UN ACERCAMIENTO A LA CONSTRUCCIÓN DE UN COLECTIVO JUVENIL INSCRITO EN EL MARCO DEL FÚTBOL NACIONAL: LA ULTRA MORADA1 ONÉSIMO GERARDO RODRÍGUEZ AGUILAR Antropólogo social RESUMEN El presente artículo pretende dar un acercamiento al comportamiento de la ultra morada como colectivo juvenil; a la vez, intenta aproximarse a la forma en que se construye esta agrupación de jóvenes como un movimiento inscrito en el marco del deporte, específicamente, el fútbol costarricense. PALABRAS PRELIMINARES El afloramiento y desarrollo de agrupaciones juveniles con determinantes socio- culturales particulares en nuestras sociedades es evidente. Así, emergen colectivos de muchachos y muchachas que ven respaldada su identidad en una variedad de elemen- tos, como la música, lo político, lo cultural, lo étnico o, bien, lo deportivo. Para el caso que nos ocupa, que sería el plano deportivo, el presente artículo intentará dar un acercamiento a la forma de expresión colectiva que subyace en un 1 El presente escrito se desprende de una investigación que, sobre este colectivo juvenil, estoy desarrollando en el marco de mi trabajo final de graduación de la Maestría Académica de Antropología de la Universidad de Costa Rica. 41 colectivo juvenil, a saber, la Ultra Morada, como una agrupación de personas cuyo objetivo primario es brindar apoyo al Deportivo Saprissa2. Lo que intentaré en las próximas páginas es brindar un acercamiento a la for- ma en que se construye este colectivo juvenil. Debe el lector tener en cuenta que este artículo está vinculado a una investigación más profunda3 que está en curso; por lo tanto, lo que aquí se exponga no tendrá un carácter concluyente o definiti- vo, sino más bien, aproximativo al objeto de estudio. Para el presente artículo se realizaron dos entrevistas con muchachos pertene- cientes a la ultra morada, quienes brindan su experiencia como integrantes del colec- tivo juvenil. Estos testimonios se convierten en la base empírica de la presente inves- tigación y, por ende, conforman el perfil metodológico primario de esta. Además de las entrevistas, se realizó un breve proceso observativo y una exploración de fuentes secundarias directamente concernientes al fenómeno que nos atañe, el cual se vincu- la al deporte de más trascendencia en la esfera nacional, y me atrevería a decir mun- dial: el fútbol. PROLEGÓMENOS DE UN FENÓMENO LLAMADO FÚTBOL El fútbol, como se conoce hoy en día, nació en Inglaterra en 1863. Sin embargo, la evidencia arqueológica confirma que hace 5.000 años, ya los malabaristas chinos, de las sociedades dinásticas, bailaban la pelota con los pies (Galeano,1995:25). Tam- bién se sabe que en tiempos antiguos los egipcios, japoneses y romanos practicaban una actividad muy similar a la que hoy se conoce como el deporte de las patadas. En América Central y en México se practicaba una ceremonia sagrada, desde unos mil quinientos años antes de Cristo, donde el actor principal era una pelota de caucho que se golpeaba con la cadera o con el antebrazo, aunque las pinturas en Teo- tihuacan y de Chichén-Itzá revelan que en ciertos juegos se pateaba la pelota con el pie y la rodilla (Ídem: 27). 2 Club de Primera División del fútbol nacional y uno de los más importantes, en lo que a aficionados (as) se refiere, en nuestro país. 3 Esta investigación forma parte de mi Trabajo Final de Graduación para optar por el grado de Magíster en Antropología Social. 42 Por casualidades del destino, el fútbol en Costa Rica entró a formar parte de la cultura nacional en un periodo (finales del S. XIX) donde el Estado, había desarrolla- do diferentes maniobras políticas para construir un imaginario social, a partir de una idea liberalista enarbolada por la oligarquía cafetalera (Jiménez, 2002). Por ello, es comprensible afirmar que el fútbol ingresó de manera temprana en el imaginario na- cionalista oficial (Villena, 2000:148), el cual estaba todavía en formación. En el devenir histórico, el fútbol, integrado a un orbe mundial, ha cambiado pau- latinamente su fisiología, su táctica y su comportamiento, lo único que en este depor- te milenario se mantiene constante es su arraigo entre las distintas nacionalidades, que ven en él algo más que un deporte: un movimiento donde se tejen pertenencias iden- titarias, un ejemplo claro de esto son las denominadas “barras bravas” para las agru- paciones de personas vinculadas a los equipos futbolísticos de los países del Sur de nuestro continente (también llamados hinchas, para la definición singularizada, y hin- chadas para la acepción colectiva); por su parte, en Europa, los términos más utiliza- dos para designar a estos colectivos son: tifosis para el caso italiano y hooligans o hooliganismo para los países del Reino Unido. Para el caso nacional, los términos con que se designa a este tipo de aglomera- ción de personas alrededor del fútbol, son variados; lo único constante es que estos calificativos son otorgados por la prensa nacional, así tenemos: barras bravas (como en Sudamérica), pandillas, revoltosos y también, se les ha comparado con el fenóme- no “maras” propio de ciertos países de Centroamérica, México y Estados Unidos. La ultra morada nace en abril de 1995, a partir de la contratación que hace el De- portivo Saprissa de dos dirigentes de un movimiento homólogo en Chile, quienes siembran la semilla en suelo nacional4. A partir de ese momento, la ultra, como colectivo juvenil, ha pasado por varios estadios de comportamiento: desde una agru- pación casi familiar, integrada por los hijos y amigos de funcionarios del deportivo Saprissa, en sus comienzos hasta lo que es hoy en día: un colectivo mayoritariamen- te juvenil5 que se ha extendido por, prácticamente, todo el país6 y cuyo número de integrantes, en la actualidad, oscila entre las 2.000 y 3.000 personas. 4 Un dato importante es que la ultra morada es la primer agrupación organizada de aficionados desprendida del fútbol sóccer en Centroamérica y México. 5 El 90% de los integrantes de la ultra se insertan dentro de la población denominada como joven, es válido agregar que el promedio de edad dentro del colectivo es de 16 a 17 años. 6 La ultra morada tiene sucursales del movimiento en todas las provincias de nuestro país y en la mayoría de estas provincias la división se hace por cantones y en ocasiones por distrito o caserío. Por ejemplo, hay un grupo que se autodenominan “los de Hatillo” que son jóvenes precisamente del lugar metropolitano en mención. 43 ALGUNOS ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN Para el caso de Costa Rica, los estudios que se han relacionado con el fenóme- no deportivo que nos concierne han girado alrededor de tres temáticas fundamentales: el comportamiento social del fútbol, la identidad y el nacionalismo; es decir, la ma- nera en que el fútbol determina y reproduce comportamientos de ebullición identita- ria que tienden a ensanchar los márgenes de expresión nacionalista. De esta manera, puedo citar varios autores (as), entre ellos, Cubillo (1986); Salazar (1988); Villena (1996, 1999 y 2000); Dávila y Antezana (1996) Dobles y Rodríguez (1998) y Urbina (2001). Es importante aclarar que si bien estos estudios están relacionados con el fe- nómeno social fútbol, no guardan una relación estrecha con la temática definida en la presente investigación, ya que el abordaje que pretendo realizar sobre los colectivos juveniles adscritos al orbe futbolístico (específicamente la ultra morada), es distinto al planteado por los autores anteriormente referidos; sin embargo, es importante men- cionar sus investigaciones ya que son las únicas desarrolladas a escala nacional que tienen como foco de atención el fútbol. Para el caso internacional, se constata la presencia de varias investigaciones que des- de el Viejo hasta el Nuevo Continente, han abordado la temática de colectivos que giran, se reproducen y se movilizan alrededor del deporte fútbol. Así, tenemos el conjunto de inves- tigaciones editadas por Giulianotti, Bonney y Hepworth (1994); también, la compilación de estudios hecha por el mismo Giulianotti, en colaboración con Williams (1994), y el con- junto de investigaciones desarrolladas por Elias y Dunning (1996). En estos tres textos, y en términos generales, se tratan los temas de la identidad, el nacionalismo, la masculinidad y la violencia ligados al fútbol y, de manera particular, las barras bravas de América del Sur y los denominados Hooligans Europeos, autores como Horak, Vamplew, Archetti, Mignon, Armstrong, Dunning, Finn, y otros más desarrollan en extenso estas temáticas en esas publicaciones. Por otro lado, Alabarces (2003) es el compilador de una colección de artículos denominada Futbologías. Fútbol, identidad y violencia en América Latina; en este texto, autores como Pimenta, Ferreiro y Cajueiro retoman el tema de las hinchadas li- gándolas a temas como la identidad, la violencia y los mass media. Otros textos que se vinculan con las temáticas reseñadas anteriormente es “Fútbol y Cultura”, de Oliven y Dato (2001). Vale la pena también mencionar “El fútbol a sol y som- bra”, de Galeano (1995) un texto más que todo de índole literario. La constante en estas publicaciones es que se trata el tema de las barras bravas, hinchismo o, como yo lo prefiero llamar, colectivos juveniles desde la premisa de la violencia y cómo esta violencia genera nuevos patrones sociales y culturales que rees- tructuran nuestras sociedades, creando nuevos espacios de reproducción, principal- mente juvenil, insertándonos en ritmos y cambios culturales sin precedentes. 44 Es importante señalar que estos estudios guardan cierta relación con la investi- gación que propongo; sin embargo, no es mi interés centrarme en la violencia que emana de estos colectivos juveniles; mi intención es ahondar en la construcción de es- tos colectivos juveniles. Sin embargo, me parece prudente enunciarlos para contex- tualizar a los lectores y las lectoras que no tienen un conocimiento profundo de cómo ha sido tratado el tema de las agrupaciones juveniles relacionadas con el espectáculo deportivo fútbol y para quienes, simplemente, quieran ahondar en la temática. APROXIMACIONES CONCEPTUALES En la actualidad diversas tendencias teóricas dentro de la disciplina antropológica intentan aproximarse a la realidad sociocultural, por medio de explicaciones que van de enfoques clásicos a otros posmodernos. De esta manera, estos marcos teóricos concep- tuales han ido evolucionando de primicias materiales, estructurales o funcionales, entre otros, hasta llegar a modelos con interpretaciones directamente asociadas al campo de las ideas y de los símbolos, lo cual ha enriquecido la discusión teórica en torno a nues- tra disciplina. Así, la teoría procura, por medio de una red de conceptos y axiomas relacio- nados con el conocimiento, explicar determinados fenómenos o hechos de interés pa- ra la naturaleza de nuestra disciplina; y en este caso en particular, la teoría ayudará a comprender, de una manera fiable, el comportamiento de los jóvenes barristas. COLECTIVO JUVENIL: DEFINIENDO EL MOVIMIENTO Para efectos de la presente investigación, se va a trabajar con el concepto de Colectivos Juveniles7, para designar a las barras inscritas en el marco futbolístico nacional (particularmente la ultra morada); esto porque considero que es un término apropiado para caracterizar a estas barras futbolísticas. En este sentido, voy a entender por colectivo juvenil, esas agrupaciones en las que el/la joven confía su imagen, esos espacios donde el joven tiene la posibilidad de salir del anonimato con un sentido de identidad colectiva incorporado, donde crea un sentido de pertenencia a algo que está restringido para muchos otros; es decir, en es- tas agrupaciones hay conciencia de grupo, y la formación de su identidad se logra, en 7 Tomado de Reguillo Cruz, Rossana. Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto. Bogotá: Norma, 2000. 45 gran medida, por la negación del Otro. En otras palabras, el joven barrista se siente incorporado, respaldado y perteneciente al colectivo. Por medio de la aprehensión de la dinámica y proceso de reproducción de la barra, el joven aprende, incorpora y reproduce en su ser y con los demás barristas los rasgos esenciales que le dan vida ontológica a la ultra morada. En el colectivo se da la reunión de jóvenes en donde existe cierta organicidad y cu- yo sentido está prioritariamente dado por un proyecto o actividad compartida (Reguillo, 2000), como sucede en la ultra morada, donde se percibe organización interna. En este sentido, estas agrupaciones giran alrededor de aquella premisa caótica e inseparable del orden – desorden, en donde uno es complemento del otro y viceversa (Balandier, 1991.) Este elemento del desorden configura una gran carga simbólica que le da al colectivo juvenil ese sentido existencial; en otras palabras, una característica inherente a estos colectivos es el desorden, el caos –como en el todo social– que les da vida ontológica a estos movimientos, pues, en palabras de Balandier (1991), el desor- den se vuelve creador, debido a que es en el desorden donde se crean rupturas, avan- ces y en el caso de estas congregaciones, una nueva conciencia, un nuevo orden. En otras palabras, a partir del desorden (euforia, apoyo, algarabía, conflictos en- tre barras y policía), este colectivo juvenil crea un orden; es decir, una configuración como grupo, una pertenencia, un sentido de identidad; tomando como base el grueso de expresiones simbolizadas y ritualizadas de ese desorden. Esta característica del desorden dentro de este colectivo está determinada por la pasión, por la emotividad, que es otro punto importante en la conformación-consolida- ción de estas agrupaciones. En otras palabras, existe en estos movimientos un princi- pio de emotividad inherente (que es el motor principal en la configuración-estructura- ción de estos colectivos); es decir, existe una lógica pasional que anima, cada día, con fuerza renovada, al cuerpo social (Maffesoli, 1996). Lo fundamental en la estructura- ción de estos movimientos es la pasión, o en palabras de Maffesoli (2001) la atracción apasionada, que es una categoría clave en la posmodernidad y que se expresa especial- mente en la nuevas generaciones. Es ese principio de emotividad, el que en última ins- tancia mueve a los jóvenes a integrarse a estas agrupaciones. En otras palabras, lo anteriormente dicho sugiere la formación de una nueva sensi- bilidad/subjetividad en donde lo hedónico trasciende, donde lo emocional determina la afiliación del joven; es decir, la constante búsqueda de momentos placenteros por parte del joven, un resurgir del “mundo de lo pasional”. Los colectivos juveniles se caracterizan por una búsqueda constante de momen- tos hedónicos y esta búsqueda y llegada final a los momentos placenteros hace que estas agrupaciones se consoliden y tomen la fuerza demográfica que poseen hoy en 46 día8, al mismo tiempo, esta búsqueda hedónica funciona como un elemento funda- mental en el reforzamiento de la identidad del joven. Parto también del hecho de una desintegración de lo individual para dar paso a un renacimiento de lo colectivo. Es decir, el desvanecimiento del individuo en un su- jeto colectivo, en lo que Maffesoli llama La Orgía o como los alquimistas llamaban, el glutinum mundi o pegamento universal (Maffesoli, 1996) (el sentido de pertenen- cia a un colectivo). Con esto quiero expresar que el colectivo juvenil afronta intereses colectivos más que individuales, que hay una preeminencia del grupo por encima del sujeto per se. En síntesis, lo que hace que los jóvenes integren este tipo de movimientos, es la promesa de experimentación de placer (emociones), en la recreación y expresión colectiva de una identidad que los hace pertenecientes a un algo en lo cual pueden depositar su confianza y credibilidad. Así la identidad se crea y se recrea en el Colec- tivo Juvenil, permitiéndole al individuo sentirse adscrito a algo más grande que él, en donde fluyen, claro está, emociones y sentimientos que lejos de ahuyentar a la masa la “encadena”, la nutre, la seduce, la atrae. Para comprobar lo anteriormente desarrollado, vasta con observar un encuentro futbolístico, para darse cuenta y constatar el “derroche” de emociones primarias y vi- tales del individuo reproducidas en el colectivo. Ahí, en la grada el joven (los jóve- nes) desarrolla un sinfín de significaciones: gritan, cantan, ofenden, la emprenden en contra del Otro, se mueven, bailan, lloran, ríen, se abrazan, celebran, acciones todas que dan cuenta de la importancia de la cohesión y colectivización en la reproducción de la identidad grupal. A continuación, presentaré los resultados a los que llegué a partir de las entrevistas realizadas y el proceso observativo desarrollado. Intentaré entonces acercarme al com- portamiento y a la manera en que se reproduce y se construye el movimiento como colectivo juvenil inscrito en el ámbito futbolístico. 8 Un dato interesante al respecto se obtuvo por medio de una entrevista realizada a uno de los dirigentes de la ultra morada. Según este informante, la ultra la conforman alrededor de 3.000 personas, para tener una perspectiva, esta cantidad de individuos es comparable al número de estudiantes que posee, en promedio, un colegio público ubicado en una zona central del área metropolitana. 47 MANIFESTACIONES DEL COLECTIVO JUVENIL En este apartado se analizarán los datos que se obtuvieron durante la implemen- tación de las técnicas etnográficas mencionadas en la introducción, a saber, las entre- vistas y el proceso observativo, tomando en cuenta, claro está, los breves preceptos teóricos ofrecidos en la sección precedente. La intención es verificar, de manera em- pírica, la presencia/ausencia de los conceptos definidos anteriormente. En este sentido, se realizará un ejercicio de articulación, en donde se incorpo- rarán los fundamentos teóricos, así como fragmentos de las entrevistas y lo apre- hendido por medio de la observación, con el fin de realizar un análisis detallado y pormenorizado. Es importante agregar que estos resultados son preliminares, ya que solo fue posible entrevistar a dos miembros de la ultra morada9, debido a que, como se dijo en la introducción, la investigación sobre este colectivo juvenil todavía está en curso. SOBRE LOS COMIENZOS Y MOTIVACIONES Por medio de las entrevistas realizadas a estos tres informantes de la ultra mora- da, se pudo constatar que el proceso de socialización primaria tiene una gran repercu- sión, en las decisiones futuras de los barristas; es decir, la adopción o escogencia del equipo (en este caso, el Saprissa), durante la niñez, estuvo mediatizada en gran parte por el entorno familiar y social de los muchachos: Desde chamaco soy saprisista, porque... eh, era... eh... en mi barrio todo el mundo era morado (alusión al color característico del equipo Saprissa), era casi... un hecho ser morado, bueno y también por mi familia verdad, mis primos y mi mamá (Entrevista a “Carlos”, integrante de la ultra, 22-11-03). De esta manera se puede apreciar que los rasgos identitarios característicos del ser saprisista se adquieren a edades muy tempranas en los barristas; es decir, ya desde ni- ños van construyendo esa pertenencia a un corpus; en este caso, a un equipo de fútbol. 9 Dicho sea de paso, los nombres de los informantes fueron cambiados por seudónimos con la intención de procurarles privacidad a estos miembros de la ultra morada. 48 A lo interno de esta agrupación, se teje un sentido de fidelidad-lealtad para con la institución (Saprissa) y con el colectivo; una vez que el joven ingresa en el colectivo, incorpora a su haber un conjunto de ideas, las cuales hacen que los jóvenes se, identi- fiquen con la agrupación, y la vez, con el objetivo primordial de esta: apoyar al equi- po, como bien lo apunta “Dedos” y el segundo informante (que para efectos de esta investigación llamaremos Mao): Yo ingresé desde el principio, desde eh... en el 95 cuando empezó. Desde los pri- meros partidos, ya venía, eh... como al tercer partido que estuvo la barra aquí en Tibás... y de visita o casa siempre voy, no falto. El objetivo es apoyar al equipo donde sea, a donde sea y que las cosas se hagan por bien... (Entrevista a Mao, 26-11-03). Este sentido de pertenencia al colectivo juvenil se va desarrollando conforme el joven va entretejiendo relaciones interpersonales a lo interno de la barra; es decir, los barristas van desarrollando lazos de amistad con sus homólogos, lo cual hace que la integración a la barra tome matices socio-afectivos insoslayables: Aquí conocí gente y todo, y siempre, o sea... y siempre me gustó el ambiente y todo eh... conocí mucha gente, ya con el tiempo uno va haciendo amistad, en- tonces va haciendo uno como el círculo social de uno también... por ejemplo ya uno sale con gente de la barra y novias y todo... (“Carlos”, 22-11-03). Como vemos, este colectivo juvenil funciona como un espacio de socialización para el joven, donde este puede satisfacer demandas intra e interpersonales, como lo son la amistad, noviazgo, etc. Estas relaciones con grupos de pares hace que la per- tenencia adquirida cuando se ingresa en la barra, se afiance y se fortalezca; en otras palabras, ubicar espacios de interacción como este movimiento hace que el joven quiera participar íntegramente en él, pues hay, por así decirlo motivaciones extras (aparte del apoyo al equipo), que lo hacen involucrarse con el movimiento. En este punto es preciso destacar que este movimiento juvenil reúne a muchachos de variadas edades; sin embargo, el promedio de edad es bastante bajo: Cuando empezó había mucha... o sea había gente, más... más o sea más gente vieja, mayores de edad... la media era de unos 25 años, ahora la media puede ser de unos... 17 años (“Carlos”, 22-11-03.) 49 Este hecho tiene una relación directa con la jerarquización dentro de la barra: los puestos de dirigencia dentro del grupo están ocupados por los integrantes de mayor tiempo en el movimiento; es decir, un muchacho de 16 ó 17 años, dando los primeros pasos en la barra, no tiene oportunidad de acceder a un puesto de líder, como sí lo po- dría tener un joven de más trayectoria y de más edad en el grupo. Esto me hace pen- sar en el modelo social-jerárquico de nuestras sociedades, en donde, son los mayores los que llevan la batuta en la toma de decisiones al interior de estas. Pareciera que el modelo se reproduce en estos grupos, pues son los jóvenes de más edad los que tienen a su cargo los puestos de dirigencia de la agrupación: Se arrima mucha juventud, o sea, eh... la mayoría de la gente son jóvenes (...) igual o sea... mucha gente le echa la culpa a la violencia por eso (juventud). Uno sabe que uno no va a poder vivir de esto... porque tal vez dentro de un año o... un mes te va a salir un trabajo y no vas a poder volver, entonces uno trata de disfrutar al máximo (“Carlos”, 22-11-03.) Al joven se le juzga por su supuesta “irracionalidad inherente”; esto se refleja en las palabras anteriormente citadas (ya tienen la idea internalizada). Esta imagen del joven barrista agresivo y violento se ha extendido a partir de la cobertura que han di- fundido los medios de comunicación masiva; los entrevistados, entre tanto, no niegan brotes de violencia en este grupo; sin embargo, no creen que se deba a la juventud de la agrupación y afirman que están en proceso de eliminar cualquier brote indebido de fanatismo que conduzca a comportamientos violentos: La gente nos señala a nosotros (por comportamientos delictivos o violentos) y, y, pero de lo que ellos no se dan cuenta que es algo ya a nivel de la juventud verdad, que igual pasa en las universidades o pasa en la barra... (“Carlos”, 22-11-03.). En estos dos últimos testimonios se percibe cierta idea de juventud, entendida esta como una etapa carente de racionalidad, como ya se dijo, pero, sobre todo, pare- ce que el estado juvenil justifica la proliferación de ciertos actos, hay un razonamien- to como el siguiente: si soy joven, soy apasionado y por ende irracional, entonces mis actos irracionales se justifican en el tanto que sea joven. La juventud es entendida entonces como un proceso de conversión, en donde variadas circunstancias hacen que el joven se comporte racional o irracionalmente, pero, de ninguna manera, se piensa en que el movimiento tenga la culpa en el com- portamiento “indebido” de sus seguidores. 50 SUBJETIVANDO EL MOVIMIENTO Pero, ¿cuál es el significado que tiene este movimiento para los entrevistados?, ¿qué hace, aparte de lo anteriormente esbozado, que estas agrupaciones movilicen a los jóvenes? Y al final de cuentas, ¿cuáles elementos son los que hacen que este movimien- to se reproduzca y se desarrolle? Ya se ha hablado de algunos elementos importantes que hacen que el colectivo se reproduzca, como la sociabilidad interna de la agrupación, el ser aficionado a un equipo de fútbol, en este caso el Saprissa, y sobre todo querer apoyarlo. Otro elemen- to importante es la búsqueda por parte del joven de momentos hedónicos en las gra- das: saltar, gritar, insultar, etc., hace que el y la joven sientan satisfacción y placer, en pocas palabras, el apoyo al equipo se convierte en conjunto de momentos emotivos los cuales son el motor del colectivo juvenil10. Con la observación, también, se pudo tener acceso a un ritual referido a elemen- tos identitarios reproducido en sesiones sabatinas por parte de los sujetos estudiados. Este ritual de afianzamiento colectivo de la identidad, tiene lugar en las sesiones o reuniones que cada semana llevan a cabo los barristas. Estas reuniones son iniciadas con cantos del grupo, dirigidas por una persona (que en este caso era el líder del gru- po). En estos cantos se puede percibir una sensación de reproducción de una idea, de un fundamento casi inexpugnable; en otras palabras, un barrista debe saberse este canto para decirle al grupo que es parte de este, que soy un nosotros. Los jóvenes cantan y por medio del canto se sienten partícipes de la barra; en síntesis, es todo un rito iniciatorio de afianzamiento de la colectividad. También, durante el proceso observativo se pudo distinguir que los jóvenes, con su vestimenta, se identifican con los colores del club Saprissa; es decir, parte de ese ser nosotros es identificarse estéticamente con un distintivo particular de la ultra morada. La camisetas, los logos y demás objetos suntuarios (como símbolos), recrean una ple- na identificación con este colectivo juvenil. El ultra se viste como tal y por ende pre- dominan los colores morado y blanco, con las iniciales de la Ultra Morada (UM.). Estos jóvenes reproducen una imagen, una imagen que aprisionan y que descar- gan por medio de distintas manifestaciones socioculturales, como lo son estos cantos, el ropaje y por supuesto, el mar de símbolos (que no se analizarán para este estudio.). 10 Esto se pudo constatar a partir de la observación realizada en algunos encuentros futbolísticos. En la grada se siente la emoción, la adrenalina alcanza niveles inéditos en los jóvenes, quienes se cansan, sudan, sufren, lloran y ríen (una especie de desorden creador en palabras de Balandier) todo esto en apoyo al equipo. 51 “La barra ha sido, como... como... un medio para que los jóvenes eh... se sien- tan partícipes de algo, verdad, y la barra en ese sentido, o sea la barra no te pide ningún requisito para entrar, o sea no ocupas ningún requisito, eh... o sea nosotros sentimos que a la juventud le faltan muchos espacios donde involucrar- se” (“Carlos”, 22-11-03.) Pareciera ser que la idea de espacio social o de socialización toma fuerza. Un es- pacio donde los jóvenes tienen la oportunidad de ingresar y de expresarse libremen- te; es decir, en apariencia, en estos colectivos juveniles no se dan procesos de exclu- sión como sí ocurre con otros tipos de identidad; en otras palabras, esa formulación conceptual exclusiva de la que parte la construcción y reproducción de identidades, no se manifiesta de manera interna en este movimiento; sin embargo, cuando se trata del Otro, la cosa cambia: Yo he hablado con dirigentes de la “12” y dirigentes de la “garra” y ellos lo que quieren es ser, como tipo barra brava, tipo argentino y nosotros no, no que- remos eso, por ejemplo, una barra brava no se mezcla con la directiva, noso- tros sí. La diferencia con ellos es la visión, el querer hacer las cosas eh... dife- rente mae, por eso somos la barra más grande de Concacaf (Mao, 26-11-03.) La diferencia es la organización y la ideología... si nosotros hemos crecido cuatro veces más, otras barras han ganado campeonatos, eh... y no han podido crecer y siguen siendo los mismos (“Carlos”, 22-11-03.) De estas citas se pueden identificar varios elementos. Primero, algo básico en la formación de identidades: la diferenciación con el Otro, somos todo lo bueno que el Otro no puede ser; es decir, la negación de los Otros, por medio de esto se confirma la identificación con algo (la agrupación) que en “esencia” es diferente a los movi- mientos que se generan alrededor de otros equipos futbolísticos. Segundo, y también por medio de la observación, tenía la idea de que la agrupa- ción estaba totalmente desinstitucionalizada; es decir, no había influencia de alguna organización adulta, ni siquiera de la administración del Deportivo Saprissa. Sin em- bargo, al escuchar a los entrevistados, pude convencerme que la influencia de la ins- titución (Saprissa) como un órgano que simboliza lo formal y lo adulto, es evidente. Para decirlo en otros términos, el hecho de que la ultra morada reciba ayudas econó- micas, por ejemplo, entradas al estadio rebajadas o, bien, el hecho de comunicarse pe- riódicamente con la administración del Deportivo Saprissa (como lo expresaron los 52 dos informantes), sugiere una intermediación entre el colectivo juvenil y un órgano meramente adulto, sin embargo, no puedo decir que la injerencia del Deportivo Sa- prissa como institución adulta sea palpable en el comportamiento del colectivo; esto, porque, cuando se suscita un hecho de violencia en el que se inculpa al colectivo, los dirigentes del Saprissa expresan, por medio de la prensa, que los actos realizados por la ultra son responsabilidad de la ultra enteramente y que el Saprissa no tiene respon- sabilidad de esos actos11. Otro aspecto rescatable es que en este colectivo juvenil se perciben, de manera concreta, manifestaciones de solidaridad tanto a nivel interno como externo: El objetivo principal, diay, es el que ha sido siempre... apoyar al equipo, pero ahora estamos pensando en muchos objetivos a nivel social para los mucha- chos que vienen a la barra, como buscarles capacitaciones... en aspectos recreativos también... eh... nosotros nos preocupamos, hasta donde podemos, de rescatarlos de eso (drogas, alcoholismo, etc.) y también enseñarles algo... verdad... como los que van mal en el cole... Ahora estamos pensando en hacer algo para la teletón y ahora como hay plata, estamos pensando en un proyec- to que tenemos hace como seis años que se llama, eh... la navidad morada que... que era juntar regalos y llevarlos a un hospicio o una cuestión así... aho- ra la misma prensa ve que, que es un ideal diferente el que tiene la dirigencia de la barra, ya no se busca violencia, se buscan otras cosas más importantes... más ambiciosas. (“Carlos”, 22-11-03.). Tal parece que este colectivo juvenil ha tomado un giro importante en el proce- so de construcción como tal; antes, una aglomeración de jóvenes encauzados hacia un único fin: el apoyo al equipo Saprissa; hoy, jóvenes con otros objetivos de orden so- cial y de ayuda, y casi de resarcimiento por conductas violentas pasadas y presentes, que intentan subsanar por medio de labores sociales y de beneficencia. Estas ideas son transmitidas a cada joven que ingresa en la barra (según me comentaba “Mao”), por parte de los dirigentes, la no violencia, los objetivos sociales, etc., lo cual va ha- ciendo que se internalice una idea propia en el colectivo, creándose una conciencia de grupo, una especie de mutualismo. 11 Esta apreciación fue posible escucharla en uno de los principales medios de comunicación de nuestro país, y la declaración es del actual Gerente General del Deportivo Saprissa. 53 La sola presencia en los medios de comunicación masiva, independientemente de si la noticia es positiva o negativa para sus aspiraciones, hace que sean identifica- dos por los demás (la sociedad) y que ellos mismos se identifiquen con ese corpus que los universaliza; universaliza en el sentido de que les da un nombre colectivo por medio del cual logran salir del anonimato: La barra es como la vida de uno, o sea, como le digo, ahí están mis amigos. En la barra yo crecí como persona, por... o sea por o sea, mucha gente no cree, pe- ro si yo no hubiera estado en la barra yo no hubiera tenido la visión que tengo ahora. Para algunos es la vida, religión o nada... para otros es hasta medio, pa- ra buscar que mal hacen, pero para los que nos importa la ultra, la ultra es algo importante en nuestra vida, que significa muchos sentimientos y emociones que no encontrás en otras partes... es como mi segunda familia. (“Carlos”, 22-11-03.) Después de Dios y mi familia, es todo, mae... si... es que son como cuatro años ahí, entonces uno empieza a sentir afecto por la gente y todo mae... (Mao, 26- 11-03.) En estas palabras se identifica, claramente, una atribución colectiva del comportamiento individual; es decir, soy lo que soy, gracias al colectivo, mi visión es la que es, gracias a la influencia de la agrupación en mi persona. También, a lo largo del discurso de los jóvenes, se advierte una característica im- portante en el proceso de aprehensión y consolidación de la identidad: la autoadscrip- ción; es decir, el sentirse perteneciente a la ultra morada, pero sobre todo identificar- se y ser identificado como tal, como un ultra más. Esto, por cuanto han adoptado el comportamiento cultural de la barra que los distingue y los hace ser. A MANERA DE CONCLUSIÓN En esta agrupación se presentan comportamientos característicos de un colecti- vo juvenil (como lo conceptualicé en el apartado teórico): el joven confía su imagen a la agrupación; es decir, por medio de la ultra, este tiene la posibilidad de aprehen- der un sinfín de elementos que lo van a caracterizar y lo van a identificar, además, en la ultra el joven sale del anonimato y se proyecta colectivamente, creando un sentido de pertenencia y una conciencia de grupo a partir de una ideología específica (en es- te caso barrista) y sobre todo, tiene la posibilidad (el joven) de diferenciarse de los de- más; es decir, tiene la oportunidad, de la negación del Otro, de sentirse partícipe de algo que las otras agrupaciones juveniles no son; y por último, existen manifestacio- nes de solidaridad al interior de estos movimientos. 54 Queda claro también que la emotividad es un factor determinante en la movili- zación y conformación de estos colectivos juveniles. Estos movimientos obedecen a una lógica pasional que hacen posible su consolidación en el mapa sociocultural; en otras palabras, estos grupos se rigen por un principio hedónico-emotivo, es decir, que el motor de este colectivo, es la eventual experimentación de placer que genera estar con un grupo de homólogos apoyando, gritando, cantando, insultando, etc., en las gra- das y espacios periféricos al estadio. En estos movimientos, el individuo queda opacado, para dar paso a la preeminencia de un sujeto colectivo que se afianza en el magma confuso del grupo. Con esto quiero de- cir que la visión individualista se difumina, se pierde y se desintegra, dando lugar a inte- reses colectivos, que están por encima del individuo: lo que más arriba llamo, en palabras de Maffesoli, la Orgia, lo cual comporta un elemento trascendental en la construcción de este colectivo juvenil. La identidad de este grupo remite a la pertenencia declarada al colectivo juvenil; es decir, a ese algo que los particulariza y a la vez los universaliza. Esta contradicción ontológica en la ultra morada se resuelve de la siguiente ma- nera: particulariza a los barristas en el tanto que demuestran rasgos que les son esen- ciales; es decir, que no se va a presentar en ninguna otra barra futbolística del país, y los universaliza cuando estos rasgos inherentes los ubican en cierto punto del espacio y tiempo nacional y los hace sobresalir como portadores de una tradición sociocultu- ral diferente. De esta manera, la identidad de estos jóvenes está constituida por infinidad de elementos que los hacen ser, que los identifican y que, sobre todo, los ubican en el mapa cambiante, fluctuante e inexorable de las culturas contemporáneas. 55 BIBLIOGRAFÍA Alabarces, Pablo, comp. Futbologías. Fútbol Identidad y Violencia en América Central. Buenos Aires: Clacso, 2003. Anderson, Benedict. 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