Filología y Lingüística XXXI (extraordinario): 123-130, 2005 ISSN: 0377-628X RESUMEN En este artículo se analiza el trabajo poético realizado por Carlos Luis Sáenz Elizondo (1899-1983) en Mulita Mayor (1952). El enfoque crítico que se efectúa pretende demostrar que la selección del mundo cotidiano cobra una trascendencia fundamental, ya que se constituye en un eje medular para la construcción del sentido poético, gracias al esmerado trabajo con el lenguaje y a la concepción lúdica del texto literario. El artículo contiene una parte introductoria de carácter teórico en la que se subraya el valor del mundo cotidiano como objeto de creación y destaca la importancia lúdica del lenguaje. En el análi- sis se abordan temas específicos como el vínculo entre lo fantástico y lo cotidiano, la tradición cos- tarricense y lo universal, y el juego lúdico poético que genera la semiosis textual. Finalmente, se explora el proyecto planteado por el autor con este texto y se destaca su aporte a la literatura infantil costarricense. Palabras clave: Literatura infantil costarricense, Carlos Luis Sáenz, Mulita Mayor. ABSTRACT In this article, the poetic production of Carlos Luis Sáenz Elizondo (1899-1983) in Mulita Mayor (1952) is analyzed. The critical focus here provided intends to demostrate that everyday’s world choice has a fundamental transcendence since it is a medular axis for the construction of the poetic meaning tied to the careful work with language and the ludicrous conception of the literary text. The article contains and introductory section in which theoretical arguements underlining the daily world’s value as a creation object as well as the ludicrous importance of language are discussed. In the analysis, the author discusses specific topics such as the relatioship between fantastic issues and everyday reality, Costa Rican tradition and cultural universals, and the ludicrous poetry generated by the textual semiosis. Finally, the project proposed by the author with this literary work is explored; likewise, its contributions to children’s literature is highlighted. Key words: Children’s Costa Rican Literature, Carlos Luis Sáenz, Mulita Mayor. POESÍA, COTIDIANIDAD Y LUDISMO EN MULITA MAYOR DE CARLOS LUIS SÁENZ Magdalena Vásquez Vargas ______________ Magdalena Vásquez Vargas. Profesora de la Sección de Comunicación, Sede de Occidente, Universidad de Costa Rica. San Ramón, Alajuela, Costa Rica. Correo electrónico: vagas@gugu.usal.es VÁSQUEZ: Poesía, cotidianidad y ludismo en Mulita Mayor...124 Y yo me iré muy lejos, más allá de esas tierras, más allá de los mares, cerca de las estrellas, para pedirle a Cristo Señor que me devuelva mi alma antigua de niño, madura de leyendas, con el gorro de plumas y el sable de madera. Balada de la placeta. García Lorca. 1. Introducción Carlos Luis Sáenz1 y Adela Ferreto rescataron en sus libros de texto, en la revista Triquitraque y en su literatura en general, el mundo cotidiano de la niñez; lograron transmitir en ellos un fragmento de la historia costarricense habitada por niños, por sus sueños, su ale- gría y también sus esperanzas. Doña Ana (1948), Mi pequeño mundo, Las crónicas de un tiem- po (1978), Mulita Mayor (1949, edición de Repertorio Americano en forma conjunta con Motivos del portal), Memorias de alegría (1951), El abuelo cuentacuentos (1974) son los libros de estos autores en que lo cotidiano se muestra mejor configurado y aparece revestido por la imaginación del personaje niño. En estos textos, el mundo de lo cotidiano está construido por una serie de situaciones y personajes que resultan conocidas al lector, ya que representan momentos particulares de la vida del personaje y contemplan modelos de conducta que se reiteran con frecuencia2 y que no le son ajenos. Este tratamiento de la vida, en forma integral y no fragmentaria, permite conocer las luchas diarias, juegos, sueños, angustias y hasta las contradicciones de los perso- najes. Pero lo más importante es que los elementos empleados por el autor, en el caso de la literatura infantil, busquen mostrar al niño un mundo con el cual se identifique, sin grandes complejidades. Uno de los más destacados escritores españoles de literatura infantil y juvenil, Juan Farias (1935), da su propuesta para entender lo cotidiano desde el realismo, definiéndo- lo en los siguientes términos: Son historias sin armaduras, no hay caballos de batalla y lo más parecido a un dragón es un egoísta que no soporta a los niños. Puede que aparezcan fantasmas, maleficios y algún duende, pero son de estructura tradicional, muy seme- jantes a los que recuerda papá, que ha leído poco, o el abuelo que ha vivido mucho. Son libros habitados por niños y ser niño, nadie lo duda, es la experiencia más intensa, incluso en la memo- ria del Hombre Lobo, Dick Turpin, Athos, Toro Sentado o quien gustéis. La aventura es vivir. Son libros en los que se imita la vida común. Es un ‘realismo’ libre de compromisos demagógicos, comprometido solo con la ética que genera el derecho natural. Estéticamente simple, sin metáforas, llamando al pan pan y al vino vino, permite que el lector, al sentirse identificado, libre de dudas y perplejidades, se deje atrapar por la lectura (Farias 1990: 67-8). De este modo, lo cotidiano, e incluso la fantasía, funcionan como un espacio genera- dor de la semiosis textual, a lo que se debe sumar la dimensión artística y lúdica que surge de la obra literaria (Cervera 1991: 11) y que procura la incorporación de la voz del niño en la construcción del sentido. Filología y Lingüística XXXI (extraordinario): 123-130, 2005 125 2. Cotidianidad y fantasía En Mulita Mayor, el tratamiento de lo cotidiano aparece configurado mediante la uti- lización de un narrador protagonista, quien cuenta su niñez con un lenguaje mágico, el del ani- mismo infantil. La interpretación de su mundo muchas veces involucra a un sujeto colectivo. La caracterización de ese “pequeño mundo” constituido por los amigos, la familia y el pue- blo, permite abrir el telón de un escenario de juegos, humor, solidaridad y de extrañamiento ante lo que los rodea y que desde la perspectiva del niño no siempre se comprende. Carlos Luis Sáenz, como conocedor del folclore infantil y de la tradición de la litera- tura española, selecciona para la escritura de Mulita Mayor una serie de juegos en los que la palabra es solo un código más, pues los gestos y movimientos la complementan, debido a que ella se caracteriza por su clara vocación performativa. El libro no solo cumple la función de guardar la memoria colectiva, ya que es rescate y al mismo tiempo invención. Cuando Carlos Luis, el poeta, describe la tradición oral, busca la prosa para contar; sin embargo, el ritmo de las canciones tradicionales lo contagia y crea poesía. En Mulita Mayor, se tejen pequeños fragmentos que describen la vida costarricense, como lo expone Adela Ferreto: Y Mulita Mayor es un canto a la vieja Heredia, con sus calles empedradas, con sus techos de teja, sus jar- dines de jazmines y de rosas enredaderas asomadas a las tapias; con su campanario del Carmen y su placi- ta; su farol tuerto y sus blancas viejecitas rezadoras. Mulita Mayor es un canto de amor a la infancia y a la ciudad natal3. Las costumbres de la vida familiar aparecen descritas en el libro, incrustadas como pequeñas fotografías: A las cinco nos esperaba la mesa con su mantel a cuadros, con la fila de platos y cucharas relucientes y con la venerable olla de verduras humeantes, orondamente puesta al centro (p. 16). Pulidas, frescas tinajas escazuceñas en la cocina de la casa, sentadas en fila sobre el moledero de cedro; henchidas en los albores, todo el día conservaban tan fresquita el agua. ¡Qué gozo al volver de los paseos por el campo asoleado, correr las tinajas, quitarles el “guacalito” que les servía de tapadera, y embrocarlas sobre el vaso para hacer el refresco de dulce de caña con cases recogidos en los potreros! (p. 50). En Mulita Mayor, se muestra la sociedad costarricense constituida por una pluralidad cultural, donde lo indígena se describe como parte sustancial de lo cotidiano; la chicha convi- ve con el portal en un relato que con un fin humorístico se llama “Gloria in Excelsis Deo”. La abuela cuenta cómo iban a los rezos de El Niño cuando eran jóvenes y que con la pretensión de saborear el delicioso vaso con chicha, cuando esta no se repartía a tiempo, alguno de todos expresaba en voz alta la frase pícara “¡Gloria in excelsis Deo! (...) -¿Dónde está la chicha que no la veo?” (39). Una posición también abierta y solidaria se encuentra en el texto “May fren”, en el que el narrador juega con un tono irónico y humorístico para destacar la solidaridad y la amis- tad entre el protagonista y el personaje conocido como míster Braun: ¡Qué bueno, pero qué bueno may fren! Me envidiaban los otros: a ellos no les prestabas la cuerda del encumbrado barrilete de manta lavada. Ese era un honor reservado sólo para mí. Por supuesto, pues yo era amigo de may fren. Yo le decía gud bai; yo lo esperaba en la puerta, para hablarle en negro. ¿Pero de veras era negro may fren? (53). VÁSQUEZ: Poesía, cotidianidad y ludismo en Mulita Mayor...126 Mediante la concentración expresiva, el autor recupera los pasatiempos de los niños; las cinco de la tarde era la hora que cerraba la magia, el juego, y hacía volver a los niños a su entorno familiar. En Mulita Mayor, aparecen los juegos tradicionales rescatados por algunos de los estudiosos de nuestra tradición, como don Luis Ferrero, y muchos de ellos aún persis- ten en el mundo infantil de la Costa Rica actual: A las cinco había que recoger del suelo el trompo danzante, había que arrollar el manila sucio y meterlo en el bolsillo; otras veces era necesario abatir sobre la plazuela el encumbrado papalote, payaso de los vientos, y apurarse con el mazo de hilo; otras, recoger apresuradamente del alucinante círculo del juego las bolitas de vidrio multicolores y convenir con los otros una posible partida para la siguiente tarde. Y todo, porque el reloj del Carmen había dado las cinco, las cinco de la tarde (16). Y entre los juegos destaca el del caballito de madera que da nombre al libro y que se transforma en la Mulita. El lector se enfrenta desde su inicio a una Mulita Mayor que baja del cielo, en el que existe un prado y que permite a los niños galopar por el pueblo, conocerlo y visitar la torre de los encantos, que era la torre de la Iglesia del Carmen. En el libro, lo fan- tástico se mezcla con lo real, se describe el juguete “caballito, cabeza de cuero, ojos de tachue- la, crin de cabuya y cuerpo de palo de café y el látigo de manila de desflecado” (55) y luego la imaginación del niño, narrador protagonista, le otorga los poderes mágicos: Y allá voy, corriendo en el viento, a hacer todos los mandados de la casa. Y allá voy, allá voy, volando sobre las yerbas del potrero, cerro arriba, a perderme en el cielo de nubes. Corriendo, siempre corriendo, sin sentir los pies descalzos, sin ver nada, sin oír a nadie, en el viento (55). Es desde la añoranza de un tiempo ido que Carlos Luis Sáenz construye el libro. Mantener en la memoria juegos y costumbres que pertenecieron al mundo cotidiano de una infancia que él recuerda y desea transmitir se constituye en el proyecto de Carlos Sáenz, quien es investigador de las variantes de los juegos tradicionales de origen español y educador; pero lo más importante es que aborda el tema como poeta y, tal vez, también como niño. 3. El lenguaje como juego poético Cuando el niño juega sus juegos es como si un colectivo recuperara edades ya idas. Y las raíces se nos afianzan y reverdecen en unos momentos mágicos, que se despiertan en el ritmo de la comba, la cadencia de los cantos (Medina. Pinto Maraña) En Mulita Mayor, el lenguaje poético4 no solo pertenece a un narrador que construye pequeños relatos, que describe e introduce juegos; la poesía es rescatada de la oralidad con el juego, en la palabra - música, que libre reconstruye el pacto mágico animista. La palabra en Mulita Mayor pierde su valor convencional, es actividad creadora. Lo lúdico está presente en la construcción de cada relato que emplea la fantasía y en el rescate del lenguaje verbal - corporal del poema que se convierte de poema lúdico en juego dramático. Textos como “Ambo, ambo, matarile-rile-rón”, “La pájara pinta”, “El hijo del conde” y “Doña Ana”, entre otros, son ejemplo de repetición y recreación. Filología y Lingüística XXXI (extraordinario): 123-130, 2005 127 Pedro Cerrillo (2000: 18), especialista en tradición oral, apunta que en los juegos tra- dicionales son comunes las variaciones, las cuales son producto de la capacidad que tienen los niños de incorporar los conocimientos adquiridos de la cultura a la que pertenecen a su reper- torio de juegos; en muchos casos sirviéndose de ritmos y melodías de moda. Uno de los jue- gos más conocidos y rescatado por Carlos Luis Sáenz, “Ambo, ambo, matarile-rile-rón”, sirve para ejemplificar las posibilidades lúdicas de la palabra. La introducción al juego está escrita con un lenguaje poético, la metáfora sencilla permite la pintura de una escena cotidiana y mágica de la que van a surgir, en forma espontánea, ritmo, alegría, palabra y movimiento. En el ancho patio de la casa era la vespertina rueda de los niños, estrella de canciones y de risa. Subían las voces limpias por los aires; subían temblando de gozo, como pompas de jabón. A veces cruzaba un pája- ro, o había una lluvia de azahares de naranjo, o un flamear húmedo de sábanas tendidas, como velas, a secarse en las sondalezas (11). Después de la descripción del escenario se relata el juego y con él las indicacio- nes para realizarlo, que funcionan como un hablante dramático básico que guía el juego, la actuación. ...y así una voz iniciaba el canto: Yo quiero a Luisa Matarile-rile-rón. Y el coro respondía: ¿Qué oficio le pondremos, matarile-rile-rón? No era difícil buscar oficios para la amiga que se quería, y lindamente, venían los que habíamos aprendi- do en cuentos y en los juegos: La pondremos Cenicienta, A que esté junto al fogón. La pondremos Blanca Nieves Con su blanco corazón. La pondremos caperuza, La que el lobo se comió. La pondremos Pinochita Con su grillo delator. La pondremos vendedor De cerillas de fulgor. La pondremos de Doña Ana, En el huerto del Señor. La pondremos Turco, turco, La del juego de “quedo”. La pondremos Pajarita Pinta, Pinta, en una flor. La pondremos San Miguela, Contra el Diablo robador. La pondremos Loca, Loca, Y Ene, tene, Tú y Quedó. Y el coro, exaltado, rehusaba los oficios propuestos y volvía a cantar: Ese oficio no le gusta; Ella quiere otro mejor (11-2). VÁSQUEZ: Poesía, cotidianidad y ludismo en Mulita Mayor...128 4. El rescate del juego El juego “Ambo, ambo, matarilerilerón” permite a quien participa ejercitar su compe- tencia literaria5; los nombres de los personajes de los clásicos de la literatura infantil y juve- nil son usados en el juego, en el que se descarta y se escoge, se ejercita la memoria y se actúa. El niño se esfuerza por construir con sus palabras la frase que permita romper el hechizo y haga decidir a los del bando contrario que el oficio que le han buscado a la niña les agrada. La larga lista incluye nombres de personajes de cuentos y nombres de juegos hasta que el inter- locutor rinde su ingenio ante la actitud de los participantes del otro grupo. “La pondremos Loca, Loca y Ene, tene, Tú y Quedó” (12). El juego termina con la invención de nombres y oficios agradables, los niños inven- tan las frases y al final se establece el pacto y se termina el juego. La pondremos campanita Del arco iris temblador. La pondremos gota de agua, Corazón de puro sol. La pondremos Nochebuena, Madre del Niñito Dios. (...) Entonces decidía rotundo y delirante el coro: Ese oficio sí le gusta, Matarile-rile-rón Celebremos todos juntos, Matarile-rile-rón (13) Esta es una tradición que muestra en el juego las huellas de una sociedad machista, diluidas entre la magia y la alegría: la niña no decide por ella su nombre y oficio; es el colec- tivo el que impone su voz y la de una sociedad, también marcada por la religión católica Y es que los juegos tradicionales pertenecen a un folclore que no se limita a espacios reducidos y que contiene comportamientos humanos que se han repetido en muchas culturas y que fun- cionan como esquemas universales. A pesar de ello, sostiene Abelardo Bonilla (1984: 215) que en Mulita Mayor el juego infantil “se estiliza llenándose de policromías y, sin embargo, con- servando el sabor regional”. 5. Conclusión La concepción lúdica del lenguaje y el frecuente juego con éste no implica que Carlos Luis Sáenz abandone la función crítica de su literatura, ni que caiga en esquematismos que fal- sean una visión más amplia y problematizadora de la realidad. Ante la función transitiva y didáctica que muchos críticos han atribuido a la literatura infantil, Sáenz se desplaza hacia otros polos y deja al lector una interrogante más que una respuesta. Lo incorpora a la ficción textual y lo hace partícipe del juego, un juego que le permite recrear el folclore español y cos- tarricense, a partir del humor y de juegos musicales que le confieren una naturalidad y un tono poético a cada uno de los textos que conforman Mulita Mayor. Filología y Lingüística XXXI (extraordinario): 123-130, 2005 129 Con Mulita Mayor, Carlos Luis Sáenz ha legado a la literatura costarricense una prosa poética de una gran calidad, en donde mediante el juego, la imaginación, la ternura y diferen- tes códigos estéticos se enfoca con sentido crítico y creativo la realidad social, económica y cultural costarricense. Dedicar un espacio a la reflexión sobre este libro nos permite recono- cer la importancia de estudiar el folclore poético, sin necesidad de reducirlo o territorializar- lo, porque sería convertirlo en un objeto identitario; pero sí con el fin de rescatarlo. Carlos Luis Sáenz lo ha logrado mediante el artificio literario; corresponde a la educación costarri- cense hacerlo mediante la vía oral, la que por naturaleza le es propia. Notas 1. Para un conocimiento amplio de la biografía de Carlos Luis Sáenz, consúltese: Zúñiga Díaz, Franciso. 1991. Carlos Luis Sáenz. El escritor, el educador y el revolucionario. San José: Ediciones Zúñiga y Cabal. 2. El mundo cotidiano está muy ligado a la subjetividad; de ahí la importancia de enfocarlo desde el indi- viduo. Véase: Johnston, Rosemary. 1998. “Thismess and everydayness in children’s literature”. En Papers. 8 (1): p. 26. 3. Véase: Sáenz, Carlos Luis. 1999. Mulita Mayor. San José: Editorial Costa Rica: p. 5. Las demás citas de esta obra solo se harán indicando el número de página entre paréntesis. Los demás datos corresponden a esta edición. 4. Luis Sánchez Corral ha estudiado ampliamente la función poética del lenguaje en el marco de la litera- tura infantil. Véase: Sánchez Corral, Luis. 1995. La literatura infantil y el lenguaje literario. Barcelona: Paidós Ibérica. 5. La literatura infantil debe partir de una concepción amplia del niño, el cual debe poseer una significati- va competencia literaria y cultural, para que pueda establecer un diálogo activo con la realidad textual. Bibliografía Bonilla, Abelardo. 1984. Historia de la literatura costarricense. San José: Editorial Studium. Cerrillo, Pedro. 2000. “Literatura popular de tradición infantil: la palabra viva”. En Cerrillo, Pedro y otros. 2000. Cerrillo, Pedro y otros. 2000. Presente y futuro de la literatura infantil. Castilla - La Mancha. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1993. Cervera, Juan. 1991. Teoría de la literatura infantil. Bilbao: Mensajero. Farias Noriega, Juan. 1990. “Realismo de la vida cotidiana”. En: Aa. Vv. Corrientes actuales de la narrativa infantil y juvenil española en lengua castellana. Madrid: Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, 1990: 67-71. VÁSQUEZ: Poesía, cotidianidad y ludismo en Mulita Mayor...130 Johnston, Rosemary. 1998. “Thismess and everydayness in children’s literature”. Papers. 8 (1). Sáenz Carlos Luis. 1999. Mulita Mayor. San José: Editorial Costa Rica. Sánchez Corral, Luis. 1995. La literatura infantil y el lenguaje literario. Barcelona: Paidós, Ibérica. Zúñiga Díaz, Francisco. 1991. Carlos Luis Sáenz: El escritor, el educador y el revoluciona- rio. San José: Editorial Zúñiga y Cabal.