UNIVERSIDAD DE COSTA RICA SISTEMA DE ESTUDIOS DE POSGRADO MEMORIAS DE SUBVERSIÓN: CUATRO TESTIMONIOS DE JUVENTUD Y RADICALIZACIÓN POLÍTICA EN COSTA RICA DURANTE LAS DÉCADAS DE 1970 Y 1980 Tesis sometida a la consideración de la Comisión del Programa de Estudios de Posgrado en Antropología para optar por el grado y título de Maestría Académica en Antropología KEVIN ALBERTO BRENES VALVERDE Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, Costa Rica 2022 ii Agradecimientos A mediados del año 2017, mientras tomábamos un café, le comenté al profesor Mario Zúñiga Núñez, que tenía interés en colaborar en su proyecto de investigación “Biografía y violencia: los conflictos armados centroamericanos desde sus protagonistas”. Para ese entonces yo estaba en el último año del Bachillerato en Antropología y tenía poca claridad sobre lo que vendría después de obtener mi título. Luego de preguntarme sobre el porqué de mi interés en participar en su proyecto, me comentó sobre la posibilidad de mi ingreso a la maestría para el año 2018; dentro de lo cual, el aporte a su proyecto podría vincularse con el desarrollo de una tesis que abordara una temática afín al mismo. Desde ese momento comenzó a construirse el proyecto de Trabajo Final de Graduación que se presenta a través de estas páginas. Sin embargo, mi vinculación con el proyecto de investigación de mi profesor, fue a la vez la vinculación con un fraternal y comprometido equipo de trabajo, sin el cual la realización de esta tesis no hubiera sido posible; por tanto debo agradecer profundamente a Melissa, Isabel y María. Y sobre todo a Mario, por creer en mí, por creer en este trabajo, por brindarme su acompañamiento durante todo el proceso, por sus exhaustivas revisiones, por su calidez y sobre todo, por insistir en que “las vacas no son como son, son como queramos pintarlas”. También, los primeros pasos en este proceso estuvieron acompañados por el profesor Marcos Guevara Berger, quien impartió el curso “Taller de diseño de iii investigación” durante el último semestre del Bachillerato, donde tuvo lugar el anteproyecto que devino en esta tesis. Pero, además, Marcos fue un pilar fundamental en mi formación como Antropólogo, tanto en el Bachillerato como en la Maestría. Por tanto, agradezco a Marcos por compartir con sus estudiantes sus vastos conocimientos, y sobre todo, por educar desde la sensibilidad, la empatía y el compromiso para con la gente. Por eso y más, esta tesis está dedicada a su memoria. Durante el proceso, también tuve la dicha de conocer a otras y otros colegas, con quienes pude compartir mis ideas e inquietudes sobre este trabajo, a la vez que pude recibir sus impresiones y aportes constantes. En ese sentido, agradezco a Natasha, Mario, Valeria, Carol y el resto de las personas que conforman dicho espacio de discusión académica, pero sobre todo de camaradería y amistad. También agradezco profundamente a Onésimo Rodríguez Aguilar y Andrés León Araya, por su apoyo, disposición y compromiso para que este trabajo se llevara a cabo, así como también por sus revisiones y sugerencias. A la vez, agradezco a Keilyn Rodríguez Sánchez por su apoyo desde lo administrativo, por su trato amable y por el seguimiento personalizado de este proceso. Ahora bien, más allá del espacio académico, esta tesis fue posible también gracias al apoyo y la contención por parte de mi familia, tanto desde la dimensión económica como desde la afectiva. Por ello agradezco de sobre manera a mis padres, por siempre asegurar mi locomoción, alimentación y materiales didácticos. A ellos y a iv mi hermano, les agradezco también por su alta tolerancia en los momentos de mayor tensión durante este proceso. A su vez, esta tesis no hubiera sido posible sin el apoyo incondicional de Allison, quien nunca dudó en brindarme su aporte en lo que fuera necesario para lograr concluir este proceso. Gracias por las palabras de aliento, por la motivación, por la paciencia, por las sonrisas y el cariño. A ella y a su familia; muchas gracias. Por último, debo agradecer profundamente a las cuatro personas protagonistas de estas páginas, por su disposición, entusiasmo y confianza para compartirme sus vidas, experiencias, luchas y sueños. A Osvaldo, Victoria, Felipe y Marcela; muchas gracias. A todas las personas que estuvieron ahí durante este proceso, “gracias totales”. vi Tabla de contenidos Portada…….………………………………………………………………………………..i Agradecimientos ...................................................................................................... ii Hoja de aprobación………………………………………………………………………..v Tabla de contenidos ................................................................................................ vi Resumen ................................................................................................................. ix Lista de cuadros ....................................................................................................... x Lista de ilustraciones ................................................................................................ x Lista de abreviaturas ............................................................................................... xi Capítulo Introductorio ............................................................................................... 1 1. Introducción ..................................................................................................... 1 1.1 Tema ................................................................................................................. 1 1.2 Justificación....................................................................................................... 5 2. Pregunta de investigación ................................................................................ 7 3. Objetivos .......................................................................................................... 8 3.1 Objetivo General ............................................................................................... 8 3.2 Objetivos Específicos ........................................................................................ 8 4. Estado de la cuestión .......................................................................................... 9 4.1 Los estudios sobre la radicalización política juvenil en América Latina y Centroamérica......................................................................................................... 9 4.2 Los estudios sobre radicalización política juvenil en Costa Rica ..................... 11 4.3 Trabajos de carácter testimonial sobre militancia política de izquierda en Costa Rica ....................................................................................................................... 16 5. Enfoque Teórico............................................................................................. 19 5.1 Memorias ........................................................................................................ 19 5.2 Cultura política y radicalización ....................................................................... 22 5.3 Generación y prácticas de la edad .................................................................. 24 6. Abordaje metodológico .................................................................................. 26 6.1 Discusión epistemológica ................................................................................ 26 6.2 Método y técnicas de investigación ................................................................. 28 vii 6.3 Población y selección de informantes ............................................................. 31 6.4 Análisis de datos ............................................................................................. 36 6.5 Aspectos éticos ............................................................................................... 38 Capítulo I. “Porque a mí se me creó la conciencia” El momento histórico, las personas protagonistas y sus primeros acercamientos a la política ...................... 41 1.1 Contexto histórico centroamericano entre las décadas de 1950 y 1980. ..... 42 1.1.1 La dimensión económica.............................................................................. 42 1.1.2 La dimensión sociopolítica ........................................................................... 45 1.1.3 La dimensión organizativa revolucionaria .................................................... 49 1.1.4 “La nueva izquierda” .................................................................................... 55 1.2 Las personas protagonistas de ese momento histórico y mi acercamiento a ellas ................................................................................................................... 61 1.2.1 Osvaldo ........................................................................................................ 61 1.2.2 Victoria ......................................................................................................... 65 1.2.3 Felipe ........................................................................................................... 67 1.2.4 Marcela ........................................................................................................ 70 1.3 Biografías: Los primeros acercamientos a la política ................................... 71 1.3.1 Referentes familiares ................................................................................... 71 1.3.2 El papel de maestros y grupos de amigos ................................................... 82 1.3.3 La adquisición de la conciencia .................................................................... 86 1.3.4 Liderazgos formativos .................................................................................. 93 1.4 Conclusiones de capítulo ............................................................................. 97 Capítulo lI. “(…) todos queríamos ser como el Che” Radicalización política: La juventud y sus prácticas (décadas de 1970-1980). .............................................. 100 2.1. Los espacios de socialización juvenil.........................................................105 2.2 Los productos culturales juveniles ..............................................................123 2.3 Las acciones políticas subversivas .............................................................134 2.4 Los espacios de formación política .............................................................150 2.5 Conclusiones del capítulo ...........................................................................163 Capítulo III. “Yo con mis 15 años, creía que era posible convertir los ríos en leche y miel” Los nuevos caminos, la lucha y el sentido. ................................................. 167 viii 3.1 Los nuevos caminos ...................................................................................168 3.2 La guerrilla ..................................................................................................188 3.3 El sentido de la lucha ..................................................................................222 3.4 Conclusiones del capítulo ...........................................................................231 4. Conclusiones generales ................................................................................... 234 5. Referencias bibliográficas ................................................................................ 240 6. Anexos ............................................................................................................. 249 1. Guion general de entrevista ..........................................................................249 ix Resumen Este estudio presenta y analiza las memorias de juventud y radicalización política de cuatro personas costarricenses, que durante las décadas de 1970 y 1980, militaron en organizaciones político-militares de izquierda en Costa Rica. Además, en el marco de dicha militancia política, estas personas participaron de manera activa en los conflictos armados centroamericanos, que tuvieron lugar durante finales de la década de 1970 y hasta entrada la década de 1990 en la región. Para ello, este documento dispone de tres capítulos: en el primero se muestran algunas características de la región centroamericana durante la segunda mitad del siglo XX, centrándose en el plano de lo económico y lo socio-político. También se analiza, partiendo de los testimonios de cuatro personas protagonistas de esa época, su vivencia de ese momento histórico y sus primeros vínculos con la política. No sin antes mencionar, algunos aspectos relacionados con mi acercamiento a esas cuatro personas y a sus testimonios. Lo anterior con el objetivo de entender de qué manera, ese momento histórico particular impactó en la constitución de la subjetividad de las personas jóvenes que lo vivieron y cuáles fueron las respuestas generacionales hacia dicha época. Posteriormente en el segundo capítulo se analiza el proceso de radicalización política de esas cuatro personas, desde una perspectiva antropológica que pone en dialogo sus significados de juventud y la época en la cual dichos significados de juventud se pusieron en práctica, demarcando los contornos de esa generación. Esto con el objetivo de entender el proceso que hizo posible el tránsito desde la urgencia transformadora de lo social, hacia la praxis política y la adscripción a organizaciones político-militares de izquierda. Por último en el tercer capítulo, se analiza como los procesos de radicalización política de izquierda durante las décadas de 1970 y 1980, que fueron abordados en los capítulos I y II, contribuyeron a la conformación de una “cultura política”, como marco de referencia identitaria dentro del cual muchas personas jóvenes, entre ellas nuestras informantes, fueron socializadas. Influyendo esto de manera directa en su toma de decisiones y concretizándose a través de prácticas específicas, como la lucha armada revolucionaria, a la vez que dotando de sentido subjetivo dichas prácticas. x Lista de cuadros Cuadro I. Descripción general de las personas informantes…………………..…….34 Lista de ilustraciones Imagen 1. Caricatura de Hugo Díaz en el Semanario Pueblo, 1973………..………74 Imagen 2. Fotografía de actividad política del PVP en 1972, en la que aparece Felipe siendo un niño, junto a miembros de su familia……………………………..…78 Imagen 3. Fotografía de Ernesto “Che” Guevara……………………………………107 Imagen 4. Certificado de notas de Felipe tras su estancia en la Escuela de Cuadros Julio Antonio Mella, La Habana……………………………………………………..…157 Imagen 5. Victoria en la zona norte de Nicaragua, 1984……………………...........200 Imagen 6. Reconocimiento de participación en la de recolección de café……......227 xi Lista de abreviaturas BICLF Brigada Internacionalista Carlos Luis Fallas BIMC Brigada Internacionalista Mora y Cañas CNS Comisión Nacional de Seguridad EPS Ejército Popular Sandinista FESE Federación de Estudiantes de Segunda Enseñanza FMLN Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional FSLN Frente Sandinista de Liberación Nacional JCV Juventud Comunista Venezolana JVC Juventud Vanguardista Costarricense MCRL Movimiento Costa Rica Libre MRP Movimiento Revolucionario del Pueblo NCLA Nueva Canción Latinoamericana ORPA Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas PASO Partido Acción Socialista PCUS Partido Comunista de la Unión Soviética PPC Partido del Pueblo Costarricense PVP Partido Vanguardia Popular URNG Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca URSS Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas 1 Capítulo Introductorio 1.Introducción Esta investigación analiza desde una perspectiva antropológica, el proceso de radicalización política de cuatro personas costarricenses que durante su juventud, en las décadas de 1970 y 1980, participaron activamente en los conflictos armados de la región centroamericana, desde alguna organización político-militar de izquierda. 1.1 Tema En el segundo semestre del 2017, comencé a asistir en calidad de oyente, a un curso sobre “Violencia e Institución en Centroamérica”, que se estaba impartiendo en ese momento en el Posgrado en Antropología. Como parte de las actividades de dicho curso, el jueves 21 de septiembre del 2017 asistí a un evento conmemorativo de la participación de costarricenses en la lucha armada en Nicaragua a finales de la década de 1970 y principios de la década de 1980, como parte de las Brigadas Internacionalistas Carlos Luis Fallas (BICLF) y Mora y Cañas (BIMC). La actividad se tituló: “Internacionalismo a la tica: Homenaje a las Brigadas CALUFA y Mora y Cañas” y fue organizada por la Juventud del Partido Frente Amplio en el local de la Unión Nacional de Empleados de la Caja y la Seguridad Social (UNDECA) y en ella, algunos ex-brigadistas narraron varias anécdotas sobre su participación en dichas actividades internacionalistas. 2 El elemento que más llamó mi atención de lo narrado por los y las brigadistas en esa ocasión, fue en relación con los antecedentes y la preparación previa a su participación en la lucha armada, no solo en entrenamiento militar, sino y sobre todo en la aprehensión de los valores, las motivaciones y las expectativas que informaron su participación en la guerrilla. En relación con lo anterior, Marta Picado al brindar su testimonio sobre su experiencia en la brigada, mencionó: “Les digo que fue una experiencia maravillosa y yo a veces digo que ni sé cómo lo hice. Porque diay, como uno tiene mucha juventud, se había ido preparando psicológicamente, y además está absolutamente identificado con el tema. Querés dar la vida, porque la realidad era esa, en cualquier momento nos mataban”. También en su intervención, Manuel Mora Salas al referirse a la juventud del Partido Vanguardia Popular (PVP) dijo: “El partido sabía que había muchachos que nunca iban a decir que no a nada. Ah (…). Eran tontitos, automáticos, robots (…). No. Era gente que simplemente tenía unas convicciones profundas en el corazón y además una conciencia que les marcaba cual era el sendero correcto y porqué tenía sentido arriesgar cualquier cosa y darlo todo en un momento determinado si el partido daba una orden”. 3 Para ese entonces yo era un joven estudiante de 21 años, nunca había militado en una organización política y a pesar de mi sensibilidad hacia las problemáticas sociales del país, la región y del mundo, la vía armada como mecanismo transformador de lo social jamás había sido una opción para mí. Por tanto, los testimonios de esas personas que durante su juventud habían decidido participar en los conflictos armados en Centroamérica en calidad de guerrilleros y guerrilleras, generaron en mí lo que Krotz llama “la experiencia de lo extraño”, surgida de la confrontación con las hasta entonces desconocidas singularidades de los “otros” (Krotz, 1994, p. 8). Es así como en ese momento me propuse realizar una investigación que se ocupara de analizar la dimensión subjetiva de la lucha armada, entendiendo por subjetividad “la expresión individualizada de las posibilidades culturales” (Martínez Herrera, 2014, pp. 2-4); donde lo aparentemente personal o subjetivo, remite a lo sociocultural y viceversa. A partir de lo anterior y retomando a Krotz (1994), la Antropología nos permite aproximarnos al fenómeno de lo humano desde la “alteridad”, es decir, desde la experiencia del contacto con el “otro”. Pero no por las particularidades individuales de ese “otro”, sino en tanto ese “otro” forma parte de una sociedad, es portador de una cultura, heredero de una tradición, representante de una colectividad, iniciado en un universo simbólico e introducido a una forma de vida diferente de otras; el “otro” como resultado y creador partícipe de un proceso histórico específico (Krotz, 1994, p. 9). 4 De esta manera, a través de la dimensión subjetiva de un fenómeno social, como podría ser el recuerdo de la propia participación política en un momento histórico en particular, se puede acceder a la vez al conjunto de posibilidades culturales y a los entramados de sentido y significado, dentro de los cuales cobran lugar prácticas específicas. Es desde esta perspectiva que considero relevante abordar el fenómeno de la participación política radical en Costa Rica durante las décadas de 1970 y 1980, partiendo de los recuerdos de juventud de quienes protagonizaron esa época. En ese sentido la dimensión subjetiva del conflicto, los anhelos, las expectativas y las motivaciones que mueven a un individuo a tomar las armas y sublevarse contra un orden social se torna relevante. Pero, sobre todo, el proceso mediante el cual se configuran, transmiten y confluyen esos anhelos, expectativas y motivaciones en el marco de una generación, en un momento específico y que determina o potencia ciertas prácticas y formas de acción. Surgiendo así varias preguntas: ¿Qué implicaba ser un joven con aspiraciones subversivas/revolucionarias en esa época. ¿Qué significaba “tener mucha juventud” en el contexto de la militancia política de izquierda en Costa Rica durante ese periodo? ¿Por qué en esa época el Partido sabía que había muchachos que nunca iban a decir que no a nada? La forma de comprender la configuración de esos anhelos, expectativas y motivaciones, fue desde la memoria de las prácticas y formas de acción, de personas pertenecientes a la generación que protagonizó esos acontecimientos. De 5 manera que, esta investigación analizó las memorias de Marcela, Victoria, Felipe y Osvaldo, sobre su proceso de radicalización política y sobre su participación en los conflictos armados centroamericanos, desde organizaciones político-militares de izquierda, durante las décadas de 1970 y 1980. 1.2 Justificación Iniciada la tercera década del siglo XXI, enfrentamos como especie y como sociedad, una serie de condiciones ambientales, políticas, económicas y sanitarias, que generan gran incertidumbre sobre nuestro devenir en el mundo tal y como lo conocemos. No obstante, parece esperanzador que, a lo largo de nuestra historia, los momentos de crisis han estado acompañados por esperanzas y anhelos de cambio y/o mejora de las condiciones bajo las cuales se vive. Si bien, comúnmente “lo utópico” es pensado como algo que evoca la fantasía, lo irreal o lo irrealizable, hay que reconocer que forma parte de una tradición de pensamiento y acción mucho más amplia. Según lo plantea Krotz (1997), “la utopía” es la tradición de aquellos que por algún motivo encuentran la situación concreta de la mayoría o de todos los seres humanos, profundamente insatisfactoria. De quienes además de denunciar los mecanismos que impiden el desarrollo del potencial humano, proponen y a menudo inician caminos hacia un mundo nuevo, donde hay felicidad, paz, justicia, libertad, amor, comida y techo para todos y todas. Por tanto “lo utópico” no solo expresa una inconformidad, sino y sobre todo exacerba la esperanza de que el futuro será distinto porque las condiciones de convivencia habrán cambiado (p. 44). 6 Siguiendo al mismo autor, los estudios antropológicos han contribuido a demostrar que, si bien hay representantes y portavoces de la tradición utópica en todos los sectores de la sociedad, su raíz más honda se encuentra en los sectores populares o menos favorecidos. Tal tradición se expresa sin cesar y de modo polifacético en leyendas, imágenes, cuentos, canciones, mitos, lemas, pintas, rebeliones, protestas y actos conmemorativos, entre otros (p. 44). Una manera de aproximarse a dichas tradiciones y a sus universos de sentido y significado, es a través de las memorias de quienes, por determinadas circunstancias, han formado parte de algún proceso orientado al cambio o la transformación de alguna esfera de lo social. El papel de las memorias en este caso, no únicamente radica en que permiten un retorno a una experiencia del pasado, sino, además, una proyección de las expectativas que se tienen en el presente sobre el futuro (Jelin, 2002, p. 12). Es en este sentido, que considero relevante realizar una investigación que explore las memorias en torno al proceso de radicalización política en la generación de jóvenes costarricenses, que participaron en los conflictos armados centroamericanos entre las décadas de 1970 y 1980. Lo anterior, por un lado, permitiría un acercamiento a la dimensión subjetiva de la radicalización política en Costa Rica para la época en estudio, lo cual, siguiendo a Krotz (1997), requiere no solo averiguar qué saben o qué sienten los sujetos que crean, reproducen o cambian la sociedad y la cultura, sino además conocer lo que anhelan, desean y sueñan, conectando así nuestro presente con nuestro pasado y 7 a la vez con nuestro futuro. (p. 48). Y en ese proceso, a la vez contribuir al reconocimiento y la visibilización de los y las costarricenses que participaron activamente en los conflictos armados centroamericanos, arriesgando su vida en aras de la transformación de un sistema social con el cual no estaban satisfechos. Sector de la sociedad que históricamente ha sido perseguido, relegado e invisibilizado por su orientación política e ideológica en pugna con la cultura dominante. Por último y siguiendo a Guevara Berger (2004), considero que esta investigación es pertinente desde una perspectiva antropológica contemporánea y desde América Latina, al trascender de la pregunta por un “otro” cultural excluyente, lejano y distante, y centrarse en la pregunta por un “nosotros” cercano e incluyente. Dando cuenta de cómo somos como sociedad y qué posibilidades tenemos para cambiarlo o transformarlo, lo cual cobra una relevancia trascendental en un momento en el que nuestra región experimenta un retorno autoritario y una crisis de Derechos Humanos. De esta manera, la Antropología cumple el rol de dar cuanta de otros mundos posibles, inscritos y arraigados en la tradición utópica. 2. Pregunta de investigación Esta investigación responde a la siguiente pregunta: ¿Cómo recuerdan su proceso de radicalización política, cuatro representantes de la generación de jóvenes costarricenses que participaron activamente en los conflictos armados 8 centroamericanos, como miembros de alguna organización político-militar de izquierda durante las décadas 1970 y 1980? 3. Objetivos 3.1 Objetivo General Analizar el proceso de radicalización política que se desarrolló en Costa Rica durante las décadas de 1970 y 1980, a través de las memorias de cuatro representantes de la generación de jóvenes costarricenses que participaron activamente en los conflictos armados centroamericanos desde alguna organización político-militar de izquierda. 3.2 Objetivos Específicos - Recopilar las memorias de cuatro costarricenses que hayan participado en los conflictos armados centroamericanos, como miembros de alguna organización político-militar de izquierda en las décadas de 1970 y 1980. - Identificar los significados de juventud, sus prácticas y formas de acción durante las décadas de 1970 y 1980 desde las memorias o narraciones de quienes participaron activamente en los conflictos armados centroamericanos. - Interpretar el proceso de radicalización política en Costa Rica durante las décadas de 1970 y 1980, a la luz de los significados de juventud de esa época, presentes en la memoria de quienes protagonizaron dicha época. 9 4. Estado de la cuestión En este apartado se hará un breve recorrido por algunas de las principales perspectivas que se han desarrollado desde América Latina en relación con la radicalización política juvenil en la segunda mitad del siglo XX. Inicialmente se mencionará los trabajos que han abordado la radicalización política juvenil en algunos o varios países latinoamericanos o centroamericanos, y han excluido de su análisis el caso costarricense. Para posteriormente, incluir algunas reflexiones que en específico se han hecho en los últimos años sobre la radicalización política en Costa Rica, durante la época de interés para esta investigación. Por último, se mencionará algunos trabajos de carácter testimonial, que han sido publicados por militantes de izquierda en Costa Rica. 4.1 Los estudios sobre la radicalización política juvenil en América Latina y Centroamérica Ya desde la década de 1960, la pregunta por “la juventud revolucionaria” comenzó a tener lugar entre las discusiones de las ciencias sociales, tal como lo muestra Dalton (1966) en un artículo que indagaba sobre los motivos de la participación de los jóvenes en las luchas populares latinoamericanas. Tales reflexiones, en muchos casos estuvieron informadas por una clara intencionalidad política por parte de sus autores, como también se evidencia en un artículo publicado en 1971 bajo el título “Antropología de la guerrilla” por Kowalewski y Sobrado, en el cual se discutía sobre la manera más racional y eficaz para provocar una guerra de guerrillas, el remedio básico para emancipar a los países subdesarrollados de los lazos del 10 neocolonialismo y la explotación capitalista interna según los autores (Posern- Zielínski y Kowalewski, 1974). De manera similar, Barreiro (1978) se ocupa en su libro “Violencia y política en América Latina”, de exaltar y promover el papel de los jóvenes latinoamericanos como gestores de cambio y transformación social, al ubicarlos en el polo de lo nuevo, de la nueva política y del hombre nuevo. Ya para finales del siglo XX e inicios del XXI, autores como: Quezada y Martinez, 1995; Canizales Vijil, 2008; Kruijt, 2009; Torres Rivas, 2011; Pozzi y Pérez, 2012; Pirker, 2012; Bollat, 2015, han realizado abordajes históricos y sociológicos que ubican la radicalización política juvenil de la segunda mitad del siglo XX en América Latina y Centroamérica, en un contexto mundial específico que favorecía su identificación con una serie de valores orientados a la transformación de la realidad social a través de la participación o militancia política, lo que Luciani (2019) ha llamado “los años calientes de la guerra fría”. También en los últimos años, autores como: Lenci, 1998; Bozza, 2001; Pirker, 2007; Sánchez Parra, 2008; Zúñiga Núñez, 2010; Martín Álvarez y Rey Tristán, 2012; Martí I Puig, 2013; Califa, 2014; Montalvo Martínez, 2014; Zúñiga Núñez, 2014; Cortina Orero, 2015; Gould, 2016; Luciani, 2019; han centrado su atención en las estrategias de socialización, transmisión y reproducción del universo mítico y simbólico de la izquierda radical, así como de la constitución de las identidades juveniles en esa época en específico, en Centroamérica, Latinoamérica y el mundo. 11 Otros autores se han dedicado al abordaje de la memoria sobre la represión estatal y hechos traumáticos relacionados con la violencia política, por ejemplo: los trabajos de Allier Montaño (2009; 2017; 2018) sobre los sucesos de Tlatelolco en México 1968, Sprenkels (2008) sobre las disputas por la memoria en El Salvador y Fried Amilivia (2016) sobre la memoria generacional post-dictadura en Uruguay. 4.2 Los estudios sobre radicalización política juvenil en Costa Rica Conviene mencionar que la producción de trabajos sobre la radicalización política juvenil en Costa Rica durante la segunda mitad del siglo XX no ha sido muy numerosa, no obstante, se destacan algunos aportes muy significativos para la comprensión del fenómeno que en este caso nos interesa, sobre ellos nos detendremos a continuación. En un texto publicado en 1989 sobre la cuestión juvenil en América Latina, Torres- Rivas anotó que en Costa Rica se ha experimentado una situación de apatía política o despolitización juvenil permanente, que solo se ve alterada en momentos o periodos bien identificables como por ejemplo la lucha contra ALCOA. No obstante, en las últimas dos décadas algunos investigadores se han dado a la tarea de explorar la historia y tradición de lucha popular y juvenil en el país (Alvarenga Venutolo, 2005; Dobles Oropeza y Leandro Zúñiga, 2015, Chaves Zamora, 2018, Cortés Sequeira, 2018, entre otros), así como también, se han publicado algunos textos de carácter literario y testimonial sobre la vivencia política radical o de 12 izquierda en Costa Rica durante la segunda mitad del siglo XX (Corrales Arias, 1999; Rojas Valverde, 2012; Picado Lagos 2013, entre otros). Dobles Oropeza y Leandro Zúñiga (2015) analizan la vinculación de personas en procesos políticos inspirados por el marxismo en Costa Rica entre la década de 1970 y la del 2000, centrándose no solo en los aspectos teórico-ideológicos, sino y sobre todo en la dimensión afectiva, interpersonal y en las vivencias del ser militante, partiendo de los propios relatos de vida de estas personas. Al referirse a los procesos de inducción y socialización política, dan cuenta de los múltiples tipos de acercamiento a las organizaciones, por ejemplo: a través de la familia, la universidad, el sindicato, la organización comunal o por sensibilidad personal ante la injusticia y la desigualdad. Sin embargo, no se realiza un análisis sobre la vinculación entre militancia y juventud. Por su parte Jaén España (2013) en su tesis de Maestría se ocupa de analizar el auge de las organizaciones de izquierda marxista en Costa Rica partir de la década de 1970, así como también analiza el apoyo brindado por las organizaciones de izquierda costarricenses al Frente Sandinista de Liberación Nacional y la incorporación de militantes de organizaciones de izquierda en Costa Rica a las brigadas militares internacionales que brindaron apoyo militar al proceso insurreccional nicaragüense. Plantea, a través del trabajo con testimonios y complementándolo con otras fuentes, que la incorporación a una organización de izquierda se explica a partir de la vinculación de varios procesos: En primer lugar, 13 el desarrollo de “percepciones primigenias de injusticia”, producidas por las desigualdades sociales evidentes y una intuitiva solidaridad con grupos subalternos. En segundo lugar, la pertenencia a un grupo social de identidad, como un movimiento estudiantil, donde se construyen las primeras herramientas de lucha. Y en tercer lugar la construcción de un marco individual de injusticia que luego se colectiviza en el grupo de pares y posteriormente en una organización social. Estos procesos conducen a una ruptura ideológica, en términos de la percepción e interpretación de la realidad, lo que él mismo llama “una liberación cognitiva” (p. 344). Respecto a la participación en actividades de alto riesgo, como el trabajo desde las brigadas militares internacionales, Jaén España considera que eso se explica en gran medida por la formación política que recibieron los militantes, lo cual devino en un convencimiento político muy sólido, concluyendo que es en la organización “(…) donde se funden los factores objetivos y subjetivos, pues es precisamente mediante la acción política que la voluntad individual se transforma en voluntad colectiva” (p. 345). En dicha tesis se mencionan los códigos “juventud” y “movimiento estudiantil”, en relación con que, en la época en estudio, se da una vinculación con la política a edades muy tempranas, mientras se cursaban estudios secundarios o universitarios, mas no se hace un análisis a profundidad de eso. (p. 220). En 2017, Díaz Arias publicó un trabajo sobre el crimen de Viviana Gallardo y la lectura del grupo “La Familia” a la luz de la opinión pública, y sobre la manera en 14 que tanto ella como su grupo subversivo han sido recordados, a la vez que detalla los sucesos ocurridos en 1981. Mientras que Molina Jiménez (2018) habla sobre las huelgas estudiantiles de 1980 en el ITCR y el temor infundido por los medios de comunicación ante cualquier acción de carácter subversivo en ese momento. Por otra parte, Salazar (2018) se ocupa de analizar a través de documentos de archivo, cómo el tema juvenil desde la década de 1960 traía consigo una serie de preocupaciones, como las experimentadas por parte del Estado costarricense. Esa fue una época donde los y las jóvenes en el mundo planteaban una serie de demandas orientadas a la transformación del modelo de sociedad de sus padres, en muchos casos como el que nos ocupa, a través de su incorporación a organizaciones políticas subversivas. En este contexto, el Estado costarricense creó una serie de políticas juveniles con el fin de canalizar esas demandas por la vía institucional y limitar las posibilidades de que se llevaran a cabo acciones políticas transformadoras de lo social, por parte de dichos jóvenes. Algunas de estas políticas fueron: el fortalecimiento de la educación secundaria, que ya desde la primera mitad del siglo XX había comenzado a expandirse, la creación del Movimiento Nacional de Juventudes, la creación del Ministerio de Cultura, Juventud y Deporte, entre otras. A su vez, Salazar Montes (2013) en su tesis de Maestría en Historia, sobre los espectáculos de representación escénica- populares en Costa Rica entre 1960 y 1990, analizó el papel jugado por los gobernantes en la promulgación de políticas 15 sobre arte, cultura y juventud, informadas por las preocupaciones de la época respecto al tema de la juventud. Así como también, Chaves (2018a) en un artículo analizó las memorias sobre la participación de jóvenes estudiantes de la Universidad de Costa Rica en las protestas contra Alcoa en 1970, empresa que pretendía explotar bauxita en el Valle del General. Protestas estudiantes como esas, fueron habituales en todo el mundo en las décadas de 1960 y 1970, en el marco de la Guerra Fría, y las narrativas sobre el alcance y la legitimidad de tales protestas, estaban mediadas por los espectros ideológicos polarizados y polarizantes de ese momento. Por tanto, según Chaves Zamora, bastó con que algunos militantes del Partido Vanguardia Popular participaran en las protestas contra la transnacional, para que la prensa calificara el movimiento juvenil estudiantil de oposición a Alcoa como comunista, con toda la carga simbólica que dicho calificativo tenía en plena Guerra Fría. No obstante, un año después, en 1971, el discurso de la prensa sobre la adscripción comunista de los estudiantes de la Universidad de Costa Rica varió, en el marco de la conmemoración de lo sucedido en 1970.Esto con la intensión de que la memoria del descontento juvenil en Costa Rica, no fuera equiparado con el proceso de radicalización política de otros países de América Latina en ese momento. También Chaves Zamora (2018b) en su tesis de Maestría en Historia realizó un estudio sobre las memorias públicas del movimiento estudiantil entre 1968 y 2018, centrándose 16 en las protestas en contra de Alcoa en 1970 y en las discusiones de la época sobre la juventud costarricense. Por su parte, Cortés Sequeira (2018a) en su tesis de Maestría en Historia, centró su trabajo en un análisis de las izquierdas costarricenses en tanto actor sociopolítico del conflicto armado en Nicaragua, y en especial, sobre la vinculación entre el Partido Vanguardia Popular, el Partido del Pueblo Costarricense y el Frente Sandinista de Liberación Nacional entre 1979 y 1992. 4.3 Trabajos de carácter testimonial sobre militancia política de izquierda en Costa Rica Han sido publicados también, durante las últimas tres décadas, varios trabajos de carácter testimonial sobre la vida y la militancia política de los y las protagonistas de esa época, tal como se mencionó anteriormente. Destacan entre ellos: Gamboa, 1991; Cerdas, 1994; Salas Guevara, 1998; Corrales Arias, 1999; Mora, 2000; Rojas Valverde, 2012; Picado Lagos, 2013; Cortés Vargas, 2019. Entre los mismos, hay testimonios de la alta dirigencia del Partido Comunista de Costa Rica, así como también de militantes que no ocuparon altos puestos dentro de la organización. También, los testimonios abarcan distintos momentos en la historia del partido, yendo desde su fundación a inicios de la década de 1930 y hasta la década de 1980 e incluso posterior. Dentro de los testimonios, destacan algunos elementos de interés para esta investigación, por ejemplo: se apela al carácter juvenil de la organización política en ese momento histórico, al ubicar los primeros pasos de militancia en espacios 17 habitados por jóvenes, como el colegio o el liceo. Dentro de esos contextos educativos, confluían jóvenes de distintos estratos socioeconómicos, lo cual hacía evidente las brechas entre tales estratos y potenciaba el anhelo por achicar la brecha. A su vez, la organización o el partido político tenía un rol pedagógico y formativo, que daba cuenta sobre el origen de las desigualdades, tanto dentro del país como entre países en el mundo, y brindaba luces sobre la acción transformadora, de eso que parecía injusto. Los trabajos revisados anteriormente permiten hacerse una idea general sobre esa época y sobre las opciones políticas disponibles para las personas jóvenes como latinoamericanas o centroamericanas en ese momento histórico. Para el caso específico de Costa Rica, Dobles Oropeza y Leandro Zúñiga (2015), Jaén España (2013), Chaves Zamora (2018a) y (2018b) y Cortés Sequeira (2018a), han realizado aportes de suma relevancia y cercanía con la propuesta que aquí se desarrolla, buscado entender el proceso de vinculación y la experiencia dentro de las organizaciones de izquierda marxista, resaltando sobre todo el lugar de las organizaciones políticas, las cuales posibilitan, condicionan y promocionan la acción, en este caso de carácter política-subversiva. No obstante, no se analiza a profundidad el porqué de su éxito o efectividad en la captación de militantes ¿Por qué tuvo sentido subjetivo para un joven que cursaba la secundaria en la década de 1970, militar en la juventud de un partido de izquierda y querer armarse e ingresar 18 a un país ajeno a combatir para cambiar el mundo, arriesgando su vida tras esa decisión/acción? Trabajos como el de Salazar Montes (2018) hablan de la juventud costarricense de la década de 1960 y 1970, desde una lectura externa. Se centran en la manera en que desde la institucionalidad del país se pensó a la juventud, a la vez que se establecieron una serie de mecanismos institucionales para atacar al germen comunista que comenzaba a dejarse ver en un sector de la juventud costarricense en ese periodo. No obstante, no dejan ver los rostros de esa juventud, cómo recuerdan esa época quienes la vivieron, qué impacto tuvo en sus vidas el peso de esa institucionalidad que en algunos casos los negaba, los invisibilizaba e incluso los reprimía. A este punto, me adscribo a la corriente analítica que se centra en las estrategias de socialización, transmisión y reproducción del universo mítico y simbólico de la izquierda radical, así como de la constitución de las identidades juveniles en esa época, en el caso concreto de la generación de jóvenes costarricenses que participaron de forma directa en los conflictos armados centroamericanos desde alguna organización político-militar de izquierda, partiendo del testimonio en la actualidad, de algunas de esas personas que fueron protagonistas de esa época. 19 5. Enfoque Teórico Este apartado agrupa tres ejes teórico-conceptuales que considero relevantes para el análisis que nos ocupa en el marco de esta investigación. Como anteriormente se anotó, interesa recopilar y analizar una serie de memorias sobre la radicalización política y la participación de costarricenses en los conflictos armados centroamericanos en las décadas de 1970 y 1980. Para ello, se debe dejar claro qué entendemos por memorias, de qué manera se agrupan o agruparon esas personas como colectivo y cuál fue el carácter de su participación en el marco de dichos conflictos armados. El primer apartado se titula “memorias” y se centra en la dimensión colectiva de la memoria, así como en el nexo que establecen los recuerdos entre las experiencias y las expectativas de un colectivo, su relación con la identidad y su transmisión. El segundo se titula “cultura política y radicalización”, y muestra conceptos de carácter analítico y categorial de importancia para la investigación propuesta. Por último, en el apartado titulado “generación y prácticas de la edad” se describen categorías analíticas para pensar al colectivo social de interés. 5.1 Memorias Desde una perspectiva antropológica, el trabajo con y desde las memorias permite acceder a distintos elementos constituyentes de lo social; ya que a diferencia de lo que comúnmente se piensa, la existencia de un recuerdo del pasado no puede ser atribuido a un ejercicio meramente individual de quien recuerda. Por el contrario, si 20 analizamos con detenimiento el modo en el cual recordamos, tendríamos que reconocer que la mayor parte de nuestros recuerdos se manifiestan en el momento en que nuestros parientes o amigos los evocan (Halbwachs, 2004, p.8). En ese sentido, podemos afirmar la existencia de una memoria colectiva, la cual se apoya, siguiendo al mismo autor, en lo que él denomina “los marcos sociales de la memoria”, y que corresponden a los instrumentos utilizados por la memoria colectiva para reconstruir una imagen del pasado acorde con cada época y con los pensamientos dominantes de la sociedad (p. 10). Dichos marcos sociales de la memoria ayudan a clasificar y ordenar los recuerdos de los unos en relación con los otros, permitiendo que las personas recuerden en tanto asuman el punto de vista del grupo. Si los recuerdos aparecen, es porque la sociedad dispone de los medios adecuados para reproducir tales recuerdos, y en ese sentido, (Halbwachs, 2004) plantea que se debe diferenciar dos tipos de actividades en el pensamiento social: en primer lugar una memoria a manera de marco de nociones que pueden ser utilizados como puntos de referencia en torno al pasado; y en segundo lugar una actividad racional cuyo punto de partida son las condiciones en las que se encuentra actualmente la sociedad (p. 337). Dicho de otra forma, el ejercicio de recordar posee un trasfondo socio-cultural y político que da forma al recuerdo según el momento histórico. Por tanto y tal como lo apunta Jelin (2002), la memoria colectiva no es un dato dado. Debemos centrar la atención en 21 los procesos de su construcción, dando lugar a los distintos actores sociales, a las disputas y negociaciones de sentido del pasado en los diversos escenarios (p.22). Ahora bien, el sentido del pasado no solo se ubica y construye en el presente, sino también en función de un futuro deseado. Sobre este punto, Jelin (2002) retomando a Koselleck (1993) plantea que el presente contiene y construye la experiencia pasada, así como las expectativas futuras. De esta manera, la experiencia es un “pasado presente” de acontecimientos que han sido incorporados y pueden ser recordados, y a su vez dichas experiencias están moldeadas por un horizonte de expectativas en relación con una temporalidad futura (p. 12). Por tanto, un abordaje antropológico de y desde las memorias, requiere un ir y venir de sentidos y significados socio-culturales desde el presente, en relación con lo vivido y con lo anhelado. Retomando el carácter social y colectivo de las memorias, es importante recalcar el rol que juegan las mismas en tanto mecanismo cultural de fortalecimiento y reproducción de la identidad de un grupo o una sociedad. En este sentido, los sujetos seleccionan hitos y recuerdos que los ponen en relación con otros, con los cuales se pueden identificar o diferenciar como miembros de un colectivo. Algunos de esos hitos, según Jelin (2002) se convierten en elementos alrededor de los cuales se organizan las memorias. La misma autora, siguiendo a Pollak (1992) menciona tres tipos de elementos que pueden cumplir dicha función: acontecimientos, personas/personajes y lugares. Los mismos ayudan a mantener 22 un mínimo de coherencia y continuidad que favorecen el sentimiento de identidad del grupo (p. 25). De esta manera, las memorias y las identidades se implican mutuamente. Hasta este momento se ha esbozado de manera general el proceso mediante el cual recordamos hechos del pasado, a la vez que los dotamos de sentido desde el presente, en interacción con nuestro grupo de referencia. No obstante, debemos reconocer que no todo hecho del pasado se convierte en memorable. Sobre esta cuestión, Jelin (2002) plantea que, si bien la vida cotidiana se constituye a través de rutinas y hábitos no reflexivos, es en la ruptura de tales rutinas esperadas que los sujetos se ven empujados a la reflexión y la búsqueda de sentido. Tras esas rupturas y transformaciones en la vida cotidiana, los hechos se vuelven memorables al asociarse con emociones y afectos que impulsan una búsqueda de sentido (p. 27). Siguiendo a la misma autora, tales hechos o acontecimientos memorables, serán expresados de forma narrativa, constituyendo un sentido del pasado y una memoria expresada en un relato comunicable y coherente. No necesariamente se trata de acontecimientos importantes en sí mismos, sino que adquieren una carga afectiva y un sentido especial en el proceso de rememorar (p. 27). 5.2 Cultura política y radicalización En el marco de esta investigación y siguiendo a Bauman (2003) “la política” es el esfuerzo efectivo y práctico que somete a crítica o cuestiona las instituciones que pretenden validez de facto, en contraste con “lo político”, que está directamente 23 relacionado con el ejercicio del poder (p. 93). Dicho de otra manera, “la política” se distingue de “lo político” en que, esta se da a la tarea de cuestionar lo instituido, lo que se da por hecho; lo político. Ahora bien, ese esfuerzo efectivo y práctico, no es llevado a cabo por individuos aislados, por el contrario, se enmarca en colectivos con una cosmovisión compartida. En relación con lo anterior, cobra relevancia el concepto de “cultura política”. Siguiendo a Cruces y Díaz (1995), la “cultura política” desde una perspectiva antropológica, podría entenderse como la edificación de un “nosotros político” que, a partir del material simbólico proporcionado por la vida social, logra movilizar a un grupo de individuos en aras de la consecución de un objetivo común (p. 198). Un análisis de la cultura política, según Krotz (1997) debe construirse desde el sujeto mismo del proceso político o dicho de otra manera desde el lado subjetivo del proceso político. El estudio de una cultura política comúnmente se encuentra referido a otras culturas políticas, esto da cuenta no solo de la diversidad de culturas políticas dentro de una sociedad, sino y sobre todo, muestra que en muchos casos hay divergencia y oposición entre las mismas. Expresándose tal divergencia, según Krotz (1997), en términos de “legitimación” o “deslegitimación” y refiriéndose no a situaciones, sino a procesos. La legitimación sería el intento de construcción de un consenso frente a lo que lo impide, y la deslegitimación el intento de cuestionar desde sus raíces el consenso que ya existe y el impedimento de su reproducción (p. 43). 24 A su vez, un análisis de la cultura política de un grupo, no puede desligarse del proyecto político bajo el cual cobra sentido su existencia. Ya que es en el proyecto político donde se plasma la producción de significantes aglutinantes, las promesas inherentes a la movilización política y la elaboración del espacio mítico que permite o aspira, según el caso, a romper con los principios de representación hegemónicos o a reproducirlos (Retamozo Benítez, 2009, p. 86). Para el caso que nos ocupa, interesa analizar la cultura política de tendencia radical; siguiendo a Pérez (2016), un proyecto político es radical cuando los objetivos que persigue o defiende, están ubicados en alguno de los polos del espectro político (la derecha política/la izquierda política), y cuando expresa impaciencia por la consecución de esos objetivos o intransigencia para protegerlos (p. 14). Y es subversivo cuando desafía lo instituido, a partir de relaciones sociales que se establecen en oposición a un sistema social o proyecto político. “Lo subversivo siempre será lo otro con respecto a un sistema que se quiere monolítico. En él los sujetos pueden ser organizados en todo un movimiento social que persiga intereses comunes, sean culturales, políticos, económicos o ecológicos” (Montalvo Martínez, 2014, p. 42). 5.3 Generación y prácticas de la edad Según Laccardi y Feixa Pámpols (2011), el concepto “generación” ha estado presente en las ciencias sociales desde su fundación, pero es hasta la primera mitad del siglo XX cuando cobra una mayor relevancia. Los autores, retomando ideas de Mannheim (1952) y Abrams (1982), plantean que lo que configura una generación 25 no es el compartir una fecha de nacimiento, sino más bien el proceso histórico que las personas de una determinada edad o clase comparten, sobre la base de los recursos y significados que históricamente se encuentran disponibles (p. 17). En el caso que nos ocupa, interesa demarcar la generación de jóvenes que participaron en los conflictos armados centroamericanos, durante las décadas de 1970 y 1980. Zúñiga Núñez (2014) en un estudio sobre la juventud de El Salvador durante el siglo XX, propone un modelo que podría ser de utilidad para demarcar esa generación de jóvenes costarricenses participantes en los conflictos armados. El modelo de Zúñiga Núñez se centra en la “práctica de la edad” y plantea que la noción de “juventud” no necesariamente tiene que ver con las personas de una determinada edad, pero que es dentro del colectivo social que agrupa a personas de tal o cual edad, donde se encontrará la mayor cantidad de expresiones denominadas “juveniles”. El análisis de la “práctica de la edad” da cuenta de “roles, formas de acción, donde las personas ponen en práctica sus significados de “juventud” en un momento histórico específico” (p. 22). En síntesis, los tres ejes teórico-conceptuales descritos anteriormente, brindan elementos importantes para el análisis del problema de investigación propuesto. Esto debido a que dan cuanta de la constitución de las memorias de un colectivo particular, sobre una época vivida y en torno a un proceso social específico. 26 6. Abordaje metodológico En este apartado se pretende generar una reflexión en torno a la base metodológica que permitió abordar el objeto de investigación. Para ello inicialmente se enuncia la base epistemológica que cimentó el proceso de generación de conocimiento. Posteriormente se describe el método de investigación utilizado para acceder al objeto de investigación, así como también las técnicas de recolección de información y análisis de datos. 6.1 Discusión epistemológica El acceso a la parcela de la realidad que se presenta en estas páginas, fue a través de las memorias de cuatro de costarricenses que en su juventud vivieron y participaron activamente en los conflictos armados en Centroamérica durante las décadas de 1970 y 1980. El análisis de esa experiencia o bien, del recuerdo de esa experiencia, brinda algunos elementos que permitan comprender cómo en el marco de esa generación se configuró un entramado particular de sentido sobre el mundo social y sobre la posibilidad de transformación de este. Desde una perspectiva fenomenológica, la cual se centra en la descripción de las experiencias vividas y sentidas por los sujetos, yendo más allá de la pretensión por establecer explicaciones causales de corte positivista o por alcanzar la verdad última sobre las cosas (Lambert, 2006; Guardián Fernández, 2010; Wandenfels, 2017), se plantea que a través del cuerpo el ser humano entra en contacto directo con el mundo que lo rodea, a la vez que lo dota de sentido. Por tanto, se puede 27 afirmar, que el mundo se llena de sentido en virtud de una actividad perceptiva realizada por nuestro cuerpo, que a la vez es uno con ese mundo y que percibe a la vez que es percibido (González y Jiménez Tavira, 2011, p. 118). El mundo al cual accede el ser humano a través de la percepción por medio del cuerpo, es el mundo constituido por las relaciones sociales, el cual funciona como marco para el desarrollo de las experiencias y vivencias personales y colectivas. Esas experiencias y vivencias dejan huellas en el cuerpo, las cuales pueden ser rastreadas desde la memoria, a través de narraciones y encuentros para compartir percepciones, emociones, sentimientos e interpretaciones. La memoria permite “expresar la subjetivación que las experiencias al límite causan en quienes las viven de manera directa y en quienes las escuchan, aunque no las han vivido en sí mismo” (Lozano Ardila, 2013, p. 203). La investigación, al menos la que se hace con/entre personas, es también una relación social cargada de experiencia. Aquello que buscamos conocer no es un objeto inerte y estático, sino más bien un entramado de relaciones sociales en movimiento y transformación constante. La investigación desde la memoria no es la excepción, una de sus características es la potencialidad de ir más allá de los hechos recordados, permitiendo analizar también la experiencia del ejercicio de recordar; cómo y por qué sucede de determinada manera y qué factores intervienen en ese ejercicio del recuerdo. Sobre esa noción Dobles Oropeza (2018) siguiendo a Fernández (1994) menciona que la investigación cualitativa responde a una 28 “epistemología del encantamiento”, refiriéndose con ello a que, en este tipo de investigación, aquello que se busca conocer “cobra vida” y se reconoce en su vitalidad; “Así, lejos de reificar los asuntos que le interesan, sacándolos de las relaciones sociales en las que se desarrollan, los suele ubicar como procesos” (p. 7). Siguiendo esta línea, me adscribo a un modelo de investigación, en el cual no haya objetos inertes, sino más bien sujetos sensibles y procesos sociales encantados. 6.2 Método y técnicas de investigación Como se anotó con anterioridad, el acceso a la dinámica social en análisis, se hizo desde las memorias de cuatro personas que fueron agentes protagonistas en dicha dinámica social. En ese sentido, se utilizó una metodología de corte biográfico para el abordaje del objeto de investigación, metodología que según Bolivar y Domingo (2006), enmarca el tipo de investigación que se ocupa de todo tipo de fuentes que brinden información de carácter personal y que ayudan a documentar una vida, acontecimiento o proceso social, haciendo inteligible el lado personal de la vida, la experiencia y el conocimiento. En este tipo de investigación tienen lugar todos los enfoques investigativos cuya fuente de información consta de biografías y materiales personales, que dan sentido, explican o contestan preguntas vitales actuales, pasadas o futuras (p. 12). El método biográfico tiene una larga historia dentro de las ciencias sociales y ha sido desarrollado particularmente por la Escuela de Chicago desde inicios del siglo 29 XX, y consolidado en la década de los años setenta como parte del movimiento de retorno del actor social a la investigación (Abrantes, 2013, p. 43). El actor social tiene un papel decisivo en las investigaciones de este tipo, su testimonio es una puerta de acceso a una parcela de la realidad forjada desde su experiencia. Sobre este punto, Acuña Ortega (1989) platea que: “Los documentos personales introducen a la historia y a las ciencias sociales en el universo en donde los procesos de la vida cotidiana, de las relaciones sociales y de la historia son vividos, sufridos, producidos, sentidos, imaginados, inventados e interpretados por los seres humanos de carne y hueso, unos anónimos y los otros conspicuos, pero todos bregando con la fuerza ciega de la necesidad y la determinación de lo inesperado y lo incontrolable de la historia y la sociedad” (p. 13). Para este proceso de investigación, la técnica de la historia de vida fue fundamental. La misma se puede entender como “(…) un relato de la vida de una persona, contada por ella misma pero recopilada por un investigador quien se sirve de la grabadora para registrar este intercambio oral o verbal” (Acuña Ortega, 1989, p. 13). La particularidad del empleo de dicha técnica desde la antropología, según el mismo autor, radica en que la historia de vida, como técnica y principalmente como producto de la aplicación de la técnica, es una fuente primaria que se explota en su totalidad en el intento por comprender la trama de relaciones entre individuo y sociedad, mientras en disciplinas como la historia se suele utilizar fragmentos de 30 historias de vida para contrastar con fuentes oficiales o especializadas sobre algún hecho histórico (p. 14). Ahora bien, el interés sobre lo biográfico no recae simplemente en reconstruir los hechos con el fin de documentarlos, sino y sobre todo en entender cómo recuerda una época quien la vivió y por qué la recuerda de esa manera. Sobre este punto Abrantes (2013), citando a Goffman (1993), plantea que las autobiografías: “(…) no deben ser entendidas como descripciones fieles de los procesos de socialización del individuo (aunque contienen muchos elementos valiosos para tal descripción), pues son igualmente producto de esa socialización y de formas complejas de “presentación del yo”, dependientes así de las estrategias de los individuos en marcos específicos de interacción” (p. 446). Por tanto, a través de las biografías, no solo se accede a las dinámicas sociales del pasado, sino, su riqueza también radica en que muestran como los recuerdos del pasado son reelaborados desde el presente, y ese ejercicio da cuenta de los procesos de socialización y subjetivación de los individuos que conforman un colectivo. El empleo de la historia de vida como técnica, no excluyó el uso de otras técnicas utilizadas por la antropología y otras disciplinas para la recolección de datos, tal es el caso de la observación y la entrevista. La primera es definida por Camacho Zamora (2003), como “la consideración atenta por parte de los seres humanos sobre los fenómenos que los rodean con el fin de conocerlos mejor” (p. 53). La entrevista 31 en las ciencias sociales, según el mismo autor, es el tipo particular de relación que el investigador establece con los individuos de los que él espera información sobre el fenómeno que estudia, y al mismo tiempo una acción preparada e inscrita en un plan de investigación preestablecido y que obedece a reglas relativamente sistemáticas (p. 64). De igual manera, fue necesario revisar fuentes hemerográficas para situar los relatos biográficos en un contexto más amplio y general de opiniones y posiciones respecto a la militancia política y prácticas subversivas. Se utilizó también material bibliográfico y literario relacionado con la radicalización política juvenil y los conflictos armados en Centroamérica de la segundad mitad del siglo XX. La escogencia de cada técnica y cada fuente se llevó a cabo según la naturaleza de la información requerida, o del momento en el cual se encontrara la investigación. 6.3 Población y selección de informantes La población de estudio estuvo conformada por cuatro personas costarricenses, dos hombres y dos mujeres que, durante su juventud, en las décadas de 1970 y 1980, tuvieron alguna participación activa en los conflictos armados centroamericanos. Lo anterior, a través de la militancia en organizaciones político-militares de izquierda en Costa Rica o en el resto de Centroamérica. En esta investigación, ellas y ellos son: Marcela, Victoria, Felipe y Osvaldo. 32 Al tratarse de una investigación de carácter cualitativo, las personas que participaron en ella no fueron seleccionadas con un criterio de muestro estadístico. Por el contrario, se utilizó el criterio de “bola de nieve”, en el cual las personas informantes me conectaron con otras. Se trabajó con cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, con el fin de poder contar tanto con la perspectiva masculina de la militancia o del recuerdo de esta, así como también con la perspectiva femenina. Los criterios de selección de informantes fueron los siguientes: 1. Ser costarricense. 2. Haber participado activamente durante su juventud en los conflictos armados centroamericanos desde alguna organización político-militar de izquierda durante las décadas de 1970 y 1980. 3. Estar dispuesto o dispuesta a compartir su experiencia de militancia durante esa época. 4. Residir actualmente en Costa Rica o disponer de los medios tecnológicos necesarios para en caso de no encontrarse dentro del país, poder participar en sesiones virtuales de entrevista. En relación con el carácter anónimo y confidencial de la información recogida en campo y según los requerimientos del Comité Ético Científico, este documento utiliza pseudónimos para referirse a las personas que participaron en el proyecto 33 brindando sus testimonios. Además, cada persona eligió su propio pseudónimo, según su voluntad. 34 Cuadro I. Descripción general de las personas informantes. Pseudónimo Sexo Edad Lugar de residencia Ocupación Historial de militancia política Organización político militar en la que participó Victoria Femenino 67 Liberia, Guanacaste Maestra pensionada -Juventud Comunista Venezolana (JCV) (1966-1974) -Juventud Vanguardista Costarricense (JVC)/Partido Vanguardia Popular (PVP) (1974- actualidad) -Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) -Ejército Popular Sandinsita (EPS) Osvaldo Masculino 65 San Ramón, Alajuela Comerciante de plantas e insumos de jardinería. -Juventud Vanguardista Costarricense (JVC)/Partido Vanguardia Popular (PVP) (1972-1984) -Partido del Pueblo Costarricense (PPC) (1985-1990) -Organización política independiente (2006-actualmente) -Brigada Internacionalista Mora-Cañas (BIMC) Marcela Femenino 58 Acosta, San José Comunicado ra y Ex- Legisladora -Juventud Vanguardista Costarricense (JVC)/Partido Vanguardia Popular (PVP) (1980-1990) -Partido político de línea socialdemocrática (2001-actualidad) -Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) Felipe Masculino 56 La Unión, Cartago Comerciante -Juventud Vanguardista Costarricense (JVC)/Partido Vanguardia Popular (PVP) (1981-1984; 2021-actualmete) -Partido del Pueblo Costarricense (PPC) (1985-1990) -Partido Fuerza Democrática (PFD) (1992-1998) -Partido Frente Amplio (FA) (2004) -Brigada Internacionalista Mora-Cañas (BIMC) -Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA 35 El primer acercamiento fue con Osvaldo el 21 de septiembre de 2017 en la actividad conmemorativa sobre la participación de costarricenses en las brigadas internacionalistas CALUFA y Mora y Cañas, anteriormente mencionada. Posterior a eso comenzamos a reunirnos de manera constante entre octubre de ese año y marzo del 2018. Los encuentros fueron interrumpidos debido a las responsabilidades laborales de Osvaldo, que en ese momento debía realizar giras por diversos lugares del país. A su vez, ese momento coincidió con mi ingreso a la Maestría en Antropología, que demandaba un tiempo de dedicación considerable, hasta que completé el bloque de cursos en 2019. Posterior a eso mi intención era continuar con el trabajo de campo, pero a inicios del año 2020 la pandemia por Covid-19 frenó dicho plan. Continué trabajando en el diseño de la propuesta de investigación e hice el examen de candidatura en febrero del 2021. En tanto tuve completo mi esquema de vacunación contra la Covid-19 en febrero del 2022, entré en contacto con Osvaldo, agendamos una entrevista presencial en su casa en San Ramón de Alajuela y continuamos desarrollando las entrevistas que habían quedado pausadas durante ese tiempo. Ese mismo día le solicité a Osvaldo que fuera mi contacto de enlace con otras personas que durante su juventud hubieran vivido un proceso de radicalización política de izquierda y participado activamente en los conflictos armados en Centroamérica. Él estuvo de acuerdo con brindarme dicha colaboración desde nuestros primeros encuentros en 2017, cuando 36 se mostró en total disposición para cumplir dicho rol. No obstante, debo decir que ese rol de enlace o contacto con otras personas informantes, fue un rol compartido entre Osvaldo y su pareja, Esperanza. Es así como ese día en febrero del 2022, Esperanza y Osvaldo me brindan el contacto de Victoria y de Felipe. Y posteriormente, en el mes de junio el de Marcela.1 Las preguntas en todos los casos giraron en torno a lo que ellas y ellos recordaban de esa época y que ayudara a comprender su proceso de radicalización política, centrándose en aspectos como: la historia familiar, el grupo de amigos, los lugares que frecuentaban, los primeros acercamientos al partido, la música que escuchaban, los libros que leían, sus anhelos, sus expectativas sobre el futuro, su experiencia político-militar, entre otros aspectos.2 6.4 Análisis de datos Como anteriormente se ha venido enunciando, esta investigación fue de corte biográfico-narrativo, por eso los datos fueron construidos a partir de la información extraída de las narraciones de los interlocutores sobre sus vidas. La narración, según Gibbs (2012) es una de las formas fundamentales que utilizan las personas para organizar su comprensión del mundo, dar sentido a su experiencia pasada y transmitir esas experiencias a los otros (p. 83). Al igual que en la información 1 Para una descripción detallada de estos primeros acercamientos, enlaces y contactos con las cuatro personas que participaron en este proyecto en calidad de informantes, véase el Capítulo I. 2 Véase Anexo 1. Guion general de entrevista. 37 extraída a partir de otras técnicas clásicas en la investigación cualitativa, las narraciones proveen temas que pueden ser codificados para su análisis. La codificación, según el mismo autor “consiste en identificar uno o más pasajes de un texto que ejemplifiquen alguna idea temática y relacionarlos con un código, que es una referencia abreviada a la idea temática” (p. 102). Esta investigación no utilizó ningún software para el análisis de datos, los mismos fueron sistematizados y analizados siguiendo la siguiente lógica en cuatro fases: 1. Lectura de los relatos recogidos durante el trabajo de campo y selección de los aspectos directamente relacionados con la participación y militancia política de izquierda de las cuatro personas. 2. Identificación de recuerdos sobre temas, eventos o momentos centrales en las biografías, lo que Denzin (1989) llama “epifanías” o “momentos de giro”, y que corresponden a aquello que le da sentido y centralidad a la vida de los individuos. La intención de esto no fue descubrir el sentido último o el significado real de la militancia, sino entender cómo se representan a sí mismas estas personas en sus propias narrativas y en relación con sus procesos de radicalización política durante su juventud. 3. Puesta en diálogo de las narrativas de las cuatro personas, en relación con los temas centrales identificados previamente. 38 4. Triangulación de los temas centrales en las narraciones de las personas sobre sus procesos de radicalización política, con recursos bibliográficos, hemerográficos y artísticos. Entendiendo por triangulación, la puesta en contraste de fuentes, métodos o teorías; lo que ofrece la posibilidad de visualizar un problema desde distintos ángulos analíticos, permitiendo una mayor validez y consistencia en los hallazgos obtenidos (Benavides Okuda y Gómez Restrepo, 2005). Algunos temas que aparecieron en las narraciones en el marco de la investigación refrieren por ejemplo al surgimiento de la conciencia, la ubicación de referentes próximos de militancia, autoliderazgos formativos o transformadores, prácticas juveniles, militancias políticas, entre otros, tal como se evidencia en los siguientes capítulos. 6.5 Aspectos éticos A continuación, se mencionará una serie de aspectos éticos que se tomaron en cuenta durante el desarrollo de este proyecto, en relación con la participación de las personas en calidad de informantes e interlocutores. Como anteriormente se señaló, este proyectó buscó recuperar algunos testimonios y recuerdos de juventud, de cuatro personas que militaron en alguna organización de izquierda durante la década de 1970 y 1980 en Costa Rica. Y que, a su vez, hubiesen participado de alguna forma en los conflictos armados centroamericanos. 39 Lo anterior para entender cómo era ser joven militante esa época, las actividades que realizaban, sus motivaciones y sueños. El trabajo con esas personas consistió en el desarrollo de entrevistas en las cuales se hizo una serie de preguntas sobre su experiencia de militancia. En las entrevistas se grabó el audio para su posterior análisis, en tanto la persona informante previamente hubiera aceptado el uso de la grabadora durante la entrevista. La participación de las personas informantes fue de carácter voluntario y consensuado. Previo a su participación, se le entregó y leyó a cada informante el documento de Consentimiento Informado (ver Anexo 2) con toda la información necesaria sobre el proyecto y su participación en el mismo. La información recogida durante las entrevistas fue de uso confidencial por parte del investigador durante el desarrollo del proyecto, así como posteriormente. Además, en este documento y en la presentación de los resultados, no aparece el nombre personal del informante, sino algún pseudónimo (nombre ficticio) que asegure su anonimato. La investigación procuró no representar un riesgo de ningún tipo para las personas involucradas, sin embrago existe la posibilidad de que la persona informante pueda haber experimentado incomodidad al hablar sobre algún tema en particular, tristeza al recordar un evento traumático o cualquier sentimiento derivado del recuerdo de una experiencia del pasado. En ese sentido, la persona pudo abstenerse de 40 responder cuando así lo quiso, así como también retirarse de la investigación cuando así lo quisiera. 41 Capítulo I. “Porque a mí se me creó la conciencia” El momento histórico, las personas protagonistas y sus primeros acercamientos a la política Durante la segunda mitad del siglo XX y en particular a partir de la década de 1960, en Centroamérica, América Latina y el mundo, se experimentó un proceso de politización juvenil; en el cual personas jóvenes, muchas de ellas estudiantes, comenzaron a cuestionar el mundo social y a plantear estrategias transformadoras del mismo. En ese contexto, en Centroamérica, surgieron varias organizaciones político-militares de izquierda con una amplia participación de personas jóvenes, quienes a través de la militancia respondieron al momento histórico que les tocó vivir (Bollat, 2015; Kruijt, 2009; Zúñiga Núñez, 2014). Este capítulo pretende mostrar algunas características de ese momento histórico en la región centroamericana, centrándose en el plano de lo económico y lo socio-político, así como también, dará cuenta de la vivencia de ese momento histórico y de los primeros acercamientos a la política, desde los testimonios de cuatro personas costarricenses y protagonistas de dicha época, marcada por la radicalización política juvenil. El presente capítulo consta de tres apartados: el primero describe algunos aspectos sobre el contexto histórico centroamericano. El segundo, presenta a cuatro personas protagonistas de ese momento histórico, así como de esta investigación. Y por último, se finalizará con un análisis sobre los primeros acercamientos de esas cuatro personas a la vida política. 42 1.1 Contexto histórico centroamericano entre las décadas de 1950 y 1980. 1.1.1 La dimensión económica Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Centroamérica experimentó una modernización en su estructura económica, lo cual se logró diversificando la producción y orientando las políticas públicas, hacia la consolidación de un sector empresarial dinámico, creativo y robusto (Pérez Brignoli, 1994, p. 10). El resultado fue un crecimiento acelerado en la economía centroamericana, crecimiento a razón de un 4.6% entre la década de 1950 y 1960, y de un 5.7% entre 1960 y 1970 (Guerra Borges, 1994, p. 13). Esto se debió en gran medida a que las exportaciones incrementaron, al incorporar nuevos productos como el algodón, la caña de azúcar, la carne de origen vacuno, así como también productos manufactureros, sin que ello haya implicado el abandono de productos tradicionales de exportación como el café y el banano. El auge de esos nuevos productos de exportación tiene que ver con factores exógenos como el aumento del precio internacional del algodón, la creciente demanda de carne vacuna tras el establecimiento y expansión de las cadenas de comida rápida en los Estados Unidos y la necesidad de suplir la cuota azucarera cubana, suspendida tras el triunfo de la Revolución en 1959 (Martí i Puig, 2013, pp. 72-73). No obstante, este cambio en el modelo productivo impactó directa y negativamente la producción orientada al consumo interno, de granos básicos por ejemplo, lo que 43 implicó el aumento de las importaciones de esos últimos productos (Guerra Borges, 1994, p. 20). Si bien, el auge económico potenció el crecimiento de bastos grupos empresariales, la creación de nuevos bancos y la implementación de nuevas tecnologías, también tuvo grandes repercusiones sociales para miles de familias campesinas, que tuvieron que abandonar las tierras que tradicionalmente aseguraban su subsistencia y que ahora serían utilizadas para producir los nuevos cultivos de exportación. Como resultado de eso, los campos se poblaron de miseria y las personas campesinas debieron reasentarse en las áreas que no eran adecuadas para la producción mecanizada, a la espera de ser contratados por las grandes empresas. Por tanto, se expandió la frontera agrícola, pero en el nuevo campo no hubo tierra para todos y todas (Guerra Borges, 1994, pp. 26-36). El desplazamiento fue más allá de esa frontera agrícola en las zonas rurales, impactando además los centros urbanos y alterando la relación entre la población urbana y rural. Un ejemplo de esto es que Nicaragua, pasó de tener un 36% de población en áreas urbanas en 1950, a un 47% en 1970 y un 53% en 1980, deviniendo en la creación de extensos barrios urbanos marginales (Martí i Puig, 2013, p. 78). Respecto al desarrollo industrial, este tuvo un importante crecimiento entre la década de 1950 y 1960, crecimiento que se tornó más discreto en la década de 1970. El desarrollo industrial siguió la pauta de la sustitución de importaciones, fomentando la integración de las economías centroamericanas a través del 44 establecimiento del Mercado Común Centroamericano y gozando de protección arancelaria (Guerra Borges, 1994, p. 37). No obstante, a pesar de la creación del Mercado Común Centroamericano, la economía siguió mostrando dependencia externa, debido a que era necesario importar las materias primas y la tecnología destinada a la producción industrial. Además, la agroexportación siguió siendo el mecanismo más efectivo para captar divisas, debido al reducido tamaño del mercado en los países del Istmo (Martí i Puig, 2013, p. 77). Al inicio de la década de 1970, Centroamérica comenzó a verse afectada por la inflación mundial, que cobró un importante impulso tras la crisis petrolera de 1973- 1974, con aumentos en las tasas anuales de entre 10% e incluso 20% (Guerra Borges, 1994, p. 69). La industria fue una de las primeras víctimas de la inflación, debido a su dependencia de las importaciones de materia prima, pero el mayor impacto lo tuvo la población de más bajos recursos, que hasta ese momento estaba débilmente organizada y por tanto no tenía la capacidad de negociar a su favor. Lo anterior coincide, de manera contrastante, con una creciente organización de los sectores patronales, que ampliaban su capacidad de influencia política en los gobiernos, con la excepción del caso nicaragüense, donde ese predominio político del sector empresarial se vio contrastado con la participación de la familia Somoza en las actividades económicas del país (Guerra Borges, 1994, pp. 69-70). El crecimiento económico en Centroamérica durante esa época no se tradujo en la extensión de mejores condiciones de vida para toda la población. Si bien se 45 ampliaron las capas medias y se formó un proletariado industrial con ingresos más altos respecto a los obtenidos en el medio rural, el carácter concentrador y excluyente de ese proceso de expansión económica, trajo por resultado un creciente número de familias en condición de pobreza (Guerra Borges, 1994, p. 76). A finales de la década de 1970, el ingreso promedio por habitante en las familias ubicadas en el 5% con mayor ingreso, excedía en aproximadamente treinta veces, el ingreso que percibía el 20% de la población con menor ingreso; bajo ese panorama, Guerra Borges (1994) considera que la coexistencia de polos tan opuestos en la sociedad centroamericana ha requerido la presencia de Estados Autoritarios (p. 77). 1.1.2 La dimensión sociopolítica El Estado “desarrollista” en términos de Torres-Rivas (2011), ese al que se le atribuyó la función de promover e impulsar la modernización en Centroamérica, a través de decisiones políticas y estrategias elaboradas, no estuvo acompañado de un recambio a favor de las fuerzas sociales emergentes de los sectores dominados. Si bien ese Estado experimentó un crecimiento de su burocracia y presupuesto, a la vez que una diversificación administrativa y técnica frente a las nuevas tareas modernizantes; eso no significó una apertura política hacia la anhelada vida democrática. Por el contrario, fue compatible con la dictadura de las fuerzas armadas en nombre de la burguesía (Torres-Rivas, 2011, pp. 154-160). Solo en Costa Rica y relativamente en Honduras se implementaron medidas para reducir la presión de los sectores populares, socializando algunos beneficios del 46 crecimiento acelerado y liberalizando el régimen. En el caso de Costa Rica, la relativa estabilidad política se relacionó con el rumbo que tomó la política en el país luego del Conflicto Armado de 1948, del cual surgió un sistema bipartidista donde el Partido Liberación Nacional (PLN) alternaba el poder con el Partido Unión Nacional (PUN) y luego a partir de la década de 1980, con el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC). Esto a la vez que se iba construyendo un Estado de Bienestar de gran trascendencia, orientado a un crecimiento económico relativamente inclusivo (Martí i Puig, 2013, p. 80). En el caso de Honduras, en 1957 se realizaron elecciones para la creación de una Asamblea Constituyente donde estaban representados los dos partidos tradicionales, el Partido Liberal (PL) y el Partido Nacional (PL), así como una agrupación de carácter reformista. No obstante, de esa iniciativa surgió una rivalidad entre el Congreso y las Fuerzas Armadas, las cuales dieron un Golpe de Estado en 1963, con graves repercusiones respecto a los derechos políticos y sociales de la población. Sin embargo, anterior al Golpe de Estado, el gobierno hondureño logró implementar algunas reformas modernizadoras como: la aprobación de un Código de Trabajo, inversión en educación y creación del Instituto Nacional Agrario (Martí i Puig, 2013, p. 80). La situación en Guatemala, El Salvador y Nicaragua fue distinta. En el caso de Guatemala, el periodo de gobierno democrático entre 1944 y 1954, finalizó con el golpe de Estado contra Jacobo Árbenz, a lo que siguió un continuo de gobiernos militares hasta 1985, con la excepción del gobierno civil de Julio Cesar Méndez 47 Montenegro entre 1966 y 1970 (Kruijt, 2009, pp. 52-53). Durante tres décadas y bajo el pretexto de un golpe de Estado comunista, los militares comenzaron a adquirir grandes cuotas de poder en el sector público, en los partidos políticos y en los movimientos sociales, constituyendo un régimen cívico-militar de violencia y represión, que incluyó entre sus prácticas: intimidaciones, ataques, torturas y asesinato (Kruijt, 2009, pp. 53-54). En el caso El Salvador, se instauró una dictadura militar desde década de 1930, época que estuvo marcada por una rebelión abierta en 1932, en parte como consecuencia del descontento ante la disminución de los salarios de los trabajadores del café y con participación del Partido Comunista Salvadoreño (PCS). En ese contexto, el general Maximiliano Hernández Martínez, organizó campañas de persecución y encarcelamiento hacia los comunistas salvadoreños; esto marcó el tono para las dictaduras militares que se mantuvieron en El Salvador durante aproximadamente cuatro décadas (Kruijt, 2009, p. 56). En 1962 durante el gobierno de Julio Adalberto Rivera, surgieron algunas luces reformistas tras celebrarse una Asamblea Constituyente que garantizara las elecciones presidenciales cada cinco años y las municipales cada dos años. Sin embargo, en 1972 quedó demostrada la inviabilidad de una apertura política tras la anulación de las elecciones presidenciales, así como también en las elecciones de 1974,1976 y 1977, en las cuales o no se presentaron candidatos de la oposición y los militares recurrieron al fraude para mantenerse en el poder (Martí i Puig, 2013, pp. 81-82). 48 El fraude y la represión marcaron la pauta de la política salvadoreña y de los gobiernos militares, que arremetieron a través de “escuadrones de la muerte” contra comunistas, sacerdotes jesuitas, sindicalistas y pequeños grupos guerrilleros; que comenzaban a aparecer y a atacar a los miembros de la élite económica y la jerarquía militar de El Salvador (Kruijt, 2009, pp. 59-60). En el caso de Nicaragua, esta estuvo gobernada por generaciones sucesivas de la familia Somoza desde la década de 1930, y el ejercicio de su poder se expresó a través del control de la Guardia Nacional, el control económico del país, la captación de las fuerzas opositoras y además el apoyo de los Estados Unidos de América (Kruijt, 2009, p. 63). En Nicaragua, el ejercicio del poder por parte de pequeñas camarillas constituyó una suerte de personificación del poder político, a pesar de la presencia simulada de un Estado de Derecho y de la celebración de elecciones. Bajo esta lógica el Estado somocista fue una plataforma de enriqueciendo privado, lo que generó una serie de roces con los grupos empresariales carentes de poder político (Martí i Puig, 2013, p. 84). Desde la década de 1960 el régimen utilizó la prohibición como estrategia coercitiva, limitando la libertad de expresión en radio y televisión, en torno a la transmisión de mensajes que atentaran contra la paz y la seguridad del Estado; además se prohibió la exhibición de rótulos sin autorización del régimen. Y tras el terremoto de 1972 que destruyó gran parte de Managua, Anastasio Somoza utilizó en beneficio propio cientos de millones de dólares que Estados Unidos y otros países habían donado a 49 Nicaragua para la reconstrucción y atención de las personas afectadas (Martí i Puig, 2013, pp. 84-85). No obstante, el detonante de la crisis política, fue la utilización de recursos públicos y resortes del Estado por parte del régimen, y la injerencia de empresas de Somoza en sectores económicos que hasta entonces habían estado reservados a las élites tradiciones. Frente al descontento de sector empresarial, así como de grupos de estudiantes y de la oposición, el régimen fue recurriendo cada vez más a la represión para acallar las demandas, configurándose así gran tensión en la vida social de Nicaragua (Martí i Puig, 2013, pp. 85-86). 1.1.3 La dimensión organizativa revolucionaria Es en el marco de ese contexto de tensión política y social, que surgieron las organizaciones guerrilleras centroamericanas. Las mismas fueron organizaciones de carácter político-militar, que desarrollaron la lucha armada en el contexto particular de hostilidad y represión de los regímenes militares y autoritarios de Nicaragua, Guatemala y El Salvador; con el objetivo común de acceder al poder y generar transformaciones radicales en la sociedad (Martí i Puig, 2013, p. 106). En el caso de Nicaragua y Guatemala, los grupos guerrilleros se formaron hacia finales en la década de 1950 y principios de la década de 1960, con una fuerte influencia de la Revolución Cubana, y en El Salvador comenzaron a formarse en la década de 1970, influenciados por la experiencia cubana y por la nicaragüense (Kruijt, 2009, pp. 67-68). 50 En Guatemala desde inicios la década de 1960 surgieron algunos movimientos guerrilleros conformados por ex-soldados, estudiantes y campesinos. Los cuales fueron asediados a partir de 1966, en el marco de una campaña contrainsurgente por parte del Ejército, con ayuda de grupos paramilitares de derecha, llamados “milicias de autodefensa”; dejando como saldo aproximadamente 300 bajas guerrilleras y 3.000 bajas campesinas en dos años. Los líderes guerrilleros que sobrevivieron a dicha campaña contrainsurgente, en conjunto con nuevos cuadros revolucionarios, fundaron las tres fuerzas guerrilleras de Guatemala: las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y la Organización del Pueblo en Armas (ORPA), las cuales en 1982 se unieron para conformar la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), a la cual se integró en 1986, una fracción escindida del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT). Dichas organizaciones político-militares estaban conformadas por centenares de personas del sector público, profesionales y organizaciones estudiantiles, así como también en ellas participaban organizaciones de masas de personas campesinas e indígenas, como el Comité de Unidad Campesina (CUC) (Kruijt, 2009, pp. 69-70). En Nicaragua, los primeros movimientos guerrilleros estuvieron encabezados por veteranos del Ejército de Sandino [Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN)] de finales de la década de 1920 y principios de la década de 1930, junto con algunos ex-integrantes de la Guardia Nacional de Nicaragua. Fueron ellos quienes entrenaron a la nueva generación de guerrilleros entre finales de la década 51 de 1950 y durante la década de 1960, generación conformada por dirigentes del movimiento estudiantil, disidentes de los partidos políticos tradicionales y miembros de las comunidades de base cristianas con inclinaciones de izquierda. Dichos movimientos guerrilleros en el caso nicaragüense se unificaron tempranamente en 1961, en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), con Tomás Borge, Edén Pastora y Carlos Fonseca entre sus fundadores. No obstante, entre las décadas de 1960 y 1970, el FSLN sufrió un continuo de bajas y derrotas por parte de la Guardia Nacional, donde murió una gran cantidad de cuadros sandinistas, entre ellos algunos de sus fundadores. Posterior a eso, gran parte de los comandantes que asumieron la dirección del FSLN, eran jóvenes universitarios urbanos de clase media. Dentro del FSLN, hubo tres tendencias revolucionarias distintas, que se denominaron: la “Guerra Popular Prolongada” (GPP), la “Tendencia Proletaria” (TP) y la “Tendencia Tercerista” o “Insurreccionista”. Las mismas se reconciliaron en marzo de 1979, a la vez que sus líderes conformaron la Dirección Nacional del FSLN (Kruijt, 2009, pp. 72-75). Por otra parte, en El Salvador a inicios de la década de 1970, se formaron las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL), encabezadas por Salvador Cayetano Carpio [Comandante Marcial], cuando este se separó del Partido Comunista de El Salvador, por considerarlo conservador o timorato. Las FPL fue una organización político-militar de vanguardia, que optó por la estrategia de “guerra de guerrillas” y que buscó el apoyo de otras organizaciones populares y 52 sindicales; las cuales se cohesionaron en el Bloque Popular Revolucionario (BPR). Posteriormente, surgieron otras organizaciones político-militares encabezadas por dirigentes del movimiento estudiantil y de las comunidades de base cristianas, como por ejemplo: el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) [con su federación de organizaciones populares, las Ligas Populares 28 de Febrero (LP-28)], la Resistencia Nacional (RN) [con su federación de organizaciones populares, el Frente de Acción Popular Unificada (FAPU)] y el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) [con su federación de organizaciones populares el Movimiento de Liberación Popular (MLP)]; organizaciones que en 1980 se unificaron para conformar el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), al cual se unió también el Partido Comunista de El Salvador (PCS) (Kruijt, 2009, pp. 76-77). Las guerrillas implementaron estrategias particulares y tuvieron alcances distintos en los tres países. Por ejemplo, en Nicaragua, la estrategia “foquista” de lucha en zonas montañosas o rulares, inspirada en el proceso revolucionario cubano, perdió fuerza desde mediados de la década de 1970 y fue remplazada por una estrategia orientada hacia la lucha urbana. Dicha estrategia urbana, se enmarcó en la tendencia “Tercerista” o “Insurreccionista” mencionada anteriormente, la cual entre 1978 y 1979 organizó una serie de levantamientos urbanos que tuvieron un gran apoyo popular y en espacial, el de jóvenes milicianos que se integraron al FSLN en ciudades como Managua, Masaya, Granada, León, Estelí y Chinandega; hasta el 53 triunfo de la Revolución Sandinista en julio de 1979. Revolución que estuvo bajo asedio contrarrevolucionario durante toda la década de 1980, hasta su derrota electoral en 1990. (Kruijt, 2009, pp. 125-129). A su vez, inspirado por el triunfo nicaragüense, el FMLN de El Salvador, organizó una operación insurgente urbana en San Salvador en 1981, “la ofensiva final”, así como también ocupó otras ciudades; sin embargo, en el caso de El Salvador, a pesar de que el FMLN tuvo respaldo popular, no hubo una insurrección general como si lo hubo en Nicaragua. El FMLN se retiró de las ciudades grandes y comenzó a ocupar y controlar territorios en el norte, este y sureste del país, como: Morazán, Chalatenango, Usulután, Cabañas y San Vicente, con frentes relativamente cercanos. Durante ese tiempo, el FMLN desarrolló también acciones de guerrilla rural, mediante ataques sorpresa, misiones nocturnas y emboscadas, sin dejar de lado las operaciones proyectadas hacia el ataque de guarniciones del Ejército en zonas urbanas; ejército que además contaba con el apoyo económico e instructivo de los Estados Unidos. Fue hasta 1989 que el FMLN preparó una segunda ofensiva guerrillera en San Salvador, con el objetivo de desarrollar una insurrección general; sin embargo, el FMLN no tuvo el apoyo popular esperado y ante la respuesta de un Ejército Salvadoreño bien entrenado y armado, la campaña guerrillera devino en un empate militar con las Fuerzas Armadas y en la posterior negociación de paz (Kruijt, 2009, pp. 129-134). 54 Por su parte en Guatemala, las campañas guerrilleras desde la década de 1960 estuvieron concentradas en las zonas rurales al este del país y en menor medida en el norte, lo cual fue el rasgo principal de la estrategia guerrillera guatemalteca por más de tres décadas, sin que eso excluyera la existencia de bases guerrilleras urbanas a manera de fuerzas auxiliares. Para finales de la década de 1970 y principios de la década de 1980, durante los gobiernos militares de Romero Lucas García y (1978-1982) y de Efraín Ríos Montt (1982-1983), las guerrillas guatemaltecas a través de la URNG, lanzaron operaciones militares que lograron controlar una parte importante de la infraestructura del país. Sin embargo, al final de la década de 1980, tras el impacto de fuertes campañas contra insurgentes, la URNG fue perdiendo fuerza hasta que fue derrotada (Kruijt, 2009, pp. 135-142). Es así como entre la década de 1960 y 1990 en Guatemala, Nicaragua y El Salvador, se libraron tres guerras civiles paralelas y parcialmente interrelacionadas, con consecuencias devastadoras para la región. En El Salvador La Comisión de la Verdad, y en Guatemala La Comisión para el Esclarecimiento Histórico, dan un estimado de entre 75.000 y 150.000 muertes respectivamente durante ese periodo, mientras que en Nicaragua las cifras de muertes rondan los 100.000 (Kruijt, 2009, pp. 46-47). Si bien en Costa Rica la última guerra civil fue la de 1948, durante la década de 1970 se evidenció una activación de diversos sectores que apostaron a la participación política como vía para la consecución de cambios radicales en la 55 sociedad; dando origen a lo que Dobles Oropeza y Leandro Zúñiga (2015) señalan como la “segunda ola” de la izquierda marxista en el país, marcada por la influencia