ISSN: 0304-3703 REVISTA DE ANTROPOLOGÍA del MUSEO NACIONAL DE COSTA RICA Volumen 43 (1-2) SAN JOSÉ, COSTA RICA 2023 FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 9 LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS DE LOS ACTUALES TERRITORIOS DE COSTA RICA Y PANAMÁ ANTES Y DESPUÉS DE LA CONQUISTA. PERVIVENCIAS Y MODIFICACIONES Patricia Fernández Esquivel Escuela de Antropología Universidad de Costa Rica Palabras clave: metalistería, sociedades originarias, exploración y colonización ABSTRACT In the current territories of Costa Rica and Panama, early societies developed metalworking in an outstanding way since the ninth century. Throughout the sixteenth century, the strategies implemented by the Spaniards for obtaining gold objects and searching for gold deposits varied, depending on those areas explored and colonized. This article compares the archaeological information related to the production and use of gold objects with the documentated information written in the sixteenth century in order to identify prevalence and modifications related to the production and use of gold objects in the indigenous societies in the sixteenth century. Key words: metalworking, early societies, exploration and colonization Patricia Fernández patricia.fernandezesquivel@ucr.ac.cr ISSN: 0304-3703 RESUMEN En los territorios actuales de Costa Rica y Panamá, las sociedades originarias desarrollaron la metalistería de manera sobresaliente a partir del siglo IX. A lo largo del siglo XVI, las estrategias implementadas por los españoles para la obtención de los objetos de oro y la búsqueda de yacimientos de oro variaron a lo largo del siglo en función de las áreas exploradas y colonizadas. Este artículo confronta la información arqueológica relacionada con la producción y uso de los objetos de oro con la información documental escrita del siglo XVI con el objetivo de identificar pervivencias y modificaciones relacionadas con la producción y uso de los objetos de oro en las sociedades originarias en el siglo XVI. LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS10 INTRODUCCIÓN El sur de América Central comprende los actuales territorios de Costa Rica y Panamá en cuya historiografía ha sido poco tratado el tema relacionado con la metalistería desde el punto de vista de continuidad histórica en los siglos previos a la conquista, así como durante el proceso de conquista que en el caso del área de estudio se dio a lo largo del siglo XVI. Diversos sitios arqueológicos presentan evidencias de objetos de oro correspondientes a diferentes períodos que varían entre las primeras décadas del siglo II y con mayor preponderancia a partir del siglo IX y hasta la época de contacto en el siglo XVI. Se documenta en contextos funerarios, objetos de oro a partir de la primera centuria de nuestra era en la región de la bahía de Parita en Panamá1 (Bray, Cooke y Redwood 2021). Los primeros objetos de oro documentados tanto en Costa Rica como en Panamá procedían del noroccidente de la actual Colombia como resultado de conexiones mantenidas a lo largo de varias centurias por las distintas comunidades que se asentaron a lo largo de esta región (Bray 1992; Cooke y Bray 1985; Falchetti 1993). Durante al menos los siglos IV a VIII, se dio un traslape de uso entre los objetos de oro y los de jade (incluyendo el "jade social") en sitios arqueológicos ubicados en el noroeste, llanuras del norte y tierras bajas caribeñas de la actual Costa Rica (Guerrero 1998; Herrera y Solís 2017; Stone y Balser 1965). Una situación similar habría sucedido con grupos asentados en la bahía de Parita en Panamá, con ornamentos elaborados en conchas Pinctada y Spondylus (Cooke y Sánchez 1997; Isaza 1993) y a partir del siglo IX, los objetos de oro cobran predominancia como ofrenda funeraria en el sur de América Central (Bray, Cooke y Redwood 2021; Fernández 2021). De manera general, sin perder las particularidades de las comunidades asentadas en la región en estudio, se identifica que a partir del siglo VIII se acentuaron los procesos de nucleación incrementándose la jerarquización territorial y se hace evidente la diferenciación social y de estatus. Ejemplo de ello, es la consolidación de comunidades con poder político como Guayabo de Turrialba (Alarcón 2018), Las Mercedes (Vázquez y Rosenswig 2016), Nuevo Corinto (Salgado et al. 2022), Rivas (Quilter 2004) y Finca 4 (Corrales 2021) en Costa Rica, así como los sitios Conte (Erickson y Fenton 2021) y El Caño (Mayo et al. 2021) en Panamá, por mencionar los más destacados. La presencia de comunidades altamente complejas da cuenta de la utilización de bienes que acrecentaban y consolidaban la diferenciación social; estimulando FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 11 cambios en la interacción, favoreciendo alianzas con aldeas proveedoras de materias primas, acceso a centros de manufactura y distribución de objetos diversos, entre los que destacan los elaborados en oro. En este contexto de complejidad sociopolítica, los objetos de oro durante los siglos IX al XV fueron producidos y utilizados por las poblaciones autóctonas. A partir del siglo XVI con la llegada de los españoles a los actuales territorios de Costa Rica y Panamá, las sociedades originarias entraron en contacto con nuevos actores en donde los objetos de metal continuaron produciéndose y utilizándose, sin embargo, los procesos de exploración y conquista incidieron de manera directa en esta producción debido a la materia prima utilizada. El propósito de este artículo es contrastar la documentación etnohistórica relativa al oro en el contexto de las sociedades originarias en el siglo XVI en el proceso de exploración y conquista para identificar modificaciones y pervivencias en torno a la producción y uso de objetos de oro de las poblaciones originarias durante los siglos IX al XV. En relación con los datos arqueológicos de Costa Rica y Panamá relacionados con la metalistería en las sociedades originarias, se recurrió a los informes de campo producto de proyectos de investigación, artículos publicados de estas investigaciones y tesis de maestría y doctorado. Para la obtención de datos correspondientes al siglo XVI, se revisaron crónicas donde se pudo analizar las primeras observaciones españolas narradas por testigos presenciales de los hechos relatados en el momento en que ocurrieron, así como de acontecimientos contados por cronistas contemporáneos en versiones impresas de las llamadas Colecciones Documentales, además de fuentes primarias provenientes del Archivo General de Indias en Sevilla (Serie Panamá) y en el Archivo Nacional de Costa Rica (Serie Complementario Colonial). Se expone la información arqueológica y etnohistórica en orden cronológico y regional con la finalidad de poder identificar pervivencias y modificaciones relacionadas con la producción y uso de los objetos de oro por parte de las poblaciones originarias. LOS RECURSOS MINERALES Y METÁLICOS DE ORO Y COBRE Los depósitos minerales en Costa Rica y Panamá se relacionan con el proceso tectónico, específicamente con la formación de rocas volcánicas correspondientes a diferentes períodos de formación geológica, en concreto rocas andesíticas y basálticas (Chaves 1985; Cigolini y Chaves 1986; Weyl 1980), que son las más antiguas y se localizan en la costa pacífica de Costa Rica, en la LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS12 península de Azuero y en el oriente de Panamá (Nelson 2007). A partir de la actividad magmática y el afloramiento de estas formaciones rocosas se da la presencia de yacimientos minerales y metálicos de oro y cobre. Los métodos de explotación de los yacimientos minerales se relacionan con el tipo de yacimiento, por lo que, en el contexto de este artículo, se requiere comprender las formas de explotación de estos yacimientos, dado que pueden ser identificadas en las descripciones dejadas por los españoles en el siglo XVI. Así en la literatura geológica se han definido dos tipos de yacimientos, los primarios y los secundarios. Los yacimientos primarios o magmáticos se forman a partir del magma de los volcanes (Meléndez y Fuster 1978: 517) cuando el agua a alta temperatura disuelve los metales contenidos en las rocas y los deposita en grietas formado filones o vetas (Bates y Jackson 1984: 551). En Costa Rica y Panamá los yacimientos primarios más comunes son los epitermales, los que se formaron a una temperatura entre los 100 y 300 ºC y a una profundidad de hasta dos kilómetros; los cuales se presentan en forma de vetas dentro de fallas geológicas (Chaves y Sáenz 1974: 28). En los yacimientos de tipo epitermal también se forman el cobre, que pueden presentarse en forma de cobre nativo, minerales de cobre y cobre porfídico (Durando 1961; Ferenčić 1971; U.S. Geological Survey 1987). El cobre también se puede obtener a partir de minerales en yacimientos de vetas polimetálicas, en forma de carbonatos de cobre. En Costa Rica este tipo de yacimientos se localizan en Talamanca y en la fila costeña, al sureste del país (Chaves 1985; OEA 1978) y en Panamá en la península de Azuero (Ferenčić 1971). Por su parte, los yacimientos secundarios se originan como resultado de la alteración de los yacimientos primarios, en zonas superficiales de la corteza terrestre, concentrados posteriormente por medios de alteración meteórica y/o erosión. Los procesos de alteración que sufren los yacimientos primarios producen importantes yacimientos secundarios de oro y cobre (Boyle 1987); tal es el caso de los placeres. En el lugar de destrucción de las fuentes originales se forman los placeres eluviales y cuando este material se desplaza por la pendiente se forma un placer diluvial y cuando este material es acarreado por los ríos, forma los placeres aluviales (Smirnov 1982). En las penínsulas de Osa y Burica en Costa Rica existen este tipo de yacimientos, el oro se presenta en forma de pepitas, granos o escamas. De acuerdo con Singer y colaboradores (1990) en estas penínsulas se conocen más de 45 placeres aluviales. En Panamá, los yacimientos de oro de placer se encuentran asociados a la erosión de los filones que han originado arenas FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 13 auríferas, las cuales pueden encontrarse en los aluviones del río Pásiga, Tigre y Patio Bonito que provienen de la serranía de Majé y desaguan en el Pacífico; así como los ríos Turquesa, Balsas, Marea y Sábalo que descienden de las serranías del Darién, así como varios ríos en la península de Azuero y golfo Moskitiano en el Caribe (Nelson 2007). En la región en estudio, los recursos minerales y metálicos de oro y cobre se distribuyen en función de los procesos geológicos como los mencionados con anterioridad, por lo que su localización y explotación por parte de las poblaciones originarias y por los conquistadores españoles estuvo parcialmente supeditada a la ubicación de estos yacimientos. En el caso de las poblaciones originarias, existe poca documentación arqueológica sobre los procesos de extracción minera de los yacimientos de oro y cobre en la zona en estudio previo a la llegada de los españoles en el siglo XVI, los pocos datos existentes proceden de Panamá2. Ante esta limitación, los estudios de composición geoquímica de los objetos de metal de Costa Rica y Panamá han permitido identificar la utilización del oro, del cobre y las aleaciones de oro y cobre para la manufactura de objetos (Durando 1961; Lothrop 1937; Scott 1983). De acuerdo con análisis químicos realizados por la autora con muestras de oro y cobre primario y secundario, se identificó que existen diferencias geoquímicas entre los oros veta y los oros aluviales, así como entre los cobres nativos y los de vetas polimetálicas de Costa Rica y Panamá; aspecto que permitió identificar en los objetos de metal la utilización de distintas fuentes que incluye pepitas de Costa Rica y Panamá, oro de vetas así como cobres nativos y cobres obtenidos a partir de minerales de cobre (Fernández 2011)3. Por su parte, análisis llevados a cabo por medio de técnicas de análisis no invasivas en objetos de oro procedentes de Panamá pertenecientes a distintas colecciones, mostraron contenidos de cobre de hasta un 50%, por lo que fuentes de oro y cobre fueron utilizadas para la manufactura de estos objetos (Beaubien, Cobb y Harrison 2021; Harrison y Beaubien 2010). Pese a los pocos datos con que se cuenta, puede argumentarse que las poblaciones autóctonas de los actuales territorios de Costa Rica y Panamá llevaron a cabo labores de extracción de oro y cobre obtenidos de distintos tipos de yacimientos, recursos que se encuentran disponibles tal y como se ha mencionado. LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS14 ELABORACIÓN Y USO DE LOS OBJETOS DE ORO ENTRE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS EN LOS SIGLOS IX AL XV Para el caso de Costa Rica y Panamá las técnicas de manufactura empleadas son muy similares a las utilizadas en el noroccidente colombiano (Perea et al. 2013), pero existen adaptaciones regionales que tienen que ver en la mayoría de los casos por el tipo de piezas elaboradas y la preferencia del uso del oro y el cobre en distintos grados de aleación. Con estos metales y su aleación en distintas proporciones (Beaubien, Cobb y Harrison 2021; Fernández 2011) se hicieron objetos con diversas formas, para ello se emplearon dos técnicas de manufactura: el martillado y el vaciado o fundición. La técnica de martillado consiste en golpear ya sea directamente pepitas libres de impurezas como el cuarzo, así como tejuelos de oro, de cobre o en aleación oro-cobre, con un martillo de piedra. Se emplean herramientas hechas en piedra, hueso y maderas duras en forma de cinceles para cortar y repujar, punzones para perforar, delinear y marcar, así como buriles para grabar (Carcedo 1998). Con esta técnica se manufacturaron objetos como cuentas, colgantes, diademas, brazaletes y placas en diversas formas geométricas y tamaños. La técnica de vaciado o fundición consiste en verter metal fundido en un molde, que, en el caso de la región en estudio, se empleó el método de la cera perdida. Con cera de abejas se modelaba el objeto a obtener, el cual posteriormente era recubierto con una capa de arcilla refractaria, que una vez endurecida, se colocaba al fuego para que la cera se derritiera y pudiera ser retirada. El metal líquido o fundido se vertía por la cavidad ocupada originalmente por la cera. Solidificado el metal, la cubierta de arcilla se retiraba, por lo que, con este método se obtenían piezas únicas (Ammen 1977). En algunas ocasiones a los objetos aleados con cobre se le sometió a un tratamiento de enriquecimiento superficial conocido como dorado por oxidación, con el cual se obtenía una capa dorada homogénea en la superficie, el cual permitía obtener distintos tonos de dorado (Fleming 1992; Scott 1983; Zucchiatti et al. 2014). Las técnicas de manufactura utilizadas identificadas a través de los objetos, indica que esta era una labor que requirió de un conocimiento especializado, además de destrezas y habilidades muy particulares. Conocer las propiedades físicas de los diferentes metales era fundamental para poder concluir con éxito un proceso de manufactura y en algunos casos las personas orfebres podrían tener un tratamiento social distinto. FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 15 Cooke y Bray (1985) comentan que cerca del sitio El Caño en Panamá, en 1951 se saqueó lo que podría ser la tumba de un orfebre, dado que éste tenía como ofrenda siete hornillas colapsadas, moldes, arena de río con lascas de oro y pedazos de cobre, así como orejeras de oro como parte de la ornamentación. La condición social distintiva de los orfebres puede ser respaldada por lo documentado en otro sitio arqueológico en Panamá, El Hatillo (HE-4), donde unas pocas casas de élite entre los años 1300 y 1522 de nuestra era, tuvieron acceso a cinceles de piedra pulida y azuelas que pudieron haberse usado para la elaboración de objetos de oro (Menzies 2009). En este sentido, Menzies y Haller (2012), sugieren que en El Hatillo, los orfebres residían o trabajaban en las casas de élite o ellos mismos era parte de esta. El hecho de que tejuelos o botones fundidos de oro y cobre hayan sido depositados como ofrendas funerarias en enterramientos como los de Finca 4 en el sureste de Costa Rica (Stone 1967) y sitio Conte en la provincia de Coclé en Panamá (Lothrop 1937), sugiere que estos metales fueron depositados como un bien apreciado o representativo del trabajo de una persona que ejercía la minería o la orfebrería. Como ya se mencionó, posterior al siglo IX, se intensifica la producción y uso de objetos de metal en los actuales territorios de Costa Rica y Panamá desarrollándose estilos particulares aunque manteniendo elementos tecnológicos y estilísticos que son comunes al área en estudio (Bray, Cooke y Redwood 2021). Así, para el Pacífico Norte de Costa Rica, son muy pocos los objetos de oro documentados posterior al siglo IX, tal es el caso de los sitios Jícaro (1160 - 1289 n.e) (Solís y Herrera 2011) y La Cascabel (800 - 1350 n.e.) (Aguilar 2012), comunidades ubicadas en la zona del golfo de Papagayo. Pese a las pocas piezas documentadas en el Pacífico Norte, en una recolección de superficie, se encontró un fragmento de molde de arcilla con una figura de rana, asociado a materiales cerámicos de mediados del siglo XIV al XV (Lange 1980). En el Caribe Central de Costa Rica, escasos objetos de metal se han registrado en contexto arqueológico, pero de manera general puede decirse que se caracterizan por ser de tamaño pequeño, entre los 3 y 5 centímetros en formas que varían entre figuras humanas, aves, ranas y otros animales como armadillos y felinos (Aguilar Piedra 1972; Stirling y Stirling 1997; Stone y Balser 1965). Los objetos de metal del sureste de Costa Rica se relacionan con los de las zonas altas de Chiriquí en Panamá. Elementos comunes son las figuras humanas con máscaras de animales enmarcadas por diseños con cordones o placas en la LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS16 parte superior e inferior de la figura, así como aves de gran tamaño y ranas, y una producción significativa de ornamentos como: discos, diademas y cuentas de collar (Aguilar Piedra 1972). Una cantidad importante de este tipo de objetos han sido documentados en los sitios Rivas - Panteón de la Reina (Quilter 2000), así como en Finca 4 (Lothrop 1963), Jalaca (Stone 1962) entre otros en Costa Rica y en Panamá, como los procedentes de sitios como Las Huacas (Lothrop 1948) y Bugaba (MacCurdy 1911). En la Región Central de Panamá, destacan los hallazgos de los sitios Conte y El Caño los cuales se caracterizan por la presencia de cascos, colgantes circulares, diademas, cuentas de collar y engastes de oro en figuras de animales hechas en piedras verdes (Bray, Cooke y Redwood 2021). En varios sitios arqueológicos de la bahía de Parita en Panamá, se han documentado figuras humanas solas o en parejas que a veces tienen rostros de animales, son guerreros que muestran armas y en ocasiones tienen colgados de sus cuellos cabezas humanas (Bray 1992); mientras que en Bajo Chitrá, Cooke excavó un fragmento de disco cuyos diseños no están presentes en Conte ni en El Caño (Cooke et al. 2003), aunque discos como el de Bajo Chitrá, son muy similares a los documentados en sitios arqueológicos del Pacífico Sur y Caribe Central de Costa Rica (Aguilar Piedra 1972). Debido a homogeneidad mostrada en cuanto a criterios de manufactura, aleaciones utilizadas y morfología de los objetos de metal (Bray, Cooke y Redwood 2021; Fernández 2021), los pocos datos contextuales indican que la mayoría de ellos fueron producidos y utilizados en las regiones donde se les ha documentado. Los lugares de producción no necesariamente debieron haber estado ligados a las fuentes de materia prima, dado que, las relaciones mantenidas por distintas comunidades propiciaron el movimiento de materias primas, así como de objetos acabados en donde rutas terrestres, fluviales y maríticas habrían sido utilizadas para su desplazamiento (Fernández 2011). Identificar los contextos sociales en que se utilizaron los objetos de oro previo al siglo XVI, se limita a lo que puede inferirse de los contextos donde se han documentado arqueológicamente. Estas evidencias, aunque escasas, son relevantes dado que ejemplifican el acceso a objetos de metal por parte de distintos actores. Por ejemplo, la identificación de mujeres que ostentaban cargos distintivos; como el documentado en uno de los enterramientos del sitio Jícaro. Una mujer con una edad entre los 35 a 45 años tenía como parte de la ornamentación corporal, un brazalete confeccionado con cuentas de resina, perlas, piedra y una cuenta laminada en oro, así como otra cuenta laminada en oro que se localizó cerca de este brazalete (Solís y Herrera 2011). FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 17 Para las tierras bajas del Caribe Central de Costa Rica, en el sitio Las Mercedes, de acuerdo con las descripciones dejadas por Skinner (1926: 456), los objetos de oro depositados como ofrendas en cantidades importantes estuvieron reservados para ciertas personas, como distintivo de su cargo o de su rango social; pero también, pudieron haberse usado como distintivos de clanes o de algún oficio asociado a una representación en particular, tal es el caso de colgantes en forma de armadillo depositados en la parte superior del relleno de cinco enterramientos sin perturbar en Las Mercedes. En el Valle Central de Costa Rica, las pocas piezas que se han hallado en excavaciones arqueológicas denotan un patrón de ofrenda de pieza única. Así, por ejemplo, sucede en los sitios Palo Campano, Llorente y La Itaba; aunque los conjuntos de ofrendas que acompañaban estas piezas de oro sugieren que fueron depositadas a personas que ostentaban funciones sociales distintivas (Fernández 2021). El sureste de Costa Rica es la región donde más objetos de oro se han extraído de forma ilegal, por lo que es poco lo que se conoce de los contextos de uso de estos objetos. Destacan, sin embargo, el sitio Panteón de la Reina vinculado al sitio Rivas. El estudio contextual sugiere que en El Panteón de la Reina se enterraron los sectores de élite del sitio Rivas (Quilter y Frost 2007), el cual estuvo en funcionamiento entre los siglos X y XV (Quilter 2004; Quilter y Blanco 1995). En el sitio Finca 4, uno de los enterramientos documentados por Lothrop (1963), contenía 88 piezas de oro, además de ofrendas cerámicas y líticas (Badilla, Quintanilla y Fernández 1997). El hecho de que solo hubiera una diadema y dos brazaletes con huella de uso sugiere que en esta tumba fue enterrada una sola persona, destacándose su relevancia social por la cantidad de piezas de oro depositadas como ofrendas, muchas de ellas sin huellas de uso (Fernández 2011). En la región de Chiriquí, en Panamá, MacCurdy (1911), comenta que en el sitio Las Huacas, pese a la gran cantidad de tumbas que había, solamente unas pocas contenían objetos de oro junto con muchos objetos cerámicos y de piedra, similar a lo documentado en Finca 4. En sitio Conte, el análisis de los enterramientos y sus ajuares sugieren un patrón de ofrendas relacionado con distinciones dentro del cementerio. Así, por ejemplo, algunas categorías de objetos se relacionaban con los enterramientos de más alto estatus, los cuales tenían discos, placas, cascos, brazaletes, como el personaje principal de la tumba 11 y en otros enterramientos, aunque con menor cantidad de objetos de oro, se identificaron mujeres (Briggs 1989). LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS18 Por su parte, las excavaciones recientes en el sitio El Caño, representan el mejor contexto para poder relacionar los objetos de oro con distintos actores dentro de las sociedades ubicadas en la porción central de Panamá entre mediados del siglo VIII y XI. De los siete enterramientos múltiples documentados, el número 2 es el de mayor complejidad, pues está compuesto por 3 plataformas y es el que presenta mayor cantidad de objetos de oro. De acuerdo al análisis hecho a los ajuares, se considera que todos los individuos enterrados en esta tumba, incluyendo el personaje principal, eran guerreros aunque no todos recibieron el mismo tratamiento funerario, por lo que los guerreros podían tener diferentes rangos y funciones como flautistas, centinelas y esclavos. Todos los cuerpos enterrados correspondían a hombres en edades entre los doce y cincuenta años (Mayo 2015). En la tumba 1, el personaje principal no tenía asociado armas, por lo que podía tener una función relacionada con el mundo espiritual, deducido a partir de los diseños representados en los pectorales de oro que portaba esta persona. De acuerdo con la arqueóloga Julia Mayo, no se descarta la posibilidad de que ésta haya sido una mujer (Mayo 2015). De los análisis realizados por los investigadores se destaca que en 2 de los 3 enterramientos intactos de El Caño, había infantes con ajuares funerarios de oro, que como en el caso de la tumba 7, era el ocupante principal, por lo que consideran “que eran niños de alto estatus y que, por lo tanto, representan a una sociedad con estatus sociales hereditarios” (Mayo et al. 2016). Tanto en Conte como en El Caño, la pauta funeraria es similar, de enterramientos múltiples, con patrones ofrendarios que apoyan la idea de la existencia de diferencias sociales que se sustentan por el uso de los objetos de oro. De lo documentado hasta el momento, para Costa Rica y Panamá, los objetos de oro durante los siglos IX al XV se relacionaron con hombres y mujeres que ostentaron distintos cargos relacionados con la dirigencia política, con la guerra y la espiritualidad. Además, los objetos de oro también fueron identificadores de clanes o grupos étnicos. Estas posibilidades funcionales pudieron ser las mismas que se encontraron los españoles en el siglo XVI en los procesos de exploración y conquista de los actuales territorios de Panamá y Costa Rica. FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 19 EL PRIMER CONTACTO: LAS NOTICIAS APORTADAS EN LA DOCUMENTACIÓN DEL CUARTO VIAJE DE CRISTÓBAL COLÓN En su cuarto viaje, iniciado en mayo de 1502, Cristóbal Colón exploró las costas de la región en estudio, al mando de 4 carabelas acompañado de su hermano Bartolomé, como segundo al mando, y de su hijo Hernando. El 25 de setiembre de 1502 se detuvo frente a la costa Caribe de la actual Costa Rica, entre la isleta de Quiribrí y el poblado indígena de Cariay en las márgenes de río Cieneguita (Vargas 2011), donde permaneció 17 días y se abasteció de alimentos. De Cariay, Colón se dirigió hacia Zorobaró (actual bahía de Almirante), y de ahí a Guayga, la actual Veraguas donde permaneció por 2 semanas (Colón 1947). Este cuarto viaje, proporciona apreciaciones por parte de Colón y de sus acompañantes de lo ocurrido en este primer encuentro con las poblaciones autóctonas de la costa caribeña de Costa Rica y Panamá, a partir de las cuales es posible identificar datos relacionados con zonas de extracción de oro, la presencia de mineros, orfebres, tipos de piezas y sus usos, así como la puesta en práctica de distintas estrategias por parte de los españoles para la obtención de objetos de oro así como el descubrimiento de yacimientos auríferos en la región en estudio. Los datos de este viaje permiten identificar la existencia de prácticas mineras, dado que en la zona de Belén (actual Veraguas) se obtuvieron piezas de oro y “granos de oro sin fundir” (Colón 1984: 190). La existencia de personas que tenían conocimiento y destreza para llevar a cabo la labor de extracción de materias primas minerales puede deducirse de la observación realizada por Hernando Colón cuando señaló que los “indios eran muy diestros en sacar el oro” (Fernández de Navarrete 1853). Para la zona de Belén, se identifica la existencia de prácticas y creencias relacionadas con la extracción del oro de su yacimiento. Hernando Colón mencionó que los indígenas le comentaron que cuando iban a buscar oro “no comían ni llevaban mujeres consigo” (Colón 1947: 285), por lo que puede deducirse, que, en esta región caribeña, las mujeres no formaban parte de la actividad minera. De este viaje también se rescata información relativa al trabajo orfebre y sus herramientas. Cristóbal Colón mencionó que en Cariay, había “grandes mineros de cobre: hachas de ello, otras cosas labradas, fundidas, soldadas hube, y fraguas con todo su aparejo de platero y los crisoles” (Colón 1984: 341). El uso de la soldadura no está documentado en la metalurgia del área, por lo que es más razonable LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS20 pensar que Colón se refirió a los objetos que presentan distintos componentes que parecen que están soldados, pero en realidad son elementos que son el resultado de una sola fundición (La Niece 1998). En relación con las “fraguas con todo su aparejo de platero”, se hace referencia al fogón donde se funden los metales, de ahí la presencia de los crisoles que es donde se deposita el metal para fundir y los aparejos son los soportes para sostener el crisol sobre la fragua. De acuerdo con esta descripción, no hay duda de que se hizo referencia a un taller orfebre. Es posible que en este taller se manufacturan objetos en aleación oro y cobre, dado que, arqueológicamente se han documentado piezas de metal hasta con un 50% de cobre en su aleación. Como aporte a la apreciación anterior, se tiene que, en Cariay, los españoles identificaron “aguilillas de guanines que llevaban al cuello” (Colón 1947: 281). El término guanín, palabra de origen taino, fue tomado por los españoles de los objetos de oro bajo u oro aleado con cobre, que se usaban en las islas del Caribe (Colón 1947: 118); por lo que el térmico se aplicó en tierra continental cuando se hacía referencia a piezas aleadas con cobre. Del relato de Hernando Colón sobre este cuarto viaje, se distinguen dos tipos de piezas en forma de aves: las aguilillas de guanín de Quiribrí y las águilas de guanín y oro de Zorobaró y de Belén, es decir, corresponden a dos estilos de representación distintos, los cuales se han documentado arqueológicamente (Aguilar Piedra 1972; Colón 1947: 279). Predomina, sin embargo, los discos o pectorales, los llamados “espejos de oro que son como patenas de cáliz, unos mayores y otros menores, los llevan al cuello de una cordecilla” (Colón 1947: 296), como los descritos por Bartolomé Colón en 1503 en la región de la actual Veraguas. Indígenas hombres, llamados por los españoles “principales” como los capturados en Zorobaró, utilizaron tanto los discos como las aves: “dos indígenas principales, uno de ellos llevaba un espejo y el otro un águila” (Colón 1947: 284). A los guerreros se les describe utilizando discos de oro, pero no todos; en Guayga (Veraguas), “los indios salieron armados y algunos de ellos con espejos de oro puestos en los pechos” (Fernández de Navarrete 1992: 316). Los objetos de oro también formaron parte de las ofrendas funerarias de los caciques o personajes de alto rango; así quedó manifiesto cuando Bartolomé Colón bajó a tierra firme en Cariay y describió una estructura hecha de caña y palma donde se encontraban cuerpos embalsamados adornados con piezas de oro y guanín (Colón 1984: 195). FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 21 De este cuarto viaje también se puede identificar las estrategias utilizadas por los españoles para obtener los objetos de oro, en algunas ocasiones por medio del intercambio consensuado y en otras ocasiones por la fuerza. Así, por ejemplo, en Cariay, lo primero que hicieron los hombres y mujeres indígenas que se hallaban en la costa una vez que los recién llegados mostraron “señas de paz”, fue nadar hasta el barco de Cristóbal Colón mostrando “su voluntad de trocar sus cosas por las nuestras. Traían mantas de algodón y unas águilas de oro bajo” (Colón 1947: 280). Los españoles obtuvieron bienes diversos por medio del intercambio. Por ejemplo, en el actual Portobelo, obtuvieron “cosas de comer, algodón hilado a cambio de cosas de latón como alfileres y agujetas”; y en Belén, los indígenas entregaron pescado y un poco de oro por alfileres, y “el oro que valía lo daban por cuentas o cascabeles” (Colón 1947: 294). Por el contrario, cuando Colón se dirigía a las islas de la actual región de Bocas del Toro, se encontraron con 15 canoas llenas de indígenas que no quisieron intercambiar los discos que llevaban en su pecho, por lo que los españoles apresaron a 2 indígenas y les quitaron por la fuerza el disco y el ave que traía cada uno de ellos (Colón 1947: 284). En este contexto de conocimiento del uno para con el otro, indígenas y españoles iniciaron una etapa de relaciones con el oro como hilo conductor. Después del regreso de Colón a España, la Junta de Burgos, acordó el establecimiento en la llamada Tierra Firme de las gobernaciones de Veragua y Urabá en la primera década de 1500 (De Altolaguirre y Duvale 1914), aspecto que facilitó la conquista y colonización de nuestra área de estudio y como consecuencia la intensificación de la búsqueda del oro. INFORMACIONES SOBRE LAS MINAS, PRODUCCIÓN Y USO DE LOS OBJETOS DE ORO EN LOS ESPACIOS CONQUISTADOS Y COLONIZADOS En 1513, la Corona emitió una real cédula por la cual se nombra Capitán General y Gobernador de Castilla del Oro a Pedrarias Dávila; por su parte, Vasco Núñez de Balboa se dirigió a la búsqueda de la Mar del Sur, al que llegó en setiembre de 1513 (De Altolaguirre y Duvale 1914). Con la llegada de Pedrarias, se organizó el saqueo del oro sobre la base del sistema de cabalgadas o entradas violentas a los pueblos indígenas, la captura de indígenas en las expediciones de pillaje (Castillero 1967; Góngora 1962) e inició las expediciones de conquista en territorios no explorados como las áreas ubicadas en la Región Central de la actual Panamá (Solórzano y Quirós 2006). LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS22 Pedrarias y sus acompañantes se adentraron en la península de Azuero, encontrándose con el pueblo indígena de Natá, uno de los lugares con mayor concentración de habitantes y alta producción alimentaria, del cual extrajeron oro en piezas (Jopling 1994: 48). A partir de Natá, Pedrarias organizó asaltos y saqueos a poblaciones indígenas cercanas. Una de estas expediciones fue llevada a cabo por Gonzalo de Badajoz en 1515, quien llegó a la región de Paris, ubicado a 12 leguas de Natá, cuyo “señor” se llamaba Quintatara o Cutatara. Este cacique, le envió a Badajoz 4 hombres principales con 4 petacas llenas de oro, cuyas piezas “eran como patenas, que se ponían en los pechos los hombres, y otras como brazaletes, y otras menores para las orejas, y finalmente joyas que hombres y mujeres, para adornar, tenían en uso” (De las Casas 1875: 211). Badajoz, también obtuvo del oro de cabalgadas realizadas en la región, piezas de guanín en forma “de aguilillas grandes y pequeñas y una plancha pequeña con dos agujeros grandes” (Jopling 1994: 87). Sobre esta expedición, Fray Bartolomé de las Casas, comentó que Badajoz posteriormente llegó donde el cacique Totonagua, que era ciego, el cual les dio 6000 pesos en joyas y oro por fundir en grano, de los cuales “un grano pesó dos pesos” (De las Casas 1875: 210). En este contexto de exploración de territorios, el agotamiento del acceso al oro por medio de las cabalgadas y la disminución de la población autóctona propició que Pedrarias Dávila en agosto de 1519 fundara la ciudad de Panamá, situación que impulsó la conquista de nuevas tierras hacia el oeste (Solórzano y Quirós 2006). Andrés Niño, firmó una capitulación con el Rey en junio de 1519 para realizar exploraciones por “el mar del Sur”. A esta empresa se le unió Gil González Dávila, quien construyó sus propios barcos, con los cuales zarparon de la isla de las Perlas en enero de 1522 (Kramer, Lovell y Lutz 1994: 22). González Dávila y una parte de las personas que lo acompañaban recorrieron a pie el litoral del Pacífico, desde Chiriquí en Panamá, hasta el lago de Nicaragua; mientras que Andrés Niño lo hizo por mar hasta la actual Nicaragua. En el recorrido, González Dávila reconoció 34 pueblos donde se bautizaron un total de 32264 personas indígenas. Esta expedición hizo un recorrido de este a oeste por la costa pacífica, es un viaje único en el sentido que al igual que lo hiciera Cristóbal Colón por la costa caribeña, González Dávila aporta una lista de caciques y territorios que para esa época habitaban en un amplio territorio que se extendía desde la Región Central de la actual Panamá hasta el sur de Nicaragua. FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 23 La descripción del viaje muestra distintas situaciones bajo la cuales los caciques entregaron los objetos de oro, la mayor parte de ellos como presentes. Los datos proporcionados por el tesorero Andrés de Cereceda se cuantifican en el Cuadro 1, los cuales se modificaron a kilogramos en oro como unidad de referencia comprensible en el presente4. Para efectos de este artículo, no se tomó en cuenta los datos contables de Nicaragua, concentrándonos en la porción terrestre contigua a la costa del Pacífico desde la Región Central de la actual Panamá hasta la región del Pacífico Norte en Costa Rica. La expedición regresó a Panamá el 25 de junio de 1523, y después de fundir las piezas de oro correspondientes a esta porción del viaje, se obtuvieron 189.75 kg de oro. Cuadro 1 Cantidad de oro (kg) recolectado por el Capitán Gil González Dávila por la Mar del Sur, 1522, según provincia o cacique sin tomar en cuenta Nicaragua. Listado de acuerdo con el orden seguido en la expedición, de este a oeste. Fuente: Elaboración propia a partir de (Peralta 1883: 27-31). Provincia o cacique Cantidad del oro obtenido Peso del oro en kilogramos Isla Ceguaco 1844 pesos, 7 tomines de oro 8.488 Isla de la Madera 1095 pesos, 4 tomines de oro 5.04 Isla de Cebo 39 pesos, 4 tomines de oro 0.81 Cheriquí 54 pesos de oro 0.248 Cacique Copesiri 339 pesos de oro 1.559 Cacique Charirabra 90 pesos 0.414 Cacique Burica 433 pesos, 6 tomines de oro 1.995 Cacique Osa 465 pesos de oro 2.139 Cacique Boto 418 pesos , 4 tomines de oro 1.925 Cacique Coto 541 pesos de oro 2.489 Cacique Guaycara 112 pesos de oro 0.515 Provincia Durucaca 2184 pesos, 2 tomines de oro 10.049 Cacique Carobareque 25 pesos, 4 tomines de oro 0.117 Cacique Arocora 212 pesos, 4 tomines de oro 0.977 Cacique Cochira 1250 pesos 5.751 Cacique Cob 1008 peso, 2 tomines de oro 4.638 Cacique Huetara 433 pesos, 4 tomines de oro 1.994 Cacique Chorotega 4780 pesos, 4 tomines de oro 21.994 Cacique Gurutina 6053 pesos, 6 tomines de oro 27.852 Cacique Chomi 633 pesos, 2 tomines de oro 2.913 Cacique de Pocosi 133 pesos 0.611 Caique de Paro 657 pesos , 4 tomines de oro 3.068 Cacique de Canjen 3257 pesos 14.985 Cacique de Nicoya 13442 pesos 61.845 Caique de Corovisi 840 pesos, 4 tomines de oro 3.867 Caique Diria 133 pesos, 6 tomines de oro 0.615 Cacique Namiapi 172 pesos de oro 0.791 Cacique Orosi 198 pesos, 4 tomines de oro 0.913 Cacique de Papagayo 259 pesos 1.191 Total 189.75 LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS24 De este cuadro se desprende que, de acuerdo con las provincias o caciques visitados, existió un acceso o posesión diferenciada en relación con los objetos de oro, notándose que, en la porción sur del viaje, la provincia de Durucaca o Turucaca es la que más aportó, mientras que en la porción central del recorrido es el cacique de Gurutina u Orotina. Hacia el Pacífico Norte, son los caciques Chorotega y Nicoya los que más aportan. Es evidente la desigualdad del oro obtenido existente entre la porción sur y norte de lo que corresponde al actual territorio de Costa Rica; situación que no concuerda con lo que se ha documentado arqueológicamente y presentado previamente. Lastimosamente, la información referente a este viaje no menciona las formas de las piezas entregadas, aunque de acuerdo con el contador Andrés de Cereceda (1870: 20-24) y la descripción de Gonzalo Fernández de Oviedo, la mayor parte de los objetos eran guanín (Fernández de Oviedo 1853: 112), resaltándose el hecho de que las piezas en aleación oro y cobre predominaron en la región visitada, o al menos fueron las que se entregaron. En relación con la costa caribeña de Costa Rica y Panamá, en las primeras décadas del siglo XVI estuvo bastante relegada, en parte, como lo sugiere Carlos Meléndez porque los pobladores de Castilla del Oro estaban imposibilitados de entrar en dicho territorio por estar reservado a los herederos de Colón (Meléndez 1982). Las jornadas de incursión a Veragua a partir de Natá fueron varias entre el periodo comprendido entre 1522 y 1536, las que fracasaron desde el punto de vista de la localización de yacimientos auríferos, no así en la extracción de piezas de oro por medio del saqueo (Castillero 1967: 33). De acuerdo con los análisis realizados por Castillero, a partir de las cuentas que se documentaron para el periodo comprendido entre los años de 1514 y 1526 en Castilla del Oro, entre el oro obtenido por cabalgadas, oro de minas y oro de rescates, se obtuvo 13518 kilogramos en oro, tal y como puede apreciarse en el Cuadro 2. De esta información se puede ver que conforme decrece el oro de cabalgadas, se incrementa el oro obtenido de minas. El aumento del oro de minas puede explicarse por la participación cada vez más importante de la mano de obra compuesta por personas negras esclavizadas y de personas indígenas traídas dentro y fuera de la región de nuestro estudio (Góngora 1962). FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 25 Años Oro de cabalgadas Oro de minas Oro de rescates Total 1514 - 1519 3081 745 0.6 3827 1520 887 470 7.3 1364 1521 859 423 445 1727 1522 111 739 899 1749 1523 26 1047 547 1620 1524 - 1526 553 1898 780 3231 Total 5517 5322 2679 13518 Cuadro 2 Cantidad de oro (kg) obtenido en Castilla del Oro por medio de cabalgadas, minas y rescates, de acuerdo con cuentas contables de los años 1514 a 1526. Fuente: Tabla reproducida de Castillero (2008: 28). En relación con el oro de minas en la documentación de las primeras tres décadas del siglo XVI, se puede identificar las técnicas utilizadas por las personas indígenas para extraer el oro de sus yacimientos utilizando como referencia las descripciones que hiciera Fernández de Oviedo en su estancia en Panamá entre los años de 1514 y 1515 y entre 1520 y 1528. Este cronista fue testigo de la manera que en se extraía el oro, pues el mismo hizo sacar oro para él con “sus indios mineros esclavos” (Fernández de Oviedo 1995: 140). Menciona que en la tierra firme las técnicas eran similares a las llevadas a cabo por las personas indígenas de la isla La Española, describiendo varios procedimientos en función del tipo de yacimiento. Describió 4 procedimientos: a) en sabanas, con o sin árboles, b) en arcabuceo –espesura o monte– con árboles, c) dentro de los ríos y arroyos con o sin agua el cauce, d) en vetas. Cuando se obtenía el oro en sabana, y en arcabuceo el procedimiento consistía en limpiar la superficie del área y después se cavaba y la tierra extraída se lavaba en un río cercano, donde “las mujeres, de raza india o negra lo lavaban” (Fernández de Oviedo 1852: 183). Es probable que este tipo de explotación se llevara a cabo en rocas descompuestas y desintegradas que cubrían la roca sólida, donde el oro de aluvión se había acumulado por concentración residual. Cuando se buscaba el oro dentro del río, con o sin agua en el cauce, se trataba de la recolección de pepitas, ya sea removiendo la superficie a lo largo de los arroyos y lavando las arenas para obtener el oro, o recorriendo el lecho del río, para descubrir las pepitas entre los “resquicios y oquedades de las piedras”. La obtención del oro, por medio de la excavación de túneles verticales o inclinados “en pozos debajo de la tierra, e suelen hundirse algunas veces e matan a la gente que LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS26 las labra”, hace referencia a la excavación en tierra meteorizadas o en terrenos inestables. De los 4 procedimientos descritos por Fernández de Oviedo, es probable que la explotación en los lechos de los ríos fuera la principal forma de obtener oro en los aluviones, pues el cronista afirma que “desta manera, se saca el oro, comúnmente en estas Indias” (Fernández de Oviedo 1852: 183). Como complemento de esta narración, Fernández de Oviedo ilustró la manera en que los indígenas de La Española extraían el oro de los ríos, de manera similar a como lo describiera Hernando Colón en el cuarto viaje para el Caribe de la actual Veraguas (Figura 1). Figura 1. Indígenas de La Española, extrayendo oro del lecho del río. Nótese el empleo del azadón de origen español y las bateas de origen indígena. Fuente: Fernández de Oviedo 1995: 520. Otra técnica minera indígena que describió Fernández de Oviedo (1995: 125) para la región caribeña de la actual Panamá es la que se realizaba durante la estación lluviosa, que consistía en aprovechar las lluvias que arrastraban el oro por las quebradas y arroyos y se acumulaban en recodos de los cauces. Este comentario da pie para pensar que la extracción del oro de los yacimientos se llevaba a cabo tanto en época seca como en época lluviosa. Si en la narrativa del cuarto viaje de Colón se destacó la experticia indígena en la extracción minera, conforme avanzaba la colonización esta especialización se fue diluyendo. Así, por ejemplo, en el repartimiento de personas indígenas hecho por Pedrarias, los encomenderos le pidieron, “servicio para sus casas e indios para rozar e hacer las casas y los que le quedaban les había de dar para las minas” FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 27 (Fernández de Navarrete 1880: 406). Además, en la reforma de encomienda realizada por Pedrarias Dávila en 1522, un minero español tuvo acceso a personas indígenas encomendadas, tal es el caso de Juan del Puerto, “hombre de mar y minero que quedó con 80 indios e indias” (Mena 1990: 13); situación que ilustra la demanda de mano de obra de personas indígenas, no necesariamente especializada, en la extracción minera lo mismo que la utilización de la mujer indígena, ya sea en las labores extractivas o en el apoyo logístico del minero encomendero. Para la década de 1530, todavía existía la participación de personas indígenas en la extracción minera, como lo demuestra el caso de la española doña Catalina de Saavedra quien se dedicó a sacar oro con una cuadrilla de 8 indígenas (Castillero 19167: 10). La participación conjunta de personas indígenas y personas negras esclavizadas en las labores extractivas mineras continuaba siendo importante. Así, para el año 1528, se dio un reclamo por parte de los mineros españoles acerca de los costos de operación, donde se destaca el hecho de que “… el oro de minas se saca con indios y esclavos negros con mucho trabajo y costa…” (Jopling 1994: 113). Igual testimonio se extrae de un informe realizado por Hernando de Serna en 1530, quien mencionó que los trabajadores de las minas estaban organizados en cuadrillas “formadas por indios y negros” (AGI, Panamá, 61, N.8, f.8). De acuerdo con Castillero, la reducción de la población indígena en la actual Panamá propició la introducción intensiva de mano de obra esclava negra, fundamentalmente para el laboreo minero, como ocurrió en Nombre de Dios, Acla y Panamá hacia la cuarta década de 1500, dedicándose las personas indígenas a labores domésticas y la cría de ganado (Castillero 1967: 67). En relación con la orfebrería, de acuerdo con lo relatado por Fernández de Oviedo en 1514, se deduce que aún había indígenas que manufacturaban objetos de metal, pues comentó que, “En tierra firme, ellos lo labran y lo suelen mezclar con cobre o con plata, y lo abaxan, según quieran, é assi es de diferentes quilates é valores” (Fernández de Oviedo 1852: 183). La identificación de talleres de producción orfebre, aparte del mencionado en Cariay por Cristóbal Colón, es casi inexistente para las primeras décadas del siglo XVI; sin embargo, en un documento de 1515 para la zona del golfo de San Miguel en la actual Panamá, hace referencia al instrumental usado por orfebres. Este dato se desprende de la descripción de varios viajes de exploración por la zona, donde se incluye el realizado por Francisco Becerra: LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS28 “El navio que llevó Becerra volvió en 30 Abril. En un paraje que desembarcó para tomar agua los indios después de tirar muchas flechas huyeron del pueblo, i en él se hallaron crisoles e vigornias de piedra i otros aparejos de fundición” (Colección Juan Bautista Muñoz 2010: Tomo 57: 494-18, 340v.). Se destaca el hecho de que se mencionan categorías de herramientas en plural, por lo que es probable que Becerra y sus hombres lo que hallaron fue un taller ubicado dentro de un pueblo, situación que no difiere en mucho de lo descrito por Colón en 1502 en Cariay. En el contexto de la legislación que impedía la fundición fuera de la Casa de Fundición y ante un veedor, “so pena de muerte” (Pacheco, Cárdenas y Mendoza 1956: 354), la manufactura de objetos de metal por parte de personas indígenas estuvo vedada y se llevaba a cabo en lugares donde todavía no habían incursionado los españoles. De los viajes de exploración y conquista de estas primeras décadas, es poco lo que se menciona relacionado con la forma de los objetos de oro, donde se destaca como ya se dijo, los objetos en forma de discos y brazaletes. Fernández de Oviedo, en 1514, contribuye a la descripción de los objetos usados por los guerreros que incluía “armaduras de oro, en especial unas piezas redondas en los pechos, y brazaletes, y otras piezas en las cabezas y en otras partes de las personas” (Fernández de Oviedo 1995: 56), el cual menciona era sumamente apreciado por los guerreros. Por su parte, en 1519, Martín Fernández de Enciso, contribuyó a la identificación del uso de objetos de oro por parte de mujeres indígenas, cuando relató que, en la zona de Veragua, “las mujeres traen zarcillos y otras cosas muchas y cadenas de oro” (Fernández de Enciso 1974: 277). El empleo de los objetos de oro como distintivo y emblema de los caciques indígenas, permeó incluso a Pedrarias pues, en 1515, Juan Tavira, factor, metió a fundir en Santa María de la Antigua, un grano de oro de minas del Gobernador Pedrarias Dávila para que se fundiese para “hacer una cadena de oro que llevase dicho señor Gobernador y pacificar los caciques de Comogre y Tubanamá y Pocorosa para que los dichos indios vean la autoridad de su persona” (Jopling 1994: 89). Para la década de 1521 se oficializó el rescate y el contratar con los indígenas en Castilla del Oro, de acuerdo con la cédula emitida en setiembre de ese año la cual dio licencia para que, “por vía del comercio y contratación puedan contratar y rescatar con los caciques e indios de la dicha tierra, las joyas y preseas, y otras cosas que tuvieren los unos con los otros a su contentamiento y voluntad” (Jopling 1994: 104); FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 29 esta licencia explicaría el incremento documentado para 1522 de los rescates registrados, tal y como se hizo evidente en el Cuadro 2. En las décadas siguientes del siglo XVI, se descubrirían nuevos territorios en Costa Rica y Panamá y se desarrollarían nuevas formas de explotación de los yacimientos auríferos y de obtención de los objetos de oro por parte de los españoles. En 1540 se nombró gobernador de la nueva jurisdicción de Nueva Cartago y Costa Rica a Diego Gutiérrez. Contó con la libertad de organizar rescates de oro y cabalgadas y podía repartir mercedes de tierra y encomiendas de indios. De esta manera, en 1543 partió de Granada, Nicaragua por el Desaguadero con un par de barcos con 60 españoles llegando hasta la desembocadura del río Suerre, actual Parismina donde encontró unas viviendas indígenas deshabitadas donde llegaron unos caciques a visitarlo quienes le dieron 700 ducados de oro de baja ley (Benzoni 1989: 93). Gutiérrez emprendió una exploración por la región del río Suerre y, en la porción superior de la desembocadura de este río, fundó la Villa de Santiago. De esta villa partieron las incursiones por la comarca de Suerre, recorriendo las llanuras de Santa Clara, cruzaron la cordillera Central y llegaron a la provincia indígena de Tayutic, con la intención de buscar oro, plata y perlas de cualquier manera, incluso “en los enterramientos, sepulturas, o templos de indios, como en otros lugares do solían ofrecer sacrificios á sus ydolos o en otros lugares rreligiosos, ascondidos o enterrados en casa, heredad o tierra o en otra cualquier parte pública” (Peralta 1883: 107). Este gobernador por medio de la extorsión obtuvo del cacique Camaquiri más de 2000 ducados de oro, pero de baja ley, trabajados en forma de cerdos, tigres, peces, pájaros y otras especies de animales (Benzoni 1989: 196). El mal trato propinado por Gutiérrez a otros caciques de la región devino en una sublevación de las poblaciones indígenas de la zona, donde murió Gutiérrez. Benzoni describió esta batalla, y comentó que los guerreros indígenas estaban “todos pintados de rojo y de negro, con plumajes y joyas de oro al cuello y otros arreos, como se acostumbra en todas las naciones de Indias cuando van a la guerra” (Fernández Bonilla 1889: 89). Para la década de 1560 se hallaba totalmente conquistada Veragua y operando la mina aluvial de La Concepción que funcionó hasta 1588 y el asiento de Santa Fé, donde las pocas personas indígenas que quedaban fueron llevadas por la fuerza a trabajar en las minas, por lo que pronto se hizo necesario incrementar la introducción de personas negras esclavizadas (Castillero 1967: 36). Poco a poco fue sustituida la mano de obra de personas indígenas en las minas, desapareciendo en su totalidad para esta región hacia la década de 1575 (Peralta 1883: 536). LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS30 Paralelo a la conquista de Veragua, se intensificó la búsqueda del valle del Guaymí. Este valle se halla al sur de la isla del escudo de Veragua, al norte y en límite con el río Chiriquí, y se describió como una tierra “muy rica en oro y muy poblada de indios” (ANCR, Complementario Colonial, 5053, f.1.), la que se trató de conquistar desde La Concepción en Veragua, aunque todas las incursiones y poblaciones que se fundaron desde mediados de 1560 y 1583, no prosperaron (Castillero 1967: 447-449). En 1560, se nombró a Juan de Cavallón para la población de la provincia de Nueva Cartago y Costa Rica, el cual definió como estrategia de conquista dos frentes: uno por el Caribe a mando del sacerdote Estrada Rávago y otro por el Pacífico a cargo de Cavallón (Fernández Guardia 1975: 98). Este grupo de conquista estuvo conformado por españoles nacidos en Nicaragua, mestizos, indígenas de Nicaragua y personas negras esclavizadas (González 1987: 12). Las limitaciones de acceso a recursos alimenticios, así como a la mano de obra de personas indígenas y la resistencia de las poblaciones autóctonas, impidieron que se lograra identificar los yacimientos de oro en la Región Central y Pacífica de la provincia de Nueva Cartago y Costa Rica (Meléndez 1982); a lo anterior situación habría que agregar que en las zonas por donde exploró y conquistó Cavallón, el oro se localiza en yacimientos primarios, los cuales fueron descubiertos y explotados hasta los siglos XIX y XX (OEA 1978: 2). Con la llegada de Juan Vázquez de Coronado, nombrado Alcalde Mayor de Nueva Cartago y Costa Rica, en 1562, se inició un nuevo ciclo de exploraciones para la consolidación de la conquista de estos territorios y la identificación de los yacimientos de oro en la costa Caribe y Pacífica. Al igual que lo hiciera Estrada Rávago, Vázquez de Coronado hizo referencia a la riqueza aurífera por la utilización de los objetos de oro por parte de los pobladores autóctonos. Vázquez de Coronado, logró que caciques de varios lugares lo visitaran, para lo cual recurrió al trueque como mecanismo para el establecimiento de relaciones políticas, sin recibir por el momento nada a cambio, con lo cual logró la pacificación de una parte importante del territorio. Personas indígenas de los pueblos aledaños a Accerri, como los de Pacaca, Taribi, Ouriciri y Coc, trataron de rescatar con Juan Vázquez de Coronado ofreciéndole mantas por “chaquiras, agujas, lienzos, tijeras, machetes, cuchillos, hachas” (Fernández Guardia 1908: 14). En este contexto de relación con los caciques ubicados en el Valle Central de la actual Costa Rica emprendió en febrero de 1563 su viaje por la costa pacífica, con la intención de ir a algunos de los lugares que Gil González FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 31 Dávila visitó en 1522. De esta manera, en febrero de 1563 se dirigió al Pacífico Sur con 70 soldados españoles y 100 indígenas auxiliares provenientes de las provincias de “Pacaca, Guarco, Abra, Tices y Botos” (Peralta 1883: 403). De camino hacia el sur, Vázquez describió una ceremonia funeraria donde documentó la utilización de objetos de oro como ofrenda para el hermano del cacique Tuarco: “…revuelto en cantidad de mantas, con oro y otras cosas, encima de una barbacoa, a lo cual no se tocó, y lloravanle más de sesenta indios y otras tantas indias, a su modo, para le enterrar. Hizome lástima saber que quatro días antes avían muerto quatro o seys mochachos para enterrallos con el difunto” (Fernández Bonilla 1976 Tomo I: 95). Pasado este episodio, llegaron al pueblo indígena de Quepo, cuyo cacique se llamaba Corohore. En Couto, Vázquez de Coronado tuvo la oportunidad de ver aguilillas de oro obsequiadas por el cacique, así como de “un grano de oro de río que avían comenzado a labrar para patena y una aguililla nueva acabada de hacer” (Fernández Guardia 1908: 31). Otro relato de Vázquez de Coronado deja entrever que los caciques podían ser orfebres, pues comenta que el cacique de Couto había hecho unas piezas “con ocho cargas de oro que en solo seis días avia traído y sacado del río” con “jícaras los granos muy grandes” (Fernández Guardia 1908: 36, 51). Vázquez de Coronado también estuvo pendiente de lo que sucedía en la costa Caribe, pero su preocupación siempre estuvo en el sur y en las minas de oro, por lo que encomendó a Antonio Pereira quien, después de muchas dificultades exploró las poblaciones indígenas de Cia, Xaixaba y Yabo, que se encontraban en los límites de la provincia de Costa Rica, fundando la ciudad de Nueva Cartago muy cerca de la población indígena de Boruca (Fernández Bonilla 1883: 357). Debido a la situación precaria por la que pasaba la expedición de Pereira, poco abastecida y con escasos hombres, este decidió no penetrar en los territorios cercanos a los yacimientos auríferos, alejándose nuevamente la posibilidad de llegar a los ricos yacimientos aluviales que se ubican en la península de Osa y Burica, la cuales fueron explotados hasta el siglo XX (Jiménez y Trogolo 1989). En 1568 llegó un nuevo gobernador, Perafán de Ribera, quien también emprendió la búsqueda de minas de oro en el Caribe Sur, la cual terminó al igual que sus sucesores en un fracaso debido a la resistencia indígena y desastres ocasionados por la naturaleza, encontrando solamente un enterramiento indígena con objetos de oro (Fernández Guardia 1975: 134). LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS32 En 1573 el nuevo gobernador Alonso Anguciana de Gamboa, al igual que sus predecesores, tenía como objetivo encontrar el ansiado oro, para lo cual introdujo de Nicaragua 30 personas negras esclavizadas expertas en la localización de yacimientos de oro, así como la introducción de materiales para la elaboración de herramientas a utilizar en la explotación minera (Peralta 1883: 491). Anguciana no tuvo mucho éxito en esta empresa por lo que recurrió a la fuerza para obtener objetos de oro; así estando en Suerre, “algunos soldados quitaron á los indios, ansí de sus personas como de sepulturas, según es público, más de cinco mil pesos de oro fino de á veynte y dos quilates y de á diez y ocho y de á catorce” (Peralta 1883: 548), es decir, se recurrió al robo de piezas para obtener oro, lo cual demuestra el efectivo fracaso en la identificación de los yacimientos, pero permite identificar la presencia de objetos de oro en el Caribe Central en el último tercio del siglo XVI. De lo documentado para esta segunda parte del siglo XVI, se puede identificar que, la búsqueda de yacimientos de oro se enfocó en aquellos lugares que en las primeras décadas habían dado evidencia de tener un potencial minero, como los ubicados en Veragua y en el valle del Guaymí, así como en el Pacífico Sur de la actual Costa Rica. De esta manera, las estrategias se enfocaron en el descubrimiento de minas bajo el esquema de cateos y cuadrillas formadas por personas negras esclavizadas. Desde el punto de vista de las técnicas de extracción y de las herramientas utilizadas, se aprecia en los documentos que no hubo variación, siendo las mismas durante todo el siglo XVI, consistentes en “muchas vateas para sacar oro, muchos almocafres y barras para arbar oro” (Fernández Bonilla 1907: 251). Se destaca también el hecho de que se explotaron básicamente yacimientos de oro aluvial, aunque pocos de ellos, pues tal y como lo registra Castillero (2006: 578), la mayor parte de los ríos con oro en Panamá fueron explotados durante el siglo XVII. DISCUSIÓN Y COMENTARIOS FINALES La búsqueda y el descubrimiento de los yacimientos auríferos por parte de los españoles, al igual que lo hicieran los mineros indígenas en los siglos anteriores a la conquista, estuvo condicionada por aspectos de índole natural y sociopolítica. Desde el punto de vista de los recursos disponibles, los yacimientos minerales y metálicos se distribuyen en la región de estudio de acuerdo a los procesos geológicos, por lo que su localización y explotación por parte de las poblaciones originarias y por los españoles, estuvo condicionada a la localización de estos yacimientos y por las estructuras políticas y económicas imperantes, es decir, además de la disponibilidad geológica, la posibilidad social de acceder y explotar esos recursos naturales. FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 33 De la documentación del siglo XVI se deduce que los yacimientos secundarios asociados a oros aluviales fue la principal fuente de extracción del oro, situación que concuerda con lo registrado arqueológicamente. Con respecto a la extracción del cobre, la documentación es nula, existiendo únicamente la referencia de Cristóbal Colón acerca de la existencia del cobre en Cariay, pero no se registró nada acerca de sus formas de extracción, debido a que este metal no fue de interés para los conquistadores y colonizadores. En relación con las técnicas de extracción empleadas por las personas indígenas, Fernández de Oviedo fue generoso en las descripciones realizadas para las primeras décadas del siglo XVI, evidenciando que la forma más usual era la búsqueda en los lechos de los ríos, removiendo las arenas para extraer directamente las pepitas o por medio del lavado de las arenas. Por su parte, para la década de 1560, Vázquez de Coronado documentó en las cartas dirigidas a la administración colonial, que para la zona de lo que ahora es el sur de Costa Rica, los indígenas extraían el oro de los ríos, lo que evidencia que, en los contextos indígenas aún no intervenidos por los españoles, el tipo de yacimiento explotado era similar y consistente con la información arqueológica para la región en estudio. En el contexto de la explotación de los yacimientos auríferos aluviales, los españoles introdujeron el empleo de azadones y barras de metal como parte de las herramientas utilizadas junto con la batea utilizada por los indígenas de La Española complementando el uso de jícaras documentadas para el sur de Costa Rica en el pueblo de Couto. La utilización de la mano de obra indígena en la explotación minera no siempre fue especializada, recurriéndose inicialmente a la población indígena existente en los alrededores de los lugares de extracción, organizados en cuadrillas donde se incorporó la mujer indígena y posteriormente la mujer negra esclava en el proceso de extracción minera. Mujeres y hombres indígenas sin tradición minera, se separaron de sus lugares originarios para trabajar en las minas aluviales que se explotaban en Panamá en la primera mitad del siglo XVI. La carencia de población indígena y la idea de que la mano de obra de personas negras era superior a la indígena en cuanto a su capacidad de trabajo, fue considerada como la solución más apropiada en distintos momentos, pero de manera significativa en la segunda mitad del siglo XVI, con lo que paulatinamente la mano de obra de personas indígenas fue desapareciendo de las exploraciones mineras. LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS34 Del proceso minero, el contexto colonial modificó las estructuras tradicionales de explotación minera de origen autóctono existente previo y al momento del contacto europeo, inexistente entre las poblaciones indígenas actuales, perviviendo entre las poblaciones mestizas del presente las técnicas tradicionales indígenas de extracción de oro aluvial y, como consecuencia de las modificaciones ocurridas en el siglo XVI, la incorporación de la mujer en la minería artesanal (Figura 2). Figura 2. Mujer adulta extrayendo oro en la playa de Torio, bahía de Parita, Panamá. Fotografía: P. Fernández. En Costa Rica y Panamá, posterior al siglo IX se intensificó la producción de objetos que requirieron para su elaboración de la participación de especialistas que principalmente trabajaron en unidades domésticas dentro o cercanos a los grandes centros arquitectónicos, por lo que es posible sustentar que la producción de objetos especializados, entre ellos el oro, estuvo bajo el control de las élites. En este contexto de especialización artesanal, el rol social de estos artesanos, como el de los orfebres, debido a la importancia política, económica y simbólica que tenían los bienes que producían, los pudo haber llevado a una situación de prestigio como parece ser el caso de los hallazgos de materias primas y herramientas utilizadas por los orfebres en sitios como Finca 4, Conte FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 35 y El Hatillo. La documentación del siglo XVI es muy exigua sobre la producción de objetos de oro, pero los pocos datos existentes sugieren que los orfebres trabajaron bajo el control de los caciques, tal es el caso del cacique de Coctu, siendo él mismo orfebre. Existe una continuidad entre las técnicas utilizadas por los orfebres para la manufactura de objetos en los siglos previos al XVI y lo documentado por los españoles, pues para toda la región de estudio se registra, a lo largo del siglo XVI, la presencia de objetos hechos por medio de la técnica de martillado, como en el caso de los discos o patenas y piezas hechas por la técnica de fundición, como las “aguilillas”; así como el empleo de las aleaciones de oro y cobre en las piezas “guanín”. La presencia de conjuntos artefactuales relacionados con la manufactura como el empleo de fraguas u hornos y crisoles relatado por parte de Cristóbal Colón en 1502, no difiere de lo documentado 1515 para la zona del golfo de San Miguel en la actual Panamá; lo que indica que pese a los cambios ocurridos en las primeras décadas producto de la legislación española que establecía que las fundiciones debían llevarse a cabo en las Casas de Fundición, aún existía orfebres indígenas que continuaban realizando su trabajo. La producción de objetos de oro continuó vigente en algunos lugares que habían escapado de la dominación española, como sería el caso de la descripción que hiciera en 1610, en Talamanca, Fray Agustín de Zevallos, el cual observó a orfebres manufacturando piezas en forma de “águilas, lagartillos, sapos, arañas […] vaciando en sus moldes el oro derretido en crisoles de barro y las patenas las extienden sin liga de cobre” (Fernández Bonilla 1886: 158). En este sentido puede decirse que, durante el siglo XVI, pervivieron entre las personas orfebres indígenas las técnicas de manufactura que se emplearon en los siglos IX al XV en los actuales territorios de Costa Rica y Panamá, sin modificaciones por parte de los españoles, pero, no obstante, en la documentación de los siglos siguientes, esta práctica artesanal no persistió como oficio realizado por orfebres indígenas. Durante los siglos IX al XV, el patrón de enterramientos en la región en estudio, mostraron que en el caso de los asentamientos principales analizados había sectores de la sociedad que tuvieron acceso a bienes como los objetos de oro, que se relacionan con la existencia de rango asociado a hombres y mujeres que cumplieron funciones como caciques, guerreros, chamanes u otros oficios relacionados con el ámbito de la espiritualidad. Cementerios como los de los sitios Las Mercedes, Finca 4, Conte y El Caño, son los más significativos cuyas prácticas ofrendarias evidencian la existencia de sectores sociales con una fuerte LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS36 distinción social en individuos relacionados por clanes o linajes identificados por la presencia de infantes, lo que sugiere que el estatus asociado con ciertos cargos se adquiría por herencia. Al ritmo del descubrimiento y conquista se fueron develando personajes que ostentaban el liderazgo político o espiritual a lo que los españoles llamaron caciques, aunque al interno de cada sociedad debió existir su propia conceptualización de las distinciones sociales. En los documentos surgen hombres y mujeres que, a la vista de sus acciones, fueron concebidos por los españoles como los principales de los caciques, los guerreros, sus esposas e hijos. Estos, al igual que sus antecesores en las regiones arqueológicas estudiadas en este artículo, se adornaron con objetos de oro en forma de discos, bandas de oro usadas en los brazos, piernas y cabeza; además de colgantes en forma de ave, llamadas águilas o aguilillas en función de su tamaño, elaboradas en oro y en aleación de oro con cobre. Guardando las particularidades estilísticas de la región en estudio, se puede argumentar que a lo largo del siglo XVI las piezas de oro en forma de colgantes circulares, en forma de ave o cuentas mantuvieron una continuidad desde antes de la llegada de los españoles. Conforme avanza la conquista y la colonización, este tipo de objetos de oro fueron cada vez menos frecuentes en posesión de los caciques y sus principales, pero pervivieron como elemento cultural de distinción social asociado con cargos de autoridad. La importancia simbólica de los objetos de oro pervivió incluso hasta finales del siglo XIX, pues formó parte de la ornamentación de Antonio Saldaña, cacique o máxima autoridad política entre los talamanqueños a finales del siglo XIX (Fernández y González 1997). La circulación de bienes entre las sociedades originarias durante los siglos IX al XV, fue una práctica económica y política que se basó en la existencia de redes de intercambio que enlazaba grupos cercanos y lejanos, uniendo élites o promoviéndolas. Los objetos de oro, su producción y circulación varió en el área de estudio; sin embargo, la mayor parte de los objetos producidos fueron utilizados de manera local, aunque también fueron distribuidos hacia otras regiones. El viaje de González Dávila en 1522 proporciona información que como tendencia muestra que la posesión o producción de objetos de oro es menor que la documentada arqueológicamente para la porción del viaje correspondiente al oeste de Panamá y sureste de Costa Rica, por lo que es posible pensar en una manufactura orientada al consumo interno y de manera especial como ofrenda funeraria. FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 37 Por otra parte, al territorio del cacique de Gurutina, en el Pacífico Central de la actual Costa Rica, arqueológicamente no se le considera como una zona productora de metalistería, pero si se le ha caracterizado como una región que, en los siglos previos a la llegada de los españoles, consumía objetos de oro y por la cual circulaban bienes producidos en otras regiones. En el caso de los caciques Chorotega y Nicoya, los datos se distancian de manera significativa a lo documentado en los sitios arqueológicos; situación que hace pensar en un uso distinto al dado en el resto de la región en estudio, donde los objetos de oro pudieron ser bienes que se acumulaban como parte de la demostración de poder o bien para ser usados en el establecimiento de relaciones sociales. En el contexto de la relación entre indígenas y españoles, los indígenas emplearon estrategias tradicionales de relacionarse con otros para la obtención de bienes, entre ellos la reciprocidad, mostrada en los primeros encuentros, la cual se manifestaba por la entrega de piezas de oro y alimentos. También se dio la entrega de objetos de oro por parte de los caciques a los españoles, para el establecimiento de relaciones políticas que les convenía. De los documentos revisados queda claro que los españoles utilizaron los sistemas de intercambio indígena basado en la reciprocidad para obtener muestras de materias primas y objetos de oro, pero el tipo de bienes intercambiados variaron dependiendo de las circunstancias, desde situaciones de contacto inicial a escenarios de extrema violencia por parte de los españoles, por lo que no se puede establecer de manera generalizada la existencia de categorías de bienes que se entregaban a los españoles y la reserva de bienes que no se entregaban. Si bien en un inicio, pervivió la intención por parte de los indígenas de utilizar la reciprocidad y el intercambio para la obtención de bienes traídos por los españoles, pronto se introdujo por parte de los conquistadores la fuerza, la violencia y el sometimiento, provocando este último un sistema de tributos forzosos que proveyó a los españoles de los bienes requeridos. De acuerdo con lo analizado, en las fuentes documentales del siglo XVI de los actuales territorios de Costa Rica y Panamá, se pueden identificar pervivencias o modificaciones relacionados con la metalistería en las poblaciones autóctonas de los siglos IX al XV. LA METALISTERÍA EN LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS38 AGRADECIMIENTOS Mi agradecimiento a las personas que contribuyeron con sus comentarios y datos para la realización de este artículo. NOTAS 1. En excavaciones llevadas a cabo por Cooke y Sánchez en el sitio Cerro Juan Díaz, en un contexto asociado a un paquete funerario que contenía los restos de un adulto y de un adolescente, se halló un aro de cobre. El colágeno extraído de un diente del adolescente dio una fecha de 1780 ± 40 AP (cal. 130 - 350 n.e., Beta-147880) dato que por el momento es la fecha radiocarbónica más antigua para el sur de América Central asociada a un objeto de metal (Cooke et al. 2003: 95). 2. De la zona de Chiriquí, sin contexto arqueológico, se documentó un mortero hecho en piedra volcánica con una base redondeada con restos de oro, lo que supone que se usó para moler minerales de oro y reducirlos a polvo como parte de un proceso preliminar previo a la fundición o mezcla con cobre (McCurdy 1911). También en Penonomé al norte del sitio El Caño en Panamá, se documentaron 7 yacimientos de vetas polimetálicas con evidencias de actividad minera (Mayo et al. 2007); adicionalmente, en un sitio también de la provincia de Coclé se documentó, 2 martillos grandes, 3 fragmentos de martillos de cintura, 2 morteros y 1 yunque (Sánchez 2007). 3. Se analizaron por medio de Fluorescencia de Rayos X y EDS, 120 objetos de metal y 40 muestras de materias primas de Panamá y Costa Rica. El análisis de función discriminante demostró que un 50,43% de las piezas de Costa Rica fueron hechas utilizando pepitas del sur de Costa Rica, un 23,93% con pepitas de Panamá y un 13,67% con oros de vetas. También se utilizó, en la elaboración de objetos en Costa Rica, el cobre nativo (3,42%) y el cobre obtenido a partir de vetas polimetálicas (8,55%). De las piezas de Panamá, un 40% se asociaron con pepitas de Panamá, un 13,33% con pepitas de Costa Rica, un 6,67% a cobre nativo y un 40% con oro de vetas (Fernández 2011). 4. El cálculo del peso en kilogramos de oro obtenido se hizo con base en las siguientes equivalencias: El peso de oro corresponde a 4,6009 gramos y el Tomín a 0,599 (Burzio 1958: 174). LITERATURA CITADA AGUILAR, A. C. 2012. Género en los contextos funerarios de una aldea de los períodos Sapoá y Ometepe (800-1550 d.C.) en la bahía de Culebra Tesis de Maestría, Universidad de Costa Rica, San José. AGUILAR PIEDRA, C. 1972. Colección de objetos de oro del Banco Central de Costa Rica, Publicaciones de la Universidad de Costa Rica, San José. FERNÁNDEZ, P. VÍNCULOS 43 (2020): 39 ALARCÓN, G. 2018. 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