Carlos sandoval GarCía MóniCa Brenes Montoya Karen Masís Fernández laura PaniaGua arGuedas esteBan sánChez solano Editores: Le invitamos a viajar a La Carpio en un recorrido de ida y vuelta a través del tiempo y de la historia de esta comunidad. Como si fuera el camino de un viaje en autobús desde San José, podremos ver los cambios de la ciudad cuando nos adentramos en las historias contadas por las personas y en los dibujos que nos muestran sus vidas. Este viaje presenta una selección de las memorias de esta comunidad y nos permite a las personas que vivimos aquí conocer el pasado y presente de La Carpio; a quienes no vivimos, pero hemos escuchado hablar sobre esta comunidad, es una oportunidad para acercarnos a las vivencias de las personas que allí habitan. Esperamos que disfruten el viaje a través de una memoria viva. Carlos sandoval GarCía MóniCa Brenes Montoya Karen Masís Fernández laura PaniaGua arGuedas esteBan sánChez solano Editores: CC.SIBDI.UCR - CIP/4041 Nombres: Sandoval García, Carlos, editor. | Brenes Montoya, Mónica, editora. | Masís Fernández, Karen, editora. | Paniagua Arguedas, Laura, editora. | Sánchez Solano, Esteban, editor. Título: Nuestras vidas en Carpio : aportes para una historia popular / editores Carlos Sandoval García, Mónica Brenes Montoya, Karen Masís Fernández, Laura Paniagua Arguedas, Esteban Sánchez Solano. Descripción: Primera edición digital. | San José, Costa Rica : Editorial UCR., 2023. | Instituto de Investigaciones Sociales. Identificadores: ISBN 978-9968-02-112-8 (PDF) Materias: LEMB: Desarrollo de la comunidad urbana – La Carpio (La Uruca, San José, Costa Rica). | Nicaragüenses en Costa Rica – Condiciones sociales. | SIBDI.UCR: La Carpio (La Uruca, San José, Costa Rica) – Condiciones sociales. Clasificación: CDD 307.760.972.863–ed. 23 Edición aprobada por la Comisión Editorial de la Universidad de Costa Rica. Primera edición impresa: 2007. Segunda reimpresión: 2019. Primera edición digital (PDF): 2023. © Editorial Universidad de Costa Rica, Ciudad Universitaria Rodrigo Facio. San José, Costa Rica. Apdo.: 11501-2060 • Tel.: 2511 5310 • Fax: 2511 5257 administracion.siedin@ucr.ac.cr www.editorial.ucr.ac.cr Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción de la obra o parte de ella, bajo cualquier forma o medio, así como el almacenamiento en bases de datos, sistemas de recuperación y repositorios, sin la autorización escrita del editor. Hecho el depósito de ley. Las opciones de resaltado del texto, anotaciones o comentarios dependerán de la aplicación y dispositivo en que se realice la lectura de este libro digital. CONTENIDO PRESENTACIÓN CAPÍTULO 1 ORIGEN DE LA COMUNIDAD Yesenia, joven (dibujo) LLEGADA A LA COMUNIDAD Hilda, adulta (entrevista) Isabel, adulta (entrevista) Abelardo, adulto (entrevista) Gilberto, adulto (entrevista) Alborada, adulta (entrevista) María Bethel, joven (dibujo) Julia, adulta (redacción) Josué, niño (dibujo) Reynaldo, adulto (dibujo) Kimberly, niña (redacción) Arnold, niño (redacción) Abraham, niño (redacción) Ernesto, niño (dibujo) Lidia, adulta (dibujo) Daysi, niña (dibujo) Periódico El Heraldo CAPÍTULO 2 LOS SERVICIOS EN LA CARPIO Isayana, niña (dibujo) TRAYENDO EL AGUA Yader, joven (entrevista) Nenemías, adulto (entrevista) Mª José, niña (dibujo) Abelardo, adulto (entrevista) Amy, niña (dibujo) Linda, niña (redacción) Gilberto, adulto (entrevista) Jennifer, niña (redacción) Isabel, adulta (entrevista) Ángel, adulto (entrevista) Diego, niño (dibujo) Mario, adulto (entrevista) Bryan, joven (dibujo) “NOS PEGAMOS A UN PRIMARIO”. LA ELECTRICIDAD EN LA CARPIO Gilberto, adulto (entrevista) Isabel, adulta (entrevista) Alejandro, adulto (entrevista) Alejandro, joven (dibujo) Maodi, adulta (entrevista) Mario, adulto (entrevista) Yeudy Alfonso, niño (dibujo) "AQUÍ SE CONSTRUYE UNA ESCUELA GRACIAS A EL ESFUERZO DEL PUEBLO" Isabel, adulta (entrevista) Abelardo, adulto (entrevista) Francine, niña (dibujo) Diego, niño (redacción) Nenemías, adulto (entrevista) Leonela, niña (dibujo) Diana, niña (redacción) Maodi, adulta (entrevista) José Leonel, niño (dibujo) CARPIO X PISTA. CARPIO X LA URUCA Nenemías, adulto (entrevista) Jesús, niño (dibujo) Fernando, adulto (entrevista) Michael, joven (entrevista) v ix 1 2 6 6 8 9 10 11 13 14 15 15 16 17 20 21 21 22 23 25 28 30 30 30 31 32 32 33 35 35 37 38 39 40 43 44 44 45 46 47 48 49 51 52 52 53 54 55 56 56 57 58 59 60 60 61 61 62 vi Gilberto, adulto (entrevista) Alejandro, adulto (entrevista) Isabel, adulta (entrevista) Yader, joven (entrevista) Juan, joven (entrevista) CLÍNICAS EN CARPIO Gilberto, adulto (entrevista) Yosselyn, niña (dibujo) Carolina, niña (dibujo) IGLESIAS Gilberto, adulto (entrevista) Francis José, niño (dibujo) Isabel, adulta (entrevista) Katherine, niña (dibujo) Jordani, niño (dibujo) RELLENO SANITARIO EBI Alejandro, adulto (entrevista) Ángel, adulto (entrevista) Yaritza, niña (dibujo) POLICÍA Ángel, adulto (entrevista) Josselin, niña (dibujo) CAPÍTULO 3 CALLE PRINCIPAL Adonis, niño (dibujo) Jonio, niño (dibujo) Susan, niña (dibujo) Marianela, niña (dibujo) Paola, niña (dibujo) Ariel, niño (dibujo) Diego, niño (dibujo) Keyro, niño (dibujo) Eliezer, niño (dibujo) CAPÍTULO 4 JÓVENES HISTORIAS DE LA CARPIO CAPÍTULO 5 DISCRIMINACIÓN E INSEGURIDAD Mario, joven (dibujo) VIVENCIAS DE LA INSEGURIDAD Joselyn, niña (dibujo) Yoselin, niña (redacción) Bradly, niño (redacción) Noel, niño (redacción) Donovan, niño (dibujo) Irlanda, niña (dibujo) Jennifer, niña (dibujo) Yader, joven (entrevista) Hilda, adulta (entrevista) Ángel, adulto (entrevista) Juan, joven (entrevista) Isabel, adulta (entrevista) Fernando, adulto (entrevista) EL 2004: LA REDADA Y LA MANIFESTACIÓN Juan, joven (entrevista) Isabel, adulta (entrevista) Michael, joven (entrevista) Yader, joven (entrevista) Mario, adulto (entrevista) Alborada, adulta (entrevista) Marcela, niña (redacción) Silvana Aracelys, niña (redacción) Julia, adulta (redacción) Darwin Josué, niño (dibujo) Jordan, niño (dibujo) Marta, adulta (entrevista) Juan, joven (entrevista) Michael, joven (entrevista) Juana, adulta (entrevista) 63 63 63 64 64 65 65 66 67 68 68 69 69 71 72 73 73 74 75 76 76 77 79 81 84 85 85 86 87 87 87 87 89 111 113 116 116 118 119 120 120 120 121 121 122 122 127 128 129 130 130 131 131 133 133 134 136 136 137 139 140 140 143 143 144 Yader, joven (entrevista) Teresa, adulta (entrevista) Alborada, adulta (entrevista) Fernando, adulto (entrevista) Ángel, adulto (entrevista) CONTESTANDO A LA DISCRIMINACIÓN Yesenia, joven (redacción) Susan, niña (redacción) Andrea, niña (redacción) Juan, joven (entrevista) Alejandro, adulto (entrevista) Michael, joven (entrevista) Alejandro, adulto (entrevista) Óscar, adulto (entrevista) Marquis, adulto (entrevista) Teresa, adulta (entrevista) CAPÍTULO 6 NUESTRA COMUNIDAD ... Kristel, niña (dibujo) ESFUEZO Y TRABAJO COTIDIANO Katherin, niña (dibujo) Josafat, niño (redacción) Vilma, niña (dibujo) Samuel, niño (dibujo) Mario, adulto (entrevista) Abelardo, adulto (entrevista) Yesibeth, niña (dibujo) Alborada, adulta (entrevista) Teresa, adulta (entrevista) Cristofer, niño (dibujo) Haydeelin, niña (redacción) VÍNCULOS Michael, joven (entrevista) Florencio, adulto (entrevista) Juan, joven (entrevista) Isabel, adulta (entrevista) Katherine, niña (redacción) Maodi, adulta (entrevista) Emanuel, niño (dibujo) Karen, niña (dibujo) Mario, adulto (entrevista) Jeimy Luz, niña (redacción) UNA COMUNIDAD MIGRANTE, UNA COMUNIDAD BINACIONAL Florencio, adulto (entrevista) Cinthya, niña (dibujo) Leida, niña (dibujo) Haydeelin, niña (dibujo) Mario, adulto (entrevista) Alborada, adulta (entrevista) Teresa, adulta (entrevista) Maodi, adulta (entrevista) Florencio, adulto (entrevista) Gilberto, adulto (entrevista) Juan, joven (entrevista) Mario, adulto (entrevista) CAPÍTULO 7 NUESTROS SUEÑOS, NUESTROS DESEOS Mauricio, niño (dibujo) Roxelin, niña (dibujo) Kristy Olivia, niña (dibujo) Jordin, niño (dibujo) Joselyn Karina, niña (dibujo) Ariel Antonio, niño (dibujo) Miriam, niña (redacción) Róger, adulto (entrevista) Óscar, joven (entrevista) Alborada, adulta (entrevista) Mario, adulto (entrevista) ALGUNAS FECHAS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE LA COMUNIDAD vii145 145 146 154 154 156 156 157 157 160 161 161 162 163 163 164 167 169 169 172 172 173 174 174 174 175 175 176 177 178 179 179 179 179 179 181 182 183 183 184 185 186 186 187 187 188 188 188 189 189 190 190 191 191 193 195 198 198 198 199 199 200 202 202 203 208 213 Presentación E L LIBRO QUE USTEDES TIENEN EN SUS MANOS ES UNA COLECCIÓN DE REDAC- CIONES, FOTOGRAFÍAS, ENTREVISTAS Y DIBUJOS ELABORADOS POR PERSONAS QUE VIVEN EN LA COMUNIDAD DE LA CARPIO. En 2005, invitamos a los vecinos y veci- nas a escribir sobre sus experiencias de vida en la comunidad. Al concurso le llamamos “Tu historia cuenta. Nuestras vidas en Carpio”. Fue parte de un proyecto que impulsamos en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica. Nos dio mucha alegría recibir más de 400 trabajos. Por ese gran apoyo, queremos agradecerle profundamente a todas las perso- nas e instituciones de La Carpio. Hoy, nos da mucho gusto presentar este libro que incluye muchos de esos materiales. Contamos con la autorización de la mayoría de las personas participantes para publicar sus trabajos, sin embargo, cualquier información pendiente será completada en la próxima edición de este material. Nos gustaría mucho que Nuestras vidas en Carpio. Aportes para una historia popular fuese leído por todos los vecinos y vecinas de la comunidad, y también por personas que viven en otros lugares y que tal vez nunca han visitado La Carpio. Para quienes no conocen con precisión dónde se ubica esta comunidad, podemos contarles que está situada en el distrito de La Uruca, después del Parque Nacional de Diversiones y el Sistema Nacional de Radio y Televisión (SINART); tiene unos 20 kiló- metros cuadrados y está rodeada por los ríos Torres (al sur) y Virilla (al norte). Además, en la parte oeste de La Carpio se encuentra el relleno de basura más grande de Costa Rica, que recibe diariamente unas 700 toneladas de desechos. La Carpio cuenta con aproximada- mente 20 mil personas, de las cuales se estima que el 49 por ciento de la población es costa- rricense, el 47 por ciento es nicaragüense y el resto de otras nacionalidades; es, en conse- cuencia, la comunidad binacional más grande de Costa Rica. La información sobre el lugar, las personas que lo habitan y las luchas que han realizado, puede encontrarse a lo largo de este libro. Las historias contadas por los vecinos y vecinas de La Carpio, aunque son únicas y especiales, se parecen mucho a las experien- cias vividas en lugares como Rincón Grande de Pavas, Los Guido de Desamparados, Los Cuadros de Guadalupe, donde las personas también han tenido que esforzarse día a día para obtener servicios básicos y para x enfrentar el señalamiento que se hace de ellos y ellas. Es decir, las historias particulares son, a la vez, historias compartidas por muchas otras comunidades y personas dentro y fuera del país. A lo largo de estas páginas, ustedes conocerán el inicio de la comunidad y a las personas que la habitan, sus logros y limita- ciones. Aquí podrá encontrar algunos relatos que son similares, y otros que, aunque hablen del mismo tema son diferentes; eso es muy importante, porque podremos conocer opi- niones muy diversas sobre situaciones que pasaron o que pasan en La Carpio. Cada capítulo del libro termina con preguntas para discutir en la casa, en la escuela o en el templo. Iniciamos el recorrido contándoles cómo llegaron las primeras familias a la comunidad y quiénes eran estas personas. Luego recordaremos cómo se consiguió el agua, la electricidad, la escuela. También se encontrarán ejemplos de conflictos y problemas que han sucedido en La Carpio desde sus inicios entre los años 1993 y 1994. Además, podrán leer sobre la dis- criminación que viven las personas de La Carpio, por ejemplo cuando escuchan comen- tarios groseros sobre la comunidad. Las páginas de este libro incluyen los sueños que tienen los niños y las niñas, así como las personas jóvenes y adultas; ellos y ellas comparten en sus redacciones, entrevis- tas y dibujos los deseos que quisieran ver cumplidos para que la comunidad y sus fami- lias vivan en mejores condiciones. Las historias que aquí se publican, nos ayudarán a aprender del pasado, y a soñar y trabajar para que cada día sea reconocido y respetado el esfuerzo de las personas de la comunidad. Como dice una señora entrevis- tada: “… a mí me han ofrecido comprar mi rancho…y yo digo que mi rancho no tiene precio. No tiene precio por el motivo de que no es bonito, pero para mí es un palacio, por todo lo que yo pasé, por todos los sinsabores que pasé… las penurias, el zancudero… Me ha costado mucho esfuerzo, sobre todo que xi era una mujer sola. Sin apoyo de nadie. Muy difícil, muy difícil… una vecina se asustaba de verme a mí a las dos de la mañana sentada afuera… porque no había luz, no había tanto rancho… y toda la iluminación de Pavas ilu- minaba y se veía tan bonito, para mí en lo personal, verdad, se veía tan lindo... y yo sentía que mi rancho se veía lindo”. Queremos reiterar nuestro agradecimiento profundo a cada una de las personas participan- tes en el concurso. Asimismo, al Servicio Jesuita para Migrantes-Costa Rica, a la Fundación Wenner-Gren para la investigación en Antropología y al Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica por el apoyo financiero. Finalmente, agradecemos a Rosemary Alfaro, Freidrica Georg, Orlando Guier, Juan Antonio Gutiérrez, Paulo Gutiérrez, Diana Masís, Diego Mata, Maricarmen Merino y Jorge Monge, por su colaboración en las distintas fases del proyecto. Muchas gracias a Kathia Castro Fuentes y a Xiomara Siles Calderón, funcionarias del Instituto de Investigaciones Sociales, por el apoyo administrativo e informático, respectivamente. Nuestra gratitud para don Tomás Saraví, editor, Juan Luis Membreño, diseñador de la portada y del libro, así como a Grettel Calderón, encargada de control de calidad. Les invitamos a apreciar esta historia viva. El equipo editor xii CAPÍTULO 1 ORIGEN DE LA COMUNIDAD Yesenia, joven E N ESTE APARTADO PRESENTAMOS ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE LOS INICIOS DE LA CARPIO. HEMOS QUERIDO RESCATAR LOS DIFERENTES MOTIVOS DE LAS PERSONAS PARA LLE- GAR AL LUGAR, ASÍ COMO LOS ESFUERZOS QUE REALIZARON PARA PREPARAR LOS TERRE- NOS Y CONSTRUIR SUS CASAS. LOS COMEN- TARIOS Y DIBUJOS QUE SE INCLUYEN AQUÍ SON TANTO DE PERSONAS ADULTAS COMO DE NIÑOS Y NIÑAS DE LA ESCUE- LA FINCA LA CAJA, Y NOS RELATAN LAS EXPERIENCIAS QUE HAN VIVIDO O QUE HAN ESCUCHADO SOBRE LA CARPIO EN SUS PRIME- ROS AÑOS. Es importante que recordemos que La Carpio que conocemos hoy tiene una historia de organización, trabajo y lucha que merece ser reconocida y valorada, pues reúne los esfuerzos realizados por muchas personas durante varios años para mejorar poco a poco las condiciones vividas en la comuni- dad; por esa razón, ustedes podrán encontrar en esta parte relatos y testimonios gráficos sobre los acontecimientos más importantes ocurridos en La Carpio. Tengamos presente que muchas de las personas que viven actualmente en la comu- nidad han migrado desde diferentes lugares de Costa Rica y de Nicaragua, y otros países. Por esa razón, La Carpio es la comunidad binacional más grande del país, pues convi- ven personas de ambas nacionalidades casi en partes iguales. 5 Llegada a la comunidad HILDA, ADULTA (ENTREVISTA) “Cuando se me avisó de una oportuni- dad en La Carpio nos vinimos, dos herma- nos… Fuimos al lugar donde se nos indicó que había una oportunidad de un terrenito, resulta que el terrenito era un terrenito, el más, el más durito. Ya que nadie lo quería, era un guindo. Un basurero. Y ahí era toda clase de basura porque todo lo que era de los hospitales lo tiraban ahí: las gasas, las bolsitas con sangre, las agujas, eso de inyectar, de todo se encontraba ahí. Nadie quería eso… Cuando llegamos el señor Piquín, que era el que repartía, nos dijo ‘bueno, vengan aquí’. Y él nos dice: ‘¿10 ó 15?’. Y yo le decía: ay un peda- cito más… Y él nos dio ese poquito. La lucha fue más fuerte, no había agua, no había luz y la maldad era muy grande. Mucho peligro día y noche. No hallaba yo qué hacer porque ya estaba en el pedacito y no tenía con qué empezar. No tenía madera, no tenía 6 zinc, no tenía nada; andaba buscando a ver quién me ayudaba, y nadie, nadie me ayudaba. Hasta busqué en las iglesias a ver… y nadie podía… fiar, nadie daba nada porque se viniera uno a La Carpio… “Tenemos desde casi del 95 (de estar en La Carpio), verdad, más o menillos… no había nada, o sea, que la calle principal era pura tierra. No había agua, no había luz. Pocas casi- tas porque eran nada más la de Piquín y habían como cuatro más o menos. Muy pocas, ahora usted va a ese lugar y está repleto de casas, verdá. Está lleno de casas. La luz la cogíamos de Pavas… El agua, tam- bién de Pavas en una gran manguera que iba a dar al otro lado… Había una escuela, había una escuela que era tan pequeñita que tenían que usar casas, para hacer como las fábulas, una casa por acá, otra casa por allá, otra casa… para que dieran las clases, verdad, por- que era una escuela muy pequeñita, y la única. Sólo una había, chiquitita. Después ya le ayudaron y se hizo más grande. Después hicieron otra escuela más grande. Pero siempre, por más escuelas que hagan, siempre van a hacer falta. Porque, por ejemplo, nosotros, donde hicimos noso- tros el templo, ahí se ocupaba también para dar clases. Ahí, esa es una parte que se prestaba para dar clases a La Pequeña Gran Ciudad porque la gente de La Pequeña Gran Ciudad, no podía venir aquí. ¿Por qué? Por el tiempo de las lluvias y también porque era tan pequeño que no había campo, o sea, no les 7 daban campo. Entonces se quedaban todos los niños de ahí, de La Pequeña Gran Ciudad, sin clases. Entonces, nosotros lo que hacíamos era que buscábamos una maestra y les daban clases…”. ISABEL, ADULTA (ENTREVISTA) “Nosotros llegamos a Carpio a los cuatro meses que habían invadido aquí, La Carpio, lo habían invadido en el año 93, 20 familias; supuestamente, esta finca era de la Caja (Costarricense de Seguro Social). A los cuatro meses llegamos nosotros, venimos de Tres Ríos; yo me vine con 23 familias porque se estaba cayendo el lugar donde noso- tros vivíamos en San Vicente de Tres Ríos, nos decían que había una piedra grandísima que se iba a venir encima de nosotros, y nos habían sacado y metido en una escuela, en el salón de la iglesia católica, y después, entonces, nosotros nos devolvimos para la casa y a los días salió que aquí estaban dando, que habían invadido un terreno, entonces, nosotros venimos a ver. La información salió de una vecina del lado de abajo de donde mi, que vino por medio de una consuegra de ella, que estaba aquí ya, entonces, llegó a contarme que habían unos lotes, una finca muy bonita, que no sé qué, ‘vamos para que conozca’, entonces, le digo lléveme mañana mismo, verdad, y otro día nos veni- mos de veras a conocer, y ahí está que la señora nunca se vino, fui yo quien me vine con 23 familias… “Bueno, aquí cuando llegamos eran ranchitos, verdad, todo mundo, era sólo la finca, eran nada más techos no tenían ni paredes, verdad, bueno cuando nosotros nos venimos… mi hermano me regaló una madera, de la casita de él que estaba apiando, que no iba a hacer nada, entonces, me regaló unas tablitas, bien llenas de huequitos y todo, verdad. Y después, yo pasé, me 8 regalaron 30.000 pesos en la política, en esos días para que me ayudara con los pasajes, entonces, yo vine y los compré en madera de formaleta, y, entonces, le puse piso también a mi cuartito… claro hice una casita de tablita, todo el mundo gozaba de ver mi casita era la única de madera que había. Ya cuando llegamos aquí los lotes nos costaron 10.000 pesos, eran baratos, pero ya habían personas que eran dueñas, y ya ellos habían orga- nizado y habían dividido los lotes y pedían… y estaba bien, pues era por la cerca y la forma, ya que ellos de 10 por 20 hicieron todos los lotes de este lado de aquí, creo que hasta arriba. Y entonces, ya después, yo compré otros dos, del lado aquí de arriba, me iba a traer según yo, a mi papá, y no me dejaron traérmelo”. ABELARDO, ADULTO (ENTREVISTA) “Yo soy de la zona sur, yo soy de San Vito, o sea yo nací en Pérez Zeledón, y de ahí me fui a San Vito de Coto Brus y ahí me casé. De ahí me vine y estuve en Guácimo dos años y de Guácimo me vine a trabajar a San José. Estando ahí donde mi mamá en Tirrases, nos dimos cuenta… yo acababa de pasar por un acci- dente… Yo no tenía nada; yo tenía una casita, yo había hecho una media casita en San Vito pero se la dejé a la mamá de ellos y a ellos (los hijos) y me vine para otro lado… Aquí estaban repartiendo unas propiedades, y le digo yo a mamá: bueno diay ya yo no tengo donde vivir, ya yo quedé sin nada, no tengo nada, pierdo o gano voy a ir a ver qué, quién va a saber que yo pueda tener donde vivir aquí. Es duro para uno cuando viene así, en bancarrota y decir uno voy a poder comprar un lote aquí en la capital, tal vez 9 es falta de ambientarse uno porque uno no es de acá, uno es campesino, uno de las zonas rurales y piensa que comprar una propiedad aquí es muy difícil, tiene uno que acomodarse para saber que sí se puede comprar si hace uno el esfuerzo; entonces viene y nos metimos aquí… y ya comencé, yo hice un ranchito chiquitico allá abajo, yo me traje del relleno de allá abajo del relleno(de basura) de Río Azul, los buzos de ahí sacaban latas nue- vas y sacaban cosas y ya yo había hecho una casa porque yo soy constructor, yo había hecho la casa de mi hermano, entonces, agarré todo lo que era la formaleta y me la traje en carro para acá. Entonces, ya comenzamos acá; esto no tenía calle, noso- tros hicimos esta calle… con el hacha, verdá, cortando los árboles, cortando los troncos, y la hicimos ancha para que quedara bien bonita, y nos ha ayudado mucho por- que mirá los buses donde están, si no fuera por eso no tuviéramos campo para pasar nosotros ahí. “Y entonces ya comenzamos, ya me animé a hacer una casita chiquitica allá; ya al final ya llegó Alejandro después de haber batallado acá, yo repartía lotes ahí, yo ahí les repartía lotes a la gente; llegaba gente de todos lados, y se los dábamos así, otros cobraban pero nosotros no, al menos yo no...”. GILBERTO, ADULTO (ENTREVISTA) “El 10 de agosto de 1994 yo lle- gué a este lugar, verdad... venía con sumas, sumas necesidades de ver dónde me ubicaba, dónde buscaba un refugio. Venía de una derrota, de una decepción, verdad, sufrí unos desalojos 10 de unas fincas que yo poseía, todas las perdí, entonces, tuve que buscarme otro ambiente. Vi que alquilando no me servía, entonces, fue cuando llegamos aquí. Aquí comencé a luchar... En esa época llegué con tres hijos que tenía y mi espo- sa, estábamos sin trabajo y todas esas cosas; recuerdo que una vez recién llega- dos aquí me fui a renovar la licencia todo picado de zancudos y todo eso, porque el rancho en que vivíamos era sumamen- te humilde, demasiado, los zancudos entraban de par en par…”. ALBORADA, ADULTA (ENTREVISTA) “(Mi esposo) nos hizo la propuesta de que nos viniéramos pero yo siempre pensaba en estas cosas… siempre pensa- ba de que en otro lugar no nos iba a ser tan sencillo, que ya uno tiene una vida hecha, tiene su casa, tiene sus comodida- des, la gente lo conoce, los muchachos en la escuela y, entonces, nosotros siempre trabajábamos en organizaciones ahí en Nicaragua, yo formé parte de la tropa especial en Nicaragua, yo fui tropista en esa época de la revolución, entonces, hay mucho andar en cuanto a eso, verdad, entonces era un sistema en el que nosotros decíamos que difícilmente se podía cam- biar, porque irnos a otro lugar y tal vez ya no iba a ser la misma cosa, aunque mucha gente que venía, regresaba, decían ‘no viera que el lugar, Costa Rica es muy lindo, a parte de que es lindo, la gente es muy buena, la gente nos mira con buenos ojos’, y yo escuché esos comentarios siempre, 11 verdad, pero… la situación la fui viendo después cuando ya estaba yo aquí. Nosotros salimos de allá después de un largo tiempo, de una larga lucha psico- lógica, logramos llegar a la conclusión de que por que sí teníamos que venir, por algunas cosas verdad, entre una de esas cosas estaba la falta de trabajo, no había trabajo, muchas necesidades de colegio, escuela, de seguir una vida más o menos, que no fuera tan limitada… un trabajo que hubiera todos los días. “Entonces, esas cosas, pues sí, nos hicieron pensar que sí… yo recuerdo que mi esposo me decía… ‘vieras que allá se consiguen terrenos hasta por 50 mil colones’… Para empezar mi relato ya así como migrante salimos un 8 de febrero del 96, exactamente. Hicimos pla- nes como un mes antes, mi esposo se fue un mes antes para Nicaragua y allá empezamos a hacer arreglos para dejar alquilada nuestra casa y… ya después despedirnos de todas las perso- nas, una noche antes de que nos veníamos la gente llegó a despedirse de nosotros, pues muy apesarados porque nosotros éramos unos líderes muy fuertes allá… Yo recuerdo salimos a las tres de la madrugada ese día, pero sí, nosotros lo hicimos de una manera legal, cada quien traía su pasaporte, bueno yo traía mi pasa- porte y mis hijos traían su salvoconducto, mi esposo también, no nos cruzamos en ninguna parte con la ley… tuve mucha suerte en el aspecto que desde el comien- zo me encontré con personas que no me conocían y sí me recomendaban bien, y de esa manera yo logré trabajar en dos par- tes… Desde que nos vinimos de Nicaragua solamente aquí es donde he vivido, nada más, no he tenido que correr por un lado por otro lado, no. Entonces vine aquí a La Carpio, el 8 de febrero del 96 con todos mis hijos, bueno somos cinco, una familia de cinco personas, son tres mucha- chos y nosotros dos; y venimos a la casa de la cuñada que se había venido antes, pero todavía recuerdo la... el rostro triste de mi madre cuando fue a despedirse a las 12 tres de la madrugada, habíamos camina- do un trecho largo y yo recuerdo con su mano levantada ella nos decía adiós, entonces esta imagen se me quedó graba- da para toda la vida… “En Nicaragua yo echaba tortillas, tenía un taller de tortillas para vender y era un negocio muy fuerte, entonces yo me inicié con ese trabajo aquí, en el tiempo que yo me quedaba en la casa y miraba que había tanto gasto, el agua se compraba aquí, entonces yo no estaba acostumbrada a comprar agua, teníamos nuestro servicio de agua potable (en Nicaragua), entonces, eso hizo mella en la conciencia verdad, eso como que me fue corroyendo así y yo lloraba todos los días, aunque no delante de nadie verdad, sino que allí cuando estaba acostada o cuando estaba sola me ponía a valorar todo lo que había quedado atrás y todo lo que estaba iniciando. Había tiempos en que… la comida se terminaba y yo tenía que ver qué hacía para darle comida a la gente, entonces, inicié con mi ventecita de tortillas, también aquí empe- cé a divulgar que yo echaba tortillas y habían algunas sodas aquí…”. María Bethel, joven INICIOS DE LA CARPIO Julia, adulta (redacción) 3-Marzo 2006. ¿Qué es Carpio? ¿Qué era Carpio antes del año 1993? Según doña Blanca Azucena, era una finca cafetalera en la cual muchas personas migran- tes y nacionales realizaban recolección de café. Como prue- ba, acá en Villa La Libertad, existen matas de café. Año 1994. El café se per- dió, fue cubierto de zacate. En ese año se organiza el sr. Carpio y decide entrar a Finca Carpio e iniciar la fortificación; cada per- sona interesada depositaría diez mil colones. En la tercera (parada), donde está un tronco de mango, obtuvo un lote la sra. María Ruiz; también existía un árbol de nipequeme que ya se cayó. Acá en “La Cueva del Sapo” estaban el sr. Rafa, sr. Miguel, y el sr. Tomás Ruiz. Mi lote lo marqué pagando a Don Miguel Mendoza, contiguo a la pila aguadora. Tubería de agua: la cogimos de Pavas, de Lomas. Construimos una pila, a las 3 a.m realizábamos una fila de personas para recoger agua. La luz también (la obtuvimos) de Lomas. Un sr. de ese barrio con frecuencia con cuchillo nos cor- taba la tubería. Los caminos eran de tie- rra hasta Canal 13. Busetas: las personas que salían de Carpio cuando llegaban a San José (tenían) la ropa llena de polvo, las busetas marcaban con una rueda a la par del conductor. Ya en 1995 pusieron una capa pavimentada. A la par de “Villa La Libertad” está “Bajo El Sapo”, hoy “La Gran Ciudad”, y fue un botadero de basura; la mayoría cogió la madera para construir los ranchos y muchos acumularon plata con esta madera. Los bota basura se retiran de este lugar y decidieron botar basura contiguo al Canal 13, (luego) se retiraron. Organización Año 94. Aparece como pre- sidente (de la) asociación la sra. Fabiola, y en las reuniones mani- festaba que ella tenía potestad para sacar escrituras y otorgar derechos, muchas personas caye- ron con este engaño. Año 1997. Se levanta otra organización cuyo dirigente, el sr. Marcos Vinicio, organizó comités afiliados y se efectuaba recolección de platas con fines de mejoramiento de calles, y a la persona que no aportaba la dejaban excluida. Ya para el año 98 había buen crecimiento de población, siempre con los objetivos de promesas de títu- los (de propiedad) y de mejora- miento de calles y casas”. 14 Josué, niño Reynaldo, adulto LA CARPIO Hace ya algunos años "La Carpio" era total- mente diferente, todo era zona verde. Había muchos más árboles, la población era mínima, las pocas casas que había estaban dispersas por todo el lugar, o sea había un case- río pequeño por un lado y otro caserío pequeño por otro lado, ya existían las paradas llamadas la pri- mera, la segunda, la terce- ra, la cuarta y la última o terminal, las personas iban a lavar debajo del puente donde caían algu- nos chorros, colocaban la ropa encima de unas 16 Kimberly, niña (redacción) piedras grandes las cua- les usaban en vez de pilas y lavadoras, también pasaban camiones carga- dos de agua potable la cual vendían por cierta cantidad de dinero. Algunas personas traían agua del río en carretillos para el uso en el hogar, algunos carros ya transitaban por este lugar, también los famo- sos piratas y algunos buses. En ese tiempo no existían pandillas, des- pués de esto poco a poco se comenzó a poblar. CARPIO Y SU HISTORIA Lo que conocemos hoy en día de Carpio es algo muy diferente de lo que era hace muchos años. Antiguamente Carpio era una finca de café, según dicen que pertene- cía a un norteamericano jubilado, el señor falleció y sus familiares no quisie- ron reclamarla; por lo cual pasó al poder de La Caja Costarricense del Seguro Social. Una familia estaba encargada de cuidar este territorio, la señora se lla- maba Mayra, que vivía acompañada de su mari- do; ellos construyeron un rancho. Estas mismas per- sonas comenzaron a lla- mar a otras personas para que vinieran a la reparti- ción de los lotes. En esa misma época comenzaba la migración de nicaragüenses a Costa Rica con el deseo de una mejor calidad de vida para ellos y sus seres que- ridos que estaban en su patria. Comenzaron las pri- meras familias colonizado- ras en Carpio, un número pequeño que en su mayo- ría eran nicaragüenses y algunos ticos provenien- tes de partes retiradas de centro del país como por 17 Arnold, niño (redacción) ejemplo la Zona Sur, Quepos, otros; pero con un espíritu valiente y deseoso de salir adelante en la sociedad. Comenzaron divi- diéndose los lotes, en medio de la desespera- ción por obtener algo pro- pio, cometieron el error de no ubicar los lugares donde estarían situadas las localidades públicas como la escuela, centro recreativo, clínicas, salón comunal, otro. En el principio no había agua ni luz, que son los servicios más básicos, el terreno de las calles era pedregoso en el verano y en el invierno se hacía puro barro; no había servi- cio de bus solo piratas que los llevaban a algu- nos lugares indicados por ellos, no había escuela. Alrededor de 1996, cuando se había estabili- zado un poco la coloniza- ción, empezó a estable- cerse la escuela, situada a los 200 metros de la que hoy es la terminal de buses, su estructura era un conjunto de tres ran- chos hechos con latas, los pupitres eran prove- nientes de otras escue- las, pocos maestros y la cantidad de alumnos era muy poca. 18 Arnold, niño (redacción) 19 Arnold, niño (redacción) LA CARPIO Y SU HISTORIA Antes de que La Carpio fuera poblada todo era solo árboles. En cuanto La Carpio se pobló fue prosperando, pero la vida era muy difí- cil porque no había luz ni agua. Para tener agua tenían que ir hasta donde está Canal 13. Luego pusieron tubos hasta donde está la capilla de policías. Cuando las per- sonas tenían que ir al hospital el más cercano en esos tiempos era el Hospital México. Para lavar la ropa tenían que ir hasta por donde queda el puen- te colgante. Se iban juntos porque había muchas pan- dillas. Cuando llovía se hacía mucho lodo y todas las personas usaban botas de hule. Los estu- diantes de la escuela, que estudiaban en la noche, siempre caminaban machetes por si les apare- cían pandillas y siempre c a m i n a - ban en grupos por pre- caución. Después, La Carpio se pobló y todos ayudaron en su cambio y a reparar la escuela y juntos lograron hacer que La Carpio prospera- ra. Muchas personas hicieron posible que hoy exista todo lo que hoy disfrutamos todos. Así se fue recolectando fir- mas para construir el EBAIS y todas las insti- tuciones que ahora tene- mos. Por el trabajo de todas aquellas personas hicieron prosperar a La Carpio. Gracias por esas perso- nas tenemos todo esto. 20 Abraham, niño (redacción) Ernesto, niño Lidia, adulta L OS MEDIOS DE COMUNICACIÓN TAM- BIÉN HAN ESTADO ATENTOS A LA CARPIO DESDE SUS INICIOS, EL HERALDO, POR EJEMPLO, MUESTRA UNA FOTO DE AGOSTO DE 1995 DONDE VECINOS Y VECI- NAS DE LA COMUNIDAD REALIZABAN UNA MANIFESTACIÓN PARA QUE SE HICIERAN MEJO- RAS EN LA CALLE QUE COMUNICA LA CARPIO CON SAN JOSÉ. 22 Daysi, niña 23 Periódico El Heraldo (23-08-1995) De qué lugar veníamos nosotros o nuestra familia? ? Cuántos años tenemos de vivir en La Carpio?? Conocíamos alguna de las historias que se comentaron aquí? ? Qué más sabemos o qué hemos escuchadosobre los primeros años de La Carpio? ? Hemos visto otras noticias sobre La Carpio en los periódicos o la televisión? ? Qué se dice en esas noticias? Quépensamos de eso que dicen? ? ? Cómo llegamos a la comunidad? ? Para seguir conversando: CAPÍTULO 2 LOS SERVICIOS ENLACARPIO 25 Isayana, niña A LGUNA VEZ SE HAN PREGUNTADO CÓMO FUE QUE LLEGÓ EL AGUA O LA ELECTRICIDAD A LA CARPIO? TAL VEZ ALGUNAS PERSONAS PIENSAN QUE EL AGUA, LA ELECTRICIDAD, LOS TELÉFONOS O LOS BUSES SIEMPRE HAN ESTADO ALLÍ. PUES LA VERDAD ES QUE LA CARPIO AHORA ES DIFERENTE, ANTES NO HABÍA AGUA, TAMPOCO UNA ESCUELA; ESTOS SERVICIOS LOS CONSI- GUIERON POCO A POCO LAS PERSONAS QUE VIVÍ- AN AQUÍ, TRABAJANDO CON MUCHAS DIFICULTA- DES PERO TAMBIÉN CON MUCHO ESFUERZO. En estas páginas les queremos contar cómo hacía la gente cuando no había agua ni electricidad, cómo fue que se instalaron éstos y otros servicios, cuáles fueron las luchas que se dieron para conseguirlos, y quiénes hicieron posible que hoy en día la mayoría de personas en la comunidad pueda lavar su ropa con sólo abrir el tubo, conectar sus refris y que niños y niñas puedan ir a la escuela. Les vamos a contar un poco sobre la gente que vivía en La Carpio sin agua, elect- ricidad ni escuela, y cómo se construyó lo que vemos todos los días. A lo mejor se van a acordar de algunas historias suyas, tristes y alegres, o si viven desde hace poco tiempo aquí se va a sorprender; lo más importante es que recordemos el esfuerzo de tantas per- sonas y compartamos con otra gente lo que aprendimos. 29 Trayendo el agua YADER, JOVEN (ENTREVISTA) “No, no había alumbrado público, estaban comenzando a meter el agua, yo iba a Canal 13 a comprar agua, o cuando llovía agarraba agua de la que caía del techo en estañones, ya la ocupa- ba, tal vez no para beber sino para lavar ropa, para dar baños, para lavar trastes, cosas así, ya para cocinar no. Íbamos a Canal 13 a comprar agua, o yo me iba por aquí, por el lado de Pavas, me iba por atrás, a conseguir agua a Pavas. Y luz, luz sí había, estaban comenzando a meter luz también. No había teléfono, ni alumbra- do público... el alumbrado público, yo creo si acaso, tendrá unos cuatro, cinco años más o menos”. NENEMÍAS, ADULTO (ENTREVISTA) “Bueno yo llegué cuando tenía aproximadamente 17 años…y pues salió la oportunidad de que habían estos lotes ahí, entonces nos vini- mos…pero más que todo yo llegué como a ver cómo era el asunto y ya después nos fuimos involucrando en 30 diferentes cosas, y trabajos que tuve, y limpieza de los lotes, ver- dad, que la gente estaba pidiendo. Después ya empezó un proceso de trabajo, verdad, ya cuando ya vi que había bastante gente y ya vi que la gente se quedaba a dormir acá... la gente empezaba a hacer casitas más seguras, entonces ya dejaba a la familia aquí, entonces ya empezaba a haber necesidades como de algo así... de agua y luz, como de un montón de cosas. Fue cuando nació la idea mía de traer agua, por cierto del residencial que está allá arriba, ahí por El Solar…de ahí traíamos el agua y… en estañones y lo vendíamos a la gente. Ese fue un proceso que duró aproximadamente ocho meses o un año, jalando el agua de allá hasta acá, verdad. Andábamos por todo el barrio...”. 31 Mª José, niña ABELARDO, ADULTO (ENTREVISTA) “Debajo de aquel puente que hay de la línea (del tren), y ahí debajo hay un chorro que sale el agua de los pare- dones, de ahí íbamos a traer el agua. Yo estuve unos días trayendo agua, pero des- pués yo dije: ¡nombre yo no voy a traer agua!; en eso un señor se compró un carri- to y empezó a jalar estañones de por ahí, por ahí iban y abrían un tubo y se roba- ban el agua seguro, y nos vendían a nosotros los estañones de agua, y yo compraba los estañones de agua; con esos estañones de agua que uno com- praba se bañaba, cocinaba y lavaba; o sea, era una lipidia; por lo menos yo no tenía un trabajo malo, yo me había hecho de un trabajito bueno y tenía pla- tilla; pero algunas personas que vení- an ahí a batallar, eran batalladas. Al final vino Alejandro… y pensó en conseguir una cisterna, entonces le 32 Amy, niña vendían el agua a la gente, yo compraba el estañón a mil colones y cada pichinga a quinientos (colones), sí era caro, mil pesos pagábamos por estañón. Bueno, la cuestión es que ya eran unos pleitones, llegaban tal vez familias de campo buení- simas, eso escochera mucho las familias, por eso yo me quité de viaje, yo aquí era completamente solo, lo único aquí era mi mamá nada más y ella por allá y yo por acá; mi hermano desde Estados Unidos empezó a mandar la plata y nosotros le hicimos la casa, entonces ella se vino a meter ahí, y ahí está. Entonces la gente ahí se peliaba, venía gente buena pero al final peliándose el agua se trataban mal, entonces ahí empezó a perderse la educación que tenían las personas, ya comenzaba una señora a peliarse con la otra porque le quitaba el campo en la fila y eso era un desastre...”. 33 Linda, niña (redacción) Mi llegada a La Carpio Mi historia en La Carpio fue cuando yo vine aquí no había luz ni agua. Las personas para tener agua tenían que ir atraer al Canal 13 y tam- bién para lavar sus ropas, tenían que lavar en un pozo. La vida en Carpio era muy dura, cuando yo llegué a este lugar a mí me contaban que era un lugar peligroso. Al tiempo me di cuenta que La Carpio era muy peligrosa. La gente en San José hablaba muy mal de La Carpio, pero nosotros, las personas que vivimos en La Carpio, no es porque queremos sino por las necesidades. 34 Linda, niña (redacción) GILBERTO, ADULTO (ENTREVISTA) “Continuando el asunto de aquí como ingresamos, diay, este, por cuestión de nosotros mismos del mismo pueblo se logró que, hablamos con el A y A (Acueductos y Alcantarillados) para que nos dieran lo que llaman pipas o esos tan- ques de agua, verdad, para que los fuéra- mos a repartir allá en ciertos puntos espe- cíficos, para ciertos sectores, y ahí llegába- mos con las pichingas y al hombro, en carretillo o como fuera y me recuerdo que ahí donde mí era un bajillo y en veces una muchacha vecina y yo, salíamos rodando cuando se venían los aguaceros, y las aguas estaban repartiéndose y teníamos que irnos con la pichingas siempre así, y esa pobre mujer hasta que rodaba en esas baja- das con las aguas ahí en las pichingas y todo eso, y siempre me acuerdo porque ahí hay unas gradillas, le llaman Las Gradas ahí donde yo vivo. Diay digamos que son penurias que pasamos aquí verdad”. Jennifer, niña (redacción) 35 Mi vida en Carpio Mi mamá se vino a vivir aquí cuando yo tenía 2 años; aquí era muy feo, no había ni agua ni luz, por las noches ésto era tinieblas y nos alumbrábamos con candelas; y en el día para tener agua teníamos que ir a recoger agua en el tajo. Mi mamá nos cuen- ta que a mí y a mis her- manos nos querían mucho y cuando íbamos a traer agua en botellas, las señoras que estaban lavando dejaban de hacerlo y decían: "ahí vienen los machos" y nos agarraban, nos quitaban la ropa y nos bañaban porque les gustaba mucho, pero se acabó cuando instalaron el agua. Y después la luz, entonces las tinieblas desaparecieron, y desde entonces todo es mejor; lo único que queda feo es que no arreglan las calles y que hay muchos vagos, ladrones, canti- nas, etc., pero lo menos que ponen son iglesias. Esta es mi historia que yo he vivido en Carpio. 36 Jennifer, niña (redacción) ISABEL, ADULTA (ENTREVISTA) “Entonces, yo les decía a ellos que era una manera de enseñarles, que era una manera de ver cómo se podía superar uno en una comunidad aunque no hubiera agua o no hubiera luz, a las dos, tres de la mañana andábamos en los tajos, verdad, trayendo, allá donde lla- man El Bajo El Sapo, allá íbamos a traer el agua, en los chorros del ICE (Instituto Costarricense de Electricidad) verdad, lavando y de todo. Eran unos chorritos que decían que venían del ICE, yo no sé de dónde salían, pero caían ahí y todo mundo íbamos a lavar y traer agua limpia. Bueno, primero habíamos comenzado con unas mangueras, pero a la hora de llegada la misma gente cortaba las mangueras, se peleaban entre los mismos, bueno era un desastre, y esas mangueras de allá de Canal 13 no funcionaron, era un puro pleito. Ya después, conseguimos unas burbujas (cisternas)... “Después, la cuestión era que esta- mos sufriendo bastante y de todo, ya después de eso seguimos luchando con lo del agua, lo del agua siempre siguió ahí y siguió, porque lo del agua fue un problema grande que tuvimos que traer cisternas, primero burbujas, el padre Orlando, y el comité de aquí de San Vicente fueron a A yA (Acueductos y Alcantarillados) para ver si nos daban burbujas (cisternas) y nos las dieron, que era que se repartían allá en el Parque Central y no sé adónde, pero era algo muy incómodo y eran unos pleitos y era muy poca agua la que daban y se buscaron después, la misma asociación de aquí uno… cómo se llaman estos… unos cisternas, unas cis- ternas de don Carlos y entonces, el señor comenzó a entrar aquí cisternas y ahí ya hubo otro problema, porque ya había plata de por medio, por ellos nos vendían el agua, la idea era beneficiarnos todos un poquito, que no nos saliera muy caro, sin embargo ya esa platita que ellos cobra- ban era para pagar la cisterna, pero a la vez quedaba un fondo”. 37 ÁNGEL, ADULTO (ENTREVISTA) “El agua nosotros la metimos aquí. Hacíamos reuniones con todos los comiteses, lo que es La Libertad, María Auxiliadora, Las Brisas, La Pequeña Gran Ciudad, Barrio Corazón de Jesús y La Central, Arboleda (sectores de la comunidad), varios, varios. Entonces nos reunimos todos los comités y fuimos a solicitar el agua. Una huelga general, pacífica, bailable con folclor y todo eso… Desde arriba estaban viéndonos y había un señor del María Auxiliadora, ese señor se fajó a bailar con una muchacha ahí… y vieras qué alegre. Entonces nosotros con la lucha le solicitamos a Ana Gabriela Ross (presidenta ejecutiva en ese entonces de Acueductos y Alcantarrillados), con otros comités como Guararí y otros comités más de otros lugares. Venían otros comiteses y nos apoyaron. Entonces Ana Gabriela Ross nos oyó y nos llevó a las oficinas y nos sentamos ahí con ella y dijo que nos iba a regalar eso porque era el día de las madres. Como un regalo del día de las madres y así fue como el agua llegó aquí, como un rega- lo para el día de las madres. Nos com- prometimos a zanjear nosotros para que las tuberías llegaran a cada hogar. Se zanjearon y así fue que tuvimos el agua. “Allá (en La Pequeña Gran Ciudad) era más duro y no nos querían dar el agua a nosotros, entonces yo me opuse, y les dije que cómo era posible, que nosotros habíamos tenido una lucha porque nos querían quitar La Ciudad… porque María Auxiliadora dijo que ese barrio era que ellos lo habían dejado como para hacerlo un par- que de recreación. Bueno, entonces les dije que era una injusticia, que el pueblo necesitaba. Entonces yo le dije que era uno de los miembros que se había encargado de ir a la lucha para que tuviéramos el agua y que era una injusticia y no 38 Diego, niño Diálogo: “Queremos mucho agua. Queremos agua”. estábamos de acuerdo. Entonces le digo: si ustedes no hacen eso (dar el agua), voy a levantar el pueblo, y levanté el pueblo y llevamos una huelga contra ellos. Una huelga contra los de los comiteses, contra la asociación y todo porque era una injus- ticia. Y el pueblo, cuando yo le dije: vamos a pelear porque no nos quieren dar el agua, el pueblo se levantó y unían el apoyo con nosotros para que nos pusieran el agua. Y fue alegre, nos pusieron el agua pero el hermano Fernando y la hermana Hilda, se encargaron de conseguir las zompopas (máquina para excavar), la cosa es que ellos dieron vuelta y consiguieron para hacer la zanja y todo. Porque antes de no tener agua aquí, nosotros con- seguíamos agua de Pavas. Un grupo rompíamos camino e íbamos y rompíamos donde estaba el ducto, verdá, en la tierra… hacíamos la zanja y llevábamos el agua por medio de mangueras, pero la gente se robaba las mangueras”. MARIO, ADULTO (ENTREVISTA) “Nosotros le comprábamos a ¢150 el estañón de agua, verdá, y el agua que usted adquiría oficialmente a través del comité eso se pagaba a través de un bono que le daban a uno, pero uno daba una cuota que yo recuerdo, pero cuando yo vine aquí, diay como siempre aparecen personas que tienen tácticas con otros, decía: ‘si sobran le damos, si no, no’... Nosotros si no pudi- mos adquirir agua, nunca nos vendieron agua del chorro que estaba instalado donde es la guardia rural ahorita... que habían no sé si dos o tres llaves, ahí uno agarraba del tubo de agua, pero limitada... Yo viví muy poco tiempo esa situación del agua porque la verdad nosotros vinimos como en el 94, 95 por ahí, aquí a este lugar....yo iba a traer en una moto que tenía, cuando no ajustábamos el estañón, 40 Vecinos de la comunidad, sobre la calle principal, recolectan agua. Inicios de los años 1990. yo tenía un estañón de cinco galones, iba a llenar allá por el parque de Shell (alrede- dores del puente Juan Pablo II), hacia la esquina había una llave que no se sabe de quién era esta llave, ahí yo llegaba a llenar esta carajada, porque yo miraba a varias personas que llegaban por el agua... “Después se dio el caso que Acueductos y Alcantarillados, de una man- era relámpago apareció el proyecto de meter el agua...este proyecto del agua surgió de una manera relámpago, porque de un momento a otro estaban los tubos allá por el tajo y en un ratito llegaron acá a la entrada, a la primera, le decimos la primera a la parada, verdá... entonces un día como a las seis de la mañana comen- zaron abrir allá arriba y entonces comen- zamos todo mundo a hacernos de her- ramientas, de picos, palas, macanas y todas esas cosas, pero el asunto es que en dos días estaba instalada el agua, desde arriba hasta abajo pero se trabajaba día y noche, y más de noche porque las personas esta- ban trabajando, bueno yo también, ahí la comunidad se metió de lleno, porque diay si el agua era tan deseada aquí porque no había, entonces todo el mundo tenía interés. La gente que venía del trabajo dejaba las maletas ni cenaba ni nada, sino que comenzaba a volar pala a comenzar en la parte que le correspondía, habían per- sonas que no hacían los trabajos por algún motivo de salud, o de trabajo, entonces le decía a alguien ‘haceme los trabajos aquí, ¿cuánto me cobrás?’. “Entonces así par- ticipó todo el mundo, pero en dos días, aquí se trabajaba de día y de noche, a la una o a las dos de la mañana iba a ver gente abriendo tanques y Acueductos estaba también a la par instalando, donde ya esta- ba abierto, ellos venían instalando tubos como de tres o cuatro pulgadas de grueso, ya trayendo seguetas para solamente despegar el agua. Yo calculo, si mal recuer- do que no más de dos o tres días máximo ya estaba el agua instalada en La Carpio y aquí se resolvió el problema del agua...”. 42 Dibujo Bryan, joven “Nos pegamos a un primario”. La electricidad en la carpio GILBERTO, ADULTO (ENTREVISTA) “Después se fue desarrollando el pueblito aquí; bueno pero cocinábamos con leña, y después nos alumbrábamos con candelas, o canfín, mecha. Y des- pués me acuerdo que nos guindamos de los cables de allá, nos trajimos entre unos cuantos, nos trajimos luz y así pudimos estar con luz eléctrica para alumbrar- nos y se prohibía las plantillas, ver- dad, no permitíamos, que éramos un grupo 44 grande de personas que tenía ese cable, entonces ahí nos alumbrábamos pero no permitíamos que se guindaran ni pusieran refris ni nada de eso”. ISABEL, ADULTA (ENTREVISTA) “Lo de la corriente comenzó... nosotros estuvimos yendo a la Asamblea Legislativa, a la Casa Presidencial, por todo lado, verdad, solicitando que se nos diera la luz porque habían demasiados chiquitos, y de todo, era demasiado fatal, y no sé cuán- tos incendios se dieron aquí creo que cua- tro o seis ranchitos se habían quemado porque se caían las candelas y se quema- ban los ranchitos. Y todo eso nos pre- ocupó mucho de una manera tan tre- menda que tanto se había solicitado, tanto se había buscado, tanto la luz como el agua, que tuvimos que inven- tar. Entonces, con mi yerno, de la aso- ciación de San Vicente, inventamos comprar un transformador entre todos, el primero que se compró fue para 500 familias, que por cierto todavía está. Y a parte de eso se compraron tres más; en la noche nos fuimos todos a poner postes y con botas porque era en invierno y alumbrándole a mi yerno a que él se subiera a robarse la luz. Él se guindó del primario, era algo muy tremendo, yo lloraba y le pedía a Dios, porque ¡usted sabe, le pasaba algo!… ya se había mandado una carta también al ICE, a Pablo Cob (en esa 45 época presidente ejecutivo de Fuerza y Luz), mandándole a decir que si algo suce- día la culpa era de ellos, porque ya ellos estaban avisados de que eso se iba hacer y se hizo, gracias al Señor. Así fue cómo lo conseguimos. “Entonces, ya al tiempo cuando ya vieron que la cosa ya iba para arriba, con tantos transformadores, ya habían otros por San Martín, entonces, se había hecho una filial de San Vicente aquí arriba por San Martín, entonces, vinieron y hablaron y mandaron a llamar a mi yerno, y le dije- ron que por qué no les ayudaba también a poner los medidores, él estuvo por un tiempo ayudándoles y entonces, entran a poner la corriente, de por si de cualquier manera ya teníamos luz, ya íbamos a ponerle a toda la comunidad, todavía falta- ba mucho pero ya había una parte que ya con solo eso de ver los transformadores, ellos vieron la cosa perdida y, entonces, nos ayudaron. “Entre todos lo compramos, entre todos pusimos un poquito, los mismos de aquí, no todos, no toda la gente no, no, la asociación de aquí de San Vicente, y los de arriba lo consiguieron entre el mismo grupo de ellos, entre ellos compraron un transformador de segunda, lógico, no sé de dónde lo fueron a traer, el único que lo sabe es mi yerno. El primero (transforma- dor) era para 500 familias, era grandísimo y el cable lo mismo, y mucha gente decía ‘es que a mí no se me dio’, pero a todos se nos dio la luz”. ALEJANDRO, ADULTO (ENTREVISTA) “Varias casas se habían quemado principalmente por las candelillas, por las candelas, Jessica una señora de aquí, a ella se le quemó la casa y tenía dos chiquitos, muy chiquiticos, bueno fue una tristeza, de ahí fue que yo me motivé al asunto de la electricidad, porque aquí era lo más lindo no tener electricidad también. Bueno, entonces como yo tengo un poquitillo de 46 conocimiento sobre eso, entonces yo fui allá adentro, a 700 metros de aquí más o menos, era la corriente más cerca que había aquí, y ahí empezamos nosotros, recogimos plata entre varios y empezamos a jalar el tendido eléctrico. Todo así empí- rico, ¿es cómo se dice? y empezamos a jalar, pero lo que jalamos fue la corriente 220, entonces cuando ya llegaba aquí a tantas casas se reducía tanto porque todo mundo quería corriente, entonces ya se me metió a mí la chochera de jalar la corriente primaria y había una corriente más cerca aquí, pero era primaria, eran 34.500 voltios y diay me inventé un gan- cho para jalar esa corriente, compramos un transformador en una venta que se llama...bueno la fábrica Almon. “Sí, ahí compramos un primer trans- formador y lo pegamos en alta tensión, bueno después de varios intentos, porque en esos intentos una vez se nos derritió el cable, así como un chicle, hicimos varios intentos hasta que lo logramos pegar, y detrás de todo le hicimos una carta al ICE donde les decíamos que nos estábamos arriesgando a matarnos, a electrocutarnos, pero que era necesario, necesitábamos ese beneficio y así fue como pegamos el pri- mer transformador, después todo mundo quería más corriente y ya después cambia- mos por otro, hasta que gracias a 47 Alejandro, joven Dios ya vino Fuerza y Luz, y vio el asun- to y vio el peligro que había, de cómo habíamos jalado ese cable tan grueso. “Yo calculo que duramos como unos dos años, a no mentira, con el servicio de la alta tensión jalada por nosotros duró menos de un año, porque una gente de los mismos comités de aquí me acusó. Me llamó Pablo Cob, en ese tiempo (presidente ejecutivo de Fuerza y Luz) y más bien me felicitó por la hazaña de haber pegado la corriente viva. Entonces ellos nos facilitaron, ahí fue donde se empezó el proyecto de la corriente aquí, porque era un peligro muy grande, entonces ellos metieron la primer línea central con primarias y nos alimentaron el transformador de nosotros, y nosotros después de ahí siempre nos seguimos encargan- do de la secundaria, hasta digamos que como un año más que ya ellos empezaron a meter todos los ramales y gracias a Dios ya se comenzó”. MAODI, ADULTA (ENTREVISTA) “Después yo trabajaba y yo me acuerdo que tenía que irme para el tra- bajo y no había agua, y en un charco yo me mojaba un trapo y con eso me lim- piaba por ahí. Después de cortar todos los palos, después que se formó un comité aquí… el esposo de Yami, Alejandro, estaba Alejandro, don Fabio, había muchísimos ahí, y llega- mos a un acuerdo de comprar un transformador, y había que dar 7.500 (colones), yo los di. Don Fabio era el encargado, cuando se puso el transformador, él era elec- tricista, tenía mujer y tenía hijos, pero no tenía sueldo. Entonces él se iba a tra- bajar y en una reunión aquí, yo fui la que propuse, una señora que se llama doña María y yo propusimos que le dié- ramos un sueldo para que pudiera seguir viéndolo…y cada vez que los demás se 48 colgaban o que no habían pagado se nos iba la luz y don Fabio se subía ahí, enton- ces yo le gritaba que no fuera tan idiota, porque él tenía mujer y tenía hijos y que dejara de estar ahí, verdad, que tuviera cuidado”. MARIO, ADULTO (ENTREVISTA) “El consumo que había era gran- dísimo y no lo resistía el cable. No se si el ICE lo había puesto para con- sumo de La Carpio, pero la calle central tenía luz, oficial, la luz con- vencional. Ahí estaba un poste enfrente del comité, ahí alzaron unas cuchillas que medían más o menos 40 ó 50 centímetros, las cuchillas también recibían mucha corriente porque el consumo era grande; también, para adquirir la luz había que ir al comité para que le vendieran el derecho de poner la luz. “Me quitaron la luz por orden del comité y se tenía que pagar el derecho y ni siquiera le decían que tiene que pagar el derecho. Yo como que he sido un poco, un poco enojado cuando se trata de que hay un poquito de injus- ticia, más que no entiendo bien el asun- to verdá, entonces yo le digo bueno está bien pero yo necesito que me la pongan ya y no tengo plata para pagar, entonces me comprometí con el comité que les iba a ayudar a cuidar los cables, y les dije: porque todos los días, cuando llego del trabajo veo el fusible de las cuchillas que está roto porque había mucho consumo. Ya venía como a esta hora, como a las cinco de la tarde, entonces yo me iba para abajo, teníamos una escalera para subirnos arriba, pero un jalonazo que tiraba esa cuchilla, que no era jugando, eso indica el alteraje (voltaje) que estaban consumiendo en estas calles. Entonces yo me comprome- tí con el comité que le iba a ayudar a cui- dar la luz desde abajo hasta donde está la guardia rural. Antes era un muchacho que se llama Fabio, también creo que era 49 miembro del comité, entonces era él que cuidaba la luz y cobraba las cuotas, yo no me metí en el rollo de cobrar, solamente que me comprometí a ayudarles, a medida de mis posibili- dades, pero sin cobros porque tampo- co yo quería compromiso. “Toda la gente que íbamos allá y decíamos que el cable estaba roto, ahí andaba yo, siete, ocho, diez de la noche, entonces el asunto es que como se agotaba tanto la luz de los cables que pasaban por aquí, se había prohibido, no yo digamos, porque yo solamente le daba mantenimiento, sino que el comité había prohibido planchar y usar cocina. Muy pocas, muy pocas personas tenían cocinas de gas, la mayoría creo que (coci- naba) con leña, pero sí, nunca faltaba alguien que tuviera una cocina, yo le decía al comité: yo creo que la situa- ción aquí es difícil prohibirle a la gente, pero la electricidad es grande de alguien para cocinar y son necesi- dades muy básicas. “Cuando se da el caso de la empre- sa Tiesa, es una empresa de construccio- nes eléctricas, decide venir aquí contrata- da por el ICE, creo yo, vino la primera vez y abandonaron el trabajo porque los vecinos no permitían que se le pusiera el poste de luz a la orilla de la casa. Ese fue el primer problema que tuvimos, fue el primer poste que se iba a montar, los de la empresa ya habían elegido donde se iba a poner el poste porque esos sólo trabajan en líneas verdá, se fueron ellos, verdá. Allá yo no sé cómo yo me comuniqué con ellos, yo los vi jalando con cable, pero ellos iban de viaje, entonces yo les dije: ustedes venían a poner luz, ‘sí, me dice, pero el problema es que aquí no tenemos nadie, ni el comité ni nadie que vengan a resolvernos el pro- blema con los vecinos para bus- car los postes’, entonces le digo yo: vengan mañana y no se reti- ren, porque ellos ya iban retira- dos, vengan mañana y les di la 50 dirección de mi casa y vinieron aquí, vinieron la cuadrilla de los trabaja- dores, entonces hablamos con don Arturo, entonces me dijo ‘si usted nos ayuda nosotros seguimos el pro- yecto’. Alejandro que era el coordinador del comité tenía ya el mapa establecido de cómo iba la red eléctrica en esta calle y en la galera, entonces él me dio una copia, me mandó a sacar copia, yo no era miembro del comité pero sí les ayudaba. Entonces agarré el proyecto y ayudé hasta que estaba esa casa de alto, de ahí para bajo ya no”. 51 Yeudy Alfonso, niño “Aquí se construye una escuela gracias a el esfuerzo del pueblo” ISABEL, ADULTA (ENTREVISTA) “La escuela comenzó, nosotros comen- zamos a ir al Ministerio de Educación, y noso- tros vimos que el espacio era largo pero muy pequeño y que no había espacio, porque hasta ahora es que la agrandaron, se hicieron muchas aulas y de todo, pero antes era pequeña, y comenzamos a buscar solu- ciones para ver, pero, ya habían hecho muchas vueltas, pero no, no querían darse los códigos (para el nombramiento de maestros y maestras). Ya después nos fuimos otra vez con los niños en un bus, fuimos al Ministerio y quedaron que ellos nos iban ayudar, que hiciéra- mos un galerón por lo menos, aunque fuera, pero rápido, porque ya era el año que ya entraban las clases, entonces, nosotros corriendo entre todos busca- mos latas y de todo. “Por eso nadie puede decir que pusieron plata para poner las latas, arran- camos la casa de Victorino y todo eso se 52 pasó para allá, para hacer un rancho la escuela, claro era lógico, la gente tal vez nos criticaba pero es que no teníamos fon- dos y estamos trabajando con las puras uñas, como dicen, verdad, entre los mis- mos, y siempre los mismos de aquí, y con eso mismo los de este lado hicimos lo del galerón; ya (después) lo cerramos ahí como pudimos y nos mandaron los toldos, pero la idea no era dejar el terreno como está, sino que se iba a reubicar a toda esa gente, ya se habían reubicado unos, donde está el terreno (de la escuela) estaba ocu- pado, pero aquí nosotros comenzamos a quitarle a la gente, y a la gente que tenían dos y tres lotes, comenzamos a quitarles eso para reubicar gente de arriba aquí, para que nos dejaran el espacio de escuela, des- pués se iba a reubicar toda la cuadra, toda esa cuadra para la escuela, sólo para escue- la. “Cuando ya estaban los toldos aquí y ya la gente estaba de acuerdo con salir de ahí y venirse a otros lados que los reubicára- mos, entraron estos otros comités a pelear, es cuando nos echaron todo al suelo”. ABELARDO, ADULTO (ENTREVISTA) “La construcción de la escuela comenzó por medio del sector San Vicente, con un dirigente, que sigue sien- do el mejor y no habrá otro todavía, que es Alejandro; ahí no había donde hacer la 53 escuelita, pero entonces habían unos lote- citos por aquí, unos lotes muy grandes, habían unos que tenían 20 x 20, entonces lo que hicimos fue que dividimos, cogi- mos 10 metros y les dimos a los que viví- an ahí en esa escuela, donde está la escuela, les dábamos de este lado… De ahí pasamos a la gente para acá y con la ayuda de ese señor que estábamos hablando, del cubano, ese cubano nos ayudó con perling y con ayudas que se pudieron lograr, y (el MEP) no nos que- rían dar maestros, pero diay, peliando se logró que vinieran a inaugurarla, que por cierto la inauguró el diputado del PAN, de Guápiles, fue el que vino a inau- gurarla, se me olvida el nombre de ese diputado… (Víctor Hugo Núñez) se inau- guró; ya le pusieron maestros, nos trata- ban mal, habían algunas maestrillas ahí que hablaban muy mal; hasta que se fue levantando y levantando y ya se armó otra escuela más bonita. La misma gente la construyó, se esforzaban mucho, se vivía mal”. 54 Dibujo Francine, niña Diego, niño (redacción) “La Carpio se inicio como un precario en un cafetal de la C.C.S.S. (Caja Costarricense de Seguro Social). No había agua para bañarnos y para tomar agua venía un cisterna a dejarnos agua contratadas por una persona que vivía en La Carpio y él a su vez vendía a cada casa. En cuanto al fluido eléc- trico algunas personas exclusivamente del sec- tor de la terminal de buses estaban conecta- das de un transformador cerca de la planta eléc- trica. La escuela fue construida en perling y tenía una estructura de tres aulas. También las aulas de la escuela eran muy pequeñas y en cada aula había tres grupos y también no había ni un sólo comedor, no había pizarra, les tenían que dictar a todos los niños y las materias, no sé cuá- les eran, pero no tenían ni baños modernos y también no tenían biblio- tecas, en fin ellos vivían muy felices”. 55 NENEMÍAS, ADULTO (ENTREVISTA) “Alejandro, Primo y una muchacha que se llamaba, que se llama Mabe, ella ya no vive aquí, pero esas tres personas lucha- ron y lucharon y lucharon hasta que reubi- caron a las familias que estaban ahí, donde está ubicada la escuela y yo me acuerdo que ellos se iban a diferentes empresas e inclusive, al tajo que está aquí al fondo, donde don Manuel y le pidieron ayuda y todo el asunto. Y después, se arreglaron un vagón para limpiar toda la propiedad ver- dad, y ahí con donaciones y los vecinos que ayudando a regalar latas y madera, levantaron la escuela. Primero la hicieron de pura lata, era calientísima y el piso de tierra... ahí los niños, era una tristeza ver- los estudiar, esa fue la forma… Después cuando ya se estableció la escuela ya no alcanzaban las aulas, entonces, me acuerdo que nosotros teníamos una de las casitas que teníamos nosotros, la teníamos des- ocupada y llegó el director de la escuela y nos pidió la casita para usarla como una clase, y se traía a los niños desde la escue- la y ahí les daba clase, también usaban la iglesia católica, las iglesias evangélicas que habían así alrededor y así entonces, de esa forma empezaron… y ahora está bien establecida”. CIUDADELA 56 Leonela, niña LA CARPIO Yo vivo en el sector llamado María Auxiladora. Mis padres me conta- ron que cuando nos vini- mos a vivir a La Carpio yo tenía 9 meses y con el paso del tiempo fui cre- ciendo y se fue diferen- ciando La Carpio. Cuentan ellos que cuando nos vinimos a vivir no había tendido eléctrico y tenían que alumbrarse con candelas y tenían que cocinar con gas, leña o cocina de canfín; el agua tenían que jalarla en bal- des y la distribuían en cis- ternas. Cuando no había agua tenían que comprar- la al precio de ¢500 ó ¢600 o sino tenían que ir hasta la entrada de La Carpio y hacer fila para recibir agua o sino repartían unas fichas para entregar el agua; cuando no podían comprar el agua ni venían a repartir tenían que lavar la ropa en un lugar llama- do "Los Chorros". El servi- cio de buses era muy malo y había piratas, las carre- teras eran de lastre, en verano había mucho polvo y en invierno era barro; no existía centro de salud, iglesia católica, ni centro educativo. Con el paso del tiempo construyeron una escuela hecha de láminas de zinc y el piso de tierra, los niños tenían que llevar sus sillas. Siempre han existido los delincuentes. Para obtener todos estos beneficios tenían que hacer huelga para que les dieran la luz y agua potable. 57 Diana, niña (redacción) MAODI, ADULTA (ENTREVISTA) “No tengo hijos y yo cooperé para la escuela, yo cooperaba para la escuela cuando comenzaron la escuela, yo me metía en todas las reuniones, andaba con el esposo de Yami. Cuando nos quisieron quitar la escuela también. A mí me pregun- taban: ‘¿por qué coopera si usted no tiene hijos?’ Pero yo pertenezco aquí, también es eso de nosotros. Es que había muchos niños y lo primero que habíamos que hacer era una escuela para los niños. Que es ésta que está aquí abajo, se tuvo que mover… Yo no podía ir a trabajar a la escuela pero entonces yo mandaba un peón y le pagaba mil pesos al día. Yo pagué cinco peones, sí, uno por semana… un peón por semana… en cinco semanas… en cinco semanas se paró de puras latas. Toda la gente ayudó, una gente traía latas nuevas, otros unas latitas de segunda, otros hacían fila con un block, otros con un poquito de cemento”. 58 Inicios de la construcción de la escuela en 1995 59 José Leonel, niño Carpio X pista. Carpio X la uruca NENEMÍAS, ADULTO “En ese tiempo no había transporte hacia la comunidad, entonces yo me acuerdo que tenía un jeepcillo ahí, que había comprado, entonces en ese jeep- cillo, muchas veces yo tuve que servir de ambulancia, tuve que hacer viajes a la gente que iba con niños enfermos a las 12 de la noche y había que salir con ellos al Hospital de Niños, entonces todas esas cosas se hacían. Después como había problemas de transporte hacia San José, nosotros teníamos una microbús, en ese tiempo aquí en el barrio todo el mundo nos decía los piratas, nosotros nos encargábamos de jalar a la gente de Carpio hasta San José y así, y viceversa. Entonces al tiempo, entró esta empresa de buses, la empresa de buses (de la ruta) INA-Uruca. Ellos compraron la concesión, y entonces ya nos sacaron a nosotros”. 60 FERNANDO, ADULTO (ENTREVISTA) “...antes lo que habían eran los tales taxis piratas. Eran piratas los que entraban aquí, y eso era una gran ayuda a este lugar porque la gente aquí que tiene que trabajar en la madrugada, diay no habían buses. Y entonces los piratas llevaban a las personas a San José, y cobraban en ese tiempo 100 colones, verdá, y se llenaban los carritos. Lo que pasa es que, verdá, las personas era un riesgo, porque ellos venían llenos y si se estrellaban, pues era un problema grande y nadie pagaba nada, en cambio los buses tienen como una ley… Pero sí, al principio eran puros taxis piratas... cualquier pedazo de carro que tenía cuatro llantas y les poní- an unos cajones ahí, ese se venía y salía para San José y de San José para Carpio, y era un montón, o sea, todo el mundo, gru- pitos aquí tenían un taxi… y ayudaban mucho... a veces, tenían dos o tres asientos y la gente tenía que ir sentada en el suelo… y agarrada y hasta que se hacía así, viera qué triste tener que venirse en esos carritos y llenos, llenos… porque se llena- ban… y era muy peligroso. Y ahora, pues, ahora tenemos un gran servicio, un gran servicio... Bueno, porque está a cada ratico”. 61 Jesús, niño MICHAEL, JOVEN (ENTREVISTA) “Sí recuerdo que los buses cuando empezaron a entrar eran unos gajos total- mente, unos pedazos totalmente, hasta que daba miedo montarse ahí, ese montón de lata hasta que sonaba, pero entraban, lo importante era que entraban y venía el bus y atrás esa nube de polvo, yo salía tal vez a pasear con una camisa blanca y un panta- lón blanco y llegaba a San José con una camisa negra y un pantalón negro de puro polvo total- mente, pero eso es lo que te decía ahora, porque Carpio tiene ahorita uno de los mejores servicios de buses a nivel nacional se puede decir, porque Carpio tiene un ser- vicio de buses excelente, por medio de la cantidad de gente que vive aquí en Carpio, cuánto dinero no se le deja a esa empresa de buses, cuántas personas en la mañana van para su trabajo y pagan ¢140 y cuando vienen pagan o sea, es una exageración de dinero que dejan a diario, semanal, des- pués mensual y anualmente, por favor, ver- dad, mis respetos. Lo que es el sistema empresarial, Carpio se ve como, económicamente, un lugar muy bueno para hacer cualquier tipo de nego- cios, me entiendes....”. 62 GILBERTO, ADULTO (ENTREVISTA) “Pienso que así se fue solucionan- do poquito a poco, se metieron prime- ramente doce buses después agregaron un poquito más, hasta que ya se pudie- ron eliminar lo que son piratas, ya se fue la flotilla entera, pero aquí anterior- mente cuando mis hijas estaban aquí era una calamidad ir a San José al trabajo, aquí en esta pri- mera parada se peleaban los hombres, botaban a las mujeres para ellos agarrar los campos primero de los buses”. ALEJANDRO, ADULTO (ENTREVISTA) “Casi desde el principio, Carpio (Marco Aurelio), eso yo creo que fue entrando no más, negoció eso (con) el empresario de los buses, aquí el primer servicio que entró fue (el transporte), o sea lo primero, primero, nunca nos hizo falta. Sí, nosotros cuando venimos a ver la finca entramos en bus (1994). Sí claro, por eso nunca les pudimos quitar el nom- bre de Carpio porque, él fue el que los metió, Carpio”. ISABEL, ADULTA (ENTREVISTA) “Cuando nosotros llegamos aquí en el 94, ya habían buses, ya Carpio había logrado que la empresa llegara hasta aquí, digo Carpio porque fue él el que hizo que los buses entra- ran hasta aquí, ya a los tres meses que comencé a venir hasta aquí ya los buses entraban hasta acá”. 63 YADER, JOVEN (ENTREVISTA) “Una vez llegando a Canal 13 se quedó apagado un ‘sartén viejo’ (un autobús) de esos que habían antes y se echó pa’ atrás, todo mundo se iba a hacer tirado por la ventana...Yo salía a vender en ese tiempo, recuerdo que era en ‘chi- villas’, que le llamamos, esas busetillas chiquititas, pero estaban lo más des- trozadas, estaban destrozadísimas. Ya después metieron los buses, los buses morados, los lila... ya después ya cam- bió, pero al principio eso era... No recuerdo qué empresa fue la que se metió con los buses, con esos buses morados, pero ya después sí, metieron buses, buses buenos, porque tal vez, vieron que era bastante la demanda de gente de aquí, de Carpio”. JUAN, JOVEN (ENTREVISTA) “...sólo desde el hecho de que la empresa de transportes nos ha cambiado los buses tres veces, siempre con unidades mejores a las que hemos tenido anteriormente, es una prueba que sí somos pro- ductivos, tenemos una de las floti- llas de buses de las mejores del país, ese es uno de los ejemplos, incluso a veces hasta el tránsi- to los para porque llevan demasiada gente, todo el mundo quiere trabajar, quie- re salir adelante, o sea, nadie quiere vivir esa vida que se lleva ahí”. 64 Clínicas en carpio GILBERTO, ADULTO (ENTREVISTA) “Y conforme se fue desarrollando el pueblo, a nivel de comunidad nos fui- mos abriendo paso poquito a poco, ya fuimos a conversar con Pablo Cob que era (el presidente ejecutivo) de Fuerza y Luz, ahora es el gerente del ICE, él estaba en Fuerza y Luz, y entonces ahí comenzamos a gestio- nar nosotros la luz, y ya comenzaba la luz a llegarnos, los tiempos se olvidaron, verdad, pero la verdad sí sé que todo eso se gestionó por medio de los mismos comités. También fui miembro de la comi- sión que se formó para solucionar el asunto de salud, que era por medio del EBAIS, que se estaban trayendo los EBAIS (Equipo Básico de Atención Integral de Salud) aquí a los pueblos, esa ley hasta hace poco comenzó a ejercerse, 65 entonces en esa época yo fui también al Clorito Picado a hablar con los directo- res del Hospital Clorito Picado, ahí estu- ve en esa reunión también para solicitar- les que nos ayudaran aquí a abrir el EBAIS. Ese EBAIS es, diay ahora lo veo yo que aquel día andaba ahí, porque yo todo eso (trámites de atención médica) lo hago en otra parte no aquí, pero ese día diay, por asuntos de la vida tengo que estar asistiendo a charlillas porque salí con azúcar...”. 66 Dibujo Yosselyn, niña 67 Carolina, niña Iglesias GILBERTO, ADULTO (ENTREVISTA) “Bueno, las iglesias, bueno yo mismo fui un propulsor de eso, porque anterior- mente estuve un poquito metido en eso, en lo que es la iglesia, y a nosotros la Constitución Política de Costa Rica nos dice en el artículo 75 tenemos libertad de culto, entonces aplicando toda esa ley; algunos se oponían, pero yo les decía no aquí en el artículo 75 de la ley de la Constitución de Costa Rica noso- tros tenemos libertad de culto por lo tanto no podemos cerrar las iglesias pues va a ser mejor que sean iglesias y no can- tinas, ese era el lema, que mejor igle- sias y no fueran cantinas, por lo cual yo creo que hay más de 25 pastores aquí, con diferentes grupos y denomi- naciones, hay unos 25, porque yo lo sé, entonces ahí se fue desarrollando en esa forma. “Aquí tengo fotos donde los niños se reúnen los domingos y se les hace fiestecitas, la Iglesia del Evangelio Completo donde yo he asistido, entonces ahí sí se contribuye, nada más que hay algunos mal entendidos, porque si no fuera eso yo creo que estaríamos en un caos total porque yo haciendo un recuento y le decía algu- nos, que aquí en La Carpio tal vez de los 50.000 que hay ahorita actual- mente, tal vez unos 1.000 vayan a reunirse en iglesia, verdad, pero no sé puede ser que sea menos. Yo tenía un grupo allá en la vera del río, yo iba los domingos y les hacía un 68 almuercito allá en el río, y vieras que ale- gres, yo llegué a reunir sólo en esa verita del río 80 niños”. ISABEL, ADULTA (ENTREVISTA) “Entonces, yo uní ese lote con otro y se lo dejé a la iglesia, entonces, fue cuando yo llegué aquí yo no sabía dónde quedaba la iglesia, la iglesia que quedaba aquí era la de La Uruca centro, era largo, entonces, como yo no sabía dónde era tampoco, ni a dónde quedaba, que era allá por Abonos Agro, entonces, agarré un taxi en el (hos- pital) México y me fui con otra señora que se llama María Elena, y nos fuimos a bus- car al padre Orlando García que era el que estaba, en ese entonces, de párroco, y ese mismo día se vino con nosotros, asustado de que él no había pensado eso, que se estaba formando esto aquí y no había lote. Entonces, lo fuimos a traer y él vino, y vio el lote y todo contento, y anduvo visitan- do toda la comunidad y comenzó a hacer Francis José, niño 69 el primer galeroncito para la iglesia, y ahí cantábamos y ahí orábamos y de todo. El galeroncito lo hizo mi hijo, y se estaba cayendo, él no era constructor. “Era grandecito, era más o menos, para ese entonces, éramos pocas las per- sonas, y todavía no… no sé, las misas se daban los martes. El padre Orlando venía, pobrecito, los martes, daba la misita y aquí mismo confesaba, aquí mismo casaba los matrimonios, bautizaba aquí mismo, todo lo hacía aquí, para no tener que ir hasta La Uruca que era muy largo, y eso nos ayudó también mucho, conseguir por lo menos esos lotes para la iglesia, porque no habían en ningún lado, se anduvieron buscando en otro lado, pero no se pudo hacer nada. “Después, el primer galerón se botó; el mismo padre Orlando con un ingeniero, vinieron e hicieron otro galerón, yo digo galeroncito, ya ese era todo cerrado, con celosías, y de todo, era chiquitito, verdad, y así logró. Y ya se hizo la iglesia ahí, yo comencé por cierto a trabajar con la Renovación Carismática, entonces, atraía a la gente, motivaba a la gente, los domingos y después, vinieron los trinitarios, y entonces, esos jóvenes nos ayudaban más, ellos venían y nos traían el Santísimo, entonces, era bonito, el día domingo no había misa pero siempre cele- bramos la palabra. Bueno, y eso, ya después del padre Orlando vino otro sacerdote, también venía los martes, que era el padre Jimmy, de allá de Tres Ríos, pero estuvo muy poquito tiempo, y al tiempo llegó, fue el padre José Ernesto, y ya cuando él llegó, pues siempre, anduvi- mos buscando por todo lado, a ver si se podía hacer la iglesia en otro lado, pero ¡diay!, no se consiguió, aquí era donde el Señor la quería, no donde yo la quería verdad”. 70 Katherine, niña 72 Jordani, niño Relleno sanitario EBI ALEJANDRO, ADULTO (ENTREVISTA) “Yo fui contrario a eso. Y ahí fue yo creo el fin de la dirigencia gracias a Dios; yo estaba contrario al relleno porque me parecía que teníamos que tener oposición para lo mismo, para sacar un derecho y yo conversaba en ese tiempo con… y yo le decía, yo estoy en contra y no significa que soy un enemigo, necesitamos la ayuda, que si estorbamos mucho que nos ubicaran y todo eso, y ahí empezamos. Hicimos manifestaciones en contra de la basura y había mucha gente que nos inyectaba más de la cuenta, hubo gente que nos margina- ba peor, porque en ese momento nos sen- tíamos usados… y otros que íbamos a una reunión decidimos no volver más, porque era como que nosotros éramos los malos o los pobres, los que teníamos que hacer el trabajo sucio y ahí nos empezamos a salir, yo me empecé a decepcionar un poco y entonces como no salieron las cosas como ellos querían, entonces ellos empezaron a reunir la gente de afuera”. 73 ÁNGEL, ADULTO (ENTREVISTA) “Para la basura nos reunimos todos los representantes verdad… los presidentes de las asociaciones y fuimos a la casa de gobierno y nos reunimos… aceptábamos poner la basura. Porque otros pueblos se oponían, porque no querían que llegara el relleno aquí. Pero habíamos hablado que era un beneficio para la comunidad. No sé si sería bene- ficio o qué, veá, aquí no se paga la basura a pesar de que aquí haiga mucha basura por las calles, la gente de por si es muy cochina… pero no se paga la basura. Aquí la basura es gratui- tamente. Es que el relleno, habían dicho las comunidades de afuera, los del Parque de Diversiones por allá, de que no era muy bueno el relleno porque iban a con- taminar las aguas y que ellos se oponían porque los malos olores pasaban por las comunidades de donde están ellos. Entonces había esa contradicción, verdá. Pero nosotros que vivíamos aquí decidi- mos, por eso le decía, que yo hablé con el pueblo (de La Pequeña Gran Ciudad, un sector de la comunidad) abajo y el pueblo me nombraron a mí como presidente y como delegado para la reunión, y que estábamos de acuerdo nosotros que se hiciera el relleno porque dentro del relle- no se habían prometido ese parque que va a ver después y hasta nos enseñaron, nos trajieron lo que era el croquis, entonces que nosotros podíamos beneficiarnos en un futuro, verdad. Entonces así fue que nosotros, que todas las comunidades, nos unimos para ir a la reunión. Cada presiden- te tenía que hablar, plantear, que sí que estábamos de acuerdo, nosotros lo aceptá- bamos, aunque las otras comunidades de allá no lo aceptaran. Pero diay gracias a Dios lo obtuvimos y yo creo que en un futuro, porque después de 10 ó 15 años que lo tenía EBI creo, después nos entregará ese relleno, ahí va a haber un parque recreativo. Aquí va a ser una zona muy bonita… en un futuro. Yo no sé como lo ve usted…”. 74 Dibujo Yaritza, niña Policía ÁNGEL, ADULTO (ENTREVISTA) “El comando lo forma- mos así de pequeños pedaci- tos de perling… los comi- tés ayudaron, no mucha gente, no mucha gente ayudó, pero casi sólo los miembros trabajábamos. La delegación tiene como siete años, sí creo que la delegación tiene como siete años… ¿o tiene más? Pero nosotros la hicimos. No fue el gobierno, y si el gobierno dice que ellos lo hicieron, es mentira. Lo único que ellos pusieron es la esfinge. Aquí no había policía, yo tenía que estar corriendo para ir a ver cualquier problema. Siempre me tocaba como un policía… Ir a ver que estaban agrediendo, que tal vez un hombre le quería vender la casa a la mujer, por- que era quizás entre el guaro, entonces me decía: ‘Mire, que mi marido me está quitando mi casa’. Entonces yo les dije: si esta casa se dio para un matrimonio, usted no puede venderla, ni usted tampoco señora. Esa casa se va a respetar, van a vivir unidos usted y sus hijos. Si el día de maña- na se separan, yo creo lógico, le digo, que la mujer si le tiene hijos, no es de ustedes es de los hijos. Entonces esa era la misión mía. Es más, hacer el papel de policía”. 76 Dibujo Joselin, niña Qué nos gustó y qué no nos gustó de este apartado? ? Creemos que es importante tener un colegio en la comunidad? ? Cuál fue la primera clínica en la comunidad? ? Si asisten a alguna iglesia, recuerdan cómo se construyó? ? ? Qué podemos aprender del esfuerzo que dieron las personas para establecer la escuela? ? Qué nos hicieron sentir las historias y dibujos? ? Conocemos otras historias de cómo se construyeron otros servicios y edificios en La Carpio? ? Qué opinamos de cómo se organizó la gente de La Carpio en aquel tiempo? ? Cuáles diferencias hay entre La Carpio de antes y la de ahora? ? Para seguir conversando: CAPÍTULO 3 CALLE PRINCIPAL 79 Adonis, niño L A CALLE PRINCIPAL DE LA CARPIO ES TAMBIÉN EL TEMA CENTRAL DE LOS DIBUJOS QUE RECIBIMOS; A LO MEJOR ESTO SE DEBA A QUE ESA ES LA PRINCIPAL VÍA DE ACCESO Y SALIDA A LA COMUNIDAD, Y UNA DE SUS POCAS CALLES ASFALTADAS. Por esta calle pasan camiones recolecto- res de basura, vagonetas, buses, carros y bicicletas de las personas de la comunidad; también, la calle se usa para dar direcciones, para decir dónde viven las personas, o dónde están los negocios, iglesias, talleres o pul- perías dependiendo a veces, del número de parada que el bus hace en su ruta a lo largo de la calle principal. En la mayoría de los dibujos, la calle aparece como el tema principal; sin embargo, en las historias que recibimos se hablaba más de otros temas, por eso aquí presentamos sobre todo los dibujos de los niños y las niñas donde aparece la calle principal. 83 84 Jonio, niño Susan, niña Marianela, niña 86 Paola, niña Ariel, niño Keyro, niño Diego, niño Eliezer, niño Recordamos alguna situación en especial quehaya pasado en la calle principal? ? Por qué será que la calle aparece tantas veces dibujada y casi no aparece en las historias? ? Qué trabajos hacen las personas en los locales a lo largo de la calle principal de La Carpio? ? Cuántas paradas hay desde que se entra a la comunidad? ? Quiénes están en la calle principaly qué hacen? ? Para seguir conversando: CAPÍTULO 4 JÓVENES HISTORIAS DE LA CARPIO 91 92 93 94 95 Carpio, una perspectiva con base en mi vivencia. Autor: Mario Alejandro Dedicado a mi madre que todo lo puede en Cristo y me ha fortalecido. I Despedíame de mi abuela a llantos, no sabía siquiera a donde me dirigía, caminá- bamos mi madre, mis tres hermanos y mi padrastro hacia un lugar, que, años más tarde, sería conocido por la patria con repudio. Tomamos el autobús, más que autobús tenía semejanza de gran estructura metálica rechinante. Pasábamos el trompo, los menores como yo por debajo de él, para que no nos cobrasen el pasaje, que en ese momento la tarifa no superaba los treinta colones. El viaje parecióme largo, comenzó con recorridos por ciertas cuadras josefinas (la parada estuvo ubicada frente a la menta- da Ferretería Reimers, que luego sufrió un incendio) y luego se adentraba en los linde- ros de La Sabana y nos dirigimos hacia la autopista General Cañas; la velocidad me hizo sentir bien, ya que el ruido insoporta- ble del transporte me mareaba constante- mente. El conductor hizo parada frente al Parque Nacional de Diversiones por dispo- sición de un pasajero para llevar a su hijo que hiciese su orinada fuera del bus y el indocto chofer pisó el acelerador sin la menor contemplación, sentí disgusto. Luego observé un rótulo que posee las siglas SINART y, fuera de esa propiedad, un teléfono tragamonedas. Por cierto que, desde el Parque, el camino no daba indicios de pavimentación, aunque realmente no se observaba ningún rastro desde el Hospital México. A ambos lados se divisaban dos grandes abismos, con zacatal y “charral” abundantes; el polvo irritó mis ojos, sentí náuseas. Hacia el lado del conductor vi un árbol majestuoso, plantado a la pura orilla 96 del terrón gigantesco; estaba rodeado de inmensa maleza alrededor del tronco. Tuve pavor porque en mi mente veía caer el autobús hacia el precipicio. Por fin bajamos, simplemente me sentí en un mundo desconocido, desolado, con ranchos de zinc a lo que alcancé con mi visión y perspectiva. Mi madre llevaba de la mano a mis dos hermanos menores y mi hermana junto a mí. El lugar en el cual hicimos parada se lla- maría por siempre la Primera Parada. La llegada a la propiedad, que mi abuela compró para mi madre más por la necesidad que por otra razón, exigía una edificación, ya que el terreno sólo tenía un hueco en la parte anterior y unas cuantas reglas de madera. Empezó la labor, mi padrastro junto con mi madre realizaron una aceptable construcción: el techo a lo sumo de cuatro a cinco latas de zinc, cuatro postes y al frente una pared forrada y hecha de costales de harina vacíos; en el interior la cama, que llegó junto a los demás obje- tos en un camión fletero que arribó alrede- dor de las cinco y media de la tarde; la cama ocupó el espacio completo del cuarto improvisado; no había luz generada eléctri- camente y nos tuvimos que conformar con candelas; tampoco servicio de agua a domi- cilio, y el sanitario ni se diga... ¡no había! II Junto a nuestro humilde rancho está una casa construida con tablones y apoya- da sobre postes, nosotros la llamamos casa de tambo, es de color verde pálido. Allí vivió un señor de muy buen carác- ter, junto a su esposa y su pequeña hija. Eran los únicos de los cuales hago memoria que tenían servicio eléctrico y, por tanto, un televisor con imágenes a color. Próximamente a ellos, la propiedad de doña Tina, señora voluminosa pero servicial, que en esos días nos prestó sus servicios de inodoro de hueco. Al frente de nuestra pro- piedad, para ser más preciso, al noreste de la misma, un terreno grande el cual poseía una chocita, de la cual sobresalía una pila roja, gastada y mohosa; en ella habitó una ancianita. Mi edad rondaba los siete años. 97 Días después, observé una gran revuel- ta o más bien una marcha casi religiosa de personas con sus galones “a tuto”, algunos con el privilegio de poseer carretillo, todos se dirigían hacia una cisterna que llenaba un tanque con forma de cubo. Mi madre ni lerda ni perezosa consi- guió más de cinco galones y un estañón, todo esto para la acumulación de éste pre- cioso líquido, fuente de vida. Es grato recordar que era necesario ir a lavar la ropa precisamente al río que, en su rivera, (el Virilla) albergaba sendos tubos de agua potable. También en el río Torres, específicamente bajo el puente del ferroca- rril que da hacia Pavas, se encontraban tubos, pero más grandes. Además, nos las ingeniábamos con la lluvia la cual acumula- da en el estañón nos ahorraba viajes hacia la cisterna. Sobre el tanque de agua jugué con diversos niños a los Power Rangers, mien- tras jóvenes y adultos soportaban de pie en la interminable fila para llenar sus recipien- tes con agua. III Mi padrastro era un borracho con ganas; se gastaba el dinero que en el traba- jo se le daba, para gastarlo en su miserable dios licor. Mamá se las ingeniaba para que sobreviviésemos a costa de la irresponsabi- lidad casi innata de su compañero. Eran tiempos difíciles. El ingreso hacia la escuela no se haría esperar, el año entrante asistiría como todo niño lo hace; y así fue, junto con mi herma- na fuimos matriculados en la Escuela Finca La Caja. Yo estuve emocionado, aunque asistí anteriormente a una escuela en Tarbaca de Aserrí y por la llegada a mi nuevo hogar perdí el primer grado. Semanas antes, conocí a los vecinos del frente izquierdo; eran los días soleados de marzo del noventa y seis. Mi madre encontró un trabajo de miscelánea y no se encontraba en casa; miré un ratón, pequeño aún y le di de machetazos, con un arma blanca de poco filo que había en mi hogar y el hijo de la vecina del frente izquierdo, 98 de tez morena, vióme hacer tan cruel acto que se unió a la partida y juntos acabamos con la vida del animalejo. El día anterior al ingreso escolar col- gué orgullosamente mis “chores” azules, mi camisa semiblanca de botones y mis medias también azules, y no alcanzaba en mí la idea de volver a la escuela... ¡simplemente maravilloso! Por fin, ¡el gran día! me dije. Mi madre nos llevó al centro educativo; no poseía ningún parecido con una escuela normal: paredes de lata gruesa color rosado, techos herrumbrados y un tumulto de personas. Cursé el primer grado con notas excelentes, pero las lecciones las recibimos en diversos lugares: iglesias, casas comunes y hasta al aire libre. IV La escuela, en su parte anterior, tenía un tanque de agua montado sobre una estructura de madera de metro y medio, en el cual los niños subíanse por la escalera de la imponente torre y se lanzaban al vacío. Los pupitres, mesitas de madera pequeñas con sus sillitas, sin pintar y ya usados ante- riormente por quién sabe qué traseros infantiles de otras instituciones. Los enanos nos encontrábamos maravillados y los de grados superiores eran seres de otro mundo para nosotros los novatos. A finales del 96 hacían nacatamales los nicaragüenses; asomaban la nariz los “tur- nos” en la plazoleta de la Tercer Parada, todo esto maravilloso ante la mirada atóni- ta de la chiquillada del barrio. No tengo noción alguna de la llegada exacta de servicio eléctrico en los hogares, pero le ganó la partida el servicio acuático. Por cierto que estuvimos emocionados con la pila roja que le vendió mi abuelo mater- no a mi padrastro. La casa se estaba agrandando; ciertos amigachos de mi padrastro le ayudaron a construir una casa más presentable que todavía perdura aún, aunque con algunas modificaciones: el corredor o pasillo del frente ha desaparecido. La metamorfosis de la vivienda pasó a ser de una pared de sacos a una mansión ante mi infante vista. 99 Llegó el año 97 sin mucha novedad; ocurrieron sucesos extraños con respecto a mi familia, mi padrastro se involucró en cierta banda de delincuentes y fueron sen- tenciados a muchos años de prisión. Fue el sonado caso de la banda asalta bancos y supermercados que sacó a relucir el nombre de La CARPIO... V A mí me daba mucho temor el lugar denominado por los carpianos La Puñalada; según decían se ubicó en la Tercer Parada de autobús, era lugar de conflictos que lle- vaban a la muerte. Terminé mi segundo grado, el cual la mayor parte del año recibimos lecciones en la Iglesia Paz y Amor, ubicada al frente de la Puñalada. Tras ésta, la plazoleta de la Tercera, que, a una esquina de ésta se empe- zaron las montadas de block de lo que hoy es la Comisaría de Policía. Anteriormente, nuestra propiedad poseía en la esquina noroeste un árbol de jocote y próximo a él un pequeño cafeto, hoy ambos extintos; en la esquina sureste, el altivo poró, del cual emanaban “ciertas gallinitas naranja con capa” con las cuales jugábamos en nuestras mañanas fantasiosas y de ocio. Casi al centro de la propiedad, estaba el árbol de aguacate desde el cual observé muchas veces la grandeza de la comunidad. La casa por dentro conserva todavía el piso versión tierra, pero ha perdi- do su esplendoroso humus. El televisor blanco y negro nos dio la información para en la escuela comentar las caricaturas de Walt Disney y Warner Bros, Power Rangers, Jayce y los Guerreros Rodantes, VR Troopers, el show dominical de Tío Conejo, el sabatino Recreo Grande con Tía Florita, los Caballeros del Zodíaco y muchos otros que gozaron de fama en nuestra temprana edad. Después del arresto de mi padrastro, mi madre pasó muchas congojas y por fin se hizo cajera del súper más concurrido de La Carpio: el Súper Mambi. Ahí ella cono- ció a casi todos los primitivos inquilinos de éstas tierras deploradas... marginadas. 100 VI Asistíamos mi familia y yo a la Iglesia Movimiento Misionero Mundial o “Triple M”, frente a la casa de la vecina del frente izquierdo. Con otro hijo de esta vecina jugué en las tardes de verano soldaditos de plástico, y con él intercambié libracos y cuanta porquería se nos venía en mente. Extrañábame que, siempre en los noc- turnos cultos, ciertos individuos lanzaban piedras sobre el techo que nos albergaba, pero a los bares y cantinas... ¡ni una! Poco a poco aparecieron pulperías y años más tarde, en cada alameda, mínimo dos pulperías, proliferando como insectos en todos los rincones de la comunidad. Llegó mi tercer grado, ésta vez en la Iglesia católica de la Ultima Parada o La Terminal, y el frente de ella el súper La Guaria, en el cual, un día de recreo, los compañeros encontraron una coral entre un matorral próximo al súper y un señor, con aires de Indiana Jones, macheteó al anima- lucho ¡como si tuviese culpa! Jugábamos con una pelota de tenis “baseball”, la rebo- tábamos contra la pared del comercio; a veces retos de velocidad, o bolinchas y trompo de madera; subíamos por el tubo que sostiene el letrero de dicho local y corríamos a jugar “la anda” y “congelado”; entrábamos a curiosear al local como gatos asustados y maravillados por la abundante y colorida mercancía. VII Tuve un amigo que vivió por lo que hoy denominan “La Cueva del Sapo”, aun- que en ese entonces era un gran agujero con casitas, las cuales eran objeto de nues- tro hobbie, porque lanzábamos sobre los oxidados techos, grandes terrones y pie- dras. Con él recorrí todo ese lugar, el cual no era ni es culpable de la delincuencia que hoy habita en sus entrañas (...¡maldita delincuencia!...). Era pacífico; en una de esas andadas sentí algo de intriga y cierto temor al pasar por una casucha que, según yo, allí habitaba una realizadora de magia 101 negra o algún adorador del mismo demo- nio. Esa noción sobre la pocilga la adquirí de las reuniones eclesiásticas en las cuales la hechicería era reprendida con desbordada y ferviente oración... un fantasma que pla- gaba mi mentalidad. Cuenta mi madre que antes de esas inusitadas construcciones hubo un deshue- zadero de autos y colosos mecánicos... ¡para el entierro de chatarra! Lo cierto es que, antes de que mi padrastro entrase preso, fuimos toda mi familia, incluso yo, a Cariari que se ubica cruzando un puente por el cual pasó el ferrocarril o algún tren capitalino, pues eso ya quedó en un triste pasado; al pasar por dicho puente, con agujeros por doquier que apuntaban hacia un vacío de una muerte segura en el Virilla. Días de picardía y travesuras; mi amigo “que vivió por lo que hoy denomi- nan La Cueva del Sapo” y yo subíamos por los despeñaderos que forman los erguidos cimientos de La Cueva; robamos tomates y hortalizas de las propiedades que allí se ubican. Un día de tantos me sorprendió que, en ese “lugar de malamuerte”, hubiese un mono cariblanco en cautiverio”. En mentados intervalos de tiempo ocupados para la vagancia y de ires y venires de la escuela hacia la casa, se nos metió una idea loca y algo descabellada, “World”, compa- ñero mío, y mi persona sufrimos sus conse- cuencias: “Habría en la escuela un concurso de esculturas de arcilla y, por supuesto, tendrí- amos que conseguir el mejor material. De tanto divagar en nuestros pensamientos sin fundamento alguno, y de llegar a ser el orgullo en nuestra querida institución, divi- samos el tajo que queda hacia Pavas y mira- mos según nuestros “expertos ojos buscarci- lla”, una arcilla de muy buena estirpe; eran las cinco y media de la tarde, hora próxima al ocaso en la que ya empezaban tímidas las luces de La Carpio a salir. Pero había un pequeño inconveniente: cruzar el río Torres, que es junto con el Virilla, los que rodean la gran comunidad. Decidimos, aunque con cierto desdén del riesgo de morir ahogados por el arrastre del río, escandaloso y lleno de porquerías 102 de distintas urbes. Nos envalentonamos y cruzamos, y nos ocurrió el peor de los chas- cos. World se desnudó por completo y cometió el grave error de lanzar la vesti- menta hacia el matorral que tenía su origen al otro lado del caudaloso; yo por mi parte decidí mojar mis trapos y únicamente enviar mi querida gorra. El acuático cine- mático nos arrastraba; en mi cabeza y en todo mi ser arremetía la idea de morir y yacer en las turbulentas aguas... temblaba de pánico, World me dio aliento y por ello avancé sin titubear; me dejé arrastrar, como por instinto de aun no viajar al otro mundo, dirigirme hacia la orilla contraria... ¡oh rive- ra bendiiitaaa! No encontré por ningún lado la con- denada gorra ni la ropa y la peor desilusión fue que la “arcilla” no era sino arena y, de feria, la noche cubrió con su esplendorosa oscuridad. Tuvimos que lanzarnos nueva- mente al monstruo líquido y esta vez elegi- mos la parte menos honda para cru