Filolo, y Lingüís. 4(2): 47-58, 1978 EL LLANO EN LLAMAS: UN ESTUDIO DE LA NEGATIVIDAD La obra literaria se puede concebir como un mundo; un mundo que surge de la conciencia del autor, se transmite a través de una serie de signos y se realiza en el acto recreativo del lector. A este mundo, que de otro modo sería una masa amorfa de hechos aislados, lo ordena una cohesión interna, que a su vez la produce un principio de organiza- ción. Este principio caracteriza y da sentido a los elementos variados que componen todos los dife- rentes estratos de la obra. Esta estructura funda- mental, entonces, es la individualidad y la identi- dad de la obra; la literatura se puede reducir, en último análisis, a un conjunto de temas, imágenes y convenciones comunes, pero los que están pre- sentes en la obra individual asumen un sentido especial en relación con el núcleo de esa obra. Más que cualquier diferencia externa, la fuerza cohesiva de este núcleo determina el grado de originalidad de la obra, porque mientras más coherentemente se afirma como ella misma, más desarrollado está su carácter particular. Si así se postula la existencia de un núcleo de sentido en la obra literaria, cabe preguntar cómo se enfoca. El núcleo de sentido transmite su esencia a todos los elementos característicos de la obra, y por tanto, genera la impresión total que deja la obra en el espíritu del lector. La obra literaria es comunicación; la comunicación se realiza a partir de una experiencia sintetizadora y generalizadora de los hechos comprendidos, y no a partir de un aná tisis intelectual. De este modo la impresión general de la obra puede sugerir un núcleo; si éste es o no es la verdadera fuente de su estructura in- terna se puede comprobar por medio del análisis de sus características. Si el acto comunicativo de verdad ha tenido lugar, el lector habrá recibido una impresión sensorial que le da la base para recrear la estructura de la obra de acuerdo con su lógica in- terna. Si esto no sucede la comunicación es super- ficial, ya sea por insuficiencia en el aporte del lec- tor, ya sea por una falta de cohesión en la estruc- tura de la obra; en tal caso ésta es, efectivamente, una masa amorfa de hechos desvinculados. Cristina Da/ton La sensación general transmitida por El Llano en Llamas de Juan Rulfo es de una angustia opre- siva. Domina la impresión de un cuadro caótico de hechos repugnantes y amenazadores sin el alivio de lo agradable. El humor, cuando aparece, es repe- lente: la risa que provocan las viejas en "Anacleto Morones" es sólo un medio para remarcar la per- versión de su modo de ser. El "El Llano en Lla- m a s" 1a o rg ía de destrucción empequeñece la muestra de sentimiento humano que aparece al fi- nal. La angustia domina al hombre cuando la vida le es negativa. en el sentido de negarle salida, y así la impresión general de El Llano en Llamas remite a un centro significativo como la negatividad. Tanto en el mundo colectivo de la realidad co- mo en el mundo literario, la negatividad existe cuando los diferentes elementos se estructuran de cierta forma. Se podría objetar que toda estructura tiende inevitablemente hacia lo positivo o lo nega- tivo; lo negativo es la ausencia de lo positivo; sin embargo una consideración detenida aclara la con- figuración especial de ambos estados. Todo ser se proyecta hacia un conjunto de posibilidades; si es- tas posibilidades se realizaran, el ser se convertiría en la forma ideal de sí mismo; cuando se aleja de estas posibilidades se precipita en la negatividad. Así lo positivo estriba en dos fundamentos: la inte- gración de las posibilidades reales y la evolución hacia las ideales; además estas dos características guardan estrecha relación entre sf. Para evolu- cionar es previa condición la integración de todas las partes de un ser, y, a su vez, la evolución de un ser implica una integración cada vez mayor, pri- mero del ser en sí y después del ser dentro de un ente mayor. En rigor, la evolución es la búsqueda y la pérdida de la individualidad en entidades cada vez mayores. En la negatividad al ser está, enton- ces, desintegrado y no evoluciona. Sus componen- tes son centrífugos y no centrípetos; como totali- dad se estanca, aunque sus partes evolucionen cada una por su propio camino, y se aleja de su forma' ideal para convertirse en la negación de su propia identidad. 48 unidad penetra hasta los niveles más profundos del sentido. Si bien, en general, 'se da por supuesto un trasfondo de negatividad sin explicado, algunos críticos sí han tratado de esbozado. En su estudio "Realidad y Estilo de Juan Rulfo" (1), Carlos Blanco Aguinaga señala, como origen del modo de ser de la obra, la dicotomía entre la realidad interna y la externa del ser humano representado. La tensión constante entre estas dos realidades, la primera de una quietud absorbente y la segunda de estallidos de violencia sin causa aparente, produce la impresión de angustia: "en esta tensión angustiosa entre la lentitud interior y la violencia externa está el secreto de la visión de la realidad mexicana en Rulfo. Esa realidad fatalista, estática, de hombres y mujeres hacia dentro". Blanco Aguinaga después extiende este principio al plano social, mostrando cómo en estas condiciones se configura una sociedad dividida entre los que hacen y viven hacia fuera, y los que viven sumidos en un pasivo rechazo de hechos exteriores. Para él, entonces, esta dicotomía es el poder estructurador del mundo de Juan Rulfo, la fuerza que configura la individualidad de este mundo. Es una lógica deducción de la impresión general de la obra, y además, la dicotomía, que equivale a la falta de integración interna de un ente cualquiera, es una básica condición de la negatividad. Sin embargo, tomando en cuenta la unidad fundamental ya observada en la obra de Juan Rulfo, cabe preguntar si esta dicotomía no es, en realidad, sólo una muestra de un principio mayor que configura toda la obra. Blanco Aguinaga pasa por alto en su estudio rasgos tan típicos del mundo de Juan Rulfo como son el pecado, el remordimiento, la ilusión y ciertas características formales. En último análisis, entonces, no comprende la unidad fundamental de la obra. Finalmente, los estudios de El Llano en Llamas o bien se centran en un solo cuento, o bien consideran cada cuento de la colección como un ente aparte. D. K. Gordon ejemplifica esta tendencia en su obra Los Cuentos de Juan Rulfo (2); las características de cada cuento se interpretan antes en relación con el cuento individual o con generalidades externas que con el mundo creado por el conjunto de los cuentos, y, por tanto, las conclusiones son limitadas, por más acertadas que sean las observaciones. La intensa limitación del género del cuento implica una selección rigurosa de elementos del mundo FILOLOGIA y LINGUISTICA Ya se ha definido la negatividad como el esta- do en que cae un ser; por tanto, contrasta con el concepto más reducido del mal, que es la fuerza que impele el ser hacia tal estado. De esta forma se podría comparar la negatívídad con el cuadro gene- ral de síntomas que presenta una enfermedad y el mal con la infección que la causa. Tanto en el' mundo externo como en el litera- rio, la negatizidad' reside en las relaciones entre los diferentes elementos, lo cual conduce a su defini- ción como elemento estructural. No pertenece a la naturaleza de ninguna cosa y una mis cosa pue- de ser o negativa o positiva según el papel que de- sempeñe en la totalidad de que forma parte. Si la muerte funciona como el paso definitivo para que el ser se integre en el cosmos, es positiva; si se en- foca como la interrupción violenta de la evolución individual es la aniquilación del ser y, por consi- guiente, negativa. La impresión general también es una cualidad producida por la interacción y la yux- taposición de elementos más que por los elementos en sí; así es lógico que apunte hacia un principio estructurador similar: Además, la negatividad, en tanto es estructura comunicable, permite con si- derarla como el núcleo semántico de una obra li- teraria. Aunque es un concepto tomado del mundo exterior, puede pasar al mundo literario sin vio- lentar la condición especial de éste. La crítica existente de El Llano en Llamas es inadecuada en varios aspectos. En primer lugar, de- bido a que Pedro Páramo es una ampliación y pro- fundización del mundo expresado en El Llano en Llamas la colección de cuentos muchas veces se to- ma como preámbulo de novela y queda en la som- bra su verdadero valor. Sin embargo, El Llano en Llamas constituye la expresión acabada de un cier- to modo de ser y como tal debe enfocarse como obra independiente dentro de las letras mexicanas. En segundo lugar, tanto en lo que se refiere a Pedro Páramo como en la crítica de El Llano en Llamas, existe una gran tendencia a enfocar el ho- rror y la angustia que experimenta el lector, sin buscar la estructura básica que origina estas sensa- ciones y que, por eso, encierra el modo de expre- sión peculiar de las obras. Se observan las caracte- rísticas del mundo expresado sin buscar un esquema general que las una y que demuestre el alcance de su sentido destacando las relaciones entre ellas. La obra de Juan Rulfo, tanto la novela como los cuentos, es una unidad formal de elemen- tos estrechamente relacionados entre sí, y asimismo es lógico suponer que este principio de DALTON: El llano en llamas 49 comunicable; pero, por ser esta selección de distinta perspectiva en cada cuento, el mundo potencial se puede reconstruir a través del conjunto. En resumen, la crítica de El Llano en Llamas falla por considerar la obra como mundo inacabado, por no llevar a su lógica conclusión el tejido característico de las diferentes tendencias, y por considerar cada cuento como ente aislado. Se podría observar que esta visión global de El Llano en Llamas es insostenible porque los cuentos llevan muy di~ ntes fechas y por tanto repre- sentan una evolución en el mundo artístico de Juan Rulfo (3). Sin embargo, al contemplar los cuentos sin ninguna información externa, se notan rasgos estílístícos muy evidentes comunes a todos, y una unidad de tema que justifica su análisis co- mo una sola entidad. Prevalece en toda la colec- ción el tono taciturno del narrador, que proviene del ensimismamiento señalado por Blanco Agui- naga. Excepción parcial a esto es "El Día del De- rrumbe", pero no se trata de establecer leyes sino predominios. Más allá del ensimismamiento, se puede destacar un tono de confesión, porque en la mayoría de los cuentos el narrador relata un suce- so que le pesa, que le perturba la conciencia o que lo horroriza. Todos los cuentos están construidos a base de monólogo o diálogo, que a menudo se re- suelve en monólogo; porque el interlocutor es ine- xistente o de poca importancia. La fuerza motiva- dora de este monólogo es, directa o indirecta- mente, la muerte todopoderosa y omnipresente, y así los cuentos vienen a ser una meditación mono- lógica del hombre frente a la muerte. Este ensimismamiento, a su vez, da lugar a una característica cuya comprensión es indispensable para cualquier consideración de los cuentos. Esta característica es la subjetividad total del mundo que crea Juan Rulfo. Este mundo es una intensa compresión del mundo externo dentro de la visión del narrador, de modo que los hechos pierden objetividad y llegan a formar parte del mundo sub- j etivo del narrador. "En la Madrugada" no nos presenta el hecho objetivo de la muerte de Justo Brambilo; sólo existe el hecho subjetivo en la ver- sión de Estebany el otro hecho, igualmente sujeti- va aunque narrado en tercera persona, de Justo Brambilo mismo. No existen, pues, hechos objeti- vos y reacciones subjetivas, sino una cadena de he- chos subjetivos que tienen como escenario la con- ciencia humana. El estudio de una obra referida a la realidad objetiva consideraría primero las ten- dencias del mundo creado y después al hombre, pero en esteestudio se propone estudiar al hombre y su mundo como ser único traspasado por las ten- dencias de la negatividad, a través de las cuales se llegará después a la visión de la figura humana. Es- tas tendencias se dividen, para los propósitos del trabajo, en culturales sociales y naturales. Al hombre en El Llano en Llamas muchas ve- ces se le califica de "primitivo" sin que se escla- rezca el sentido cultural exacto de esta palabra. El hecho de que la negatividad se funda en la falta de integración y de evolución demuestra el papel de la cultura positiva: ésta prové los medios de expre- sión y, por tanto, de evolución individual, y las vías de integración que permiten la armonía social. Muchos de los cuentos tienen como hecho básico la incapacidad de la cultura (de cumplir estas fun- ciones en los momentos .critícos. Estos momentos críticos pueden ser de muy diferentes tipos; pero la cultura se desvanece en el momento de presen- tarse la urgente necesidad de comunicación entre dos personas, desencadenando así el desenlace fu- nesto. En "Talpa" el momento crítico es la muerte de Tanilo y el remordimiento que destruye la si- tuación anterior; en el momento en que la tragedia y necesidad unen a los personajes toda comunica- ción cesa y llegan a verse casi como enemigos: "Quizá hasta empecemos a tenemos miedo uno al otro" (4). Así cada uno se retira definitivamente a la soledad, y ya no es posible que la situación evo- lucione. "La Cuesta de las Comadres" pone de ma- nifiesto un proceso análogo: surge una crisis entre dos personas unidas por la amistad y la cornuni- cación distorsionada desvía el destino para pro- ducir una muerte gratuita. Significativamente, la única explicación que tiene lugar es un monólogo frente al cadáver, representación irónica de la co- municación real. En estos y otros cuentos, enton- ces, la tragedia estriba en la catástrofe innecesaria que sobreviene por la ausencia de lazos de comu- nicación. El hombre está sumido en una cultura nega- tiva, pero al proseguir el análisis de la cultura se hacen evidentes elementos culturales que consti- tuyen un mal, que condenan al hombre a perma- necer en estado negativo. Estos elementos son la venganza y el deber. Paradojícamente, llevan al hombre por un mismo camino: el de asumir un peso ajeno y así entregarse a un destino de soledad y enajenación del ser. La venganza es un tema que domina toda la obra de Juan Rulfo, y en los cuentos aparece como uno de los móviles más frecuentes de la acción. La mal porque el hombre no sólo es obligado a asumir un destino ajeno sino que ese destino resulta ser la muerte. Si ciertas formas culturales son a la vez nega- tividad y mal para el hombre, la sociedad a primera vista tiene un aspecto netamente negativo. La pobreza es una presencia constante en el escenario del cual surgen las situaciones en El Lla- no en Llamas. A veces es una pobreza implícita, como en "Macario" y "Anacleto Morones", en que tiene la función de remarcar la degeneración mo- ral, y a veces es explícita, siendo la fuerza contra la cual el hombre lucha. La pobreza como mal se en- carna con claridad en el hambre que en varias situaciones básicas moldea la vida humana. En "Luvina" el hambre es símbolo de la muerte en vida. "La Herencia de Matilde Arcángel" revela otra perspectiva del hambre: por medio de las connotaciones del nombre y de las referencias que se dan, se establece sin lugar a dudas la bondad de Ma til de, para luego mostrar que esta bondad también es sujeta al hambre: "en condiciones de hambre, cualquier animal se sale del corral y ella no estaba muy bien alimentada que digamos, en parte porque éramos tantos que no alcanzaba la ración y en parte porque siempre estaba dispuesta a quitarse el bocado de la boca para que nosotros comieramos" (7). Para remarcar el mismo principio el narrador dice: " me dolió aqu Í en el estómago, que es donde más duelen los pesares" (8). El hambre se mezcla en el origen de los más elevados sentimientos humanos, desviándolos, y desviando así el destino humano. En "Es que somos muy pobres" esta fuerza se encuadra en la sociedad, mostrando cómo ha producido contradicciones que reducen al hombre a la impotencia. Otra vez lo material abre las puertas a los sentimientos; con la vaca Tacha puede "casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para siempre" (9). El hombre está preso de una contradicción que es muestra de la naturaleza negativa de la sociedad; ésta hace que lo "bueno" se consiga únicamente con los medios que ella misma niega; pone las pautas de manera que estén fuera del alcance de los que forman la base misma de la sociedad. De esta forma este cuento muestra claramente no sólo la vulnerabilidad del hombre pobre a los desastres naturales sino la razón por la cual esto es cierto. La negatividad social está no sólo en las pautas contradictorias, sino en los diferentes estratos que, independientes uno del otro, componen la 50 FILOLOGIA y LINGUISTICA venganza, en primer lugar, se puede concebir como al agrandamiento del mal, la transformación de una muerte en muchas, y así se establece en El Lla- lla en Llamas como un absurdo y como un concep- to ya degenerado de la justicia. "Diles que no me maten" describe el proceso que convierte, en el transcurso de treinta y cinco años, a un hecho tri- vial en la aniquilación de dos familias unidas por lazos de compadrazgo, minando así las bases de la sociedad. La participación del ser humano en la venganza, como supuesto instrumento de la divina justicia, se ridiculiza grotescamente en la figura del borreguero en "El Hombre": "se ha de sentir sa- broso ayudarle a Dios a acabar con esos hijos del mal" (5). La venganza es fuente de la desintegra- ción social y moral. En el plano individual la venganza es la nega- ción de la identidad misma del hombre. En "El Hombre" los dos personajes se ven abstraídos en un rito mítico, cuya cualidad irreal se transmite a través del lenguaje y de las imágenes, y en el cual su identidad, al igual que su facultad de razonar y su independencia, quedan anulados. No sólo es pérdida de identidad personal sino genérica, pues el hombre se animaliza: sus pies dejan "una huella sin forma, como si fuera la pezuña de algún ani- mal" (6). La fidelidad ciega a un concepto ajeno al in- dividuo, como el cumplimiento del deber en El Llano en Llamas, también implica la negación de lo individual, de la libertad de actuar y de la razón. El viejo en "No Oyes Ladrar los Perros" niega sus propios sentimientos y razón para cumplir con el deber a su difunta esposa; en "Talpa" el conflicto interno entre el deber y las tendencia naturales destruye a los personajes. El deber se muestra más fuerte que la muerte misma; irónicamente se reafir- ma a través de la muerte de Tanilo. Dentro de la personalidad individual, entonces, el deber provoca una fatal división que a su vez provoca la evolución negativa. En "Luvina" este deber indestructible se repre- senta a nivel de un pueblo, de la sociedad. La situa- ción más allá de la vida en que se encuentra Luvina se transmite a través del tiempo por la sumisión de su gente al deber de permanecer con los muertos. En este cuento el deber es directamente el instru- mento de la negatividad, que el hombre mismo fa- vorece al hacerse cargo del deber. En todos estos casos citados el deber amarra al hombre a una per- sona muerta o moribunda, o, en el caso de Luvina, a la muerte misma; más acentuada es la fuerza del . I DALTON: El llano en llamas sociedad. Aparece en primer lugar la estratificación de la riqueza y la pobreza, que es la situación fundamental de muchos cuentos. Esta estratificación es reforzada por la de gobierno y gobernados: "Nos han dado la tierra" contrasta el estrato del gobierno, que trata generalidades ficticias y papeles, con el de los campesinos, con su realidad concreta e individual, a la vez que trivial. El contraste entre estos dos planos desunidos da la característica nota absurda al cuento. "Luvina" agranda la perspectiva en este sentido, porque aquí la estratificación no es sólo horizontal sino vertical también. Luvina vive no sólo en un plano diferente al del gobierno "qae no se acuerda si ella existe" sino que también vive aislada de los pueblos de sus contornos, como demuestra la actitud del arriero (10). La sociedad que rige el destino del ser humano en El Llano en Llamas es, entonces, un ente sin armonía ni integración interna, que libera fuerzas deformadoras del ser y la evolución huma- na. En estas circunstancias no es difícil ver un cuento como "El llano en Llamas ", que sugesti- vamente da su nombre a la colección, como la muestra de una sociedad, que, privada de evolu- ción positiva, toma por su propio impulso el cami- no de la desintegración o la evolución negativa. La imagen dominante en este cuento es la del fuego y las llamas que devoran todo, y el hombre participa de esta conflagración a veces hasta dísfrutándolo: "era bonito ver aquello ... " (11). Esta actitud hace ver cómo la destrucción ha usurpado el lugar de lo positivo en el contexto social del hombre. Junto con la pobreza, la hostilidad de la natu- raleza es otra nota predominante en el telón de fondo de los cuentos. Sólo "En la Madrugada" muestra la cara suave de la naturaleza; en los de- más cuentos el escenario árido, duro o violento es una parte integral de la vida del hombre, explícita o implícitamente. Dentro de la naturaleza la fuerza destructora es palpable: en sus diferentes elernen- tos la naturaleza encarna el dinamismo que pone de relieve la pasividad del hombre. En "La Cuesta de las Comadres" las diferentes fuerzas naturales contrastan con la fragilidad y las fluctuaciones de la vida humana: "Los únicos que no dejaron nunca de venir fueron los aguaceros de mediados de año, yesos ventarrones que soplan en febrero y le vue- lan a uno la cobija a cada rato" (12). En Luvina el combate de las fuerzas naturales forma la infinita negatividad del ambiente: "Malo cuando deja de hacer aire. Cuando eso sucede, el sol se arrima 51 mucho a Luvina y nos chupa la sangre y la poca agua que tenemos en el pellejo. El aire hace que el sol se esté allá arriba" (13). El viento es un mal para el hombre, pero éste es obligado a considerar- lo como un bien, porque contrarresta un mal ma- yor. Esta incontenible fuerza del mal manifiesta su alcance en la destrucción gratuita de lo que ella misma ha creado. Esto sucede en "Es que somos muy pobres"; aquí se ve la impotencia del hombre ante la fuerza del río que destruye la abundancia de la cosecha de cebada. Además la destrucción es una completa aniquilación de identidades humanas y naturales: el río se traga a la vaca como si qui- siera negar la existencia misma de ella: no se vuelve a ver "ni los cuernos ni las patas ni ninguna señal de vaca" (14). Para remarcar este contraste entre la excesiva fuerza natural y la igualmente excesiva impotencia humana, todo el despliegue de la des- trucción se contempla a través de los ojos de un ni- ño. El hombre se muestra igualmente impotente ante otro mal natural -el fisiológico- que rige el desenvolvimiento de los sucesos en varios cuentos. En "Talpa" la situación tiene su origen en la enfer- medad que destruye arbitrariamente el equilibrio de las relaciones humanas, lo cual a su vez pone en conflicto las diferentes pautas y tendencias dentro del ser humano. La lenta marcha de la enfermedad se hace palpable a través de frecuentes alusiones, desde "aquel día en que amaneció con unas ampo- llas moradas repartidas en los brazos y las pier- nas" (15). Hasta el día en que Tanilo muere con- vertido en un ser podrido aún antes de la muerte, "lleno por dentro y por fuera de un hervidero de moscas azules ... y por aquí y por allá todas sus llagas goteando una agua amarilla, llena de aquel olor que se derramaba por todos lados ... " (16). Así se evoca el proceso gratuitamente repugnante que transforma el cuerpo humano en una repelente caricatura de lo que la naturaleza misma ha con- feccionado. "Macario" presenta un personaje esen- cialmente pervertido, sus facultades humanas se han atrofiado mientras que otras han crecido des- medidamente. El cariño y la sensibilidad estética han cedido ante la obsesión por la comida, mien- tras que el resto de su conciencia está dominado por el temor al infierno. Así el mal natural toma varias formas, pero siempre destruye de un modo que llega hasta la aniquilación de partes de su pro- pio ser y con ellas su sentido para el hombre. 52 FILOLOGIA y LINGUISTICA Esta fuerza destructora natural conduce a un estado muy predominante en los cuentos: la este- rilidad, o el estancamiento total de todo progreso y de toda vitalidad. En "Nos han dado la Tierra" y "Luvína" esta esterilidad se eleva a primer plano como la condición en que se apaga toda vida hu- mana y natural, pero en otros cuentos se alude a su existencia. v.gr. en "Anacleto Morones". Laesteri- lidad nunca es total, porque existe también la fer- tilidad, a veces en otro lado fatalmente apartado del escenario inmediato (en "Anacleto Morones" y "Nos han dado la tierra"), a veces en una forma tan absurdamente reducida que constituye sólo tina burla que remarca la este idad circundante: "cae una gota de agua grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra ... cae sola ... y a la gota caí- da por equivocación se la come la tierra y la de- saparece en su sed" (17). "Luvina" presenta el te- ma de la esterilidad compartida entre la tierra y el espíritu humano; aquí la llegada de los maridos es una visita breve como la de los aguaceros. En am- bos casos es un bien potencial que al hacerse rea- lidad se convierte en un mal; los aguaceros son tan violentos que lavan más la tierra empobrecida y los maridos sirven sólo para engendrar más hijos que continúen la esterilidad de Luvina. Tal vez se po- dría considerar más positivo la ausencia total de agua o la descontinuación de la raza, pues de este modo el ser netamente negativo se extinguiría en la totalidad. La esterilidad es fundamentalmente negativa, porque es vida con características de muerte. Así se establece como fundamento de la negatividad el concepto del bien que se pervierte en mal al incorporarse en el contexto general. Dentro de este proceso de destrucción, que es la naturaleza, la culminación es la muerte, lo cual explica la preocupación ya observada por la muer- te. A todo lo largo de los cuentos, la muerte per- manece situada claramente dentro de su marco na- tural; en contraste con Pedro Páramo, en que la muerte es un proceso espiritual, en El Llano en Llamas la muerte se contempla desde un punto de vista externo a la persona que muere. El mundo de los cuentos es por eso el mundo natural en que la muerte es una presencia que batalla por la supre- macía, no un mundo espiritual del cual la muerte ya se ha apoderado. Como cualquier otro ser vivo el hombre frente a la muerte resiste su aniquilación sin ninguna esperanza de liberación espiritual y sin ningún heroísmo. El hombre ante la muerte se apega más a la tierra, porque sabe que su única existencia está en ella: "Allí en la tierra estaba to- da su vida ... se vino largo rato desmenuzándola con los ojos, saboreando cada pedazo como si fue- ra el último ... "(18). El temor a la muerte es una sensación física como casi todo sentimiento en El Llano en Llamas: "comenzó a sentir esa co- mezón en el estómago, que le llegaba de pronto siempre que veía de cerca la muerte ... " (19). En "Talpa" la impresión final de Tanilo cristaliza esta lucha desesperada y contradictoria contra la muer- te: "aquella boca que no pudo cerrarse a pesar de los esfuerzos de Natalia y míos, y que parecía que- rer respirar todavía sin encontrar resuello" (20). La muerte, además, distorsiona lo esencial en varias formas. En "Diles que no me maten", el te- mor a la muerte domina y borra todos los demás sen timientos esencialmente humanos, centrando así la existencia de J uvencio en una sola idea nega- tiva. Por otra parte la muerte aparece también co- mo una burla repugnante de la existencia humana. "El Llano en Llamas" muestra al hombre entre- gado a la fiesta de la destrucción; irónicamente el verdadero burlador es la muerte misma, que vuelve a ver con mirada triunfal y burlona: "(el Chihuila) se nos quedó mirando cuando nos fbamos cada quien por su lado para repartirnos la muerte. Y él parecía estarse riendo de nosotros, con sus dientes pelones colorados de sangre" (21). A veces la burla toma la forma de reducir al muerto a mero objeto: "cosa" "tronco" o "estorbo", o, en tono irres- petuosamente despectivo, "muertito". La muerte en el marco general hace del hombre un objeto co- mo cualquier otro, extinguiendo tanto la existen- cia individual física como la identidad esencial del hombre, y de esta forma es la marca definitiva de la negatividad. Hasta aquí se han analizado las diferentes ten- dencias que configuran el mundo de El Llano en Llamas, pero para terminar de reconstruir la es- tructura oculta de la negatividad hay que consi- derarlas en conjunto, puesto que la negatividad surge de relaciones internas. Necesariamente, en- tonces, hay que hacer las preguntas: ¿cómo se unen estas diferentes manifestaciones del mal? y son co-presentes e interdependientes o ejercen su influencia aisladamente? En relación con "Es que somos muy pobres" se ha observado la manera en que los trastornos na- turales ponen de manifiesto la precaria situación del hombre en la pobreza. La violenta fuerza natu- ral perturba la vida humana a través de sus conse- cuencias sociales, y la sexualidad, que en el marco natural es fuente de la existencia, en el marco so- DALTON: El llano en llamas cial es una fuerza defonnadora de la existencia. Igualmente, la negatividad de la pobreza consiste en su vulnerabilidad a los desastres naturales. En "El Hombre" se ve cómo las fuerzas naturales y culturales se funden en una alianza para apresar al hombre. La atmósfera mítica en que se desenvuel- ve la trama es en realidad una colaboración íntima entre la naturaleza y las tradiciones culturales, que juntas reducen al hombre a un actor en un drama predeterminado. A esta colaboración se alude con- cretamente en el discurso de los personajes: " ... te has metido en un atolladero. Primero ha- ciendo tu fechor ~y ahora yendo hacia los cajo- nes, hacia tu propio cajón (22). La naturaleza le da una dimensión física al destino humano, haciendo así un suceso cósmico de este destino. "Luvina" a su vez demuestra cómo las pautas culturales confir- man la analogía entre el hombre y la naturaleza. Así la negatividad adquiere dominio total de la existencia humana sólo a través de la unión entre los diferentes males. Analizando a su vez esta impenetrable red de negatividad que circunda al hombre, se nota que la piedra angular es el mal natural en sÍ. Ya se ha se- ñalado cómo la naturaleza aumenta la magnitud de otros males en los casos mencionados; el análisis adicional pone de manifiesto que el mal natural es casi siempre el originario y dominante. "Luvina" y "Nos han dado la tierra" presentan una situación que en última instancia sale de la tierra misma an- tes que de ninguna acción humana. En "Talpa" y en "Macario" la enfermedad o la deficiencia fisio- lógica da comienzo a la complicación de hechos malignos. Otros cuentos, v.gr. "Anacleto Morones" "No oyes ladrar los perros" mencionan personajes inexplicablemente malos por algo inherente a su naturaleza. En resumen, el hombre en El Llano en Llamas se encuentra solo y desprovisto de armas culturales y sociales ante un mundo hostil domina- do por el mal natural inexplicable y arbitrario. En este punto surge la pregunta ¿cuál es la relación del hombre con el mal? Hasta el momen- to se ha considerado la conciencia humana como ser invadido por las corrientes del mal, pero si el hombre, protagonista de los cuentos, fuera pasivo no surgirían las anécdotas breves pero intensas que dramatizan su situación. El grado de participación del hombre en el mal es la medida de la negativi- dad; si el mal proviene, aún en parte, del alma humana, la negatividad necesariamente domina la totalidad de la existencia humana. El hombre participa del mal por medio del pe- 53 cado. Para calcular el poder de desequilibrio que posee el pecado en el mundo de Juan Rulfo, hace falta situarlo dentro del contexto religioso y moral de los cuentos. Este mundo está construido alre- dedor de un concepto de Dios, que es una palabra vacía: basta la descripción de la iglesia en Luvina donde "no haya quien rezarle" (23), y las actitu- des ya descritas del hombre ante la muerte. Como algunos críticos han observado (24) el pecado exis- te sin el contrapeso cristiano de la salvación y la moral positiva. Es, entonces, una religión negativa y un mal, en tanto distorsionada y deformadora del e sp íritu humano. El concepto aislado del pecado, que en la religión cristiana es sólo una p arte de la totalidad, aqu í ha crecido desmedi- d ame n te a bsorbiendo otros conceptos hasta el extremo de anular a Dios mismo. En tal situación es muy lógico que la idea del pecado domine la psique humana. Toma la forma de "peso" "mancha" y "deformidad" y está pre- sente en una forma u otra en casi todos los cuen- tos. La mayoría de los cuentos incluyen un pe- cado, real o imaginario, como eje central del mundo representado. En "Macario" los pecados imaginarios contribuyen a la estructura peculiar del cuento; son pecados cuya importancia para Macario es igualada por su falta de sustancia real, porque el estado físico de Macario lo incapacita para cometer pecado alguno. En muchos cuentos el pecado es demasiado real; asesinato o incesto co- metidos por el propio protagonista o por una per- sona que es física y moralmente una prolongación del protagonista. A veces también el pecado puede no serio en el sentido estrictamente religioso de la palabra, sino en el sentido más amplio como acción que. aleja al ser de su forma ideal. En esta forma se encuentra en el protagonista de "Luvina" que está sumido en el remordimiento que le causa el haber abandonado sus ideales. Casi todos los cuentos, entonces, reflejan la distorsión de la conciencia humana causada por un pecado, ya sea real o imaginario, pero siempre concebido como un peso o una obsesión por el protagonista. Por estos motivos el sentimiento de culpabili- dad domina la existencia humana, pero este hecho no cobra plena significación hasta que se considera en el contexto ya descrito del mal externo que rodea al hombre. O.K. Cordon interpreta a "Talpa" como una elaboración del tema del remor- dimiento (25); sin embargo, el remordimiento se li- mita a sólo una parte del sentido general del cuento, cuando las acciones humanas se encuadran 54 FILOLOGIA y LINGUISTICA den t r o d el marco del mal que las mo tiva con fuerza invencible e intencionadamente horrible. El hombre, entonces, asume en su conciencia el peso incalculable de acciones que provienen en gran medida de fuerzas ajenas. Al entrar en el mundo subjetivo humano la sombra de estas accio- nes crece desmedídamente; la psique humana funde y aumenta los males externos y los hace internos. Esta relación entre el hombre y el mundo hace que el hombre sea, paradójicamente, un mal para sí mismo, por su identificación subjetiva con las circunstancias que lo arrastran. Sin embargo, plantear la negatividad humana en estos términos sería restarle mplejidad yam- bigüedad al mundo creado en El Llano en Llamas, porque el mal evidentemente no es del todo ex- trínseco al hombre. En este mundo el hombre contribuye, no sólo a pesar de sí mismo, a crear su propio mal y el del mundo en general. En "Talpa" el narrador explicita su participación muy clara- mente cuando manifiesta que los dos protagonistas concientemente comenten lo que para ellos es pecado, aunque sin poder precisar su motivación: "lo que queríamos era que se muriera. No está por demás decir que eso era lo que queríamos desde antes de salir de Zenzontla ... es algo que no podemos entender ahora" (26). Este entendi- miento sería necesario para asumir plena responsa- bilidad de la acción, pero está clara la participación voluntaria en el mal. "Acuérdate" cristaliza la ambigua relación del hombre con el mal. Es el resumen de una vida desde esta perspectiva: el nacimiento e infancia en circunstancias degra- dantes, la contaminación con el mal, y el castigo final que no resuelve sino más bien reafirma el mal. En un determinado momento el narrador plantea el problema central del cuento: "quizá entonces se volvió malo, o quizá ya era de nacimiento" (27). El hombre se hace cómplice del mal y lo propaga sin que se sepa en qué momento se compromete, ni por qué motivo. En este cuento el protagonista busca su propia muerte al tomar la soga, y esta entrega a la negatividad indica que es el único camino posible; en que momento la negatividad lo llegó a dominar hasta tal punto es imposible deter- minar. De las afirmaciones del narrador omnisciente, entonces, se puede deducir que el mundo creado en El Llano en Llamas es un mundo en que es difícil delimitar el mal; las acciones no se exa- minan moralmente sino que se hacen constar sin mayor comentario. Sin embargo, el mundo indi- vidual de los personajes no es así; como ya se ha visto, la conciencia humana está dominada por el concepto del pecado. Así se Llega a entrever una nueva dimensión de la dicotomía entre lo interno y lo externo tal como la plantea Blanco Aguinaga. Esta dicotomía no es sólo de origen socio-histórico como él la enfoca; radica también en la parti- cipación involuntaria pero consciente del hombre en el mal y en la negatividad. El hombre, arras- trado por una combinación de fuerzas y circuns- tancias incomprensibles, se hace cómplice del mal para luego no poder aceptar en su interioridad el peso de las acciones que él mismo ha llevado a cabo en el plano exterior. De aquí surge el tono de confesión que ya se ha observado, y el "meditar obstinado" que señala Blanco Aguinaga: "Talpa", "Luvina", "El Hombre", "Diles que no me maten", todos o son o contienen monólogos ínti- mos respecto de acciones cuyo mismo autor no puede aceptar moralmente. No las acepta porque es sólo a medias autor de ellas, y no comprende su grado de responsabilidad en cuanto a ellas. El na- rrador en "Luvína" dice: "estoy dando vueltas a una misma idea" (28). La idea es la negatividad de Luvina, que él no logra explicar, y su participación en ella por medio del experimento que él hizo y "se deshizo". Así se desprende una negatividad de la relación entre el hombre y el mundo, y esta dicotomía negativa tiene un paralelo dentro del hombre mismo. La pregunta ¿es el hombre malhechor o víc- tima? , pregunta fundamental para comprender la estructura estética del mundo de El Llano en Llamas, surge de la relación entre el hombre y el mal. El hombre en este mundo encierra estos dos puntos de vista en eterna lucha irresuelta. El hombre, como víctima de fuerzas cuya invenci- bilidad queda ya descrita, suscita lástima; como cómplice de un mal repugnante suscita asco. Casi todos los personajes son vistos desde esta ambigua perspectiva: Macario es digno de lástima como víctima indefensa del mal, pero su perversión da asco; en "Diles que no me maten", se permite que el lector acumule sentimientos de lástima hacia el protagonista, lo cual produce un conflicto al final cuando se descubre la brutalidad del asesinato que él cometió. Los protagonistas de "El Hombre", "Talpa" y "Luvina" caben dentro de esta misma categoría. El lector se mantiene siempre alejado y en tensión respecto de los personajes; lo conmueve la lastimosa situación de ellos, pero lo aleja la barrera del mal que los envuelve. El distancia- DALTON: El llano en llamas 55 miento producido de este modo perfila el carácter negativo del mundo representado, porque el lector es llevado a considerarlo siempre como un mundo introvertido y enigmático . El estudio de la negatividad ha concretado que el pecado es un factor dinámico en El Llano en Llamas, en el sentido de que activa al hombre a participar en la negatividad y por consiguiente aumentarla cada vez más. Sin embargo, no sólo el pecado sino también la ilusión arrastra al hombre y así contrarresta el estancamiento que sería la nega- tividad final e improductiva. La ilusión necesa- riamente entra en conflicto con la negatividad, pues su esencia es inel 'iblemente positiva: es la motivación del esfuerzo por progresar en el hombre, y es una fuerza que ordena las ideas en el consciente humano, proporcionando así sentido a la vida. Como elemento positivo tiene gran impor- tancia dentro del mundo dominado por el mal de El Llano en Llamas: aparece en por lo menos siete de los cuentos. A pesar de su esencia positiva, la ilusión en este mundo ejerce una influencia destructora. En "Luvina" el protagonista, hombre "cargado de ideas", llega al lugar de la supuesta realización de estas ideas para encontrar sólo un espectro, y él se ahiquila con la extinción de su ilusión; al final queda en la estática negatividad mirando un punto fijo -el fin de todo progreso- para luego sucumbir a la borrachera. El proceso de su destrucción queda plasmado de forma inequívoca en la imagen de los comejenes, que giran en torno a la lámpara como el hombre en torno a la ilusión, para ter- minar también destruidos por ella: "(el protago- nista) se quedó mirando un punto fijo sobre la mesa donde los comejenes ya sin alas rondaban como gusanitos desnudos" (29). En "Talpa" se observa el mismo proceso: a Natalia y al narrador los mueve el deseo casi inconsciente de deshacerse de Tanilo; paradójicamente la ilusión al realizarse se deshace, y esto redunda en los personajes: "yo sé cómo le brillaban los ojos antes como si fueran charcos iluminados por la luna. Pero de pronto se destiñeron ... y no pareció ver ya nada" (30). "Talpa" pone de manifiesto otra faceta de la ilusión desde el punto de vista de Tanilo. La ilu- sión que él persigue en su torturado peregrinaje es la curación de la virgen de Talpa; el momento de encontrarse en el lugar de la esperada realización es el momento de encontrarse con la muerte, preci- samente en la presencia de la Virgen. Su progreso hacia la muerte y su cadáver contrastan grotesca- mente con el supuesto viaje de salvación y la espe- ranza expresada por la sonrisa de la virgen. "No oyes ladrar los perros" muestra la misma búsqueda de salvación y muerte. El fatal desenlace, la insi- nuada muerte del hijo, sobreviene en el momento de llegar a la Tonaya ilusionada. "El Hombre" también muestra esta misma asociación de ilusión y muerte cuando a través de ciertas alusiones m íti- cas del lenguaje el lugar deseado aparece como el lugar de la muerte: "Tengo que estar al otro lado donde no me conocen, donde nunca he estado y nadie sabe de mí ... y de ahí nadie me sacará nunca" (31). La paz que él encuentra cuando el río lo enmaraña, es, en efecto, la de la muerte. Así la ilusión revela su verdadera identidad en la muer- te misma, que termina dando sentido a la vida, sustituyendo el sentido positivo por uno negativo. La ilusión contribuye a restarle sentido a la vida, ya absurda por las características divisiones que crean la desharmonía negativa. La división en- tre lo ideal y lo real se vuelve más marcada por la ilusión, pero a veces ésta funciona como una burla del hombre a la vez que muestra un absurdo. "Nos han dado la tierra" muestra al hombre en perse- cución de una ilusión que él ya sabe carece de exis- tencia real. En el transcurso del trayecto la burla de la promesa vacía se hace cada vez más evidente en las alusiones de los personajes hasta que se plas- ma en el siguiente comentario: "se me ocurre que hemos caminado más de lo que llevamos andan- do" (32). La persecución de la ilusión vacía impli- ca la pérdida hasta de lo que se tenía en el punto de partida y el desgaste de energías vitales. El papel fundamental de la ilusión en el mun- do de El Llano en Llamas se aprecia plenamente cuando se observa su función estética de realzar la trágica destrucción del hombre. La ilusión no pier- de belleza por estar de tal manera situada dentro de la negatividad; sus lazos con la destrucción no hacen que pierda su cualidad deslumbradora, por- que a veces se concreta en la imagen de "brillo" o "luz". En "No oyes ladrar los perros" el mundo de las imágenes tiene como centro la luna cuyo brillo es inaguantable, pues obliga al viejo a bajar la cara, y pinta más negra la negra sombra de los dos hom- bres. Tal vez aún más que el pecado, entonces, la ilusión es la piedra angular de la negatividad. Es un elemento positivo que en el contexto se pervierte y se vuelve un mal, y ese mal es de carácter especial- mente marcado por su relación con el bien. El pe- cado, como ya se ha observado, viene en gran parte breponerse a una determinada situación psicoló- gica. A través de esta incapacidad se enfoca la ne- gatividad del mundo, que no se resuelve, cuyas di- ferentes fuerzas y tendencias conflictivas e irre- sueltas tienen ya un centro negativo y por tanto sólo pueden dar vueltas alrededor de ese centro. Sin embargo, más corrientes que los relatos circulares son los de doble plano: éstos tienen un primer plano, escrito en primera o tercera persona, que muestra con inmediatez el descenso del pro- tagonista de lo malo a lo peor, y un segundo plano que muestra, a través de este protagonista, los he- chos del pasado que conducen a este descenso. Es- te segundo plano es circular con respecto al pri- mero: parte de un momento en el descenso y vuel- ve a él. Relatos de este tipo son "No han dado la tierra", "Diles que no me maten", "No oyes ladrar los perros" y "Luvina". En "No oyes ladrar los perros" este primer plano es el descenso ya anali- zado del protagonista que lleva a su hijo moribun- do, narrado en tercera persona; este protagonista dialoga con el hijo y en determinados momentos el diálogo se deshace en un monólogo que le des- cubre al lector los hechos anteriores de la vida y nacimiento del hijo, sin los cuales el cuento sería incomprensible. En "Luvina" también el diálogo reportado por un narrador omnisciente pasa im- perceptiblemente a monólogo del protagonista, y este monólogo cobra tal fuerza que se convierte a su vez en representación dramática de Luvina. Varias conclusiones se desprenden del análisis de la relación entre estos dos estratos de la narra- ción. El primer estrato muestra lo individual, la situación concreta que encuadra lo narrado, mien- tras que el segundo plano es la situación general y originaria de la negatividad mostrada de modo con- creto en el primero. Así se hace constar lo mismo en dos planos, se desdobla la perspectiva y el se- gundo plano refuerza el primero. En "Luvina" el caso concreto del protagonista adquiere más fuerza visto contra el fondo de Luvina, que constituye una ampliación en todo sentido. El segundo estra- to también se diferencia del primero en que es imaginado in absentía: Luvina, la vida del hijo y el gobierno en "Nos han dado la tierra" sólo existen a través de la imaginación del protagonista y al lector se le niega acceso objetivo a ellos. De esta forma se anula todo compromiso con la realidad y se abre paso a una realidad ambigua, fantástica y sin limitación. Además, al conocer una parte tan importante del mundo creado sólo por medio de la imaginación deformadora del protagonista, el lec- 56 FILO LOGIA y LINGUISTICA de circunstancias externas al hombre; la ilusión, en cambio, no es ninguna fuerza externa que se impo- ne sino una meta que el hombre persigue por su propia motivación. En realidad la ilusión, como se insinúa en "Talpa", puede ser el componente inter- no del pecado, porque de ahí surge el deseo que conduce al pecado. El hombre por su naturaleza persigue la ilusión; ésta se destruye destruyendo al hombre en un proceso que tiende siempre hacia la reafirmación de la negatividad. Hasta el momento se han mencionado elemen- tos formales que surgen del mundo creado y del fondo ideológico, pero ara completar el cuadro de la negatividad, hay que tomar en cuenta ciertas características; del tono y estructura formal de los cuentos. Se suele observar un tono generalmente des- crito como "lacónico" o "taciturno", que expresa reserva de parte del narrador y una perspectiva ge- neral desde la cual rehuye juzgar los hechos, deján- dolos ambiguos y equívocos. Este tono general es completamente incompatible con la explicación ra- cional de estos hechos; el lector tiene acceso a ellos principalmente a través de sus facultades intuitivas e irracionales, lo cual implica una reducción y a la vez una intensificación de la comunicación total. Esta perspectiva mantiene al lector siempre al mar- gen intelectualmente del hecho cuya narración le impresiona, y esta distancia, sumada al ya mencio- nado distanciamiento de los personajes, intensifica por otro medio la impresión de la impotencia del hombre frente a un mundo apartado de él y que él no puede entender. La estructura de las tramas también refuerza ideas ya sugeridas por el análisis de la negatividad. Casi todas las estructuras básicas de los cuentos caen en una o dos categorías: una de un movi- miento cíclico de la trama, y otra de un descenso combinado con lo cíclico. En la primera categoría están "Macario" y "Talpa"; en ambos casos el rela- to vuelve, a través de lo que ha pasado anterior- mente, al mismo momento de partida. En "Maca- río" el narrador se sitúa: "estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas" (33) ~ara volver exactamente a este punto al final e @iciar el mismo ciclo de nuevo. "Talpa" demues- ~fa la misma vuelta: la frase inicial, "ahora que regresamos a Zenzontla" señala, a través de la na- rración del peregrinaje, al mismo punto: "ahora que estamos los dos en Zenzontla" (34). En ambos casos, porque ambos son relatos en primera perso- na, toma forma la incapacidad del narrador de so- DALTON: El llano en llamas 57 tor es sumido en un mundo sujetivo del cual la negatividad se ha apoderado, y así se da a conocer la medida en que la negatividad ha invadido la conciencia humana. Este contraste entre dos realidades, una con- creta y la otra fantástica, es un rasgo distintivo del mundo de El Llano en Llamas. En "Luvina" el protagonista se contempla desde afuera en una si- tuación en que el lector fácilmente cree. Sin em- bargo el mundo que luego se forma en segundo plano es un mundo fantástico, en contraste brusco con el primero. El mismo contraste entre lo fantás- tico y lo real domina la forma de la expresión en "El Hombre", "No o~\)s ladrar los perros" y "Es que somos muy pobres". En "No oyes ladrar los perros" la realidad física de los dos hombres con- trasta con lo fantástico del paisaje iluminado por la luna. En "Es que somos muy pobres" las imágenes casi mágicas del río cobran cada vez más fuerza en relación con la reducida realidad del niño, y en "El Hombre" el realismo humano de la segunda parte contrasta con la atmósfera rn ítica de la primera. Se puede concluir, entonces, que el modo característico de mostrar el mundo encierra en sí la negatividad: es la negatividad de la dicotomía, una división irreparable que refleja y traduce en otros términos la dicotomía ya señalada en el hom- bre y en otros hechos del mundo creado. Es un mundo que en todos sus niveles tiende hacia la bifurcación, y esta bifurcación se manifiesta tam- bién en otras formas generales de la negatividad. El ejemplo más claro de esto es "Macario": partiendo de una bifurcación entre los sapos y las ranas, aquellos desagradables y éstas agradables, el con- traste se transmite al color de los ojos de Felipa y la madrina. Esto se transforma luego en el contras- te entre la luz y la oscuridad que reina en el cuarto y en la vida de Macario. En este mundo pervertido lo negativo ha sustituido lo positivo en la manera ya observada en muchas situaciones de los cuen- tos: Macario mata las ranas, reconoce el poder de su madrina en contra de sus inclinaciones, y para- dójicamente huye de la luz a la oscuridad para esconderse del mal. La bifurcación inherente a to- do da una estructura significativa al aparente caos mental de Macario. Esta bifurcación, junto con la perversión a la cual conduce y la forma cíclica, son los elementos básicos del cuento, y todos surgen de la negatividad. Tomando como base la impresión general de El Llano en Llamas, se postuló la presencia de un principio de organización negativo, y se ha encon- trado que la configuración típica de este mundo evidencia tal origen. Las tendencias básicas de la negatividad -la desintegración, la perversión del ser en otro, y la falta de progreso en la totalidad- son también las que caracterizan todo lo creado en El Llano en Llamas. La presencia de todas estas tendencias forma una compleja red de parecidos y corre1aciones que penetra toda la obra a través de sus diferentes niveles y a lo largo de los elementos que los componen; el tejido de formas repetidas y reacciones internas genera la fuerza que caracteriza la obra. Esta fuerza provoca en el lector tanto la intensidad de impresión como la convicción de es- tar frente a un mundo original, un mundo cuya individualidad está plenamente desarrollada. El Llano en Llamas no podría causar tal impacto si se limitara a expresar un punto de vista pesimista; más bien llega a constituir la negatividad y a sumir al lector en ella. Al enfocar el tejido complejo de la negativi- dad, no se puede dejar de notar los elementos pe- culiares de esta manifestación en particular. Los diferentes males que tienden hacia la negatividad se unen, pero el mal natural está situado en ese punto de unión como el mal ,mominante del con- junto. En conexión con este mal se notó su dina- mismo; como los otros males, es una fuerza en acción y por tanto la negatividad en El Llano en Llamas está en contínua formación. La negatividad es el estado final al cual todavía no ha llegado este mundo pero hacia el cual todo está encaminado. Si la negatividad fuera un hecho ya realizado se pa- tentizaría en un estancamiento total. El hombre está colocado en el punto de convergencia de los diferentes males, y en él éstos liberan su fuerza involucrándolo y arrastrándolo. El encuentro entre el hombre y el mal, enton- ces, es el punto fundamental del mundo creado de El Llano en Llamas: el hombre es la conciencia que comprende todo y el mal lucha por adueñarse de todo. Este encuentro queda explícitamente ambiguo, porque nunca se aclara si el mal es intrín- seco del hombre o no. El Llano en Llamas plantea la tragedia de la participación del hombre en el mal sin profundizar en ella, haciendo constar sola- mente una compleja y equívoca situación humana. La obra suscita en el lector una impresión intensa, que surge de la coherencia del sistema de la nega- tividad inherente a ella, pero el análisis detenido demuestra que este sistema no está desarrollado hasta sus últimas consecuencias, las cuales serían la exploración de la complicidad entre el hombre y el 58 FILOLOGlA y LINGUISTICA mal. Sin embargo, esta limitación en el sentido de ningún modo disminuye la coherencia del sistema subyacente ni la fuerza de la impresión que surge de él. NOTAS (1) Carlos Blanco Aguinaga, "Realidad y Estilo de (17) Ibid., p. 16. Juan Rulfo " en La Narrativa de Juan Rulfo, ed. Joseph Sommers (México ecretarja de Educación (l8) Ibid., p. 89. Pública, 1974) pp. 88-117. (2) Oonald K. Gordon, Los Cuentos de Juan Rulfo, (19) Ibid., loco cit. (Madrid: Playor, 1976). (20) Ibid., p. 65. (3) Juan Rulfo, El Llano en Llamas, (México: Fondo de Cultura Económica, 1953). Este trabajo se refie- (21) Ibid., p. 81. re a los cuentos incluidos en la segunda edición corregida y aumentada, 1970. (22) ¡bid., p. 42. (4) lbid., p. 65. (23) (bid., p. 99. (5) Ibid., p. 44. (24) Joseph Sommers, "A través de la ventana de la sepultura: Juan Rulfo" en La Narrativa de Juan (6) (bid., p. 37. Rulfo, p. 164. (7) lbid., p. 148. (25) O.K. Gordon, op. cit. (8) Ibid., p. 147. (26) Rulfo, op. cit., p. 57. (9) (bid., p. 34. (27) ¡bid., p. 112. (10) (bid., p. 98. (28) Ibid., p. 101. (ll) Ibid., p. 76. (29) (bid., p. 104. (12) Ibid., p. 23. (30) ¡bid., p. 59. ([3) Ibid.,p.103. (31) Ibid.,p.41. ([4) Ibid., p. 53. (32) Ibid., p. 16. (15) (bid., p. 56. (33) Ibid., p. 9. ([6) Ibid., p. 65. (34) Ibid., p. 64. BIBlIOGRAFIA Gordon, Donald K. Los Cuentos de Juan Rulfo. Madrid: Playor, 1976. Spitzer, Leo. Linguistica e Historia Literaria. Madrid: Gre- dos, 1974. Rodr iguez Alcalá, Hugo. El Arte de Juan Rulfo. México: Ediciones de Bellas Artes, 1965. Rulfo, Juan. El Llano en Llamas. México: Fondo de Cul- tura Económica, 1953. Sommers, J oseph. La Narrativa de Juan Rulfo: Interpre- taciones Criticas. México: Secretaría de Educación Pública, 1974.