Clima y variabilidad climática en Costa Rica a través de información histórica del siglo XIX

Abstract

Se ha presentado en este trabajo una breve relación histórica del desarrollo de la meteorología, especialmente durante los siglos XVIII y XIX, y de las primeras observaciones meorológicas tomadas en Costa Rica. Durante la mayor parte del siglo XVIII los datos meorológicos cuantitativos fueron escasos y predominó la evidencia descriptiva de los fenómenos. El origen de los primeros conceptos meteorológicos en Costa Rica está estrechamente vinculado al desarrollo de la física en la Universidad de San Carlos Guatemala durante la segunda mitad del siglo XVI. El doctor fray José Antonio de Liendo Goicoechea, un franciscano natural de Costa Rica, desempeñó un importante papel en la introducción de la física experimental en esta institución. Durante el primer tercio del siglo XIX un profesor local altamente instruido, Rafael F. Osejo, proporcionó las primeras descripciones y explicaciones del clima local y de lo que parece ser la incursión de masas de aire frío en la región caribeña de América Central. Desde mediados de la década de 1840 en adelante los inmigrantes (principalmente provenientes de los países europeos, conjuntamente con los nacionales, comenzaron a medir la temperatura en diferentes localidades a medida que viajaron y exploraron el territorio de Costa Rica. En 1846 el botánico dan A.S. Oersted realizó observaciones meteorológicas sistemáticas de precipitación y temperatura que mostraron con claridad lo que es, probablemente, la primera descripción cuantitativa de la sequía intraestival o veranillo en el país. Después de la década de 1860 se dio un incremento significativo de las observaciones meteorológicas en San José lo cual llevó a la participación del país en la primera Red Meteorológica Internacional. Las fuentes documentales del periodo de 1830 a 1890 generalmente hacen referencia a nevadas en las cimas de las montaña más altas de Costa Rica. No se tiene noticia de que esas condiciones hayan sido registradas durante las últimas décadas. Al emplear datos del Reanálisis NCEP/NCAR, de información del CARDS y de la estación de radiosonda situada en Costa Rica, se demuestra que, en las últimas décadas, las temperaturas en niveles cercanos a 600 hPa han descendido en algunos casos a condiciones cercanas a la congelación durante los meses de invierno. Cuando se considera la evidencia reciente del calentamiento progresivo en los picos más elevados incluyendo los de regiones tropicales, las nevadas ocurridas durante los meses de invierno del siglo XIX en Costa Rica, relatadas por las crónicas de esa época, se convierten en una situación meteorológica más verosímil y una indicación razonable de un posible cambio climático a partir de ese siglo. Antes de la creación del Instituto Meteorológico Nacional de Costa Rica, en 1888, varias oficinas de gobierno llevaron un programa continuo para medir los datos meteorológicos en diferentes sitios para aplicarlos en la agricultura y la construcción de caminos. En e trabajo se recolecto información sobre temperatura en fuentes primarias y secundarias cuya calidad fue controlada, y se construyeron valores mensuales de temperatura para el periódo 1866-1887 en San Jose. Esta serie temporal, junto con la del periodo de 1888 a 1899, fue empleada para estudiar algunos aspectos del clima y la señal de El Niño en la región, especialmente durante la segunda mitad del siglo XIX. Los valores mensuales de temperatura fueron determinados a partir de las temperaturas diarias disponibles, y las anomalías mensuales para el periodo fueron estimadas como desvíaciones a partir de las temperaturas mensuales medias de 1866 a 1899. Estas anomalías de la temperatura indican algunas anormalidades climáticas notables en la orden de más de región. Un dramático calentamiento del 2°C se observa alrededor de 1878, el cual, según Coughlam (1999) correspondería al más intenso episodio de El Niño en el siglo XIX. Además las desviaciones de la temperatura muestran un aumento de ésta, atribuible al evento El Nihio 1898-99, aunque de menor intensidad que el de 1876-78. Los efectos de la Krakatoa. En 1883 se sintieron en una escala global, y cenizas y polvo fueron lanzados a la troposfera superior, afectando la radiación solar entrante y alterando el clima de la tierra durante años. Las anomalías de temperatura para San José revelan un extenso periodo, de finales de 1883 a 1886-87, de anomalías negativas de temperatura anormalmente grandes que podrían estar asociadas al efecto de enfriamiento provocado por la erupción del Krakatoa.