Formas de interacción precursoras de la comunicación y el lenguaje en el primer año de vida Un estudio longitudinal con ocho díadas durante el primer año de vida infantil Jorge R. Sanabria León Escuela de Psicología Universidad de Costa Rica 2016 1 Contenido Antecedentes y justificación ................................................................................................. 2 Consideraciones preliminares .......................................................................................... 2 Enfoque epistemológico .................................................................................................... 2 Ejes conceptuales y empíricos .......................................................................................... 4 Presentación .......................................................................................................................... 16 Descripción del estudio, los procedimientos y los alcances generales. .................................... 25 Esquemas de Interacción: mamá – seis semanas. ................................................................. 34 Integración. .................................................................................................................... 38 Esquemas de Interacción: mamá – seis meses. ................................................................... 42 Integración. .................................................................................................................... 49 Esquemas de Interacción: mamá – un año. ........................................................................ 52 Integración. .................................................................................................................... 60 Modalidades: bebé – seis semanas. ..................................................................................... 63 Integración. .................................................................................................................... 66 Modalidades: bebé – seis meses. ......................................................................................... 68 Integración. .................................................................................................................... 73 Modalidades: bebé – un año. .............................................................................................. 77 Integración. .................................................................................................................... 84 A modo de conclusiones. ........................................................................................................ 95 Recomendaciones finales. ..................................................................................................... 108 Referencias bibliográficas. .................................................................................................... 110 2 Antecedentes y justificación Consideraciones preliminares Los procesos que inician en la temprana infancia, desde las primeras semanas de desarrollo infantil, están orientados a organizar las estructuras fundamentales que habrán de determinar tanto el desarrollo infantil ulterior, como la consolidación del sistema de relaciones del que forma parte. Ambas instancias contribuyen a conformar el escenario en el que surge la noción basal de subjetividad. Entre otros efectos ulteriores que habrán de tener sobre el desarrollo, son de destacar la adquisición del lenguaje, las habilidades sociales, las destrezas cognitivas y, muy particularmente, la noción de sí mismo (identidad) que incluye la confianza en sí mismo, la autoestima y la seguridad para concebir y realizar proyectos. En estas estructuras se perfilan desde un inicio, y van progresando en complejidad, los patrones de interacción que median la relación entre el individuo y su entorno social. El escenario interactivo con las primeras figuras encargadas del cuidado se va tornando más variado y complejo conforme individuo y sistema interactivo progresan en su constitución. De tal forma, la capacidad individual para afrontar diferentes y nuevos escenarios de participación infantil crece en relación a la consolidación de las capacidades que se van conformando subjetivamente. De esta manera, el niño y la niña va afrontando mayores y más variadas oportunidades de participación en distintos ámbitos sociales, en cadencia con las aperturas del sistema ofrezca. Enfoque epistemológico El planteamiento de este proyecto se basa, principalmente, en la posición de Honig (1999) sobre una Teoría de la Niñez. 3 Desde su posición, los procesos de desarrollo o los procesos de socialización enfrentan el dilema de ubicar el punto de la constitución del individuo antes, durante o después de la adquisición del lenguaje, así como de otras destrezas y habilidades que le facultan como agente social. El debate sobre cuándo se constituye el individuo como agente social, cuánto permanece todavía como “no adultos”, si está en camino de constituirse en adulto o desde cuándo y hasta cuándo permanece como “adulto incompleto”, presenta similares interrogantes para la teoría sobre los procesos de desarrollo y la de los procesos de socialización, puesto que si se requiere de hablar de niños y niñas como agentes sociales, es una paradoja caracterizarlos como la esencia de un ser humano que todavía no ha culminado estos procesos. Se requiere, añade Honig, una revisión de la perspectiva, desde la apropiación de la cultura (y las destrezas y habilidades específicas) hacia el proceso conformado por la “negociación” entre atribuciones subjetivas y objetivas de significados, lo cual hace que la autonomía no sea un asunto de oportunidades, sino de necesidad. Por tanto, no se “es” niño o niña ni se “llegará” a ser adulto o adulta, sino que, desde el inicio, uno está constituyéndose constantemente en niño o niña, y seguirá siéndolo, en un sentido filial, en la adultez. Esta es la perspectiva que permite ver a niños y niñas como personas por derecho propio, como actores sociales y a la niñez como un fenómeno histórico y una figuración social. El crecimiento no se organiza como “niñez”, no como la esencia de procesos de desarrollo y socialización, sino como contexto selectivo y código social, que norma los procesos de desarrollo y al cual niños y niñas, por su parte, estructuran y reproducen de manera “interpretativa”. 4 No solo el permitirle al sujeto infantil “pronunciarse” le hace agente social – opina Honig - sino el desciframiento de los códigos infantiles y la pluralización de los modelos de niñez, como forma de identificar cómo niños y niñas estructuran su niñez, más que determinarlos en normas de niñez o diagnosticarlos en las pérdidas posibles que sufren o pueden sufrir. Por tanto, el presente estudio se suma a la posición del autor de que indagar las diferentes modalidades interactivas entre las figuras encargadas del cuidado directo del infante (madre, padre y, en general, sistema familiar), así como de los diferentes ámbitos de participación infantil con intervención de figuras adultas (cercanas o no, conocidas o no por los niños y las niñas) abre el acceso a una clara caracterización de la forma en que socialmente se enfrenta la participación de niños y niñas, los principios que rigen estas modalidades de progresivo involucramiento en diversos ámbitos sociales y las restricciones o posibilidades que se derivan para el desarrollo subjetivo pleno. La presente investigación se circunscribe, no obstante, a dos vectores. Primero, al surgimiento de la interacción diádica durante el primer año de vida del/la bebé. Segundo, a la constitución progresiva de un proceso de comunicación diádica que habrá de culminar en el lenguaje. Ejes conceptuales y empíricos Para conceptuar el inicio de las interacciones humanas, desde las primeras horas y días del desarrollo individual, se toma como referencia el trabajo de Miall y Dissayanake (2002) sobre la “poética del babytalk”. Sin embargo, algunos conceptos básicos preliminares permiten ubicar en la adecuada perspectiva estos interesantes hallazgos. Bowlby (1998, tercera reimpresión) desarrolló la 5 Teoría del Apego concibiéndola como la explicación del impuso que une al recién nacido a la madre y, sobre la base de una comparación etiológica con otras especies, demuestra, primero sobre la comparación misma, y, luego, empíricamente por medio de observación y experimentación, que el impuso que vincula al infante con la madre no solo se explica biológicamente, sino que tiene una vertiente en la teoría evolucionista porque es el que le permite al ser humano la mejor adaptación a su ambiente original de desarrollo evolutivo, guiado por el proceso conducente a garantizar la protección del recién nacido en medio de un ambiente potencialmente hostil y expuesto a los depredadores, versus un retoño humano que no tiene la capacidad para valerse por sí mismo, es inmaduro anatómica y neurológicamente, y cuyas capacidades perceptivas y de reacción apenas si son incipientes. Este impulso que liga al infante con la madre (o figura principal de apego), no tiene otro propósito ni interés o ganancia adicional que no sea el de obtener la protección; no está tampoco, por tanto, orientado a la “recompensa” de la alimentación o el cuidado, o la satisfacción de cualquier otra necesidad aledaña. Rebate Bowlby la idea de que haya algo parecido a impulsos primarios que se convierten, vía satisfacción de necesidades, en impulsos secundarios. El principio rector del apego es una clave evolutiva, cuya ley fundamental es la supervivencia y la supervivencia humana tiene su clave en la generación y consolidación de lazos con otros. Al considerarse el ligamen emergente del apego bajo la óptica de la poética es necesario subrayar la singular prosodia que mediatiza el diálogo entre la figura principal de cuido y el sujeto desde las etapas incipientes de su desarrollo. Así, puede atreverse la formulación de que una de las claves para descifrar el entorno la adquiere el ser humano gracias al canto de la voz humana. 6 A partir de la modalidad interactiva entre el infante y su madre (o figura principal de apego), y de las características de esta interacción, se llega a consolidar en el retoño humano una noción de sí mismo, de los otros y de la relación del sí mismo con los otros, que va dejando una “huella mnémica” (según el viejo augurio de Freud), consistente en resolver la ecuación que parte de la mayor disponibilidad inicial hacia muchas figuras y conduce hacia una selección de personas más circunscrita; y de una relación particular, relativamente simple y generalizada, hacia una cada vez más compleja, profunda, diferenciada y dirigida hacia personas en particular. Esta interacción permite la génesis e instauración de estructuras interactivas que se destacan por, primero, tener un correlato en el cortex cerebral y, segundo y concomitante a lo anterior, establecer relaciones de segundo orden entre sí que facultan, entre otra cualidades, el pensamiento abstracto, el distanciamiento de la corroboración fáctica de las relaciones y con ello - de mayor importancia para el ámbito social - la construcción simbólica, instaurando todo el engranaje en los denominados “modelos internos de funcionamiento” que determinan progresivamente la capacidad en crecimiento del infante de proponer, promover y modelar las interacciones con, prima facie, la figura principal de apego, habitualmente, la madre. Progresivamente, la capacidad se desenvuelve hacia incorporar otras personas, conformando el núcleo principal de relaciones sociales (desde el locus familiar) del niño o la niña. Estas estructuras, los modelos internos de funcionamiento, son, desde el inicio de la vida interactiva del sujeto, síntesis de las habilidades potenciales individuales, de la oferta de relaciones que le circunda y de un carácter inicialmente fáctico que avanza hacia el simbólico, conformando patrones que orientan al sujeto mucho antes del advenimiento del lenguaje y, en todo caso, estableciendo las plataformas predecesoras de la edificación lingüística 7 posterior. Este engranaje arroja luces sobre la subjetivación, sobre todo a partir de la fundación interactiva que establecen las relaciones sociales y que están orientadas, como se ha señalado y se ampliará un poco más, en un “impulso gregario”. Por otra parte, Fonagy (2000) denomina estas estructuras los “moderadores de la expresión del genotipo individual”. Para reducir a una fórmula excesivamente simple la complejidad de la discusión sobre el valor y potencial de la herencia genética, es la interacción específica entre el infante y las figuras circundantes la que promueve o inhibe el desarrollo de determinados rasgos individuales preestablecidos por el genoma, debido a que, según expone Fonagy, es la experiencia del infante la que cuenta; la manera en la cual el ambiente es experimentado actúa como filtro en la expresión del genotipo en el fenotipo, por medio de la permanente y tortuosa interacción entre el ambiente y el genoma, de tal forma que el apego equipa al individuo con el sistema de representación mental que, por tanto, se constituye en una de las funciones evolutivas más importantes, a partir del modelo instaurado en la relación del infante con la figura de cuidados (de apego). Este sistema constituye la capacidad del individuo para “interpretar”, otorgándole sentido a cada relación en cada contexto, capacidad que Fonagy llega a denominar “mecanismos interpersonales de interpretación”, los cuales siguen el proceso desde la representación directa de los eventos durante la ejecución de las interacciones, hacia la recuperación del registro de estas mimas interacciones en las expresiones (inicialmente faciales) de estos mismos eventos en la madre (o figura principal de apego) y las demás figuras circundantes, iniciando el proceso de simbolización. La relación interactiva del sí mismo con el otro le permite al infante identificar los rasgos de las experiencias que se instauran corporalmente y son interpretadas por las reacciones emocionales y afectivas de la figura de apego, otorgándoles progresivamente un significado. 8 Esta posición es compartida por Hofer (2006), quien se remite a datos empíricos que demuestran la presencia de una red de procesos psicológicos y neuronales, relacionados con comportamiento simples, que subyacen a los procesos de apego. Cómo se juega este potencial en las situaciones únicas que reflejan las interacciones que muestran la integración sensorial y motora del infante, el aprendizaje, la motivación y, sobre todo, la comunicación, que luego se desdoblan en procesos mentales y simbólicos desde su original plataforma biológica, es la principal preocupación de su análisis. Más que el contenido específico o la modalidad particular que asumen las interacciones y los subsiguientes patrones de interacción en la primera infancia, la clave es el establecimiento de un modelo para discernir las relaciones sociales. Por lo tanto, el sistema va mucho más allá de la mera protección, como presupuso Bowlby, y constituye un sistema adaptado por la evolución para llevar a cabo tareas fundamentales de corte ontogenético en el plano psicológico y fisiológico. El apego es un proceso que permite la existencia de una forma de vida mental a partir de un sistema adaptable de comportamiento y que tiene como fin, más que la protección, la capacidad de discernimiento sobre la calidad y características de las relaciones humanas. El apego se inicia desde las primeras semanas de vida y llega a perfilar sus contornos en los primeros dieciocho meses. Las estructuras precedentes en el genoma orientan al individuo hacia un comportamiento evolutivamente adaptado a la supervivencia y que, en el caso del humano, se dirige hacia el discernimiento y construcción de lazos filiales, que inicia con el impacto de las primeras relaciones de apego y que se modula desde la moderación que establece la experiencia individual registrada en los modelos internos que, por lo demás, tienen un correlato neurológico. 9 Por otra parte, Maier, Bernier, Pekrun, Zimmerman y Grossman (2004) han podido demostrar experimentalmente no solo la presencia de estas estructuras primarias, sino además su cualidad “inconsciente”, e incluso la de muchos patrones subsecuentes, por medio de la condición de “automáticas” (en unidades que van de 3 a 5 ms) que tienen para identificar y asignar cualitativamente diferentes escenarios de relaciones en diferentes momentos de la vida de la persona. Estas son, para los autores, estructuras que prevalecen, de connotación estrictamente pre-lingüística o proto-lingüística, ofreciendo las claves para el discernimiento sobre las cualidades de las relaciones y que tienen composiciones diferentes según las características que los patrones regentes en los modelos internos de funcionamiento (o de los mecanismos interpersonales de interpretación, según Fonagy) vayan adquiriendo durante la biografía. Entonces, retornando al tema del “babytalk”, Miall y Dissanayake (2002) han desarrollado una detallada investigación con bebés de ocho semanas y mostrado cómo el “babytalk” despliega rasgos sistemáticos y notables que sirven para crear y mantener una coordinación interpersonal, la cual Miall y Dissanayake denominan “mutualidad”, que ofrece el andamiaje para el apego subsecuente. Opinan, además, que su naturaleza estética merece ser considerada la fundación del sentido por el arte, la música y el lenguaje literario, como fase proto-estética. Desde las primeras semanas del desarrollo, los infantes muestran una capacidad de representación pre-simbólica muy compleja, que inicia desde las primeras horas de nacimiento con el reconocimiento de la voz materna, la cual han escuchado desde el útero (aunque en otra frecuencia), para luego empezar a imitar expresiones faciales tales como sacar la lengua o abrir la boca, abrir y cerrar la mano, avanzando hacia reconocer las 10 expresiones faciales de los adultos como tristeza, miedo y sorpresa, y hacerlas corresponder con las propias, anticipándolas incluso en determinados intervalos de tiempo. A las seis semanas son sensibles a patrones temporales que extraen del intercambio social, desplegado en la interacción entre la vocalización adulta y la expresión facial del bebé, generando expectativas y categorizándolas por tiempo, espacio, afecto y estímulo. Entre las seis – ocho semanas pasarán a involucrarse de manera multi-modal, es decir, vocal, visual y quinestésica, combinaciones derivadas de la “contingencia social”, que muestran cómo la dependencia interpersonal (o diádica, sea como fuere que esté conformada en el contexto en particular), hace que el afecto de ambas partes, bebé – adulto, esté coordinado y “afinado”. Este estudio muestra la capacidad innata del bebé humano para involucrarse interactivamente con las personas a su alrededor y cómo su comportamiento influencia a las personas a su alrededor en sus actitudes hacia el bebé. Esta “mutualidad” es expresada en una relación socio-emocional - temporal que precede y va más allá de la necesidad de protección, re- aseguramiento y cuidado. Los análisis de Miall y Dissanayake parten de las modalidades culturales con que espontáneamente los adultos interactúan con infantes pequeños, simplificando, repitiendo rítmicamente, exagerando o elaborando gestos y expresiones, de una manera que promueve la interacción directa y se basan en observaciones de 64 segundos sustraídos de registros de cinco minutos de la interacción entre madre e infante de ocho semanas. El uso habitual de las madres es recurrir a una voz alta, aunque suave y exaltada, con expresiones cortas y repetitivas, con pausas intercaladas. La emisión es muy controlada. Aunque puede variar según el contexto cultural, por regla general las madres no intentan deliberadamente “enseñar” a los bebés. Simplemente disfrutan la compañía. Desde la 11 perspectiva evolucionista, estas vocalizaciones maternas son señales biológicamente relevantes, definidas por la selección, que influencian la atención del infante, su umbral de estímulo, sus emociones y, eventualmente, la comprensión del lenguaje. Por otra parte, estas interacciones tempranas contribuyen al equilibrio homeostático del bebé, a la auto-regulación del bio-comportamiento y a la auto-organización. Tal participación ayuda también a desarrollar una “narrativa” cognitiva del infante, expresada en sus habilidades para reconocer agencia, objeto, tema e instrumentalización. En términos más amplios, anticipa la competencia intelectual y social, incluyendo el reconocimiento de la intencionalidad, el involucramiento en la reciprocidad, y el desarrollo de la expansión (recuerdo y predicción) más allá de la situación presente, reforzando las estructuras neuronales predispuestas para el funcionamiento socio-emocional. Todo lo anterior implica una predisposición para la adquisición del lenguaje, sobre todo del habla, guiando al infante por este sendero. Esta “exquisita sensibilidad” que se pone de manifiesto en las tempranas etapas de las primeras semanas de desarrollo, muestra, según los autores, el diseño en la organización neuronal, de la capacidad de mutualidad e inter-subjetividad. Se trata de la capacidad de coordinación de estados emocionales – comportamentales con otros, en secuencias ordenadas temporalmente. Constituye un correlato psicobiológico del ser humano al puro inicio de las relaciones humanas y como predecesor, en forma de mutualidad, del apego, como interacción en el plano de las emociones y de las acciones (modelos), basados en esta función proto- estética de la poética del “babytalk”. 12 La habilidad para responder a estas presentaciones estéticas del lenguaje interactivo se presenta tan temprano como las dos primeras semanas de vida, enlazando capacidades cognitivas y afectivas de manera que proveen la fundación para las habilidades requeridas posteriormente para la respuesta y producción estética. Con lo cual, el valor para la posición evolucionista del comportamiento estético y de las fuerzas que lo guían, gana en relevancia. Esta estructura primaria sigue un principio que es tanto natural como cultural, pues se trata de un texto que debe ser interpretado por un lector dentro de un contexto social. Estos elementos no verbales, pre-simbólicos, interactivos y emocionales del análisis del “babytalk” son relevantes para entender la naturaleza y función del lenguaje humano. Muestran que el infante posee motivos y propensiones específicamente adaptadas para percibir, responder e influenciar lo que sienten otras personas, así como qué perciben y hacen, junto con la conciencia de estar con los otros, que le informa sobre todas sus relaciones con otras personas, no solo en estos intercambios tempranos del “babytalk”, sino sobre todo, en la posterior comunicación verbal. No solo contribuyen a la comprensión de los aspectos sintácticos y lexicológicos del lenguaje, sino que apoyan sus características dialógicas y emocionales. Denotan la importancia del lenguaje no solo para nombrar objetos y solicitar cosas, o externalizar pensamientos, sino para negociar significados compartidos con otras personas, mantener relaciones sociales y mostrar reciprocidad emocional. Estos hallazgos alrededor del “babytalk” se ven reforzados por los estudios de Tronick y Cohn (1989) que analizan la coordinación cara a cara entre el infante y su madre, destacando las diferencias por género en bebés de tres, seis y nueve meses, sobresaliendo dos eventos: el empate (involucramiento en el mismo comportamiento al mismo tiempo), y la sincronía (cambio de comportamiento respecto al otro). Esta coordinación tiende a incrementarse 13 conforme la edad, sobre todo en el caso de hijos varones, aunque los intervalos tienden a ser muy cortos y mediados, precisamente, por la interferencia, aún más constante, de la descoordinación. Las transiciones entre uno y otro estado (coordinación – descoordinación) son críticas, precisamente, para la cualidad de la relación, el establecimiento de un patrón coordinado y su mantenimiento, pues el “error” interactivo conlleva precisamente a la coordinación y su mantenimiento por medio del proceso de “reparación”, a partir del intento deliberado por parte del infante en esta dirección, que va conformando una estructura o estrategia de reparación (tanto como lo hace la madre por sí misma). Los autores lo han medido en secuencias que van de tres a cinco segundos. Esta estructura captura el aprendizaje de las reglas de la interacción y orienta hacia las habilidades interactivas ya que se va incrementando el sentido de efectividad, mientras que el fracaso en este ámbito conduciría a un sentido de indefensión. De hecho, se ha demostrado que en el primer caso, el infante tiene una capacidad mayor de influir en el comportamiento materno durante situaciones de perturbación. El sentido de discrepancia contribuye, asimismo, a la configuración de una noción de sí mismo como distinto de la madre, con fines y comportamientos diferenciables. Este afinamiento parece presentar patrones diferentes en las díadas madre - hijo, madre – hija, mostrando diversas modalidades empáticas, o de afinidad, y con efectos que siguen patrones contrastantes entre niños y niñas en su desarrollo ulterior. De igual manera, Johnson, Shimizu y Ok (2007) enfocan este proceso desde la capacidad que desarrolla el infante de atribuir la participación de otras figuras, personas u objetos, sobre todo extrañas, en la consecución de determinadas metas. Por otra parte, y en concordancia con los elementos reseñados, Lohaus, Keller, Ball, Voelker y Elben (2004) destacan el carácter predictivo sobre el desarrollo que tienen la sensibilidad 14 y la calidez durante las relaciones en el período que va de los tres a los doce meses, aun y cuando no sean características estables y permanentes. Dickerson-Peck (2003) ha demostrado estos modelos interactivos en un micro nivel del comportamiento, reduciendo las unidades de análisis, en tanto se consideran la mayor cantidad posible de condicionantes objetivos de la interacción diádica, para establecer la regulación emocional a partir de la expresión facial. Ha establecido así que infantes antes del primer año (tres, seis y nueve meses, para ser exacto) pueden percibir y recordar sutiles cambios, medidos segundo a segundo, en la expresión facial, aversiones en la mirada, cualidades rítmico-quinestésicas, tanto como combinaciones de estos comportamientos expresadas simultáneamente, configurando “paquetes afectivos”, coincidiendo en el efecto de estructuración que provocan sobre lo que significa “estar con otra persona”. Finalmente, y de manera muy breve, debe señalarse que el modelo desarrollado por Lamb (2005) y Lewis (2005), así como Lewis y Takahashi (2005), contempla las interacciones descrita dentro de un sistema que denominan “redes sociales y contextos del desarrollo”, así como el “modelo de red social”, que, en pocas palabras, intenta determinar los factores que inciden en la dinámica de la díada madre - infante, la sensibilidad materna y el movimiento en una u otra dirección de este evento de estructuración antes mencionado. Esta posición propone romper con la ingenuidad de que la díada opera en una suerte de burbuja social, sin recibir ningún impacto o influencia de las condiciones concretas de vida en las que se instaura. Uno de los aspectos más desatendidos es la participación y el papel de la figura del padre, tal como lo abordan, por ejemplo, Grossman, Grossman, Fremmer- Bombik, Kindler, Scheuerer-Englisch y Zimmerman (2002) o Paquette (2004). 15 La propuesta de Takahashi (2005) se denomina “modelo de relaciones afectivas” y se inscribe dentro de un enfoque más general del análisis del apego referido como los sectores de la red social. La autora formula la red de relaciones que determinan los eventos constitutivos de la interacción diádica desde los primeros momentos del desarrollo Se trata de clasificaciones topológicas para condensar la rica información de cada red social, conformada por relaciones cercanas interpersonales con otros significativos para satisfacer necesidades de apoyo emocional. Takahashi propone que (1) cada persona tiene un andamiaje de relaciones cercanas consistente de múltiples figuras significativas; (2) que se constituye como una estructura jerárquica; (3) presenta diferencias individuales, y (4) esta plataforma puede ser transformada. De esta manera, pueden definirse diferentes tipos de relaciones afectivas en múltiples ámbitos sociales que pueden, además, evidenciar su organización jerárquica. Además de una figura focal que satisface casi todas las funciones psicológicas y provee la estructura basal de la existencia al cumplir con las funciones más críticas, se deriva una variedad de otros significantes que satisfacen una variedad de funciones psicológicas para una vida estable y autónoma. De tal manera, la influencia de la figura focal puede verse reducida por la influencia de esta otras. El trato recibido y ofrecido a cada una de estas figuras depende del lugar que ocupa en la estructura y jerarquía general. Estas configuraciones son similares para personas con el mismo tipo de relación afectiva, pero diferentes para distintos tipos. Este modelo integra la visión diádica, pero al mismo tiempo la complementa desde una doble perspectiva: cómo la díada está inscrita en el modelo de redes sociales y cómo los modelos emergentes en la infancia temprana pueden desarrollarse y ser sujetos de ajuste y variación a lo largo del ciclo de la vida dependiendo de variadas circunstancias. 16 No obstante, y por razones de mera circunscripción empírica, la investigación que aquí se expone ha puesto su énfasis en:  Las formas de interacción infante – figura adulta en la temprana infancia.  El ámbito social de participación infantil “en estado naciente” en que se identifican los elementos mediadores de la relación entre el mundo infantil y el mundo adulto.  Las nociones y la praxis simbólica pre-lingüística y proto-lingüística en la interacción emergente en la díada. Presentación El objetivo general de la investigación y, por tanto, del procedimiento metodológico realizado, fue establecer cómo, en concreto, madres costarricenses emplean diferentes estrategias interactivas y discursivas con sus bebés que contribuyen a fomentar el desarrollo de la comunicación y el lenguaje en niños y niñas desde los inicios de su ciclo de vida. El énfasis se centra en cuáles son las formas específicas a las que recurren las madres, a las diferentes combinaciones de recursos gestuales, lingüísticos y cognitivos (entre otros importantes) que logran articular para captar, dirigir y estimular la atención de sus bebés, o responder a lo que consideran son las iniciativas del/la bebé, básicamente con una intención comunicativa. En otras palabras, el objetivo no es determinar si las madres poseen o no tales estrategias o si las madres recurren a ciertas estrategias para promover la comunicación y, a la postre, el desarrollo del lenguaje. Ni siquiera se busca determinar en qué procesos psicológicos se basan estas estrategias. Todos estos aspectos han sido copiosamente estudiados y establecidos como premisas del desarrollo en general y del lenguaje en particular. Sin embargo, estos ejes son supuestos teóricos de la investigación. 17 El objetivo de la investigación ha sido establecer cómo propician la interacción las madres costarricenses junto a sus bebés, o sea, cuál es la configuración de las modalidades particulares que pueden mostrarse en el registro en video de interacciones cotidianas, en ambientes naturales y situaciones habituales (tal fue la consigna a ellas). La teoría sobre la adquisición temprana del lenguaje no está sujeta a debate (no, al menos, por ahora). La Teoría Fundamentada que se ha propuesto (y se reporta) no es sobre el proceso de la adquisición del lenguaje per se, sino sobre las configuraciones específicas emergentes para poner en marcha y llevar a cabo tal proceso, que adquieren las posibles modalidades implementadas por las madres en conjunción con sus bebés (es decir, también se supone, desde la teoría, que el niño y la niña, desde los albores del desarrollo, son sujetos activos de la interacción). Por supuesto, para identificar cada uno de los usos y recursos de las madres y aquellos de sus bebés (y cómo unos y otros se articulan en formas específicas de interacción), se utilizan categorías teóricas de diversas fuentes para caracterizarlos de una manera que sea teóricamente coherente y, además, permita la comparación y el debate con la teoría precedente y actual sobre el tema. Dicho en otras palabras, no se proponen nuevos términos para cada uno de los rasgos presentes en la interacción, sino que se les denomina de acuerdo a como ya se ha hecho en la teoría. Por tanto, la Teoría Fundamentada, propiamente dicha, que se deriva de este estudio, está constituida por los “ESQUEMAS DE INTERACCIÓN” (formas de interacción vistas desde la perspectiva de la madre) y las “MODALIDADES” (las estructuras concomitantes vistas desde la perspectiva del/la bebé). Es desde la formulación de estos “esquemas” y 18 “modalidades” que emerge la Teoría Fundamentada sobre qué sucede en las interacciones registradas y cómo sucede. Es una Teoría Fundamentada sobre cómo está compuesto el nivel empírico/fáctico de la interacción diádica, sobre acciones, no sobre el porqué o para qué esto ocurre (la teoría psicológica reseñada de diversos autores ya ha dado cuenta sobre este particular y, para efectos analíticos inmediatos, se presupone como válida). Este tipo de análisis tiene, entre sus orígenes más destacados, la investigación realizada por Beatrice Beebe (Beebe, 2014; Beebe y Lachmann, 2003; Beeber, Lachman, Markese, Buck, Bahrik y Chen, 2012; Ritter, Bucci, Beebe, Jaffe y Maskit, 2005). Desde un enfoque originalmente psicoanalítico, Beebe ha propuesto el estudio del proceso de la comunicación madre – infante, momento a momento y cara a cara, siguiendo el derrotero del establecimiento de la comunicación desde sus albores en la interacción. Básicamente, su objetivo es caracterizar el sistema de comunicación diádica que va emergiendo durante la interacción desde los primeros días de vida del/la bebé. Este enfoque ha sido denominado “microanálisis de la interacción” y opera, según palabras de su creadora, como un microscopio que identifica los eventos interactivos “instante por instante”, gracias al registro en video que facilita la identificación de manifestaciones de este fenómeno que de otra manera escaparían al “ojo desnudo”. La descripción de estas manifestaciones, inicialmente topológica, debe irse reformulando en sistemas de complejidad creciente que expliquen eventualmente la dinámica de interacción específica. Entre los autores que se han apoyado en la evidencia empírica de estos sistemas basados en el microanálisis de la comunicación se encuentran, además de la misma autora, Daniel Stern, Joseph Jaffe y Frank Lachmann. Sin embargo, el procedimiento intrínseco al microanálisis de la comunicación interpersonal no es potestativo de Beebe o del enfoque psicoanalítico del desarrollo, tal y como lo 19 demuestra la obra de Peter Bull (2002), quien ha decantado de una manera metodológicamente rigurosa el análisis de la comunicación, coincidiendo, en lo fundamental, en el énfasis en los elementos de la comunicación cara a cara, en el comportamiento no verbal y, por supuesto, la pragmática del lenguaje en su contexto. Su propuesta se basa también en el análisis del registro fílmico o de grabaciones, para detectar los detalles finos de la interacción social durante la comunicación interpersonal. Esta perspectiva, heredera y exégeta del análisis de la conversación, ha sido también abordada específicamente para el tema del origen diádico de la comunicación y el lenguaje, como se rescata en la obra de Gardner y Forrester (2010). Coinciden estas propuestas en la necesidad de un registro fotográfico o fílmico de las interacciones en contextos naturales (validez ecológica) y en la decantación de las secuencias de interacción por medio de identificar, describir y reseñar, de una manera sistemática, cómo se establece la comunicación diádica (también solo entre personas adultas). La técnica básica es ir y volver constantemente en el registro hasta agotar, en lo posible, la mención minuciosa de los detalles presentes en las formas verbales y no verbales de la comunicación, cuyas configuraciones particulares muestran los sistemas empleados por las personas involucradas. En una perspectiva más amplia, otras orientaciones afines permiten definir la naturaleza ontológica de esta investigación. Una principal es la Etnografía de la Comunicación, tal y como la entiende, sobre todo, Saville-Troike (1982; aunque originalmente formulada por Dell Hymes, véase: Johnstone y Marcellino, 2010), que se propone establecer qué es lo que necesita saber un hablante común para comunicarse apropiadamente en una comunidad lingüística en particular y qué necesita 20 aprender para lograr su competencia comunicativa. Con este fin, estudia los sistemas de eventos comunicativos por medio de los cuales se logra el significado social convenido. De particular interés para esta investigadora y, por tanto, para el presente estudio, lo son las formas emergentes de comunicación. Otro referente obligado es el microanálisis etnográfico o microetnografía de la interacción social, originalmente postulada por Goffman, en la década de los sesena del siglo pasado, como el estudio de las unidades mínimas de interacción en pequeños escenarios que, aunque se entienden como influidos por los contextos societales más amplios (entre los que incluye étnica, relaciones de género, creencia e identificaciones religiosas, patrones generales del lenguaje y determinantes culturales), se consideran situaciones puntuales con una “vida propia”, es decir, que se constituyen en un escenario social delimitado, pues los factores objetivos no determinan totalmente las formas particulares en que las personas interactúan en situaciones concretas. Una formulación metodológica más actual, la de Erickson (1995; aunque véase Riggins, 2001, para un enfoque más general de la teoría social y del método detrás de esta posición), también se basa en las grabaciones o filmaciones de interacciones que ocurren naturalmente, para ver las acciones en tiempo real, de muy cerca y repetidamente, con particular énfasis en la utilización del lenguaje y otras formas de comunicación, durante la construcción de situaciones cotidianas. Por tanto, la presente investigación puede ser definida como un microanálisis etnográfico que pone particular énfasis en el microanálisis de la interacción durante el proceso de adquisición del lenguaje a lo largo del primer año de vida para identificar los componentes que median precisamente en el desarrollo temprano del lenguaje. La Teoría Fundamentada constituye el recurso para instrumentalizar el proceso de observación, registro, ordenamiento, codificación 21 y sistematización de los datos. En esta integración de elementos teórico - metodológicos es que radica su innovación. En cuanto a la descripción del proceso investigativo, son de mención los siguientes puntos: Temporalidad concreta: es un estudio longitudinal, en el cual cada díada fue filmada durante al menos veinte minutos de interacción libre a las seis semanas, seis meses y un año de edad del/la bebé. Cada caso se estudió, por tanto, durante poco menos de un año en estos tres momentos. Los registros se realizaron durante los años 2009 y 2011, con una variabilidad dependiente de la fecha de nacimiento de cada bebé. Otros detalles sobre este particular se consignan en el apartado Descripción del estudio, los procedimientos y los alcances generales. Contexto de la aplicación metodológica: salvo en un caso (que se filmó en una sala del Posgrado en Psicología de la Universidad de Costa Rica, a solicitud de la madre), todas las diadas fueron filmadas en su casa de habitación, en un espacio y horario escogido por la madre a su mayor conveniencia, generalmente en la habitación del/la bebé o en la sala de la casa, dispuesta, por iniciativa y costumbre materna, como un ambiente lúdico. Siempre estuvieron presentes solamente la madre y el/la bebé y el o la asistente del proyecto que realizó la filmación, con instrucciones de no interferir o intervenir de ninguna otra forma. Se filmó simultáneamente, con cámaras opuestas, a la madre y al/la bebé, cara a cara. El o la asistente solo podía realizar ajustes en el ángulo de filmación, para adecuarlos a los cambios posturales de la madre o el/la bebé. Esto ha permitido que se tenga una visión simultánea de la interacción. Ambas ángulos de filmación registrados por cámaras concurrentes pero independientes entre sí, fueron luego sincronizados en una sola pantalla para su codificación. 22 La codificación se realizó sobre este video sincronizado, con rondas individuales para la madre y para el/la bebé, con posterior cotejo simultáneo de las categorías. Otros detalles sobre el trabajo de campo se consignan en el apartado Descripción del estudio, los procedimientos y los alcances generales. Medidas implementadas para afrontar la deseabilidad social: como todo estudio de corte esencialmente etnográfico, esto solo es posible hasta cierto punto, pues la mera presencia del equipo de investigación y de los utensilios de grabación es una distorsión difícil de neutralizar. Sin embargo, el o la asistente que grabó cada sesión tenía instrucciones claras de no interferir ni intervenir en la situación de ninguna otra forma y la consigna a la madre fue que interactuara o realizara las actividades habituales que acostumbra compartir con su bebé de la forma en que suele hacerlo en el horario establecido. Adicionalmente, se desecharon, dependiendo de la duración del registro, los primeros cinco a diez minutos de la grabación (durante los cuales se presume la instauración y despliegue de la deseabilidad social) y se inició la codificación inmediatamente después (cuando se espera que aparezca lo “habitual” o “cotidiano”), finalizándola cinco minutos antes del final del registro, para evitar la estereotipia o el efecto de agotamiento. Caracterización de las personas participantes: en total, para efectos de este estudio se analizaron los casos de ocho díadas, cinco niños y tres niñas. Todas las madres eran amas de casa y con una edad entre 20 y 25 años durante el año del registro. En cuanto a la escolaridad, dos de las madres contaban con estudios universitario sin concluir en el momento de la filmación (de un niño y una niña, respectivamente), todas las demás tienen solamente secundaria completa. Todas las diadas habitan en la Gran Área Metropolitana de San José, en zonas residenciales urbanas, y se les puede caracterizar como de estrato socioeconómico 23 medio, según el enfoque basado en factores económicos y culturales del Ministerio de Vivienda y Asentamiento Humanos de la República de Costa Rica (2011). Todas las diadas forman parte de familias nucleares convencionales. Todas y todos son bebés a término, con edad gestacional promedio y sin complicaciones durante el embarazo o el parto. Salvo el caso de una madre con estudios universitarios, cuya hija es la segunda de la familia, todas las demás madres son primerizas y con primogénitos. Durante el año de registro no se reportaron enfermedades graves ni trastornos del desarrollo de ningún tipo. Las madres fueron contactadas por medio de servicios públicos de salud o en la Universidad de Costa Rica a través de muestreo no probabilístico en cadena (“bola de nieve”). Todas las madres firmaron el consentimiento informado debidamente aprobado por el Comité de Ética de la Universidad de Costa Rica. Conjunto del proceso de investigación: este es un estudio etnográfico microanalítico sobre procesos asociados a la adquisición temprana del lenguaje y presentes en la diada madre- bebé, en los términos metodológicos expuestos más arriba. En el apartado Descripción del estudio, los procedimientos y los alcances generales se exponen sucintamente los procedimientos de la Teoría Fundamentada y cómo fueron aplicados en esta investigación. En la exposición de los datos, se puede apreciar cómo se fueron consignando las características estructurales y dinámicas de las interacciones entre madre y bebé, desde un nivel topológico (descripción del comportamiento), pasando por lo tipológico (identificación de indicadores comunes, según ejes que rigen la acción), hasta llegar a los más conceptuales (postulación de procesos subyacentes en la interacción). Esto se corresponde, tal y como también se consigna en la descripción metodológica, con las codificaciones que arrancan con 24 la abierta y culminan con la selectiva, en consonancia con la Teoría Fundamentada reseñada en el apartado Descripción del estudio, los procedimientos y los alcances generales, donde se consignan los aspectos centrales del procedimiento. En el apartado de referencia también se describen otros procedimientos complementarios, en consonancia con las prescripciones y recomendaciones de la Teoría Fundamentada. Resumiendo, de conformidad con la Teoría Fundamentada y el enfoque metodológico más general reseñado más arriba, se fue codificando cada video sincronizado, segundo a segundo, centrándose en la interacción cara a cara, tanto de los eventos verbales como los no verbales, yendo y viniendo hasta lograr la saturación, para identificar no solo eventos aislados, sino secuencias (sistemas) que dieran pie a la caracterización de los “Esquemas de Interacción” y las “Modalidades”. Se hicieron dos rondas por cada miembro de la díada en cada video sincronizado en cada momento del desarrollo, primero con atención en la madre y luego en el/la bebé, con cotejo simultáneo a posteriori y luego se verificaron las categorías complementariamente con registros parciales no incluidos en el análisis inicial. Es a partir de este exhaustivo sistema de codificación que se empieza a formular la Teoría Fundamentada sobre las formas de interacción, que se caracterizan como “Esquemas de Interacción” desde la perspectiva de la madre y “Modalidades” desde la del bebé. En la exposición, cada vez que se hace referencia a un “Esquema de Interacción” o a una “Modalidad”, se remite primero al proceso de codificación inmediatamente anterior, de nuevo, etapa por etapa, que faculta para las formulaciones que se hacen en cada nivel subsiguiente. Es a partir de organizar la evidencia empírica con este proceso que se postulan las derivaciones teóricas –conceptuales (sobre todo en el apartado de las conclusiones), ya no sobre cómo se constituyen las interacciones per se, sino sobre el porqué lo hacen de esa manera y qué pueden estar 25 explicando del proceso de adquisición del lenguaje, y sobre cuyo acierto, por supuesto, se puede diferir. Este procedimiento cumple con los criterios de rigor y calidad de la investigación cualitativa, tal y como son sistematizados, por ejemplo, por Cornejo y Salas (2011) o Salgado-Lévano (2007). Descripción del estudio, los procedimientos y los alcances generales. El presente estudio se propuso como objetivo decantar Formas de Interacción específicas que se desarrollan durante las actividades compartidas entre la mamá y el/la bebé y que pueden ser puestas en relación con el advenimiento del lenguaje en el/la bebé. Se ha partido de la premisa teórica de que la capacidad para transmitir el lenguaje por parte de la mamá y de adquirir el lenguaje por parte del/la bebé responde a procesos que emergen como constitutivos del desarrollo psicogenético del/la bebé, pero que se requieren y determinan mutuamente para su desenvolvimiento pleno. Esta capacidad, sobre la que se ha establecido que existe una determinación neurofisiológica y genética tanto en la mamá como en el/la bebé, se potencia con la mediación cultural que los estilos de crianza y los contenidos de la comunicación hacen posible. Ni la mamá transmite el lenguaje ni el/la bebé lo adquiere en el vacío, pero la mamá y el/la bebé triunfan al activarlo sobre la marcha de las prácticas de vida determinadas culturalmente que infiltran las Formas de Interacción diádicas. Para alcanzar su objetivo, este estudio se propuso realizar una observación sistemática sobre las interacciones entre la mamá y el/la bebé, durante las cuales la mamá promueve el desarrollo integral del/la bebé. Parte esencial del desarrollo integral del/la bebé es el establecimiento de la comunicación - prima facie - con la mamá. El supuesto fundamental de este estudio es que el desarrollo del/la bebé, específicamente en lo relativo al lenguaje, 26 será estimulado y potenciado por la estrategia de la mamá y que la mamá recibirá, a su vez, claves importantes de parte del/la bebé. El presente estudio se basa, entonces, en el registro en video de las interacciones entre la mamá y el/la bebé en tres momentos del desarrollo durante el primer año de vida del/la bebé: seis semanas, seis meses y un año de edad, durante encuentros cotidianos. En cada uno de estos momentos, se filmó la interacción durante mínimo veinte minutos con cada una de las díadas, con dos cámaras simultáneamente, una dirigida a la cara de la mamá y la otra a la cara del/la bebé. Por lo tanto, se dispone de al menos una hora de registro simultáneo por cada díada. A lo largo de la filmación se realizaron los ajustes de ubicación de las cámaras según lo fueran requiriendo los desplazamientos y los cambios posturales espontáneos de la mamá y del/la bebé; en lo restante, no hubo participación ni intervención ninguna de parte del equipo de investigación. A la mamá simplemente se le dio como consigna que interactuara con su bebé en la forma habitual en que suele hacerlo durante el juego, el cuidado, la alimentación, el acicalamiento y otras actividades habituales de la vida diaria, a elección de la mamá. En total, se lograron filmar y analizar ocho díadas, cinco niños y tres niñas, longitudinalmente, a lo largo de un año, en cada uno de las edades del/la bebé ya referidas. Posteriormente, cada par de videos, el de la mamá y el del/la bebé, fue sincronizado e integrado en una sola pantalla para su codificación y análisis. El presente estudio es una investigación de naturaleza eminentemente cualitativa (microanálisis etnográfico, según se expuso más arriba), que se sustenta en la casuística ya consignada, puesto que el objetivo principal es una aproximación comprensiva de la experiencia de la mamá y el/la bebé dentro de la interacción diádica. La codificación y el análisis de las filmaciones sincronizadas se 27 llevaron a cabo siguiendo los pasos estipulados por la Teoría Fundamentada, según la han postulado Glaser y Strauss (1999), y Straus y Corbin (2002), así como, en una articulación más acorde a los propósitos de la presente investigación, por parte de Charmaz (2014). Los pasos de la Teoría Fundamentada pueden resumirse como la Codificación Abierta o en vivo, la Codificación Axial o sobre líneas temáticas y la Codificación Selectiva o en base a derroteros clave de la teoría en desarrollo, así como la formulación de la teoría en sí misma (este caso, sobre la naturaleza de la interacción mamá – bebé, alrededor de las claves identificables sobre el establecimiento de la comunicación y los elementos precursores del lenguaje). La Teoría Fundamentada plantea, asimismo, que para lograr la mayor rigurosidad en el análisis, se debe seguir la pauta de la “saturación” durante el proceso de codificación. La saturación consiste en repasar cada uno de los materiales disponibles tantas veces como sea necesario y compararlos entre sí constantemente (método de la “comparación constante”), hasta que los códigos resulten redundantes o no aparezcan nuevos códigos o dimensiones analíticas que agreguen elementos comprensivos novedosos sobre el tema de investigación. A este procedimiento se le conoce como el logro de la “densidad” de las categorías de análisis. De esta manera, la codificación inicial se realizó a partir de seis casos, cuatro niños y dos niñas. Los dos casos restantes, un niño y una niña, se preservaron para llevar a cabo una validación complementaria del Sistema de Codificación. Cada uno de los registros longitudinales de las interacciones entre la mamá y el/la bebé, tanto de los primeros seis casos codificados inicialmente como de los dos a posteriori, se catalogó al menos tres veces, proceso durante el cual se fue confeccionado un Manual de Codificación que sirvió no solo 28 para describir y caracterizar las interacciones en vivo (transcripción cuasi literal de los eventos en estudio), sino para llevar el registro necesario para verificar la saturación de cada una de las filmaciones por medio de la comparación constante y para su contraste y complementación entre sí. Este momento del proceso, así como los subsiguientes, se llevó a cabo simultáneamente para la mamá y para el/la bebé, aunque en registros separados e independientes. Una vez culminado todo el proceso de codificación con los primeros seis casos, cuatro niños y dos niñas, se volvió a repasar cada uno de los pasos, con una recodificación completa de los dos casos que se preservaron (un niño y una niña), para validar y completar la codificación en cada uno de los niveles reseñados. Asimismo, cuatro casos adicionales parciales (dos niños y dos niñas), de los que se conservó solo uno o dos de los momentos de desarrollo registrados, sirvieron para aplicar el principio del “muestreo teórico”. El muestreo teórico consiste en una recolección de datos a partir de la teoría en proceso, para ir comparando la aplicabilidad de las categorías y así establecer posibles variaciones y lograr mayor densidad en el análisis. Con estos dos procedimientos adicionales, se ha querido abonar a la saturación del material y a la validación del análisis. Este primer nivel metodológico, que como ya se señaló, es muy descriptivo y tipológico, constituye, entonces, la Codificación Abierta. La Codificación Abierta inicia el proceso de recolección de las categorías, en términos de sus propiedades y dimensiones. Cada uno de estos códigos recoge una breve secuencia de comportamientos tanto de la mamá como del/la bebé, que en la inmensa mayoría de los casos no excede el rango de diez segundos. Esta Codificación Abierta permitió, entonces, reconocer, detallar y sistematizar el mayor repertorio posible de comportamientos que tanto la mamá como el/la bebé fueron capaces de 29 desplegar durante los encuentros cotidianos compilados de estas ocho díadas en los tres momentos a lo largo de un año. Con base en la Codificación Abierta, se pasó al siguiente estrato que es la Codificación Axial. Las diferentes caracterizaciones en vivo de los comportamientos de la mamá y del/la bebé, sus acciones, fueron sintetizadas en descriptores de un nivel inmediatamente superior que procuran mostrar cómo cada una de esas singularidades puede ser puesta en relación con formas o estrategias para la acción de que disponen y a las cuales recurren tanto la mamá como el/la bebé. Estas formas o estrategias para la acción están diseñadas psicológicamente de tal manera que tanto la mamá como el/la bebé están en condición de tomar la iniciativa durante la situación y de reaccionar en consonancia frente a la propuesta interactiva de su contraparte. Es de esta forma que se puede visualizar primeramente el ciclo diádico en espiral constante, estructura basal de la dinámica constitutiva de las Formas de Interacción. El concepto de Formas de Interacción recopila la dimensión empírica, en cuanto a las acciones específicas a que recurren la mamá y el/la bebé, y la dimensión simbólica, que se refiere al significado social que denotan progresivamente los distintos estilos de relacionarse. Los ejes integrantes de las diferentes formas o estrategias para la acción identificadas en estas ocho díadas, tanto para la mamá como para el/la bebé, pueden apreciarse en la Codificación Axial, en la cual se advierte cómo las iniciativas o complementos tanto de la mamá como del/la bebé pueden agruparse con base en propiedades más genéricas que ayudan a conceptuar la dinámica interactiva. Una vez establecidos estos ejes de la Codificación Axial, se procede a la Codificación Selectiva, la cual, en sentido estricto, es la primera aproximación a la formulación de una 30 Teoría Fundamentada sobre el tema de este estudio. Las categorías (ejes) de la Codificación Axial (formas o estrategias para la acción) fueron integradas en diferentes combinaciones posibles para consolidar modelos tanto de invitación a interactuar como de identificación de la invitación a interactuar de la contraparte, de que disponen tanto la mamá como el/la bebé. Para lograr esta integración, se realizó una nueva ronda de verificación con el material empírico con el propósito de establecer la posible secuencialidad, familiaridad o complementariedad de las estructuras primarias decantadas durante la Codificación Axial. De esta manera, se han definido los modelos implementados por la mamá, de una manera muy puntual, como “Esquemas de Interacción”, y los modelos desplegados por el/la bebé, también puntualmente, como “Modalidades”. Esta pedantería en la denominación responde a la necesidad de no confundir conceptualmente las facetas complementarias de la interacción, pero sí puntualizarlas en un descriptor específico. La parsimonia es una de las recomendaciones centrales de los creadores de la Teoría Fundamentada. Cada uno de los Esquemas de Interacción de la mamá tiene un componente central que define la probable meta que persigue en el desarrollo. Alrededor de este componente central se nuclean otras formas o estrategias para la acción que contienen en sí mismas el mismo principio aglutinador del modelo. En el caso de las Modalidades del/la bebé, se sigue el mismo razonamiento para hacer identificables sus recursos, en estado naciente en cada uno de los momentos del registro. En cada caso, la intención es exponer cómo en los diferentes episodios y secuencias de episodios que componen las interacciones entre la mamá y el/la bebé, se puede destacar la variedad de habilidades y destrezas que se ponen en práctica de cada lado de la diada y se 31 potencian recíprocamente durante la interacción, así como la complementariedad entre estas habilidades y destrezas. Así, se muestra cómo, para cada momento del desarrollo del/la bebé (seis semanas, seis meses y un año de edad), se nuclean los ejes de la Codificación Axial alrededor de las categorías de la Codificación Selectiva que dan pie, como ya se adelantó, a la formulación de una Teoría Fundamentada sobre los precursores de la comunicación y el lenguaje, identificables en las Formas de Interacción entre mamá y bebé aquí consignadas. Durante todo el proceso de codificación en los tres niveles reseñados (abierta, axial y selectiva), la Teoría Fundamentada sugiere la redacción constante de anotaciones y memorandos que vayan recogiendo de una manera rigurosa y sistemática las pistas analíticas que van surgiendo como parte de la confrontación con el material empírico. Para efectos de este estudio, las anotaciones se dedicaron a la recolección de indicadores estructurales subyacentes a las estrategias para la acción que fueron decantándose progresivamente en los tres niveles de codificación y que resultaron útiles sobre todo para la organización del material. Los memorandos, por su parte, se consagraron a la formulación preliminar y provisional de nociones teóricas que podrían estar dando cuenta del cómo y porqué de la organización específica del material y que a su vez favorecieran el enlace con el marco teórico de referencia. Ambos sistemas de proposición de ideas constituyen la plataforma sobre el que se erige la Teoría Fundamentada que se expondrá a continuación. Antes, sin embargo, algunas palabras sobre el marco teórico subyacente a este estudio. Es importante dejar por sentado desde un inicio que la Teoría Fundamentada sobre el tema de este estudio consiste en dos aspectos principales. El primero de ellos es dar cuenta de cómo se conjuga una serie de aspectos y dimensiones en la interacción entre la mamá y el/la bebé para hacer factible la comunicación y, eventualmente, el lenguaje en el/la bebé. El segundo 32 consiste en obtener y presentar datos empíricos sobre una casuística costarricense. Por supuesto, mucho se ha investigado sobre el primer tema y múltiples aportes se han hecho, con diferentes énfasis, al respeco. La originalidad del presente estudio radica en el enfoque que se la ha dado, partiendo de las observaciones de la interacción cotidiana e intentando identificar los componentes atribuibles, precisamente, al surgimiento de la comunicación y al advenimiento del lenguaje, durante el primer año de vida del/la bebé en díadas costarricenses. Sin embargo, para lograr establecer la relevancia empírica de tales componentes, es indispensable e ineludible, desde el punto de vista tanto epistemológico como metodológico, recurrir al conocimiento previo sobre la temática. No se pretende aquí agotar todas las fuentes posibles ni exponerlas en toda su extensión, pero sí puntualizar las que han resultado más inspiradoras y decisivas. El principio conceptual rector para reconocer los indicadores para la codificación y para la posterior interpretación de los datos, ha sido derivado de la Teoría de la Socialización y la Fase de Advenimiento del Lenguaje de Alfred Lorenzer (1981, 2002), especialmente la noción de Formas de Interacción, así como la del origen del símbolo desde las interacciones aún no verbales entre la mamá y el/la bebé. A él se debe también la conceptuación de símbolo aquí aplicada que tiene su raigambre profunda en la sensorialidad corporal. La Teoría sobre los Orígenes del Lenguaje y la Comunicación de Michael Tomasello (2003, 2008, 2009) ha aportado, sobre todo, un modelo comprensivo general de la comunicación preverbal entre la mamá y el/la bebé, así como la enorme importancia del establecimiento de la cooperación entre la mamá y el/la bebé, sustentada, entre otros aspectos importantes, en la sincronización de la mirada y el señalamiento (pointing). Por su parte, Karmiloff- Smith (1979) y Karmiloff y Karmiloff- Smith (2001) no solo han contribuido al tema con un grandioso modelo pionero 33 sobre el desarrollo del lenguaje, sino que han destacado maravillosamente el habla dirigida al/la bebé (baby talk), así como el uso y la función psicológica de la prosodia, a los que se hace frecuente alusión en este estudio. La regulación emocional ha procurado ser entendida a partir de la formulación de Tronick (2007), sobre todo por su empeño en darle un enfoque transcultural. Para comprender lo mejor posible el aporte de la cognición, se ha consultado, especialmente, la obra liderada por De Houwer y Hermans (2010). Dornes (1993) fue una lectura esclarecedora y reveladora sobre cómo visualizar al/la bebé como a un individuo competente desde los albores del desarrollo. Todo lo relacionado con el juego y el apoyo (scaffolding) de la mamá durante la interacción, sobre todo lúdica, se ha extraído de los trabajos compilados en la obra editada por MacDonald (1993), aunque ha requerido un esfuerzo por adaptarlo a la temprana edad contemplada en el presente estudio. Finalmente, aunque quizá debería estar al inicio, el funcionamiento del sustrato neurofisiológico del lenguaje, como estructura sustentante fundamental, y sus precursores en el habla (protosign y protospeech), han sido estudiados desde Arbib (2006, 2009), así como desde la participación de las neuronas espejos en los gestos y la evolución del lenguaje, de Fogassi y Ferrari (2009). Además, es necesario apuntar que los principios éticos de la investigación con niños y niñas han sido considerados desde la óptica de Hill (2005) y, por su naturaleza etnográfica, muy especialmente desde la de Christensen (2004). Asimismo, algunos aspectos metodológicos generales de la investigación con niños y niñas se han abordado desde la obra compilada por Green y Hogan (2005).1 1 No es posible seguir adelante sin dejar patente el debido agradecimiento al equipo de asistentes de investigación que acompañaron este estudio: Johanna Sibaja, Katherine Vindas y Luis Diego Conejo invirtieron largas horas en la recolección, sincronización y sistematización de las grabaciones en video de las díadas, con paciencia franciscana y disciplina académica, y su aporte es imponderable. 34 Esquemas de Interacción: mamá – seis semanas. La Codificación Selectiva de la mamá ha permitido consignar, para el momento de las seis semanas de edad del/la bebé, un total de cuatro categorías que se traducen en los siguientes Esquemas de Interacción iniciales: 1. Esquema de Interacción alrededor de la interpretación de aspectos atribuidos al/la bebé. 2. Esquema de Interacción orientado a la inducción lingüística. 3. Esquema de Interacción basado en la proposición de acciones. 4. Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. A continuación se expone la codificación de estos Esquemas de Interacción de la mamá a las seis semanas.2 Tabla 1 Esquema de Interacción alrededor de la interpretación de aspectos atribuidos al/la bebé. Seis semanas. Categorías 1 y 2. Verbalización e intensificación de alguna forma de estimulación para restablecer el equilibrio emocional y físico del/la bebé. Adecuación o restablecimiento del Esquema de Interacción al cambio en el estado anímico del/la bebé, ya sea al alterarse o dormirse. La mamá canta o tararea (canta en susurros), mientras estimula (estimulación quinestésica o de contacto con la piel/acariciar) al/la bebé. Cuando el/la bebé expresa incomodidad o molestia con sollozos, la mamá verbaliza el supuesto estado de ánimo del/la bebé (“¡Huy, qué enojado que estoy!”) o interroga al/la bebé sobre la posible causa, e intenta intensificar la estimulación quinestésica y verbal para restituir el estado de equilibrio. Cuando el/la bebé se adormila, la mamá disminuye el ritmo de estimulación quinestésica y la intensidad de la voz hasta apenas un susurro. Si el/la bebé se inquieta durante el sueño, la mamá retoma el ritmo e intensidad de la voz para restablecer el estado de equilibrio del/la bebé, lo cual suele incluir un cambio postural del/la bebé, así como del patrón de estimulación quinestésica y verbal, y un intento de sincronización de la mirada con la del/la bebé. Tabla 2 Esquema de Interacción alrededor de la interpretación de aspectos atribuidos al/la bebé. Seis semanas. Categorías 3 y4. Respuesta emocional y verbal de la mamá ante vocalizaciones del/la bebé. Estimulación intencional de vocalizaciones del/la bebé, incluyendo la reproducción deliberada de tales vocalizaciones, junto a recompensa verbal y gestual ante la producción. La mamá responde con entusiasmo ante expresión gutural del/la bebé (¡Ah!, ¡Agú!) y estimula a la reiteración del patrón. Ante pequeños cambios en la expresión del/la bebé, o ante exclamaciones o agües, la mamá varía la prosodia y el correspondiente habla dirigida al/la bebé (baby talk), procurando adecuarla al cambio en el/la bebé. La mamá reproduce las diferentes vocalizaciones que emite el/la bebé, recurriendo a la prosodia y acompaña con exclamaciones propias. Cuando el/la bebé responde con agües ante la estimulación verbal de la mamá, la mamá recompensa al/la bebé con una nueva ronda de estimulación verbal con diferentes contornos prosódicos y, eventualmente, interrogando al/la bebé sobre la intencionalidad de la vocalización. 2 Los Esquemas de Interacción presentan la Codificación Selectiva en el título de la tabla, la Axial en el título de cada columna y la Abierta en las columnas respectivas. En aras de la brevedad, en los casos que se ha considerado prescindible, no se ha presentado la Codificación Abierta. 35 Tabla 3 Esquema de Interacción alrededor de la interpretación de aspectos atribuidos al/la bebé. Seis semanas. Categorías 5 y 6. Adecuación del Esquema de Interacción al cambio en el patrón de expresividad o de vocalización del/la bebé. Reiteración del Esquema de Interacción ante la reacción (gesticulaciones/vocalizaciones) del/la bebé. La mamá interpreta verbalizando posibles estado de ánimo o fisiológicos del/la bebé (“¿Hambre?”, “¿Cólico?”, “¿Sueño?”), en breves secuencias dialógicas (reformulando la pregunta de diversas formas). Ante pequeños cambios en el estado de ánimo del/la bebé (molestia, inquietud, posible hambre), la mamá adecúa la prosodia y la expresividad facial y verbal para acomodarla a satisfacer la necesidad del/la bebé. Cuando el/la bebé cambia de estado de ánimo (se tranquiliza), la mamá registra, describe y verbaliza el cambio para el/la bebé (“¡Ya estás tranquilito!”). Cuando el/la bebé se tranquiliza luego de un episodio de llanto y como resultado de la estimulación de la mamá, la mamá cambia la postura del/la bebé y vuelve a una de los estilos de estimulación previos. Tabla 4 Esquema de Interacción alrededor de la interpretación de aspectos atribuidos al/la bebé. Seis semanas. Categorías 6, 7 y 8 Sincronización inicial de la reacción de la mamá con el estado exaltado de ánimo del/la bebé, con transición inmediata del modelaje materno (esquema conjunto de estimulación) hacia un estado de serenidad. Cambio postural del/la bebé y adecuación del Esquema de Interacción ante la molestia sostenida del/la bebé, con consecuente verbalización del efecto sobre el/la bebé. Cambio en el Esquema de Interacción física (incluyendo el contacto físico), quinestésica y verbal ante la molestia del/la bebé (suspensión o variación de alguna de estas formas). Para interpretar el posible estado de ánimo del/la bebé, la mamá recurre a secuencias de diferentes tonos de voz (prosodia) y diversos gestos faciales (empatía, preocupación), incluyendo sonrisas alternadas. La mamá utiliza reacciones espontáneas del/la bebé, como exclamaciones, agitar los brazos o leves quejidos (v.g. por cólico) para interpretar el estado físico o emocional del/la bebé (“¿Te duele la pancita?”) y recurre a estimulación verbal (con modulación prosódica) y física para reconfortarlo. Ante el llanto espontáneo del/la bebé, la mamá reacciona con estimulación quinestésica (incluido el cambio de postura del/la bebé), arrullos y palabras en tono suave para tranquilizarlo. Ante la molestia sostenida por parte del/la bebé, la mamá recurre al cambio de postura (v.g. alzarlo) para reconfortarlo, mientras verbaliza el cambio de postura. La mamá reconforta verbalmente o con exclamaciones (“¡Ah, ah, ah!”). Cuando el/la bebé demuestra molestia ante la carga o estilo de estimulación verbal y quinestésica de la mamá, la mamá varía el patrón de estimulación (v.g. de canto a diálogo, suspensión de la estimulación quinestésica). La mamá acompaña muy frecuentemente con la voz las acciones que comparte con el/la bebé. Sus iniciativas, sin embargo, no emergen solamente de sus propias sensaciones, sino de las percibidas en el/la bebé. Rasgos diversos de las reacciones del/la bebé orientan la acción de la mamá. La mamá no solo propone, sino que se deja llevar por los estímulos que recibe del/la bebé. Adecua su estimulación incluso al punto de expresarla con matices tonales muy sutiles para detonar pequeños cambios en la pauta que se sigue. La mamá no solamente reanuda su estrategia frente al comportamiento del/la bebé por medio de proveer nuevos estímulos sensoriales, sino que añade la interpretación del estado anímico o emocional del/la bebé e incluso procura la posición corporal correspondiente. La sincronización es la meta. Procurar adecuarse a la variabilidad conductual del/la bebé es concomitante a la meta de una cierta estabilidad en el intercambio. 36 Tabla 5 Esquema de Interacción orientado a la inducción lingüística. Seis semanas. Categorías 1, 2 y 3. Combinación de estimulación física (caricias o quinestésica/funcional), junto a estimulación auditiva en forma de susurro, canto o elocuciones (vocalizaciones). Recurso al estilo dilógico en la interpretación o proposición de acciones. Seguimiento y sincronización con la mirada del/la bebé para identificar el foco de interés y verbalizarlo (nombrarlo). Aunque la estimulación apela a todos los sentidos, incluyendo el contacto corporal como fuente de sensaciones, y la estimulación auditiva involucra, naturalmente, la voz humana, el acompañamiento lingüístico se destaca no solo en sus variaciones prosódicas, sino como recurso de la mamá para entrar en sintonía con el/la bebé. Tabla 6 Esquema de Interacción basado en la proposición de acciones. Seis semanas. Categorías 1 y 2. Amamantar (o alimentar) junto a susur ro, canto o narración y estimulación física. Búsqueda o mantenimiento de sincronización de la mirada junto a Esquema de Interacción. La mamá se dirige al/la bebé modo conversacional (“¡Tú no lloras, tú solo tienes hambre!, ¿Verdad?”). Mientras alimenta al/la bebé, la mamá continúa la estimulación verbal, interpretando el estado de ánimo o la necesidad inmediata del/la bebé o impartiéndole instrucciones (“Así, despacio, respira.”), acompañándolo con gestos. La mamá busca sincronizar la mirada mientras le susurra al/la bebé. La mama mantiene la sincronización de la mirada con la del/la bebé y estimula al/la bebé para procurar una sonrisa o un agú y lo recompensa con sonrisas y palabras animosas cuando el/la bebé lo logra. Tabla 7 Esquema de Interacción basado en la proposición de acciones. Seis semanas. Categorías 3 y 4. Proposición de acciones (lúdicas o funcionales) con o sin mediación de objetos. Ubicación cara a cara con el/la bebé para desarrollar Esquema de Interacción. La mamá estimula funcionalmente partes del cuerpo del/la bebé (“¿Para qué sirven los deditos?”, “¡Agárrate!”), mientras describe y verbaliza las funciones (movimientos). La mamá describe y nombra diferentes movimientos ejecutados espontáneamente por el/la bebé. La mamá estimula con sus expresiones faciales y verbalmente al/la bebé por medio de habla dirigida al/la bebé (baby talk), que sugiere diferentes estados de ánimo, mientras procura sincronización de la mirada con la del/la bebé (interroga, propone, interpreta gestos del/la bebé). La mamá coloca al/la bebé en frente suyo y lo estimula física y verbalmente (lo acaricia, le susurra y “dialoga” con él). Cambio postural y retorno a un esquema previo de estimulación luego de tranquilizar al/la bebé. La mamá convierte la aproximación al/la bebé en una invitación a realizar una tarea con algún sentido elemental, para orientar cada movimiento del/la bebé hacia un fin incipiente. La invitación es un proceso dinámico, con movimientos corporales y alusiones constantes a posibilidades que se abren en la díada. Tabla 8 Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. Seis semanas. Categorías 1 y 2. Interpretación y verbalización de los supuestos estados de ánimo o físicos del/la bebé, (positivos o negativos). Estimulación física y quinestésica junto a verbalización de funciones psicológicas o visomotoras. La mamá verbaliza y describe el estado de ánimo del/la bebé centrando la mirada en la mirada del/la bebé (“¡Cuando tú estás despierto y ya comiste y dormiste, tú estás muy contento!”). La mamá interpreta y verbaliza para el/la bebé la posible causa del malestar del/la bebé (“¡Que no me gusta estar así, mamá, yo quiero ir a pasear en carrito!”), recurriendo a diferentes contornos prosódicos. La mamá le propone acciones al/la bebé (comer, jugar, etc.). La mamá recurre a diferentes prosodias durante las secuencias de estimulación verbal, auditiva, quinestésica y gestual, para proponer distintas posibilidades de “diálogo” con el/la bebé (preocupación, interés, sorpresa, curiosidad, etc.). 37 Tabla 9 Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. Seis semanas. Categorías 3 Y 4. Interpretación de gestos espontáneos o reacciones fisiológicas como intenciones expresivas del/la bebé. Presentación de objetos (juguetes) para introducir palabras, números, habilidades cognitivas y funciones visomotoras. La mamá interpreta gestos espontáneos del/la bebé (bostezo como: “¡Qué pereza!¨, “¿Tienes sueño?”). Ante pequeños gestos o exclamaciones del/la bebé, la mama interroga (“¿Qué pasó?”), siempre mirando al/la bebé. La mamá muestra y estimula visualmente al/la bebé con objetos. La mamá describe y verbaliza las características físicas de los objetos con que estimula al/la bebé. Tabla 10 Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. Seis semanas. Categorías 5 y 6. Esquema de Interacción e introducción de palabras o números. Utilización verbal y lúdica del nombre del/la bebé. La mamá estimula físicamente al/la bebé y verbaliza nombres o números. La mamá interpreta estado físico del/la bebé (“cólico”, “hambre”, “sueño”). La mamá verbaliza y juega verbalmente con el nombre del/la bebé. La mamá se dirige constantemente al/la bebé por su nombre propio. Tabla 11 Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. Seis semanas. Categorías 7 y 8. Recurso al estilo dialógico en la interpretación o proposición de acciones. Seguimiento y coincidencia con la mirada del/la bebé para identificar el foco de interés y verbalizarlo (nombrarlo). La mamá reconstruye e interpreta para el/la bebé el último cambio en el estado de ánimo del/la bebé (“¡Ya estás tranquilito!, ¿por qué estabas tan molesto?”). La mamá “dialoga” constantemente con el/la bebé (con diferentes contornos prosódicos) para mantener la atención y la mirada del/la bebé hacia ella. La mamá interpreta la mirada del/la bebé (sigue la mirada del/la bebé) en función de a qué le puede estar prestando atención (interpreta cambios de mirada o de posición de cabeza como direccionalidad a nuevos focos de interés e intenta identificar y verbalizar el nuevo foco). La mamá verbaliza para el/la bebé el evento u objeto que supone es el foco de interés de la mirada del/la bebé. No es difícil definir la inducción semántica como el intento constante de la mamá por dotar a cada acción del/la bebé de un significado, por preliminar que pueda lucir. Multiplicidad de rasgos directamente observables o a inferir en el/la bebé se destacan dentro de la corriente constante de eventos, como pequeñas unidades identificables por su proximidad al logro de metas mínimas, tales como decantar una sensación, reconocer un objeto o simplemente acentuar una característica del evento que la mamá advierte en el entorno o presupone recalcable en la percepción del/la bebé. Tabla 12 Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. Seis semanas. Categorías 9 y 10. Recurso al habla dirigida al/la bebé (baby talk), en diferentes contornos prosódicos, para interpretar acciones del/la bebé, junto a sincronización de la mirada. Uso de énfasis en la prosodia y de secuencias combinadas de estimulación diversa en forma dialógica en función del posible estado de ánimo del/la bebé. Ante estímulos repentinos en el entorno que perturban al/la bebé, la mamá recurre al habla dirigida al/la bebé (baby talk) y a aproximar su cara al/la bebé, para tranquilizarlo. La mamá estimula con sus expresiones faciales y verbalmente al/la bebé por medio de habla dirigida al/la bebé (baby talk) para procurar la sonrisa en el/la bebé. La mamá sonríe y gesticula para el/la bebé y acompaña con verbalizaciones en habla dirigida al/la bebé (baby talk). La mamá acompaña la estrategia para reconfortar al/la bebé con tarareos, exclamaciones diversas (“¡Ah, ah, ah!”) y “diálogos” con el/la bebé (“¿Ya, mi amor?”). Tabla 13 Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. Seis semanas. Categorías 11 y 12. Verbalización del estado de ánimo del/la bebé y sincronización de la mirada. Atribución de significado a gesticulaciones o vocalizaciones espontáneas del/la bebé y verbalización del supuesto significado. La mamá interpreta y trata de controlar el estado de ánimo del/la bebé (“¿Por qué lloras? - ¡No llores!”). Cuando el/la bebé se exalta emocionalmente, la mamá reacciona con un tono inicialmente exaltado, seguido por un tono más pausado (como para reconfortar). Si durante el sueño el/la bebé tiene hipo o exhala de manera inusual, la mamá interpreta el gesto para el/la bebé (“¡Se tragó una pelusa!”). Cuando el/la bebé balbucea, la mamá interpreta la acción como un diálogo y verbaliza los posibles intereses del/la bebé o copia exclamaciones del/la bebé (“¡Agú!”), intercambiando turnos con el/la bebé (proto-diálogo). 38 Tabla 14 Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. Seis semanas. Categorías 13 y 14. Uso de la narración, sincronización de la mirada y la prosodia conjuntamente. Recurso de la sonrisa y los gestos como énfasis de la verbalización durante el habla dirigida al/la bebé (baby talk) y estimulación de la sonrisa del/la bebé. La mamá narra eventos y sucesos cotidianos al/la bebé, manteniendo la sincronización de la mirada con la del/la bebé y recurriendo a estrategias prosódicas. La mamá describe y verbaliza para el/la bebé las acciones que realiza para el/la bebé (“¡Vamos a ponerte la piyama!”). La mamá modela para el/la bebé cómo se articulan algunos sonidos, expresiones y exclamaciones (vocalizaciones). La mamá motiva al/la bebé a vocalizar (“¡Agú, agú!”), siempre manteniendo la sincronización de la mirada con la del/la bebé. Tabla 15 Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. Seis semanas. Categorías 15 y 16. Control de perturbaciones externas sobre el/la bebé por medio de un esquema de proximidad física y estimulación tenue y pausada, con verbalización del efecto/cambio en el estado de ánimo del/la bebé. Interpretación de las manifestaciones del/la bebé y verbalización de la posible causa de la molestia del/la bebé. Ante la molestia del/la bebé, la mamá lo alza, acompañando con estimulación verbal y quinestésica. La mamá canta/tararea para el/la bebé, mientras lo estimula y reconforta para tranquilizarlo. Ante la molestia del/la bebé, la mamá intenta identificar la causa del malestar, verbalizando diferentes posibilidades (“¡Estoy aburrido!”, “¡Estoy cansado!”, “¡Tengo sueño!”) y las diferentes estrategias para reconfortarlo (“¡Vamos a cambiarlo!”). La mamá establece y mantiene contacto físico como forma de reconfortar al/la bebé. Tabla 16 Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. Seis semanas. Categorías 17, 18 y 19. Acompañamiento de la estrategia para reconfortar al/la bebé con tarareos, exclamaciones diversas y diálogos. Interpretación de los balbuceos, exclamaciones y vocalizaciones del/la bebé como parlamentos de un diálogo y verbalización a conformidad con intercambio de turnos. Estimulación verbal y onomatopéyica para la reproducción de sonidos guturales y balbuceos de parte del/la bebé con proposición para el intercambio de turnos. La mamá estimula físicamente (acaricia) al/la bebé mientras le susurra. La mamá canta o tararea (canta en susurros) para el/la bebé. La mamá estimula verbalmente al/la bebé a que reproduzca sonidos guturales y balbuceos (“¡Agú!”). Cuando la mamá saca el cólico al/la bebé, simultáneamente lo reconforta verbalmente. La mamá amamanta y susurra o tararea y estimula físicamente. La mamá arrulla y tararea para inducir al/la bebé a dormir o para acompañar la transición hacia el sueño. La interpretación constante de la mamá de los acontecimientos tal y como supone son percibidos por el/la bebé, no es solamente un recurso para proveer nuevas formas de estimulación e información variada al/la bebé, ni tampoco se agota en la sinergia para orientar sus propias acciones hacia la concordancia con las del/la bebé. Con el esfuerzo hacia la concordancia se obtiene también la tendencia hacia la estabilidad y la constancia, al mutuo reconocimiento, muy posiblemente también se realiza en aras de la regulación emocional. Integración. La primera observación que quizá es adecuado subrayar desde un inicio es que la mamá conviene, ya desde esta etapa temprana del desarrollo, en relacionarse con su bebé como con un individuo competente para aprehender y proponer acciones. La mamá procede de esta manera, independientemente de que pueda constatar al instante el efecto en el/la bebé o de la capacidad inmediata del/la bebé para absorber y procesar por completo la información entrante. 39 Como se aprecia, cada uno de estos Esquemas de Interacción pone el énfasis en un aspecto destacado por la iniciativa de la mamá para invitar al/la bebé a la actividad o para complementar la acción del/la bebé. Cada Esquema de Interacción parece sustentarse en dos premisas presumidas por la mamá. La primera es que la mamá estimula como si cada una de sus propias acciones tuviera un efecto determinado y verificable por la mamá en el/la bebé. La segunda es la presuposición de la mamá de que el/la bebé dispone de un conjunto de capacidades de diferente naturaleza que pueden ser activadas por la participación de la mamá. Asimismo, la mamá tiende a identificar la fuente de la inducción para el/la bebé ya sea en el entorno de la interacción (incluyéndose ella misma) o desde el interior (o perspectiva interna) del/la bebé. En la medida en que la mamá recurre, por ejemplo, a objetos o eventos disponibles para ambos, la mamá se coloca en una posición de presentar el contexto para el/la bebé. Además, la mediación por objetos se constituye en la forma de presentar el contexto, de representar lo que se puede hacer en él y de poner de relieve los recursos con que cuenta el/la bebé para realizarlo. Del mismo modo, al presumir la perspectiva interna del/la bebé, la mamá presupone en el/la bebé un conjunto de capacidades en desarrollo a las cuales es posible apelar, ya sea por separado o combinadamente. Cuando presenta el contexto para el/la bebé, la mamá, por ejemplo, vocaliza y verbaliza constantemente para el/la bebé, con lo cual está introduciendo no solamente una denominación de las cosas y los sucesos para el/la bebé, sino que además está, desde un inicio y quizá inadvertidamente, dotando de significado a las cosas, sus usos y los sucesos asociados. Por esta razón, se han consignado Esquemas de Interacción que reconocen la inducción lingüística y la inducción semántica, respectivamente y por separado. Con ello se quiere puntualizar que la mamá no solo introduce al/la bebé, desde muy temprano, en el manejo práctico de las normas del lenguaje, incluyendo la exposición al vocabulario, sino sobre todo en la otorgación de significado a las acciones humanas (incluyendo, por supuesto, las funciones psicológicas), a los eventos que configura, a los objetos que utiliza y al modo en que lo hace. 40 Aunque la inducción lingüística y la semántica aparezcan a menudo estrechamente ligadas, una puede aparecer sin el amparo de la otra desde este momento del desarrollo. La sola vocalización o la denominación de un objeto no necesariamente se asocian de inmediato con la génesis de un significado, sino, por ejemplo, con la utilidad de la función articulatoria y la práctica dialógica esencial, presente en toda interacción (elementos estructurales básicos de la comunicación y, posteriormente, de la lengua). Asimismo, determinadas acciones no verbales, como la proposición de acciones, se encuentran a la base de una retroalimentación mutua y, a la postre, del significado específico que progresivamente han de adquirir ciertas actividades comunes. Cada vez que la mamá estimula alguno de los sentidos del/la bebé o toma como referente el cuerpo del/la bebé, ya sea en su funcionalidad o su mera ubicación en el espacio, la mamá se coloca en la perspectiva interna del/la bebé y anticipa las sensaciones y experiencias del/la bebé, así como su impacto en la secuenciación de las interacciones. La mamá dimensiona al/la bebé desde la capacidad intrínseca del/la bebé para percibir con sus sentidos y procesar la información que obtiene. Desde este mismo ángulo, la mamá articula la capacidad incipiente del/la bebé para recoger y procesar información. Esta capacidad muy posiblemente llegará a fortalecer la propensión del/la bebé a barruntar no solamente la intención de la mamá, sino el comportamiento de los fenómenos en que participa y el de los que le son presentados por la mamá. Esta capacidad influye, muy posiblemente, en la génesis de la cognición social. Esta inferencia es plausible puesto que la facultad cognitiva se entrelaza con el nombre y uso de los objetos que sirven como eslabones que unen las habilidades del/la bebé - cognitivas y visomotoras - con la funcionalidad, utilidad y significado de los objetos en el entorno. El/la bebé no solo habrá de aprehender sobre las características de los objetos y sus usos posibles per se, sino sobre cómo está organizado el contexto en función de su manejo, así como de las propias destrezas que irá consolidando. Muchas de las acciones asociadas a esta capacidad se tienen que realizar conjuntamente con la mamá, lo que inaugura la operación cooperativa. Parte esencial de configurar las interacciones entre la mamá y el/la bebé es hacerlas atractivas para el/la bebé. El componente lúdico refleja no solamente el carácter de ensayo e instrucción que permea las acciones de la mamá, sino además el componente de deleite para el/la bebé 41 anticipado por la mamá y que se manifiesta en captar y mantener la atención del/la bebé con nuevas proposiciones de acciones o la introducción de objetos en una variedad de usos. El juego representa, asimismo, la introducción a actividades y prácticas de carácter social. La sincronización de la mirada y la mutua retroalimentación favorecen el establecimiento de un estado de concordancia y reciprocidad entre las acciones de la mamá y del/la bebé. Este estado empieza a expresarse, en un plano no verbal, en la espontaneidad de algunas intuiciones - inicialmente de la mamá pero que pronto aparecerán también en el/la bebé - que identifican con facilidad la intencionalidad de gestos y expresiones particulares. Este proceder está orientado a actuar en sintonía, recurriendo a estrategias tales como el cambio postural de la mamá o el/la bebé, el contacto físico y la localización mutua del foco de atención, que, en ciertos casos, conducen a la reconfiguración del Esquema de Interacción de la mamá y de la Modalidad del/la bebé. La gestación de una comunidad en la ejecución de acciones implica poder compartir la atención sobre objetos y eventos, así como la intencionalidad de la acción. Esto requiere la lectura recíproca de los focos de interés y atención que desde esta etapa inicial se expresa en el amoldamiento mutuo del comportamiento. Este amoldamiento requiere de la comprensión de la naturaleza de la acción en sí misma, tanto como de la percepción del estado anímico de la contraparte para lograr la mayor agudeza posible en la concordancia. Esta sensibilidad ante la ubicación de la contraparte en la interacción es un elemento conducente, entre otros aspectos importantes, a la regulación emocional, sobre todo del/la bebé, en la medida en que la mamá procura ajustar todas las coordenadas hacia un estado de equilibrio y bienestar del/la bebé, así como de avenencia en la díada (procedimiento que el/la bebé, por su parte, habrá de instaurar progresivamente para ir realizando sus propios ajustes). Un aspecto sobresaliente en el esfuerzo de la mamá por implementar estos Esquemas de Interacción y realizar las inducciones respectivas es poner en práctica, desde este momento temprano del desarrollo del/la bebé, un estilo dialógico que incluye intercambio y alternancia en las acciones, así como una modulación constante del habla (conocida como habla dirigida al bebé o baby talk), cuyos contornos prosódicos favorecen la empatía en la comunicación. La motivación a vocalizar y la interpretación de las vocalizaciones o exclamaciones del/la bebé como partes en un diálogo ilustran este aspecto. 42 Aunque a las seis semanas estos procesos apenas muestran sus primeros esbozos en la interacción entre la mamá y el/la bebé, pronto irán adquiriendo un gran dinamismo que se podrá observar más consolidado ya a los seis meses, como se constatará más adelante. Lo más importante de destacar a las seis semanas de desarrollo es que la mamá implemente desde tan temprano una estrategia que contempla estas dimensiones y visualiza al/la bebé con una subjetividad statu nascenti, proclive además a la receptividad y la reciprocidad para estas acciones. La mamá inicia desde muy temprano con las tareas asociadas a la inducción en cada uno de estos aspectos, en la medida en que continuamente interpreta y verbaliza para el/la bebé tanto lo que ella observa objetivamente, como lo que infiere y atribuye como ocurriendo subjetivamente en el/la bebé, con lo cual va erigiendo mojones en el camino hacia la construcción del significado de las acciones. El primer bosquejo incipientemente distinguible en esta dirección es que se va conformando desde muy temprano un ámbito de la interacción, en el cual se delinea un espacio, un tiempo y un contexto que permiten calibrar cuáles eventos, objetos y personas ingresan a formar parte de él, así como cuáles se excluyen o relegan a la periferia. Esquemas de Interacción: mamá – seis meses. La Codificación Selectiva de la mamá ha permitido consignar, para el momento de los seis meses de edad del/la bebé, un total de doce categorías que se traducen en los respectivos Esquemas de Interacción. Los doce Esquemas de Interacción son los siguientes: 1. Esquema de Interacción física, quinestésica/funcional y auditiva junto a vocalizaciones o verbalizaciones. 2. Esquema de Interacción basado en la sincronización de la mirada. 3. Esquema de Interacción alrededor de la interpretación de aspectos atribuidos al/la bebé. 4. Esquema de Interacción para la regulación emocional del/la bebé. 5. Esquema de Interacción orientado a la inducción lingüística. 6. Esquema de Interacción mediado por objetos. 7. Esquema de Interacción basado en la inducción semántica. 43 8. Esquema de Interacción derivado de la mutua retroalimentación. 9. Esquema de Interacción basado en la comunicación no verbal. 10. Esquema de Interacción basado en la escenificación de acciones con objetos. 11. Esquema de Interacción derivado de las acciones del/la bebé. 12. Esquema de Interacción para circunscribir el ámbito de interacción. A continuación se presentan los Esquemas de Interacción para los seis meses3. Tabla 17 Esquema de Interacción física, quinestésica/funcional y auditiva junto a vocalizaciones o verbalizaciones. Seis meses. Categorías 1 a 4. Uso de la propia acción como estímulo verbal y gestual para el/la bebé. Esquema de Interacción verbal y auditiva para procurar risas. Esquema de Interacción auditiva (incluyendo canto y onomatopeya), gestual y verbal. Esquema de Interacción física e Intercambio de risas y sonrisas. El ambiente sensorial con el que la mamá rodea al/la bebé apela, incluso simultáneamente, a todos los sentidos. La voz de la mamá como recurso para esta esta ilustra cómo se ordena este proceder, pues vocalizar para el/la bebé no es una cacofonía azarosa, sino una eufonía ligada a las acciones de la mamá, a la intencionalidad de lograr un efecto con las entonaciones. Tabla 18 Esquema de Interacción basado en la sincronización de la mirada. Seis meses. Categorías 1,2 y 3. Sincronización de la mirada y verbalización. Sincronización de la mirada e instrucción verbal. Sincronización de la mirada y Esquema de Interacción. La correspondencia requiere de promover el encuentro mutuo en la sensación y la mirada se ubica en el centro de la armonización. Tabla 19 Esquema de Interacción alrededor de la interpretación de aspectos atribuidos al/la bebé. Seis meses. Categorías 1,2 y 3. Adecuación del Esquema de Interacción de acuerdo a la intencionalidad atribuida al/la bebé, incluso previa consulta sobre la intencionalidad del/la bebé. Interpretación de estados de ánimo del/la bebé (a partir o no de vocalizaciones del/la bebé). Cambio postural del/la bebé (por la mamá o el propio bebé) en dirección de la mirada del/la bebé o su supuesta variación en el foco de interés, junto a verbalización de la acción, incluyendo la motivación hacia la ejecución de hazañas corporales y el reconocimiento de la acción. Para que la correspondencia se vaya imponiendo, es necesario ubicar al/la bebé en un plano de reciprocidad como fuente de estímulos y guía para la mamá. 3 En esta ocasión se ha prescindido de la Codificación Abierta, salvo en el caso de la “escenificación de acciones con objetos”, por la particular relevancia que adquiere en este momento del desarrollo. 44 Tabla 20 Esquema de Interacción para la