UNIVERSIDAD DE COSTA RICA SISTEMA DE ESTUDIOS DE POSGRADO IMPLEMENTACIÓN DE PRÁCTICAS SALUDABLES EN LA RUTINA DIARIA DE MUJERES ADULTAS MAYORES DEL CANTÓN DE ATENAS ALAJUELA. Trabajo final de investigación aplicada sometido a la consideración de la Comisión del Programa de Estudios de Posgrado en Gerontología para optar al grado y título de Maestría Profesional en Gerontología. KAROL PORRAS JIMÉNEZ Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, Costa Rica 2017 ii DEDICATORIA A mi esposo, por no dejarme nunca desfallecer, por ser mi motor, mi inspiración y mi principal admirador. A mi mamá por ser mi asistente, mi amiga y mi mayor apoyo a lo largo y ancho de este proceso. Y finalmente a las maravillosas mujeres adultas mayores que colaboraron para la realización de este proyecto, en el que la más bendecida fui yo con todas sus enseñanzas y sus heroicas historias de vida. iii AGRADECIMIENTOS A Dios, que ha guiado mi camino profesional por senderos inesperados y maravillosos. A mi mamá, que nunca ha dejado de creer en mí y me ha apoyado en todas las aventuras que he decidido emprender. A mi esposo Armando, que siempre tuvo una palabra de aliento cuando el cansancio me quería ganar la partida. A la doctora Yamileth Chacón, por sus constantes “jalones de oreja” y sus “revivimos” para que este documento se lograra sacar adelante. A las adultas mayores de la comunidad de Atenas, que voluntariamente, quisieron participar en este proceso, siempre con buena actitud y disposición en cada sesión de trabajo. A la profesora Lillyana Picado, por haber estado siempre al tanto de mi trabajo de investigación, por ese ejemplo de vocación y de profesionalismo, que me inspiro tanto a lo largo de esta maestría. A la M.Sc. Mabel Granados, por siempre motivarme a terminar este documento, y abrirme las puertas del posgrado y de su conocimiento. Y finalmente a las personas que inspiraron y siguen inspirando mi quehacer profesional en el área gerontológica, mis abuelos y abuelas; Flora Jiménez (Q.D.G.), Fabio Porras (Q.D.G), Vitalina Garita y Beltrán Meléndez (Q.D.G.). iv “Este trabajo final de investigación aplicada fue aceptado por la comisión del Programa de Estudios de Posgrado en Gerontología de la Universidad de Costa Rica, como requisito parcial para optar por el grado y el título de Maestría Profesional en Gerontología.” ___________________________________ M.Sc. Marisol Rapso Brenes Representante del Decano Sistema de Estudios de Posgrado ___________________________________ Mag. Yamileth Chacón Araya Profesora Guía ___________________________________ M.Sc. Carlos Ballestero Umaña Lector ___________________________________ Mag, Donoval Smith Barr Lector __________________________________ M.Sc. Estela Paguagua Espinoza Representante de la Directora Programa de Posgrado en Gerontología ___________________________________ Karol Cristina Porras Jiménez Sustentante v TABLA DE CONTENIDOS DEDICATORIA…………………………………………………………………………ii AGRADECIMIENTOS………………………………………………………………...iii HOJA DE APROBACIÓN……………………………………………………………...iv TABLA DE CONTENIDO……………………………………………………………...v RESUMEN……………………………………………………………………… …....viii ABSTRACT…………………………………………………………………………….ix LISTA DE TABLAS………………………………………………………………….....x LISTA DE CUADROS…………………………………………………………………..x LISTA DE FIGURAS…………………………………………………………...…….....x CAPITULO I: INTRODUCCIÓN……………………………………………………….1 1. INTRODUCCIÓN- JUSTIFICACIÓN…………………….............................................1 2. ANTECEDENTES………………………………………………………………………5 ANTECEDENTES NACIONALES……………………………………………………..5 Adultos mayores área rural………………………………………………………………6 Actividad física…………………………………………………………………………..7 Mujeres adultas mayores del área rural…………………………………………………..8 Duelo…………………………………………………………………………………….9 ANTECEDENTES INTERNACIONALES…………………………………................11 Actividad física para la vida.……………………………………………………………11 Autocuidado……………………………………………………………………………13 Alimentación saludable………………………………………………………………...15 Autoestima……………………………………………………………………………...15 3. PLANTEAMIENTO Y FORMULACION DEL PROBLEMA………………………..16 4. OBJETIVOS……………………………………………………………………………18 OBJETIVOS GENERALES……………………………………………………………18 OBEJTIVOS ESPECIFICOS…………………………………………………………..18 CAPITULO II: MARCO TEÓRICO…………………………………………………..19 1. Envejecimiento……………………………………………………………..20 2. Género y envejecimiento……………………………………………………24 3. Actividad física para la vida ……………………………………………….27 4. Alimentación saludable……………………………………………………..35 5. Estimulación cognitiva……………………………………………………..38 6. Duelo……………………………………………………………………….40 vi 7. Espiritualidad en la persona adulta mayor…………………………………..44 8. Andragogía…………………………………………………………………47 CAPITULO III: MARCO CONTEXTUAL………………………………….................49 1. GENERALIDADES SOBRE EL CANTÓN DE ATENAS…………………….49 Características de la población……………………………………………….... 51 Empleo………………………………………………………………………….52 CAPITULO IV: MARCO METODOLÓGICO………………………………………...53 1. PARADIGMA………………………………………………………………….53 2. ENFOQUE……………………………………………………………………...54 3. MÉTODO………………………………………………………………………55 4. PARTICIPANTES……………………………………………………………...56 5. PROTECCIÓN DE LOS PARTICIPANTES…………………………………..56 6. TÉCNICAS E INSTRUMENTOS……………………………………………...56 Lluvia de ideas ………………………………………………………………….57 Hoja de recolección de aprendizajes……………………………………………58 Talleres socioeducativos………………………………………………………..59 Triangulación………………………………………….......................................59 7. PROCEDIMIENTO…………………………………………………………….60 Fase I: Selección de participantes……………………………………………….60 Fase II: Recolección de Datos (fase exploración- diagnóstico)…………………60 Fase III: Análisis de la fase exploración- diagnóstico…………………………...60 Fase IV: Diseño de los talleres socioeducativos para las participantes……….....60 Fase V: Implementación de los talleres socioeducativos………………………..61 Fase VI: Sistematización de los resultados de los talleres socioeducativos……..61 Fase VII: Elaboración de conclusiones y recomendaciones producto del proceso………………………………………………………………………….61 CAPITULO V: PRESENTACIÓN Y ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS DE LA ETAPA DIAGNÓSTICA………………………………………………………………62 1. PRESENTACIÓN Y ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS…………………...62 Hoja de recuperación de aprendizajes de la sesión diagnóstica…………………63 Figura 2 Lluvia de ideas ………………………………………………………...65 2. CONCLUSIONES DE LA ETAPA DIAGNÓSTICA…………………………66 vii CAPITULO VI: RECONSTRUCCIÓN DE LA EXPERIENCIA……………………...67 1. PROBLEMA Y ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN………………………..67 2. DISEÑO DE SISTEMATIZACION……………………………………………67 El punto de partida……………………………………………………………...68 Las preguntas iniciales………………………………………………………….68 Recuperación del proceso……………………………………………................69 La reflexión de fondo…………………………………………………………...69 Los puntos de llegada…………………………………………………...............70 3. Caracterización del grupo meta…………………………………………………70 4. Diseño de la estrategia de intervención………………………............................70 CAPITULO VII: PRESENTACIÓN Y ANÁLISIS DE LA INTERVENCIÓN SOCIOEDUCATIVA…………………………………………………………………..72 RECONSTRUCCIÓN DE LA EXPERIENCIA……………………………..................72 Sesión 1 Género y Envejecimiento………………………………..…………………….72 Sesión 2. Autoestima……………………………..……………………………………..76 Sesión 3. Actividad Física para la Vida……………..…………………….…………….80 Sesión 4. Alimentación Saludable………………………………………………………95 Sesión 5. Estimulación Cognitiva………………………………………………………99 Sesión 6. Duelo……………………………………………………………..…………102 Sesión 7 Espiritualidad (Reflexiones en torno al sentido de vida)……………………108 Sesión 8 Cierre………………………………………………………………………...111 CAPITULO VIII: REFLEXIONES FINALES………………………………..114 1. Conclusiones y Recomendaciones…………………………………………….114 2. ALCANCES Y LIMITACIONES…………………………………………….117 Alcances……………………………………………………………………….117 Limitaciones…………………………………………………………………..117 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS………………………………………..118 ANEXOS………………………………………………………………………. 1. ANEXO 1: Consentimiento Informado………………………………………..131 2. ANEXO 2: Canción sesión 1…………………………………………………..134 3. ANEXO 3: Materiales e instrucciones Mancuernas caseras…………………...135 viii RESUMEN En el presente estudio se pretende elaborar, junto con las participantes, un programa de implementación de prácticas saludables durante la etapa de adultez mayor, así mismo, de construir un fascículo a partir de la experiencia vivida, que sirva como herramienta y guía en la inserción de estas prácticas saludables en su rutina diaria. Interesa específicamente este estudio porque el concepto de prácticas saludables es el resultado de la reflexión de las mismas participantes y no uno impuesto. Se trabajó el tema partiendo de un marco teórico en el cual se retomaron elementos como; el envejecimiento, actividad física para la vida, género y envejecimiento, autoestima, duelo y aspectos del modelo andragógico para, así, delinear los parámetros que guiaron la posterior intervención con las personas participantes del estudio. Una vez que se obtuvo un bagaje teórico, lo suficientemente amplio, se procedió a elaborar un diagnóstico con un grupo de mujeres adultas mayores del cantón de Atenas en Alajuela, que, voluntariamente, decidieron formar parte de la investigación. Para la elaboración de este diagnóstico se utilizaron las técnicas de lluvia de ideas y hoja de recolección de aprendizajes, se logró con ello explorar percepciones respecto a la construcción de prácticas saludables y determinar elementos adecuados para trabajar en la intervención. Luego de sistematizar la información recolectada se elaboró el diseño de un programa socioeducativo que respondiera a las necesidades identificadas por medio del diagnóstico, y se diera respuesta a estas partiendo de los temas tratados en el marco teórico. El programa socioeducativo estuvo conformado por siete sesiones en las que se trabajaron diversos ejes temáticos que se vinculan con el tema de prácticas saludables que las participantes refirieron como lo son, género, autoestima, actividad física para la vida, autocuidado, alimentación saludable, duelo y sentido de vida. La utilización de metodologías participativas en el programa, hizo posible un espacio de construcción de aprendizaje desde las propias vivencias de las participantes. Por medio del análisis de la información se evidencia el cumplimiento del objetivo, construir un programa gerontológico para la implementación de prácticas saludables en las actividades de la vida diaria de las adultas mayores participantes. Gracias a la utilización de un programa socioeducativo basado en metodologías participativas de educación, se logra la construcción de un concepto propio de práctica saludable por parte de las participantes, el cual es el timón que lleva el barco de esta investigación. ix ABSTRACT In the present study it aims to develop, with the participants, a program to implement healthy practices during the period of greatest adulthood, also, to build a booklet from the experience, to serve as a tool and guide the insertion of these healthy practices into your daily routine. Specifically interested in this study because the concept of healthy practices is a result of the reflection of the same participants and not a tax. The subject based on a theoretical framework in which elements worked as retook; aging, physical activity for life, gender and aging, self-esteem, grief and aspects of andragogical model and delineate the parameters that guided the subsequent intervention with the participants of the study. Once a theoretical background was obtained wide enough, we proceeded to make a diagnosis with a group of elderly in the canton of Athens in Alajuela, who voluntarily decided to join the research adult women. For the preparation of this diagnosis techniques brainstorming and learning collection sheet were used, it was possible to explore perceptions of this building healthy practices and determine appropriate elements to work in the intervention. After systematize the information collected designing a socio-educational program to respond to the needs identified through the diagnosis was made, and give response to these based on the topics covered in the theoretical framework. Social educational program consisted of seven sessions in which various themes that relate to the topic of healthy practices that participants reported as they are, gender, self- esteem, physical activity for life, self-care, healthy eating, mourning worked and sense of life. The use of participatory methodologies in the program, made possible a construction space of learning from their own experiences of the participants. Through analysis of information compliance objective evidence, building a gerontology program to implement healthy practices in the activities of daily living of older adult participants. Thanks to the use of a socio-educational program based on participatory methodologies of education, building a concept of healthy practice by the participants, which is the leading boat helm of this research is achieved. x LISTA DE TABLAS TABLA 1: Ficha de recuperación de aprendizajes Etapa Diagnostica. ………………63 TABLA 2: Sugerencias caminata al aire libre. ………………………………………93 LISTA DE CUADROS CUADRO 1: Cuadro Nº 1 Población según sexo y grupos atareos cantón de Atenas…50 LISTA DE FIGURAS FIGURA 1: Mapa del cantón de Atenas…………………………..……………………50 FIGURA 2:Lluvia de ideas etapa diagnóstica ………………………………………….65 FIGURA 3: imagen 1……………………………………………………………...……73 FIGURA 4: imagen 2……………………………………………………………...……75 FIGURA 5: Imagen 3………………………………………………………………..….80 FIGURA 6: Imagen 4………………………………………………………………..….81 FIGURA 7: Imagen 5……………………………………………………………..…….83 FIGURA 8: Imagen 6…………………………………………………………………..84 FIGURA 9: Imagen 7…………………………………………………………………..84. FIGURA 10: Imagen 8………………………………………………………………….85 FIGURA 11: Imagen 9………………………………………………………………….85 FIGURA 12: imagen 10……………………………………………………………...…86 FIGURA 13: Imagen 11………………………………………………………………...89 FIGURA 14: Imagen 12……………………………………………………………..…90 FIGURA 15: Imagen 13………………………………………………………….…….92 FIGURA 16: Imagen 14…………………………………………………………….….99 FIGURA 17: Imagen 15…………………………………………………………….....100 xi FIGURA 18: Imagen 16……………………………………………………………….108 FIGURA 19: Imagen 17……………………………………………………………….109 FIGURA 20: Imagen 18…………………………………………………...…………..111 FIGURA 21: Imagen 19……………………………………………………...………..112 1 CAPÍTULO I Introducción 1. Introducción- Justificación El aumento de la esperanza de vida en las sociedades avanzadas como consecuencia de la estabilidad y el bienestar alcanzado, ha ocasionado un cambio radical en las pirámides demográficas, produciéndose una transformación global (Ríos, Ríos y Padial, 2000). Costa Rica, al igual que otros países de Latinoamérica, se encuentra frente a un fenómeno llamado transición demográfica en el cual, según Pérez (2006), existen bajos niveles de natalidad y mortalidad, ello provoca un envejecimiento de la población que afecta todos los ámbitos de la vida social e individual. Ante este fenómeno, el país se enfrenta a una nueva estructura poblacional, en la cual hay menos niños, más adultos y personas adultas mayores. Según el censo 2011 del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), un 7,2% de la población costarricense ha llegado a la adultez mayor (INEC, 2012). Este fenómeno trae consigo una gran cantidad de retos para la sociedad civil y los gobiernos, pues el aumento en la esperanza de vida no necesariamente repercute en la calidad de vida y en la salud. En algunas ocasiones, los años ganados corresponden a un alargamiento de la vejez, en los que se pueden presentar factores de deterioro y dependencia. La dinámica actual de envejecimiento continúa posicionando a las mujeres en el tope de la longevidad, pero no en el tope de la funcionalidad, existe una longevidad diferencial por género: las mujeres sobreviven más que los hombres. La esperanza de vida de los varones es menor que la de las mujeres, pero las mujeres continúan viviendo más años con menor calidad de vida (Pérez, 2006). El hecho de que las mujeres tengan vidas más largas, no se traduce necesariamente en vidas más sanas, ya que como la probabilidad de desarrollar discapacidades, aumenta con la edad, la proporción de mujeres con problemas de salud y discapacidad es también mayor. No existen datos que indiquen el nivel de discapacidad de las mujeres en el mundo; sin embargo, estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que las mujeres, tanto de países desarrollados como en desarrollo, pueden esperar vivir más años de vida con discapacidad y limitaciones funcionales que los hombres (OMS, 2003). 2 Muchas personas en el mundo actual dedican su esfuerzo y estudio a lo que podría denominarse como la nueva cultura de la longevidad. En realidad, es el intento de vivir más y en mejores condiciones físicas, sociales y mentales, producto de que el avance social está orientado hacia esa dirección, se busca así un modelo de envejecimiento competente en un sentido útil y productivo, capaz de fortalecer desde un punto de vista genérico de la salud su calidad de vida (Ríos, Ríos y Padial, 2000). Se define la calidad de vida como un estado de bienestar; sin embargo, esta noción tomará diferentes énfasis, según el contexto del cual parte su valoración (Faden y Germán, 1994). Existe un sector de la población adulta mayor, que está viviendo el proceso de envejecimiento libre de enfermedades crónicas por espacios amplios de tiempo; otros experimentan episodios de morbilidad crónica, y algunos, antes de la muerte, están incapacitados por largos periodos. Ahora, la pregunta realmente importante para el abordaje socioeducativo de este estudio, es, ¿cuáles acciones realizan estas personas que tienen un envejecimiento más exitoso?, por llamarlo de alguna manera y, ¿cuáles acciones han dejado de realizar aquellos que pasan incapacitados hasta los últimos años de sus vidas? Es aquí donde entran las prácticas saludables, que acompañadas de una fuerte red de apoyo, logran que las personas adultas mayores modifiquen aquellos estilos de vida que les llevan al camino de la dependencia, tanto física como emocional. La actividad física, la alimentación saludable, las reflexiones en torno al sentido de vida y el sentimiento de “utilidad” en la familia y en la comunidad, los procesos de duelo saludables, entre otros, son componentes de cambio positivo, los cuales buscan que las mujeres adultas mayores, sigan viviendo más años, pero eso sí, con calidad de vida. Según datos del censo del año 2000 del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), se encontró que entre los adultos mayores de Costa Rica, los hombres presentaron mejores condiciones de capacidad funcional, mejor estado de salud general, y menor incidencia de sobrepeso y obesidad que las mujeres. (INEC 2001). 3 La disminución en la capacidad funcional se afronta de manera más positiva cuando el adulto mayor cuenta con un entorno ambiental seguro, vínculos familiares, un ingreso económico estable y acceso a la atención en salud (Pérez y García, 2003). Otro aspecto fundamental y con el cual existe una fuerte relación, es el nivel de socialización que tenga el adulto mayor. La participación en los sistemas sociales tiende a disminuir en esta etapa, refuerza la marginación social y ocasiona la pérdida de satisfacción proveniente de este sistema. El proceso de socialización se ve afectado en esta etapa, por la disminución inicial del contacto con familiares y amistades, relacionado con las limitaciones que aparecen en el nivel de salud, los cuales pueden perjudicar el contacto con otros. De este modo, la interacción social se convierte en un factor de protección para la salud, teniendo en cuenta que ello implica vínculos estrechos con otros y un nivel de actividad constante. Además, genera el involucramiento en grupos sociales, permite que el adulto mayor distribuya equilibradamente su tiempo y contribuyen así, a mejorar su calidad de vida. La socialización en esta etapa permite estar en contacto con otros y desarrollar potencialidades a partir del mismo; igualmente, genera acciones que son necesarias para mejorar la calidad de vida (Zapata, 2001). De la misma manera, la integración social depende de las redes de apoyo con las que cuente el adulto mayor, entendiendo estas como aquellas relaciones significativas que una persona establece cotidianamente y a lo largo de su vida (Zapata, 2001), específicamente, con familiares más cercanos, amigos, compañeros de trabajo, pareja, entre otros. Se ha observado que tales redes juegan un papel vital en la adultez mayor, se convierten en el sustento emocional, el cual permite en muchos casos, sobrepasar las crisis que se puedan presentar y, además, que los adultos mayores sean reconocidos como personas, se mejora su autoestima, su autopercepción, la eficacia personal y, por ende, la identidad. Lo mencionado anteriormente respalda la importancia de que los profesionales de la salud comprendan las relaciones entre las habilidades funcionales y la integración social, para determinar estrategias de intervención, las cuales contribuyan a que el adulto mayor se involucre en diversas actividades sociales que le permitan mejorar sus condiciones físicas y su autonomía personal, así como la posición y satisfacción que tenga frente a la vida (Peláez, 2005., Uribe y Buela, 2003). 4 El tema de prácticas saludables se diseñó con la colaboración y la asesoría de profesionales en áreas de la nutrición, la psicología y la medicina, con el fin de incluir los aprendizajes obtenidos, en la rutina diaria de las adultas mayores participantes. Fue de particular interés para este estudio, explorar la práctica de actividad física en las mujeres adultas mayores de la zona rural, con el fin de crear nuevos conceptos de ella y la incorporación en la rutina diaria, pues el ejercicio físico contribuye a mejorar significativamente la salud física y psicológica. Como lo señala Ibarra (1994), en forma adecuada, la actividad física regular ayuda a mantenerse funcionalmente independiente, situación indispensable en la autoestima de las personas adultas mayores, controla el estrés y favorece la pérdida de peso graso, disminuye el riesgo de incidencia en enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipercolesterolemia, enfermedades que favorecen el padecimiento de discapacidades en personas de edades avanzadas. Los aportes producto de esta investigación constituyen también una propuesta final en forma de fascículo, para la práctica continua de los aprendizajes obtenidos a través de los talleres socioeducativos. La investigación fue desarrollada en un grupo de mujeres adultas mayores, excompañeras de escuela, colegio y trabajo, de la comunidad de Atenas, en la provincia de Alajuela. Para lograr un primer acercamiento a la población y conocer algunas de sus características se realizan actividades de tipo “rompe hielo”, “lluvias de ideas” y “preguntas generadoras”. Esta exploración inicial facilitó el posterior diseño de una intervención socioeducativa que promoviera la implementación de prácticas saludables en la rutina diaria de las mujeres participantes. Para la intervención, se utilizó la metodología de talleres participativos que permiten espacios reflexivos en torno a cambios que ellas mismas consideraron importantes durante la adultez mayor, tanto psicosociales como biológicos. 5 Los aportes, tanto teóricos como metodológicos producto de este estudio e intervención, serán de gran ayuda para el desarrollo de futuras investigaciones en el tema de prácticas saludables en mujeres adultas mayores, podrían replicarse con otras mujeres en otros contextos. Estos aportes son de suma importancia para profesionales en diversas áreas como lo son la Gerontología, Las Ciencias el Movimiento Humano, La Promoción de la Salud, Psicología, Enfermería, la Nutrición y cualquier otro ámbito, donde se trabaje con una población adulta mayor, en especial con mujeres. 2. Antecedentes A continuación, se presentan los principales antecedentes nacionales e internacionales que se tomaron como base para el presente trabajo de investigación. Los estudios revisados constituyen un aporte teórico importante. Asimismo, las metodologías ayudan a ejemplificar e ilustrar diversos modos de abordar los temas en cuestión. En este apartado, se abordan diversos ejes temáticos que son de relevancia para el presente estudio: Ejercicio físico, mujeres adultas mayores en áreas rurales de Costa Rica, duelo y estrategias de afrontamiento, autoestima, alimentación y autocuidado. Es de principal interés retomar las investigaciones realizadas en el nivel nacional o en otros contextos latinoamericanos que tengan algunas características en común con el costarricense. De este modo, es posible analizar intervenciones en una población adulta mayor que podría tener características y condiciones similares a las que muestran las personas participantes en la presente investigación. Antecedentes Nacionales El tema de prácticas saludables en la población adulta mayor ha sido bastante investigado en nuestro país, desde un enfoque clásico (alimentación saludable, ejercicio físico, salud mental), incluso, en la relación entre variables (ejercicio físico y estados emocionales, alimentación y ejercicio físico). Por esta razón, resultó tan importante basar la presente investigación en el constructo de práctica saludable propio de las mujeres adultas mayores de la comunidad de Atenas. 6 Características de las y los Adultos mayores en áreas rurales de Costa Rica Respecto a este tema, Cáceres (2004) en su publicación Estado de salud, físico y mental de los adultos mayores del área rural de Costa Rica tuvo como objetivo describir la situación de los adultos mayores del área rural de Costa Rica, en algunos aspectos asociados a su bienestar y calidad de vida, como son: la presencia de enfermedades y discapacidades, el estado nutricional, condición mental y estado de ánimo. Se utilizaron los datos de la Encuesta de adultos mayores realizada en el área rural de Costa Rica a inicios del año 2000. Los resultados indicaron que el 15.8% tienen una baja capacidad funcional, el 53.6 % tienen sobrepeso u obesidad, están en la categoría de muy enfermo el 27.9%, el 9.5% presentaron discapacidades físicas moderadas, se encontró 16.4% con severo deterioro cognitivo y en cuanto al estado anímico el 10% se categorizó como deprimido. Entre sus principales conclusiones se rescatan: los hombres presentaron mejores condiciones de capacidad funcional, mejor estado de salud y menor incidencia de sobrepeso y obesidad que las mujeres. Como se ha comprobado en muchos estudios, la edad dentro de los mismos adultos mayores marca condiciones diferentes, en este caso, las diferencias se encontraron principalmente en aspectos como la capacidad funcional, estado nutricional, las discapacidades físicas y el estado cognitivo. En general, las condiciones de las personas que actualmente trabajan son mejores que las de los que no trabajan y quienes están pensionados, de hecho el tener una buena capacidad funcional, mental y un buen estado de salud es lo que podría determinar el que una persona continúe o no trabajando. Se observa que a excepción del estado nutricional, todos los demás indicadores están asociados al hecho de recibir ayuda de familiares. Quienes reciben esta ayuda suelen estar en condiciones más desfavorables, de lo cual se deduce que son precisamente estas condiciones desfavorables, ya sea en estado de salud, en capacidad funcional o mental, lo que promueve una mayor ayuda, ya sea económica o en atenciones por parte de los familiares. El reto para los sistemas sociales y de salud es grande en el propósito, no solo de prolongar la vida, sino también los años de vida con calidad y sin discapacidades. 7 Actividad Física Respecto al tema de actividad física en las mujeres adultas mayores, Ramírez y Aragón (1997), en su artículo “Efectos del ejercicio físico en la funcionalidad de mujeres mayores”, buscan comparar los cambios obtenidos en los puntajes de la Prueba de Aptitud Funcional de la American Alliance for Health, Physical Education, Recreation and Dance (AAHPERD) para personas mayores, como resultado de un programa de ejercicios para cada uno de los 5 componentes contemplados en ella, a saber: resistencia cardiovascular, agilidad, resistencia muscular, flexibilidad y coordinación. Treinta y siete mujeres de 50 y más años participaron voluntariamente en dos grupos, uno experimental (n = 19) y otro control (n = 18). El grupo experimental participó por 12 semanas, 2 veces por semana en el curso de Acondicionamiento Físico para personas mayores del Programa de Recreación y Salud de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Al compararse con el grupo control, las mujeres del grupo experimental mejoraron su resistencia cardiovascular y estuvieron próximas a mejorar significativamente su resistencia muscular. Los otros componentes, flexibilidad, coordinación y agilidad no presentaron mejoría o cambio significativo. Estos resultados en resistencia cardiovascular son de enorme importancia para el movimiento de atención primaria pues se fortalece el vínculo entre la educación física y la salud de las personas mayores. Mora, Araya y Ozols (2004) en su artículo “Perspectiva subjetiva de la calidad de vida del adulto mayor”, buscan diferencias ligadas al género y la práctica de la actividad física recreativa. Se plantearon como propósito, conocer la relación entre las variables (soporte social, autonomía, salud mental, actividad físico recreativa) que integran la perspectiva subjetiva de la calidad de vida, ligadas al género en personas adultas mayores costarricenses. Además, conocer el principal motivo de estos sujetos para realizar la actividad física y el beneficio percibido por los mismos, de acuerdo con el género. En este estudio, participaron 152 sujetos (92 mujeres y 60 hombres) con edades entre los 60 a 75 años, de 21 centros diurnos, a los cuales se les aplicaron dos instrumentos: un cuestionario de calidad de vida (INISA,1994) y una encuesta propia sobre actividad física recreativa. Los resultados mostraron una relación significativa entre las variables autonomía y soporte social; autonomía y estado mental; autonomía y frecuencia de la actividad; autonomía y duración. 8 Asimismo, en lo que respecta al género, la depresión geriátrica fue superior en las mujeres. La salud fue el motivo principal para realizar la actividad física y los beneficios principales de esta para ambos géneros fueron el sentirse más reanimados, más alegres, con energía, y el alivio de dolores. Se concluye que la calidad de vida (soporte social, autonomía, salud mental) percibida por el adulto mayor, no difiere en lo que respecta al género e incluso, en el motivo o beneficio para hacer actividad física, excepto en lo que respecta a la depresión, la cual se presenta con mayor frecuencia en las mujeres. Se comprueba que la actividad física recreativa le permite obtener al adulto mayor, resultados positivos entre más cantidad de veces y de tiempo por semana le dedique. Carazo (2001), hace una revisión de literatura en la que liga la capacidad funcional con una disciplina deportiva específica: el taekwondo. En su investigación “Actividad física y capacidad funcional en el adulto mayor: el taekwondo como alternativa de mejoramiento”, el autor se centra en los cambios de orden fisiológico, psicológico y social que se dan en el envejecimiento y son capaces de reducir la capacidad para efectuar eficientemente las tareas de la vida diaria. En esta revisión de literatura, se realiza una descripción de dichas modificaciones, así como una recopilación de los principales efectos de la actividad física sobre la capacidad funcional del adulto mayor. Se analizan los primeros indicios que señalan al taekwondo como una importante alternativa para mejorar el desempeño en las tareas de la vida diaria y a la vez, se recomiendan las principales pautas por seguir para investigar la temática. Adultas mayores en el área rural Por su parte, Bonilla y Méndez (1999), realizan un estudio publicado en la revista Anales en Gerontología, en esta investigación trabajan con mujeres en áreas rurales de Costa Rica para conocer su autopercepción. Para lograrlo, utilizan el método etnográfico con el fin de comprender los significados individuales y familiares de las mujeres adultas mayores. Se trabajó con un total de 10 amas de casa de zona rural con edades entre los 70 y 80 años, y una hija por cada madre (un total de 20 mujeres); a las participantes se les aplicó un cuestionario retrospectivo y una entrevista. Los resultados obtenidos fueron analizados utilizando la técnica de patrones para determinar frecuencias en las respuestas dadas. 9 Las autoras concluyen que las mujeres adultas mayores tienen una visión positiva de sí mismas y cuentan con una gran capacidad de adaptación dentro de su contexto y en diversos tipos de actividades. A pesar de lo anterior, señalan que las actividades sociales de las mujeres entrevistadas se ven muy reducidas y el mayor número de actividades que realizan fuera de su hogar, se relacionan con el ámbito religioso- espiritual. Esto quizás se debe a que las mujeres entrevistadas afirman sentirse cansadas con su proceso de envejecimiento y dedican sus energías al ámbito doméstico. Se recomienda entonces que las mujeres adultas mayores aprendan a valorarse a sí mismas, asumiendo los cambios del envejecimiento con autoconfianza y determinación para tener una vida activa. Duelo Por otra parte, Bonilla y Vargas (2009), en su tesis para optar por el grado de Licenciatura en Psicología de la Universidad de Costa Rica, realizan un estudio para comprender las estrategias de afrontamiento que utilizan las personas adultas mayores ante la separación por muerte de su pareja. El trabajo elaborado consiste en cinco estudios de caso con personas que habían perdido su pareja. Se plantea que a la hora de afrontar la pérdida, las personas mayores utilizan recursos personales. Por ello, es fundamental analizar esta área, dado que en la mayoría de estudios sobre la adultez mayor, se han centrado en el área de salud, en especial física, dejan de lado temas como lo son la autoimagen, vínculos de pareja y familiares, duelo, entre otros. Las autoras consideran que durante la vejez, los vínculos son muy importantes y, en especial, los de pareja, pues por medio de estos, se obtiene el apoyo emocional necesario para sobrellevar los cambios que trae consigo el envejecimiento. La muerte del cónyuge interrumpe un proyecto de vida en común y modifica, necesariamente, de modo mucho más marcado que en otras pérdidas, la continuidad del curso biográfico. (Pazos, 2002). Hay consenso en considerar la muerte del cónyuge como estrés psicosocial extremo, da lugar a una crisis, a un cambio de rumbo en la vida. Esta pérdida, junto a la de los hijos, es la más difícil de asumir y puede complicarse si el vínculo es problemático (Gamo, Del Alamo y García, 2009). Las relaciones muy estrechas, de 10 signo positivo, ambivalente en exceso o simbiótico, pueden originar dificultades para la organización de la vida independiente del otro cónyuge, aunque el tiempo permite, al menos en parte, la reorganización en la mayoría de los casos. Muertes repentinas, que modifican la situación y estabilidad del entorno, pueden producir una sensación de desamparo, de sobrecarga para afrontar solo la vida o el cuidado de los hijos o sentirse como un abandono. Antecedentes Internacionales Los estudios expuestos a continuación, son aportes valiosos sobre temáticas que fueron mencionados en la etapa diagnóstica por las adultas mayores participantes, tales como actividad física para la vida, autocuidado, autoestima, alimentación saludable y que constituyen el concepto total de práctica saludable que ellas elaboraron a lo largo del proceso socioeducativo, desde un contexto internacional. Actividad Física para la vida Vidarte, Quintero y Herazo (2012), en su estudio; “efectos del ejercicio físico en la condición física funcional y la estabilidad en adultos mayores en Colombia”, se plantearon como objetivo establecer los efectos del ejercicio físico sobre la condición física funcional y el riesgo de caídas en un grupo de adultos mayores. Fue un estudio cuasi-experimental con un grupo control y otro grupo experimental en 38 adultos mayores de 60 años. Se midió la capacidad funcional a través de la batería Senior Fitness Test y el riesgo de caídas mediante la escala de Tinetti, antes y después del programa de ejercicios, el cual fue aplicado durante 12 semanas al grupo experimental, mientras el grupo control continuó en el programa tradicional. Los principales cambios en el grupo experimental se obtuvieron en el perímetro de cintura de 91,89 a 88,95 cm; la fuerza de miembros superiores de 17,16 a 20,63 repeticiones; la flexibilidad de tren superior de -8,24 a -5,66 cm; una resistencia aeróbica de 70,32 a 83,47 pasos; el equilibrio de 13,95 a 15,26 puntos. Los resultados sugieren una asociación significativa entre el ejercicio aeróbico y la disminución del índice cintura cadera y del perímetro de cintura, el aumento de la fuerza y flexibilidad de los miembros superiores, de la capacidad aeróbica, del equilibrio y de la autoconfianza para caminar por el barrio en un grupo de adultos mayores. En un estudio chileno llamado “Beneficios de la actividad física en el adulto mayor”, se examinan los beneficios no solo en el nivel físico, sino también psicológico. Andrade y 11 Pizarro (2007), tuvieron como objetivo, examinar las relaciones entre el bienestar psicológico, el apoyo social percibido y la percepción de salud en adultos mayores. La muestra estuvo constituida por 250 personas, 146 mujeres y 104 hombres, con edades entre 60 y 87 años (promedio de 70,8 años) de la ciudad de Concepción (Chile). Los resultados mostraron que el bienestar psicológico presentaba mayores relaciones con el apoyo social percibido que con la percepción de salud; los hombres informaron mayor bienestar psicológico y mejor percepción de salud que las mujeres y las personas casadas o con pareja estable informaron mayor bienestar psicológico y mayor apoyo social percibido que aquellas sin pareja estable. Los beneficios de la actividad física y el ejercicio regular en la población mayor, fue el objetivo principal de esta revisión bibliográfica colombiana de Landinez, Contreras y Castro (2012). Los artículos examinados incluyeron revisiones, artículos de investigación y capítulos de libros. La revisión concluye que someter el organismo a un programa de entrenamiento planificado, contribuye a mejorar la capacidad funcional de múltiples sistemas orgánicos; los programas de ejercicio dirigidos a la población mayor pueden generar un ahorro en los costos sanitarios por disminución de caídas, accidentes cerebrovasculares, infartos de miocardio o enfermedades crónicas propias del proceso de envejecimiento. Siempre sobre el tema de actividad física, pero ahora en un estudio de tipo observacional y descriptivo realizado por Díaz y Vergara (2009), llamado “Influencia del ejercicio físico en la salud del adulto mayor”. El estudio estuvo integrado por 121 ancianos de la comunidad y la muestra por 66 abuelos que realizaban ejercicios físicos. Los datos se obtuvieron de las historias clínicas individuales y de la observación clínica del anciano utilizando las variables edad, sexo, enfermedades presentes en los adultos mayores y tratamiento que cumplían. Los datos fueron procesados y se aplicó un análisis estadístico porcentual, se obtuvo como resultados que el 54.54% de los abuelos practicaban ejercicios físicos, el 31.8 % se agrupan en el grupo de 60-64 años, con predominio del sexo femenino en un 57.5 %. El 69.56% de los hipertensos, el 73.80% de los que padecían artrosis y el 71.42% de los que manifestaron trastornos depresivos, controlaron estos padecimientos; el 59.52% de pacientes con artrosis, el 50 % de asmáticos, un 43.47 % de los hipertensos y el 19,04%, de los que tienen trastornos depresivos disminuyeron la dosis del medicamento en 12 el día. Se concluye que el ejercicio físico mejora la salud del adulto mayor y le garantiza una longevidad saludable. Autocuidado Sanhueza, Castro y Merino (2012), en su estudio “Optimizando la funcionalidad del adulto mayor a través de una estrategia de autocuidado”, evaluaron el efecto de un programa de autocuidado en la funcionalidad de adultos mayores, pertenecientes a un centro de salud familiar del sur de Chile. Fue un estudio de tipo experimental puro que intervino un grupo de adultos mayores entre 65 y 79 años, durante julio y agosto de 2012, en la que se midió la funcionalidad de acuerdo con las necesidades funcionales básicas, funciones mentales y autopercepción de salud. En los resultados, se encontró una fuerte asociación entre la participación en el programa de autocuidado y ausencia de dependencia para necesidades funcionales básicas, funciones mentales intactas y buena autopercepción de salud como valor. El programa de autocuidado constituiría un entorno estimulante, necesario para mantener o corregir el declive funcional natural del adulto mayor, ello favorece su independencia en necesidades básicas de la vida diaria, mejora sus funciones mentales y autopercepción de salud. Rodríguez, Valderrama y Molina (2010), en su artículo, “Intervención psicológica en adultos mayores España-Colombia”, plantean una propuesta de intervención psicológica dirigida a adultos mayores institucionalizados y no institucionalizados; para ello, se tomó como referencia la situación actual del adulto, los estudios realizados en torno a esta etapa y específicamente lo relacionado con el diseño de programas de intervención, para finalmente exponer la propuesta de intervención psicológica que pretende no solo mejorar la calidad de vida del adulto mayor, sino abarcarlo desde sus diversas áreas de funcionamiento. Méndez, Socarrás y Torres (2007), analizaron los aspectos fundamentales del autocuidado en el escenario de la atención primaria dirigido a la atención multidisciplinaria y exhaustiva del anciano. La salud de los ancianos dentro de las sociedades envejecidas, depende en gran medida, de la capacidad de auto-cuidado. El auto-cuidado como sistema de acción incrementa la calidad de la asistencia geriátrica sectorizada en la comunidad. Su nivel de medición del estado de salud del anciano es cualitativo y cuantitativamente superior a otros instrumentos utilizados habitualmente. El desarrollo de capacidad y percepción de auto-cuidados en la persona de edad es una alternativa real y eficaz en su 13 atención integral, que conduce a una longevidad satisfactoria. La revisión concluye que el auto-cuidado es una función humana reguladora que debe aplicar cada individuo, de forma deliberada, para sí mismo, con el fin de mantener su vida y su estado de salud, de desarrollo y bienestar. Una persona puede convertirse por sí misma, o con la ayuda de otros, en su propio agente de auto-cuidado; en tal sentido, los integrantes del equipo de salud en razón de su preparación y responsabilidad profesional, están llamados a convertirse en agentes facilitadores de ese proceso. El auto-cuidado como concepto educativo es una estrategia de elección para alcanzar la meta de salud para todos en el siglo XXI con una longevidad satisfactoria. Siempre bajo la temática de autocuidado Boggio, Luque y Pérez (2010), en su artículo “Las prácticas de autocuidado y actividades de la vida diaria en el adulto mayor”, mencionan que los problemas de salud en el adulto mayor se pueden asociar al autocuidado, tomando en cuenta que a través de las actividades de la vida diaria, pueden desenvolverse en la cotidianidad. Las actividades de la vida diaria abarcan las más frecuentes que realiza un sujeto, están relacionadas con lo familiar, con lo cotidiano, con las necesidades humanas, con la independencia y con el uso del tiempo. Los principales aportes de este artículo son: la responsabilidad social y estatal del autocuidado en la población adulta mayor; la salud pública y las políticas sociales y de salud deben reconocer cuáles son los factores que determinan el estilo de vida de las personas, las fuerzas que condicionan las conductas de salud y las variables que influyen en la difusión de los conocimientos, adquisición de actitudes y prácticas de autocuidado en salud, sean estas favorables o desfavorables. Esto significa que el autocuidado es también responsabilidad de la sociedad y el estado, es decir, que no es solamente responsabilidad de los adultos mayores. Las prácticas cambian de acuerdo con las circunstancias que rodean a las personas; para entender la evolución de las prácticas de autocuidado, se requieren revisar algunos ejemplos de cómo se han presentado a través del tiempo y se han ido acumulando en la sociedad, conformando un patrimonio de ritos, creencias, actitudes, representaciones, prácticas y conocimientos, hasta llegar a nuestros días, algunas de ellas intactas y otras modificadas. 14 Además, se hace notar que las herramientas para el fomento del autocuidado, son las mismas de la promoción de la salud: información, educación y comunicación social; participación social y comunitaria; concertación y negociación de conflictos; establecimiento de alianzas estratégicas y mercadeo social. Ellas ofrecen a las personas y a los grupos, las posibilidades para lograr una mejor calidad de vida: información, educación y comunicación social, las cuales propician el incremento de conocimientos acerca del fomento de la salud, los problemas de salud y sus soluciones e influyen sobre las actitudes para apoyar la acción individual y colectiva, incrementan la demanda efectiva de servicios de salud. Alimentación Restrepo, Morales, Ramírez, López y Varela (2006), indagaron sobre los aspectos protectores y deteriorantes relacionados con la alimentación y nutrición del adulto mayor en Colombia, Se realizó una investigación con el enfoque de epidemiología crítica y como estrategia se utilizó el monitoreo estratégico. Se utilizaron técnicas cuantitativas y cualitativas para la recolección de información. En el componente cuantitativo, se realizó un muestreo multietápico, estratificado y en el componente cualitativo un muestreo intencional. Como resultado, se identificaron, en la alimentación de los adultos mayores del municipio de Caldas en el año 2005, los hábitos alimentarios que contribuyen a su proceso de mayor fragilidad, tales como un bajo consumo de lácteos, carnes, frutas, verduras y alto consumo de grasa. En algunos participantes, el consumo se ve afectado por el poco acceso a los alimentos, en otros, este se afecta por su estado de ánimo. Los participantes identifican que el bajo acceso a los alimentos, genera hambre y enfermedad; manifiestan que anteriormente había mayor disponibilidad de alimentos por la posibilidad de acceder a ellos por medio de la agricultura. Al llegar a la vejez, algunos de ellos se enfrentan al aislamiento familiar, lo que dificulta la adquisición de alimentos, se ven en la necesidad de trabajar para su manutención, buscar redes de apoyo o programas de complementación alimentaria. 15 Autoestima Vera, Laborin, Domínguez, Parra y Padilla (2009), investigaron la relación entre el locus de control, autoconcepto y orientación al éxito en una muestra de 226 personas adultas mayores al norte de México. Se postula que la calidad de vida de las personas adultas mayores, va a estar relacionada con las potencialidades que tengan para poder desarrollarse en el mundo cotidiano o por medio de rutinas que les haga posible el autocuidado y el cuidado de las demás personas. Por ello, el estado funcional de la persona adulta mayor estará relacionado con la forma en que asume el control de sus fracasos y aciertos y la manera como se conceptúa en diversos ámbitos. Lo anterior es importante para el presente estudio, puesto que la funcionalidad y la continuidad de roles, son elementos que juegan un importante papel en la autoestima de las mujeres adultas mayores, pues se relaciona con la percepción que tengan sobre ellas mismas. Los resultados indican que las personas adultas mayores interactúan más con vecinos y vecinas que con compañeras y compañeros de trabajo y amistades. Se indica que el hecho de que la persona viva con nietos, hijos, hermanos y otras personas puede afectar en algunos casos su autoconcepto positivo y orientación al éxito. Al comparar grupos de edad fue posible advertir que el autoconcepto resultó significativamente más positivo en el grupo de personas entre los 60 a 64 años que en el grupo de los 75 a los 79 años y en las personas adultas mayores de 85 a 90 años. Se concluye que las relaciones sociales de la persona adulta mayor con la pareja, familiares y amigos de la misma generación, pueden favorecer el bienestar psicológico y social, dado que le ayuda a mejorar la percepción de sí. 3. Planteamiento y Formulación del problema La información descrita anteriormente permite comprender los beneficios que las prácticas saludables en sus distintas dimensiones (biológica, social y psicológica) traen para la población adulta mayor. 16 Por lo anterior, es importante indagar sobre cómo lograr que estas prácticas, las cuales prueban ser tan beneficiosas, formen parte de la rutina diaria de las mujeres adultas mayores. En la actualidad, en el nivel urbano, existe una oferta importante de actividades para las personas adultas mayores, distintas universidades tanto públicas como privadas Universidad de Costa Rica (UCR), Universidad Nacional (UNA), Universidad Santa Paula (USP) Y Universidad Autónoma de Centroamérica (UACA) y entes de tipo no gubernamental como la Asociación Gerontológica Costarricense (AGECO) y gubernamentales como el Consejo Nacional de la Personas Adulta Mayor (CONAPAM) y el Hospital Raúl Blanco Cervantes se han preocupado por implementar actividades variadas para él y la adulta mayor; la oferta en el nivel rural es un poco distinta, hay menos especialistas trabajando para orientar a los miembros de los grupos que se conforman y las iniciativas están más ligadas a municipalidades o iglesias. En cuanto a las diferencias de género, el abismo es grande, siguen siendo más las mujeres que se adhieren a grupos, pero también son quienes más los abandonan por otro tipo de “responsabilidades” como el cuido de nietos y nietas, del cónyugue o de otra persona adulta mayor, necesidades económicas, entre otras. Por esto, parece de tanta utilidad el tema de implementación de prácticas saludables en la rutina diaria guiadas por un fascículo que ellas mismas elaboraron, mediante las enseñanzas de cada uno de los especialistas (nutricionista, psicólogo, educadora física, médico), se logra crear un documento con información para aplicar todos los días, con materiales fáciles de elaborar y consejos de fácil aplicación. Para lograr la elaboración de este fascículo, se realizó una exploración de los temas que las mujeres adultas mayores del cantón de Atenas consideraban importantes para tener una adultez mayor saludable y que iban desde el área física y social hasta el área psicológica. Para posteriormente preparar una propuesta socioeducativa y crear un espacio de reflexión entre pares de iguales. A partir de lo anterior, surge la siguiente pregunta de investigación: ¿De qué manera se pueden implementar prácticas saludables en la rutina diaria de un grupo de mujeres adultas mayores del cantón de Atenas? 17 De este problema de investigación, se derivan las siguientes subinterrogantes: ¿Desde la perspectiva de la mujer adulta mayor cuáles son las prácticas saludables que se deberían incluir en la rutina diaria? ¿Cómo se construye un programa socioeducativo para lograr incluir prácticas saludables en la rutina diaria de estas mujeres adultas mayores? ¿Cómo se desarrolla un programa socioeducativo en un grupo de mujeres adultas mayores? ¿Cómo se presentan los resultados del programa socioeducativo desarrollado? 4. Objetivos Objetivo General 1. Crear un programa gerontológico para la implementación de prácticas saludables en las actividades de la vida diaria de un grupo de mujeres adultas mayores del cantón de Atenas. Objetivos Específicos 1. Determinar necesidades y deseos de las adultas mayores para el programa propuesto por medio de un diagnóstico. 2. Elaborar junto con las personas participantes un programa gerontológico de prácticas saludables para integrarse en las actividades de la vida diaria. 3. Implementar el programa gerontológico de prácticas saludables para la vida diaria, con el grupo de mujeres adultas mayores. 4. Evaluar los resultados del programa gerontológico implementado. 5. Elaborar un fascículo de prácticas saludables con el material recolectado a lo largo del programa gerontológico. 18 CAPÍTULO II Marco Teórico En este apartado, se presentan las principales aproximaciones teóricas que sustentan el estudio, las cuales más adelante son fundamentales para el manejo y análisis de la información recopilada por medio de las distintas técnicas e instrumentos. Asimismo, esta información es fundamental para desarrollar un programa socioeducativo, en el cual se pueda reflexionar sobre estos temas con las mujeres adultas mayores. Dado que el tema de prácticas saludables es sumamente amplio, se hace un recorrido por diversos aspectos desde la perspectiva del grupo de mujeres adultas mayores que participó, en un primer momento, se realiza una exploración del concepto de envejecimiento y envejecimiento saludable, para posteriormente, profundizar en aspectos relacionados con la búsqueda de este envejecimiento saludable; género y envejecimiento, autoestima, actividad física para la vida, alimentación saludable, estimulación cognitiva, manejo del duelo y espiritualidad. También se realiza una aproximación al tema de andragogía, porque se utiliza este enfoque para el diseño y desarrollo de un programa que promueva la implementación de prácticas saludables en la rutina diaria de mujeres adultas mayores. 1. Envejecimiento Tal como lo señala Stuart (2002), el envejecimiento no es un fenómeno propio de los tiempos modernos; sin embargo, en el pasado no era frecuente que la población superara los 65 años. Así, en el siglo XIX, tan solo el 4% de la población superaba esta edad. Estas cifras han aumentado considerablemente y no es de alarmarse, pues con los avances en salud, la expectativa de vida ha aumentado y son más las personas que llegan a edades avanzadas. Ante esta situación, Stuar (2002), señala que se han hecho esfuerzos por caracterizar el envejecimiento, especialmente en el nivel físico, como son las arrugas en la piel, las canas en el cabello, entre otros. También se han empezado a establecer rangos de edad cronológica para determinar cuándo las personas han entrado en la adultez mayor. De este modo, se determina que este periodo inicia a los 60 0 65 años de edad, no obstante, el autor enfatiza que la edad cronológica puede ser insatisfactoria y es mejor guiarse por una edad social, que se relaciona con las expectativas sociales respecto al comportamiento que deben tener las personas según su edad. 19 En este punto es importante, entonces, establecer una diferencia clara entre envejecimiento y vejez. Para Hidalgo (2001), el envejecimiento es un proceso esencial de la vida y la vejez, hace referencia a la etapa de la vida de los seres humanos que antecede a la muerte, pues tienden a aumentar los signos y efectos del envejecimiento y comienzan a prevalecer condiciones crónicas. Lo anterior pone de manifiesto que se envejece desde la concepción del ser humano y no a partir de una etapa especifica; esto implica un cambio regular en cada persona, en los niveles biológico, psicológico y social. Muchas veces, se ha concebido el concepto de envejecimiento como sinónimo de degradación; sin embargo, tal como señalan Muñoz y Alix (2002), hoy en día se están modificando algunos estereotipos existentes en torno a este periodo y se ha comenzado a ligar a esta etapa con un tipo de desarrollo, pues el individuo se reviste de sabiduría y armonía. A pesar de que comprender el envejecimiento a partir de la edad cronológica, puede ser hasta cierto punto arbitrario, pues este proceso depende mucho del estilo de vida que haya tenido cada persona, esto ayuda a establecer un cierto orden a la hora de trabajar temas de desarrollo humano. En este sentido Stuart (2002), indica que existen corrientes, las cuales clasifican la adultez mayor en cuatro etapas: mayor joven (60-69 años), mayor de mediana edad (70-79 años), mayor mayor (80-89 años) y mayor muy mayor (más de 90 años). En el presente estudio, dicha clasificación es importante, por la gran mezcla de edades que presentaron las adultas mayores participantes y por el común de las características de estas, independiente de la edad cronológica que tuviesen, esto gracias a la similitud en sus historias de vida. Lo anterior lleva a preguntarse sobre el estudio del envejecimiento desde una perspectiva psicosocial. Existen algunas teorías en torno a este proceso y entre las principales, Herrera, Romero, González y Guillén (2008) y Muñoz y Alix (2002), destacan las siguientes: Teoría de la separación o desvinculación: Postula que a medida que la persona envejece, presenta una tendencia a alejarse social y psicológicamente del ambiente, de actividades sociales y de las demás personas. Teoría de la actividad: Postula que si la persona adulta mayor mantiene un estilo de vida activo, esto tendrá un efecto positivo en su bienestar. Se indica que las personas 20 adultas mayores que realizan nuevos roles o mantienen los que venían desempeñando, presentan mayor bienestar en esta etapa. Teoría de la personalidad y estilo de vida o de la continuidad: Sugiere que existe estrecha relación entre personalidad y patrones de envejecimiento que sigue cada persona. Se dice que las personas adultas mayores, hasta cierto punto, mantienen estructuras internas y externas para cumplir sus objetivos. También sostiene que cada persona envejece de un modo único. Teoría de intercambio: Propone que las personas adultas mayores, las cuales más sufren del cambio en esta etapa, son quienes tenían más poder y lo pierden. Teoría de reconstrucción social: Sostiene que la sociedad cumple un papel importante en la vida de la persona adulta mayor y que muchas veces, produce un deterioro del autoconcepto de estas personas. Todas las anteriores son teorías que pueden ayudar a comprender el proceso de envejecimiento; para el presente estudio, es de vital importancia enfocarse en el tema de prácticas saludables desde la visión de las mujeres adultas mayores participantes, por lo que los conceptos de autoestima y autoimagen, “nido vacío” y “duelo” emergieron constantemente durante las conversaciones en los talleres. Erickson (2000), considera que durante la adultez mayor, las personas pueden manifestar una percepción de estancamiento en sus vidas, probablemente por el debilitamiento de la autonomía, de los vínculos y el duelo por roles que se asumieron en el pasado. Por ello, es necesario mantener una función generativa durante este periodo, el cual garantice un compromiso vital que dé sentido a la existencia. De este modo, una buena autoestima en esta etapa puede ayudar a la persona adulta mayor a enfrentar la desconfianza que de sus capacidades podría sentir, le dará mayor importancia a la sabiduría y evitará así el aislamiento, para lograr considerar este periodo como un privilegio. Las transformaciones que se dan en el nivel físico y psicológico llevan a que existan, además, cambios en las relaciones con las otras personas y también en la estructura del sistema familiar. La persona adulta que llega a esta etapa, cae en la cuenta de que los hijos e hijas se han hecho mayores y ahora son independientes. López y Olazabal (1998), señalan que puede ocurrir en algunos casos una especie de desadaptación familiar y por ende, se 21 produzca el conocido “síndrome de nido vacío”, que se refiere a la sensación de que la familia se queda vacía sin los hijos e hijas. Sucede también que la persona en esta etapa, ha tenido que enfrentar ya la muerte de compañeros, amigos, y familiares, lo que le lleva a tomar conciencia de la vulnerabilidad de la vida y comienza a cuestionarse el sentido de esta. Por lo anterior y siguiendo con López y Olazabal (1998), en este momento se puede correr el riesgo de que la persona enfrente una gran desesperanza y soledad, pues al haber dedicado gran parte de su vida al hogar y a los hijos, en muchos casos, se ha perdido gran cantidad de sus redes sociales y actividades de ocio, por ello, la persona llega a sentirse, literalmente, en el vacío, por lo que es fundamental mantener una red de relaciones sociales y actividades lúdicas que permitan dar sentido a la vida. Para Erickson (2000), debido a todos estos cambios producto de la vejez, es importante lograr que la persona mantenga cierto “orden y significado en la des-integración de cuerpo y mente”, con lo cual, según el autor, es posible mantener su esperanza y sabiduría. Como apunta Erickson (2000), lo anterior es difícil si no se crean espacios para incorporar a las personas adultas mayores a la cotidianidad. Generalmente, se crean espacios para estas personas, pero dichos espacios se encuentran alejados del “mundo real”, por lo que no existe una verdadera inclusión de esta población. En el presente estudio, se busca que las mujeres adultas mayores con ayuda del fascículo que ellas mismas crearon a lo largo del proceso, se conviertan en agentes multiplicadores dentro de sus familias y su comunidad. 2. Género y Envejecimiento Hasta hace muy poco tiempo, la experiencia de envejecer de las mujeres mayores de nuestro país, se derivaba de una trayectoria personal casi siempre centrada en el ámbito de lo doméstico y apenas presente en la esfera social. Las mujeres se han ocupado del hogar y han prestado atención y cuidados a los allegados que las necesitaban. Esta actividad la mantienen muchas mujeres cuando son mayores, cuidando a sus esposos y ayudando a sus hijos e hijas en el cuidado de sus nietos. Al respecto, Solano (2007), agrega que dado a que el género es construido socialmente, no puede desconocerse la influencia que recibe de la cultura, la historia y los cambios en la organización social. Esto se evidencia en el hecho de que entre diversas culturas, pueden 22 visualizarse diferencias entre sus ideales en relación con lo femenino y lo masculino; no obstante, existen ciertas características que se comparten y hay roles y mandatos claramente establecidos para un género y para otro. Para Claramunt (1997), dentro de un sistema patriarcal, los hombres tienen el privilegio del control y dominio no solamente en el ámbito social, sino que también en el familiar. La desigualdad existente entre los géneros, se refleja en la discriminación que ha existido hacia la mujer y su subordinación hacia el hombre en diversos campos. Para Josephs, Markus y Tafarodi (1992), las mujeres tienen una mayor tendencia a un esquema en que predomina la relación profunda con otras personas, en especial dentro del hogar. Por su parte, los hombres tienden a buscar más la independencia, individualismo y establecen relaciones superficiales. Según Gerostegui y Dorr (2005), a veces esta falta de reflexión ha provocado que las mismas mujeres hayan interiorizado tanto la división de roles que los han llegado a ver naturales. 3. Autoestima La autoestima es un elemento de la personalidad que interactúa con otros componentes de la identidad de la persona. Ella, además, permite a la persona, seleccionar amistades y personas con las cuales se puede desenvolver, así como convivir en familia y el resto de personas que forman su contexto. (Lizano y Montero, 1998). Al respecto, Fernández (1999), indica que la autoestima es además un componente del autoconcepto, entendido este como las imágenes, pensamientos y sentimientos que tiene la persona de sí misma y de las actitudes que demuestran hacia su yo. El autoconcepto engloba componentes significativos, evaluativos y connotativos. Los primeros se refieren a la percepción de la persona en relación con sí misma: sus rasgos, su rol social y su imagen física. Los segundos se relacionan con el afecto positivo o negativo que tiene la persona para consigo misma (autoestima). El último de estos componentes hace referencia a la motivación de la persona para cambiar a partir de las discrepancias entre su yo real y su yo ideal. Las personas pueden tener una autoestima alta o baja dependiendo de múltiples factores. Al respecto, Rosenberg (1973), indica que una autoestima alta no quiere decir que la persona se sienta superior a los demás, sino que se estima y respeta sin sentirse mejor o 23 peor que los demás. Por el contrario, una baja autoestima es señal de que existe en el individuo insatisfacción, rechazo y desprecio por sí mismo. Según indica De mezerville (2004), es ideal la construcción de una autoestima positiva para alcanzar un sano sentido de identidad. En la adultez mayor esto es de gran importancia para vivir esa etapa plenamente, aceptando quien se es. Conforme avanza la edad, la persona modifica la visión que tiene de sí. Stuart (2002), afirma que los cambios propios del envejecimiento pueden causar una nueva evaluación del sí mismo, que no en todos los casos va a ser positiva. En ocasiones se da un aumento del autoconcepto negativo y disminución del positivo. Esto provoca que muchas veces la persona adulta mayor se vuelva pesimista y se mire a sí misma como alguien poco útil que es obstáculo para el desarrollo de los demás. Asimismo, ciertos acontecimientos del pasado de una persona pueden influir en sus concepciones sobre la adultez mayor. En ocasiones lo anterior se da como resultado de los deterioros que se producen en algunas áreas y sean biológicas, físicas, cognitivas o emocionales. Generalmente los deterioros funcionales que algunas personas sufren durante esta etapa, les hace requerir un serie de cuidados y ayudas para desempeñarse (Vera, Laborin, Domínguez, Parra y Padilla, 2009, Pinilla, Tasayco, Vega y Luna, 2008). La principal dificultad que enfrentan las personas adultas mayores se relaciona con el contexto en el cual se desenvuelven, pues el mismo influirá y marcará, en gran medida, el estado de su autoestima. Una sociedad en la que se resaltan los valores de la juventud y se menosprecian los valores de la experiencia y sabiduría con la que cuentan las personas adultas mayores, les hará sentirse rechazadas (Ortiz y Castro, 2009). Se han propuesto ciertas técnicas para llegar a esta etapa con una autoestima adecuada: reconocimiento de las cualidades propias, reflexión sobre las limitaciones, reconocimiento y manejo de los estados de ánimo. Tomar conciencia de estos factores ayuda a la persona adulta mayor a lograr un mejor manejo de su autoestima. (Pinilla et al., 2008). Desde algunos enfoques, se le ha dado una gran importancia también al papel que juegan las redes sociales en la autoestima de las personas adultas mayores. Se postula que la calidad de vida y la autoestima que posean las personas adultas mayores, van a estar relacionadas con las potencialidades que tengan para poder desarrollarse en el mundo cotidiano o mediante rutinas que le hagan posible el autocuidado y el cuidado de los otros. 24 Por ello, el estado funcional de la persona adulta mayor estará ligado con la forma en que asume el control de sus fracasos y aciertos y la manera en que se conceptúa en diversos ámbitos. Por lo anterior, se postula que las relaciones sociales de parte de la persona adulta mayor con la pareja, familiares y amigos de la misma generación, pueden favorecer el bienestar social y psicológico, pues tiene mayor calidad de vida y, por ende, mejor percepción de sí, esto siempre y cuando dichas relaciones sean positivas y satisfactorias (Vera et al., 2009). En síntesis y tal como lo señalan Ortiz y Castro (2009), la autoestima es uno de los elementos de mayor importancia en la valoración de la persona adulta mayor, debe prestársele mucha atención y fortalecerse el trabajo diario en este ámbito con las personas adultas mayores, pues, tal como señala Stuart (2002), en la adultez mayor hay una tendencia a que la imagen de sí mismo empiece a tornarse negativa. 4. Actividad Física para la Vida La actividad física constituye uno de los pilares básicos para conseguir con éxito un envejecimiento saludable, si se practica de forma regular, constante y moderada. Se entiende por actividad física una programación previamente reflexionada, planificada, estructurada y repetida (Morilla y Cabezas, 2001). Son muchos los beneficios que aportará la práctica de actividad física al organismo: mejorará la capacidad física, mental e intelectual, contribuirá de forma clara y determinante a reducir muchas enfermedades; se podrán prevenir diversas disminuciones funcionales asociadas y aumentar el rendimiento personal en todas las áreas: laboral, familiar y social. Según el Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM), la actividad física es cualquier conducta que consista en movimientos corporales producidos por la contracción de los músculos esqueléticos y que produzca aumentos sustanciales en el gasto de energía del cuerpo (ACSM, 2006). Es decir que, estamos haciendo actividad física cuando nos movemos para levantarnos, caminar, lavar platos, subir escaleras, levantar objetos con los brazos, entre otros ejemplos. Realizar labores domésticas, actividades laborales vigorosas, son formas de actividad física. El ejercicio físico regular adaptado tiene un papel fundamental en la calidad de vida relacionada con la salud y esperanza de vida del mayor. (Blain, Vuillemin, Blain y Jeandel, 2000). 25 De manera directa, el ejercicio físico mantiene y mejora la función músculo-esquelética, osteo-articular, cardio-circulatoria, respiratoria, endocrino-metabólica, inmunológica y psico-neurológica. De manera indirecta, la práctica de ejercicio físico tiene efectos beneficiosos en la mayoría, si no en todas, las funciones orgánicas del mayor, contribuye a mejorar su funcionalidad, lo cual es sinónimo de mejor salud, mejor respuesta adaptativa y mayor resistencia ante la enfermedad (Castillo, Ruiz, Ortega y Gutiérrez, 2006). De hecho, realizar ejercicio físico de manera regular reduce el riesgo de desarrollar o incluso morir de lo que hoy son las principales y más graves causas de morbi-mortalidad en los países occidentales (Poon, y Fung 2008). Sin embargo, a pesar de que el ejercicio físico es hoy el principal factor protector de enfermedades asociadas con la edad, los niveles de actividad física en mayores son inferiores a los del resto de grupos poblacionales. Sumado a este fenómeno, la mayoría de programas para mayores incluyen tan solo ejercicio aeróbico, excluyéndose otras cualidades importantes relacionadas con la salud como son la fuerza y la coordinación (Weisser, Preuss y Predel, 2009). La cantidad y calidad del ejercicio necesario para producir mejoras saludables en el mayor diferirá de aquellas que se consideran necesarias en otros grupos poblacionales (Mazzeo y Tanaka, 2001., Nelson, Rejeski y Blair, 2007., Vogel, Brechat, Lepretre, Kaltenbach, Berthel y Lonsdorfet, 2009). Tan solo si dicho ejercicio es practicado de forma regular y con la intensidad adecuada, contribuirá a mejorar la capacidad funcional global del organismo (Blain et al, 2000, Bre´chat et al, 2006, Nelson et al, 2007, Vogel, et al., 2009). Un programa de entrenamiento bien planificado permite al mayor, desarrollar su máximo potencial físico, así como incrementar su salud física y mental, lo que atenúa y retarda las consecuencias negativas de la edad (Blain et al, 2000, Bre´chat et al, 2006). De hecho, al ejercicio físico adaptado para la población mayor se le puede denominar como la “píldora antienvejecimiento” por excelencia (Castillo et al, 2006) y es considerada la medida no farmacológica más eficaz para la mayor parte de enfermedades asociadas con la edad (Vogel, et al, 2009, Weisser, Preuss y Predel, 2009). Conforme la edad avanza, el sistema esquelético sufre modificaciones estructurales, tales como la desmineralización ósea, la cual reduce la anchura de las vértebras y deforma 26 la longitud de los huesos de las extremidades inferiores (Sánchez, García, Duque, Juárez, Cortés y Reyes, 2007). En los últimos años, la osteoporosis se ha convertido en una creciente causa de morbilidad y mortalidad en mujeres mayores. Las evidencias científicas muestran que la osteoporosis es más fácil de prevenir que de tratar (Siegrist, 2008). La correcta ingesta de nutrientes y el ejercicio físico (especialmente de fuerza o centrado en micro-impactos) son las dos claves para evitar la pérdida mineral ósea. Este tipo de ejercicios también favorecen la activación hormonal, la mejora de los parámetros de marcha, la propiocepción, un mejor equilibrio y mayor fuerza muscular incluso, en población muy mayor con alto riesgo de fracturas (Siegrist, 2008). Con el envejecimiento de la población, en los próximos años se espera un dramático incremento en la incidencia de fracturas osteoporóticas. De forma conjunta a las terapias farmacológicas y nutricionales, la práctica de ejercicio físico presenta un importante potencial protector frente al riesgo de este tipo de fracturas (Ytinger, 2003). El ejercicio de tonificación muscular no solo promueve las ganancias de fuerza, también ocasiona beneficios paralelos, tales como la reducción del riesgo de caídas, osteoporosis, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Su inclusión dentro de los programas de ejercicio físico para mayores resulta una opción muy atractiva, con beneficios adicionales a los obtenidos con un tratamiento exclusivamente farmacológico o con programas centrados exclusivamente en actividades aeróbicas (Phillips, 2007). Los beneficios del ejercicio físico sobre la ansiedad, depresión e irritabilidad son especialmente elevados en aquellas personas que parten de niveles elevados de ansiedad y depresión. Los tipos de ejercicios que ocasionan mayores mejoras, son aquellos basados en actividades aeróbicas cíclicas (carrera, natación, ciclismo o caminar) de moderada a baja intensidad (Guszkowska, 2004). Los cambios en los estados de ansiedad, depresión e irritabilidad tras el ejercicio son explicados frecuentemente por las hipótesis de la segregación de endorfinas y monoaminas. Sin embargo, la práctica de ejercicio también incrementa la temperatura corporal y la circulación de la sangre al cerebro, que afectaría positivamente sobre la respuesta fisiológica al estrés por parte del eje hipotálamo-pituitaria-adrenal. Este último fenómeno 27 podría estar también relacionado con otros mecanismos psicológicos tales como la autoeficacia, menor distracción y mejora de la función cognitiva (Guszkowska, 2004). Para efectos de la presente investigación, se utilizaron actividades enfocadas en las cualidades físicas que las participantes refirieron como importantes para su diario vivir, tales como la fuerza, la resistencia cardiorespiratoria, la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación. Fuerza Para Morales y Guzmán (2003), la fuerza es un elemento común de la vida diaria, pues cada actividad humana, desde el movimiento más simple, requiere de su utilización. Por ello, tanto en el deporte como en el trabajo cotidiano, existe un cierto tipo de producción de fuerza. Entre los 30 y los 80 años se pierde un 30 a 40% de la masa muscular. Dicha pérdida no es lineal y se acelera con la edad. La fuerza muscular disminuye asimismo con los años, ya que las fibras tipo II (rápidas) disminuyen más que las fibras tipo I y las unidades motoras reducen su densidad (Sternfeld, Ngo y Satariano, 2002). Las caminatas ligeras no serán suficientes, si se desea conservar el tono muscular, la salud ósea, el equilibrio y la postura a medida que envejece. Si no está involucrado en un entrenamiento de fuerza o resistencia, es probable que la funcionalidad corporal disminuya con la edad y cobre un alto precio en la calidad de vida de la persona adulta mayor. Curiosamente, el entrenamiento de fuerza, incluso tiene un efecto benéfico sobre la expresión génica. No solo ha demostrado retrasar el envejecimiento celular, sino en realidad puede revertir la expresión génica en niveles juveniles. En las personas de la tercera edad que hacen entrenamiento de fuerza, el reloj de los genes puede girar hacia atrás hasta en una década. (Roubenoff, 2003). Resistencia cardio-respiratoria Con respecto a la resistencia cardio-respiratoria, esta se puede definir como la capacidad para realizar tareas moderadas que impliquen la participación de grandes masas musculares durante periodos de tiempo prolongados. Se basa en la capacidad funcional del aparato circulatorio y respiratorio de ajustarse y recuperarse de los efectos del ejercicio muscular. (Rodríguez, 1995). 28 La caída del gasto cardiaco, la pérdida de la masa muscular y la disminución de la capacidad oxidativa muscular observada en ancianos sedentarios, provocan una pérdida en la capacidad aeróbica máxima a razón de 1% al año. (Flegg y Lakatia, 2009). Una actividad aeróbica es aquella que requiere de ejercicio continuo de varios grupos musculares para aumentar la frecuencia cardiaca sobre su nivel en reposo por un periodo sostenido de tiempo. Este tipo de ejercicio tradicionalmente se ha recomendado para los ancianos sanos y en el tratamiento de enfermedades crónicas. La intensidad del ejercicio aeróbico se reporta como consumo de oxígeno máximo (VO2max) o frecuencia cardiaca máxima (FCmax) (Evans, 1999). La fuerza que se aplica en las articulaciones durante el ejercicio aeróbico es lo que determina el alto o bajo impacto. El nivel de impacto para efectos de esta investigación se definió según las capacidades de cada adulta mayor participante. Flexibilidad Durante mucho tiempo, los estudios sobre flexibilidad estuvieron orientados hacia el entrenamiento deportivo, sin embargo, actualmente, el énfasis en este tema ha cambiado. Según Araujo y Araujo (2000), hoy la flexibilidad es estudiada como una de las principales variables de la condición física relacionada con la salud. Tal hecho es señalado por Coelho y Araujo (2000), al afirmar que en los programas de ejercicio físico, la flexibilidad empieza a tener más reconocimiento y valor en la actividad física prescrita para población adulta mayor. La flexibilidad es una cualidad muy importante para la salud y el deporte. El envejecimiento y el sedentarismo tienden a reducir el rango de movimiento articular o movilidad de nuestras articulaciones. Con el tiempo, esta pérdida puede afectar la capacidad para desarrollar actividades de la vida diaria como agacharse o estirarse a coger cosas. Un programa de flexibilidad o estiramientos realizado de forma regular puede detener e incluso hacer regresar estas pérdidas. Sánchez et al (2001), Di Cesare (2000), y Annicchiarico (2002), señalan que una buena flexibilidad permite: 1) Limitar, disminuir y evitar el número de lesiones, no solo musculares, sino también articulares 2) Facilitar el aprendizaje de la mecánica 29 3) Incrementar las posibilidades de otras capacidades físicas como la fuerza, velocidad y resistencia (un músculo antagonista que se extiende fácilmente, permite más libertad y aumenta la eficiencia del movimiento) 4) Garantizar la amplitud de los gestos técnicos específicos y de movimientos más naturales 5) Realizar y perfeccionar movimientos aprendidos; economizar los desplazamientos y las repeticiones 6) Desplazarse con mayor rapidez cuando la velocidad de desplazamiento depende de la frecuencia y amplitud de zancada 7) Reforzar el conocimiento del propio cuerpo 8) Llegar a los límites de cualquier región corporal sin deterioro de esta y de forma activa Annicchiarico (2002), indica que el mantenimiento de posturas incorrectas durante períodos prolongados trae como consecuencia una pérdida de extensibilidad y elasticidad de los músculos, lo que supone una pérdida de flexibilidad. Equilibrio El equilibrio es la capacidad de permanecer en posición vertical y constante al estar inmóvil, como al pararse o sentarse, o durante el movimiento. La pérdida de la capacidad de equilibrio puede estar vinculada con un aumento del riesgo de caídas, mayor dependencia, enfermedades y a veces la muerte prematura (Sáez, 2005). Los cambios en los sistemas corporales que intervienen en el equilibrio son una consecuencia inevitable del envejecimiento. Aunque algunos de los cambios que se producen en cualquiera de estos sistemas, no tengan un efecto evidente en la ejecución de las tareas relacionadas con el equilibrio en entornos variados, otros cambios, en especial los que afectan múltiples sistemas, no solo influirán en el tipo de estrategia que se use para realizar ciertas tareas, sino también si se opta o no por llegar a realizarlas. Esta estrecha asociación entre las deficiencias del equilibrio y el aumento de las caídas sugieren la necesidad de establecer programas basados en actividades que se centren específica y sistemáticamente en mejorar las múltiples dimensiones del sistema del equilibrio, en especial de los ancianos. Los espacios preparados para realizar estas tareas también se pueden variar dependiendo de la gravedad de los cambios debido al envejecimiento que se experimente, disminución de la agudeza visual, la acomodación, el 30 tiempo de reacción, la marcha oscilante, los trastornos reflejos de enderezamiento del cuerpo. Equilibrio es definido por Debra (2005, p. 74) como “el proceso por el cual controlamos el centro de masa del cuerpo respecto a la base de sustentación, sea estática o dinámica”. En la vejez, mantener un alto nivel de equilibrio es fundamental para posibilitar la ejecución de actividades básicas de la vida, tales como sentarse y pararse, subir y bajar escaleras, ya que ello constituye la base de una vida activa y sana. Coordinación Según Jiménez y Jiménez (2002), la coordinación es aquella capacidad del cuerpo para aunar el trabajo de diversos músculos, con la intención de realizar determinadas acciones. Para Torres y Ortega (1993, p.18) la coordinación motriz se refiere al “conjunto de capacidades que organizan y regulan de forma precisa todos los procesos parciales de un acto motor en función de un objetivo motor preestablecido”. Dicha organización se ha de enfocar como un ajuste entre todas las fuerzas producidas, tanto internas como externas, considerando todos los grados de libertad del aparato motor y los cambios existentes de la situación. En el aspecto fisiológico, la coordinación del movimiento se fundamenta en una coordinación de todos los procesos (por ejemplo, la coordinación muscular y nerviosa) puestos en marcha en el organismo para la realización de un propósito determinado, siguiendo un orden natural fijo (Gunningham, 2001). En la etapa de adultez mayor, el entrenamiento de la coordinación motora es de vital importancia, pues es una de las capacidades (junto al equilibrio) que definirán la acción, hasta el punto de que una deficiencia o anomalía en el desarrollo o mantenimiento de cualquiera de ellas, limitará o incluso impedirá una ejecución eficaz, y por lo tanto, tendrá implicaciones en la realización de movimientos más estructurados como lo son la caminata, llevando a la persona mayor al sedentarismo y todas las implicaciones de este sobre su calidad de vida (García, 2006). 5. Alimentación Saludable Envejecer se constituye en un proceso cambiante tanto en el nivel fisiológico como social. En un sentido más amplio, se puede asumir que el envejecimiento resulta de la suma de todos los cambios que ocurren a través del tiempo en todos los organismos desde su concepción hasta su muerte (Cardona, Estrada y Agudelo, 2002). 31 Estos cambios experimentados por el adulto mayor, pueden ser modificados por los patrones de alimentación y el estado nutricional. Los hábitos alimentarios inadecuados, se convierten en un factor de riesgo importante de morbilidad y mortalidad, contribuyendo a una mayor predisposición a infecciones y a enfermedades crónicas asociadas con el envejecimiento lo que disminuye la calidad de vida de este colectivo humano (Rubio, 2002). Algunos cambios del envejecimiento que inciden en la alimentación y en el estado nutricional del adulto mayor son: (Aranceta, 2002., Zayas, 2004., Alemán y Pérez, 2003). • Factores físicos como problemas de masticación, salivación y deglución, discapacidad y minusvalía, deterioro sensorial, hipofunción digestiva. • Factores fisiológicos como disminución del metabolismo basal, trastornos del metabolismo de hidratos de carbono de absorción rápida, cambios en la composición corporal, interacciones fármacos - nutrientes, menor actividad física, soledad, depresión, aislamiento y anorexia. • Factores psicosociales: pobreza, limitación de recursos, inadecuados hábitos alimentarios. Estos aspectos contribuyen a la fragilización del individuo, entendida esta como una condición que se encuentra con frecuencia y genera una morbilidad y mortalidad importante. Dichos factores sumados al bajo consumo de calorías y nutrientes aumentan el riesgo de deficiencias nutricionales en este grupo de edad. El objetivo de una adecuada alimentación en la persona adulta mayor, es mantener un estado óptimo de salud, que permita cubrir las necesidades nutricionales para evitar deficiencias, mantener el adecuado peso corporal, retardar la ocurrencia o progresión de enfermedades relacionadas con nutrición y evitar la ingesta excesiva de algunos nutrientes. Las necesidades energéticas en el anciano son menores que en el joven, debido fundamentalmente, a la disminución de su masa muscular y de su actividad física. Se ha observado que al menos el 40% de los ancianos de más de 70 años ingieren menos de 1500 calorías por día. Sin embargo, este aporte energético es insuficiente para cubrir las necesidades de micronutrientes, así como para mantener un cierto grado de actividad física (Moreiras, 1995). 32 Con respecto al consumo de proteínas durante la etapa de adultez mayor, Gilmore y Robinson (1995), afirman que el aporte de proteínas en el anciano puede verse comprometido debido a múltiples causas, tales como los trastornos de la masticación, cambios en las apetencias, coste elevado de los alimentos proteicos, alteraciones digestivas y procesos patológicos intercurrentes. Algunas consecuencias de la ingesta insuficiente de proteínas son: • Disfunción del sistema inmunitario • Mala evolución de la enfermedad • Aparición de edemas y úlceras de decúbito • Mayor número de infecciones urinarias, respiratorias y de las heridas • Mayor pérdida de masa muscular • Astenia, depresión e inmovilidad Con respecto al grupo de las grasas, el adulto mayor necesita un aporte de grasa adecuado como fuente de energía, vehículo de vitaminas liposolubles y también para mejorar la palatabilidad de la dieta. Las grasas deben aportar como máximo el 35% de la energía de la dieta con una distribución de <10% de ácidos grasos saturados, ≤10% de poliinsaturados y el resto como monoinsaturados. El aporte de colesterol no debería sobrepasar los 300 mg/día (Moreiras, 1995) Las dificultades de masticación pueden provocar un rechazo de las frutas y verduras crudas con la consiguiente disminución de la ingesta de fibra. La falta de fibra puede agravar algunos de los problemas frecuentes en el anciano como el estreñimiento, el uso de laxantes y la diverticulitis (Moreiras, 1995). Por ello, en el anciano es importante procurar un aporte adecuado de fibra a partir de frutas, verduras y leguminosas (15-20 g/día). Las vitaminas son sustancias imprescindibles para el buen funcionamiento del organismo. Ya que el hombre es incapaz de sintetizarlas, es necesario que su aporte a través de la dieta sea adecuado y suficiente. En el anciano existen numerosas causas que favorecen la aparición frecuente de déficits vitamínicos, tales como: • Aporte calórico insuficiente. • Dietas excesivamente restrictivas en grasas. • Rechazo de frutas y verduras. 33 • Disminución del apetito. • Mala preparación y conservación de los alimentos. • Excesivo uso de laxantes. • Polimedicación. • Patología aguda y/o crónica. El aporte de minerales puede verse comprometido en el anciano, debido a las mismas causas que en el caso de las vitaminas: menor apetito, dificultad de masticación, alteraciones endocrinas, digestivas y renales, e interacción con fármacos. El anciano suele beber menos agua como consecuencia de la pérdida de la sensación de sed y de frecuentes alteraciones de la deglución o disfagia. Para evitar las complicaciones de la deshidratación y asegurar una hidratación adecuada es imprescindible potenciar la ingesta regular de agua y de otros líquidos como zumos y sopas (González y Gutiérrez, 1994). En los casos en que existe disfagia, es muy útil poder aumentar la consistencia de los líquidos mediante el empleo de espesantes. En esta temática de la alimentación saludable, se contó con la participación de la Dra. Natalia Valverde, con la exposición de los 10 pasos de la alimentación saludable, basados en los requerimientos para una alimentación balanceada y variada en la etapa de la adultez mayor. 6. Estimulación Cognitiva A lo largo del ciclo vital, las funciones cognitivas experimentan una serie de cambios, estos cambios pueden traducirse con la presencia de déficits cognitivos o de pérdida de memoria, que interfieren en la realización de actividades complejas (Puig, 2001). Sin duda, el deterioro cognitivo, el cual según Franco y Criado (2002), es toda alteración de las capacidades mentales superiores (la memoria, juicio, razonamiento abstracto, concentración, atención, praxias), es un tema de gran importancia, que comporta implícitamente una serie de limitaciones en referencia a la autonomía y calidad de vida de los ancianos afectados. Las personas mayores tienen un riesgo elevado de padecer alguna enfermedad que repercuta en el estado de su cognición y este riesgo aumenta cuando las condiciones ambientales son poco estimulantes (Pascual, Barlés, Laborda y Loren, 1998). De ahí, la importancia de tomar la Psico-estimulación Cognitiva como un proceso de mejoramiento 34 en la calidad de vida de las personas, a las cuales se les aplique procesos de estimulación de las funciones cognitivas: atención, memoria, comprensión, orientación temporal, espacial. Es necesario realizar intervenciones que aseguren una adecuada adaptación del adulto mayor a los cambios ambientales, suministrándole mecanismos para que adquieran estrategias compensatorias y le ayuden a mantener su competencia social. Mencionan Pascual et al. (1998) que existe una serie de factores de riesgo que favorecen el deterioro cognitivo, el principal de ellos es la edad. El envejecimiento es un proceso de deterioro generalizado del individuo en el que por diferentes procesos los tejidos van degenerándose, “... hay una limitación de la renovación celular y una ralentización de la mayor parte de los procesos” (Arriola e Inza, 1999 p. 45) Sin embargo, dicha degeneración no se debe solamente al proceso de envejecimiento centrado en lo biológico, sino que este deterioro depende de otros factores, tales como el ambiental, social y familiar, pero especialmente del grado de estimulación que se reciba de estos ámbitos. Las experiencias de vida guardan una relación muy estrecha con el deterioro, el hecho de tener una salud frágil, una educación pobre, la presencia de algún tipo de patología, una falta de motivación, entre otras, puede ser motivo de interferencia en la adecuada manifestación de las funciones intelectuales. Pero no solo se relacionan estos factores, sino que parte del decremento atribuido a la edad también puede ser debido simplemente a la falta de estimulación cognitiva (Puig, 2000). Se tiene conocimiento de que las personas que reciben pocos estímulos del entorno, padecen más rápidamente el declive de las facultades mentales que personas expuestas a grandes estimulaciones sensoriales (Calero, 2003), es decir que entre una mayor estimulación cognitiva mayor autonomía tendrá la persona. Arriola e Inza (1999), mencionan que el cerebro humano es una máquina de una capacidad difícilmente imaginable y extraordinariamente compleja, con unas prestaciones que superan de forma incomparable al más potente de los ordenadores, pero que a su vez mantiene un buen funcionamiento en un delicadísimo equilibrio. Hay una gran cantidad de factores que a lo largo de la vida, pueden alterar ese funcionamiento, pero la vejez es con diferencia y motivos obvios, la etapa de mayor fragilidad y vulnerabilidad en este sentido. El adulto mayor con algún deterioro cognitivo puede beneficiarse con la estimulación cognitiva, siendo evidente como primer resultado una mejora en la calidad de vida y se 35 disminuye así, el riesgo a que este deterioro empeore. En las personas de la tercera edad,…”los procesos cognitivos en la senectud se caracterizan por su plasticidad neuronal” (Puig, 2000 p. 31), ya que se ha comprobado que existe una capacidad de reserva en el organismo humano que puede ser activado durante la vejez para compensar o prevenir el declive, es decir, que en edades avanzadas la cognición es entrenable y potenciable. Duelo El duelo es un conjunto de reacciones emocionales, un método de solucionar las pérdidas y de curación y recuperación: es una reacción de las personas que rodean a la persona afectada y que les determina. Este término lo introdujo Freud en 1917, no solo como una reacción ante la muerte de un ser querido, sino que puede surgir ante pérdidas menos obvias, ante muchos cambios de la vida de una persona. La Teoría Integradora del Duelo propuesta por Catherine M. Sanders (1989), especifica las cinco fases del proceso de duelo. Fase 1 shock. Se produce tanto si la pérdida es súbita e inesperada, como si es anticipada. Existen unos factores que influyen en la longitud e intensidad de esta fase, como son: grado de unión, circunstancias de la muerte, y existencia o no de personas de apoyo. Las características son: incredulidad, negación, desvalimiento y estado de alarma (“No puede ser, estoy soñando, no ha ocurrido nada”). Las manifestaciones que aparecen puede ser astenia, anorexia, pérdida de fuerza muscular, lamentos, temblor incontrolado, respuesta sobresaltada, alteración del sueño, funcionar como un autómata, egocentrismo, distanciamiento psicológico: es espectador. Fase 2 Conciencia de la pérdida. El individuo en duelo se queda con el dolor agudo de la pérdida. Las características generales que predominan son: ansiedad de separación, conflictos, exteriorización de estrés prolongado. Las manifestaciones que pueden existir son : sentimientos de culpa, cólera y protesta hacia los “responsables “ de la muerte, anhelo, llanto, frustración, vergüenza, hipersensibilidad, sueños, incredulidad, negación, buscar y sentir la presencia de la persona perdida: ver , soñar y hablar con la persona fallecida. 36 Surge la necesidad de retirarse y conservar la energía, pasando a la fase 3. Fase 3 Conservación y retiro. Comienza a percatarse de que la persona perdida no volverá. El individuo afligido se desmorona y se vuelve desorganizado, depresivo e incapaz de realizar las tareas cotidianas. Las características de esta etapa son: retiro, desesperación, apoyo social disminuido y desvalimiento. Las manifestaciones especí