285 INTERPRETACIONES TEÓRICAS DE LA SOCIEDAD LATINOAMERICANA* Daniel Camacho Monge La Ciencia Social en América Latina ha pasado por variadas y suge- rentes etapas. Del ensayo social y político cuyo origen se remonta a los primeros momentos de la historia del pensamiento latinoamericano se pasa, al mediar el siglo, al cientificismo o época de la sociología empírica. Es la época en que José Ingenieros, José Vasconcelos, José Car- los Mariátegui, Vicente Sáenz, Alberto Masferrer y otros autores que fueron capaces de visualizar grandes intuiciones acerca de la sociedad latinoamericana, son abandonados y sustituidos por nuevos héroes, esta vez de habla inglesa y de origen sajón: Talcott Parsons, Robert Merton y sus interpretadores y traductores —a veces más esto que aquello— que surgieron abundantes en los países latinoamericanos. Se inicia la etapa de la sociología llamada científica, la cual gira alrededor de un leitmotiv: la medición. Los estudios devienen cientí- ficos en cuanto sean capaces de medir algo. No escapa a nadie la rai- gambre neo-positivista de esta tendencia que se arraiga fuertemente en la ciencia social latinoamericana. * Originalmente publicado en Camacho Monge, D. (1979). Debates sobre la teoría de la dependencia y sobre la sociología latinoamericana. San José: EDUCA. Pp. 19-31. ANTOLOGÍA DEL PENSAMIENTO CRÍTICO COSTARRICENSE CONTEMPORÁNEO 286 .cr Sin embargo, años después, la estrella de la concepción cientifi- cista comienza también a declinar debido a una posición doblemente crítica que empieza a manifestarse en la década de 1960. La nueva corriente crítica, por un lado, cierto inmovilismo de las escuelas de inspiración marxista y, por otro, las limitaciones de las de obediencia empiricista. Con respecto a esta última, la crítica es demoledora no solo desde el punto de vista teórico, sino por la constatación de su inoperancia. Con respecto a la primera, la nueva corriente pretende superar un ale- gado inmovilismo de la concepción marxista manteniéndose dentro de ella. Este debate se hizo presente como uno de los temas centrales del XI Congreso Latinoamericano de Sociología, lo cual era de es- perarse en vista del sentido de su convocatoria, que llamaba a reali- zar un análisis crítico de la sociología latinoamericana. Esto explica por qué los conceptos de desarrollismo, dependencia, imperialismo y otros similares fueron ampliamente expuestos y debatidos. Por obvias dificultades de comunicación entre personas que después del Congre- so volvieron a sus puestos de trabajo diseminados por todo el conti- nente, no ha sido posible consultar con ellos nuestra interpretación de sus intervenciones en los debates, por lo cual la versión que aquí se inserta es de nuestra exclusiva responsabilidad. 1. IMPERIALISMO Y DEPENDENCIA. GÉRARD PIERRE-CHARLES Es a la llamada teoría de la dependencia a la cual Gérard Pierre-Char- les se refiere en la primera de las ponencias que se insertan en esta parte.1 Después de señalar el carácter ecléctico y el origen pequeño-bur- gués de la teoría de la dependencia, Gérard Pierre-Charles se pregun- ta en qué medida esa teoría proporciona un instrumental analítico válido para el estudio de la sociedad latinoamericana. Le reprocha el énfasis puesto en el estudio de la vinculación centro-periferia y la dis- minución de la importancia de la lucha de clases como elemento mo- tor de la dinámica social. También, y sobre todo, señala los obstáculos que el enfoque de la dependencia y su práctica de investigación signi- fican para lograr resultados concretos. Postula un regreso al modelo propuesto en la teoría del imperialismo, lo cual permitirá interpretar la realidad latinoamericana tomando en cuenta dos órdenes de facto- res, los que se desprenden del binomio dominación-subdominación y, 1 De las ponencias que se incluyen, sólo se hará un breve resumen en vista de que el lector dispone del texto completo. Esto nos da oportunidad de extendernos un poco en el comentario de los debates suscitados por esas ponencias. Daniel Camacho Monge 287.cr principalmente, “los que resultan del complejo juego de las fuerzas de clases en el territorio nacional supeditado”. De esta manera, los mecanismos de dominación pueden ser en- tendidos en su imbricación con las características internas de las so- ciedades específicas. Esto abre el camino para una preocupación por estas realidades concretas. En otras palabras, posibilitaría la explica- ción de la sociedad latinoamericana, dentro del modelo de domina- ción imperialista, pero hurgando sobre todo en las condiciones histó- ricas concretas dentro de la perspectiva de las clases y desarrollo de las fuerzas productivas. En pocas palabras, reivindica un análisis que gire alrededor de la formación social. A las tesis de Gérard Pierre-Charles, Theotonio dos Santos dedicó un comentario en el cual comienza por hacer algunas precisiones his- tóricas como las siguientes: - El punto de vista del dominado no comienza con la teoría de la depen- dencia. Ya Paul Baran, que había sido traducido rápidamente al español, había levantado sobre el tema una fuerte corriente de reflexión en América Latina que fue digerida no solo por académicos, sino por políticos influ- yentes como Ernesto Guevara. Hay que mencionar también a los revolu- cionarios rusos y a Mao-Tse-Tung. En América Latina existían autores de importancia que interpretaron el punto de vista del dominado, como Caio Prado Junior. Aunque es cierto que la teoría general no se difunde desde América Latina, sino a partir de los países centrales, también lo es que la dirección teórica de la dependencia -que no debe identificarse con una teoría porque no es una escuela de pensamiento muy orgánica- desarrolla un punto de vista latinoamericano. - Contrariamente a lo dicho por Charles, los estudios concretos sobre for- maciones sociales sí se han realizado. En Chile, antes de 1973, en institutos como el CESO o el CEREN los estudios se realizaban en tres direcciones. Por un lado, el análisis del centro, la expansión capitalista y su necesidad de expansión monopólica. Por otro lado, el estudio de los movimientos de capital del centro a la peri- feria, América Latina en particular, que buscaba mostrar el papel del capi- tal extranjero en las balanzas de pagos. - Por último, el estudio de las estructuras dependientes, el cual buscaba ligar el proceso de expansión del capitalismo con los procesos correspon- dientes en las estructuras internas latinoamericanas. Muchos de esos estudios no tuvieron una amplia divulgación y eso explica algunas críticas a los autores de la dependencia por la falta de atención, dentro de esa perspectiva, de las formaciones sociales en su especificidad. No existe divorcio entre la teoría del imperialismo y la de la de- pendencia. Por el contrario, esta es un complemento —a partir de la ANTOLOGÍA DEL PENSAMIENTO CRÍTICO COSTARRICENSE CONTEMPORÁNEO 288 .cr periferia— de aquella, la cual fue elaborada con la preocupación de explicar la expansión capitalista a partir del centro. Por eso la salida no es la de plantear un nuevo movimiento dia- léctico en el desarrollo del pensamiento sobre América Latina, sino continuar las líneas desarrolladas hasta ahora con la intención de pro- fundizar en la solución de ciertos nudos teóricos que son responsables de lo que algunos críticos denominan el impasse del planteamiento de la dependencia. En otras palabras, no acepta el comentarista que exista ausencia de estudios concretos de formaciones sociales dentro de los teóricos de la dependencia y menos que esa supuesta ausencia sea producto de una posición teórica. Aunque él no lo señala expresamente, entre esos nudos teóricos que menciona dos Santos se encuentra sin duda el que exige aclarar cuáles son las características de la conexión entre, por un lado, las re- laciones sociales que se dan en el ámbito interno de una formación so- cial tales como los conflictos de clase y la manera como se articulan en ese ámbito las manifestaciones de los diversos modos de producción coexistentes y, por otro lado, las leyes generales del sistema. Es necesa- rio plantearse la necesidad teórica de analizar la dinámica interna en función de factores internos tomando en cuenta, a la vez, la inserción de esa realidad dentro de una estructura más general y globalizante. En nuestro concepto, ese es el aporte fundamental de la ponencia de Gérard Pierre-Charles porque, consecuente con el referente teórico en el que se sitúa, reivindica como categoría explicativa las relaciones de clase tanto internas como externas que devienen externas-internas. 2. PROBLEMAS DE LA TEORÍA DE LA DEPENDENCIA. AGUSTÍN CUEVA La crítica que Agustín Cueva dirige a la teoría de la dependen- cia es más directa e incisiva. Para él se trata de un neo-marxismo sin Marx y se encuentra en un callejón sin salida. Según Cueva, esta teoría reemplaza las contradicciones de clase como elemento funda- mental de la dinámica social por un sistema indeterminado de con- tradicciones nacionales y regionales en el cual la lucha de clases no aparece. Se trasluce que el enfoque de la dependencia está cargado de ideología pequeño-burguesa, lo que se nota sobre todo en la añoranza de un desarrollo “armónico y acelerado” para postular, por lo cual se debe dejar de lado la cuestión de la explotación de clase y admitir un enfoque economicista. Esto también se nota en las cuestiones con- ceptuales. Ejemplos: la polémica de dos Santos con Lenin en la cual aquél interpreta como crecimiento económico lo que éste define como desarrollo capitalista; la insuficiencia de los conceptos “dependencia” y “dependiente” como categorías marxistas de análisis; el uso de con- ceptos derivados de ciertas corrientes del pensamiento burgués como Daniel Camacho Monge 289.cr “expansión hacia afuera”, “colonias de explotación”, “grupos tradicio- nales” en tanto que se dejan de lado conceptos marxistas como “fuer- zas productivas”, “lucha de clases”. El autor cuestiona la existencia de un modo de producción capi- talista dependiente a la vez que sostiene que el uso de ese concepto obstaculiza la aprehensión del funcionamiento, en el medio subdesa- rrollado, de las leyes generales del capitalismo. En el debate de esta ponencia intervinieron Gérard Pierre-Char- les, Víctor Flores Olea, Theotonio dos Santos y Vania Bambirra. El primero resalta la importancia de señalar el origen pequeño- burgués de la teoría de la dependencia; la pequeña burguesía capta directamente las consecuencias de la nación oprimida, más que las de la clase oprimida. Un análisis centrado en las clases sociales y en el modo de pro- ducción hubiera permitido entender el carácter peculiar de una for- mación social dominada, como es el caso de América Latina. Eso hubiera permitido explicar la pauperización por ejemplo (o lo que algunos llaman la marginalización) como fenómenos inheren- tes al desarrollo del capitalismo. Flores Olea califica el trabajo de Cuevas de radical en el buen sen- tido porque descubre las raíces de las mistificaciones y desviaciones a que ha dado lugar la teoría de la dependencia y porque señala la ne- cesidad de volver a categorías tales como “clases” y “lucha de clases” para dar cuenta cabal de los problemas de América Latina. Pero llama la atención acerca de la necesidad de estudiar las cir- cunstancias históricas y sociales que dieron lugar a la aparición de tal teoría. Lanza la hipótesis de que esa aparición se explica como un esfuerzo de fundar un pensamiento social latinoamericano, regional, lo cual es difícil porque no hay un pensamiento regional que pueda ser original y autónomo. Reivindica el esfuerzo de dicha teoría por superar, por un lado, las versiones más elementales del empirismo y, por otro, las versiones más esquemáticas del marxismo, pero llama la atención acerca de que en algunos autores como Gunder Frank, bajo la cubierta de un radica- lismo económico se deduce un abandono de la acción política. El trabajo de Cueva, prosigue, contiene una importante omisión. No basta simplemente postular las categorías del marxismo clásico para dar cuenta automáticamente de los problemas latinoamericanos; esto no garantizaría que se superara una especie de fijación que existe en los temas económicos. El gran ausente de la teoría social de los úl- timos quince años es el tema político, el análisis del Estado, de los par- tidos, de la expresión política de los fenómenos sociales y económicos. No hay que olvidar que la última meta de la obra teórica de Marx era ANTOLOGÍA DEL PENSAMIENTO CRÍTICO COSTARRICENSE CONTEMPORÁNEO 290 .cr el análisis del Estado y de la realidad política. Eso lo lleva a proponer que se le dedique esfuerzo a esa temática en la sociología actual. Por último, afirma que de la ponencia de Cueva hay que recoger una llamada de atención acerca de la necesidad de reivindicar el pen- samiento de los clásicos del pensamiento social que con pedantería hoy llamamos pre-científicos, pero que tienen mucho que enseñar a las generaciones presentes. Theotonio dos Santos insiste en que es erróneo identificar a los teóricos que coinciden con el lineamiento de la dependencia con una escuela orgánica que pueda denominarse teoría. Esto permite a los críticos involucrar dentro de un solo grupo a autores que no coinci- den plenamente entre ellos. Es el caso de André Gunder Frank y el propio dos Santos, quienes no pueden identificarse plenamente. Por el contrario, dos Santos ha criticado a Gunder Frank, y no de manera indirecta y de lado como lo hace Cueva, sino directamente, señalando el carácter funcionalista de sus planteamientos. Igualmente, muchas críticas que Cueva hace a Gunder Frank han sido expresadas antes que él por muchos autores que Cueva sitúa dentro de la teoría de la dependencia. En lo referente al supuesto origen pequeño-burgués del plantea- miento de la dependencia, es necesario aclarar un punto de contexto histórico. En los años sesenta, cuando aparece el conjunto de traba- jos conocidos bajo el nombre genérico de teoría de la dependencia, había una tendencia dominante que consistía en considerar América Latina como una economía feudal. Eso implicaba plantearse como ta- rea la revolución democrático-burguesa. Esa tendencia era dominan- te —continúa dos Santos— bajo la expresión de un nacionalismo de derecha, reformista burgués típico y también bajo una expresión de izquierda representada particularmente por los partidos comunistas latinoamericanos en ese período. El imperialismo ahí aparecía como una fuerza externa que subyugaba al capitalismo nacional. Se plan- teaba la tesis de que la superación de esa dominación externa permiti- ría un desarrollo económico nacional, una situación democrática. Los objetivos políticos se orientaban hacia un nacionalismo democrático por medio de una alianza entre el proletariado y la burguesía nacional. Planteamientos como el cardenismo, el aprismo y el peronismo participaban también en esa posición y propugnaban una alianza de todas las fuerzas de la nación para llegar a un desarrollo económico nacional y enfrentar el imperialismo. El proletariado fue conducido a esa posición por los movimientos mencionados. Surge frente a esta, y en esto tiene razón Cueva, una corriente pequeño-burguesa que se manifiesta en tesis que cuestionan el pro- pio papel del proletariado como clase de vanguardia revolucionaria y Daniel Camacho Monge 291.cr llegan hasta a propugnar el carácter de vanguardia revolucionaria de “los marginados” y de los campesinos. Pero también surgió la crítica propiamente marxista a partir de la perspectiva del proletariado, lo cual se explica porque pese a que muchos sectores del proletariado fueron ganados por las tendencias reformistas, otros importantes sectores mantuvieron su adhesión al camino socialista y porque la realidad objetiva de América Latina mostraba la crisis de los sistemas de dominación burguesa. Entonces hay que distinguir entre los trabajos del primer tipo, a los cuales les calza la caracterización de pequeño-burgueses que Cue- va les da, y los de este segundo tipo, entre los cuales hay vacilaciones a veces, pero en los que se distingue una permanente línea proletaria. Para Vania Bambirra es necesario insistir en lo inadecuado de llamar “teoría” a la producción de un grupo de autores muy diferentes entre sí. En lo relativo al uso de conceptos de la Ciencia Social burguesa por parte de esos autores, hay que recordar que el marxismo es un método de análisis y como tal proporciona la posibilidad de utilizar los conceptos con capacidad creadora. La propia teoría del valor no fue creada por Marx, y sin embargo pasó a ser una categoría analítica fundamental del marxismo. De la misma manera, hay estudios en los que se toma el concepto de dependencia y se le desarrolla como cate- goría marxista de análisis. Esto se da en Quijano, no solo en el viejo, sino también en el joven, o en Ruy Mauro Marini. En otorgar o negar el calificativo de marxista a un autor no se debe ser excesivamente riguroso porque si ahondamos, para mencio- nar un caso, en un autor que Cueva menciona como ejemplo, José Carlos Mariátegui, podemos encontrar en sus planteamientos puntos discutibles, aunque nadie dude de que se trata de un marxista. Hasta aquí pretendemos haber recogido lo esencial de un de- bate que en nuestra opinión apenas comenzaba. Los comentaristas enunciaron puntos fundamentales pero, por tratarse de una polémica abierta a un gran público, no fue posible la profundización. Queda pendiente la discusión de puntos de fondo como los nudos teóricos a que alude dos Santos y las cuestiones conceptuales tocadas por Cueva y Vania Bambirra. Sobre esto último, para referirnos solo a uno de en- tre los muchos aspectos pendientes, nos interesa agregar lo siguiente. La elaboración y utilización de los conceptos es uno de los problemas más difíciles de la Ciencia Social. Cuando, dentro de una concepción materialista —histórica y dialéctica—, se pretende hacer avanzar la teoría o los métodos de investigación, es necesario plantearse con cuidado el tipo de conceptos que se han de utilizar. Porque en gene- ral, detrás de un concepto o un instrumento técnico se encuentra un ANTOLOGÍA DEL PENSAMIENTO CRÍTICO COSTARRICENSE CONTEMPORÁNEO 292 .cr soporte filosófico, teórico y epistemológico que condiciona el uso del concepto y gobierna la dirección que la teoría o el método tomarán. Para mencionar el ejemplo quizás más claro podemos recordar el con- cepto de “estrato social” frente al de “clase social”. El análisis que se pretenda con base en el primero tendrá necesariamente las limitacio- nes provenientes de la línea teórica que lo produce. Un remozamiento de ese concepto es imposible dentro del marxismo, sobre todo si éste ha construido uno más amplio, y más explicativo. Un sistema teórico está compuesto, entre otras cosas, por un conjunto de conceptos. Pero hay que recordar que estos se encuen- tran jerarquizados. Algunos de ellos son básicos o fundamentales y sobre ellos se construyen otros de menor jerarquía que a su vez son el fundamento de otros más. El socialismo científico no surgió intem- pestivamente sino como producto del desarrollo de otros sistemas de pensamiento tales como el materialismo, la dialéctica y la economía clásica. Los conceptos fundamentales del marxismo son construidos a partir de esas corrientes, superándolas. Eso explica la persistencia en el marxismo de ciertos conceptos utilizados anteriormente a su construcción. No se trata de lo mismo cuando se adoptan conceptos producidos por escuelas contemporáneas al marxismo y que se de- sarrollan en franco combate con él como una expresión clara, en el frente ideológico, de la lucha de clases. El sistema teórico marxista no solo puede sino debe utilizar crea- tivamente los conceptos y crear nuevos pero, si se pretende mante- ner el sistema teórico como tal, los conceptos deben coincidir con sus fundamentos. Este sería a nuestro juicio el criterio para evaluar si un concepto determinado atenta contra el sistema teórico que pretende utilizar. El concepto de dependencia también es reivindicado por algunas co- rrientes en la ciencia social que no solo no son marxistas sino que son el producto de teorías que se elaboran en oposición al marxismo desde sus fundamentos mismos. El punto fundamental se encuentra en de- terminar el papel de ese concepto en el modelo teórico. Si la categoría “dependencia” se convierte en el centro del modelo teórico interpreta- tivo de la realidad latinoamericana y, consecuentemente, la oposición entre naciones o regiones es considerada como la contradicción fun- damental para explicar esa realidad, estamos definitivamente frente a un modelo que puede ser eficaz o no para explicar dicha realidad, pero que no será manifestación de un modelo centrado en la lucha de cla- ses como categoría fundamental o, lo que es lo mismo, no estaríamos frente a un modelo marxista. Daniel Camacho Monge 293.cr 3. EL POST-SCRIPTUM DE CARDOSO Y FALETTO Determinar si se produce un resquebrajamiento del modelo marxis- ta en la llamada teoría de la dependencia exige una distinción entre los diversos autores que normalmente se catalogan dentro de esa tendencia. Es posible que algunos, y definitivamente no la totalidad, hayan descuidado efectivamente el análisis de las clases y las luchas de clases. André Gunder Frank ya se defendió de esa crítica en sus ensayos titulados “Mea Culpa” y “La Dependencia ha muerto. Viva la dependencia y la lucha de clases”.2 Por su parte, Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, autores del libro Dependencia y Desarrollo en América Latina, considerado con razón como un clásico de la teoría de la dependencia, han elaborado un Post-Scriptum a la mencionada obra que, aunque no fue presentado en el Congreso, lo hemos incluido en este tomo, con autorización de sus autores, en vista del interés que tiene en este debate y de que hasta ahora ha permanecido inédito en español. En él los autores insisten en que su interés es el de inquirir “acerca del sentido de las relaciones estructurales básicas y acerca de las fases de desarrollo de estas en su doble determinación: al ni- vel interno de los sistemas locales de dominación y en su relación con el orden internacional”. Se preocupan los autores por aclarar que, aunque los procesos políticos y económicos aparecen en esa doble determinación como si fuesen la expresión de una lucha entre Es- tados Naciones, “envuelven también3 conflictos entre grupos y clases sociales”. Afirman que su preocupación no es la de “medir los grados de dependencia” sino “¿Cómo se da la relación entre Estado y Nación desde el punto de vista de las alianzas e intereses de clase, que en el plano interno de cada país y en el plano internacional constituyen la subsistencia del proceso histórico de desarrollo económico?”. A pesar de esas referencias, el lector encontrará que lo fundamen- tal del razonamiento de los autores continúa girando alrededor de las relaciones entre Nación, Estado y Empresa Multinacional y la referen- cia a las clases se sitúa en una contradicción que se nos ocurre difusa entre “clases dominantes” y “clases populares”, conceptos demasiado amplios y quizá poco precisos. Los conflictos entre clases no parecen ser fundamentales en el análisis que comentamos, sino un elemento que también interviene. Se fortalece tal juicio cuando los autores utilizan la categoría “burguesía” para denominar “un sector de empresarios públicos [...] que no son propietarios de los medios de producción (pero) actúan 2 Incluidos en Gunder Frank (1973). 3 Cursiva nuestra. ANTOLOGÍA DEL PENSAMIENTO CRÍTICO COSTARRICENSE CONTEMPORÁNEO 294 .cr como funcionarios del capital en la medida en que constituyen la re- lación social de soporte de la acumulación en las empresas estatales”. En otras palabras, mencionan como burguesía a un grupo social que carece de la característica esencial de la burguesía, la propiedad de los medios de producción. Sin que se trate aquí de la defensa dog- mática de una ortodoxia, es lícito preguntarse, con base en las anterio- res consideraciones, si esas “clases” de que hablan los autores son las mismas definidas en la clásica (marxista) teoría de las clases. 4. EL ADIÓS A LA TEORÍA DE LA DEPENDENCIA DE JOSÉ LUIS DE IMAZ El trabajo de José Luis de Imaz constituye una interesante crítica a la teoría de la dependencia desde un punto de vista totalmente diferente a los de Cueva y Charles. Si estos reclaman un regreso a los fundamen- tos del materialismo histórico y la teoría de las clases, aquél atribuye a la teoría de la dependencia un supuesto reduccionismo económi- co como consecuencia de su base materialista. Le reprocha también frondosidad teórica, falta de análisis concreto, inadecuación de la teo- ría a los hechos, limitación a las situaciones de dependencia dentro del capitalismo y prescindencia de las que alega se producen tam- bién en el socialismo, incapacidad para explicar nuevos fenómenos tales como las que él llama empresas transideológicas, la dependencia de los países desarrollados respecto del petróleo del Tercer Mundo y otras. Propone una nueva definición del concepto de dependencia que permita adecuarse a los datos, superar las limitaciones mencionadas y hablar de grados de dependencia. No es sorpresivo que en la definición que formula, Imaz no con- sidera de manera alguna las contradicciones de clase ni las considera- ciones estructurales. Se limita a las relaciones de subordinación entre poderes, organismos o unidades regionales; nacionales y locales. Al prescindir de esa manera de la contradicción fundamental de la vida social, puede asumir una postura cómodamente nacionalista. Su aná- lisis gira alrededor de las relaciones entre entidades supuestamente homogéneas en su interior, lo que le impide revelar la honda pene- tración de la dominación imperialista hasta en lo más íntimo de esas “unidades”. Para Oscar Cuéllar, la crítica de Imaz se dirige a las manifestacio- nes triviales de la teoría de la dependencia. Esta, al ponerse de moda, tuvo según Cuéllar dos efectos, uno positivo, su encarnación en los movimientos populares, y otro negativo, la trivialidad. Imaz funda- menta su crítica en este último efecto. Cuando Imaz propone investigar no la dependencia sino los gra- dos de dependencia, está utilizando la categoría de influencia, mas no la dominación. La primera se refiere básicamente a la relación entre Daniel Camacho Monge 295.cr dos entidades, dentro de la cual una de ellas tiene que hacer o dejar de hacer algo que le ordena la otra bajo pena de privaciones. El concep- to de dependencia no se limita a esto. Tiene una riqueza conceptual cualitativamente más profunda. El concepto utilizado a la manera de Imaz lo lleva a plantear un concepto diferente, el de interdependencia, que no tiene la capacidad teórica para aclarar las relaciones estruc- turales entre los centros imperialistas y las zonas subordinadas. Por las mismas razones se ve obligado lógicamente a separar diferentes planos de la realidad y a considerar por un lado la dependencia eco- nómica, por otro la científica, más allá la militar y en otro compar- timiento la cultural. En el razonamiento de Imaz esto no podría ser diferente porque sus postulados le impiden ver la dependencia como un fenómeno estructural. Esto mismo lo lleva a compartimentalizar aún más el fenómeno y proponer la medición de la dependencia con base a parámetros considerados en forma aislada. Rigoberto Lanz cuestiona la posición de Imaz desde un punto de vista epistemológico, campo en el cual éste cae en graves errores. Uno de ellos es el de oponer la posición multicausal a la marxista lo que lleva a deducir erróneamente que esta es monista o unicausal, lo cual es totalmente inconsistente. Sobre este primer error construye otro de gran envergadura y es el de revivir la vieja acusación de que el marxis- mo es reduccionista porque se limita al análisis estructural. En vez de la categoría dependencia propone Imaz la de interdependencia. Pero esta carece de las posibilidades teóricas que posee aquélla. Interde- pendencia es un concepto ascéptico, vacío de posibilidades analíticas porque se refiere a cualquier relación que implique una alteración, incidencia o influencia: el hijo depende del padre, el zapatero del ven- dedor de cuero, etc. Indudablemente las críticas de Lanz, sobre todo las dos primeras referidas al monismo causal y al reduccionismo, se refieren a la falacia de que el materialismo histórico considera la determinación de lo eco- nómico como una dinámica causal unilineal y unidireccional. Ni los clásicos ni sus continuadores serios han propuesto jamás semejante cosa. El modelo de análisis fundado en el materialismo histórico su- pone además de la determinación en última instancia de lo estructu- ral, una relación dialéctica entre las diversas instancias de la sociedad, tanto la estructural como la superestructural y al interior de cada una de ellas; esto permite incluso afirmar una relativa autonomía del Es- tado y de la ideología misma. Consecuentemente, es inexacto también sostener que la perspectiva materialista implica desconocer la impor- tancia y prescindir de los estudios sobre aspectos superestructurales como los relativos a la cultura, las instituciones, etc. ANTOLOGÍA DEL PENSAMIENTO CRÍTICO COSTARRICENSE CONTEMPORÁNEO 296 .cr Con la ponencia de Imaz se completa la serie de comentarios he- chos alrededor de la teoría de la dependencia, lo que permite entrar en el análisis de otro importante ensayo de interpretación de nuestra realidad, el pensamiento de la CEPAL. 5. LA CEPAL Y EL DESARROLLISMO En el trabajo de María Guadalupe Acevedo se recuerda la contribu- ción innegable que ha dado la producción teórica de la CEPAL, inserta dentro de la corriente desarrollista, al avance social de América Lati- na. Subraya como un mérito de la CEPAL el no haber construido una doctrina totalizante, sino respondido a los problemas concretos con teorías muy útiles: del estudio de la estructura del comercio interna- cional, la CEPAL enriquece la teoría de los términos del intercambio; frente a los obstáculos del proceso de industrialización, desarrolla sus teorías sobre la tenencia de la tierra y la reforma agraria, etc. No obstante, su acción fue auspiciada ab-initio por los propios países centrales, a quienes interesaba que Latinoamérica como una gran unidad jugara un papel en el equilibrio mundial, la CEPAL, se- gún la autora, desarrolla una perspectiva puramente latinoamericana y hace esfuerzos por interpretar las aspiraciones “de la mitad más su- mergida de la población latinoamericana” y por superar “el límite que anteponían (al desarrollo buscado) las fuerzas políticas dentro de las naciones”. Para la autora es innegable el papel de primer orden jugado por la CEPAL en la creación de la ALALC, el BID, el Mercado Común Centroamericano, la Carta de Punta del Este y otras instituciones que cumplen importantes funciones en la América Latina de hoy. Para un trabajador intelectual que no se proponía enfrentar el desarrollo ca- pitalista, el camino abierto por la CEPAL era una gran oportunidad de contribuir al desarrollo de la región. El realismo de la CEPAL era, en opinión de la autora, adecuado a la época y a las circunstancias e influyó en la transformación de las estructuras sociales latinoame- ricanas. La labor de la CEPAL y del intelectual desarrollista, dice la autora, “ha sido de tal vigor, que sin ella no podrían comprenderse cabalmente las transformaciones habidas en América Latina”. Carlos Perzaval considera conveniente que el pensamiento de la CEPAL haya sido traído a la crítica, pero se lamenta de que su origen no se coloque en su contexto histórico y en su calidad de expresión de las necesidades de una fracción de la burguesía comprometida con el capital norteamericano y de las necesidades de este último. Esta crítica de Perzaval es la clave para entender la interrogante que la autora, con algo de ingenuidad, se plantea cuando pregunta “¿Cómo podría un trabajador intelectual (...) contribuir a lograr un de- sarrollo autónomo [...] si para la transformación no se encuentra otro Daniel Camacho Monge 297.cr recurso que cierta doctrina sobre la ayuda externa y la comprensión de los interesados en promover las empresas del capital privado?”. La crítica de Perzaval hace reflexionar acerca de las relaciones entre, por un lado, el proceso de expansión del capitalismo, especí- ficamente de los Estados Unidos hacia América Latina, sobre todo en lo relativo a la necesidad de exportar capital y tecnología y, por otro, la generación, podría decirse derivada de esa necesidad, de un pensamiento económico y sociológico adecuado a ella y a los requeri- mientos de fracciones ascendentes y modernizantes de las burguesías locales. El trabajo de María Guadalupe Acevedo, en opinión de Edelberto Torres Rivas, tiene el mérito de que no se ocupa de la expresión del desarrollismo como tendencia oportunista y vacilante en la lucha po- lítica latinoamericana, sino de una manifestación muy interesante del desarrollismo cual es el pensamiento de la CEPAL, ante el cual trata objetivamente de descubrir su importancia. La CEPAL, dice Torres Rivas, se inserta en la perspectiva técnica de visualizar la política de desarrollo como una política de acumula- ción de capital en vista de que consideraban los otros elementos de una política de desarrollo, es decir, la fuerza de trabajo y el progreso técnico, al primero como abundante y al segundo como fácilmente asequible. Por ello se plantea el problema de los términos del inter- cambio. Esto los lleva a proponer, como solución importante dentro de su perspectiva, la inversión extranjera de la industrial. Esto sería suficiente, junto con los ingresos provenientes del convenio exterior, para lograr la acumulación de capital y la absorción de mano de obra. Aun cuando se tengan críticas a la teoría y constataciones de la inoperancia, es lo cierto que las tesis de la CEPAL y el pensamiento de Raúl Prebisch, el teórico económico más importante de la burgue- sía latinoamericana, son producto de un proyecto latinoamericano. La CEPAL fue durante una época el único interlocutor puramente la- tinoamericano en materia económica, contribuye a la periodización de la historia económica de América Latina (desarrollo hacia afuera, desarrollo hacia dentro, etc.), estimula la programación económica, lanza los proyectos de integración económica y descubre los concep- tos de centro y periferia que serían utilizados después por la teoría de la dependencia. A la par de eso interpretó los intereses de una nueva burguesía in- dustrial en América Latina, a la cual le sirvió de estribo para ascender y convertir su poder económico en poder político. En fin, es la expre- sión de una nueva forma de dominación de clase que envolvió incluso a importantes grupos obreros conducidos hacia esa colaboración por los movimientos populistas. ANTOLOGÍA DEL PENSAMIENTO CRÍTICO COSTARRICENSE CONTEMPORÁNEO 298 .cr Con este análisis sobre el pensamiento de la CEPAL concluye la parte de esta compilación dedicada a la teoría del desarrollo. BIBLIOGRAFÍA Gunder Frank, A. (1973). Lumpen burguesía: lumpendesarrollo. Dependencia, clase y política en Latinoamérica. Buenos Aires: Periferia.