ECOEPISTEME Celina A. Lértora Mendoza (Coordinadora) SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN Sustentabilidad y conservación : proyecto ecoepisteme / Celina A. Lértora Mendoza ... [et.al.] ; coordinado por Celina A. Lértora Mendoza. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : FEPAI, 2015. E-Book. ISBN 978-950-9262-77-5 1. Ciencias Ambientales. I. Celina A. Lértora Mendoza II. Celina A. Lértora Mendoza, coord. CDD 577 Fecha de catalogación: 09/12/2014 © Queda hecho el depósito que marca la ley 11.923 F.E.P.A.I. Fundación para el Estudio del Pensamiento Argentino e Iberoamericano Marcelo T. de Alvear 1640, 1º E – Buenos Aires E. mail: fundacionfepai@yahoo.com.ar ISBN 978-950-9262-77-5 ECOEPISTEME Celina A. Lértora Mendoza (Coordinadora) SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN Ediciones F.E.P.A.I. Buenos Aires SUSTENTABILIDAD Estudios de diagnóstico Propuestas alternativas La transformación de las sabanas de Buenos Aires de Puntarenas, Costa Rica (1870-2010) Ronald Eduardo Díaz Bolaños “La formación vegetal más típica de la vertiente pacífica en toda Centro América son las sabanas, que en Costa Rica alcanzan muy apreciable desarrollo en los valles del Tempisque y del Térraba […] Nuestras sabanas se presentan como espacios intermedios entre los bosques deciduos; se componen de un piso de vegetación herbácea, formada de gramíneas y ciperáceas, que alberga grupos aislados de árboles o palmeras”. Jorge León, 19521 Introducción La presente investigación tiene como objetivo general describir las transformaciones experimentadas por las sabanas de Buenos Aires, provincia de Puntarenas, Costa Rica, entre el último tercio del siglo XIX y la primera década del siglo XXI, como un ecosistema que se ha visto sometido a las presiones generadas por los procesos económicos y sociales desarrollados desde el período colonial hasta el presente, en una zona caracterizada por la relevancia de la producción ganadera, los cambios en la productividad agrícola, la presencia de varios pueblos originarios y los flujos migratorios de trabajadores rurales procedentes tanto del Valle Central de Costa Rica como del oeste de Panamá. A lo largo del trabajo, se analizan los factores que han incidido en las transformaciones del ecosistema de las sabanas, principalmente los de carácter antrópico, debido a que el espacio donde se encuentra fue habitado en tiempos antiguos por grupos humanos de origen chibcha, quienes establecieron 1 Jorge León, Nueva Geografía de Costa Rica, San José, Costa Rica, Librería La Española, 1952, p. 20. PROYECTO ECOEPISTEME 110 asentamientos los cuales desaparecieron durante los inicios de la colonización hispánica, época en que comenzó un incipiente desarrollo ganadero asociado al comercio mulero que contribuyó a dinamizar la economía de la provincia de Costa Rica. No obstante, los mayores cambios se experimentaron a partir del último tercio del siglo XIX, con la apertura de caminos y la fundación de pueblos que favorecieron la colonización agrícola, la expansión ganadera y el desarrollo de nuevas actividades productivas, proceso que se acentuó a través del siglo XX debido a las políticas desarrollistas y neoliberales impulsadas por el Estado costarricense que han convertido a las sabanas en un espacio económico transformado por la agroindustria, principalmente piñera y que podría experimentar nuevos cambios con la construcción del Proyecto Hidroeléctrico El Diquís en la cuenca del río Grande de Térraba en el presente siglo. El artículo constituye una revisión bibliográfica de lo que se ha investigado en relación con las sabanas que se ubican en el cantón de Buenos Aires, el número tercero de la provincia de Puntarenas y se encuentra ubicado en la Zona Sur de Costa Rica, con una extensión de 2382,61 km2 e integrado por los siguientes distritos: Buenos Aires, Volcán, Potrero Grande, Boruca, Pilas, Colinas, Chánguena, Biolley y Brunka2. Además, se encuentran siete territorios indígenas distribuidos de la siguiente manera: dos correspondientes a la etnia boruca (Boruca y Curré), dos a los bribris (Cabagra y Salitre), uno a los cabécares (Ujarraz), uno a los ngäbe-buglé o guaymíes (Coto Brus) y uno a los teribes (Térraba), por lo que constituye el cantón de Costa Rica que alberga más pueblos originarios dentro de su territorio (véase mapa 1). 2 Eduardo Chinchilla Valenciano, Atlas cantonal de Costa Rica, San José, Costa Rica, IFAM, 1987, p. 317. Gobierno de Costa Rica. Programa de Desarrollo Rural, Buenos Aires. Plan cantonal de inversión en desarrollo rural 1996. San José, Costa Rica, IICA, 1997, p. 32. Instituto Geográfico Nacional, División territorial administrativa de la República de Costa Rica. San José, Costa Rica, MOPT, 2009, pp. 79-81. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 111 Mapa 1 Este cantón puntarenense fue fundado originalmente con el nombre de Osa en 1914, su cabecera fue la villa de Buenos Aires, nombre que llevó hasta 1940 cuando se creó el quinto cantón de esa provincia que adoptó el nombre de Osa, mientras que PROYECTO ECOEPISTEME 112 el tercero pasó a denominarse Buenos Aires. 3 Geográficamente, este cantón se encuentra delimitado al norte por la Cordillera de Talamanca y al sur por la Fila Brunqueña o Costeña, está avenado por los ríos que constituyen la cuenca del río Grande de Térraba y en cuyo territorio se da la confluencia de los ríos General y Coto Brus, cerca del sitio conocido como Paso Real. La elevación de su territorio oscila entre 100 y más de 3000 m.s.n.m., además que entre ambos sistemas montañosos se localizan colinas y pequeñas llanuras en las cuales se localizan sus sabanas que se encuentran separadas por bosques. 4 Características generales de las sabanas del cantón de Buenos Aires de Puntarenas De acuerdo con Víctor Hugo Méndez y Julián Monge5, una sabana es un ecosistema que se caracteriza por: “un tipo de vegetación abierta, presente en regiones calientes, húmedas, semihúmedas o secas. Las sabanas son ecosistemas más o menos continuos, dominados por una vegetación resistente al fuego y a la acción de los herbívoros, donde predominan las gramíneas (zacates), con pocos arbustos […] En las sabanas los pastos resistentes al fuego se mantienen y extienden su cobertura conforme las quemas y otras actividades humanas alteran las orillas de los bosques”. Según Gerardo Budowski6, la presencia de sabanas provoca cambios notables en los microclimas de las zonas donde se desarrollan, así como la erosión y compactación del suelo y fuertes alteraciones en el movimiento del agua de su perfil. 3 Instituto Geográfico Nacional, División territorial administrativa, p. 79. 4 Luz Alba Chacón de Umaña, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas. Apuntes para su historia, San José, Costa Rica, Imprenta Nacional, 1986, pp. 20-21. 5 Víctor Hugo Méndez-Estrada y Julián Monge-Nájera, Costa Rica. Historia natural, 4ª reimpr. San José, Costa Rica, EUNED, 2010, p. 178. 6 Cit. por Alfredo Alvarado Hernández, Estudio edafológico y agrológico de las sabanas de Buenos Aires de Puntarenas. Tesis de Licenciatura en Ingeniería Agronómica, Universidad de Costa Rica, 1970, p. 18. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 113 Las sabanas de Buenos Aires se ubican en el sureste de Costa Rica, entre las poblaciones de Volcán y Boruca y la Cordillera de Talamanca, que comprende las sabanas de Achiote, Bekis (Ceibo), Bruran, Buenos Aires, Bujera, Buril, Calienta Tigre, Camancragua, Caracucha, Cola de Pato, Comején, Concepción, Cuasán, Cuij Cuij, Dibujada, Ditsiri Suk, El Barranco, El Tigre, Esperanza, Helechales, Jakyaka, La Tinta, Macho Montes, Mamey, Mano de Tigre, Murur Bisuk, Oka, Palacios, Palmital, Salitre, San Antonio, San Joaquín, Santa María, Sebror, Sipar, Tablas, Térraba, Ujarraz y Vueltas (Véase mapa 2)7. Mapa 2 7 Gilbert Vargas Ulate, La vegetación de Costa Rica: su riqueza, diversidad y protección. San José, Costa Rica, Editorial Guayacán, 1994, p. 31. Este autor consigna erróneamente a las sabanas de Palacios, Tablas y Vueltas como pertenecientes al vecino cantón de Coto Brus. Cf. Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 21. PROYECTO ECOEPISTEME 114 Méndez y Monge8 consideran que este conjunto de formaciones vegetales herbáceas, que en ocasiones se ven acompañadas por la presencia de árboles o arbustos debido a su déficit hídrico, pertenecen a la categoría de sabanas húmedas, porque se ubican en zonas caracterizadas por una marcada estación seca corta, que se prolonga como máximo durante tres meses. 8 Méndez y Monge, Costa Rica. Historia natural, p. 179. Cf. Vargas, La vegetación de Costa Rica, p. 30. Gilbert Vargas Ulate, Geografía de Costa Rica, San José, Costa Rica, EUNED, 2012, p. 164. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 115 Precisamente, el territorio en que se encuentran es relativamente llano con condiciones de gran humedad con un promedio de 2500 a 3000 mm de lluvia anuales9. Al existir una estación seca que se diferencia de la lluviosa, su clima fue descrito hace más de medio siglo por el botánico Jorge León (1916-2013)10 de la siguiente manera: “En toda la zona de las sabanas domina el clima caliente: las temperaturas fluctúan diariamente entre los 19° y 35°, y son muy poco afectadas por la variación de altitud. La lluvia se presenta en una estación marcada siguiendo el tipo pacífico; las mañanas en general son nubladas, con una niebla densa que desaparece a las pocas horas y hasta después de medio día no se descargan los violentos aguaceros, unidos por lo común a tempestades eléctricas. Las noches, en cambio, son claras, y la intensa evaporación nocturna recubre todos los objetos de fuerte humedad. La época de vientos en Buenos Aires coincide con los meses más secos: las corrientes bajan de la gran cordillera [de Talamanca] atronando en los barrancos de las quebradas para soplar con violencia en cuanto alcanzan la llanura”. Los suelos del cantón de Buenos Aires se caracterizan por su acidez y por la escasez de sus nutrientes minerales, por lo que son aptos para el desarrollo de las actividades de silvicultura, pastoreo y de una agricultura de subsistencia, además de ser bien drenados, profundos, arcillosos y friables. Por eso, junto a la acción humana, han permitido el desarrollo de extensas sabanas pobladas por gramíneas y en menor medida, por ciperáceas y leguminosas. 11 Vargas12 ha identificado las siguiente gramíneas como dominantes dentro del conjunto de su vegetación: Andropogon selloanus, Asistida capillacea, Arudinella confinis, Axopanus aureus y Digitaria argillacea; mientras que los arbustos más comunes son el nance (Byrsonima crassifolia), el raspaguacal (Curatella americana) y el guácimo (Guazuma ulmifolia). Méndez y Monge13 también ubicaron estas otras 9 Vargas, La vegetación de Costa Rica, p. 31. 10 León, Nueva Geografía de Costa Rica, p. 155. 11 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 23 y 26. 12 Vargas, La vegetación de Costa Rica, p. 31. 13 Méndez y Monge, Costa Rica. Historia natural, p. 179. PROYECTO ECOEPISTEME 116 gramíneas presentes en estas sabanas: Gymnopogon fastigiatus, Thrasya robusta y Trachypogon plumosus. En cuanto a las ciperáceas destacan las siguientes especies, algunas de las cuales son endémicas de las sabanas del cantón: Eleocharis durandii, Eleocharis plicarhachis, Eleocharis sulcata, Rynchospora armerioides Presl, Rynchospora clerkei Rose, Rynchospora cyperoides, Rynchospora glauca Vahl, Paspalum lineare Trinius, Paspalum multicaule Poiret, Paspalum pictum Ekman, Paspalum stellatum, Cyperus chorisanthus, Rynchospora hirsuta, Rynchospora longispicta, Scleria macrophylla Presl, Scleria microcarpa, Scleria micrococa y Stenophyllus junciformis14. El origen de las sabanas de Buenos Aires De acuerdo con Gilbert Vargas15, en “el caso de Costa Rica el origen de la sabana es antrópico, pero unido a la acción del hombre actúan factores edafológicos, climatológicos y topográficos que determinan su existencia y extensión”. Vargas16 considera que esta acción humana en el paisaje se debió originalmente a la acción de los pueblos indígenas en el período prehispánico en aquellas zonas donde existe una marcada estación seca, con suelos ácidos, arenosos y escasamente desarrollados, así como relieves de tipo meseta, situación que se prolongó en el período colonial mediante la aplicación de fuegos anuales y el uso de esas tierras para la actividad ganadera, posición que es también compartida por estudiosos de la ecología costarricense como Leslie Holdridge (1907-1999) y Joseph Tosi (1921-2006) 17 y la autora Carolyn Hall18 al resaltar el origen antrópico de las sabanas, pero opuesta a la tesis de Méndez y Monge19 quienes sostienen la presencia de sabanas naturales en la zona de Buenos Aires. 14 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 26. 15 Vargas, La vegetación de Costa Rica, p. 31. 16 Gilbert Vargas Ulate, Geografía turística de Costa Rica. San José, Costa Rica, EUNED, 2012, p. 183. 17 Alvarado, Estudio edafológico y agrológico, p. 18. 18 Carolyn Hall, Costa Rica: una interpretación geográfica con perspectiva histórica, San José, Costa Rica, Editorial Costa Rica, 1983, p. 43. 19 Méndez y Monge, Costa Rica. Historia natural, p. 178. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 117 La historiadora Luz Alba Chacón20 considera que las sabanas de Buenos Aires se originaron cuando las poblaciones indígenas de la cuenca del Río Grande de Térraba empezaron a desarrollar una agricultura intensiva para abastecer a una población numerosa hacia el 2000 a.C. Debido a que los terrenos agrícolas no fueron abandonados con prontitud, las gramíneas los colonizaron y fueron formando las sabanas, aspecto que se favoreció con las quemas periódicas y la incorporación de poblaciones de arbustos a través de los siglos. Esta opinión coincide con la del arqueólogo Wolfgang Haberland21, quien al analizar la gran cantidad de tumbas precoloniales presentes en Buenos Aires, llegó a la conclusión que “tal vez la sabana alrededor de Buenos Aires no representa la vegetación original” por lo que los bosques tropicales húmedos ocuparon en una época anterior el espacio que hoy día ocupan las sabanas, aunque Méndez y Monge22 han identificado también bosques perennifolios estacionales a los que denominan acuáticos sabaneros donde crecen especies como el ceibo (Ceiba pentandra), el laurel (Cordia allodara), el cenízaro (Samanea saman), el gallinazo (Jacaranda copaia) y el guarumo (Cecropia peltata) que son típicos de esta zona. Hacia mediados del siglo XVI, las sabanas estaban habitadas por comunidades indígenas de la etnia boruca distribuidas en ochenta pueblos, que en ocasiones eran pequeños asentamientos conformados por grandes ranchos redondos, de elevados techos pajizos y sostenidos por vigas de dos brazas de grosor, los cuales podían albergar hasta cuatrocientas personas, cuyo menaje estaba constituido por hamacas, asientos, fogones, utensilios de cocina y armeras. Estos pobladores de las sabanas se dedicaban a la siembra del maíz y los frijoles, además del cultivo de algodón del que fabricaban textiles y se dedicaban a la pesca y a la cacería de mamíferos como dantas, cerdos de monte y venados23. La ciudad de Buenos Aires se encuentra actualmente ubicada donde una vez se situó el asentamiento indígena de Cía, en una zona de sabanas, constituido por unos ochenta y cinco ranchos, rodeados de empalizadas y hoyos que les permitía 20 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 26. 21 Cit. pos Carlos Luis Granados Chaverri y José Joaquín Matarrita Mena, Modo de producción y uso del suelo: El caso de Buenos Aires, Puntarenas, Tesis de Licenciatura en Geografía, Universidad de Costa Rica, 1981, pp. 62 y 68. 22 Méndez y Monge, Costa Rica. Historia natural, p. 179. 23 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 31-32. PROYECTO ECOEPISTEME 118 defenderse del ataque de pueblos rivales, cuyas viviendas estaban organizadas en hileras separadas por plazuelas y callejones. Debido a su extensión y población, fue un importante centro político cuyos caciques controlaron otros asentamientos y contó con más de 1600 hombres de guerra. En las proximidades de Cía se ubicaba el pueblo de Uriabá, instalado en otra sabana y que hoy día corresponde a Ujarraz, que fue poblado por indígenas cabécares al finalizar el siglo XIX24. El pueblo de Cía se comunicaba por medio de una vereda con los asentamientos actuales de Boruca y Térraba, que recibió el nombre de Camino del Callejón por lo estrecho y profundo que es en algunos tramos, y que recorría paralelo al río Grande de Térraba. Fue en el año 1563 que el conquistador español Juan Vázquez de Coronado (1523-1565) determinó a partir de Cía la ruta que iba a utilizar para cruzar la Cordillera de Talamanca y dirigirse a la costa caribeña como parte de su viaje de reconocimiento por el sur y el oriente del territorio de la antigua provincia española de Nueva Cartago y Costa Rica25. En ese mismo año, el Capitán Antonio Pereira sometió a Cía y junto a ella fundó un efímero asentamiento con el nombre de Nueva Cartago, que fue abandonado por la escasez de provisiones y tras ser desalojado por los españoles, la mayoría de los habitantes de Cía abandonan la localidad, se internan en las montañas de Talamanca y solo algunos se sometieron a la autoridad española, mientras tanto, las tierras desocupadas favorecieron el desarrollo de las sabanas en la zona26. Las autoridades españolas establecieron varios pueblos de indios en el territorio meridional de la actual Costa Rica, entre los que destacan los de Boruca y Térraba como los más permanentes. Boruca, fundado en 1608, ha sido habitado por indígenas de la etnia homónima, estuvo situado originalmente cerca de la sabana de Mano de Tigre y a mediados del siglo XVII se trasladó a su sitio actual, al cual fueron reubicados también los indígenas cotos y quepos supervivientes que luego se fusionaron con los borucas y dada su proximidad con el Camino Real o de Mulas, fue constantemente visitado por las recuas del comercio mulero que trasladaban mercancías por vía terrestre desde el Valle Central costarricense hacia Panamá y 24 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 32-33. 25 Carlos Molina Montes de Oca, Y las mulas no durmieron… Los arrieros en Costa Rica. Siglos XVI al XIX, San José, Costa Rica, EUNED, 2005, pp. 428-433. 26 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 34-35 y 38. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 119 Portobelo. Térraba, fundada en 1700 por misioneros franciscanos quienes habían trasladado a la zona a varios indígenas teribes originarios de la actual provincia panameña de Bocas del Toro que estaban siendo constantemente acosados por las incursiones de los misquitos, también floreció gracias a la dinámica económica generada por el comercio mulero27. La presencia del sistema de reducciones favoreció el surgimiento de zonas de pastoreo en el territorio habitado por los teribes y los borucas, lo que determinó la vocación ganadera de las sabanas, mediante una actividad practicada en forma extensiva en sus amplios potreros a donde pastaba el ganado de los frailes franciscanos que tenían a cargo la instrucción cristiana de dichos pueblos indígenas28. Estas sabanas albergaron una floreciente actividad ganadera a lo largo de los siglos XVIII y XIX, que luego fue asumida por los indígenas tras la salida de los misioneros franciscanos, por lo que los terrenos donde pastaba el ganado se les denominó Hato Viejo. 29 En los potreros de los alrededores del pueblo de Boruca, pastaban las mulas que realizaban el comercio entre la provincia de Costa Rica y Panamá, las cuales eran encargadas por el alcalde indígena del pueblo hasta Pacaca (actual Ciudad Colón) siguiendo las instrucciones de los frailes franciscanos de la Provincia de San Jorge de Nicaragua, no obstante, esta actividad comienza a decaer con la supresión de las ferias de Portobelo en 173930. Las sabanas de Buenos Aires en los viajes de exploración y los primeros intentos de colonización en el siglo XIX A raíz del proceso de independencia de la provincia de Costa Rica, tanto Boruca como Térraba no experimentaron cambios sustanciales y el ganado, ahora en manos 27 Granados y Matarrita, Modo de producción y uso, pp. 79-81. Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 35-37. Juan Carlos Solórzano, La sociedad colonial 1575-1821, San José, Costa Rica, EUCR, 2008, pp. 49-52. 28 Brunilda Hilje Quirós, La colonización agrícola de Costa Rica (1840-1940), San José, Costa Rica, EUNED, 1992, p. 68. Granados y Matarrita, Modo de producción y uso, pp. 92- 93. Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 37-38. 29 León, Nueva Geografía de Costa Rica, p. 159. Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 36 y 38. 30 Molina, Y las mulas no durmieron, p. 432. PROYECTO ECOEPISTEME 120 de los indígenas, tras la salida de los misioneros franciscanos de sus pueblos, continuaba pastando en las amplias sabanas. El cartógrafo José María Figueroa (1820-1900) fue uno de los primeros en describir el paisaje de las sabanas del sur de Costa Rica. Figueroa se había interesado en abrir caminos hacia la zona meridional del país entre 1867 y 1882 pero sin lograr su cometido, no obstante, plasmó en su Álbum la acción humana en la transformación de la naturaleza en el actual cantón de Buenos Aires31. De acuerdo con Gilbert Vargas, el cartógrafo decimonónico plasmó en sus dibujos “una topografía muy clara y apegada a la realidad, en los cuales se observa muy bien la altitud de los cerros, el ancho y la profundidad de los valles”32. De esta forma, Figueroa logró representar por medio de coloridos y detallados dibujos el relieve en que se ubican las poblaciones de Buenos Aires y Ujarrás con sus respectivas sabanas, los ríos que las recorren y las montañas de la Cordillera de Talamanca; se representa a las sabanas como terrenos planos desprovistos de vegetación arbórea pero cubiertos por hierbas, describe los pastizales que las componen y la constante acción del fuego por parte de sus incipientes pobladores para la preparación de tierras agrícolas33. Precisamente, en el último tercio del siglo XIX comienza a colonizarse el Valle del Río Grande de Térraba, a partir de la construcción de nuevos caminos que comunican la zona con el Valle Central, arriban colonos procedentes de San José a través de los cantones de Desamparados y Tarrazú, que van a asentarse en Dota, que se convierte en la puerta de ingreso a esta depresión intermontana del sur de Costa Rica. Pedro Calderón, quien había reconocido las cabeceras del río General entre 1850 y 1855, abrió la picada o vereda que lleva su nombre a través del Cerro de la Muerte o Buena Vista (3491 m.s.n.m.), hacia el Valle de El General, que permitió la 31 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 46-47. 32 Gilbert Vargas Ulate, “La cartografía y el paisaje geográfico en el Álbum de Figueroa”, en El Álbum de Figueroa: Un viaje por las páginas del tiempo, San José, Costa Rica, Archivo Nacional, EUNED, EUCR, EUNA y Editorial Tecnológica, 2011, pp. 40-41. 33 Vargas, “La cartografía y el paisaje”, pp. 41-44. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 121 comunicación entre el Valle Central y las sabanas de Buenos Aires, así como los pueblos de Boruca y Térraba. Calderón funda el asentamiento de Hato Viejo en el sitio que anteriormente había ocupado Cía hacia 1870, cuando una vez finalizadas las labores de construcción de la vía, decide asentarse junto con su familia en la zona, fruto de la concesión de 9000 hectáreas que tanto él como Juan López recibieron del Estado por el trazado de la vía34. De acuerdo con Chinchilla35, se le atribuye a Calderón el haber bautizado con el nombre de Buenos Aires a la nueva población, debido a la acción de los vientos alisios o nortes y a los oestes sinópticos caracterizados por “la brisa constante que sopla en la zona, como son las corrientes de aire que vienen del océano Pacífico, y en verano los vientos de norte a sur, que son fuertes”. El paisaje de la zona donde se asentó Buenos Aires estaba constituido por la presencia de tumbas indígenas, varios árboles de guanacaste (Enterolobium cyclocarpum) dispersos por la sabana y algunos cuantos ranchos ocupados por la familia de Calderón, así como algunos teribes y cabécares, según lo constató José María Figueroa en su viaje de exploración de 187136. En 1881, la población de Buenos Aires estaba integrada por doce familias costarricenses procedentes del interior del país, así como algunos indígenas de etnia bribri, quienes ocupaban tierras no denunciadas y gobernadas por la autoridad de Pedro Calderón, quien fue nombrado alcalde de la población que fundó. La legislación vigente en ese tiempo permitió el traslado de familias procedentes de San José y Cartago con el fin de formar hatos de ganado en una zona escasamente habitada, política que se mantuvo al iniciar el siglo XX cuando el Estado comienza a entregar importantes concesiones de tierras para conformar una colonia ganadera en Buenos Aires, a la que se agregaron también ofertas de lotes de 20 hectáreas para la siembra del café, el cacao y el tabaco, si bien por las condiciones de la zona se desarrollaron cultivos para el mercado interno como lo fueron el maíz, el arroz, los 34 Hilje, La colonización agrícola, p. 68. Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 43-45 y 49-52. Chinchilla, Atlas cantonal de Costa Rica, p. 317. Miguel Morales Álvarez y Rodia Romero Sepúlveda, Crisis del Estado Nacional hacia el siglo XXI: La cuestión fronteriza Costa Rica, Nicaragua y Panamá, Heredia, Costa Rica, Programa de Publicaciones e Impresiones de la Universidad Nacional, 2000, p. 236. 35 Chinchilla, Atlas cantonal de Costa Rica, p. 317. 36 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 52. PROYECTO ECOEPISTEME 122 frijoles y la caña de azúcar que se complementaron con una actividad ganadera que contribuyó al abastecimiento de carne para el Valle Central37. La expedición al Valle del Río Grande de Térraba organizada por el Instituto Físico Geográfico Nacional, en 1891, con el fin de estudiar las características físicas y sociales de esa zona periférica del país, permitió tener un conocimiento sobre la flora de las sabanas del interior de un territorio que por sus condiciones de suelo, clima y vegetación -conformada principalmente por gramíneas y arbustos- hacen propicio el desarrollo de la ganadería, principalmente en los alrededores de la villa de Buenos Aires. El naturalista suizo Henri Pittier (1857-1950), director del Instituto, hace una descripción geográfica de estas sabanas: “Pues las sabanas de aquella región forman entre la cordillera madre y la costeña, un vasto archipiélago de claros de más ó menos superficie, que se extiende desde una línea que sigue, poco más ó menos, el curso de los ríos del Achiote, Ceibo y Concepción, hasta los confines del país, y más allá, dentro de la provincia colombiana de Chiriquí. Los principales entre estos claros son las sabanas de Buenos Aires y de las ánimas [sic], y el Potrero Cerrado, entre los ríos Ceibo y Platanar; las de Ulán entre el Bequís y el Cuijec; en las propias faldas de la cordillera, las de Cabagra, las de Concepción, de Térraba y de Mano de Tigre, que coronan el término de la parte occidental de la cordillera costeña, en la región de los Pueblos”38. Además, el personal de la institución describe también la vegetación de la zona y las condiciones que podrían dificultar la actividad ganadera en Buenos Aires: “La vegetación de estas praderas naturales es muy uniforme, y variada apenas por la diferencia de nivel ó el uso más ó menos prolongado que se ha hecho de ellas como pastos. Su parte más conspicua las forman varias Gramíneas y Ciperáceas de los géneros Eragrostis, Paspalum, Digitaria, Cyperus y Rhynchospora. Entremezcladas con ellas crecen algunas Leguminosas, una ó 37 Hilje, La colonización agrícola, pp. 68-69. Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 53. 38 Henri Pittier, “Viaje de Exploración al Río Grande de Térraba”, Anales del Instituto Físico- Geográfico y del Museo Nacional de Costa Rica, III, 1890, p. 80. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 123 dos Compuestas del género Eupatorium (E. subobtusum DC.) y algunas Labiadas […] Hacia el este de la población, se encuentran algunas lagunillas pantanosas, cuyas orillas aparentaban una vegetación más fresca y donde recogimos varias especies interesantes. Hablando de estas lagunetas, dice con razón el señor Tonduz: “Aquellos aguazales constituyen más bien un peligro para el numeroso ganado que pasta en las praderas. Pues sucede cada día que algún animal, impulsado por una sed ardiente, se esfuerza en alcanzar el agua; pero el suelo fangoso ceda bajo su peso y traga poco á poco al desgraciado, que no tarda en desaparecer por completo”39. El asentamiento de Buenos Aires para ese momento tenía entre 170 y 180 habitantes que se dedicaban a la ganadería, algunos de los cuales eran colonos procedentes del Valle Central, otros eran indígenas y el resto procedentes de Chiriquí, que en ese entonces constituía el extremo occidental de Colombia siendo la familia Beita el primer grupo de chiricanos que se asentó en la localidad, quienes empezaron a establecerse en las sabanas aprovechando la abundancia de tierras, la indefinición del límite entre ambos países (problemática que heredaría Panamá al independizarse de Colombia en 1903 y que no se resolvería hasta 1941) y la constante inestabilidad política que culminó en la Guerra de los Mil Días (1899- 1902). Los chiricanos también fueron los principales pobladores de asentamientos como Potrero Grande, Buril, Guadalupe, Las Vueltas, Pilas y Volcán, siendo el primero de ellos ubicado en una “sabana de altos y tupidos pastizales” dedicada originalmente a la cría del ganado de los Guerra, familia chiricana que alimentaba sus semovientes en Costa Rica para luego venderlos en Panamá40. De hecho, en la tradición oral de esta población se enfatiza a la sabana como una de sus principales características físicas: “Por algo lo llamaban Potrero Grande, porque era una sabana. No había tanto árbol, no había nada” y “Es Potrero Grande una gran sabana, donde paso alegre todas las mañanas”41. En la década de 1890 se obtenía un promedio anual que variaba entre 1500 y 1600 cabezas de ganado, procedente del cantón de Buenos Aires, que eran 39 Pittier, “Viaje de Exploración”, pp. 80-81. 40 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 55-56. José Luis Amador, Historia y tradición en Potrero Grande: un pueblo costarricense de origen chiricano-panameño, San José, Costa Rica, EUNED, 2008, pp. 6-40 y 146-147. 41 Amador, Historia y tradición, pp. 153 y 166. PROYECTO ECOEPISTEME 124 destinadas al consumo de carne en el Valle Central, a donde era trasladado a través de la Picada Calderón o por el río Grande de Térraba hacia la costa pacífica42. Henri Pittier43 destacó el papel del Agente de Policía, José Figueroa Rucavado, en la conservación del pasto natural que constituía las sabanas al afirmar: “aquél prohibía con mucho tino las quemas de las sabanas, pero, como no obstante los vecinos las justificaban diciendo que las cenizas servían de abono, Figueroa había permitido quemar después de los 25 de marzo de cada año, para que las lluvias cayeran pronto sobre el terreno y la ceniza se aprovechara efectivamente y no correr el riesgo de que el viento las llevara a otros sitios”. El desarrollo de las quemas, como indican Carlos Granados y José Matarrita44, es una herencia prehispánica que fue adoptado por los campesinos que se establecieron en Buenos Aires, principalmente a partir del siglo XIX pero a diferencia de los pueblos originarios que hicieron uso de ella en un mismo terreno, pero en forma controlada y complementada con otras técnicas agrícolas -entre ellas el abandono de la tierra quemada para la búsqueda de otros terrenos- en el caso de las comunidades rurales la aplicaban en forma reiterada en una porción limitada de suelo, lo que provocaba el agotamiento de sus nutrientes y la pérdida de su capacidad productiva. La propiedad de la tierra constituida por las sabanas era comunal y para 1893, el naturalista suizo Pittier contabilizó unos 279 habitantes en los que podía notarse los restos de un antiguo asentamiento indígena –Cía- y en ese mismo año, se constituyó el distrito escolar de Buenos Aires, que tuvo como límites hacia el norte y el este la sabana homónima y hacia el sur, la antigua sabana de La Soledad45. 42 Hilje, La colonización agrícola, p. 69. Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 56. 43 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 56. 44 Granados y Matarrita, Modo de producción y uso, pp. 230-231. 45 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 56-57. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 125 Las sabanas de Buenos Aires en el siglo XX En el siglo XX, la Municipalidad de Buenos Aires, después que se ha definido el cuadrante de la villa (1904), emite un reglamento para otorgar lotes en beneficio de colonos y residentes que no tuvieran capitales suficientes para desarrollar una hacienda ganadera, en los alrededores del asentamiento pero sin incluir las sabanas dentro de la concesión, por lo que la ocupación de la tierra se hizo, al menos hasta 1940, sin ser formalmente legalizada46. La expansión ganadera a la que se dedicaron varios colonos del interior del país provocó también la deforestación de tierras y su posterior incorporación al ecosistema de sabanas, inclusive en las proximidades de la Cordillera de Talamanca y la tendencia a la apropiación privada de la tierra47. De acuerdo con Jorge León48, el cuadrante de esta población se ubicó en el confín de una sabana de 4000 hectáreas de extensión. Pedro Pérez Zeledón (1854- 1930), colonizador del sur de Costa Rica, describió a Buenos Aires con las siguientes palabras en 1909: “la preciosa aldea de Buenos Aires fundada en la vasta y risueña sabana del Hato Viejo de Térraba” […] “el centro obligado de todas las poblaciones que en aquella apartada y valiosa región están formándose. A partir de Santa María de Dota no hay en todo el sur del país un núcleo de población tan importante como Buenos Aires ni mejor situado…”49. Las sabanas de sus alrededores también fueron testigos mudos del fusilamiento del escritor, periodista y político Rogelio Fernández Güell (1883-1918), uno de los más destacados combatientes de la dictadura del Gral. Federico Tinoco Granados (1917-1919), la cual envió efectivos debido a la presencia de un movimiento insurreccional que podría provocar un levantamiento antitinoquista en la zona50. 46 Hilje, La colonización agrícola, p. 69. Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 60-62. 47 Granados y Matarrita, Modo de producción y uso, pp. 103 y 234-235. 48 León, Nueva Geografía de Costa Rica, p. 156. 49 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 60. 50 Chinchilla, Atlas cantonal de Costa Rica, p. 317. Amador, Historia y tradición, pp. 33-34. PROYECTO ECOEPISTEME 126 León51 describió el asentamiento de Buenos Aires como el de una pequeña localidad escasamente habitada y con importantes carencias en cuanto a infraestructura: “El caserío se compone de casas de madera y zinc, o de ranchos pajizos que están en predominancia; presenta, como las poblaciones del interior [Valle Central], un cuadrante bien trazado, cuyo centro lo ocupa la plaza, donde está el pozo público y los pobres edificios oficiales”. Los demás asentamientos del cantón, constituían “rancherías insignificantes”, ubicados “cerca de las corrientes de agua y se componen de ranchos cuadrados, con techo de palma o zacate, y paredes formadas por tablas rústicas o varillas de chonta. La aireación tiene que ser completa, dado lo cálido del ambiente, y con frecuencia las viviendas tienen un „caedizo‟ delantero que amortigua la fuerza de los vientos” y albergaban parte de los 2200 habitantes que poblaban las sabanas de Buenos Aires52. El cuadro 1 resume las condiciones socioeconómicas de los principales asentamientos del cantón de Buenos Aires al promediar el siglo XX: Cuadro 1 Condiciones socioeconómicas de los asentamientos del cantón de Buenos Aires Asentamientos Características sociales Producción Boruca Población de etnia boruca constituida por 513 habitantes distribuidos en 130 ranchos sin cuadrantes y separados entre sí por espacios de sabanas recorridos por senderos. Agricultura basada en el arroz, cacao, café, granos, naranjos, achiote, ñanjú y algodón. Ganadería basada en la cría de ganado vacuno, porcino y avicultura. Artesanía basada en la confección de prendas de algodón. 51 León, Nueva Geografía de Costa Rica, p. 156. 52 León, Nueva Geografía de Costa Rica, p. 157. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 127 Buenos Aires Clima y escasa fertilidad del suelo limitan el desarrollo de un pueblo cuya finalidad era promover la colonización en el sur del país. Ganadería, avicultura, arroz, maíz y tabaco. Cabagra Población de etnia bribri que conserva su lengua. Agricultura y artesanía basada en la confección de artículos de cabuya (hamacas, mochilas y redes) que tiñen con colorantes vegetales. Cañas Habitado por chiricanos. Guadalupe Habitado por chiricanos. Puerto fluvial en las riberas del río Grande de Térraba. Potrero Grande Constituido por 400 habitantes de origen chiricano que ocupan unos ochenta ranchos. Desarrollo de la ganadería y sembradíos de arroz53. Salitre Población de etnia bribri que conserva su lengua. Artesanía basada en la confección de artículos de cabuya. Térraba Población de etnia teribe que habitaban un asentamiento constituido por una docena de ranchos. Ganadería en las sabanas que rodean al pueblo. Agricultura basada en el cultivo del arroz, maíz, frijoles y caña de azúcar. Ujarraz Población de etnia cabécar que conserva su lengua y sus costumbres. Ganadería y agricultura dedicada principalmente al cultivo de la papa, frijoles, cubaces y café. Volcán Predominio de población “blanca” por su cercanía con el Valle de El General, colonizado principalmente por campesinos 53 Cf. Amador, Historia y tradición, pp. 148-170. El arroz producido artesanalmente en Potrero Grande logró comercializarse a través de la construcción de un aeropuerto que trasladó el producto hacia el Valle Central en las décadas de 1940 y 1950. PROYECTO ECOEPISTEME 128 procedentes del Valle Central. Fuente: León, Nueva Geografía de Costa Rica, pp. 156-159 León54 señalaba como principales limitantes para el desarrollo económico de Buenos Aires a las condiciones climáticas, entre ellas la sequía que se presenta durante la estación seca, así como el carácter migratorio de los trabajadores, en una época en que el cantón contaba con una población que apenas superaba los 2000 habitantes y conformada por tres grupos principales de pobladores: los chiricanos, los colonos costarricenses procedentes del Valle Central y los indígenas pertenecientes a las etnias boruca, bribri, cabécar, gnäbe-buglé y teribe. De todos estos grupos, destacaba en particular los colonos chiricanos que León55 describe de esta forma, aunque con connotaciones un tanto etnocéntricas debido a las prácticas migratorias y culturales de este conjunto humano, que contrastaba con el carácter de los pobladores procedentes del Valle Central, que por lo general eran de rasgos caucásicos y ejercían puestos administrativos aunque otros también eran pequeños propietarios rurales: “por lo común son pequeños agricultores o ganaderos, o bien trabajan como asalariados. Emigran con facilidad, en especial hacia su patria [Panamá], y constituyen un elemento perturbador e indeseable en muchísimos casos. Son alegres, y han traído de su tierra el baile (cumbia, punto, pollera) y poseen una rica música típica (salomados), que alegra los tristes rancheríos de las sabanas”. Además de problemas relacionados con el clima, el desarrollo económico del cantón estaba condicionado por la ausencia de vías de comunicación, siendo la principal el camino que conducía a Chiriquí, que se aprovechó para la construcción de la Carretera Interamericana, el cual permitía el comercio con Panamá y el río 54 León, Nueva Geografía de Costa Rica, p. 155. 55 León, Nueva Geografía de Costa Rica, pp. 155-156. Amador, Historia y tradición, pp. 43- 52. En esta última obra se describe con detalle la cultura de los chiricanos residentes en Potrero Grande. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 129 Grande de Térraba, empleado para las comunicaciones fluviales con la costa pacífica, ya que en ese momento era la forma más fácil para sacar la producción de la zona, llevándola hacia el puerto de Puntarenas y de allí hacia el Valle Central a través del Ferrocarril Eléctrico al Pacífico. No obstante, el curso medio de este río se veía limitado por la presencia de rápidos y remolinos que afectaban a las embarcaciones que surcaban sus aguas56. No obstante, la ganadería prosperaba en las sabanas, tanto en los alrededores de Buenos Aires como en Cabagra, asentamiento bribri fundado en 1744 que se ubica en un valle de la Cordillera de Talamanca, a donde estaban presentes también las sabanas, así como en los alrededores de los poblados de Boruca y Térraba57. En cuanto a la agricultura, las comunidades indígenas conservaban sus tradicionales técnicas de cultivo y de uso de la tierra, ejemplificada en esta explicación que hace el autor José Rodolfo Rojas58 sobre las prácticas agrícolas del pueblo de Curré, perteneciente a la etnia boruca: “En ese entonces no existía latifundistas. Los derechos de las tierras eran en común, y su explotación no era intensiva, pues solo se usaba machete y hacha. El uso de la tierra era rotativo y colectivo. Así por ejemplo, cuando se procedía a preparar un terreno para sembrar plantas agrícolas, maíz, frijoles o arroz, se disponía utilizar un sector aledaño a la zona habitada, donde constaba que el terreno era fértil, a juzgar por su estado en montaña. En ese sector se trabajaba en grupos de pocos participantes, siguiendo el sistema llamado mano vuelta”. Precisamente, este sistema denominado “mano vuelta” consistía en un sistema laboral agrícola de carácter comunal en los que un conjunto limitado de trabajadores se dedicaban a laborar colectivamente en lotes separados pero poco distantes entre sí, uno cada día de la semana hasta concluirla, por lo que el ciclo volvía a repetirse las veces que fuera necesario en las siguientes semanas. Cada lote correspondía en usufructo a uno de esos trabajadores, aunque la propiedad de la tierra pertenecía a la 56 León, Nueva Geografía de Costa Rica, p. 157. 57 León, Nueva Geografía de Costa Rica, pp. 156 y 158-159. Granados y Matarrita, Modo de producción y uso, p. 81. Solórzano, La sociedad colonial, p. 51. 58 José Rodolfo Rojas González, Así era Curré: una visión de la comunidad indígena de Curré. De principios del siglo XX hasta la década de los 50, San José, Costa Rica, EUNED, 2006, p. 29. PROYECTO ECOEPISTEME 130 comunidad y al año siguiente, se buscaban otros terrenos, también próximos entre sí, para volver a realizar la misma faena semanal, con el fin de conservar la fertilidad y garantizar la productividad de la tierra. 59 De esta forma, al cultivarse pequeños terrenos, se lograba preservar tanto las sabanas como los bosques que rodeaban al asentamiento de Curré. Jorge León60 advertía de las consecuencias que traía la práctica de la quema anual de terrenos para las sabanas de la zona, las cuales estaban siendo disminuidas en su extensión y transformadas en chaparrales, los cuales carecían de valor para el desarrollo ganadero y agrícola por la pérdida de la fertilidad de los terrenos quemados. Además, el ganado de los indígenas estaba a merced de los hurtos hechos por los habitantes no indígenas de la zona, por lo que el número de semovientes que pastaban en las sabanas tendían a disminuir, lo que afectaba la economía de esas poblaciones que también vivían en condiciones precarias de salud donde se propagaba con facilidad la malaria, la anquilostomiasis, el pian, la viruela y el colerín. Aun así, la ganadería se mantuvo como una de las principales actividades económicas del cantón gracias al aprovechamiento de las sabanas y a la apertura de la Carretera Interamericana en la década de 1960, que atravesó el cantón y sus tierras sabaneras, por lo que la producción pasó de 8245 cabezas de ganado en 1955 a 37658 distribuidas entre 1194 fincas en 1973. Al mismo tiempo, la producción arrocera pasó de 709 044 kilos en 1 529, 64 hectáreas distribuidos entre 681fincas (1955) a 3 202 109 kilos en 3452 hectáreas. Mientras tanto, el área de pastos pasó de 13361 hectáreas en 1955 a 50600 hectáreas en 197361. En 1955, hubo 452 fincas productoras de 117 105 kilos de frijoles cultivados en 475,5 hectáreas, mientras que en 1973 se reportaron 1210 fincas que produjeron en 59 Rojas, Así era Curré: una visión, p. 29. Los chiricanos también tenían un sistema similar de trabajo agrícola de carácter comunal denominado juntas, en el que un colono convocaba a sus vecinos para hacer labores conjuntas en el campo alternadas con actividades de socialización e integración vecinal. Amador, Historia y tradición, pp. 86-93. 60 León, Nueva Geografía de Costa Rica, p. 157-160. 61 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, pp. 93-96. Granados y Matarrita, Modo de producción y uso, pp. 111-112. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 131 2454 hectáreas 1124939 kilos de este grano. La Carretera Interamericana permitía el traslado de la producción del cantón a los cantones vecinos de Pérez Zeledón, Osa y al Valle Central y su trazado se basó principalmente en el de la antigua Picada Calderón62. El Estado benefactor, vigente en el período que va de 1950 a 1980, efectuaba una política de diversificación de la economía costarricense, mediante la expansión de nuevas actividades productivas, entre ellas la ganadería, que en ese entonces llegó a convertirse en el principal ramo de la industria y llegó a duplicarse la zona de pastos y el número de cabezas de ganado en todo el país, ya que se produjo carne para su exportación63. En este período, el pueblo de Potrero Grande se benefició por las políticas desarrollistas impulsadas por el Estado costarricense, canalizadas a través del Consejo Nacional de Producción (CNP) que incentivó la expansión ganadera y el cultivo de maíz y frijoles financiando a los productores locales a través de la banca nacionalizada64. En la década de 1960 se introduce la piña (Ananas comosus) como cultivo comercial en el cantón de Buenos Aires, el cual se fue expandiendo hasta alcanzar unas 600 hectáreas en 1969 que produjeron unas 40000 toneladas de piña, el 80% de esta producción fue exportado a los Estados Unidos y el 20% restante se dedicó al consumo en el mercado nacional. Desde sus comienzos, la piña fue cultivada en la sabana de Buenos Aires y para aprovechar su potencial como cultivo de exportación, se establecieron parcelas experimentales y se firmó un acuerdo de cooperación entre el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la Universidad de Costa Rica (UCR), el Sistema Bancario Nacional y las empresas productoras de piña, para fomentarlo mediante la realización de estudios técnicos que demostraron el carácter idóneo de las tierras de Buenos Aires para su cultivo debido a la presencia de un clima cálido y húmedo en la zona, además de la escasa fertilidad de los suelos de sus sabanas, el desgaste del mismo provocado por la ganadería y la posibilidad de sustituir las gramíneas por especies más suculentas o de un valor alimenticio más elevado65. 62 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 96. Morales y Romero, Crisis del Estado Nacional, p. 236. 63 Hall, Costa Rica: una interpretación geográfica, p. 252. 64 Amador, Historia y tradición, pp. 183-188. 65 Alvarado, Estudio edafológico y agrológico, pp. 1 y 22. Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 96. PROYECTO ECOEPISTEME 132 En 1973, el área cultivada de piña se redujo a 204 hectáreas ya que el resto del área que anteriormente ocupaba se destinó a la siembra de pastos para la alimentación del ganado vacuno, por lo que esto contribuyó a incrementar artificialmente el espacio ocupado por las sabanas66. De acuerdo con Miguel Morales y Rodia Romero67, el cultivo de la piña se convierte en una actividad importante para la región meridional de Costa Rica, con la instalación en Buenos Aires de la empresa Pinneaple Development Company (PINDECO), subsidiaria de la transnacional frutera Del Monte, en 1979, con el fin de producir intensivamente una variedad hawaiana de esta fruta, a través de un sistema de enclave monocultivista y de alta demanda tecnológica, para abastecer al mercado nacional y exportarla a los Estados Unidos68. A partir de 1983 comienza a repuntar la producción de piña y las plantaciones de esta fruta empiezan a expandirse como un monopolio de PINDECO, que estableció un centro de operaciones que contó con un campo de aterrizaje privado, oficinas administrativas, residencias para el personal, campo de experimentación y área productiva69. Estas instalaciones se ubicaron en un sitio ventajoso debido a su fácil acceso a las principales fuentes de materias primas, concentración de mano de obra y posibilidad de comercializar el producto en los mercados de venta, además de las óptimas condiciones para el desarrollo de la piña en la zona70. La población del cantón de Buenos Aires experimentó un crecimiento significativo al pasar de 20104 habitantes en 1973 a 27716 en 1984, hecho que pudo estar ligado a la expansión de la actividad piñera, por lo que se volvió en una zona muy atractiva para los trabajadores rurales, quienes además se vieron beneficiados con el cierre de la frontera agrícolas en las partes montañosas del cantón y las posibilidades laborales que el Proyecto Hidroeléctrica Boruca traería para la zona71. 66 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 96. 67 Morales y Romero, Crisis del Estado Nacional, pp. 199-200. 68 Granados y Matarrita, Modo de producción y uso, pp. 147-148. Isabel Avendaño Flores, La relación ambiente y sociedad en Costa Rica. Entre gritos y silencios, entre amores y odios, San José, Costa Rica, EUCR, 2005, p. 55. 69 Chacón, Buenos Aires. Cantón de Puntarenas, p. 96. 70 Granados y Matarrita, Modo de producción y uso, p. 226. 71 Morales y Romero, Crisis del Estado Nacional, pp. 217, 219 y 224-225. Estos autores señalan que entre 1979 y 1984 arribaron unos 1776 inmigrantes a este cantón puntarenense. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 133 Este proyecto, nunca realizado, implicaba la construcción de una represa aprovechando la cuenca del río Grande de Térraba, como se verá más adelante. Las operaciones de PINDECO lograron extender las plantaciones piñeras de 2473,9 hectáreas (1984) a 4288 (1986), llegando a tener un rendimiento de 188,5 TM/ha. La compañía organiza la producción piñera bajo un sistema de enclave mediante un uso intensivo de la tecnología y una escasa vinculación a la economía nacional costarricense e inclusive, impulsó el modelo de “granjas satélites” o satellite farming al establecer un convenio con la organización UTRAPEZ, conformada por quince familias residentes en un asentamiento del Instituto de Desarrollo Agrario (IDA) en Volcán de Buenos Aires, quienes ponen la tierra y la mano de obra y reciben de la empresa la tecnología, la maquinaria y la comercialización de las piñas que producen72. En el cantón de Buenos Aires se dio un predominio de la gran propiedad, situación que se mantenía al promediar la década de 1980, cuando un 47,3% de las propiedades superaban las 20 hectáreas concentrando el 92,2% del total del área correspondiente a fincas73. Esa concentración de la tierra trató de ser compensada mediante la instalación de 14 asentamientos agrarios por parte del IDA que para 1995 conformaban un área de 20 634,4 hectáreas ocupadas por 1313 familias campesinas74. Las políticas neoliberales aplicadas a partir de la década de 1980 en Buenos Aires provocaron el cierre de las actividades del CNP, así como el retiro de la agencia bancaria que financiaba préstamos a los productores de Potrero Grande, la economía local comenzó a hundirse a medida que la producción ganadera se volvía cada vez menos rentable por la baja de los precios de la carne costarricense en el mercado mundial. De esta forma, varios residentes lograron conseguir empleo en las plantaciones de PINDECO o bien en los cafetales del vecino cantón de Coto Brus o en la Zona de los Santos, pero los que no lo lograron tuvieron que emigrar hacia las zonas marginales de la periferia urbana de San José o bien hacia los Estados Unidos. Una década más tarde se trató de incentivar nuevamente la producción ganadera y como parte de la política de estímulo a los productos no tradicionales, empezó a 72 Morales y Romero, Crisis del Estado Nacional, pp. 228-229. 73 Gobierno de Costa Rica, Buenos Aires. Plan cantonal, p. 44. 74 Gobierno de Costa Rica, Buenos Aires. Plan cantonal, pp. 44-45. PROYECTO ECOEPISTEME 134 cultivarse el ayote (calabaza) en pequeña escala para su exportación hacia los mercados norteamericanos y más recientemente los tubérculos, los cítricos y la caña de azúcar75. Como parte de dichas políticas neoliberales, el Estado favoreció la expansión de la actividad piñera, por lo que la empresa PINDECO extendió sus cultivos a unas 3035 hectáreas hacia mediados de la década de 1990, no obstante, hubo también algunas plantaciones en manos de productores independientes. La expansión de la piña y el interés de la principal empresa productora por incrementar la productividad de sus tierras han incidido notablemente en el aumento de la contaminación a través del uso de agroquímicos, además del deterioro de los suelos que se manifiesta en fenómenos como la erosión, la compactación, la pérdida de los agentes microbianos y la tendencia al monocultivo de una sola variedad que podría volverse vulnerable a los eventos hidrometeorológicos o a la propagación de plagas, lo que incidiría a mediano plazo en el agotamiento del suelo como principal recurso para la producción de un cultivo tropical altamente rentable en el mercado internacional76. A raíz de la baja del precio internacional de la carne se produjo el estancamiento de la ganadería, por lo que numerosos pequeños y medianos propietarios abandonaron dicha actividad o la sustituyeron por otra que les redundara en mayores beneficios económicos, sin cambiar el uso del suelo. El resultado de este proceso fue la presencia de “inmensas extensiones de pasto con una densidad baja de cabezas por hectárea, tal es el caso de las sabanas de Ujarrás, el sector de Bolas, Potrero Grande y otros”77. La persistencia de la práctica de la quema ha incidido negativamente en las sabanas, debido a la sequedad que sufren los terrenos cubiertos por gramíneas que se marchitan durante la estación seca y se convierten en espacios susceptibles para el desarrollo de incendios78. Paralelamente, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) evalúa nuevamente el potencial de la cuenca del Río Grande de Térraba para la producción 75 Amador, Historia y tradición, pp. 188-222. 76 Gobierno de Costa Rica, Buenos Aires. Plan cantonal, pp. 46 y 68. Avendaño, La relación ambiente y sociedad, pp. 56-59. 77 Gobierno de Costa Rica, Buenos Aires. Plan cantonal, p. 67. 78 Gobierno de Costa Rica, Buenos Aires. Plan cantonal, p. 67. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 135 de energía hidroeléctrica, idea que se venía gestando en el decenio de 1960, por lo que se hicieron estudios de factibilidad para construir un embalse en la zona de confluencia de los ríos General y Coto Brus, al este del cantón Buenos Aires, que hubiera sido el mayor de su tipo en Centroamérica al desaparecer 40 kilómetros de la Carretera Interamericana y afectar unos 200 km2 de tierras de pasto (varias de ellas ubicadas en las sabanas aledañas a ambos ríos), agrícolas, forestales y arqueológicas, en donde residían unos 3000 habitantes que habrían sido desplazados por el Proyecto Hidroeléctrico Boruca, el cual hubiera inundado poblaciones como San Andrés, Potrero Grande, Platanillal, Paso Real, Limón, Rey Curré y Lagarto. Sin embargo, este proyecto no se ejecuta a pesar del interés del Estado costarricense de producir electricidad para el consumo local y la posibilidad de venderla al resto de América Central, México y Estados Unidos, debido a la resistencia de las comunidades indígenas de ser reubicadas, además de la pérdida de sus tierras y los vestigios de sus ancestros por su eventual inundación79. Las sabanas de Buenos Aires al iniciar el siglo XXI No obstante, el Estado persistió en sus esfuerzos y redefinió el proyecto de producción hidroeléctrica trasladando la eventual área de inundación hacia el suroeste de Buenos Aires, a mediados de la década de 2000. El nuevo Proyecto Hidroeléctrico El Diquís, contaría con un embalse de 6815 hectáreas y su presa se ubicaría entre las localidades de Térraba y Paraíso, por lo que inundaría unas 658,7 hectáreas del Territorio Indígena de Térraba y 75,4 hectáreas del Territorio Indígena de China Kichá en el vecino cantón de Pérez Zeledón, además de provocar la movilización de más de diez mil habitantes de varias localidades, entre ellas El Ceibo, Parcelas, Pilas y Ocochobi que serían inundadas para dar lugar al embalse80. 79 Bohián Pérez Stéfanov, Análisis de los patrones de asentamiento de las poblaciones indígenas antiguas, en la zona Pilas – Colina, cantón de Buenos Aires, provincia de Puntarenas. Tesis de Arqueología, Universidad de Costa Rica, 2008, pp. 69-75. Mónica Barboza Hidalgo, Auxiliadora Chávez Fernández y Víctor Julio Montero Marín, Propuesta metodológica para conocer la posición de la comunidad de Potrero Grande ante el Proyecto Hidroeléctrico Boruca, Memoria de Seminario de Licenciatura en Administración Pública, Universidad de Costa Rica, 2002, p. 10. 80 Instituto Costarricense de Electricidad (ICE). Proyecto Hidroeléctrico El Diquís. Una mirada al Proyecto Hidroeléctrico (s.f. [revisado el 13 de agosto de 2014): disponible en: https://www.grupoice.com/wps/wcm/connect/a3b3fa8047cded7491b1f9f079241ace/Mirada_P H.pdf?MOD=AJPERES. PROYECTO ECOEPISTEME 136 Esto generó una fuerte división entre los habitantes de la zona, principalmente entre las poblaciones campesinas, que ven en este proyecto como una alternativa para el desarrollo económico del cantón, mientras que las poblaciones indígenas, en especial la comunidad teribe, ven amenazadas sus tierras por este proyecto, además que el Estado no efectuó la consulta a los pobladores indígenas para que se pronunciaran sobre la realización de una obra cuya construcción se mantiene estancada81. La polémica en torno al Proyecto Hidroeléctrico El Diquís constituye un reflejo de los conflictos de tierras que se producen en el cantón de Buenos Aires, entre las poblaciones indígenas y campesinas (particularmente los finqueros), que han provocado tensiones entre ambas como la sucedida en el Territorio Indígena de Salitre el 5 de julio de 2014 cuando un grupo de finqueros desalojó por la fuerza a varias familias bribris que ocupaban dos fincas que ambas poblaciones se disputaban82. Conclusiones Las sabanas de Buenos Aires constituye un ecosistema caracterizado por su origen antrópico en la Zona Sur de Costa Rica, el cual se ha venido conformando a través de los siglos desde que las tierras donde hoy día se encuentran fueron habitadas por los pueblos originarios, los cuales fueron desplazados y sirvieron para el desarrollo de una incipiente actividad ganadera extensiva que se alimentaba de las gramíneas que constituyen parte importante del paisaje sabanero. A raíz del proceso de colonización de la Zona Sur, se mantiene la vocación ganadera de las sabanas hasta bien entrado el siglo XX, cuando empiezan a surgir nuevos cultivos como el arroz y posteriormente el de la piña, que contribuyeron a 81 Oriana Ortiz Vindas, “Proyecto Hidroeléctrico Diquís riñe con los derechos indígenas”, en El País.cr, (2013, 11 de mayo [revisado el 13 de agosto de 2014]): disponible en: http://www.elpais.cr/frontend/noticia_detalle/1/81090. 82 Daniela Muñoz Solano, “Conflicto por la tierra se recrudece en Salitre”, en Semanario Universidad (2014, 7 de julio [revisado el 13 de agosto de 2014]): disponible en: http://www.semanariouniversidad.ucr.cr/noticias/4562-Hoy%20en%20la%20U/13421- conflicto-por-la-tierra-se-recrudece-en-salitre.html. Cf. Gobierno de Costa Rica, Buenos Aires. Plan cantonal, pp. 13 y 74-75. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 137 modificar el paisaje sabanero, aspecto que se acentuó aun más en las postrimerías de dicha centuria con la expansión piñera como parte de una política de fomento de los denominados cultivos no tradicionales que caracterizó al Estado neoliberal costarricense, producto que estuvo en manos principalmente de una subsidiaria de una compañía frutera transnacional. A diferencia del bosque tropical húmedo, del manglar o de los páramos de las cumbres más altas de la Cordillera de Talamanca, ecosistemas presentes también en la Zona Sur de Costa Rica, las sabanas no han sido objeto de conservación por parte de las políticas ambientales del Estado costarricense y una parte de ellas podría desaparecer si se concreta el Proyecto Hidroeléctrico El Diquís que pretende inundar una porción significativa del territorio del cantón de Buenos Aires que provocaría el traslado de poblaciones y la pérdida de tierras por parte de la comunidad teribe, lo que podría acrecentar los conflictos agrarios que ha vivido la zona entre las comunidades campesinas e indígenas. Agradecimiento El autor agradece al Geog. Adolfo Quesada Román por su colaboración en la confección de los mapas incluidos en este artículo. SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 309 Ignacio Daniel Coria Es Doctor en Ciencias Químicas por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, España), Especialista en Recuperación de Suelos Contaminados por la Universidad Politécnica de Cataluña y Master en Gestión Ambiental de la Empresa y Energías Renovables en la Universidad de Alcalá. Se ha desempeñado como docente universitario durante treinta años, y continúa. En la actualidad es Decano de la Facultad de Química de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (UCEL) e investigador y profesor titular en distintas cátedras de su área específica en carreras de grado y postgrado en la Universidad Católica Argentina (UCA) y en la UCEL y Director del Postgrado “Especialización en Gestión Ambiental” en UCEL. Dicta cursos de especialización y conferencias en carreras de postgrado, además de cursos de capacitación. Fue director de la carrera Ingeniería Ambiental en la Facultad de Química e Ingeniería de la UCA Rosario. Es miembro de la Comisión para la redacción de la Norma IRAM 29.596 “Guía para la remediación de agua subterránea por atenuación natural monitoreada en sitios con presencia de hidrocarburos”. Es auditor de siniestros y/o verificador de riesgos a asegurar en todo el territorio nacional y países limítrofes en peritaciones propias de su profesión, para “La Segunda CLSG”. * Rebeca Deppen Licenciada en Nutrición, egresada de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (Rosario, Argentina), colaboradora del proyecto NUT806 de la mencionada Universidad. * Ronald Eduardo Díaz Bolaños Magister en Historia por la Universidad de Costa Rica (2013). Se desempeña como docente de la Cátedra de Historia de la Cultura de la Escuela de Estudios Generales e investigador del Centro de Investigaciones Geofísicas (CIGEFI) de la Universidad de Costa Rica (UCR), además de Tutor de la Cátedra de Historia de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica (UNED). También ha laborado como PROYECTO ECOEPISTEME 310 docente en la Escuela de Historia y la Sede del Pacífico Arnoldo Ferreto Segura de la Universidad de Costa Rica y en la Escuela de Teatro de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA). Ha orientado sus investigaciones hacia diversas temáticas, entre ellas la historia de la ciencia. Ha participado como ponente en varios encuentros y congresos de historia a nivel nacional e internacional. Es coautor de los libros La ciencia en Costa Rica (1814-1914): Una mirada desde la óptica universal, latinoamericana y costarricense (2005), Evolución de las ideas meteorológicas y el impacto del clima en la sociedad costarricense (1502-1860) (2010), Diccionario de la toponimia de la Isla del Coco (2013) y La institucionalización de la meteorología en Costa Rica (1860-1910) (2013). * Ana Domínguez Sandoval Doctora en Geografía (Universidad de Toulouse Le Mirail, Francia). Master en Estudios Latinoamericanos (Universidad de Toulouse Le Mirail, Francia). Licenciada en Geografía (Facultad de Ciencias, Universidad de la República). Profesora de Geografía (Instituto de Profesores Artigas, Uruguay). Postgraduada y con Especialización en Educación Ambiental (Universidad del Comahue, Argentina). Docente e investigadora en el Laboratorio de Desarrollo Sustentable y Gestión Ambiental del Territorio, Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales, Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Docente del Instituto de Profesores Artigas en la especialidad Geografía. Es Profesora del Doctorado en Geografía, del Programa de Pós Graduação, Centro de Ciencias Naturais e Exatas, UFSM. Dicta varios cursos en Postgrados Nacionales. Coordinadora Académica del Programa de Maestría y Postgrados en Educación Ambiental y del Programa Diploma en Geografía del Programa de Formación ANEP- Universidad de la República. Tutora de numerosas tesis de grado y postgrados nacionales y extranjeras en cuestiones geográficas y ambientales. Evaluadora de numerosas publicaciones científicas. Integra el Equipo Académico del Programa Uruguay Sustentable- REDES-AT-Uruguay. Es coautora de 12 libros, y autora de 25 capítulos de libros, 12 artículos en revistas científicas y 40 artículos referidos a aspectos geográficos y ambientales en revistas de educación. * Índice Celina A. Lértora Mendoza Introducción 5 9 Temas Generales Alicia Irene Bugallo Ecofilosofía y problemática ambiental global; la idea de un espacio seguro y justo para la humanidad 11 Ricardo Pablo Pobierzym El pensamiento ambiental y la cuestión de los derechos de los animales: una temática que desborda las tradicionales perspectivas epistémicas 23 Mario Mejía Huamán y Saby Lazarte Oyague Unukunaq Tinkuynin. El encuentro de las aguas 39 Sirio López Velasco Ética, Educación, Ecomunitarismo y Política hoy en América Latina 45 Ignacio Daniel Coria y Celina A. Lértora Mendoza Producción de alimentos y degradación de suelos: un enfoque ético-científico 53 Marcelo Sticco Aportes de la Ética Convergente y de la Teoría Crítica de la Tecnología al debate socio-ambiental del fracking en Argentina 75 Celina A. Lértora Mendoza Política y recursos naturales; una relación ambigua. El caso de las Islas Malvinas 89 PROYECTO ECOEPISTEME 322 Sustentabilidad 107 Ronald Eduardo Díaz Bolaños La transformación de las sabanas de Buenos Aires de Puntarenas, Costa Rica (1870-2010) 109 Gabriela Fernández Larrosa Vulnerabilidad ambiental en el área costera del Departamento de Rocha. Caso de Estudio Arroyo del Valizas (1943-2006). Rocha – Uruguay 139 Catalina García Espinosa de los Monteros Dos Corredores en la región Mesoamericana: Biológico e Hidroeléctrico. Contradicciones internas y desprecio común por los pueblos 169 Fernando Pesce Análisis morfométrico secuencial del proceso de erosión de suelos en el Parque lacustre Garzon, Rocha, Uruguay 195 Ignacio Daniel Coria Contaminación antrópica del suelo con arsénico 227 Jorge Molinas y otros Ingesta de líquidos en la ciudad de Rosario. Resumen preliminar 235 Emilce Llopàrt y otros Aplicación del semáforo nutricional para categorizar galletitas dulces de bajo valor glucídico 237 Conservación 247 Beatriz Sosa, Marcel Achkar y Ana Domínguez Propuesta para la asignación de categorías de manejo en áreas protegidas: un instrumento para la socialización de los criterios de gestión 249 SUSTENTABILIDAD Y CONSERVACIÓN 323 José Luis Hernández Cruz Efectos de la deforestación de Chiapas, México 267 Ingrid Henrys El parque Nacional Natural Macaya, último bosque primario de la República de Haití, ¡amenazado! 293 Autores 307