Elecciones primarias de 2020 en el Partido Demócrata de Estados Unidos: ¿Qué son? y ¿quiénes están compitiendo? Juan Manuel Muñoz Portillo Observatorio de los Estados Unidos CIEP/Escuela de Ciencias Políticas Universidad de Costa Rica El 11 de marzo de 2019, el Comité Nacional Demócrata (CND) anunció que seleccionó a Milwaukee, en el estado de Wisconsin, como la ciudad donde el Partido Demócrata realizará, entre el 13 y 16 de julio de 2020, su convención nacional. En este evento un grupo de delegados y, posiblemente, también super delegados seleccionará a la persona que competirá por la Presidencia de los Estados Unidos, como candidata del Partido Demócrata en las elecciones nacionales del 3 de noviembre de ese año. ¿Cómo se seleccionan los delegados y super delegados?, ¿por qué existen estos dos tipos de miembros con poder de selección?, ¿cómo deciden estas personas quien será la persona candidata a la presidencia?, ¿quién se perfila como potencial candidato demócrata? Estas preguntas se responden en el presente aporte. El camino a Milwaukee 2020 Las primarias demócratas de 2020 se perfilan como un proceso electoral interesante. La selección de la ciudad de Milwaukee para la celebración de la convención nacional es estratégica. En las elecciones del 8 de noviembre de 2016 Donald Trump ganó el voto popular en el estado de Wisconsin, como lo hizo en otros cuatro del centro y noroeste de Estados Unidos, Michigan, Ohio, Wisconsin, Iowa y Pensilvania. A estos se les clasifica como parte de los rust belt states, que literalmente se traduce como cinturón de estados de óxido. Se trata de estados cuya economía estaba altamente basada hasta hace más o menos tres décadas en la industria manufacturera, generando entonces miles de empleos para una fuerza laboral sin estudios técnicos o universitarios. Los rust belt states se caracterizaban también por un tradicional apoyo al Partido Demócrata, el cual algunos creen Trump logró de alguna medida romper, utilizando un discurso populista contra la deslocalización del sector industrial de empresas estadounidenses hacia países de América Latina y Asia, así como contra la integración cultural, de la cual en Wisconsin el condado de Milwaukee es un ejemplo. Esa deslocalización generó desempleo por una parte, y una dinámica de empleos menos estables o menor pagados para muchos trabajadores. Críticos dentro y fuera del Partido Demócrata acusaron a la campaña de Hillary Clinton de haber subestimado a su contrincante, Donald Trump, y haber descuidado a los rust belt states. Milwaukee es una ciudad muy demócrata y progresista; es un centro que atrae la diversidad cultural y es famosa por sus cervecerías. Es, además, donde se encuentra la fábrica de las motocicletas Harley Davidson, un ícono de la cultura estadounidense, cuyos administradores han tenido desacuerdos recientes con Donald Trump sobre los aranceles impuestos por su gobierno, a productos importados desde la Unión Europea, un destino importante de sus exportaciones. Se trata en síntesis de un condado muy globalizado y, además, fuertemente demócrata que, sin embargo, está rodeado por otros condados del estado de Wisconsin donde el apoyo a ese partido diezmó en la elección de 2016. Entonces, con la elección de Milwaukee el CND están enviando dos mensajes: buscarán recuperar el voto de muchos quienes se sienten marginados por la globalización y la integración cultural en los rust belt states. A la vez procurarán mantener el apoyo de gran parte de su base de votantes, que en diferentes formas apoyan o perciben algún beneficio de la globalización e integración cultural. Actualmente, hay 24 candidatos del partido demócrata. El último en unirse a la competición es el ex representante del estado de Pensilvania ante la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, Joe Sestak, quien anunció su postulación el pasado 23 de junio. De los candidatos demócratas dos parecen tener más posibilidades: el ex Vicepresidente de Estados Unidos durante la presidencia de Barak Obama (2009-2017), Joseph Biden, y Bernie Sanders, actual senador por el estado de Vermont, quien compitió contra Hillary Clinton en las primarias demócratas de 2015- 2016. Biden y Sanders representan visiones muy opuestas sobre el manejo de asuntos públicos y económicos, por lo que tienden a atraer distintos grupos de electores dentro de su partido. Por una parte, Biden personifica la versión moderada del Partido Demócrata, más cercana al establishment. Recuérdese que hacia este grupo ha estado dirigido en gran medida el ataque de líderes populistas como Donald Trump. Sanders, por su parte, es el candidato anti-establishment. A diferencia de populistas como Trump, se identifica fuertemente con ideas progresistas de liberalismo individual y justicia social, como el derecho al aborto, el cambio climático o la seguridad social. En otras palabras, es un político claramente de izquierda. Las elecciones primarias en Estados Unidos suelen ser complejas y polarizantes. Los candidatos normalmente tienden a asegurar su electorado alrededor de una ideología o sobre posiciones en políticas específicas (por ejemplo, el gasto y la deuda pública). Obtienen votos marginales necesarios para ganar la nominación convenciendo a votantes indecisos. Una vez ganan la nominación se mueven a posiciones hacia el centro. Sin embargo, esta vez podría ser diferente. Las primarias actuales son probablemente más complejas. Las divisiones sociales en términos generacionales (millennials y pos millennials vs. generaciones anteriores) y de clase (los perjudicados por la globalización e integración cultural vs. los que han visto algún beneficio), además del clivaje demográfico entre grupos étnicos, exigen compromisos a los candidatos para obtener votos necesarios, lo que puede disgustar a parte de su electorado base. Será una tarea difícil. No obstante, si algo todos los candidatos demócratas tienen en común es su deseo de arrebatar a Trump la oportunidad de reelegirse en noviembre de 2020. Las reglas del juego: ¿cómo se organizan las elecciones primarias demócratas? Desde finales de la década de 1960 la nominación presidencial en Estados Unidos en el Partido Demócrata se puede entender como un proceso con doble estructura. Como explican los politólogos Marty Cohen, David Karol, Hans Noel y John Zaller en su libro The party decides: Presidential nominations before and after reform (Chicago, IL: The University of Chicago Press, 2008), existe un grupo de reglas formales e informales que delimitan el funcionamiento del proceso de selección del candidato y dan cierto grado de certeza a los aspirantes acerca de si vale la pena continuar en la contienda o no. Las reglas formales. Las reglas actuales de nominación de candidatos demócratas datan de 1968, aunque ha habido reformas desde entonces. Hasta ese año en un puñado de estados se realizaban primarias; sin embargo, en general eran los líderes de partido quienes tenían un poder esencial en la selección del candidato. En 1968 se iba a escoger entre al entonces vicepresidente bajo el gobierno de Lyndon B. Johnson, Hubert Humphrey, quien defendía la política de intervención militar estadounidense en Vietman, sobre su adversario, el senador por Minnesota Eugene McCarthy. Los líderes demócratas se decantaron por el primero, lo que generó fuertes disturbios fuera de la sede de la convención en Chicago, Illinois, que posiblemente dañaron la imagen del Partido Demócrata. Los eventos de 1968 motivaron una revisión en las reglas de selección de candidatos, transfiriendo considerablemente poderes de selección de las élites del partido hacia los electores, a través de elecciones primarias o caucuses. Cada estado podía decidir cuál de esos dos métodos adoptar. La mayoría de estados escogió el primer sistema, pero algunos otros—por ejemplo, Iowa— eligieron los caucuses. Estas son convenciones llevadas a cabo subestatalmente, abiertas a todos los demócratas para elegir delegados distritales y estatales. Estos sistemas se comenzaron a utilizar a partir de 1972. Los estados que realizan primarias utilizan una fórmula proporcional para elegir mediante el voto a los delegados que representarán a cada candidato en la Convención Nacional. Entonces, desde ese año los delegados electos proporcionalmente en primarias y los elegidos en caucuses comenzaron a elegir mediante votaciones en la Convención Nacional del partido, al candidato o candidata demócrata. El mecanismo anteriormente descrito se utiliza en la actualidad con una diferencia fundamental. Tras el fracaso del presidente Jimmy Carter para reelegirse en 1980, varios líderes demócratas, quienes consideraban a Carter como un inexperto en la política nacional, con pocos vínculos dentro del partido, idearon la figura del super delegado —delegados sin compromiso previo—, que se estrenó en la Convención Nacional Demócrata de 1984. Los super delegados no son electos; son líderes demócratas como gobernadores, senadores y representantes ante el Congreso de los Estados Unidos, expresidentes y exvicepresidentes, exsenadores y exrepresentantes ante el Congreso de los Estados Unidos, como también los ex miembros del Comité Nacional Demócrata (CND). La mayoría de los super delegados son directivos o miembros en función del CND; es decir, los presidentes y vicepresidentes de las oficinas del CND a nivel estatal, además de más de 200 representantes que son electos para representar a sus respectivos estados y otros miembros nominados por el presidente del CND—en 2016 habían 75 de estos—y ratificados por toda la junta directiva de este organismo. En la Convención Demócrata de 2016, los superdelegados representaron poco menos del 15% del total de los delegados, la mayoría de los cuales apoyaba a Hillary Clinton, con lo que hubo recriminación hacia este sistema por parte del candidato perdedor y sus aliados, Bernie Sanders. Dadas las críticas hacia el sistema de super delegados, el sistema se reformó en agosto de 2018. Bajo las nuevas reglas los super delegados no votarán en la primera ronda de votaciones durante la Convención Nacional Demócrata—es en esta cuando usualmente se declara un ganador—pero podrán hacerlo en las rondas siguientes en caso de que no se pueda declarar un ganador. La primaria invisible. Quienes han visto episodios electorales en series de televisión basadas en la política estadounidense —por ejemplo, The West Wing, la versión norteamericana de House of Cards y Veep— tal vez habrán notado que las elecciones primarias en ese país arrancan en New Hampshire y Iowa. Son, según sus narrativas, elecciones clave. ¿Por qué el enfoque solamente en estos dos de los 50 estados de Estados Unidos? Los candidatos tienen el gran reto de convencer a miembros del partido como líderes locales, regionales y nacionales, como también activistas de base que les apoyarán hasta la convención nacional. En ese proceso, además deberán convencer a grandes donantes que contribuirán a sostener campañas electorales nacionales muy caras. Esta es la primaria invisible, como la denominan Marty Cohen y sus coautores (The party decides: Presidential nominations before and after reform [Chicago, IL: The University of Chicago Press, 2008]). Es decir, el proceso de convencimiento y conformación de un grupo de seguidores entre los cuales habrá líderes del partido, activistas y donantes que contribuirán de distintas maneras en la campaña electoral primaria del candidato. Estas personas tienen incentivos para apoyar a los candidatos con mayor potencial de convertirse en el nominado presidencial. Pero no siempre tienen claro quien tiene ese potencial. Ellas requieren de información constante que alimente sus procesos de toma de decisiones y las encuestas no cumplen tan bien con ese papel. Por costumbre, usualmente el primer estado en realizar primarias es New Hampshire y en Iowa se realizan los primeros caucuses demócratas. Muchos de los actores que potencialmente elegirán a un candidato demócrata a quien dar su apoyo con trabajo voluntario o donaciones, estarán expectantes de los resultados en esos dos estados. Ellos creen que esos resultados proveerán de mejor información sobre qué candidatos tienen potencial de ganar la nominación. En este sentido, la primaria invisible es un proceso de aseguramiento de apoyos donde los candidatos van amasando capital político en distintas proporciones. Es una larga fase que estará abierta a la negociación constante. Sin embargo, con los resultados de New Hampshire y Iowa en los primeros meses de 2020, probablemente se perfilará más claramente cuáles son las alianzas clave y los candidatos realmente favoritos para la nominación en la Convención Nacional Demócrata. Varios de los candidatos probablemente abandonen del todo la contienda, mientras que otros negociarán su apoyo hacia candidatos más viables, utilizando su capital político como moneda de cambio, por ejemplo, para asegurar futuros puestos importantes en un gobierno. ¿Quiénes son los candidatos? Además de Joe Biden y Bernie Sanders otros 22 candidatos se han lanzado a la contienda. Sin embargo, estos dos son los más populares, seguidos de otros siete candidatos con una intención de votos en varios sondeos superior al 1%. En el cuadro de abajo, presenta la intención de votos promedio en distintas encuestas en marzo y junio del presente año. Además de los ya mencionados candidatos, Elizabeth Warren, Kamala Harris, Beto O’Rourke, Pete Buttigieg y Cory Booker muestran una intención de votos mayor a 2%. Intención de votos por candidaturas en el Partido Demócrata en marzo y junio de 2019 Junio Candidato Joseph Bernie Elizabeth Kamala Beto Pete Cory Biden Sanders Warren Harris O’Rourke Buttigieg Booker Monmouth 32 14 15 8 3 5 2 YouGov 26 13 14 7 4 9 2 Morning 38 19 11 7 4 7 3 Consult HarrisX 35 13 7 5 6 4 3 Suffolk 30 15 10 8 2 9 2 Fox News 32 13 9 8 4 8 3 Quinnipiac 30 19 15 7 3 8 1 Change 26 21 19 8 3 14 1 Research Ipsos 31 14 9 6 3 5 2 Promedio 31.1 15.7 12.1 7.1 3.6 7.7 2.1 Marzo Candidato Joseph Bernie Elizabeth Kamala Beto Pete Cory Biden Sanders Warren Harris O’Rourke Buttigieg Booker HarrisX 29 18 5 6 6 3 4 Morning 33 25 7 8 8 3 4 Consult Quinnipiac 29 19 4 8 12 4 2 McLaughlin 28 17 5 8 8 3 3 Fox News 31 23 4 8 8 1 4 Emerson 26 26 8 12 11 3 3 College CNN/SSRS 28 19 7 11 12 1 3 Promedio 29.1 21 5.7 8.7 9.3 2.6 3.3 Fuente: Nate Silver, ‘Bulletpoint: Only Two Meaningful Shifts Have Happened In The Democratic Primary So Far’. En FiveThirtyEight https://fivethirtyeight.com/features/bulletpoint-two- meaningful-things-have-happened-in-the-democratic-primary-so-far/. Se puede observar que Biden encabeza la intención de votos en las encuestas, con un promedio de 31.1% entre varios sondeos, según Nate Silver del blog especializado FiveThirtyEight, seguido por Bernie Sanders 15.7% y acercándose más desde marzo, la senadora por el estado de Massachusetts, Elizabeth Warren, con un 12.1%. Warren, como Sanders, representa el ala más progresista del Partido Demócrata en estas primarias, por lo que podría ser una seria contendiente contra este. El alcalde de la ciudad de South Bend en el estado de Indiana, Pete Buttigieg, defensor de los derechos del colectivo LGBTI y con 37 años, se acerca a las ideas e intereses de la generación millennial. Él como Kamala Harris tienen un promedio de intención de votos muy parecido, según se muestra en el cuadro. Harris, senadora por el estado de California, es una mujer afroamericana de 54 años, que atrae a distintos sectores del electorado demócrata, tanto progresistas como los más inclinados al establishment. Otra figura conocida es el ex miembro de la Cámara de Representantes, Beto O’Rourke quien en las elecciones de medio período de noviembre de 2018 compitió contra el republicano Ted Cruz, por uno de los puestos de senador del estado de Texas. Aunque perdió esa contienda, su campaña le dio popularidad a nivel nacional entre los demócratas. Por último, Cory Booker es un senador por el estado de Nueva Jersey, afrodescendiente y de posiciones moderadas. Según la revista The Atlantic su campaña busca asemejarle al expresidente Barak Obama en temas de política. Además de los candidatos mencionados, el ex Secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, durante el segundo gobierno de Barack Obama, Julián Castro y el excongresista por Maryland, John Delaney, demuestran un 1% de intención de votos al 16 de junio del presente, según la empresa Morning Consult. La lista de 24 candidatos es completada por un grupo de personas en su mayoría políticos, como actuales y ex senadores, miembros de la cámara de representantes, gobernadores estatales y alcaldes. Seis de estas personas son mujeres, también son seis las y los candidatos no caucásicos. La complejidad de estas primarias hace muy difícil vislumbrar buenas estrategias Debido a su liderazgo en las encuestas las miradas se han puesto sobre Joe Biden. A Hillary Clinton se le criticó por representar al establishment y promover políticas que tradicionalmente han beneficiado a este; a saber, globalización y comercio internacional. Como se mencionó al inicio de esta nota, muchos demócratas, como los líderes del CND, creen que el partido debería de desmarcarse un poco de la identificación como partido de élites. Sin embargo, algunos conciben a Biden como una nueva versión de Hillary Clinton y temen una derrota similar ante Trump. Por otra parte, los votantes demócratas están divididos por aspectos demográficos, debido a la diversidad étnica estadounidense, económicos y culturales. En este último punto, las personas jóvenes se identifican con ideas progresistas en temas económicos y morales, como el derecho al aborto, la legalización de la marihuana y los derechos a los colectivos LGBTIQ. Biden ha sido blanco de ataques de sus contrincantes demócratas y al menos en una ocasión ha tenido que rectificar su posición respecto al aborto. Es el caso de lo que se conoce como la Enmienda Hyde que prohíbe el uso de fondos federales para pagar el aborto, excepto en casos de incesto y violación o cuando la vida de la madre está en peligro. A principios de junio se le consultó cuál era su opinión sobre esta enmienda y consideró que era mejor mantenerla. Sin embargo, pocos días después cambió su parecer. Al ser un candidato de centro Biden y, en apariencia, con más potencial su amplio apoyo se nutre de distintos sectores, como demócratas mayores de 50 años y personas negras. Sin embargo, mantener su apoyo requiere compromisos que pueden minar el apoyo entre varios de sus sectores. Hace pocos días Biden citó públicamente una historia que tuvo con un ex senador demócrata por Misisipi, James O. Eastland, quien era abiertamente segregacionista. Esos comentarios se prestaron para el ataque de adversarios como Cody Booker, de ascendencia afroamericana y la crítica de comentaristas, quienes prevén este episodio podría tener consecuencias entre los votantes negros que apoyan a Biden. Pero del lado de candidatos como Bernie Sanders y Elisabeth Warren, algunos consideran que su pensamiento es muy radical para representar a la mayoría de votantes del Partido Demócrata; que, además, sus ideas ampliamente progresistas podrían afectar al partido en una contienda contra Donald Trump. Se podría argumentar que su compromiso con una ética de convicción en principios no negociables a la que también se adhieren muchos de sus simpatizantes, les podría hacer más difícil formar coaliciones de votantes, que les lleve a uno de ellos a la victoria en la Convención Nacional Demócrata de julio de 2020. Sin embargo, posiblemente tengan espacio de formar esas alianzas con demócratas de centro. Por ahora, con tantos candidatos ofreciendo llevar la nominación demócrata a las elecciones presidenciales de 2020, algunos de ellos con propuestas muy similares, hace a los electores potencialmente interesados más difícil tomar una decisión. Los debates han arrancado el 26 de junio y estos están dando información a los electores sobre posibles candidatos. Todavía falta un año hasta la Convención Nacional Demócrata y es probable que en los próximos meses se comiencen a observar algunas alianzas, pero en el corto plazo la campaña electoral posiblemente continúe llena de incertidumbre.