Notas sobre la idea de raza como constructo eurocéntrico disracional, la condición de dependencia latinoamericana y la discursividad aprendida About the notion of race as a dis-rational Eurocentric construct, the condition of Latin American dependency, and learned discursiveness Yo hablo de millones de hombres [y mujeres] a quienes sabiamente se les ha inculcado el miedo, el complejo de inferioridad, el temblor, el arrodillamiento, la desesperación, el servilismo. Aime Cesaire, Discurso sobre el colonialismo, 1950. Marilú Rodríguez Araya[footnoteRef:2] [2: Máster. Derecho Constitucional. Docente e Investigadora de la Universidad de Costa Rica, Sede de Guanacaste, Costa Rica. Correo electrónico: marilu.rodriguez@ucr.ac.cr] Resumen El discurso eurocéntrico y la idea de raza con su lógica disracional posibilitaron la configuración de un patrón de poder que clasificó a las personas en superiores e inferiores, lo que contribuyó significativamente en la historia de dependencia y subordinación para América Latina. Analizar críticamente el discurso sobre la presunta idea de raza, inoculada por el proceso colonial como un constructo cognitivo científico, impidió imaginar situaciones más allá de simples modelos economicistas. Ello explica la importancia de la hermenéutica como instrumento metodológico fundamental, que aunado al carácter exploratorio permite realizar un abordaje problematizador para indagar, desde otra perspectiva cognitiva, la condición dependiente y subordinada de América Latina como producto de una discursividad aprendida (DA), que ha impactado históricamente a la región. Palabras clave: eurocentrismo - racionalidad - racismo - discurso – crítica - discriminación Abstract The Eurocentric discourse, along with the notion of race under a dis-rational logic, enabled a power dynamic that classified people into superior and inferior individuals, which significantly contributed to a history of dependency and subordination in Latin America. The discourse about the alleged notion of race transmitted by the colonial process as a scientific cognitive construct hindered the possibility of visualizing other situations beyond simple economistic models. This proves the importance of using hermeneutics as a fundamental methodological instrument, which, due to its exploratory nature, allows to follow a problem-posing approach in order to examine the dependent and subordinated condition of Latin America from another cognitive perspective. This condition is a result of learned discursiveness, which has impacted the region historically. Keywords: Eurocentrism - rationality - racism – discourse – criticism - discrimination 1. Introducción El presente análisis parte de la premisa que el paradigma racial eurocentrado, como constructo discursivo, asignó un pretendido carácter científico a las diferencias fenotípicas y culturales, en virtud de su correspondencia con la “naturaleza” de las cosas, como si se tratara de un hecho científico incontrovertido. Asimismo, las diferencias físicas, culturales y epistémicas entre europeos y no-europeos se vieron como algo natural, circunstancia que permitió legitimar el carácter binario de superioridad-inferioridad entre dichos grupos. La tesis eurocéntrica se nutrió de una narrativa sobre la historia del ser humano, fundada sobre un desarrollo lineal, donde lo primitivo representa el inicio del proceso y continúa hacia adelante, en un curso progresivo, cuyo cenit civilizatorio está representado por Europa. Sobre ese particular, Enrique Dussel (2008) aclara con gran refinamiento histórico y analítico, que no es Europa donde comienza nuestra historia civilizada, y menos todavía, cabe agregar, es ahí donde termina. No obstante, todos esos artificios constituyen el fundamento racionalizador del binomio superioridad-inferioridad, para legitimar el sometimiento y explotación de personas, que no es otra cosa que una historia del poder. Consecuentemente el proceso colonizador no puede comprenderse sin acudir a la lógica centrada en la noción de raza, con base en la cual decenas de miles de seres humanos fueron explotados por ser considerados inferiores, incivilizados y salvajes. En ese sentido, Quijano (2014) desarrolló la categoría de “colonialidad” asociada al concepto de “poder” basado en la idea de raza[footnoteRef:3] como una forma de racionalidad para justificar un modelo civilizatorio, que devino en patrón de dominación. Es así que el discurso racista eurocéntrico sirvió como fundamento para permitir el abuso y la crueldad sistemáticas contra los pueblos colonizados, que resultaron factores determinantes para impedir imaginar otras formas de desarrollo sobre las propias potencialidades, factor clave para reconfigurar la historia latinoamericana. En consecuencia, se plantea la discursividad aprendida (DA) como un concepto con propósito descolonizador[footnoteRef:4], que expone la naturalización de la inferioridad sobre los pueblos colonizados como un proceso de modelaje cognitivo, y a la vez, como un arma eficiente para mantener durante siglos la subordinación y dependencia latinoamericana, manifestación de la hegemonía propia de las élites en el poder. [3: ] [4: El pensamiento descolonizador se entiende aquí como proceso intelectual e intencionado que se cuestiona el paradigma eurocentrado, por imponer una forma discriminante y acientífica de ver el mundo, que se manifestó mediante una idea de raza utilizada para dividir el mundo en civilizados y bárbaros, superiores e inferiores, en fin, europeos y no europeos. Esa cosmovisión generadora de incesantes formas de discriminación, aún persiste, lo que explica la importancia que tiene la tarea de descolonizar el saber.] 2. Eurocentrismo El descubrimiento[footnoteRef:5] de Cristóbal Colón ha servido para destacar la figura del conquistador, lo que sugiere que "alguien” tropezó con “un algo” nuevo, pero desde la óptica del europeo. La novedad, entonces, no era tal, lo cual es un elemento revelador sobre la aparición en escena del paradigma eurocéntrico, como constructo a través del cual Europa se vio a sí misma como la cuna de la civilización universal, y como tal, el modelo de civilización por excelencia. Desde una visión reduccionista y parcializada, los europeos unilateralmente decidieron que eran ellos los que representaban el culmen civilizatorio y asumieron dos posiciones claramente antagónicas: ser juez y parte interesada, en el juego de poder que significó el proceso colonizador. [5: Vale aclarar que el tema sobre el “descubrimiento” de América por Cristóbal Colón, ha sido muy controversial lo que ha llevado a los países a hacer algunos cambios. Por ejemplo, en Costa Rica la fecha del 12 de octubre pasó de conmemorar en los años 60, el día del “Descubrimiento y de la Raza”, a celebrar el “Día de las Culturas”, pretendiéndose de esta forma atenuar el enfoque eurocéntrico y discriminador dominante. No obstante, tales esfuerzos resultan insuficientes por la dificultad que reviste superar paradigmas enquistados en lo más profundo de la conciencia. Si bien se pueden cambiar los libros de texto, con los prejuicios humanos no es tan simple. Es trascendental tomar conciencia del problema, como un primer paso para iniciar el largo camino de la liberación cognitiva, un desafío que puede tomar varias generaciones, porque la mayor dificultad está en cambiar convicciones aprendidas e in-cuestionadas; y por tal razón, las nuevas generaciones representan la esperanza.] Según Enrique Dussel (2008) el eurocentrismo concibe la historia como una relación lineal que va de la Grecia Antigua, pasa por los romanos, luego atraviesa la época feudal hasta llegar a la Europa moderna como punto máximo de progreso. El error de dicha narrativa consiste en hacer abstracción de la ascendencia fenicia de los europeos, así como de la gran influencia de los egipcios, los semitas y los asiáticos. Explica el autor que los europeos se desentendieron de esa parte de la historia, y junto con la aparición en escena del descubrimiento de América, la tentación por desarrollar un paradigma eurocentrado a la medida, resultó inevitable para legitimar la explotación de la otredad. Dussel (2000) señala que la Europa moderna usó: ...la conquista de Latinoamérica (ya que Norteamérica sólo entra en juego en el siglo XVII) como trampolín para sacar una “ventaja comparativa” determinante respecto a sus antiguas culturas antagónicas (turco-musulmana, etc.). Su superioridad será, en buena parte, fruto de la acumulación de riqueza, experiencia, conocimientos, etc., que acopiará desde la conquista de Latinoamérica. (p.29) Dicho de otra forma, la historia sobre la dominación europea es inconcebible sin la decisiva participación de América Latina, de su gente, sus tierras y sus recursos. La vasta riqueza de los nuevos territorios activó la codicia irrefrenable, y con ella, la necesidad de afirmar la supuesta superioridad de los europeos. El esclarecimiento histórico dusseliano que confronta meticulosamente la historia oficial tradicional, resulta esencial para cuestionar la idea de raza desde el aspecto histórico-geográfico y, sobre todo, el discurso maniqueo de superioridad-inferioridad, introyectado en la identidad de los y las latinoamericanas. El calificativo de “inferior” invisibilizó la cultura de los pueblos originarios al punto de nombrar una tierra que ya tenía el suyo propio[footnoteRef:6], pero que desde la posición de superioridad auto conferida, permitió re-nombrarla “América”. Al respecto Walter Mignolo (2007) señala: [6: Desde el año 1977 el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas admitió como nombre de todo el continente “Abya Yala” que proviene de los indios kuna. Tomado de:https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/tdna/article/view/9712 ] «América» no eligió para sí ese nombre, que vuelve invisible las relaciones de poder que quedan detrás de su nomenclatura. Aquí entra en acción la colonialidad del conocimiento, que se apropia del significado, tal como la colonialidad del poder se apropia de la autoridad y de la tierra y explota la mano de obra […] los privilegios epistémicos imperiales siguen en pie […] En la actualidad, la idea de «América Latina» es la de un subcontinente dependiente y subalterno de una totalidad continental, América”. (p.172) (El subrayado no es del original) Destaca el autor supracitado que el ultraje eurocéntrico tanto en lo cognitivo (intelecto) como en lo fáctico (explotación de personas y tierras), constituyeron factores esenciales para condicionar la inferioridad y el desarrollo de América Latina, y que aún continúa sin vislumbrar cambios importantes en el horizonte. Todo parece indicar que Latinoamérica representa lo accidental, lo secundario e incluso anecdótico, pero sin llegar a ser auténticamente relevante por sí misma, excepto para usurparla y arrebatarle, además de los recursos, la dignidad. Por ello, “…trasladaron gustos, valores, impresiones y experiencias que hoy pueden interpretarse como procesos de mestizaje, de conquista, evangelización, entre otros…” (Lindig Cisneros & Villegas Contreras, 2019, p. 36) (El subrayado no es del original). Así las cosas, la transferencia del discurso propio del patrón de poder colonial produjo un modelaje narrativo eurocéntrico que marcó, hasta el presente, la historia de dependencia y subordinación latinoamericana, razón que motiva el presente ejercicio académico. 3. Disracionalidad de la narrativa eurocéntrica sobre la idea de raza El término disracionalidad resulta oportuno para refutar la lógica eurocéntrica, donde el prefijo dis, como elemento crítico descolonizador, constituye una oposición decidida contra un modelo de racionalidad que se yergue sobre la idea de raza como un hecho natural y, consecuentemente científico, usado para la dominación y explotación de personas y tierras. En consecuencia, la disracionalidad se entiende como aquel proceso mental que, aunque se presume racional, en realidad constituye la negación de la racionalidad. La disracionalidad se entiende en este trabajo como una operación básicamente de carácter mecánico-intelectual, reduccionista, porque se limita a conectar determinadas premisas, a partir de las cuales extraer ciertas conclusiones de particularmente de orden económico. En el caso del proceso colonizador eurocéntrico, la presunta racionalidad del paradigma racista de inferioridad se utilizó para ocultar el avasallamiento, la explotación y el asesinato de miles de seres humanos. Bajo el recurso a constructos semánticos como la mita, la encomienda o el “deber de educar” dentro del dogma cristiano a la gente incivilizada, se enmascaró la voracidad del incipiente capitalismo. Por consiguiente, ante la frenética avidez de riquezas y poder, no extraña que el paradigma racista eurocéntrico se incrustara en el imaginario de unos y otros, cual dogma incuestionable. Quijano refiere que, en las prácticas sociales sobre el poder, el constructo racial fue determinante: Quedó formada, de una parte, la idea de que los no-europeos tienen una estructura biológica no solamente diferente de la de los europeos; sino, sobre todo, perteneciente a un tipo o a un nivel inferior. De otra parte, la idea de que las diferencias culturas están asociadas a tales desigualdades biológicas y que no son, por lo tanto, producto de la historia de las relaciones entre las gentes y de éstas con el resto del universo. Estas ideas han configurado un complejo cultural de manera profunda y duradera, una matriz de ideas, de imágenes, de valores, de actitudes, de prácticas sociales, que no cesan de incidir en la vida social, inclusive cuando las relaciones políticas coloniales ya han sido canceladas. Ese complejo es lo que conocemos como racismo”.(Aníbal Quijano, 2014, p. 759) El pretendido racismo no es otra cosa que una construcción falaz sobre personas, cuya idea de raza es abiertamente acientífica, ahistórica, discriminatoria y excluyente (civilizados-bárbaros, superiores-inferiores). Puede afirmarse, en resumen, que el constructo eurocéntrico sobre la idea de raza es disracional porque se fundamentó, sobre todo, en tres equívocos básicos: Carácter pseudo-científico. La idea de raza se fundó en presuntos hechos científicos, tales como las diferencias fenotípicas y culturales, usadas para dotar de sentido y legitimidad la dominación propia del patrón de poder colonial. Carácter maniqueo-discriminatorio. La clasificación de personas permitió establecer categorías discriminantes: “superiores e inferiores; civilizados e incivilizados; europeos y no-europeos”, basada en supuestos hechos científicos y naturales. Carácter “universalista”. La cultura europea se vio a sí misma como “EL" modelo por excelencia, el acmé[footnoteRef:7] de la civilización humana o el parámetro civilizatorio para el resto de la humanidad. [7: Este término, según la RAE, posee dos significados que aplican al texto: por un lado, refiere a un momento culminante. Por otra parte, posee también un sugestivo significado: “Período de mayor intensidad de una enfermedad”, que, relacionado con el proceso colonizador, resulta tentador para extrapolarlo y verlo también como un asunto patológico para Latinoamérica. Real Academia Española, 2021, definiciones 1 y 2. ] La convergencia de todos esos elementos en la configuración de la narrativa sobre el patrón de poder colonial dotó de racionalidad (certeza y veracidad) a toda la empresa colonial europea, con base en un supuesto conocimiento científico. Dicho pensamiento predominante, propio de la época, permitió al sacerdote español Tomás Ortiz (1525 como se citó en Stavenhagen,1988) afirmar respecto de los indígenas: …Eran como asnos abobados, alocados e insensatos y no temían en nada matarse ni matar, ni guardaban verdad si no era en su provecho, eran inconstantes, no sabían qué cosa era consejo, ingratísimos y amigos de novedades, se preciaban de borrachos, eran bestiales en los vicios, ninguna obediencia ni cortesía tenían mozos a viejos ni hijos a padres, no eran capaces de doctrina ni castigo, eran traidores, crueles y vengativos, haraganes, ladrones, hechiceros, cobardes, no guardaban fe el marido a la mujer ni ésta al marido. (p. 17) (El subrayado no pertenece al original ( No solo se trata de los numerosos adjetivos relacionados con la condición de inferioridad de los indígenas, sino de los alcances que ha tenido esa forma de pensar, que fue introyectada en la mente de las personas con tal fuerza, que logró convencer a todos (los de uno y otro lado del Atlántico) sobre la superioridad indiscutible del europeo. ¿Cómo dudarlo si se trataba de un dato empírico, de una verdad basada en la ciencia y apoyada por la fuerza? En consecuencia, dicho constructo se asimiló como algo natural y normal, y a pesar de los cambios en los discursos oficiales en general, prevalece de forma inconsciente una perspectiva auto-discriminatoria. Ciertamente en la época de la colonia el conocimiento en general no se había desarrollado gran cosa, y menos todavía en temas sobre la dignidad humana, elemento crucial dentro del discurso de los derechos humanos. Por tal razón, es entendible hasta cierto punto, aquella visión eurocéntrica de una supuesta superioridad. Sin embargo, lo que realmente resulta desconcertante es que ya entrado el siglo XXI, a pesar de los cientos de años transcurridos, tal narrativa discriminatoria siga vigente, aunque con el disimulo propio de una “forma de ser” que se ha naturalizado. La lógica disracional racista se constata nuevamente en documentos de Ginés de Sepúlveda (1996, como se citó en Amaya, 2015) , al afirmar entre otras cosas que «será siempre justo y conforme al derecho natural que tales gentes [bárbaras] se sometan al imperio de príncipes y naciones más cultas y humanas, para que por sus virtudes y por la prudencia de sus leyes, depongan la barbarie y se reduzcan a vida más humana y al culto de la virtud » ( pp. 9–10). (El subrayado no pertenece al original) Una vez más, la distinción entre europeos y no-europeos aparece, si bien constituyen solo simples juicios de valor, cargados de subjetividad. Asimismo, la búsqueda de legitimación en el “derecho natural” para justificar el sometimiento a la autoridad, señorío y explotación de los europeos, fue básicamente fue un discurso construido para “racionalizar la opresión”[footnoteRef:8] y satisfacer la avidez del naciente capitalismo. No obstante, cabe preguntarse: ¿quiénes eran los bárbaros en realidad? ¿Es acaso que el látigo abrasivo o la violación sexual eran menos lacerante en aquella época que ahora? ¿Justificar infligir dolor a otros seres vivos (no digamos personas pues en aquel tiempo eso era cuestionado) por diferencias culturales y fenotípicas no es algo propio de seres bárbaros e incivilizados? ¿Ser civilizado, según los estándares coloniales, no consistió en aplicar la agresión de forma sistemática? [8: El concepto “racionalizar la opresión“ refiere a la utilización de las diferencias observables en los rasgos fenotípicos y culturales de los otros (pueblos colonizados), como elementos de carácter científico, al sometimiento y crueldad, característicos de la empresa colonial. ] Para mayor esclarecimiento, es justo destacar que no todos en aquella época pensaban pensaban con tanta vileza. Es decir, aún en aquel tiempo se podía escoger cómo pensar y cómo actuar. Era posible decidir, en ese entonces como ahora, qué tan cruel o magnánimo se quería ser, solo que, de optarse por lo primero, nunca los involucrados van a exponer las verdaderas razones de fondo que motivan la perversidad de sus acciones. Justo es destacar, por consiguiente, que hubo personajes de la historia muy preclaros, y adelantados con mucho a su época, (particularmente en materia de derechos humanos) que asumieron una decidida defensa a favor de las personas indígenas. Tal es el caso de Fray Antón de Montesinos y Fray Bartolomé de Las Casas, para quienes no se justificaba la crueldad ni la guerra contra los nativos. Sin embargo, sus esfuerzos no prosperaron, la codicia pudo más y el dominio colonial se impuso. El impacto de aquel discurso disracional continuó y varios siglos después Kant (1724-1804), plenamente convencido de que las diferencias entre las razas respondían a un hecho completamente natural, y seducido sobremanera por el espíritu eurocéntrico, se refirió de manera muy desafortunada a una persona africana[footnoteRef:9] así: “Ese tipo -dice- era de la cabeza a los pies completamente negro, una prueba indesmentibles, (sic) de que aquello que dijo era estúpido”.(Santos Herceg, 2010, p. 412) (El subrayado no corresponde al original) Tratándose de un filósofo tan ilustre, tal aseveración no solo resulta grotesca, sino también evidencia la fragilidad propia de la condición humana[footnoteRef:10], que en ocasiones impide ver más allá de las meras apariencias y prejuicios, ante la limitada cosmovisión sobre la diversidad humana. El pensador alemán estableció una relación de causalidad entre el color de la piel y el intelecto de una persona, con la seguridad y convicción de alguien que se sabe un filósofo eminente, aunque muy lejos de la grandeza propia de un hombre realmente sabio. Contrariamente, al pueblo europeo le atribuyó adjetivos muy distintos: "(...) más hermosos en su cuerpo, más trabajadores, más bromistas, más moderados en sus pasiones, más comprensivos que ninguna otra especie de hombres en el mundo”(Kant, s.f, como se citó en Santos Herceg, 2010, p. 413). De nuevo la propia visión de mundo utilizada como referente universal y tamiz cognitivo, para valorar la otredad. No obstante, aunque el pensamiento kantiano propugnaba por “deconstruir todo centro naturalmente impuesto, toda obviedad que el poder ha intentado usar como artilugio para conservar su supervivencia y mostrar un único camino posible” (Ministerio de Cultura de Argentina, 2020, párr. 14) (El subrayado no es del original), no tuvo tal filósofo la lucidez suficiente para cuestionar el discurso eurocentrado, ni evitar ser presa de sus propios prejuicios, lo que demuestra los profundos alcances cognitivos producidos por la impronta colonial eurocentrada. [9: En este trabajo el tema racista se utiliza en sentido amplio, por lo que comprende un abundante mosaico de mezcla genética, gracias a las variadas combinaciones de relaciones inter-étnicas que se han dado a lo largo de la historia Latinoamericana. No obstante, lo que interesa destacar en este ensayo va más allá del aspecto biológico, para advertir cómo el modelo epistémico disracional, racista y eurocéntrico que fue introyectado en la psique latinoamericana, reforzado por un persistente y brutal sometimiento, devino en un proceso de discursividad aprendida. Esto último, como factor tributario en la configuración de la condición de dependencia y subordinación que ha caracterizado históricamente a América Latina. ] [10: Todo parece indicar que la naturaleza humana es muy frágil, por lo que resulta irresistible sentirse mejor o superior que otros, más aún, si ello permite privilegios y riquezas, que les coloca por encima de los demás. Ello también explica por qué uno de los desafíos más difíciles para cualquier ser humano, es trascender esa naturaleza proclive a la altivez. ] Hegel (1770-1831) llegó a argumentar sobre los nativos americanos: “demuestran la sumisión, la humildad, el servilismo que estos indígenas manifiestan frente al criollo y aún más frente al europeo. Mucho tiempo ha de transcurrir todavía antes de que los europeos enciendan en el alma de los indígenas un sentimiento de propia estimación […] La inferioridad de estos individuos se manifiesta en todo, incluso en la estatura […] ”viven como niños, que se limitan a existir, lejos de todo lo que signifique pensamientos y fines elevados.” (Hegel, 1928, pp. 178–179) (El subrayado no corresponde al original) Lejos estuvo dicho pensador de interpretar la humildad como virtud y la sumisión como bondad, o la amabilidad como un valor superior en lugar de considerarlo servil. Por el contrario, vio aquello como señal de debilidad e inferioridad. Visto desde otra perspectiva, si se analiza bien el texto, puede concluirse que tales “defectos” en realidad deberían caracterizar a quienes presumen de su condición civilizada. El sesgo hegeliano no solo se aplicó a las personas, sino que incluyó también a la naturaleza propia de América, de la que llegó a afirmar “(…) su vegetación es monstruosa, su fauna es endeble, e incluso el canto de sus pájaros es desagradable” (Lander, 2000, p. 8). (El subrayado no es del original) ¿Qué decir ante semejante aseveración? Ya habían transcurrido casi trescientos años desde la llegada de Colón a América y el prejuicio disracional de inferioridad aun persistía en una de las mentes más prodigiosas de la época, a quien, incluso, se le consideró la "conciencia de la modernidad”. Claramente se evidencia el extraordinario éxito de la idea racista de superioridad-inferioridad entre Europa y no-Europa. Particularmente, resulta muy inquietante el poder discursivo de distinguidos personajes para "construir verdades” ora desde la religión, ora desde el campo intelectual, que, en lugar de esclarecer falacias contribuyeron a legitimar vejámenes y sesgos discriminatorios. En definitiva, las bases disracionales de la idea de raza eurocéntrica que se basó en diferencias físicas y culturales, constituyen una forma discursiva mendaz al atribuir un presunto carácter natural, científico y universal a lo que en realidad no es otra cosa que juicios de valor subjetivos, decididamente interesados. Es decir, destaca como telón de fondo el cálculo economicista como núcleo esencial del modelo capitalista, que recién empezaba su expansión en aquel momento. Por tales razones, es preciso desmitificar esos prejuicios basados en vetustas verdades científicas instauradas en la psique generación tras generación, para re-construir la identidad latinoamericana mediante el análisis acerca de los alcances que tales narrativas han tenido en la construcción histórica de la identidad latinoamericana. Concretamente, resulta crucial tratar de derribar el discurso de inferioridad-superioridad que ve en la cultura europea (y su descendencia estadounidense) el modelo ideal a imitar, para que desde una posición crítica reivindicativa poder re-construir la o las identidades latinoamericanas y empezar a recuperar el sentido de la propia valía. 4. La discursividad aprendida como factor de dependencia y subordinación El carácter dependiente y subordinado de América Latina es un asunto complejo de analizar, pero no debe ser óbice para intentar hacer al menos una breve aproximación crítica a dicho fenómeno. En ese sentido, están quienes consideran que tal discusión está superada, frente a quienes afirman que en América Latina aún persisten las condiciones de dependencia. Para quien esto escribe, la dependencia se mantiene como una realidad, corroborable mediante una lectura atenta de la realidad económica, política y social latinoamericana. La economía de la región se sostiene en gran medida por medio de la explotación y la comercialización de bienes, es decir, de materias primas que son transformadas por las economías de otros países en bienes de consumo, los que generalmente no son latinoamericanos. Ese proceso genera relaciones asimétricas, puesto que si Latinoamérica produce básicamente bienes que requieren un proceso de producción ulterior para obtener el producto final, ello tendrá consecuencias en sus ingresos, sobre todo ante la volatilidad que sufren los precios de sus materias primas. Tal situación afecta la estabilidad de las economías de los países y su capacidad de planificación, sin entrar a analizar la ausencia de políticas redistributivas de la riqueza, generada por la explotación de esas materias primas, fenómeno asociado al control de los recursos naturales por parte de las élites nacionales y extranjeras. Por lo expuesto, es posible afirmar que: América Latina no sería vulnerable a estas fluctuaciones si tuviese otra posición en la división del trabajo en la economía mundial; la región no tendría esa posición si la expansión capitalista hubiese tomado otro proceso que no fuese la colonización. Zambrano (2020). Por otra parte, es necesario tener presente que la crítica como tal, no escapa a sí misma. Como tal, no es aséptica, pues se hace siempre desde una posición o perspectiva del mundo. En ese sentido, la impronta de la teoría crítica frankfurtiana[footnoteRef:11] en Latinoamérica, si bien muy apreciada en este trabajo por su gran lucidez, no por ello logra desmarcarse del sesgo eurocéntrico. Como lo advierte Grosfoguel (2018): [11: En este punto se hace referencia específicamente a la Escuela Crítica de Frankfurt, fundada en Alemania por Max Horkheimer, Theodor Adorno, Erich Fromm y Herbert Marcuse.] El racismo epistémico en esta teoría crítica es tal que la pretensión es que la teoría producida desde el Norte Global debe aplicarse igualmente al Sur Global. Pero las teorías producidas por los “Otros” en la zona del ser tienden a ser ciegas hacia la experiencia social del Sur Global que vive dentro de la zona del no‐ser”.(Grosfoguel, 2018, p. 103) Es decir, ante la imposición del discurso eurocéntrico para someter a la otredad ignorada e imponer un modo de producción abusivo, emerge la necesidad de trabajar sin complejos desde el Sur. Eso sí, sin olvidar la experiencia que significa vivir en la subalternidad para evitar reproducir vetustos y ominosos patrones de discriminación, que también han adoptado las respectivas élites oligarcas nacionales, en connivencia con sectores hegemónicos extranjeros. Por otra parte, se ocupa una interpretación alterna al modelo economicista por su carácter depredador[footnoteRef:12] cuyo individualismo lejos de ser reprochado es reverenciado como símbolo de modernidad, inteligencia y buen juicio. En el fondo, no obstante, algunos prefieren remar contracorriente por considerarlo un auténtico retroceso, símbolo involutivo y decadente de una sociedad trastornada, que se vuelve contra sí misma y contra las personas que la conforman, y que, en un extravío de autodestrucción inexplicable, avanza hacia el exterminio del ecosistema que le provee de su soporte vital. ¡Vaya desvarío! [12: Se considera que el modo de producción capitalista, inmerso en las ideas neoliberales promueve la depredación en cuanto la acumulación de riqueza de unos pocos provoca, inclusive, el despojo y la privación de los bienes básicos para la subsistencia de vastas mayorías. Asimismo, ese carácter depredador también se observa en la irresponsabilidad de las diversas industrias respecto a la destrucción del medio ambiente. ] La crítica desde el Sur ha de abocarse a rebatir el absurdo discurso propiciador del individualismo que caracteriza a los tiempos modernos. Sobre todo, es imperativo rechazar el modelo economicista y su retorcida idea de éxito y felicidad[footnoteRef:13], ante la pérdida de valores ético-solidarios, el desenfreno consumista y la nefasta contaminación ambiental que conlleva. Es esencial discernir factores condicionantes de la herencia de subordinación y dependencia que han repercutido en el desarrollo de América Latina, con el propósito de procurar algún día su transformación. Por tal razón, se plantea el concepto de discursividad aprendida (DA) como instrumento esclarecedor que permita desarrollar un análisis crítico-descolonizador[footnoteRef:14] acerca de las desafortunadas consecuencias discriminantes de la colonización eurocentrada y el subsecuente carácter subalterno, dentro del cual se ha enmarcado la historia Latinoamericana. [13: Las ideas de éxito y felicidad predominantes en la realidad para lo que sirven es para controlar y cosificar al ser humano. ] [14: El concepto “crítico-descolonizador” se entiende en este trabajo como una forma de pensar el mundo y la realidad, funciona como una especie de tamiz cognitivo para procesar los diversos estímulos que se reciben del entorno, con el fin de tratar de trascender lo establecido como si se tratara de “la” manera adecuada o correcta de hacer las cosas”. Es preciso desafiar todo aquello que reniega de la fraternidad entre los seres humanos, y, que se atreve a profanar al planeta tierra que le da sustento y cobijo, a pesar que la ciencia no ha podido hallar otro lugar en todo el inconmensurable universo.] La noción de discursividad, en sí, refiere al conjunto de ideas, representaciones simbólicas y conceptos en general, imbuidos de valores, mitos, prejuicios, creencias, tradiciones, acerca de lo que se considera valioso o no, en determinado contexto sociohistórico. En ese sentido, la discursividad constituye parte esencial del desarrollo cognitivo de una persona desde su nacimiento, momento a partir del cual se establece una relación más directa con el mundo que le rodea. A partir de ahí, gradualmente el sujeto empieza a procesar gran cantidad de información que recibe de su entorno y con el cual interactúa. Tal proceso cognitivo de pensar contribuye a configurar la realidad, pero inversamente, también la realidad incide en la conformación del pensamiento, en una interrelación permanente y recíproca. De esa forma, se explica la articulación del pensamiento eurocéntrico y discriminador (convertido en modelo cognitivo), con el subsecuente accionar de los pueblos sojuzgados, infectados con la idea de la inferioridad. No cabe lugar a dudas que: Las acciones de las personas están controladas por sus mentes (conocimiento, actitudes, ideologías, normas, valores), [por lo que] el control mental también implica el control indirecto de la acción [facilitando llevar] agua para el molino de quienes están en el poder” (Dijk & Bixio, 2009, pp. 30–31) En una interesante frase atribuida a Buda, también se establece una relación entre pensamiento y acción, que resulta muy oportuna por su lucidez y dice lo siguiente: “Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge de nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos construimos el mundo”. En consecuencia, la mente condiciona el accionar, sugiriéndose de esa forma una relación causal, donde el pensamiento está llamado a determinar y dirigir la conducta humana, que al margen del rumbo que este tome, se traducirá en una particular forma de vivir y de enfrentar los diversos desafíos que la realidad le plantee. La preponderancia del pensamiento destaca como escenario indispensable en el que la persona construye su ser, y con ello, su identidad. Por consiguiente, una determinada idea en particular que es sostenida por mucho tiempo y por personas con autoridad e influencia, puede constituirse en certeza dogmática y hasta verdad (como el mito eurocéntrico). No basta saber acerca de las motivaciones irracionales e inconscientes que suelen agazaparse tras las creencias de una persona (prejuicios), ni tampoco es suficiente tener claro que que el pensamiento no puede ser considerado un acto puramente racional y objetivo. Lo que sí resulta imprescindible es poder internalizar la perspectiva crítica, para tomar conciencia y permanecer vigilantes ante la aparición de sesgos discriminatorios que han sido normalizados por siglos. Es perturbador que esa narrativa permanezca impasible, sin no se abordan asertivamente sus alcances prácticos en la cotidianidad de los y las latinoamericanas. Se puede afirmar entonces, que la discursividad se transforma en “discursividad aprendida” (DA) cuando una determinada cosmovisión en particular es normalizada y naturalizada adhiriéndose al imaginario del colectivo, generación tras generación. Se trata de un constructo transformado en premisa básica e incuestionada dentro de una sociedad, donde el discurso racista constituye un factor cardinal que condiciona la construcción de identidades. Como bien señala Quijano (2014): Ese resultado de la historia del poder colonial tuvo dos implicaciones decisivas. La primera es obvia: todos aquellos pueblos fueron despojados de sus propias y singulares identidades históricas. La segunda es, quizás, menos obvia, pero no es menos decisiva: su nueva identidad racial, colonial y negativa, implicaba el despojo de su lugar en la historia de la producción cultural de la humanidad. En adelante no eran sino razas inferiores, capaces sólo de producir culturas inferiores […] el patrón de poder fundado en la colonialidad implicaba también un patrón cognitivo, una nueva perspectiva de conocimiento dentro de la cual lo no-europeo era el pasado y de ese modo inferior, siempre primitivo.( p. 801) (El subrayado no pertenece al original) Mediante un proceso sistemático de modelaje cognitivo, aparece la DA como instrumento para secuestrar a los pueblos no-europeos, la posibilidad de poder construir sus propias identidades sin interferencias cognitivas denigrantes. En adelante los pueblos sometidos y convencidos de aquella narrativa de carácter supuestamente científica, desarrollarán su mismidad bajo el lente de inferioridad, que resulta indudablemente discriminatorio. Lo expuesto cobra más sentido al observar la historia reciente, pues a partir de los años 80 cobran gran relevancia las órdenes llegadas desde fuera, particularmente de los organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial, la OMC, entre otros. Tales entes, como se sabe, se dan el tupé de intervenir en gran cantidad de países, irrumpiendo directamente en asuntos nacionales sumamente sensibles, como es la materia económico-social. Esos organismos tienen un considerable poder gracias al desmesurado e histórico endeudamiento de los países en condición subalterna, provocado por el empuje de los países colonialistas y, en particular, de sus élites económico-políticas hegemónicas. No sorprende, entonces, que los estudios señalen a América Latina como una de las regiones más desiguales del mundo. En el Informe Regional de Desarrollo Humano 2021 del PNUD, titulado: Atrapados: alta desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe”, se advierte que: Los sistemas fiscales, la política de competencia y las regulaciones del mercado a menudo se han modelado en beneficio de un pequeño grupo de ciudadanos más que pensando en el bien común. Las élites económicas rara vez han utilizado su poder político para impulsar reformas que pondrían a sus países en el camino del desarrollo, aumentando el bienestar para todos.(Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2021, p. 13) (El subrayado no pertenece al original) Como puede verse, el informe citado revela que las clases hegemónicas propician la desigualdad, lo que no es otra cosa que un fiel reflejo de las relaciones coloniales de dominio. Aunque con algunos matices, ello supone un continuismo en la concentración de poder de las élites (nacionales y extranjeras), fenómeno que se arrastra desde la época colonial. Por ello, cabe plantearse: ¿la historia latinoamericana se escribiría igual si en lugar de la imposición de un discurso discriminador de superioridad-inferioridad se hubiera desarrollado una narrativa fundada en el respeto y la fraternidad?[footnoteRef:15] [15: Recuérdese que la Revolución Francesa (S. XVIII) tuvo como lema revolucionario los principios de la Ilustración de “libertad, igualdad, fraternidad”, que tenían gran potencial para reestructurar la narrativa eurocéntrica y las relaciones de poder que ella generaba. No obstante, el modelo capitalista de acumulación de riqueza, poder y control, prescindió de aquellas tres palabras, pero particularmente de la fraternidad.] El poder de la DA se puso de manifiesto en un hecho inaudito que hizo noticia por la importante posición política del protagonista. En el año 2021, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, al recibir a su homólogo español en la ciudad de Buenos Aires, muy probablemente con el ánimo de mostrarse cordial y a la altura de las circunstancias (mito eurocéntrico), realizó un comentario que debería pasar a la historia tanto por su “candor” como por su estulticia: “… los mexicanos salieron de los indios, los brasileros salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos. Eran barcos que venían de Europa”(Centenera, 2021, párr. 1). (El subrayado no es del original) Esta inquietante y reveladora frase demuestra claramente cuán profundamente puede llegar la DA. La impronta del discurso racista, discriminante y eurocéntrico, introyectado en el imaginario latinoamericano parece no retroceder, a pesar del paso de los siglos. El hecho que una de las máximas autoridades de un país, profesor universitario en la UBA[footnoteRef:16] se atreva a hacer un comentario de tal naturaleza, ante una cantidad importante de periodistas, refleja indiscutiblemente el profundo influjo de la DA y permite constatar lo muy normalizadas y arraigadas que están las ideas de raza e inferioridad, determinantes para mantener la condición de subordinación y dependencia de América Latina. [16: El presidente Alberto Fernández ha sido profesor en la Universidad de Buenos Aires (UBA).] Para tratar de develar los alcances de la DA, puede resultar interesante plantearse las siguientes preguntas: i) ¿Recuerda a alguna persona interesada en encontrar antepasados de origen europeo en su historia familiar?  ii) ¿Recuerda conocer a alguien con interés por encontrar antepasados indígenas o africanos?  iii) ¿Conoce usted si se continúan violentando actualmente los derechos de las personas indígenas en países de Latinoamérica? iv) ¿Ha podido escuchar en los últimos tres años, al menos, comentarios relacionados con estándares de belleza según los cuales una persona es bella porque tiene ojos claros y piel blanca? Es probable que las respuestas, si son francas, logren evidenciar sesgos propios de la DA, lo que podría constituir un contundente indicio acerca de la presencia de constructos discriminatorios encubiertos tras la DA. Obsérvese, además, que los procesos cognitivos implican control, en la medida que las creencias básicas (valores, mitos, prejuicios, etc.) que subyacen a una determinada cosmovisión, condicionan las ulteriores interpretaciones del mundo, así como las acciones que las acompañan. Eso implica la necesidad de emprender la ruta de la emancipación cognitiva, para poder develar y desnaturalizar los viejos constructos cognitivos eurocéntricos, por cuanto su influencia en el imaginario latinoamericano ha sido profunda. Se ocupa llevar a cabo una justicia narrativa, porque es evidente “el papel crucial del discurso en la expresión y la (re)producción de las cogniciones sociales, como los conocimientos, ideologías, normas y los valores”.(Dijk & Athenea Digital, 2002, p. 19) Deconstruir los mitos eurocentrados es imprescindible para desarrollar paulatinamente las propias capacidades y construir el propio devenir. La DA como proceso cognitivo fundado sobre la idea de inferioridad racial, por muy naturalizada que esté, es susceptible de ser modificada. No obstante, ello dependerá de una efectiva sensibilización, consciente y descolonizadora, sobre un discurso fuertemente arraigado en el imaginario. Se ocupa introyectar[footnoteRef:17] una narrativa diferente para recuperar el sentido de valía que permita construir nuevas sendas de empoderamiento social latinoamericanas. La DA debe dar lugar a una nueva imaginación cuyo discurso sea autoconsciente, esperanzado y situado, que posibilite crear condiciones para explorar el futuro posible, y las propias potencialidades, tan denostadas históricamente. [17: RAE. Introyectar: Proceso inconsciente por el cual un sujeto incorpora actitudes, ideas, creencias, etc., de un individuo o grupo de individuos, previa identificación con ellos.] La realidad latinoamericana, en general, necesita más debates desde la perspectiva crítica[footnoteRef:18] que ayude, entre otras cosas, a develar los sutiles entresijos por donde se agazapa la DA. Sobre todo, es pertinente tener claridad en cuanto al patrón de poder colonial, que creó convenientemente una narrativa presuntamente científica sobre la inferioridad de unos y la superioridad de otros, para legitimar la obscena explotación de recursos y personas. Fundamentalmente resulta crucial recuperar el control cognitivo pues como dice un conocido adagio, “si no se cambia la forma de pensar, no cambiará la forma de vivir”. Esa importante tarea requiere deconstruir el mito de “superioridad-inferioridad racial” en un proceso que inicie desde la escuela, para lo cual es necesario: [18: Se entiende que la perspectiva crítica se inspira en la Escuela crítica de Frankfurt y en los movimientos críticos y descolonizadores latinoamericanos, que coinciden en cuestionar el flagelo que provoca el actual sistema mundo capitalista. En cuanto a los segundos, se aspira también a construir una sociedad solidaria y capaz de encontrar el camino hacia la emancipación.] a) Identificar las variadas manifestaciones que el control cognitivo eurocentrado tiene en la práctica. b) Sensibilizar sobre las diversas consecuencias cognitivas que ha ocasionado aquella narrativa. c) Emprender acciones concretas y directas en el proceso de enseñanza-aprendizaje para que el modelo cognitivo que legitimó la idea de inferioridad, se reconfigure desde una posición emancipadora y fraternal, en un marco de diálogo de saberes y de respeto por toda forma de vida en el planeta. En resumen, admitir el fenómeno de la “Discursividad Aprendida” puede ser útil para discernir los alcances del impacto del discurso eurocéntrico, con base en los cuales poder intuir posibilidades que conduzcan a trascender la condición subalterna y discriminatoria, que se instauró como sesgo cognitivo en el imaginario latinoamericano y con carácter de certeza irrefutable. 5. Conclusión La disracionalidad del discurso eurocéntrico sobre la idea de raza queda al descubierto, una vez que sus fundamentos pretendidamente científicos devinieron en un constructo falaz. Dicha narrativa ni es universal, porque desconoce el resto de las culturas que no sea la suya propia, ni constituye el centro de la civilización, pues la pretendida linealidad donde América representa lo primitivo y lo europeo el culmen de la civilización, cae en el reduccionismo, al invisibilizar sin rubor alguno los aportes de otras culturas muy avanzadas. Por otra parte, la biología permitió determinar que la idea de razas entre los seres humanos obedecía básicamente a diferencias culturales y fenotípicas, que resultan intrascendentes para la genética. No obstante, en la época colonial aquella idea constituyó una excelente estrategia, para imponer un modelo de producción económico basado en la explotación de muchos y la acumulación de riqueza para unos pocos. La diferenciación de personas entre superiores e inferiores ciertamente sirvió para justificar el dominio y la expoliación de recursos, pero suele pasar desapercibido algo muy son las consecuencias que la introyección de tal discurso produjo en el imaginario de los pueblos sojuzgados. Particularmente, interesa analizar los alcances de esa narrativa en la realidad, pues a largo plazo ha servido para contribuir con la rígida condición de subalternidad que ha tenido que soportar Latinoamérica. Por ello, desde una perspectiva crítica es necesario ahondar más sobre los profundos alcances del sesgo cognitivo producido por la discursividad aprendida (DA), en virtud que constituyen factores clave para conjurar, por una parte, los efectos de la clasificación racista eurocentrada entre superiores e inferiores, así como la dependencia y subordinación generadas por ese modelaje cognitivo de viejo cuño y una retorcida visión economicista, basada en la codicia y la acumulación de riquezas. Bibliografía Amaya, S. (2015). Al yugo y obediencia de la Iglesia y su Majestad: Acercamiento al Demócrates II de Juan Ginés de Sepúlveda. P. 10. Tomado de: https://revistas.udea.edu.co/index.php/tempus/article/download/26509/20779684/104256 Centenera, Mar (2021). La cita fallida del presidente de Argentina: “Los mexicanos salieron de los indios, los brasileros de la selva, pero los argentinos de los barcos”. El País. 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