181 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 “Unidos los unos con los otros”: El gremio de los telegrafistas en Costa Rica (1880-1930) inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 [ISSN: 1659-0139] “Unidos los unos con los otros”: El gremio de los telegrafistas en Costa Rica (1880-1930)1 Ronald Eduardo Díaz Bolaños2 Él [el telegrafista] desde su caseta, observa y siente las palpitaciones del mundo. Sus dedos siempre dóciles envían frases de amor ó de odio, anun- cian la vida ó la muerte, la paz ó la guerra, las conquistas de la ciencia, los triunfos de la civilización .... y su alma sometida á esas bruscas emociones, que su aparato recibe ó envía acaba por imprimir á su semblante una fi- sonomía propia, de hombre indiferente, cosmopolita, abierto á todas las ideas, amigo de todas las razas.3 Manuel Sáenz Cordero, San José, seti- embre de 1911. Recepción: 10 de julio de 2007 / Aprobación: 24 de enero de 2008 1 La versión original de este trabajo se presentó como ponencia en la Mesa Alfabetización, Educación y Cultura Impresa del Seminario “Culturas populares y políticas públicas en México y Centroamérica (Si- glos XIX y XX)”, Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, Alajuela, Costa Rica, 20 al 22 de septiembre de 2000. 2 Licenciado en Historia. Investigador del Centro de Investigaciones Geofísicas de la Universidad de Costa Rica y Tutor de la Cátedra de Historia de la Universidad Estatal a Distancia. E-mail: roeddibo@ yahoo.com 3 “El telegrafista”. Páginas ilustradas. Año VIII, núm. 303. San José, 1 de octubre de 1911, p. 12. Resumen Las comunicaciones telegráficas tuvieron un importante desarrollo en Costa Rica entre 1880 y 1930. El objetivo principal de este artículo es identificar los principales elemen- Abstract The telegraphic communications had a very important development in Costa Rica between 1880 and 1930. The goal of this paper is to identify the main elements that fortified the tele- 182 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 Ronald Eduardo Díaz Bolaños tos que contribuyeron a afianzar los vínculos de solidaridad entre los te- legrafistas, como entes del progreso y del control social en la Costa Rica del período en estudio. Para ello se analizaron documentos de archivo y artículos de revistas telegráficas de la época con el fin de extraer datos referentes a la vida cotidiana de los telegrafistas y a las normas de control social aplicadas por sus directores. Las fuentes de la época evidencian que en su vida cotidiana, los telegra- fistas no siempre se ajustaban a di- chas normas, pese a que por su ocu- pación debían de ser ejemplo de su aplicación en los lugares donde tra- bajaban. A pesar del incumplimiento de la normativa de control social, los telegrafistas pudieron cohesionarse como gremio a partir del fortaleci- miento de los vínculos de solidaridad generados por los bajos salarios y otros problemas socioeconómicos que enfrentaban en el ejercicio de su trabajo. Palabras clave Costa Rica / historia social / control social / telecomunicaciones / telegra- fía / telegrafistas, vida cotidiana. graphers´ solidarity links. They were agents of progress and social control in Costa Rica. Many file documents and articles of telegraphic reviews were analyzed to find information about the daily life of telegraphers and rules of social control applied by their bosses. The sources point that telegraphers not always adjust to the rules of social control in their daily life though they should to apply them in their work places. However, the tele- graphers made strong solidarity links because of the low salaries and other social and economic problems that affected their jobs. Key Words Costa Rica / social history / social control / telecommunications / tele- graphy / telegraphers / daily life. Introducción El telégrafo fue un instrumento muy importante para las sociedades in- dustrializadas del siglo XIX que permitió ampliar las comunicaciones al interior de éstas, conectándolas entre sí, vinculándolas también con sus colonias y demás países que dependían económicamente de ellas. 183 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 “Unidos los unos con los otros”: El gremio de los telegrafistas en Costa Rica (1880-1930) Forjó un sistema capaz de facilitar las comunicaciones a lo largo y ancho del mundo, uniendo todos los conti- nentes por tierra, mar y aire, siendo el precursor de los modernos siste- mas de telecomunicaciones y redes informáticas que han acortado las distancias en el mundo de la segunda mitad del siglo XX, las que a su vez lo reemplazaron e hicieron caer en des- uso al finalizar el decenio de 1990.4 Costa Rica, un país latinoameri- cano dedicado a la agroexportación dentro del capitalismo dependiente y en proceso de consolidar el Esta- do nacional bajo el modelo político liberal, también permitió el funciona- miento del sistema telegráfico den- tro de su territorio. Esto facilitó las comunicaciones entre las diferentes poblaciones y las principales zonas productivas de aquella época y la di- fusión del acontecer internacional por medio de los telegramas y cablegra- mas procedentes de otras naciones. En este proceso de desarrollo del sistema telegráfico participaron centenares de hombres y de muje- res que, aprendiendo el manejo del telégrafo Morse y posteriormente del radiotelégrafo, tuvieron un papel fun- damental en el desarrollo de las tele- comunicaciones en el país y a la vez conformaron un gremio que adquirió una identidad propia y participó de las políticas de control social impul- 4 Cf. “. . . - - - . . . . - . .. . - -. (SOS, RIP)”. The Economist. January 23 rd, 1999. pp. 71-73 y “Réquiem por código Morse”. En: La Nación. Año LIII. núm. 18 865. San José, 2 de febrero de 1999, p. 2A. (El título del primer texto se encuentra en clave Morse. N. del E.) sadas por el Estado liberal, mismas que aplicarían dentro de su misma organización. El objetivo de este artículo es identificar los principales elementos que contribuyeron a afianzar los vín- culos de solidaridad entre los tele- grafistas, como entes del progreso y del control social en la Costa Rica de 1880 a 1930. El desarrollo de la telegrafía en Costa Rica (1880-1930) Al finalizar el mandato del Gral. Tomás Guardia (1870-1882), el país logra estabilidad política. El Estado costarricense experimenta un proce- so estructural que lo transforma en un modelo de economía capitalista agroexportadora, centrada en el café y el incipiente cultivo del banano, for- taleciéndose por medio de los recur- sos de las aduanas y el desarrollo del aparato burocrático. Bajo la ideología liberal se busca el progreso, eviden- ciado en el desarrollo material reque- rido por el sistema capitalista para su adecuado funcionamiento. En este contexto será importante el desarro- llo de las comunicaciones telegráfi- cas, que beneficiaban al país por su aplicación en la administración públi- ca, en las transacciones mercantiles y para remedio de otras necesidades de índole social.5 5 Vargas Arias, Claudio. La consolidación del Estado costarricense (1848-1890). Publica- ciones de la Cátedra de Historia de las Insti- tuciones de Costa Rica, Escuela de Historia y Geografía, Facultad de Ciencias Sociales, Uni- versidad de Costa Rica. San José. 1993. pp. 23-24. Cf. “Informe”. La Gaceta. Año 3, trim. 184 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 Ronald Eduardo Díaz Bolaños Se conforma un sistema de con- trol social, basado en las institucio- nes que integran el Estado, la Iglesia (ahora con un nuevo ámbito dentro del espacio público tras la legisla- ción anticlerical de 1884), las insti- tuciones educativas y culturales y el nuevo orden jurídico liberal. Para ello fue necesario reorganizar la división político-administrativa, la expansión del cultivo del café que incidió en la colonización de nuevos espacios y la construcción del sistema ferroviario interoceánico; lo que incidió directa- mente en la expansión del telégrafo, por la capacidad de agilizar las rela- ciones de índole económica, política y de control social en el país.6 La telegrafía en Costa Rica se había iniciado en 1868 con el con- trato firmado entre el Lic. Aniceto Esquivel (1824-1898), representante del gobierno costarricense, con el empresario estadounidense Lyman Reynolds, quien también fue pionero de la enseñanza de esta ocupación.7 3, núm. 717. San José: Imprenta Nacional, 14 de julio de 1880. p. 2 y Araya, Miguel Ángel. Op.cit., pp. 24-25. 6 Gil Zúñiga, José Daniel. “Controlaron el es- pacio hombres, mujeres y almas. Costa Rica: 1880-1920”. Ponencia para el Tercer Congre- so Centroamericano de Historia. San José, Costa Rica, 16 al 18 de julio de 1996, passim. 7 República de Costa Rica. Colección de Leyes del año 1869. Imprenta Nacional. San José. s. f. pp. 135-140. Entre los primeros alum- nos de Reynolds se encontraba Juan de Dios Céspedes (1849-1906), quien se dedicaría a la química. Cf. Solano Chaves, Flora y Díaz Bola- ños, Ronald. La ciencia en Costa Rica: (1814- 1914). Una mirada desde la óptica universal, latinoamericana y costarricense. San José. Costa Rica. Editorial de la Universidad de Cos- ta Rica. 2005, pp. 29 y 41. A partir de este momento, las cuatro ciudades principales del Valle Central (San José, Alajuela, Heredia y Carta- go) contaron con una comunicación telegráfica que pronto sería controla- da por el Estado, que en 1870 había promulgado su primer reglamento telegráfico y extendería las líneas te- legráficas hasta el puerto de Punta- renas.8 A inicios de la década 1880, tras ampliar las líneas telegráficas a la provincia de Guanacaste, fue posible establecer la comunicación telegráfi- ca con el resto de Centroamérica y los Estados Unidos mediante el inter- cambio de telegramas entre las ofici- nas de Costa Rica y la de San Juan del Sur en Nicaragua, servicio que se oficializó en 1884 con la firma de una convención entre ambos gobiernos.9 8 Supremo Poder Ejecutivo de la República de Costa Rica. Colección de las Leyes, Decretos y Órdenes expedidos por los Supremos Po- deres Legislativo y Ejecutivo de Costa-Rica, en el año de 1871. Tomo XX. Imprenta Na- cional. San José, 1874, pp. 100-106. Araya Araya, Miguel Ángel. Aventuras de un telegra- fista. San José: Ediciones Nuevo Mundo,. s. f. pp. 14-15 y 16-17; Hernández Flores, Carlos Enrique. “Desarrollo de las telecomunicacio- nes de Costa Rica en el siglo XIX y la influencia del capital extranjero”. Tesis de Licenciatura en Historia. Universidad Nacional, 1974, pp. 3-4, 9-22, 27-30, 36-37, 45 y 57-58. Marín Her- nández, Juan José y Naranjo Gutiérrez, Car- los. Historia de las comunicaciones en Costa Rica (1868-1962). ICE, Oficina de Patrimonio Histórico y Tecnológico, San José, 1993- 1994, pp. 24-29 y Tristán, Federico. “Historia del Telégrafo. Su adopción en Costa Rica”. El Telegrafista. Época II, núm. 2. Julio. San José: Imprenta Alsina, 1914, p. 16. 9 “Editorial: Unión Telegráfica Centro-america- na”. La Gaceta. Año 3, trim., 2, núm. 703. San José: Imprenta Nacional, 26 de junio de 1880, p. 3; “Aviso Oficial: Dirección General del Telé- grafo”. La Gaceta. Año 3, trim. 2, núm. 705. 185 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 “Unidos los unos con los otros”: El gremio de los telegrafistas en Costa Rica (1880-1930) Mientras tanto, el empresario estado- unidense Minor Cooper Keith (1848- 1929) abrió el servicio telegráfico en Limón (1882), cuyo uso monopolizó y en 1883 se rebaja la tarifa del telé- grafo para estimular el uso del servi- cio. El interés por el aprendizaje de la telegráfica decayó, al parecer por la reducción de un 50% de los salarios de los telegrafistas, el despido de va- rios de ellos, el cierre de oficinas y la organización de la primera huelga de este gremio. 10 Para 1890 aunque había 14961 postes de telégrafo, Costa Rica era el país centroamericano con menor número de oficinas telegráficas al contar con 36 estaciones, mientras Nicaragua poseía 73, Guatema- la 105, Honduras 108 y El Salvador “mayor número que las demás” (no especifica).11 Por ello, ese mismo año, el gobierno envía a Roberto Castro, Director General de Telégrafos, a vi- sitar las principales oficinas telegráfi- cas de Estados Unidos y Europa para dar a conocer a su regreso los ade- lantos más recientes en la telegrafía. Castro representó a Costa Rica en la Conferencia Telegráfica Internacional celebrada el 29 de abril de 1890 en San José: Imprenta Nacional, 29 de junio de 1880, p. 4 y Hernández, Carlos. Op.cit.. pp. 37 y 45. Marín, Juan José y Naranjo, Carlos. Op.cit., pp. 29-31 y 38; Hernández, Carlos. Op.cit., pp. 43 y 61-69 y Araya, Miguel Ángel. Op.cit.. pp. 16 y 27. 10 Hernández, Carlos. Op.cit.. pp. 23-24, 33, 38-41 y 61. 11 “Telégrafos Nacionales. Su estado actual”. En: El Telégrafo de Costa Rica. Año I, núm. 7. San José: Tipografía Nacional, 2 de agosto de 1890. pp. 1-2. París, a la cual asistieron delegados de numerosos países y compañías telegráficas.12 En 1900, el científico José Fidel Tristán Fernández (1873-1932) in- troduce en Costa Rica la telegrafía inalámbrica, tras su regreso de Chile, cuando abre una Escuela de Radio- telegrafía en el Liceo de Costa Rica, siendo asistido por el mecánico ale- mán Eduardo Gugolz (muerto en 1904).13 Con la presencia de la United Fruit Company (UFCO) en el enclave bananero de Limón, se introdujo en 1902 el telégrafo inalámbrico o radio- telégrafo, al instalar una estación de 2 KW y una antena de 125 pies de alto en Puerto Limón, haciendo de Costa Rica el primer país centroamericano que tuvo dicho sistema, permitien- do la comunicación con sus filiales en Bocas del Toro (Colombia), Blue- fields y Rama (Nicaragua). En 1907 la UFCO instaló una estación de 10 KW y una antena de 200 pies de alto en vez de la anterior que permitió el envío de radiogramas a Colón (Pana- má), intentando la comunicación con Estados Unidos de donde sólo se re- cibía una débil señal procedente de Cayo Hueso (Florida). Para coordinar mejor sus operaciones en el área, la UFCO llegó a establecer la Tropical 12 El telégrafo de Costa Rica. Año I, trim. I, núm. 1. San José: Tipografía de la Prensa Libre, 13 de abril de 1890. p. 2; “La Conferencia Te- legráfica Internacional”. En: El Telégrafo de Costa Rica. Año I, núm. 9. Tipografía Nacio- nal. San José, 6 de setiembre de 1890, p. 1 y Hernández, Carlos. Op.cit., p. 44. 13 Hernández, Carlos. Op.cit., pp. 47-48. 186 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 Ronald Eduardo Díaz Bolaños Radio Telegraph Company, subsidia- ria encargada de las comunicaciones inalámbricas de la compañía.14 Al mismo tiempo, el Gobierno instaló su primera estación telegráfica inalám- brica, ubicada en Barra del Colorado y su primer radiograma se transmitió al presidente Cleto González Víquez (1906-1910) el 26 de abril de 1907.15 Para 1912 Costa Rica contaba con 128 estaciones telegráficas que se distribuían en casi todas las zo- nas ocupadas del país, excepto Ta- lamanca, la Zona Sur y la mitad del Pacífico Central.16 El impacto de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) en la economía nacional hizo que el gobierno del Gral. Federico Tinoco (1917-1919) clausurara las estacio- nes radiotelegráficas abiertas en la Escuela Normal de Costa Rica y en el Colegio Superior de Señoritas duran- te la administración de su predecesor, el Lic. Alfredo González Flores (1914- 14 Araya, Miguel Ángel.: Op.cit., p. 21; Coronado Aguilar, Antonio. “Telegrafía sin hilos”. En: El Telegrafista. Año I, núm. 5. San José: Impren- ta del Comercio, 1 de enero de 1910, p. 5; Fonseca, Elizabeth. Centroamérica: su histo- ria. San José: FLACSO-EDUCA, 1996, p. 172. Marín, Juan José y Naranjo, Carlos. Op.cit., pp. 42-43 y Tristán Fernández, Federico. “Es- tación inalámbrica en Limón”. El Telegrafista. Año I, núm. 5. San José: Imprenta del Comer- cio, 1 de enero de 1910, p. 9. 15 Araya, Miguel Ángel. Op.cit.. pp. 21-23; Ma- rín, Juan José y Naranjo, Carlos. Op.cit.. p. 43 y Tristán Fernández, Federico. “El inalámbrico de la Barra del Colorado”. El Telegrafista. Año I, núm. 5. San José: Imprenta del Comercio, 1 de enero de 1910, pp. 13-14. 16 República de Costa Rica. América Central. Informe del Director General de Correos, Te- légrafos y Teléfonos Nacionales. Año 1912. Tipografía Nacional, San José, 1913, pp. 21- 22. 1917).17 Bajo el gobierno de Francis- co Aguilar Barquero (1919-1920), la telegrafía inalámbrica se convierte en monopolio del Estado, las concesio- nes y derechos para explotarlas son por tiempo limitado, el servicio para comunicación internacional era con- cedido a costarricenses de origen bajo supervigilancia y protección es- tatal. Es en estas condiciones que el Secretario de Fomento, Narciso Blanco Mora, firmó en 1921 un con- trato con los ingenieros electricistas Ricardo Pacheco Lara y José Joa- quín Carranza Volio para instalar una estación radiográfica internacional en San José, documento que fue apro- bado por el presidente Julio Acosta el 25 de julio de ese año.18 Blanco firmó con Julius A. Lig- gett, representante de la Compañía All America Cables Incorporated de Nueva York, un contrato el 21 de ju- nio de 1921 para dotar al país de un sistema cablegráfico que permitiría conectar los puertos del país con los cables internacionales que poseía esa compañía e instalar en tierra estacio- nes telegráficas para conectarse con dichos cables. Ello permitió el enlace con otras naciones, en especial con los principales mercados de expor- tación y los centros proveedores de productos importados, a un costo re- lativamente bajo. El presidente Acos- ta dio su aval el 9 de agosto de ese 17 Araya, Miguel Ángel. Op.cit., pp. 23-24. 18 Dirección General de Telégrafos (ed.). Colec- ción de leyes y otras disposiciones referen- tes al ramo de los Telégrafos Nacionales de Costa Rica. Imprenta Nacional. San José. 1923. pp. 33 y 39-51. Cf. Araya, Miguel Án- gel. Op.cit., p. 25. 187 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 “Unidos los unos con los otros”: El gremio de los telegrafistas en Costa Rica (1880-1930) año y por fin, Costa Rica pudo contar con su propio servicio cablegráfico que por años se había gestionado sin dar resultados y se inauguró el 1 de julio de 1922, con un intercambio de cablegramas entre Acosta y su ho- mólogo estadounidense Warren G. Harding (1921-1923).19 Sin embargo, este logro tardío pronto fue superado por las comu- nicaciones radiotelegráficas ya que el 5 de enero de 1926 se inauguró oficialmente el servicio de comunica- ciones inalámbricas entre Costa Rica y el resto del mundo al producirse un intercambio de radiogramas entre el Presidente Ricardo Jiménez Orea- muno (1859-1945), desde la estación central de la Compañía Radiográfica Internacional de Costa Rica en San José, y el presidente estadounidense Calvin Coolidge (1923-1929) en Was- hington DC.20 Para la década de 1920 varias instituciones poseían aparatos de radiotelegrafía, siendo este el caso del Liceo de Costa Rica, la Escuela Normal, el Seminario Diocesano, los periódicos Diario de Costa Rica, La Tribuna y La Opinión, así como el de algunos particulares que podían pa- gar por la instalación y mantenimiento 19 Araya, Miguel Ángel. Op.cit., pp. 27-28; Her- nández, Carlos. Op.cit., pp. 47 y 73 y Direc- ción General de Telégrafos. Op.cit., pp. 53- 63. Cf. Román Trigo, Ana Cecilia. El comercio exterior de Costa Rica (1883-1930). Tesis de Licenciatura en Historia. Universidad de Costa Rica, 1978, p. 154. 20 Mata Gamboa, Jesús. Monografía de Carta- go. Reproducción de la 1ª ed. Cartago: Edi- torial Tecnológica de Costa Rica, 1999, pp. 673-674. del equipo.21 Al finalizar dicho dece- nio, la red telegráfica nacional estaba constituida por 205 estaciones, tanto en el Valle Central como en varias de las zonas periféricas del país (Zona Norte, Guanacaste, Golfo de Nicoya, Limón). Sin embargo, las líneas tele- gráficas aún no comunicaban zonas de reciente colonización en el sur y sureste del país y la región de Tala- manca, ocupada principalmente por poblaciones indígenas.22 En este contexto, es notorio ob- servar el éxito de las comunicaciones radiográficas, evidenciado en el au- mento considerable de los radiogra- mas y en el funcionamiento de once estaciones que tenían comunicación con la estación central de San José: Telefonía, Paraíso, Barra del Colora- do, San Isidro de El General, San Lu- cas, Puntarenas, Buenos Aires, Puer- to Jiménez, La Uvita de Puntarenas y Liberia, así como la de Pirrís, perte- neciente a la Pirris Farm Co. y puesta bajo la supervigilancia del Estado.23 En 1929 el Congreso había apro- bado la Convención Radiográfica Internacional celebrada en Washing- ton, D.C. (1927), donde los repre- 21 Araya, Miguel Ángel. Op.cit., p. 13. 22 Los datos se tomaron de la Memoria de la Secretaría de Gobernación y Policía corres- pondiente al año 1929. Imprenta Nacional. San José, 1931, pp. 527-530. Solamente aparecen los datos de 174 estaciones. 23 República de Costa Rica. América Central: Informes de las dependencias de Goberna- ción y Policía correspondientes al año 1930. San José: Tipografía Nacional, 1930, pp. 455 y 463-464 y Mata, Jesús. Op.cit., pp. 674- 680. 188 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 Ronald Eduardo Díaz Bolaños sentantes de los gobiernos del mun- do -entre los que se encontraba el costarricense Rafael Oreamuno- se habían comprometido a regular, a nivel internacional, el uso de las on- das hertzianas y de los sistemas de difusión radial.24 Al 31 de diciembre de 1930, Costa Rica contaba con de 2 697 430 metros de líneas telegráfi- cas, por lo que este servicio, más la red de emisoras, llegaron a comuni- car todo el país.25 Organización del gremio de tele- grafistas y algunos aspectos de su vida cotidiana El ramo de la telegrafía en Costa Rica estaba a cargo de la Dirección General de Telégrafos, organización oficial encabezada por un Director en Jefe, nombrado y removido por el Poder Ejecutivo. Dicho director era responsable del servicio y manejo de todas las líneas e intermediario en la ejecución de las órdenes supre- mas emanadas por las Carteras de Gobernación y Fomento. Le esta- ban subordinados todos los demás empleados del telégrafo, velaba por el buen servicio brindado por los te- legrafistas y el cumplimiento de los deberes de sus subalternos, vigilaba el buen estado de líneas y oficinas solicitando al gobierno el material necesario para dicho fin, reportaba las cuentas del ramo y observaba el cumplimiento por parte del gobierno de las obligaciones adquiridas en las convenciones telegráficas internacio- nales, presentándole anualmente un 24 Informes de las dependencias de Goberna- ción y Policía, pp. 320-323 25 Ibid., p. 430. informe sobre el telégrafo, su esta- do, ingresos y egresos. El cargo de Subdirector General de Telégrafos se estableció en 1919 y el de Tenedor de Libros para llevar las cuentas del ramo en 1920, cargo que fue sustitui- do posteriormente por el de Auditor General del Telégrafo Nacional, que asumió los asuntos económicos de la Dirección.26 La Oficina Central tenía su sede en San José, su jefe era el Telegrafis- ta Principal (sustituido por un Secre- tario al finalizar el período de estudio), siendo el inmediato superior de todos los empleados después del Director. Le correspondía vigilar el cumplimien- to de los deberes de los empleados, inspeccionar las oficinas y líneas te- legráficas, nombraba el personal y solicitaba el equipo adecuado para su oficina, imponía multas y asumía asuntos de la Dirección en ausencia o enfermedad del Director.27 Le seguían los Inspectores de Sección, nombrados o removidos por recomendación del Director General al Supremo Gobierno, tenían a su cargo la inspección de las secciones de la línea y los ramales que les asig- naban. Los Inspectores encargaban su mantenimiento a los guardas que nombraban, les dotaban del equipo requerido para tal fin, los multaban y destituían según su proceder, ins- peccionaban las líneas y oficinas de la sección a su cargo28. 26 Dirección General de Telégrafos. Op.cit.. pp. 4-7 y 64-66. 27 Ibid., pp. 7-8. 28 Ibid., pp. 8-10. 189 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 “Unidos los unos con los otros”: El gremio de los telegrafistas en Costa Rica (1880-1930) Los telegrafistas eran nombrados por el Director en Jefe, con aproba- ción del Poder Ejecutivo. A ellos se asignaba la apertura de las oficinas conforme a los horarios establecidos, ampliándolos por orden superior o por recargo de trabajo. Estaban en- cargados de transmitir y recibir los telegramas, cuidar la entrega de los mensajes a sus interesados, mante- ner en buen estado y aseo el equipo de la oficina, entregar los fondos re- colectados en ella los días señalados, impedir el ingreso de particulares, re- servar el contenido de los mensajes recibidos o transmitidos (excepto los oficiales), abstenerse de alterarlos, permanecer en su función aun en tiempos de convulsión social y aban- donar la oficina en caso extremos; cumplir las instrucciones recibidas en caso de guerra, dormir en la oficina por una emergencia y transmitir des- pués del cierre los telegramas urgen- tes. No podían enviar mensajes que contenían insultos, obscenidades ni expresiones de aversión a las leyes y buenas costumbres, tampoco los telegramas particulares referentes a hechos subversivos o conatos de sedición. Esto era evidencia directa de su participación en las políticas de control social del Estado costarricen- se.29 Los guardas eran los encargados de vigilar el buen estado de las líneas, y eran nombrados o removidos por el Director en Jefe o los Inspectores según el lugar. Debían recorrer diaria- mente el trayecto de la línea que les asignaban, reparar los daños meno- res, reportar los mayores, denunciar 29 Ibid., pp. 10-12 y 19. a quienes los provocaban y obedecer las disposiciones superiores.30 Los mensajeros eran nombra- dos o removidos por los telegrafistas. Enviaban los telegramas en cubierta cerrada a sus destinatarios, mante- nían el aseo de sus respectivas ofici- nas y equipo.31 El 20 de abril de 1880 el Supre- mo Gobierno dispuso que todos los empleados del Telégrafo usaran uni- forme: vestido y kepi negro, divisas blancas en el kepi y bocamangas. El Director General debía llevar además dos galones angostos y tres estrellas, el Telegrafista Principal dos trencillas y dos estrellas; los Inspectores de Lí- nea tres trencillas; los Telegrafistas de Primera Escala, dos trencillas y una estrella; los de Segunda Escala una trencilla y una estrella y los de Tercera Escala una trencilla; los mensajeros una trencilla en el kepi y los Guardas de Línea un listón de bronce con la leyenda “Guarda del Telégrafo”. La abotonadura del vestido debía tener el mismo color de las divisas. Ese año se había establecido un escala- fón para los telegrafistas en servicio asignándoles una graduación según los servicios prestados y buena con- ducta, las divisas correspondían a las graduaciones en dicho escalafón.32 Durante el período en estudio empiezan a aparecer periódicos y 30 Ibid., p. 13. 31 Ibid., pp. 14-15. 32 La Gaceta. Año 3, trim. 2, núm. 659. San José: Imprenta Nacional,. 25 de abril de 1880. p. 1 e “Informe”. En: La Gaceta. 14 de julio de 1880, p. 2. 190 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 Ronald Eduardo Díaz Bolaños revistas con información de carácter científico y literario para los telegrafis- tas, tales como El Telégrafo de Costa Rica, El Telegrafista, Nueva Revista Telegráfica y Némesis. El desarrollo de las comunicaciones telegráficas influyó en la producción literaria de las personas que publicaban sus traba- jos en esos medios de comunicación, por ejemplo, el siguiente texto que alude al destino de muchos árboles que servían de postes telegráficos: A un palo de Telégrafo Ayer, monarca de los bosques eras, Dispensador de sombra rega- lada, Lecho hojoso del aura enamo- rada, Bulliciosa ciudad de aves par- leras. Hoy, triste, escueto, ni volver esperas A tu pomposa juventud pa- sada; De desnudez imagen desola- da Y esqueleto de muertas primave- ras. Más no llores tu verde lozanía, Ni las ausentes auras voladeras, Ni tu diadema de follaje vano. Hoy de un gran porvenir marcas la vía, Tus auras son palabras vibradoras Y tu corona el pensamiento humano. Carlos Peñaranda 33 Un aspecto de la vida de los tele- grafistas bastante comentado en sus periódicos y revistas es el del salario. Frente a quienes hablaron al finalizar el siglo XIX de supuestos salarios de lujo de los empleados del Telégrafo, jóvenes en su mayoría, Enrique So- lera desmiente tales críticas. Solera considera su oficio asunto delicado 33 Peñaranda, Carlos: “A un palo de Telégrafo”. En: El Telégrafo de Costa Rica. Año I , trim. I, núm. 1. San José: Tipografía de la Prensa Libre, 13 de abril de 1890, p. 3. porque “el error involuntario de una palabra, puede causar grandes pérdi- das al comercio y la muerte de un pa- ciente en el tecnicismo de las recetas telegráficas. Errores que caen direc- tamente á los telegrafistas”, aunque hayan sido producto de variaciones del fluido eléctrico, tormentas eléctri- cas, ineptitud o inexperiencia de los funcionarios. Otros inconvenientes de la carre- ra de los telegrafistas fueron: la aten- ción del público en la recepción de los telegramas por los reclamos de la gente, la aglomeración de trabajos al funcionar tres o cuatro aparatos a la vez, la impertinencia de los usuarios “que no se les entiende en el acto por estar constantemente ocupados apercibiendo el sonido entre varios sounder [sic]; oyendo y escribiendo sin poder oír los gritos y los golpes que en la ventanilla dan”.34 Los usua- rios se quejaban de las malas caras de los telegrafistas, cuyo trabajo de- sarrollan en medio de incomodidades y les acusaban de divulgar los con- tenidos de los telegramas sin el con- sentimiento de los interesados.35 Expuestos a los abusos de auto- ridad, muchos abandonaron la carre- ra para dedicarse a labores menos molestas; las escuelas de telegrafía no daban los resultados esperados: de 19 alumnos que asistían a la del Instituto de Alajuela solo asistían 2 al 34 Solera H., Enrique. “Lujosos sueldos”. En: El Telégrafo de Costa Rica. Año I , trim. I, núm. 3. San José: Tipografía de la Prensa Libre. 25 de mayo de 1890, p. 1. 35 Ibid., p. 1. 191 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 “Unidos los unos con los otros”: El gremio de los telegrafistas en Costa Rica (1880-1930) cabo de cuatro meses. Su jornada laboral iba de 6 de la mañana a 10 de la noche, con pocos ratos de es- parcimiento, laboraban noches ente- ras por un sueldo reducido sufriendo “convulsiones nerviosas, debidas a las descargas eléctricas en tiempos borrascosos y expuestos á que una fuerte chispa ponga término a la vida, si no tienen bien conexionados sus aparatos con el para-rayo, y esté bien dispuesto para evitar explosiones”.36 La excesiva humedad de la esta- ción lluviosa producía un aumento en los esfuerzos para comunicarse con otras estaciones. La Dirección de Telégrafos veía con dificultad la sus- titución de su personal con el peligro de empeorar el servicio, mientras el reconocido empresario Minor Cooper Keith empleaba numerosos norte- americanos bien remunerados para laborar en una red que se ampliaba día con día, por lo que Solera solici- taba al gobierno un aumento para los telegrafistas.37 Veinte años después, Silverio So- lera considera a los empleados del Te- légrafo como uno de los grupos más activos del Estado. Considerando su número, el servicio prestado y sus re- cargos, ellos mismos decían que era “un cuerpo disciplinado y de carrera, aun cuando humilde; acostumbrados á conformarnos con un pedazo de pan y un plato de verduras baratas en pago de nuestra labor” ya que eran los peor remunerados. Provenientes 36 Ibid., p. 2. 37 Ibid., p. 2. principalmente de los estratos bajos de la sociedad, empleados desde su juventud, para solucionar su situación decidían reclutarse como empleados del Ferrocarril de Costa Rica, donde eran mejor pagados. Adicionalmente, la baja rentabilidad de algunas ofici- nas provocaba su cierre y el despido de los telegrafistas, acción perjudicial para sus familias y los pueblos por- que afectaban a los agricultores, co- merciantes, público en general y a las instituciones policiales, educativas, civiles y militares del Gobierno, a lo que habría que agregar el deterioro que sufriría el sistema, por lo que se recomendaba aumentar las tarifas para solventar los problemas econó- micos sufridos por el ramo.38 Para 1914, Alejandro Sancho Iglesias envía a Solera una carta so- licitando el aumento salarial para los miembros del gremio telegráfico, porque los sueldos “son risibles”, no se pagaban el recargo de funciones cuando los telegrafistas asumían también el puesto de Administrador de Correos; recomendaba la aplica- ción de títulos y categorías a los fun- cionarios para mejorar el servicio.39 En ese mismo año, Eloy Castro lanzaba una fuerte crítica a un sector del gre- 38 Solera, Silverio. “Por el país y por mis com- pañeros”. En: El Telegrafista. Año I, núm. 18. San José: Imprenta del Comercio, 25 de julio de 1910, p. 2 y “Rebajos y supresiones en Correos y Telégrafos”. En: El Telegrafista. Año I, núm. 19. San José: Imprenta del Comercio, 10 de agosto de 1910, p. 1-2. 39 “Dos cartas”. En: “Acuerdos y resoluciones de la Directiva de la Liga de Telegrafistas”. El Telegrafista. Época II, núm. 1. Abril. San José: Imprenta Alsina, 1914, pp, 10-11. 192 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 Ronald Eduardo Díaz Bolaños mio telegráfico que había presentado al Congreso un proyecto de ley para aumentarse el salario, denunciando también los actos de corrupción para obtener puestos asignados a otras personas. 40 El clamor se repite en 1924, cuan- do el editorialista de la Nueva Revista Telegráfica planteaba la necesidad de aumento de sueldos de la mayor parte del personal de Telégrafos, por- que eran “de suyo pequeños dado lo costoso y difícil de la vida actual”.41 Se propone un escalafón telegráfico para organizar las oficinas, el perso- nal, las hojas de servicio y sueldos por categorías, ya que el empleado más competente y con buena hoja de ser- vicio sería de la primera categoría y con derecho a ser mejor pagado.42 Respecto a la presencia femenina en el personal del Telégrafo, las cifras de 1909 nos hablan de 149 funcio- narios registrados, de los cuales seis eran mujeres: Rafaela de Bonilla (Pa- raíso), Serafina Soto (San Isidro de la Arenilla), Isolina Solano (Alajuelita), Etelvina Chavarría (Santa Ana), Jacin- ta Morales (San Rafael de Heredia) y Adela de Monge (Curridabat).43 Su 40 Castro L., Eloy: “Cháchara”. En: El Telegrafis- ta. Época II, núm. 2. Julio. San José: Imprenta Nacional, 1914, pp. 1-4. 41 “Editorial”. En: Nueva Revista Telegráfica. Año, núm. 3. San José: Imprenta Minerva, 15 de junio de 1924, p. 1. 42 Báez, R. “Escalafón telegráfico”. En: Nueva Revista Telegráfica. Año, núm. 3. San José: Imprenta Minerva, 15 de junio de 1924, p. 10. 43 El Telegrafista. Año I, núm. 1. Imprenta del Comercio. San José, 1 de noviembre de labor de muchos años podía ser gra- tificada, como sucedió con Serafina Soto, quien llegó a ser la Jefa de la Oficina de Telégrafos de Coronado y fue pensionada por el Congreso en recompensa de su destacada labor de más de quince años, recibiendo el reconocimiento de sus superiores y colegas. La apertura de la Escuela de Telegrafía en el Colegio Superior de Señoritas (a donde ya se impar- tían cursos para formar telegrafistas) en 1924 causó polémica entre los te- legrafistas, pues el sector masculino se mostraba reticente de ser exclui- do de ella, mientras sus defensores alababan las virtudes que la sociedad patriarcal tradicionalmente ha señala- do como atributos de la mujer. La Es- cuela graduó a veinte alumnas en su corto año de existencia y fue clausu- rada, en opinión de Marcia Apuy, por la escasa infraestructura que poseían las comunidades costarricenses de la época, si bien algunas lograron incor- porarse a la Oficina Central de Telé- grafos.44 El 15 de setiembre de 1913 el gremio telegráfico se constituyó en la Liga de Telegrafistas, independiente 1909, p. 8 Ibid. núm. 2. 16 de noviembre de 1909, p. 12. Ibid. núm. 3. 1 de diciembre de 1909, p. 20. 44 “Felicitación”. En: Nueva Revista Telegráfica. Año I, núm. 7. San José: Imprenta Minerva,. 15 de octubre de 1924. p. 14; Corlot, Elías. “Afuera los Telegrafistas”. En: Nueva Revista Telegráfica. Año I, núm. 8. San José: Imprenta del Comercio, 15 de noviembre de 1924. pp. 7-9 y Apuy Medrano, Marcia. “Desarrollo de la educación femenina en Costa Rica (1889- 1949)”. Zeledón, Elías, ed. Surcos de lucha. Heredia: Instituto de Estudios de la Mujer, 1997, pp. 284-285, 288 y 307. 193 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 “Unidos los unos con los otros”: El gremio de los telegrafistas en Costa Rica (1880-1930) de la Dirección General de Telégra- fos, cuya Directiva celebró su primera sesión ordinaria el 26 de setiembre de ese año. Este organismo, encar- gado de velar por los intereses de sus asociados (ligueros) frente a la Direc- ción, buscaba la formación de lazos solidarios frente a las arbitrariedades, los despidos y contrarrestar las intri- gas e injusticias de que eran objeto transcurridas las campañas políticas; tenía autorización para trasladar a los empleados en casos de intrigas o conflictos políticos, reprender a aquellos que descuidaban su trabajo, amonestar a los morosos en el pago de las cuotas mensuales, ayudar a los socios enfermos, examinar y pro- nunciarse sobre las renuncias de sus asociados y contribuir económica- mente con el gasto de los funerales de los socios fallecidos 45. La Liga buscó llevar a la prácti- ca ideales nobles, esforzándose por el progreso intelectual y material de sus socios, que debían cumplir sus deberes de ciudadanos y empleados públicos. Siguiendo una línea conser- vadora, reprochaba el uso de la vio- lencia y el recurso de la huelga como medidas de presión, garantizaba el orden establecido, respetaba y nego- 45 “Acuerdos y resoluciones de la Directiva de la Liga de Telegrafistas”. El Telegrafista. Época II, núm. 1. Abril. San José: Imprenta Alsina, 1914, pp. 2-8; “Extracto de las Actas de las Sesiones celebradas por la Directiva de la Liga de Telegrafistas”. El Telegrafista. Época II, núm. 2. Julio. San José: Imprenta Alsina, 1914, p. 13; “Liga y Caja de Ahorros Telegráficas”. Nueva Revista Telegráfica. Año I, núm. 7. Im- prenta del Comercio. San José, 15 de octubre de 1924, p. 1 y Arelos S., F. “La unión hace la fuerza”. Nueva Revista Telegráfica. Año I, núm. 7. Imprenta del Comercio. San José, 15 de octubre de 1924, p. 5. ciaba con el gobierno (al cual servía y del que formaba parte) bajo los cana- les establecidos por la Constitución Política de 1871, se mostraba respe- tuosa con las instituciones públicas y privadas del país y se oponía a la in- moralidad y los vicios. Sus directivos y delegados mantenían la vigilancia sobre sus asociados, denunciaban los casos de ebriedad, reprendían la indisciplina y el incumplimiento del deber, y practicaban la solidaridad con los que carecían de sueldo o eran mal pagados. La Liga hacía uso de consignas solidarias como: “Uno para todos y todos para uno”, “La unión hace la fuerza” y “Unidos los unos con los otros”.46 Lo anterior no significaba la re- nuncia a medidas de presión por par- te de los ligueros. A la caída del régi- men tinoquista (1919), la Directiva de la Liga planteó al breve gobierno de Francisco Aguilar el aumento de los salarios y, ante la ambigua respuesta, presionó a sus asociados para que masivamente presentaran su renun- cia por escrito. Ante dicha amenaza, Aguilar expresó a los directivos que dicha solicitud no podía resolverse en su transitorio gobierno, pero sí fue acogida por el de su sucesor Julio Acosta: una vez en el poder aumentó de un 20 a un 30 por ciento los sa- larios de los telegrafistas en mayo de 1920.47 Esta reivindicación salarial se 46 Soto, A. S. “La Liga de los Telegrafistas”. El Telegrafista. Época II, núm. 1. Abril. San José: Imprenta Alsina, Costa Rica. 1914, pp. 13-16; “Notas del Editor”. El Telegrafista. Época II, núm. 1. Abril. San José: Imprenta Alsina, 1914, pp. 1, 6 y 9 y Arelos F, S. Op.cit., p. 6. 47 “Liga y Caja de Ahorros Telegráficas”. pp. 2-3. 194 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 Ronald Eduardo Díaz Bolaños dio en una época de agitación social sufrida por la sociedad costarricense, que desembocó en los movimientos huelguísticos de 1920, en los que se evidencia el ascenso de las ideologías socialistas y anarquistas en los secto- res obreros nacionales que permitie- ron la reducción de las extenuantes jornadas laborales a ocho horas.48 La telegrafía era una carrera para personas jóvenes que no podían cos- tearse una carrera como Ingeniería, Derecho y Medicina, dentro o fuera del país. Sin embargo, el Estado ca- recía de los recursos necesarios para poner a funcionar escuelas telegráfi- cas; el aprendizaje del alfabeto inter- nacional, que se pondría en vigencia en 1914, permitiría que los telegrafis- tas costarricenses fueran aptos para “trabajar lo mismo en Rusia que en Pekín, como en Cirrí de Grecia”.49 Los estudiantes de telegrafía, varones y mujeres, no eran simples entes pasivos, pues llegaron a pro- nunciarse en contra de proyectos de la UFCO de llegar a monopolizar la telegrafía inalámbrica con el contra- to Aguilar-Chittenden de 1919. Dicho contrato no llegó a prosperar, quizá 48 Acuña Ortega, Víctor Hugo. Los orígenes de la clase obrera en Costa Rica: Las huelgas de 1920 por la jornada de ocho horas. San José, Costa Rica. CENAP-CEPAS. 1986, p. 53. Este autor demuestra que los telegrafistas tuvieron una relación directa con las huelgas de 1920, al presentar al gobierno pliegos de peticiones para reivindicar mejoras en sus condiciones la- borales. 49 Cordero R., Eberto. “Idealidad”. En: El Tele- grafista. Época II, núm. 2. Julio. San José: Imprenta Alsina, 1914, pp. 6-7 y Castro, E.. opt. cit.. p. 3. por el repudio que se manifestó ha- cia el control por parte de empresas extranjeras de servicios que el Esta- do o el capital privado costarricense debían de explotar para el bienestar del país.50 En el aspecto cotidiano, en pala- bras de Miguel Ángel Araya, “el te- legrafista era gente importante (...) Formaba, junto con el jefe político, el médico del pueblo, el director de la escuela y el cura, el quinteto de funcionarios más influyentes del pueblo”, eran solicitados como pa- drinos de bautismo, confirma y matri- monio y como consejeros en las dis- putas de los vecinos. Sus diversiones variaban según el sexo: los hombres consumían licor, iban a las fincas a robar frutas o a nadar a los ríos, con- versaban con las mujeres, jugaban al billar o dominó; las mujeres por el contrario trabajaban en sus costu- ras, murmuraban, conversaban con otras mujeres, se dejaban enamorar de los hombres y se dedicaban al aseo o al embellecimiento corporal. También bromeaban: “las bromas de bueno o mal género [han sido] mo- neda corriente entre los empleados de nuestro Gremio y sobre todo en la oficina Central en donde, a con- secuencia de lo pesado y fuerte de algunas de ellas se han concertado desafíos” pero nunca tuvieron graves consecuencias para las vidas de los telegrafistas.51 50 ANCR. Sección Administrativa. Serie Congre- so, Nº 1286 (1919), ff. 19-20. 51 Araya, Miguel Ángel. Op.cit.. p. 11; Corlot, Elías. “Afuera los Telegrafistas”. En: Nueva Revista Telegráfica. Año I, núm. 8. San José: 195 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 “Unidos los unos con los otros”: El gremio de los telegrafistas en Costa Rica (1880-1930) Durante los años del Gral. Fede- rico Tinoco (1917-1919), el telégrafo estuvo funcionando activamente: las órdenes emitidas por los ministe- rios, en particular el de Guerra, te- nían que ser cumplidas cabalmente, de lo contrario se corría el riesgo de ser catalogado entre los enemigos del régimen o “traidor”. Hubo tele- grafistas que se negaron a transmitir mensajes por la enorme cantidad de palabras que debían telegrafiar por minuto. La situación era más grave para los telegrafistas de los pueblos, porque no tenían auxiliares a quienes encomendar parte del trabajo, por lo que “comían de cualquier manera, no dormían sino a ratos y estaban vigilados, más que resguardados, por una escolta que en cada oficina mantenían…”.52 En enero de 1924 inició sus fun- ciones la Junta Administrativa del Fondo de Subsidios, Jubilaciones y Pensiones para el gremio de emplea- dos del telégrafo, integrada por Agus- tín Sagot, Francisco Solera, Clodomi- ro Jiménez, Rafael Rivera, Gustavo Paniagua, Rubén Báez y José Ángel Vega. Administraba el dinero de los empleados para socorrerlos en caso de pobreza, enfermedad y jubilación. Imprenta del Comercio, 15 de noviembre de 1924. pp. 7-9 y del mismo autor “Bromas”. En: Nueva Revista Telegráfica. Año I, núm. 3. Imprenta del Comercio. San José, Imprenta del Comercio, 15 de junio de 1924, p. 5. 52 Espinosa, I. “Fantasía semi-histórica”. En: Nueva Revista Telegráfica. Año I , núm. 7. Imprenta del Comercio. San José. 15 de oc- tubre de 1924. p. 3. Cf. Oconitrillo García, Eduardo. Memorias de un telegrafista... ¡pero de la Casa Presidencia!. San José: Editorial Costa Rica, 1985, passim. Al finalizar ese año expiró la Liga de los Telegrafistas y la Caja de Ahorros Telegráficos.53 Para 1930, el gremio telegráfico se encontraba dirigido por una Con- federación, sucesora de la Liga, cuya directiva estaba formada por: Célimo Ángel Mora (presidente), Rubén Báez (vicepresidente), Belisario Rodríguez (secretario), Rafael A. Gutiérrez (pro- secretario), Octavio Rojas (tesorero), Juan Soto (fiscal), Gabriel Núñez, Ismael Espinosa, José Ángel Vega, Gustavo Paniagua y Leoncio Pérez (vocales), las mujeres aun no podían acceder a los puestos de la Directi- va.54 En ese año - el primero de la cri- sis económica que afectó al sistema capitalista mundial - la Confederación adoptó la medida de aumentar de 1 colón a 1.15 colones la cuota para fi- nanciar sus gastos, destinados a los miembros enfermos o en difícil situa- ción económica, siendo una “peque- ña fracción de numerario en efectivo que no resentiría nuestro bolsillo”. Además, dicho ente “necesita fondos para poder vivir” y como organismo seguiría existiendo “mientras los que la integraban pagaran puntualmente su cuota mensual”.55 53 “Junta de Jubilaciones y Pensiones”. En: Nueva Revista Telegráfica. Año I , núm. 5. San José: Imprenta del Comercio, 15 de julio de 1924. p. 1 y “Liga y Caja de Ahorros Tele- gráficas”. p. 1. 54 “A los empleados del telégrafo”. En: Néme- sis. Año I, núm. 2. San José: Imprenta de San José, 1 de febrero de 1930, p. 45. 55 “Aumento de la cuota”. Némesis. Año I, núm. 2. Imprenta de San José. San José. 1 de 196 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 Ronald Eduardo Díaz Bolaños Conclusiones El telégrafo se introdujo en Cos- ta Rica al finalizar la década de 1860 iniciando sus operaciones en el Valle Central, centro de la economía ca- fetalera. Las ciudades y pueblos del Valle se fueron uniendo y enlazando por medio de las líneas telegráficas y también con el interior del país y los puertos de ambas costas. A partir de 1880 la comunicación se estableció con Nicaragua y con el resto del istmo centroamericano. Su introducción, parte del proyecto liberal progresista, era vista como un avance de utilidad para la administración, los comicios electorales, la prensa, la agricultura, el comercio, el gobierno y el público en general. La estación cablegráfica de San Juan del Sur permitió comunicar a Costa Rica con gran parte del mundo a finales del siglo XIX y, tras numero- sas negociaciones, fue posible esta- blecer en 1921 el servicio cablegráfi- co en el país. La telegrafía inalámbrica se introdujo en 1902 por la UFCO en Limón, para poder comunicar los enclaves bananeros de la costa cari- beña centroamericana. Los primeros años del siglo XX conocen la expan- sión del sistema telegráfico en el país, haciendo posible la comunicación de gran parte del territorio nacional. Dentro de ese proceso de avances en las telecomunicaciones, participa- febrero de 1930. pp. 48-49 y “Al día con la Confederación”. Némesis. Año I, núm. 4. San José: Tipografía de San José, 1 de junio de 1930, p. 7 (103). ron numerosos hombres y mujeres, que desde sus puestos de mando o desde una estación telegráfica, ca- blegráfica o radiográfica, hicieron po- sible la comunicación del país con el exterior y al interior del mismo. Dicho ramo estuvo a cargo de la Dirección General del Telégrafo, enti- dad formada por el Director General, Subdirector, Auditor, Secretario, los Inspectores de Línea, telegrafistas, guardas y mensajeros en orden des- cendente. El gremio de telegra- fistas, integrado por hombres y mu- jeres en su mayoría jóvenes de los sectores sociales medios y bajos que no podían costearse una carrera pro- fesional, se organizó de 1913 a 1924 en una Liga que luego fue sustituida por la Confederación Telegráfica. Esta Confederación, independiente de la Dirección General, velaba por los in- tereses de sus asociados, socorrién- dolos en sus necesidades y luchando por el aumento de los salarios bajos, uno de los problemas principales del gremio. De igual manera, adoptó po- siciones conservadoras afines a las políticas de control social del Estado, respecto al comportamiento de sus miembros y su Directiva. Respetuosa del orden establecido, se negaba a recurrir a la violencia al plantear sus demandas al gobierno. El control social por medio de la información, fue una de los ejes cen- trales de los funcionarios del ramo de las comunicaciones telegráficas, ya que aplicaban la censura guberna- mental cuando había situaciones de conmoción social, a la vez que prohi- bían la transmisión de mensajes que 197 inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 181-200 ISSN: 1659-0139 “Unidos los unos con los otros”: El gremio de los telegrafistas en Costa Rica (1880-1930) ofendieran las concepciones morales de la época. Reprimieron el alcoho- lismo y otros vicios, practicaron la solidaridad entre sus miembros para enfrentar los reclamos por los bajos salarios a lo largo del período en es- tudio. Los conflictos de género tam- poco estuvieron ausentes, debido a la presencia de un pequeño contin- gente femenino entre sus filas, cuya presencia provocaba roces entre los telegrafistas varones debido a la pro- moción de las virtudes que los direc- tores de este gremio les atribuían a las telegrafistas y que las harían más proclives que sus compañeros para el desempeño de sus funciones labo- rales en las oficinas telegráficas. Fuentes primarias Documentos de archivos Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR). Sección Administrativa. Se- rie Congreso, Nº 1286 (1919), fs. 19- 20. Documentos impresos El Telegrafista. 1 de noviembre de 1909. p. 8. 16 de noviembre de 1909. p. 12. 1 de diciembre de 1909. p. 20. El Telegrafista. Época II. Abril de 1914. p.p. 1-11. Julio de 1914. p. 13. El Telégrafo de Costa Rica. 13 de abril de 1890. p. 2. 25 de abril de 1880. p. 1 2 de agosto de 1890. p.p. 1-2. 6 de setiembre de 1890. p. 1. 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