los 80, incólume su virginidad. Costa Rica es, por esencia y por feliz incapacidad para lo contrario, un país de paz. El deber del Gobierno es, por consiguiente, conservar los presupuestos de la paz: el respeto a la libertad, el acrisolamiento de la justicia y, en la hora actual, la defensa de la dignidad nacional, pisoteada día a día por Nicaragua, una auténtica revolución interna en el campo de la seguridad nacional y la decisión inquebrantable de recurrir sin vacilaciones ni ‘tiquismos’ a la prensa del mundo libre y a los organismos internacionales legitimados para defender nuestra posición y denunciar sin complejos al agresor.100 La visión de Rodríguez era la esencia de lo que argumentaban los opositores de la neutralidad. No se declaraban guerreristas, apoyaban la paz, pero se manifestaban en contra de los sandinis- tas y enfrentaban a Monge por titubear al tomar una posición de confrontación y advertían sobre 97 Gilberto López, “Guerra ahoga tres años de esfuerzos por la paz”, Semanario Universidad, 13 de di- ciembre de 1985: 16. 98 William Vargas, Ana Mercedes Chassoul y Eduardo Ramírez, “Neutralidad inactiva puede empujar- nos a la guerra”, Semanario Universidad, 13 de diciembre de 1985: 18. 99 Jaime Daremblum, “¿Y la dignidad nacional?”, La Nación, 3 de enero de 1985: 15. Véase también: Jaime Daremblum, “La política exterior en 1984”, La Nación, 8 de enero de 1985: 15. 100 Julio Rodríguez, “Un país sin respeto a sí mismo”, La Nación, 16 de enero de 1985: 15. III PARTE DesigualDaDes socioculturales610 la posibilidad de que Costa Rica quedara sola en su política internacional.101 En ese momento, Daremblum llamaba a la neutralidad una “fábula”102 y Eduardo Ulibarri visualizaba una dicoto- mía entre lo que la administración Monge decía públicamente y lo que manifestaba en privado: “mientras en privado la plática es más realista, la retórica pública es, la que se enarbola quizá para no herir oídos socialdemócratas poco avispados, se ha tornada ambigua y hasta evasiva”.103 Ya en el contexto del caso del asesinato de policías en Crucitas, algunos de los que opinaban en el foro de la Página Quince de La Nación no hablaban de neutralidad sino de “indefensión”.104 A finales de 1985, cuando los intelectuales que escribían en el Semanario Universidad viraron en su visión del gobierno de Monge y la administración insistía en su ambigüedad al celebrar el segundo año de su neutralidad, La Nación se enfrentó directamente con esa ambi- güedad al insistir en visualizarla como un argumento construido sobre la manipulación de la historia del país y como una política de “poca eficacia”.105 Al paso de lo indicado por La Nación salió Armando Vargas, Ministro Consejero de Infor- mación y Comunicación del gobierno, con un texto en que volvió a justificar la neutralidad y se enfrentó a La Nación y su interpretación.106 La Nación, entonces, contestó llamando a Vargas “el apologista de la Casa Presidencial” e hizo una cronología de la neutralidad de Monge. En ese empeño, La Nación identificó a la neutralidad, ahora, como el “producto de las profundas contradicciones del gobierno respecto al régimen marxista de Managua, y estaba diseñada, en gran medida, para recubrirlas”.107 Finalmente, dicho periódico evidenció lo que había ocurrido en la opinión pública por efecto de la discusión sobre la política de neutralidad: (…) es indudable que el tema de la neutralidad ha venido a nutrir una división artificial, sin nin- gún sustento real, en la familia costarricense. Nuestro pueblo, sin distingos, ha sido y es amante de la paz, y la violencia sólo cabe en los proyectos subversivos de la extrema izquierda. Por eso, sugerir que quien discrepa de la neutralidad propicia la guerra, es un sofisma pernicioso para la democracia y ofensivo para la ciudadanía.108 La polémica entre el ministro y el medio no terminó allí, empero. Vargas respondió preguntando por las causas que oponían a La Nación a la neutralidad, al tiempo en que ci- taba los artículos de esa política y homologaba neutralidad con paz.109 El periódico volvió a la carga argumentando que Vargas no había respondido sus críticas medulares y cuestionando que el Ministro utilizara las palabras de Monseñor Román Arrieta para acuerpar la política 101 Jorge Enrique Guier, “Neutralidad y protesta”, La Nación, 16 de enero de 1985: 15; Edgar Espinoza, “Estamos solos”, La Nación, 20 de enero de 1985: 14; “Editorial: La soledad de Costa Rica”, La Nación, 22 de enero de 1985: 14; “Editorial: La táctica del contraataque”, La Nación, 23 de enero de 1985: 15; “Editorial: De investigadores a investigados”, La Nación, 10 de febrero de 1985: 14. 102 Jaime Daremblum, “La hora de las verdades”, La Nación, 5 de febrero de 1985: 14. 103 Eduardo Ulibarri, “Neutralidad retórica”, La Nación, 20 de febrero de 1985: 14. 104 Rafael Luna Gómez, “Nuestra indefensa neutralidad”, La Nación, 17 de mayo de 1985: 17; J. A. Sánchez Alonso, “Ante la indefensión”, La Nación, 3 de junio de 1985: 14; “Editorial: La Defensa Nacional”, La Nación, 5 de junio de 1985: 14; Carlos Eduardo Herrera, “Frontera norte e indefensión”, La Nación, 7 de junio de 1985: 16. 105 “Editorial: El balance de la Neutralidad”, La Nación, 22 de noviembre de 1985: 14. 106 Armando Vargas, “¿Qué tiene La Nación contra la Neutralidad?”, La Nación, 23 de noviembre de 1985: 16. 107 “Editorial: Los sofismas de una respuesta”, La Nación, 26 de noviembre de 1985: 14. 108 “Editorial: Los sofismas de una respuesta”, La Nación, 26 de noviembre de 1985: 14. 109 Armando Vargas, “Sí, neutralidad es paz”, La Nación, 27 de noviembre de 1985: 18. DaviD Díaz arias Historia de un viraje: la “neutralidad PerPetua”, la... 611 del gobierno.110 Vargas se enfrentó nuevamente al editorial del medio, alegando que el obispo apoyaba la política de Monge y que La Nación intentaba envilecer el proyecto de Ley de Neutra- lidad del gobierno y calificando a quienes se oponían a esa política como “contra-neutralidad”, un concepto que ya se había utilizado antes.111 Al final del enfrentamiento, La Nación identificó al ministro como proclive a la propaganda más que al “análisis serio y ponderado”112 y Vargas, excavando en editoriales de La Nación de 1959, realizó su balance de la polémica y señaló que el medio ahora se contradecía de lo que ha- bía dicho en el pasado, a favor de la neutralidad del país, y con ese recurso llevó la discusión de una lucha entre el medio y la política exterior de Monge a una lucha, en sus palabras, de La Na- ción contra La Nación.113 Unos días después, Vargas se auto concedió la victoria de la polémica.114 Conclusión El enfrentamiento entre el Ministro y el medio muestra la animosidad que había adquirido en las páginas de la prensa el tema de la neutralidad. Pero, también, deja en evidencia que los giros en la opinión pública volvían complicado el panorama de la neutralidad y su ambigüedad. Si los intelectuales que la apoyaban podían cambiar su posición, por efecto de visualizar con- tradicciones entre el discurso y la práctica, los opositores insistieron cada vez más en visualizar las debilidades de la política de Monge y en crear la atmósfera de un peligro inminente para el país. Así, en esa lucha, se crearon las representaciones sobre una neutralidad que terminó arrinconando las posibilidades de política exterior de quienes disputaban la silla presidencial en febrero de 1986 una vez que alguno llegara al poder. Lo anterior ocurrió así, porque los temas de la paz, la guerra y la neutralidad se convirtie- ron en ejes fundamentales de la campaña electoral que se desarrolló de cara a las elecciones de febrero de 1986. Por un lado, una parte de la opinión pública presionaba por una definición de Costa Rica frente a la Nicaragua sandinista que diera el apoyo total a Reagan y su política gue- rrerista y de respaldo de La Contra; ese grupo afirmaba que la democracia costarricense estaba en peligro y que se volvía necesaria una acción directa para asegurar el sistema político del país. Por otro, otro grupo de opinión alentaba la profundización y cumplimiento total de la política de neutralidad, el enfrentamiento directo a la política guerrerista de Reagan y la afirmación del derecho de autodeterminación de los pueblos. Ambos grupos presionaron a los candidatos presidenciales del Partido Liberación Nacional (Óscar Arias Sánchez) y del Partido Unidad Social Cristiana (Rafael Ángel Calderón Fournier) para que se manifestaran públicamente con respecto a la guerra en Centroamérica. Fue en ese marco donde la discusión pública impactó el proceso electoral y definió, en mucho, el resultado de las elecciones presidenciales de 1986. 110 “Editorial: La degradación de un concepto”, La Nación, 30 de noviembre de 1985: 17. 111 Armando Vargas, “La neutralidad dignifica a Costa Rica”, La Nación, 3 de diciembre de 1985: 16. 112 “Editorial: El balance de una polémica”, La Nación, 4 de diciembre de 1985: 14. 113 Armando Vargas, “La Nación contra La Nación”, La Nación, 7 de diciembre de 1985: 16. 114 Armando Vargas, “Triunfó la neutralidad”, La Nación, 10 de diciembre de 1985: 16. AcercA de los Autores 627 Acerca de los autores Antonio Acosta Rodríguez aacosta@us.es Doctor en Historia de América y Catedrático de la Universidad de Sevilla, España. Ha sido Director del Departamento de Historia de América de la Universidad de Sevilla y Director de la Sede Iberoamericana de La Rábida, de la Universidad Internacional de Andalucía. Su última área de investigación es la formación de los Estados liberales en América Latina en los siglos XIX y XX. Su último libro publicado es: Los orígenes de la burguesía de El Salvador. El control sobre el café y el Estado. 1848-1890 (Sevilla: Aconcagua Libros, 2014). Gabriela Arguedas Ramírez arguedas.gabriela@gmail.com M.Sc. en Bioética de la Maestría Interinstitucional en Bioética UCR-UNA. Licenciada en Farmacia por la Universidad de Costa Rica. Egresada del Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura, Universidad de Costa Rica. Profesora asociada de la Escuela de Filosofía e Investi- gadora del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer, Universidad de Costa Rica. Su úl- tima publicación, en proceso, es: “Cuerpos oprimidos en la Modernidad in extremis: surrogacy, fecundación in vitro y la producción de descendencia,” en Queering Paradigms V, Eds. Manuela Picq, María Amelia Viteri (Ecuador: FLACSO, 2015 en prensa). Edgar Eduardo Blanco Obando tubaso2000@yahoo.es Licenciado en Sociología por la Universidad de Costa Rica. Doctor en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona. Docente de la Escuela de Lenguas Modernas e Investiga- dor del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC) y de la Vicerrectoría de Acción Social, Universidad de Costa Rica. Estudia temas ambientales y del desarrollo. Su último artículo publicado es: “Efectos sociales y ambientales de las actividades productivas en la región Atlántico/Caribe de Costa Rica: un análisis desde el metabolismo social. 1990-2015,” Cuadernos de Antropología 25, no. 2 (enero-junio 2015): 3-20. Félix Chirú Barrios chirufelix4@hotmail.com Doctor en Historia por la Universidad de Costa Rica. Profesor de Historia en la Universidad de Panamá, sede regional de Coclé. Ha investigado sobre la nación, las conmemoraciones y los “lugares de memoria” en Panamá. Historia de las desigualdades sociales en américa central. una visión...628 Kevin Coleman kevin.coleman@utoronto.ca Ph.D. en Historia por la Universidad de Indiana-Bloomington. Profesor del Departamento de Historia, University of Toronto. Sus trabajos se centran en la historia moderna de América Latina, en la cultura visual y en la cultura política. Su último libro, en prensa, es: A Camera in the Garden of Eden: The Self-Forging of a Banana Republic (University of Texas Press, 2016). Ruth Cubillo Paniagua rutycu@hotmail.com Doctora en Literatura por la Universidad Autónoma de Barcelona, España. Profesora Ca- tedrática de la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura, Universidad de Costa Rica. Coor- dinadora del Programa de Investigaciones en Literatura Comparada, de la Escuela de Lenguas Modernas, Universidad de Costa Rica. Especialista en Literatura Comparada, Literatura Es- pañola, Literatura Costarricense y en la relación entre Literatura e Historia. Entre sus libros publicados está: Mujeres ensayistas e intelectualidad de vanguardia en la Costa Rica de la pri- mera mitad del siglo XX (San José: EUCR, 2011) y su último libro, en preparación, es: Pobreza y desigualdad social en la narrativa costarricense. 1890-1950 (San José: EUCR, en prensa). Francisco Delgado Jiménez francisco.delgado@ucr.ac.cr Máster en Administración Pública y Desarrollo Internacional de la Escuela de Gobierno John F. Kennnedy, Universidad de Harvard, y Licenciado en Economía por la Universidad de Costa Rica. Actualmente, trabaja como Economista de Políticas Sociales en el Instituto Mixto de Ayuda Social y como investigador del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica. Sus áreas de investigación son: pobreza, desigualdad y mercado de trabajo. Su último artículo publicado es: “El empleo informal en Costa Rica: Características de los ocupados y sus puestos de trabajo,” Revista de Ciencias Económicas 31, no. 2 (2013): 35-51. David Díaz Arias david.diaz@ucr.ac.cr Ph.D. en Historia por la Universidad de Indiana-Bloomington. Profesor Catedrático de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica. Fue Director del Posgrado Centroameri- cano en Historia y es Director del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC) de la Universidad de Costa Rica. Especialista en Historia Política, Historia Cultural, Historia de la Memoria y en la Historia del Estado en Costa Rica y en Centroamérica. Su último libro publicado es: Crisis social y memorias en lucha: guerra civil en Costa Rica, 1940-1948 (San José: EUCR, 2015), publicación galardonada con el Premio Nacional de Investigación Cultural "Luis Ferrero Acosta", 2015, del Ministerio de Cultura y Juventud de la República de Costa Rica. AcercA de los Autores 629 George I. García Quesada tuyog@hotmail.com M.Sc. en Historia y Licenciado en Filosofía por la Universidad de Costa Rica. Profesor de la Escuela de Estudios Generales y de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Costa Rica. Actualmente, cursa estudios doctorales en Filosofía en la Universidad de Kingston, Londres, con una tesis en el campo de la ontología y epistemología. Su último libro es: Formación de la clase media en Costa Rica, 1890-1950. Economía, sociabilidades y discursos políticos (San José: Editorial Arlekín, 2014), publicación galardonada con el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en Historia, 2014. Anthony Goebel Mc Dermott historikambiental@hotmail.com / w.goebel@ucr.ac.cr Doctor en Historia por la Universidad de Costa Rica. Docente de la Escuela de Historia e investigador del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC), Uni- versidad de Costa Rica. Especialista en Historia Ambiental e Historia Económica. Su libro último libro publicado es: