Revista Humanidades, Vol. 1, pp. 1-13 / ISSN: 2215-3934 Universidad de Costa Rica, 2011 Recibido: 28-IX -2011 /Aceptado: 08-XI -2011 ENTRE DOS OLIVOS O HISTORIA DE UNA FLOR AGÓNICA QUE ESPERA A UN HÉROE Leda Cavallini Solano: Magíster en Literatura y Artes Escénicas. Profesora Catedrática de la Universidad de Costa Rica (leda.cavallini@ucr.ac.cr). Leda Díaz Mondragón: Licenciada, profesora Asociada en la Sección de Comunicación y Lenguaje de la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica (ledadimon@hotmail.com). Resumen Las autoras conmemoran el deceso de José Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998, fallecido el 18 de junio de 2010. Rinden homenaje al narrador mediante una interpretación de su poética aplicada a la literatura infanto-juvenil,específicamente a su texto: La flor más grande del mundo. Con el artículo las autoras desean compartir con los lectores el deseo que manifestara Saramago sobre cómo recuperar en la adultez la sabiduría inefable de la infancia. Palabras clave: Literatura portuguesa, Saramago José, memoria, crítica literaria. Abstract The authors make a remembrance of the recent decease of José Saramago, Nobel Prize in Literature 1998, died on June 18, 2010. They pay tribute to the narrator through an interpretation of his poetics applied to children's literature, from the Saramago's statement in the sense to recover the ineffable wisdom of children. Key words: Portuguese literature, Saramago José, memory, literary criticism. 2 Leda Cavallini Solano y Leda Díaz Mondragón En el corazón, quizá, o más exacto: Una herida rasgada con navaja, Por donde se va la vida mal gastada, Con total conciencia nos apuñala, El desear, el querer, el no bastar, Equivocada búsqueda de la razón Que el azar de ser nos justifique, Es eso lo que duele, quizá en el corazón. José Saramago. Poesía Completa A NUESTRO CORAZÓN QUIZÁ, LLAMA IMPRECISA SU MEMORIA... Junio, dieciocho, doce mediodía, año dos mil diez; muere en la Isla Canaria de Lanzarote el contador de historias, José Saramago, padre de Blimunda Sietelunas y Baltasar Sietesoles quienes pensaron que era posible viajar en una passarola y habitar el país donde cuelgan las estrellas del éter. No sé por qué, al saber de su muerte insistimos en negar su finitud pero leemos: "... antes de una parte de sus cenizas se depositarán en su pueblo natal, Azinhaga, en Portugal, y otra parte se enterrará junto a un olivo en su casa de Lanzarote..." (La Vanguardia 2010, noticias, cultura). Tercamente pensamos: es muerte de papel, construcción de palabras, ironía, simple broma… Pero no, ahí está la noticia dándole vuelta al planeta; por la televisión y la radio. Vendiéndose en los titulares de diarios y revistas… Las imágenes sobre el autor se suceden una tras otra, en ese juego interminable de las redes sociales que interactúan para informar acerca del protocolo correspondiente a sus exequias... Nos detenemos en lo que Laura Restrepo externó: "Las novelas de José Saramago contienen el ADN de lo humano, su huella digital, el rastro de su sangre". Refiriéndose, probablemente, al humanista por antonomasia que fue el autor. Eso lo habíamos leído en algún periódico o tal vez en un reportaje, en la contra-tapa de alguna revista pero ahora no lo recordamos. Y es justo en esta cavilación que atendemos la llamada imprecisa de nuestra MEMORIA, así con mayúscula, por el peso que da el compromiso o la osadía de querer escribir algunas líneas en memoria de José Saramago, escritor profundamente humano. Recreamos la imagen de la ilustración del autor que aparece en el lienzo sin caballete de su relato: La flor más grande del mundo. Lo encontramos, ahí, dedicado a su práctica como oficio de artista caminante. Oficio, además, con el cual ha sido capaz de prestarle alas de imaginación a sus innumerables lectores mientras rompe fronteras para que atravesemos con él los estrechos pasillos de la HISTORIA DEL CERCO DE LISBOA o los innumerables archivos en TODOS Entre dos olivos o historia de una flor agónica que espera a un héroe 3 LOS NOMBRES. Pero no es sino en las PEQUEÑAS MEMORIAS que regresamos nuevamente a: "... esa pobre y rústica aldea con su frontera rumorosa de agua y de verdes, con sus casas bajas rodeadas del gris plateado de los olivares (...) cuna donde se completó su gestación, la bolsa donde el pequeño marsupial se recogió para hacer de su persona, en lo bueno y tal vez en lo malo, lo que solo ella misma, callada, secreta, solitaria, podría ser hecha ... " (Saramago/ 2007:13). Una aldea, secreta, solitaria y callada, plena de una naturaleza que lo acoge como útero fecundo del espacio social. Tal vez por eso, reflexionamos, el NIÑO de su historia vive en una aldea e invita al lector si no lo sabe a buscar el término en un diccionario o a que un adulto se lo aclare. Desde su adultez, en la estructura del relato que ahora escribe Saramago, el ilustrador lo imagina recomponiendo los hilos de su memoria, enlazando recuerdos y vivencias, no de cualquier manera, sino bajo un dictado moral inclaudicable: "... He intentado no hacer nada en la vida que avergonzara al niño que fui..." (Saramago/2007/16). JOSÉ SARAMAGO, HOMBRE UNIVERSAL, a quien observamos en el presente, negándose al destacado que intentamos ponerle, porque cada una de sus obras, desde nuestro punto de vista, está subrayada y anotada en el viaje donde de acuerdo con su MEMORIAL DEL CONVENTO: " ... el mundo reúne en el mismo lugar el gran placer y el gran dolor, el buen olor de los humanos sanos y la podredumbre fétida de la herida gangrenada y donde para inventar cielo e infierno solo sería necesario conocer el cuerpo humano ... " (Saramago/1982/315) No sabemos de acuerdo con su novela si el ser humano tenga esa capacidad de ver en su propio cuerpo al mundo. Lo cierto es que no pudo, no podía y no quería ir por la vida sin dialogar, quedamente algunas veces, y a gritos otras, con el niño que guardaba fusionado al alma, porque por encima de cualquier vanidad, propia de la que estimula el mercado en nuestro tiempo, estaba el no defraudarse a sí mismo, ni en sus principios ni en sus convicciones. Así lo enuncia: "... Cuando decidí escribir, lo hice porque me pareció que podía valer la pena, pero nunca lo hice pensando en el reconocimiento, en que algún día me darían el premio Nobel. Yo uso la literatura para decir qué es lo que siento, qué es lo que pienso, cómo veo al hombre y la vida... " (La Vanguardia, 2003: 5); y así fue coherente hasta el último de sus días: " ... esto de ser premio Nobel es un poco como ser MISS UNIVERSO: mientras no llega el próximo Nobel de la Literatura hay que moverse mucho. Estoy deseando que esto acabe... " (La Vanguardia, 2003: 6). No nos resultó ajena la nota de humor que ahora transcribimos cuando Saramago, al responderle a una periodista, insistió en llenar con su picardía, fresca y joven la entrevista concedida, mientras hacía mofa de sí mismo. Por eso la transcribimos. 4 Leda Cavallini Solano y Leda Díaz Mondragón De aquel episodio regresamos al dilema: en qué punto del camino, o en qué encrucijada nos dejó el autor para que asumiéramos la tarea de recorrer una vez más las páginas de sus textos y entonces nos sobrecoge una suerte de orfandad, ahora que resolvió dormirse sin el apremio del hoy... ahora que, Saramago resolvió llamar a nuestro corazón para que volvamos a su memoria... Luego proseguimos... Sin duda la vida fluye, a pesar de los vivos y de los muertos, y a partir de la memoria de algunos, retornamos a la visión del mercado donde dicha memoria catapulta las ventas. En el periódico La Nación de hoy veintidós de julio, dos mil diez, leemos: " España ". Líneas abajo, en destacado título: "Tras muerte de Saramago sus libros se venden más ... las editoriales detectaron un incremento en ventas de casi diez veces más en todas las obras publicadas del laureado Nobel ... "; al pie de la nota aparece una fotografía del escritor con una leyenda: "La muerte le trajo más seguidores al escritor José Saramago". Y al repasar la nota periodística, surge más imperiosa la necesidad de llegar a sus páginas. Abandonamos el diario y nos topamos con aquello que años después escribiera Saramago con palabras del adulto que ya era. Al recordar su adolescencia aflora uno de sus entornos más amados: " ... el río de la aldea, en el que se bañó y por donde navegó y que hoy en el presente de su vejez es solo una humilde corriente de agua contaminada y maloliente. Protopoema lo llamó y aquí queda " ... Del ovillo enmarañado de la memoria, de la Oscuridad, de los nudos ciegos, tiro de un hilo que me parece suelto. Lo libero poco a poco, con miedo de que se deshaga entre mis dedos. Es un hilo largo, verde y azul, con olor a cieno, Y tiene la blandura caliente del lodo vivo. Es un río Me corre entre las manos, ahora mojadas Toda el agua… ” (Saramago/2007/17) Saramago quiso aprisionar toda esa agua en un afán desesperado por el tiempo ya ido. Y con dolor lo diría una y muchas veces: “... El niño que fui no vio el paisaje tal como el adulto en el que se convirtió estaría tentado de imaginarlo... " (Saramago/2007/18) A Saramago, sencillamente, le dolía la condición de la Humanidad, le dolía el ser humano, concreto y encarnado. Él, demasiado racional y demasiado sensible al mismo tiempo, no podía dejar de palpitar con el universo y de ver también la mano irracional que destruye todo a un paso. Por tal razón y un poco a marcha forzada fue que tomamos el impulso de ir tras La flor más Entre dos olivos o historia de una flor agónica que espera a un héroe 5 grande del mundo, única dedicada al público infanto-juvenil, quizá en homenaje a ese niño que fue. Además, le debíamos el esfuerzo a quien nos demostró con su historia que los textos para niños hay que escribirlos con palabras sencillas. Recordamos cuánto corrimos y corrimos con su personaje para subir hasta la parte más alta de la colina llevando presurosas lo que cabe en el cuenco de las manos, poniendo la gota vital sobre la naturaleza muerta. Cuántas veces bajamos y subimos como aquel Sísifo que no se da el lujo de desfallecer, ni permite que el destino le paralice y le arranque la posibilidad de calmar la sed de quien agónicamente necesita agua. Nos emocionamos con cada una de las reacciones que provoca en nosotras la máxima de que los niños y niñas, si se lo proponen, puedan realizar tareas enormes. Nos sentimos como esa NIÑA-HEROÍNA toda vez que terminando la lectura, caímos en la cuenta de cómo ese pequeño gran texto fue capaz de llenarnos el alma y cómo continúa emocionándonos aunque haya sido escrito hace poco más de treinta años. Recreamos cuál será nuestro acercamiento y nuestra evocación a la flor-metáfora en la que la humanidad de José Saramago provoca reacciones al dibujar con la escritura, yendo y viniendo caprichosamente, a veces, muy a pesar de quien cree manejar la tecla o gobernar el grafito. " ... Y si las historias para niños fueran de lectura obligatoria para los adultos? ¿Seríamos realmente capaces de aprender lo que desde hace tanto tiempo, venimos enseñando? ... " (2001/contraportada Libro La flor más grande del mundo) Y la pregunta esencial ¿cómo ir tras esa flor?, ¿cómo recorrer el camino para encontrarla?, ¿qué decisiones deben tomarse en los viajes cuando traspasamos nuestras fronteras?, ¿cómo saber si hacemos lo correcto? Es en tal encrucijada, cuando el poeta García Lorca acude a nosotras para respondernos con las palabras que anotara en la POÉTICA de sus obras completas: " ... Pero que voy a decir yo de la poesía? Qué voy a decir de esas nubes, de ese cielo? Mirar, mirar, mirarlas, mirarle y nada más. Comprenderás que un poeta no puede decir nada de la POESÍA. Eso déjaselo a los críticos y a los profesores ni tu ni yo ni ningún poeta sabemos lo que es la POESÍA. Aquí está mira. Yo tengo el fuego en mis manos. 6 Leda Cavallini Solano y Leda Díaz Mondragón Yo lo entiendo y trabajo con él perfectamente, pero no puedo hablar de él sin literatura ... " (García Lorca, 1962/95) Las palabras de Lorca reafirman nuestra posición acerca de que para hablar sobre el fenómeno estético hay que ir más allá del objeto. A propósito de las relaciones entre poética y lingüística, nos explicamos como la POÉTICA se ocupó de los problemas de la estructura lingüística, de la misma forma en que la pintura lo hizo sobre las estructuras pictóricas y que una buena cantidad de los procedimientos estudiados por la POÉTICA no se limitaron al arte del lenguaje. De manera que cavilando sobre lo anterior, concordamos en términos generales con la posición de Cibernus, citado por Holguín y donde anotó como: "... la estética aborda el difícil problema de la belleza y de su relación con los objetos artísticos y de éstos con la naturaleza y el hombre. El término " estética " deriva de la palabra griega " aisthesis ", que significa sensación, conocimiento obtenido a través de la experiencia sensible... " (Holguín, 2008:190). Es así como llega a nosotras el código estético desde el cual escribimos pues nuestro conocimiento y nuestra experiencia sensible nos encaminan a las obras de arte como entidades histórico sociales, es decir productos culturales- humanos que tienen su raíz y origen fundamental (aunque no único) en la expresividad de la voz humana ... " (Adorno, 2000:90). Se refería Adorno al caso de la voz humana como capacidad para el canto y su interpretación, nosotras en cambio lo anotamos en función de la palabra viva, expresa y transmisora de evocación en la que los humanos seres se vuelven mejores seres humanos mientras recorren la vida y toman decisiones justas y oportunas como es el caso del personaje sobre-dimensionado que elabora Saramago. Por eso pensamos que el segundo apartado de este artículo sea... UN TALLO DE FLOR PERDIDO EN EL INFINITO Un relato puede contarse con palabras que construyen imágenes pero también en la maravilla del ilustrador que desde su óptica de vigía conduce la lectura por un viaje de texturas y colores. En un texto sobre literatura infantil y cultura para la niñez, Beatriz Robledo, especifica como: "... la incorporación de la imagen a un tipo de libro, llamado en inglés "picture book", y traducido al castellano como "libro álbum" representa o es síntesis de una historia concebida en un doble lenguaje: el texto literario y la ilustración. Esta modalidad de literatura para niños ha evolucionado hasta el punto de ofrecer obras que involucran la ilustración ya no como un acompañamiento del texto sino como un elemento estructural de significación, es decir, la obra no puede ser leída sólo como texto o sólo como ilustración pues ambos códigos están interconectados para crear significado ... " (Robledo,2004:2). Entre dos olivos o historia de una flor agónica que espera a un héroe 7 Relacionado con lo anterior, además quien se acerque al estudio de los textos destinados a la infancia debe considerar el campo de la niñez que implica la concepción que cada época y grupo social tiene de ella. A partir de lo externado por Robledo, entonces, en el libro álbum: La flor más grande del mundo, el pintor gráfico ha elegido una concepción de imágenes abierta a partir de tres lienzos sin caballete y cerrada con igual número. Pero cómo se interconectan palabras, impresión, colores y otros. Un primerísimo primer plano ubica al NIÑO, mirada al cielo siguiendo un enorme tallo perdido en el infinito. El artista ha elegido para su forma de reescritura, colores tierra, amarillos añejos... ocres...una insinuación de cinta métrica intenta medir lo que no tiene medida mientras algún asomo de verdes conduce a texturas cercanas a óleos y a desdibujados trayectos por los que transita el personaje al ir en su juego. Una pluma fuente en un plano detalle desemboca en la ventana donde el niño mira la aldea, tal vez el mundo y la vida. Hay también un solitario blanco inundando alguna de las páginas y sobre este, con grafía infantil, se nombra la flor más grande del mundo mientras unos ojos tristes aparecen en otra ventana donde un dedo índice acaricia una corola desvaída...Tal imagen se ampliará después para reforzar quizá el asunto del atropello al espacio natural. Reflexionamos: Lo que despierta en las pupilas cada día será un mundo por recuperar... y si así fuera, cómo podemos explicar la elección de imágenes dadas por el ilustrador... Tenemos tres lienzos al inicio y al final, suspendidos en el aire o como parte de un cuadro mayor, con bordes imperfectos, sin caballete, los lienzos forman dos trípticos. En ambos se trabaja la figura, sin ser retrato de José Saramago, en su sitio privado, el del autor que escribe a solas y que intentará un relato para niños y niñas, el cual se narrará entre la última figura del tríptico primero y la primera del segundo, lo que pareciera hablar de una estructura circular. Entre ambos trípticos queda escrita la obra pero también la posibilidad de que el lector escriba un relato mejor. Aquí, volvemos a la lectura de Hanán Díaz, pues: "... más allá de reconocer que existen libros o que hay temas que pueden resultar inestables, importa encontrar formas de trabajar estos libros, afrontarlos y descubrir en ellos una parte de nuestra personalidad, que se disuelve, que se integra y se hace espejo de nuestra humanidad..." (Hanán Díaz,2009:11) Un asomo de nostalgia aparece cuando de alguna manera el anciano no ha dejado dormir al niño que pende en su interior: "...porque los niños al ser pequeños saben pocas palabras (...) me gustaría saber escribir esas historias, pero nunca he sido capaz de aprender, y eso me da mucha pena (…) si yo tuviera esas cualidades podría contar con todo detalle una historia preciosa que un día me inventé, y que así como vais a leerla, no es más que un resumen que se dice en dos 8 Leda Cavallini Solano y Leda Díaz Mondragón palabras ... " (Saramago,2001: 3). Por eso concluimos que para Saramago la escritura es un proceso abierto y sin límites donde la gramática permite mundos con mayúscula y minúscula, letras de narrador y lector, formas nuevas de lectura y visiones donde el arte tenga sentido y sea acorde con las problemáticas mundiales y/o regionales. El reconocido ilustrador portugués Joao Caetano, lleva a escena con sus imágenes de la flor más grande del mundo no sólo al héroe de la narración sino al creador de la historia cuando lo incorpora como otro ser contado o contenido en las líneas de lo épico. Los ojos de quien lee se apropian de la humanidad del escritor a medida que se bosquejan y recomponen el espacio del escritor, con espejuelillos de viejo en la punta de la nariz y gruesas cejas blancas, donde priva la máxima de que no hay ritual extinto para reavivar los sueños, de que no es antojadizo el movimiento de la conciencia cuando se trata de desatar el nudo de la memoria. Y es con esta sensación que se recupera la posibilidad de reinventar la historia a partir de otras memorias: la del autor, la del ilustrador y la del perceptor con sus innumerables transacciones de lectura. Es como si la inspiración llegara desde fuera y se apropiara del adentro, del alma que por conocimiento de la técnica permite la construcción de historias con un Saramago demiurgo que se impone auto-crear, auto-desdoblarse pero apoyado aún en una tradición clásica que no deja de lado los habitantes del mundo feérico, como vestigio de una infancia ya ida. El lugar del creador está poblado de figurillas de magia, de planos detalle donde las hadas, los duendes y los geniecillos aún tienen lugar donde acomodarse para ir tras la suerte del que viaja en un tobogán ¿máquina del tiempo quizá? por la que podríamos lanzarnos para desandar lo andado. Así que andemos, leamos nuevamente los códigos, evoquemos... La historia del mundo: crear, destruir o cuál es la flor agónica que espera un HÉROE. "...hoy, precisamente porque estoy sentado ante este papel, sé que mis trabajos sólo ahora empiezan... (Saramago 2004:17) Cuando el artista dibujado en MANUAL DE PINTURA Y CALIGRAFIA externaba en la novela el sentimiento que provoca el inicio de un nuevo cuadro, no se imaginaba Saramago que pocos meses después de su muerte, alguien retomaría su texto de la página diecisiete para compartir la certidumbre de la creación artística pero, ahora aplicada a una lectura de su texto para niños: La flor más grande del mundo. Quizá por acceder a él por el código literario, su lenguaje nos permite viajar al espacio donde el encuentro entre lector y escritor es más íntimo. Por eso es que las palabras concurren a nosotros para ofrecérsenos diáfanas y permiten la entrada a un mundo donde la tradición clásica pone de manifiesto el contacto con aquella Poética heredada desde Aristóteles. Poética que vislumbra la reminiscencia del modelo teatral pautado para la tragedia. Queremos decir que la obra se acerca a la concepción de un héroe clásico pero anclado en valores de la modernidad. Entre dos olivos o historia de una flor agónica que espera a un héroe 9 Fue en aquella época donde la acción dramática inscribía a los personajes nobles y a sus actos tendientes a producir en el espectador TERROR y COMPASIÓN. Sin embargo, no se alude en este caso, a las peripecias de un Prometeo o un Edipo, tampoco a las de una Antígona o un Pélida Aquiles. La metáfora, por el contrario retrotrae al lector para que acompañe a un NIÑO- HÉROE en su recorrido por el mundo; sin dar cabida a la presencia de grandilocuentes parlamentos, pues el personaje, objeto del discurso, nunca habla: "... Se tomó el niño el trabajo de subir la ladera, y cuando llegó a la cima, ¿qué vio? Ni la suerte ni la muerte, ni las tablas del destino...Era sólo una flor. Pero tan decaída, tan marchita, que el niño se le acercó, pese al cansancio. Y como este niño es especial, como es un niño de cuento, pensó que tenía que salvar la flor. Pero ¿qué hacemos con el agua? Allí, en lo alto, ni una gota. Abajo, sólo en el río, y ¡estaba tan lejos!... No importa... " (Saramago, 2001:15). De tal posición parte el creador para situar su acción dramática. No hay metábasis complicadas, lo único difícil es notar como los zapatos quedan perdidos en el trance del ir y venir mientras se sube y baja la montaña. El conflicto aflora cuando se toma una decisión que conlleva a la hazaña y al ser realizada, el niño está cansado y tiene sueño. Entonces se duerme al cobijo y abrigo de una hoja arcoíris que ha nacido del tallo amoroso de una flor recuperada. Diría Castoriadis que: "... la pregunta qué es el hombre, no está explícitamente formulada como sería el caso en un texto filosófico, sino que se deduce la respuesta brindada extensamente y que tal antropogenia es mítica, en el sentido profundo y filosófico del término, ya que responde a la pregunta sobre el hombre trayéndolo a su origen y presentando un relato donde el hombre es lo que es porque antaño, en tiempos remotos (más allá de toda confirmación o refutación empírica posible) ocurrió algo que sobrepasa nuestra experiencia habitual. Los hombres se deben a un ser sobrehumano..." (Castoriadis, 2002:15). Retomamos la afirmación y vemos que el NIÑO de la historia puede catalogarse a partir de las palabras anteriores como SOBREHUMANO pues abre su teatro del mundo... para conducir sus peripecias... hacia la puerta de la imaginación resguardada en el desdoble del cuento que no se escribió pero que es posible escribir. En este punto, inevitablemente, concurre otro discurso poético de Saramago y coincidente con la propuesta de que hay tareas imposibles que pueden emprenderse: " ...tú para qué quieres un barco, si puede saberse, fue lo que el rey preguntó cuando finalmente se dio por instalado con sufrible comodidad en la silla de la mujer de la limpieza, Para buscar la isla desconocida, respondió el hombre, Qué isla desconocida, preguntó el rey, disimulando la risa, como si estuviese frente a un loco de atar, de los que tienen manías de navegaciones, a quien no sería bueno contrariar así de entrada, La isla 10 Leda Cavallini Solano y Leda Díaz Mondragón desconocida, repitió el hombre, Hombre ya no hay islas desconocidas, Quién te ha dicho, rey, que ya no hay islas desconocidas, Están todas en los mapas, En los mapas están sólo las conocidas, Y qué isla desconocida es esa que tú buscas, Si te lo pudiese decir, entonces no sería desconocida, A quién has oído hablar de ella, preguntó el rey, ahora más serio, A nadie, En ese caso por qué te empeñas en decir que ella existe, simplemente porque es imposible que no exista una isla desconocida..." (Saramago, 1998: 14-15) Y el hombre mereció su barco y fue en pos de la Isla Desconocida, con la mujer que pasó por la puerta de las decisiones y navegaron hacia la búsqueda... Probablemente, quien haya leído con detenimiento el relato, concluirá la historia haciéndose a la mar con los viajeros en una empatía de esperanza que los llevará con bien. Alguno se preguntara qué sentido tiene recoger los imposibles y podríamos contestar que la puerta queda abierta para las utopías. Para el caso del NIÑO- HÉROE, en cambio la tarea queda concluida pues él la ha realizado en procura de servirnos como ejemplo vivo: "... A este niño lo llevaron a casa, rodeado de todo el respeto, como obra de milagro. Cuando luego pasaba por las calles, las personas decían que había salido de casa para hacer una cosa que era mucho mayor que su tamaño y que todos los tamaños. Y ésa es la moraleja de la historia..." (Saramago/1991: 22-24). No obstante, resulta conveniente el anotar como "en los clásicos, el momento de máxima tensión espiritual de un personaje se presenta en el lamento donde la cualidad sonora y el poder de las imágenes lograba su máxima altura... hasta encontrar el poder de expresar el dolor del personaje" (Garrido, 1972:60). En el relato el lenguaje clásico adopta una nueva condición y trasciende su lectura a un tiempo y un contexto haciendo que la historia se convierta en un: "... auto despliegue de la sociedad a través del tiempo, pero este tiempo es, en sus características esenciales una creación de la sociedad, simultáneamente un tiempo histórico y, además, en el caso particular, el tiempo de esta sociedad particular, sus articulaciones significativas, sus anclajes, sus proyectos, sus promesas...del mismo modo, existe un auto despliegue de la sociedad en el espacio entendido como creación de una multidimensionalidad natural y social..." (Castoriadis, 2002:260) Desde tal perspectiva, entonces no sólo hay que ubicar la historia y su posible "moraleja" a propósito del ser humano y sus atributos sino que hay que poner atención en lo que dice la propuesta estética donde un HÉROE, aún en el tiempo global goza de valor, nobleza y justicia y va al encuentro de la sofrosine como equilibrio vital de la especie humana. Otro podría preguntar si la búsqueda de lo irracional o lo imposible lleva al conocimiento y para el caso que nos ocupa el conocimiento estaría dado cuando durante la vida los seres humanos toman decisiones y aplican su libre albedrío. Entre dos olivos o historia de una flor agónica que espera a un héroe 11 Un cuento narrado en una estética posmoderna alude al concepto de "moraleja", tan trabajado en una literatura sin modernidad donde la tradición pautaba para los objetos artísticos una relación directa con el uso de las buenas costumbres. No obstante, tal condición de moraleja, ahora elevada a la de humanidad superior, no parece corresponder con el trasnochado esquema que educaba a los infantes para corregir y enderezar los vicios heredados en sociedad; de manera que Saramago da vuelta al sistema para que el niño se apropie también de su humanidad. Por ejemplo, Beardsley y Hospers, insisten en que cuando se contempla: "estéticamente una obra de arte o la naturaleza, nos fijamos sólo en las relaciones internas, es decir, en el objeto estético y sus propiedades; y no en su relación con nosotros mismos, ni siquiera en su relación con el artista creador de él o con nuestro conocimiento de la cultura de donde brota… ” (Beardsley y Hospers, 1997: 102). De manera que el estado estético supone desde este punto de vista una concentración intensa y completa y a partir de la cual la flor más grande del mundo referida al conjunto del paisaje mundial establece íntima afinidad con la institución imaginaria de su espacio socio- histórico. En términos generales, el planeta y su naturaleza agonizante son el producto de las "relaciones agresivas" que el ser humano ha ejercido con violencia. Y dicha violencia centraría "su origen en los desajustes económicos de las sociedades no equitativas donde el carburante que iría nutriendo de manera perenne el ciclo violento sería, en definitiva, la imitación de estilos agresivos que tienen una presencia manifiesta para mantener el statu quo social." (Tobeña, 2003: 36) La situación de violencia y destrucción latente y permanente constituye el escenario por donde inicia su historia el niño, aunque se evoque una aldea. El tema del viaje implica conocimiento pero en su recorrido el HÉROE va de un contexto privado personal a uno público. Pasa de una naturaleza pródiga, llena de setos, con claros tranquilos, con tallos frescos llenos de calor vegetal hacia una árida y muerta sin rastros de personas ni animales, de lo vivo a lo sangrante de resequedad. El panorama no puede ser más violento: del huerto como espacio mágico que desaparece y donde sólo queda una flor que nadie toma en cuenta. La visión salvadora está abajo, en la profundidad del agua que refresca y da vida. El recorrido y la experiencia del conocimiento se dimensionan pues a pesar de nombrar puntos geográficos específicos como el río Nilo, también las fronteras son interespaciales: van de la Tierra a la Luna o hasta el planeta Marte, en un efecto fantástico propio de la literatura de ciencia ficción. Así desciende el telón, hemos asistido a la tragedia o a la posibilidad de la esperanza que todavía no llega. Saramago creador escribe para los niños y niñas un texto simple, con palabras sencillas porque al disfrutar de la infancia se conocen pocas y no muy complicadas... 12 Leda Cavallini Solano y Leda Díaz Mondragón Quisimos desenmarañar nuestra memoria a propósito de la suya pero al igual que él consideramos que: "¿quién me dice que un día no leeré otra vez esta historia, escrita por ti que me lees, pero mucho más bonita?..." (Saramago, 1991: fin de su relato y fin del nuestro). REFERENCIAS Adorno, T. (2000). Sobre la música. Barcelona: Paidós. Beardsley, M. y Hospers,J. (1997). Estética. Historia y fundamentos. Madrid: Cátedra. Carvajal Villaplana, A. (2004). "Los orígenes de la violencia según Freud y Russel". Senderos, 383-423. Castoriadis, C. (2002). Figuras de lo pensable. México: Fondo de Cultura Económica. Diez, L. M. (2001). "Saramago, primera novela después del Nobel. Qué Leer", año 5, número 52, 34-37. Garrido, J. (1972). La imagen teatral. San José: Editorial Costa Rica. 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